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CRIMINOLOGIA DE MENORES

Como señalara López-Rey, los márgenes de la delincuencia juvenil han tenido un


carácter difuso durante bastante tiempo, al existir discrepancias entre su conceptuación legal y
su entidad sociológica; razón por la cual el Segundo Congreso de Naciones Unidas para la
prevención del delito y tratamiento del delincuente, celebrado en Londres en 1960, se
pronunció en el sentido de que dicha expresión debía restringirse, tanto como fuese posible, al
estricto campo de la violación del derecho positivo penal y, paralelamente, ni siquiera con
fines proteccionistas, deberían crearse por las distintas legislaciones nacionales conductas
tipificadas de delincuencia joven que no estuviesen prohibidas en el campo de los adultos.

Los delincuentes juveniles han de responder por sus actos ante la justicia, ningún país deja de
castigar a sus infractores, y el hecho de que estos sean jóvenes no cambia las cosas, donde sí
se produce una variación es en el modo de proceder con las sanciones -a las que en el ámbito
del menor se denomina “medidas”- las cuales han de ser diferentes a las aplicadas a los
adultos.

En el ámbito juvenil, el objetivo principal de todos los intervinientes en el sistema va dirigido


hacia un propósito educativo o de reeducación, lo que significa que el castigo debe ser
secundario frente a la actividad de enseñar para conseguir que el menor infractor se forme
como una persona plenamente responsable y socialmente competente. Dos términos tienen
una gran relevancia dentro del sistema de justicia juvenil: la responsabilidad y la educación o
competencia social.

a) La responsabilidad.- en la actualidad la ley insiste en que el menor infractor se haga


responsable, esto quiere decir que compete a él hacer el esfuerzo de procurar vivir sin
violar las normas sociales, se ha de “hacer cargo” de los perjuicios.
b) La competencia social.- para hacer responsable a un menor no es suficiente que se
enfrente al daño causado, no basta con ver y escuchar el reproche por parte de la
víctima o de la comunidad, será necesario además que se modifiquen sus necesidades
criminógenas.

Las teorías sobre criminalidad, violencia y juventud

Tratar el tema de la criminalidad juvenil suele traer a la luz varias concepciones comunes sobre
los jóvenes, en particular, y sobre los seres humanos, en general. Ciertamente, los jóvenes que
cometen acciones reñidas contra las leyes son una población en riesgo, mas ¿será que el aura
de peligrosidad construida alrededor de estos jóvenes influye en la percepción general que se
tiene de la juventud? Es decir, puede que se construya una imagen de los jóvenes que los
presente como peligrosos a partir de las características de un grupo de ellos.

1. Enfoque epistemológico para la investigación

Cuando se intenta dar cuenta de algún fenómeno, social o de cualquier índole,


enfrentamos una tensión al intentar lograr que nuestras afirmaciones se correspondan
con aquello que describimos, es decir, con la realidad o el referente externo a nuestra
elaboración mental. Aquel referente es un hecho problemático en sí mismo, ya que
podría ser estático –siempre idéntico a sí mismo– o variable, o podría anclarse en un
sustrato ideal o material. Esta divergencia –aquí enormemente simplificada– sobre
cómo abordar la realidad se encuentra en la base de múltiples y opuestas propuestas
para el estudio de la naturaleza en su sentido más amplio.

2. La criminalidad: un fenómeno complejo y elusivo

El crimen, entendido –de modo general– como una forma de acto antisocial al que
corresponde una sanción, es un fenómeno tan antiguo como la existencia de las
sociedades más primitivas. Los actos antisociales han sido definidos, clásicamente,
como aquellos que impiden o hacen dificultosa la reproducción social. Freud [1856-
1939](1975) habló de tabúes universales que expresarían las prohibiciones más
fundamentales de toda sociedad, el más difundido de ellos sería el incesto; pero habría
otros, como el asesinato y canibalismo. Estas trasgresiones debieron ser prohibidas y
castigadas en una época, en la cual el principal objetivo de nuestra especie sería la
«reproducción del hombre por el hombre» (Sloterdijk, 1994) o –en palabras más
simples– la supervivencia.

Como síntesis podríamos definir la desviación como el comportamiento o conducta


que viola el código normativo observado por un grupo y que éste espera sea cumplido
por el individuo, que ahora se convierte en sujeto activo de la citada trasgresión.

Todo ello es fruto de la ruptura, por parte de este individuo, con el sistema
establecido. Hay diversas teorías o criterios doctrinales que intentan explicar las
causas de inadaptación del menor, entre estas podemos destacar:
- Teoría del conflicto cultural. Cuando los niños aprenden los nuevos comportamientos
sociales y las normas a distinta velocidad, sobre todo en periodos cortos de tiempo, es
cuando surgen los conflictos de valores. Los niños nacen y crecen integrados en una
cultura particular y desde el momento del nacimiento las costumbres en las que han
nacido configuran su experiencia y comportamiento.

Las personas adultas se preocupan por socializar a sus hijos desde pequeños en una
conducta aceptable para el grupo.

- Teoría del control. Hará referencia al no respeto a la ley, intentando explicar por qué
algunos sujetos no inhiben tendencias delictivas cuando otros sí lo hacen desde la
perspectiva de los vínculos con el orden social.

- Teoría de la asociación diferencial o del refuerzo diferente, los menores cometerían


las infracciones si han aprendido antes actitudes antisociales, cuando estas se
presentan y definen como deseables o como aceptables.

- Teoría de la oportunidad diferencial. La delincuencia de los menores dependería del


acceso diferencial a los medios legítimos para integrarse socialmente.

- Teoría de las subculturas. Los menores delinquen para conseguir los bienes deseables
por la sociedad, construyendo un sistema alternativo que les permita acceder a
objetivos que no les son realmente accesibles por las vías convencional y
mayoritariamente asumidas como legítimas.

- Teoría de la desorganización social. Las infracciones se cometen como consecuencia


de la desorganización social a causa del subdesarrollo económico en barrios,
vecindarios, que producen insolidaridad, etc.

- Teoría de la anomia. Es la misma estructura social la que realiza cierta presión sobre
los miembros de la sociedad que les empuja a delinquir. La anomia, que
etimológicamente significa ‘sin ley’, es en realidad un caso específico de desviación,
porque los comportamientos disconformes tienen origen, en muchas ocasiones, en un
contexto anómico.
Es una situación que puede surgir en periodos de rápida transformación social y
política en los que resulta difícil saber qué pautas o normas sociales y jurídicas deber
ser seguidas. Dentro de este ámbito de anomia debe incluirse también la situación de
la persona la cual se califica como marginal, que vive entre dos o más culturas
diferentes, siguiendo unas veces las pautas de una y otras, como es el caso de las
minorías étnicas.

- Teoría del gradiente ecológico. Es la que toma en consideración ciertas características


físicas y sociables de los barrios, como por ejemplo las zonas industriales y los
asentamientos de inmigrantes. En cierta manera podríamos hablar a su vez de una
teoría de la marginación social que puede ser entendida como la situación psicosocial
en la que se ve envuelta una persona en virtud de la insuficiencia de recursos, la
precariedad o total ausencia de status social y la exclusión total o parcial de las formas
de vida mínimamente próximas a las del modelo prevalente en la comunidad. La
marginación no puede confundirse con situación delincuencial, aunque sí es cierto
que, con gran frecuencia conduce a ella.

- Teoría del etiquetado. El menor interioriza y asimila el rechazo del que es objeto y
empieza a asumir tal etiqueta, y en consecuencia, inicia una actuación acorde con la
definición que sufre.

En algunos países la delincuencia juvenil es una calificación que se obtiene de aplicar


definiciones del Código Penal cuando esas infracciones son cometidas por menores de
edad, en otros, la delincuencia juvenil incluye una gran variedad de actos en adición a
los que se encuentran enumerados en sus leyes de fondo. Con lo que, las estadísticas
de ciertos países se encuentran artificialmente abultadas en lo que respecta a la
delincuencia juvenil, mientras que en otros no reflejan esas estadísticas, sino un
limitado número de conductas desviadas.

Las causas y factores de la delincuencia juvenil

La criminalidad de los menores ha sido denominada como “expresiva” o “simbólica”,


también como “mensaje” a diferencia de la criminalidad de los adultos, los cuales se
centran más en el carácter práctico o meramente utilitarista del delito. En la mayoría
de los casos, la comisión de hechos delictivos por parte de los menores es de escasa
gravedad y tienen un carácter aislado, podemos decir que son un episodio más en la
vida de los jóvenes, que en cuanto completan su desarrollo y son ya adultos no
vuelven más a cometer más delitos.

En los últimos años se está dando una gran importancia a la hora de valorar los
aspectos cognitivos interpersonales en la descripción del carácter del delincuente
juvenil como una forma de establecer eficaces programas de prevención que a su vez
nos permitan elaborar modelos educativos que faciliten una eficaz reeducación de los
menores.

La comprensión de las causas actuales de la comisión de delitos por los menores exige
atender a los cambios sociales; el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales ha
destacado.

- Descenso de la marginalidad económica. Ningún menor delinque para comer.


- Disminución del problema gitano.
- Aparición de menores infractores cuyos padres tienen graves problemas familiares.
- Descenso del tiempo invertido por parte de los padres con los menores infractores
así como descenso del nivel de interacción familiar.
- Menos control social en el proceso de socialización.
- Transmisión de la justificación del delito de padres a hijos.
-Incremento de la independencia y de la inseguridad, condicionantes del aumento de
la agresividad.
-Descenso de la influencia de la escuela como variable socializadora.

Estas variables producen una serie de delitos entre los que podemos destacar:

- Aumento de delitos producidos por problemas psicológicos y psiquiátricos.


- Aparición de menores ludópatas.
- Aparecen menores infractores en todas las zonas económicas.
- Se producen una tendencia al aumento de las agresiones por causas xenófobas.
- Robos de producto de marca, centros comerciales.
- Los actos de violencia extrema, como por ejemplo, homicidio y asesinato son muy
bajos entre los menores y jóvenes17.
El desarrollo de los individuos no se da en forma aislada, ya que viven y se
interrelacionan en distintos ámbitos, como la escuela, la familia, los grupos de pares y
otras instituciones o situaciones que influyen en forma directa o indirecta en el
desarrollo de las personas, y cuyas características pueden convertirse tanto en factores
protectores, como de riesgo. En la actualidad se define estar en “riesgo psicosocial”
como un estado complejo, que es definido por la intervención de múltiples
situaciones.

Las causas y los factores de la delincuencia juvenil son muy heterogéneos (culturales,
sociales, psicológicos, psiquiátricos etc.) podríamos citar entre otros los siguientes21:

a) La disgregación de la vida familiar, la falta de vigilancia del padre, madre o ambos,


el ambiente corruptor de las grandes ciudades, la educación deficitaria o errática
que han recibido, educación excesivamente tolerante, exceso de pedagogismo, las
amistades que han tenido los menores, los ambientes frecuentados, los periodos
de crisis económicas, etc.

b) Los valores de discernimiento y comprensión son adquiridos, nadie nace con ellos,
se aprenden en el seno de la familia y en el proceso de socialización. Los menores
se encuentran en una etapa de maduración lo cual trae consigo una cierta
inseguridad ante la sociedad, tienen el deseo de ser adultos y al no conseguirlo
realizan conductas antisociales.

Es una etapa caracterizada por la crisis, el cambio de conducta, los conflictos


internos y externos. Tienen un papel fundamental los componentes propios de la
condición evolutiva23. Podemos decir que la delincuencia juvenil estaría muy
unida a los procesos propios de la madurez, en los que se producen numerosos
cambios biológicos, psicológicos y sociológicos.

Un factor a tener en cuenta es que en la adolescencia al menor le suele faltar la


fuerza de voluntad necesaria para resistirse a la presión de los motivos que le
llevan a delinquir. Le falta la capacidad de inhibirse.
c) Las necesidades económicas, que hacen que el padre tenga que trabajar con
pluriempleo y la madre trabaje fuera del hogar en jornadas laborales casi siempre
excesivamente largas. Esto provoca que el joven crece desatendido o atendido
inadecuadamente, carente de afecto y apoyo de los padres.

d) La falta de comunicación entre padres e hijos. La familia es un factor principal


en el proceso de socialización del menor y es el medio de comunicación de los
valores sociales.

e) La frustración que se produce en el menor cuando pone todo su interés y afán


en conseguir unas metas u objetivos y estos no se consiguen. Puede tener como
consecuencia y efecto una conducta violenta, en forma de descarga,
desproporcionada.

f) La emigración que conlleva la salida del padre de familia fuera de su país y


repercute sobre la formación de los jóvenes, el cambio de ambiente que se
produce de una manera inadecuada puede ser inadaptativo.

i) La falta de vigilancia o cuidados paternos y maternos, la injusticia en los castigos


o las represiones familiares o en los mismos centros donde el menor estudia o
trabaja. Los factores sociales que generan marginación para el menor pasan la
mayoría de veces por la familia: hábitat empobrecido, vivienda deficiente, falta de
empleo familiar, bajo nivel cultural de los padres, drogodependencias en la familia,
falta de atención o malos tratos al menor.

j) Los medios de comunicación de una forma recurrente y reiterativa


“bombardean” y agobian a los jóvenes con una serie de ofertas y estímulos (ropa
de moda, deportes, motos, viajes, etc.) que generan numerosas apetencias y
deseos sin que después se tenga al alcance los medios efectivos y apropiados para
satisfacer los deseos generados en el menor. Los jóvenes consideran que la
sociedad actual les exige cada vez más. La misma sociedad promete a los jóvenes
grandes cosas materiales y espirituales y a estas promesas se opone una realidad
distinta.
En este apartado también podríamos incluir el cine o televisión: que es una clase
de dos horas, por lo menos, acerca de los temas frecuentes de las películas:
crímenes, adulterios, seducciones, amores, enseñanza sobre caricias,
obscenidades, desarrollo de pasiones innobles como el odio, la venganza, el
rencor.

k) Los menores y los jóvenes al estar en un periodo de aprendizaje aprenden


conductas a través de la imitación. Los menores se comportan violentamente
porque es “lo que ven hacer a otros”. Esto se puede asociar también a la idea de
que el hombre ha de ser duro, agresivo, dominante que utiliza la fuerza.

l) La competencia que se produce durante el curso de la vida, donde se producen


ganadores y perdedores, verdugo y víctima, el dominador y el dominado.

m) El concepto del otro y de lo otro: que suele marcar las fronteras entre los unos
y los otros (homosexuales, negros, mujeres, ancianos etc.), a los que
equivocadamente se considera que “no sienten como nosotros, que no tienen
nuestra misma.

El perfil del delincuente juvenil

Con todos los aspectos enumerados en apartado anterior podemos desarrollar el


perfil del delincuente juvenil. Atendiendo a sus rasgos peculiares de personalidad
o de índole psicosocial, se señala tres categorías tipológicas de los menores
delincuentes29:

a) Es una primera categoría la definida por rasgos de anormalidad patológica. En


ella podrían incluirse: Menores delincuentes por psicosis, menores
delincuentes por psicopatías, menores delincuentes por neurosis, menores
delincuentes desinhibidos por enfermedad orgánica, menores delincuentes
por «autorreferencias sublimadas» de la realidad, menores delincuentes por
agudas toxicomanías.

Realizaremos una breve descripción de algunos de estos grupos:


- Menores delincuentes por psicopatías: aquí el punto de referencia lo constituye
la existencia de alguna de las formas de psicopatía, entendida como la patología
integrada, conjuntamente, de la incapacidad de quien la padece de sentir o
manifestar simpatía o alguna clase de calor humano para con el prójimo, en virtud
de la cual se le utiliza y manipula en beneficio del propio interés, y de la habilidad
para manifestarse con falsa sinceridad en orden a hacer creer a sus víctimas que es
inocente o que está profundamente arrepentido, y todo ello, para seguir
manipulando y mintiendo.

Ello trae consigo la incapacidad del menor de adaptarse a su contexto y actuar


como tal, porque el trastorno de la personalidad que sufre, le impide inhibirse
respecto de conductas o comportamientos contrarios a las normas. El menor
psicópata tiende a perpetrar actos antisociales según la orientación nuclear de la
propia psicopatía, siendo de destacar en este sentido los actos que expresan
frialdad y crueldad por parte del sujeto.

- Menores delincuentes por neurosis: la neurosis consiste en una grave


perturbación del psiquismo de carácter sobrevenido y que se manifiesta en
desórdenes de la conducta, pudiendo ser su origen muy diverso como fracasos,
frustraciones, abandono o pérdida de seres muy queridos, etc.

b) En una segunda categoría englobaríamos la integrada por rasgos de


anormalidad no patológica. En ella entrarían: Menores delincuentes con trastorno
antisocial de la personalidad, menores delincuentes con reacciones asociales
regresivas, menores delincuentes con reacciones de huida, y menores
delincuentes victimizadores de personas especialmente vulnerables.

- Menores delincuentes con trastorno antisocial de la personalidad: se trata de


menores con factores como la hiperactividad, excitabilidad, ausencia de
sentimiento de culpa, culpabilidad con los animales y las personas, fracaso escolar,
y como característica asociada podemos mencionar que son poco o nada
comunicativos.

Una de las principales causas de este trastorno es la ausencia o la figura


distorsionada de la madre, aunque el papel del padre puede tener su importancia,
ya que el crecer sin la figura paterna puede acarrear al niño nocivas consecuencias
que afectan al campo de la delincuencia.

En muchos casos se trata de menores que viven en la calle, en situación de


permanente abandono, porque nos encontramos con menores que, a su edad,
acumulan graves frustraciones, rencores y cólera contra la sociedad, y que tienen
un mismo denominador común: el desamor, la falta de comprensión y de cariño,
así como de atención y cuidado de sus padres.

b) En la tercera categoría haríamos referencia a los menores delincuentes con


rasgos de personalidad estadísticamente normales o próximos a la
normalidad. Sólo afectados por situaciones o circunstancias disfuncionales que
no perturban de manera especialmente anormal, ni la conciencia, ni la
capacidad espontánea de decisión ni la emotividad o afectividad.

Dentro de esta categoría tipológica (potencialmente derivadora de múltiples y


variadas tipologías o subtipologías) ha de circunscribirse la mayor parte de los
menores delincuentes. Entre estos podemos citar:

- Aquellos que llevan a cabo simples actos de vandalismo, ataques al mobiliario


urbano, etc., como consecuencia de las perturbaciones psicobiológicas que
producen la pre adolescencia y la adolescencia por motivos de desarrollo y
cambio.
- Los que cometen pequeños hurtos, robos o fraudes por motivos de
autoafirmación personal frente a compañeros, creyendo suscitar en ellos
admiración.

- Los que cometen delitos contra el patrimonio o la indemnidad sexual por


puro placer, siendo incapaces de resistir sus estímulos seductores. - Los que
delinquen para satisfacer meras apetencias consumistas.

La prevención

En los últimos años, la prevención del delito basada en la comunidad ha recibido un fuerte
impulso30. Esto puede ser debido a las dificultades experimentadas por las estrategias
tradicionales (penales) e individuales en cuanto a alterar la propensión del menor a cometer
actos delictivos.
Aunque también se puede deber a la simbiosis que se produce en la relación entre las
características del ambiente y las del delincuente, lo que plantea la necesidad de intervenir en
los factores dinámicos y estructurales de la sociedad, de las comunidades y de las distintas
variables situacionales inmediatas al acto delictivo.
Tres factores fundamentales deben ser tenidos en cuenta: 1. La identificación de ambientes de
riesgo; 2. Los correlatos situacionales del crimen (los factores de ambiente físico que pueden
crear oportunidades para que ocurra el delito); y 3. Los estudios de barrios y dinámicas
comunitarias que nos permiten seleccionar las variables socio-ambientales relacionadas con la
delincuencia.

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