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Introducción
Desarrollo
Para avanzar en la distinción niño – menor recurriremos al trabajo del Dr. Emilio
García Méndez quien, tomando las investigaciones del historiador Philippe Aries,
explica que la concepción occidental que manejamos de “infancia” es una
compleja construcción social nacida en el siglo XVII. La infancia entonces, es
descubierta por lo que no puede y por lo que no sabe: sus incapacidades, que a
su vez la diferenciarán de la vida adulta. Esta modalidad será la característica
central de su función, la de quien nada aporta, produce ni sabe. El infante, en
tanto incapaz, perderá palabra, no tendrá voz y mucho menos decisión sobre su
vida. Pero, sobre todo, tampoco se le asignaría responsabilidad alguna, la cual
será asumida por el tutor. Esto tendrá particular importancia, cuando se hable
del menor, una subcategoría del niño, bajo el control del Estado.
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No son extraños sucesos políticos coyunturales de cambios de nombres de instituciones o programas, con
nula eficacia en la realidad operante. Esto llega a casos extremos donde se le cambia el cartelón de entrada a
un llamado “Instituto de Menores”, para cambiarlo por otro más coqueto y llamativo de “Centro de
Orientación Socio-Educativo”, haciendo un hermoso y escueto acto de apertura en la vereda del centro, mas
nada se modifica puertas-adentro. El personal sigue con su escaso entrenamiento y capacitación; el programa
institucional es el mismo (a excepción del nombre) y el objetivo institucional el mismo esquema de control
que en los días, meses y años previos. Este relato no es sino un posible de muchos sobre cómo en los hechos
un sector de la infancia sigue siendo tratado como “minoril”, aunque su discurso diga lo contrario.
En efecto, la concepción de “menor” implica a una infancia – adolescencia,
objeto de derecho que, inmersa en la llamada Doctrina de la Situación Irregular,
es víctima de una acción judicial indiscriminada (tutela) sobre muy diversas
situaciones de dificultad. Así, encontraremos que el trato que reciben los
denominados menores es indistinto, hayan cometido acciones que el Código
Penal tipifica como delitos o hayan sido objeto de abandono material o moral.
Esta infancia, objeto de tutela por parte del Estado, se ubica en una forma
positivista brutal de instalar institucionalidad, con el objetivo de lograr el control
social de la pobreza. Es así que el menor es entendido como objeto pasivo y
pasible de intervención y control social, consecuencia de pertenecer a una
familia “mal constituida” que, por lo tanto, no puede ejercer las funciones
socialmente establecidas. Así, el control social estatal cuidará a aquellos niños y
niñas que, desde su concepción, requieran ser prevenidos de un supuesto
riesgo… Se entenderá por tal lo que el efector o representante del Estado
entienda, con sus prejuicios, idiosincrasia -y hasta beneficios particulares, en
algunos casos- y criterio. La determinación de ese supuesto riesgo será
enteramente estatuido por el órgano de tutela, y el de su cese también. De este
modo el riesgo del niño o niña será potencialmente doble, de estar en dicha
situación y el de ser visto en riesgo, sin palabra y sin protección alguna ni
representación de su persona ante un tribunal irrefutable, irreprochable e
inapelable.
Identidad Latinoamericana
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También en: “Introducción a la Clínica de la Vulnerabilidad Psico-Social”. En el Curso sobre “Alternativas
al Control Social Punitivo-Institucionalizado. Capacitación laboral como operador en Comunidad", Octubre
de 1995. Sec. de Extensión, Universidad Nacional de La Plata.
Aborígenes 1° Frente Colonizador: Ibéricos
Portugueses y españoles
IDENTIDAD
LATINOAMERICANA 2º Frente
Estos grupos fueron todos marginales de sus propios sistemas propios de sus
respectivos lugares, o bien expulsados o bien resistentes a sus espacios de
integración social, con lo cual se han conformado endoculturalmente de modo
resistencial, marginal, en modelos solidarios grupales de subsistencia. La
mayoría de nuestros niños devenidos en menores por la intervención del Estado
Tutelar, provienen de estos grupos no suficientemente integrados al conjunto
social.
En este marco cabe sostener la hipótesis, desde una mirada que pueda dar
cuenta de los atravesamientos subjetivos, del peso significativo que estas
sucesivas conquistas tuvieron y tienen hasta hoy día en todos y cada uno de
nosotros. Sabemos que la constitución de nuestra identidad no empieza con el
nacimiento sino que, todo lo que conforma la historia social y cultural, también
forma parte de ella.
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En Domínguez Lostaló, Juan Carlos (1998): Los pibes marginados. Editorial Homero. Generación 2000-
UNICEF. 2° Edición de Cuadernos del Caleuche. La Plata. En proceso de Reimpresión por Koyatun Editorial.
Muchos criminólogos latinoamericanos y europeos han aportado diversas
definiciones del concepto de control social. Tomaremos la sugerida por Lola
Aniyar de Castro4, que sostiene que el control social implica todas las medidas
tendientes al mantenimiento y reproducción del orden socioeconómico y político
establecido.
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Ver Domínguez Lostaló, J. C. (1995): Introducción a la Clínica de la Vulnerabilidad Psico-Social. En
el Curso Alternativas al Control Social Punitivo-Institucionalizado. Capacitación laboral como operador
en Comunidad. Octubre de 1995. Universidad Nacional de La Plata y Domínguez Lostaló, J. C.; Di Nella,
Y.: (1996) ¿Es necesario encerrar? El derecho a vivir en comunidad. La Plata. Cuadernos del Caleuche.
1° Reimpresión en Koyatún Editorial. Buenos Aires. 2007.
tiempo, sólo estamos en condiciones de ubicar la acción, ya que aún no
podemos hablar de decisión en términos subjetivos, lo que implicaría el acto en
sí mismo.
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Ver Domínguez Lostaló, J. C.: (1997): Vulnerabilidad. Ficha de la Cátedra Psicología Forense. UNLP.
(Resumen de clases en el Curso de Extensión Universitaria «Alternativas al Control Social Punitivo-
Institucionalizado: Capacitación Laboral como Operador en Comunidad”. P.I.F.A.T.A.C.S. Sec. de Extensión
Universitaria de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP) y Domínguez Lostaló,
J. C.: (1999): “Derechos Humanos en la Administración de Justicia de Menores: de la Clínica de la
Peligrosidad a la Clínica de la Vulnerabilidad”. En Revista Alter-Nativas del Control Social. Año 1 Nº 1.
1999. Ediciones Cuadernos del Caleuche. Revista Latinoamericana de la Cátedra de Psicología Forense
UNLP.
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Corach, Irene & Wulfsohn, Alicia. “Derecho de Niños y Jóvenes: Un contrapunto de las leyes de Patronato y
de Protección Integral” Trabajo presentado en el IV Congreso Latinoamericano de Psicología Jurídica y
Forense V.4.0, marzo - abril de 2007.
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Para más detalle sobre esta conceptualización, sugerimos la lectura del libro El estilo y el acto, de Alejandro
Ariel.
en 1994, mediante su inclusión en la Reforma de la Constitución Nacional), es
absolutamente diverso al de menor. Esta incorporación hizo además que la Ley
Agote entrara en definitiva contradicción, con la caída consecuente de sus
concepciones, antes expuestas: la infancia, como objeto de derecho; el uso del
término menor, la infancia como objeto de tutela por parte del Estado.
La Ley 26.061, de Protección Integral de los Derechos de los Niños, las Niñas y
los Adolescentes, se sancionó en el año 2005 y se reglamentó en el 2006 y su
creación obedece a la incorporación de la Convención en el artículo 75, inciso 22
de nuestra Constitución Nacional.
Vale aclarar que la Ley 114 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de igual
nombre que la Nacional, fue sancionada en 1998 y promulgada en 1999 y su
espíritu transita la misma línea que la 26.061 y, por ende, la Convención y en su
artículo 43 contempla la Desjudicialización de la Pobreza, incorporando en su
texto el concepto de vulnerabilidad.
Conclusiones
Bibliografía
Angelini, Silvio Oscar & Di Nella, Yago: (2007) Criminología: seguir soñando
sabiendo que se sueña. En este volumen.
García Méndez, Emilio & Bianchi, María del Carmen y otros: (1992) Ser niño en
América Latina: de las necesidades a los derechos. UNICRI-Editorial Galerna.