Está en la página 1de 10

Introducción a lo imaginario en Lacan

Norma Alicia Sierra

En "Función y Campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis" (1953), texto inaugural de


su enseñanza, Lacan está interesado en retomar el lugar del lenguaje y la palabra en la
experiencia analítica como así también de diferenciar el yo del sujeto. Esos primeros tiempos
apuntaron principalmente al intento de separar Simbólico e Imaginario, para arribar a la
anteposición de lo Simbólico en la articulación de los tres registros, desarrollos que
corresponden a la época del "retorno a Freud".

Los tres registros de la experiencia, Imaginario, Simbólico y Real, estuvieron presentes desde
el inicio hasta el final de la enseñanza de Lacan, y son fundamentales para no confundir los
diferentes planos en los que se produce la experiencia humana y la experiencia
psicoanalítica.

En el Seminario I "Los escritos técnicos de Freud", Lacan hace mención al "... juego recíproco
de esos tres grandes términos que ya tuvimos oportunidad de introducir: lo imaginario, lo
simbólico y lo real." Y agrega que "Nada puede comprenderse de la técnica y la experiencia
freudianas sin estos tres sistemas de referencia. Cuando se emplean estas distinciones
muchas dificultades se justifican y aclaran." (Lacan, 1953, p. 119).

Es decir que no se puede pensar un registro sin el otro.

Una primera aproximación que podemos hacer a la diferencia entre lo imaginario y lo


simbólico es la idea de Lacan acerca de la comprensión como diferente de la interpretación.

"Comentar un texto es como hacer un análisis. Cuántas veces advertí a quienes están en
control conmigo cuando me dicen: Creí entender que él quería decir esto o aquello, les
advertí que una de las cosas que más debemos evitar es precisamente comprender
demasiado, comprender más que lo que hay en el discurso del sujeto. No es lo mismo
interpretar que imaginar comprender. Es exactamente lo contrario. Incluso diría que las
puertas de la comprensión analítica se abren en base a un cierto rechazo de la
comprensión." (Lacan, 1953, p. 120 seminario 1)

1
La comprensión queda del lado de lo imaginario, la interpretación de lo simbólico. Desde
esta perspectiva, la reconstrucción del pasado es una historización, es reescribir la historia,
no tanto recordarla. Inscribirla en el registro de la palabra. De esta manera, se puede
entender que el psicoanálisis no es una descarga homeopática, no es catarsis, no es solo
recordar, sino que se trata de interpretar, e interpretar es leer esa historia.

"... la restitución de la integridad del sujeto se presenta como una restauración del
pasado. Sin embargo, el acento cae cada vez más sobre la faceta de reconstrucción que
sobre la faceta de reviviscencia en el sentido que suele llamarse afectivo". (Lacan, 1953,
p. 28, seminario 1)

La comprensión es del yo, y la interpretación apunta al sujeto, al inconsciente estructurado


como un lenguaje. Lacan se interroga acerca del empleo que hacemos del lenguaje y la
palabra en el tratamiento. A partir de la relación analítica, en la que dos sujetos se vinculan
por un pacto, y en el interior de esta relación, va a decir que "se trata primero de desatar las
amarras de la palabra", y que en su modo de hablar, en su estilo, en su modo de dirigirse al
interlocutor, "el sujeto está liberado de los lazos. No sólo de cortesía y buenos modales, sino
incluso de coherencia. Se sueltan algunas de las amarras de la palabra." "Para el sujeto, la
desinserción de su relación con el otro hace variar, ..., oscilar, ... des-completar la imagen de
su yo." (Lacan, 1953, p. 269, Seminario 1).

Para entender esta diferencia es que debemos aprender a diferenciar los registros de lo
imaginario, lo simbólico y lo real.

Lo Imaginario es lo que guía a los seres vivientes en el rastreo de sus necesidades. Ante la
imagen de un objeto se desencadena en el animal una respuesta instintiva específica, por ej.
ante la vista del congénere sexual se despliegan los comportamientos propios de la especie
para alcanzar la reproducción. Lo que observaron los estudios etológicos, es que lo que se
persigue es la imagen del objeto y no el objeto. Por lo tanto la conducta instintiva se
despliega ante la imagen del objeto y no ante el objeto como tal. Cuando se presentifica
determinada imagen adviene la conducta correspondiente a la respuesta instintiva que ese
estímulo desencadena, aunque la imagen no esté soportada por ese objeto.

2
Lo imaginario es suficiente para guiar a los animales en la vida, pero para los seres humanos
resulta insuficiente. En el ser humano, es necesaria la presencia del semejante que haga por
él y para él lo que ese viviente no puede hacer debido a su prematuración biológica al nacer.

Entonces, un primer aspecto importante es que el Imaginario está organizado de un modo


diferente en el animal y en el ser humano. Lacan hace comparaciones con los estudios
etológicos para ir dando cuenta de lo Imaginario en el hombre.

"... la relación imaginaria brinda definitivamente los marcos dentro de los cuales se harán
las fluctuaciones libidinales."

"Es este déficit originario de lo Imaginario para suplir dicha insuficiencia el que abre las
puertas a lo Simbólico, estatuto que va a proporcionar las estructuras que 'velan' dicha
limitación esencial de lo Imaginario, dicha falta."

Para abordar el problema de lo imaginario en el hombre, en el texto "Acerca de la


causalidad psíquica" de 1946, Lacan toma el fenómeno de la locura. Allí desarrolla la idea de
que con la virtualidad se trata de tapar de manera estásica la falta en ser.

En la tercera parte de este escrito, Lacan aborda el tema de la causalidad psíquica, y allí
encontramos "la declaración explícita de que el concepto de identificación, y la teoría del
estadio del espejo y de la naturaleza y formación del yo, provienen de los estudios sobre la
paranoia (p.170). Esto es afirmar que en el primer Lacan la identificación idealizante de la
locura paranoica es la que proporciona el modelo del concepto de identificación también
para la constitución del yo en el estadio del espejo." (Mazzuca, 2005, p. 124)

En consecuencia, Lacan rechaza la concepción del yo de los posfreudianos, para quienes el


yo tiene una función de síntesis del organismo y de aliado terapéutico, y construye una
teoría del yo como desconocimiento, estructura propia del «conocimiento paranoico». "La
historia del sujeto se desarrolla en una serie más o menos típica de identificaciones
ideales..." p. 168

Lacan saca a la locura del campo perceptivo, la alucinación no es un error, sino un fenómeno
ligado a la creencia, y por lo tanto es del orden de la subjetividad.

3
Hay un conocimiento que se obtiene por la percepción visual, pero el sujeto debe creer que
eso que percibe es la realidad de la cosa percibida. Esto nos conduce a la necesidad de
articular lo imaginario y lo simbólico.

El Sujeto se constituye por efecto del Significante, y la estructura del Significante tiene que
ser asumida, adquirida, no es algo innato. Es a partir del Otro que la estructura del lenguaje
se adquiere, siendo el Sujeto efecto de esa estructura.

En Acerca de la causalidad psíquica Lacan dice: “Ningún lingüista y ningún filósofo podría
ya sostener, en efecto, una teoría del lenguaje como de un sistema de signos que
duplicara el de las realidades, definidas por el común acuerdo de las mentes sanas en
cuerpos sanos…” (p. 156).

“El lenguaje del hombre, ese instrumento de su mentira, está atravesado de parte a parte
por el problema de su verdad…” Todavía no tiene la referencia de De Saussure, que será en
el 58, con "La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud". En esta época
su referencia es la polisemia de la palabra, que la palabra no es signo, sino nudo de
significación.

En el Seminario I hace una referencia a la relación de lo simbólico, lo imaginario y lo real a


partir del juego del fort-da. El niño comienza a jugar con el objeto, con su presencia y
ausencia, y en ese juego, se trata de un objeto transformado, de un objeto con una función
simbólica,

"un objeto desvitalizado que es ya un signo. Cuando el objeto está cerca el niño lo
expulsa, cuando no está allí lo llama. Mediante estos primeros juegos, el objeto pasa,
casi de modo natural, al plano del lenguaje. El símbolo emerge y se vuelve más
importante que el objeto." "... Es evidente, basta con que hable de ellos (los
elefantes), para que gracias a la palabra elefante, no sea necesario que estén aquí
para que efectivamente estén aquí, y sean más reales que los individuos elefantes
contingentes." (Lacan, 1953, pág. 264)

El lenguaje es instrumento de la mentira, en cuanto que miente sobre lo real, lo hace


presente pero como mentira, porque no es la cosa, la cosa referencial está perdida, y lo que
hay es el signo que requiere de la creencia. Como es creencia, y no certeza, la articulación

4
Significante y significado no es estable, hay siempre una hiancia entre el Significante y el
significado como efecto de la pérdida del referente real.

En el punto 3 del texto "Acerca de la causalidad psíquica", analiza los efectos psíquicos del
modo imaginario. Allí Lacan indica que la historia del sujeto se desarrolla en una serie más o
menos típica de identificaciones ideales y que no concebimos al Yo de otra manera que
como un sistema central de esas formaciones, sistema al que hay que comprender, de la
misma forma que a ellas, en su estructura imaginaria y en su valor libidinal.

No podemos confundir al Yo con el ser del sujeto. Nada separa al Yo de sus formas ideales,
pero está separado del ser del sujeto.

De esta manera, se entiende que la imagen es lo constituyente y el yo es lo constituido, en la


medida que es por identificación narcisista que se constituye el yo. Precipitarse en una
unidad es concentración de energía narcisista: tensión que incluye y aglutina lo unificante y
arroja, expulsa, excluye lo que amenaza su inercia. Articula agresividad y pulsión de muerte
en la constitución del yo.

La diferencia fundamental, la plantea entre el yo y el ser del sujeto.

Efectos psíquicos del modo imaginario:

1- Verneinung
2- Conocimiento paranoico
3- Transitivismo
4- El rasgo esencial de la imagen es la alienación que conlleva el deseo como deseo de
reconocimiento.
1- El yo no es síntesis sino desconocimiento, verneinung, denegación, negación formal,
una forma típica de desconocimiento de algo que se expresa en su forma invertida. El
yo del narcisismo se constituye por identificaciones, estas desconocen de dónde
proceden, y desconocen la hiancia que vienen a colmar, la hiancia de la falta en ser
del sujeto.
2- Conocimiento paranoico. Estructura fundamental del conocimiento humano,
conocimiento identificatorio. Yo soy otro. El yo se constituye a partir de la imagen del

5
otro, y esto produce un modo particular de relación con el mundo. El yo conoce
confiriendo sus atributos a aquello que pretende conocer.
3- Se confunde el yo y el otro. Transitivismo. El niño rompe un juguete y dice él lo
rompió. O pega y dice él me pegó. El Yo se toma por otro, el otro como yo en una
relación narcisista. Hay un carácter idéntico, reversible, recíproco, entre el yo y el
otro. "El que mira a otro, se mira en el semejante"
4- El primer efecto del modo imaginario es la alienación. En el otro se identifica el
sujeto. Dialéctica especular: El hombre se constituye bajo el signo de la mediación,
del deseo de hacer reconocer su deseo. En "la significación del falo", Lacan dice que
el deseo es objeto, lo que se desea es el deseo del Otro. El sujeto se identifica en su
sentimiento de sí con la imagen del otro, y la imagen del otro viene a cautivar en él
este sentimiento.
En el Seminario I va a plantear que el objeto humano está originalmente mediatizado por la
vía de la rivalidad, por la relación del prestigio y prestancia.
"Es ya una relación del orden de la alienación puesto que el sujeto se capta primero
como yo en el rival. La primera noción de la totalidad del cuerpo como algo inefable,
vivido; el primer impulso del apetito y del deseo pasa, para el sujeto humano, por la
mediación de una forma que primero ve proyectada, exterior a él, y esto, en primer
lugar, en su propio reflejo." (p. 262)
Y articula esta dimensión del objeto con la idea hegeliana del deseo como deseo del otro.
"El hombre sabe que es un cuerpo, aunque no lo perciba en forma completa, ya que se
encuentra en su interior, sin embargo, lo sabe. Esta imagen es el anillo, el gollete, por
el cual el haz confuso del deseo y las necesidades habrá de pasar para que pueda ser
él, es decir, para acceder a su estructura imaginaria."
"El deseo es el deseo del otro" vale en el plano de la captación imaginaria, pero no se limita a
él, si así fuera, no habría, fuera de esa mutua y radical intolerancia a la coexistencia de las
conciencias, ninguna relación interhumana posible, debido a la relación destructora y mortal
que habita al hombre.

La imago, es planteada por Lacan en esta primera época, como esencial para la constitución
de lo imaginario en el hombre. El término imago remite a "los efectos observables de una
forma en el más amplio sentido, que sólo se puede definir en términos de parecido genético,

6
o sea que implica como primitivo cierto reconocimiento” (Lacan, 1946, p. 171). La imago
está entre lo imaginario y lo simbólico. “Sabido es que sus efectos se manifiestan con
respecto al rostro humano desde el décimo día posterior al nacimiento, es decir, apenas
aparecidas las primeras reacciones visuales y previamente a cualquier otra experiencia que
no sea la de una succión ciega.”

El primer efecto de la imago que aparece en el ser humano es un efecto de alienación del
sujeto. El sujeto se identifica en el otro. El deseo mismo del hombre se constituye, nos dice,
bajo el signo de la mediación; es deseo de hacer reconocer su deseo.

"Tiene por objeto un deseo, el del otro, en el sentido de que el hombre no tiene objeto
que se constituya para su deseo sin alguna mediación, lo cual aparece en sus más
primitivas necesidades, como por ejemplo en la circunstancia de que hasta su alimento
debe ser preparado, y que se vuelve a encontrar en todo el desarrollo de su
satisfacción a partir del conflicto entre el amo y el esclavo mediante toda la dialéctica
del trabajo.” (Lacan, 1946, p. 171)

La imago tiene la función de instaurar en el ser una relación fundamental de su realidad con
su organismo.

Luego de haber explicitado que el yo es desconocimiento, y que se constituye sobre la base


del filo mortal de una relación de rivalidad alienante, en la cual la única posibilidad es la de
"yo o el otro", introduce el papel decisivo del complejo de Edipo, como función simbólica,
necesaria para que el sujeto encuentre una salida a la rivalidad imaginaria, y para la
constitución del sentimiento de realidad, haciendo una referencia al papel del padre:

“Una función de poder, un imperativo no ya ciego sino categórico; una persona que
domina y arbitra el desgarramiento ávido y la celosa ambivalencia que fundamentaban
las relaciones primeras del niño con su madre y con el rival fraterno: he aquí lo que el
padre representa, y tanto más, al parecer, cuando que se halla retirado de las primeras
aprehensiones afectivas. Los efectos de esta aparición se expresan de diversas
maneras en la doctrina.... Me parece que se pueden expresar, en su forma más
general, así: la nueva imagen hace 'precipitar en copos' en el sujeto todo un mundo de
personas que, en la medida en que representan núcleos de autonomía, cambian
completamente para él la estructura de la realidad.” (Lacan, 1946, p. 172)
7
Para que la imago cumpla esta función hay que tener la noción de distancia que introduce el
Complejo de Edipo. Distancia que es introducida por la instancia mediadora del Ideal del yo.
Si esa distancia no está, el sujeto se expone a la tendencia suicida, al filo mortal del Estadio
del Espejo, narcisismo freudiano. Narciso, para apropiarse de su imagen se tira al lago y
muere.

Distancia entre el yo y sus formas ideales.

El nudo imaginario de nuestro yo es el narcisismo freudiano. Ahí yace la relación de la


imagen con la tendencia suicida, sin la mediación simbólica, nos queda o el suicidio o el
crimen:

“… Pienso que el complejo de Edipo no apareció con el origen del hombre (en el
supuesto de que no sea insensato tratar de escribir su historia), sino a la vera de la
historia, de la historia ‘histórica’, en el límite de la cultura ‘etnográfica’.
Evidentemente, sólo puede presentarse en la forma patriarcal de la institución
familiar; pero no por ello deja de tener un valor liminar innegable, y estoy convencido
de que en las culturas que lo excluían su función la debían llenar experiencias
iniciáticas, como aún hoy nos lo deja ver, por lo demás, la etnología. Su valor de cierre
de un ciclo psíquico atañe al hecho e representar la situación familiar, en la medida en
que ésta marca dentro de lo cultural, por su institución, el traslape de lo biológico y de
lo social.

Sin embargo, la estructura propia del mundo humano, la existencia de objetos


independientes del campo actual de las tendencias, con la doble posibilidad de uso
simbólico y uso instrumental, aparece en el hombre desde las primeras fases del
desarrollo. ¿Cómo concebir su génesis psicológica?” (Lacan, 1946, p. 174).

Su teoría del estadio del espejo responde a la posición de un problema como éste. La
finalidad de la construcción del estadio del espejo, es poner de manifiesto la conexión de
cierto número de relaciones imaginarias fundamentales en un comportamiento ejemplar de
determinada fase del desarrollo, haciendo referencia al comportamiento del niño ante su
imagen en el espejo desde los 6 meses de edad, tan asombroso por su diferencia con el del
chimpancé.

8
La función de lo imaginario en el psiquismo del hombre, parte de la prematuración del
nacimiento, cuando aún hay incoordinación motriz y equilibratoria del lactante, por lo cual la
maduración precoz de la percepción visual adquiere, por una parte, su valor de anticipación
funcional, de lo cual resulta la marcada prevalencia de la estructura visual del
reconocimiento de la forma humana, del rostro humano, a los pocos días de haber nacido.
Por otra parte, la precocidad de la percepción visual, conlleva a la probabilidad de
identificación con esta forma, como apoyo decisivo a lo que va a constituir en el hombre ese
nudo imaginario, que es el yo, el narcisismo.

“En ese nudo yace, en efecto, la relación de la imagen con la tendencia suicida
esencialmente expresada por el mito de Narciso. Esta tendencia suicida, que a nuestro
parecer representa lo que Freud procuró situar en su metapsicología con el nombre de
instinto de muerte, o bien de masoquismo primordial, depende, para nosotros, del
hecho de que la muerte del hombre, mucho antes de reflejarse, de una manera por lo
demás siempre tan ambigua, en su pensamiento, se halla por el hombre
experimentada en la fase de miseria original que el hombre vive, desde el traumatismo
del nacimiento, hasta el fin de los primeros seis meses de prematuración fisiológica, y
que va a repercutir luego en el traumatismo del destete.” (Lacan, 1946, p. 177)

Lo que podemos pensar es que esa muerte, en lo imaginario remite a la fragmentación


corporal frente a la imagen del otro, completa, ideal, a la cual se identifica, marcada por una
tensión erotoagresiva.

El juego del fort-da, es un tratamiento iterativo que permite una distancia de la tendencia
suicida del narcisismo. Y la causalidad psíquica es ubicada entonces en la identificación.

Las primeras elecciones identificatorias del niño, no determinan otra cosa, en efecto, que
"esa locura, gracias a la cual el hombre se cree un hombre.” (Lacan, 1946, p. 177). El hombre
es mucho más que su cuerpo y no puede dejar de saber nada acerca de su ser.

El narcisismo es esa pasión de ser un hombre, la pasión del alma por excelencia, que impone
su estructura a todos sus deseos, aun a los más elevados.

“Cuando el hombre, en busca del vacío del pensamiento, avanza por el fulgor sin
sombra del espacio imaginario, absteniéndose hasta de aguardar lo que en él va a

9
surgir, un espejo sin brillo le muestra una superficie en la que no se refleja nada.” (p.
178).

Si se atraviesa la pantalla de lo imaginario, de lo virtual, lo que se refleja en el espejo es la


nada que es el ser del sujeto, su falta en ser. Avanzar por un fulgor sin sombra, un reflejo
que no remite a ningún objeto, no proyecta sombra, es virtualidad, imagen, ¿de qué?, de
nada, de su falta en ser.

Ante la falta en ser, hay una identificación resolutiva, que es el yo, la organización imaginaria
del yo, necesaria para mantener una relación con el semejante. Pero sin regulación simbólica
el sujeto se estrellaría contra el espejo, es el suicidio o la muerte.

No hay identidad del sujeto consigo mismo, esto es, no hay un Significante que nombre la
identidad de sí consigo mismo.

Bibliografía:

Lacan, J. (1988). Acerca de la causalidad psíquica. Escritos I. México: Siglo XXI Editores.
Original de 1946.

Lacan, J. (1992). Seminario 1 "Los escritos técnicos de Freud". Paidós. Original de 1953-1954.

Mazzuca y otros (2005). La identificación en el primer Lacan.


https://www.aacademica.org/jimena.paula.sanchez/2.pdf

10

También podría gustarte