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Introducción:
La pretensión en el proceso, se halla integrada por un elemento subjetivo o sujetos
y por dos elementos objetivos: objeto y causa. Toda pretensión consta de tres
sujetos: la persona que la formula, la persona frente a quien se formula y la persona
ante quién se formula. Las dos primeras son los sujetos activo y pasivo de la
pretensión: actor-demandado, o ejecutante- ejecutado, La tercera está representada
por un órgano que reviste el carácter de destinatario de la pretensión y tiene el
deber de satisfacerla, ya sea acogiéndola o rechazándola.
La primera identidad que debe verificarse es la que pudiere existir entre los sujetos
activo y pasivo, excluido naturalmente el órgano judicial, que es ajeno a la relación
jurídica sustancial sobre la que la pretensión versa. Para ello es menester atenderse
a la cualidad jurídica en que dichos sujetos han intervenido en cada caso, no siendo
suficiente que se trate físicamente de las mismas personas. No existe identidad, por
ejemplo, si una misma persona actúa en un proceso a nombre propio y en otro
como representante legal de su hijo menor, pues es distinta la calidad que ha
asumido en uno y otro caso.
También quiere decir que sólo es parte quien actúa en nombre propio o en nombre
de quien se actúa: no reviste tal calidad, en consecuencia, quien, como el
representante legal o convencional, actúa en nombre y por un interés ajeno.
Capacidad para ser parte:
Se refiere a la posibilidad jurídica de figurar como parte en un proceso, y no es otra
cosa, que la aptitud para ser titular de derechos y deberes procesales. Del principio
general en cuya virtud es persona todo ente susceptible de adquirir derechos y
contraer obligaciones, se infiere que toda persona, por el sólo hecho de serlo, goza
de capacidad para ser parte. La adquisición y pérdida de ésa clase de capacidad,
coincide necesariamente con la adquisición y pérdida de la personalidad.
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LA PRETENSIÓN EN EL PROCESO
La capacidad procesal habilita, a quien goza de ella, para intervenir en el proceso
personalmente o por medio de un representante convencional. Respecto de las
personas a quienes afecta una incapacidad de hecho, funciona en cambio la
denominada representación legal.
Justificación de la Personería:
El Código Procesal penal, en su art. 57 impone a los representantes, sean legales o
convencionales, la carga de acreditar formalmente la personería que invocan.
Dispone, en efecto, lo siguiente:
Art. 57.- Justificación de la personería y constitución y denuncia de domicilio.
La persona que se presente en juicio por un derecho que no sea propio, deberá
acompañar con su primer escrito los documentos que acrediten el carácter que
inviste, cumplir con lo dispuesto en el artículo 47, y denunciar el domicilio real de
la personería representada.
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LA PRETENSIÓN EN EL PROCESO
los documentos que acrediten el carácter que invoca, a los efectos de intervenir en
representación de la parte en el proceso.
El plazo de 30 días señalado por la norma para presentar los documentos que
acrediten la personalidad y la ratificación de la gestión realizada, es un plazo
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LA PRETENSIÓN EN EL PROCESO
procesal perentorio e improrrogable. Mediante la ratificación, la parte asume y
hace propios los actos ejecutados por el gestor que actuó sin poder suficiente.
Conclusión:
En conclusión, para actuar en nombre de otro en el proceso, la ley impone que
desde la primera presentación, el apoderado acredite su investidura, es decir que
debe presentar el poder que lo acredite como representante para que el Juez lo
considere representante válido.
Se realizan estos actos sin poder, razón por la cual se denomina gestión.
Es el Gestor de negocios ajenos que tiene que dar una fianza para responder de
que no obra de mala fe y debe obtener la ratificación de su actuación dentro de un
plazo determinado por el Juez. Vemos así que la rigidez de la ley no obsta a
cumplir con la garantía constitucional establecida en al artículo 16 de la Defensa
en Juicio, que textualmente transcripta, dice:
“La defensa en juicio de las personas y de sus derechos es inviolable...” Razón
por la cual la gestión de judicial del negocio jurídico es una de las figuras más
resaltantes establecidas para la defensa de las personas.