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Entrevista Familiar

Diagnóstico
El diagnóstico significará para nosotros esencialmente dos cosas: la visión
sistemática de la familia a la luz de las cinco perspectivas y, en estrecha
conexión con esto, la comprensión de la situación motivacional de la familia.
La visión del sistema aporta la base para la hipótesis dinámico-relacional,
hipótesis que ha de elaborarse durante la entrevista. La hipótesis siempre será
susceptible de revisión. Al final de la primera sesión, realizamos por lo
general una segunda conversación al cabo de poco tiempo. En algunas
ocasiones incluimos en la segunda conversación a la tercera generación
(abuelos), se obtienen las informaciones esenciales para establecer hipótesis
dinámico-relacional sobre todo por dos vías: por la exploración de “hechos
familiares” centrales, “existenciales”, que nos abren las cinco perspectivas
(perdidas grandes, pero no lloradas, sentimientos de humillación duraderos,
antipatías o rebeldes), y por la observación de patrones de interacción familiar
típicos. Según nuestra experiencia, la forma más rápida y a la vez mas inocua
de obtener muchas de las informaciones familiares “existenciales” consiste en
invitar a un integrante de la familia a manifestarse respecto de determinado
aspecto ya abordado de otro integrante. La segunda tarea diagnostica es
examinar la situación motivacional, captamos la ambivalencia y el sabotaje
encubierto. No se debe de perder de vista a los miembros de la familia que
piden una conversación no siempre tienen la intención de elaborar ellos
mismos los problemas que enuncian. A veces se presenta alguien que ha de
gestionar la terapia de otro familiar, considerado como paciente. En este tipo
de situaciones el entrevistador tiene que formarse un criterio respecto de que
motivación existe en todos los miembros de la familia para elaborar sin una
presión exterior los problemas comunes. En última instancia también aquí
vuelve a aparecer la pregunta acerca de la rigidez o voluntad de cambio del
sistema, dicho de otro modo, acerca de la intensidad de las fuerzas
morfoestáticas (dirigidas al mantenimiento del estado actual) versus las
morfogenéticas (que pugnan por una modificación).
Motivabilidad
La evaluación de la situación de las motivaciones no puede separarse de la
pregunta de si y cómo la familia es motivable para una ulterior labor común
precisamente a través de la primera entrevista. Esta motivabilidad está en
función de los factores familiares arriba citados, pero depende también de
diversos factores de la relación terapéutica que deben activarse en la primera
entrevista. Si el terapeuta introduce estos elementos ya en la primera sesión,
podrá construir tan rápidamente una relación de confianza y cooperación,
como la puede destruir mediante un comportamiento torpe y carente de
empatía.
Celebración del contrato
La primera entrevista debería terminar con un acuerdo, por mínimo que sea,
entre el terapeuta y la familia respecto de los pasos siguientes a emprender. En
este acuerdo deberían reflejarse no solo las expectativas y metas del terapeuta,
sino también las de la familia. A menudo los miembros de la familia no son
conscientes de algunos de los componentes motivacionales que determinan
sus metas y expectativas y solo más adelante aparecen en la conciencia, como
consecuencia del proceso terapéutico. Por eso los objetivos y las expectativas
de las partes contratantes deben ser periódicamente reajustadas. Si falta el
consenso, a los terapeutas les falta la otra parte contratante. Lo que queda por
dilucidar entonces es si realmente tiene sentido proseguir una terapia familiar
en tales condiciones.
Preparación orientadora para la terapia ulterior
Esta cuestión será central en la primera entrevista. El entrevistador tiene que
intervenir constantemente de una manera estructurante para conducir el drama
familiar en una determinada dirección. Para ello tiene que guiarse por un
modelo terapéutico que prescribe en esta situación y en este momento una
determinada estrategia o bien un determinado programa. En cuanto más
flexible y experimentado sea el terapeuta, tantos más modelos y estrategias
conoce; pero tanta más importancia adquiere también la pregunta sobre sus
posibilidades y límites de aplicación. Los modelos terapéuticos pueden
diferenciarse según distintos principios. Dos modelos terapéuticos
fundamentales constituyen, por así decirlo, los polos de un mismo eje, a los
cuales se les llamara curación por encuentro y curación por modificación del
sistema.
Curación por encuentro.
Se toma este término por el terapeuta Hans Trüb, cuyo libro aparecido bajo
este título (1971). En la terapia familiar se trata del encuentro iniciado y
sustentado por el terapeuta entre los miembros de la familia y entre las
generaciones. Los objetivos del encuentro son el dialogo que va explorando
planos cada vez más esenciales y, en última, instancia, la reconciliación
(Stierlin) y reunificación (Ivan Boszormenyi-Nagy). La consecuencia de la
intervención activa y empática del terapeuta familiar, comienza a producirse el
encuentro entre los miembros de la familia hasta ese momento distanciados y
profundamente desvanecidos entre sí, y como se van tocando planos cada vez
más importantes, lo cual posibilita la articulación de conflictos hasta ese
momento encubiertos, conduciendo finalmente a la reconciliación y
reunificación (también con los miembros de los padres de los padre, es decir,
con la tercera generación).
Curación por modificación del sistema.
El terapeuta preferirá esta última cuando reconozca que los miembros de la
familia, atrapados en un clinch maligno, por el momento no pueden ni
encontrarse ni separarse, a no ser que se modifique algo decisivo en el
sistema. La estrategia central debe apuntar a una modificación del sistema por
medio de la intervención del terapeuta como una realidad más fuerte. La
verdadera modificación del sistema por regla general, la prescripción
paradójica, que abarca todo el sistema y que, en un caso optimo, la desquicia.
En este modelo fundamental pueden incluirse también orientaciones
terapéuticas modificadoras del sistema.
Curación por reestructuración activa
Nos parece que lo representa de manera destacada un terapeuta como S.
Minuchin, quien intenta modificar, en la línea de su terapia familiar
estructural, los patrones relacionales y alianzas activamente existentes en el
seno de la familia. Puede que con este objetivo se organice una bronca
familiar; plantea tareas que confunden a los integrantes de la familia y los
obligan a cambiar su manera de pensar. A la nombrada diferenciación de
modelos terapéuticos fundamentales parece corresponder otra qué fue ganando
una importancia creciente para nosotros. Se orienta por el criterio de si el
trabajo qué es verdaderamente modifica el sistema o la estructura se produce
en cada caso dentro o fuera de las conversaciones terapéuticas familiares. El
modelo fundamental de la curación por encuentro está dispuesto de modo que
el trabajo terapéutico fundamental y esencial que realiza en sesiones
relativamente frecuentes. Con esto también se corresponde la regla de qué
conviene que la familia abre lo menos posible con los demás sobre lo que
ocurre en la sesión terapéutica. De otro modo la tensión emocional necesaria
para las modificaciones se diluiría o bien se malbarataría. En el modelo de
curación por modificación del sistema en cambio la situación aparece
invertida aquí la sesión familiar sólo da un empujón inicial es como si se
colocará una bomba de explosión retardada que sólo más tarde desarrolla su
acción. Por eso las sesiones familiares no necesitan producirse con gran
frecuencia en intervalos de tiempos relativamente largos. En cambio, nos
parece legítimo y útil cambiar eventualmente de modelo después de una
primera fase terapéutica determinada para una preinscripción paradójica en el
centro del nuevo modelo puede estar la curación por encuentro qué entonces
en un momento posterior requiere la concentración activa y la superación de
los conflictos tal vez incluyendo otra generación. En vistas de la conducción
de la primera conversación familiar estas consideraciones pueden resumirse de
la siguiente manera para la orientación preparatoria de una terapia ulterior el
terapeuta experimentaron disponer siempre de varias opciones. Estas
estrategias son los ponen los modelos terapéuticos fundamentales diferentes.
Muchos de los requerimientos y capacidades para la primera entrevista
familiar valen para los tres modelos.

Bibliografía.
Stierlin, H., Rücker-Embden, I., Wetzel, N., & Wirsching, M. (1995). Terapia
de familia La primera entrevista. Objetivos de la primera conversación
familiar (2ª ed., pp. 81–91). Barcelona, España: Gedisa Editorial.

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