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Técnicas empleadas por entrevistadores forenses que realizan

evaluaciones extendidas: resultados de un estudio multisitio.

KATHLEEN COULBORN FALLER and MARGUERITE GRABAREK School of Social Work,


University of Michigan, Ann Arbor, Michigan, USA

DEBRA NELSON-GARDELL and JAVONDA WILLIAMS School of Social Work, University of


Alabama, Tuscaloosa, Alabama, USA

Traducido por Marianela Soto Hurtado, Ed.M., LMHC

Propiedad de Journal of Aggression, Maltreatment and Trauma, volume 20,


pp 237-259, 2011.

Este estudio emplea datos de múltiples sitios donde se hicieron evaluaciones


extendidas a 137 niños sospechados de sufrir abuso sexual para examinar qué
técnicas de entrevista utilizan los evaluadores y qué técnicas proporcionan información
relacionada con el abuso. Las técnicas utilizadas con frecuencia fueron actividades de
evaluación general; educación sobre el tocar; preguntas no sugerentes centradas en el
abuso; y educación preventiva. Las técnicas utilizadas con poca frecuencia fueron las
muñecas anatómicas, los dibujos anatómicos estándar y la elaboración narrativa. Las
técnicas con mayor rendimiento de detalles confirmatorios sobre abuso sexual fueron
las muñecas anatómicas, la entrevistas cognitiva y la elaboración narrativa. Las
técnicas de menor rendimiento fueron actividades de evaluación general, educación
táctil, dibujos anatómicos dibujados a mano y educación preventiva. Las técnicas
asociadas con una calificación de probable abuso sexual fueron el uso de muñecas
anatómicas y dibujos anatómicos.

Investigar el abuso sexual infantil (ASI) presenta algunos desafíos únicos. Mientras que
el abuso físico generalmente se determina por las lesiones del niño y la negligencia
física por la condición del niño o de su ambiente, el ASI generalmente se determina por
las palabras o demostraciones del niño (Faller, 2003). Confiar principalmente en
información dada por niños es un gran desafío para los profesionales encargados de
tomar decisiones sobre la probabilidad de ASI. Los niños varían en su capacidad de
proporcionar información que satisfaga las expectativas de los adultos (una explicación
persuasiva de la victimización sexual) y en su disposición a develar el abuso sexual. La
forma de obtener declaraciones verbales y demostraciones de niños en casos de
sospecha de abuso sexual ha sido una preocupación constante para profesionales e
investigadores. Los problemas incluyen el uso de métodos apropiados al desarrollo,
técnicas que no puedan retraumatizar al niño y enfoques que mantendrán su validez
frente a tribunales.

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Se han empleado dos enfoques básicos para recopilar información de los
niños: (a) hacer preguntas y (b) usar medios que pueden facilitar demostraciones (por
ejemplo, casas de muñecas [Faller, 1993], dibujos anatómicos [Faller, 2003; Groth y
Stevenson, 1990], y muñecas anatómicas [p. Ej., American Professional Society on the
Abuse of Children [APSAC], 1995; Koocher, Goodman, White y Friedrich, 1995]). Estos
métodos han sido aumentados por evidencia médica, en el modesto número de casos
donde se encuentra (por ejemplo, Adams, 2001), y otros tipos de evidencia que
corroboran el abuso (por ejemplo, informes policiales y de protección infantil, relatos de
testigos oculares y hallazgos detribunales; Carnes, Wilson, Nelson-Gardell y Orgassa,
2001)

Las técnicas de cuestionamiento tienen que abordar agendas competitivas.


Las preguntas deben desencadenar el recuerdo del niño; necesitan motivar la
divulgación en niños que han sido maltratados, pero son reacios a hablar de ello
(Faller, 2007); deben evitar contaminar el relato o la memoria del niño (Olafson, 2007);
y deben evitar provocar una acusación falsa de niños que no han sido abusados (Ceci
y Bruck, 1995; Ceci, Crossman, Scullin, Gilstrap y Huffman, 2002). Crear preguntas que
satisfagan todas estas demandas es una tarea gigante.

Además, a los profesionales les preocupa tener que confiar sólo en la


comunicación verbal (Pipe & Salmon, 2009). El lenguaje de los niños puede ser
limitado y, en consecuencia, una combinación de comunicación verbal y
demostraciones puede permitir a los profesionales tener más confianza en las
conclusiones que depender solo de las palabras del niño (Faller, 2007). Ya que se cree
que las técnicas no verbales como los dibujos, las muñecas y los juguetes pueden
facilitar, aclarar, aumentar o corroborar la comunicación verbal de los niños, estos
accesorios también se han empleado en entrevistas ASI (APSAC, 1995, 2002; Everson
& Boat, 2001; Faller, 2007; Pipe & Salmon, 2009). Al igual que las técnicas de
preguntas, estos medios de comunicación tienen agendas complejas. Aunque el
objetivo al usarlos es ayudar a los niños a develar información sobre posibles abusos,
las técnicas tienden a depender de la memoria de reconocimiento en lugar del
recordatorio libre y, por lo tanto, son más sugerentes que las preguntas abiertas
(Aldridge et al., 2004). Además, es un tema controvertido si el uso de estos medios
resulta en "valor agregado", con profesionales e investigaciones que apoyan y otros
que no apoyan la utilidad de estos medios. Algunas investigaciones muestran el
beneficio positivo de la introducción de los medios de comunicación (por ejemplo,
Aldridge et al., 2004; Goodman, Quas, Batterman-Faunce, Riddelsberger y Kuhn, 1997;
Salmon, Bidrose y Pipe, 1995; Salmon & Pipe, 1997; Saywitz, Goodman, Nicholas y
Moan, 1991; Steward et al., 1996).

También hay investigaciones que indican que el recuerdo libre de los niños,
como las respuestas a la pregunta "Cuéntame todo lo que sucedió cuando fuiste al
médico", son precisas pero cortas (por ejemplo, Steward et al.,1996). Al introducir otros
medios de comunicación (por ejemplo, muñecas o dibujos anatómicos) se aumenta
sustancialmente la información que da el niño, pero también puede generar un poco de
información inexacta (por ejemplo, Saywitz et al., 1991; Steward et al., 1996).

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Finalmente, hay investigaciones que no respaldan el valor agregado del uso de
medios (Lamb, Hershkowitz, Sternberg, Boat y Everson, 1996; Thierry, Lamb, Orbach y
Pipe, 2005) e investigaciones que acusan que las muñecas anatómicas provocan altos
tasas de falsos positivos y falsos negativos (Bruck, Ceci y Francoeur, 2000; Bruck,
Ceci, Francoeur y Renick, 1995). En parte, las inconsistencias en los hallazgos sobre
estos medios derivan de diferentes paradigmas de investigación y de la confusión del
uso de estos medios con técnicas de entrevista sugerentes (Everson y Boat, 2001).

En este estudio, exploramos qué técnicas utilizan los evaluadores forenses al


preguntar a los niños sobre el abuso sexual y qué resultados tienen esas técnicas.
Utilizamos datos de un estudio de varios sitios que prueban la eficacia de las
evaluaciones extendidas con niños cuando las sospechas de abuso sexual no se
pudieron resolver en una sola entrevista. Una ventaja de examinar las técnicas
utilizadas en evaluaciones extendidas es que los evaluadores tuvieron varias sesiones
durante las cuales emplear varias técnicas con cada niño.

Aunque los datos se recopilaron hace 10 años, las técnicas empleadas por los
evaluadores no se examinaron en ese momento. De hecho, ninguna investigación
hasta la fecha ha abordado el tema de qué técnicas deberían emplearse o no durante
evaluaciones extendidas. En este estudio se abordaron 3 preguntas:
(a) ¿Qué técnicas emplearon los evaluadores forenses durante las evaluaciones
extendidas?
(b) ¿Cuáles fueron los resultados de las técnicas empleadas durante las evaluaciones
extendidas?
(c) ¿Hay características del evaluador o del niño que predicen las técnicas empleadas y
sus resultados?

MÉTODO
Muestra

La muestra consistió en protocolos de entrevistas hechas a 137 niños derivados para


evaluación de posible abuso sexual y que recibieron evaluaciones extendidas.
Participaron 19 entrevistadores forenses de 18 sitios/centros. Estos sitios,
principalmente centros de defensa de niños, se encontraban en 12 estados. Dos sitios
se ubicaron en el oeste de los Estados Unidos, dos en el medio oeste, tres en el
noreste y el resto en el sureste.

Los niños que recibieron evaluaciones extendidas tenían entre 2 y 17 años (M


= 6.26, DE = 3.1). La mayoría (71%; n = 98) eran mujeres y blancas (74.5%; n = 102).
Entre los 35 (25.5%) niños no blancos, la mayoría eran afroamericanos.

Las características demográficas estaban disponibles para 18 de los 19


evaluadores. Todos menos un evaluador eran mujeres, todos menos uno eran blancos
y todos menos uno nacieron en los Estados Unidos. Su edad media era de 34.8 años
(DE = 10.3, rango = 24-53). Todos menos tres tenían un título de magister o superior al

3
magister. El campo de estudio más común era el trabajo social (n = 8), seguido de
psicología (n = 4) y consejería (n = 4). En promedio, los evaluadores tenían 2.5 años
(SD = 2.6, rango = <1-10) de experiencia en la realización de entrevistas forenses en
casos de ASI, y en promedio tenían 4.1 años (SD = 3.9, rango = 1-15) de experiencia
práctica en ASI.

Procedimiento

Para la investigación original (Carnes, Wilson y Nelson-Gardell, 1999, 2000; Carnes et


al., 2001), se obtuvo la aprobación de la junta de revisión institucional de la Universidad
de Alabama y se obtuvo nuevamente en 2009 para hacer más análisis de los datos.
Los cuidadores firmaron consentimientos informados y los niños dieron su
consentimiento para participar en el estudio.

Los investigadores originales (Carnes, Wilson, Nelson-Gardell y Orgassa,


2001) desarrollaron un manual de 225 páginas que describe el modelo de Evaluación
Forense Extendida. El manual incluía técnicas de entrevista para ser empleadas
durante la evaluación extendida, ya sea de 4 u 8 sesiones. Además, desarrollaron un
protocolo para que los evaluadores completaran los datos de cada caso incluido en el
estudio multisitio.

Los investigadores originales dieron una capacitación de 2 días a 57


entrevistadores forenses que fueron seleccionados por las credenciales que los
calificaran para realizar evaluaciones forenses, utilizando los criterios desarrollados por
APSAC (1997; Carnes y LeDuc, 1998). Estos entrevistadores tenían la intención de
participar en el estudio multisitio. Se compararon los datos demográficos de los que
asistieron a la capacitación y los que realmente entregaron entrevistas de niños para la
investigación. No hubo diferencias significativas entre estos dos grupos en género,
raza, edad, educación y años de experiencia en la realización de entrevistas forenses.
La única diferencia significativa fue que los evaluadores capacitados que no
participaron tenían significativamente más años de experiencia trabajando en ASI (M =
7.9, SD = 7.3) que los evaluadores forenses participantes (M = 4.1, SD = 3.9), t (54) =
2.5, p = .01.

La capacitación cubrió el modelo de Evaluación Forense Extendida, algunas


de las técnicas de entrevista y el proceso de recolección de datos para el proyecto
(consulte el Apéndice A para obtener una copia del cronograma de capacitación y sus
temas sustantivos). En la capacitación, cada paso del modelo de evaluación extendida
se describió y discutió en detalle, diferenciando entre las versiones de 4 y 8 sesiones.
Los entrevistadores recibieron información sobre herramientas y técnicas específicas
para estandarizar lo mas posible los procedimientos de entrevista. La capacitación de 2
días incluyó
(a) evaluación del desarrollo del niño,
(b) evaluación psicosocial del niño,
(c) educación sobre el tocar, y un inventario de partes del cuerpo (Faller, 2007),

4
(d) preguntas no-sugerentes focalizadas en el abuso (Carnes y LeDuc, 1998), y
(e) la entrevista cognitiva (Saywitz, Geiselman y Bornstein, 1992).

Los entrevistadores también recibieron una hora y media de capacitación para


evaluar la confiabilidad de la develación del niño. La lista de verificación de credibilidad
de divulgación consta de 14 categorías generales, la mayoría con subcategorías
detalladas (Carnes y LeDuc, 1998). Esto se completó al final de la evaluación
extendida.

Aunque a los entrevistadores se les dio cierta flexibilidad, los protocolos de 4 y


8 sesiones designan qué actividades y técnicas deberían llevarse a cabo en cada
sesión (ver el Apéndice B para la secuencia de los protocolos de 4 y 8 sesiones).
Finalmente, se cubrió el instrumento de investigación, su justificación e instrucciones
para completarlo.

Los investigadores proporcionaron asistencia técnica telefónica durante los 2


años del proceso de recopilación de datos, y comunicaciones escritas sobre cuestiones
emergentes de la evaluación extendida y el proceso de recopilación de datos. Además,
se llevaron a cabo 2 reuniones de seguimiento durante la fase de recopilación de datos
para proporcionar capacitación adicional sobre el modelo de evaluación extendida y los
procedimientos de recopilación de datos.

Los criterios para participar en una evaluación extendida como parte del
estudio multi-sitio fueron:
(a) el niño no develó abuso a los investigadores, pero exhibió conductas u otros
indicadores que sugieren fuertemente la victimización (p. ej., conductas sexualizadas
inapropiadas para su edad, pruebas médicas),
(b) el niño no develó abuso a los investigadores, pero supuestamente se lo había
develado a otra persona, o
(c) el niño hizo una declaración en una entrevista forense inicial que no estaba clara o
sugería abuso pero carecía de claridad.
Los casos considerados elegibles para someterse a evaluaciones extendidas se
asignaron aleatoriamente a las condiciones de 4 u 8 entrevistas (Carnes et al., 2001).
Los evaluadores forenses que participaron en el estudio completaron un formulario de
22 páginas recolectar los datos de cada niño. El formulario proporcionó datos basados
en el caso e información sesión por sesión.

Los datos recopilados mediante el formulario incluyeron lo siguiente:


(a) variables demográficas del niño,
(b) características de develación previas a la entrevista,
(c) participación de protección infantil y policía,
(d) relación perpetrador-víctima,
(e) respuestas del cuidador no infractor,
(f) herramientas y técnicas de entrevista utilizadas en cada sesión de entrevista,
(g) datos de medidas estandarizadas,
(h) evidencia corroborativa, y

5
(i) conclusiones del evaluador sobre la probabilidad de abuso sexual y su clasificación
del caso.

Para cada sesión, el evaluador debía indicar las técnicas específicas


empleadas y el resultado de su uso. Las técnicas fueron:
(a) actividades de evaluación general,
(b) educación sobre el tocar apropiado y no (Carnes y LeDuc, 1998),
(c) preguntas focalizadas no sugerentes sobre abuso (Carnes y LeDuc), (d) elaboración
narrativa (Bowen y Howie, 2002; Brown y Pipe, 2003; Camparo, Wagner y Saywitz,
2001),
(e) técnicas de entrevista cognitiva (Fisher, Brennan y McCauley, 2002; Fisher y
Geiselman, 1992; Saywitz y Geiselman, 1998),
(f) uso de muñecos anatómicos (APSAC, 1995),
(g) dibujos anatómicos estandarizados (Groth y Stevenson, 1990),
(h) dibujos anatómicos dibujados a mano (Faller, 2007),
(i) educación preventiva sobre la seguridad del cuerpo (por ej., Plummer, 2005),
(j) una combinación de las técnicas anteriores, y
(k) otras técnicas.
Se debe tener en cuenta que solo las Técnicas 1, 2, 3 y 5 se cubrieron en la
capacitación de 2 días, pero todas las técnicas se describieron en el manual y los
evaluadores recibieron un glosario con descripciones detalladas de las técnicas a
reportar (Carnes y LeDuc, 1998; Carnes et al., 2001).

Cada técnica se calificó para cada sesión en las siguientes categorías:


(A) utilizada durante la sesión,
(1) produjo información nueva,
(2) mejoró información ya dada,
(3) no proporcionó información adicional,
(4) repetió información previa y
(5) produjo una retractación de información.

Dos de los investigadores originales revisaron de forma independiente cada


protocolo de 22 páginas de recolección de datos para determinar si el evaluador había
proporcionado la documentación adecuada. Se identificaron aproximadamente 20
casos para su posterior revisión. Todos los investigadores originales (Carnes, Nelson-
Gardell, Wilson y Orgassa) examinaron estos 20 formularios y tomaron decisiones
independientes sobre si la documentación era adecuada como para apoyar las
conclusiones del evaluador.

Análisis

Primero, se realizaron pruebas-t independientes comparando evaluaciones extendidas


de 4 y 8 sesiones para ver el porcentaje de sesiones que usaba cada técnica de
entrevista. No hubo diferencias estadísticamente significativas entre 4 y 8 sesiones en
ninguna de las técnicas. Por lo tanto, los resultados combinan evaluaciones extendidas
de 4 y 8 sesiones en las técnicas utilizadas (porcentaje de sesiones en las que se

6
utilizó una técnica). También se realizaron pruebas t independientes comparando
evaluaciones extendidas de 4 y 8 sesiones en cuanto a porcentajes que confirmaban
los resultados para cada técnica. Se encontró una diferencia significativa. Esto se
informa en la sección Resultados.

En segundo lugar, para determinar qué técnicas se usaron por caso (niño), las
variables que documentan las técnicas utilizadas en cada sesión se agregaron entre
sesiones. Se crearon dos variables para cada técnica: una informa la frecuencia del
uso de la técnica y la otra proporciona el porcentaje de uso de la técnica. La variable de
porcentaje de uso tiene en cuenta el hecho de que los niños fueron asignados
aleatoriamente a una condición de 4 u 8 sesiones (Carnes et al., 2001).

Tercero, los resultados para cada técnica se agregaron a través de las


sesiones utilizando la variable de 6 categorías. Estas se convirtieron en porcentajes
para el resultado de cada técnica.

Después de que los resultados se agregaron a través de las sesiones,


utilizando la variable de 5 categorías, los resultados de cada técnica se colapsaron en
una variable de 2 categorías: confirmación del resultado (categorías: 1 = produjo
información nueva, 2 = mejoró información ya dada, y 4 = repetió información previa) y
resultado desconfirmador (categorías: 3 = no proporcionó información adicional y 5 =
produjo una retractación). El número y el porcentaje de usos de confirmación para cada
técnica se agregaron para proporcionar resultados de confirmación-desconfirmación
por técnica. Las variables agregadas de cinco categorías nos permitieron examinar los
resultados confirmatorios (develaciones) por parte del niño para cada técnica a través
de sesiones y usar la información confirmatoria como una variable dependiente en
regresiones lineales múltiples. Se consideró un hallazgo confirmatorio (develación)
como información relacionada con abuso sexual (por ejemplo, el acto sexual, el lugar
donde ocurrió el acto sexual, la identidad del ofensor).

Cuarto, se realizaron regresiones lineales múltiples para determinar si las


variables del niño o del evaluador predijeron el porcentaje de sesiones en las que se
utilizó cada técnica de entrevista y los resultados al usar esa técnica. Las variables
independientes del evaluador ingresadas en las regresiones fueron edad, cantidad de
años de experiencia como entrevistador forense y cantidad de años de experiencia en
abuso sexual. Las variables independientes del niño ingresadas en las regresiones
fueron edad, género y raza. El evaluador y las variables secundarias se ingresaron
como un bloque. Las variables dependientes exploradas fueron cada una de las
técnicas enumeradas en el instrumento de recolección de datos (ver Tabla 1).
Específicamente, se realizaron regresiones múltiples para evaluar los predictores del
porcentaje de sesiones en que se utilizó la técnica y los predictores de los resultados
del uso de la técnica (22 variables dependientes).

Finalmente, se realizaron análisis de varianza unidireccionales (ANOVA) para


examinar la relación entre el porcentaje de sesiones en las que se empleó una técnica
y la calificación de probabilidad de abuso sexual, calificada como 1 (probable),

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2 (incierta) o 3 (improbable). Se realizaron pruebas post hoc para examinar las
diferencias entre grupos.

TABLA 1 Técnicas utilizadas durante las evaluaciones forenses extendidas

Técnica de Numero Porcentaje Porcentaje medio de uso de


entrevista de casos con los que se utilizó la técnica en condiciones
de 4 y 8 sesiones
M SD

Actividades de
evaluación general. 124 90.5 36.2 21.6

Educación sobre el tocar


100 73 19.4 16.0
Preguntas focalizadas
no-sugerentes 111 79 30.9 21.6

Entrevista cognitiva 46 33.6 11.1 18.9

Elaboración narrativa 17 12.4 3.0 9.3

Muñecos anatómicos 14 10.1 2.4 7.5


Dibujos anatómicos
estandarizados 19 13.9 3.9 11.0

Dibujos anatómicos a 44 32.1 10.2 17.3


mano

Prevención/seguridad
corporal 81 59.1 13.0 12.8
Combinación de
técnicas 22 16.1 3.8 10.2

Otras técnicas 34 25.8 7.0 14.4

RESULTADOS

Primero, presentamos brevemente los hallazgos descriptivos generales del estudio


multisitio (Carnes, Wilson, Nelson-Gardell y Orgassa, 2001). En segundo lugar, se
proporciona el uso de la técnica por caso y porcentaje de sesiones. Tercero, se
presenta el resultado del uso de cada técnica. Cuarto, se informan regresiones con

8
hallazgos significativos. Finalmente, se observan relaciones significativas entre el uso
de las técnicas y la probabilidad de abuso.

Sesenta y un casos (44.5%) fueron asignados aleatoriamente al protocolo de 4


sesiones y 76 casos (55.5%) al protocolo de 8 sesiones. En general, los resultados de
probabilidad de ASI, según el entrevistador para estos 137 casos fueron como sigue:
61 (44.5%) casos probables de ASI, 50 (36.5%) casos inciertos, y 26 (19%) casos
improbables.

La primera pregunta con respecto a las técnicas de evaluación fue la


frecuencia de uso. La Tabla 1 muestra el número y el porcentaje de casos en los que
los evaluadores usaron cada técnica. Como indica la Tabla 1, la técnica más frecuente
utilizada por los evaluadores fueron las actividades de evaluación general, empleadas
en 124 (90.5%) de los 137 casos. Estas actividades se incluyeron en la capacitación
como evaluación del desarrollo y evaluación psicosocial de víctimas infantiles. La
siguiente técnica más frecuente fueron preguntas no-sugerentes focalizadas en el
abuso, empleadas con 111 niños (79%), seguidas de la educación táctil, empleada con
100 niños (73%). No es sorprendente que estas 3 técnicas fueran las más utilizadas
porque eran 3 de las 4 técnicas específicamente cubiertas en el entrenamiento de 2
días. Es de destacar que las muñecas anatómicas se usaron en solo 14 (10.1%) casos
y el dibujo anatómico estandarizado en 19 (13.9%) casos. En contraste, los dibujos
anatómicos dibujados a mano se emplearon con mayor frecuencia (44 casos, 32.1%).
Se emplearon técnicas de educación preventiva, centradas en la seguridad del cuerpo,
en más de la mitad de los casos.

Para determinar la frecuencia de la técnica en ambas condiciones (4 y 8


sesiones), se calculó el porcentaje de uso por caso. Como muestra la Tabla 1, los
resultados son paralelos a los resultados de número y porcentaje de casos en los que
se empleó la técnica. Las actividades de evaluación general se utilizaron con mayor
frecuencia (36,2% de las sesiones), seguidas de preguntas no-sugerentes focalizadas
en el abuso (30.9%), educación táctil (19.4%) y prevención para seguridad corporal
(13%). Las muñecas anatómicas se usaron en el menor porcentaje de oportunidades
(2.4%), luego la elaboración narrativa (3%), una combinación de técnicas (3.8%) y
dibujos anatómicos (3.9%).

La Tabla 2 proporciona información sobre el número de casos en los que se


utilizaron las 11 técnicas, el número de sesiones en las que se emplearon técnicas y
los resultados utilizando la variable de cinco categorías. Una técnica podría usarse en
más de una sesión con un caso individual (niño) y podría dar más de un resultado por
sesión; por ejemplo, las preguntas focalizadas no-sugerentes podrían obtener
información nueva, mejorada y repetida en la misma sesión. Por lo tanto, los
porcentajes para la variable de cinco categorías no suman 100%.

Como lo indica la Tabla 2, las técnicas de evaluación general arrojaron bajos


porcentajes de información nueva y mejorada. Las preguntas focalizadas en el abuso,
la elaboración narrativa, las muñecas anatómicas, los dibujos anatómicos

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estandarizados y las entrevistas cognitivas, cuando se emplearon, arrojaron
porcentajes bastante altos de información nueva y mejorada. Las técnicas de
evaluación general, los dibujos anatómicos dibujados a mano y la educación táctil
dieron como resultado la menor proporción de información nueva. Las muñecas
anatómicas produjeron el porcentaje más alto de retractaciones, aunque fue un
porcentaje muy pequeño (6,7%).

TABLA 2 Número de casos y sesiones y porcentaje de resultados segun técnica

Técnicas de No. No. de Nueva Develacion Sin Información Retractacion


de sesiones develacion mejorada información Repetida
casos

Evaluación general 124 241 6.5% 9.7% 92.7% 4.8% 0%

Educación sobre tocar 101 135 21.8% 14.9% 67.3% 9.9% 1.0%

Preguntas focalizadas
no-sugerentes 11 217 31.5% 44.1% 49.5% 20.7% 0.9%

Entrevista cognitiva 46 75 34.8% 50.0% 43.5% 8.7% 4.3%

Elaboración narrativa 17 23 35.3% 35.3% 47.1% 5.9% 0.0%

Muñecos anatómicos 14 18 26.7% 46.7% 20.0% 13.3% 6.7%

Dibujo anatómico 19 27 21.1% 31.6% 52.6% 21.1% 0%


estandarizado

Dibujo anatómico 44 75 27.3% 11.4% 75.0% 13.6% 0%


a mano

Prevención/seguridad 81 91 3.7% 64.2% 16.0% 17.3% 0%


corporal

Combinacion de técnicas 22 27 27.3% 31.8% 36.4% 9.1% 0%

Otras técnicas
34 50 11.8% 20.6% 64.7% 11.8% 2.9%

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En la Tabla 3, la variable de cinco categorías se colapsó en una variable de dos
categorías: confirmación (información nueva, mejorada y repetida) versus no
confirmación (sin información que respalde el ASI dado el uso de la técnica y
retractación de develaciones previas relacionadas al ASI). Los resultados se informan
como confirmación por uso general.

TABLA 3 Porcentaje de información de confirmación, por técnica

Técnica Porcentaje que confirma SD


Evaluación general 12.8 28.8
Educación sobre el tocar 35.0 46.0
Preguntas focalizadas en abuso 62.0 43.0
Entrevista cognitiva 61.8 45.2
Elaboración narrativa 65.0 41.8
Muñeca anatómica 78.6 37.8
Dibujo anatómico estandarizado 50.0 50.0
Dibujo anatómico a mano 34.1 42.8
Prevención y seguridad corporal 36.4 48.1
Técnicas combinadas 63.6 49.2
Otras tecnicas 37.1 46.7

Como indica la Tabla 3, los muñecos anatómicos, que fueron la técnica menos
utilizada (n = 14), tuvieron la tasa de información confirmatoria más alta (78.6% de las
veces en que fueron empleadas). Entre el 60% y el 65% de los resultados de las
entrevistas cognitivas, una combinación de técnicas, elaboración narrativa y preguntas
focalizadas en el abuso produjeron información confirmatoria. Las técnicas de
evaluación general y educación táctil dieron un bajo porcentaje de resultados
confirmatorios. La única diferencia estadísticamente significativa entre 4 y 8 sesiones
fue la variable de otras técnicas, t (31) = 2.7, p = .01, con 8 entrevistas que tuvieron
mayores proporciones de resultados confirmatorios.

La tercera pregunta era si había predictores para el uso de las técnicas y para
los resultados de su uso. Las características del evaluador y del niño se emplearon
como variables independientes para determinar si estas variables predijeron el uso de
cuáles técnicas y sus resultados. La Tabla 4 presenta los resultados de regresiones
múltiples. Se encontraron predictores significativos para el uso de 5 de las 11 técnicas
(actividades de evaluación general, educación táctil, entrevistas cognitivas, muñecos
anatómicos y educación preventiva para seguridad corporal). Se encontraron
predictores significativos para el resultado de solo una de estas técnicas (actividades
de evaluación general).

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TABLA 4 Predictores de porcentaje de sesiones en que se utilizó la técnica

Técnica Variables del Entrevistador Variables del Niño


Edad Años de experiencia Edad Género Raza
como entrevistador en ASI
forense infantil

Evaluación general .28 (.29) 5.35 (1.50) −1.58 (.83) .92 (.60) −1.30(4.05) −6.87 (4.30)
Educacion sobre tocar .57 (.22) 1.31 (1.15) −.31(.64) −.78(.46) −.78 (3.10) 2.78 (3.29)
Entrevista cognitiva −.83(.25) −2.37 (1.32) 1.77 (.74) 1.67(.53) .35 (3.57) −7.29(3.80)
Muñecos anatómicos −.14(.10) −.33 (.51) .22 (.28) −.14(.20) .90 (1.37) −3.11(1.46)
Prevención y .04 (.18) 1.07(.91) −1,18(.51) .64 (37) 1.15 (2.46) −1,32(2,62)
seguridad corporal

Significativo en .05. Significativo en .01

Como indica la Tabla 4, los evaluadores que tenían más años de experiencia
en la realización de entrevistas forenses eran significativamente más propensos a usar
actividades de evaluación general (B = 5.35, R2 = .126, Adj. R2 = .085, p = .001). La
única diferencia significativa para los resultados del uso de diferentes técnicas fue con
respecto a las actividades de evaluación general. Irónicamente, los evaluadores con
menos años de experiencia en entrevistas forenses eran significativamente más
propensos a tener resultados confirmatorios usando actividades de evaluación general
(B = –4.47, R2 = .059, Adj.R2 = .01, p = .05).

La Tabla 4 también indica que los evaluadores más experimentados tenían


una probabilidad significativamente mayor de utilizar la educación táctil (B = .57, R2 =
.079, Adj. R2 = .035, p = .03). Los evaluadores más jóvenes (B = –.83, R2, p = .001) y
los evaluadores con más años de experiencia en abuso sexual (B = 1.77, p = .02)
fueron significativamente más propensos a usar la entrevista cognitiva. Además, es
más probable que la técnica se use con un niño mayor (B = 1.67, p = .002, R2 = .132,
Adj. R2 = .091).

Aunque los muñecos anatómicos se usaron en solo 14 casos, como indica la


Tabla 4, hubo un predictor significativo para su uso (B = –.3.11, p = .04): los muñecos
tenían menos probabilidades de usarse con niños no-blancos (R2 = .059, Adj. R2 =
.01). Una variable del evaluador predijo el uso de técnicas de prevención en seguridad
corporal. Los evaluadores con menos años de experiencia en ASI fueron
significativamente más propensos a usar técnicas de prevención y seguridad corporal
(B = –1.18, p = .02), pero al incluir esta variable de evaluador, casi no tuvo impacto (R2
= .075 , Adj. R2 = .03). Por lo tanto, en general, las variables entrevistador y niño
contribuyen muy modestamente a la elección de la técnica y los resultados.

12
TABLA 5 Uso de la técnica por probabilidad de abuso sexual

Técnica: % de Número % medio


sesiones usando de casos de uso
SD F Significancia
Abuso probable 61 4.01 9.668 3.080 .049
Poco claro 50 1.64 5.915
muñecos anatómicos Abuso improbable 26 0.00 .000
Total 137 2.39 7.504

Abuso probable 61 6.72 13.856 3.885 .023


dibujos anatómicos Poco claro 50 2.07 8.721
Abuso improbable 26 0.77 3.922
estandarizados Total 137 3.89 11.027

Abuso probable 61 12.11 18.093 3.481 .034


dibujos anatómicos Poco claro 50 11.98 19.167
Abuso improbable 26 2.28 6.615
a mano Total 137 10.20 17.310

Abuso probable 61 15.96 22.713 4.098 .019


Poco claro 50 8.36 14.946
entrevista cognitiva Abuso improbable 26 4.95 12.539
Total 137 11.10 18.910

Abuso probable 61 16.52 11.853 8.196 .000


prevención y Poco claro 50 7.47 11.559
Abuso improbable 26 15.31 13.904
seguridad corporal Total 137 12.99 12.786

Los ANOVA utilizando el porcentaje de sesiones en las que se usó una técnica
y las calificaciones de los evaluadores sobre la probabilidad de abuso sexual (probable,
incierta, improbable) arrojaron 5 técnicas cuyo uso que se relacionó significativamente
con la probabilidad de abuso (ver Tabla 5). Cuatro de estas técnicas dieron como
resultado porcentajes comparativamente más altos de casos categorizados como
probables. Se realizaron pruebas post-hoc para examinar las diferencias entre
categorías para los siguientes tres medios:
*el uso de muñecos anatómicos, F(2, 134) = 3.08, p = .05, las diferencias significativas
siendo entre abuso probable y abuso improbable (p = .02);
*el uso de dibujos anatómicos, F (2, 134) = 3.885, p = .02, siendo las diferencias
significativas entre abuso probable y poco claro (p = .03) y abuso probable e
improbable (p = .02);
*y el uso de dibujos anatómicos hechos a mano, F (2, 134) = 3.481, p = .03, siendo las
diferencias significativas entre abuso probable e improbable (p = .02) y abuso poco
claro e improbable (p = .02)

13
Además, el uso de la Entrevista Cognitiva arrojó diferencias entre los grupos, F (2, 134)
= 4.098, p = .02, con diferencias significativas entre abuso probable e improbable (p =
.01) y abuso probable y poco claro (p = .03). Finalmente, las técnicas de prevención y
seguridad corporal arrojaron diferencias, F (2, 134) = 8.196, p = .001. Los evaluadores
utilizaron esta técnica en aproximadamente el 15% de las sesiones en casos probables
e improbables de abuso, pero en menos de la mitad de los casos poco claros. Por lo
tanto, los contrastes significativos fueron entre abuso probable y poco claro (p = .001) y
abuso poco probable y poco claro (p = .01).

DISCUSIÓN
Los resultados sugieren que los evaluadores emplearon las técnicas de entrevista que
se enfatizaron durante su capacitación sobre cómo llevar a cabo evaluaciones
extendidas. Casi todos los casos incluyeron actividades de evaluación general
(124/137; 90.5%). La mayoría incluyó educación táctil (100/137; 73%), que es el primer
enfoque -aunque indirecto- a la posibilidad de abuso sexual en ambos protocolos de 4 y
8 sesiones. Del mismo modo, los evaluadores se basaron en preguntas no-sugerentes
focalizadas en el abuso (111/137; 79%). Los evaluadores fueron entrenados
específicamente en entrevistas cognitivas, y 46/137 (33,6%) de los casos involucraron
el uso de esta técnica. Estas técnicas también son las que se mencionan
específicamente en los protocolos de evaluación forense extendida (ver Apéndice B).
Todas estas técnicas dependen en gran medida de la comunicación verbal.

Aunque los evaluadores no recibieron capacitación específica sobre dibujos


anatómicos dibujados a mano, los usaron con frecuencia (44/137; 32.1%) en
comparación con muñecos anatómicos (14/138; 10.1%), dibujos anatómicos
estandarizados (19/137; 13,9%) y elaboración narrativa (17/137; 12,4%). Estos
hallazgos probablemente reflejan la preferencia por los dibujos anatómicos dibujados a
mano como una técnica menos destacada que los muñecos o los dibujos anatómicos.
Los dibujos anatómicos dibujados a mano también podrían ser menos propensos a
preocupar a los cuidadores sobre exponer innecesariamente al niño a la sexualidad
(Boat, Everson y Amaya-Jackson, 1996; Boat, Everson y Holland, 1990). Además, los
evaluadores podrían haber usado muñecos anatómicos con poca frecuencia por temor
a tener que defender su uso en tribunales. Finalmente, podrían haber considerado los
resultados de una investigación bastante reciente que no apoyaba su uso (Bruck et al.,
1995; Lamb et al., 1996).

La elaboración narrativa es una técnica que se ha utilizado principalmente en


los estudios analógicos (Saywitz, Nathanson, Snyder y Lamphear, 1993; Saywitz y
Geiselman, 1998). El evaluador presenta al niño cuatro tarjetas visuales no-sugerentes
de (a) participantes, (b) acciones, (c) estados afectivos y (d) resoluciones. Aunque los
evaluadores habían recibido materiales de capacitación en video sobre el uso de la
elaboración narrativa, es una técnica relativamente compleja y no se incluyó en la
capacitación de evaluación extendida de 2 días. Estos factores podrían explicar su bajo
uso.

14
Además, la capacitación de 2 días no incluyó prevención y seguridad corporal,
pero la técnica fue referenciada en los protocolos de 4 y 8 sesiones. Aunque no fue
requerido en el protocolo de 4 sesiones, 81 (59.1%) de todas las evaluaciones de niños
incluyeron esta técnica. La prevención y la seguridad corporal tienen un beneficio
terapéutico tanto para niños que develan como para los que no develan, ya que les
brinda herramientas para responder a futuros intentos de abuso. El hecho de que la
mayoría de los evaluadores que participaron en este estudio tenían un Magister o
estudios clínicos aún mas avanzados podría explicar la inclusión común de esta técnica
terapéutica.

Las técnicas de cuestionamiento en que se capacitaron los evaluadores


difieren algo de las mejores prácticas actuales. Específicamente, los evaluadores no
recibieron capacitación sobre el uso de preguntas que invitan (un tipo de pregunta no-
sugerente focalizada en el abuso; por ej., Lamb, Orbach, Hershkowitz, Esplin y
Horowitz, 2007). Un ejemplo de pregunta que invita es: "Dime todo lo que recuerdas
acerca de ir al parque.” Cuando se desarrolló el manual de 225 páginas (Carnes y
LeDuc, 1998), la investigación sobre este tipo de preguntas y el protocolo de entrevista
forense del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD) apenas
comenzaban. La primera publicación importante sobre el uso de preguntas
invitacionales salió en 1997 (Sternberg et al., 1997). El Capítulo 6 del manual de
Evaluación Forense Extendida se basa principalmente en el trabajo de Graffam-Walker
(1994), Everson (1999) y Faller (1991). Los materiales aconsejan el uso de preguntas
abiertas (¿quién [lo hizo?], Qué [actos?], Cuándo, dónde y cómo; Carnes y LeDuc,
1998, pp. 151-159). En cuanto a cambios en las técnicas de entrevista forense, hoy en
día, los entrevistadores podrían estar capacitados para emplear preguntas
invitacionales antes de preguntas abiertas.

Con respecto al rendimiento de las técnicas, los muñecos anatómicos, la


técnica empleada con menos frecuencia (14 casos y 2,4% de uso de la técnica),
tuvieron el mayor porcentaje de resultados confirmados (78,6%). No está claro por qué
los muñecos arrojaron una proporción tan alta de hallazgos confirmantes, pero podría
ser que en el pequeño número de casos en que se usaron, los muñecos eran lo que los
niños necesitaban para proporcionar información confirmatoria. El hecho de que los
evaluadores tuvieran múltiples oportunidades en el proceso de evaluación extendida
para conocer al niño podría haber sugerido que usar muñecos sería eficaz.
Ciertamente, este estudio sugiere la utilidad del uso parsimonioso de muñecos
anatómicos. Además, este hallazgo sugiere la utilidad de evaluar las necesidades de
un niño y emplear técnicas de entrevista adecuadas a las características y necesidades
del niño.

Además, alrededor del 60% de las preguntas no-sugerentes focalizadas en el


abuso, las entrevistas cognitivas y una combinación de técnicas arrojaron resultados
confirmatorios. Lo mismo hizo la elaboración narrativa, aunque esta técnica se utilizó
en solo 17 casos. La mitad de los resultados de los dibujos anatómicos confirmaron,
pero los evaluadores los usaron con solo 19 niños.

15
Las técnicas con bajos rendimientos de detalles específicos sobre ASI fueron
técnicas de evaluación general (12.8%), educación táctil (35%), educación preventiva
(36.4%), dibujos anatómicos dibujados a mano (34.1%) y otras técnicas ( 37,1%). Las
técnicas de evaluación general tuvieron el mayor porcentaje de “sin información”
(92.7%) seguido de dibujos anatómicos dibujados a mano (75%). Hay razones para
esperar pocos hallazgos confirmatorios usando algunas de estas técnicas. Las técnicas
de evaluación general no se centran específicamente en el abuso sexual. La educación
táctil es la primera técnica utilizada por los evaluadores en la evaluación extendida y
aborda indirectamente el abuso realizando un inventario de partes del cuerpo y la
identificación de toques buenos y malos. La educación preventiva generalmente se
emplea durante la última sesión y no se enfoca en experiencias abusivas que ya han
ocurrido.

Un hallazgo interesante es que 6 de las 7 técnicas que buscan


específicamente material relacionado con el abuso produjeron un 50% o más de los
resultados confirmatorios. La única técnica relacionada con el abuso que produjo tasas
más bajas de confirmación fueron los dibujos anatómicos dibujados a mano (34,1%).
Cinco de las 7 técnicas específicas de abuso dieron como resultado un 60%
(rendimiento de dibujos anatómicos del 50%) o mejores resultados de confirmación. La
tasa de confirmación del 60% podría ser paralela a una conclusión de "abuso probable"
encontrada en develadores activos en estudios de entrevistas únicas por forenses
expertos (Hershkowitz, Horowitz y Lamb, 2005). El lector recordará que esta es una
muestra de niños cuyas entrevistas forenses iniciales no proporcionaron información
adecuada para una decisión sobre la probabilidad de ASI. Estos hallazgos sugieren
que cuando entrevistadores capacitados reciben protocolos de evaluación extendida
que tienen cierta flexibilidad, pueden seleccionar y usar técnicas apropiadas con un
buen nivel de resultados confirmatorios.

En cuanto a diferencias en el uso de técnicas predichas por las variables


secundarias, los resultados son muy modestos; ninguno de los modelos representó
más del 9% de la varianza en los resultados. A pesar de estos impactos muy modestos,
hay más instancias de variables significativas del evaluador quedel niño, un hallazgo
inesperado.

Hay varias razones que podrían explicar la falta de impacto de las variables
predictoras. Primero, había protocolos para evaluaciones extendidas de 4 y 8 sesiones
(ver Apéndice B). Aunque los evaluadores se tenían cierta flexibilidad, los protocolos
podrían haber limitado su capacidad de considerar variables del niño al seleccionar las
técnicas de entrevista. Segundo, los evaluadores eran un grupo homogéneo; todos
menos uno eran blancos, todos menos uno eran mujeres, y todos menos uno nacieron
en los Estados Unidos. Por lo tanto, las únicas variables que pudieron examinarse
fueron la edad del evaluador, el número de años como entrevistador forense y el
número de años que trabajaba en abuso sexual. Aunque hubo cierta variabilidad en la
especialidad del evaluador, los números eran demasiado pequeños para emplear estas
variables en una regresión. Además, el tamaño modesto de la muestra probablemente
afectó la falta de diferencias basadas en las variables del niño y del evaluador.

16
Las variables infantiles fueron significativas como predictores en el uso de solo
dos técnicas: los muñecos anatómicos y la entrevista cognitiva. Los muñecos
anatómicos tenían menos probabilidades de usarse con niños de color. La razón de
este hallazgo no está clara, pero los muñecos solo se usaron en 14 casos. La mayor
edad del niño predijo el uso probable de la Entrevista Cognitiva, lo cual es
comprensible. El elemento esencial de la Entrevista Cognitiva es la reconstrucción del
contexto; es decir, pedirle al niño que visualice (haga una imagen en su cabeza) o
demuestre (por ejemplo, dibujando o con una casa de muñecas) el lugar donde ocurrió
el abuso. Luego, el entrevistador le pide al niño que cuente todo lo que él o ella
recuerda secuencialmente desde el principio hasta la mitad hasta el final del evento de
abuso (Saywitz et al., 1992). Por lo tanto, es coherente con las habilidades requeridas
que se use más con niños mayores.

Finalmente, en cuanto a la relación de las técnicas con una calificación de


probabilidad de abuso, no se anticipó que una técnica en particular llegaría a una
conclusión sobre la probabilidad de ASI. Sin embargo, los muñecos anatómicos, los
dibujos anatómicos, los dibujos dibujados a mano y la entrevista cognitiva se asociaron
con mayores porcentajes de conclusiones probables de abuso. Aunque puede que
estos hallazgos respalden la eficacia de estas técnicas en evaluaciones extendidas,
dos de ellas (muñecos y dibujos anatómicos) se usaron en porcentajes muy bajos de
sesiones. La entrevista cognitiva y los dibujos a mano se utilizaron en un tercio de los
casos. Por el contrario, la prevención y la seguridad corporal se usaron en más de la
mitad de los casos, y se emplearon en porcentajes aproximadamente iguales de casos
probables e improbables de abuso y en un porcentaje menor de casos poco claros.
Esta técnica no se enfoca específicamente en la develación y, por lo tanto, no se
espera que conduzca a conclusiones de abuso probable.

Limitaciones

Este estudio tiene un número de limitaciones. Primero, los datos tienen casi 10 años.
Aunque la Evaluación Forense Extendida impartida hoy por el National Children's
Advocacy Center es muy similar en estructura al modelo descrito en el manual, ha
habido mejoras en la secuencia de preguntas, específicamente teniendo en cuenta las
investigaciones del protocolo de entrevista forense NICHD (Lamb et al., 2007). La
segunda limitación es que los investigadores tuvieron que confiar en los entrevistadores
para recopilar y enviar la información para la investigación. Aunque los evaluadores
recibieron una capacitación bastante extensa en el protocolo de recopilación de datos,
la recopilación de datos y la investigación no son sus principales áreas de
especialización.

Aunque los evaluadores recibieron instrucciones de completar la lista de las


técnicas utilizadas en la entrevista después de cada sesión, los evaluadores solo
indicaron si se utilizó cada técnica y su resultado, no el período de tiempo o la
frecuencia de uso dentro de la sesión. Además, este método de recopilación de datos
no brinda a los investigadores la oportunidad de verificar de forma independiente la

17
precisión de los informes de los entrevistadores. La tercera limitación es que este es un
estudio único con un tamaño de muestra modesto. Dado el tamaño de la muestra, no
fue posible examinar el rol de muchas variables independientes en las técnicas que se
usaron y en sus resultados. La cuarta limitación es la homogeneidad de los
entrevistadores que participaron en el estudio.

CONCLUSIONES

Estos hallazgos sugieren que los entrevistadores forenses siguieron las pautas de
mejores prácticas para realizar evaluaciones extendidas. Su uso de técnicas de
entrevista fue consistente con la capacitación que recibieron y los protocolos de
evaluación extendida. En este estudio, los entrevistadores se apoyaron en gran medida
en la comunicación verbal con los niños y rara vez utilizaron los muñecos anatómicos,
una técnica disputada (Ceci y Bruck, 1995; Ceci et al., 2002; Everson & Boat, 2001),
pero cuando lo hicieron, las tasas confirmatorias fueron más del doble que las de los
dibujos anatómicos a mano, una técnica menos disputada. Los hallazgos también
sugieren que cuando entrevistadores capacitados realizan evaluaciones extendidas con
niños que no están en etapa activa de develación y se les permite un cierto grado de
flexibilidad, pueden identificar y usar las técnicas más adecuadas para las
características y habilidades del niño. Estas evaluaciones extendidas dieron resultados
comparables a las evaluaciones de niños que develan en una sola entrevista, una tasa
de "abuso probable" del 60% (Hershkowitz et al., 2005). Sobre la base de estudios
previos que utilizan este conjunto de datos (Carnes et al., 2001; Faller y Nelson-
Gardell, 2010), este artículo brinda apoyo adicional para la eficacia de la evaluación
extendida, durante la cual entrevistadores expertos emplean una variedad de técnicas
para abordar denuncias de ASI que no pueden resolverse en una sola entrevista.

Sugerencias para futuras investigaciones

Aunque muchos niños develan el abuso sexual en una sola entrevista, existe la
necesidad de estudiar modelos de evaluación extendida para niños que no pueden
hacerlo. Asuntos como los criterios para la evaluación extendida, el número apropiado
de sesiones y las técnicas empleadas son todos componentes que deben ser foco de la
investigación. Además, dada la sobrerrepresentación de niños no-blancos en el sistema
de bienestar infantil, se debe prestar especial atención a los modelos de evaluación
extendida que tienen éxito con los niños no-blancos.

APÉNDICE A
Formación Para Proyecto De Investigación Sobre Evaluación Forense Extendida:
Agenda general
Día 1
8: 30–9: 00 Descripción general de la capacitación: el proceso de evaluación forense
9: 00–10: 15 Comprensión y entrevista a los padres no ofensores
10: 15–10: 30 Descanso
10: 30–11: 30 Evaluación del desarrollo de niños víctimas

18
11: 30–1: 00 Almuerzo
1: 00–2: 30 Evaluación psicosocial de niños víctimas
2: 30–3: 00 Descanso
3: 00–4: 00 Educación sobre el tocar e Inventario de las partes del cuerpo como
componentes de la evaluación forense
4: 00–5: 00 Discusión general

Dia 2
8: 30–10: 00 Evaluación de la divulgación para confiabilidad
10: 00-10: 15 Descanso
10: 15–11: 30 El instrumento de investigación / Implicaciones de la investigación
11: 30–12: 30 Almuerzo
12: 30-2: 00 Entrevista no-sugerente focalizda en el abuso
2: 00–2: 15 Descanso
2: 15–4: 00 Entrevista cognitiva
4: 00–5: 00 Discusión general

APÉNDICE B

Comparación del NCAC de protocolos de evaluación forense extendida,


versiones de 4 y 8 semanas

Versión de 4 semanas
1. Entrevista a padres no ofensores Recopilacion de datos del CBCL y el CSBI
2. Evaluación del desarrollo y psicosocial, desarrollo de raport
3. Educación sobre el tocar, Inventario partes del cuerpo
4. Preguntas no-sugerentes focalizadas en el abuso, y/o entrevista cognitiva (según
edad)

Versión de 8 semanas
1.Entrevista a los padres no ofensores Recopilacion de datos del CBCL y el CSBI
2. Evaluación del desarrollo; desarrollo de raport
3. Evaluacion psicosocial
4. Educación sobre el tocar, Inventario de partes del cuerpo
5. Preguntas no-sugerentes focalizadas en el abuso y/o entrevista cognitiva (según
edad)
6. Relleno de vacíos de información
7. Educación sobre seguridad del cuerpo y prevención
8. Cierre clínico

Nota: CBCL = Lista de verificación del comportamiento del niño;


CSBI = Inventario de comportamiento sexual infantil.

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