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A diferencia de Freud, quien llamativamente mostró muy poco interés por el método de la
lingüística científica pese a que, como señala Milner (2002), ésta se encontraba en pleno auge en
su época. Sin embargo, si se observa en este autor un gran interés por las eventuales propiedades
del lenguaje. El ejemplo típico: los sentidos opuestos de las palabras primitivas que dan testimonio
de las mismas para esclarecer los procesos inconscientes.
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Este conjunto textual previo consiste en un grupo de proposiciones "prehistóricas", asociadas con
otros discursos y que terminaron por ser menos pertinentes a la hora de reconocer la "obra" de
Lacan.
En este texto se puede observar, entre otras cosas, un esfuerzo manifiesto hacia
la formalización del registro simbólico, encontrando además, como condición de
producción ciertos textos de Hegel. Esto señala lo que se reconoce en Lacan, en
términos de operación crítica, como período simbólico dialéctico o hegeliano.
Así, lo imaginario remite a la formación del yo, a partir del Estadio del Espejo, ya
que el yo se forma por identificación con el semejante o la imagen especular
(Lacan, 1953). Antes de esta constitución sólo es posible hablar de cuerpo
fragmentado. Esta relación es fundamentalmente narcisistica dado que el
narcisismo constituye otra característica de este orden. Lo imaginario ejerce un
poder cautivante sobre el sujeto, un poder casi hipnótico, proveniente de la imagen
especular. Tiene manifestación, sobre todo, en el plano de la exhibición y en los
rituales de cortejo. Es la dimensión más estrechamente vinculada a la etología
(Lacan, 1956).
Lo simbólico es, en esencia, una dimensión lingüística. Así como lo imaginario se
caracteriza por relaciones duales, lo simbólico implica estructuras triádicas, porque
la relación intersubjetiva es mediada siempre por un tercer término, el Otro (Lacan,
1956 57). Lo simbólico implica algo autónomo de la biología y se caracteriza por la
ausencia de cualquier relación fija entre significante y significado. Lacan explicita
claramente que su concepción de orden simbólico le debe mucho a los desarrollos
de Levi-Strauss (Lacan, 1953), sobre todo la expresión "función simbólica" y la
postulación de que el mundo social está estructurado según ciertas leyes que
regulan las relaciones de parentesco.
Por otro lado, estos tres órdenes son interdependientes estructuralmente. Esta
interdependencia en su último periodo, como veremos, pasará a ser consistencia
en donde los tres órdenes se encontrarán anudados, ilustrados por Lacan, por
medio del nudo Borro meo (Lacan, 1974-75).
En esta época Lacan sostiene que el psicoanalista tiene que vérselas y pelear
contra lo imaginario. La interpretación analítica se dirige a re-centrar al sujeto
provocando su encuentro con el eje simbólico. El final de una cura estará dado por
la disolución de lo imaginario, confundido con un sentido verdadero, se trata de
"un crepúsculo, de un ocaso imaginario del mundo, incluso de una experiencia que
limita con la despersonalización. Es entonces cuando lo contingente cae - el
accidente, el traumatismo, las dificultades de la historia-. Y es entonces el ser el
que llega a constituirse". (Lacan, 1953 en Tendlarz, 2003: 37).
Lacan sostenía que el lenguaje tiene una dimensión simbólica y una imaginaria.
La simbólica es la del significante y de la palabra verdadera, la imaginaria es la del
significado y la palabra vacía. El esquema L representa estas dos dimensiones
por medio de dos ejes que se cruzan. El eje A-S es el lenguaje en su dimensión
simbólica, el discurso del Otro, el inconsciente. El eje imaginario es a- a' es el
muro del lenguaje que interrumpe, distorsiona e invierte el discurso del Otro
(Lacan, 1955).
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Para Freud, la libido es una energía, de naturaleza sexual que puede aumentar o decrecer y ser
desplazada. Durante la década de 1950 Lacan sigue a Freud al sostener que la libido es
exclusivamente sexual y masculina y la ubicará en el orden imaginario. Sin embargo, desde 1964
en adelante Lacan articulará la libido con lo real. Si bien, en general, no emplea con tanta
frecuencia esta palabra como lo hace Freud, prefiere plantear er la c energia pulsional en términos
de goce.
el yo. El goce4 es lo que aparece cuando se rompe la cadena simbólica a favor de
un sentido imaginario (Miller, 1999). Por eso, la cura va en contra de éste.
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El goce es un concepto que tiene fundamentos freudianos generalmente ignorados porque no
existe una traducción que responda al concepto lacaniano de goce. Hay tres palabras que
convergen en Freud y que justifican la propuesta lacaniana del concepto de goce (Miller, 1989): 1)
Befriedigung la satisfacción pulsional, es algo que se obtiene, situable como real. 2) Libide: circula
en términos de investidura. Relaciona da con lo imaginario, puesto que circula entre el Yo y el
semejante. 3) Lust: es lo que domina. Tiene que ver con la función simbólica. Estos tres términos
son las tres modalidades freudianas de goce, con anudamientos que justifican que Lacan haya
aportado un solo término en lugar de tres. Freud había trabajado el masoquismo primordial y
planteado que hay befriedigung en el unlust. Es decir, satisfacción en el displacer. Por otro lado,
Freud plantea que lust da c da origen a las alucinaciones y los suctios, no se obtiene de cosas,
sino de signos. Para hurt tenemos signos y cuando un cifrado. Lacan simplifica esto anudando los
tres términos y dis realidad tenemos un poniendo de un lado el goce y del otro el significante
(Miller, 1989). Es por ello, que Lacan diferencia goce y placer. El placer funciona como un límite al
goce. Al mismo pasan a la tiempo, el sujeto intenta permanentemente transgredir las prohibiciones
impuestas a su goce e ir "más allá del principio de placer". Es por ello, que el resultado de
transgredir esta prohibición a no es mis placer, sino dolor, dado que el sujeto no puede soportar
más allá de cierta cantidad de placer. Más allá de este límite, el placer se con vierte en dolor y este
placer doloroso es lo que Lacan denomina "goce". Así el goce, para Lacan, termina siendo
sufrimiento que exprésa la satisfacción paradójica que el sujeto obtiene de sus síntomas, es decir,
el sufrimiento que deriva de su propia s facción. Y es por esta razón, que el goce se relaciona con
la pulsión de muerte. Am vez, si bien decimos que el goce en la medida en que es sexual es fálico,
sin embargo existe también un otro goce que se relaciona con el Otro y que está "más allá del
falo". Este goce es específicamente femenino, inefable, goce del Otro (Lacan, 1973).
Ferdinand de Saussure y éspecialmente de los lingüistas estructuralistas Roman
Jakobson y N.S. Trubetzkoy. Lévi-Strauss reconoce además como fuentes de sus
investigaciones a Sigmund Freud y Karl Marx (Lévi-Strauss, 1977)
Por otro lado, Lévi-Strauss sostiene que los sistemas de parentesco, como los
sistemas fonológicos, son elaborados en el plano del pensamiento inconsciente y
que existe una recurrencia en regiones del mundo alejadas unas de otras y en
sociedades profundamente diferentes, de formas de parentesco, reglas de
matrimonio, actitudes semejantes prescriptas entre ciertos tipos de parientes, que
permiten creer que, tanto en uno como en otro caso, los fenómenos observables
resultan del juego de leyes generales pero ocultas. A su vez, sostiene que el
lenguaje es un hecho cultural por excelencia (que distingue al hombre del animal)
y aquel por cuyo intermedio se establecen y perpetúan todas las formas de la vida
social (Lévi Strauss, 1977).
1.1 - de Saussure
Además de la incorporación en su teoría de algunos de los conceptos de Lévy-
Strauss y en el marco de su trabajo "contra" lo imaginario, Lacan introduce en su
pensamiento también a Ferdinand de Saussure, problematizando así el campo de
estudio en su texto "La Cosa freudiana o el sentido del retorno a Freud en
psicoanálisis" (1955). Es en la propuesta de una estructura binaria del significante
de De Saussure que Lacan encuentra un isomorfismo entre el inconsciente
freudiano y la estructura del significante.
Hasta fines del siglo XIX los filósofos estaban de acuerdo en definir la lengua
como expresión del pensamiento. Desde las contribuciones de De Saussure este
fraccionamiento entre pensamiento y lenguaje se vuelve insostenible porque la
lengua, para de Saussure, ejerce una función articuladora, el deslinde reciproco de
unidades, al tiempo que se comienza a definir a ésta como una entidad autónoma
y arbitraria.
F. de Saussure define a la unidad lingüística como entidad doble, formada por dos
términos unidos por un enlace asociativo, este postulado se opone al de la lengua
como nomenclatura que supone ideas ya formadas. El signo lingüístico no es la
unión de una cosa con un nombre, sino la vinculación de un concepto con una
imagen acústica, a las cuales llamará significado y significante, respectivamente, y
signo a la unión entre ambas (Saussure de, 1976)
El valor de una entidad lingüística está dado por su oposición y relación con las
demás entidades del sistema, "su más exacta característica es ser lo que otros no
son". La noción de valor se desenvuelve en los órdenes constitutivos del signo: el
conceptual y el material, haciendo referencia al significado y al significante
respectivamente (Saussure de, 1976).
Por eso, la noción de valor lleva a entender la producción del sentido no como la
correlación de un significante con un significado, sino como un deslindamiento
vertical de dos masas amorfas, de "dos reinos flotantes paralelos" (Rifflet-Lemaire,
1971:45).
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En tal sentido, hace posible lo que luego el estructuralismo planteará como estructura
subyacente.
F. de Saussure había esquematizado el concepto de signo lingüístico de la
siguiente manera:
Para de Saussure, como dijimos, el signo lingüístico es una entidad de dos caras.
En una, ubica el significado (el concepto), en la otra y por debajo, el significante (la
imagen acústica). Las flechas indican la implicación recíproca entre el significante
y el significado. Esta unión es estable y fija a nivel sincrónico y conforma una
unidad indisoluble. Por eso está encerrada en una elipse. Esta noción de signo
tiene más bien en cuenta el significado y excluye la posibilidad de que el
significante cobre estatuto propio (Saussure de, 1976). 7
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Esto tuvo como consecuencia que la lingüística durante mucho tiempo trabajara exclusivamente
sobre la escritura. Con respecto al significante, el lingüista pretendió reconstruir las reglas de la
producción sin plantearse nunca el pasaje de la posición de escritura a la de la voz. Esto implica
creer que la escritura y la lectora, la producción de palabra y la recepción de palabra son dos
posiciones intercambiables o indistintas. Con respecto al significado, este modelo de signo permitió
anular una construcción del "mundo real" y la puesta en forma de sistemas de representación
(Verón, 1998: 100).
En este sentido, cuando Lacan aborda el problema de la significación entiende
que la unidad ya no es el signo (por ejemplo la palabra del diccionario), sino la
cadena significante que engendra un efecto de sentido. Por eso, el significado se
desliza bajo el significante y la relación entre ambos es extremadamente inestable.
1.2 – Jakobson
1.3 – Benveniste