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Las Partes
Introducción
El estudio principal sobre los sujetos de derecho corresponde a la normativa sustancial. Sin
embargo, para poder comprender bien el tema que nos ocupa, a saber, el de Las Partes en el
Proceso, debemos abordar el análisis desde esa óptica, es decir, debemos analizar los
institutos reglados por el ordenamiento material. Ello es así, toda vez que los conceptos de
persona, capacidad de derecho y de ejercicio –también denominada de obrar o de hecho–, se
encuentran íntimamente ligados a la teoría y la práctica de lo que la doctrina procesalista ha
denominado “partes en el proceso”. Y en esa tarea resulta relevante precisar las
modificaciones introducidas por el Código Civil y Comercial (en adelante, CCyC).
Precisión Conceptual
Previo a abocarnos al desarrollo teórico que nos ocupa, es importante precisar algunos
conceptos claves del tema a presentar.
En primer lugar, podemos decir que sujeto de derecho es toda persona, individuo, entidad, o
conjunto unificado de individuos, jurídicamente habilitado para adquirir derechos o contraer
obligaciones.
La personalidad corresponde, como regla, a los individuos humanos, pero también es conferida
a los núcleos o grupos humanos constituidos por apetencia de sociabilidad cuando reúnen las
exigencias requeridas por el ordenamiento [1]. La agrupación de varios hombres en torno a un
objeto de derecho puede -según los casos- crear nuevos sujetos de derecho, es decir, nuevas
personas. No todo grupo humano compone una nueva persona jurídica, pero toda persona
jurídica se asienta necesariamente en un grupo de seres humanos. [2] En el actual régimen
puede recaer sobre un único ser humano (es el caso de las sociedades unipersonales).
Así, en nuestro orden jurídico son sujetos de derecho las personas humanas y las personas
jurídicas. Las primeras no necesitan definición, mientras que las segundas son los grupos
humanos [o un único humano] a los cuales el ordenamiento jurídico reconoce como persona
jurídica, confiriéndoles capacidad limitada al cumplimiento de su objeto y a la finalidad para la
cual fueron creadas [3].
En el Derecho Procesal Civil la agrupación también supera la del Derecho Privado, pues ciertos
grupos humanos aparecen con una legitimación única en el proceso, aspecto que da lugar al
estudio de la legitimación de las partes múltiples (condominios, litisconsorcios, intereses
difusos), con distinto alcance y extensión de la definida en el Derecho sustancial. El sujeto de
derecho del proceso es el Estado (el que tiene la jurisdicción) que se manifiesta a través de sus
poderes (el judicial en nuestro caso) y se ejerce por medio de sus órganos (tribunales y jueces)
[4].
Luego de este breve introito, resta precisar que, en lo que sigue, pasaremos a analizar a los
sujetos procesales privados: partes principales y partes plurales (temas 1 y 2, respectivamente)
[5]; para luego encarar el estudio de dos sujetos procesales públicos: el Ministerio Público
Fiscal y el Pupilar (tema 3).-
e) Personas humanas.
1) Capacidad de ejercicio. Limitaciones.
La capacidad de ejercicio es la aptitud de la persona humana para ejercer por sí misma los
derechos de los que fuera titular. El CCyC, en el art. 23, introduce en forma expresa el principio
de capacidad de ejercicio, estableciendo en qué casos puede resultar admisible su restricción.
[21]
La disposición mencionada elimina la clasificación de incapacidades de obrar receptada en el
código civil derogado –entre absolutas y relativas–, sentando el principio general de capacidad
y señalando inmediatamente que sus limitaciones pueden resultar sólo de la ley o de una
sentencia judicial fundada en la misma. Este último criterio permite introducir flexibilidad en el
concepto de capacidad, adaptando la misma a la persona en particular, dejando de lado el
antiguo criterio que obligaba a la persona a adaptarse a su marco de capacidad de obrar. [22]
Las restricciones admisibles a la capacidad de ejercicio de las personas se sustentan, en la
falta de madurez (persona menor de edad), o en la condición de su salud mental (discapacidad
psíquica), o en la carencia de libertad que no permite la libre y eficaz actuación (condenado),
etc...
El fundamento de dichas limitaciones es la protección de la persona, auxiliando la ejecución de
los actos a través de mecanismos de asistencia para su celebración. [23]
El art. 24 del CCyC, enumera quienes son las personas incapaces de ejercicio, tales son:
a) la persona por nacer;
b) la persona que no cuenta con la edad y grado de madurez suficiente, con
el alcance dispuesto por el propio código; y
c) la persona declarada incapaz por sentencia judicial, con la extensión
ordenada en esa decisión.
De tal manera el CCyC elimina la incapacidad de los “sordomudos que no puedan darse a
entender por escrito” (arts. 54 inc. 4 y 153 CC), quedando fuera de toda restricción cualquier
presunta incapacidad derivada de una discapacidad física y/o sensorial que suponga solo una
limitación -o diferencia- en la comunicación o en la manifestación de la voluntad, integrable por
otros medios, modalidades o formatos adecuados. [24]
Por otro lado también deben considerarse incapaces de ejercicio, por disposición de legislación
externa a la codificación civil y comercial, a los siguientes:
- A los condenados a prisión o reclusión por más de tres años, los cuales -según lo
estatuye el art. 12 del Cód. Penal- quedan privados, mientras dure la condena, de la patria
potestad, de la administración de los bienes y del derecho a disponer de ellos por actos entre
vivos y sujetos a la curatela establecida por la ley de fondo para los incapaces;
- A los fallidos, conforme al régimen de desapoderamiento, como efecto de la quiebra
declarada (art. 107 de ley 24.522 -Ley de Concursos y Quiebras-), y con la consecuencia, en el
ámbito del proceso, que “el fallido pierde legitimación procesal en todo litigio referido a los
bienes desapoderados, debiendo actuar en ellos el síndico” (art. 110 del mismo plexo
normativo).
Ahora bien, como lo señala Lino Palacio, tanto el penado como el fallido, pueden actuar en el
ámbito del derecho extrapatrimonial o no comprendido dentro de la restricción legal, pudiendo
por ej., el condenado, actuar por sí en la acción relativa al régimen del cuidado personal de un
hijo, en tanto que el fallido –según expresa la manda del art. 108 inc. 5 de la Ley de Concursos-
puede actuar en justicia “en defensa de bienes y derechos que no caen en el
desapoderamiento”.-
Corresponde ahora tratar las tres categorías de incapaces de ejercicio que prevé la nueva
codificación:
Inhabilitados
La inhabilitación procede respecto de aquellas personas que por la prodigalidad en la gestión
de sus bienes exponen a su cónyuge, conviviente o a sus hijos menores de edad o con
discapacidad a la pérdida del patrimonio (art. 48, CCyC). Es decir que la figura de la
inhabilitación solo se mantiene para la situación del pródigo, pero ya no procede –a diferencia
del código anterior– en relación a las personas disminuidas en sus facultades mentales ni
respecto de las personas con trastornos por consumos de sustancias tóxicas –alcohol o
drogas– (art. 152 bis CC). En la nueva codificación estos últimos supuestos se encuentran
amparados en el régimen de las personas con capacidad restringida.
La declaración de inhabilitación importa la designación de un apoyo que debe asistir al
inhabilitado en el otorgamiento de actos de disposición entre vivos y en los demás actos que el
juez fije en la sentencia (art. 49, CCyC).
La inhabilitación cesa por decisión del juez previo examen interdisciplinario que dictamine
sobre el restablecimiento de la persona (art. 50, CCyC), o lógicamente por el fallecimiento de
los familiares protegidos que justificaban tal declaración.
En otro orden, el art. 645, inc. d) del CCyC dispone que si el hijo tiene doble vínculo filial, se
requiere el consentimiento expreso de ambos padres para que el menor pueda estar en juicio
cuando no puede actuar por sí (cuando un menor sufra un hecho dañoso y se deba entablar la
demanda en reclamo del resarcimiento —v.gr., es arrollado por un automóvil simplemente al
cruzar una calle o conduciendo una bicicleta, o víctima de una mala praxis médica—). [35]
En relación a ello, cabe señalar que los padres deberán presentar las partidas
correspondientes para acreditar en el juicio el carácter que invisten, y los tutores deberán
presentar el testimonio de su designación (fotocopia autenticada del auto de nombramiento y
acta de aceptación del cargo).
En el orden nacional, tratándose de este tipo de representación, los padres no tienen la
obligación de presentar las partidas correspondientes, salvo que el juez, a petición de la
contraparte o de oficio, los emplazare a presentarlas, bajo apercibimiento de las costas y
perjuicios que ocasionaren (art. 46, último párrafo del C.P.C.C.N.).
Es necesario aclarar que al cumplir la persona los dieciocho años, el juez o tribunal
interviniente, sin necesidad de petición de parte, debe proceder a emplazar al antes menor
para que tome intervención personal bajo el correspondiente apercibimiento [36]; es decir,
continuar el juicio en rebeldía [37].
Para los padres se trata, pues, de un caso de cesación de la representación legal hasta allí
ejercida, que se produce automáticamente sin necesidad de verificar sin más que la mayoría de
edad del representado.
f) Personas Jurídicas
1) Capacidad.
La capacidad de las personas jurídicas se halla reconocida en el art. 141 del CCyC, que al
definirlas expresa “Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico
les confiere aptitud para adquirir derecho y contraer obligaciones para el cumplimiento de
su objeto y los fines de su creación”.
De esta manera el código alude al “principio de especialidad”, que ya establecía el art. 35 del
CC derogado, según el cual la capacidad otorgada a las personas jurídicas está limitada al
cumplimiento de su objeto y los fines de su creación. La doctrina y la jurisprudencia han
entendido que su interpretación debe ser realizada con prudencial amplitud, permitiendo la
realización de los actos jurídicos consecuentes, por ejemplo, una sociedad aunque su actividad
no sea adquirir automotores, tiene capacidad para adquirir uno para la distribución de los
productos que fabrica. Y por el contrario, tal principio impide que se desvirtué el objeto para el
cual se ha constituido, por ejemplo, una sociedad constituida para explotar una mina no puede
realizar actividad financiera. [39]
2) Clases.
El nuevo código mantiene la clasificación entre personas jurídicas públicas y privadas.
En relación a las públicas sólo las menciona, en tanto su regulación –reconocimiento,
comienzo, capacidad, funcionamiento, etc.– es propia del derecho público nacional e
internacional (arts. 146 y 147 del CCC).
En cuanto a las de derecho privado, las enumera de manera no taxativa en cuanto culmina por
incluir “…a toda otra contemplada en disposiciones de este Código o en otras leyes…” (art. 148
inc. i), CCyC), y otorga personalidad jurídica –a diferencia del régimen anterior– a las simples
asociaciones y al consorcio de propiedad horizontal (arts. 189 y 2044, respectivamente). A su
vez, cabe destacar que se elimina el régimen de las sociedades civiles, unificándose la
regulación de todas las sociedades en la “Ley General de Sociedades” (ley 19550).
En relación a las modificaciones producidas en esta última legislación, es importante mencionar
la incorporación de la sociedad unipersonal, la cual sólo podrá constituirse como sociedad
anónima, y la supresión a la referencia a la sociedad de hecho, aunque gran parte de la
doctrina entiende que su régimen subsiste. Al respecto se ha expuesto “Contrariamente a lo
dispuesto por el anterior art. 21 de la LSC, el actual art. 21, LGS no se refiere expresamente a
las "sociedades de hecho con un objeto comercial", pero entendemos que, al referirse —en
general— a sociedades que incumplan con las formalidades de la ley, las está incluyendo.” [40]
Y también que “La solución lógica pasa por incluirlas dentro de la Sección IV de la Ley General
de Sociedades y tratarlas como la propia Ley 26.994 lo dispone para las sociedades que no
revisten la tipicidad legalmente prevista para las sociedades incluidas en el régimen de la Ley
19.550.” [41]
Veamos entonces quienes son las personas físicas que representan a estos entes.
a) Representantes de las sociedades.
Son representantes legales: El administrador o el representante que de acuerdo con el contrato
o por disposición de la ley tenga la representación de la sociedad, obliga a ésta por todos los
actos que no sean notoriamente extraños al objeto social, y aun en ciertos supuestos en
infracción a la representación plural, salvo que el tercero conociere que se actúa en infracción
(art. 58, Ley nac. 19.550).
Si se trata de una sociedad colectiva, conforme a lo indicado en el contrato y en su defecto
puede representarla cualquiera de los socios indistintamente (art. 127, Ley nac. 19.550). En el
supuesto de las sociedades no constituidas según los tipos legales previstos, cualquiera de los
socios la representa exhibiendo el contrato (art. 23, Ley nac. 19.550). La sociedad de
responsabilidad limitada es representada por uno o más gerentes designados en el contrato
social, en el acto constitutivo o posteriormente (art. 157, Ley nac. 19.550), en caso de gerencia
colegiada se aplican las reglas de funcionamiento del directorio de las sociedades anónimas
(art. 157, 3° parte, Ley nac. 19.550). La sociedad anónima, cuyo órgano deliberativo es el
directorio, compuesto de uno o más directores (art. 255, Ley nac. 19.550), es representada por
el presidente de dicho órgano. El estatuto puede autorizar la actuación de uno o más
directores. En ambos supuestos se aplicará el art. 58 (art. 268, Ley nac.19.550).
Algún aspecto particular lo presenta la teoría de la apariencia. A este respecto, existe un
criterio según el cual corresponde excluir la oponibilidad a los terceros de las reglas
estatutarias de representación cuando la conducta desenvuelta ha sido idónea para crear una
apariencia en la atribución de las facultades que invocaron los suscriptores de los títulos, aun
infringiendo lo dispuesto en los estatutos. [42] En una causa en la que se discutía la facultad
del Presidente (o Vicepresidente) de una Sociedad Anónima para otorgar un poder para pleitos
sin la decisión previa del Directorio (órgano de administración del ente), la Sala Civil del Excmo.
Tribunal Superior de Justicia de nuestra provincia, en ejercicio de su función de nomofilaquia,
ha uniformado la jurisprudencia brindando una adecuada interpretación a los arts. 58, 255 y
268 de la Ley de Sociedades. Es así que en los autos Banco Julio S.A. c/ José Antonio
Bonadero -P.V.E.- Recurso de Casación," [43] nuestro tribunal casatorio expresó que según las
pautas establecidas por nuestra legislación de fondo para las sociedades anónimas, la figura
del Presidente del Directorio (o Vicepresidente, en sustitución de aquél) cumple un rol
trascendental dentro del esquema organizativo empresarial, puesto que la ley le atribuye
imperativamente el carácter de representante legal (necesario) del ente social en sus
relaciones con los terceros (arg. art. 268, L.S.). Sin embargo, destacó también el regular
ejercicio de ese cargo representativo exige su armónico complemento con la actividad de los
demás órganos que conforman la persona jurídica. Cada uno de ellos debe actuar en los
límites de sus respectivas competencias funcionales, puesto que la voluntad del ente social no
se conforma sino a través de la labor conjunta de todos sus componentes. En el caso de las
sociedades, cuando el representante societario actúa invocando tal calidad, no aparece como
un sujeto distinto del representado (ente), sino que obra por éste como "órgano" o, si se quiere,
como su medio natural de expresión, ante la imposibilidad de hacerlo de otro modo, dado su
carácter de persona de existencia "ideal". El presidente de una sociedad anónima es el
portador de la voluntad social y, como tal, sus facultades se limitarían a la sola declaración de
esa voluntad frente a los terceros, materializando en el mundo jurídico las decisiones
adoptadas con antelación por el órgano deliberativo competente. No le está permitido
determinar la naturaleza ni el contenido de la voluntad social, como así tampoco decidir per se
y anticipadamente cómo habrá de configurarse la misma. Sin perjuicio de ello, el más alto
tribunal de la provincia sigue diciendo que "la competencia funcional reconocible al
representante societario ha experimentado, en los hechos, una evidente expansión, al amparo
no sólo de las disposiciones estatutarias que le confieren específicas atribuciones -tendientes a
agilizar su actuación para adaptarla a las necesidades del tráfico mercantil- sino,
fundamentalmente, de la legislación que, privilegiando valores tales como los de seguridad
jurídica y celeridad, pareciera asignar al órgano ejecutivo atribuciones que trascienden al rol de
mero "vehículo" de la voluntad colectiva". Baste con reparar en el alcance del precepto
contenido en el art. 58, L.S., en cuanto dispone que la sociedad queda obligada por todos los
actos ejecutados por su representante, con la única condición de que los mismos no sean
"notoriamente extraños al objeto social". Sin embargo, lo señalado hasta aquí no debe
inducirnos a confusión, pues el sentido que inspira la norma del art. 58, L.S., es el de proteger
a los terceros frente a la apariencia de regularidad que ostenta la actuación del representante,
no el de "alterar" los mecanismos naturales a través de los cuales se debe formar y manifestar
la voluntad de la persona jurídica. Tan es así que, aun cuando la sociedad deba responder ante
los terceros por los actos llevados a cabo por quien tiene el uso de la firma social, internamente
permanece intacto su derecho a deslindar responsabilidades sobre quien actuó en violación a
su sistema orgánico (art. 58 in fine, ley 19.550). En estricto rigor y por imperio de las normas
societarias que rigen la materia, aparece incuestionable que el otorgamiento de poderes de
representación, siendo por naturaleza un típico acto de administración, debe ser decidido por el
directorio de la sociedad, por ser éste el órgano al que la ley asigna el desempeño de tal
función (arg. art. 255, L.S.). El texto de la ley es sumamente elocuente y no deja margen para
oposiciones: la administración está a cargo del directorio. En el sentido propuesto, se ha
resuelto: "El conferimiento de mandatos para representar a la sociedad anónima -y su eventual
revocación- es decisión que compete al directorio, pues es este órgano, mediante los
procedimientos establecidos por la ley y los estatutos, el encargado de determinar o fijar el
contenido de la voluntad del ente en asuntos de esta índole"[44]. Sigue diciendo el Excmo
T.S.J. que "... enderezando el análisis hacia el objeto propio del acto en cuestión, es dable
concluir no sólo que su conferimiento debe ser decidido por el directorio sino,
fundamentalmente, que esta facultad no puede ser ejercida en forma unívoca por el
representante de la sociedad, al menos actuando conforme los lineamientos regulares de sus
funciones típicas". La Cámara Nac. Comercial, Sala “A”, ha sostenido: "El presidente del
directorio no puede por sí decidir el otorgamiento de poderes para representar a la sociedad. El
no es un mandatario de la sociedad que pueda sustituir un mandato (art. 1924, Cód. Civil), sino
que ejerce una representación orgánica, inherente al cargo que desempeña e inseparable de
él"[45]. Queda claro entonces que la decisión atinente al otorgamiento de poderes para
representar a una sociedad anónima atañe exclusivamente a su directorio, y no a su
presidente.
h) Representación
1) Introducción – Concepto
Tal como se ha expuesto con anterioridad en el seno de la vida social no siempre es posible
que un individuo desarrolle personalmente toda su actividad; que razones de imposibilidad
física (enfermedad, ausencia, etc.), de incapacidad jurídica (minoridad, salud mental, etc.) o de
simple comodidad, imponen o simplemente sugieren la conveniencia de encargar a otro la
realización de determinados actos. En el caso de las personas jurídicas hay una evidente
imposibilidad de actuar de otro modo que por medio de personas físicas [54].
“La representación surge cuando un individuo (representante, sujeto de la declaración de
voluntad) ejecuta un negocio jurídico en nombre de otro (representado, sujeto del interés), de
modo que el negocio se considera como celebrado directamente por este último, y los
derechos y obligaciones emergentes del acto celebrado por el representante pasan
inmediatamente al representado” [55].
"La representación se transforma en una técnica jurídica que permite imputar efectos directos a
una persona por la actuación de otra, sea que exista un acto voluntario o bien un
comportamiento típico objetivado que autorice a hacerlo" [56].
2) Método – Régimen
Es necesario ahora explicitar las principales modificaciones que ha producido el Código Civil y
Comercial a la normativa que regula el instituto de la representación y, principalmente, a la
acaecida en juicio.
En el nuevo régimen se regula una parte general de la representación, dentro del título de
hechos y actos jurídicos (arts. 358 y ss.), disociándola metodológicamente del contrato de
mandato (arts. 1319 y ss.). De esa manera se ratifica la postura doctrinaria de larga data de
diferenciar las figuras de mandato y representación. La representación puede ser causada por
un contrato de mandato, o por otras fuentes jurídicas.
Así es que en esa parte general se hace expresa mención a tres clases de representación:
voluntaria, legal y orgánica. La representación voluntaria es la que resulta de un acto jurídico
(no sólo del mandato), la legal surge de una regla de derecho y la orgánica se desprende del
estatuto de una persona jurídica, consagrando en esta última la teoría del órgano y
apartándose de la teoría de la ficción.
Además, se precisa cuáles son los efectos de los actos celebrados por el representante en
nombre de su representado, considerando que siempre que se respeten los límites de las
facultades conferidas por la ley o por el acto de apoderamiento (no sólo del poder), producen
efecto directamente para el representado (art. 359, CCyC); como así también que la extensión
de dicha representación alcanza a su vez a los actos necesarios para su ejecución (art. 360,
CCyC); y que las limitaciones o la extinción del poder son oponibles a los terceros si estos
conocían o pudieron conocerlas actuando con la debida diligencia (art. 361, CCyC).
b) Funciones
El art. 103 del CCyC (art. 59, CC) determina el alcance de la actuación del Ministerio Público
respecto de las personas menores de edad, incapaces y con capacidad restringida.
En primer lugar establece que puede ser judicial o extrajudicial.
En relación a la intervención en el ámbito judicial la misma puede ser complementaria o
principal. Es complementaria cuando en los procesos en que se encuentran involucrados
intereses de personas menores de edad, incapaces y con capacidad restringida la misma se
produce en forma conjunta con los padres, tutores y curadores de aquellos. Es decir, que su
actuación se integra y complementa con la que ejerce el representante legal.
Es principal en los siguientes supuestos: cuando se encuentren comprometidos los derechos
de los representados y existe inacción de sus representantes; cuando el objeto del proceso es
exigir el cumplimiento de los deberes a cargo de los representantes; o cuando carecen de
representante legal y es necesario proveer la representación.
Así cuando se encuentren comprometidos los derechos de los representados y existe inacción
de sus representantes, si se trata de los progenitores, deberá promover el cumplimiento de los
deberes a su cargo o interponer recursos y ofrecer prueba si dentro de una causa judicial el
niño/a está indefenso; si se trata de inacción de los tutores, debe responsabilizarlo por los
daños que cause al tutelado y debe solicitar las medidas necesarias (art. 118 CCyC), solicitar la
remoción del tutor (art. 136 CCyC), si existen diferencias de criterio entre los tutores debe
intervenir (art. 105 CCyC), si se trata de la inacción de los curadores puede pedir su remoción
(art. 136 CCyC) y también que rinda cuentas (art. 130 CCyC).
A su vez, cuando el objeto del proceso es exigir el cumplimiento de los deberes a cargo de los
representantes, debe exigir los alimentos a los progenitores cuando estos incumplieran con
dicho deber; en el caso del incumplimiento de los deberes del curador debe instarlo a que
cumpla con las reglas generales del art. 31 CCyC, responsabilizarlo por los daños que
ocasione (art. 118 CCyC), solicitar su remoción (art. 136 CCyC), solicitar la designación un
curador provisorio mientras se designa otro nuevo (art. 109, inc. g) CCyC), solicitar la
suspensión provisoria del curador (art. 137 CCyC), y exigirle la rendición de cuentas (art. 130
CCyC).
En tanto cuando carecen de representante legal y es necesario proveer la representación, debe
solicitar la urgente designación de representante legal para hacer cesar el estado de
indefensión de estas personas.
Con respecto a la actuación extrajudicial del Ministerio Público la normativa impone la
concurrencia de dos presupuestos:
1) Que exista ausencia, carencia o inacción de los representantes legales;
2) Que estén comprometidos los derechos sociales, económicos o culturales de los
defendidos.
Es preciso destacar que, cuando en estas normas se hace referencia a menores, no se alude a
los "que carezcan de edad y grado de madurez suficiente", sino que se habla de menores a
secas. Y para este Código, menor es la persona que "no ha cumplido dieciocho años" (art. 25,
CCyC)[136].
Sin embargo, de tratarse de menores de edad emancipados por matrimonio (art. 27 CCyC), no
debe intervenir el Ministerio Público. De tratarse de menores de edad que trabajan –más de
dieciséis- o ejercen profesión con título habilitante (art. 30 del CCyC), la intervención del
Ministerio es innecesaria si el juicio versa sobre las actividades en cuestión.
c) Criterio de actuación
Es función del Ministerio Público emitir sus dictámenes conforme a derecho y no defender la
postura más favorable a su representado. Así, el asesor de incapaces debe dar en su dictamen
la opinión más justa, independientemente de que convenga o no a los intereses del asistido. No
debe olvidarse que, en definitiva su misión es velar por la observancia de la ley porque
representa los intereses de toda la comunidad, más allá de su función específica de asistencia
de los incapaces. En este sentido se ha expedido, hace tiempo, la Suprema Corte de Justicia
de Bs. As.: “El Ministerio de Menores, si bien protege el interés particular de los individuos
aisladamente considerados, representa en definitiva la suma de los intereses de la colectividad;
en consecuencia, cuando la pretensión del incapaz fuera injusta, el asesor faltaría a su deber
propiciándola, porque contrariaría el verdadero interés del incapaz, que no es su prosperidad
patrimonial sino su conformidad con la justicia”[137].-
Asimismo, y en cuanto a su actuación estrictamente procesal, el Ministerio Público está
sometido a los mismos deberes y cargas que los otros sujetos. Específicamente lo dispone el
art. 52 del C.P.C.C. en relación a los plazos, de modo que, en su caso, se le debe dar por
decaído el derecho dejado de usar[138].
d) Sanción por falta de intervención
La omisión de la intervención del asesor, en los casos que la ley determina que ella es
necesaria, da lugar, por expreso imperativo legal, a la sanción de nulidad de lo actuado sin esa
intervención (art. 103, inc. a) in fine, CCyC).
En consonancia con la ley sustancial, la ley procesal local prescribe: “En toda gestión judicial,
salvo los casos exceptuados por la ley, en que se trate de la persona o bienes de incapaces se
dará intervención al asesor letrado en lo civil y comercial, bajo pena de nulidad” (art. 99 del
C.P.C.C.).-
El carácter de la nulidad es relativa conforme lo establece la nueva normativa sustancial -
aunque se refiere expresamente a los supuestos de actuación complementaria-.
La doctrina y jurisprudencia anterior a la reforma de esa manera lo entendía, en ese sentido el
Dr. Vénica expresaba que, teniendo en cuenta que ella ha sido instituida en el exclusivo
beneficio del incapaz, es relativa y -por ende- confirmable por el propio asesor de menores, lo
que ocurriría tácitamente si luego de haber tomado conocimiento del acto viciado -omisión de
dar intervención-, no introduce en tiempo y forma el incidente de nulidad correspondiente (art.
78, segundo párr. inc. 1° del C.P.C.C.). Además, tratándose de una nulidad relativa, no puede
ser declarada de oficio por el juez[139].-
Por otro lado a pesar de que la normativa se expide únicamente respecto del carácter de las
sanción para los supuestos de actuación complementaria, calificada doctrina se pronuncia
aseverando que es aplicable también a los casos de intervención principal. “La sanción de
nulidad prevista por la ley ante la falta de intervención del Ministerio Público, sea en su
actuación complementaria o en la principal, es de carácter relativo, porque puede ser
confirmada.” [140].
Sin embargo, cabe precisar que otros especialistas entienden que es absoluta si se trata de
procesos en los que la ley exige a los representantes necesarios autorización judicial para
realizar determinados actos (v.gr. disposición de bienes, créditos o fondos de sus
representados) [141].
REFERENCIAS
[1] Lorenzetti, Ricardo Luis, “Código Civil y Comercial de la Nación Comentado”, Rubinzal-
Culzoni, 2014, Tomo I, pág. 573.
[2] López Olaciregui, en Salvat Raymundo, Tratado de Derecho Civil argentino, Parte general,
T. I, pág. 919, adición nro. 1179-B; citado por Falcón, Enrique M., Tratado de Derecho Procesal
Civil y Comercial, Tomo I, Parte General-Demanda, Edit. Rubinzal-Culzoni, pág. 174.-
[3] Boretto, Mauricio en Marisa Herrera y otros “Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado”, Infojus, 2015, Tomo I, pág. 282.
[5] No debe crearse una confusión en el sentido de entender que éstas constituyen una
clasificación de lo que hemos denominado partes -procesalmente hablando-. Cabe aclarar por
ahora, ya que se verá in extenso ut infra, que las partes principales (actor y demandado)
pueden ser plurales (varios actores o varios demandados); en otras palabras, los polos activos
y pasivos de la relación jurídico-procesal (partes principales), pueden estar integrados por más
de una persona (partes plurales).
[6] Alvarado Velloso, Adolfo, Introducción al estudio del Derecho Procesal, II, pág. 86, citado
por Falcón, Enrique M., ob. cit., Tomo I, pág. 299.-
[7] Ramacciotti, Hugo, Compendio de derecho procesal civil y comercial de Córdoba, Edit.
Depalma, 1986, Tomo I, pág. 193.-
[8] Alsina, Hugo, Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial, Edit. Ediar
Tomo I, pág. 279, n° 2.-
[10] La falta de personería no está prevista dentro de las "excepciones" que se transforman en
actividades oficiosas del juez como la litispendencia o la cosa juzgada. Pero el juez no puede
dictar sentencias que no tengan efectos en la realidad. De manera que, advertida la falta de
personería ya sea por la parte o de oficio, debe proceder a intimar a la parte cuya personería
falta o no está acreditada total o debidamente a integrarla bajo apercibimiento de que vencido
el plazo sin que el actor cumpla lo resuelto se lo tendrá por desistido del proceso,
imponiéndosele las costas (art. art. 188 último párr. del C.P.C.C.). Según lo enseña Chiovenda
("Principios..., T. II, pág. 22, nota 23 y pág. 200) los jueces y tribunales no pueden exponerse a
dictar una sentencia inútil que, después de pronunciada, pueda ser desconocida por la parte
vencida. El vicio apuntado -falta de personería- no puede ser suplido por la conformidad de la
otra parte ni por su falta de advertencia, pues una solución contraria importaría llegar al
absurdo de tramitar todo el proceso "sin real intervención de la parte". Eso ocurre cuando, por
ejemplo, quien comparece a juicio invocando la representación de una sociedad, no ha
justificado su personería con documentos suficientes. En éstos casos, está en juego la
integración correcta del proceso y por lo tanto es deber del juez efectuar un minucioso estudio
de los documentos que se invocan ante de proveer a la demanda, sin perjuicio de que
ulteriormente pueda realizarlo en cualquier etapa del proceso y hasta la sentencia. La
representación judicial y la personería exceden el interés de los litigantes porque compromete
la seriedad del proceso y evita el dictado de resoluciones judiciales inútiles o de imposible
cumplimiento. Es un principio general que la falta de personería no puede nunca purgarse y por
eso los jueces deben declararla de oficio, ya que no pueden dictar una sentencia si no están
presentes en el juicio, por sí o por sus representantes -legales o convencionales-, los titulares
de los derechos en litigio (Conf. Cám. 1° de Apel. Cba., in re "Héctor Messio y Cía. S.R.L. c/
Ginese Juan Carlos -Cumplimiento de Contrato-", Auto nro. 231 del 26/04/04).-
[12] Conf. Palacio-Alvarado Velloso, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación..., Edit.
Rubinzal-Culzoni; tomo 7; nro. 357.3.2., pág. 343-344.
[13] Tratándose de una demanda de daños y perjuicios de tipo resarcitoria, lo esencial es poner
de relieve la calidad de “damnificado” para lo cual debe acreditarse alguna situación que
demuestre la incidencia del hecho lesivo en un interés del actor, la cual debe existir al momento
en que el daño se causó. Dicha incidencia es ostensible respecto del titular registral del
inmueble dañado, como así también de los usufructuarios del mismo.-
[14] “La falta de acción, que debería denominarse falta de legitimación sustancial (pasiva o
activa), comprenden los casos en que se denuncia que actor o demandado no son titulares de
la relación jurídica sustancial en que se funda la pretensión. O que siendo un litisconsorcio
necesario, la pretensión no ha sido deducida por todos o frente a todos los sujetos procesales
legitimados. Sería, hablando en términos comunes, ausencia de derecho a reclamar lo que se
está reclamando” (Altamirano, Eduardo, Conferencia brindada en el marco del Curso Teórico
Práctico de Derecho Procesal Civil, organizado por el Colegio de Abogados de Marcos Juárez,
agosto de 2007).-
[15] Pongamos un ejemplo: conforme el actual 1741 CCyC. (art. 1078 del C.C.) no tiene
legitimación sustancial activa el padre para reclamar el daño moral sufrido por su hijo que
quedó incapacitado a causa de un accidente, salvo el supuesto de gran discapacidad. Como
tampoco tiene legitimación sustancial pasiva el poseedor animus dómini de un inmueble en una
acción de desalojo (art. 750 del C.P.C.C.).-
[20] Cfr. Palacio, Lino, Derecho Procesal Civil, Tomo I, pág. 20, nro. 215, y 32, nro. 216
[21] Fernández Silvia E. en Marisa Herrera y otros “Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado”, Infojus, Tomo I, pág. 57.
[23] Fernández Silvia E. en Marisa Herrera y otros, ob. cit., Tomo I, pág. 57.
[24] Fernández Silvia E. en Marisa Herrera y otros, ob. cit., Tomo I, págs. 86/87.
[26] Highton, Elena I. “Los jóvenes o adolescentes en el Código Civil y Comercial” La Ley
13.04.15 N° 2502.
[28] Rivera, Julio César – Medina, Graciela “Código Civil y Comercial de la Nación Comentado”,
Tomo II, siguiendo a Del Mazo, pág. 600.
[30] Fernández Silvia E. en Marisa Herrera y otros, ob. cit. Tomo I, pág. 87.
[32] Lorenzetti, Ricardo Luis, ob. cit., Tomo IV, pág. 480.
[33] Pellegrini, María Victoria en Marisa Herrera y otros “Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado”, Infojus, Tomo II, pág. 530.
[34] Lorenzetti, Ricardo Luis, ob. cit., Tomo IV, págs. 485/486.
[38] Lorenzetti, Ricardo Luis, ob. cit., Tomo II, págs. 444 y 447.
[39] Boretto, Mauricio en Marisa Herrera y otros “Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado”, Infojus, Tomo I, págs. 283/284.
[41] Grispo, Jorge Daniel “Sociedades no constituidas según los tipos del capítulo II y otros
supuestos”, LA LEY 10/07/2015 1.
[42] Para la aplicación de la teoría de la apariencia debe tratarse de actos que no fueran
notoriamente ajenos a la función que desempeñaba el agente involucrado. Por ello, no puede
ser trasladado de forma automática a los restantes actos celebrados en “representación de la
sociedad” (Cám. Nac. Com., sala “B”, 17-2-04, “Radio Victoria Catamarca S.A. c/
Supermercados Mayoristas Makro S.A.”, J.A. 2004 –III, fasc.7, págs. 72/73; fallo citado por
Falcón, ob. cit., pág. 394.-
[43] T.S.J., fallo de fecha 9 de mayo de 2000, publicado en "Fallos Obligatorios..., Ortiz
Pellegrini - Junyent Bas, Edit. Lerner, pág. 767/777)
[44] Cám. Nac. Com., Sala “A”, agosto 4-977, "Kraft, Guillermo Ltda. S.A.", E.D., 74-726).-
[45] In re "Sava S.A. c/ Santoro, Osvaldo L." (9/12/80), L.L., t. 1981-D, pág. 189, jurisprudencia
citada en el fallo comentado).-
[46] Lorenzetti, Ricardo Luis, ob. cit., Tomo IX, pág. 553.
[47] Palacio, Lino E. –Alvarado Velloso, Adolfo, ob. cit., tomo 2, nro. 53.1.2.2.1, págs. 442/444.-
[48] El art. 27 del Código Procesal anterior (ley prov. 1419), eximía de acreditar la
representación si era ejercida con motivo de un empleo público. Se decía que habiendo sido
publicado su nombramiento, le bastaba al representante invocar el carácter que inviste. Si bien
respecto de ciertos funcionarios se puede suponer notoria la investidura (por ejemplo, del
representante –legal- de la Dirección de Administración del Excmo. T.S.J.), no es así en
relación a muchos otros (Vénica, Oscar Hugo, Comentario a la reforma procesal civil y
comercial, Edit. García Torralba, pág. 35). Por tanto, la única excepción es la que resulta del
art. 7 de la ley prov. 7854, en tanto ley especial, pero a quienes invoquen delegación de
facultades del Fiscal de Estado les corresponde agregar el escrito de sustitución a que alude el
art. 6 de la mencionada ley (Cám. 7° de Cba., Semanario Jurídico nro. 971, del 10/02/94, pág.
159).-
[49] Vénica, Oscar Hugo, “Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba”, Edit.
Marcos Lerner, Tomo I, pág. 274.-
[50] Una situación particular se presenta cuando fallece quien el actor pretende demandar
(deudor); se plantea el interrogante acerca de en contra de quien se debe dirigir la demanda.
Dado que en nuestro derecho la sucesión, o mejor dicho, el estado de indivisión de la masa
hereditaria no es sujeto de derecho, la demanda debe enderezarse contra todos los herederos.
Al respecto se ha dicho que si los mismos son conocidos se debe proporcionar sus nombres;
en caso contrario se los citará por edictos. A fin de develar quienes son los sucesores,
corresponde requerir informes al Registro Público de Juicios Universales (Ley prov. 7869), lo
que pueden hacer los particulares o los letrados de acuerdo con el art. 18 de la ley prov. 5805,
como lo autoriza el art. 7 de la ley prov. 7869. Puede suceder que el juicio sucesorio no se
haya iniciado, por lo que no hay otra alternativa que citar por edictos a los herederos del
deudor, sin otra indicación posible que el nombre y apellido del causante, debiéndose continuar
luego, en su caso, como está dispuesto respecto de los rebeldes (art. 113 del C.P.C.C.).
[51] Conf. C.S.J.N., 29-4-82, “Bengolea, Santiago c/ Provincia de Bs. As.”, L.L. 1982 -D- pág.
461.-
[52] CSJN, 15-3-94, “Ferrer de Rodríguez, Alicia B. c/ Avellaneda Huergo, Enrique A.”, E.D.
158-540. Una vez más el más alto tribunal de la nación aplica la “teoría del exceso de rigor
formal” (exceso ritual manifiesto), pergeñada a partir del famoso caso “Colalillo…”.-
[53] LLoveras Nora B., Orlandi Olga E. y Faraoni Fabián E. en Marisa Herrera y otros “Código
Civil y Comercial de la Nación Comentado”, Infojus, Tomo VI, pág. 99.
[54] Fontanarrosa, Rodolfo O. “Derecho Comercial Argentino”, Ed. Zavalía, 1994, Tomo I, pág.
447.
[56] Lorenzetti, Ricardo Luis, ob. cit., Tomo II, pág. 421.
[57] Palacio-Alvarado Velloso, “Código Procesal…”, tomo 2, comentario al art. 46, pág. 424.
Los autores citados expresan que tal delegación del ejercicio del derecho de postulación
procesal (ius postulandi) configura la hipótesis de la representación voluntaria, la que se halla
regulada por las disposiciones concernientes al contrato de mandato (art. 1869 y ss del C.C.)
en tanto ellas no se opongan a las contenidas en las leyes procesales (art. 1870 inc. 6° del
C.C.). La legislación procesal local debe primar sobre la legislación nacional de fondo, ya que
constituye materia reservada a las provincias.-
[59] Vénica, ob. cit., tomo I, pág. 230. Advertimos de este modo que el ordenamiento ritual
autóctono sólo permite otorgar poder a los profesionales del derecho (abogados o
procuradores), por lo que no puede reconocerse personería al mandatario de una sociedad que
no es abogado o procurador. También como consecuencia de lo explicitado, se puede afirmar
que los administradores de bienes ajenos no pueden representar judicialmente. Respecto de
los representantes de los incapaces, quedan incluidos en el art. 80 1° párr. del C.P.C.C., esto
es, pueden actuar en ejercicio de esa calidad con patrocinio letrado -obligatorio, según art. 80-,
u otorgando poder a un abogado o procurador. En esta misma línea se ha expedido nuestro
tribunal casatorio afirmando: “el llamado “ius postulandi” en la representación voluntaria ha sido
reservado, en forma exclusiva y excluyente, a favor de los abogados y procuradores (salvo las
excepciones expresamente previstas). Así la elección del mandatario no puede recaer en
cualquier persona capaz, sino en determinados profesionales especializados. En efecto,
expresamente se limita la facultad de delegar el ejercicio del derecho de postulación procesal
en un grupo de personas que reúnan dos requisitos: la posesión de título habilitante (abogado y
procurador) y la inscripción en la matrícula. Por ello, para representar voluntariamente a otro en
juicio en la Provincia de Córdoba es necesario ser abogado o procurador matriculado […] La
reserva legal de la representación voluntaria judicial de las partes en los abogados
matriculados obedece a distintas finalidades, todas ellas legítimas, atendibles y razonables. En
efecto, primeramente la representación por parte de un profesional del derecho responde a la
necesidad de garantizar al sujeto titular del interés el efectivo y eficaz ejercicio de su derecho
de defensa, ya que el éxito de las pretensiones que se formulan ante los tribunales dependen
en mucha medida, por un lado, de que éstas se hayan formalizado acertadamente, y por otro,
de que se aprovechen de manera adecuada las diferentes oportunidades de actuación procesal
que la ley concede a cada parte. Y para lograr todo esto son imprescindibles conocimientos
jurídicos especializados que sólo el abogado posee. Además, concurre un interés público en la
imposición de que los litigantes confíen su representación voluntaria sólo a un Abogado y no a
otro profesional, interés el cual radica en el hecho innegable de que la intervención de estos
profesionales facilita el adecuado funcionamiento de los tribunales. Así, la intervención de
Abogado contribuye al mejor funcionamiento de la Administración de Justicia. Recuérdese en
esta línea que sólo los abogados (y no otros profesionales) han recibido una preparación
universitaria específica para el litigio. Por ello, considero que la administración de justicia no
podría funcionar –al menos no del modo ideal- sin los profesionales del derecho. Su
intervención es garantía de ciencia y probidad, de dominio del procedimiento técnico y forense,
de precisión y sobriedad en la exposición de los hechos, en la fundamentación del derecho y
en la clara determinación del objeto de su defensa. Sobre el tópico, enseña autorizada doctrina
que: “la función del abogado es necesaria para el Estado, tan necesaria como la del juez,
porque ambos actúan como servidores del derecho. El carácter público de la abogacía explica
la potestad estatal de exigir el patrocinio profesional en toda controversia o proceso judicial y el
consecuente control de la matrícula y de los requisitos morales inherentes al ejercicio de la
profesión. Por otra parte, la actividad del abogado y la del juez generan, espontáneamente, un
recíproco control que resulta beneficioso para la administración de justicia. La abogacía, en
definitiva, es un claro ejemplo del ejercicio privado de funciones públicas, respecto de la cual,
las asociaciones y los colegios de abogados están interesados, tanto en el imperio de la ley y la
independencia de los jueces, cuanto en la capacitación y respeto de quienes ejercen con
decoro y dignidad la profesión de abogados” (FAYT, Carlos S., Presente y futuro de la
abogacía, LA LEY 1997-F, 1130) […] Finalmente, la ratio de la norma radica también en un
claro interés –también de naturaleza pública- consistente en la defensa de las incumbencias
profesionales propias de la profesión de la abogacía. Sólo éste profesional está habilitado para
ejercitar el ius postulandi, estableciendo -en este sentido- el art. 16 inc. 1º de la Ley 5805 que:
“El ejercicio de la profesión comporta para el abogado las siguientes facultades: El desempeño
del ministerio de la abogacía en sus distintas formas: asesoramiento, patrocinio,
representación, defensa y de las otras funciones que le estén encomendadas por la ley...”. Por
lo demás, el régimen colegiado y sancionatorio al que se encuentran sometidos los abogados
respecto de sus incumbencias profesionales es un reaseguro del sistema de justicia vigente
[…] En mérito de todo lo desarrollado, está claro que aquél mandato judicial que se otorgue a
un sujeto que no tenga las cualidades de abogado matriculado, como tal, carece de toda
idoneidad para justificar la personaría en juicio. En efecto, un poder en el cual –como en el
caso- se asignen al representante facultades para “promover y contestar demandas y
reconvenciones, excepciones, vistas y traslado, recusar con o sin causa (...) oponer
excepciones de cualquier índole, absuelva y haga absolver posiciones, preste y exija
juramentos o causiones juratorias, fianzas” (fs. 5), etc., sólo puede ser otorgado a favor de un
profesional abogado matriculado. Situaciones como la presente configura un mandato con
"objeto jurídicamente imposible", porque viola las normas que regulan el ejercicio profesional en
los juicios (art.1891 CC, Spota A. "Instituciones de Derecho Civil - Contratos", VIII, p.80, Ed.
Depalma, Bs.As., 1983) que acarrea graves consecuencias que justifican plenamente la
solución a que adoptamos. Es que la norma impide acciones reciprocas, la ausencia al derecho
de retribución, libera del derecho de rendir cuentas, reclamar daños y la posibilidad de reclamar
el dinero entregado por adelantado y ello es así porque la imposibilidad jurídica se identifica
con la ilicitud, originaria y absoluta (Lorenzetti, en Alberto BUERES - Elena HIGHTON, "Código
Civil y normas complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial", T. 4D, p.239,
Hammurabi, Bs.As., 2003). La excepción a la regla es que el mandatario no supiere o no
tuviere razón de saber que el mandato era ilícito o de objeto jurídicamente imposible, "buena fe
diligente que en el caso del mandato de objeto legalmente imposible no puede alegarse por
razones de orden público (Spota, ob. y pág. cit..) y porque no se trata de una ignorancia
excusable (López de Zavalía, Fernando J., "Teoría de los contratos", T. 4, Parte Especial (3),
p.526/7, Víctor P. de Zavalia Editor, Bs.As., 1993) […] la sustitución del mandato presupone
una designación válida del mandatario. Por lo tanto, si el designado mandatario no es una de
las personas habilitadas para el ejercicio de la procuración judicial (por ser contador) no puede
tampoco cumplir válidamente con la delegación desde que no puede sustituir a alguien un
derecho que no tiene. A lo expuesto, sólo resta agregar que una solución contraria importaría
una grave afectación al ámbito de incumbencias profesionales de los abogados, toda vez que
la exigencia de que en ellos recaiga la representación en juicio procura –precisamente- que sea
el letrado el que haga de directo intermediario entre el particular y el Tribunal sin que interfieran
mediadores que carezcan de la habilitación y capacitación necesaria” (TSJ Cba., Sala Civil, in
re "TARJETA NARANJA S.A. C/ LESCANO OLGA GRACIELA Y OTRO – ABREVIADO –
COBRO DE PESOS – RECURSO DE APELACIÓN – RECURSO DE CASACIÓN (Expte. T-
01/06)", Sent. nro. 3, del 18/02/2009).
[60] Conf. Kielmanovich, Jorge L., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, Comentado
y anotado, Edit. Abeledo Perrot, cuarta edición ampliada y actualizada, Tomo 1, pág. 96.
[61] FENOCHIETTO, Carlos E., Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Bs. As.,
4° ed., Bs. As., Astrea, 1998, t. I pág. 72.
[64] Cfr. T.S.J., in re “Incidente de impugnación de subasta de River Side S.A. en: Cuerpo de
ejecución de sentencia en: Academia Femenina del Sagrado Corazón c/ Chateau S.A. –
Ejecución Hipotecaria-Rec. De casación”, A.I. nro. 182, del 20/09/02; Sem. Jurídico nro. 1384
del 24/10/02.-
[65] Sobre la nulidad de lo actuado sin poder puede consultarse con provecho Molina de
Camminal, María Rosa, Nulidades en el proceso civil, edit. Advocatus, pág. 217 y ss.). Expresa
la mencionada autora que en principio, cuando la parte titular de derechos que se están
actuando en el proceso no ha realizado personalmente un acto, puede ratificar lo actuado en su
nombre, y ello tiene efectos retroactivos. Pero aclara lo siguiente: “Esta pauta se utiliza para los
supuestos de actos procesales que no deban necesariamente ser practicados en un momento
determinado dentro del proceso. Cuando se trata de actos que deben ser realizados en un
plazo, la ratificación, para producir efectos, se debe practicar dentro del término prescripto por
la ley para el acto de que se trate” (ob. cit. pág. 219). Es así que, tratándose de términos
fatales, la ratificación, para ser válida deberá ser practicada antes del vencimiento del plazo
dentro del cual el acto debió cumplirse (art. 50 del C.P.C.C.). En relación a los actos para los
que rige un plazo perentorio no fatal, la ratificación puede hacerse antes del acuse de
decaimiento (art. 48 del C.P.C.C.).-
[68] Sagüés, Néstor Pedro “Elementos de derecho constitucional”, Ed. Astrea, Tomo II, pág.
129.
[70] Ferrer Martínez, Rogelio, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba,
edit. Advocatus, tomo I, pág. 224.
[71] Los poderes apud-acta se hacen mediante la suscripción de un formulario ante el mismo
tribunal, con lo que quedan incorporados a las actuaciones una vez firmados por el juez (Ferrer
Martínez, ob. cit., tomo I, pág. 224).-
[72] El art. 51 de la ley orgánica del poder judicial, prescribe: “El juez de Paz de Campaña
tendrá las siguientes atribuciones: 1) Intervenir en el otorgamiento de poderes en los lugares
donde no hubiere Escribano Público…”.-
[74] Es el caso de los representantes legales, por ejemplo: la madre que reclama alimentos
para su hijo menor de edad y que otorga -en ese carácter- poder apud-acta o carta poder a
favor de un letrado. En tal supuesto, se torna necesario consignar en el poder el carácter que
inviste, esto es, dejar bien en claro que el apoderamiento no es para actuar por derecho propio
sino en nombre y representación del verdadero pretensor que es el hijo, y acompañar además
la partida de nacimiento del mismo a los fines de acreditar su carácter de representante legal.
[75] Hay notificaciones que corresponde hacer en el domicilio real de la parte, como por
ejemplo la prueba de absolución de posiciones (art. 144 inc. 3° del C.P.C.C.). Se puede citar
como ejemplo también la notificación de la regulación de honorarios del mandante, cuando éste
pretende cobrar esos emolumentos al propio cliente (en realidad: ex cliente). En función de lo
expuesto, por más que la resolución que contenga la regulación de los honorarios haya sido
notificada al domicilio constituido (estudio jurídico del apoderado), el plazo para apelar la
regulación de honorarios del mandatario comienza a correr a partir de la notificación al
domicilio real del mandante.-
[77] Palacio, Lino, Manual de Derecho Procesal Civil, Edit. Abeledo Perrot.-
[78] La acción en curso por reparación de las consecuencias no patrimoniales puede ser
continuada por los herederos al fallecer el actor. La única condición es que haya sido
promovida en vida por el de cujus (art. 1741 CCyC.).-
[79] Cfr. Falcón, ob. cit., pág. 417. En la órbita Nacional, esta cuestión se encuentra tratada en
el art. 53 inc. 5° y 6° del C.P.C.C.N. Así, concluye el mandato por muerte o incapacidad del
poderdante (inc. 5°), si bien, en tales casos el apoderado mantendrá su personalidad hasta que
los herederos o representante legal tomen la intervención que les corresponda en el proceso, o
venza el plazo fijado a tales fines, citándolos directamente si se conocieran sus domicilios, o
por edictos durante dos días consecutivos, sin no fueran conocidos, bajo apercibimiento de
continuar el juicio en rebeldía en el primer caso y de nombrarles defensor en el segundo.
Asimismo, cuando el deceso o la incapacidad hubiere llegado a conocimiento del mandatario,
la ley procesal señala que éste deberá comunicarlo al juez dentro del plazo de diez días, bajo
pena de perder el derecho a cobrar los honorarios que se devengaren con posterioridad. Como
en su par local, el Código Procesal de la Nación prevé también como modo de cesación del
mandato, la muerte o inhabilidad del mandatario (inc. 6), hecho este que apareja la necesaria
suspensión del procedimiento y el señalamiento de un plazo para que el mandante comparezca
por sí o por apoderado, citándolo en la forma y con el apercibimiento previsto en el inciso
anterior en lo que respecta a la declaración de rebeldía (Cfr. Kielmanovich, Jorge L., “Código
Procesal…”, ob. cit., pág. 103.-
[80] Cabe preguntarse si es aplicable en el ámbito local la norma contenida en el art. 44 del
C.P.C.N., a mérito de lo dispuesto por el art. 887 del C.P.C.C..
[84] Colombo, Carlos J., Código Procesal y Comercial de la Nación, anotado y comentado,
Edit. Abeledo-Perrot, 4° edición, tomo I, pág. 190.
[86] Conf. González Castro, Manuel, en Teoría General del Proceso, Tomo I (Directoras
Ferreyra de De la Rúa – González de la Vega de Opl), Edit. Advocatus, pág. 334.-
[88] Ramacciotti, ob. cit., pág. 254. A nivel Nacional, este instituto encuentra regulación en el
art. 88 del C.P.C.C.N., que prescribe: “Podrán varias partes demandar o ser demandadas en
un mismo proceso cundo las acciones sean conexas por el título, o por el objeto, o por ambos
elementos a la vez”.-
[89] Se puede apreciar la similar redacción que presenta con su par nacional, transcripto en la
nota anterior.-
[91] citado por Ramacciotti, ob. cit., pág. 257, nota 43.-
[93] Cam. Nac. Civ., Sala E, 19-6-98, D.J. 2000 -1-pág. 286
[94] Vénica, Oscar Hugo, ob. cit., tomo II, pág. 242.-
[95] Se puede consultar con provecho el fallo de la Cám. 1° de Apel. Cba., L.L. Cba. 1995, pág.
233, en donde se expresa que la incontestación de la demanda por uno de los colitigantes no
trae aparejado el apercibimiento del art. 192 del C.P.C.C.
[96] Cám. Nac. Civ., sala E, 9-10-91, “Marsengo, Juan C. c/ Pons, Ernesto”; J.A. 1992 –III,
sínt..-
[97] El art. 341 del C.P.C.C. prescribe: “El impulso del procedimiento por uno de los
litisconsortes extenderá sus efectos a los restantes”.-
[98] El proceso es uno solo, de manera que cualquier acto suspensivo del procedimiento
realizado por cada uno de los litigantes beneficia a todos los demás. Por esta razón, conforme
al principio de adquisición procesal, las actividades que las partes desarrollan en el juicio se
influyen recíprocamente y las benefician o perjudican por igual, cualquiera sea que ejecute el
acto, pues este tiene carácter común, independientemente de la parte que lo produzca. Este
principio, de ordinario referido a las partes enfrentadas en el proceso, con mayor razón debe
regir en las relaciones entre los litisconsortes (Falcón, ob. cit., pág. 322).
[99] Se ha resuelto a este respecto que si se trata de una obligación divisible y los
coacreedores han demandado conjuntamente constituyendo un litisconsorcio activo, las
excepciones y defensas deben considerarse individualmente, ya que la acumulación de
pretensiones no significa que la decisión sea la misma para todos los litisconsortes
(Ramacciotti, ob. cit., pág. 263, nota n° 63).-
[100] Existiendo acumulación subjetiva, la valoración de la prueba debe ser hecha en conjunto,
con valor directo o presunción según se refiera a un hecho individual o común; cuando sea
común, el juez debe considerarla aunque no haya sido ofrecida por un actor o un demandado,
por lo que producida prueba respecto de un hecho común, ello bastará para tenerlo por
acreditado con respecto a todos (Cám. Nac. Civ., sala “C”, 27-10-69, E.D. 30-346).-
[101] Cám. Nac. Civ., sala “G”, 28-11-91, “Cortés, Alberto y otro c/ Artinao González, Sergio H.,
J.A. 1995 –III, sínt.-
[102] En este supuesto la confesión sólo puede tener valor de un indicio. Si uno de los
litisconsortes niega la confesión de los demás, hace necesario que ésta sea comprobada
fehacientemente (Cám. Civ., sala “D”, 24-2-97, L.L. 1998 –D- pág. 483.-
[107] Cám. 8° de Apel. Cba., Gómez Rubén A. c/ Ruiz María E. y otro" sentencia del 27/02/01;
L.L. Cba., 2001 pág. 910 y ss..-
[108] TSJ, Morchio de García, Graciela E. y otros c/ Luciano Terenzio y otra -Ejecución de
Sentencia (sumas líquidas)-Recurso directo", auto nro. 173 del 04/09/02, Sem. Jurídico nro.
1383 del 17/10/02.-
[109] Devis Echandía, Hernando, Teoría general del proceso, pág. 385 y ss.-
[110] En el mismo sentido se puede consultar un interesante fallo del T.S.J. in re “Cesarin José
A. y otros –p.ss.aa de propagación culposa de enfermedades contagiosas-“; sent. nro. 123 de
fecha 22/10/99.
[111] Altamirano, Eduardo Christian – Torres, Jorge David Torres, Actualidad Jurídica no. 121
año 5 2da. quinc. Mar. 2007 p. 8011-8024. Para profundizar sobre el tema, se puede consultar
con provecho la copiosa jurisprudencia relacionada en el interesante trabajo citado.
[112] Art. 89: “Litisconsorcio necesario. Cuando la sentencia no pudiere pronunciarse útilmente
más que con relación a varias personas, éstas habrán de demandar o ser demandadas en un
mismo proceso. Si así no sucediere, el juez de oficio o a solicitud de cualquiera de las partes
ordenará, antes de dictar la providencia de apertura a prueba, la integración de la litis dentro de
un plazo que señalará, quedando en suspenso el desarrollo del proceso mientras se cita al
litigante o litigantes omitidos”.
[113] En este caso la acción deberá entablarse conjuntamente contra el padre y la madre.
[115] Señala el Dr. Falcón que en las acciones de impugnación y reconocimiento de filiación,
tanto el marido, a quien le cuadra la presunción de paternidad del art. 243 del C.C., como el
tercero a quien se le atribuye ser el verdadero padre, conforman un litisconsorcio pasivo
necesario (ob. cit., pág. 336, nota nro. 88).
[116] Ramacciotti, ob. cit., pág. 269.-
[118] Conf. Falcón, ob. cit., pág. 333. El autor citado destaca que en el caso de litisconsorcio
pasivo obligatorio se produce una derogación de las reglas de competencia y el
desplazamiento de la misma.-
[123] Falcón, ob. cit., pág. 341, citando jurisprudencia de la casación local y santafesina.-
[125] Falcón, ob. cit., pág. 339. Hay que dejar a salvo -claro está- el supuesto en que los
allanados también hubieren sido culpables de la reclamación o se encontraren en mora; en tal
caso, también deberán soportar las costas juntamente con los litisconsortes que resistieron,
conforme lo dispone el art. 131 del C.P.C.C..-
[126] Vénica, Código Procesal Civil y Comercial de la Pcia. de Cba., Edit. Marcos Lerner, tomo
II, pág. 244.-
[127] Es la solución propiciada por el notable procesalista Oscar Hugo Vénica. En mi opinión,
bastaría denunciar el déficit de la integración mediante un escrito, en cualquier estadio
procesal, ofreciendo prueba si es necesario acreditar alguna cuestión de hecho. Ante ese
pedido, el tribunal, si es ostensible el defecto de integración, procederá a integrar
inmediatamente la litis; si no surge de autos, ordenará correr traslado a la contraria, si lo estima
pertinente, dispondrá la producción de la prueba ofrecida, y dictará resolución.-
[128] Conf. Falcón, ob. cit., pág. 331; y Cám. Nac. Civ., sala “B”, 14-5-87, L.L. 1987 –D- pág.
318.-
[129] Giannini, Leandro J. “Los derechos de incidencia colectiva en el Proyecto de Código Civil
y Comercial (Aportes para su redefinición)”, DJ05/09/2012, 89.
[130] Juzg. 44 CC, Dr. Alicia del Carmen Mira, en autos “Fundación Club de Derecho Argentina
c/ Banco Itaú Argentina S.A. – Abreviado – Otros” (Expte N° 2849064/36), decreto de fecha
31/05/2016.
[131] Ferreyra de De la Rua-González de la Vega de Opl, Teoría General del Proceso, Edit.
Advocatus, Tomo I, pág. 259.-
[133] Díaz, Clemente, Instituciones de derecho procesal, Edit. Abeledo-Perrot, Bs. As., Tomo II
–A-, pág. 458.-
[134] Autores citados por Junyent Bas, Francisco, “El rol institucional del Ministerio Público. A
propósito de su legitimación en causas civiles, concursales, de familia, de relaciones de
consumo y acciones colectivas donde esté de por medio el orden público”; Semanario Jurídico
nro. 1652, del 10/04/08, pág. 457.
[135] Polverini, Verónica “El Ministerio Público en el Proyecto de Código Civil”, DFyP 2014
(octubre), 144.
[136] Camps, Carlos E. “La capacidad de ejercicio de derechos en el proceso civil”, RCCyC
2016 (marzo), 3.
[141] Polverini, Verónica “El Ministerio Público en el Proyecto de Código Civil”, DFyP 2014
(octubre), 144.
[142] Ferreyra de De la Rúa-González de la Vega de Opl, ob. cit., pág. 264.-
[143] Junyent Bas - Flores, El Ministerio Público Fiscal: algo más que un órgano penal; Sem.
Jurídico nro. 1479, pág. 485.
[145] Dictamen C nro. 752 del 4/9/01 en autos "Barboza Malvina René y otros c/ Provincia de
Córdoba -Ordinario-Recurso de inconstitucionalidad-".-
[146] "Jimenez Tomas c/ Citibank N.A. y otra -Ordinario-Recurso Directo-" ("J" 05/01),
Sentencia nro. 72 del 21 de julio de 2003; Semanario Jurídico nro. 1424, del 04/09/03.-
[149] En contra: TSJ, in re Jiménez c/ Citibank, fallo citado. En la referida resolución, el tribunal
casatorio estimó que si no existe una norma adjetiva que especial y específicamente otorgue
competencia al Ministerio Público Fiscal para intervenir en juicio civil, la misma deviene en
inadmisible, aún cuando en la causa se encuentre involucrado el interés público. Destacó que:
“lo expuesto importa ya dos soluciones a la cuestión a resolver y las mismas pueden ser
enunciadas del siguiente modo: 1) para que se encuentre habilitada la legitimación procesal del
Ministerio Público Fiscal resulta indispensable que exista una norma atributiva de tal función y
2) La participación del Ministerio se vincula a cuestiones de índole social o pública, y por lo
tanto la omisión de la misma no puede ser subsanada por el consentimiento tácito de un
particular”.
[150] Alem de Quiroga, Liliana Emilce, Intervención del Ministerio Público Fiscal en los juicios
de insania e inhabilitación judicial; Sem. Jur. nro. 1431, 23/10/03, pág. 517.-
[152] Vénica, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba...,
Edit. Marcos Lerner, Tomo VI, pág. 86.-
[153] En este aspecto, se puede consultar con provecho Carranza, Gustavo, “El fiscal y la
declamatoria, Foro de Cba. Nro. 51, pág. 107 y ss.
[154] T.S.J., Jimenez c/ Citibank N.A., fallo cit. nota 146.
[156] Fiscalía General, Dictamen C-44 in re "JIMENEZ TOMAS C/ CITIBANK N.A. Y OTRA –
ORDINARIO RECURSO DIRECTO" (febrero de 2002). En otros pasajes, el Sr. Fiscal Gral.
subrayó que “Si bien la relación de consumo tiene base contractual y por ello puede quedar
subsumida en alguno de los ámbitos legales tradicionales del ordenamiento jurídico, el interés
comprometido impone que tales relaciones sean juzgadas a la luz de ciertas líneas directrices
propias. Es en función de ello que se contempla la obligatoria intervención del Ministerio
Público como fiscal de la ley. Dicho órgano debe velar por la aplicación de las reglas generales
de consumo que hacen a la defensa de los intereses despersonalizados, por lo que su
intervención se impone aunque se trate de un reclamo de naturaleza particular, como el de
marras.
[157] TSJ, Sala Civil, Sentencia N° 62 del 03/06/2015 “FERNÁNDEZ, RUPERTO C/ LIBERTAD
S.A. – ORDINARIO – COBRO DE PESOS – RECURSO DE APELACIÓN – RECURSO DE
CASACIÓN” (F 28/13) (Expte. Nº 1741312/36).
[160] Vénica, Oscar Hugo, El Ministerio Público Fiscal en los procesos no penales.
Legitimación para recurrir; Semanario Jurídico nro. 1618, del 25/07/07, pág. 109 y ss.
[163] En la misma postura, Palacio, Lino E.-Alvarado Velloso, Adolfo, Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación, explicado y anotado jurisprudencialmente y bibliográficamente, Tomo
6, Edit. Rubinzal-Culzoni, nro. 2471.5.1, pág. 31.-
[164] La Ley Cba., 2001, pág. 1144, fallo citado por Vénica, en el Ministerio Público Fiscal en
los procesos no penales. Legitimación para recurrir.-
[165] Cámara en lo Civil y Comercial de Bell Ville, Auto N° 19 del 04.03.10 in re “Cardozo,
Gerardo Rene y Andrea Lanfranco c/Elvio Lerda y Otros-Ordinario”, Diario Jurídico N° 1878 del
09/06/10.
[166] Foro de Córdoba nro. 113, pág. 156, fallo citado por Vénica, ob. cit. nota 164. A este
respecto comenta el autor citado un fallo de la casación local: “El del TSJ, caso muy
particular,… admitió una casación per saltum del fiscal general en el conocido caso de los
remises habilitados a circular por medidas cautelares adoptadas en acciones de amparo, en
donde jugaron cuestiones políticas, puesto que el mismo resultado se hubiera obtenido
simplemente con que la Municipalidad de Córdoba hubiera apelado” (puede consultarse el
precedente en Foro de Córdoba nro. 56, pág. 217)
[167] TSJ, Sala Civil, Auto N° 377 del 12.10.11. in re "Boccolini Gustavo Luis c/ Dirección del
Registro General de la Provincia-Rec. Apela c./Decisión autoridad administrativa o Persona
Pub. No estatal (Civil) Recurso de casación", Diario Jurídico N° 2277 del 19/03/12.
[168] Peralta Mariscal, Leopoldo, ob. cit., pág. 257. Aunque referido al Ministerio de Menores,
la solución es aplicable al Ministerio Público Fiscal.-