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LA PRETENSIÓN EN EL PROCESO

Introducción:
La pretensión en el proceso, se halla integrada por un elemento subjetivo o sujetos
y por dos elementos objetivos: objeto y causa. Toda pretensión consta de tres
sujetos: la persona que la formula, la persona frente a quien se formula y la persona
ante quién se formula. Las dos primeras son los sujetos activo y pasivo de la
pretensión: actor-demandado, o ejecutante- ejecutado, La tercera está representada
por un órgano que reviste el carácter de destinatario de la pretensión y tiene el
deber de satisfacerla, ya sea acogiéndola o rechazándola.

La primera identidad que debe verificarse es la que pudiere existir entre los sujetos
activo y pasivo, excluido naturalmente el órgano judicial, que es ajeno a la relación
jurídica sustancial sobre la que la pretensión versa. Para ello es menester atenderse
a la cualidad jurídica en que dichos sujetos han intervenido en cada caso, no siendo
suficiente que se trate físicamente de las mismas personas. No existe identidad, por
ejemplo, si una misma persona actúa en un proceso a nombre propio y en otro
como representante legal de su hijo menor, pues es distinta la calidad que ha
asumido en uno y otro caso.

Como regla, la identificación subjetiva de las pretensiones, debe establecerse con


respecto a las personas que revisten el carácter de partes en los respectivos
procesos, sólo excepcionalmente los efectos de la sentencia recaída en un proceso
pueden alcanzar a quien, sin haber actuado en él como parte, revistió ese carácter
en la situación jurídica sustancial sobre la que versó la correlativa pretensión. Tal
sería el caso de la entidad demandada por daños y perjuicios, derivados de un
accidente de tránsito.

Es parte el que demanda en nombre propio (o en cuyo nombre se demanda una


actuación de la ley), y aquél contra el cual esa actuación de ley es demandada. O
sea que, parte es quien pretende y frente a quien se pretende; O sea quienes de
hecho intervienen o figuran en el proceso como sujetos activos y pasivos de una
determinada pretensión, con prescindencia de que revistan o nó el carácter de
sujetos legitimados; porque la legitimación constituye un requisito de la pretensión
y no de la calidad de parte.

También quiere decir que sólo es parte quien actúa en nombre propio o en nombre
de quien se actúa: no reviste tal calidad, en consecuencia, quien, como el
representante legal o convencional, actúa en nombre y por un interés ajeno.
Capacidad para ser parte:
Se refiere a la posibilidad jurídica de figurar como parte en un proceso, y no es otra
cosa, que la aptitud para ser titular de derechos y deberes procesales. Del principio
general en cuya virtud es persona todo ente susceptible de adquirir derechos y
contraer obligaciones, se infiere que toda persona, por el sólo hecho de serlo, goza
de capacidad para ser parte. La adquisición y pérdida de ésa clase de capacidad,
coincide necesariamente con la adquisición y pérdida de la personalidad.

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La capacidad procesal habilita, a quien goza de ella, para intervenir en el proceso
personalmente o por medio de un representante convencional. Respecto de las
personas a quienes afecta una incapacidad de hecho, funciona en cambio la
denominada representación legal.

Justificación de la Personería:
El Código Procesal penal, en su art. 57 impone a los representantes, sean legales o
convencionales, la carga de acreditar formalmente la personería que invocan.
Dispone, en efecto, lo siguiente:
Art. 57.- Justificación de la personería y constitución y denuncia de domicilio.
La persona que se presente en juicio por un derecho que no sea propio, deberá
acompañar con su primer escrito los documentos que acrediten el carácter que
inviste, cumplir con lo dispuesto en el artículo 47, y denunciar el domicilio real de
la personería representada.

La constitución y los Códigos Procesal Civil y de Organización Judicial sustentan


el principio de la libertad en materia de representación. Siendo así, las personas
capaces pueden hacerse o nó representar en juicio.

Cuando la persona física actúa por sí, en ejercicio de su propio derecho, el


patrocinio de abogado es obligatorio para todo asunto judicial o administrativo y ni
los jueces y tribunales, ni las autoridades administrativas darán curso a
presentación alguna que no se ajuste a lo dispuesto en éste articulo, según el art. 65
de la ley 1376 de Arancel de Abogados y Procuradores, concordante con el art. 88
del Código de Organización judicial. Exceptúa de dicho patrocinio obligatorio a
las actuaciones ante la justicia de paz y la del recurso de Hábeas Corpus y de
Amparo y otros casos establecidos por las leyes especiales.
Art. 58.- Patrocinio obligatorio. Excepciones.
El patrocinio obligatorio se regirá por lo dispuesto en los artículo 87 y 88 del
Código de Organización Judicial. No será necesario el patrocinio letrado cuando
se actuare para la recepción de órdenes de pago y para solicitar declaratoria de
pobreza.

La representación puede ser legal o convencional. La primera se produce cuando


existen personas físicas procesalmente incapaces, por estar sometidas a una
incapacidad de hecho. Deben actuar en juicio a través de los representantes
necesarios que la ley les otorga. La representación convencional queda
configurada cuando la parte opta por hacerse representar por otra persona en el
proceso, lo cual es jurídicamente posible en virtud de lo dispuesto en el Art. 343
del C.C.

En materia procesal se denomina personería al derecho que tiene una persona de


realizar en nombre propio o de un tercero actos procesales válidos en un proceso.
Cuando una persona se presenta en un juicio por un derecho ajeno, sea que ejerza
una representación legal o convencional, debe acompañar con su primer escrito,

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los documentos que acrediten el carácter que invoca, a los efectos de intervenir en
representación de la parte en el proceso.

La Gestión Judicial del negocio jurídico:


Dice sobre el punto, el Código Procesal Civil de la República del Paraguay,
estatuyendo lo que a continuación transcribo:

Art. 60.- Representación sin mandato:


En casos urgentes podrá admitirse la comparecencia en juicio sin los
instrumentos que acrediten la personalidad, pero si no fueren presentados y no se
ratificare la gestión dentro del plazo de treinta días, será nulo todo lo actuado por
el gestor y éste pagará las costas causadas, sin perjuicio de la responsabilidad
por los daños ocasionados. Para asegurar su responsabilidad, el gestor deberá
ofrecer caución suficiente y formalizarla en el plazo que le fije el juez.

Según lo expresado por el Profesor Dr. Hernán Casco Pagano al


realizar la exégesis del artículo anteriormente transcripto, en su
Código Procesal Civil Comentado y Concordado, 4ª Ed. , Tomo I; que
la disposición se refiere a la actuación de la persona denominada
“gestor” (Falsus Procurator o gestor oficioso), que sin tener
mandato o siendo éste insuficiente, interviene en un juicio o realiza
actos procesales en representación de otro.

La institución tiene su antecedente en el Derecho romano, en donde era conocida


con el nombre de “Cautio de Rato et Grato” (de aprobación y agradecimiento) de
donde pasó a al antigua legislación española de las Partidas y ahora es admitida en
nuestro derecho procesal.

El artículo exige el cumplimiento de dos extremos:


 Urgencia: sólo puede ser admitida la representación sin mandato en los casos
urgentes. La urgencia del caso debe tener carácter objetivo, debiendo surgir
manifiesta si que sea necesario producir prueba al respecto. La interpretación,
por tratarse de una norma de excepción, debe ser restrictiva.
 Caución: es requisito inexcusable el ofrecimiento de una garantía o caución
suficiente, la cual será calificada por el Juez, quien, a su vez, fijará el plazo
dentro del cual deberá efectivizarse.

Pude darse en cualquier clase de proceso y es aplicable a cualquier tipo de


representación, sea ella voluntaria o necesaria. Rige tanto para la iniciación del
proceso como para cualquier otro acto procesal en un proceso en marcha.

El plazo de 30 días señalado por la norma para presentar los documentos que
acrediten la personalidad y la ratificación de la gestión realizada, es un plazo

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procesal perentorio e improrrogable. Mediante la ratificación, la parte asume y
hace propios los actos ejecutados por el gestor que actuó sin poder suficiente.

La ratificación equivale a la representación, dispone el art. 347 del Código Civil,


en concordancia con el art. 1814 de la 1ª parte de dicho cuerpo legal que
preceptúa: “La ratificación del interesado produce los efectos del mandato
conferido al tiempo de la iniciación de la gestión”.

La consecuencia de la falta de ratificación será la nulidad de lo actuado, que como


toda nulidad procesal es relativa, siendo a cargo del gestor las costas causadas,
como resulta lógico suponer y sin perjuicio de la responsabilidad por los daños
causados. Si la gestión es ratificada, el gestor tiene derecho a hacer regular y
cobrar honorarios.

Conclusión:
En conclusión, para actuar en nombre de otro en el proceso, la ley impone que
desde la primera presentación, el apoderado acredite su investidura, es decir que
debe presentar el poder que lo acredite como representante para que el Juez lo
considere representante válido.

Como generalmente el obtener el poder lleva tiempo o existen imposibilidades


circunstanciales, y se presenta un caso urgente en el que sea necesaria una
presentación; un abogado puede realizar actos procesales sin acreditar su
representación.

Se realizan estos actos sin poder, razón por la cual se denomina gestión.

Es el Gestor de negocios ajenos que tiene que dar una fianza para responder de
que no obra de mala fe y debe obtener la ratificación de su actuación dentro de un
plazo determinado por el Juez. Vemos así que la rigidez de la ley no obsta a
cumplir con la garantía constitucional establecida en al artículo 16 de la Defensa
en Juicio, que textualmente transcripta, dice:
“La defensa en juicio de las personas y de sus derechos es inviolable...” Razón
por la cual la gestión de judicial del negocio jurídico es una de las figuras más
resaltantes establecidas para la defensa de las personas.

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