Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Barboza DIP
Barboza DIP
DERECHO
INTERNACIONAL
PÚBLICO
J ULI O BARBOZA
Barboza, Julio
Derecho internacional público - Buenos Aires :
Víctor P. de Zavalía, 2008.
853 p. ; 23x16 cm.
Impreso en la Argentina
Queda hecho ei depósito que indica la ley 11.723
Prólogo
Capítulo 1
1. Concepto
“Conjunto de normas jurídicas que reglan las relaciones entre los suje
tos de la comunidad internacional”-
pons abilité des Etats, pr e s e ntada a la Unive r s idad de Gin e br a c o m o Tesis 6 5 9 , Gin e br a ,
2003.
4 Op. cit., pp. 47/48.
5 N o vale la pe na in tr oduc ir no s e n la r e manida cue s tión de si el DIP es, en r e a lid a d,
un de r e cho.
E l D e r e c h o I n t e r n a c io n a l P ú b l ic o 13
2. Sujetos
Los sujetos más importantes del DIP son los Estados soberanos, por
que sólo ellos tienen capacidad plena en el derecho de gentes. Son tam
bién legiferantes - es decir, crean el derecho inte rnacional a través de los
tratados y la costumbre- y son al mismo tie mpo agentes de ese derecho,
puesto que tienen la facultad de hacerlo cumplir.
Otros sujetos son, como ade lantamos , las organizaciones internacio
nales y en ciertos casos los individuos . Las organizaciones inte rnaciona
les tienen capacidad limitada, entre otras cosas, por el obje to de su
creación, de te rminado en su estatuto.
6 En e fe cto, inte rnacional es una a lus ión a las nacione s , té r m ino que a veces se usa en
la te r mino lo g ía jur ídic a anglo s a jo na pa r a referirse a los Es tados . Un famos o m a nua l de
Brie rly se titula T he L aw o f Nations (El de r e cho de las nac ione s J.Ya ve re mos las dife r e n
cias e ntre Es tado y n a c ión.
14 J u l io B a r b o z a
3. Obje to
El rasgo más importante del DIP, como orden jurídico que es de una
comunidad de scentralizada como la CI, es su propia descentralización.
De este rasgo surge la mayoría de las características especiales del dere
cho de gentes, lo que hay que tener siempre presente a me dida que se
8 Principios de derecho inte rnacional público, Bue nos Aire s , 1965 , p. 88.
E l D e r e c h o I n t e r n a c i o n a l P ú b l ic o 17
sobre todo el grupo. El grupo es una unidad básica del sistema, es más,
es su unidad principal.
En cuanto a la segunda, la responsabilidad es colectiva un poco a cau
sa de la anterior característica, ya que al imputarse la conducta al Esta
do, o sea, a la comunidad nacional, las consecuencias de esa conducta - si
viola una obligación internacional- las soportan generalmente todos los
miembros de esa comunidad, sean culpables o inocentes, hayan o no
tenido participación en la conducta que infringió la obligación interna
cional. Este es también un mecanismo característico del derecho primiti
vo, par ticular me nte en la ins titución que se lla mó “ ve nganza de la
sangre” , según la cual un grupo afectado por ciertos graves delitos por
algún mie mbro de otro grupo, podía extender su venganza a un número
inde finido de miembros del grupo ofensor. La llamada “Ley del T alión”
vino a limitar esa responsabilidad en el sentido de que había que devol
ver el daño recibido, y no más: “ojo por ojo, diente por diente” no es
una regla cruel, por el contrario, introdujo en aquel derecho la propor
cionalidad, algo que es muy importante en las sanciones (contramedidas)
del derecho internacional moderno. Ya veremos que la proporcionalidad
juega un papel importante en varios aspectos de la responsabilidad.
A este respecto, menester es advertir que ese rasgo de la responsabili
dad colectiva también existe, aunque en un grado mucho menor, en los
derechos internos, y que hay también respons abilidad individual en el
derecho internacional, como sucede en los crímenes internacionales, en
par ticular luego de la Segunda Gue rra Mundia l en que los juicios de
Nüre mbe rg y de T okio inaugur aron una nueva época del derecho cri
minal internacional en que los individuos son responsables internacio
nalmente de ciertas conductas ofensivas para la comunidad internacional,
aunque actúen como órganos del Estado.9 Ya veremos también que no
s ólo en el orden s ancionatorio el individuo es elevado al plano interna
cional: la prote cción inte rnacional de los derechos humanos también
confiere una me dida - por cierto cuidados amente acotada- a los indivi
duos , que encuentran en el derecho de gentes una protección contra sus
propios Estados.
9 En r e alidad, los lla ma dos “ crímenes de gue r r a” ya e ran obje to de r epre s ión desde antes
de Nür e mbe r g. N o así los crímene s contr a la h um a nid a d ni los críme ne s contr a la paz.
18 J u l io B a r b o z a
Costumbre y pacto son los modos de creación típicos del derecho pri
mitivo, eminentemente descentralizado. En ese sentido, puede decirse
que el DIP es un derecho primitivo, sin que ello quiera decir que es
rudimentario o carente de elaboración doctrinaria.
como s olían ser de nominados antes, tratados- leyes) que han proliferado
notablemente, sobre todo como resultado del intenso proceso de codifi
cación del DIP en el marco de las Naciones Unidas.
Estos tratados son, naturalmente, s ólo válidos entre las partes con
tratante s , pero suelen adquir ir gran ge ne ralidad cuando un núme r o
impor tante de Estados - en algunos casos, también de organizaciones
inte rnacionale s - se incor por a a ellos, hasta cubr ir a veces una gran
mayoría o la casi totalidad de los miembros de la comunidad interna
cional. Esto último sucedió con algunas de las convenciones codificado
ras, como las de Viena sobre el derecho diplomático.
T ambién suele ocurrir un fe nóme no muy particular al derecho inter
nacional de nuestra época: pueden ser recogidos, en su totalidad o en
algunas de sus normas, por la práctica de los Estados y transformarse
eventualmente en costumbres internacionales de carácter universal. El
pape l de la costumbre, particularmente de la llamada “ nueva costum
bre ” , como ya veremos, es un factor notable en la prolife ración de nor
mas internacionales.
Ya veremos con más porme nor el papel que juega la que ha sido lla
mada “ nueva costumbre inte r nacional” 10 en la generalización de ciertas
normas de tratados y hasta de otros textos emanados de la Asamblea
General de la ONU, que adquieren pronta y general aceptación de la
CI. Baste por ahora ade lantar que, sobre la base de textos como los
me ncionados , y gracias a su de sarrollo en los foros de las Naciones
Unidas , se ha desarrollado un proceso cuasi - legislativo de creación
normativa. Un ejemplo impresionante de este proceso fue la III Confe
rencia de las Nacione s Unidas sobre derecho del mar, ya que sobre la
base de consensos e laborados durante su re alización muchas de sus
50 Abi- Saab, pr ofe s or que fue de l Ins tituí des Hautes Etudes Inte rnationales de Gin e
bra la ha lla m a d o así e n un inte r e s ante ar t íc ulo que c ome nta r e mos más ade lante .
20 J u l io B a r b o z a
11 Ve r Ju lio Bar boza, “T r as pas o de la jur is dic c ión obliga to r ia de la Cor t e Pe rmane nte
a ia Cor t e Inte r na c io nal de Jus t ic ia ”, La Ley , 1961.
22 J u l io B a r b o z a
la Re s olución Pacífica de Dis putas , que es fundame ntalme nte una lista
de árbitros para resolver controversias entre Estados, entre Estados y
entidades privadas, así como entre organizaciones internacionales con
Estados y entidades privadas y un tribunal creado bajo los auspicios del
Banco Mundia l, el CIADI (Ce ntro Internacional de Arreglo de Dife re n
cias Relativas a Inversiones) y destinado a resolver controversias entre
Estados y particulares
“tales normas pueden constituir una situación jurídica que, como tal,
deba ser respetada por todos los demás Estados. Todo Estado tiene la
obligación jurídica de respetar los derechos que los demás Estados hayan
adquirido en virtud del derecho internacional. Así, por ejemplo, los Esta
dos están obligados a respetar la integridad territorial de los demás, lo
que significa que los Estados están obligados a respetar el derecho que
algún otro Estado tenga sobre un territorio. La obligación de ios Estados
de respetar los derechos de los demás Estados, adquiridos en virtud del
derecho internacional es la consecuencia del hecho de que el derecho
internacional particular que constituye el derecho adquirido se crea siem
pre sobre la base de una norma del derecho internacional general”.16
14 Ke lse n, Principios de derecho inte rnacional público, Bue nos Air e s , 1965 , p. 162.
15 Id., p. 162.
Ié Ibid.
57 Id., p. 163.
Capítulo 2
2 Véas e a este res pecto Nguy e n Qu o c Din h , Patr ick Da ilíie r y Ala in Pellet, Droit Inte r
national Public, 5 a e dic ión, París, 1994, p 48.
L a c o m u n id a d in t e r n a c io n a l 29
b) El Concierto europeo
Las resistencias británicas te rminaron con el Dire ctor io e urope o,
pero un sistema más laxo de gobierno de las potencias continuó con el
llamado “ Concierto europe o”, durante el cual fueron convocadas con
ferencias siempre que surgía alguna cuestión de particular importancia
en el continente. Las grandes potencias europeas entonces existentes se
arrogaban a veces la representación de todos, como cuando la Confe
rencia de Londres de 1831 de cidió la secesión de Bélgica respecto de
Holanda, o cuando se intervino militarme nte en Creta en 1897. Otras
veces el grupo de grandes potencias convocó a las medianas o no e uro
peas, como se hizo cuando el Congreso de París de 1856, tras la guerra
de Crime a, o el de Berlín de 1885, donde se fijaron las reglas de la
expans ión colonial europea. Pero las grandes potencias conservaron en
todo mome nto la primacía en cuanto a la convocatoria, la conducción
y las negociaciones en tales conferencias.
4 Por te mo r a que ésta r e ins talar a el m o n o p o lio come r cial co n la me tr ópo li. Re c or de
mos que Gr a n Br e taña se be ne ficiaba m u c h o co n la libe r tad de come rcio.
5 Vio la d a po r Ale m a nia , uno de los gar ante s , dur ante la gue rr a de 19 14/1918.
L a c o m u n id a d in t e r n a c io n a l 31
6 Hijo del famoso regicida Philippe Egalité, muerto en la guillotina el mismo año de la
ejecución de Luis XVI.
32 J u l io B a r b o z a
a) La S ociedad de Nacione s
A la primera conflagración mundial s iguió una importante tentativa de
organización internacional a través de la Sociedad de las Naciones (SN).
i) Antecedente: el Concie rto europeo
La estructura de esta ins titución no nace ex nihilo : encuentra ins pira
ción en el Concierto europe o, que es el antecedente directo del Consejo
de la Sociedad, en la línea de dire cción oligárquica característica de
aque l Concie r to. En el Cons e jo e s taban re pre s e ntadas las grande s
potencias vencedoras de la guerra (las potencias aliadas y asociadas)
junto con otras menores, y si bien es cierto que todos los mie mbros
tenían virtual derecho de veto - pues regía la regla de la unanimidad-
s ólo los grandes te nían asiento permanente.
La As amble a, en cambio, s ignificó una apreciable mejora sobre el
conglome r ado más o menos infor me de las pe que ñas pote ncias que
comple taban a veces - como vimos- la asistencia a las conferencias con
vocadas por el Concierto para tratar un interés genera! europe o. Al
tener poderes concurrentes con el Conse jo, la As amble a as umió una
considerable estatura en el sistema.
7 A b d u lla h El E r ia n , “ H is t o r ic a l De v e lo p m e n t o f In t e r n a t io n a l In s t it u t io n s ” in
Manual o f Public Inte rnational Law , e dite d by M a x Sor cns e n, Saint Ma r t in Press, Nue va
Yo r k , 1968, p. 59.
34 J u l io Ba r b o z a
d) El de s arrollo de l derecho
Sería vano intento sintetizar en pocas palabras el desarrollo del dere
cho de gentes desde el fin de la Segunda Gue rra Mundia l hasta ahora.
Las Naciones Unidas han pr omovido una impre sionante tarea de codi
ficación y desarrollo progresivo del derecho internacional, con lo que
han cumplido el mandato del artículo 13, 1, (a) de su Carta. La Comi
sión de derecho internacional (CDI), subsidiaria de la As amblea Gene
ral y principal órgano codificador, tiene a su lado otros órganos de las
Naciones Unidas que cumple n similar mis ión,
El derecho que resultó de este proceso, a partir de 1945, tiene carac
teres que lo separan del llamado “derecho inte rnacional clás ico” , con
sus típicos rasgos de liberalis mo, extrema descentralización y carácter
oligocrático.8
2 Ibid.
3 La e xpone e n su obr a Grundlinie n der Philos opbie des Rechts pu blic a da e n s u te rce
ra e dic ión e n Be r lín, 1854.
F u n d a m e n t o d e l d e r e c h o in t e r n a c io n a l 45
5 T r ie pe l, op. c i t p. 76.
F u n d a m e n t o d e l d e r e c h o in t e r n a c io n a l 47
dice que la voluntad tiene dos modos de expresarse: por actos y por
palabras . La for ma más simple de la voluntad común es aquella en la
cual los Estados de clar an expre same nte su vo lunta d por palabr as .
Esos s on los tratados internacionale s . Pero también hay otra for ma,
cuando los Estados dan a ente nde r por actos concluyentes, que quie
re n estar ligados po r una cierta re gla de de recho. Así se crea el dere
cho c o ns ue tudina r io; la cos tumbr e no sería par a T rie pe l s ino un
acue rdo tácito.
• Come ntarios sobre Triepel
El concepto de fundame nto en Triepel no puede sustraerse a las críti
cas de todo sistema voluntarista: en prime r lugar, ¿por qué es obligato
ria la voluntad común? Él la ubica, como vimos, en la base misma del
orde n jur ídic o, pe ro según los normativis tas no es ese su lugar. El
acuerdo de voluntades , en todo orde namiento jurídico, obliga porque
hay una norm a de ese m ism o orde nam ie nto que as í lo im pone . Esa es la
manera de pensar de los juristas: no hay un derecho subjetivo ni una
obligación sin una norma que la imponga. En el derecho argentino, por
ejemplo, la norma del artículo 1197 del Código Civil es el fundame nto
de validez de las obligaciones contractuales para las partes.6 En el dere
cho de gentes, Kelsen nos hace ver que la regla pacta s unt servanda se
cumple y hace cumplir los tratados porque es ella misma una norma
consue tudinaria internacional.
En el campo de la costumbre, también Triepel debe comulgar con la
rueda de molino del acuerdo tácito como fundame nto de su validez,
tesis hoy día s ólo sus tentada por los voluntaris tas y cuya crítica se
expone más abajo.
ii) Las teorías normativistas
Las teorías normativistas buscan un fundame nto al derecho interna
cional que esté en cons onancia con la forma de pensar de los juristas, y
emplean para ello un razonamie nto peculiar a la lógica jurídica: el de
fundar la validez de una norma en una norma superior, y así llegar a
otra norma que da fundame nto a la obligatorie dad de todo el derecho
internacional, llamada por eso mismo norma fundame ntal.
6 Ar tíc ulo 1197: “ Las conve ncione s he chas en los contr atos fo r m a n par a las parte s
una regla a la c ual de be n someters e c o m o a la ley m is m a ” .
48 J u l io B a r b o z a
“ Una categoría especial de estas normas , cie rtame nte la más impor tante ,
está for ma da por aque llas que se cons tituye n me diante acue r do, tácito o
expre s o, entre los Es tados mis mos ; acue r dos c on los cuales aquéllos
re cíprocame nte convie ne n en compor tars e de un m o d o de te r minado, de
for ma que ve rificándos e ciertas hipóte s is , ellos sean obligados a hacer o a
no hacer una cosa y pue da n avanzar sus correspondientes pretensiones”.7
7 Anzilotti, Corso di Diritto biternazionale, Padua, 1964, Vol. I, p. 43. Nuestra tra
ducción.
8 Id., pp. 43/44.
F u n d a m e n t o d e l d e r e c h o in t e r n a c io n a l 49
Kelsen elabora mucho más esa idea en relación con los órdenes jurídi
cos internos: las fuentes de validez de las normas jurídicas son otras
normas que regulan su creación: en el derecho interno, “la Constitu
ción de un Estado es la fuente de las leyes creadas conforme a la Cons
50 J u l io B a r b o z a
9 Ha n s Ke ls e n, Principios de De re cho inte rnacional Púb lic o, Bue nos Air e s , 1965,
p. 259.
10 El Pode r Eje cutivo, cre ado po r la Co ns t it uc ión, pue de t a m bié n dictar nor ma s ge ne
rales r e glame ntarias de leyes, por e je m plo , cuyo c o nt e nid o no de be ser c ont r a r io al de
dichas leyes, y pue de dic ta r actos a dminis tr a tivo s {nor mas individuale s ) en cons e cue ncia
de cie rtas leyes o de la Co ns t it uc ión.
F u n d a m e n t o d e l d e r e c h o in t e r n a c io n a l 51
ción como norma del DI.11 Para Ago, para identificarlas bastaría com
pr obar si esas normas son efectivas, esto es, si se cumple n dentro de la
comunidad inte r nacional.12 Julio Barberis sugiere que la pregunta por
la fuente de la costumbre es una pregunta sin s e ntido13 y nuestro análi
sis parece corroborarlo.
11 Ha b ía m o s vis to que las fue nte s ide ntifica n a las nor ma s c o m o pe rte ne cie nte s a un
cie r to or de n jur íd ic o .
12 En “ Dir it t o Pos itivo e d ir it t o in t e r n a zio na le ” , Scritti di diritto inte rnaz ionale in
onore d i T omas o Perassi, M ilá n , 1957, Vo l. I, p. 44.
13 O p. c i t p. 77.
52 J u l io B a r b o z a
“...toda vez que las normas del DI positivo se han ido constituyendo
s obre la base de la concie ncia c om ún de los pue blos . Ejemplo claro de
ello es el viejo DI de la cultura mediterránea, que brotó del ju s gen-
tium de la antigüedad. El mismo proceso se repite en la Edad Media:
también el DI de entonces tiene como base los p rin c ip io s ju ríd ic o s
com une s de l m u nd o c ris tiano ”.*4
1. Introducción
Al abor dar este te ma, convie ne puntua lizar que hablamos de un
derecho inte r nacional y de muchos derechos inte r nos , tantos como
Estados agrupe la comunidad internacional.
¿Cuál es la re lación entre el uno y los otros? A ese respecto, existen
dos posiciones: una que sostiene la separación e independencia del DIP
y de los órdenes jurídicos internos (teoría dualista) y otra que afirma
que el derecho de gentes y los derechos internos for man un solo orden
jurídico (teoría monista)
As imis mo, esta última teoría admite dos variantes: la de los que sos
tienen la pr imacía del DI sobre el interno y a la inversa, la de los que
creen que el derecho interno prevalece sobre el internacional.
2. La tesis dualis ta
a) T riepel
Esta pos ición se origina en nuestro conocido profesor Hans Triepel,
quien en 1899 tr ató el tema en su libro Volkerrechts und Landesrecht y
fue reafirmada en 1905 por Anzilotti.1 Ambos pos tularon la separación
completa entre los órdenes jurídicos internos y el internacional.
Esto es así, dice Triepel, porque tienen diferentes fundamentos , distin
tos sujetos y existe una diferencia de relación en ambos casos. Así como
b) A nz ilotti
El maestro italiano era de opinión que, como e manan de normas
fundamentale s diferentes, el DI y el interno son órdenes separados.
a) Kelsen
Opuestas al plur alis mo, las teorías monistas creen en la existencia de
un solo orden jurídico universal. La principal escuela monista es la de
Viena, representada por el profesor Keísen, que como sabemos encuen
tra que el fundame nto de un orden jurídico es una nor ma hipotética
fundame ntal, y que es dicha nor ma la que le da unidad.
Respecto a los argumentos de Triepel y Anzilotti arriba expuestos,
Kelsen responde que:
• El comportamie nto de un Estado se reduce al comportamiento de
los individuos que representan al Estado. La pretendida diferencia
respecto al conte nido del DIP y del derecho nacional “no puede ser
una diferencia entre la clase de sujetos cuya conducta re gulan” .2
• En cuanto a la diferencia de conte nido, o sea al argumento re lati
vo a que el derecho interno se ocuparía de los asuntos internos y
el internacional de las relaciones externas, es impos ible distinguir
los llamados asuntos internos de los asuntos exteriores. Según una
bien conocida jurisprudencia de la CIJ, todo asunto de los conoci
dos como “ internos ” puede ser objeto de un tratado internacional
y salir así del dominio reservado del Estado. Kelsen cita el ejem
plo de la relación entre patronos y obreros, que es aparentemente
un as unto interno y regulado por leyes también internas. En cuan
2 O p. cit., p. 34 6.
58 J u l io B a r b o z a
3 Id., p. 347.
4 Id., p. 352.
5 Or r a fo r ma de referirse a los dualis tas .
D e r e c h o in t e r n a c io n a l y d e r e c h o in t e r n o 59
6 Id., p. 346.
7 Id., p. 361.
8 Id., p. 362.
60 J u l io B a r b o z a
Hay por cierto un creciente campo de aplicación del derecho inte rna
cional en el orden interno y cada vez más los particulares pueden invo
car derechos que les otorgan tratados internacionale s de sus países,
particularmente en los casos de integración regional, como viene pas an
do desde hace un tiempo en Europa con su ade lantado proceso de inte
gr ac ión y está s uce die ndo actualme nte en los países mie mbr os del
Mercosur.
Los problemas de adaptación al plano domés tico de las normas del
derecho de gentes han s ido abordados de diferentes maneras en los
derechos internos de los Estados, pues es normalme nte en sus órganos
jurisdiccionales donde estos problemas se presentan.
Hay que distinguir también según que se trate del derecho cons ue tu
dinario y de los tratados, ya que en este último caso se presentan cues
tiones relativas a la limitación cons titucional del llamado treaty m ak ing
pow e r, limitación tendiente a impe dir que el Ejecutivo invada faculta
des propias del Legislativo a través de su poder de celebrar tratados.
La cuestión doctrinaria en la práctica se desdibuja un poco. Una posi
ción estrictamente dualista, que exigiera que las disposiciones de un tra
tado fueran repetidas en el texto de una ley para tener validez interna
seria difícil de encontrar en el derecho cons titucional comparado. Gene
ralmente, la participación legislativa se requiere antes de que el tratado
adquie ra v alide z y sea, por ende , obligatorio para el Es tado. En la
Argentina, la ley del Congreso que aprueba un tratado es ley de carácter
formal, no sustantiva, y significa meramente que el Congreso autoriza al
Ejecutivo para ratificar el tratado en cuestión. Sólo después de este trá
mite el tratado es obligatorio para el país. En Estados Unidos es el Sena
do el que presta un similar consentimiento, y esa intervención del Senado,
amén de ser, como en la Arge ntina, previa al tratado, no tiene el carácter
de una ley interna desde que sólo una de las Cámaras participa.
Estas maneras parecen técnicas de participación del poder legislativo
en la apr obación de un tratado por razones constitucionales prácticas y
no configurarían un sistema dualista stricto sensu en el que es indispe n
sable que las normas de un tratado sean recogidas a novo por el meca
nis mo legislativo de un Estado.
D e r e c h o in t e r n a c io n a l y d e r e c h o in t e r n o 61
Ve r , un poco más ade lante , el caso Gregorio Alons o c/Haras Los Cardos , re s ue lto
por la Cor te Supr e ma de Jus ticia de la Na c ión .
10 Blacks tone , Comme ntaries oit the L aw o f England, Londr e s , cuarta e dic ión, Vol.
p. 55. Nue s tr a t r a duc ción.
62 J u l io B a r b o z a
una ley aprobatoria para formar parte del derecho interno. Jiméne z de
Aréchaga lo explica diciendo que es así porque , siendo la conclus ión y
ratificación de tratados , por una dis pos ición cons titucional británica,
prerrogativa exclusiva de la Cor ona, ésta podr ía, a través de su facultad
de suscribir tratados (treaty m ak ing pow e r), legislar en los casos indica
dos sin concurrencia del Parlamento e invadiría así sus facultades legis
lativas. De ahí la prohibición.
La apr obación parlame ntaria se realiza antes de que las dis pos icio
nes de l tratado sean para el Re ino Unido norm as internacionale s v ige n
tes, puesto que no se han cumplido, cuando esa apr obación se otorga,
los pasos necesarios para la validez internacional de aquellas normas .
Que daría, además, sin explicación el caso de los tratados que no incu
rren en las tres prohibiciones citadas (afectar derechos privados , modi
ficar el com m on law o crear cargas financieras), tratados que se aplican
sin más y directamente a los individuos .
“Las reglas generales del derecho internacional público son parte del
derecho federal. Ellas prevalecen sobre las leyes y producen en forma
inmediata derechos y deberes para los habitantes del territorio federal”.
“Los tribunales franceses han considerado las reglas del derecho inter
nacional consuetudinario como directamente aplicables toda vez que
fueran relevantes a la solución del problema en cuestión y para el cual
no hubiera ley o reglamento aplicable. No han sido en absoluto
influenciados por la doctrina ‘dualista’, que hubiera requerido previa
transformación de las normas internacionales como requisito de su
aplicación judicial”.11
12 Id., p. 196.
13 Fallos : 186:258. Cit a do e n Mo n c a y o , Vinucs a y Gutié r r e z Posse, op. cit., p. 66.
14 Fallos : 150:80, ta m bié n c it a do e n la obr a r e fe r ida e n la not a ante r ior .
D e r e c h o in t e r n a c io n a l y d e r e c h o in t e r n o 65
tame nte al Código de Come r cio “ por la ley apr obatoria respectiva,
11.132” .
La Suprema Corte también aplicó el mismo criterio al artículo III, 1
de la Conve nción Univers al de Gine bra sobre derecho de autor, en
modificación de la ley argentina sobre propie dad intelectual y al artícu
lo 31, c) de la Conve nción de Viena sobre relaciones diplomáticas .15
Respecto a la costumbre
La cos tumbre inte r nacional también se aplica directame nte en el
derecho argentino, no obstante que la Cons titución no contiene referen
cia expresa al respecto. La ley 48, de 1863, dice en su artículo 21 que
los tribunales federales deben aplicar la Cons titución como ley suprema
de la Nación, las leyes del Congreso, los tratados, las leyes de las pr o
vincias y los principios de derecho internacional, en ese orden.
Sin embargo, no es esa la interpre tación que estableció la Suprema
Corte de la Nación en su jur is pr ude ncia.16 El caso Manauta, Juan José
y otros c/Em bajada de la Federación Rusa s/ daños y pe rjuicios es ilus
trativo al respecto.
En su cons iderando 9),17 la Corte resume su jurisprudencia respecto
a la aplicación del principio de inmunidad de jurisdicción de los Esta
dos, o sea de la aplicación inte rna de una costum bre inte rnacional, que
había sido constante en el sentido de la inmunidad abs oluta de jurisdic
ción. Interesa tomar nota del porqué de esa línea jurisprudencial de la
Corte, expresada en el mismo cons iderando:
Lo interesante de este fallo, que gira alrededor del artículo 24, inciso
1, párrafo 2, del decreto- ley 1285/58,18 es que la Corte cambia su juris
prudencia respecto a la inmunidad absoluta de jurisdicción de los Esta
dos extranjeros en la Arge ntina, porque la costumbre inte rnacional al
respecto tam bién cam bió. La Corte sostiene en su considerando 7) que
“ Este es, por cierto, uno de los grandes principios del derecho interna
cional, que infor ma todo su sistema y que se aplica a todas sus ramas,
incluyendo naturalmente el derecho de los tratados. Sin él, el derecho
de gentes no podría funcionar desde que no le faltarían los medios a
ningún Estado para evitar o eludir sus obligaciones internacionales” .20
20 Acade mie de Droit Inte rnational. Recue il des Cours, 1957 , II, p. 86 (tr ad uc c ión
nue s tra).
68 J u l io B a r b o z a
“De be ... observarse que ... de acuerdo con principios jurídicos genera
les... un Estado no puede alegar contra otro Estado su propia Cons ti
tución con vistas a evadir obligaciones que le incumbe n de acuerdo
con el derecho inte rnacional o con tratados vige ntes ...”.22
“ Es una regla bien establecida que el Estado nunca puede alegar una
disposición, o la falta de una disposición, en su derecho interno, o un
acto u omis ión de su poder ejecutivo como defensa contra un cargo de
violación del derecho internacional. Esto se decidió desde 1870 en el
arbitraje en Ginebra, en el caso de las reclamaciones del Alabam a. .. ” .23
As imis mo, la CPJI, en el caso de las Com unidade s gre co- búlgaras
de cidió que:
5. A lgunas conclusiones
Este somero examen nos hace ver que las Constituciones de algunos
países de primera importancia aceptan que el derecho internacional es,
a) incorporado como parte del derecho interno y b) tiene supremacía
sobre éste. La reiterada jurisprudencia y otra práctica internacional citada
son claras en el sentido de que en el ámbito internacional, a) el derecho
interno es simplemente un hecho a tener en cuenta y b) en caso de conflic
to entre uno y otro, prevalece invariablemente el derecho internacional.
Capítulo 5
1 Cons ide r amos más ade c ua do hace r refe rencia a la r e lac ión e ntre los tr atados inte r na
cionale s y el de r e cho inte r no, y no a la ge ne ralme nte ut iliza da po r la do c tr ina (re laciones
entr e el de r e cho in t e r na cio na l y el de r e cho inte r no), toda vez que los tr ata dos inte r na cio
nales tie ne n un tr a ta m ie nt o e s pe cífico, ta nto e n la Co ns t it uc ión de 1853 c o m o en su re for
m a de 1994.
72 Ju u o B a r b o z a
2 Fallos : 25 7:9 9.
3 Fallos : 27 1:7 .
4 Actuale s ar tículos 116 y 117.
5 78 U.S. (11 Wa ll.) 616 (1870).
6 He ad Mone y Cases (112 U.S. 58 0 (18 44 )), Whitne y v. Robe rtson (124 U.S. 190
(1888)).
7 Gle n n o n , Mic ha e i J., op. cit. , pp. 2 3 2 y ss. “By the Cons titution, a treaty is place d
on the s ame fo o tuig , and made o f like obligation, w ith an act o f le gis lation... Whe n
L a r e l a c ió n e n t r e l o s t r a t a d o s in t e r n a c io n a l e s y e l d e r e c h o a r g e n t in o 73
(treaty and statute) relate to the same snhject, the courts w ill alway s e nde avor to construe
them so as to giue effect to botb, if t h at can be done w ithout uiolating the language o f eit-
ber; but, if the tw o are inconsistent, the one last in date w ill control the othe r’’.
En e ste s e n tid o : Bielsa, Ra fae l, “ Obs e r vacione s s u m a r ia s s obr e a lg u n o s p u n t o s de
de r e c h o p ú b lic o c o n c e r n ie n te s al c a r ác te r ju r íd ic o de cie r tas le ye s ” , Re vis ta La Ley, 120,
Oc t u b r e - Dic ie m b r e 1965, p. 1079.
9 H. 64 XXIII. La Ley, 1992- C, 541.
74 J u l io Ba r b o z a
pos ición jurídica según la cual no existe fundame nto nor mativo para
acordar prioridad al tratado frente a la ley” .
“La derogación de un tratado inte rnacional por una ley del Congreso
violenta la dis tribución de competencias impuesta por la mis ma Cons
titución, dado que mediante una ley se podría derogar el acto comple
jo federal de la celebración de un tr atado” .10
10 Sobre la ut iliza c ión incor r e cta del té r mino “ de r o g a c ión” ut iliza d o por la C.S .J.N.,
ver Bar be ris , ju lio , “ La Co nve nc ión de Vie na s obre el De r e cho de los T r ata dos y la Co n s
t it u c ión Ar g e n t ina ” , en Pruáe ntia Juris , Re vis ta de la F a c ulta d de De r e cho y Cie ncias
P olític a s de la P o ntific ia Unive r s id a d Ca t ólic a Ar g e n t ina San t a M a r ía de los Bue nos
Aire s , Dic ie mbr e 1985 - Ab r il 1986.
La r e la c ió n e n t r e lo s t r a t a d o s in t e r n a c io n a le s y e l d e r e c h o a r g e n t in o 75
El caso “Fibracca”
La conclus ión de la Corte hizo necesaria una salvedad toda vez que
la expresión “cualquie r norma inte rna” compre ndía, obviame nte , a la
Constitución.
Por ello, al reiterar la doctrina del caso Ekm e kdjian en el caso Fibracca
Constructora S .C.A . d Com is ión T écnica Mix ta de Salto Grande ,12 la
Corte aclaró sin embargo que los tratados tendrían primacía sobre el
derecho interno “ una vez asegurados los principios de derecho público
constitucionales” .13
“no puede invocar su propia Cons titución para sustraerse de las ob li
gaciones que le impone n el derecho inte rnacional o los tratados en
vigor » . 19
cie rtos casos e n que ésta de bie ra pre vale ce r frente a aquéllos , c o m o o cur r ía en los “ t r a t a
dos c o n cláus ula c o ns t it uc io na l” . Pero se ace ptó el pr inc ip io ge ne ral de que el de r e cho
inte r na cio na l pre vale ce a un s obr e la Co n s t it u c ión N a c io n a l.
18 Barbe ris s os tie ne que “ ...S i se e fe ctúa la c o m pa r a c ión de a m b o s r e gíme ne s se llega a
la c o nc lus ión de que s on co mpatible s e ntre sí. En e fecto, los casos e n que un t r a ta do pue
de ser de c la r ado in c o ns t ituc io nal s e gún la Co ns t it uc ión a r g e ntina s on los casos en que ,
s egún la Co n v e n c ión de Vie na , se ha viola do manifie s tame nte una n o r m a de im po r t a nc ia
fu n d a m e n t a l” . Op. cit.
Se gún T r avie s o, el me nc io na do a r t íc ulo 4 6 “ e limina la p o s ib ilida d de que el Es tado
alegue la n u lid a d po r esa caus a (c ontr a dic c ión co n el de r e cho inte r no) s alvo que la vio la
ción de de r e cho inte r no sea manifie s ta y afe cte una nor m a de im po r t a nc ia fu nd a m e nta l
de su de r e cho in t e r no ” . T r avie s o, Ju a n An t o n io , Derechos Hum anos y Derecho Inte rna
cional, Bue nos Aire s, Ed. He lia s ta , 19 90 , p. 72.
19 Advis o r y O p in ió n o n T r e atme nt of Polis h Na t io na ls in Da n zig , 1932, P .C.I.J., Ser.
A/B N ° 44.
L a r e l a c ió n e n t r e l o s t r a t a d o s in t e r n a c io n a l e s y e l d e r e c h o a r g e n t in o 79
11 Aunq ue es pos ible cons ide rar que muc ha s nor mas de tales de claracione s , c o mo por
e je mplo de la De c la r a ción Unive rs al de los De r e chos Hu m a n o s s on obliga to r ia s pa r a la
Ar ge ntina po r habe rs e co nve r tido en cos tumbr e s unive r s ale s .
L a r e l a c ió n e n t r e l o s t r a t a d o s in t e r n a c io n a l e s y e l d e r e c h o a r g e n t in o 81
2;? Es ta s alve dad e vitar ía co nflictos e ntre a lg unos de los ins tr ume ntos me nc io na do s e n
e l a r t íc ulo 75 , incis o 22, y el te xto de la pr ime r a par te de la Co ns t it uc ión, por e je mplo, el
de r e cho de r e ctificación o r es pues ta c o nt e nid o en el Pacto de San Jos é de Cos ta Ric a , que
p o d r ía ser r e put a do c o m o co nt r a r io a lo pr os cr ipto por los ar tículos 14 y 32 C N .
24 En este s entido, ver Bidar t Ca mpos , Ge r mán y Bianchi, Albe r to, “ La jur is dicción inter
nacional prevista por el Pacto de San José de Cos ta Rica viola la Cons titución Ar ge ntina?” ,
ED- 118- 976 y ss. Cie r tame nte podr ía sostenerse que , en et caso de nue s tro e jemplo, la pr ór r o
ga de jur is dicción es violator ia de pr incipios de derecho público cons titucional, c omo el de
defensa en juicio, non bis in ídem y cosa juzgada. Ai haberse viola do el artículo 27, la aplica
ción del artículo 75, inciso 22 impondr ía declarar incons titucional al tr atado. Sin e mbargo,
esta inter pr etación originar ía una pugna entre dos nor mas cons titucionale s , que no es conve
nie nte resolver me diante un vaciamie nto del conte nido de una de ellas, dado que la “je rarquía
co ns titucional” de los tratados de derechos huma nos que daría cve ntuaime nte de s virtuada. La
Cons tituc ión mis ma establece un criterio de inter pr etación ar mónico entre sus nor mas y las
contenidas en los ins tr ume ntos internacionales que me nciona (artículo 75, inciso 22).
82 J u l io B a r b o z a
25 Es ta inte nción ha que da do r e afir mada en el caso Cafés La Virgifiia S.A. s/ ape lación
(por denegación de repetición), de l 12 de octubr e de 1994 (C. 572. XXIII) en el que se dio
pr e mine ncia a la dis pos ición de un tr a tado ce le brado en el mar co de ALADI frente a una
n o r m a arance lar ia inte r na que de s vir tuaba la natur ale za de la o bliga c ión inte r nacional,
26 El te x to no hace r efe rencia a la je r ar quía inte r na de los lla ma dos “ tr ata dos m a r c o ”
de inte gr ac ión; s ólo se refiere a las nor ma s dictadas e n su cons e cue ncia. Pues bie n, es lóg i
co que aque llos te ngan je r ar quía s upr ale gal y, a s u vez, pr e mine nc ia po r s obre las nor mas
que de e lios de r ive n.
L a r e l a c ió n e n t r e l o s t r a t a d o s in t e r n a c io n a l e s y e l d e r e c h o a r g e n t in o 83
Sin e mbargo, de haber sido esa la inte nción del artículo, se hubie ra
e mpleado el tér mino específico “ apr obación” . Por otro lado, no se ve
la importancia práctica de que el Congres o tome un mero “conoci
mie nto” del tr atado, si no va a poder obstaculizar su ratificación en
caso de incumplimie nto del artículo 124.
Algunas provincias , como Cór doba, La Rioja, Jujuy y San Juan, han
incor porado a sus Cons titucione s la pos ibilidad de gestionar interna-
cionalmente sus intereses propios , sin perjuicio de la política exterior
del estado ce ntral.28 Otras Cons titucione s provinciales , como la de
Buenos Aires recientemente re formada, no conte mplan tal pos ibilidad:
el gobe rnador estaría facultado por la Cons tituc ión Nacional para
celebrar convenios internacionales, pero el orden nor mativo provincial
tendría una laguna al respecto y por ende las legislaturas no estarían
llamadas a “aprobar ” los convenios internacionales que se celebraren.
Si el Congreso Nacional toma de ellos un mero “conocimie nto”, en
esa provincia podr ían ser celebrados, eventualmente, sin la interven
ción de ningún órgano legislativo.
“ ...el T ribunal debe velar porque la buena fe que rige la actuación del
Es tado Nacional en el orden inte rnacional para el fiel cumplimie nto
de las obligacione s e manadas de los tratados y de otras fuentes de
derecho inte r nacional... no se vea afectada a causa de actos u omis io
nes de sus órganos internos, cuestión a la que no es ajena la juris dic
ción de esta Corte cuando pueda cons titucionalme nte e vitarla” .29
Con esta dis pos ición de be rían resolverse las múltiple s cuestiones
derivadas de la interpretación de las normas constitucionales en materia
de tratados internacionales.
Capítulo 6
Como ejemplo de lo dicho, nos recuerda Barberis que “la Ley de Citas
(426) de Valentiniano III dio valor de norma jurídica a la opinión de
cinco jurisconsultos de la época clásica y que en una monarquía abso
luta, la voluntad del príncipe es la fuente dei derecho {Quo Principi
placuit legis habet v igore m )"?■
“ ...todos los Estados mie mbros de las Nacione s Unidas son ipso facto
miembros del Estatuto de la Corte y vinculados por sus disposiciones.
Igualme nte , casi todos los pocos Estados no mie mbros de la ONU lo
han aceptado expresamente, con vistas a ser autorizados a que la Cor
te entienda las diferencias en las que estén implicados ” .4
a) Introducción
La costumbre, como fuente de reglas generales de DI, es muy anti
gua. Nuestra disciplina era principalme nte cons ue tudinaria hasta que
aparecieron los llamados tratados leyes - hoy me jor conocidos como
tratados norm ativ os - que con el movimie nto de codificación del DI
adquirie ron e norme difus ión. En la actualidad, que dan todavía áreas
importantes entera o parcialmente consue tudinarias , como por ejemplo
la res ponsabilidad inte rnacional,8 el proce dimiento arbitral, la protec
ción diplomática y en buena me dida la sucesión de Estados.
b) De finición
El artículo 38, 1, b. del Estatuto de la CIJ habla de la “costumbre
inte r nacional como pr ue ba de una práctica ge ne ralme nte ace ptada
como derecho” . La fór mula no es feliz en ciertos aspectos, pero es acer
tada en otros.
Para comenzar su análisis, debemos referirnos a los dos significados
de la palabra costumbre. Uno de ellos apunta a la norm a jurídica for
mada al amparo de una conducta constante y repetida en el tie mpo.
Otra es la práctica misma, la conducta que al repetirse originó, a partir
de un cierto mome nto, la obligatoriedad de su propia repetición.
F u e n t e s d e l d e r e c h o in t e r n a c io n a l . L a c o s t u m b r e 93
Ha ggcnmache r tr aza una larga e x plica ción donde de mue s tra que
“como prue ba de ” se deriva de varias versiones que se mane jaron en
el curso de la negociación del Estatuto de la CPJI. Particularmente, de
la inte racción entre la versión inglesa, mane jada por los “ realistas”
Phillimor e y Elihu Root y la francesa presentada como propos ición
por el Barón Descamps. Or iginalme nte , se habría que rido decir algo
así como: “ La costumbre como expresión de una práctica generalmen
te aceptada como derecho” .10
En todo caso, la segunda parte del artículo 38.2 nos pone en presen
cia de los dos elementos que tradicionalme nte se asignan a la costum
bre: la práctica y la opinio juris . La primera sería el elemento material y
la segunda el llamado “ps icológico” .
i) El elemento material
Una práctica que pueda ser sustrato de una costumbre se constituye
por el comportamiento uniforme de los sujetos del DIP en ciertas s itua
ciones, o sea por la repetición constante de ciertas conductas de aque
llos sujetos durante un período de tie mpo.
10 “ La doctr ine des de ux élcme nts du dr o it coutumie r dans la pr atique de ja Cour inter-
nationale ” , e n la Revue générale du droit international public, T . I. XXXX , 1986, pp. 19/32.
94 J u l io B a r b o z a
ii) La generalidad
T radicionalme nte se exige ge ne ralidad a la práctica idónea para for
mar costumbre. En re lación con este requisito, la CIJ rechazó que la
regla de la e quidis tancia del artículo 6 de la Conve nción de Gine bra
sobre la plataforma continental se hubiera conve rtido en una nor ma
cons ue tudinaria que vinculara a la entonces Ale mania Federal por fal
ta de ge ne r alidad. La Corte c ompr o bó que más de la mitad de los
casos citados por Dinamar ca y Holanda conce rnían a Estados partes
de la Conve nción - y por tanto entre ellos aplicaban la norma conve n
cional- y que en la mayor parte de los otros, que eran los que indicarí
“Las fór mulas empleadas por la jurisprude ncia para evocar esta con
dición son variadas , y a título de ejemplo pueden citarse las siguientes:
‘reglas ge ne r alme nte aplicadas ’, pr áctica ge ne r alme nte ace pta da’,
‘principios universalmente admitidos ’, ‘práctica casi universal’, ‘regla
ge ne ralme nte obs e rvada’, ‘regla ge ne ralme nte ap lic a da ’, ‘pr inc ipio
generalmente r econocido’” .14
Al mis mo tie mpo, la ge ne ralidad parece ser una noc ión flexible .
Según Akehurst:
“ ...s i no hay una práctica que vaya en contra de una proclamada nor
ma cons ue tudinaria, parece que una práctica no muy intensa bastaría
para crearla, aunque dicha práctica concierna solamente a un peque ño
núme r o de Estados o se haya ejercido durante un breve tie mpo”.15
13 ¡bid., p. 43.
14 J. Bar be ris , “ Ré fle x io ns s ur la c o utu m e in t e r n a t io n a le ”, ¡n A nnuaire fratt$ais de
droit Inte rnational, XXVI- 19 9 0- Edir io ns du C N RS , Par ís , p. 23 . En c ua nto a las citas en
el pár r a fo : “ reglas ge ne ralme nte a plic a da s ” (CPJI, Serie A, N ° 7, p. 22; Serie A, N ° 9, p.
27); “ pr áctica ge ne ralme nte a c e pta da ” (CIJ, Recueil, 1956, p.8 5); “ pr inc ipio s unive r s al
me nte a d m it id o s ” (Scott, op. cit., T . I, p. 558); “ pr áctica ...c as i unive r s a !” (CPJI, Série B,
N ° 6, p. 36); “ r e g la ... ge ne ralme nte obs e r v a da ” (CIJ, Recueil, 1959, p. 27); “ regla ge ne
r alme nte a p lic a d a ” (RIAA, Vo l. II, p. 1247); “ pr in c ipio ge ne ralme nte r e c o noc ido ” (CPJI,
Série A, N ° 9, p. 31, Série B, N ° 17, p. 32).
15 “ Cus to m as a s ource o f in t e m a t io n a l la w ”, Britisb Yearbook o f Inte rnational Law ,
Vo l. 4 7 , 1974, p. 1 (tr a duc c ión nue s tr a).
96 J u l io B a r b o z a
“No s ólo deben representar los actos considerados una práctica cons
tante, sino que además deben dar te s timonio, por su naturale za o por
la manera en que son cumplidos , de la convicción de que esta práctica
es obligatoria por la existencia de una regla de derecho. Los Estados
interesados deben tener el sentimiento de conformarse a lo que e qui
vale a una obligación jur ídica” .16
La doctrina más corriente señala que es la opinio juris lo que ide nti
fica a la costumbre jurídica y la hace distinguible de otras maneras de
repetición de conductas que no son jurídicas , como por e jemplo los
usos sociales,
Barberis distingue entre el uso, que responde a la imitación y la s im
ple costumbre, a la que el grupo social considera como regla a seguir y
cuyo incumplimiento despierta crítica y presión social. De nuevo, entre
esa simple costumbre y la cos tumbre jurídica habría diferencia en el
grado en que se ejerce la pres ión social: si constituye una s anción como
la pérdida de la libertad, una mutilación o la pérdida de la vida, es una
costumbre jur ídica.18
Lo anterior puede traspolarse al orden internacional, m utatis m utandi.
Podr ía decirse que un uso s ocial inte r na ciona l, no jur íd ic o , como
podr ía ser el s aludo de dos buques que se cruzan en alta mar, a veces
puede acarrear alguna consecuencia desagradable, pero no origina sin
embargo res pons abilidad internacional.
18 Op . cit., p. 96. Agre ga que “ N o es ne ce s ario par a e llo que haya un ór g a no e ncargado
de aplicar !as s ancione s , pues puede tratarse s imple me nte de un r égime n de s ce ntr alizado” .
19 La e mple ó, po r e je m plo, Ne gule s co, jue z r um a no ad- boc de la Co r t e Pe r mane nte .
Ve r CP JI, Serie B, N ° 14, p . 105.
98 J u l io B a r b o z a
Esto sucede por varias razones, pero principalme nte porque los textos
cuidados ame nte re dactados de aque llos ins trume ntos pue de n ser, y
muchas veces lo son, una s olución aceptable en general para todos los
Estados y solucionan el problema de una falta de normas específicas en
el terreno cubierto por el tratado. Al haber sido negociados en comités
de amplia compos ición donde están representados prácticamente todos
los intereses existentes en relación con un asunto determinado, suelen
tales textos ser la expresión de equilibrados compromisos. T ambién es
cierto que la mera existencia de un núcleo normativo coherente y siste
mático en un cierto terreno del DI ejerce una presión grande sobre los
Estados que no adhirieron al tratado, en el sentido de su aceptación y
que la comunidad del tratado ejerce presión muchas veces en el sentido
de propagar sus normas.
22 Ge orge s Abi- Saab, “ La c o utum e dans tous ses états ” , Le droit inte m ational a l'heu-
re de sa codification. Etudes en honne ur de Robe rto Ago, M ilá n , 19 87 , p. 56.
F u e n t e s d e l d e r e c h o in t e r n a c io n a l . L a c o s t u m b r e 101
13 Introduction au droit des traités, Co ll. U, Par ís , Ar m a n d C o lín , 1972, p. 38. (Tra-
d uc c ión nue s tra.)
24 C IJ, Recue il, 19 50 , p. 276.
102 J u l io B a r b o z a
“ Es difícil ver por qué el núme r o de Estados entre los cuales puede
constituirse una costumbre local sobre la base de una práctica pr o lo n
gada debería necesariamente ser superior a dos ” .
Por cierto que también el cons entimie nto es de rigor para la for ma
ción de una costumbre de este tipo.
T anto las costumbres regionales como las bilaterales se distingue n,
por la circunstancia recién apuntada, de las costumbres universales, que
son oponibles a Estados que no han participado en su formación y por
ende no han otorgado su cons entimie nto para que les sean aplicables.
mos de lado las diferencias que distinguen entre sí a los hechos individua
les ocurridos y tomamos de ellos lo que tienen de conce ptualme nte
común, como “mar territorial”, “buque ”, “paso continuado”, etc.
Otros ejemplos del mis mo proceso pueden ser dos costumbres regio
nales americanas que luego fue ron adoptadas por la comunidad ínter-
104 J u l io B a r b o z a
b) La costumbre universal
i) T oma de conciencia y de claración
Subsiste la incógnita de cuándo se opera este cambio cualitativo, esto
es, ese cambio entre una práctica que es obligator ia por el cons e nti
miento de los Estados obligados y exclusivamente para ellos y esa mis
ma práctica, obligatoria para todos por la ace ptación generalizada (no
necesariamente unánime ). Entendemos que el pode r legislativo del dere
cho de gentes reside en la comunidad inte rnacional, pero que se trata de
un pode r difus o, por cuanto dicha comunidad carece de órganos cen
trales que lo ejerciten. Entendemos que, sin embargo, ciertos órganos
s on tác ita me nte r e conocidos po r la c o m u n id a d e nte ra c omo sus
voceros: la Corte Internacional de Justicia es uno de ellos, la As amblea
Gene ral de las Nacione s Unidas es otr o, acaso también la doctrina.
Normalme nte , son sus declaraciones las que deciden que una cos tum
bre ha llegado a ser universal: la CIJ muchas veces dice, s implemente,
que tal o tal práctica es una costumbre inte rnacional, o un pr incipio
generalmente aceptado de derecho inte r nacional, sin añadir mayores
argumentos ni mostrar el proceso de investigación que la condujo a esa
conclusión. Cuando la comunidad internacional tom a conciencia de la
ge ne ralidad de una cierta pr áctica, todavía faltar ía una de clar ación
para consagrarla públicamente como costumbre universal.
ii) Cuando la costumbre llega a esta etapa, los Estados que no par ti
ciparon en su formación la deben aceptar obligatoriamente. Prueba de
ello es lo sucedido con los Estados surgidos de la des colonización, que
debieron aceptar la generalidad de las costumbres ya establecidas, aun
que cons iguie ron la re vis ión de algunas de ellas invocando razones
importantes. Esta aceptación no implica un consentimiento libremente
otorgado; acaso aquí exista la convicción entre los nuevos obligados de
que se está actuando de acuerdo con una norma de derecho obligatoria,
a través del sentimiento de que se debe obedecer lo que acepta la gene
ralidad de los Estados miembros de la comunidad internacional.
F u e n t e s d e l d e r e c h o in t e r n a c io n a l . L a c o s t u m b r e 105
iii) La opinio juris . Se hace difícil aceptar que en el pe ríodo for mati
vo de una costumbre, o sea, cuando ésta no se ha consagrado todavía,
exista en los Estados que se van ple gando a la práctica la convicción de
estar obr ando de acuerdo a una nor ma de derecho universal. Kelsen
calificó esta pos ición de “manifiestamente falsa” .2/ Tal convicción, en
la etapa formativa de la costumbre, se basaría en un error, puesto que
los que adoptar an la práctica lo habrían hecho en la errónea convicción
de que se trataba de una norma obligatoria de derecho, siendo que en
esa etapa formativa la práctica no es aún obligatoria.28 No parece, por
lo demás, creíble que un Estado pudiera albergar tal convicción respec
to a una práctica claramente nue va.29 El prestigio de la opinio juris
como convicción acaso provenga de su origen, el derecho romano canó
nico, a través del cual se impor tó la doctrina al derecho internacional
en el siglo XIX. La doctrina de la convicción puede referirse al descubri
mie nto de que una cierta práctica internacional no hace sino reflejar
una regla ya establecida del derecho natur al.30
Una vez de clarada la cos tumbre universal, re sulta más creíble la
corriente de o pinión que identifica la opinio juris con la convicción de
obligatoriedad. Sin embargo, no es una doctrina pacífica. El pasaje de
la sentencia de la CIJ citado más arriba, en sentido de que es necesaria
la conv icción de que una práctica es obligatoria porque refleja una
regla de derecho existente y de que los Estados interesados “ deben
tener el sentimiento de conformarse a lo que equivale a una obligación
jur ídica” parecería dir imir decisivamente lo relativo a la existencia y
e ntidad del elemento “ps icológico”. Sin embargo, los análisis hechos en
medulosos estudios por autores como Haggenmacher y Virally demues
tran que tanto la Corte Permanente como la actual han re ndido home
naje verbal a la opinio juris pero no lo han utilizado en la resolución de
sus casos.
“La verdad es que la Corte , aunque r inda home naje verbal al concep
to de opinio juris y aunque haya te nido ocas ión de ha blar de esa
‘consciencia de un deber jur ídico’, se interesa me nos en el análisis de
estados mentales que en el examen y apre ciación de los hechos pr oba
dos. Lo que busca es determinar si ellos revelan el ejercicio efectivo de
un derecho por parte de un Es tado ligado al re conocimie nto por otro
Es tado de una obligación corres pondiente” .31
Brigitte Stern, citando a Kelsen, Scelle y Basdevant, hace ver “el lugar
central de la efectividad en la creación cons ue tudinaria y el papel pre
ponderante de las grandes potencias y de los Es tados particularme nte
interesados en la cuestión reglada por la nor ma cons ue tudinar ia...” .32
Los tratados
a) De finición
El artículo 2.1 de la Conve nción restringe el concepto de tratado a
aquellos acuerdos internacionales hechos por escrito y entre Estados. Se
desarrollan a continuación los elementos de la de finición.
i) Acuerdo internacional
Comie nza el ar tículo 21 po r me ncionar el acue rdo inte r nacional
como elemento esencial de los tratados. El concurso de voluntades es la
de finición misma del tratado, debe ocurrir en el plano inte rnacional y
ser regido por el derecho de gentes. La validez y obligatorie dad de cual
quier acuerdo está determinada por el marco jurídico en que se da, y en
este caso ese marco es el derecho internacional.
La expresión “inte r nacional”, corroborada un poco después en el
mismo inciso por la frase “y regido por el derecho inte r nacional” , “ es
utilizada para dis tinguir los acuerdos inte rnacionale s regidos por el
derecho inte rnacional público de aquellos otros que, aunque conclui
dos entre Es tados , es tán regidos por las dis pos icione s del derecho
interno de una de las parte s ...” según surge de manifestaciones de la
Comis ión de Derecho Inte rnacional que redactó el proye cto.1
quier otro contrato en que los Estados actúen como personas del dere
cho privado. Aunque el trato fuera de Estado a Es tado, como solía
suceder en el caso de compras de inmuebles en Estados socialistas, que
poseían numerosos inmuebles, se trataría de un contrato celebrado en
el marco del derecho interno del Es tado territorial y no de un tratado.
“N o parece, por otra parte, que exista una regla de derecho inte rna
cional que exija que los acuerdos de este género deben ser hechos por
As unto Texaco: “Decir que el derecho inte rnacional regla las relacio
nes contractuales de un Estado y de una persona privada extranjera
no significa que ésta sea as imilada a un Es tado ni que el contrato con
cluido con aquél sea asimilable a un tr atado” .6 As imismo, la CIJ se
declaró incompetente en el caso de la Anglo- Iranian Oil Co entre el
Re ino Unido e Irán (22 de julio de 1952) por entender que la conce
s ión era un contr ato entre un gobie r no y una socie dad extranjera,
siendo el gobierno el del Ir án, y que el Re ino Unido no era parte.7
Acas o lo me jor sea decir que los tratados son creados por “ una
manife s tación de voluntad común de dos o más sujetos de derecho de
gentes con capacidad suficie nte ...” .8
iv) Formas
“ ...ya conste en un ins trume nto único o en dos o más instrumentos
conexos y cualquiera sea su de nominación particular” .
La Conve nción es muy flexible en cuanto a las formas que puede
as umir un tratado; ya sea la de un acuerdo de los llamados en bue na y
de bida form a como los hechos en forma s implificada. Enseguida vere
mos esto mis mo con más detalle.
b) Clas ificación
i) En cuanto al núme ro de partes contratantes, los tratados bilate ra
les son aquellos en que participan dos sujetos y multilaterales los cele
brados entre tres o más.
5 Id., p. 91.
6 Affa ir e T ex aco d vs Libia, J D I 19 77 , p. 361.
7 CIJ, Recue il, 1952, p. 112.
8 Bar be ris , op. cit., p. 49 .
L O S T RAT ADOS 113
ii) Abiertos son aquellos a los que se puede acceder sin haber toma
do parte en su ne gociación, cerrados aquellos que no admite n nuevos
miembros sin que ello implique la celebración de un nuevo acuerdo.
iii) Los acuerdos en buena y de bida form a son los que asumen la for
ma clásica, en un proceso completo: se negocia y se adopta un texto
único, que luego se firma y eventualmente se ratifica, según la manera
de expresión del cons entimiento que se haya adoptado.
praventa crea una sola norm a jurídica que impone conductas diferentes
a cada parte, a una entregar la cosa y recibir el precio; a la otra recibir
la cosa y entregar el precio.
c) Cele bración
Las diversas etapas en la celebración de un tratado son las siguientes:
i) Conformación del texto
En este prime r trecho, las Partes llegan a conformar un texto sobre el
que están de acuerdo y a autenticarlo. Para eso recorren el siguiente
camino:
• Ne gociación
Las negociaciones se conduce n normalme nte a través de los repre
sentantes de las Partes, de bidame nte acreditados, que for mulan pr o
puestas, contrapropuestas y realizan los pasos necesarios con vistas a
arribar a un acuerdo. Esto puede hacerse en conversaciones directas o a
través de una conferencia internacional.
• Adopción del texto
Cuando todas las partes han manifes tado su opinión de que un cier
to texto refleja lo negociado y que, por ende, ya no habrá de ser objeto
de cambio alguno, se dice que ese texto ha sido adoptado.
• Por la ratificación
Normalme nte , no alcanzará la firma; será necesaria una instancia
posterior, representada por un instrume nto de ratificación.
116 J u l io Ba r b o z a
9 Die z de Ve lazco dice que “ los s is te mas inte r nos de r a t ific a c ión se pue de n div idir en
la pr áctica e n c uat r o grande s gr upos : 1) de co mpe te ncia e xclus iva del Pode r Eje cutivo, 2)
de compe te nc ia e xclus iva del Cue r po Le gis lativo; 3) de co mpe te nc ia de l Eje cutivo c on
pr e via a p r o b a c ión o bliga to r ia de l Le gis lativo; 4) de co mpe te ncia c o njunt a de l Le gis lativo
y el Eje cutivo ” . Ins titucione s de derecho internacional piiblico, M a d r id , 1994, p. 148. El
s is te ma ar ge ntino perte ne ce a la te rce ra cate gor ía e nunc ia da.
L O S T RAT ADOS 117
d) Reservas
“Se entiende por ‘reserva’ una declaración unilateral, cualquiera sea
su e nunciado o de nominación, hecha por un Estado al firmar, ratificar,
aceptar o aprobar un tratado o al adherirse a él, con objeto de excluir o
modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en su
aplicación a ese Es tado” (artículo 2, d).
Es importante en esta de finición subrayar,
- el carácter de d e c larac ión u n ilate ral de una reserva pres entada,
indicativo de la pos ición par ticular de un cierto Es tado de entre los
negociadores del tratado o un Estado que adhiere posteriormente, y
- que esta declaración tiene por objeto m o d ific ar e l alcance de alguna
de sus disposiciones particulares con respecto al Estado reservante.
Conviene anotar que una reserva es sólo apare nte m e nte un acto uni
lateral: lo es en cuanto a su for mulación, porque se presenta unilateral
me nte po r el Es tado inte r e s ado, pe r o carece de efectos jur ídic os
mientras no haya una reacción de los otros miembros del tratado, ya
sea que la acepten o la rechacen. Eso hace que, en el fondo, la reserva
cree una s ituación que no puede ser resuelta en forma unilateral.
Un Estado que seguramente ha que rido impone r una cierta pos ición
en el curso de las negociaciones pero no ha logrado hacerlo, busca el
mismo objetivo por la interpos ición, luego de adoptado el texto, de una
reserva que exprese aquella pos ición aislada o en el mejor de los casos
minoritaria.
11 Pode s tá Cos ta - Ruda , De recho inte rnacional público, Bue nos Aire s , 1984, p. 52.
L O S T RAT ADOS 119
lé La s it ua c ión no es clara en el cas o c). Ca hie r (op. cit., pp. 178/179) nos r e cue r da
que ni los tr abajos de la C D I ni los de la Confe r e nc ia c o dific a dor a ac lar an la s it ua c ión,
por lo que se p u d o s os tener que en s uma la reserva tr iu nfa ba . Pero dis tingue e ntre dos
tipos de reservas: unas que hace n ina plic a ble una dis pos ición del tr a t a d o , e n cuyo cas o,
por cie r to, la o bje c ión carece de e fecto y tr iu nfa la reserva. Pero no c ua nd o la reserva s ólo
mo d ific a la dis pos ic ión, o s ujeta s u a plic a c ión a co ndicione s . Cita el cas o de la d e lim ita
c ión de la p la ta fo r m a c o nt ine nt a l entre el Re in o U nid o y Fr ancia. Es ta últim a ha bía s us
cr ipto la Co nve nc ión de Gine br a de 1958 c on una reserva a su ar t íc ulo 6, que s uje taba la
a plic a c ión de la regla de la e quidis tancia a cie rtas condicione s . La reserva ha b ía s ido obje
tada p o r el Re in o U nid o . El T r ib una l Ar bit r a l, e n su s e nte ncia, dijo:
“ As í co mo el e fecto de las reservas france s as es im pe dir que el Re in o U nid o invo que
las dis pos icione s del ar t íc ulo 6, s alvo e n las co ndicione s e nunc iadas e n las reservas, así
t a m b ié n el r e chazo de las reservas es im p e d ir que la Re p úb lic a fr ance s a im p o n g a sus
reservas al Re in o U n id o par a opone r le c o m o o bliga to r ia una de lim ita c ión e fe ctuada en
c o nfo r m id a d con las co ndicione s co nte nidas e n las re s e rvas ... El e fe cto de las reservas y
de s u r e chazo es hace r el a r tíc ulo inaplic able e ntre los dos Es tados e n la me dida pr e vis ta
po r las res ervas ” . (Se nte ncia de l 30 de junio de 1977, RS A, XV III, pp . 171/172.)
La Cor te añade que , en este últ im o cas o, n o quie re e llo de cir que n o hay reglas a plic a
bles, s ino que s on las r eglas c o ns ue tudinar ias las que rigen.
122 J u l io B a r b o z a
e) Entrada en vigor
Los tratados entran en vigor de la forma y en la fecha que en ellos se
indique , o bien como acuerden los Estados negociadores (artículo 24.1)
y a falta de tales indicaciones o acuerdos, cuando haya constancia del
consentimiento expresado por todos los Estados negociadores en obli
garse por el tratado (artículo 24.2).
O sea, que si el tratado guarda silencio respecto a su entrada en vigor
y los Estados negociadores nada hayan resuelto al respecto, aquélla se
producirá cuando se hayan perfe ccionado los pasos que vimos antes
como necesarios para la expresión inequívoca del consentimiento. Pero
hay algunas disposiciones que necesariamente se deben aplicar desde
antes de la expresión del consentimiento, porque se refieren justamente a
la forma de esa expresión, o a la fecha o manera en que entrará en vigor
el tratado (por ejemplo, tres meses transcurridos después del depósito de
L O S T RAT ADOS 123
“T odo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por
ellas de buena fe” .
dado origen al ple ito eran anteriores al r econocimie nto por Francia de
la competencia obligatoria de la Corte,17 y el fallo respecto a las con
cesiones Mavr ommatis en Palestina, que enfrentó a Gr an Bretaña (por
su mandato de Palestina) y Grecia, en el que declaró su competencia
porque , no obstante haber ocurrido los hechos que configur aban el
litigio antes de haber e ntrado en vigor el Protocolo XII del T ratado de
Laus ana, la característica esencial de este ins trume nto era “producir
efectos con relación a situaciones jurídicas que se r e montan a una épo
ca anterior a su propia existencia”.18
Entre los Estados que sean parte en ambos sucede lo mis mo que en
los supuestos anteriormente considerados. Entre un Estado que sea par
te en ambos tratados y otro que lo sea solamente en uno de ellos, rige el
tratado en que ambos sean partes (artículo 30.4, b).
Si la celebración del segundo tr atado por parte del Es tado que es parte
en ambos implica una violación de los derechos del Es tado o de los
Estados que s ólo son partes en el primero, entonces puede aplicarse el
artículo 60 sobre tanto la terminación de un tratado como la suspen
sión de su aplicación como consecuencia de su violación, o el 73 res
pecto a la responsabilidad del Es tado o los Estados partes en ambos.
Si implica una modificación, se aplica el artículo 41, todo ello por vir
tud del pár rafo 5 del artículo 30.
Esta es una tendencia muy antigua. Las reglas del Digesto para la her
menéutica contractual sirvieron como cánones de inte rpre tación de los
tratados recomendados por Vattel, y la Corte Permanente de Arbitraje
en el caso de la isla de T imor declaró que la regla aplicable era “ bus
car la inte nción común de las partes, más bien que detenerse en el sen
tido literal de los tér minos ” .20
• La buena fe
Como ya dijimos , la buena fe es pr imordial en el derecho de gentes;
en realidad se presume y casi es innecesario me ncionarla expresamente.
A veces, sin e mbargo, se lo hace para recalcar el papel importante que
juega en el tema de que se trate. La excepción a la regla del “sentido
corriente” de los términos está en el párrafo 4, cuando conste que la
inte nción de las partes fue la de asignar a algunos de ellos un sentido
especial, que no es el común.
• Predominio del texto. El contexto
Hay un pre dom inio obv io de l te x to, que debe interpretarse en pr i
mer lugar dentro del marco del texto mismo - que incluye el pre ámbulo
y los anexos del tratado- y en su contexto. (Método textual.) Forma
parte del contexto aquello a que se refieren los puntos a) y b) del pár ra
fo 2, esto es,
“a) Los acuerdos a que se refiera el tratado y que hayan sido concerta
dos entre todas las Partes con motivo de la celebración del tratado” , y
“b) todo ins trume nto for mulado por una o más Partes con motivo de
la celebración del tratado y aceptado por los demás como instrume nto
referente al tr atado”.
“La intención de los dos Gobie rnos , como lo muestran los mapas rele
vantes y la conducta posterior de las Partes, fue de limitar las respecti
vas soberanías de ambos países a lo largo de una líne a que seguía
aproximadame nte por la mitad del canal, de forma de dejar a ambos
Estados costeros las islas pertenecientes a la pr opia costa. Por esta
razón e) artículo III del T ratado debe interpretarse como dando a la
Argentina, junto con la parte Este de Tierra del Fuego, las islas pertene
cientes a la costa norte del Canal de Beagle y a Chile, junto con todas
las islas al sur del Canal, los islotes pertenecientes a su costa s ur”.24
Son trabajos pre paratorios , por e je mplo, las actas que recogen las
negociaciones - propuestas y contrapropuestas - de los Estados previas a
la adopción del texto, principalme nte en los tratados multilaterales. En
los bilaterales, suele haber notas diplomáticas referentes al conte nido o
alcance de cláusulas del tratado. En ambos casos, y tenie ndo en cuenta
que en materia de tratados siempre hay un ancla en la voluntad de las
Partes, esos datos son útiles para determinar el exacto sentido de ciertos
términos o iluminar el objeto y fin del tratado.
Este pasaje de la sentencia, referente a los travaux préparatoire s , es
aplicable a cualquier otr o me dio de inte rpre tación comple me ntar io,
como pueden ser las circunstancias de la celebración del tratado, y fue
recogido en el artículo 32 de la Conve nción.
• Interpre tación de tratados autenticados en dos o más idiomas
Por último, suele suceder que existan textos auténticos y oficiales de
un mismo tratado en diferentes idiomas , todos los cuales dan igualme n
te fe. T ambién sucede, a veces, que discrepen los textos en algunos pun
tos en las diferentes versiones. En tal caso, y si no hay un texto que
prevalezca sobre los otros por dis pos ición expresa del tratado, o acuer
do de las partes fuera del tr atado, y si la discrepancia de sentido no
puede resolverse aplicando las reglas de los artículos 31 y 32,
“se adoptar á el sentido que me jor concilie esos textos habida cuenta
del objeto y del fin del tr atado” (artículo 33.4).
Los dos primeros vicios (error y dolo) son de poca importancia prác
tica, por lo inverosímil que resulta admitir que un Estado en los tiem-
pos actuales esté sujeto a ellos.
• Coacción
Por último, la coacción ejercida tanto sobre el representante de un
Estado como sobre el Estado mismo son causales de nulidad. El prime r
supuesto tiene antecedentes famosos, como la coacción ejercida sobre el
representante del Estado checoeslovaco, el presidente Hacha, por los
nazis en 1939, y es recogido en el artículo 51. Debe tratarse de actos o
amenazas contra la persona misma del representante o de su familia.
Tocante el segundo, es una consecuencia inevitable de la pr ohibición
del uso o amenaza de la fuerza que impera a partir del T ratado Kellog-
Briand de 1928 y particularmente desde la s anción de la Carta de las
Naciones Unidas , que prohibe el uso o ame naza de la fuerza por los
Estados en sus relaciones internacionales. Se trata de la fuerza armada,
y no de otras formas de coacción.
iii)Violación de una norma de jus cogens
Un tipo de obligacione s de naturale za inadve rtida has ta entonces
comienza a atraer la ate nción de la doctrina desde que, en 1970, la CIJ
las me nciona en un célebre dictum de su decisión en el caso de la Barce
lona T raction.2S Son las llamadas “obligaciones erga om ne s ”, así des
critas en el citado pasaje:
“ ...de be hacerse una dis tinción entre las obligaciones de los Estados
para con la comunidad inte rnacional en su conjunto y las que nacen
respecto de otros Estados en el marco de la protección diplomática.
Por su naturale za mis ma, las primeras conciernen a todos los Estados.
Dada la importancia de los derechos que están en juego, puede cons i
derarse que todos los Estados tienen un interés jur ídico en que esos
derechos sean protegidos; las obligaciones de que se trata son obliga
ciones erga omnes.
En el derecho inte rnacional conte mporáne o, esas obligaciones dima
nan, por e je mplo, de la pros cr ipción de los actos de agres ión y de
ge nocidio, pero también de los principios y nor mas relativos a los
28 “ Bar ce lona T r action, Light and Powe r Co m pa ny Lt d .” , Arret CI] Recueil, 1970, p. 32.
L O S T RAT ADOS 133
• Obligaciones imperativas
Algunas, dentro del género de obligaciones citadas, son de tal carác
ter que no admite n pacto en contrario: son im perativas y constituyen
un innegable núcleo de orden público internacional. En su artículo 53,
la Conve nción admite la existencia de normas imperativas del derecho
internacional general, y las define como aquellas aceptadas y reconoci
das como tales por la comunidad internacional en su conjunto, que no
adm ite n acuerdos en contrario y que s ólo pueden ser modificadas por
una norma ulterior de DIG que tenga el mismo carácter.
T anto en la Comis ión de derecho inte rnacional como en la conferen
cia codificadora de Vie na hubo un consenso sobre la existencia de un
cierto sector del derecho de gentes representativo del orden público
internacional, aunque no hubiera consenso sobre los criterios que per
mitie ran determinar las normas pertenecientes a ese sector.
El conocimie nto doctrinario de las obligaciones erga omnes e impe
rativas es todavía incompleto. Se las ha estudiado en relación con su
incumplimie nto en el campo de los tratados y recientemente en el de la
responsabilidad. La idea pre dominante , expresada en forma algo s im
plis ta, es que ambas clases de obligacione s lo s on con respecto a la
comunidad internacional en su conjunto, sólo que algunas obligaciones
erga omnes son también imperativas, esto es, que no admite n su dero
gación por tratado. Aunque no todas las obligaciones erga omnes sean
imperativas o de jus cogens, la inversa sería cierta.
impe rativa. Dadas esas exigencias, son pocas las normas imperativas
existentes sobre las que exista un consenso suficiente en la comunidad
internacional en su conjunto.
k) Efectos de la nulidad
El efecto principal de la nulidad de un tratado es invalidar sus dis po
siciones ab initio. T odo Estado parte puede exigir el restablecimiento,
en sus relaciones con el Estado que incurrió en una causal de nulidad,
de la s ituación que hubie ra existido si no se hubiesen realizado actos
como consecuencia del tratado (artículo 69.2).
El Estado autor no puede pe dir la referida anulación de los actos
consecuentes al tr atado si la causal es de dolo o coacción (sobre el
representante o sobre el Estado). Si la causal invocada es la opos ición a
una norma imperativa de derecho internacional vigente al tie mpo de su
celebración, las partes tienen la obligación de e liminar, en cuanto sea
posible , las consecuencias de actos hechos conforme al tratado y de
ajustar a la norma imperativa sus relaciones (artículo 71).
La ale gación de nulidad generalmente se opone a todo el tratado,
aunque puede oponerse a una cláus ula o cláusulas determinadas con
alcance limitado, si se dan tres condiciones, según el artículo 44:
• las cláusulas objetadas son separables del resto del tratado.
• si tales cláusulas no han cons tituido para la otra parte o partes una
base esencial de su consentimiento en obligarse por el tratado,
• si la continuación del cumplimie nto del tratado en esas condicio
nes no es injusta.
“Se entiende por ‘parte’ un Estado que ha cons entido en obligarse por
el tr atado y con respecto al cual el tratado está en vigor ”.
“Se entiende por ‘tercer Estado’ un Estado que no es parte en el tratado”.
Los principios generales propios del derecho inte rnacional no son sino
normas muy generales de la costumbre internacional, como la sobera
4 Par a Be ne de tto Co nfo r ti (Derecho internacional, Bue nos Aire s, 1995, p. 62 ), los p r in
cipios generales del de re cho “n o s on s ino una cate goría s ui generis de nor ma s inte r nacio
nales cons ue tudinar ia s , respecto de las cuale s la diuturnitas está da da por s u pr e vis ión y
aplica c ión unifor me po r par te de los Es tados de ntr o de sus respe ctivos or d e na mie nto s ” .
Pero la diuturnitas o sea la prax is, que es c o mo s abe mos un o de los dos e leme ntos de la
cos tumbr e , debe ser una pr áctica inte rnacional, esto es, que s ur ja de la inter fe re ncia de las
conductas entre Es tados y no una no r m a o pr inc ip io aplicable dentro de los Es tados mis
mo s , po r e x te ndida o unifor me que pue da ser su a plic a c ión.
5 “ P ano r a m a du dr o it in t e m a t io n a l c o nt e m p o r a in ” , Acade mie du Dro it Inte rnational.
Recue il des Cours 1983- V, p. 171.
6 Ge orge s Abi- Saab, “Les s ource s du dr o it in t e m a t io n a l. Es s ai de dé co ns tr uc tio n” , en
El derecho internacional en un m undo en trans formación. Ho m e na je al pr ofe s or Edua r d o
Jimé ne z de Ar échaga , Mo nte vid e o , F unda c ión de Cult ur a Unive r s itar ia, 1994, pp. 31/32.
P r in c ip io s g e n e r a l e s d e l d e r e c h o . F u e n t e s a u x il ia r e s . O t r a s f u e n t e s 149
A nuestro parecer, esta fuente tiene que ver con la facultad que en
algunos órdenes jurídicos se otorga al juez para que no se vea constre
ñido al non lique t cuando la controversia caiga dentro de lo que suele
llamarse una “laguna del derecho” . Kelsen mostró que, de un punto de
vista lógico, no existen tales lagunas puesto que, o bien hay una norma
jurídica que ampara las pretensiones de una parte - en cuyo caso la sen
tencia le es favorable- o bien no existe tal norma y la controversia se
resuelve en su contra. Pero puede suceder que esto último choque fla
grantemente con la valoración jurídica del juez, que se sentiría constre
ñido a dar una sentencia injusta simplemente porque el caso escapó de
la previsión del legislador, si se trata del derecho interno o de la cos
tumbre o el tratado en el internacional.
Es significativo el artículo 16 del Código Civil arge ntino, que dice:
“Si una cues tión civil no puede resolverse, ni por las palabras ni por el
espíritu de la ley, se atenderá a los principios de leyes análogas y si
aún la cuestión fuere dudos a, se resolverá por los principios generales
del derecho te nie ndo en cons ideración las circunstancias del caso” .
Algunos autores las han llamado “fuentes de evide ncia” o sea modos
de ve rificación de la existencia de normas jurídicas .9
aplicar, cuando ella “no ha sido for mulada con precis ión por la pr ácti
ca reiterada de los Estados”.10
Es indudable la función especificadora de la juris prudencia, esto es,
la de establecer especies subordinadas a los géneros legales.
10 Ibid.
11 Aft a lión y Vila n o b a , Introducción al derecho, Bue nos Air e s , Abe le do Pe r rot, 19 94 ,
p p . 72 3/7 24 , no t a 51.
152 J u l io B a r b o z a
b) La doctrina
El artículo 38 se refiere a “las doctrinas de los publicistas de mayor
competencia de las distintas nacione s ” . En re alidad, la doctrina com
prende las opinione s o datos pr oporcionados , no s olamente por los
autores, sino también por las sociedades científicas, como el In s tituí de
droit inte m ational, la Inte rnational I m w As s ociation, el Ins tituto His
pano - luso- americano de derecho inte rnacional, etc. que presentan la
ventaja de admitir comparaciones más amplias de las prácticas naciona
les y un debate científico menos s ubje tivo” .13
Es fácil advertir que la CIJ raramente o nunca cita la doctrina como
fundame nto de sus propias opinione s. T ampoco los tribunales arbitr a
les la citan, aunque es innegable la influencia que ésta puede ejercer
sobre hombres de derecho como son los que constituyen tanto la Corte
como los tribunales de arbitraje.
12 En r e la c ión c on el der e cho a r g e ntino, Aft a lión y Vila n o b a dice n que “...e n general,
ningún tribunal se considera obligado por sus propios precedentes ” (ba s ta r dilla nue s tr a).
Op. cit., pp. 739/ 740 .
13 y er N g uy e n Qu o c Din h , Pelle t y Da llie r , op. cit., p. 387.
P r in c ip io s g e n e r a l e s d e l d e r e c h o . F u e n t e s a u x il ia r e s . O t r a s f u e n t e s 153
3. Otras fuentes
Los actos unilaterales de los Estados que han sido objeto de un estu
dio especial en la doctrina y en la jurisprudencia son aquellos que crean
obligaciones para el Estado que los efectuó. Su fundame nto final es la
buena fe.
Suele citarse como ejemplo de una promesa unilateral que tuvo efec
tos jurídicos claros la de claración del Presidente de Francia, apoyada
por una s imilar de su Minis tr o de Relaciones Exteriores en el sentido de
que su país no re alizaría más explosiones nucleares en la atmósfe ra.
Cuando tales declaraciones fue ron e mitidas, la CIJ estaba juzgando,
precisamente, el caso de los Ensayos nucleares, que Australia y Nueva
Ze landa habían incoado contra Francia en relación con las explosiones
atómicas en la atmósfera que aquel país realizaba en el Pacífico.
El T ribunal reconoció la validez de la obligación que Francia creaba
para sí misma como consecuencia de esas declaraciones. Son interesan
tes algunos de los considerandos de la sentencia:
“Se acepta que las declaraciones que revisten la forma de actos unilatera
les y afectan a situaciones de derecho o de hecho pue dan tener como efec
to crear obligacione s jurídicas . Las declaraciones de esta naturaleza
pueden tener y de hecho tienen a me nudo un objeto muy preciso. Cuan
do el Estado autor de la declaración tiene la intención de quedar obligado
por sus términos, esta intención confiere a la declaración el carácter de un
compromis o jurídico, que dando obligado el Estado interesado a seguir en
el futuro una línea de conducta conforme con su declaración”.15
Capítulo 9
La pe rsonalidad internacional
1. Introducción
1 En el caso Mav rom m atis , la CP JI e xpre s ó que los Es tados te nía n el de r e cho de hace r
c um p lir el de r e cho in t e r na ciona l en la pe r s ona de sus nacionale s .
160 J u l io Ba r b o z a
a) Los Estados
En el derecho de gentes, los sujetos o personas más importantes son
los Estados. Como vimos en el Capítulo 1, éstos tienen pe rs onalidad
originaria, son al tiempo que sujetos, legiferantes, porque crean las nor
mas jurídicas y de su voluntad derivan las otras personas o sujetos en el
plano internacional. Y sobre todo tienen pe rs onalidad ple na, esto es,
capacidad ilimitada para ejercer derechos y asumir obligaciones cuando
son soberanos, mientras que todos los otros sujetos reconocen impor
tantes limitaciones en su capacidad de hecho y de derecho. Conviene
recordar, a este respecto, la opinión consultiva de la CIJ de 1949, que
declaró que:
3 Ju lio Bar be ris lle ga a la c onc lus ión de que el copr ínc ipe de An d o r r a es el Pre s idente
de F r a nc ia y n o el Es ta d o fr ancé s . Ve r Los sujetos de l de recho inte rnacional actual,
Ma d r id , 1984, p. 52.
4 Op. cit., p. 96.
162 J u l io B a r b o z a
nan que la Iglesia y la Santa Sede son dos sujetos distintos, en unión
real en la persona del Papa.
10 En la me dida en que ciertas nor ma s conte nidas e n tr atados multilate r ale s , y sobre
to do en la De claración de Dere chos Hum a n o s de las Nacione s Unidas se ha yan conve r tido, a
L a p e r s o n a l id a d in t e r n a c io n a l 167
Para que el Estado en cuestión tenga pers onalidad plena debe agre
garse un cuarto elemento: la soberanía.
a) La población
No hay un núme ro fijo debajo del cual - o sobrepasado que fuere-
un grupo humano no pueda aspirar a ser un Estado. Los hay de muy
pe que ña pobla ción, como San Ma r ino (30.000 habitante s ) o Na ur u
(7.000), mientras que la China tiene cerca de 1.500 millones.
La población de un Estado se compone de nacionales y de extranje
ros que habitan en forma permanente en su territorio. Sobre los prime
ros, el Es tado tiene una s upre macía pe rs onal, que se origina en el
vínculo de la nacionalidad y que le permite ejercer sus poderes, en la
medida que las circunstancias lo pe rmitan, cuando estas personas no se
encuentren en su te rritorio.12 Sobre los segundos ejerce una supremacía
través del me canis mo de la nue va cos tumbre , en nor mas universales, los individuos por ellas
pr ote gidos a dquir ir ían pe rs onalidad (muy cir cuns cripta) e n el derecho inte rnacional general.
11 Recue il des arrets des tribunaux arbitraax mtx tes, IX, p. 336.
12 Por e je mplo, pue de lla m a r a sus na cionale s en el e x t r anje r o pa r a el s ervicio m ilit a r ,
de acue rdo con sus leyes.
16 8 J u l io B a r b o z a
b) E l te rritorio
El territorio de un Estado, desde el punto de vista jurídico, puede
definirse como el ámbito dentro del cual aquél ejerce una competencia
que es general y exclusiva.
L a p e r s o n a l id a d in t e r n a c io n a l 169
Esta exclusividad debe ser respetada por los otros Estados, y así lo
dete rminó la CIJ en el asunto del Canal de Cor fú, al decir que
13 Ve rdros s , op. cit., p. 93. Re ute r dice que : “ ...e n este s e ntido, la s ocie dad na cio nal
es una s ocie dad pe r fe cta, de lo que se sigue que las compe te ncias del Es ta do s on en c ua n
to a s u o bje to generales”. Op . cit., p. 94.
14 Recue il des sentences arbitrales, II, p. 838.
15 CIJ, Recue il, 1949, p. 35.
16 Recue il des sentences arbitrales, II, p. 839.
170 J u l io B a r b o z a
c) El gobierno
El derecho inte rnacional exige que haya un gobierno efectivo que
ejerza las potestades del Estado en ese te rritorio y sobre esa población.
La forma de gobierno que esa población tenga - monárquica, re publica
na, dictadura o democracia- no es relevante para el derecho de gentes:
sólo interesa que el gobierno sea efectivo, esto es, que los poderes esta
tales se ejerzan en general de manera efectiva.
d) La soberanía
Para ser persona plena del derecho de gentes, el Estado necesita el
atr ibuto de la soberanía. Otr as comunidade s que dis pone n de cierta
autonomía no son sujetos de aquel derecho, o lo son con una pe rs onali
dad limitada. Los Estados particulares de una fe de ración carecen de
personalidad internacional excepto en la medida en que la Cons titución
del Estado central les otorgue alguna capacidad en el plano exterior.
Las provincias argentinas, por ejemplo, carecen de pe rs onalidad inter
nacional ple na.17 Hay otros sistemas federales en que los Estados par ti
culares carecen totalmente de capacidad internacional.
La soberanía, en el plano internacional, encuentra sus límites natur a
les en la igualdad soberana de los Estados y en el pr opio derecho inter
nacional, que impone a éstos obligaciones. En rigor, la soberanía - que
sugiere la idea de un pode r por encima de todos los otros- debe ser
17 Por la r e for ma co ns tituc io na l de 1994 (a r tículo 124) las pr ovinc ias pue de n ce le brar
conve nios inte r nacionale s bajo cie rtas condicione s y t e ndr ía n, po r e nde , una pe r s o na lid a d
inte r naciona l r e s tr ingida. (Ve r p. 83 , Ca p . V, 2, b) iv). Co n los e le me ntos inte r pre tativos
existentes has ta a ho r a no es fác il car acte r izar la ca pa c ida d int e r na c io na l de las pr ovincias
ar ge ntinas .
L a p e r s o n a l id a d in t e r n a c io n a l 171
18 Corte Pe r mane nte de Ar bitr aje , La udo del 4/IV/1928. R.S.A., Vo l. II, p. 838. La pr ácti
ca inte r nacional está de acue rdo con esta de finición, co mo lo dice la o pin ión cons ultiva de la
CPJI (5/IX/1931) s obre el r égime n aduane r o aus tro- alemán, Serie A/B, N ° 41 , pp. 45 y 52.
19 CP JI, Serie A, N ° 10, p. 18.
20 CP JI, Serie A, N ° 1, p. 25.
172 J u l io B a r b o z a
La inm e diate z
Suele decirse que, por ser soberano, el Estado está s ometido inm e dia
tamente al orden jurídico internacional, a diferencia del ya citado caso
de los Estados de un Estado federal o del individuo, que normalme nte
lo está en forma indirecta.21 Inmediatez significa que entre el Estado y
el derecho de gentes no hay intermediarios: no es soberano un Estado
que cedió el mane jo de sus relaciones exteriores a otro Es tado, por
ejemplo, a través de un tratado (protectorado).
Conviene aclarar, sin e mbargo, que la inme diate z parece ser una cuali
dad inherente a la pe rs onalidad inte rnacional más que un dato especí
fico de la soberanía. T odo sujeto de derecho tiene, en la me dida que es
persona de ese derecho, inmediatez con él. La s oberanía, en cambio, es
exclusiva de los Estados: ni las organizaciones internacionales ni los
individuos la poseen.
21 Aun q ue a veces el in d iv id uo adquie r a dere chos o contr aiga obligacione s inte r nacio
nales e n fo r m a dir e cta, y esté inme diatame nte s ome tido al or de n jur íd ic o inte r na ciona l,
c ua nd o los tr atados o el de r e cho co ns ue tudinar io se los conce de n o im po ne n e xpre s ame nte .
22 Ca r r illo Salce do, Soberanía del Es tado y derecho internacional, 2a e dic ión, Ma d r id ,
19 76 , p p . 28 9 y ss.
L a p e r s o n a l id a d in t e r n a c io n a l 173
En éstas últimas , dos o más países están unidos por un mis mo sobera
no a pe rpe tuidad como consecuencia de un tratado inte rnacional entre
ellos según haya sido reconocido por terceros Estados. Casos típicos
de unión real fue ron el de Aus tria- Hungría hasta el tratado de Versa-
lles, así como Suecia- Noruega de 1902 a 1905.
b) La confederación
Una confederación agrupa a Estados que mantie ne n su pe rsonalidad
internacional completamente; hay entonces varias personas internacio
nales. Ge ne ralme nte , el órgano central de una confe de ración es una
Die ta, esto es, una corporación ante la cual los Estados miembros se
representan por enviados de carácter diplomático.
El pode r central es muy re ducido; se limita a funciones comunes y
parciales, tanto de defensa como de representación exterior.
“Vas allaje ” fue el régimen que la Sublime Puerta impus o sobre una
serie de Estados, principalme nte de los Balcanes, del norte de África y
de Asia. De entre ellos, algunos te nían un importante grado de inde
pendencia, como Egipto o Bulgaria.24 Protectorados y Estados vasa
llos fue ron sometidos posteriormente al régime n de mandatos de la
Sociedad de Naciones.
b) Mandatos
El Pacto de la Sociedad de Naciones dio origen al régimen de manda
tos, aplicado a las antiguas colonias de Ale mania y de T urquía, ambos
derrotados en la Primera Guerra Mundia l. Por este régimen, se enco
me ndó a ciertos Estados vencedores, como mandatarios de la Sociedad
c) Fideicomisos
Siguiendo parecidas líneas se implantó, a través de la Carta de las
Naciones Unidas , el régimen de fideicomiso o tutela. Según el artículo
77, éste comprende los siguientes territorios: (A) los que estaban bajo
mandato de la SN; (B) los separados de los vencidos en la Segunda Gue
rra Mundia l, y (C) los colocados voluntariame nte bajo tutela por los
26 Ve r N g u y e n Q u o c D in h , Da illie r y P e lle t, o p . c it ., p. 41 2.
178 J u l io B a r b o z a
“En derecho inte rnacional no hay autor idad que pue da hacer patente
para todos los sujetos de derecho la existencia de una regla o de una
situación. Son los Estados quienes lo efectúan, cada uno por sí mismo.
De ahí la importancia en derecho inte rnacional de las diferentes varie
dades de reconocimientos. Sin duda, el e mpleo mis mo de la palabra
‘reconocimie nto’ implica que la regla o la s ituación existe, aparte del
Es tado que la reconoce, pero como no hay autoridad que pue da ob li
gar al Estado a reconocer, todo ocurre frecuentemente como si fuese
su voluntad la que diera existencia a una regla o una s ituación” .27
“Un acto libre por el cual uno o más Estados comprue ban la existen
cia sobre un territorio de te rminado de una sociedad humana política
mente organizada, independiente de cualquie r otro Es tado existente,
capaz de observar las prescripciones del derecho inte rnacional y mani
fiestan consiguientemente su voluntad de cons iderarlo como un mie m
bro de la comunidad inte r nacional”.28
a) Doctrinas
La doctrina se ha dividido entre los partidarios de que el reconoci
miento es cons titutiv o de la pe rs onalidad del nuevo Estado y los que
Una segunda característica estaría cons tituida por la dis cre cionalidad
del reconocimiento: la voluntad del Estado en trance de reconocer o no
la existencia de otro Estado no podría coartarse con reglas o normas. Y
la tercera y última característica sería, naturalmente, que el reconoci
miento es atributiv o de la pe rsonalidad internacional.
ii) Declarativa
Ade más de la obje c ión de la r e la tividad de s ituacione s , ar r iba
come ntada, se han alzado contra la doctrina cons titutiva críticas seve
ras. La principal es que una entidad con todos los atributos estatales no
sería un Estado antes del reconocimiento y que carecería por ende de
derechos y deberes en el plano inte r nacional: no te ndría obligación
alguna que cumplir y podría - teóricamente- cometer una agresión sin
consecuencia jurídica alguna. La práctica internacional demuestra cla
rame nte que eso no es así, ya que se han inte rpue s to re clamos por
supuestas violaciones del derecho internacional cometidas por Estados
no reconocidos por los reclamantes.
Alguna jurisprudencia internacional se ha manife s tado también con
tra el carácter cons titutivo del reconocimiento. As í, el T ribunal arbitral
germano- polaco declaró, en el año 1929, que
Esta afirmación kelseniana podría parecer que deja todas las ventajas
en el Estado al que le toca reconocer. Sin embargo, si realmente la nor
ma existe en el DI general como lo piensa Kelsen, un Estado incurriría
en la violación de una obligación internacional si no reconociera a otro
32 O p . c it ., p. 23 3.
184 J u l io B a r b o z a
35 R e m ir o B r ó t o n s , o p . c it ., p. 5 5 .
18 6 J u l io B a r b o z a
36 Id., p. 54.
L a p e r s o n a l id a d in t e r n a c io n a l 187
37 Bos nia y Se r bia, al fir mar s e la pa z de París de dicie mbr e 14, 1995, se r e conocie r on
m utua m e nte c o m o “ Es tados s obe ranos e inde pe ndie nte s co n sus fr onte r as inte r nacionale s
actuale s ” , me dia nte un int e r c a mbio de nota s . (La N ac ión de Bue nos Aire s, dicie mbr e 15
de 1995, p. 3.)
188 J u l io B a r b o z a
Al DIP sólo le interesa que haya un gobie rno efectivo. Dado el princi
pio de la igualdad sobe rana de los Estados, de su inde pe nde ncia y
libre de te r minación, el Es tado tiene el derecho de elegir su sistema
político (ver Re s olución 2625 (XXV). En el caso de Nicaragua contra
los Estados Unidos, la Corte de te rminó que el principio de la sobera
nía de los Estados deja a éstos libe rtad de elección en cuestiones como
el sistema político, e conómico, social y cultur al.38
38 R e c u e il, 1 9 8 6 , p . 10 9 .
L a p e r s o n a l id a d in t e r n a c io n a l 18 9
traídas por el Estado y tiene capacidad para ello, así como para respe
tar el derecho de gentes. Naturalme nte que el quid del as unto estaría en
que las nuevas autoridades efectivamente ejerzan las competencias del
Estado en todo el te rritorio nacional (principio de efectividad) o en su
mayor parte y que esta s ituación ofrezca razonables expectativas de
estabilidad.
El reconocimie nto de gobiernos también puede ser expreso o tácito,
según la voluntad se exprese de una o de la otra manera. Aquí también,
claro está, se mezclan con las jurídicas consideraciones políticas . Ya
vimos cómo la Santa Alianza trataba a las autoridades que no surgían
de la le gitimidad monár quica; no s ólo no las reconocía s ino que en
varias ocasiones envió expediciones para derrocarlas e ins talar al suce
sor legítimo o reponer al monarca derrocado.
Ya vimos , sin e mbargo, que otro ilustre norte ame ricano, el presidente
T aft, afir mó en su laudo arbitral en el caso T inoco, entre Gr an Breta
ña y Cos ta Rica (octubre 18 de 1923), que era irrelevante el hecho de
que el Gobie rno de T inoco en Costa Rica fuera incons titucional según
el propio derecho costarricense. Inclus o el hecho de que Gr an Bretaña
mis ma - así como otros Estados- no había re conocido al Gobie r no de
T inoco era también irrelevante.
b) Doctrina T obar
En América Latina e xis tieron diferentes prácticas y doctrinas en
cuanto al reconocimiento de gobiernos de fad o . La llamada “doctrina
T obar” lleva ese nombre por el Minis tr o de Relaciones Exteriores del
Ecuador que le dio origen en 1907. Propugnaba el no reconocimiento
de los gobiernos de fad o hasta que representantes libremente elegidos
por el pue blo re organizaran cons titucionalme nte el país. La doctrina
19 0 J u l io B a r b o z a
c) Doctrina Estrada
En las antípodas de esta pos ición se encuentra la doctrina Estrada.
En 1930 el Canciller mexicano de ese nombre anunció su inte nción de
que en lo sucesivo su país evitaría la práctica del reconocimie nto. Par
tiendo del concepto que tal práctica significa la e mis ión de un juicio
sobre la le gitimidad del gobie rno - aunque fuera pos itivo- Estrada afir
mó que su país mante ndría o no sus representantes diplomáticos donde
se presentaran situaciones de gobiernos de facto y consecuentemente
aceptaría o no, según fuera el caso, la continuación de los agentes de
esos gobiernos acreditados en México, sin que ello s ignificara en modo
alguno juzgar la le gitimidad de las autoridades en cuestión ni el derecho
de los países extranjeros para darse los gobiernos que quisieren.
d) Efectos
Los efectos del re conocimie nto se produce n principalme nte en el
campo político, pero también ocurren en el jurídico. Los atributos bás i
cos del Estado son oponible s erga omnes, por e je mplo, la s oberanía
territorial del Estado no reconocido debe ser respetada, tal Estado no
puede ser objeto de agresión, etc.
Un efecto importante del reconocimiento puede ser un cambio en la
s ituación jurídica, como sucedió respecto al re conocimie nto como Esta
dos independientes, por parte de los países de la Unión Europe a, de
algunas de las Re públicas que habían for mado parte de la antigua
Yugoslavia: el conflicto se trans formó de guerra civil en internacional,
L a p e r s o n a l id a d in t e r n a c io n a l 191
1. El te rritorio de l Estado
1 Re cbt des Mode rne ti Staten. Ve r Ca va r é, Le droit inte m ational public pos itif, T. I,
Par ís , 1967, p. 323 y n o t a 172.
194 J u l io B a r b o z a
Esta prime ra pos ición kelseniana no e xplica, sin e mbargo, por qué
algunas normas del orde namie nto jurídico estatal tienen validez extra
territorial. Por eso, restringió posteriormente3 el alcance ante dicho al
“espacio dentro del cual en principio un solo Estado, el Es tado al que
pertenece el territorio, está facultado para ejercer su poder jur ídico y,
especialmente, para llevar a cabo actos coercitivos; es un espacio del
que están e xcluidos todos los demás Estados” .4
• Exclusividad
Cada Estado ejerce a través de sus propios órganos, los poderes de
legislación, adminis tración, jurisdicción y coerción en su territorio. La
igualdad soberana de los Estados prohíbe a los demás inmiscuirse, en
pr incipio, con el ejercicio inte rno de tales poderes, incluye ndo el de
pr ohibir el acceso al te rritorio de ciertos extranjeros o de expulsar a los
extranjeros indeseables.
9 La Re públic a de Pana má a s umió la r e s pons abilidad total por la a dminis tr ac ión, func io
na mie nto y ma nte nimie nto del Ca na l de Pana má al me dio día del 31 de dicie mbre de 1999
(ver T r at a do T or r ijos - Carte r ). La e ntid a d g ube r nam e nt a l, de no m ina d a la Aut o r id a d del
Ca nal de P ana má, cre ada por la Co ns t ituc ión Política de la Re públic a de Pana má y or ga ni
zada po r la Ley 19 del 11 de junio de 1977 es la re s pons able de la adminis tr a c ión del canal.
10 Opp e nh e im dice que los nacionales de ciertos Es tados e urope os “ ...a l e ntrar en el terri
torio de estos Es tados asiáticos y afr icanos pe rmane cían e nterame nte bajo la jur is dicción de
su Es tado nacio nal, cuyos cónsules e je r citaban esa jur is dicción sobre sus co mpatr iotas , nor
malme nte s obre las bases de leyes del dere cho inte r no de aque l Es tado na cional; por e je mplo
en el caso de Gr a n Br e taña sobre la base del Acta de jur is dicción e xtr anje r a” (Fore ign Juris-
diction Act). Inte rnational Law , T . I, 8a e dición, 1962, p. 683 (tr aducción nue s tra).
200 J u l io B a r b o z a
Las aguas interiores comprenden los ríos, lagos, lagunas, esteros, baña
dos y demás dentro del territorio terrestre. Asimismo, las aguas de cier
tas bahías y las de puertos y radas, así como las marítimas situadas
entre la costa y las líneas de base recta. El mar territorial y las aguas
interiores marítimas constituyen el territorio mar ítimo del Estado.
Más allá del mar te rritorial, el Estado tiene derechos soberanos espe
cíficos, pero no soberanía plena: en la zona contigua conserva ciertas
competencias y en la zona económica exclusiva (ZEE) así como en la
platafor ma contine ntal alle nde las aguas te rritoriale s , los llamados
‘'derechos s oberanos” de e xploración y e xplotación de recursos natur a
les, de inves tigación científica, etc. No son, por ende, ni la zona conti
gua ni la ZEE parte de su territorio.
Los dominios marítimo y aéreo son dependencia del dominio terrestre.
“Es la tierra la que confiere al Estado ribereño un derecho sobre las aguas
que bañan sus costas”.11 La tierra es “la fuente jurídica de la potestad que
un Estado puede ejercer sobre las prolongaciones marítimas” .12
B. T erritorio terrestre
1. Introducción
13 Jim é n e z de Ar é c h a g a , o p . c it ., p. 3 8 2 .
E s p a c io s j u r is d ic c io n a l e s d e l o s E s t a d o s . Su c e s ió n d e E s t a d o s 203
iii) La ocupación
Como dijimos antes, ins pirada en el derecho romano de la propie
dad, la adquis ición de un te rritorio en el derecho de gentes necesita de
un anim us de apr opiación y de ciertos hechos concretos que lo mani
fiesten. Tales hechos son normalme nte las funciones estatales desplega
das en el ámbito te rritorial de que se trate; ellas pueden as umir formas
diferentes que configure n o no una ocupación efectiva según las cir
cunstancias particulares de cada caso.
La efectividad es la clave para que la ocupación tenga el efecto de
adquirir el territorio de que se trate. El somero examen de varios casos
de jurisprudencia lo mostrará: desde actos casi impalpables de compe
tencia territorial como en el caso de la isla de Clippe rton, o con actos
aislados y escasos sin ocupación física, como en el de Groe nlandia orien
tal, hasta un despliegue mayor como el exigido para la isla de Palmas.
• Isla Clippe rton
La isla de Clippe rton está situada en el Pacífico a 1200 km al SE de
México y fue objeto de una disputa entre este país y Francia.14 En 1858
un teniente francés que viajaba en un buque mercante cerca de la isla
- deshabitada- la declaró te rritorio francés, dio aviso al cóns ul de su
nacionalidad en Honolulu, quie n lo notificó al gobie rno de Hawai y
publicó la declaración en el diario local.
Francia no ocupó mate rialm ente la isla. En 1897 un buque de guerra
mexicano desembarcó en ella y forzó a sus tres habitantes a izar la ban
dera mexicana. México declaró que la isla había sido descubierta por
España, a la que había sucedido en el título de soberanía.
El árbitro decidió que la isla era francesa, porque México no pudo
probar el hecho del descubrimiento por España y por su parte Francia
nunca había abandonado su reclamación.
El descubrimiento alegado por México no fue reforzado por mani
festación alguna de soberanía hasta la excursión de la cañonera. La isla
era térra nullius y susceptible por ende de ocupación cuando Francia
pr oclamó su soberanía sobre ella, y aunque Francia no la ocupó jamás
materialmente, el árbitro de te rminó que los actos exteriores del anim us
o c c up an d i p o d ía n as umir dife re nte s for ma s y que , e s tr ictame nte
14 (1932) 2 RIA A 1105. Ár bitr o únic o el rey de Ita lia , Víc to r Ma n u e l III.
204 J u l io B a r b o z a
15 Cor te Pe r mane nte de Jus ticia Inte r na c io na l (19 33), Series A/B, N ° 53.
E s p a c io s j u r i s d i c c i o n a l e s d e l o s E s t a d o s . Su c e s ió n d e E s t a d o s 205
17 RS A, Vo l. II, p. 845.
18 Reports, 19 75 , p p . 38/39.
E s p a c io s j u r is d ic c io n a l e s d e l o s E s t a d o s . Su c e s ió n d e E s t a d o s 207
“El derecho del Estado ribereño sobre su platafor ma contine ntal tiene
por fundame nto la soberanía que ejerce sobre el territorio del cual la
platafor ma contine ntal es la prolongación natur al bajo el mar ” .19
19 Se nte ncia de l 20 de fe br e ro de 1969, CIJ, cas o de la Plataform a contine ntal del Mar
del Norte , Reports, 19 69, p. 30.
208 J u l io Ba r b o z a
a “todas las tierras bañadas por las aguas situadas entre una línea que
se extienda hasta el norte desde su extremidad oriental y otra línea que se
extienda hasta el norte desde su extremidad occidental”.23
En s uma, aquellos países que como Rus ia, Norue ga, Dinamar ca a
través de Groe nlandia, el Canadá y los Estados Unidos , tienen un lito
ral que da sobre el Océano Artico te ndrían derecho, según esta noción
de la contigüidad y continuidad aplicada a las regiones polares, a un
sector de ese te rritorio con vértice en el Polo Norte y con lados en los
dos meridianos que lo unen con los puntos extremos de su litoral sobre
el Ártico. En 1920, la URSS for muló una proclamación adoptando esta
teoría y en 1926 precisó los límites de su sector.
Tocante su validez, debe recordarse que en el Ártico fue adoptada
por Cana dá y la ex- URSS y en la Antár tida por varios países, entre
otros la Argentina.
ii) La Antártida
A diferencia del Ártico, se trata de un continente cubierto por los hie
los. Varios países tienen reclamaciones sobre la Antártida en forma de
sector, incluso el nuestro, que ha proclamado su soberanía entre los meri
dianos de 25° y de 74°. Ellos son, además de la Argentina, Australia, Chi
le, Francia, Norue ga, Nue va Ze landia, y el Re ino Unido. En algunos
casos, tales sectores se s upe rponen parcialme nte , como el chile no, el
argentino y el británico. Los Estados Unidos no han reclamado ningún
sector, pero tampoco reconocen las reclamaciones de los demás países.
En 1955, el Re ino Unido presentó ante la CIJ una solicitud para que
ésta confirmara su alegada jurisdicción respecto de la Arge ntina y Chile
en relación con su prete ndido sector antártico, bas ado en su posesión
sobre las islas Malvinas y dependencias. No habie ndo aceptado la juris
dicción de la Corte ninguno de los dos países invitados a comparecer, el
asunto debió ser radiado de su agenda en 1956.
iii) El Tratado antártico
Con el objeto de excluir a la Antártida del campo de la Guerra Fría y
para facilitar la investigación científica, se firmó en Was hington el lla
mado T ratado antártico en diciembre 1 de 1959. Su ámbito de aplica
ción es la zona compre ndida al sur del paralelo de 60° de latitud austral
y dentro de ella el continente y los hielos adheridos a las costas, mientras
que las aguas se consideran alta mar aunque estén congeladas te mpora
riamente. Ade más de la Arge ntina, los otros mie mbros originales son
Aus tralia, Bélgica, Chile , Francia, Ja pón, Nue va Ze landia, Norue ga,
Unión Sudafricana, Unión Soviética, Reino Unido y Estados Unidos.
• La “cláus ula paraguas ”
El Tratado incluye una “clásula paraguas” que, al tiempo que preser
va los eventuales derechos originados en las reclamaciones de las Partes
hasta ese mome nto, congela las pretensiones de soberanía mientras dure
su vigencia y priva a las actividades antárticas de toda pos ibilidad de
generar títulos para el futuro o de reforzar los que pudie ran tener.
- 5 Ar bit r aje e ntre Ale m a nia y la Co m is ión de r e par acione s , s obre inte r pr e ta ción del
ar t íc ulo 2 6 0 del T r at a do de Ve rs alles , c it a do en Rous s e a u, op. cit., p. 241 y n o t a 14.
E s p a c io s j u r is d ic c io n a l e s d e l o s E s t a d o s . Su c e s ió n d e E s t a d o s 213
16 C P JI , Se rie A , N ° 7 , p. 30 .
214 J u l io B a r b o z a
,() R.Y. Je nning s , T he A cquis ition o f T erritory in Inte rnational Law , p. 23 . Manche s -
ter Unive rs ity Press, 1963.
E s p a c io s j u r is d ic c io n a l e s d e l o s E s t a d o s . S u c e s ió n d e E s t a d o s 217
“ ...el uti possidetis tiene un alcance mayor porque concierne tanto a los
límites entre países nacidos de un mismo imperio colonial como aquellos
que en la época colonial ya tenían carácter internacional por el hecho de
separar colonias pertenecientes a imperios coloniales diferentes”.31
1. El espacio aéreo
a) Introducción
El Estado ejerce también su soberanía sobre el espacio aéreo supra-
yacente a su territorio. Esta noción es ya parte del derecho cons ue tudi
nario inte rnacional y se fue imponie ndo sobre la que pr opiciaba los
cielos abiertos, esto es, la libertad de la navegación aérea en tales espa
cios. La r azón pr incipal de la pr e dominancia de la s obe ranía fue el
temor de los Estados de ser atacados y observados desde el aire, y natu
ralmente el gran auge de la aviación durante las dos guerras mundiales,
así como en los períodos de posguerra, contribuyó a que la actividad
aérea con todas sus inmensas pos ibilidades en relación con el territorio
de superficie, no quedara fuera del control del Estado. Factor decisivo
en la for mación cons ue tudinaria fue ron las diferentes leyes estatales
que, sin cuidars e de la polémica te órica al respecto, cons agraron la
soberanía estatal sobre el espacio aéreo, entre otras la Aerial Naviga-
tion Act del Re ino Unido, dictada en 1913.
aeronaves en registros lle vados por los Estados mie mbros , que les
otorgaban por ese hecho su nacionalidad y creó un organis mo inter
nacional, la CIÑA o Comis ión inte rnacional de nave gación aérea con
el objeto de coordinar y controlar el tráfico.
Las libertades del aire son cinco, dos técnicas y tres comerciales. Las
técnicas son: 1) el sobrevuelo sobre territorio extranjero sin aterrizar y
2) el derecho de aterrizar en dicho territorio por razones técnicas. Las
comerciales: 1) la libe rtad de de s e mbarcar en te r ritor io e xtranje ro
pasajeros, carga y correo provenientes del Es tado de nacionalidad de
la aeronave, 2) la de e mbarcar en territorio extranjero pasajeros, carga
y correo con destino al país de la nacionalidad de la aeronave y 3) la
de e mbarcar en territorio extranjero a pasajeros, carga y correo desti
nados al te rritorio de un tercer Estado.
2. E l te rritorio m arítim o
La sucesión de Estados
1. Introducción
2. De finición
1 Vim os en el c a pítu lo ante r ior que el Es tado ejerce jur is dic c ión ta m bié n e n lugare s
fue r a de s u te r r itor io . El Es ta do s ucesor e n el te r r itor io ta m bié n re cibe esas jur is diccione s ,
que le vie ne n po r a ña d id u r a . El te r r itor io, s e gún nue s tra po s ic ión e xpr e s ada e n el c a pít ulo
ante rior , sería el ám b it o de valide z e spacial de la jur is dic c ión de l Es ta do ubic a do de ntr o
de sus fr onte ras int e r nacionale s .
2 Anuario de la Comis ión de Derecho internacional, Vol. II, par te pr ime r a, 1974, p. 176.
L a s u c e s ió n d e Es t a d o s 227
6 Esa es, pr e cis ame nte , la caracte r ís tica de la s obe r a nía, pues de cir que se e jerce s obre
un te r r itor io es una ma ne r a de ha bla r : se ejerce s obr e la cole c tividad que e n él ha bita y e n
r e lación con terceros Es tados , que tie ne n la o b lig a c ión de re s pe tarla.
7 O sea, valga la r e dunda nc ia , todos los indiv id uo s s obr e los que el Es ta do ejerce su
jur is dic c ión te r r itor ial.
L a s u c e s ió n d e E s t a d o s 229
una ocupación bélica, pero no debe ser considerado como el sucesor del
legítimo soberano (artículos 6 y 40 de la Conve nción de 1978 y 3 de la
de 1983 sobre sucesión arriba mencionadas).
“Un Es tado sucesor cuyo te rritorio, inme diatame nte antes de la fecha
de la sucesión de Estados, era un territorio dependiente de cuyas rela
ciones internacionales era responsable el Estado predecesor” .
8 Lla m a d o s ta m bié n dispositivos, reales o localizados: re lativos a fronte ras, al tr áns ito
po r cursos de agua inte r nacionale s , a la de s milit ar iza ción o ne utr a liza c ión de un te r ritor io.
L a s u c e s ió n d e E s t a d o s 231
9 Ve r R e m ir o B r ó t o n s , o p . c it ., p. 6 3 .
L a s u c e s ió n d e E s t a d o s 233
nuidad de los tratados , tanto de los celebrados por cada uno de los
miembros de la unión antes de fusionarse, como los celebrados por la
unión misma.
v) Participación en organizaciones internacionales
El único caso de los anteriormente considerados que interesa aquí es
el de un Estado nuevo, ya sea de reciente independencia o por cesión,
fus ión o dis olución de uniones.
Pues bien, cuando el Estado predecesor continúa existiendo, no pue
de absolutamente ser desplazado por el nuevo o nuevos. Estos deben
solicitar su admis ión, cualquiera sea su origen, puesto que se trata del
acceso a un tratado multilate ral intuitu personae.
Si el Estado anterior ha desaparecido y tenía un asiento en la organi
zación, todos los sucesores deben pedir su admis ión, o sea que no se
admite una sucesión automática. Ha habido, sin embargo, excepciones
notables. Cuando la India británica se dividió en dos Estados indepen
dientes, la India y Pakis tán, la primera ocupó el lugar en la ON U que
pertenecía al dominio británico de la India, del cual obviame nte fue
considerada sucesora y Pakistán de bió solicitar separadamente su admi
sión. Recientemente, Ale mania se limitó a notificar a todas las organi
zaciones internacionales de que era mie mbro la Re pública Federal que
el campo de aplicación del tratado cons titutivo se ampliaba al territorio
incorporado de la RDA. En cambio, la RFA no sucedió a la RDA en la
calidad de miembro de organizaciones donde esta última era miembro.
La más importante excepción surgió en nuestros días, cuando Rus ia
notificó al Secretario General de la ON U que, por el acuerdo de Alma-
Ata de diciembre 21 de 1991, los mie mbros de la Comunidad de Esta
dos Independientes (CEI) habían aceptado que fuera Rus ia la sucesora
de la antigua Unión Soviética en las Naciones Unidas , lo que fue acep
tado sin protestas por los otros Estados miembros de la Organización.
Se apreciará la magnitud de este reconocimiento si se tiene en cuenta
que incluye la calidad de mie mbro permanente del Consejo de Seguri
dad y el consiguiente derecho de veto. Las otras repúblicas debieron
solicitar su ingreso, menos Ucrania y Belarus (ex Bielorrusia), que ya
eran miembros.
En cambio, el Consejo de Seguridad recomendó a la Asamblea Gene
ral la exclusión de sus trabajos de la Re pública Federal de Yugos lavia,
234 Ju l io B a r b o z a
por haber ésta dejado de existir (Re s olución 777, del 19/9/1992). La
Asamblea General aceptó por Re s olución 47/1 del 22/9/1992 y de te rmi
nó que Yugos lavia (reducida a Serbia y Monte ne gr o) debía s olicitar
ingreso. De hecho, que dó suspendida - no excluida- de otros organis
mos como la UNESCO, la OACI, la OM I y la OIEA. En cuanto a las
otras repúblicas , la Comis ión de arbitraje para la paz en Yugos lavia
consideró que ninguno de los Estados que surgieron tras su desmem
bramie nto tenía la calidad de sucesor del antiguo Estado yugoslavo y
debía por ende terminar su calidad de miembro de todas las organiza
ciones internacionales en las que tuviera participación.
Dur ante su discusión en el seno de la CDI se mane jaron otras fór mu
las, como la de “ bienes con un vínculo directo y necesario con el terri
tor io” o “ bienes necesarios para el ejercicio de la soberanía sobre el
te rritorio” . La frase finalme nte elegida es más amplia.
L a s u c e s ió n d e E s t a d o s 235
“ ...e n una propor ción e quitativa, habida cuenta notable me nte de los
bienes, derechos e intereses que pasan al Estado sucesor, en relación
con dicha de uda de Es tado” .
Tal fue la doctrina de la CPJI. Opinión consultiva sobre los Colonos ale
manes en Polonia, 1923,13 cuando el gobierno polaco intentó cuestionar
las concesiones de tierras hechas por el gobierno alemán a colonos ale
11 RSA, I, p. 57 1.
12 Op. cit., p. 130.
1-! Serie B, N " 6, p. 36.
L a s u c e s ió n d e E s t a d o s 237
manes. La mis ma pos ición adoptó la CPJI en los asuntos de los Intere
ses alemanes en la Alta Silesia polaca14 y de la Fábrica de Chorzow ,15
C a p ít u lo 12
1 . Introducción
A. El no uso de la fuerza
1. Introducción
El tema del uso de la fuerza por los Estados es fundame ntal para el
derecho de gentes, como lo es para el orde namie nto jurídico de cual
quier comunidad establecer la dis tinción entre el uso legal y el ilegal de
la fuerza. Dos aclaraciones previas son indispensables: la prime ra es
que la expresión “fuerza” se refiere exclusivamente a la fuerza armada
que utiliza un Estado contra otro Estado, no a la llamada “agresión
e conómica” ni a la presión política, que pueden caer bajo otros rubros,
como el de la intervención; la segunda que no está compre ndido en este
rubro el uso de la fuerza pe rmitido expresamente por el Conse jo de
Seguridad en virtud de sus funciones del Capítulo VII de la Carta; en
este caso se dice que el Consejo está ejerciendo una acción coercitiva.
Ya hacia el siglo XVIII, el pre dominio del pos itivis mo hizo que se
abandonara esa pos ición y se admitie ra un jus ad be llum ilimitado, esto
es, s implemente el derecho soberano de cada Estado de recurrir a la
guerra por cualquier razón que fuera.
4 Sesenta y tres Estados r atificar on o adhir ie ron al Pacto. Cuat r o países no adhir ie r on, a
s aber la Arge ntina, Bolivia, El Salvador y Ur uguay, pero todos ellos fue r on partes del pos terior
Pacto Antibélico de Saavedra Lamas , como se ve rá e n seguida, que ratifica el Briand- Kellogg.
LOS GRANDES PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL 245
mica que divide actualmente a la doctrina respecto a los alcances del uso
legítimo de la fuerza con posterioridad a la Carta de las Naciones Unidas.
3. El derecho de la Carta
5 A ff aire des activ ités m ilitaire s et param ilitqire s au N ic aragua et contra celui- ci
(Nicaragua c. Etats Unies d ’Amertque) Fond, Arrét du 27 Juin, 1986. La po s ic ión ac tua l
de los Es tados Unidos al r es pe cto ha va r ia do funda me nta lm e nte .
246 J u l io B a r b o z a
a) La regla general
El artículo 2.4 de la Carta de las Nacione s Unidas reza:
Como se ve, este artículo llena los vacíos hasta entonces existentes
en el DIP, puesto que se refiere al uso de la fuerza, no ya a la guerra,
con lo cual remedia el defecto del Pacto Briand- Kellogg. Incluye, ade
más, a la amenaza de la fuerza dentro de la prohibición. As imis mo, va
más allá del artículo 10 del Pacto cuando extiende la pr ohibición al uso
o amenaza de la fuerza “en cualquier otra forma incompatible con los
Propósitos de las Naciones Unidas ” .
Tales resoluciones, juntame nte con el artículo 2.4, han consagrado la
pr ohibición general del uso de la fuerza como una regla del derecho
cons ue tudinario, como lo dijo la CIJ en el caso de N icaragua vs Esta
13 Somos de o p in ión que algunas nor mas de un t r a tado multilate r al pue de n dar or ige n a
cos tumbre s nue vas mie ntas que otras , por diversas r azone s , no se “ unlve r s alizan” y pe r ma
nece n conve ncionale s , esto es, obligator ias s olame nte par a los Es tados partes del tr atado.
248 J u l io B a r b o z a
la propia Carta nada se dice al respecto. Por ende, los usos limitados
de la fuerza con ciertos propós itos compatible s con los de la Carta,
deben, en su concepto, ser permitidos .
16 Inte rnational Law and the Use o f Forcé by States, Ox fo r d , 1963, p. 268.
17 Ve r Ma r t in Dix o n , T ex tbook on Inte rnational Law , Londr e s , Blacks tone Press Lt d.,
1993, p. 253.
250 J u l io B a r b o z a
18 El crime n de agre s ión s ólo se aplicó por el T r ibuna l de Nür e mbe r g a individuos y refe
r ido a una “gue rra de agre sión” . Figura c o mo proye cto par a ser e ve ntualme nte incor por a do
al Es tatuto de la Corte Pe nal Inte r nacional Pe r mane nte de La Ha ya y figur ó también e n el
pr oye cto de la C D I s obre Cód ig o de Cr íme ne s contr a la Paz y la Segur idad inter nacionales ,
que s irvió de base par a una parte del Es tatuto de aque lla Corte. Des de lue go, no es un crime n
de Es tado, desde que n o existen los crímenes de Es tado e n el dere cho inte r nacional actual.
19 Expr es a la p r o h ib ic ión t ota l de las re pre s alias ar madas .
20 Se refe ría a los pue b lo s c olo niale s , los s ome tidos a d o m in a c ión e x tr anje r a (en pa r ti
cula r los te rr itorios ár abe s ba jo o c upa c ión is rae lí) y los s ome tidos a r egíme ne s r acistas (o
sea, los pue blos s ome tidos al e ntonce s vige nte r égime n s uda fr ic ano de l apartbe id), que
e ran los obje tivos p o lítico s de los países n o aline ados .
LOS GRANDES PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL 251
21 O sea, la agre s ión indir e c ta, que si tiene la e ntida d de un a ta que a r m a do auto r iza la
le gítima defe ns a con sus ple nos dere chos .
22 En s e ntido técnico, e s to es, un ataque de cie r ta ma g nit ud.
13 En tal s e ntido, suele decirse que la le gítima defe ns a tiene po r fina lid a d fr us tr ar el
obje tivo del ataque .
252 J u l io B a r b o z a
Como dijimos más arriba, los artículos que la Carta dedica a la legíti
ma defensa deben ser integrados con el derecho cons ue tudinario en la
materia. Ya dijimos que la CIJ, en el caso Nicaragua, me nciona que la
Carta no intr odujo una nor mativa sistemática sobre la legítima defen
sa, puesto que, por ejemplo, no reglamenta ni siquiera me nciona rasgos
necesarios de ese derecho como la propor cionalidad, ni tampoco define
lo que es un “ataque a r ma do", amén de que se remite al “derecho
inmane nte ” de legítima defensa que la Corte naturalme nte encuentra
que no puede pertenecer sino a la costumbre inte rnacional.24
24 C a s o N ic arag u a, c it ., p . 9 4 , e s p e c ia lm e n te p a r á g r a fo 17 6 .
LOS GRANDES PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL 253
son acatadas puede dictar otras medidas necesarias para aquellos fines,
por ejemplo autorizar el uso de la fuerza a una coalición de Estados
voluntarios . Esto quiere decir que debe tratarse de me didas eficaces,
no simples resoluciones en el papel. Has ta allí, el Es tado bajo ataque
sigue actuando en le gítima defensa, pero a partir de allí el CS asume la
re s pons abilidad de la ope r ación. En cons onancia con la reserva de
pode r del Cons e jo de Se gur idad, el Es tado que actúa en r e acción
defensiva debe comunicarle las medidas adoptadas , que dicho Consejo
puede simplemente aceptar o bien interferir dictando otras, si lo consi
dera necesario para el mante nimiento de la paz y s eguridad internacio
nales que cons tituyen su competencia pr imar ia.
La Carta no lo me nciona, pero el derecho cons ue tudinario demanda
que la reacción defensiva sea razonablemente inme diata, de lo contrario
podría considerarse más bien una represalia armada. T ampoco dice que
el objetivo de la defensa debe ser el de repeler el ataque y que por ende
debe mantenerse de ntro de los límites de la necesidad defensiva, so
pena de exceder la pr opor cionalidad y convertirse a su vez en una agre
sión. Pero todo eso debe ser apreciado con una cierta flexibilidad.
Aunque la expresión “legítima defensa”, entonces, tiene un significa
do amplio, como el de reaccionar contra cualquier uso de la fuerza, téc
nicame nte , s ólo la hay en dere cho int e r nacional cuando me dia un
ataque armado, expresión que si bien no está definida en la Carta, tiene
por lo menos una dime ns ión bien establecida:25 debe ser una operación
bélica de cierta inte ns idad y magnitud, un uso mayor de la fuerza, a
diferencia de lo que la CIJ llamó un “incidente de fronte ra”.26 Sola
mente la reacción frente a una agresión de ese volume n e intens idad
trae consigo el ejercicio de todos los derechos que la s ituación de legíti
ma defensa autoriza, en particular la utiliz ación trans fronte riza de la
fuerza, esto es, el pode r de usar la fuerza en el te rritorio del pr opio país
atacante. Para usos de la fuerza menores que un ataque armado, hay
otras cons e cue ncias , aunque desde lue go se autor iza una re acción
defensiva, siempre que se confine al territorio del Estado bajo ataque.
25 Par tic ular me nte lue go del fallo de la CIJ en el a s unto Nicaragua.
26 As un to Nicaragua, cit., § 191.Agr e gar íamos que debe ría ser t a m b ié n un a cto c o nt i
n ua d o .
254 J u l io B a r b o z a
29 Un té r mino más cor re cto que el de “ tr a ns fr o nt e r izo ", des de que se aplica a line as
que no s on fr onte r as , c o m o las de de m a r c a c ión o ar mis tic io, sería el de “ tr ans jur is diccio
n a l”, po r que tales líne as , a unque no s ean fr onte r as , ma r c a n e fe ctivame nte dife r e ncia de
jur is diccione s . Lo mis mo s uce de ría si un buque de gue r r a ataca a otr o e n alta ma r .
30 Cab e le gítima me nte pr e guntars e si pue de r e prochars e a un Es ta do que se de fie nde
en s u p r o p io te r r itor io que utilice me dios m uy s upe riore s a los utiliza dos por el atacante ,
o al pr e s umible pe ligr o que éstos im plique n par a el Es tado atacado- Sie mpr e , na t ur a lm e n
te, que tales me d ios no viole n el de r e cho h u m a n it a r io .
Lo s GRANDES PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL 257
Son los siguientes: “ inciso a) La invas ión o el ataque por las fuerzas
armadas de un Estado del territorio de otro Estado, o toda ocupación
militar , aun te mporal, que resulte de dicha invasión o ataque , o toda
ane xión mediante el uso de la fuerza, del territorio de un Es tado o de
parte de él; b) El bombarde o, por parte de las fuerzas armadas de un
Es tado, del te rr itor io de otr o Es tado o el e mple o de cuale s quiera
armas por un Estado contra el territorio de otro Es tado;... d) El ata
que por las fuerzas armadas de un Estado contra las fuerzas armadas
terrestres, navales o aéreas de otro Estado, o contra su flota mercante
o aérea” . A los que debe agregarse el ataque ar mado indirecto del ar
tículo 3.g), que se comenta bajo el nume ral ii).
■*' Cf. Ar e nas Me za , Los límites al recurso a la fuerza transfronteriza en el actual dere
cho internacional. El principio de proporcionalidad, Santiago de Co mpos tc la , 2 0 0 4 , p. 29.
Cas o Nicaragua, cit., p. 33.
258 J u l io B a r b o z a
Fue la jus tificación aducida por los Estados Unidos para su interven
ción en Vie tnam: sobre un tie mpo largo y gradualme nte , fuerzas del
Vietcong se habrían infiltr ado en la región sur del país. Respecto a la
“implicación s ustancial” del Es tado, puede interpretarse que se refiere
a la participación del Estado en el envío de las bandas o bien la par ti
cipación del Es tado en los actos de dichas bandas. En el caso Nicara
gua la CIJ inclinándos e por lo pr ime r o, de s e chó que la ayuda y
asistencia prestada a los “contras ” pudie ra indicar el grado de cone
x ión necesaria como para considerarlos órganos de facto del Gobie r no
de los Estados Unidos.
3 3 IC J R e p o rts, 1 9 8 6 , c it ., § 1 9 5.
Los GRANDES PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL 259
“La Corte dispone de muy poca infor mación tocante las circuns tan
cias de estas incursiones, lo que hace difícil decidir jurídicame nte si
e llas pue de n ser cons ide radas como que co nfigur an, individua l o
colectivamente, un ataque ar mado por Nicar agua a cualquie r a de
ellos, o a ambos Es tados” .35 (Bastardillas nuestras.)
34 66 A JIL 1, Jan. 1972, pp. 33 v ss. (T r a duc c ión nue s tra.) Aquí la e x pr e s ión “ arme d
attack s ” n o pue de ser int e r pr e tada en el s e ntido del ar tículo 51 de la Ca r ta , s ino c o mo
actos de fue r za ar m a da que , cada uno e n sí m is mo , no e quivale a un “ a ta que a r m a d o ” en
s e ntido técnico, pe r o cuya a c um u la c ión sí e quiva ldr ía .
35 Cas o Nicaragua, cit., § 2 3 1 . (T r a duc c ión nue s tra.)
260 J u l io B a r b o z a
36 Case Conce m ing OH Platforms (Is lamic Re public o f Irán vs. Unite d States of A m e
rica) Me nts. Judge me nt. ICJ Reports 2003, §§ 63- 64.
-,7 Los he chos c o nt in ua d o s no s on de finidos e n los ar tículos de la G DI ane x os a la
Re s o luc ión AG N U 56/83; los s e gundos se de fine n as í e n el artículo 15.1: “ I,a vio la c ión por
el Es tado de una o blig a c ión inte r nacional me diante una serie de accione s u omis ione s , de fi
nida en su c o nju nt o c o m o ilícita, tiene lugar c ua nd o se pr oduce la acción u o m is ión que ,
to m a d a con las de más accione s u omis ione s , es s uficie nte par a co ns tituir el he cho ilíc ito ” .
<8 Ve r Mig ue l Ar e nas Me za , op. cit., pp. 47 /5 0.
LOS GRANDES PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL 261
■, '1 Ag o, Ro be r to , A nuario ..., .1980, Vo i. II, Pr ime r a par te , “Ad ic ión al oc ta vo infor me
s obre la r e s pons abilidad de los Es tados , po r el s eñor Ro be r to Ag o ” , p. 7.5.
262 J u l io B a r b o z a
puede dar lugar a abusos. Para evitarlos, debe ponerse especial aten
ción en vigilar que la utilización transfronteriza de la fuerza sea, en rea
lidad, el único me dio para lograr el objetivo de defensa del territorio
propio.
Curios ame nte , y no obstante habe r sido muy de batida la inclus ión
de la defensa colectiva en el artículo 51 de la Carta, hoy en día no
hay mayores desacuerdos doctrinales respecto a su conte nido. En la
práctica han s ido los hechos el obje to de controversias: si existió re al
mente un ataque armado que diera origen a esta defensa, si hubo un
auténtico pe dido de interve nción defensiva por parte del Estado vícti
ma, etc. Su inclus ión en aque l artículo de la Carta fue de bida al pe di
do expreso de los países latinoame ricanos , que que rían mante ne r la
compatibilidad del sistema inte rame ricano de asistencia recíproca con
el que se establecía en la Carta de la ONU. No obs tante este antece
dente, fue incluido en el Ca pítulo VII re lativo a los poderes del Con
sejo de Seguridad en lugar de serlo en el Ca pítulo VIII de los acuerdos
regionales.
48 Ar e n a s M e z a , o p . c it ., p. 200.
LOS GRANDES PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL 265
49 El jue z Od a , e n e l cas o Nicaragua, hizo not a r que , po r esa cir cuns ta nc ia, no po día
ser re fe r ido c o mo un “ de r e cho inm a ne nte ” , tal c o m o lo hace el a r t íc ulo 51 de la Car ta.
ICJ Reports , 1958, cit., §§ 91/96.
so ICJ Reports, 1986, p. 545.
■
266 J u l io B a r b o z a
Así proce dió, por ejemplo, Israel contra fuerzas armadas de Egipto en
1967, y contr a Irak en 1981 al bombar de ar en Os ir ak una planta
donde Irak habría estado en proceso de fabricar armas nucleares que
Israel consideraba se utilizarían inexorablemente en su contra.
uso “ inte rce ptivo” sería legal. Por otra parte, autores que niegan en
abs oluto la legalidad de la defensa preventiva, como T héodore Chris-
takis, se inclinan a buscar en el estado de necesidad la jus tificación
para este uso de la fuerza.55
La historia reciente registra una serie de ataques que fue ron hechos en
nombre de la legítima defensa, pero que en realidad parecen ser más
bien represalias armadas , y que obtuvie ron condenas del CS. Israel
atacó, en 1968, el ae r opue rto de Beirut, en respuesta a un ataque
terrorista contra un avión israelí en el aeropuerto de Atenas. Se alegó
complicidad del Líbano porque éste había pe rmitido la ins talación de
los cuarteles generales y de bases de organizaciones terroristas árabes
en su territorio. El Consejo de Seguridad conde nó la acción israelí en la
’5 “ Vers une r e connais s ance de la nor ion de gue rre pr éve ntive ?” e n L ’mterve ntion en
■
Irak et le droit Inte rnational, Par ís , Ce din, 2.004, p p . 28/45. As im is m o , Ag o, e n A d i
ción..., c it., nota 59, p. 40.
LOS GRANDES PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL 269
57 Re cor dar que la doctr ina de la acumulación de eventos pe r mitir ía e quipar ar los actos
puntuale s de us o de la fue r za contr a un Es tado con u n ataque a r m a do si as ume n cierta pers
pe ctiva de c o nt inuid a d y sus efectos s umados tie ne n gr ave dad s uficie nte par a el atacado.
LOS GRANDES PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL 271
T ampoco es eso tan tajante: por eje mplo, un Estado se apodera por la
fuerza de una región de otro Es tado y la ocupa. Un contraataque pos
terior no deja de ser legítima defensa por el hecho de que entre ataque
y contraataque haya trans currido un pe ríodo como para hacerlo pare
cer una represalia.
58 Parece e xis tir la o p in ión de que las re pre s alias a r madas s on, po r así de cir lo por
e s e ncia, de s pr opor c ionada s al ata que r e cibido , par a ser r e alme nte dis uas ivas . Sin e m ba r
go, esa no t a de d e s pr opo r c ión o de p u n ic ión no pare ce ser de la esencia de las repre s alias;
t o d o lo c o nt r a r io . Cu a n d o las r epre s alias a r m a da s e s taban pe r mitida s , era c o nd ic ión de
s u licitud e l que no fue r an de s pr opo r c io na da s c on la vio la c ión que int e nta ba n contr ar r e s
tar . La de cis ión del N aulilaa así lo s e ntó, si bie n es cie r to que ut ilizó la fo r ma ne gativa
(en s e ntido de que no de b ía n ser manifie s ta me nte de s pr opor c ionada s ), la ide a de la p r o
p o r c ión e stá a llí e indic a que las re pre s alias , a r m a da s o no , de b ía n obs e rvarla so pe na de
incur r ir en ilic itud.
272 J u l io B a r b o z a
s' El a ut o r de este libr o ha co ns ide r ad o, e n otr a par te , que ta nto la le gítima defe ns a
c o mo las co nt r ame didas - inc luye ndo po r s upue s to a las r e pre s alias a r m a da s - s on m ie m
bros de la fa m ilia de la ne ce s idad, lo que ace ntúa s u pr e s unto par e nte s co. Ve r s u ar t íc ulo
“ Ne ce s s ity (re visite d) in in t e r na ciona l La w ", e n E s s a y s in Inte rnacional L aw in Honour
o f Judge Manfre d Lachs, T he Hague - Bos ton- Lancas te r, 1984, pp. 27/43.
LOS GRANDES PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL 273
No está claro si el ataque contra los nacionales del Es tado debe asu
mir una e ntidad equivalente a la del ataque ar mado que técnicamente
autoriza la le gítima defensa, con lo cual un paralelo estricto resulta
difícil de hacer.
Para algunos autores, como Cassesse, esta norma del derecho consue
tudinar io ante rior a la Carta pervive por las fallas del Cons e jo de
Seguridad para conjur ar las ame nazas a la paz. Pero se re que rirían
estrictas condiciones para admitirla: peligro serio, no dis ponibilidad
de otro me dio, exclusivo propós ito de salvar nacionales, pr opor ciona
lidad fuerza- peligro, te rminación tan pronto desaparezca la amenaza,
comunicación al Consejo de Seguridad tan pronto se use la fue rza.60
61 Id., pp . 318/319.
61 Simé t r ic a m e nt e a la in t e r ve nc ión ilíc it a que s upo ne el a p o y o , e n t r e n a m ie n t o y
de más , de tr opas que inte rvie ne n e n un c o nflic to int e r no de o tr o país , c o m o calificó la
CIJ a l a po y o b r in d a d o po r los Es tados Unidos a los “c o nt r a s ” e n N ic a r a g ua .
LOS GRANDES PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL 275
N o h u b o conde nas en las Nac ione s Unidas po r las inte r ve ncione s de la India ni la
de T a nza nia , mie ntr as que muc ha s voces se a lza r o n c ont r a la de Vie tn a m , que te r minó
con el ho r r o r o s o e x te r minio c o nduc ido po r los kmers rouges, po r r azone s políticas pr o
pias de la la Gue r r a Fr ía.
64 Ec o no m ic C o m m u n it y o f We s t Afr ic a n States. T ocante estos e pis odios , ver Christi-
ne Gr a y, Inte rnational Law and the Use o f Forcé, Ox fo r d , 2 0 0 4 , pp. 29 4/ 29 9 .
65 Cas o Nic a r a g ua , cit., p. 134, § 268.
66 Cassesse, An t o n io , Inte rnacional Law , cit., p. 298.
276 J u l io B a r b o z a
bia más Monte ne gro y Kosovo) sin contar para ello con autorización
del Consejo de Seguridad.
Posteriormente, Yugos lavia inició juicio ante la CIJ contra los mie m
bros individuale s de la OT AN que habían participado en la ope ración
Fuerza aliada, sobre la base de que la llamada “inte rve nción hum ani
tar ia” era ilegal y que, en caso de que lo fuera, la forma en que había
sido llevada revelaba que no había existido un propós ito humanitar io
(bombarde o de áreas pobladas desde una altura de 5.000 metros para
proteger a una minor ía en una de te rminada región, mientras se ataca
ba al resto de las comunidade s yugoslavas). Bélgica fue el único país
que contes tó estos argumentos apoyándos e en el cumplimie nto implí
cito de las resoluciones del Cons e jo de Seguridad y en la obligación de
intervenir para evitar una catástrofe humanitar ia al proteger derechos
h um a no s fundame nta le s que ha b ía n a d q u ir id o la c a lid a d de jus
cogens. Se añadió que la OT AN no había atentado contra la integri
dad territorial ni contra la independencia política de Yugos lavia.
El fundame nto jurídico alegado por los dos principales países inva
sores (Estados Unidos y el Re ino Unido) se expresó en una carta de
ambos al Consejo de Seguridad, invocando la legítima defensa indivi
dual o colectiva del artículo 51 de la Carta.
73 Ib id .
74 Y al Reino Unido bajo el de la legítima defensa colectiva.
282 J u l io B a r b o z a
Un pár r afo del doc ume nto sobre la N ational Security Strategy es
explicativo: “No pode mos dejar que nuestros enemigos golpeen pr i
me ro... Debemos prepararnos para detener a los Estados ‘canallas ’ y a
sus clientes terroristas antes de que estén en condiciones de ame nazar
con el uso de armas de destrucción masiva a los Estados Unidos . La
doctrina de la legítima defensa debe ser revisada a la luz de las mode r
nas condicione s . En particular , el r e quis ito de que la ame naza sea
inmine nte debe reconsiderarse”76 (traducción nuestra).
76 41 IL M ( I n t e r n a t i o n a l L e g a l M at e r ials) 1478.
77 Cr a y , Ch r is t ine , o p . c it ., pp. 178/179.
284 J u l io B a r b o z a
78 “It s hould be tbc policy o f the United States to s upport efforts to remove the regi -
me he ade d by S addam Hussein from povjer in I r a q and to promote the emergence of a
de mocratic gov e rnme nt to replace tbat regime ” , cit., e n Chr is t ine Cr a y , op. cit., p. 191.
79 Id., p. 191.
80 Se guimos en esta e x p os ic ión a An t o n io Cassesse, op. cit., pp . 302 y ss.
LOS GRANDES PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL 285
Lo s g r a n d e s p r in c ip io s de l d e r e c ho in t e r n a c io n a l (c o n t in u a c ió n )
El DIP moderno busca que los conflictos entre los Estados se resuelvan
pacíficamente, con exclusión de métodos violentos: como vimos , está
prohibido el uso de la fuerza en las relaciones internacionales, de forma
que el principio anteriormente estudiado y el actual son complementarios.
La no ción de “controversia inte r nacional” fue de finida así por la
Corte Permanente de Justicia Inte rnacional, en la sentencia del 20 de
agosto de 1924 en el caso Mav rom m atis :
• las de tipo político: son aquellas en las cuales una de las partes busca
la modificación del derecho existente.
En realidad, y según los mismos argumentos kelsenianos en favor de
la idea del derecho como un orden hermético, todas las controversias
son susceptibles de una s olución jurídica, según que haya o no una nor
ma que dé la razón a una de las partes. Si no la hay, entonces la parte
actora debe s ufrir un “ no ha luga r ” . Pero hay ocasiones en que un
Estado no busca la aplicación del orden vigente, sino su subversión: el
Tercer Reich no amparaba sus pretensiones en normas existentes del
derecho de gentes, que se expresaban a través del T ratado de Versalles,
s ino que bus caba su de rogación. Obviame nte , este tipo de dis putas
raramente encontrará una s olución sino en el reino de los hechos.
“Si, por el contrario, cualquie ra de las demás partes ha for mulado una
obje ción, las partes deberán buscar una s olución por los medios indi
cados en el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas ” .
1 Pas tor Ridr ue jo, op. cit., p. 60 6; A. Re m ir o Br otóns , id., p. 828; Dix o n y Mc Quor -
codale , Cases an d Materials on Inte rnational Laiv , Londr e s , 1991, p. 510.
290 J u l io B a r b o z a
Lo que hace tan particular este deber es su conte nido, que no es otro
que el de sentarse a la mesa de las negociaciones para emprenderlas de
buena fe, aunque no sea obligatorio llegar a un acuerdo. La CIJ, en los
asuntos relativos a la plataforma contine ntal del Ma r del Norte , definió
la obligación de negociar:
5 La o blig a c ión de ne gociar parece ser otr a de las cons e cue ncias de la de s ce ntr alización
del or de n jur íd ic o in t e r na ciona l: a l no ha be r jur is dic c ión c o mpuls o r ia de los tr ibunale s
inte r na cio na le s , el de r e cho im po ne a los Es ta dos al me no s esa o blig a c ión . En el or d e n
inte r no, los in dividuo s n o tie ne n s e me jante o b lig a c ión po r que c ua lquie r dis puta pue de ser
s ome tida a los tr ibuna le s y cua lquie r pe rs ona pue de ser oblig a do a re s olve rla po r im pe r io
de su jur is dicc ión y compe te ncia.
6 CP JI, Serie B, N ° 5, p. 27.
LOS GRAN DE S P RINCIP IOS DEL DE RE CH O IN T E RN AC ION AL (C O N T IN U A C IÓN ) 293
7 Cuando la flota rusa del Báltico, en su camino a encontrar a la japonesa en las antí
podas del mundo, confundió unos pesqueros ingleses con buques de guerra japoneses y
los atacó.
L O S GRAN DES P RINCIP IOS DEL DE RE C H O IN T E RN AC ION AL (C O N T IN U AC IÓN ) 295
Determinados que son los hechos, suele suceder que el derecho sea
claramente aplicable, o bien que, sobre su base, puedan instalarse otros
procedimientos, en especial la conciliación, como lo establece la Conve n
ción europea de 1957 para solución de controversias en el artículo 12.
Suelen nombrarse árbitros o jueces ad hoc por las partes. Esto cons titu
ye un rasgo característico del procedimiento internacional que lo dife
re ncia ne tame nte de los pr oce dimie ntos inte r nos , donde un jue z
sospechado de parcial puede ser recusado, o bien está autorizado para
excusarse. En la CIJ, en cambio, los jueces de la nacionalidad de las par
tes en un juicio no se excusan; permanecen en su puesto y si una de las
partes carece de un juez permanente de su nacionalidad, tiene derecho a
nombrar un juez ad hoc para el asunto. Acaso su finalidad sea que los
Estados tengan un mayor control del manejo interno del tribunal.
298 J u l io B a r b o z a
“El arbitraje inte rnacional tiene por objeto arreglar los litigios entre
los Estados mediante jueces por ellos elegidos y sobre la base del res
peto al de re cho... El convenio de arbitraje implica el compromis o de
someterse de buena fe a la sentencia ar bitr al”.
• El derecho aplicable
Las partes de te rminan, normalme nte en el tr atado previo o en el
compromis o arbitr al, qué derecho deberá aplicar el árbitr o. Pueden
pedirle que aplique el derecho internacional general, o un tratado parti
cular, o aun que el caso sea resuelto ex ae quo et bono, o sea por la
e quidad. Muchos tratados generales antiguos de cían que el ár bitr o
debía aplicar “ los principios del derecho inte rnacional”, lo que signifi
caba simplemente que se aplicaría ese derecho.
• El proce dimiento
El proce dimie nto del tribunal arbitral puede ser establecido ya sea
directamente por las partes o indirectamente si éstas delegan al tribunal
su formulación.
Ge ne ralme nte compre nde dos fases: la ins tr uc c ión escrita y las
audiencias orales. La ins trucción compre nde la pre s e ntación por las
partes de memorias y contramemorias, y en su caso de réplicas y dupli
cas. En las audiencias orales los abogados y los agentes de las partes
discuten la cues tión planteada y e xaminan y analizan la prue ba presen
tada.9 Los medios de prue ba más utilizados son la prue ba documental,
te s timonial, pe ricial, dictámenes de expertos, etc. El pr oce dimie nto,
principalmente el de los tribunales arbitrales es normalme nte flexible y
poco formal; una vez concluido el tr ibunal dicta el laudo arbitral, que
habitualme nte se funda en derecho como una sentencia judicial y se
admite que las disidencias se expresen por separado. En el siglo pasado,
los árbitros, generalmente Jefes de Estado, no se moles taban demasiado
en fundar sus laudos , pero esa actitud fue cambiando con el tiempo,
particularmente desde que la función arbitral fue recayendo más y más
en personas privadas.
• El laudo arbitral
El efecto jurídico principal del laudo, es que es vinculante para las
partes y produce los efectos de la cosa juzgada, pero únicamente entre
las partes y sólo para ese caso. Debe cumplirse de buena fe; en caso de
incumplimie nto sólo cabe ejercer los mecanismos de la responsabilidad
internacional. De todos modos, en el estado actual de la e volución del
DIP, los Estados son generalmente escrupulosos en el cumplimie nto de
los laudos arbitrales.
La sentencia deberá ser fundada y la instancia es única, por lo que no
existe un tribunal de alzada que pueda revisar la res olución, a menos
que las partes lo establezcan de común acuerdo. Sin embargo son admi
sibles ciertos recursos ante el mis mo T ribunal Arbitral. Ellos son:
- El de inte rpre tación, cuando haya surgido entre las partes contro
versia respecto a la interpretación o el alcance del laudo.
9 Las inte r ve ncione s de agente s y asesores s on ve r dade r os ale gatos de bie n pr o ba do.
L O S GRAN DE S P RINCIP IOS DEL DE RE CH O IN T E RN AC ION AL (C O N T IN U A C IÓN ) 30 1
Este exceso de poder puede referirse a un fallo más allá del alcance del
compromis o, como cuando el Rey de Holanda, en el caso de la fronte
ra N.E. entre Estados Unidos y Canadá, invitado a elegir entre dos
líneas de frontera, eligió una tercera.10 Algo semejante sucedió en el
Laudo de S.M. Británica de 1902, dictado en el as unto entre la Argen
tina y Chile sobre el límite en la cordillera sur, donde el ár bitr o eligió
una línea que no era la propues ta por ninguna de las partes. No obs
tante su falta de compe te ncia para hace rlo según los tér minos del
compromis o arbitral, las partes en el litigio no lo obje taron.
10 J. B. Mo o r e , His tory and Digest o f the Inte rnational A rbitrations to w hich the Uni-
ted States has been a Party , Vol. I, pp. 11.9, 133- 134.
L O S GRAN DE S P RINCIP IOS DEL DE RE C H O IN T E RN AC ION AL (C O N T IN U A C IÓN ) 303
• Los jueces
Los requisitos para ser juez los establece el estatuto en su artículo 2:
deben gozar de “alta cons ide ración mor a l” y re unir “las condiciones
requeridas para el ejercicio de las más altas funciones judiciales en sus
respectivos países” o ser “jurisconsultos de reconocida competencia en
materia de derecho inte r nacional”. Cuando las partes en un juicio care
cen de jueces de su nacionalidad, puede designar cada una un | uez ad
hoc. El de la nacionalidad de alguna de las partes, o de ambas si se da
el caso, permanecen en su consideración como jueces plenos.
No puede haber dos jueces nacionales del mis mo Estado. Cada juez
dura en su cargo nueve años, y puede ser reelegido. En su elección se
procura que estén representados, por lo menos, los principales sistemas
jurídicos del mundo.
a) Juris dicción
i) Contenciosa
La Corte ejerce dos tipos de juris dicción, contenciosa una y cons ulti
va la otra.
Tocante la prime ra, su competencia se extiende a todos los litigios
que las partes le sometan y a todos los asuntos especialmente previstos
en la Carta o en los tratados y convenciones vigentes, como lo establece
el artículo 36.1.
Pueden recurrir a la Corte, todos los Estados Miembros de las Naciones
Unidas, también pueden hacerlo Estados no miembros en las condiciones
que fije el Consejo de Seguridad. En todos los casos, este procedimiento
contencioso va a concluir con la adopción de sentencias obligatorias.
No son pocos los tratados de paz, amis tad, comercio y nave gación
que traen cláusulas compromis orias de carácter general, o sea para
someter a la Corte todas las controversias entre los países miembros .
Algunos , como en los bilaterales me ncionados en el pár r afo ante rior,
die ron origen a casos ante la Corte . En cuanto a las cláus ulas par ticu
lares, esto es, las que le someten las diferencias relativas a la inte rpre
tación y aplicación del pr opio tratado, hay también una gran cantidad
que las incluyen y que en algunos casos fueron base de su juris dic
ción. Algunas importantes convenciones codificadoras trae n anexos
protocolos de acceso facultativo para la juris dicción obligator ia de la
Corte.
13 Los Es tados no pue de n s olicitar opinio ne s cons ult iva s , pe ro cie r tos tr a ta dos entre
un Es tado y una o r g a niza c ión int e r na c io na l, c o m o el Co nve nio de pr ivile gios e in m u n id a
des de las Nacione s Unidas pr e vé la po s ib ilida d de que se pid a una o p in ión co ns ultiva a la
Co r t e r es pe cto a dife re ncias que pudie r e n s ur gir e ntre la O N U y un Es ta do m ie m b r o (ar
t íc ulo VIII, Se cción 30), y que tal o p in ión se te nga c o m o “ de cis iva” par a las partes .
14 Ve r Pas tor Rid r ue jo , op. cit., p. 76 6. La Cor te ha e je r cido “ s u fun c ión cons ult iva
des de el mo m e n to e n que una cue s tión tuvie s e as pe ctos jur ídicos , y jus tam e nte res pe cto a
esos as pe ctos , c o n inde pe nde ncia de las implica c io ne s políticas de la m is m a ” .
L O S GRAN DE S P RINCIP IOS DEL DE RE C H O IN T E RN AC ION AL (C O N T IN U A C IÓN ) 309
• Los fallos
Los fallos son siempre obligatorios pero exclusivamente para las par
tes en litigio y sólo respecto del caso plante ado (artículo 59 del Estatu
to). Esto quiere decir que no existe la doctrina del precedente obligatorio
o stare decisis del derecho anglosajón y que la CIJ procede a este respec
to, en grandes líneas, como nuestros tribunales. Las sentencias deben
contener un resumen del caso y estar fundadas en derecho internacional.
Se hará me nción de las opinione s separadas o disidentes en su caso.
Como en el arbitraje, la sentencia pone fin al pleito, ya que no hay tribu
nal de alzada y sólo se admite n los recursos establecidos en el estatuto.
• El recurso de interpretación y de revisión
La CIJ reconoce el recurso de interpretación, en caso de desacuerdo
sobre el sentido o el alcance del fallo (artículo 60), y el recurso de revi
sión basado en la aparición de un hecho nuevo de tal importancia que
hubiera sido decisivo al tiempo de dictar el fallo y que fuera desconocido
por el T ribunal y la parte que lo alega en ese mome nto. Es común la pre
sentación de recursos de interpre tación, siendo el recurso de revisión
escasamente utilizado en la práctica. Ante la Corte Internacional de Jus ti
cia hubo un recurso de revisión en el caso relativo a la Plataforma Conti
nental entre Libia y Túnez (1985), en el que Túnez alegó error material
en la sentencia y la existencia de un hecho nuevo desconocido. El tribunal
se declaró facultado en el caso para corregir errores materiales, aunque
no lo dijera el Estatuto y desestimó el hecho nuevo por irrelevante.
• Cumplimie nto
En cuanto al cumplimie nto, los Estados habitualme nte acatan la sen
tencia. Es pertinente a este respecto el artículo 94 del Estatuto de la CIJ:
a) El Consejo de Seguridad
La carta de la ON U faculta al Cons e jo de Seguridad a intervenir,
pero restringe su competencia a los conflictos que pueden pone r en peli
gro la paz y la seguridad internacionales. El Consejo de Seguridad es el
órgano encargado de s olucionar los conflictos y puede intervenir de ofi
cio, pero también a solicitud de la Asamblea General, por requerimien
to del Secretario General, o por iniciativa de cualquier Estado, incluso
por un Estado no miembro de la Organización como indica el artículo
35 inciso 2 de la Carta. El proce dimiento tiene varias etapas:
- El Consejo puede iniciar una investigación (artículo 34) que sirve
para fijar los hechos y ayudarlo a decidir si la continuación de la con
troversia pone en peligro la paz y la seguridad internacionales.
- En cuanto a los procedimientos del Conse jo, existen dos variedades
según se aplique el artículo 36 o el 37.
a) Por inv itación a las Partes a acudir a un método de s olución deter
m inado. En este caso, el Consejo recomienda a las partes la s olución del
conflicto mediante los métodos de ajuste que considere apropiados (con
312 J u l io B a r b o z a
IS A f f air e d e la N am ib ie , R e c u e il d e s T o u r s, 1 9 7 1 , p. 53.
LOS GRAN DE S P RINCIP IOS DEL D E RE C H O IN T E RN AC ION AL (C ON T IN U AC IÓN ) 313
c) E l Secretario Ge ne ral
El Secretario General también juega hoy, un papel cada vez más des
collante en esta materia, sobre todo ejerciendo funciones de buenos ofi
cios y de me diador en los conflictos internacionales. Por el artículo 99
de la Carta, podr á llamar la ate nción del Consejo de Seguridad hacia
cualquier as unto que, a su entender, ponga en peligro la paz y seguri
dad internacionales.
16 Ma ur ic io Aiice , El sistema jurídico interame ricano , Bue nos Aires, ISEN, 20 06 , p. 142.
17 Id., p. 143.
í
C a p ít u lo 14
Lo s g r a n d e s p r in c ip io s d e l d e r e c h o in t e r n a c io n a l (c o n t in u a c ió n )
A. La no intervención
1. Introducción
2. En el D I clásico
1 Op. c it ., p. 84.
J u l io B a r b o z a
“Ninguna dis pos ición de esta Carta autorizará a las Nacione s Unidas
a intervenir en los asuntos que son esencialmente de la juris dicción
interna de los Estados, ni obligará a los Mie mbros a someter dichos
asuntos a proce dimientos de arreglo confor me a la presente Carta,
pero este principio no se opone a la aplicación de las medidas coerciti
vas prescritas en el Capítulo VII” .
“ C IJ , R e c u e il, 1 9 4 9 , p . .35.
LOS GRAN DE S P RINCIP IOS DEL DE RE C H O IN T E RN AC ION AL (C O N T IN U A C IÓN ) 317
El primer párrafo del texto transcripto fue tomado, poco menos que a
la letra, del artículo 18 y la primera parte del segundo del artículo 19, del
Capítulo 4 (Derechos y deberes fundamentales de los Estados) de la Car
ta de los Estados Americanos. A su vez, el párrafo relativo al derecho de
los pueblos de elegir libremente su sistema político, económico, social y
cultural reconoce su inspiración en el artículo 16 del mismo cuerpo legal.
5. La naturale za de l principio
uno de ellos decidir libremente. Ello ocurre con la elección del sistema
político, e conómico, social y cultural y con la for mulación de la po líti
ca exterior. La intervención es ilícita cuando utiliza medios de coer
ción respecto a esas elecciones, que de be n pe rmane ce r libres. Este
elemento de coerción, cons titutivo de la inte rve nción prohibida y que
forma parte de su propia esencia, es particularme nte evidente en el
caso de una inte r ve nción que utiliza la fue rza, bien bajo la for ma
directa de una acción militar, bien bajo la forma indirecta de apoyo a
actividades armadas subversivas o terroristas en el interior de otro
Es tado” .5 (Bastardillas nuestras.)
1. La soberanía
2. La igualdad
6 Las conce pcione s de mocr áticas s uelen e nco ntr ar la s obe r anía e n e l pue b lo .
7 Cit a d o e n Ca hie r , P hilipp e , o p . c i t . , p. 34.
322 J u l io B a r b o z a
“hacía necesario tratamie ntos diferentes para llegar a un res ultado que
estableciese el e quilibrio entre situaciones diferentes” .8
3. Alcance de l principio
Nos re cue rda Cahie r que la Or g a niza c ión de la Unid a d Afr icana
(OUA) jamás reconoció los movimie ntos de inde pe nde ncia de Biafra,
Katanga o Eritrea que te ndían a separar estas regiones del Estado del
L O S GRAN DE S P RINCIP IOS DEL DE RE C H O IN T E RN AC ION AL (C ON T IN U AC IÓN ) 32 7
a) Pueblos y te rritorios
Surge la te ntación de aplicar a los “pue blos ” de este principio el con
cepto de “nac ión”, de forma que las definiciones de éstas - harto vagas
por lo demás- servirían para describir a aquéllos.
Dudamos mucho al respecto. Los principale s de s tinatar ios de la
Re s olución 1514 (XV) fueron los pueblos coloniales principalmente del
Africa, divididos en forma totalme nte arbitraria por las potencias colo
nizadoras, que sobre una re alidad eminentemente tribal superpusieron
fronteras trazadas de acuerdo a conveniencias propias enteramente aje
nas a aquella realidad. El pueblo de cualquiera de los Estados subsaha-
rianos actuales es normalme nte un mos aico de etnias diferentes, que
hablan lenguas dis tintas y re s ponde n a tradicione s tribales dispares.
Nada más lejano a una nación.
Es que en la determinación de las entidades a las que se aplica el princi
pio que estudiamos intervienen ciertas consideraciones territoriales (uni
dad, preexistencia), que juegan un papel más importante que las referentes
a la población misma, como la homogeneidad étnica o la lengua.
Dice Philippe Cahier:
12 O p . c it ., p. 48 .
328 J u l io B a r b o z a
Y más adelante:
Re miro Brotóns nos recuerda15 que las islas Cook en 1965 y Niue en
1.974 se asociaron con Nue va Ze landia y las Islas Mar s hall y la Fede
ración de Microne s ia con Estados Unidos. Estas últimas son incluso
13 Id., p. 45 .
14 Id., p. 47.
15 Br otóns , op. cit., p. 111.
L O S GRAN DE S P RINCIP IOS DEL DE RE C H O IN T E RN AC ION AL (C O N T IN U A C IÓN ) 329
D. El principio de la bue na fe
1. Introducción
Dice también que la buena fe es más bien un “pr incipio mor al” o
“un precepto tan general que no puede tener efectividad jur ídica” que
en la me dida en que se le dé una “forma jurídica suficiente” .
Por su parte, Jean- Pierre Cot hace observaciones que nos parecen
acercarse más a la realidad en esta materia:
“ Uno de los pr incipios bás icos que pre s ide n la cr e ación y e je cución de
las obligacione s jur ídicas , cua lquie r a sea la fue nte , es el de la bue na
fe ... As í c omo la regla mis ma pacta s unt s e rv anda de l de re cho de los
tratados , el car ácte r o blig a to r io de un c o mpr omis o inte r nacio na l ase
gur a do por de clar ación unilate r al re pos a sobre la bue na fe. Los Es ta
dos inte r e s ados pue de n p o r e nde te ne r en c ue nta las de claracione s
unilate r ale s y plane ar en su cons e cue ncia; ellos pue de n exigir que la
oblig a c ión así cre ada sea r e s pe tada” .19
18 Id., pp. 89/90. J.- P. Cot, “La bonne foi et la conclusión des traites”, RB DI, 1968,
pp. 158/159. (Traducción nuestra.)
19 I d . , p. 87. (Traducción nuestra.)
20 Es que cuando se la echa afuera por la puerta, la culpa reingresa por la ventana, ya
que se trata de un concepto necesario en el derecho.
332 J u l io B a r b o z a
El hecho de que una norma sea de conte nido vago o que su funciona
miento dependa de la subjetividad de los Estados no es óbice para que la
norma en cuestión sea una norma verdadera del derecho de gentes, en
este caso un principio. Entendemos que recursos como éste, de erigir en
pr incipio un precepto de conte nido no muy preciso, tiende a dejar al
juez una cierta laxitud de interpretación. Son unidades de medida que,
como “razonable ” - que también se usa en derecho- o “ el buen paterfa-
m ilias ”, o el “daño sensible” permiten al intérprete facilitar la aplicación
de una norma jurídica o ajustar sus rigideces al caso concreto.
No parece tampoco ser exacto que la buena fe nada agregue al cum
plimiento de una obligación; puede darse a una obligación un cumplimie n
to aparente, pero que no sea en el fondo un cumplimie nto satisfactorio.
Por ejemplo, en los casos citados en el Capítulo 13, c), i) el tribunal dio
ciertas pautas para reconocer cuando una negociación no era conduci
da de buena fe por una de las partes. Vale decir, que como siempre que
el derecho trata con situaciones subjetivas, deduce las intenciones de
ciertos hechos exteriores que, como tales, son objetivos.
Por lo de más, los tribunales internacionales a veces se pronuncian
implícitamente, sobre la mala fe de un Estado. En el caso del Estrecho
de Corfú, en que Albania alegó ignorancia respecto al minado de sus
aguas, la Corte encontró que ese país había' vigilado estrechamente el
Estrecho y esa circunstancia, s umada a su falta de protesta por el mina
do, a la falta de notificación de dicho minado a la navegación inte rna
cional, y a la carencia de inve s tigación judicial sobre ciertos hechos
relacionados con el minado, hacía aparente que aunque aquel país cono
cía la existencia de minas, quiso mantener el hecho en secreto. Por lo
demás, dadas las facilidades de observación del Estrecho desde la costa y
las opiniones de expertos en la materia, la Corte concluyó que no pudo
haberse cumplido con el minado sin conocimie nto de Albania.21
i
C a p ít u lo 15
E l d e r e c h o d ip lo m á t ic o y c o n s u la r
1. Introducción
“ La parte del derecho inte rnacional público que regula las relaciones
entre los ór ganos de los s ujetos de aque l de re cho, e ncargados de
manera permanente o te mporal de sus relaciones exteriores”.2
2. El derecho aplicable
1 Ha y que te ner e n cue nta que la o r g a niza c ión de l s ervicio e x te r ior y otros as pectos de
la ac tivida d d ip lo m át ic a de un Es tado s on co mpe te nc ia del der e cho inte r no.
2 P hilipp e Ca hie r , Le droit diplom atique conte mporain , Gin e br a , Par ís , 1962, pp . 5/6.
336 J u l io B a r b o z a
4. Órganos centrales
5. Órganos periféricos
b) Deberes de la m is ión
• No intervención en los asuntos internos del Estado receptor
Este deber deriva del principio de no intervención del derecho inter
nacional. En algunos casos puede haber dudas: la crítica de un jefe de
El d e r e c h o d ip l o m á t ic o y c o n s u l a r 33 9
mis ión contra una ley interna del Estado receptor que afecta intereses
de nacionales del Estado acreditante (como una desgravación impos iti
va discriminatoria contra ellos), estaría dentro de su función protectora
de los intereses de sus nacionales, siempre que no se hiciera en forma
pública. Dis tinto sería si tomara partido en una elección, apoyando a
algún candidato, criticara al gobierno del Estado receptor o tomara
parte en conjuras para derrocarlo (artículo 41, Conve nción de Viena).
• Comunicaciones con el gobierno local
Las comunicacione s de la mis ión con el Es tado re ce ptor de ben
encauzarse siempre a través del Minis te rio de Relaciones Exteriores de
éste o del minis te rio que se haya conve nido (artículo 41.2 CV) y la
pr ohibición al Estado acreditante de establecer oficinas de la mis ión en
lugares diferentes a su sede sin el consentimiento del Estado receptor
(artículo 12 CV).
• Sumis ión a la ley local
La inmunidad de jurisdicción de que gozan la mis ión y sus mie m
bros, tiene como único efecto paralizar la s anción legal contra la viola
ción de las leyes del Estado receptor pero no la de e liminar la obligación
de su cumplimie nto. La violación de las leyes del Estado receptor bajo
el amparo de los privilegios e inmunidade s diplomáticas constituiría un
abuso.
Los miembros de la mis ión deberán, por ejemplo, respetar las nor
mas de tránsito, entrar y salir del Estado receptor en la forma y a través
de los puntos establecidos por éste, etc. Solamente estará exento de
cumplir con las normas que se opone n directamente al goce de los pri
vilegios e inmunidade s diplomáticas (p. ej. el pago de impuestos, las
normas sobre admis ión de extranjeros, etc.) (artículo 41 CV).
f) E l pe rs onal de servicio
Son pe rs onal de servicio aque llos miembros afectados al servicio
doméstico de la misión (artículo 1, g CV). Esta categoría comprende los
criados de la residencia del jefe de Mis ión, sus choferes, etc. No deben
confundirse con los criados particulares de los miembros de la misión,
que no forman parte de ella.
i) Nombr amie nto y re moción
Igual al del personal diplomático (artículo 10.1 a CV).
3 E. Vatte l, Le droit des gens, T .2 , Lib r o IV, Ca p .VIII, París, 1830, pp. 364/365.
346 J u l io B a r b o z a
• Inmunidad penal
La inmunidad de juris dicción penal es absoluta e ilimitada para cual
quier clase de delitos (artículo 31.1 CV). Si se prueba la participación
de un agente diplomático en un delito, se lo puede declarar “persona
non grata” y luego pedir la e xtradición una vez regresado a su país
para someterlo a la jurisdicción territorial.
• Inmunidad civil
La inmunidad de juris dicción civil ha sido objeto de un largo debate
en el derecho internacional e incluso resistida por la práctica de muchos
Estados. Recién en el siglo XX come nzó a admitirse y está consagrada
en el artículo 31.1 CV con tres excepciones allí mencionadas: acciones
reales, sucesorias y derivadas de actividades profesionales o comercia
les. Se fundame ntan estas excepciones en la irrelevancia que ellas tienen
para el desempeño de la función diplomática.
La inmunidad de jurisdicción civil cede si el agente diplomático presen
ta una demanda ante un tribunal civil del Estado receptor y es objeto de
una reconvención o contrademanda por parte del accionado: ya no podrá
invocar la inmunidad contra dicha reconvención (artículo artículo CV).
La inmunidad adm inis trativ a de los agentes diplomáticos es comple
mento de la anterior, y se refiere a las sanciones de tipo contravencional
o de policía (vg. infracciones de tráns ito). Tiene idéntico alcance que la
civil.
vii) Re nuncia a la inmunidad
Como la inmunidad de juris dicción se otorga teniendo en cuenta no
la persona del agente diplomático sino el interés del Estado acreditante
y de sus relaciones con el Estado receptor, sólo el Estado que envía al
agente es capaz de re nunciar a ella. Debe ser expresa (artículo 32.1 y 2
CV). La renuncia a la inmunidad de juris dicción pos ibilitará la puesta
en marcha del mecanis mo juris diccional del Estado receptor en relación
con el agente diplomático, pero la sentencia que se dicte no podrá ser
ejecutada a menos que medie una nueva renuncia (artículo 32.2 CV).
Esto se de nomina inm unidad de ejecución.
v iii) Exención fiscal
En vista de las características de la función diplomática, los agentes
están fuera del alcance de la potestad tributaria del Estado receptor. La
exención fiscal alcanza a todos los impuestos o gravámenes nacionales,
E l d e r e c h o d ip l o m á t ic o y c o n s u l a r 349
6. Misiones especiales
a) Entrada en funcione s
T anto el envío de una mis ión especial como la de te rminación de sus
funciones se fijarán por mutuo cons entimie nto de los Estados acredi
tante y receptor. El envío de una tal mis ión no requiere la existencia de
relaciones diplomáticas entre los Estados (artículo 7 CNY). El consenti
miento del Estado receptor será indispensable, igual que en el caso de
las misiones diplomáticas , para que la mis ma misión se envíe a dos o
más Estados o que dos o más Estados envíen una única mis ión a otro.
b) Pe rsonal de la m is ión
A diferencia de las misiones diplomáticas permanentes, la mis ión
especial puede estar encabezada por el jefe de Estado o de Gobierno,
minis tro de Relaciones Exteriores o algún funcionar io de alto rango,
cuyos privilegios e inmunidade s serán los acordados en cada caso por el
derecho inte rnacional, además de los que otorga la propia Conve nción
(articulo 21 CNY). En cuanto al régimen de privilegios e inmunidade s ,
hay diferencias en lo tocante a la inmunidad de juris dicción en materia
civil. A las excepciones de la CV se le agrega la acción de daños resul
350 J u l io B a r b o z a
a) Introducción
Los Estados miembros de los organis mos internacionales se hacen
representar en ellos por delegaciones pe rmane nte s que les pe rmitan
ejercer los derechos inherentes a su pertenencia a dichas entidades. En
el caso de conferencias internacionales convocadas por estos organis
mos , se envían delegaciones especiales.
Los Estados no miembros podr án enviar una mis ión especial ante el
organismo para tratar alguna cuestión específica. En todos estos casos,
existe un régimen diferente al de las misiones diplomáticas o especiales
que se envían de un Estado a otro, ya que la acreditación se realiza ante
un organismo inte rnacional, sujeto diferente del Estado. El organis mo
no tiene te rritorio y, como veremos en el capítulo dedicado a este tema,
disfruta de prerrogativas, privilegios e inmunidade s dentro del territorio
del Estado sede por acuerdos especiales como, en el caso de las Nacio
nes Unidas , son la Conve nción sobre privilegios e inmunidade s y los
Acuerdos de sede. Hay aquí tres actores: El Estado que envía, el orga
nis mo internacional y el país huésped del organis mo.
E l d e r e c h o d ip l o m á t ic o y c o n s u l a r 351
b) Misiones permanentes
De ntr o de sus diferentes funcione s , me ncionadas en el artículo 6
CVI, que no difieren casi de las de una mis ión diplomática, lo más rele
vante es lo prescrito por el inc. c) que establece que la mis ión pe rma
nente podr á celebrar negociaciones con el organis mo y de ntro de su
marco. Este elemento nos da la pauta de la naturaleza multilateral de
las relaciones en los organismos, en contraposición con el carácter bila
teral de las relaciones diplomáticas entre Estados.
i) Establecimiento de la mis ión
Las misiones pueden establecerse libremente, sin necesidad de con
sentimiento previo del país huésped o del organis mo, salvo que el orga
nismo hubiere establecido otra cosa (artículo 5 CVI).
ii) Personal de la mis ión
El personal de la mis ión se clasifica de forma análoga con el personal
de las misiones diplomáticas. El jefe de Mis ión se acredita normalme nte
ante el secretario general del organis mo y podr á actuar en todos los
órganos que lo compone n y que no e xijan una acre ditación especial
(artículo 11.2 CVI). El resto del personal será libremente nombr ado y
re movido mediante notificación previa al organis mo, quien lo notifica
rá a su vez al país huésped (artículo 15 CVI).
iii) T e rminación de funciones
En caso de transgresión de la obligación de respeto de las leyes loca
les o de intervención indebida en los asuntos internos del país huésped
(artículo 77 CVI), la convención no conte mpla la pos ibilidad de que el
mie mbro de la mis ión que goce de privilegios e inmunidade s pueda ser
declarado “pe rsona non grata”. El Estado que envía tendrá la obliga
35 2 J u l io B a r b o z a
ción de retirar al mie mbro de la mis ión que haya violado sus obligacio
nes en caso de infracción grave y manifiesta a la legislación penal del
Estado y de ingerencia grave en los asuntos internos del país huésped.
Estas disposiciones no se aplicarán, sin embargo, a los actos cometidos
en ejercicio de las funciones. El país huésped queda resguardado por la
facultad que se le reconoce de adoptar las medidas necesarias para su
propia protección.
iv) Privilegios e inmunidades
El régimen de los privilegios e inmunidade s es similar al de las misio
nes diplomátic as . Las obligacione s que la CV le impone al Es tado
receptor en materia de privile gios e inmunidade s corre s ponde rán al
Estado huésped. Como diferencias significativas pode mos señalar una
norma s imilar a la CNY en materia de inviolabilidad de los locales de
la mis ión: se pre s ume el cons e ntimie nto del jefe de Mis ión para la
entrada en caso de ince ndio, etc. (artículo 25 CVI).
1. Introducción
f) Cónsules honorarios
Como hemos ya ade lantado, el régimen de los cónsules honorarios
es más restringido aún que el de los cónsules de carrera en materia de
facilidades, privilegios e inmunidade s . A continuación, pasaremos una
rápida revista a las principales normas sobre esta materia:
• Los locales consulares honorarios no gozan de ninguna forma de
inviolabilidad (artículo 59 CVC). El Estado receptor tiene la obligación
de protegerlos contra toda intrus ión o daño.
• Los archivos de la oficina cons ular honor ar ia s ólo gozar án de
inviolabilidad en la medida en que estén separados de los papeles pr iva
dos de su titular (artículo 61 CVC).
• Las franquicias aduaneras sólo se extienden a los artículos de uso
oficial de la oficina consular honoraria (artículo 62 CVC).
• El cónsul honor ar io no goza de inmunidad de juris dicción salvo
para actos vinculados al ejercicio de sus funciones oficiales. Sólo está
El d e r e c h o d ip lo m á t ic o y c o n s u la r 357
1. Introducción
ticos y consulares, así como los deberes que a su respecto tiene el Esta
do receptor, que ya hemos visto en el capítulo anterior.
a) Fundam e nto
La inmunidad que tratamos nace de la igualdad soberana de los Esta
dos y se expresa en el dicho latino: par in parem non habet im pe rium .
Si bien la idea es anterior, el juez Mars hall expresó sus fundame ntos
con claridad en el primer caso que se presentó ante la Corte Suprema
de los Estados Unidos en 1812.
Fueron los mismos tribunales internos los que más tarde la cues tio
naron: hacia 1887, entre muchos otros ,4 los tribunales italianos realiza
ban ya la dis tinción entre “atti d ’impe r o” y “atti di ges tioni”,5 en tanto
que en 1903 la Corte de Casación de Bruselas sostuvo que “ si el Estado
extranjero puede de mandar ante nuestros tribunales persiguiendo a sus
deudores, debe responder también ante ellos hacia sus acreedores” .
En el mismo orden de ideas, dijo la Corte de Casación francesa en
1947: “La función del Estado consiste en gobernar, ejercer la autoridad
legislativa, judicial y adminis trativa; pierde la dignidad e igualdad de
un soberano si desciende al plano come rcial” .6
Y por cierto que una razón importante para el cambio de actitud fue
la creciente intervención de los Estados en el campo indus trial y come r
cial, donde el amparo de la inmunidad abs oluta se traducía en pe rjui
cios para los particulares y creaba una s ituación de clara desigualdad.
Así la tesis restrictiva fue ganando la jurisprudencia de los tribunales
de muchos países y motivó, especialmente a partir de la década de 1970,
la s anción de leyes específicas por algunos países. Es tados Unidos
(1976), el Re ino Unido (1978), Singapur (1979), Sudáfr ica (1981),
Pakistán (1981), Australia (1985), Canadá (1982), y Arge ntina (1995),
son algunos de los Estados que cuentan con legislación específica sobre
la materia.
En el orden inte rnacional, cabe destacar la Conve nción Europea en
materia de jurisdicción de los Estados de 1972, en el marco del Consejo
de Europa y el “Proyecto de artículos sobre las inmunidade s jurisdiccio
nales del Estado y de sus bienes” de la CDI. En el ámbito latinoame ri
cano, el Comité Inte r ame ricano de Juris tas redacté) un proye cto de
convención en 1983.
4 I’ara un a nális is más d e t a lla do de la e vo luc ión de la pr áctica jur is pr ude nc ia l, ver
On e t t o , C., “ Ac tual co nce pto de in m u n id a d s obe r a na ” , ED, T. 193, p. 914.
5 Gutié r r e z Posse, H .D.T ., “ In m u n id a d de E s t a d o ’’, D e r e c h o C o m p a r a d o , 19 87 , 6,
p. 123.
6 Co u r de Cas s ation, 5/2/ 19 46, P ro cu rate n r G é n é ral p res d e la Co ur de Cass ation vs.
V e st w ig e t a u t r e s. Re c. Sirev 1947, 1, p.1 3 9 . Cit a d o po r Die z de Ve las co, I n s t i t u c i o n es de
9 FSIA, Se cción 1603 d): “...e ithe r a regular course o f comme rcial conduct or a parti
cular comme rcial trans action or act. T he comme rcial characte r o f an activ ity ¡hall be
de termined by reference to the nature o f the course o f conduct or particular trans action
or act, rather than by reference to its purpos e ". (Ya sea una c ond uc ta r e g ular o una pa r ti
cular tr a ns a cc ión co me r cial o acto de come r cio, más bie n que la r efe r encia a su in te nc ión.
T r a duc c ión nue s tra.)
10 112 S.Ct. 2 1 6 0 (19 92, 31 In te r na tio na l Le gal Ma te r ia ls 1220).
11 Ar tíc ulo 2 .2 de Pr oye cto.
12 N o debe c o nfundir s e e sto c on la doc tr ina del “ Acto de E s t a d o ” . Sobre el pa r ticula r ,
ver Grige ra N a ó n , H ., “ Nue va s or ie ntacione s e n mat e r ia de in m u n id a d de jur is dic c ión de
los Es ta dos ” , en A nuario de De recho Inte rnacional Público, Vol. 1, 19 81 , p. 4 8 . T a m
bién Co n fo r t i, op. cit., p. 304.
In m u n id a d d e j u r is d ic c ió n d e l E s t a d o 36 5
Esto pue de hacerse de dos mane ras ; una que as ie nta un pr inc ipio
general - el de la inmunidad de juris dicción de los Estados- y que con
sidera como excepciones a los casos en que el Estado carece de inmu
nidad. Tal es el e nfoque de la ley norteamericana de 1976 e inglesa de
1978. En cambio, el proyecto de la CDI dice en su ar tículo 5 que un
Estado goza de inmunidad “de la juris dicción de los tribunales de otro
Estado con arreglo a lo provis to en los siguientes ar tículos ”, sin esta
blecer a la inmunidad como regla general y a su carencia como excep
ciones. La diferencia está en que si se pos tula un principio general y
excepciones, la actividad estatal que no caiga directamente en una de
ellas te ndría ne ce s ariame nte in m un id a d . La inte r pr e tac ión de las
excepciones es normalme nte restringida.
17 Da llo z, Recue il pe riodique et critique de juris prude nce , Par ís , par te 1, 1933, p, 196,
cit a do por el info r me de la C D I, op. cit. Ve r ade más otras refe rencias doctr inale s y jur is
pr ude nciale s citadas e n el m is m o infor me b a jo la nota N ° 40.
Ve r a este res pe cto Ca hie r , op. cit., p. 121.
In m u n id a d d e j u r is d ic c ió n d e l E s t a d o 369
“Ar tículo 2.
1. Para los efectos de los presentes artículos:
3. Cuando una empresa estatal u otra e ntidad creada por un Estado que
esté dotada de personalidad jurídica propia y tenga capacidad: a) para
demandar o ser demandada; y b) para adquirir bienes, tener su propie
dad o posesión y disponer de ellos, incluidos bienes que ese Estado le
haya autorizado a explotar o a administrar, intervenga en un proceso
relativo a una transacción mercantil en la cual sea parte dicha e ntidad, la
inmunidad de jurisdicción de que goce ese Estado no resultará afectada”.
k) Contratos de trabajo
En materia de contratos laborales, la Comis ión trató de conservar un
equilibrio bastante delicado entre los intereses del Estado e mpleador de
mantener intacto su terreno de inmunidad o eventualmente de aplicar
su propia legislación laboral y el del Estado te rritorial de aplicar la suya
propia, particularmente en lo que se refiere a la protección del emplea
do, y más en particular por la pos ibilidad que se le puede ofrecer de
tener acceso a un proce dimiento con garantías judiciales.
En el proceso posterior de revisión del que estamos dando cuenta,
hubo dos cuestiones que motivaron divergencias de opinione s . En pr i
mer término, se manife s taron dudas respecto a la frase “estrechamente
relacionadas con el ejercicio del pode r públic o”, que no pareció a algu
nos ofrecer la suficiente claridad para su aplicación por los tribunales.
Tocante la segunda cuestión, se puso en cuestión su compatibilidad con
el principio de no dis criminación por motivo de nacionalidad.
La jurisprudencia reciente relativa a contratos de trabajo ha cons ide
rado, en algunos casos, que eran “s implemente un tipo especial de con
trato come rcial o de derecho pr ivado” .28 En los Estados que tienen
legislación sobre inmunidade s soberanas que se refieran en concreto a
los contratos de trabajo, la tarea judicial se limita a verificar si el con
trato en cuestión corresponde a las especificaciones establecidas en la
ley, mientras que en aquellos que no hayan dictado una ley de tales
características se hace menester determinar si el contrato es comercial o
de derecho privado para que corresponda la excepción.
Del examen de la jurisprudencia surge que la inmunidad se concede
invariablemente cuando se trata de empleos diplomáticos o consulares
28 Id., p . 350.
I n m u n id a d d e j u r is d ic c ió n d e l E s t a d o 375
“ 1. Salvo que los Estados interesados conve ngan otra cosa, ningún Esta
do podr á invocar la inmunidad de jur is dicción ante un tr ibunal de
otro Es tado, por lo demás competente, en un proceso relativo a un
contrato de trabajo entre el Estado y una persona natur al respecto de
un trabajo ejecutado o que haya de ejecutarse total o parcialmente en
el territorio de ese otro Estado.
2. Lo dispuesto en el párr afo 1 no se aplica:
a) si el tr aba ja dor ha sido co ntr a tado para de s e mpe ñar funcione s
especiales en el ejercicio del pode r público;
b) si el e mple ado es:
i) un agente diplomático, según se define en la Conve nción de Vie
na de 1961 sobre Relaciones Diplomáticas ;
ii) un funcionar io cons ular, según se define en la Conve nción de
Vie na de 1963 sobre Relaciones Consulares;
iii) un mie mbro del pers onal diplomático de las misiones pe rma
nentes ante las organizaciones internacionales, de las misiones
especiales, o ha sido contratado para representar al Estado en
conferencias internacionales; o
iv) cualquie r otra persona que goce de inmunidad diplomática;
c) si el objeto del proceso es la contratación, la re novación del contra
to de tr abajo o la re pos ición de una persona natural;
d) si el objeto del proceso es la de stitución o la rescisión del contrato
de una persona y, conforme determine el Jefe de Es tado, el Jefe de
Gobie rno o el Minis tr o de Relaciones Exteriores del Estado emple-
“ Ar t íc u lo 18
Inmunidad del Estado respecto de medidas coercitivas anteriores al fallo.
No podrán adoptarse contra bienes de un Es tado, en re lación con un
proceso ante un tribunal de otro Es tado, medidas coercitivas ante rio
res al fallo como el e mbargo y la ejecución, sino en los casos y dentro
de los límites siguientes:
a) cuando el Es tado haya cons entido expresamente en la adopción de
tales medidas, en los términos indicados:
i) por acuerdo internacional;
ii) por un conve nio arbitral o en un contrato escrito; o
iii) por una declaración ante el tribunal o por una comunicación escri
ta después de haber surgido una controversia entre las partes; o
b) cuando el Estado haya as ignado o de stinado bienes a la satisfac
ción de la de manda objeto de ese proceso” .
“Ar tículo 19
Inmunidad del Estado respecto de medidas coercitivas posteriores al fallo.
No podrán adoptarse contra bienes de un Estado, en re lación con un
proceso ante un tribunal de otro Es tado, medidas coercitivas posterio
In m u n id a d d e j u r is d ic c ió n d e l E s t a d o 377
m) Efe cto de l cons e ntim ie nto a la juris dic c ión s obre las m e didas
coercitivas
Cuando se requiera el consentimie nto para la adopción de medidas
coercitivas de confor midad con los artículos 18 y 19, el consentimiento
para el ejercicio de jurisdicción en virtud del artículo 7 no implicará
consentimiento para adoptar medidas coercitivas.
Respecto a los bienes que pueden ser objeto de las anteriores medi
das, dice el
“Artículo 21
Clases especiales de bienes:
1. No se cons iderarán bienes utilizados o destinados a ser utilizados
específicamente por el Estado para fines que no sean un servicio público
no comercial conforme a lo dispuesto en el apartado c) del artículo 19:
a) los bienes, incluida cualquie r cuenta bancaria, que sean utilizados
o estén destinados a ser utilizados en el desempeño de las funciones
de la mis ión diplomática del Estado o de sus oficinas consulares,
sus misiones especiales, sus misiones ante organizaciones inte rna
cionales o sus delegaciones en órganos de organizaciones inte rna
cionales o en conferencias internacionales;
b) los bienes de carácter militar o los que sean utilizados o estén desti
nados a ser utilizados en el desempeño de funciones militares;
378 J u l io B a r b o z a
c) los bienes del banco central o de otra autoridad monetaria del Estado;
d) los bienes que forme n parte del patrimonio cultural del Es tado, o
parte de sus archivos, y no se hayan puesto ni estén destinados a
ser puestos en venta;
e) los bienes que forme n parte de una e xposición de objetos de interés
científico, cultural o his tórico y no se hayan puesto ni estén desti
nados a ser puestos en venta.
2. Lo dispuesto en el párr afo 1 se entenderá sin perjuicio de lo previsto
en el artículo 18 y los apartados a) y b) del párr afo 1 del artículo 19”.
a) Introducción
El 31 de mayo de 1995, el Congreso Nacional s ancionó la ley 24.488
sobre inmunidad juris diccional de los Estados extranjeros ante los tri
bunales argentinos, pr omulgada parcialmente el 22 de junio del mismo
año (B.O. 2816/95).
30 En este s e ntido Bid a r t Ca m p o s , Ge r m án, De re cho Cons titucional del Poder, Edia r ,
T. II, p p . 399 y ss.
31 “ Em b a ja d a de F r a nc ia ”, CS, Ju n io 24- 976; “ Góm e z, Samue l c. E m b a ja da Br it án i
c a ” , ED, T . 68 , p. 2 3 3 , e ntre otr os .
32 Mo d ific a c ión al decreto- ley 1285/58 int r o duc id a po r el decreto- ley 9015 /63 .
In m u n id a d d e j u r is d ic c ió n d e l E s t a d o 379
36 Zu p p i, Alb e r to Luis , “La in m u n id a d jur is dicc ional de los Es tados e x tr anje r os ante
los tr ibunale s arge ntinos confor me a la ley 2 4 .4 8 8 ” , ED, 14 fe br e ro 1996.
37 En el m is m o s e ntido, Co n fo r t !, Be ne de tto, D e r e c h o I n t e r n a c i o n a l , e d. e n e s pañol
r e vis ada y a no t a da po r Ra úl E. Vinue s a, Za v a lía Ed it o r , 1995, p. 302, y He n k in , Louis y
otr o s , I n t e r n a t i o n a l L a w . C a s e s a n d M a t e r i a l s , Ame r ica n Cas e books Series, 19 87 , p. 930
y sus citas.
3« y er R a d z i w i l l , C a r l o s s / c a u s a N ° 9 4 3 9 , CS, s e ntencia del 13/5/93. Si bie n la in m u
n id a d de los d ip lo m át ic o s no de be ser c o nfu n d id a con la de los Es tados , c o m o ya a clar a
mos , en el presente cas o la in m u n id a d conce dida al func iona r io de r iva dir e ctame nte de la
r e conocida a la Sobe r ana Or d e n M ilit a r de Ma lt a .
In m u n id a d d e j u r is d ic c ió n d e l E s t a d o 381
“en ejercicio de las prerrogativas del poder público del Es tado” .39 Tales
serían los elementos cons titutivos del gobierno central, ministerios y sus
delegaciones (se incluyen aquí las embajadas), secretarías y subsecreta
rías de Estado o sus equivalentes, direcciones y subdirecciones genera
les, así también como las fuerzas armadas.
• Ante quie n se goza la inmunidad jurisdiccional
En el conce pto de “tribunale s arge ntinos ” deben incluirs e todos ,
“independientemente del nivel ór gano” . Este es el criterio empleado por
el Proyecto de la CDI (artículo 2), así como también por la FSIA (secc.
1603) y por el Proyecto de Conve nción Interamericana sobre la Inmu
nidad de Juris dicción de los Estados de 1983 en su artículo 2. Ade más ,
entendemos que deben quedar compre ndidos aquí no sólo los tr ibuna
les judiciales, sino también los adminis trativos , sin pretender por ello
adentrarnos en la bizantina dis cusión sobre si éstos ejercen o no funcio
nes jurisdiccionales.
• Casos en que no se aplica la inmunidad de jurisdicción
- La renuncia expresa
El artículo 2 de la ley prescribe que:
382 J u l io B a r b o z a
• La renuncia tácita
La ley 24 .4 88 pre vé s olame nte que los Es tados e xtranje ros no
podr án invocar su inmunidad de jurisdicción “ ...cuando fuere objeto
de una reconvención directamente ligada a la de manda principal que el
Estado extranjero hubiere iniciado” (artículo 2 b)).
Sin embargo, determinados actos procesales podr ían probar la inte n
cionalidad de los Estados extranjeros de someterse a la jurisdicción de
los tr ibunale s nacionale s . La inte r pos ic ión o conte s ta ción de una
de manda, el plante amie nto de un recurso judicial o adminis trativo o
una tercería y la comparece ncia como tercero interesado son claros
ejemplos de aceptación de la jurisdicción.
La presentación de un Estado extranjero ante un tribunal para alegar
su inmunidad jurisdiccional, no implica aceptación de su competencia
según lo establece el artículo 4 de la ley. Esa presentación, suspenderá
los términos procesales hasta tanto dicho plante amie nto sea resuelto
(artículo 4 in fine).
- La cons titución de un domicilio especial en un contrato
Puede un Estado extranjero celebrar un contrato comercial en nues
tro país en el que no conste expresamente la jurisdicción de los tr ibuna
les arge ntinos , pero en el cual aque l Es tado constituye un domicilio
especial. La jurisdicción de nuestros tribunales , ¿“surge del contr ato”
como requiere la ley?
El ins tituto del “am icus curice” , del derecho procesal norteamericano
e internacional está reservado a organizaciones no gubernamentales que
persigan un interés válido y ge nuino y acrediten especialización en el
51 Ar t íc ulo 2 f).
52 Ar t íc ulo 2 g).
53 Ar tíc ulo 2 h).
386 J u l io B a r b o z a
tema, por lo que no resultaría del todo exacta esa de nominación para la
intervención de un poder del Estado en una cuestión judicial.54
De todas maneras , es interesante el ins tituto para dar al juez una
valoración política de la cuestión, y para que la Cancillería lo provea de
dictámenes completos respecto del estado de las normas internacionales
en la materia y de los casos similares por los cuales la Arge ntina haya
sido de mandada en el exterior. Así se re ducirían las pos ibilidade s de
incurrir en una eventual res ponsabilidad internacional.
‘'4 C N C r im y Co r r . Fe d., e n ple no, may o 18- 1995. He chos ocur r idos e n el ám b it o de
la Es cue la Supe r ior de Me c ánic a de la Ar m a d a . Vo t o de la ma y or ía . ED- 15- 9- 95.
C a p ít u lo 1 7
A. Conceptos generales
1. Introducción
J Prosecutor v. Dragan N ik olic. De cis ión on Defence Mo tio n Challe nging the Ex erci
se o f Juris diction by the T ribunal. 9 Oc to be r 2002 Cas e N o 1T- 94- 2 PT, par a 60.
4 Derecho internacional público, Bue nos Aire s, 1999.
s Ha y dos le cturas de los te mas e n la C DI. En la s e gunda lectura pue de n intr oducir s e
mod ific a cione s , ya s ean s upr e s ione s o adita me nto s .
390 J u l io B a r b o z a
6 H u b o pr oye ctos pr ivado s , ante ce de nte y e s tudios de ntr o del s is te ma inte r a me r ica no,
así co mo de los país es afr oas iát ico s y de la Socie dad de Na c io ne s . En la e tapa de las
Nac io ne s Unid as , la C D I e nco me ndó al m ie m b r o c ub a n o , Ga r c ía Am a d o r , la r e la tor ía
especial de l te ma. La gr a n ma y or ía de los pr oye ctos fr uto de tales inte ntos e nfoc a r o n el
a s unto desde el án g u lo de la r e s pons abilidad po r d a ño s a e x tranje ros , in c luy e ndo el de
Ga r c ía Am a d o r .
7 A nuario de ¡a Com is ión de De re cho Inte rnacional, 1969, Vo l. II, pr ime r a par te , p.
132.
L a r e s p o n s a b il id a d d e l o s E s t a d o s p o r h e c h o s il í c it o s 391
8 Id., p. 39.
392 J u l io B a r b o z a
b) La culpa
Dos aspectos sumados hacen la res ponsabilidad:
• el elemento subjetivo que es la conducta de una persona (órgano
del Estado, por ejemplo) atribuible al Estado (hecho del Estado)
• el aspecto objetivo (violación), que es el contraste de ese hecho del
Estado con la conducta exigida por una obligación internacional.
Parte importante de la doctrina, que se remonta a Grocio, exigía la
presencia de un tercer elemento: la culpa9 del sujeto imputado.
El Príncipe no res pondía por los actos de sus ministros si no había cul
pa de su parte, esto es, si no había me diado la patientia, que era un
dejar hacer a los individuos sin prevenir ni impedir, pudie ndo hacerlo,
la conducta contraria a la obligación inte rnacional. Habie ndo patien
tia, el Príncipe hacía suya la conducta ilícita. Esta conce pción do minó
la doctrina largo tiempo.
" An zilo t t i s ortea esa pr ime r a dific ult a d dic ie ndo que e n ese cas o no ha bía ve r dade r a
me nte r e s po ns ab ilidad e s tatal s ino un me c a nis mo de g ar a ntía que el Es ta do ha b ilita b a
par a hacerse cargo de las lesiones que oc as ionar a el func io na m ie nt o del a pa r a to es tatal.
El Es ta do se hacía car go, no de una c ond uc ta que n o po día serle im p u t a d a , s ino de las
cons e cue ncias de los he chos de s us ór ga nos .
394 J u l io B a r b o z a
c) El daño
Clás icamente, la re s pons abilidad se definía como la re paración del
daño causado por la violación de una obligación. Eran tres los pilares
que sostenían su arquitectura: el hecho ilícito, el daño, el vínculo de
caus alidad.17
El artículo 1 actual dice simplemente:
“T odo hecho inte rnacionalme nte ilícito del Estado genera su respon
s abilidad inte rnacional”.
No menciona el daño. Por eso se dice ahora que el daño está elimi
nado como ingrediente necesario para que exista la re s pons abilidad18:
el mero hecho de la violación, entonces, bastaría para generarla. Esta
de finición implica un paso trascendente en la concepción de la respon
gir aquella re paración, ente ndida ésta en sentido amplio.20 Ello es así,
porque en el orden internacional sólo existiría la obligación de borrar
las consecuencias del hecho ilícito y la punición sería ajena a la natur a
leza de las relaciones entre Estados.21
De ntro de la misma corriente unicista, otra conce pción llega a un
resultado enteramente opuesto, desde que parte de una premisa contr a
dictoria con la que venimos de enunciar. En efecto, al considerar que el
derecho inte rnacional es un orden coercitivo - como todo derecho- la
única consecuencia posible de una violación dentro de ese orden es una
s anción coactiva. La r e par ación sería relegada a la cate goría de un
deber s ubs idiario entre el hecho y la real consecuencia que es la san
ción. A este deber s ubsidiario, o sustitutivo sólo puede llegarse por un
acuerdo entre el Estado autor - que busca evitar la s anción- y el Estado
afectado por la violación.22
El entonces relator especial, profesor Robe rto Ago, propus o en cam
bio una tercera pos ición
24 Ibid.
25 U N Recue il des sentences arbitrales, Vo l. II, pp. 1027/1028.
26 A nuario, 1971, Vo l. II, la par te , p. 242.
400 J u l io B a r b o z a
1. El hecho de l Estado
Por eje mplo, las conductas de particulares que causen daños a e xtran
jeros no son las que or iginan la responsabilidad del Estado - cuando
ésta corresponde- sino la inacción de los órganos propios que tenían
la obligación de evitarlos.
Importa señalar que esta atribución sólo puede ser hecha por el dere
cho internacional, aunque al hacerse puede tenerse en cuenta también el
derecho interno del Estado autor. Este último es sólo un instrume nto
que se utiliza en una operación que cae de lleno en el plano del orden
jurídico inte rnacional.30
agente francés, dijo: “En derecho inte rno, ..da creación de un estable
cimie nto público responde a una necesidad de descentralización; resul
ta a veces necesario conceder cierta inde pe nde ncia a de te r minados
establecimientos u organismos , ya sea por motivos presupuestarios, ya
sea por r azón de la finalidad que persiguen, por e jemplo un objetivo
de asistencia social o cultural. Pero si en derecho inte rno la pe rs onali
dad jurídica de los establecimientos públicos , distinta de la del Es tado,
e ntraña como consecuencia que los proce dimientos relativos a esos
establecimientos deben ser e ntablados contra ellos y no contra el Esta
do,... no hay que transpone r al derecho inte rnacional esa consecuen
cia... Desde el punto de vista del derecho inte rnacional, esas personas
públicas se confunde n con el Es tado” .32
32 Id., p. 275.
33 Ve r League o f N ations . Confe re nce on the Codification o f Inte rnational Law ,
Bases o f Discus s ion for the Conference draw n up by the Preparatory Committe e , Vo l. III:
Re s pons ibility o f States for Dam age causeó in their T erritory to the Person or Prope rty o f
Foreigners, Do c . C .7 5 .M .69, 19 29 , V, p. 90.
34 Ve r la obs e r vación del Go b ie r no a le m án a la e ncue s ta de que da cue nta la obr a
cita da en la not a ante r ior , ibid.
L a r e s p o n s a b il id a d d e l o s E s t a d o s p o r h e c h o s il í c it o s 403
Los fallos del Comité Judicial del Privy Council británico (que fue consti
tuido por tratados en Tribunal de apelación final para varios Estados
independientes de la Comunidad británica de Naciones) son atribuibles a
dichos Estados y no al Re ino Unido. Lo mismo sucede con los fallos de
la Suprema Corte de Australia dados en apelación de la Suprema Corte
de Naur u, como consecuencia del T ratado entre ambos países del 21 de
septiembre de 1976.36 Otr o ejemplo está dado por los órganos de las
Potencias protectoras en caso de ruptura de relaciones diplomáticas entre
dos Estados, como sucedió con la Embajada de Brasil en Londres que se
hacía cargo de los intereses argentinos en el Re ino Unido o la Embajada
de Suiza que ejercía la misma función en Buenos Aires por los británicos.
En contraste con lo que sucedía con el antiguo artículo 13, nada dice
el texto actual de lo que sucedería cuando el órgano fuera prestado por
En el caso Caire , en que un s úbdito francés fue mue rto por dos oficia
les mexicanos por no responder a una extorsión que le hicie ron, la
Comis ión Mix ta de cidió que dichos funcionarios , aun cuando hubie
ran actuado más allá de su compe te ncia y aun en desobediencia de
órdenes superiores, compr ome tie r on la re s pons abilidad del Es tado
desde que “actuaron bajo la cobertura de su status como oficiales y
us aron medios puestos a su dis pos ición por r azón de dicho status ” .
(T raducción nuestra.)40
“Se cons ide rará hecho del Es tado según el derecho inte rnacional el
comportamie nto de una persona o de un grupo de personas si esa per
sona o ese grupo de personas actúa de hecho por instrucciones o bajo la
dirección o el control de ese Estado al observar ese comportamie nto”.
408 J u lio B a r b o z a
46 Id., p. 287.
47 United States Diplom atic and Cons ular S taff in T eherán, ICJ Reports , 1980 p. 35.
48 Ibid.
410 J u l io B a r b o z a
“Pero la s ituación varía a partir del mome nto en que surge un movi
mie nto insurreccional, en el sentido que se da a ese concepto en dere
cho inte r na c io na l. De s de ese m o me nto e xis te , par a le la me nte al
Estado, una or ganización dotada de su pr opio apar ato ins titucional,
cuyos órganos pueden actuar por cuenta del movimie nto insurreccio
nal mis mo en una parte del territorio que está bajo la soberanía o la
adminis tración del Es tado” . Tales órganos “pueden observar un com
portamie nto que podría dar lugar a una re s ponsabilidad inte rnacional
del pr opio movimie nto insurreccional, si tales comportamie ntos cons
tituyeran una violación de una obligación inte rnacional que se recono
ciese que incumbía al movimie nto ins urre ccional” .49
Las razones aducidas fueron varias, entre ellas que habría “un cierto
peligro en establecer provisiones de naturale za de mas iado abstracta,
por ser difícil anticipar su alcance y aplicación” , amén de ser “imprácti
cas para los Estados ajenos a las tradiciones jurídicas de la Europa con
tine nta l” , como lo obs e r vó Ale mania en su re s pue s ta.53 T ambién
que, tomada con las demás acciones u omisiones, sea considerada sufi
ciente como para constituir el hecho ilícito (artículo 15.1) Pero no será
ese el mome nto en que se entenderá que ha come nzado la violación: al
producirse la s uma necesaria de actos u omisiones que ya configuran la
violación, ésta se proyecta retroactivamente al prime r acto u omis ión y
ese será el punto en que se considerará que ha come nzado la violación,
que además no te rminará mientras se mantenga la falta de conformidad
de la conducta delictiva con la obligación internacional (artículo 15.2).
61 Ibid ., p. 10.
62 Ma r in a Spine di, Les crimes internattonaux de l ’Etat dans les trav aux de codification
de la responsabilité des Etats entrepris par les Nations Unies, Ba dia Fie s olana, San Dome -
nico d i Fies ole, 1984, p. 81. El actual de s dob la mie nto , s in e mba r g o, pas a po r líneas algo
dife re nte s : e ntre violacione s a obligacione s impe r ativas y a obligacione s n o impe rativas .
416 J u l io B a r b o z a
“Está claro que, en el actual derecho inte rnacional, los Es tados, por
de finición, no pueden ser sujetos de sanciones criminales semejantes a
aquellas ins tituidas por los orde namie ntos penales nacionale s ” .66
63 Id., p. 1 2 0 .
de esa etapa previa, sino de la ejecución del acto mismo. El Come ntario
explica que “los tribunales internacionales se han negado consistente
mente a infe rir la re s pons abilidad del Estado dominante merame nte
porque éste tenía el poder de interferir en asuntos de la adminis tración
interna del Estado dependiente, si ese poder no fue ejercido en el caso
par ticular” .
1. Introducción
73 I d . , p. 154.
74 I b i d .
75 I d . , p .1 56 .
L a r e s p o n s a b i l i d a d d e l o s E s t a d o s .p o r h e c h o s i l í c i t o s 421
b) La le gítim a defensa
No cabe duda alguna acerca de la admis ibilidad jurídica de la legíti
ma defensa, aunque haya proble mas en cuanto a su real e xtensión,
como vimos en el Capítulo 12. La CDI decidió que su tarea en esta par
te del proyecto consistía, no en introducirse en las complicaciones que
presentaba la norma primaría de la legítima defensa, sino simplemente
en remitirse a ese concepto sin de finirlo ni codificarlo, al igual de lo que
hizo en el caso de las otras causales de exención de ilicitud.
A juicio de la Comis ión, “una codificación que se realice en el marco
y bajo los auspicios de las Naciones Unidas no puede inspirarse en cri
terios que ...no estén en plena conformidad con aquellos en los que se
inspira la Car ta”, particularmente en materias de paz y seguridad. s
No quiso la Comis ión interpretar las disposiciones de la Carta, tarea
que según dijo, excedería su competencia. Simplemente quiso establecer que
77 Id., p. 58.
78 Ibid.
79 Id., p.5 8.
L a r e s p o n s a b il id a d d e l o s E s t a d o s p o r h e c h o s il í c it o s 423
d) La fuerza m ay or
Este es un concepto válido en la generalidad de los órdenes jurídicos
internos. Las expresiones, tanto de “fuerza mayor” como de “caso for
tuito ” no son, sin embargo, utilizadas siempre con la mis ma acepción
por los gobiernos, por los jueces o por los árbitros internacionales, así
como por los diferentes tratadistas .80 A lo que cabría agregar la multi
plicidad de concepciones particulares correspondientes a los derechos
nacionales de los miembros de la CDI.
En la primera lectura del proyecto, el consenso fue encontrar dentro
de esta variedad un común de nominador, esto es, que los Estados podí
an quedar, por circunstancias ajenas a su voluntad en la impos ibilidad
de seguir la conducta prescrita por la obligación, ya fuere mate rialme n
te, porque una fuerza exterior se los impe día, o bien porque no pudie
ran percatarse de que el comportamiento seguido configuraba el de la
pr ohibición legal.81
El caso fortuito y la fuerza mayor habían quedado juntos, pero como
diferentes el uno de la otra, en el mismo artículo (31) y hubo acuerdo en
que la última consistía en una fuerza irresistible y el primero (o casus) en
un acontecimiento imprevisible con los efectos ya explicados.
En segunda lectura, sin embargo, se cambió el enfoque para incluir
bajo el palio de la fuerza mayor a ambas hipótesis. Otr a condición
80 Id., p p . 138/140.
81 Id., p. 148,
424 J u l io B a r b o z a
82 Id .,p . 158.
83 “Nece s s ity (re visite d) in Inte r na tiona l L a w ", cit., p. 33. (T r a duc c ión nue s tr a.)
L a r e s p o n s a b il id a d d e l o s E s t a d o s p o r h e c h o s il í c it o s 425
84 Id., p. 28.
85 A nuario ..., 19 90 , Vo l. II, 2 a par te , p. 47.
426 J u l io B a r b o z a
Esta dis pos ición quiere conte mplar la figura del estado de necesidad
del artículo 25, que en nuestro criterio es sólo una figura de la familia
de la necesidad, pero advertimos que claramente eso no sucede respec
to a otros mie mbros de la familia. En la legítima defensa, que pertene
ce legítimamente a dicho grupo familiar , la violación le gitimada por el
antecedente va contra una nor ma de jus cogens , como es la que pr ohí
be el uso de la fuerza, pero el antecedente implica una violación de
una norma también de jus cogens. Habr ía que ver si realmente se apli
ca a un caso del artículo 25 en que el “interés esencial” en peligro esté
protegido él también por una nor ma de jus cogens.
86 Re cue il des décis ions des tribunaux arbitraux m ix tes, 409, 413.
C a p ít u lo 18
L a r e s p o n s a b ilid a d in t e r n a c io n a l
1. Introducción
2. Principios generales
a) Consecuencias de la v iolación
Esta parte se ocupa de las consecuencias que siguen al hecho genera
dor de la respons abilidad, o sea a la violación de una obligación inter
nacional.
El primer capítulo introduce varios conceptos generales. El primero es
que los hechos ilícitos producen ciertas consecuencias, que son las que se
430 J u l io B a r b o z a
d) Cesación y no repetición
Se juntan en el artículo 30 dos conceptos: el de la cesación de un
acto ilícito y el de garantías y seguridades de no repetición, que antes
1 Es ta e nunc ia c ión nos parece algo inne ce s ar ia, si su int e nc ión, s e gún s urge de l c o m e n
ta r io , es im pe dir que un Es tado, p o r habe r s atis fe cho la r e par a c ión cons iguie nte a la v io
la c ión de la o b lig a c ión p r im a r ia , se cre a e n la p o s ib ilid a d le gal de in c u m p lir la e n el
futur o.
2 Y que s on, e n r e alidad, Es tados le s ionados e n cie r ta for ma.
L a r e s p o n s a b il id a d in t e r n a c io n a l 43 1
E n a n t e r io r e s in fo r m e s , la G D I v a c ila b a e n c u a n t o a la n a t u r a le z a de
la c e s a c ión . A r a n g io R u iz ( u n o de lo s Re la t o r e s E s p e c ia le s d e l t e m a ),
la u b ic a b a “ e n t r e " la n o r m a p r im a r ia y la s e c u n d a r ia .7 A f o r t u n a d a
m e n t e , e s te c o n c e p t o p a r e c e d e s c a r t a d o p o r la C o m is ió n y , a u n q u e n o
se p r o n u n c ia e x p r e s a m e n t e s o b r e si pe r t e ne c e a la n o r m a p r im a r ia o a
la s e c u n d a r ia , la c o n s id e r a c la r a m e n t e c o m o la c o ns e cue ncia d e u n a
v io la c ió n c o n t in u a d a , lo q u e la d e s t e r r a r ía de la n o r m a p r im a r ia .
“ Is r a e l, p o r e n d e , t ie n e la o b lig a c ió n de c e s a r in m e d ia t a m e n t e lo s t r a
b a jo s d e c o n s t r u c c ió n de l m u r o q u e e s t á c o n s t r u y e n d o e n el t e r r it o r io
p a le s t in o o c u p a d o , in c lu y e n d o e n J e r u s a lc n o r ie n t a l y s us a lr e d e d o r e s .
M á s a ú n , v is t o q u e la C o r t e e n c o n t r ó (vé a s e p á r r a fo 1 4 3 ) q u e las v io
la c io n e s is r a e líe s de s us o b lig a c io n e s se o r ig in a n e n la c o n s t r u c c ió n de l
m u r o y e n s u r é g im e n a s o c ia d o , fe ce s ación de tales v io lac io ne s im p li
can d e s m ant e lar in m e d iat am e n t e aq u e llas part e s de la e s t ruc t ura s it ua
das d e nt ro d e l te rrito rio p ale s tin o o c u p ad o , in c lu y e n d o e n je rus alé n
o rie n t al y s us alre d e d ore s . T o do s los ac to s le g is lativ os y re g lam e n t a
rios ad o p t ad o s c o n v is tas a s u Co ns t ruc c ión y al e s t ab le c im ie nt o de s u
ré g im e n as o c iad o , de be n s e r ab ro g ad o s o de s prov is to s de e fe cto in m e
d iat am e n t e ” (B a s t a r d illa s n u e s t r a s ,)
6 W ., p. 228.
7 A nuario ..., 19 9 3 , Vo l. II, s e g und a par te , p. 55 . P u n t o (4) de l C o m e n t a r io al a r tíc ulo s .
8 L e g a l C o n s e q u e n c e s o f t h e C o n s t r i i c t i o n o f a W a ll in t h e O c c u p i e J P a i e s t i n i a n
T c rn to ry , de ju lio 9 , 2 0 0 4 (t e x t o e le c t r ón ic o e n < h tt p :/ / w w w .ic j~ c ij.o r g >). P a r a . 1 51. T r a ■
d u c c ión nu e s tr a .
L a r e s p o n s a b il id a d in t e r n a c io n a l 433
9 Ar angio- Ruiz, “Pre liminary Re por t 011 State Re s pons ibility” (Doc.A/CN.4/416), para. 42.
10 Ibid.
11 Cit a mo s el c o nt r a to po r vía de e je mplo, la o blig a c ión inc um plida p udo habe r e ma
n a do de otr a fue nte .
12 En el cas o del Rainbow Warrior, Fr ancia ha br ía in c ur r ido eri una “o m is ión c o nt i
n u a d a ” de las que im a gina el pr ofe s or Ar a ng io Ru iz, al no r e s tituir dos agente s franceses
par a s u in t e r na ción e n la is la de R a o , de donde los h a b ía e x tr a ído ile galme nte . Es tando
Fr ancia e n in c u m p lim ie n t o de esa o bliga c ión, la ce s ación s olo se cons e guía po r la inte r na
ción de los agente s e n dic ha is la, o sea po r la e je c ución de la nue va o blig a c ión de r e par a
c ión , e quivale nte a una r e s titución del a r tíc ulo 35. Ex pr e s ar esa s imple ide a dic ie ndo que
Fr ancia de bía cesar de no e ntre gar a los agente s parece un e jer cicio de ac r obacia ve rbal.
Lo que se pe día a Fr ancia era hace r algo e s pe cífico, más bie n que de jar de no hace r algo.
¿Par a qué lla ma r lo ces ación?
434 J u l io B a r b o z a
P a r a d ife r e n c ia r la c e s a c ión de la r e s t it u c ió n , se m a n e ja , e n e l C o m e n
t a r io el a r g u m e n t o de q u e la p r io r id a d de la r e s t it u c ió n e s t á lim it a d a
p o r la o n e r o s id a d , e n e l c a s o d e l a r t íc u lo 3 5 , ( b ) , l j s ie n d o e n c a m b io
q u e la c e s a c ió n v a le e n t o d o s lo s c a s o s .14 Ac a s o se p u d ie r a c o n t r a r r e s
t a r ese a r g u m e n t o d ic ie n d o q u e t a l r e q u is it o (la p r o p o r c io n a lid a d ) n o
es d e la e s e n c ia de la r e s t it u c ió n , s im p le m e n t e u n a e x ig e n c ia c o n t in
g e n t e d e l p r o y e c t o : se a d o p t e o n o e s a c o n d ic ió n , la n a t u r a le z a de la
r e s t it u c ió n n o es a lt e r a d a . E n t o d o c a s o , la c e s a c ión - c u a lq u ie r a s e a la
s ig n ific a c ió n q u e se le d é - e s t á a l s e r v ic io de la v u e lt a a la le g a lid a d y ,
ju n t o c o n e sa v u e lt a , de la r e p a r a c ió n p o r e l “ d a ñ o ju r íd ic o ” .
1! Que e stablece que la o bliga c ión de r e s tituir vale s ie mpre y c ua nd o “ n o e ntr a ñe una
carga totalme nte d e s pr o po r c io na da con r e la c ión al be ne ficio que de r ivar ía de la res titu
c ión e n vez de la in d e m n iza c ión ” .
^ “ Info r me de la Co m is ión de de r e cho in t e r na ciona l s obre su 53 pe r ío do de s es ione s ” ,
en A nuario... T e xto e le ctr ónico en ht tp :/ /w w w .un.or g/ la w /ilc / in d e x .htm , p. 229, punto 7).
15 El ar t íc ulo 30 ( c e s a c i ó n y no r e p e t i c i ó n 1 dice que “ el Es tado r e s pons able del he cho
inte r na cio na lm e nte ilícito e stá o bliga do: a) A pone r le fm , si ese he cho c o n t in úa ;”
L a r e s p o n s a b il id a d in t e r n a c io n a l 435
puede repetir el ilícito, por eso dice el párrafo (b) del artículo 30: “si las
circunstancias lo exigen” .
Mientras que las seguridades se dan normalme nte en forma verbal,
las garantías implican algo más que palabras, como podrían ser medidas
específicas para evitar la repetición temida (derogación de una ley inter
na contraria a los términos de un tratado internacional, por ejemplo).
E n el c a s o L a Grane l, la C IJ c o n s id e r ó q u e el p e d id o de tale s s e g ur id a de s
y g a r a n t ía s p o r p a r t e de A le m a n ia n o c o r r e s p o n d ía , p o r q u e lo s E s t a d o s
U n id o s h a b ía n a d o p t a d o a m p lía s m e d id a s p a r a g a r a n t iz a r q u e lo s fu n
c io n a r io s fe de r a le s y e s t a ta le s c u m p lie r a n e n el fu t u r o c o n la o b lig a c ió n
q u e se h a b ía v io la d o e n ese c a s o ( n o t ific a c ió n al c ón s u l de la n a c io n a li
d a d d e l d e t e n id o , C o n v e n c ió n de V ie n a de 1 9 6 3 , a r t íc u lo 36).1,5
16 L a G r a n é ( A l e m a n i a c . E s t a d o s U n i d o s d e A m é r i c a ) M e r i t s , fallo de 2 7 de jun io de
20 01 , pár r . 123 (te x to e le ctr ónico en http://www.icj- cij.org/icjwww/idocke r /igus /igus fra-
mc.htr n).
436 J u l io B a r b o z a
“La reparación íntegra del pe rjuicio caus ado por el hecho inte rnacio
nalmente ilícito adoptar á la forma de restitución, de inde mnización y
de satisfacción, ya sea de mane ra única o combinada, de conformidad
con las disposiciones del presente capítulo” .
Esta plena reparación podrá alcanzarse, según el caso, por una cual
quiera de las formas enunciadas o bien por una combinación de aqué
llas. Por e je mplo, si la viola ción de la obligac ión int e r nacional ha
originado un daño material y uno moral del Estado, el prime ro puede
repararse con la restitución si ella es posible, y si la res titución fuese
imposible o incomple ta, con una inde mnización que reemplace sus defi
ciencias, con el e ve ntual agre gado de una s atis facción por el daño
moral del Es tado.19
15 A las que de be r ían agre garse , si es ne ce s ario, las s e gur idade s o gar a ntías de no re pe
tic ión , s e gún nue s tro c once pto, a unque acas o no de la C DI, que no las no m b r a e n el ar
tíc ulo . As í p o d r án ser bor r adas todas las cons e cue ncias del he cho ilíc ito, s e gún la regla de
Chorzow .
20 Info rm e ..., 2 0 0 1 , pár r . 3, p. 2 4 5 . Se cita a llí m is m o el cas o de la Univers idad Peter
Pazmany , r es ue lto po r la CPJI.
438 J u l io B a r b o z a
3. E l daño y la re paración
a) E l daño
En el Capítulo II (reparación del perjuicio), el artículo 31 trata de la
reparación en su primer inciso y en el segundo del daño. Con un propó-
21 Id., p. 2 4 7 .
22 Ibtd.
La r e s p o n s a b il id a d in t e r n a c io n a l 439
cada violación de una obligación inte rnacional” .26 La caus alidad, y por
ende el carácter de inde mnizable o no del daño, es algo que debe ser
apreciado en cada caso.
ii) Distintas especies de daño reparable
Los artículos de la CDI sólo hablan del daño material y del moral.
En la doctrina de la responsabilidad de los Estados por hechos ilícitos,
suele admitirse la existencia de distintas clases de daño; una primera
dis tinción a hacer se refiere al daño inm e diato y m e diato. El prime ro es
el que sufre el Estado, de orden m ate rial cuando afecta su territorio, o
su organización, sus bienes en el país y en el exterior, sus instalaciones
militares, locales diplomáticos , buques , aeronaves, naves espaciales, etc.
Es de orden m oral cuando afecta a su prestigio, su pe rs onalidad moral.
El daño mediato, en cambio, es el que se inflige al Estado a través de
las personas físicas o jurídicas de sus nacionales o representantes, así
como de los bienes que a éstas pertenecen, y puede también dividirse en
daño material o moral.
La ide ntificación del daño a los nacionales como daño respecto del
cual el Estado tiene derecho de acción está bien establecida en la prácti
ca y jurisprudencia internacionales.
26 Id., p p . 2 0 4 /2 0 5 .
quo ante ) o si eso no es pos ible , una inde mnización que sustituya o
complete lo que la restitución no alcance a compensar: si la restitución
es parcialmente posible, se completa con una inde mnización por lo que
falta. Al daño moral del Estado, sufrido en su honor, dignidad y presti
gio suele asignarse la satisfacción.
“ Es u n p r in c ip io de d e r e c h o in t e r n a c io n a l, e in c lu s o u n a c o n c e p c ió n
g e n e r a l d e l d e r e c h o , q u e t o d a v io la c ió n de u n c o m p r o m is o im p lic a
o b lig a c ió n d e r e p a r a r ” .34
Pero si por “re s pons abilidad” queremos decir “re paración” , e nton
ces es necesario el concepto de “da ño ” . La reparación es reparación de
un daño: daño y re paración son ins eparables, como el anverso y el
reverso de la misma mone da. Si no hay daño, ¿qué es lo que se repara?
No habría en tal caso reparación posible, ni por ende res pons abilidad.
¿ Q u é s u c e d e , e n t o n c e s , c u a n d o la v io la c ió n de u n a o b lig a c ió n in t e r
n a c io n a l n o p r o d u c e d a ñ o m a t e r ia l n i m o r a l? S e g ún e l d e r e c h o de la
r e s p o n s a b ilid a d , h a y c o n s e c u e n c ia s , p o r e je m p lo la d e c la r a c ió n ,
h e c h a p o r u n t r ib u n a l o d ir e c t a m e n t e p o r e l E s t a d o r e s p o n s a b le , de
q u e se v io ló u n a o b lig a c ió n in t e r n a c io n a l. E s o r e s t it u y e a l E s t a d o
a fe c t a d o e n s u d e r e c h o s u b je t iv o y r e s t a b le c e el im p e r io d e l d e r e c h o
o b je t iv o .
el acto c o n t in u a d o que cons tituye la vio la c ión, será pos ible me dir el quantum de la repa
r ac ión. Mie ntr a s el he cho ilícito no se in t e r r u mpa , el d a ño c o nt in ua r á a c umulándo s e y el
m o n t o de la r e par ac ión a um e nta nd o .
34 CP JI, Serie A, N " 17, p. 24.
-,5 Pellet inte nta s upe rar este obs tác ulo a s u r a zo na m ie nto dic ie ndo que e n tales casos,
1a r e s pons abilidad es “ p la t ón ic a ” . “¡Lid re sponsabilité pour m anque m e nt a une régle de
droit inte m ational demeure pure m e nt tbéorique si le fait inte rnationale rne nt illicite n ’a
causé aucun préjudice ... Si le fait internationale rne nt illicite n ’a causé aucun dommage , la
res pons abilité deme ure ra plat onique et ne po urra donne r lien a ré paratio n”. Nguy e n
Qu o c Din h , Da illie r a nd Pelle t, Droit inte m ational publtc (6th e d., 1999), 765, A nue s tr o
m o d o de ve r, ese pla to n is m o e quivale a la ine x is te ncia de la r e s po ns ab ilidad y p o r e nde a
de cir que no hay r e s pons abilidad s in a lguna fo r ma de d a ño , lo que c o nt r a r ía la a fir m a c ión
de que el d a ño ha s ido de s te rr ado de la r e s pons a bilidad .
L a r e s p o n s a b ilid a d i n t e r n a c i o n a l 443
“Ninguna fór mula marca me jor (...) el vínculo directo y esencial que
une a la r e s pons abilidad con la le galidad. Una es la cons ecue ncia
directa, si no siempre inme diata, de la otr a”.37
Por ejemplo, las contrame didas (medios de ejecución) han sido inclui
das dentro de la nor mativa de la re sponsabilidad de los Estados. Es
como incluir, en derecho inte rno, al código de proce dimientos dentro
del código civil. De bido a las deficiencias estructurales del derecho de
gentes, la re s ponsabilidad juega varios papeles: el derecho utiliza una
37 Pie rre - Marie Du p u y hace not a r que , en r e a lid a d, a mb as ha n e s tado des de s ie mpre
íntima me nte r e lacionadas . “ Co m o una de las dos condicione s indis pe ns able s a la ge ne r a
c ión de la r e s po ns ab ilidad de un Es ta do es el e s t able c imie nto del car ácte r ilíc it o de su
he cho ge ne r ador , el conte ncios o de la le ga lid a d a un en su fo r ma más clás ica, o sea c o mo
r e p ar a c ión del d a ño caus ado al Es tado le s iona do, se liga po r la fue rza de las cosas al c o n
tr ol de la le galidad: establecer la r e s pons a bilidad int e r na ciona l de un Es ta do es c o m pr oba r
la e xis te ncia a su cargo de un in c um plim ie nt o del de r e cho” . Ve r “Re s p ons a bilité et legali-
té ” e n La responsabilité dans le systéme inte m ational. Colloque du Mans . Societé frangai-
se pour le droit inte m ational, Par ís , Edit io ns Pédone , 1991, p. 27 3. (T r a duc c ión nue s tra.)
38 En s uma, que c o mo el de r e cho int e r na c io na l carece de los me c anis mo s de los ór d e
nes ce ntr alizados , la r e s pons abilidad s uple esa care ncia y de s e mpe ña var ios pape le s co mo
n o lo hace e n el de r e cho int e r no. Do m in ic é , Ch r is t ia n, “ Obs e r va tio ns sur les dr oits de
l’Eta t victime d ’un fait inte r na tiona le r ne nt illic it e ” , Dro it inte m ational 2, Ins t it ut des hau-
tes étude s inte r nationale s de Paris . Co ur s e t T r av aux . 1981 /198 2, pp. 4 y ss.
La r e s p o n s a b il id a d in t e r n a c io n a l 445
b) Re paración de l pe rjuicio
i) Formas de la reparación
El artículo 34 aplica la regla de Chor zow, al determinar la manera
en que puede cumplirse la reparación íntegra:
“La re paración íntegra del pe rjuicio causado por el hecho inte rnacio
nalmente ilícito adoptar á la for ma de restitución, de inde mnización y
de satisfacción, ya sea de manera única o combinada, de confor midad
con las disposiciones del presente capítulo” .
ii) La restitución
El artículo 35 equipara la restitución a la vuelta al s tatu quo ante, o
sea al restablecimiento de “la s ituación que existía antes de la comis ión
del hecho ilícito”. Del come ntario de la Comis ión surge claramente que
la restitución no incluye me dida alguna de re paración.41
La Comis ión estudió los casos en que la restitución no es exigible al
Estado autor. El del inciso a) (impos ibilidad material) se explica por sí
solo. El b)) trata de la one ros idad, que ocurre cuando el costo de la res
titución para el Estado autor sea de s proporcionado con el beneficio que
para el lesionado se derive de esta forma de re paración en lugar de la
inde mnización.
La restitución tiene prioridad sobre la inde mnización de bido a que es
lo que más se acerca a la de finición de Chorzow, esto es, a borrar todas
las consecuencias del hecho ilícito. Es por eso que es buscada normal
mente en prime r término, antes de intentar otra forma de reparación.
Conviene recapitular respecto a los distintos significados de los térmi
nos que se emplearon en primera lectura y los que se utilizan ahora. La
re paración ple na o íntegra es la reparación de todos los daños causados
(tanto de orden mate rial como mor al, y cuando no ocurre ni uno ni
otro, el daño jurídico). Es la del artículo 34. Re s titución, según el mismo
artículo, es la de volución de la cosa retenida ilegalmente, la entrega de
los rehenes con vida, etc. La restitución, como vimos en el comentario al
artículo 35, es tomada en el sentido de devolver la cosa en el estado en
que se encuentra, puesto que no se incluyen los trabajos de reparación.
tildón. Esto cubre las posibilidades de que no haya habido en abs oluto
restitución, o bien la de que ésta haya sido insuficiente para la repara
ción plena del daño material.
La inde mnización se aplica a todo daño económicamente estimable
que haya sufrido el Estado lesionado, e incluye los intereses y cuando
proceda las ganancias no obtenidas (lucro cesante) en la me dida en que
éstas hayan sido comprobadas .
• Los intereses
Los intereses deben completar, llegado el caso, la re paración según la
regla de Chor zow. En la práctica inte rnacional se acepta el pago de
intereses; sólo hay discrepancias respecto a la fecha inicial y a la tasa. El
criterio más usual es el de la fecha de producción del daño, pero hay
otros, como el mome nto de la sentencia que fijó el monto de la inde m
nización pr incipal, o el de la interpos ición de la de manda.
El texto actual del artículo 38 impone el pago de intereses, justamente
en la medida en que sean necesarios para completar la reparación ínte
gra, para lo cual se deben ajustar la tasa y el modo del cálculo. Come n
zarán a devengar desde la fecha en que debería haberse pagado la suma
principal hasta aquella en que se haya cumplido la obligación de pago.
• El lucro cesante
En cuanto al lucro cesante, éste había provocado algunas dificulta
des en la práctica de los tribunales, lo que queda reflejado en la frase
del artículo que dice en cuanto proceda.
iv) La satisfacción
En la práctica de los Estados, la satisfacción ha as umido, o bien la
forma de una re paración autónoma, o bien la de un agregado a otros
modos de reparación. Vimos que cubre el daño a la dignidad, al honor
o al prestigio del Estado y en la opinión de algunos autores, también el
daño originado en la violación del derecho subjetivo del Estado lesiona
do, o daño jurídico. Hay pocos casos de decisiones judiciales en que se
conceda,43 pero en cambio la práctica diplomática es abundante . En el
proyecto figura en el artículo 37.
Para el Relator Especial (Arangio Ruiz) la satisfacción tenía un carác
ter punitor io mayor que el de las otras formas de re paración. Aque l
carácter punitorio o retributivo fue impugnado por algunos miembros
de la CDI que sólo veían en ella una forma de re afirmación de la norma
infringida. Otros no pensaban que la retribución pudiera ser un rasgo
dis tintivo de la satisfacción, porque e ncontraban que todas las otras
modalidades de reparación también incluían un elemento retributivo.
Tocante el tipo de daño que cubría la satisfacción, se dijo en el deba
te que no podía ser el daño jurídico, puesto que éste existe en toda vio
lación de un derecho subjetivo y por ende en todo caso de respons abilidad.
Debía ser sólo el daño moral del Estado, sufrido en su dignidad, honor
o prestigio. Se prefirió mantener la actual redacción porque en caso de
violación de derechos humanos fundamentales come tido por un Estado
contra sus propios súbditos no habría un Estado cuyo derecho subjeti
vo fuera violado.
45 I n f o r m e ..., 2 0 0 1 , c it ., p . 2 9 6 .
450 J u l io B a r b o z a
48 A n u ario c it ., V o l. II, I a p a r t e , p. 2 4 3
452 J u l io B a r b o z a
Cuando se trata de las violaciones más graves, puede decirse que esta
coope ración ya existe en el marco de las organizaciones inte rnaciona
les. Este artículo la extiende al derecho inte rnacional general.
50 id., p . 3 0 8 .
51 Ibid.
52 id., p . 3 1 0 .
454 J u l io B a r b o z a
53 League ofN at io ns Oficial Journal, ma r zo de 1932, s uple me nto especial N ° 191, p. 80.
54 “ Milit a r y a nd Pa r a milita r y Activitie s in and Ag a ins t Nic a r a g ua (Nicaragua v. Uni
ted States of A m e rica)", ICJ Reports, 1986 p. 14 en p. 100.
55 Véase Inf orm e ..., 2 0 0 1 , cit., p, 31 3, e s pe cialme nte n o t a N° 694.
56 Id., p. 315.
57 Ibid.
La r e s p o n s a b il id a d in t e r n a c io n a l 455
a) Introducción
Los artículos de la CDI establecen dos categorías de Estados, con los
máximos derechos frente al Estado autor o Estados autores del incum
plimiento. Tales Estados, a los que llama “lesionados ” tienen derecho a
invocar la res ponsabilidad de otro Estado o Estados por incumplimie n
to de una obligación internacional y el de obtener de él o de ellos la
ce s ación/garantías de no re pe tición si se trata de una viola ción por
hecho continuado, amén de la reparación. Pero además poseen la facul
tad de tomar ciertas contram edidas para forzar el cumplimie nto de la
obligación violada.
¿Qué significa “invocar” la respons abilidad de un Estado? Eso quie
re decir reclamarla de manera for mal a un Estado que ha incurrido en
la violación de una obligación internacional. Se da por supuesto que el
Estado que así proceda tiene derecho a hacerlo porque está incluido en
alguna de las circunstancias y condiciones que a ese respecto enuncian,
ya el artículo 42, ya el artículo 48, y que se e xaminarán enseguida. La
r e s pons abilidad es s iempre una cue s tión entre un Es tado y otr o, u
otros, no puede “estar en el aire” . La invocación no puede limitarse a
una mera de claración general: deben hacerse representaciones diplomá
ticas formales y explícitas acerca de la obligación violada y la manera
en que se violó y si es posible también el remedio buscado. Otr a mane
ra de efectuar esta invocación podría ser la de presentar una reclama
ción ante una instancia arbitral o judicial.
456 J u lio B a r b o z a
u n a v e r d a d e r a ac t io p o p u laris , e n c a s o de v io la c ió n de c ie r t a s o b lig a
c io n e s c o le c t iv a s . Los a c t u a le s a r t íc u lo s han e n c o g id o c o n s id e r a b le
m e n t e e s t e c a m p o e n q u e E s t a d o s “ d is t in t o s a l E s t a d o le s io n a d o ”
p u e d e n in v o c a r la r e s p o n s a b ilid a d .
b) El actual artículo 42
Este artículo conte mpla la s ituación de los Estados lesionados, con
plenos derechos, rio sólo a invocar la res ponsabilidad del Estado autor,
sino también a tomar contramedidas.
Los incisos 1 y 2 del antiguo artículo 40, en sus cuatro primeras
letras son recogidos en el inciso 1 del actual artículo 42. Es el caso de la
lesión más indiv idualizada al derecho de un Estado. Los otros incisos
del artículo 42 se refieren a la participación de un Estado en el derecho
protector de un interés compartido. Es este derecho colectivo el que
sufre, pero de algún modo la lesión general repercute especialmente en
el Estado lesionado. Es clara la s ituación del punto (b)(i), que trata de
una re pe rcusión que afecta al Es tado le s ionado individualme nte . El
punto (b )(ii) menciona la s ituación de un Estado o Estados que pueden
pertenecer, tanto a una comunidad particular creada por un tratado
multilate ral como a la comunidad internacional en su conjunto, según
el caso. Pero la mera pertenencia al grupo o a la comunidad internacio
nal no basta para otorgar la calidad de Estado lesionado: es necesario
algo que individualice la lesión o que haga que esta impacte sobre cada
uno de los Estados en cuestión de manera individual. La violación debe
ser de tal índole que cambie la pos ición de todos los Estados a quienes
la obligación es debida con respecto a la ejecución futura de esa misma
obligación, pero no cualquier cambio, sino uno que los afecte en mane
ra radical.
Esta disposición se tomó del artículo 60 de la Conve nción de Viena
sobre tratados, en relación con la violación grave (material breacb)59 de
un tratado. La analogía se justifica porque la lesión estropea o destruye
las bases para la ejecución por todos los otros de su parte en la obliga
La id e n t if ic a c ió n de u n E s t a d o c o m o le s io n a d o p o r u n a c ie r t a v io la
c ió n n o e x c lu y e q u e lo s o t r o s d e l m is m o g r u p o p u e d a n t e n e r u n in t e
rés de c a r á c t e r g e n e r a l e n e l c u m p lim ie n t o de l d e r e c h o in t e r n a c io n a l y
e n la c o n t in u a c ió n de c ie r t a s in s t it u c io n e s o a r r e g lo s in t e r n a c io n a le s
e d ific a d o s a t r a v é s de a ñ o s , q u e r e s u lt a n t a m b ié n a fe c t a d o s p o r la v io
la c ió n . P a r a lo s E s t a d o s m ie m b r o s de la C o n v e n c ió n d e V ie n a s o b r e
r e la c io n e s d ip lo m á t ic a s , la s v io la c io n e s p o r Ir á n de la s r e g la s d ip lo
m á t ic a s c o n s u e t u d in a r ia s c u a n d o u n g r u p o de e s t u d ia n t e s is lá m ic o s
se a p o d e r a r o n d e la E m b a ja d a d e lo s E s t a d o s U n id o s e n T e h e r á n
a lc a n z a r o n t a l g r a v e d a d q u e t o d o s lo s E s t a d o s p u d ie r o n c o n s id e r a r s e
a fe c t a d o s .
c) E l artíc ulo 48
Llegamos aquí a esa otra categoría de Estados, también lesionados,
pero paradójicame nte llamados “Estados distintos del Estado lesiona
d o ” . Obviame nte , la Comis ión no sabía cómo llamarlos , porque son
también lesionados sólo que en manera diferente en que lo son los del
artículo 42. T ampoco podía llamarlos “Estados interesados” ya que los
de aquel artículo también tienen interés jurídico en el cumplimie nto. En
61 1 9 2 8 , P C IJ, Se rie A , N ü 1, p. 2 3 .
La r e s p o n s a b il id a d in t e r n a c io n a l 459
a) Introducción
Las contrame didas configuran un capítulo escabroso del derecho
inte rnacional, debido particularmente a que favorecen al Estado fuerte
en relación con el débil y a que no existe en el Derecho internacional
general una forma satisfactoria de control de su legalidad. La historia
de las relaciones internacionales está plagada de abusos de las entonces
llamadas “represalias” , un nombre que trataremos de reservar, junto
462 J u l io B a r b o z a
69 Ya que s ólo apr ov e c ha n a las pote ncias mayor e s e n r e la ción c on las más pe que ñas :
no t o m a c o ntr a me dida s quie n quie r e , s ino quie n pue de y s u ut iliza c ión se ha pr e s tado en
el pas ado a abus os incalificable s de par te de los Es tados más fuertes.
70 Es de cir, c ua ndo la obliga c ión viola da existe con r e lación a ese Es tado ind iv id ua l
me nte , o con r e lación a un gr upo de Es tados del que ese Es tado for me par te , o con r e lación
a la c o m un id a d inte r nacio nal en s u c o njunt o . En estos dos último s casos , debe cumplir s e
con un r e quis ito más : que la viola c ión de esa o blig a c ión afecte e s pe cialme nte al Es tado en
cue s tión o sea de tal índole que mo difiq ue r adicalme nte la s it uac ión de todos los de más
Es tados con los que existe esa obliga c ión con respecto al ulte rior c um plim ie nt o de ésta.
71 O sea, un Es tado que for me par te de un gr upo de Es tados cuyo interés cole ctivo sea
pr ote gido p o r la o blig a c ión viola da o bie n cua lquie r Es tado c ua ndo la o blig a c ión viola da
e xis ta con r e lación a la c o m un id a d in t e r na ciona l e n su c o njunt o.
464 J u l io B a r b o z a
b) Naturale za jurídica
¿Pertenecen las contr ame didas al dominio de la re s pons abilidad?
Según una pos ición crítica, las conductas de que se valen las contrame
didas son, por de finición, contrarias al derecho inte rnacional y por
ende no debieran ser admitidas ni menos codificadas . Prevaleció, sin
e mbargo, la pos ición de codificarlas dentro del tema de la responsabili
dad con el argumento de que eran admitidas por el derecho internacio
nal general y en tal caso lo más conveniente era reglamentarlas con
textos cuidadosos que evitaran, en lo posible, los abusos.
Una segunda obje ción conte mplaba su naturale za “proce s al” : son
meros procedimientos autorizados por el derecho para forzar el cumpli
miento de una obligación.72 Mantenerlas dentro de la respons abilidad
sería como legislar en el orden interno el código penal conjuntame nte
con el procesal pe nal, o el civil y el de proce dimientos civiles, como
materias homogéneas.
f) La proporcionalidad. E l artículo S I
“ Las contramedidas deben ser proporcionales al pe rjuicio s ufrido”
comie nza dicie ndo la dis pos ición del acápite .85 Vale esto decir que,
básicamente, dicha propor cionalidad debe ser me dida en relación con
los daños que violación y contrame dida pr oduje ron, pero la segunda
parte del ar tículo re fina y matiza esa inicia l me dic ión, al agregar:
“teniendo en cuenta la gravedad del hecho internacionalme nte ilícito y
los derechos en cue s tión” . Un exceso de la contr ame dida, calculada
sobre la base de los anteriores paráme tros , haría incurr ir al Estado
lesionado en respons abilidad internacional.
84 Id., p. 4 0 .
87 Affaire conce rnant l'accord re latif aux services aériens du 27 Mars 1946, entre les
Etats- Unis d ’Ame rtque et la France. Sentence arbítrale du 9 décembre 1978 c it a do , p.
4 8 3 , par a. 83.
88 Cr a w fo r d , op. cit., p. 295.
89 “ Ga bc ikovo - Na gyma r os Pr oje ct (Hung a r y / Slo va kía )” , ICJ Re ports, 1997, p. 27 .
470 J u l io B a r b o z a
30 C r a w f o r d , op. c it., p . 2 9 6 , p a ra . 6.
L a r e s p o n s a b il id a d in t e r n a c io n a l 47 1
h) T erm inación
El artículo 53 fija la obligación por parte del Estado lesionado de
te rminar con las contramedidas cuando el Estado responsable hubiera
1>4 Y no jus tificadas c lar a me nte por la e x ce pción de s e g ur idad n a c io n a l del a r t ic ulo
X X I (b). (iii) del mis mo GAT T .
I. a r e s p o n s a b il id a d in t e r n a c io n a l 475
4. Disposiciones finales
1. Introducción
1 O sea, c ua nd o un Es tado viola una o b lig a c ión int e r na ciona l y p o r e nde come te un
he c ho ilícito.
478 J u l io B a r b o z a
Algunos mie mbros de la Comis ión de derecho inte rnacional hubie ran
que rido restringir el alcance del proyecto a las llamadas “actividades
ultra- peligrosas” (ultra- hazardous activities ), o sea a aquellas que apa
rejan una baja probabilidad de daño catastrófico, como la indus tria
nuclear, las actividades espaciales, etc. La mayoría favoreció un enfo
que más amplio, que comprendiera también aquellas actividades que
tienen una probabilidad alta de daños simplemente de cierta significa
ción (daños sensibles).
3 El tít ulo era “ Re s pons a bilid a d po r las cons e cue ncias pe r judiciale s de actos no p r o h i
bidos p o r el de r e cho in t e r na c io na l” , o sea que el énfasis se p o nía en la lic itud de los actos
que c aus a ba n el d a ño . Por lo de más , la r e s po ns ab ilidad objetiv a pue de ocur r ir c on o sin
vio la c ión de o b lig a c ión. Una co ns ide r able par te de las obligac ione s que no s on de de bida
dilige ncia caen ba jo este r ubr o.
4 De l pr oye cto s obr e pr e ve nción, aplicable ta m bié n al de r e s pons abilidad.
L a r e s p o n s a b ilid a d sin e d e l i c t o 481
La CDI dijo, al separar el tema de la res pons abilidad por hechos ilí
citos del presente, en un célebre párrafo:
“En vista del fundame nto enteramente dis tinto de la llamada respon
s abilidad por riesgos y de la naturaleza diferente de las normas que la
prevén y habida cuenta de su conte nido y de las formas que puede
adoptar , un e xame n conjunto de ambas cuestiones no podría sino
hacer más difícil la compre ns ión de una y otr a” .5
5 A nuario de la Com is ión de De recho Inte rnacional, 1973, Vo l. II, p. 172, doc. A/90
1 0 / Re v .l, pa r a . 38.
6 Co nvie ne pone r de manifie s to las dife re ncias e ntre a mbos tipos de r e s pons abilidad,
pue s to que e n la Co m is ión s ubs is tió dur ante m u c h o tie m po - y acas o no esté s upe rada
to d a v ía ho y e n la me nte de a lgunos de sus mie mbr o s - la c onfu s ión e ntre dichos tipos .
482 J u l io B a r b o z a
d) E l daño
El papel que en uno y otro caso desempeña el daño es otro rasgo dis
tintivo entre los tipos de r e s pons abilidad que cons ide ramos . Como
vimos , la Parte I del proyecto de re sponsabilidad de los Estados (por
hecho ilícito, se entiende) no asigna al daño ninguna función para deter
minar la violación de una obligación internacional, siendo esa una de las
características salientes del proyecto de la CDI.9 En cambio, en la res
pons abilidad sine delicto el daño es condición sine qua non de la respon
sabilidad: sin daño no existe obligación alguna por parte del eventual
responsable, ya que es el daño el que pone en movimiento el mecanismo
de la norma primaria que rige esta res ponsabilidad y hace exigible la
prestación que es el contenido de la obligación de indemnizar.
8 Es nue s tra o p in ión que la im putación de conducta del ór g a no al Es tado es una ficción
jur ídica de s tinada a facilitar la ut iliza c ión del me ca nis mo de la r e s pons abilidad antr opo-
m o r fiza nd o a un s uje to de de r e cho que no posee caracte rís ticas h um a na s . Pero es cla r o que
en la r e s pons abilidad sine delicto e mple ar esa técnica es impos ible e inút il, po r tr atars e e n
to do caso de una r e s pons abilidad donde la in te nc ión culpa no c um ple pape l alg uno.
9 “ Sin e mb ar g o, parece e vid e nt e ... que el d a ño no es una c o nd ic ión indis pe ns able par a
la e xis te ncia de un he cho inte r na ciona lm e nte ilíc ito, ni un e le me nto c o ns titut ivo p a r t ic u
lar de tal c o nc e pt o ” . A nuario..., 1973, Vol. II, p. 187. Véase el r a zo na m ie nto co mple to
de la Co m is ión en el pun t o 12) de l c o me nt a r io al ar ticulo 3 de la Par te I de l pr oye cto.
L a r e s p o n s a b ilid a d sin e d e l i c t o 485
ilícito (ver Capítulo 17), haría notar el hecho, también básico, de que
en la re sponsabilidad sine delicto no se produce ningún daño jurídico,
desde que no hay violación de obligación.
e) La re paración
En cuanto a la re paración, sabido es que el principio dominante en
la responsabilidad por ilicitud es el de la in integrum re s titutio, “ borrar
las consecuencias del hecho ilícito y restablecer la s ituación que hubiera
existido si el hecho no hubiera tenido lugar” .10 Si bien hay una tenden
cia a que en la respons abilidad sine de licto se llegue asimismo a similar
resultado, y que incluso alguna forma de restitución también se ensaye
en el terreno del daño al medio ambie nte cuando se impone n medidas
de re stauración del statu quo ante, el hecho de que sea una actividad
lícita la que origina el daño hace posibles otras diferencias, como la de
fijar topes a las inde mnizacione s ,11 rasgo contrario a la lógica de la
reparación del daño causado por el hecho ilícito.
La noción de que pueden distribuirse los costos, de forma tal que
algunos gastos de prevención hechos por el Estado de origen se des
cuenten de las inde mnizacione s por daños transfronterizos no puede
descartarse enteramente en la re s pons abilidad sine de licto, pero sería
acaso impensable en la otra.
Esto parece indicar que la re paración no tiene la misma naturaleza
en los dos tipos de responsabilidad: cuando media la violación de una
obligación, el pr incipio es categórico: hay que borrar las consecuencias
del hecho ilícito. Cuando no existe dicha violación, la e quidad y la jus
ticia aconsejan llegar lo más cerca posible de la regla de Chor zow, pero
puede ceder este principio a consideraciones de tipo práctico, como por
ejemplo que no pue dan conseguirse seguros para cantidades proporcio
nalmente muy grandes, o que el pago total condene a la empresa que
conduce la actividad peligrosa pero socialmente útil a costos que la
hagan antieconómica, etc.
f) La cesación
Habría también una diferencia aparente en cuanto al concepto más o
menos ortodoxo de cesación, esto es, la terminación del acto continuado
violatorio, que es considerado por la CDI como una de las dos consecuen
cias del ilícito (siendo la otra la reparación) y por ende de la esencia de la
responsabilidad por ilicitud.12 Se ha dicho - y en eso nos incluimos- que en
la responsabilidad sine delicto no hay cesación de la actividad, porque es
igualmente de la esencia de esa responsabilidad que la actividad continúe.
12 He mo s e xpre s ado nue s tra o pin ión, e n el ca pítulo ante rior , s obre la ve rdade r a na tur a
leza de la ce s ación. Pero es e vide nte que uno de los e leme ntos de la ces ación es el de jar de
hace r. En s uma, que par a “ pone r fin ” a una viola c ión c o nt inua da , ade más de hace r algo
e stablecido por la obliga c ión or iginal, es me ne s ter de jar de hace r lo que se e s taba hacie ndo.
En r e alidad, el hace r algo diferente implica de jar de hacer lo que cons tituía la violac ión.
13 La vio la c ión p o r acto c o nt in ua d o , s e gún dijim o s e n el c a pítu lo ante r ior , tiene la vir
t ud de p r o lo ng a r la e xis te ncia de la o b lig a c ión pr im a r ia e n el c a m p o de la r e s pons abili
dad po r he cho ilícito. En el c a mpo de la r e s pons ab ilidad sine delicto tie ne el efecto que se
indica ar r iba .
14 Hac e mo s una dis tinc ión e ntre acto y a c tivida d. Sin inte nta r a q u í u na de finic ión for
m a l de a c t iv id a d , par e ce que esta últ im a e s tar ía n o r m a lm e n t e c o m pue s ta de muc ho s
actos , ge ne ralme nte or ie ntados hacia un fin c o m ún . La fun d ic ión del ace ro es un a ac tivi
d a d líc ita , pe ro pue de habe r actos de esa a c tivid a d, car acte r izados po r el us o de cie rtos
e le me ntos en el pr oce s o pr o duc t iv o - co mo e n el cas o de la fundición de Trciil- que pr o
d uzc a n el d a ño tr ans fr ont e r izo y que s e an, a s imis mo , c o nt inua dos .
L a r e s p o n s a b ilid a d sin e d e l i c t o 487
1! Ve re mos un po c o más ade lante la o p in ión , coincide nte e n pr in c ipio c on lo que d iji
mos , del Gr u p o de Ex pe rtos e n der e cho de l me dio amb ie nte de la Co m is ión Br untla nd.
N a t ur a lm e n t e que si se corr ige el pr oce s o que ca us aba el d a ño e n fo r m a tal que éste se
e lim ina , po r e je mplo, al c a mbia r un cie r to e le me nto e mple a do e n la pr o duc c ión, o al ut ili
zar a lg ún filt r o o a l t o m a r o tr a me did a de ese e s tilo, n o ha br ía ya m ás r a zón par a que la
a ctivida d cesara.
488 J u l io B a r b o z a
ble contra quien instituir procedimientos judiciales, etc., sobre los víncu
los causales. En el mis mo sentido hay que considerar la re s pons abili
dad re s idual del Es tado, cuando ésta se impone para comple tar los
montos de inde mnización, cualquiera sea su re sponsabilidad en la cau
sación del daño, simplemente porque la actividad que lo provocó esta
ba bajo su jurisdicción. Del mis mo modo deben ser vistos los fondos
compensatorios como un mecanismo para distribuir entre un núme ro
de explotadores las pérdidas emanadas de accidentes causados por la
actividad, ya tengan dichos explotadores relación o no con el accidente
mismo, y así sucesivamente. La par ticipación de estos personajes en el
escenario de la re s pons abilidad nada tiene que ver con la caus ación
individual, que es esencial y no transferible en la re s pons abilidad por
hecho ilícito.16 Esta forma de atribución “colectiva” en forma de redes o
de capas de respons abilidad tiene que ver, en algunos casos, con la incer-
tidumbre y comple jidad de los vínculos de causalidad en lo relativo al
medio ambiente, por ejemplo, o con el manejo de tecnologías complica
das que hacen muy difícil discernir las causas productoras del daño.
h) Conclus ión
Lo indicado más arriba muestra una decisiva diferencia entre dos
formas distintas de respuesta a estímulos que son también diferentes
(hecho ilícito o daño). Parecen existir dos ejes en la re s pons abilidad sine
de licto estrechamente ligados entre sí: la ausencia de culpa y la existen
cia de riesgo. Tal combinación pos ibilita el e quilibrio de los diversos
intereses enfrentados: no hay nadie a quie n culpar por los perjuicios
que cause la actividad peligrosa.
Cualquie r teoría que no tome en cuenta el riesgo creado por las tec
nologías de nuestro tie mpo sería ciega a las realidades más importantes,
no sólo de la respons abilidad, sino también de la vida mode rna. El ries
go es un hecho aceptado en nuestras sociedades, y por ello mis mo las
entidades que lo crean no pueden ser responsables como si tuvieran por
ello alguna culpa. La res pons abilidad sin culpa es la respuesta: el e quili
16 Por lo me no s par a la im p u t a c ión de conducta s . A veces las cons e cue ncias se tr ans
fieren del a ut o r a o tr o s uje to, c o mo en el cas o del padre respecto a los da ño s caus ados
por sus hijo s me nor e s , pe r o no se le im puta a éste la co nducta de sus hijos .
L a r e s p o n s a b ilid a d sin e d e l i c t o 489
brio de intereses entre las diferentes partes dicta un sistema que es neu
tro a la culpa y que toma en cuenta los costos de las empresas que lle
van a cabo actividade s pe ligr os as , su v ia b ilid a d e c onómic a y los
beneficios que ellas aportan a las sociedades. La re s pons abilidad sine
de licto se preocupa más por elementos como las estadísticas, los costos
y su dis tribución e quitativa, los seguros y otras consideraciones prácti
cas que por la culpa lato sensu, la violación de obligaciones y la restitu
c ión inte gr al. Se inte r e s a, en c a m bio , por la c o n t in ua c ión de las
actividades peligrosas pero socialmente útiles, en lugar de su cesación.
Está más influenciada por un factor que, en el campo de la responsabi
lidad por ilicitud ocupa un lugar modesto, como es el riesgo. Tiene que
ver con conductas lícitas y no con conductas ilícitas. Una y otra perte
necen a diferentes especies, acaso también a géneros diferentes: un león
es un le ón y una jirafa es una jirafa, aunque ambos sean vertebrados.
17 La cue s tión se za njó fina lm e nte al seguirse la s uge r e ncia del e ntonce s Re la t or Es pe
cial (Barboza de que la Co m is ión no se pr o nunc ia r a s obre el punto , desde que si no e xis
tían tales nor ma s e n el de r e cho co ns ue tu din a r io , la C D I te nía facultade s par a pr opone r
en sus proye ctos el de s ar r ollo pr ogre s ivo del de r e cho inte r na ciona l. El Re la t o r Es pe cial
era e l a uto r de este libr o.
18 “ Es tudio s obre la pr áctica de los Es tados r e lativa a la r e s pons a bilidad inte r naciona l
po r las cons e cue ncias pe r judiciale s de actos no pr o hib ido s por el de r e cho in t e r na c io na l”,
Doc . A/ CN.4 / 3 8 4 , de l 16/10/84.
490 J u l io B a r b o z a
Ab onan la conclus ión ante r ior ciertos casos clás icos , como el del
Canal de Corfú (“Entre Es tados inde pe ndie nte s , el respeto de sus
soberanías territoriales es una base esencial de las relaciones inte r na
cionale s” , y “la obligación de cada Estado de no pe rmitir consciente
mente que su te rritorio sea utilizado para realizar actos contrarios a
los derechos de otros Es tados” (bastardillas nues tras ),19 el de la Fun
dición T rail (“ningún Es tado tiene el derecho de usar o pe rmitir el
uso de su territorio de tal mane ra que se cause daños por e manacio
nes en o al te rritorio de otro o a los bienes o personas de ntro de él,
cuando el as unto es de consecuencias serias y el da ño se establece
me diante prue bas claras y convince nte s ” ),20 el del Lago Latios, a
contrario sensu (“No se ha afir mado claramente que los propues tos
La práctica inte rnacional y la juris prude ncia que cons tituyen tales
casos, entonces, indican la existencia de una nor ma cons ue tudinaria
que hace ilícito el daño trans fronte rizo pr oducido cuando no se han
tomado las precauciones razonables para evitarlo, o sea, con culpa lato
sensu (por dolo o negligencia). Pero ni la práctica ni la jurisprudencia
dan un fundame nto claro y expreso a la inde mnización por actividades
de riesgo, que produce n daño a través de accidentes, cuando tales acci
dentes se han producido no obstante haberse tomado las precauciones
aconsejables.
21 “Es tudio de la pr áctica de los Es t a d o s ...” . T r ab a jo cita do del Se cr e tar iado, p. 250.
El co me nt a r io dice que “ Este pas aje pue de inte r pr e tars e e n el s e ntido de que el T r ib una l
o p in ó que las actividades anormalme nte peligrosas constituy en un proble m a especial, y si
Es p a ña h u b ie r a d e t e r m in a d o qu e el pr oye ct o fr ancés pr o pue s to c o nlle v a b a un r ie s go
a n o r m a l de da ños en Es pa ña , ta l vez la de cis ión del T r ib una l hubie r a s ido d is t int a ” . (Bas
tar dillas nue s tras .)
492 Ju u o Barboza
c) La s oberanía te rritorial
En contra de la res pons abilidad por actividades de riesgo se ha invo
cado el argume nto de que la soberanía te rritorial otorga a un Estado la
libertad de autorizar cualquier actividad en ámbitos de su jurisdicción.
La soberanía te rritorial tiene, sin embargo, dos caras: una es la libertad
y la exclusividad de la acción del Estado en el pr opio territorio y la otra
es la integridad e intangibilidad de ese mismo territorio. La soberanía
estatal queda también vulnerada cuando se produce en su territorio un
daño proveniente de otro Estado.
23 Esto se debió a las especiales circunstancias que rodearon la sanción de ese conve
nio: los Estados preveían - y también querían- , por razones políticas inherentes a las acti
vidades espaciales mismas, que ellas fueran desarrolladas por los Estados con exclusión
de los particulares.
L a r e s p o n s a b ilid a d sin e d e l i c t o 495
Creemos, por lo demás, que los pagos ex gratia, como el que hizo el
Gobie rno de los Estados Unidos al de Ja pón en el caso del pesquero
Fuk uy u Maru, o el del mis mo Gobie r no a los habitante s de las islas
Mar s hall24 ratifican que el Es tado que paga tiene conciencia de que
pesa sobre él una obligación básica, o general de inde mnizar, pero no
obs tante prefiere evitar la cre ación de un precedente que prejuzgue
sobre el alcance de aquella obligación de inde mnizar que le compete.
No se realizaría un pago semejante si no existiera tal conciencia, aun
que la obligación mis ma pudiera tener un perfil no bien de finido.
Estas soluciones de la práctica internacional nos sugieren que los Esta
dos están convencidos de que corresponde indemnización por daños cau
sados por el riesgo que crearon, con la re s pons abilidad que parecen
reclamar para sí aquellas actividades por su índole misma: una forma de
responsabilidad sin culpa o sine delicto. Ello es significativo en cuanto a la
opinio juris de los Estados que actuaron de esa manera.
ofre ció e n una no t a pagar al Ja p ón una in d e m niza c ión por los da ño s caus ados po r efecto
de l e ns a yo ” . (Bas tardillas nue s tras .)
Co n res pe cto a los habitant e s de las Islas Ma r s h a ll pe r judic ado s po r las r adiacione s
cons e cue ntes a e ns ayos nuclear e s en la zo na , en 1964, el pr e s ide nte Jo h ns o n p r o m ulg ó
una ley por la que los Es tados Unidos d a ba n una ind e m niza c ión de 9 5 0 .0 0 0 dólar e s a los
habitant e s de la zo na de Ro nge la p, afe ctados po r una e x p lo s ión te r monucle ar e n Bikini,
Islas Ma r s h a ll, e n 1954. El Gob ie r no de l pre s ide nte Re a ga n de s tinó 100 millone s de d óla
res e n 1982 par a res olver r e clamacione s de is leños afe ctados po r la mis ma caus a. “ E s t u
d i o s o b r e l a p r á c t i c a d e l o s E s t a d o s . . . ” , cit., pp . 2 9 0 , 291.
496 Ju l io Ba r bo za
h) El e quilibrio de intereses
Creemos que todo esto origina un estado de cosas que crea para las
partes, por lo menos, una obligación de negociar. Y tienen esta obligación
de negociar en el sentido indicado por el fallo de la Plataform a Co nti
ne ntal del Mar de l N orte , esto es, de sentarse a la mesa de las negociacio
nes, de buena fe, tratando de contemplar los intereses de la otra parte
pero sin que ello signifique la obligatoriedad de arribar a un acuerdo.
Las negociaciones en cuestión estarían orientadas por el pr incipio del
e quilibrio de intereses, segiin el cual el Estado de origen debe, por un
lado, adoptar las mayores precauciones para evitar que la actividad
produzca daños trans fronte rizos y e ve ntualme nte cons ultar con los
Estados probablemente afectados para establecer un régimen que esta
blezca entre ellos aquel e quilibrio de intereses: aceptación por parte del
Estado afectado de las medidas de prevención a adoptarse e inde mniza
ción de daños futuros , ya sea por el Estado mis mo o por la vía de los
explotadores privados y sus seguros, con acceso a los tribunales para
las víctimas extranjeras.
Si el daño ya se ha pr oducido, en ausencia de un régimen de derecho
internacional particular que lo contemple, el Estado de origen tendría,
además, la obligación de negociar con el Estado afectado con respecto a
las indemnizaciones por los daños causados.
Tal parece ser una formulación aproximada de la práctica internacio
nal en la materia, que se expresaría en una norma emergente - aunque no
todavía cristalizada- de derecho internacional general que señalaría la
necesidad de no dejar sin inde mnización el daño transfronterizo causado
por actividades de riesgo. Esto parece reflejarse en el “Proyecto de princi
pios sobre la asignación de la pérdida en caso de daño transfronterizo
resultante de actividades peligrosas” cuya primera lectura la CDI ha ter
minado recientemente en el año 2004 y que se comenta a continuación.2'
a) La pre v e nción.
Los artículos relativos a la prevención se basan en un proyecto que
presentó un grupo de trabajo en 1996, con pequeñas modificacione s.26
El proyecto se aplica (artículo 1) a las actividades no prohibidas por el
derecho internacional que e ntrañan el riesgo de causar, por sus conse
cuencias físicas, un daño transfronterizo sensible.
• Se define dicho riesgo (artículo 2, a)) como abarcando desde la
alta pr obabilidad de causar un daño sensible hasta la baja proba
bilidad de causar un daño catastrófico (actividades ultra pe ligro
sas, como la nuclear).
• Establece la obligación de los Estados de adoptar las medidas
apropiadas para prevenir un daño transfronterizo sensible o, en
todo caso, minimizar el riesgo de causarlo.
acuerdo entre las partes para s olucionar las diferencias por los métodos
habituales, el proyecto propone un proce dimiento obligator io de esta
blecimiento de los hechos (Com is sion d ’etiquetes). La Comis ión encar
gada de establecerlos pre s e ntará a las partes en la controve rs ia un
informe con sus conclusiones y recomendaciones, que aquellas conside
rarán de buena fe pero que no es vinculante (artículo 19.6).
b) La re s pons abilidad
Es menester subrayar que nunca había aceptado la Comis ión que
existiera re s pons abilidad internacional por daños transfronterizos cau
sados por actividades de riesgo en el derecho internacional general. En
el proyecto de 1996 se propus o por el Gr upo de trabajo un artículo 5,
que simplemente decía que, de acuerdo con los artículos proyectados,
existía responsabilidad por el daño sensible causado por una actividad
de las que se ocupaba el proyecto, y que tal daño daría lugar a inde mni
zación o a otra forma de compensación. La Comis ión, en el debate, no
alcanzó a pronunciarse sobre este capital aspecto del proyecto, y elevó
los artículos del Grupo de trabajo, sin pronunciars e al respecto, a la
Asamblea General simplemente para conocimie nto y eventuales come n
tarios. En 1997, la nueva Comis ión empezó todo de nuevo. En el actual
proyecto (2004) se establece como un objetivo (artículo 3) “garantizar
una pr onta y adecuada inde mnización a las personas naturales o jur ídi
cas, incluidos los Estados, que sean víctimas de un daño trans fronteri
zo, incluidos los daños al medio ambie nte ” . Pero cuando se describe, en
el artículo 4, la mencionada garantía, surge que no se trata, ni en ésta
ni en las siguientes provisiones, de obligaciones “duras ”, ya que se utili
za en todos los casos la palabra “ debería” o “de be rían” . Se trata, en
s uma, de “pr incipios ” que “de be rían” ins pirar a los Estados en sus
relaciones recíprocas en el terreno de esta clase de actividades.
Los rasgos más importantes de este proyecto son los siguientes:
• Se aplica a las mismas actividades del proyecto de prevención (ar
tículo 1).
• Se definen términos: daño, me dio ambiente, daño transfronterizo,
actividad peligrosa, e xplotador (artículo 2).
• Se proclama el objetivo de los artículos (artículo 3. Ver punto b)
anterior).
500 J u l io B a r b o z a
6. Conclusione s
Capítulo 20
1. Introducción
2. ¿Cuáles s on?
nes nacionales (la llamada Zo «<2 en la Conve nción de las Naciones Uni
das sobre derecho del mar) y el espacio ultraterrestre. Algunos autores
añade n también la Antár tida,2 naturalmente con su espacio aéreo y la
atmósfera que rodea el planeta. Vamos a anticipar sus rasgos esencia
les, para e xaminar el tema con mayor detenimiento al tratar los corres
pondientes capítulos.
a) El alta m ar
Este es pacio comie nza más allá de la Zo na e conómica exclusiva
(ZEE), según lo acepta la más moderna doctrina y práctica internacio
nales, a diferencia de lo que sucedía al pr incipio de la ne gociación de la
Conve nción de derecho del mar, en que dicha ZEE se as imilaba al alta
mar, sobre la cual poseía el Estado ciertos derechos soberanos, pr inci
palmente la e xploración y e xplotación de los recursos naturales.
Tiene carácter residual, tal como la designa el artículo 86 de la Con
vención de Monte go Bay de 1982: “todas las partes del mar no inclui
das en la zona económica exclusiva, en el mar territorial o en las aguas
interiores de un Estado, ni en las aguas archipelágicas de un Estado
archipelágico. Este artículo no significa limitación alguna de las liberta
des de que gozan todos los Estados en la zona económica exclusiva de
confor midad con el artículo 58.
Las aguas ubicadas encima de la plataforma ge omor fológico más
allá de la zona económica exclusiva for man parte del alta mar.
No está sujeta a apropiación nacional por soberanía ni por ninguna
otra vía, y está abierta a todos los Estados del mundo para que éstos
practique n, s in exclus ividad ni prioridade s en su ejercicio, las cinco
libertades de la alta mar ”: de navegación, de pesca, de asentar cables y
cañerías s ubmarinos y de sobrevuelo (artículo 2), así como las acorda
das por la Conve nción de Monte go Bay de 1982 (artículo 87) consis
tentes en la libertad de investigación científica y la de cons truir islas
artificiales y otras instalaciones permitidas por el DI.
El espacio aéreo sobre el alta mar tiene similares características: libre
acceso a todos los Estados, libertad de vuelo, no apr opiación por rei
vindicación de soberanía o de ninguna otra manera.
Las riquezas que más concitaron el interés del mundo en desarrollo eran
principalmente los que se conocían entonces con el nombre de “nodulos
de mangane s o”, por su riqueza en ese metal y que hoy son llamados
“nodulos polime tálicos ”, porque en realidad contienen varios minerales
metalíferos, como el cobre, el cobalto, etc., además del manganeso.
c) E l espacio ultraterrestre
El T ratado del espacio de 1967 establece que la e xploración y utili
zación del espacio ultraterrestre, así como de la Luna y otros cuerpos
celestes, estarán abiertas sin dis cr iminación a todos los Estados; que
deberán hacerse en prove cho y en interés de todos los países y que
incumbe n a toda la Humanidad (artículo 1). T ampoco será aquel espa
cio ni los cuerpos celestes “objeto de apr opiación nacional por re ivindi
cación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra mane r a” .
Tales son las características básicas de un espacio común inte rnacio
nal. Como este tema no va a ser de s arrollado en otra parte de esta
obra, conviene detenerse aquí en el examen de régimen jurídico que lo
gobierna y de su breve historia.
El status jurídico del espacio ultraterrestre comie nza a tener impor
tancia práctica a partir del envío hacia esa re gión de misiles de todo
tipo y en particular de la colocación en él de los primeros satélites. De
hecho, una fecha importante en este desarrollo es la del envío del satéli
te soviético S putnik en el año 1957. A él siguieron muchos otros, junta
mente con una actividad espacial intensa: hoy existen satélites que se
utilizan para las telecomunicaciones, la radio y la televisión, la meteo
rología, la navegación, la geodesia, etc.
i) El derecho del espacio
El derecho del es pacio ultrate rre s tre que se va e la bo r a ndo para
reglar las referidas actividades es, por cierto, un derecho nuevo. De él se
ha ocupado la doctrina, en particular las asociaciones científicas, y ha
encontrado un motor importante en las Naciones Unidas , espe cialmen
te en la Comis ión del espacio ultraterrestre con fines pacíficos y en su
E s p a c io s c o m u n e s , c u r s o s d e a g u a y m e d i o a m b ie n t e 505
No nos detendremos en los títulos con que los autores de tales teorías
validan sus argumentos, porque realmente ninguna de ellas ha encon
trado esa ace ptación general de los Estados de la que nos habla el artí
culo 38 del Es ta tuto de la CIJ par a que una pr áctica adquie r a la
dignidad de costumbre.
iii) La órbita geoestacionaria
La falta de de limitación referida no ha dejado de ocas ionar ciertos
problemas en la práctica internacional. Por ejemplo, existe la llamada
órbita geoes tacionaria, de singular importancia para las comunicacio
nes por satélite, puesto que es solamente allí donde pueden colocarse
satélites sincrónicos geoestacionarios, o sea que al seguir el movimiento
de la Tierra, permanecen fijos con respecto a ésta. Constituye la me n
cionada órbita un recurso relativamente limitado, puesto que existe un
límite a los satélites que en ella pueden ubicarse y tiene por ello una sig
nificación económica y cultural mayúsculas.
Pues bien, como esta órbita se encuentra sobre el Ecuador, a 35.871
km de distancia, los países ecuatoriales han e mitido una declaración, en
Bogotá y en 1976, haciendo notar su especial s ituación respecto a ella y
pr oclamando ciertos derechos de s obe ranía. Esto, por s upue sto, no
sucedería si estuviera bien establecido que el límite inferior del espacio
cósmico está por debajo de la órbita geoestacionaria. A nuestro conoci
miento, la de claración de Quito no ha te nido mayores consecuencias
prácticas, pero no carece de interés en el tema que come ntamos .
iv) El Tratado del espacio4
Como vimos más arriba, al considerar las características de espacio
común internacional del espacio ultraterrestre, el T ratado del espacio
consagra en su artículo primero el más importante de sus principios: el
de que la e xploración y utilización de ese espacio debe ser realizada en
provecho e interés de todos los países, y que el espacio ultraterrestre es
de incum be ncia de la Hum anidad. Esta es una fór mula singular, que
hace referencia pero que no refleja acaso con precisión, lo que era un
sentimiento general de la opinión respecto a espacios nuevos, como los
4 Su n o m b r e co mple to es: T r a t a do s obr e los pr inc ipio s que de be n regir las actividade s
de los Es tados e n la e x plor a c ión y e x p lo t a c ión de l e spacio ultr ate r r e s tr e , inc lus o la Lu na
y otros cue rpos celestes.
E s p a c io s c o m u n e s , c u r s o s d e a g u a y m e d i o a m b ie n t e 507
N o obstante que el artículo 136 de la Conve nción del mar dice que “la
Zona y sus recursos” constituyen el patrimonio común de que trata, y
que el artículo 11 del Tratado de la Luna lo repite con respecto a ese
satélite, el artículo 4 de este último tratado considera separadamente lo
relativo a “la e xploración y utilización de la Luna ”, de las que dice que
“incumbir án a toda la Humanida d y se efectuarán en provecho e inte
rés de todos los países, sea cual fuere su grado de desarrollo e conómico
y cie ntífico” . Eso parece indicar que, cuando no se trata de recursos, es
el otro concepto el que pre domina. Por lo demás, desde entonces hasta
ahora ha aparecido una doctrina que limita el anterior concepto, y que
es la del “interés común de la Hum a nid a d ” (ver Capítulo XX) cuya
ausencia motivó que la del patrimonio común se extendiera a terrenos
no adecuados para su aplicación, como fue el caso del Compr omis o
sobre recursos fitogenéticos que se gestó en la FAO y que calificaba de
patrimonio común de la Hum a nida d a recursos que se e ncontraban
bajo la soberanía territorial de Estados determinados.
5 “ P r ove cho” no quie re de cir ne ce s ariame nte pr ove cho e c onómic o; puede limitar s e a
un be ne ficio de o tr o tipo , c o m o c ultu r a l, in fo r m a t ivo , etc.
508 J u l io B a r b o z a
Nuestra impre s ión es que, no teniendo los autores del T ratado del
espacio una fórmula ya acuñada - puesto que esta expresión del interés
común nace años más tarde- utilizar on otras palabras que se acercan
más a un concepto (interés) que al otro (patrimonio). De haber tenido a
mano la nueva fór mula, acaso la habrían empleado.
• Los otros principios
Otros principios son:
- La libertad de e x ploración y utilización, sin dis cr iminación para
todos los Estados del espacio cósmico,
- la igualdad a ese respecto, cualquiera sea el grado de desarrollo de
aquellos,
- la impos ibilidad jurídica de apr opiación de parte alguna del espacio
por re ivindicación de soberanía, uso u ocupación,
- la utilización del espacio con fines pacíficos y por ende la pr ohibi
ción de colocar en órbita armas nucleares u otras de de s trucción en
masa, o establecer bases u otras fortificaciones, o realizar maniobras o
ensayos militares o ensayos de armas,
- la res pons abilidad de los Estados y organizaciones internacionales
por actividades propias o de e ntidades no gube rname ntale s bajo su
juris dicción o control;
- la cooperación y asistencia mutua;
- la s ubordinación de las actividades espaciales al derecho inte rnacio
nal, incluida la Carta de las Naciones Unidas.
Los anteriores principios fijan el marco dentro del cual se desenvuel
ven las actividades espaciales de los Estados.
• Tratados sectoriales
Y es dentro de ese marco de principios que los siguientes tratados ,
entre otros, comple tan el régimen jurídico del espacio cósmico.
- T ratado de la Luna, 19796
Originado por la llegada del hombre a la Luna, este tratado repite
los principios del tratado marco. Agrega que, cuando llegue a ser pos i
ble la e xplotación de los recursos de la Luna, aquélla estará sometida a
un régimen internacional.
6 Ac ue r d o que debe regir las actividade s de los Es tados e n la Lu n a y otros cue rpos
celestes.
E s p a c io s c o m u n e s , c u r s o s d e a g u a y m e d i o a m b ie n t e 509
7 Co nve nio s obre el r egis tro de obje tos lanza dos al e s pacio ultr ate rr e s tre .
8 Co n v e n io s obr e la r e s pons abilidad po r d a ño s caus ados po r obje tos e s paciales .
510 J u l io B a r b o z a
d) La A ntártida
Sabido es que hay siete países, incluido el nuestro, que han avanzado
reclamaciones de soberanía sobre la Antártida, y también que hay por
ciones del continente que no han sido objeto de re clamación territorial
alguna. En la actualidad es un tratado inte rnacional, el Tratado antárti
co, el que establece el status de aquella enorme área, y es obvio que la
ha teñido con un tinte internacional. Ciertas opinione s s on partidarias
de que la Antár tida sea s ometida a un régimen de espacio común inter
nacional en el marco de las Naciones Unidas. No les interesa que, cuan
do se pr onunciar on las reclamaciones hoy congeladas por virtud de
aquel tratado, la Antártida fue tratada como res nullius ; hoy habría en
todo caso cambiado su carácter. Pos ición, naturalme nte , rechazada por
quienes tienen reclamaciones de soberanía.
Tocante los espacios no reclamados, es claro que ellos estarían más
allá de las jurisdicciones nacionales, pero su status te rritorial no parece
claramente de finido.
e) La atm ósfe ra
Hubo tentativas de considerar como “espacio c o mún” al conjunto
de la atmósfera que rodea el planeta y al clima.
Sabido es que el espacio aéreo, que forma parte de la atmósfera, está
sujeto a la soberanía del Estado subyacente y por ende no sería un espa
cio común inte rnacional. Pero la atmósfera, siendo única por la interde
pe nde ncia de sus dive rs as par te s , es tén o no s uje tas a s obe ranía
nacional, y la circunstancia de que un daño causado en una parte de la
atmósfera se extiende a otras partes, ignorando el hecho político de las
512 Ju l io Ba r bo za
1. Introducción
a) De finición
Según la clásica de finición del artículo 108 del Acta del Congreso de
Viena de 1815, un río inte rnacional es el que atraviesa o divide los
territorios de dos o más Estados.
En el primer caso, o sea cuando atraviesa sucesivamente el territorio
de más de un Estado, se llama de curso sucesivo. En el segundo, cuando
separa los territorios de dos Estados, se llama río de frontera o contiguo.
El río Paraná es un ejemplo de ambos: es de curso sucesivo porque atra
viesa el territorio de Brasil antes de adquirir el carácter de río de fronte
ra entre Paraguay y Brasil, luego entre Paraguay y la Arge ntina, para
perder su calidad de fronterizo cuando penetra en territorio argentino.
Los lagos serán inte rnacionale s cuando sus riberas pertenezcan a
más de un Estado, como sucede en el caso del Lago Le hmann (o lago de
Gine bra), entre Francia y Suiza, o en el del lago Cons tanza, entre Suiza,
Ale mania y Austria. Se incluye dentro del concepto de curso de agua
internacional a los canales y toda otra vía de agua artificialme nte crea
da, que unan dos o más ríos o afluentes situados en diferentes Estados.
Como se ve, los Estados ribereños de un río inte rnacional comparte n
un recurso, el agua, que tiene la característica de fluir, de forma que en
los ríos de curso sucesivo hoy está en el te rritorio de un Estado y maña
na en el de otro. En cuanto a los de frontera, resulta también evidente
que el uso del río en la parte propia de un Estado afecta inme diatame n
te los usos de ese mismo río en la parte del otro Estado: piénsese en la
irrigación, por ejemplo, que si es utilizada abusivamente puede hacer
descender el nivel del agua en ambas riberas. La interdependencia de
los ribereños determina que la soberanía de cada uno de ellos respecto
al recurso agua que fluye en su pr opio te rritorio sea necesariamente
limitada en la medida en que los derechos de los otros se interponen.
Tal es el caso del Rin, del Danubio, del Elba, del San Lore nzo, del
Níge r, del Nilo y entre nosotros del Paraná, del Uruguay y del Plata,
entre tantos otros.
3. La navegación
gación en los ríos internacionales esté establecida como una norma del
derecho inte rnacional general, puesto que a falta de tratado la s ituación
no es perfectamente clara.
En Eur opa ha habido declaraciones sobre libre nave gación de los
ríos internacionales y tratados que la impone n en relación con determi
nados cursos de agua.
La juris pr ude ncia de la CPJI, que e nte ndió en litigios sobre ríos
internacionales, habla sobre la existencia de un derecho fluv ial inte rna
cional. Dice Barberis, fundándos e en la opinión consultiva de la CPJI
sobre la Comis ión europea del Danubio (8- XII- 1927) y en la sentencia
sobre la Comis ión internacional del Ode r (10- IX- 1929), que la Corte
sostiene la existencia de “ciertos principios cons ue tudinarios ” en esta
materia:
11 Ju lio A. Barbe ris , Ed ua r d o A. Pigre tti, Régime n jurídico del Río de la Plata, Bue nos
Aire s, 1969, p. 65.
Es p a c io s c o m u n e s , cu r sos de a gu a y m e d io a m b ie n t e 515
Los siguientes constituyeron los rasgos más salientes de dicho ins tru
mento:
• Llama “vías de agua de interés inte r nacional” a ríos y lagos inter
nacionale s . De esta mane ra se incluye n natur alme nte los lagos
cuyas costas pertenecen a diferentes Estados.
• Declara la libertad de nave gación sin discriminaciones para todos
los Estados partes en la Conve nción.
• La nave gación de cabotaje , sin e mbargo, se reservaba para los
Estados ribereños. T ampoco regía la libertad de navegación para
los buques de guerra.
• Los Estados ribereños te nían facultades reglamentarias, como así
también de policía y de sanidad.
En el pe ríodo entre las dos guerras mundiales el pr incipio de la libre
navegación se vio dis minuido. El gobierno de Hitle r, por ejemplo, noti
ficó el 14 de noviembre de 1936 a los Estados representados en las dife
rentes comisiones fluviales que no reconocía como válidas
14 Ju r i s d i c c i ó n t e r r i t o r i a l d e l a C o m i s i ó n I n t e r n a c i o n a l d e l r í o O d e r , Serie A, N ° 23 ,
p p . 5 ,1 1 ,3 1 / 3 2 .
15 Cf. Schwarze nbe r ge r , I n t e r n a t i o n a l L a w , 3a e d., 19 57 , p. 21 9. Ve r ta m bié n la de fi
n ic ión de Rous s e au: “ Aque llos cursos de agua que e n sus parte s nat ur a lm e nte nave gables
s e par an o atr avie s an te r r itor ios de dife re nte s Es tad os ” . D e r e c h o i n t e r n a c i o n a l p t í b l i c o ,
Bar ce lona, 1966, p. 391.
518 J u l io B a r b o z a
torio sin tener en cuenta los efectos nocivos que tal utilización puede
producir en el te rritorio de otros Estados.
“ ...un área en los territorios de dos o más Estados en la que todas las
corrientes de agua superficial, tanto naturales como artificiales, dre
“Un sistema de ríos y de lagos en una cuenca de drenaje debe ser tra
tado como un todo inte grado (y no como partes sueltas)” .18
5. El ciclo hidrológico
Las corrientes formadas afluyen a los ríos y el agua te rmina por ver
terse en lagos o en el mar. Y durante este proceso, parte del agua acu
mulada en charcas o lagos, o que fluye por el cauce de los ríos penetra
en la tierra y se infiltra lentamente hasta alcanzar el nivel freático, que
es el nivel natural de las aguas subterráneas libres. Esta agua no puede
seguir filtrándose cuando tropieza con una capa geológica impe rme a
ble y tiende a fluir horizontalme nte por el subsuelo hasta alcanzar la
superficie terrestre a una altura inferior, donde reaparece como fuente
o pozo artesiano, o bien sigue fluye ndo bajo la superficie hasta desa
guar en un lago o en el mar. El agua jamás permanece en reposo. Las
aguas subterráneas, que pueden estar conectadas a un curso de agua o
bien pueden no estarlo, en cuyo caso se llaman confinadas , son la par
te más importante del ciclo hidrológico y se calcula que constituyen el
97 por ciento del agua que existe en el planeta, excluyendo natur al
mente los océanos, los casquetes polares y los glaciares.
Desde el punto de vista jurídico, lo más importante del ciclo hidr oló
gico es que demuestra la estrecha interdependencia entre las aguas de
diversas partes del curso de agua, incluye ndo glaciares que pueden ser
sus fuentes o aguas subterráneas. Por ejemplo, la contaminación de las
aguas de superficie puede amenazar a las subterráneas, y viceversa.
19 Ve r Pr ime r In fo r m e s obre el de r e cho de los cur sos de agua int e r naciona le s par a
fines dis tintos de la na ve gac ión, po r el señor: Ste phe n M . Schwe be l, Re la t or Es pe cial, en
A nuario de la Comis ión de De recho Inte rnacional, Vo l. II, V parte , 1979, p. 149.
522 J u l io B a r b o z a
a) Curso de agua
El artículo 2, inciso a),22 dice:
La unidad del “curso de agua” está dada cuando sus aguas fluyen
hacia un término común. Dos cuencas de drenaje diferentes conectadas
por un canal, por e je mplo, no for mar ían un solo sistema según este
requisito.
25 Id., p . 104.
526 J u l io B a r b o z a
26 Id., p. 105.
E s p a c io s c o m u n e s , c u r s o s d e a g u a y m e d i o a m b ie n t e 527
1. La nav egación
• Con el Paraguay
Se celebró un primer tratado en 1876, luego de la Guerra de la Triple
Alianza. Por él se establece la libertad de navegación desde el Río de la
Plata (inclusive), para buques mercantes y de guerra de ambos países.
El cabotaje se reserva para cada ribereño en su trecho.
Un nuevo tratado de 1967 no abroga al anterior, por lo que aquél
sigue vigente en cuanto sea compatible con el nuevo (artículo 30, Con
vención de Viena sobre derecho de los tratados), equipara los buques
30 Ju lio A. Bar be ris y Ed ua r d o Pigre tti, Régime n jurídico del Río de la Plata, Bue nos
Aire s , 1969, p. 82.
532 J u l io B a r b o z a
a) Nave gación
La situación, hasta ese entonces, era la libertad de navegación para
los buques de bandera de ambos países. Consecuentemente con ello, la
libertad de navegación es reconocida por ambas partes y a pe rpetuidad
y se asegura la continuación de las existentes facilidades para el acceso
mutuo a puertos de la otra. Las dos partes tienen derecho al uso de los
canales que estén en las aguas de uso común.
Los buque s de terceras bande ras pertenecientes a Es tados de la
Cuenca del Plata, ya se trate de buques públicos o privados , podr án
navegar libremente en las aguas de uso común del río; tocante los de
otras banderas, sólo gozarán de esa libertad los buques mercantes y no
los de guerra, aunque se mantie ne n los derechos otorgados por los tra
tados en vigor.
La libertad de navegación comprende la que se efectúa por la parte
navegable del río, la entrada en los puertos y las operaciones que son
normales tocante a los pasajeros y a las mercaderías. En tal sentido, los
E s p a c io s c o m u n e s , c u r s o s d e a g u a y m e d i o a m b ie n t e 533
torno de Mar tín García, según se dibuja en la Carta 11- 118, carta a la
que se refiere el artículo 41.
Sin embargo, si se produce n aume ntos por aluvión de la isla que
afecten sus accesos naturales actuales a los canales de Mar tín García
(Buenos Aires) o del Infierno, tales aumentos pertenecerán a la isla.
vi) Contaminación, pesca, investigación científica
Ha y en el T r atado dis pos icione s s obre c o nta m ina c ión y pesca.
Tocante la contaminación, resalta el artículo 51, por el que cada parte
será responsable a la otra por los daños inferidos como resultado de la
contaminación causada por sus propias actividades o por las de perso
nas físicas o jurídicas domiciliadas en su territorio.
En cuanto a la pesca, las partes tienen derecho exclusivo en sus fran
jas territoriales y libertad de pesca en la zona indivisa (artículo 53). Si
la inte ns idad de la pesca lo hace necesario, las partes acordarán los
volúmenes de captura máximos , a dis tribuir por igual entre ambas.
Todo el río está abierto a la investigación científica de cada parte,
con el sólo requisito del aviso previo a la otra e infor mación sobre el
carácter de la inve s tigación y eve ntualme nte de hacerle conoce r los
resultados obtenidos (artículo 57). La parte notificada tiene derecho a
participar, en todas las fases de la investigación que emprenda la otra,
ini) La Comis ión adminis tradora
Se establece una Comis ión binacional para coordinar la acción de las
partes en todos los aspectos del régimen del río, como lo establece el
artículo 66. Muy especialmente, actuará como una primera instancia en
la consideración de controversias entre las partes en relación con el río
y su régimen. Si la cuestión no se resuelve en esa sede en 120 días, la
Comis ión la pasará a los Gobie rnos para el establecimiento de negocia
ciones directas (artículos 68 y 69).
c) El frente m arítim o
i) El límite lateral
La línea de base recta que cierra el Río de la Plata es la recta imagi
naria que va de Punta del Este a Punta Rasa, en el Cabo San Antonio.
Desde el punto medio de dicha línea parte, hacia el mar, el límite marí
timo entre ambos países, que sigue la equidistancia de te rminada por el
método de costas adyacentes (artículo 70).
E s p a c io s c o m u n e s , c u r s o s d e a g u a y m e d io a m b ie n t e 537
d) S olución de controversias
Es un muy importante rasgo de este T ratado que las controversias
que se susciten entre las partes respecto de su interpretación o aplica
538 J u l io B a r b o z a
ción pue dan ser sometidas por cualquiera de ellas a la Corte Inte rnacio
nal de Justicia. Esta norma incluye las controversias relativas al río, que
fueron llevadas para su eventual conciliación al seno de la Comis ión
Adminis tradora y que no fue ron resueltas (artículos 68 y 69). Si al cabo
de 120 días el asunto no fuera resuelto, pasa a los Gobiernos; si éstos, a
su vez, tampoco llegan a un acuerdo dentro de los 180 días de la notifi
cación que la Comis ión les hizo (artículo 69), entonces queda abierto el
camino de la CIJ.
1. Introducción
31 En esta parte del Ca pít ulo , has ta llegar a lo referente a pr incipios y me canis mos de
pr ote cción, se sigue la obr a de Philippe Sands , Principies o f Inte rnational e nv ironme ntal
law, Vol. I, Manche s te r Unive rs ity Press (Manche ste r y Nue va Yo r k), 1995. Ca pítulo s 1 y 2.
E s p a c io s c o m u n e s , c u r s o s d e a g u a y m e d i o a m b ie n t e 541
U n c o n c e p t o c e r c a no es el de e c o lo g ía , “ r a m a de la b io lo g ía que tr a t a
de las r e la c io ne s de lo s o r g a n is m o s viv o s c o n s us a lr e d e d o r e s , sus
h áb it o s y m o d o s de v id a . E l ‘e c os is te ma’ es u n a ‘u n id a d de e c o lo g ía ’...
32 Cit a d o e n e l Undécimo informe sobre la res pons abilidad internacional po r las con
secuencias perjudiciales de actos no prohibidos por el derecho internacional, po r el Sr.
Ju lio Ba r bo za , Re la to r Es pe cial. Do c A/ CN.4 / 4 6 8 , del 25 /4 /1995, p. 4.
542 J u l io B a r b o z a
d) Cuarto pe ríodo: la prote cción sistémica del am bie nte hum ano
El cuarto período, que es el actual, podría acaso caracterizarse por
ser uno de integración, o sea cuando las preocupaciones ambientales se
deberían integrar, como tema de derecho y política internacionales, a
todas las actividades humanas .37 En tal sentido, cabe me ncionar ins tru
mentos como el Protocolo de Kyoto en materia de cambio climático, la
Conve nción sobre especies altamente migratorias , la Conve nción sobre
el derecho de los cursos de agua para fines distintos de la navegación,
así como los desarrollos producidos por grupos de trabajo en materia
de daños a la diversidad biológica, etc.
37 Una cons e cue ncia ine s pe rada de la a plic a c ión del pr inc ip io s on los nue vos de r e chos
de pr o pie d a d s obre el ambie nte c on la cr e ac ión, po r e je mplo, del co me r cio in t e r na ciona l
en pe rmis os de e mis ión. T al come r cio pe r mite a los Es tados que c um ple n con sus o b lig a
cione s inte r nacionale s re lativas a la pr ote cc ión de l me dio ambie nte obt e ne r u n be ne ficio
de r iva do de tal c um p lim ie nto a través de la ve nta de los pe r mis os de e mis ión que n o nece
s ite n utilizar .
E s p a c io s c o m u n e s , c u r s o s d e a g u a y m e d i o a m b ie n t e 547
La H u m a n id a d , de a lg u n a m a n e r a , pa r e ce e s tar r e pr e s e nta da o p e r
s o n ific a d a e n e s te c o n t e x t o . Al m is m o t ie m p o , la A u t o r id a d par e ce
t a m b ié n ser e l t it u la r de c u a lq u ie r a c c ió n t e n d ie n t e a p r e v e n ir o
r e p a r a r e l d a ñ o a a q u e llo s r e c ur s o s , a l m e n o s e ntr e los m ie m b r o s de l
t r a t a d o . E l T r a t a d o de la L u n a e s t able ce que los r e c ur s o s de ese s até
lite , a s í c o m o el de o t r o s c ue r p o s ce le s tes , pe r te ne c e n t a m b ié n a ese
p a t r im o n io c o m ú n , a u n c u a n d o n o se cr e a u n a e n t id a d c a p a z de
ha c e r c u m p lir e l pr e c e p t o o de ser t it u la r e s pe cífic o de los de r e c hos
c o ns ig uie nt e s .
el espacio ultrate rre s tre die r on nacimie nto al conce pto de “ interés
común de la Hum a nida d”. Este concepto es útil para lograr una e quita
tiva dis tribución de los costos de la protección del me dio ambiente. En
el caso del clima, por ejemplo, la Conve nción de cambio climático bus
ca estabilizar la pr oducción de gases de efecto invernadero por parte de
los Estados. Los Estados, al as umir compromis os de re ducción de e mi
siones, se obligan internacionalmente a utilizar los recursos dentro de
sus fronteras de acuerdo a los límites que la Conve nción los obliga a
respetar.
Este concepto de interés com ún es me ncionado en las Resoluciones
de la Asamblea General 43/53, 44/207 y 45/212, así como en la De cla
ración de expertos jurídicos y políticos de Otawa del 22 de febrero de
1989, en la De claración de La Haya sobre medio ambiente del 11 de
marzo de 1989 y en otros documentos , como el pre ámbulo del Conve
nio sobre protección del cambio climático de 1992 y el Conve nio sobre
protección de la diversidad biológica del mismo año.38
En re alidad, el pr incipio del interés común de la Humanidad es el
que inspira las obligaciones de los Estados hacia su propia diversidad
biológica y acaso también el que ayude a fundame ntar ciertas otras
obligaciones, apoyadas también en la s olidaridad inte rnacional, no ya
de los Estados poseedores de la diversidad biológica sino de aquellos
desarrollados, como las de transferencia de tecnología y de fondos nue
vos para que aquellas obligaciones pue dan cumplirse. El principio del
interés común parece tener dos vertientes, una que da injerencia a la
comunidad del tratado, o a la comunidad internacional, o a los Estados
miembros de aquélla y de ésta, en supervisar el cumplimie nto de las
obligaciones impuestas a los Estados respecto a su pr opia diversidad
biológica, y otra que impone a los Estados que se benefician con el one
roso mante nimiento de la diversidad biológica por los Estados que la
poseen, las obligaciones de transferencias de tecnología y de fondos. Lo
,R Un pr inc ip io pue de no te ne r car ácte r de de r e cho pos itivo, por e je m plo si figur a en
el pr e ám b ulo de un tr a ta d o c o m o suele ser el caso. Ne ce s ita de nor ma s pos itivas par a
func io na r . As im is mo , revisten tal ge ne r alidad que , a unque fue r an nor m a s pos itivas , su
a plica c ión sería difícil; algo as í c o m o s ucede con las nor ma s cons tituc ionale s , que r e quie
r en de las leyes par a s u r e g la me nt a c ión, o de las leyes mis mas que r e c la ma n de cr etos
r e glame ntarios .
E s p a c io s c o m u n e s , c u r s o s d e a g u a y m e d i o a m b ie n t e 549
a) Introducción
Se hará referencia solamente a los principios jurídicos que han mere
cido alguna consagración en la práctica internacional.
Al decir “principios ” hacemos referencia a conceptos muy generales,
de los que se desprenden por lógica un conjunto de normas particulares
de derecho positivo; tales normas son las que hacen al principio operati
vo.33 “Una norma responde a la pregunta: ‘¿qué?’; un principio contesta
a la pregunta: ‘¿por qué?’” . Ese mismo principio puede inspirar normas
positivas en otros terrenos del derecho internacional, a través de un tra
tado o de una costumbre, o puede por la vía interpretativa, ampliar el
alcance de algunas normas. De allí la importancia de los principios.
-!9 Sir Ge r a ld Fitzmaur ice , “T he Ge ne ral Principie s o f Int e r na tiona l La w Cons ide r e d
fr o m the S ta ndp o int o f the Rule o f La w ” , en Recue il des cours, Acade mie de Droit Inte r
national, 1957, II, p. 7.
550 J u l io B a r b o z a
“ De c o n fo r m id a d c o n la Ca r t a de las Na c io ne s U n id a s y c o n los p r in
cipio s de l de r e c ho in t e r n a c io n a l, los Es ta do s t ie ne n el de r e c ho s obe r a
n o de e x p lo t a r sus p r o p io s r e cur s os e n a p lic a c ión de s u p r o p ia p o lít ic a
a m b ie n t a l, y la o b lig a c ión de a s e gur ar que las a c t iv id a de s que se lle
v a n a c a b o d e n t r o de s u ju r is d ic c ión o b a jo su c o n t r o l n o p e r ju d iq u e n
al m e d io de o tr o s Es tados o de zo n a s s it ua da s fue r a de t o d a jur is d ic
c ión n a c io n a l” .
40 Do c . A/ 51/ 10 , p. 109.
41 Ve r más ade lante , p. 559.
42 UN Re port o f Inte rnational Aw ards , Vo l. 2, p. 839. (T r aducc ión nue s tra.)
552 J u l io B a r b o z a
43 Co r fú Ch a nne l, Me r its , Judge me nt: ICJ Reports 1949, pp. 35 y 22 re s pe ctivame nte .
T r a duc c ión nue s tr a. Los pár r a fo s r e zan así e n inglés : “Between inde pe nde nt States, res-
pect for te rritorial sovereignty is ati essential foundation o f inte m ational re lations ...” y
“every State’s obligation not to allow k now ingly its territory to be used for acts contrary
to the rigbts o f othe r States".
E s p a c io s c o m u n e s , c u r s o s d e a g u a y m e d i o a m b ie n t e 553
“...es por lo tanto, deber del Dominio del Canadá lograr que esta con
ducta” (la de la fundición) “esté en conformidad con la obligación del
44 UN Reports o f Inte rnational A rbitral A w ards , Vo l. III, p. 1963. T r a duc c ión nue s
tr a. En inglés: is, therefore, the dnty o f the Gov e rnme nt o f the Do m inion o f Ganada
to see to it that this conduct s hould be in conform ity with the obligation o f t h e Dom inio n
unde r inte m ational law as herein determined. As Professor Eagle ton puts it (in Responsi-
bility o f States in Inte rnational Law , 1928, p. 80) 'A State owes at all times a duty to pro-
tect othe r States agains t injurious acts by indiv iduáis from w ithin its ju ris d ic t io n ...’
Inte rnational decisions, in various matters, from the A labam a case onw árds , are based on
the same general principie ...”.
554 J u l io B a r b o z a
45 Id., p. 1965.
46 Subt ítulo de l ar t ículo 4: “ La pr e ve nc ión” . “ Los Es tados a d o p t a r án todas las me didas
apr opiada s par a pr e ve nir o m inim iza r el riesgo de caus ar un d a ño tr ans fr onte r izo sensible
y, c ua nd o éste se haya pr o duc ido, par a m in im iza r sus e fectos ” . Do c . A/ CN.4 /L.5 3 3 , p. 28.
E s p a c io s c o m u n e s , c u r s o s d e a g u a y m e d i o a m b ie n t e 555
49 Cas o de la fábr ica Chor zow : la Cor te Pe r mane nte de Jus t icia Inte r na c io nal e stable
ció e n el a ño 1928 que “es un pr in c ipio de de r e cho int e r na ciona l ... que cua lquie r v io la
c ión de una o b lig a c ión incluye una o b lig a c ión de r e par ar el d a ño ” . CP JI, Serie A, N ° 17,
p. 29 (1928). (T r a duc c ión nue s tr a.)
50 Philipp e Sands , op. cit., p. 13.
E s p a c io s c o m u n e s , c u r s o s d e a g u a y m e d i o a m b ie n t e 557
“Afirmando que los Estados tienen derechos soberanos sobre sus propios
recursos biológicos”; “reafirmando también que los Estados son respon
sables de la conservación de su diversidad biológica y por el uso de sus
recursos biológicos de manera sustentable” (bastardillas nuestras).
d) El uso sustentable
Este principio del uso sustentable es de naturaleza poco menos que
revolucionaria en el derecho de gentes y ha dado lugar a otros que se
están abrie ndo camino en el derecho inte rnacional de prote cción del
me dio ambiente.
El Informe Bruntland define el desarrollo sustentable como el que
“satisface las necesidades del presente sin comprome te r la capacidad de
las generaciones futuras para satisfacer las suyas” . En esta de finición
hay dos conceptos claves; uno el de necesidad, en particular las necesi
dades esenciales de la generación presente, y otro el conce pto de las
E s p a c io s c o m u n e s , c u r s o s d e a g u a y m e d i o a m b ie n t e 559
51 Ac ue r do s obre la a plic a c ión de las dis pos icione s de la Co nve nc ión de las Nacione s
Unidas s obr e De r e cho del M a r de l 10 de dicie mbr e de 1982 r elativas a la cons e r vación y
o r d e na c ión de las poblac ione s de peces tr ans zonale s y las poblacione s de peces altame nte
migr a tor ias (19 95). Ar tíc ulos 3 y 35.
560 J u l io B a r b o z a
Este tema, lejos de estar resuelto, es una de las cuestiones más deba
tidas en la actualidad y su desarrollo es constante. La creación de meca
nismos de imple me ntación efectivos para las obligaciones asumidas por
los Estados sobre sus actividades en espacios comunes, y especialmente
en tratados multilaterales en materia ambie ntal constituye, actualme n
te, uno de los mayores desafíos para la comunidad internacional.
2. La codificación
1 Le vy, Jean- Pierre, La Conference des N ations Unies sur le Dro it de la Mer, P ublic a
cione s de la RG D IP , Nouv e lle Serie, N ° 38 , Par ís , Editio ns A. Pédone , 1983, pp . 33 y ss.
3 Re s o luc ión 2 4 6 7 (XXIII) de la As amble a Ge ne r al, a d o p ta da el 21 de dicie mbr e de
1968.
4 Re s o luc ión 27 49 (XXV ) de la As amble a Ge ne r al: “ De c la r a c ión de pr inc ipio s que
r e gulan los fo ndo s m a r in o s y oce ánicos y s u s ubs ue lo, más a llá de los límite s de la jur is
dic c ión n a c io n a l”, a d o p t a da el 17 de dicie mbr e de 1970.
566 J u l io B a r b o z a
De ntro de ellas están compre ndidas las aguas portuarias, de los ríos
más acá de la línea que cierra su desembocadura entre los puntos de
bajamar de sus orillas (artículo 9). En cuanto a las bahías, solamente
poseen aguas interiores las que pertenecen a un sólo Estado y las llama
das bahías históricas.
s Y e n los ríos que fo r m e n e stuarios s e r án aplicable s las reglas r e lativas a las bahías ,
te nie ndo e n cue nta los casos par ticulare s .
568 J u l io B a r b o z a
7 Ve r Lucius Ca flis h, “ Les zone s ma r it ime s s ous jur idic tion n a t io n a l” , Revue General
du Droit Inte rnational Public, N ° 39, Par ís , Edit io ns Pédone .
8 Los pr inc ipio s co ns ue tudina r io s de libe r tad de tr áns ito de las vías nave gables fue ron
r e a fir mado s y co dific a dos e n la Co nve nc ión de Bar ce lona de 1921. El pr in c ipio de pas o
inoce nte de los buque s e x tranje r os e n el m a r te r r itor ia l del Es tado r ibe r e ño fue r e ce ptado
e n el ar tículo 22 del Es ta tuto de Barce lona.
570 J u l io B a r b o z a
El paso debe ser continuo y r ápido y sólo podrá detenerse por inci
dentes ordinarios de la navegación o por razones de fuerza mayor, difi
cultad grave, o para prestar ayuda a personas, navios o aeronaves en
peligro.
Gozan del derecho de paso inocente todos los buques extranjeros,
compre ndidos los buques de guerra y los submarinos a los cuales se les
exige que naveguen emergidos y portando pabe llón.
Este lenguaje resulta poco preciso, es por ello que el artículo menciona
casos en que no sería inocente. Cualquier acto no pacífico que atente
contra la integridad territorial o soberanía del Estado ribereño, la
práctica con “armas de cualquier clase”, los actos de propaganda o
actividades que perturben las comunicaciones o servicios del Estado
ribereño, todo “acto de contaminación intencional y grave”, cualquier
actividad pesquera, o toda actividad que no esté relacionada con el
paso, le quitarían a la navegación el carácter de paso inocente.
El de recho de l m ar 571
“La zona económica exclusiva es un área situada más allá del mar
territorial y adyacente a éste...”.
Se d e s p r e n d e de e s tas d e fin ic io n e s la n e c e s id a d de u n a u n id a d n a t u r a l
- e n t r e a g u a s , tie r r a s y o t r o s e le m e n t o s n a t u r a le s - p o lít ic a y e c o n ó m ic a
p a r a q u e se c o n fig u r e u n E s t a d o a r c h ip e lá g ic o .
Los archipiélagos a que hace referencia la Conve nción son los archi
piélagos oceánicos11 y no los archipiélagos costeros de un Estado.12
®De limitación
Un Estado archipelágico puede fijar líneas de base rectas que sigan el
contorno más extremo del archipiélago, a condición de que estas líneas
engloben las islas principales y compre ndan una zona donde la relación
entre la superficie de las aguas y la de la tierra tenga una proporción
que vaya entre 1 a 1 y 9 a 1 (artículo 47, párrafo 1).
Es d e c ir si u n E s t a d o a r c h ip e lá g ic o tie n e u n a r e la c ió n de 10 a 1 , o s ea
10 p a r t e s d e a g u a p o r 1 s o la de t ie r r a , n o p o d r á d e lim it a r t o d o el
a r c h ip ié la g o c o n u n ú n ic o s is t e m a d e lín e a s de ba s e r e c ta .
• Extensión
La zona en cuestión podrá extenderse hasta las 200 millas marinas
contadas desde las líneas de base utilizadas para medir la anchura del
mar territorial (artículo 57). T eniendo en cuenta las 12 millas del mar
territorial medirá 188 millas marinas como máximo.
• Régime n jurídico
La Conve nción de 1982, en su artículo 55 la describe como “ una
zona situada fuera del mar te rritorial y adyacente a éste, sujeta al régi
men jurídico específico establecido en esta Parte” .15
14 Ve r Blu n k in , Silvia, Zo n a Ec o nóm ic a Ex c lus iva, Se par ata de la Revis ta de l Cole gio
de Abogados de Buenos Aires, Año 19 83 , T . XL III, N ° 2.
15 Ve r T e rce ra Confe r e ncia de Na c io ne s Unidas s obre el De r e cho del M a r , Do c u m e n
tos Oficia le s , Sesiones Ple nar ias , Vo l. 1, X X IV Ses ión.
El d e r e c h o d e l m a r 579
No cabe duda de que esta zona no es parte integrante del mar territo
rial, puesto que el artículo 55 la ubica más allá. Tocante su eventual
pertenencia al alta mar, ésta se basaba en que los terceros Estados
ejercen allí las libertades de alta mar, con la única excepción de la
explotación de los recursos naturales: los Estados ribereños sólo
poseen competencias funcionales circunscriptas a una finalidad eco
nómica.16 Sin embargo, el texto de la Convención define el alta mar
como “todas las partes del mar no incluidas en la zona económica
exclusiva, en el mar territorial o en las aguas interiores de un Estado”
(artículo 86).
En realidad, la Conve nción otorga a esta zona una naturale za jur ídi
ca ambigua y un carácter “sui generis” : la de un nuevo espacio maríti
mo que no encuadra en el esquema tradicional del derecho del mar. Y
esto no es más que el resultado de las circunstancias económico- políti
cas y jurídicas que produce n la e volución del derecho en general y del
derecho del mar en especial.17
• De limitación de la zona económica exclusiva
La de limitación entre Estados contiguos o situados frente a frente
debe realizarse por acuerdo entre los mismos te nie ndo en cuenta las
normas del derecho internacional (artículo 74.1). Si no llegasen a un
acuerdo los Estados deberán recurrir a los métodos de s olución de con
troversias que la misma Conve nción incluye (artículo 74.2) y si existiese
al respecto un acuerdo en vigor entre los Estados, se resolverá la de limi
tación de conformidad con esas disposiciones (artículo 74.4).
• Derechos del Estado ribereño
El Estado ribereño ejerce “derechos de soberanía” y “jurisdicción”
(artículo 56). Los primeros se refieren a la e xploración y explotación de
los recursos naturales en el lecho y subsuelo del mar y aguas supraya-
centes, tanto de los vivos como de los no vivos, y con respecto a activi
dades de e xploración y e xplotación económicas de la zona, tales como
16 Las grande s pote ncias m a r ít im a s , los Es tados mie mbr o s de la CEE, los Es tados U n i
dos y la URSS c o ns ide r aban la zo na e c onómic a e xclus iva de pe ndie nte de alta m a r y re co
no c ía n a los Es tados costeros cie rtos de r e chos par ticular e s .
17 Sobre este te ma ver Du p u y , Re né- Jean, L ’Oce an Partagé, Par ís , Edit io ns A. Pe done ,
19 79 , pp. 6 7 a 116.
580 J u l io B a r b o z a
18 El po de r de r e g lame ntar la inve s tigación cie ntífica está íntima me nte r e la c io na do con
el a pr ov e c ha mie nto e c onómic o de los re curs os , po r e nde los terceros Es tados de be n r e que
r ir cons e ntimie nto de l r ibe r e ño par a de s a r r ollar actividade s cie ntíficas e n s u zo na e c onó
mic a e xclus iva (ar tíc ulo 24 6). El Es tado r ibe r e ño pue de ne gar el c o ns e ntim ie nto c ua ndo
me die n cir cuns tancias especiales (ar tíc ulo 24 6) y ta m bié n e xigir el cese de las inve s tigac io
nes pe r mitidas (ar t íc ulo 2 5 3 , pár r a fo 1). Este te ma e nfr e ntó a los Es tados e n de s ar r ollo
que de fe ndían sus dere chos s obr e sus zonas e c onómic as y los Es tados de s a r r ollados que se
re s is tían a ver lim it ad os los s uyos . Ve r Actas de las Sesiones ple nar ias de l 2 pe r íodo de
sesiones, Vo l. II, X X V I s es ión.
19 En r e la ción a la pr e s e r vación de l m e dio m a r in o , esta dis po s ic ión es una de las c o m
pr e ndidas de ntr o del im pe r a tivo e cológico de lucha c ont r a la c o nt a m in a c ión que r e cogió
la Co nve nc ión s obre el De r e cho del M a r (a r tíc ulo 56 , pár r a fo 1 c).
20 Ve r CIJ, Re cue il des Cours 1951, pp. 115 y ss.
El de recho d e l m ar 581
25 D u p u y , Re né - Je a n, o b r a c it a d a , p p . 1 0 4 , 10 5 y ss.
El d e r e c h o d e l m a r 58 5
26 C IJ , R . F. A le m a n a / D in a m a r c a y País e s Ba jo s , R e c u e il d e s C o u r s, 196 9 .
586 J u l io B a r b o z a
Lo s e s p a c io s p ú b lic o s in t e r n a c io n a le s e n e l d e r e c h o d e l m a r
A. El alta mar
1. Introducción
2. Libertades de l alta m ar
- la libertad de navegación,
- la libertad de sobrevuelo,
- la libertad de tender cables y tuberías s ubmarinos ,
- la libertad de pesca,
- la libertad de construir islas artificiales,
- la libertad de investigación científica.
Un buque que navegue bajo los pabellones de dos o más Estados puede
ser considerado sin nacionalidad (artículo 92.2). Los Estados deben lle
var un registro de buques y adoptar todas las medidas necesarias sobre
su dotación, condiciones de trabajo y capacitación de los tripulantes,
utilización de señales, mantenimiento de comunicaciones, prevención
de abordajes e instrumentos marítimos, conforme a los reglamentos,
procedimientos y prácticas internacionales aceptadas con el objeto de
garantizar la seguridad de la navegación en el mar (artículo 94).
4 Co nve nc ión s obre las Pesquerías del At lánt ic o Nor te (1959); Co nve nc ión de Londre s
s obre Pesca (1964); Co nve nc ión de Pesca e n el At lán t ic o Nor te (19 67); Co m is ión inte r na
cional de pesca del Báltico; Co m is ión del Pacífico Nor te ; Co m is ión de l Oc é a no Indic o, etc.
5 Ve r Lupina c c i, Ju lio Cés ar , “ Los de r e chos de pesca e n a lta m a r ” e n El De recho
Inte rnacional en un m und o en trans formación, Mo nt e vid e o , Ur ug ua y , F u nd a c ión de C u l
tur a Unive r s itar ia, 19 94 , pp. 77 3 y ss.
6 Sobre este te ma ve r Re s o luc ión de la As a mble a Ge ne r al 44 /2 25 de l 22 /1 2/ 89 s obre
“ Pesca de a ltur a e n g r a n e s cala c on redes de e nma lle y de r iva y s us e fe ctos s obr e los
r ecur s os m a r in o s vivos e n los océa no s y mar e s del m u n d o ” y Re s o lu c ión 4 5 / 1 9 7 del
22/10/90 que r e afir ma la r e s olución ante r ior
7 Al hace r refe rencia a “ nor ma s m ín im a s ” la Co nve nc ión a p u nt a a aque llas que c o n
tie ne n dis po s ic io ne s bás icas y al ha b la r de “ no r m a s g e ne r a lme nte r e c o m e n d a d a s ” se
refiere a las e ma nadas de confe re ncias dip lo mát ic a s , or ganizacione s inte r nacionale s c o m
pe tentes e n el te ma y no a las que s ur ge n de tr a tados int e r nacionale s o blig a to r io s .
Los e s p a c io s p ú b l i c o s i n t e r n a c i o n a l e s e n e l d e r e c h o DEL MAR 591
Todas las medidas que se adopten deben tener en cuenta los “factores
ambientales y económicos incluyendo especialmente los intereses de
los Estados en desarrollo como asimismo “las normas mínimas
internacionales regionales, subregionales o mundiales generalmente
recomendadas”.
b) Principio 21 de Estocolmo
Emulando el Pr incipio 21 de la De clar ación de Es tocolmo sobre
medio ambiente, el artículo 193 proclama también el derecho soberano
de los Estados de explotar sus recursos naturales con arreglo a su polí
tica en materia de medio ambiente, pero en confor midad con su obliga
ción de proteger y preservar el medio marino.
Según estos principios, los Estados tomarán las medidas individuales
o conjuntas necesarias para prevenir, reducir y controlar la contamina
ción del medio marino procedente de cualquier fuente; utilizarán para
ello los medios más viables de que dis pongan y se esforzarán por ar mo
nizar sus políticas al respecto (artículo 194.1).
As imis mo, tomarán las medidas necesarias para garantizar que las
actividades bajo su jurisdicción o control se realicen en forma tal que
1. Introducción
Ve r Jago ta S. P., “Les fonds mariris au- dela des limite s des ¡uris dictions na tio na le s ” ,
en D r o i t I n e r n a t i o n a l , B i l a n e t P e r s p e c t i v e s , Mo h a m e d Be dja oui, Rédact e ur génér a, T . 2,
París, Editio ns A. Pe done , 1991, pp. 97 7 a 1011.
LOS ESPACIOS PÚBLICOS IN T E RN ACIONALE S EN EL DE RE CH O DEL MAR. 601
b) La A utoridad
La Autoridad deberá organizar y controlar las actividades realizadas
en la Zona y la adminis tración de sus recursos. Está compuesta por tres
órganos: La Asamblea, el Consejo y una Secretaría. La Empresa forma
también parte de la Autoridad.
i) La Asamblea
Son miembros de la Asamblea todos los Estados partes, es el órgano
supremo de la Autoridad y ante ella responden los demás órganos. Está
encargada de programar la política a seguir por la Autoridad.
ii) El Consejo
El Consejo es el órgano ejecutivo de la Autoridad y establece la polí
tica concreta que ha de seguir aquélla en relación con toda cuestión de
su competencia (artículo 162). Los 36 miembros que lo compone n se
dividen de la siguiente manera:
- Cuatr o entre los Estados que hayan hecho las mayores inversiones
en la minería oceánica.
- Cuatro entre los principales consumidores o importadore s de los
minerales extraídos de los fondos oceánicos.
- Cuatr o entre los mayores exportadores terrestres de los mismos
minerales.
- Seis entre los representantes de los Estados con intereses especia
les (Estados sin litoral, en situación geográfica desventajosa y pr o
ductores potenciales).
- Die ciocho sobre la base de la dis tr ibución ge ográfica (por lo
menos uno de cada región).
El sistema de votación varía según el tema a tratar, en algunos se
requiere consenso, en otros la mayor ía de los miembros presentes y
votantes y en otros las dos terceras partes o las tres cuartas partes.
iii) La Empresa
Es el órgano a través del cual la Autoridad desarrolla sus actividades
industriales y comerciales (artículo 170). El Ane xo 4 establece el régi
me n jurídico de la Empresa y determina que actuará de conformidad
con la política general de la As amble a y realizará sus actividades de
transporte, tratamiento y come rcialización de minerales extraídos de la
Zo na a través de una Junta directiva y un Director General que será el
representante legal de la Asamblea.
iv) La Secretaría
Está formada por el secretario general y el personal necesario. Tie
nen calidad de funcionarios internacionales que no reciben ins truccio
nes de ningún gobierno ni ninguna otra fuente ajena a la Autoridad
604 J u l io B a r b o z a
Esta Sala es competente para resolver las controversias entre los Esta
dos partes; entre un Es tado parte y la Autoridad; entre las partes de
un contrato; entre la Autor idad y un probable contratis ta, por la dene
gación de un contrato. La ley aplicable para resolver los litigios serán
las normas de la Conve nción de Monte go Bay, los reglamentos y pr o
cedimientos de la Autor idad, las cláusulas de los contratos concernien
tes a las actividades de la Zona, vinculados con el litigio (Anexo 6,
artículo 38).
1. Introducción
20 Ve r P a s t o r R id r u e jo , o p . c it ., p. 43 2 .
608 J u l io B a r b o z a
a) La regla general
El artículo 286 contiene la regla general en la materia: cuando la
controversia no ha podido ser resuelta por virtud del capítulo anterior
cualquiera de las partes en ella podrá pedir que la cuestión se someta a
la Corte o el tr ibunal que sea competente de acuerdo a lo que se dis po
ne en esa misma sección. Aunque la dis pos ición parece citar una regla
general, su real alcance se advertirá en el punto b) más abajo.
i) La de claración de aceptación de un tr ibunal competente
Según el artículo 287 .1, todos los Es tados , al fir mar , r atificar o
adherir a la Conve nción, o en un mome nto ulterior, podr án hacer una
declaración aceptando la competencia de alguno de los tribunales que
se establecen en la misma disposición. De no hacerlo así, se considerará
competente al tribunal arbitral establecido en el Ane xo VII (artículo
287.3). Lo mismo sucederá si las partes en la controversia han elegido
diferentes tribunales en su declaración.
ii) Los tribunales competentes
Se ins tituyen cuatro tribunale s competentes par a el caso previsto
anteriormente:
- El T ribunal internacional de derecho del mar;
- La Corte Internacional de Justicia;
- Un tribunal arbitral, cons tituido de acuerdo al Ane xo VII;
- ' Un tr ibunal arbitral cons tituido de acuerdo a lo dispuesto en el
Anexo VIII, si la diferencia versa sobre pesquerías, prote cción y
conservación del me dio marino, investigación científica marina,
navegación, incluida la contaminación causada por buques y su
vertimiento.
d) La conciliación obligatoria
Si bien las materias que venimos de especificar han sido sustraídas a
la jurisdicción obligatoria de un tribunal, en cambio no escapan algu
nas de ellas de la conciliación obligatoria. Así sucede con lo relativo a
la pesca y a la investigación científica en la ZEE, así como con la deli
mitación de los espacios marítimos y títulos históricos.
610 J u l io B a r b o z a
f) Conclus ión
Es claro que el sistema de la Conve nción de las Nacione s Unidas
sobre derecho del mar, con respecto al de otras convenciones codifica
doras, significa un ade lanto en la vía de la obligatoriedad de la s olución
de controversias. Si bien fue impos ible extender la regla general del ar
tículo 286 a todas las diferencias relativas a la interpre tación y aplica
ción de sus textos, también lo es que las limitaciones tocan puntos en
que los Estados han sido extremadamente renuentes para aceptar s olu
ciones de terceros, y que que dó para ellos, como proce dimie nto resi
dual, la conciliación obligator ia. Pensemos que el proce dimie nto de
conciliación es lo máx imo que se ha obte nido en otros instrumentos del
mismo carácter que la Conve nción de Monte go Bay.
Sexta parte: La com un idad internacional organ izada
Capítulo 23
A. Conceptos generales
1. Introducción
1 Ve r Pas tor Rid r ue jo , op. cit., p. 689, c it a nd o a J.A. Ca r r illo Salce do, El derecho
internacional en un m und o en cambio, Ma d r id , 1984, p. 41.
612 J u l io B a r b o z a
2. Orige n y ev olución
Ya vimos que las tentativas de gobie rno de las Potencias, que se con
cretaron en las alianzas posteriores al Congreso de Vie na (Cuádruple
y Quíntuple Alianza, Santa Alianza), tuvieron for ma en el Concierto
europeo y éste significó en los hechos una mane ra precursora de las
OI de nuestro tie mpo. Recordemos que el Concie rto celebraba congre
sos periódicos hasta la década de los años veinte y luego los limitó a
las ocasiones en que se hacían necesarios por las circunstancias políti
cas del mome nto. El Concie rto carecía de una Carta fundame ntal, de
sede y órganos permanentes. En la segunda mitad del siglo xix intervi
no, entre otros, en los problemas de e xpans ión colonial (Berlín, 1885),
en China y bajo su existencia se cele braron las conferencias de La
Haya de 1899 y 1907.
3. Clas ificación
4. Pe rs onalidad
1 Y e arb o o k o f In t e r n ac io n al O r g an iz at io n s, U IA, 20 00 .
L a s o r g a n iz a c io n e s in t e r n a c io n a l e s . 615
3 C IJ , R e c u e il, 1 9 5 9 , p . 1 7 8.
L a s o r g a n i z a c i o n e s in t e r n a c io n a l e s 617
5. T oma de decisiones
6. E l f u n c io n a r ia d o in t e r n a c io n a l
a) L e a l t a d a la O r g a n iz a c ió n
b) L a ju s t i c i a a d m i n is t r a t iv a
B. La Sociedad de Naciones
1. Orígenes
La idea fue lanzada por Woodr ow Wils on; “era necesario crear una
organización inte rnacional que garantizara la paz en el m und o ”, decía
y en 1917, ante el Senado, habló de la necesidad de una “liga para la
paz” , con la fuerza suficiente para impe dir que las naciones recurrie
ran a la guerra. Más adelante previo la for mación de una “as ociación
general de naciones, establecida en virtud de pactos de tallados, con el
fin de propor cionar garantías recíprocas de inde pe nde ncia política e
inte gridad te rritorial, tanto a los Estados grandes, como pe que ños ”
(discurso ante el Congres o el 8 de enero de 1918).
L a s o r g a n iz a c io n e s in t e r n a c io n a l e s 621
2. Fines
3. Estructura
a) La Asamble a
La Asamblea estaba integrada por representantes de todos los Esta
dos miembros, cada Estado tenía un voto. Se reunía una vez por año en
forma ordinaria, y podía realizar sesiones extraordinarias. Estaba divi
dida en seis comisiones de trabajo, donde se analizaban los temas que
luego se someterían a la Asamblea en pleno.
622 J u l io B a r b o z a
b) E l Consejo
El Consejo tenía miembros permanentes y no permanentes. En un
principio, los primeros fueron las principales potencias aliadas en la
guerra (Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón; Estados Unidos , como se
sabe, no for mó parte de la SN); los no permanentes se elegían entre los
miembros de la Sociedad por la As amblea. Cuando el Consejo trataba
temas que interesaran particularme nte a Estados no mie mbros , se les
pe rmitía su par ticipación me diante un representante ad- hoc con voz
pero sin voto. El Consejo poseía facultades políticas de mucha impor
tancia. Compa r tía con la As amble a algunas funcione s , como la de
aprobar enmiendas al pacto, designar nuevos miembros permanentes
del Consejo, nombr ar al Secretario General y elegir los jueces en la Cor
te Permanente de Justicia Inte rnacional.
La compos ición inicial fue var iando con el tie mpo, consecuencia de
circunstancias políticas diversas. El núme ro de mie mbros permanentes
se vio re ducido desde el comie nzo a cuatro, cuando Estados Unidos
de cidió no par ticipar de la Socie dad de las Nacione s . En 1936 el
núme ro de miembros no permanentes era de once, mientras que el de
miembros permanentes que dó re ducido a tres (Francia, Gr an Bretaña
y Unión Soviética). El Cons ejo se debía reunir pe riódicame nte , cuando
las circunstancias así lo reclamaran, y como mínimo una vez al año.
Necesitaba la mayoría de sus miembros como quorum para sesionar.
c) La Secretaría
El tercer órgano principal era la Secretaría Permanente, que tenía la
administración de la Sociedad, preparaba los temas a tratar por la Asam
blea y el Consejo y actuaba como ejecutora de las resoluciones tomadas
por aquellos. Su jefe era el Secretario General, designado por el Consejo
con la aprobación de la mayoría de la Asamblea. Existían dos secretarías
adjuntas y tres subsecretarías generales.
L a s o r g a n iz a c io n e s in t e r n a c io n a l e s 623
4. S ignificación y realizaciones
1. Introducción
Las Naciones Unidas son algo más que un sistema de mante nimiento
de la paz; a través de sus diferentes órganos subsidiarios y de los orga
nismos especializados que le están asociados, abarca un amplio espec
tro de actividades de cooperación entre los Estados, como el comercio,
los intercambios monetarios, la salud, el clima, la aviación civil, el tra
bajo, la navegación marítima o las comunicaciones, la protección de la
propie dad intelectual, el medio ambiente, etc.
2. Generalidades de la Carta
a) Propósitos
En su artículo 1, la Carta establece los Propósitos, esto es, los fines
comunes u objetivos que constituyen la razón de ser de la Organización.
• El mante nimie nto de la paz y la seguridad inte rnacionale s es la
tarea principal.
Este for tale cimie nto debe fundars e ine ludible me nte en la igualdad
soberana de los Estados y en el respeto a la libre de te rminación de los
pueblos.
b) Principios
Para la consecución de los anteriores objetivos, el artículo 2 enumera
los Principios dentro de los cuales ha de desenvolverse la Organización,
que son el marco general de la actuación de sus órganos. Los Principios
enumerados en la Carta pueden ser resumidos en los siguientes términos:
• La igualdad Soberana de todos los Estados miembros.
• El cumplimie nto de buena fe por ellos de las obligaciones interna
cionales contraídas de conformidad con la Carta.
• El arreglo de las controversias internacionales por medios pacífi
cos, de tal manera que no se pongan en peligro la paz y la seguridad
internacionales ni la justicia.
628 J u l io B a r b o z a
c) Modificación de la Carta
La reforma está prevista en el artículo 108, el que exige para ello el
voto de las dos terceras partes de los Miembros de la As amblea Gene
ral, y la posterior ratificación, de confor midad con sus respectivos pro
cedimientos constitucionales, de las dos terceras partes de los Miembros
de las Naciones Unidas , incluye ndo los cinco permanentes del CS. Así
adoptadas , dichas reformas entrarán en vigor para la totalidad de los
Miembros de la Organización, incluidos los que se hubie ran opuesto a
ellas.
d) Mie m bros
La Carta distingue entre los miembros originarios, que suscribieron la
Carta de San Francisco (artículo 3) (en total s umaban 51 miembros), y
los admitidos, que ingresaron de acuerdo al procedimiento del artículo 4.
Polonia es cons iderado mie mbro or iginar io a pesar de no haber par ti
cipado de dicha conferencia, por las particulares circunstancias políti
cas que e ran suyas en aque l entonces. En la práctica la dis tinción
carece de importancia, ya que todos , con la salvedad de los miembros
permanentes del Cons e jo de Seguridad, gozan de los mismos derechos
y están s ometidos a las mismas obligaciones.
Para ser miembros “deben ser Estados amantes de la paz, que acep
ten las obligaciones establecidas en la Carta, y que, a juicio de la Orga
nización, estén capacitados para cumplir dichas obligaciones y que se
hallen dispuestos a hace rlo” .
Cinco requisitos deben cumplirse, uno objetivo y cuatro de carácter
subjetivo. El objetivo es la calidad de Estado, que puede sin embargo
presentar algunas dificultades tocantes a su condición de independiente.
Dos de sus mie mbros or iginar ios , Ucr ania y Bielorrus ia, for maban
parte de la Unión Soviética al mome nto de suscribir la Carta de San
Francisco. La India, por su parte, era un dominio británico. Lo que
indica una gran fle xibilidad en los criterios de admis ión.
3. Órganos
a) E l Consejo de Seguridad
i) Re s pons abilidad pr imordial
De confor midad con la Carta, al Conse jo de Seguridad le compete la
res pons abilidad pr imordial por el mante nimiento de la paz y la seguri
dad internacionales.
ii) Miembros y votos. El veto
Está compuesto por 15 miembros, cinco permanentes (China, Fran
cia, los Estados Unidos de América, el Re ino Unido y Rus ia, ante rior
mente la Unión Soviética) y diez que dur an dos años, elegidos por la
As amblea General.
Cada mie mbro del Consejo tiene un voto. Las decisiones sobre cues
tiones de proce dimiento se adoptan mediante voto afirmativo de, por lo
menos, nueve de sus quince miembros. Las decisiones sobre cuestiones
sustantivas requieren también nueve votos, pero incluidos en éstos los
votos afirmativos de los cinco miembros permanentes.
El Cons ejo de Seguridad está organizado con el fin de velar cons tante
mente por la seguridad colectiva y por ello funciona pe rmane nte me n
te; un representante de cada uno de sus miembros debe estar presente
en todo mome nto en la sede de las Nacione s Unidas.
• Medidas del CS
El CS, si lo estima necesario, instará a las partes a que resuelvan su
diferencia por los medios pacíficos anteriormente me ncionados (artícu
lo 33.2). T ambién podr á, en cualquie r estado en que se encuentre una
controversia o s ituación de índole semejante, recomendar los proce di
mie ntos apr opiados (artículo 36.1), te nie ndo en cons ide ración todo
procedimiento que las partes hayan adoptado para su arreglo (artículo
36.2) y también que las controversias de orden jurídico deben general
mente ser sometidas por las partes a la CIJ, en confor midad con su
Estatuto (artículo 36.3).
Si las partes en la controversia no logran arreglarla por los anteriores
procedimientos, la someterán al CS (artículo 37.1) y si éste estimare que
la controversia realmente pone en peligro la paz y seguridad internacio
nales, decidirá si proceder de acuerdo al artículo 36 - esto es, recomen
dar un procedimiento o método de ajuste- o recomendar directamente
los términos del arreglo que considere apropiados (artículo 37.2).
L a s o r g a n iz a c io n e s in t e r n a c io n a l e s 633
Resulta claro que el CS no puede imponer a las partes los términos del
ajuste, sólo recomendarlos, excepto naturalmente que “su poder resi
dual para tratar casos de amenazas a la paz y actos de agresión perma
nece intacto (p. ej. el caso Lockerbie)”,4 O sea, que el Consejo puede
eventualmente encontrar que se trata de una situación que equivale a
una violación del artículo 39 (amenaza a la paz, quebrantamiento de la
paz o acto de agresión). Pero debe advertirse que, en realidad, “el CS
está interesado en los aspectos políticos más que en los legales y su tarea
es la de mantener la paz más bien que la de juzgar lo que es ajustado a
derecho en una disputa”.'5
T odo lo anterior tiene que ver con las facultades del CS de acuerdo
con el Capítulo VI de la Carta. Lo atinente a las decisiones obligatorias
de aquel cuerpo se relaciona con las amenazas a la paz, que brantamie n
to de la paz o actos de agresión y se tratan en el Capítulo VII.
v) Acción en casos de amenazas a la paz, quebrantamie ntos de la paz
o actos de agresión (uso de la fuerza en la seguridad colectiva)
• En el Consejo de Seguridad
La otra forma de utilización le gítima de la fuerza es la que utiliza
por el organis mo mundial, en particular el Consejo de Seguridad. De bi
do a la ausencia de los acuerdos del artículo 43, que hubie ran puesto
bajo sus órdenes directas a tropas apor tadas por divers os Estados
miembros , se ha venido aplicando el uso de la fuerza por el Consejo a
través de recomendaciones para que fueran los Estados miembros los
que conduzcan las operaciones con fuerzas propias. Si bie n es cierto
que esta acción colectiva de los Estados podría encuadrarse dentro de la
figura de legítima defensa colectiva, en realidad hay diferencias, ya que
junio y 7 julio). Esa operación fue dirigida desde el comienzo por los
Es tados Unidos . Otr o caso nota ble fue el de la gue rra de l Golfo ,
originada en la invas ión de Kuwait por Irak. La Re s olución 678 autor i
zó a los Estados mie mbros a utilizar “todos los medios necesarios”
para restaurar la soberanía de Kuwait, medios entre los que se encon
traba sin duda la fuerza armada. Este es el camino que parece estableci
do en la práctica del CS para estas emergencias.
Lo más interesante en esta expans ión de los poderes del CS son las
medidas complementarias que éste ha adoptado en estos casos recien
tes, en virtud de sus poderes im plícitos . As í, el CS impus o a Irak la
aceptación de un arreglo de paz y le fijó su frontera con Kuwait. Lo
obligó as imismo a destruir una cantidad de armamentos y le impus o,
sobre su renta petrolera, una serie de descuentos destinados a inde mni
zaciones por los daños que pr odujo su invas ión a Kuwait, incluye ndo el
daño ambiental y el vaciamiento de recursos naturales y ha sobrepasa
do en diversas formas lo que era acos tumbrado en épocas anteriores.
• En la Asamblea General
La parálisis que afectó al Consejo de Seguridad como consecuencia
del abuso del veto por las grandes potencias, motivó que la Asamblea
Gene ral tratara de s uplir su acción a través de la famos a re s olución
“Unidos para la paz” (Resolución 377 (V) de 1950), que establecía que
en caso de que el Consejo de Seguridad no pudiere actuar en materia de
seguridad colectiva por el veto de alguno de sus miembros permanentes,
la Asamblea General podía abocarse inmediatamente a ese as unto con
vistas a emitir recomendaciones a los miembros, incluy e ndo en el caso de
la ruptura de la paz o de un acto de agresión, el uso de la fuerza arm ada
si fuere necesario para restaurar la paz y seguridad internacionales.
Esta resolución se utilizó varias veces; entre otras en Corea en 1950
y en Afganis tán, en relación con la intervención soviética, en 1980.
• Las fuerzas de paz
En 1956, la AG también la utilizó en el caso de la incurs ión franco-
británica en el Canal de Suez y creó por primera vez una de las llama
das “ fuerzas de pa z” , conocida por sus iniciales de UNEF (Unite d
N ations Emergency Forcé), con el cons entimiento de Egipto. Estas tro
pas no responden a la aplicación de la fuerza por las Nacione s Unidas;
s on obs e rvadoras de las tre guas , s e par an las faccione s en lucha y
L a s o r g a n iz a c io n e s in t e r n a c io n a l e s 637
7 T a l fue el cas o de Suiza, po r e je mplo, mie ntr as s u pr opia int e r pr e t a ción de la ne utr a
lid a d le im p id ió s olicitar s u ingre s o en la O N U . C a m b ió de par ece r , s in e mbar g o, y el 10
de s e ptie mbre de 2 0 0 2 fue ace ptada c o mo mie mbr o .
640 J u l io B a r b o z a
Sus funcione s s on amplís imas , aunque funda me nta lme nte actúe
como órgano pre paratorio de resoluciones de la Asamble a. Son las más
importantes:
• servir como ámbito central para el examen de los proble mas eco
nómicos y sociales internacionales, de naturaleza mundial;
• hacer o iniciar estudios, informes y recomendaciones sobre asuntos
de carácter económico, social, cultural, educativo, s anitario y asuntos
conexos;
• promover el respeto por los derechos humanos y las libertades fun
damentales de todos y la observancia de estos derechos y libertades;
• convocar a conferencias internacionales y pre parar proyectos de
conve nción sobre cuestiones de su compete ncia para someterlos a la
consideración de la Asamblea General;
• negociar acuerdos con los organismos especializados en los cuales
se de finan sus relaciones con las Nacione s Unidas;
• celebrar consultas con las organizaciones no gubernamentales que
se ocupen de asuntos en los que entiende el Consejo.
De pe nde n del E COS OC muchos órganos s ubs idiarios como: las
comisiones de derechos humanos , de estadística, de desarrollo social, de
población, de la condición de la mujer y de control de estupefacientes.
Existen además, bajo la órbita del Conse jo Económico y Social, cin
co comisiones que atienden asuntos regionales, seis comités pe rmane n
tes y diversos organismos permanentes de expertos que se ocupan de
temas diversos como la prevención del delito, la planificación del desa
rrollo, y el transporte de mercaderías peligrosas.
Seguridad colectiva
i) En el Consejo de Seguridad
La otra forma de utilización le gítima de la fuerza es la que se utiliza
por el or ganis mo m undia l, en par tic ula r el Cons e jo de Se guridad.
De bido a la ausencia de los acuerdos del artículo 43, que hubie ran
puesto bajo sus órdenes directas a tropas aportadas por diversos Esta
dos mie mbros , se ha ve nido aplicando el uso de la fuerza por el Conse
jo a través de recomendaciones para que sean los Estados miembros
Lo más interesante en esta expans ión de los poderes del CS son las
medidas complementarias que éste ha adoptado en estos casos recien
tes, en virtud de sus poderes im plícitos . Así, el CS impus o a Ir ak la
aceptación de un arreglo de paz y le fijó su frontera con Kuwait. Lo
obligó asimismo a destruir una cantidad de armamentos y le impus o,
sobre su renta petrolera, una serie de descuentos destinados a inde mni
zaciones por los daños que produjo su invas ión de Kuwait, incluye ndo
el daño ambie ntal y el vaciamiento de recursos naturale s. As imis mo,
impus o en Yugos lavia una política de pr ohibic ión de vuelos (no- fly
policy ) a las facciones en pugna y ha sobrepasado en diversas formas lo
que era acos tumbrado en épocas anteriores.
ii) En la Asamblea General
La parálisis que afectó al Consejo de Seguridad como consecuencia del
abuso del veto por las grandes potencias, motivó que la Asamblea Gene
ral tratara de suplir su acción a través de la famosa resolución “Unidos
para la paz” (Resolución 377 (V) de 1950), que establecía que en caso de
que el Consejo de Seguridad no pudiere actuar en materia de seguridad
colectiva por el veto de alguno de sus miembros permanentes, la Asam
blea General podía abocarse inmediatamente a ese asunto con vistas a
emitir recomendaciones a los miembros, incluy endo en el caso de la rup
tura de la paz o de un acto de agresión, el uso de la fuerza arm ada si fue
re necesaria para restaurar la paz y seguridad internacionales.
Esta res olución se utilizó varias veces; en Corea en 1950 y en Afga
nis tán, en relación con la intervención soviética, en 1980.
S e g u r id a d c o l e c t iv a 647
B. Acuerdos regionales
1. Introducción
2 C e rt ain E x p e n se s C a se , 1 9 6 2 IC J R e p o rts, 15 1.
648 J u l io B a r b o z a
b) Otras te ntativas
Hubo varias otras tentativas en el mis mo sentido: cons tituir una con
fe de ración contra la agre s ión e xte rior (Lima, 1847), tr atado sobre
diversas materias de cooperación, además de un compromis o de absten
ción de recurrir a la guerra y un sistema de me diación (Santiago de Chi
le, 1856), Unión His panoame r icana para mante ne r la paz y fijar los
límites respectivos (1864 en Lima), arbitraje y unión continental (Cara
cas, 1883). La participación fue muy parcial y ninguno alcanzó resulta
dos significativos.
El 29 de noviembre de 1881 el secretario de Estado norteamericano
James Blaine invitó a los países latinoame ricanos a una conferencia en
Was hington para el año 1882 para discutir las formas de prevenir gue
rras entre las naciones americanas. Lamentable me nte , la guerra entre
Perú, Bolivia y Chile frustró la iniciativa.
c) 'Washington, 1889
Re tomada seis años después por el Congreso de los Estados Unidos,
que e mitió la autor izac ión corre s pondiente , el secretario de Estado
Bayard for malizó las invitaciones para el encuentro a partir del 2 de
octubre de 1889.
El 14 de abril de 1890 se firmó un informe que, entre otras cosas,
disponía que los Estados se unirían para establecer un Buró Internacio
nal ame ricano' con sede en Was hington. El resto de las propuestas y
propósitos de la conferencia tuvieron poco éxito y se alcanzaron resul
tados limitados en materia come rcial, así como una re come ndación
para establecer una Unión Mone taria. Igualmente se recomendó esta
blecer un Plan de arbitraje obligatorio, que nunca entró en vigor por
falta de ratificaciones.
8 C f. Fe nw ick, “T he Inte r ame r ica n r e gional s ys te m” , e n Inte rnational Law in the 20th
century, 1969, pp . 77 2 y ss.
S e g u r id a d c o l e c t iv a 651
i) Carta de la OEA
La organización ins tituida en la Carta cons titutiva adoptada en la
novena Conferencia Internacional Americana en 1948 tuvo ins piración
en la entonces reciente Carta de las Nacione s Unidas , en cuyo Capítulo
VIII se insertó.
Se utilizó como base del nuevo ins trume nto la experiencia acumula
da por los Estados americanos en los años de la difusa Unión Paname ri
cana. Al decir de Fenwick
i) Estructura
El artículo 51 de la Car ta establece los órganos de signados para
“realizar los fines” de la OEA:
• la Asamblea General;
• la Re unión de Cons ulta de Minis tros de Relaciones Exteriores;
• los Consejos y
• la Secretaría General.
Ade más se enumeran
• el Comité Jurídico interamericano;
• la Comis ión Interamericana de derechos humanos;
• las Conferencias especializadas y
• los organismos especializados.
La OEA cumple con el pos tulado democrático de que a cada Estado
le corresponde un voto. De allí que el órgano s upremo sea la Asamblea
General cuya pr incipal función es “decidir la acción y la política gene
rales de la Or ganización” (artículo 52). Se reúne una vez al año (artícu
lo 55), aunque e ve ntualme nte “en circuns tancias especiales” podr á
celebrar sesión e xtraordinaria con la apr obación de los dos tercios de
los Estados miembros del Consejo Permanente (artículo 56).
654 Ju l io B a r b o z a
vi) Miembros
Son miembros de la OEA todos los Estados americanos que ratifi
quen la Carta9 y que sean independientes y miembros de la Organiza
ción de las Naciones Unidas al 10 de diciembre de 1985.
9 El g o bie r no mar xis ta- le ninis ta de Cub a fue e x c luid o de pa r tic ipa r e n la O E A po r la
Oc ta va Re u n ión de Co ns u lt a (Punta del Es te , e ne r o de 1962). Por s u par te el Pr otocolo
de Wa s h in g t o n de 1992 dis pone la po s ib ilida d de s us pe nde r a cua lquie r m ie m br o cuyo
g o bie r no c o ns tituid o sea de r r o ca do po r la fue rza.
,(1 Entr e Cos ta Ric a y Nic a r a g ua (1948- 1949), Ha ití- Do m inic a na (19 50 ), Gua te ma la
(1 9 5 4 ), Ho n d u r a s - N ic a r a g ua (1 9 5 7 ), Re p úb lic a Do m in ic a n a (1 9 6 0 - 1 9 6 2 ), s it ua c ión
c ub a na (1961- 1962).
656 J u l io B a r b o z a
mente orie ntado a servir de ins trume nto a la política de los Estados
Unidos en su confrontación con la entonces Unión Soviética. En 1975
se re alizó una Confe rencia de Plenipotenciarios para la Re for ma del
T IAR, que e laboró un texto al efecto que nunca e ntró en vige ncia11
dado que los Estados americanos parecieron perder interés en el sistema
de seguridad regional.
Durante la guerra de las Islas Malvinas (1982), la Arge ntina procuró
configurar, a través del T IAR, la existencia de una agresión extraconti-
nental (británica) a una república americana. La vigésima Re unión de
Cons ulta apr obó una resolución el 28 de abril de 1982 sobre la “grave
s ituación plante ada en el Atlántico Sur” y una segunda resolución el 29
de mayo de 1982. En esta última se conde nó “el injus tificado y despro
por cionado ataque ar mado cons umado por el Re ino U n id o ...” y se
resolvió “reiterar su más firme requerimie nto al Re ino Unido para que
cese de inme diato las acciones bélicas que lleva a cabo contra la Re pú
blica Arge ntina” y “solicitar a los Estados partes del T IAR que presten
a la Re pública Arge ntina el apoyo que cada cual juzgue apr opiado para
asistirla ante esta grave s ituación” .
i) Relaciones del sistema de seguridad de la OEA con el de la ONU
La cuestión está conte mplada en el Capítulo VIII de la Carta de la
ONU (artículos 52 al 54).
La Carta se refiere a la acción de las organizaciones regionales desde
una doble perspectiva: para el arreglo pacífico de controversias interna
cionales, y para la seguridad colectiva.
En cuanto al arreglo pacífico la Carta se refiere a la s olución por
organis mos regionales en el artículo 33, inciso 1 y en el artículo 52,
inciso 2, dis ponie ndo que las partes de un acuerdo re gional “har án
todos los esfuerzos posibles” para s olucionar los diferendos en el orga
nismo regional antes de recurrir al Consejo de Seguridad.
Respecto de la acción colectiva se ha discutido la interpre tación de
las palabras “medidas coercitivas” del artículo 53 inciso 1, que dispone
que no se podr án aplicar sin autorización del Consejo de Seguridad. Se
ha ente ndido que la dis pos ición impone una limitación relativa y no
abs oluta, de otro modo las Naciones Unidas inhibirían la acción regio
Tal es la práctica que surge de los asuntos llevados ante el Cons ejo de
Se guridad. Así, en el de la Re pública Dominic ana, en que la sexta
Re unión de Cons ulta autor izó aplicar las medidas previstas en el ar
tículo 8 del T IAR, el Cons ejo de Seguridad se limitó a tomar nota de
la infor mación que le hiciera llegar el Secretario General de la OEA.
Lo pr opio ocurrió con motivo de la exclusión del Gobie rno de Cuba
del sistema inte rame ricano. Cuba plante ó la cue s tión al Cons e jo de
Seguridad, e incluso de mandó que el Consejo requiriera una opinión
cons ultiva a la Cor te Inte r nacional de Jus ticia, pero no obtuvo los
votos necesarios para ello.
12 Info r me s obr e la po lítica de las Cumbr e s pu b lic a d o por la Nor t h- So uth Ce nte r de la
Unive r s idad de M ia m i, a br il de 19.98, p, 9.
Se g u r id a d c o l e c t iv a 659
a) La A L A L C y la A LA D1
Por su parte, Arge ntina, Brasil, Chile , Méx ico, Paraguay, Perú y
Uruguay, en 1960, concluyeron el “T ratado que establece una zona de
libre come rcio e ins tituye la As ociación Latinoame r icana de Libre
Come rcio” (ALALC), al que luego adhirieron Bolivia, Colombia, Ecua
dor y Venezuela.
La ALALC no alcanzó los fines que esperaban los países miembros
y, en de finitiva, fue sus tituida por la As ociación Latinoame ricana de
Inte gración (ALADI), adoptada el 12 de agosto de 1980 en Monte vi
deo, que entró en vigor en mayo de 1981 y aún está vigente.
Los fines de la ALADI son más modestos que los de su antecesora en
cuanto al proceso de integración, pero tiene objetivos más realistas y,
por tanto, más alcanzables. El tratado en su artículo 2 fija las funciones
de la As ociación, estableciendo un área de preferencias económicas.
De todos modos , al igual que la ALALC, la ALADI es más un foro
de políticas que quieren ser pragmáticas con vistas a una integración
concebida como una meta a alcanzar, pero que ha servido como medio
para canalizar otros esquemas más concretos como han sido el Pacto
660 J u l io B a r b o z a
b) E l Mercosur
Los antecedentes más próximos están en el Programa de Integración
y Coope ración Económica (PICE, 1985), así como en el T ratado entre
la Arge ntina y Brasil de Inte gr ación, Coope r ación y De s ar r ollo de
1988. Otr o antecedente fue el Acta de Buenos Aires (1990, Arge ntina y
Brasil), que favorecía la cre ación de una zona de libre come rcio. Se
s umaron con Acuerdos de Alcance Parcial Paraguay y Uruguay y final
mente se fir mó el Tratado de As unción, el 26 de marzo de 1991, que
dio origen al Mercosur. Desde 1991 y hasta fines de 1994 se desarrolló
el llamado Periodo de Trans ición.
Los Estados partes del Mercosur fir mar on el llamado Acue rdo de
Comple me ntación Económica N° 18 (ACE N° 18). En 1996, Chile , y
en 1997, Bolivia, pasaron a formar parte de una Zo na de Libre comer
cio con el Mercosur.
Desde un punto de vista jurídico esta inquietud integracionista viene
a manifestarse como la prevalencia de lo regional frente a lo bilate ral.15
En lo económico, que es la razón que ha movido a los Estados a iniciar
está política de integración, se sostiene que ella producirá un incremen
to del comercio internacional que, a su vez, mejorará el bienestar gene
ral, ya que las unione s aduane ras , pr ime r a etapa de la inte gración,
conducen a un me joramie nto si los miembros poseen economías com
petitivas pero potencialmente comple me ntarias .16
El Mercosur es, en rigor, una unión aduanera que se ha fijado como
meta avanzar hacia la creación de un mercado común. La unión aduane
ra es, teóricamente, una forma de dis criminación comercial en cuanto
rebaja los aranceles dentro de la unión y establece una barrera arancela
ria externa común, con lo cual combina libre comercio con protección is
17 Id ., p. 345.
18 H . Gr o s Es pie ll, “El T r at a do de As un c ión y a lgunas cue s tione s jur ídicas que plan-
te a” , e n De recho- jurisprudencia, 1991.
662 J u l io B a r b o z a
ins pirado en las ideas que motor izar on a la Unión Económica Europea.
Aquel autor pensaba en la s upranacionalidad para que tuviera sentido
la for mación de un derecho comunitario.
Algunas de estas ideas ins piraron el Protocolo de Our o Preto del 17
de diciembre de 1994, que dispone que el Mercosur posee pe rsonalidad
jurídica internacional (artículos 34 al 36).
i) Estructura
En el artículo 9 del T ratado de As unción se estableció la estructura
orgánica del Mercos ur durante el pe ríodo de transición: el Consejo del
Me rcado Común (CMC) y el Gr upo Me rcado Común (GMC). Por el
Protocolo de Our o Preto se actualizó la estructura básica del T ratado
de As unción y se incorporaron nuevos órganos. El Programa Mercos ur
2000 agregó nuevas instituciones.
El órgano superior es el Cons e jo, creado en 1991 e integrado por
ocho miembros: los ministros de Economía y de relaciones Exteriores de
los Estados partes. Se reúne cada vez que así lo decidan sus miembros y,
por lo menos, una vez al año, con la participación de los presidentes de
los Estados. La presidencia del Consejo se rota entre los cuatro países.
El Grupo Mercado Com ún (GM C) es el órgano ejecutivo del Merco-
sur y posee la facultad de iniciativa de cuanto juzgue necesario para la
marcha de la ins titución. Está integrado por cuatro miembros titulares
y cuatro alternos por cada país, que representan a los Minis te rios de
Relaciones Exteriores y Economía y al Banco Central respectivos. Las
decisiones se toman por consenso.
Ade más del GMC se estableció la Com is ión de Com e rcio, que tiene
por obje to vigilar la aplic a ción de la política come rcial c omún; la
Com is ión Parlam e ntaria, re emplazada en 2005 por el Parlame nto del
Me rcos ur, que empe zó a funcionar el 7 de mayo de 2 0 0 7 19 el Foro
Económ ico y S ocial como órgano de cons ulta con representantes de la
actividad pr ivada. Por últ imo , existe una Secretaría adminis tr ativa
(SAM) con sede en Monte vide o, creada en 1994, y el T ribunal admi
nistrativo laboral del Me rcosur, para conflictos con el personal, crea
do en 2003.
Bélgica, Italia, Luxe mburgo y Países Bajos, por el Tratado de París, del
18 de abril de 1951.
Posteriormente, por el T ratado de Roma de 1957, se da nacimiento
a las otras dos comunidade s : la Comunida d Económica Europea (CEE)
y la Comunidad europea de la energía atómica. Era la Europa de los
seis (los tres países del Benelux más Ale mania Federal, Francia e Italia).
En 1972 ingresaron el Re ino Unido, Irlanda y Dinamar ca. (Noruega
firmó el tratado, pero no lo ratificó en ese entonces.)
En 1981 ingresó Grecia, en 1986 España y Portugal y en 1995 lo hicie
ron Austria, Finlandia y Suecia. El 1 de mayo del 2004 se incorporaron la
República Checa, Chipre (sólo la parte greco- chipriota), Eslovaquia, Eslo-
venia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta y Polonia. En enero 1,
2007 se incorporaron Rumania y Bulgaria. Son candidatos a ingresar en
un futuro más o menos indefinido T urquía, Macedonia y Croacia.
i) Desarrollos posteriores
Hub o instrumentos posteriores que tienen carácter constitutivo: el
Acta única europea, firmada en Luxe mburgo y en La Haya el 17 y 18
de febrero de 1986 y el T ratado de Mas tricht, llamado T ratado de la
unión europea (TUE), del 7 de febrero de 1992 que dio comie nzo a una
nueva e volución al crear la Unión Europea y dotarla de cierta forma de
política exterior y de seguridad común, así como de una mayor coope
ración en asuntos de justicia y del interior. Posteriormente se suscribió
el T ratado de Ams te rdam de 1997, que pr ofundizó la integración e ini
ció la reforma de las instituciones europeas al fortificar el papel del Par
lame nto europeo. Su texto introduce algunas modificaciones al TUE y a
los tratados constitutivos de las comunidade s .
Luego, el T ratado de Niza , en vigencia desde febrero 1 de 2003,
desarrolló otras reformas institucionales con vistas a la mayor amplia
ción histórica de la Unión con los países de Europa del Este. El proceso
hacia una cons titución europea continuó con la Conve nción europea
clausurada en julio del 2003, la Conferencia Intergube rname ntal (CIG)
de 2003/2004 y la Constitución europea, firmada en octubre de 2004. Este
itinerario se vio obstaculizado por el resultado negativo de las consultas
populares en Francia y en los Países Bajos en 2005, por lo cual se llamó
a una nueva Conferencia Inte rgube rname ntal con el objeto de que se
propusiera un nuevo tratado para la reforma antes de que termine 2007.
666 J u l io B a r b o z a
21 Die z de V e la z c o , o p . c it ., p. 4 7 9 .
S e g u r id a d c o l e c t iv a 667
Su mis ión pr incipal es apr obar las leyes europeas. El Parlame nto
Europe o comparte esta re s pons abilidad con el Cons e jo de la Unión
Europea, mientras que las propuestas legislativas provienen de la Comi
sión Europea. El Parlamento y el Conse jo también comparte n la res
pons abilidad de aprobar el presupuesto anual de la UE.
Los sucesivos tratados de reforma han ido re forzando el papel del
Parlamento en los procesos de toma de decisión europeos, y en el nuevo
tratado cons titucional se s implifican los procedimientos legislativos. Su
aplicación convertirá al Parlamento, por el proceso de “code cis ión”, en
un poder colegislador en compañía del Consejo, que entre ambos adop
tar án las leyes y leyes- marco europeas. Por el nuevo tratado cons titu
cional, esta competencia se extiende grandemente. Para ciertas de esas
leyes y leyes- marco se requiere un proce dimie nto especial, con consulta
o a veces apr obación del Parlamento.
• El Consejo de la Unión Europea
Llamado anteriormente Conse jo de Minis tros , comparte como diji
mos antes la re s pons abilidad de aprobar las leyes junto con el Parla
me nto, así como la de adoptar decisiones políticas. Es responsable de
la UE en lo re lativo a la política exterior de la Unión, así como en
materias de seguridad y de jus ticia. Los votos con que cue nta cada
Es tado mie mbr o e s tán en pr opo r c ión, en líneas generale s, con su
población, aunque en el reparto de votos resulten algo más favorecidos
los países chicos. Las decisiones se adoptan por votación mayoritaria,
pe ro en algunos as untos e s pe cialme nte impor tante s (inmigr a c ión,
as untos fiscales, política exterior) se requiere la una nimidad de los
miembros . Adolece de una cierta ambivale ncia, ya que representa a los
Estados mie mbr os s iendo s imultáne ame nte una e ntidad de carácter
comunitario. Tiene nivel minis te rial, lo que hace que cambie según el
tema que aborde: serán a veces los minis tros de e conomía los que se
re únan, o los de agricultura, etc. Los minis tros de relaciones exteriores
for ma n el Cons e jo ge ne ral, que coor dina a los que se for man con
minis tros de otros ramos. Tiene una Secretaría general y un cuerpo
auxiliar , el COREP ER, for mado por los representantes permanentes
(embajadore s ) de los Estados mie mbr os ante las comunidade s cuya
mis ión es preparar los trabajos del Conse jo y realizar las tareas que
éste le encomiende.
668 J u l io B a r b o z a
C a p ít u lo 2 5
1. Introducción
1 T r a d uc c ión nue s tr a. En inglés reza así: “T he various de velopme nts since the two
w orid wars no longe r counte nance the view that, as a matter o f pos itive law, States are
the only subjects o f Inte rnational Law . In proportion as the realisation o f that fact gains
ground, there m us t be an incre as ing dis pos ition to treat indiv iduáis , w ithin a lim ite d
sphere, as subjects o f Inte rnational L aw ”, Oppe nhe im ’s Inte rnational Law . Laute rpacht,
8a e d , T . I, Lo ndr e s , Lo n g m a n , 19 62 , p. 639.
672 J u l io B a r b o z a
El pár rafo anterior sin duda tiene en cuenta la aparición de las orga
nizaciones internacionales como sujetos del DIP, así como la existencia
de otras personas que, en una forma u otra, se as imilan a los Estados.
Pero todas ellas, incluye ndo las OI, s on cole ctividade s o ac túan en
representación de colectividades. El individuo es más difícil de conte m
plar como sujeto de un derecho que normalme nte acoge a entes colecti
vos. De allí las dificultades del tema.
2. E l plante o
El de s arrollo del tema nos irá mos tr ando que el individuo es, en
muchos casos, dire ctame nte tocado por el derecho de gentes y que
posee una pers onalidad estrictamente limitada, que le ha sido conferida
ya por el derecho convencional, ya por la costumbre, pero que no por
limitada deja de cons tituirlo en un sujeto del DIP.
La p e r s o n a l id a d in t e r n a c io n a l d e l in d iv id u o 673
instancia inte rnacional, esto es, sin la interme diación de terceros, por la
violación de sus derechos subjetivos.
b) En el derecho convencional
A través de tratados se ha reconocido al individuo una circunscrip
ta pe rs onalidad internacional.
4 Op . cit., p. 145.
676 J u l io B a r b o z a
penales. Es como una trinchera exterior que añade una mayor defensa
de aquellos derechos humanos fundamentales.
Ahora bien, crímenes internacionales son aquellos que ate nían con
tra valores fundamentales de la comunidad internacional en su conjun
to. Hay, entonces, conductas que atacan valores fundamentales de las
comunidade s nacionales y figuras penales que las re prime n, parale la
mente a conductas que atacan valores fundamentales de la comunidad
internacional en su conjunto y figuras penales internacionales que las
reprimen.
La represión pe nal inte rnacional está, en principio, confiada a los
Estados. Pero éstos no actúan en tales casos en nombre pr opio sino
como agentes del derecho internacional. En la represión penal, el Estado
tiene dos bonetes, uno propio y otro de la comunidad de naciones.
Si bien es cierto que la apar ición de tribunales internacionale s ha
sido un rasgo espectacular de la última década, aún así éstos tienen
todavía un carácter supletorio de los tribunales internos. Aún hoy, en
paralelo con el T ribunal de la antigua Yugos lavia, tribunales penales de
derecho interno han dictado sentencias sobre asuntos de la jurisdicción
de aquel T ribunal, como entre otros el asunto de Nikola Jorgic, un ser
bio de Bosnia conde nado por genocidio por un tribunal ale mán.13
La juris dicción de los tribunales nacionales cuando actúan con el
bonete de la comunidad internacional les es conferida por el derecho de
gentes; no podría ser de otra manera ya que sí fuera el pr opio Estado
quie n se las confiara estaríamos ante casos de extraterritorialidad del
derecho interno enteramente injustificados. La ley nacional tiene vali
dez dentro del territorio del Estado y sólo excepcionalmente es ejecuta
da fuera de dicho te rritorio y por razones que no hacen al derecho
internacional sino a la cooperación entre los Estados para obtener un
mejor funcionamie nto de las adminis traciones nacionales de justicia.
órgano nunca se atr ibuyó al Estado con carácter criminal. Nüre mbe rg
no se ocupa de la r e s pons abilidad del Es tado; no r ma lme nte debe
corresponderle una responsabilidad internacional por lo menos de tipo
civil, acaso incluida en las indemnizaciones de guerra.
Tocante los llamados “crímenes de gue rra”, esto es, aquellos come ti
dos contra los usos y costumbres de la guerra, en la primera posguerra
mundial se reconoció que el DIP autorizaba a los Estados lesionados en
la persona de sus nacionales a impone r su jurisdicción penal sobre los
responsables, si caían en su poder.
Esto abr ió la puerta a la res ponsabilidad de los agentes del Estado, por
que conviene no olvidar que para el DIP aun un simple soldado raso es
un órgano del Estado cuya conducta puede cons tituir un “hecho del
Es tado” 16 y por ende los violadores de los usos y costumbres de la gue
rra no actuaban a título privado, como en el anterior caso.
Dijo el T ribunal de Nüre mbe rg: “Se ha alegado que el derecho inter
nacional se ocupa de las acciones de Estados soberanos y no prevé el
castigo de los individuos ... En opinión del T ribunal, debe rechazarse
tal alegación. Hace mucho tie mpo que se ha reconocido que el dere
cho inte rnacional impone derechos y obligaciones a los individuos , así
como a los Estados”.17 Este es el gran legado de Nür e mbe r g y piedra
angular del derecho inte rnacional pe nal.If!
implique o no el acto una violación del derecho inte rno del país donde
se haya come tido.
En el Es tatuto de Nüre mbe rg no era así. Exis tían dos categorías de crí
menes: los actos inhumanos , conte nido del actual artículo 18 del pr o
yecto y la pers ecución, mate ria del presente ar tículo. Su texto: “ la
persecución por motivos políticos , raciales o religiosos para cometer
cualquier crimen de la competencia del T ribunal o en relación con ese
crimen” (las bastardillas son nuestras).
Según lo reconoció la CIJ los principios sobre que se basa son v incu
lantes para los Estados, aun sin necesidad de una obligación convencio
nal. O sea que, para la Corte, tales principios pertenecen al derecho
internacional general. La lista ha sido tomada de la Conve nción y es
exhaustiva; el concepto no se aplica al control voluntar io de la natali
dad. El crimen se comete con cualquiera de los actos enumerados, si tie
nen el claro propós ito de causar destrucción total o parcial del grupo.
® Crímenes contra la Humanidad
Son materia del artículo 7. Las figuras del acápite tienen en cuenta la
evolución del DI posterior a Nürembe rg. Se requieren tres condiciones
para configurar un crimen semejante: las acciones enumeradas deben
ser ejecutadas en forma sistemática o en gran escala e instigadas o diri
gidas por: un gobierno, una organización política o un grupo.
El Estatuto de Nüre mbe rg no exigía que los actos fue ran en gran
escala o sistemáticos. Además, la llamada “persecución” debía cometer
se en tiempo de guerra y en relación con crímenes contra la paz o crí
menes de guerra. En el proyecto de la CDI son crímenes autónomos .
* Crímenes de guerra
Son materia del artículo 8. T ambién deben ser ejecutados en forma
sistemática o en gran escala para alcanzar el nivel del Código. Pueden
ser: a) graves violaciones de la Conve nción de Ginebra del 12 de agosto
de 1949; b) otras serias violaciones de las leyes y costumbres aplicables
en los conflictos armados internacionales, dentro del marco establecido
L a p e r s o n a l id a d in t e r n a c io n a l d e l in d iv id u o 691
Gobie r no s uizo, el que convocó en Gine bra a una conferencia inte rna
cional par a codificar lo que entonces come nzó a llamars e dere cho
hum anitario, pero que tenía un conte nido algo similar a, por lo menos,
una parte del derecho de la guerra en cuanto a su conducción lo más
humanizada pos ible con respecto a las personas que la protagonizaban
y la sufrían.
se haga cargo de los deberes humanitar ios que se as ignan a las pote n
cias protectoras.
• Primera y Segunda Convenciones de Ginebra de 1949
La primera convención se ocupa de la protección a las víctimas de la
guerra terrestre, del tratamiento a los heridos y enfermos. Su artículo 12
es básico, pues establece que ciertas personas protegidas, que determina
el artículo 13 (miembros de las fuerzas armadas y otras personas allí
especificadas) que estén enfermas o heridas en campaña, serán tratadas
en forma respetuosa y protegidas. Esta protección se extiende a los esta
blecimientos y a los móviles que tienen carácter médico, así como al per
s onal mé dic o que se de dica al c uida do y s ocorro de las pe rs onas
protegidas. Se extiende también, naturalmente, al personal de las socie
dades nacionales de la Cruz Roja así como al de otras sociedades de la
misma naturaleza, cuando tienen el reconocimiento de sus Gobiernos.
La segunda conve nción tiene un conte nido s imilar a la anterior, sólo
que se aplica a heridos, enfermos y náufragos de las fuerzas armadas en
el mar.
• La Tercera convención
Este ins trume nto se dedica a proteger a los prisioneros de guerra, de
la que se hace responsable a las potencias en cuyo poder se encuentran,
con inde pe nde ncia de las personas o ins titucione s bajo cuya directa
s upe rvis ión o mando aquellos prisioneros se encuentren. T ambién el
artículo 12 proclama la obligación de los Estados de velar por el buen
tratamie nto mate rial y el respeto a su dignidad.
• La Cuarta convención
La Conve nción cuarta se ocupa de las personas civiles que, en tie m
po de guerra, se encuentren bajo la ocupación militar del enemigo, o
bien dentro de su territorio.
• El Protocolo I
El primer pr otocolo se aplica a los casos de conflictos inte rnaciona
les, definidos como se explica más arriba en el artículo 2 común a las
convenciones de 1949. El aditame nto, pr opio de la época en que se for
muló, fue el de las luchas contra la domina ción colonial que en ese
entonces estaban en pleno desarrollo. Esto es, se dio carácter interna
cional a tales conflictos , en contra de las tesis de los países colonialistas
en sentido de que las cuestiones entre metrópolis y colonias eran una
cuestión interna de esos Estados y por ende no sujetas a la intervención
de las Naciones Unidas ni de potencia extranjera alguna.
Para poder introducir estos conflictos bajo la protección del derecho
de Gine bra eran necesarios algunos cambios respecto al concepto y a la
aparie ncia exterior de las fuerzas combatie nte s , desde que los movi
mientos de libe ración nacional en la mayoría de los casos ape laban a
tácticas de guerrilla. Dis tinguir en tales casos a los combatientes de los
no combatientes presenta dificultades. Se estableció el carácter de com
batientes a las personas que llevaban arm as abie rtam e nte , ya sea en el
combate mismo como durante el tiempo en que se produce el desplie
gue militar previo al combate.
Una consecuencia importante de esta disposición es que los comba
tientes, si caen presos, tienen el carácter de prisioneros de guerra y deben
ser tratados en la forma prescripta por la Conve nción cuarta de 1949.
El otr o as pe cto impor tante de este Pr otocolo es que pr ohíbe el
empleo de ciertas armas, así como de determinados tipos de proyectiles
y modos de combatir que causen males o s ufrim ie ntos innece sarios
(artículo 35). Respecto al medio ambiente, el mismo artículo 35 en su
pár rafo tercero fija el criterio del da ño en tie mpo de guerra: daños
ex tensos, durade ros y graves. Que dan prohibidos por esa dispos ición
los medios y métodos de combatir destinados a producir tales daños en
el medio ambiente.
Por último, este protocolo obliga a los combatientes a proteger en
todo mome nto a las poblaciones civiles, a distinguir entre combatientes
y civiles, así como entre lo que es civil y lo que es objetivo militar.
El Protocolo I e xhuma la cláus ula Marte ns , que es una especie de
provis ión residual para cubrir aquellas situaciones que no fueron pre
vistas en los textos de los instrumentos convencionales. Ya estaba esa
La p e r s o n a lid a d i n t e r n a c i o n a l d e l in d iv id u o 695
• El Protocolo II
Cubre este pr otocolo lo re lativo a los conflictos armados que no
sean inte rnacionale s , que se operen entre las fuerzas armadas de un
Estado mie mbro y fuerzas en opos ición, ya sean éstas fuerzas armadas
o grupos armados bajo un mando responsable. Para ello, estas fuerzas
disidentes deben tener control de un cierto te rritorio y realizar opera
ciones militares de cierta envergadura, lo que excluye las situaciones de
meros disturbios internos, de las que resulten actos aislados o esporádi
cos de violencia (artículo 1).
Los Estados participantes de las negociaciones pusieron poco interés
en la re dacción de este protocolo, por obvias razones. Los Estados que
apoyaban a movimientos de libe ración nacional carecían de motivos
para tener en cuenta conflictos que no los afectaban, desde que habían
conseguido introducir en el Protocolo I, y por consiguiente darles carác
ter de inte rnacionale s , a las luchas por la inde pe nde ncia. Los otros
Estados tampoco te nían razones para impuls ar un cuerpo nor mativo
que coartara su pr opia libertad de acción en caso necesario. Por consi
guiente, la protección de las víctimas de tales conflictos no alcanza el
grado a que llega el anterior protocolo.
C a p ít u lo 2 6
N a c io n a lid a d y e x t r a n je r ía
A. La nacionalidad
1. De finición
Puede definirse la nacionalidad, como “ la pertenencia permanente y
pasiva de una persona a un de te rminado Es tado” (Verdross). Rousseau,
por su parte, cuando define los elementos del Estado dice que su pobla
ción se encuentra ligada a aquél por el vínculo jurídico y político de la
nacionalidad.
“T ampoco puede dudarse que los Estados Unidos tienen el poder, inhe
rente a su soberanía, de requerir el regreso a este país de un ciudadano,
residente en otro, cuando así lo requiera y de aplicarle una pena en caso
de negativa” . “La jurisdicción de los Estados Unidos sobre sus ciudada
nos ausentes ...es una jurisdicción in personam desde que ellos están
obligados a enterarse de las leyes que les son aplicables y obedecerlas”.
“Corresponde a cada Estado determinar por sus leyes quienes son sus na
cionales”. “Las cuestiones acerca de si una persona posee la nacionalidad
de un Estado, se determinará de acuerdo con las leyes de ese Es tado”.
N a c io n a l id a d y e x t r a n j e r ía 699
1 Resúmenes de los fallos, opinione s consultivas y provide ncias de la CIJ. 1948- 1991
Nac ione s Unid as , Nue va Yo r k , 1992. Do c . ST /LEG/SER.F/ 1, p. 47.
N a c io n a l id a d y e x t r a n j e r ía 701
resado y para ellos tomar en cons ide ración el conjunto de circuns tan
cias de hecho (conducta personal del interesado, domicilio o residencia
habitual, lugar de tr abajo, idioma utilizado, nacionalidad de la esposa,
pres tación del servicio militar, etc), que pe rmitan de te rminar su nacio
nalidad real o efectiva.
4. Clases de nacionalidad
12. Dictar ... especialmente leyes generales para toda la Nación sobre
natur alización y nacionalidad, con sujeción al principio de nacionali
dad natural y por opción en beneficio de la Ar ge ntina...”.
702 J u l io B a r b o z a
b) La naturalización
Una persona puede adquirir una nueva nacionalidad us ando el pr o
cedimiento de la naturalización, para ello se requiere una manife s tación
de voluntad por parte de esa persona y una concesión voluntaria del
Es tado que la otorga. Nor malme nte , la ley interna establece ciertos
requisitos para conceder la nacionalidad, condiciones cuyo obje to es
asegurar la existencia de una cierta vinculación de la persona con el
país, como la residencia durante determinado tie mpo, el conocimie nto
del idioma nacional o cierta edad mínima que asegure la madure z de la
decisión, o bien que compruebe ser un elemento deseable, para lo cual
debe presentar buenos antecedentes de conducta, o de su aptitud para
el trabajo, etc. Normalme nte también se exige que preste jurame nto de
fidelidad a las instituciones y a las leyes locales.
Algunos Estados exigen la pérdida de la nacionalidad anterior y no
haber adquir ido ninguna otra nacionalidad por me dio de natur aliza
ción. Nor malme nte , es el Poder Eje cutivo el único compe te nte para
conferir la naturalización debido a su carácter político. El Estado puede
rehusar el pe dido sin indicar razones y a la inversa y en contra de pr in
cipios generalmente aceptados del derecho inte rnacional, impone r la
naturalización a un individuo contra su voluntad.
La naturalización confiere la condición de nacional, pero no siempre
los mismos derechos que el nacional de origen; por ejemplo, en algunos
países, los naturalizados no pueden desempeñar cargos públicos.
i) Formas de adquirir la naturalización
Hay varios motivos en que se funda el otorgamiento de la nacionali
dad por naturalización. Una de las causas más corrientes es el matr imo
nio de extranjero con nacional, otra causal puede ser la opción que se
contempla en la ley en favor de individuos que cumplen ciertas condicio
nes, otra la adquis ición de un domicilio en el país, o el desempeño por
un extranjero de un empleo al servicio del gobierno, o por recuperación
cuando se la ha perdido por naturalización en país extranjero, etc.
ii) La naturalización por matr imonio
En muchos Estados, la natur alización del hombre casado implica la
natur a lizac ión de su esposa y sus hijos bajo su patr ia pote s tad. En
otros, se exige el cons entimiento del cónyuge para que se produzca la
naturalización.
N a c io n a l id a d y e x t r a n j e r í a 70 3
Los proble mas que origina este tipo de causal han sido obje to de
reglamentación internacional para evitar soluciones injustas o arbitrarias.
5. Pérdida de la nacionalidad
Los Estados determinan de modo discrecional las causas de pérdida
de su nacionalidad. Existen cinco modos de perderla, aunque no son
reconocidos por todos los Estados.
- Por renuncia: el individuo renuncia a su nacionalidad para adqui
rir otra nueva o quedar apátrida.
- Por des nacionalización: una ley interna de un Estado puede adop
tar como s anción para un individuo o grupo de individuos , la pér
dida de su nacionalidad, por ejemplo por traición a la patria.
70 4 Ju l io Ba r bo za
6. La apatridia
2 C P JI, m a y o 2 5 , 1 9 2 6 , Se rie A , N ° 7 , p p . 7 3 / 7 4 .
N a c io n a l id a d y e x t r a n j e r ía 707
5 R e c u e il, 1 9 7 0 , p . 4 3 . (T r a d u c c ió n n u e s t r a .)
N a c io n a l id a d y e x t r a n j e r ía 709
6 C it a d o p o r R u d a , o p . c it ., T . I, p. 4 0 5 , n o t a 2 0 .
710 J u l io B a r b o z a
B. Los extranjeros
1. S ituación jurídica
b ) A dm is ión
La admis ión de inmigrantes con carácter permanente suele ser más rigu
rosa que la de turistas, y su re glame ntación puede estar destinada a
impedir el ingreso de personas social o políticamente peligrosas, como
inhabilitados o ilegales, extranjeros expulsados con anterioridad, delin
cuentes, agitadores o mendigos. Desde mediados del siglo xix las migra
ciones han aume ntado considerablemente, con graves problemas para
ciertos países, que se ven invadidos por personas en busca de mejorar
precarias situaciones económicas. La Conferencia de Emigración e Inmi
gración reunida en Roma en 1924, de finió al emigrante como al que
sale de su país con el fin de hallar trabajo o el de acompañar a su cón
yuge, ascendientes o descendientes y también hermanos o hermanas,
tíos o tías, sobrinos y sobrinas o sus cónyuges respectivos o va a reunir
se con ellos, emigrados ya, con el mis mo fin, o regresa en las mismas
condiciones al país en donde ya hubiera emigrado anteriormente.
c) Ex puls ión
Ya dijimos que la e xpulsión de extranjeros es también resorte del
derecho interno del Estado.
Las e xpuls ione s obe de ce n a dife re nte s crite rios . Ge ne r alme nte se
expulsa al extranjero cuya presencia es perjudicial para la seguridad o
el orden público.
d) D e r e c h o s y d e b e r e s d e lo s e x t r a n je r o s
El artículo 9 del proyecto de Har var d de 1.929 dice así: “Un Estado es
responsable si el daño a un extranjero resulta de una denegación de
justicia. Existe denegación de justicia cuando hay una negativa, una
de mora u obstrucción injustificable del acceso a los tribunales, gruesas
deficiencias en la adminis tración del proceso o de los remedios judicia
les, o una falla en el otorgamie nto de aquellas garantías que son gene
ralmente consideradas indispensables para la adecuada adminis tración
de justicia, o una sentencia manifiestamente injusta. El error de un tr i
N a c io n a l id a d y e x t r a n j e r ía 717
“En conclus ión, todo lo que pode mos decir a par tir de la práctica
inte rnacional es: que subsiste la obligación de inde mnizar ; que sólo
cuando el Estado que nacionaliza sostiene ine quívocame nte su volun
tad de no inde mnizar comete una violación del derecho inte rnacional;
que no puede hablarse de ilícito mientras pue da demostrarse una seria
voluntad de alcanzar un acuerdo con el particular e xpr opiado o con el
Es tado de su nacionalidad, por el cual se fije ne gociadame nte una
inde mnización o se someta a una instancia arbitral la de te rminación
de la mis ma; que si dicho acuerdo se realiza entre Estados, éstos pue
den inclus o sacrificar los intereses del particular e xpr opiado, a fin de
obtener otras ventajas” .10
10 Be n e d e t to C o n fo r t i, o p , c it ., p. 277.
N a c io n a l id a d y e x t r a n j e r ía 719
f) La e x tradición
La e xtradición es un proce dimiento por medio del cual un Estado
entrega determinada persona a otro Estado, que la requiere para s ome
terla a su jurisdicción penal a causa de un delito de carácter común por
el cual se le ha iniciado proceso formal o se le ha impue s to condena
definitiva. No es obligatoria en el derecho internacional general, debido
a lo cual se han celebrado muchos tratados , tanto bilaterales como mul
tilaterales, para facilitar la cooperación judicial entre los Estados.
Para que proceda es necesario que el Estado requirente impute a la
persona reclamada un delito del derecho criminal, ya sea como autor,
cómplice o encubridor.
La imputación debe reunir las siguientes condiciones:
- debe tener por causa un hecho que para el Estado requirente y
para el Estado requerido sea cons iderado delito,
- debe ser un delito de carácter común, no político,
- la acción penal debe subsistir.
A comienzos del siglo x ix los delitos objeto de extradición estaban
enumerados taxativamente: el homicidio, el robo, la falsificación y el
incendio. Actualmente muchos Estados abandonan ese método y adop
tan como base única la pena aplicable, generalmente de pris ión por uno
o dos años, según se quiera establecer en el tratado.
h) E l asilo
La palabra castellana asilo deriva de la latina as y lum , que a su vez
deriva del griego y se podr ía tr aducir como sitio inviolable . El asilo
te rritorial se apoya jurídicame nte en la supremacía te rritorial de los
Estados y la e x tr adición configura una e xce pción voluntar ia a esa
722 J u l io B a r b o z a
i
Capítulo 27
1. Introducción
726 J u lio B a r b o z a
a) Los Pactos
La necesidad de contar con un ins trume nto que no se limitara a la
enunciación de los derechos considerados fundamentale s, sino que ade
más br indara la pos ibilidad de su prote cción efectiva motivó que la
Comis ión de Derechos Humanos se avocara a la re dacción de una ver
dadera Conve nción destinada a conte mplar la cuestión en forma inte
gral. El proyecto inicial se trans formó en la propuesta de tratamiento
por separado de los derechos civiles y políticos por un lado y los dere
chos económicos, sociales y culturales por el otro.
El Pacto Inte rnacional de Derechos Económicos y Sociales fue apro
bado por la Re s olución 2200 A de la As amble a Ge ne ral del 16 de
diciembre de 1966. Entró en vigor el 3 de enero de 19768 y consta de
un pr e ámbulo y treinta y un artículos en los que se consagran, entre
otros, el derecho a trabajar, a condiciones laborales equitativas, a for
mar s indicatos, al seguro social, la extensión de esta prote cción a la
familia del tr abajador, el derecho a la e ducación, etc. En cambio, el
Pacto no conte mpla el derecho de propiedad.
De bido a la par ticular naturale za de los derechos conte mplados que
exige a los Estados un cierto nivel de desarrollo para su cabal desen
volvimie nto, se ha dispuesto a través de su artículo 2 o que éstos sólo
e s tán obligados , en cuanto a la adopc ión de me didas conduce nte s ,
hasta el máx imo de sus recursos dis ponible s en un proceso progresivo
que lleve a la ple na entrada en vigor de los derechos reconocidos en el
Pacto.
Desde su entrada en vigor, el sistema de informes referentes a las vio
laciones de los derechos contenidos en este tratado fue ejercido por un
grupo de trabajo no permanente que elevaba sus reportes al ECOSOC,
la Comis ión de Derechos Humanos y los organismos especializados per
tinentes. Este sistema resultó de escasa efectividad, por lo que el 22 de
mayo de 1985, a través de la Re s olución ECOSOC 1985/17, se decidió
crear el Comité de Derechos Económicos , Sociales y Culturales como
mecanismo permanente de control y ejecución del Pacto.
8 A p r o b a d o p o r la Re p ú b lic a Ar g e n t in a p o r le y 2 3 .3 1 3 d e l 17 de a b r il de 1 9 8 6 y r a t i
fic a d o e l 8 de a g o s to de 1 9 8 6 .
L a p r o t e c c ió n in t e r n a c io n a l d e lo s d e r e c h o s h u m a n o s 729
732 J u lio B a r b o z a
12 Ra t ific a d a p o r la R e p ú b lic a Ar g e n t in a e n fe c ha 2 de o c t u b r e de 1 9 6 8 .
734 J u l io B a r b o z a
ción de la competencia del Comité a este respecto, por parte del Estado
del cual se alegue la violación de la norma. Los Estados partes que la
aceptaran podr án designar un órgano dentro de su orde namiento jurí
dico nacional, con competencia para la recepción de las peticiones de
los individuos o grupos de individuos afectados por la violación de
alguna dis pos ición de la Conve nción. En caso de que la persona afecta
da no reciba satisfacción por parte del órgano designado, podr á, dentro
de los seis meses de agotado el trámite inte rno, elevar su pe tición al
Comité, el cual a su vez derivará la comunicación al Estado parte invo
lucrado, para que este efectúe en un plazo de tres meses las explicacio
nes y propuestas de s olución correspondientes.
• Convención sobre todas las Formas de Discriminación contra la Muje r
Adoptada por la As amble a Ge ne ral el 18 de diciembre de 1979,
entró en vigor el 3 de septiembre de 1981.13 Al igual que las convencio
nes hasta aquí analizadas , esta también prevé la confor mación de un
órgano de aplicación, el Comité sobre la Eliminación de la Dis cr imina
ción contra la Muje r. Sin embargo, las funciones de este Comité son las
de analizar los progresos en la lucha contra esta forma de discrimina
ción, más que las de servir de ámbito para los reclamos recíprocos entre
los Estados partes. A este efecto, la Conve nción dispone en el párr. 1
del artículo 29 que, en caso de existir una controversia entre dos Esta
dos partes, que no sea s olucionada a través de negociaciones, se some
terá a arbitraje a pe tición de uno de ellos. Si dentro del plazo de seis
meses de la solicitud de arbitraje las partes no se pusieran de acuerdo
sobre la forma del mismo, cualquiera de ellas podr á someter la contro
versia a la Corte Internacional de Jus ticia.14
• Conve nción contra la T or tura y otros T ratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes
Celebrada el 10 de diciembre de 1984, entró en vigor el 26 de Junio
de 1987.15 A través de este tratado se instituye el Comité contra la Tor
tura que tiene la facultad de actuar de oficio, ante cualquie r informa-
17 Al r at ificar esta Co nve nc ión la Re p úb lic a Ar ge ntina r e co noc ió la co mpe te ncia del
Co m it é par a el anális is de las c omunicac ione s e fe ctuadas ta nt o po r otros Es tados partes
co mo p o r in d ividuo s .
18 La Re púb lic a Ar ge ntina la r at ific ó el 4 de dic ie mbr e de 1990.
19 Por otr a par te , num e r os o s or g anis mo s e s pe cializados de la O N U , tales c o m o la
U N E S CO o la OIT , tie ne n pr oce dimie ntos pr opios respecto de la pr e s e ntación de infor me s
s obre la s ituac ión de los dere chos h uma nos c ompr e ndidos e n s u ár e a de compe te ncia.
L a p r o t e c c ió n in t e r n a c io n a l d e l o s d e r e c h o s h u m a n o s 737
20 Re s pe cto de los me c anis mo s e s table cidos a pa r tir de estas r e s olucione s véase Villán
Du r án , Ca r lo s “La pr ote cc ión de los De r e chos Hum a n o s e n el Sis te ma de las Nacione s
Unidas y de sus Or g a nis m os Es pe c ializa do s ” , Recue il des Cours , 1997, Stras bourg, Ins t i
t u í In te r na tio na l des Dr o it s de l’H o m m e , 1997, p. 29 5.
738 J u l io B a r b o z a
3. El sistema europeo
a) El Consejo de Europa
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las naciones del continente
europeo comprendieron la necesidad de establecer mecanismos regionales
12 N o obs tante , la dis pos ición del ar t íc ulo 25 de la Co nve nc ión ha s ido de ja da de lado
po r la pr ác tica y e n la a c t ua lid a d n o se s olicita ese r e c onoc imie nto . Por otr a par te , el
r e co noc imie nto de la co mpe te nc ia de la C o m is ión se ha t r a ns fo r ma do e n r e quis ito par a
ingre s ar c o m o m ie m b r o del Cons e jo de Eur opa .
742 J u l io B a r b o z a
24 N o obs tante , has ta la fecha no ha he cho e jer cicio de e sta co mpe te ncia.
744 J u l io B a r b o z a
miembros ,25 el cual decidirá, por voto unánime , si el asunto debe ser
examinado por el T ribunal o re mitido al Comité de Minis tros para que
éste tome la intervención prevista en el artículo 32.
En cualquier caso, para que un asunto pueda ser sometido al T ribu
nal deberá comprobarse que ha fracasado el arreglo amistoso previsto
en el procedimiento ante la Comis ión y que no se encuentre vencido el
plazo de tres meses posteriores a la elevación del informe pertinente ante
el Comité de Minis tros . Vencido dicho plazo se seguirá el trámite ante el
Comité de Minis tros , de conformidad a las disposiciones del artículo 32.
Los Estados parte podr án someter un asunto al T ribunal cuando la
víctima haya sido un nacional de dicho Estado, o cuando se trate del
Estado que ha iniciado el caso o ha sido de mandado ante la Comis ión.
La sentencia, que será de finitiva, deberá ser motivada, existiendo
la po s ibilid a d de que los inte grante s que dis ie ntan con el parecer
mayoritario expresen su dis idencia. En caso de que la sentencia im pli
que para un Es tado parte la impos ición de una obligación de impos i
ble cumplimie nto a través de sus mecanis mos legales internos o que
no garantizara una re paración integral, ésta podr á ser s us tituida por
una satis facción e quitativa que podr á consistir en una inde mnización
de carácter pe cuniario. La e jecución de la sentencia estará a cargo del
Comité de Minis tr os .
iii) La reforma del proce dimiento
La necesidad de adecuar el proce dimie nto de control establecido por
el Conve nio de Roma a los mayores re que rimie ntos que implica el
aume nto de los miembros del Conse jo de Eur opa,26 dio impuls o a la
celebración del Protocolo n° 11, que sustituye la Comis ión y el T ribu
nal de Derechos Humanos por un nuevo T ribunal permanente.
27 Sobre el va lo r jur íd ic o de estos ins tr ume ntos véase Bue r ge nthal, T ho ma s , Inte rna
tional Hum an Rights , Saint P aul M in n ., We s t P ub lis hing , 1995, p. 165.
L a p r o t e c c ió n in t e r n a c io n a l d e l o s d e r e c h o s h u m a n o s 747
28 En tr ó e n vigo r e n 1970.
2* A la fe cha h a n r at ific a do la Co nve nc ión 25 países. Ar ge ntina , Bar bados , Bo livia ,
Br as il, C o lo m b ia , Cos t a Ric a , Do m in ic a , Chile , Ec ua dor , El Sa lva dor , Gr e na da , Gua t e
m a la , H a it í, Ho n d u r a s , Ja m a ic a , Mé x ic o , Nic a r a g ua , P a na m á, Par ag uay , Pe r ú, P^cpública
Do m in ic a n a , S ur ina m, T r in id a d T oba go, Ur ug ua y y Ve ne zue la.
30 El a va nza do crite r io y la a m p lit u d de los de r e chos pr ote gidos a través de la C o n
ve nción fue , e n o p in ión de algunos autore s , el m o t iv o pr inc ip a l po r el cua l r e s ultó ta n
dific ulto s o logr ar s u e ntr ada e n vigor . Véas e Bue r ge ntha l, T homa s y She lton, Din a h , Pro-
tecting Hum an Rights in the Américas. Cases and Mate rials, Str as bour g, In t e r na t io na l
Ins tituto o f H u m a n Rig hts , 1995, p. 42.
31 A fin de a m p lia r el alcance de la Co n v e n c ión con res pe cto a esta clase de der e chos ,
el 17 de n o v ie m b r e de 1988 se s us c r ibió el P r o t o c o lo Ad ic io n a l s obr e los De r e c hos
H u m a n o s e n mate r ia de De r e chos Ec o nóm ic o s , Sociales y Cult ur a le s c o no c id o c o mo P r o
tocolo de San Salvador . A la fe cha, de los 17 Es tados fir mante s s ólo 8 lo ha n r at ifica do.
32 La O E A está inte gr ada po r 36 Es tados de los cuale s u n o , C u b a , se e ncue ntr a s us
p e n d id o e n s u c a lid a d de m ie m b r o , 17 h a n r a t ific a do la Co n v e n c ión y r e c o noc ido la
co mpe te nc ia de la Co r t e , 10 ha n r a t ific a do la Co n v e n c ión pe r o n o r e conoce n la c o m pe
te ncia de la Co r t e y 8 no h a n r a t ific a do la Co n v e n c ión ni r e conoce n la c ompe te ncia de
la Corte-
L a p r o t e c c ió n in t e r n a c io n a l d e l o s d e r e c h o s h u m a n o s 749
física de los denunciantes o testigos. Una vez que la Comis ión empren
da el análisis del fondo del caso, trasladará la pe tición al gobierno del
Estado pres untamente responsable de la violación s olicitándole infor
maciones al respecto y fijándole un plazo para responder.41 Recibida
dicha infor mación o vencido el plazo, de te rminará si subsiste la viola
ción. Si ésta ha cesado, el expediente se archivará, pero en caso de per
sistir la s ituación se abr irá una nueva etapa en la cual la Comis ión
podr á realizar una investigación, s olicitando a las partes todas las facili
dades, informacione s o exposiciones verbales o escritas que estimare
necesarias. En casos graves y urgentes podr á prescindirse de la etapa en
la cual se traslada la pe tición al Estado de nunciado. En tal supuesto,
pre vio exame n de los re quisitos formale s de admis ibilidad y con la
a uto r izac ión del Es tado pr e s untame nte re s pons able , se re alizará la
investigación pertinente de las circunstancias del caso.
En ambas situaciones, luego de establecidos los hechos, la Comis ión
se pondrá a dis pos ición de las partes para arribar a una s olución amis
tosa fundada en el respeto a los derechos humanos .42 Si se arribara a
esta s olución se confe ccionará un informe que conte ndrá una breve
e xpos ición de los hechos y de la s olución acordada. El informe será
r e mitido a las partes y Estados interes ados y ele vado al Secretario
General de la OEA para su publicación.
Si no se arribara a una s olución en los términos expuestos, se elabo
rará un informe en el que se e x pondr án los hechos y las conclusiones
del caso, pero que s ólo será trans mitido a los Estados interesados, quie
Estados partes re mitan a la Comis ión la infor mación sobre las medidas
legislativas, judiciales y adminis trativas adoptadas en aplicación de la
Conve nción. La Comis ión a su turno, se ocupará de analizar la s itua
ción existente en su Informe Anual.
La Conve nción Interamericana sobre desaparición forzada de perso
nas de 1994 entró en vigor en 1996 y establece, además de la responsa
bilidad individual del perpetrador y de la respons abilidad internacional
del Estado, el carácter de crimen inte rnacional de las conductas previs
tas en dicho ins trume nto. Como consecuencia, se determina la existen
cia de una juris dicción universal para estos casos así como la obligación
de extraditar o juzgar a los responsables del crimen, la obligación de no
br indar asilo político a los responsables, la impre s cr iptibilidad de la
acción, etc. Para su supervisión la Conve nción se remite a los proce di
mientos previstos ante la Comis ión y la Corte.
Finalmente, la Convención Interamericana para la prevención, sanción
y erradicación de la violencia contra la mujer o Conve nción de Belem de
Pará de 1994 que entró en vigor el 3 de marzo de 1995 contempla un sis
tema de informes a la Comis ión a través del Relator Especial creado a tal
fin y reitera la posibilidad de acudir a los procedimientos de peticiones
individuales previstos ante la Comis ión y la Corte por la Conve nción
Interamericana de Derechos Humanos .
5. El sistema africano
inclus ión del concepto de “derechos de los pue blos ” que da una idea de
que los derechos humanos en Africa son en primer término colectivos y
sólo en una segunda ins tancia están dirigidos a los individuos . Otr o
aspecto único de la Carta de Banjul es el esfuerzo efectuado por los
redactores para otorgar cierto e quilibrio entre los derechos y las obliga
ciones de los individuos , a quienes se impone n una serie de deberes no
solamente para con sus semejantes sino también frente a la sociedad, el
Es tado, otras comunidade s le galme nte re conocidas y la c omunidad
inte rnacional. Por último, la originalidad de la Carta Afr icana se ve
reflejada en el hecho de ser el prime r ins trume nto en consagrar cierto
tipo de derechos tales como el derecho a un medio ambie nte adecuado
favorable al desarrollo de los pueblos.
A fin de proceder a la pr omoción y protección de los derechos con
sagrados en la Carta, se establece una Comis ión conformada por once
miembros elegidos por su reconocida capacidad y que actuarán a título
pers onal.55 No obstante que los miembros no representan a sus Estados
de origen, no se incluirá en la Comis ión a más de un nacional del mis
mo Es tado. Los mie mbr os s on elegidos en votac ión secreta por la
Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno de la OUA por un pe ríodo
de seis años con pos ibilidad de reelección.
La Comis ión tiene una competencia cons ultiva, conforme lo dispues
to en el artículo 45 inc. 3 de la Carta, y una competencia contenciosa
descripta en el capítulo III de la mis ma. El proce dimiento contencioso
se articula en prime r término mediante denuncias interestatales. En el
caso de que un Estado firmante de la Carta tuviera razones para creer
que otro Estado firmante ha violado sus disposiciones puede optar por
efectuar una pre s e ntación ante la Comis ión o utilizar el método de
negociación bilateral. Si se decidiera por la última opción, se comunica
rá por escrito con el Estado de nunciado, comunicación que será igual
mente remitida al Secretario General de la OUA y al Presidente de la
Comis ión. De ntro del plazo de tres meses de recibida la comunicación,
el Es tado re que rido deberá ofrecer al requirente las explicaciones y
aclaraciones del caso, las que incluirán toda la infor mación relevante
posible, así como las medidas adoptadas para poner fin a la violación
de nunciada. Vencido el plazo de tres meses sin que se arribara a una
solución satisfactoria para ambas partes el asunto pas ará a conocimie n
to de la Comis ión.
Tanto en el proce dimie nto descrito como en las presentaciones direc
tamente efectuadas ante la Comis ión, ésta sólo entenderá en aquellos
asuntos respecto de los cuales se hubie ran agotado los recursos internos
disponibles, salvo caso de retardo inde bido. Cumplido este requisito de
admis ibilidad, la Comis ión se avocará a la inve s tigación del as unto
para lo cual podr á requerir la colaboración de los Estados interesados
así como valerse de todo otra fuente de infor mación necesaria. Esta eta
pa culminará con la e laboración de un informe, para cuya confección
no se establece un plazo de te rminado, limitándos e la Carta a señalar
que éste debe ser razonable. Dicho informe será re mitido a los Estados
implica dos y c o munic a do a la As amble a de Jefes de Es tado y de
Gobierno de la OUA.
Con respecto a las comunicaciones dirigidas a la Comis ión por otros
sujetos que no sean Estados partes de la Carta Africana, la Carta esta
blece que serán analizadas si la mayoría simple de los miembros de la
Comis ión lo cons ide ra admis ible , par a lo cual de be rán reunirse los
siguientes requisitos: a) ide ntificación del autor, aun cuando puede soli
citarse el anonimato; b) compatibilidad de la comunicación con las dis
pos icione s de la Ca r ta; c) no utiliza c ión de tér minos ins ultante s o
despectivos para con el Estado de nunciado; d) fundame ntación en base
a informaciones que no sean exclusivamente obtenidas de los medios de
comunicación; e) agotamiento de los recursos internos disponibles, sal
vo caso de re tardo injus tificado; f) pre s e ntación de la comunicación
dentro de un pe ríodo razonable desde la fecha del agotamiento de los
recursos locales o de la fecha en que la Comis ión fuera puesta en cono
cimiento del asunto; y g) que no se trate de casos que hayan sido ya
resueltos por los Estados involucrados de acuerdo con los principios de
la Carta de la Or ga nización de las Nacione s Unidas , la Carta de la
Organización de la Unidad Africana, o las provisiones de la Carta Afri
cana de los Derechos Humanos y de los Pueblos.
La Comis ión, una vez verificados los requisitos de admis ibilidad de
la comunicación, dará conocimie nto de la misma al Estado imputado,
L a p r o t e c c ió n in t e r n a c io n a l d e l o s d e r e c h o s h u m a n o s 761
Anexo 2
Anexo 3
La A s am ble a Ge ne ral,
Habie ndo e x am inado el capítulo IV del infor me de la Comis ión de
Derecho Inte rnacional sobre la labor realizada en su 53° pe ríodo de
sesiones,1 que contiene el proyecto de artículos sobre la res pons abilidad
del Estado por hechos internacionalme nte ilícitos,
Obs e rv ando que la Comis ión de Derecho Internacional decidió reco
mendar a la As amble a General que tomara nota del proyecto de artícu
los sobre la re s pons abilidad del Estado por hechos internacionalmente
ilícitos en una resolución e incluyera el proyecto de artículos como ane
xo de esa resolución, y que estudiase en una etapa posterior, a la luz de
la impor tancia del te ma, la pos ibilidad de convocar una conferencia
internacional de plenipotenciarios para e xaminar el proyecto de artícu
los con miras a concertar una convención sobre el te ma,2
Destacando la importancia permanente de la codificación y el desarro
llo progresivo del derecho internacional, como se menciona en el aparta
do a) del párrafo 1 del artículo 13 de la Carta de las Naciones Unidas,
10. Compor t amie nto de un movimie nto ins urre ccional o de otra
índole
1. Se considerará hecho del Estado según el derecho inte rnacional el
comportamiento de un movimie nto insurreccional que se convier
ta en el nuevo gobierno del Estado.
2. El comportamiento de un movimiento insurreccional o de otra índo
le que logre establecer un nuevo Estado en parte del territorio de un
Estado preexistente o en un territorio sujeto a su administración se
considerará hecho del nuevo Estado según el derecho internacional.
3. El presente artículo se entenderá sin perjuicio de la atribución al
Estado de todo comportamiento, cualquiera que sea su relación
con el del movimie nto de que se trate , que de ba considerarse
hecho de ese Estado en virtud de los artículos 4 a 9.
17. Dire cción y control ejercidos en la comis ión del hecho interna
cionalmente ilícito
El Estado que dirige y controla a otro Estado en la comis ión por este
último de un hecho inte rnacionalme nte ilícito es inte rnacionalme nte
responsable por este hecho si:
a) Lo hace conociendo las circuns tancias del hecho inte r nacional
mente ilícito; y
b) El hecho sería internacionalme nte ilícito si fuese come tido por el
Estado que dirige y controla.
31. Re paración
1. El Estado responsable está obligado a reparar íntegramente el per
juicio causado por el hecho internacionalme nte ilícito.
2. El pe rjuicio compre nde todo daño, tanto mate rial como mor al,
causado por el hecho internacionalme nte ilícito del Estado.
37. Satisfacción
1. El Estado responsable de un hecho internacionalme nte ilícito está
obligado a dar satisfacción por el perjuicio causado por ese hecho
en la me dida en que ese perjuicio no pue da ser reparado mediante
res titución o inde mnización.
2. La satisfacción puede consistir en un reconocimiento de la viola
ción, una e xpre s ión de pesar, una dis culpa for mal o cualquie r
otra modalidad adecuada.
3. La s atisfacción no será de s proporcionada con re lación al perjuicio
y no podr á adoptar una forma humillante para el Estado respon
sable.
38. Intereses
1. Se debe pagar intereses sobre toda suma pr incipal ade udada en
virtud del presente capítulo, en la medida necesaria para asegurar
la reparación íntegra. La tasa de interés y el modo de cálculo se
fijarán de manera que se alcance ese resultado.
2. Los intereses se devengarán desde la fecha en que debería haberse
pagado la suma principal hasta la fecha en que se haya cumplido
la obligación de pago.
51. Proporcionalidad
Las contr ame didas deben ser pr opor cionale s al pe rjuicio s ufrido,
teniendo en cuenta la gravedad del hecho inte rnacionalme nte ilícito y
los derechos en cuestión.
1. Alcance
Los presentes artículos se aplicarán a las actividades no prohibidas
por el derecho internacional que entrañen el riesgo de causar, por sus
consecuencias físicas, un daño transfronterizo sensible.
786 J u l io B a r b o z a
2. Términos empleados
A los efectos de los presentes artículos:
a) El “riesgo de causar daño tr ans fronte rizo sensible” abarca los
riesgos que se presentan como una alta pr oba bilida d de causar
daño transfronterizo sensible y una baja probabilidad de causar daño
transfronterizo catastrófico;
b) Se entiende por “da ño” el causado a las personas, los bienes o el
medio ambiente;
c) Se entiende por “ daño tr ans fr onte r izo” el da ño caus ado en el
territorio o en otros lugares bajo la jurisdicción o el control de un
Estado dis tinto del Estado de origen, tengan o no los Estados inte
resados fronteras comunes;
d) Se entiende por “Estado de orige n” el Estado en cuyo territorio, o
bajo cuya jurisdicción o control en otros lugares, se planifican o
realizan las actividades a las que se refiere el artículo 1;
e) Se entiende por “ Estado que pueda resultar afe ctado” el Estado
en cuyo territorio exista el riesgo de daño trans fronte rizo sensible
o que tiene jurisdicción o control sobre cualquier otro lugar en
que exista ese riesgo;
f) Se entiende por “Estados interes ados” el Estado de origen y el
Estado que pueda resultar afectado.
3. Prevención
El Estado de origen adoptará todas las medidas apropiadas para pre
venir un daño trans fronte rizo sensible o, en todo caso, minimizar el
riesgo de causarlo.
4. Coope ración
Los Estados interesados coope rarán de buena fe y re cabarán, según
sea necesario, la asistencia de una o más organizaciones internacionales
competentes, para prevenir un daño transfronterizo sensible o, en todo
caso, minimizar el riesgo de causarlo.
5. Aplicación
Los Estados interesados adoptarán las medidas legislativas, adminis
trativas o de otra índole neces arias , incluido el e s table cimie nto de
P r e v e n c ió n d e l daño t r a n s f e r iz o 787
6. Autorización
1. El Estado de origen establecerá el re quisito de su autorización
previa para:
a) Cualquie r actividad compre ndida en el ámbito de aplicación de
los presentes artículos que se lleve a cabo en su territorio o en
otros lugares bajo su jurisdicción o control;
b) Cualquie r cambio importante en una actividad me ncionada en
el apartado a);
c) Cualquie r plan de efectuar un cambio en una actividad que
pueda trans formarla en otra compre ndida en el ámbito de apli
cación de los presentes artículos.
2. El re quisito de la autor ización es tablecido por un Es tado será
aplicable con respecto a todas las actividades preexistentes que
queden compre ndidas en el ámbito de aplicación de los presentes
artículos . Se re vis arán las autorizacione s ya conce didas por el
Estado para actividades preexistentes a fin de cumplir lo dispues
to en los presentes artículos.
3. En el caso de que no se observen las condiciones de la autoriza
ción, el Estado de origen tomará todas las medidas que resulten
apropiadas , incluido, cuando sea necesario, el retiro de la autori
zación.
8. Notificación e información
1. Si la evaluación a que se refiere el artículo 7 muestra que existe un
riesgo de causar daño transfronterizo sensible, el Estado de origen
788 J u l io B a r b o z a
15. No discriminación
Salvo que los Estados interesados hayan acordado otra cosa para la
protección de los intereses de las personas, naturales o jurídicas , que
estén o pue dan estar expuestas al riesgo de un daño trans fronte rizo sen
sible como re sultado de una actividad compre ndida en el ámbito de
aplicación de los presentes artículos , un Estado no dis criminará por
motivos de nacionalidad o residencia o de lugar en que pue da ocurrir el
daño, al garantizar a esas personas, de confor midad con su orde na
miento jurídico, acceso a los procedimientos judiciales o de otra índole
para que soliciten protección u otro remedio apropiado.
La Asamble a General,
Re cordando los principios 13 y 16 de la De claración de Río sobre el
Me dio Ambiente y el Des arrollo,
Re cordando as im is m o el proyecto de artículos sobre la prevención
del daño transfronterizo resultante de actividades peligrosas,
Cons cie nte de que pue de n pr oducir s e incide nte s con ocas ión de
actividades peligrosas aun cuando el Estado involucrado cumpla las
disposiciones del proyecto de artículos sobre la prevención del daño
transfronterizo resultante de actividades peligrosas,
Obs e rv ando que como resultado de esos incidentes otros Estados y/o
sus nacionales pueden sufrir daños y graves pérdidas,
Preocupada por que se pongan en práctica medidas apropiadas y efi
caces a fin de garantizar, en cuanto sea posible, que las personas natu
rales y jurídicas , entre ellas los Estados, que sufran daños o pérdidas
como resultado de esos incidentes obte ngan una pronta y adecuada ind
emnización,
Obs e rv ando que los Estados son responsables del incumplimie nto de
sus obligaciones de prevención en virtud del derecho internacional,
Reconocie ndo la importancia de la cooperación internacional entre
Estados,
Re cordando la existencia de acuerdos internacionales que re gulan
categorías específicas de actividades peligrosas,
Deseando contribuir al desarrollo ulte rior del derecho internacional
en este campo,
794 J u l io B a r b o z a
Principio 8. Aplicación
1. Cada Estado debería adoptar las medidas legislativas, reglamen
tarias y adminis trativas necesarias para aplicar el presente proyec
to de principios.
2. El presente proye cto de pr incipios y las dis pos icione s de a pli
cación de be rían llevarse a efecto sin dis cr iminación alguna por
razón, por ejemplo, de nacionalidad, de domicilio o residencia.
3. Los Estados deberían cooperar entre sí en la aplicación del pre
sente proyecto de principios, de confor midad con las obligaciones
que les incumbe n.
Bibliografía
Capítulo 1
Ross, Alf, A te x tbook o f Inte rnational Law , Londres, Nue va Yor k, To-
ronto, 1947.
Suy, Eric, “Sur la définition du Dr oit des gens” , R G D I, octubre- diciem-
bre 1960, pp. 762- 772.
Vischer, Charles de, T eorías y re alidades en derecho inte rnacional p ú
blico, Barcelona, 1962.
White man, Marjorie M., Dige st o f Inte rnational Law , Publicación del
De partame nto de Estado 7737, Was hington, 1964.
Capítulo 2
Barberis, Julio A., Form ación de l derecho inte rnacional, Buenos Aires,
1994.
De Visscher, Charles, “La codification du droit inte r national”, Acade-
mie du droit inte rnational, Re cueil des Cours , 1925- L
El Erian, Abdullah, “His torical De ve lopme nt of Inte rnational Institu-
tions ” en M anual o f Public Inte rnational Law , editado por Ma x So-
rensen, Saint Mar tin Press, Nue va Yor k, 1968.
Hoff G. J. H., Re think ing the sources o f Inte rnational Law , Deventer
1983.
Jiménez de Aréchaga, Eduardo, Curso de derecho inte rnacional p úb li
co, Monte vide o, 1959.
Nguye n Quoc Dinh, Patrick Daillie r y Alain Pellet, Dro it Inte rnational
Public, 5a e dición, París, 1994.
Nussbaum, A., A concise history o f the Law ofN ations , Nueva York, 1954.
Nys, E., Les origines du droit inte rnational, T horin, 1894.
Pastor Ridrue jo, Curso de derecho inte rnacional, cit.
Schwarze mbe rge r, A M anu al o f In te rnatio n al Law , cuarta e dición,
Londres, 1960.
Sinclair , Sir Ia n, T he In te rn atio n al L aw Com m is s ion, Ca mbr idge ,
1987.
T hirlway H.W.A., Inte rnational Cus tom ary Law and Codification, Lei-
den 1972.
U. N. Publication, T he Work o f the Inte rnational Law Com m is s ion, 5a
edición, Nue va York, 1996
B ib l io g r a f í a 801
Capítulo 3
Capítulo 4
Anzilotti, Dionis io, II Diritto Inte rnazionale nel g iudiz i inte rni, Milán,
1926.
Blackstone, Commentaries on the Law o f England, Londres, 4a edición.
Fitzmaurice Sir Ge rald, “The General Principies of Inte rnational Law
Considered from the Standpoint of the Rule of Law” , Academie de
Dr oit Inte rnational. Recueil des Cours , 1957, II.
Jiméne z de Aréchaga, Curso de derecho inte rnacional, cit.
Moncayo y otros, Derecho inte rnacional público, cit.
Triepel, Hans , Volkerrechts und Lande srecht, Berlín, 1854.
802 J u l io B a r b o z a
Capítulo 5
Capítulo 6
Abi- Saab, Georges, “La coutume dans tous ses états” , Le droit interna-
tio nal a l'he ure de sa codification. Etude s en bonne ur de Robe rto
Ago, Milán, 1987.
Aftalión, Enrique R. y Vilanova, José, Introducción al derecho, cit.
Akehurs t, Michae l, “ Cus tom as a source of inte mational law”, Britis h
Yearbook o f Inte rnational Law , vol. 47, 1974.
Barberis, Julio A., Form ación de l derecho inte rnacional, Buenos Aires,
1994.
- - - - - , “Réflexions sur la coutume inte rnationale ”, en A nnuaire fran
jáis de droit inte m ational, XXV I - 1990- Editions du CNRS, París.
Barboza, Julio, “The Cus tomary Rule: fr om Chrysalis to Butterfly”, a
publicarse en el libe r am icorum del Dr. José María Ruda.
Cahie r, Philippe , “ Changements et continuité du droit inte ma tio na l”
Cours général. Academie de droit inte mational. Recueil, 1985 VI.
Conforti, Benedetto, A D I Curso General, Academie de Dr oit interna-
tional. Recueil, 1988, V.
Hagge nmache r, “ La doctrine des de ux éléments du dr oit coutumie r
dans la pratique de la Cour inte rnationale ”, en la Revue genérale du
droit inte m ational public, T. LXXXX, 1986.
Jiméne z de Aréchaga, “Inte rnational Law in the Last T hird of a Cen-
tur y”, R C A DI, 1 9 7 8 ,1 , Vol. 159.
Kelsen, Hans , “Theorie du droit inte mational coutumie r, Revue inte r
nationale , 1939, p. 263.
Nguye n Quoc Dinh, Daillie r y Pellet, Dro it inte m ational public, cit.
Reuter, Paul, Introduction au droit des traités, Coll. U, París, Armand
Colin, 1972.
Stern, Brigitte, “ La coutume au coeur du droit inte mational. Quelques
réflexions ”, París, 1987.
Vir ally , Mic he l, “ Panor ama du dr oit int e m a t io na l c onte mpor a in.
Cours général”, Recueil des cours de l’Academie de droit Inte rnatio
nal, 1983 - V- pp. 160- 170.
- - - - - , “The sources of Inte rnational La w” en M.Sorens en, M anual o f
Inte rnational Law , Londres, 1968.
804 J u l io B a r b o z a
Capítulo 7
Capítulo 8
Abi- Saab Georges, “Les sources du droit inte mational. Essai de décons
truction”, en El derecho inte rnacional en un m undo en trans form a
c ió n . H o m e n a je al pr o fe s o r E d u a r d o Jim é n e z de Ar é c ha g a ,
Fundación de Cultura Universitaria, Monte vide o, 1994.
- - - - - , “De la jurisprudence. Quelques reflexions sur son role dans le
céveloppement du droit inte ma tio na l” . Hom e naje al Profe sor don
Manue l Die z de Velasco, Ma dr id, 1993, pp. 19- 26.
Aíta lión, Enrique y Vilanoba, José, Introducción al derecho, cit.
Barberis, Julio A., La form ación de l derecho inte rnacional, cit.
Conforti, Benedetto, Derecho inte rnacional, cit.
Cour Permanente de Justice Inte rnationale - Comité Cons ultatif de Ju-
ristes, Proces- verbaux des séances du Com ité.
Moncayo y otros, Derecho inte rnacional público, cit., p. 76.
Mossler, H., “The inte mational Society as a Legal Community ” , RCA-
DI, t. 40 (1973- iv), p. 106.
Nguye n Quoc Dinh, Patrick Daillier y Alain Pellet, Dro it inte m ational
public, cit.
Pastor Ridrue jo,Cwrs o de derecho inte rnacional público y organizacio
nes inte rnacionale s, cit.
Sahovic Milán , “Raports entre facteurs matériels et facteurs forméis
dans la for mation du droit Inte r national”, Re cueil des Cours, T. 199
(1986- IV), pp. 171- 232.
Shachter O., “The De velopme nt of Inte rnational Law T hrough the Le
gal Opinions of the UN Secretariat” , 1948, p. 91 ss.
Skubiczewski, K., “L’élaboration des grandes conventions multilaterales
et des ins tr ume nts non conve ntionne ls a fonc tion ou a vocation
nor mative ” , A nnuaire de l'In s titut de dro it in te m atio nal, 1985, pp.
29- 241.
Sorensen, M., Les sources du droit inte m ational, Cope nhague , 1946.
T unkin, G., “ Inte rnational Law in the Inte rnational System”, Recueil
des Cours, T .147 (1975- ÍV), pp. 1- 218.
Virally, Miche l, “Panorama du droit inte mational conte mpor ain”, cit.
806 J u l io B a r b o z a
Capítulo 9
Arangio Ruiz, Gae tano, Gli e nti soggeti de ll’ordinam e nto internaziona-
les, Milán, 1951,
- - - - - , Diritto inte rnazionale e pe rs onalita giuridica, T urín, 1971.
Barberis, Julio A., Los sujetos de l derecho inte rnacional actual, Madr id,
1984.
Brierly, J. L., T he Lata o f N ations , cit.
Caflis h, Lucius, Les sujets du droit inte m ational, Ginebra, 1973.
Carrillo Salcedo, S oberanía del Estado y derecho inte rnacional, 2a edi
ción, Ma dr id, 1976.
Cheng, Gin, “Les sujets du droit inte mational”, M. Bedjahoui ed., Droit
inte m ational. Bilan et perspectives, T. I, París, 1991, pp. 23- 41.
Eustathiades, C. T., “Les sujets du droit inte mational et la responsabili
té internationale. Nouvelles tendances ” , Re cueil des Cours , (1953-
III), pp. 397- 633.
Institut du droit inte mational, A nnuaire 1897/1904.
Kelsen, Principios de Derecho inte rnacional público, cit,
Laute rpacht, Oppe nhe im 's Inte rnational Law , Londres, 1955.
Muge rwa, P. J. N., “Sujetos de derecho inte rnacional”. M anual de de
recho inte rnacional público, ed. Sorensen, México, 1973, pp. 260-
313.
Nguye n Quoc Dinh, Daillier y Pellet, Dro it Inte rnational public, cit.
Reuter, Paul, Derecho inte rnacional público, Barcelona, 1962.
- - - - - . Ins titucione s inte rnacionale s, Barcelona, 1959.
Re miro Brótons, Antonio, Derecho inte rnacional, Madr id, 1997.
Salmón, J. J. A., La reconnaissance d ’Etat, París, 1971.
Verdross, El derecho inte rnacional público, cit.
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Moor e , J.B., H i s t o r y a n d D i g e s t o f t h e I n t e r n a t i o n a l A r b i t r a t i o n s t o
w h i c h t h e U n i t e d S t a t e s h a s b e e n a P a r t y , Vol. I.
Pastor Ridr ue jo, C u r s o d e d e r e c h o i n t e r n a c i o n a l , c i t .
Re miro Brotóns , Antonio, D e r e c h o i n t e r n a c i o n a l , c i t .
Capítulo 14
Cahie r, Philippe , C o u r s g é n é r a l , c i t .
Cot, Jean- Pierre, “La bonne foi et la condus ion des traités”, R B D I , 1968.
J o u r n a l o f f i c i e l de la Sociedad de Nacione s , s uplemento n° 3, octubre
de 1920.
Re miro Brotóns , Antonio, D e r e c h o i n t e r n a c i o n a l p ú b l i c o , c i t .
Virally, Miche l, “La Charte des droits et devoirs e conomique s ”, en el
A n n u a i r e f r a n g a i s d u d r o i t i n t e r n a t i o n a l , 1974, p. 75.
Capítulo 15
García Arias, L., Las antigua* y las nuevas formas de la diplom acia,
Zaragoza, 1966.
Nas cimento e Silva, G.E., “The Vie nna Conference on cons ular Rela-
tions, T he Inte rnational and Com parativ e Law Quarte rly , 1964, pp.
1214- 1264.
Sepúlveda, C., “La diplomacia parlame ntaria y la for mación del nuevo
orde n jur ídico int e r nacional” , Hom e naje al profe s or M iaja de la
Mue la, Ma dr id, 1979, T .II, pp. 773- 791.
Torres Bernárdez, Santiago, “La- Conférence des Nations Unies sur les rela-
tions consulaires”, Annuaire fmqais de droit intemational, 1963, p. 78 y ss.
Vattel, Emmerich, Le droit de&gens, París, 1830, T. 2, Libro IV.
Capítulo 16
Aráuz Castex, Manue l, Derecho Civ il. Parte Ge ne ral, Buenos Aires.
Bidart Campos , Ge rmán, “Juris dicción Originar ia de la Corte en causas
concernientes a Embajadas extranjeras” , El Derecho 24/3/80.
Bidart Campos, Germán, Derecho Constitucional del Poder, Buenos Aires.
Brierly, J., T he law o f N ations , cit.
Cahier Philippe, Cours général, cit.
Conforti, Benedeto, Derecho inte rnacional, cit.
Delaume, Georges, “The foreign Sovereign Immunitie s Act and Public
De bt Litigation: some fifteen years later”, A m erican Jo urnal o f Inte r
national Law , vol. 88, N°2, abril 1994, p. 257.
Dreyzin de Klor, Adriana S., “ Comparecencia de un Estado extranjero
ante los tribunales argentinos. (Una oportunidad aprove chada)”, en
La Ley , I o de Septiembre d® 1995.
Golds hmidt, Werner, “La Corte Suprema de Justicia de la Nac ión en su
actual compos ición y el Derecho Internacional Público”, El Derecho,
t. 68, p. 233.
Grigera Na ón, H., “Nuevas orientaciones en materia de inmunidad de
jurisdicción de los Estados ” , en A nuario de Derecho Inte rnacional
Público, Vol. 1, 1981, p. 48.
Gutiérrez Posse, H.D.T ., “Inmunidad de Es tado”, Derecho Com parado,
1987, 6, p. 123.
B ib l io g r a f í a 811
He nkin, Louis y otros, Inte rnational Law . Cases and Mate rials , Nue va
Yor k, 1987.
He nkin, Louis y otros, Inte rnational Law . Cases and m ate rials , 2a edi
ción, 1987.
Inform e de la Com is ión de Derecho Inte rnacional sobre la labor re ali
zada en su 43° Período de Sesiones. (A/46/10).
Onetto, C., “Actual concepto de inmunidad soberana”, E l Derecho, 1 .193.
Zuppi, Alberto L., “La inmunidad soberana de los Estados y la e mis ión
de la deuda pública”, LL 6- 10- 92.
Zuppi, Alberto Luis, “La inmunidad jurisdiccional de los Estados ex
tranjeros ante los tribunales argentinos conforme a la ley 24.488” ,
El Derecho, 14 febrero 1996.
Capítulo 17
Ago, R., “Le délit inte r national” , Recueil des Cours, 1939, II, n° 68, p.
419 y ss.
- - - - - , S critti s ulla re s pons abilita inte m az ionale degli Stati. Publica
ción de la Facultad de Juris prude ncia de la Univers idad de Came rino
(tres volúmenes), 1978.
Anzilotti, Dionis io, T eoría generale de lla re sponsabilita dello Stato nel
diritto internazionale s pubblico, Vol. III, T. 1, Padua, 1956.
Barboza, Julio, “Necessity (revisited) in Inte rnational La w” , p. 33, en
“Essays in Inte rnational Law in honour o f Judge Manfre d Lachs, p.
33. The Hague , Boston, Lancaster, 1984.
Condore lli, L., “L’impputation á l’Etat d ’un fait inte rnationale me nt ¡li
cite: s olutions classiques et nouvelles tendances”, Re cue il des Cours,
1984, v. n° 189, pp. 9- 222.
Dupuy, Pierre- Marie, “Le fait génerateur de la responsabilité interna-
tionale des Etats ”, Recueil des Cours , 1984, v. n° 188, p. 9y ss.
- - - - , “Action publique et crime international de l’Etat, A propos de l’arti-
cle 19 du projet de la Commission de droit international sur la responsabi
lité des Etats”. Annuaire fraqais du droit international, 1979, p. 539 y ss.
“Obse rvations sur le crime inte rnational de l’Etat” , Revue générale
de Dro it Inte rnational Public, 1980, 2, p. 449 y ss.
812 J u l io B a r b o z a
Capítulo 18
A nuario de la Com is ión de derecho inte rnacional, 1983, vol. II, segun
da parte.
Brownlie, J., System o f the Law o f N ations : State re s pons ibility , parte I,
Ox for d, Clare ndon Press, 1983.
Docum e nts o f the Unite d N ations Conference on Inte rnational Organi-
zation, San Francisco, 1945, Londres - Nue va Yor k, 1945, vol. 6.
Informe de la Comisión de derecho internacional a la Asamblea General so
bre la labor realizada en su 45° período de sesiones, 1993, Doc. A/48/10.
Id. Sobre su 48° período de sesiones”, 1996, Doc A/51/10, p. 163.
Nguye n Quoc Dinh, P. Daillier y Alain Pellet, Droit Inte rnational Pu
blic, cit.
Revue générale de droit inte m ational public, tomo 15 (1908).
Capítulo 19
Capítulo 20
Agius, et al (eds.) Future Gene rations and Inte rnational Law , Earths-
can, London, 1998.
Alvarez, Ale jandro, League of Nations , Barcelona Conference, Verba-
tim Records and Texts Re lating to the Conve ntion on the Regime of
Navigable Waterways of Inte rnational Concern, Gine bra, 1921.
Barberis, Julio A. - Eduardo A. Pigretti, Régim en jurídico de l Río de la
Plata, Buenos Aires, 1969.
Barboza, Julio, Relator especial. Undécim o inform e sobre la responsa
bilidad inte rnacional por las consecuencias perjudiciales de actos no
p ro hib id o s p o r el de re cho inte rn ac io nal, Doc. A/ C N .4/468, del
25/4/1995.
Be djaoui, Mo ha m m e d (e d.), In te rn atio n al Law : A chie v e m e nts an d
Prospects. UNESCO and Martinus Nijhoff Publishers, 1991.
B ib l io g r a f í a 815
Boyle, A. y Birnie, P., & Inte rnational and the Env ironm e nt, Cla-
re ndon Press, Ox for d, 1994.
Caflisch, Lucius, “Regles générales de s pours d ’eau inte r nationaux”, en
Re cueil des Cours , t. 219 (1989- VlI)*p. 125 y ss.
- - - - - , “Developments in the Law- Inte mational Environme ntal La w” ,
1991; 104, Harv ard Law Review, p.«á484 y ss.
Diez de Velasco, Manuel, Instituciones de de re cho Internacional Público, cit.
Fitzmaurice, Sir Ge rald, “The GeneralmPíinciples of Inte rnational Law
Considered from the Standpoint of Rule of Law” , en Re cueil des
cours, Academie de Droit Inte rnatio««J, 1957, II.
Francioni 8c Scovazzi (eds.), Inte rnatiy m l Re s pons ibility for Env iron
m e ntal Harm , Gr aham & T rotman ]*ed., London, 1991.
Informe de la Comis ión de derecho int «»a c io na l sobre la labor realiza
da durante su 46° pe ríodo de s e s iona^’, A nuario... 1994, volume n II,
Segunda parte.
Re port o f the 48th. Conference, Nue va ip#rk, 1958.
Rousseau, Charles, Derecho inte rnacio&d público, Barcelona, 1966.
Sands, Philippe , Principies o f Inte rnat¡»*al e nv ironm e ntal law , Man-
chester University Press, (Manchesteagp Nue va York), 1995.
Schwarzenberger, Inte rnational Law , cit.
Schwebel, Stephen M., Re lator especial»*M>rimer Informe sobre el dere
cho de los usos de los cursos de agt*Mnternacionales para fines dis
tintos de la na ve ga c ión” , A nuarim «de la C o m is ión de De re cho
Inte rnacional, 1979, Vol. II, I a parte.
Shaw, Ma lcolm N., Inte rnational Lai- upA'' edición, Cambridge Univer
sity Press, 1997. (Cap. 15).
T ratados, 1911, T .VIII.
Van De rvort, T homas R., Internatiow d> Law and Organiz ation, Sage
Publications , T hous and Oaks , 1998*fCap. 8).
White man, Marjorie M., Digest o f In tm tatio n al Law , Publicación del
De partame nto de Estado, cit.
Capítulo 21
Colombos , C. John, “The Inte rnational Law of the Sea”, Sexta edición,
Longmans Green and Co. L I D, 1967.
Dupuy, René Jean, L ’o c e a n p a r t a g é , París, 1979.
Levy, Jean- Pierre, “La Conference des Nations Unies sur le Dr oit de la
Me r ”, P u b l i c a t i o n s d e l a R G D I P . N o u v e l l e S e r i e , n° 38, París, 1983,
p. 33 y ss.
Orrego Vicuña, Francisco, “Zona Económica Exclus iva”, R e c u e i l d e s
C o u r s , Academie de dr oit Inte r nationa l, 1966, IV, T. 199, p. 20 y ss.
Pastor Ridr ue jo, D e r e c h o i n t e r n a c i o n a l p ú b l i c o , c i t .
Queneudec, Jean- Pierre., “La remise en cause du Droit de la Me r” en A c t ú a -
l i t e s d u D r o i t d e l a M e r . C o l l e q u e d e M o n t p e l l i e r , París, 1973, p. 31 y ss.
Riphagen, Wilhe m, “ La navigation dans le nouveau droit de la mer”, R e
v u e G e n é r a l e d e D r o i t i n t e m a t i o n a l p u b l i c , n° 39, París, p. 140 y ss.
T e rc e ra C o n f e re n c ia d e la s N ac io n e s U n id as so b r e e l D e re c h o d e l M ar.
D o c u m e n t o s O f ic iale s. Vol. I y III.
Capítulo 22
N a c i o n a l d e L a P l a t a , Año 1996.
marzo de 1993).
- - - - - , Inf. 7 (Informe de la Conferencia de Naciones Unidas sobre las
poblaciones de peces cuyos territorios se encuentran de ntro y fuera
de las Zonas Económicas Exclusivas y las poblaciones de peces alta
mente migratorios).
B ib l io g r a f í a 817
Capítulo 23
Alcalá Zamor a, N., Paz M undial y Organiz ación Inte rnacional, Buenos
Aires, 1946.
Barberis, J. A., Los Sujetos de l Derecho Inte rnacional A ctual, Madr id,
1984.
Carrillo Salcedo, J. A., El derecho inte rnacional en un m undo en cam
bio, Madr id, 1984.
Conforti, Benedeto, Derecho Inte rnacional, cit.
Diez de Velazco, Manuel, Instituciones de Derecho Internacional Público, cit.
8 18 J u l io B a r b o z a
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Prólogo 9
i) La s oberanía estatal 27
ii) La igualdad jurídica de los Estados 27
iii) El e quilibrio del pode r 27
iv) Otros desarrollos del derecho de gentes 27
2. De l Congreso de Vie na a la Primera Guerra Mundia l 28
a) El Dire ctorio europeo 28
b) El Concie rto europeo 30
c) El derecho inte rnacional 32
3. Desde el fin de la Primera Guerra Mundia l hasta
nuestros días 33
a) La Sociedad de Naciones 33
i) Antecedente: el Concierto europeo 33
ii) Vocación de universalidad 34
iii) El régimen de mandatos 35
iv) Protección de minorías y refugiados 35
v) La Corte Permanente de Justicia Inte rnacional y la OIT 35
v i ) Balance de la Sociedad de Naciones 35
b) Las Nacione s Unidas 36
c) La es tructuración de la Comunida d inte rnacional 36
d) El desarrollo del derecho 40
i v ) El individuo 166
3. Los Estados. Condicione s del Estado 167
a) La población 167
b) El territorio 168
c) El gobierno 170
d) La soberanía 170
e) La ide ntidad del Estado 172
4. Formas de organización de los Estados 173
a) El Estado federal 174
b) La confede ración 174
5. Estados sin pe rsonalidad inte rnacional o con pe rsonalidad
parcial 175
a) Protectorados y Estados vasallos 175
b) Mandatos 175
c) Fideicomisos 176
d) Estados Miembros de una federación 177
e) Estados y territorios ne utralizados 178
6. Re conocimie nto de Estados 179
a) Doctrinas 180
i) Cons titutiva 181
830 J u l io B a r b o z a
c) El d a ño 395
d) El d e s d o b la m ie n t o de la r e s p o ns a b ilid a d 39 6
3. Las nue vas r e lacione s jur íd ic a s 397
¿U n ic id a d o p lu r a lid a d de r e lacione s ? 397
4. C a lific a c ión de la ilic it u d p o r el de r e cho in t e r n a c io n a l 399
B. Los e le me ntos de l he c ho ilíc it o 40 0
1. El he c ho de l Es ta do 400
a) La a t r ib u c ión de un a c o n d uc t a al Es ta do 401
i) Los ór g a no s de l Es ta do 40 1
ii) Pe r s onas o e ntidade s que e je rce n a tr ib uc io ne s
de l p o d e r p úb lic o 402
iii) Or g a n o s pue s tos a d is p o s ic ión de un Es ta do
p o r o tr o Es ta do 40 3
iv) Ac t u a c ión ultra vires o c o ntr a ins tr uccione s
de ór g a no s de l Es ta do 404
v) C o m p o r t a m ie n t o d ir ig id o o c o n t r o la d o p o r el Es ta do.
La n o c ión de c o ntr o l 405
vi) C o m p o r t a m ie n t o b a jo la d ir e c c ión o c o n tr o l
de l Es ta do 407
ini) C o m p o r t a m ie n t o e n cas o de aus e nc ia o de fe cto
de a ut o r id a d e s oficiale s 407
vüi) C o m p o r t a m ie n t o que el Es ta do r e conoce y a d o p t a
c o m o p r o p io 40 8
ix ) C o m p o r t a m ie n t o de u n m o v im ie n t o ins ur r e cc io nal
o de ot r a índ o le 40 9
x ) He c ho s de u n a o r g a n iza c ión in t e r n a c io n a l 4 1 0
2. El e le me nto o b je tivo (la ilic it u d ) 411
a) La v io la c ión de u n a o b lig a c ión in t e r n a c io n a l 41 1
b) La v io la c ión de una o b lig a c ión c o m o c r im e n in te r n a c io n a l
de l Es ta do 41 3
c) La r e s p o ns a b ilid a d de l Es ta do e n r e la c ión c o n la v io la c ión
p o r o t r o Es ta do de u n a o b lig a c ión in t e r n a c io n a l 41 8
C. Cir c uns ta nc ia s que e x cluye n la ilic it u d 42 0
1. In t r o d u c c ión 420
2. Las c ir cuns ta ncias e x ime nte s 42 1
a) El c o ns e nt im ie nt o 421
840 J u l io B a r b o z a
d) El daño 484
e) La re paración 485
f) La cesación 486
g) La colectivización de la responsabilidad sine de licio 487
h) Conclus ión 488
4. La responsabilidad por daño causado en el derecho
internacional general 489
a) El daño transfronterizo causado con culpa lato sensu 490
b) La re s pons abilidad sine delicto por el daño
transfronterizo 491
c) La soberanía te rritorial 492
d) El enriquecimiento sin causa 493
e) Los principios generales del derecho 494
f) Los tratados. Los pagos ex gratia 494
g) Dos técnicas de prevención 495
h) El equilibrio de intereses 496
5. El tratamie nto del tema en la Comis ión
de derecho inte rnacional 497
a) La prevención 497
b) La res ponsabilidad 499
6. Conclusiones 500
v ) Islas 535
844 J u l io B a r b o z a
3. Organos 630
a) El Consejo de Seguridad 630
i) Re s pons abilidad pr imordial 630
i i ) Mie mbros y votos. El veto 630
i i i ) Resoluciones y poderes 630
Anexos
Ane xo 1: Re s olución 56/83 apr obada por la Asamblea
General. Re s pons abilidad del Estado por hechos internacionalmente
ilícitos 765
Anexo 2: Prevención del daño transfronterizo resultante
de actividades peligrosas 785
Ane xo 3: Proyecto de principios sobre la asignación
de la pérdida en caso de daño transfronterizo resultante
de actividades peligrosas 793
Bibliografía 799
Indice 823