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En cuanto a la legitimación pasiva necesaria en el proceso civil.

(Por: Mcs Farida Velasco


Alcóser)

En este apartamiento es imprescindible tener presente que, la legitimación es un concepto


que define la posibilidad de acceder a los Tribunales y las condiciones y circunstancias que
permiten hacerlo, en función de la relación que se tiene con el objeto del procedimiento.
Consiste en un derecho a la jurisdicción y en la facultad de accionar ante los Tribunales un
determinado derecho, por lo que puede decirse que es la facultad de promover e intervenir en
un proceso concreto como parte activa o pasiva.

En tal sentido guarda estrecha relación con la idea de capacidad, pero se diferencia de ella en
que mientras la capacidad define las condiciones generales para intervenir en el proceso, la
legitimación determina las condiciones necesarias para poder participar en un proceso
concreto en atención al derecho material que se acciona. No constituye un presupuesto del
derecho al proceso, sino un requisito de la acción que se ejercita en el proceso, que deriva de
la titularidad de la acción que se reclama, pues, en definitiva, la legitimación se determina por
esa titularidad.

La legitimación proviene de la relación del sujeto del proceso con el derecho material que se
ejercita en él. De ahí que se trate de una cuestión que afecta al fondo del asunto debatido en
el juicio y traspase la frontera de las condiciones procesales para actuar en él.

"La condición de parte que aquí se debate es la material o "ad causam", no la procesal, aunque
la primera determine la segunda y la legitime. Esta legitimación, en definitiva, viene
prefigurada por la atribución a la persona del derecho material discutido; por su titularidad,
sea directa o indirecta, sea convencional o legal, mediante la cual se incluye en el ámbito de su
patrimonio la cosa o el derecho discutido"

En este sentido se ha pronunciado el Tribunal Supremo, cuando refiere sobre la legitimación


que debe ser presupuesto de las partes intervinientes en el proceso: “Sobre el particular es
conveniente señalar que la legitimación, conforme a la doctrina se clasifica en legitimación
procesal y legitimación ad- causam; la primera está referida a la aptitud o idoneidad para
intervenir válidamente en el proceso, ya sea de parte del demandante o del demandado o de
quienes intervienen en su representación (apoderados); es una cuestión de carácter
estrictamente formal; en tanto que la legitimación ad causam se vincula con la titularidad del
derecho sustancial que se pretende ejercitar con la demanda, exige que la demanda sea
presentada por quien realmente tenga la titularidad del derecho sustancial que se reclama, es
una cuestión que hace al fondo de la pretensión.

Sobre la legitimación “Ad causam”, diremos que es la condición particular y concreta de las
partes, que se deriva en su vinculación con el objeto del litigio.

Así también, podemos citar el criterio de Hernando Devis Echandía, quien en su obra Teoría
General del Proceso, 2da Edición Buenos Aires Edit. Universidad 1997 página 269, señala:
“Tener legitimación en la causa consiste en ser la persona que, de conformidad con la ley
sustancial, puede formular o contradecir las pretensiones contenidas en la demanda o en la
imputación penal, por ser sujeto activo o pasivo de la relación jurídica sustancial pretendida o
del ilícito penal imputado, que deben ser objeto de la decisión del Juez…” Esto quiere decir que
la legitimación en la causa es un elemento esencial de la acción que presupone o implica la
necesidad de que la demanda sea presentada por quien tenga la titularidad del derecho que se
cuestiona, esto es, que la acción sea entablada por aquella persona que la ley considera como
particularmente idónea para estimular en el caso concreto la función jurisdiccional.

La falta de legitimación propiamente dicha (legitimación ad causam), cuestiona si la parte


resulta ser el titular de la relación jurídica sustantiva (el titular del derecho litigado que es el
nexo entre el actor y demandado), cuando se cuestiona ese aspecto, el mundo litigante
generalmente la impugna por la excepción de “falta de acción y derecho”, cuando dicha
invocación es errada, pues el derecho de acción, es entendida como el derecho público
subjetivo que tiene toda persona natural o jurídica para acudir al órgano jurisdiccional con el
objeto de que se atienda su pretensión, muy al margen de considerar si la pretensión se
encuentra amparada por el derecho.

Sobre el particular, existe una vasta jurisprudencia emitida por este Tribunal Supremo de
Justicia, citando entre algunos de los Autos Supremos a los A.S. Nº 071/2014 de 14 de marzo
de 2014 y 536/2014 de 19 de septiembre de 2014 y, concordante con dichos Autos tenemos a
la Sentencia Constitucional 1587/2011-R de 11 de octubre que al referirse a la legitimación
dijo: “La legitimación en el orden procesal debe relacionarse con el concepto de acción y por
consiguiente, con sus sujetos activo y pasivo, se configura con el reconocimiento que el
derecho hace a una persona de la posibilidad de ejercitar y mantener con eficacia una
pretensión procesal - legitimación activa -, o de resistirse a ella eficazmente - legitimación
pasiva…”, por lo que la legitimación resulta ser un presupuesto que afecta tanto al actor como
al demandado. La pretensión, en efecto, debe ser deducida por y frente a una persona
procesalmente legitimada, lo contrario torna inadmisible la demanda.” (A.S. N° 233/2016 de
15 de marzo)

“(…)Para el caso de autos se deberá tener presente lo dispuesto en el Auto Supremo Nº


346/2013 de fecha 15 de julio, la que establece: “Para el entendimiento de este fallo es
necesario recurrir a la doctrina, al efecto corresponde citar a Lino E. Palacio quien en su obra
"Derecho Procesal Civil" Ed. Abeledo Perrot, Tomo I, págs. 405 a 406 al teorizar los requisitos
intrínsecos de admisibilidad de la pretensión señala lo siguiente: "Para que el juez se
encuentre en condiciones de examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es preciso
que quienes de hecho intervienen en el proceso como partes (actora o demandada), sean
quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal calidad. Estas últimas son las
"justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud jurídica que permite caracterizarlas
mediante esos términos se denomina legitimación para obrar o legitimación procesal. Cabe,
pues, definir a la legitimación para obrar o procesal, como aquel requisito en cuya virtud debe
mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el proceso y las
personas a las que la ley habilita especialmente para pretender (legitimación activa) y para
contradecir (legitimación pasiva) respecto de la materia sobre la cual el proceso versa...", por
ello se deduce que la legitimación es un requisito que afecta tanto al actor como al
demandado. La pretensión, en efecto, debe ser deducida por y frente a una persona
procesalmente legitimada, por lo que se entenderá que la ausencia de legitimación, sea activa
o pasiva, torna admisible la llamada defensa de "falta de legitimación".” (A.S. 411/2016 de 28
de abril, 415/2016 de 28 de abril entre muchos).

De toda esta visión es menester comprender que actualmente (en la nueva visión del proceso
como instrumento y medio para declarar los derechos de las partes), la pretensión resulta la
expresión del derecho subjetivo material que puede autoatribuirse la parte actora; de ahí que,
no obstante, el art. 27 del Cód. Proc. Civil define que son parte en el proceso: el demandante y
el demandado; no es menos cierto, que para constituirse como PARTE LEGITIMADA en el
proceso, no es suficiente afirmar tener capacidad procesal; sino autoatribuirse (el actor(a)) un
derecho subjetivo material que necesite ser protegido e imputar a otro sujeto procesal
(demandado)como responsable de la obligación que subyace al derecho material invocado.

Ahora, desde otro punto de vista, en otro análisis, referir que cuando se habla de ‘pretensión’,
resumidos como el conjunto de hechos con trascendencia jurídica, donde el actor, auto
atribuyéndose el derecho material sustantivo, pide del órgano jurisdiccional la tutela judicial
efectiva, es decir, pide sean reconocidos, protegidos, etc. frente al demandado, que también
está vinculado al objeto procesal, por medio de las obligaciones que se generan hacía él de
forma inmodificable; reiterar entonces, en el actual contexto normativo, definimos que para
constituirse como parte en el proceso y ser reconocido como tal por el órgano jurisdiccional,
no es suficiente tener legitimación procesal, sino que debe asistir a los que acuden al proceso
(para ser considerados como parte) legitimación material de derecho subjetivo, o conocido
también como legitimación ad causam.

El autor Montero Aroca, nos ayuda precisar: “La legitimación viene, pues, establecida por una
norma de Derecho material que otorga, a quien interpone la pretensión o se opone a ella, la
titularidad del derecho subjetivo u obligación jurídico material, del bien jurídico o del interés
legítimo que se discute en el proceso la cual ejercita el actor frente a quien reclama su
propiedad o impide disfrute, y que le faculta para obtener la tutela jurisdiccional de dicho
derecho, bien o interés legítimo. Consiste precisamente en esa titularidad jurídica o, bien, es la
afirmación de una titularidad subjetiva, coherente con las consecuencias jurídicos pedidas, es
la legitimación al actor o al demandado para impetrar la tutela de los tribunales de sus
derechos e intereses legítimos, toda vez que, en un proceso civil, regido por el principio
dispositivo, solo los titulares de tales derechos e intereses pueden ejercitar su defensa ante
los tribunales”.

“Por esta razón la legitimación pertenece al Derecho material o “legitimación material” la


doctrina alemana, vincula a las partes con la relación jurídico material que se discute en el
proceso y, por la misma no constituye presupuesto procesal alguno, a diferencia de la
legitimación procesal”. Aquí, cabe hacer una digresión, repuntar, que la jurisprudencia
(nacional) del Tribunal Supremo en algunos casos ha orientado que el juez puede pronunciarse
sobre la legitimación ad causan, ab initio, es decir, antes de admitir la demanda lo puede
hacer, siempre y cuando esa falta de legitimación ad causam sea evidente.

De ahí que, la ausencia de legitimación activa o pasiva, no deviene en una observación de


forma en la demandada (salvo que dicha falta de legitimación sea evidente y produzca un
rechazo in limine de la demanda o de improponibilidad objetiva), por lo que precisa un
pronunciamiento “de fondo”, es decir debe producir el pronunciamiento de sentencia con
todos los efectos materiales de la cosa juzgada, puesto que la cosa juzgada debe afectar a
todas las partes del proceso; el fundamento de este pronunciamiento deviene precisamente
de las exigencias del derecho a la tutela judicial efectiva y en la prohibición de indefensión que
efectúa el art. 115 de la CPE, y ello porque, si se permitiera que actuare en un proceso, solo
quien afirma la titularidad de un derecho subjetivo, sin serlo efectivamente, se produciría una
condena en ausencia de auténtica parte material a la que se la habría privado de su derecho a
la tutela a la defensa; esto es, cuando un sujeto procesal plantea una pretensión, éste se
autoatribuye un derecho de carácter sustantivo frente al demandado: El actor afirma ser
titular de ese derecho, es decir, no solo afirma tener capacidad procesal, sino también afirma
ser titular del derecho material, frente al demandado, a quien le atribuye responsabilidades o
deberes frente a su derecho, por lo que el órgano jurisdiccional, tiene el deber de reconocer,
declarar en su caso condenar a que el demandado asuma una conducta jurídica frente a aquél
derecho alegado. De no producirse esta relación jurídica de derecho, faltando o en ausencia la
legitimación activa, pasiva o ambas en los sujetos procesales, se coloca a la o las ‘partes’ en
franco estado de indefensión y vulneración de la tutela judicial efectiva, se estaría condenando
a un tercero en ausencia, está claro en franca vulneración del debido proceso en sus
vertientes del derecho a ser oído, a la defensa, impugnación, etc. y a todos los derechos
principales, que hacen a la tutela judicial efectiva.

IMPROPONIBILIDAD OBJETIVA (estracto de la ratio decidendi)

A.S. 513/2016 de 16 de mayo

III.2. Respecto a la improponibilidad objetiva de la pretensión:

La uniforme jurisprudencia desarrollada por la extinta Corte Suprema de Justicia desarrolló la


teoría de la improponibilidad, ésta teoría orienta a que el Juez no está obligado a admitir toda
demanda, por el simple hecho de que ésta cumpla con requisitos formales, sino que debe
además constatar que cumpla con requisitos de procedencia o de fondo o contenido. En otras
palabras no toda demanda debe ser admitida necesariamente, contenido jurisprudencial que
se encuentra plasmado ampliamente en el Auto Supremo Nº 428 de 6 de diciembre de 2010,
criterio que ha sido asumido por este Tribunal Supremo.

En relación a la improponibilidad objetiva de la pretensión, en el Auto Supremo Nº 73/2011 de


23 de febrero, haciendo mención al art. 333 del Código de Procedimiento Civil, se señaló:
“…No obstante lo que se desprende de la literalidad de la norma transcrita, la doctrina y la
jurisprudencia han reconocido de manera concordante que la facultad del Juez puede ir más
allá de ese análisis de cumplimiento de presupuestos de admisibilidad extrínsecos o formales
y, extenderse a los requisitos de admisibilidad intrínsecos, e incluso a los de fundabilidad o
procedencia de la pretensión.

Para lograr desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la interposición de
una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal de la demanda y el control
material o de fondo; o lo que el Autor Carlo Carli denomina condiciones de procedibilidad y de
fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
Automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso, debe en
principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el cumplimiento de las
formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de demanda. Constituye pues un
juicio netamente formal que se realiza es antes a cualquier análisis sobre el fondo de la
pretensión y está relacionado con el poder reconocido al Juez de sanear el proceso lo más
pronto posible, para librarlo de impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y
ordenado pasaje a las etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de
admisibilidad el Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda
que se le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas previstas por
el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.

Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos procesales y
el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un control de la
proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido propuesta. A diferencia
del control formal, el juicio de fundabilidad opera con elementos que corresponden al derecho
material, con los preceptos sustanciales llamados a zanjar la litis en la sentencia definitiva.

Respecto de las condiciones de fundabilidad, el Autor argentino Peyrano señala que


"Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas) la proponibilidad
objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el ordenamiento y comprobar "en
abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar el caso. El mencionado Autor refiere el
rechazo in límine por "improponibilidad objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia
de condiciones de procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.

El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un trabajo


llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se estableció que le está
permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad formal de la demanda, disponer su
repulsa in limine juzgando sin sustanciación acerca de su fundabilidad o merito, cuando el
objeto perseguido (por la pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida
explícitamente cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa petendi), los
que no son aptos para una Sentencia favorable.

El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por carecer de un


interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar un inútil dispendio de la
función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite de una demanda improponible y que
así será sancionada al culminar el proceso, no sólo se atenta contra los principios de economía
procesal y celeridad, sino que se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos
jurisdiccionales.

Ahora bien, corresponde precisar en qué situaciones resulta justificado rechazar in limine una
pretensión; es decir en qué casos el Juez debe ejercer la facultad de repulsar una demanda por
infundabilidad o improponibilidad objetiva.

Al respecto, son varios los criterios de clasificación que adopta la doctrina, empero, diremos
que en principio esa facultad comprende aquellas pretensiones en las que falta un interés
susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la multiplicidad de relaciones subjetivas
que se suceden en el tráfico jurídico no todas encuentran un amparo por el derecho, existen
relaciones jurídicas que se crean al margen de la legalidad y que el ordenamiento las priva de
tutela jurídica por estar en pugna con el orden público o ser contrarias a la ley.

En esta hipótesis cabe encuadrar los casos donde el objeto o la causa que conforma una
determinada pretensión son ilícitos, o pugnan contra la ley o las buenas costumbres o bien una
pretensión que se dirige a algo material o jurídicamente imposible. Ejemplo, la pretensión de
cobro de una deuda que resulte de un juego prohibido, supuesto expresamente previsto por el
artículo 910-I del Código Civil; el pago que se demanda en cumplimiento de una obligación
cuya prestación resulta ilegal o inmoral, ese sería el caso de un sicario que demanda el pago
por un asesinato llevado a cabo, o de aquel que demanda el pago por la venta de sustancias
prohibidas; la demanda de reivindicación de un bien que se encuentra fuera del comercio
humano -jurídicamente imposible-. En estos supuestos, no hay un interés legítimo
jurídicamente protegido, por ello no se justifica la tramitación completa de un proceso que se
sabe infecundo, en cuanto necesariamente terminará con una Sentencia desfavorable para el
demandante.

Ingresa, igualmente en esta primera clasificación aquellos supuestos en los que la pretensión
recae sobre relaciones subjetivas que no poseen relevancia jurídica en la medida en que no se
encuentran reguladas por el derecho, por tratarse, precisamente de cuestiones que carecen de
contenido jurídico. Ejemplo, la pretensión dirigida a exigir el cumplimiento de una obligación
de trato social.

El segundo supuesto en que el Juez puede ejercer la facultad de rechazar in limine una
demanda, lo constituye aquellos casos en los que la ley excluye la posibilidad de tutela jurídica,
o demanda objetivamente improponible; Quedan incluidos, dentro de esta posibilidad todos
los casos de obligaciones naturales; además aquellos en los que la ley sustantiva excluye
determinadas pretensiones jurídicas, es decir cuando nos encontramos frente a una
pretensión inviable de inicio. Por ejemplo, la imposibilidad de demandar la lesión o vicios
ocultos, respecto de una venta judicial, supuesto expresamente prohibido por el artículo 1481
del C.C., la inadmisibilidad de la acción de desconocimiento de paternidad intentada por el
padre en el supuesto de concepción por fecundación artificial con autorización escrita del
marido, previsto por el artículo 187 del Código de Familia…”.

Razonamiento que es reiterado en el Auto Supremo Nº 1174/2015-L de 22 de diciembre,


donde además se concluyó que: “…este Supremo Tribunal a través de diversos fallos a
orientado que el reconocer al Juez la facultad de rechazar ab initio la demanda no pugna con el
derecho a la tutela judicial efectiva, o derecho de acción; en efecto, si aceptamos que el
derecho de acción o de tutela judicial efectiva, tiene como contenido esencial que la
pretensión del justiciable sea atendida por un Tribunal y, que amerite un pronunciamiento
debidamente motivado respecto a la pretensión deducida; el derecho a la tutela judicial se
agotaría, en el acceso a la jurisdicción y en la dictación de una resolución motivada en derecho,
es decir que, el poder del Juez de rechazar ab initio una demanda, no entra en pugna con el
contenido del derecho de acción o de tutela judicial efectiva, puesto que el Juez atenderá y se
pronunciará efectivamente y en forma motivada respecto a la pretensión del actor; en otras
palabras, el actor promueve su pretensión, activando la función jurisdiccional del Estado, la
que desemboca en una determinada, precisa y fundada decisión judicial, en consecuencia, se
satisface íntegramente su derecho a la acción o tutela judicial”.

RATIO DECIDENDI SC. 1587/2011-R de 11 de octubre

“(…)

III.2. Sobre la legitimación activa

La jurisprudencia constitucional, a través de su SC 0400/2006-R de 25 de abril, estableció que:


"La legitimación en el orden procesal debe relacionarse con el concepto de acción y por
consiguiente, con sus sujetos activo y pasivo, se configura con el reconocimiento que el
derecho hace a una persona de la posibilidad de ejercitar y mantener con eficacia una
pretensión procesal - legitimación activa -, o de resistirse a ella eficazmente - legitimación
pasiva -.

En el recurso de amparo la legitimación activa consiste en la identidad de la persona del sujeto


activo con la persona a la cual la ley concede el derecho de la acción constitucional, en otras
palabras, se tendrá legitimación activa cuando un sujeto jurídico determinado - sujeto activo -
se encuentre en la posición que fundamenta la titularidad de la acción, en ese sentido, tendrá
legitimación activa quien sea titular de uno de los derechos fundamentales o garantías
constitucionales establecidas en la Constitución Política del Estado".

La SC 1261/2001-R de 28 de noviembre, definió como: “una relación directa entre el


recurrente y el derecho que se invoca como violado, en función del interés personal que tiene
quien pide el amparo”. Con la misma línea de razonamiento, la SC 1844/2003-R de 12 de
diciembre, señaló que: “El recurso de amparo se interpondrá por la persona que se creyere
agraviada, como se consagra en la norma del art. 19.II de la CPE, de la que surge el principio de
la existencia de agravio personal y directo, según el cual el amparo puede promoverse
únicamente por la parte a quien de manera directa perjudique el acto u omisión que se
reclama de ilegal, de donde resulta que el agravio implica la existencia de un perjuicio directo
que el recurrente debe acreditar; en un razonamiento contrario, hay ausencia de agravio
personal y directo cuando el acto u omisión denunciado afecta a situaciones jurídicas
generales y no tiene trascendencia para el ciudadano porque no ha experimentado un
perjuicio en situaciones jurídicas concretas”.

A ello se agrega lo expuesto en la SC 1082/2003-R de 30 de julio, respecto a los derechos


fundamentales cuando señala que: “Una de las notas que caracteriza a todo derecho
fundamental, es la de tener la calidad de derecho subjetivo, que faculta a su titular a acudir al
órgano jurisdiccional competente, cuando funcionarios públicos o particulares restrinjan,
supriman o amenacen restringir o suprimir tales derechos. En nuestro país, el legislador
constituyente ha instituido el recurso de amparo como un medio de tutela para la eficaz
salvaguarda de estos derechos; los cuales, desde un punto de vista moral y político, se
consideran básicos para la convivencia humana, creando a su fragua las condiciones necesarias
para asegurar el desarrollo de la vida del hombre en libertad, en circunstancias compatibles
con la dignidad humana, legitimando y limitando el poder estatal, creando así un marco de
convivencia propicio para el desarrollo libre de la personalidad”.
JLJRISPRUDEN
CIA

. as para invalidar los contratos.


cuanto a la violación del art. 451-11 del Cód. Civ., cuya norma fuera aplicable a todo
acto jurídico, salvo que tenga un régimen de nulidad propio, corresponde señalar que
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B-cesión insolo no resulta ser ble las normas contenidas para invalidar los contratos, por
expresa disposición del secundo parágrafo del att. 451 del Cód. Civ., cuya norma
condiciona su aplicación a los actos jurídicos en general, cuando la norma que regula los
actos no sea contradictoria, y la especie el propio art. 1021, señala la calidad de su
irrevocabilidad y describe los es para su impugnación, por vía de nulidad,. en ese sentido
no se evidencia haberse 'Ciado e/ art. 451-11 del Cód. Civ. y como efecto de la misma
menos se advierte 'terpretación errónea o aplicación indebida de los nums. 6) y 5) de los
arts. 554 y 549 Cód. Civ., en forma respectiva".
UPROPONIBILIDAD DE LA PRETENSIÓN / LEGITIMACIÓN
ACTIVA, LEGITIMACIÓN PASIVA.
Improponibilidad objetiva - improponibilidad subjetiva.
este tribunal, ha emitido la línea jurisprudencial contenida en el AS. NO 153/2013 de de
abril, razonando lo siguiente: 'El att. 252 del Cód. Pdto. Civ., permite a este tribunal
casación, revisar si el proceso se ha desarrollado de acuerdo a normativa legal «vente y que
el mismo no atente el orden público, como es la improponibilidad objetiva subjetiva de una
pretensión.
Para el entendimiento de este fallo es necesario recurrir a la doctrina, a/ efecto ponde citar
l a Lino E. Palacio quien en su obra 'Derecho Procesal Civil' Ed. Ateledo Perrot, Tomo l,
a
s
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o
r
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JURISPRUDENCIA

201 a

con randa
(rectius, tras
'7dada), sean momento del dictado de una sentencia de mérito, es decir, en cualquier estado del proceso
últimas son
aracterizarlas Conforme a la amplia gama de los aportes doctrinarios y la evolución de la jurisprudencia,
ián procesal. corresponde señalar que el juicio de improponibilidad supone un análisis de la pretensión
ISito en cuya que concluye con un pronunciamiento sobre el fondo de la misma. Se Trata entonces de un
actúan en el juicio general que se funda en el hecho de que la pretensión no puede plantearse en modo
pretender alguno ante ningún órgano jurisdiccional, ya que existe un defecto absoluto en la facultad
materia sobre de otorgar la tutela o derecho, porque el interés que se busca ser tutelado no es amparado
requisito que por el ordenamiento legal vigente, por lo que al nunciarse sobre el mérito jurídico de la
ser deducida pretensión, genera cosa juzgada formal y material.
nderá que la Así concluiremos diciendo que la improponibilidad puede ser objetiva: cuando el juicio se
defensa de centra en analizar los efectos jurídicos materiales de la pretensión y la falta de aptitud
jurídica del objeto para ser juzgado en derecho, lo que hace posible que el juez rechace
rio de Rafael [imine la litis, tal pretensión por ser manifiestamente improponible, por estar inmersa en
Tutela de los los supuestos de ser manifiesta y evidentemente contraria a las buenas costumbres o alorden
onalmente la público, al lado de la misma se presenta la improponibilidad desde el punto de a
oneidad de la subjetivo, la cual se centra en el juicio que hace el juez, pero sobre la falta evidente de
sa pretensión interés sustancial en el actor para proponer la pretensión.
presentarse Consiguientemente conforme al art. 333 del Cód. Pdto. Civ., que textualmente señala:
los efectos (Demanda defectuosa).- Cuando la demanda no se ajuste a las reglas establecidas podrá el
jeto para ser
juez ordenar de oficio se subsanen los defectos dentro del plazo prudencial que bajo
ser juzgado
demanda o • apercibimiento de que si no se subsanaren se la tendrá por no presentada...
que analiza espondía al juez analizar si la pretensión contenía los requisitos intrínsecos establecidos
pretensión, en el att. 327 del Cód. Pdto. Civ., al que se suma la legitimación activa del demandante para
para proponer formular la acción, y los aspectos extrínsecos como los de abilidad, o proponibilidad
objetiva de la pretensión, ya que se entiende por falta de —tfmación, la falta evidente de
interés sustancial en el actor para proponer la PGtensión o falta de titularidad del derecho.
zado con la
En resumen se dirá que cuando surge en forma manifiesta que la pretensión carece de '-tela
n Angeludis les jurídica, ya sea porque la demanda tiene un objeto inmoral o prohibido por las o
son los s cuando la causa invocada como fundamento de la petición es ilícita o inmoral, mos
supuestos o frente a una 'improponibilidad objetiva', por oposición a la 'improponibilidad jetiva
falta de decidir, derivada de la falta de legitimación (de quien tiene el legítimo derecho de andar una
antes ustancial cosa)', razón por la cual el juez al ser manifiestamente evidente la ncia de legitimación
para pudiendo activa para solicitar la pretensión invocada, correspondía azar la misma in límine".
en esponde en tanto: INFUNDADO.
tal Relator: Magistrado Dr. Rómulo Calle Mamani. AS.
declaraciones N O 346, de 15 de julio de 2013.
nen a ella surge
en forma da
tiene un
rechazarse in
Por su parte,
'rechazo sin
LECCIÓN 6. LA LEGITMACIÓN

1. LA LEGITMACIÓN

1. CONCEPTO, FUNDAMENTO Y NATURALEZA


Para que una pretensión pueda ser estimada por el órgano jurisdiccional
precisa, no sólo que se cumplan con los presupuestos procesales del órgano
jurisdiccional Gurisdicción y competencia) y de las partes (capacidad para ser
parte y procesal, de postulación y de conducción procesal), sino también que
las partes se encuenù-en en una determinada relación jurídico material con ella
o, lo que es lo mismo, es necesario, no sólo que se cumpla con lo que la
docclásica conceptuaba y todavía denomina la la «legitimatio ad procesum» o
capacidad procesal (cfi: SSTS Sección l), de 31 de mayo 2006 -RT 2000058-,
178/2006 (Sala de 10 CMI, Sección 1), de 20 de febrero -RJ 2006\2913-,
1037/2005 (Sala de 10 Civil. Sección 1), de 23 de diciembre —RJ 2006\1214—
, 885/2005, de 7 de noviembre...), sino también con la «legitimatio ad causam»
o legitimación en un proceso determinado.

43 A la legitimación se refiere expresamente el art. 10.1 LEC, en cuya virtud


«serán considerados partes legítimas quienes comparezcan y actúen enjuicio
como titulares de la relación jurídica u objeto lirigioso».
La legitimación viene, pues, establecida por una norma de Derecho material
que otorga, a quien interpone la pretensión o se opone a ella, la titularidad del
derecho subjetivo u obligación jurídica material, del bien jurídico o del interés
legítimo que se discute en el proceso, la cual ejercita el actor frente a quien
reclama su propiedad o impide su disfrute. y que le faculta para obtener la tutela
jurisdiccional de dicho derecho, bien o interés legítimo. Consiste precisamente
en esa titularidad jurídica o, como señala la STS de 29 de abril de 2003
(2003/3041), es «la afirmación de una titularidad subjetiva, coherente con las
consecuencias jurídicas pedidas» (SSTS 28 de diciembre de 2002 -2002/2874-
y 31 de marzo de 1997 -1997124819, la que legitima al actor 0 al demandado
para impetrar la tutela de los tribunales de sus derechos e intereses legítimos,
toda vez que, en un proceso (ñil, regido por el principio dispositivo, sólo los
ütulares de tales derechos e intereses pueden ejercitar su defensa ante los
tribunales.
Por esta razón la legitimación pertenece al Derecho material (como
«Sachlegitimation» o legitimación «material» la define la docù-ina alemana),
vincula a las partes con la relación jurídico material que se discute en el proceso
y, por la misma, no constituye presupuesto procesal alguno, sino que se de la
fundamentación de la oretensión. De aquí

141
JURISPRUDENCIA para obrar o procesal,
aquel requisito en cuya
debe mediar una coincid
201 3 entre las personas
efectivamente actúan
proceso y las personas
quienes de hecho intemenen en el proceso como partes (actora o demandada), sean quienes deban que la ley ha
figurar en ese proceso concreto asumiendo tal calidad. Estas últimas son las 'justas partes' o las especialmente para pret
'partes legítimas', y la aptitud jurídica que permite caracterizarlas mediante esos términos se (legitimación activa) y
denomina legitimación para obrar o legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la legitimación contradecir (legitim
pasiva) respecto de la materia sobre la cual el proceso versa...', por ello se deduce que la LECCIÓN 6. LA
legitimación es un requisito que afecta tanto al actor como al demandado. La pretensión, en efecto, LEGITIMACIÓN
debe ser deducida por y frente a una persona procesalmente legitimada, por lo que se entenderá
que la ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna admisible la llamada defensa de 'falta
de legitimación'. o interés jurídico,
La jurisprudencia venezolana en distintos fallos alude al aporte doctrinario de Rafael Ortiz-Ortiz, en tanto que la
cuya obra titulada 'Teoría General de la Acción Procesal en la Tutela de los Intereses Jurídicos', fundamentación
desglosando que en dicha obra señala que tradicionalmente la improponibilidad manifiesta, se lo es de los
centra en el objeto de la pretensión, en la idoneidad de [a relación jurídico sustancial presentada
en el proceso y la aptitud que tiene esa pretensión de ser actuada en derecho, entendiendo que la
hechos con
improponibilidad puede presentarse como: 1) Improponibilidad Objetiva: Cuyo radio de significación
evaluación analiza los efectos jurídicos materiales de la pretensión y la falta de aptitud jurídica jurídica que
del objeto para ser juzgado en derecho. Se trata de [os que se pretende, no puede ser juzgado justifican el
absolutamente, alguna veces a esto le llaman rechazo in limine de [a demanda o improponjbilidad «pefitum» y, de la
manifiesta de la pretensión, y 2) Improponibilidad Subjetiva: que analiza en las condiciones fundamentación
subjetivas, personales necesarias para interponer la pretensión, estamos en el caso específico de
la falta de interés sustancial en el actor para proponer la pretensión.
de la
pretensión es
Por otra parte, diremos que en la legislación peruana, también se ha avanzado con la teoría
de la improponibilidad de una pretensión, así se cita a Cristian Angeludis Tomassini, quien mucho más
señala en su ponencia '¿Qué significado tiene y cuáles son los alcances de la calificación de amplia, pues
la demanda in limine?' alude que: 'Existen tres supuestos de improponibilidad jurídica de la abarca la totalidad
demanda: a) Improponibilidad subjetiva o falta de legitimación.- (...) Se ha resuelto que el de las causas de
juez tiene facultades oficiosas para decidir, antes de dar traslado de la demanda, si las partes pedir que hacen
tienen legitimación sustancial para demandar o ser demandadas, cuando esta carencia sea
manifiesta, pudiendo en consecuencia, rechazar in limine la demanda, b) Falta de Interés.- atendible la
Corresponde en tal situación la misma solución anteriormente señalada. Los jueces no hacen estimación de la
declaraciones abstractas, por tanto, quienes interponen una pretensión o quienes se oponen petición y, así,
a ella deben tener interés para litigar y c) Improponibilidad Objetiva.- Cuando surge en como se ha dicho,
forma manifiesta que la pretensión carece de sustento legal o porque la demanda tiene un se puede estar
objeto inmoral o prohibido (...). En todos estos casos, la demanda puede rechazarse in límine
por carecer de algún requisito de fundabilidad y ésta se manifiesta. Por su parte, el jurista
legitimado en un
argentino Jorge Peyrano, señala que hemos empleado la locución 'rechazo sin trámite proceso
completo', en lugar de la habitual fórmula 'rechazo in límine de la demanda'. Ello no es determinado y no
gratuito ni producto de una inadvertencia. El asunto (...) tiene íntima conexión con la recibir del Juez la
oportunidad en la cual el tribunal puede repeler in límine una demanda (rectius, safisfacción de la
'pretensión'). Expresado de otro modo: luego de admitida la demanda y tras haberse
sustanciado un tramo del proceso respectivo creemos que, todavía, el juez interviniente
pretensión, por
(advertido de la improponjbilidad objetiva de la pretensión en cuestión) está en condiciones enconä•arse
de desestimada sin estar obligado a tramitar toda la causa y a aguardar el infundadas las
causas de pedir.
La
circunstancia de
que la legiúmación
68 esù-iba en una
determinada
relación o
situación jurídica
material, que liga o
vincula a las partes
con el objeto del
proceso, ocasiona
que pueda ser
examinada con
carácter previo al
de la fundamentación de la pretensión o de la relación jurídica debatida. afirmación acerca
Pero esta condición de consfituir un «prius» lógico, un anaisis previo o de su relación
preliminar al examen del «fondo» del asunto (SSTS 342,2006 Sección 1, jurídica material y
de 30 de marzo -RJ 2006\1870-, de 14 de junio de 2002 -2002/5826-, 11 de la del demandado
febrero de 2002 -2002\3106-), no la convierte en un presupuesto procesal, con el objeto
sino en una condición para dictar una sentencia de fondo que, en cualquier litigioso y a este
caso, gozará de los efectos de la cosa juzgada material. último le incumbe
la carga procesal
de reconocerla o
2. CLASES negarla a ù•avés de
las excepciones de
Desde un punto de vista subjetivo, la legitimación puede ser activa y «falta de
pasiva y, desde el objetivo, originaria y extraordinaria. legitimación
activa o pasiva»
A) Legitimación activa y pasiva (art. 405.1 y 2), en
cuyo caso se
A la legitimación activa se refiere el art. 10.1, cuando afirma que serán convertirá en tema
considerados como partes legítimas «los titulares de la relación jurídica u de prueba y de
objeto litigioso» y, a la pasiva, el art. 512, cuando dispone que «las decisión la
pretensiones... se formularán... frente a los sujetos a quienes haya de afectar comprobación de
la deciSión pretendida».
Legitimado activamente es, pues, quien, por afirmar la titularidad, 143
directa o indirecta, de un derecho subjetivo o de crédito, de un bien o interés
jurídico, deduce una pretensión y se convierte en parte demandante en el
proceso, en tanto que legitimado pasivamente lo está quien deba cumplir
con una obligación o soportar las consecuencias jurídicas de la pretensión,
por lo que le incumbe la carga procesal de comparecer en el proceso como
parte demandada.
Corresponde al actor éfectuar en su escrito de demanda, a la que
incorporará la oportuna justificación documental (art. 265.1.1), la

la exactitud de dicha afirmación. Lo que no puede, sin


embargo, un codemandado es alegar la excepción de
falta de legiúmación pasiva con respecto a alguno o
los demás demandados (STS 11 de abril de 2000 —
2000/1823—).

B) La legitimación ordinaria
La legitimación ordinaria, originaria, directa o
propia es la que se ostenta en viltud de la titularidad
de un derecho o interés legítimo. A ella se refiere,
tanto el art. 24.1 CE, al proclamar el derecho a la
tutela judicial efecüva de «los derechos e intereses
legítimos», como el art. 10.1 LEC que conù•apone dicha
legitimación frente a la extraordinaria contemplada en
el segundo párrafo de dicho precepto.
Así, pues, tanto los titulares de las relaciones
jurídicas —a título de dueño (así, por ejemplo, el de
propiedad para el ejercicio de la acción
reivindicatoria del 348 CC) o al de cualquier derecho
real o de crédito—, como los obligados por dichas
relaciones, ostentan legitimación ordinaria para
comparecer en el proceso en calidad de partes
principales, sean originarias o sobrevenidas, lo que
puede acontecer, en este último caso, como
consecuencia de la aparición de alguno de los
fenómenos de sucesión procesal contemplados en los
arts. 16-18 LEC.
Pero la legitimación originaria, no sólo viene
otorgada por la titularidad de un derecho subjetivo,
sino que, en ocasiones, la Ley facúlta a comparecer
como partes a quienes ostenten un «interés legítimo».
Aun cuando en nuestro proceso civil, no tenga cabida,
como se ha reiterado en otras Lecciones de este Manual,
la «acción civil popular», existen procesos, cuyo
objeto no lo constituye una relación, sino una
situación jurídica, en la que la legitimación
originaria viene determinada por la afirmación de un
interés legítimo. Ello es lo que sucede en los procesos
de incapacitación, matrimoniales o de filiación, en
los que, junto a la capacidad de conducción procesal
determinada por el parentesco (arts. 757, 765 y 766,
771, 773 y 777), las panes han de ostentar un interés
legfmo (art. 24.1 CE), pues el ordenamiento procesal
no puede amparar pretensiones que puedan obedecer a
intereses espurios (así, el internamiento de un menor
o la incapacitación de un mayor de edad con la
exclusiva finalidad de obtener la indebida
administración de sus bienes).
También en la impugnación de negocios jurídicos
radicalmente nulos, bien para ejercitar la acción de
declaración de inexistencia de un contrato, por
carencia de algunos de los requisitos esenciales que
determina el art. 1261 CC, bién la de nülidad
radical de pleno derecho del mismo, por ser
contrario a las normas imperativas o 6.3 CC—, y
siempre que dicho tercero tenga un interés jurídico
en dicha impugnación, la jurisprudencia otorga
legiti-mación a terceros con interés legítimo (SSTS
237/2006, Sección 1, de 8 de maru 1 L, ue 01 uC

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