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Un Protocolo de Intervención
Proyecto FONDECYT 1220231 “HOY A TIEMPO”
2022 - 2026
Nueva
Mirada
EDICIONES
Centro de Estudios Sistémicos
Terapia Sistémica Breve para el Trauma: Un Protocolo de Intervención
ISBN 978-956-9812-47-7
ISBN
Julio 2023
Julio
Nuevade 2023
Mirada Ediciones
Nueva Mirada Ediciones
www.nuevamiradaediciones.cl
www.nuevamiradaediciones.cl
Diseño de interiores: Luis José Avaca
Diseño de portada: Alejandro Abufom H.
Imgen de portada:
Impreso www.freepik.es
en Gráfica Lom, Chile
Impreso en Gráfica Lom, Santiago de Chile.
ÍNDICE
1. PRÓLOGO 07
2. PRESENTACIÓN 19
3. INTRODUCCIÓN 21
4. ACTITUDES Y PREMISAS DEL TERAPEUTA 29
5. DESARROLLO DE LAS SESIONES 31
SESIÓN 1 31
SESIÓN 2 52
SESIÓN 3 71
SESIÓN 4 83
SESIÓN 5 89
SESIÓN 6 95
6. REFERENCIAS 102
7. ANEXOS 104
TERAPIA SISTÉMICA BREVE PARA EL TRAUMA: UN PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN
1. PRÓLOGO
Por Rodrigo Mardones Ibacache
Director Ejecutivo, CESIST-Chile
Una experiencia traumática también puede dañar el autoconcepto, la percepción de los propios
recursos para hacer frente a la vida (Echeburúa et al., 2002). Un proceso de terapia que pretenda
reparar la subjetividad herida ha de concebir el vínculo terapéutico como el principio fundamental
para el proceso de restituir el bienestar (Corbella & Botella, 2003)
Para la TSB, el trabajo clínico en salud mental es entendido como un encuentro entre dos o más
personas. Antes de cualquier conceptualización sofisticada o biomédica, es comprendida como un
espacio social. Es decir, la TSB considera que toda la terapia es social en tanto acuden dos o más
sujetos para conversar, para hablar acerca de algo que ha ocurrido y que ha afectado el bienestar en
la vida de quien consulta.
Sin embargo, la construcción de un vínculo requiere un abordaje informado de las conductas, gestos
y focos de conversación que serán considerados en el proceso de cimentar un espacio de confianza
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TERAPIA SISTÉMICA BREVE PARA EL TRAUMA: UN PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN
para quien asiste herido en su capacidad de confiar, y construir una experiencia de compasión y de
reparación del bienestar perdido (Berg & Miller, 1996; Bachelor & Horvath, 1999).
Por ello, en las siguientes líneas abordaré mis ideas de mente, de conversación y de relación
terapéutica, ligándolas a la persona del terapeuta y vinculándolas con la acción de ejercer
psicoterapia, para finalmente mencionar cómo esto se traduce en una propuesta de intervención
como la que se presenta en este texto.
Esta maniobra presupone que el habla y/o el lenguaje es capaz de vehicular una experiencia mental
oculta a la observación directa. Es decir, asumimos que el acceso a los procesos subjetivos es
posibilitado por instrumentos que usan el lenguaje para acceder al espacio mental que se desea
conocer.
En este sentido, mi hipótesis es que la mente -y todos sus procesos- alude a la capacidad para
traducir en lenguaje verbal y no verbal los estímulos del entorno y del propio cuerpo, así como los
acontecimientos a los que se asiste a diario, que provocan las conductas y sensaciones propias. El
habla, la lengua de señas, el lenguaje matemático, musical, artístico, pictórico, entre tantos, es la
mente, y cada proceso mental conlleva un diálogo con el sí mismo, que se traduce en pensamiento
y/o conductas observables.
La mente sigue un principio de economía, ante la demanda de estímulos en las relaciones con otros
y en el mundo de los objetos, elabora reacciones que se exhibirán como espontáneas, como un
conjunto de conductas que automatizan las respuestas a estímulos ya conocidos y que por su
frecuencia o habituación no requieren un análisis o elaboración permanente. Esto permite una
funcionalidad en el entorno que posibilita el fluir de la vida y estas respuestas automatizadas
pueden ser rastreadas hasta la infancia, momento en el que una cuidadora o cuidador enseñó
palabras para referir experiencias subjetivas como el registro de las emociones, así como desde
instrucciones expresadas en palabras se enseñaron conductas de comportamiento en lo social.
Los sistemas educativos toman el relevo al respecto de configurar el aparato mental, con narrativas
más complejas acerca del mundo, categorías de clasificación, historia y otras formas de lenguaje,
como las matemáticas, la música y el arte en general.
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TERAPIA SISTÉMICA BREVE PARA EL TRAUMA: UN PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN
Sin embargo, hay ocasiones en que el medio o las relaciones con los otros presentan estímulos para
los que no existe una reacción espontánea. En estas situaciones, el sujeto es empujado a realizar un
proceso de elaboración en el lenguaje (mente), en la cual intenta significar sus registros orgánicos o
cognitivos para articular una narrativa de lo que experimenta y traducirlo a las conceptualizaciones
que su entorno le ha propuesto en el largo proceso de aprender un idioma o lengua.
Estos diálogos con el sí mismo no requieren interpretación alguna para ser comprendidos y
estimularnos a conductas o sensaciones en el cuerpo que incluso pueden resultar incomprensibles
al sí mismo. Esta es una de las razones que explica la terapia como un encuentro en el que se habla
(Gallager & Zahavi, 2013).
Heidegger (1990) realizando un trabajo investigativo y filosófico acerca del habla, llega a afirma que
“decir” consiste en mostrar lo que se encuentra en el espacio subjetivo tanto a un interlocutor como
a sí mismo, haciendo que aquello que se dice se constituya en algo común entre los hablantes.
La mente, entendida como nuestra capacidad para lenguajear al sí mismo y a los otros, abre pistas
a la sociedad respecto de cómo desarrollar acciones de salud mental. Los grandes constructores de
narrativas como los medios de comunicación, el discurso pedagógico en un aula de clases y las
conversaciones que se establecen en el seno familiar, a través de narrativas explícitas y silenciadas,
van construyendo a diario la experiencia mental.
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TERAPIA SISTÉMICA BREVE PARA EL TRAUMA: UN PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN
han ido elaborando a partir de las experiencias relacionales con los objetos y con los otros, así como
las vivencias subjetivas ocurridas en el curso del ciclo vital (Arciero, 2004; 2008; Capella, 2013)
La evocación de las experiencias pasadas actúa más bien como una construcción dinámica que
depende de lo experimentado en el momento de los hechos o acontecimientos, de la atmósfera
emocional en la que se evocan y del elenco conceptual que se posee en el momento de la
evocación, lo que permanentemente va cambiando en el dinamismo de la cultura y sociedad del
presente (Maldonado et al., 2021)
Ante esto, sostengo la opinión de que la terapia psicológica es innecesaria. Sin embargo, en
ocasiones la red de apoyo fracasa en el intento de ayuda y el malestar persiste. Como la cultura
actual ha valorado el aporte de la terapia en estos casos, alguien sugiere visitar a un psicoterapeuta.
De ese modo, la terapia ha encontrado un nicho que la erige como una propuesta social a
problemas individuales, familiares y grupales. Este espacio está focalizado en aquellas situaciones
que se transforman en problemas que transversalizan a la persona en su triple dimensión
bio-psico-social.
Para la TSB ningún consultante asiste a la terapia sin recursos, lo que se va a traducir en varias
maniobras que son características del terapeuta breve a la hora de invitar a hablar, que conducen su
decir y subyacen a todo el protocolo aquí presentado.
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TERAPIA SISTÉMICA BREVE PARA EL TRAUMA: UN PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN
Si se indagara acerca del lugar en que se realizan los procesos terapéuticos, probablemente la gran
mayoría consentiría en que la terapia se realiza en un espacio determinado, oficina, box de atención,
etc. Incluso en las atenciones en modalidad de videollamada, quien realiza la terapia elige un
espacio desde donde trabajar, probablemente prestando atención a lo que la cámara exhibe del
lugar en donde se está. La forma de vestir también es cuidada, así como para muchos es importante
exhibir en las paredes de su consulta las credenciales y diplomas que declaran sus especialidades.
Para mí, es riesgoso cuando los y las terapeutas no son conscientes del acto performático que
desempeñan, lo intencionen o no. En este sentido, las escuelas clásicas de terapia creen que las
sesiones son una especie de encuentro de laboratorio en el que los terapeutas pueden con sus
conductas, verbalizaciones o incluso gestos, contaminar la muestra (las expresiones del
consultante), a la que deben diagnosticar para luego intervenir clínicamente (Wampold & Imel,
2021). Por lo que sugieren al terapeuta una performance (obviamente sin usar este concepto) de
aplanamiento emocional y gestual.
Los y las terapeutas breves, informados por los estudios de la comunicación de Watzlawick y la
Escuela de Palo Alto, comprenden que es imposible no influenciar, que la sola presencia, apariencia
física y/o fisonomía de los que se encuentran para comunicarse, construye un campo de influencias
mutuas imposible de eximir. Por esta razón, en el proceder de TSB un segundo principio subyacente
tiene que ver con la utilización de esta interacción de influencias a favor de quien consulta y el
proceso terapéutico.
De esta forma, ya en el encuadre terapéutico, los y las terapeutas breves indagarán experiencias
previas de terapia que dificultaron los procesos anteriores, para evitar estas situaciones y provocar
aquellos aspectos en el proceso en curso que el consultante valora como facilitadores.
Si bien las escuelas actuales de terapia plantean una simetría en la relación terapeuta – consultante,
a mi juicio esta simetría opera como un principio al que se aspira, pero no es total. Si bien el
fundamento para postular esta horizontalidad proviene de la idea de definir este espacio como el
encuentro de dos expertos, uno en terapia y psicología y otro experto en su propia vida, uno de ellos
asiste al encuentro porque necesita el apoyo. En este caso, el experto en su vida (consultante) ha
perdido el bienestar y busca ayuda para recuperarlo, lo que deriva en una situación en la que el
experto-consultante se encuentra condicionado por su malestar o sufrimiento. A mi juicio,
reconocer este deseo de asimetría, pero al mismo tiempo la asistencia forzada del
experto-consultante, fundamenta una postura ética clara en el profesional de la terapia, que se
establece como condición de posibilidad para un proceso adecuado y terapéutico.
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TERAPIA SISTÉMICA BREVE PARA EL TRAUMA: UN PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN
Sin infravalorar el diagnóstico, escuelas de terapia como la TSB prefieren primero acercarse a la
problemática, apuestan por una performance que se dirija a la construcción de una relación. A este
respecto, considero importante observar un elemento. La relación que se construye en terapia es
sintética, mas no artificial, porque resulta ser genuina. Sintética a la manera en que la química ha
sintetizado las sustancias medicinales extrayéndolas de su medio natural para transformarlas en
medicamentos. Los y las terapeutas breves se han informado acerca de cómo se comportan las
personas que tienen una relación significativa en el ámbito natural. Conocen lo importante que es
mirarse a los ojos, escuchar activamente e incluso imitar la postura y gestos de su interlocutor. Estos
elementos crean una atmósfera emocional que permite confiar. Los y las terapeutas breves saben
que la relación se construye y que existen técnicas que entorpecen o favorecen este proceso.
Especialmente porque la terapia es un espacio relacional que también debe terminar y existe sólo
para colaborar en recobrar el malestar perdido.
Desde esta perspectiva, el dilema del terapeuta breve más bien consiste en la dirección de la
conversación. La elección de la pregunta que abrirá un campo conversacional determinado. Como
se ve en este protocolo, es importante invertir un tiempo significativo en lo que se llama
clásicamente Fase Social (FS). Ciertamente este momento de la terapia ofrece un espacio en el que
las barreras del primer encuentro comienzan a bajar, en tanto pueden ocurrir conversaciones
triviales. Pero lo central de la FS es la posibilidad de acceder a relatos de la vida del consultante que
no están influenciados por el problema que le trae a sesión. Es decir, se accede a sus gustos, deseos,
habilidades, relaciones significativas, en otras palabras, a aquello que hace que la vida valga la pena.
La TSB comprende el MC como una narración acerca del problema, una narración que se ha
construido en cada conversación del consultante consigo mismo y con las personas a las que solici-
tó ayuda. El MC posee la estructura narrativa de una historia, generalmente presenta un inicio, un
desenlace dramático y un final, que se extiende hasta la decisión de asistir a terapia. Es importante
observar que esta historia en la que se narra el problema está diseñada sin vías de solución, es decir,
la persona bajo la influencia del problema no logra observar alternativas de alivio en el circuito que
le aqueja. De esta forma, el problema y cómo es percibido se describe en una narración pobre en
elenco de alternativas de interpretación o de formulación. Esta narrativa no es solo un acto de la
cognición, sino que provoca un registro orgánico, alteraciones de los ciclos de sueño-vigilia, tensión
muscular, así como afectaciones en las relaciones sociales y en el autoconcepto
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TERAPIA SISTÉMICA BREVE PARA EL TRAUMA: UN PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN
Sin infravalorar el diagnóstico, escuelas de terapia como la TSB prefieren primero acercarse a la
problemática, apuestan por una performance que se dirija a la construcción de una relación. A este
respecto, considero importante observar un elemento. La relación que se construye en terapia es
sintética, mas no artificial, porque resulta ser genuina. Sintética a la manera en que la química ha
sintetizado las sustancias medicinales extrayéndolas de su medio natural para transformarlas en
medicamentos. Los y las terapeutas breves se han informado acerca de cómo se comportan las
personas que tienen una relación significativa en el ámbito natural. Conocen lo importante que es
mirarse a los ojos, escuchar activamente e incluso imitar la postura y gestos de su interlocutor. Estos
elementos crean una atmósfera emocional que permite confiar. Los y las terapeutas breves saben
que la relación se construye y que existen técnicas que entorpecen o favorecen este proceso.
Especialmente porque la terapia es un espacio relacional que también debe terminar y existe sólo
para colaborar en recobrar el malestar perdido.
Desde esta perspectiva, el dilema del terapeuta breve más bien consiste en la dirección de la
conversación. La elección de la pregunta que abrirá un campo conversacional determinado. Como
se ve en este protocolo, es importante invertir un tiempo significativo en lo que se llama
clásicamente Fase Social (FS). Ciertamente este momento de la terapia ofrece un espacio en el que
las barreras del primer encuentro comienzan a bajar, en tanto pueden ocurrir conversaciones
triviales. Pero lo central de la FS es la posibilidad de acceder a relatos de la vida del consultante que
no están influenciados por el problema que le trae a sesión. Es decir, se accede a sus gustos, deseos,
habilidades, relaciones significativas, en otras palabras, a aquello que hace que la vida valga la pena.
La TSB comprende el MC como una narración acerca del problema, una narración que se ha
construido en cada conversación del consultante consigo mismo y con las personas a las que solici-
tó ayuda. El MC posee la estructura narrativa de una historia, generalmente presenta un inicio, un
desenlace dramático y un final, que se extiende hasta la decisión de asistir a terapia. Es importante
observar que esta historia en la que se narra el problema está diseñada sin vías de solución, es decir,
la persona bajo la influencia del problema no logra observar alternativas de alivio en el circuito que
le aqueja. De esta forma, el problema y cómo es percibido se describe en una narración pobre en
elenco de alternativas de interpretación o de formulación. Esta narrativa no es solo un acto de la
cognición, sino que provoca un registro orgánico, alteraciones de los ciclos de sueño-vigilia, tensión
muscular, así como afectaciones en las relaciones sociales y en el autoconcepto.
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Esta historia elaborada y contada por quien consulta pone en riesgo su propia identidad narrativa;
la manera en que el problema es experimentado le lleva a percibir las señales en el espacio subjetivo
y relacional en perspectiva de su problemática y lo que exhibe en el MC es el resultado de este
proceso. El problema para la terapia ocurre cuando el terapeuta no visualiza la consistencia del MC,
indaga en la narrativa aproblemada y termina experimentando la misma saturación que el consul-
tante y su imposibilidad de encontrar vías de solución.
En el caso de quienes han sufrido una experiencia traumática, podemos observar una dinámica
similar en el MC. El trauma puede ser comprendido como la afectación que resulta de un hecho que
pone en riesgo la integridad personal y la vida misma. Siendo un hecho ya acontecido, la terapia
versa sobre los efectos causados y que comprendemos como trauma. Esta afectación actúa de
formas en la que existe una permanente relación con los hechos que impiden dejarlo en el pasado
y se percibe por alteraciones en la organicidad, como respuestas nerviosas de estrés o bien emocio-
nes sin un estímulo aparente, derivando en miedo, vergüenza, asco, etc.
El hecho demanda una elaboración causal que permita el fluir de la vida. Es decir, por qué ocurrió lo
que ocurrió. En ocasiones la explicación causal adquiere la forma de culpa. Esto o aquello ocurrió
“por mi culpa”. Y se analizan los detalles de la situación bajo esta clave interpretativa en la que se
tiende a auto responsabilizarse. Si bien no es la explicación real y justa, puede satisfacer la búsque-
da de la causa, pero con consecuencias en el bienestar. Las personas que llegan a culparse por
hechos en las que fueron más bien víctimas, comienzan a desarrollar maniobras en la vida en las
que intentan evitar cometer el mismo supuesto error generando un malestar significativo en la vida
cotidiana experimentada con su entorno y con ellas mismas. Dejar de relacionarse con el sexo
opuesto, rechazar invitaciones sociales que impliquen desplazarse de noche, evitar los lugares en
los que se sufrió un ataque, e incluso cambiar la forma de vestir e interactuar con el entorno.
En ocasiones, las personas que han sufrido un hecho traumático encuentran en la misma condición
de víctima la explicación causal a lo ocurrido. Si bien es una explicación más adecuada y justa con
los hechos, una narrativa desde la condición de víctima limita el fluir de la vida, suele imponer
conductas costosas de autocuidado que afectan la espontaneidad de las relaciones y percibirse
siempre en riesgo.
Desde esta perspectiva, la TSB toma las apuestas y maniobras de la Terapia Narrativa (TN) y la Tera-
pia Breve Centrada en Soluciones (TBCS), de manera tal que, antes de ir directo del encuadre tera-
péutico al MC, invierte tiempo en la FS para visibilizar narrativas alternativas al problema, porque
apuesta a que en este espacio conversacional encontrará los insumos para golpear la rigidez de la
narración del problema (Duncan et al., 1998).
Esquema conversacional
Este modelo de terapia ha seleccionado técnicas para la conversación terapéutica como el “One
Down” (Nardone, 2016). Esta maniobra de diálogo supone un principio moral, él o la terapeuta
asume una posición de asimetría con el consultante ubicándose un nivel más abajo. Esta técnica
obliga a la renuncia de la posición de experto para más bien asumir una performance de interlocutor
absorto y sorprendido de lo que dice o muestra su consultante. El “One Down” posee una fórmula
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TERAPIA SISTÉMICA BREVE PARA EL TRAUMA: UN PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN
El terapeuta breve, fiel a la tradición de la terapia estratégica, mostrará al consultante los recursos
que acaba de escuchar, a modo de síntesis. Es decir, propondrá una nueva narrativa a partir de lo ya
dicho acentuando recursos que el consultante apenas ha advertido, pero que son fundamentales
para complementar el autoconcepto herido. Es una nueva narración, que, al ser tomada desde lo ya
dicho por el consultante, adquiere una condición de irrefutable. No se ha agregado nada nuevo a lo
que acaba de decir, pero representa un cambio de foco, de acentuación, mostrando lo que se ha
dicho de una manera diferente, que lleva muchas veces al consultante a sorprenderse de sí mismo.
La formulación del “One Down” a modo de solicitud de ayuda, estimula en el consultante una
escucha colaborativa que renuncia a los análisis de exactitud comparativa entre lo dicho por él y lo
escuchado del terapeuta. Esta maniobra provoca que los recursos que se han invisibilizado por la
influencia del problema adquieran relevancia, muchas veces reconocidos con asombro por el
consultante. En la figura 1 puede visualizarse con más claridad:
Problema
Problema
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TERAPIA SISTÉMICA BREVE PARA EL TRAUMA: UN PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN
El objetivo de esta maniobra es poner el foco de la conversación en aquellos detalles que hacen
parte del hecho traumático o del problema que pueden ser estimados como acciones atingentes a
la situación, o recursos exhibidos, y que por la influencia emocional del mismo son difíciles de ver
por quien consulta.
Esta forma o esquema conversacional permite un trabajo con el relato de los hechos que estimula
la construcción de una narrativa alternativa que pueda corregir las hipótesis causales que lastiman,
visibilizar los recursos que el consultante desplegó en el momento de ocurrido los acontecimientos,
que estimula en el presente la reparación del autoconcepto, así como la identidad narrativa y una
proyección de futuro más adecuada a la historia del consultante, con aprendizajes nuevos acerca de
sí mismo, que pueda ser concebido como crecimiento postraumático.
Evidentemente, en muchos casos la sola conversación no repara todas las dimensiones afectadas
por hechos traumáticos, por lo que se requiere otro tipo de técnicas o maniobras. De esta forma, se
hace necesario también el trabajo con escalas de avance, desactivación emocional, manejo de
pensamientos negativos, entre otros, y que deben ubicarse dentro de un flujo de trabajo terapéutico
que apunta al aprendizaje desde el trauma y no solo el alivio sintomático.
Esquema conversacional
La TSB invita a observar el proceso de posterapia. Uno de los temores que experimenta un terapeu-
ta es la dependencia que puede experimentar quien consulta respecto de su persona. La terapia es
una relación de co-dependencia circunscrita a la extensión del proceso: quien asiste como consul-
tante necesita apoyo profesional para su afección, y aunque sea incómodo para los terapeutas,
hemos de reconocer que para nuestro sustento hay a su vez una dependencia pecuniaria con
respecto de los consultantes.
Lo que se debe evitar, a mi entender, es la pérdida de la autonomía de quien consulta. Es decir, estar
atento cuando en el proceso de terapia el consultante no logre visualizar sus capacidades para
desarrollarse en el espacio natural de la vida y crea que la funcionalidad recuperada depende total-
mente de la terapia o, incluso, de la persona del terapeuta. Esta pérdida de la autonomía suele
atribuirse a una característica del consultante, cuando la explicación más plausible se encuentra en
el obrar del terapeuta que se ha puesto como el centro y único factor explicativo del avance clínico.
La autonomía del consultante permanece a salvo y se fortalece en un proceso terapéutico que
elogia sus recursos, reconoce que los avances surgen como producto de su participación en el
proceso clínico y le invita a realizar constantes reflexiones sobre su contribución en el desarrollo de
una nueva habilidad o conducta que le haya permitido avanzar en su forma de interactuar con el
problema.
Dicho esto, el profesional de la terapia, hacia el final del proceso, debe evaluar el trabajo realizado a
partir de los instrumentos que aplicó para el diagnóstico o bien en la escala de avance en los objeti-
vos co-construidos con el consultante. El avance y logro de la terapia no puede quedar como una
sensación o logros sólo observados por el terapeuta. Es importante hablar de los avances, del creci-
miento, de lo aprendido y los desafíos pendientes.
Sin embargo, hay un elemento más que considerar, qué ocurrirá una vez terminada la terapia.
Cuando se reflexiona en la globalidad del proceso, se debe notar que la persona que asistió a terapia
separó una hora de su tiempo que suele ocuparse para tareas cotidianas y la destinó para el
encuentro con el terapeuta. Es provechoso invitar al consultante a cuidar esa fracción de tiempo.
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Preguntar, por ejemplo, cómo hace para llegar a la terapia, qué actividades realiza mientras se
desplaza, quién le acompaña o con quién se encuentra cuando termina la sesión, cómo es el retorno
a casa, etc. Probablemente se encuentren situaciones en que la persona se distrae y disfruta. Invitar
a utilizar el tiempo de las sesiones en actividades que deriven en disfrute o autocuidado, a abrirse a
interacciones sociales en su vecindad, a tener una participación en las organizaciones de
trabajadores en su actividad laboral o hacer parte de centros de estudiantes, etc. Lo que permite
que la terapia no solo sea una propuesta intimista para resolver un problema, sino que además
promueva una mirada crítica y activa de su realidad bienestar, lo que va a resultar en un estilo de
vida más saludable.
Finalmente, es importante hacer una observación de la persona del terapeuta que resulta funda-
mental para una comprensión más acabada de la TSB. Es importante consignar que la persona del
profesional de la salud mental es el instrumento principal de estos procesos. Una relación consigo
mismo conflictuada, en la que se experimenta sufrimiento en algunas áreas de la propia vida, puede
provocar que el trabajo clínico con personas resulte en una vivencia amenazante para el o la tera-
peuta. Esta situación se percibe como un desgaste de la propia persona que ofrece la terapia y que
conocemos como “burnout”.
El trabajo terapéutico exige a la persona del terapeuta dedicarse a su propio bienestar. Idealmente
el terapeuta debiera ser una persona feliz, capaz de construir una vida equilibrada en todos sus
ámbitos relevantes. Es importante dedicar tiempo al disfrute, a asistir a actividades culturales o
desarrollar rutinas que lo conecten con lo social, pero también educar una razón crítica de lo social,
lo político, en perspectiva de género, así como los referentes ideológicos en los que se construye su
país. Muchos de los pacientes que atendemos, se han afectado en su salud mental por acciones
objetivas de maltrato e injusticia en su trabajo, lugar de estudios, en su barrio e incluso en sus
relaciones de pareja. Un terapeuta que no se informa de la contingencia corre el riesgo de quedar
atrapado en concepto mental individual e individualista, a subjetivar en el paciente problemas que
derivan de la injusticia o malos tratos y, en consecuencia, está determinado a ofrecer encuentros
que él cree como terapéuticos pero que en realidad son procesos catárticos e intimistas que nunca
pueden colaborar en la construcción del bienestar o recobrar la salud mental de su consultante.
El terapeuta que de arrogante no se abre al diálogo con las personas con quienes comparte el día a
día, que se resta de una conversación casual con alguien en la locomoción colectiva, que no disfruta
del cine, de la música, el arte gráfico, pero más aún, que no se “in-forma” en fuentes formales, que
no tiene una opción u opinión política, corre el riesgo de volverse un enajenado, sin sentido social,
con posibilidad de tornarse una persona amargada, desencantada con la vida o atado al sufrimiento
de sus propios problemas sin tener una hipótesis que vincule su experiencia subjetiva con lo que
vive el colectivo.
No se puede ayudar a construir el bienestar cuando el terapeuta no cree que la vida, para ser disfru-
tada intensamente, requiere de un contexto social justo en lo político, económico y en todo lo que
corresponde a un Estado de derecho y si no se considera a sí mismo como un agente activo de la
sociedad que habita, entonces no puede llamarse terapeuta.
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TERAPIA SISTÉMICA BREVE PARA EL TRAUMA: UN PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN
salud pública como en la atención privada. Dado que este trabajo tiene vocación social, quiere cons-
tituirse en una propuesta que ayude a reparar la falta de acciones clínicas oportunas y efectivas
desde nuestros sistemas de salud.
En el protocolo que se presenta a continuación se plasma un trabajo desarrollado con rigor científico
y honestidad intelectual. En detalle se presentan maniobras y técnicas distribuidas en seis sesiones
que no cabe duda serán de apoyo significativo para terapeutas que acompañen a personas que han
experimentado un evento traumático, de modo que les permita reducir su malestar, promover su
crecimiento postraumático y recuperar el bienestar vital que les fue arrebatado.
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