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Plasticidad cerebral – Azcoaga

2) Memoria genética y memoria individual


Se sabe que cada célula contiene en su ADN el programa de organización de sus proteínas.
El despliegue de este programa determina que cada célula se configure con sus rasgos morfológicos
y funcionales específicos, se constituyan así tejidos y órganos y, en fin, la estructura de cada
organismo. Como se sabe, esta precisión en el programa determina también las diferencias entre
individuos. Es una memoria, una memoria genética, que asegura la continuidad de cada especie.
Evolutivamente, la diferenciación de tipos celulares, dio paso a un tipo de célula en la que la
morfología y la función de caracterizan por la propiedad de registrar información y conducirla. El
registro de la información se posible porque, una vez dadas ciertas condiciones, la información
recién llegada, determina modificaciones en el metabolismo de la célula nerviosa. A su vez, la
conducción se da por una progresión de esos cambios metabólicos en las prolongaciones tubulares
de las que está dotada.
Estas dos propiedades de las células nerviosas garantizan, en invertebrados y vertebrado, la
recepción de novedades del entorno, las que son información nueva que es transportada y
combinada, de acuerdo al programa genético de los diferentes tipos de células nerviosas. Así, en los
pluricelulares, las neuronas están programadas genéticamente para las más variadas funciones que
aseguren a unidad dinámica de cada organismo y el equilibrio, también dinámico, del organismo
con su ambiente.
Se introduce una nueva propiedad de las células nerviosas caracterizada porque ciertas
células, dotadas de ella, a medida que reciben repetidamente un tipo de información
cualitativamente uniforme, van modificando sus características metabólicas, de modo que, al
término del proceso, quedan habilitadas para transmitir preferentemente una calidad determinada de
información. Resulta así que, gracias a esta propiedad, se afirma una condición funcional que se
manifiesta como un rasgo distintivo en los vertebrados más complejos evolutivamente: el
aprendizaje.
El resultado del aprendizaje es la organización de la memoria individual. De este modo, hay
una transición que va desde la memoria genética a la memoria individual, por el perfeccionamiento
creciente de las propiedades cellares: la especificidad genética de las neuronas programadas
genéticamente, se transforma en predisposición genética para el tratamiento preferencial de ciertos
tipos de información, lo que, cuando se ejecuta, determina la organización de una nueva memoria,
básicamente neuronal pero, de hecho, de sistemas neuronales compuestos por miles de neuronas.

3) Organización de sistemas funcionales complejos.


La especia humana ha logrado hacer de los procesos de aprendizaje, recursos adaptativos
que trascienden el hábitat y que pueden rastrearse hasta la elaboración de los primeros instrumentos.
También pueden ser descritos esos procesos de aprendizaje como una capacidad de control del
hábitat que tiene una proyección muy limitadamente previsible hacia el futuro, por las dimensiones
incalculables que pueden llegar a tener. Los individuos humanos enseñan a sus congéneres, lo que
no sólo da lugar a la conservación del saber, sino también a su expansión.
Vigotsky hablaba de los “sistemas funcionales complejos”. Según esta acepción, los SFC
van organizándose progresivamente a lo largo de la vida individual, de manera que el sujeto va
quedando “relacionado” con indicadores del entorno, hasta que esta compleja y dinámica inserción
le garantiza un control adaptativo suficientemente eficaz. Por una parte, el cerebro, las relaciones
externas de los indicadores se organizan gracias a procesos de aprendizaje.
La diversidad y multiplicidad de los agentes sociales y culturales quedan registradas en la
actividad cerebral, como SFC y gracias a las funciones cerebrales superiores. Muchas veces se
insiste en describir al hombre como un ser “bio-psico-social”, cuando el caso es que no puede ser de
ninguna otra manera.

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4) Sistemas funcionales complejos y plasticidad humana.
Luria se propuso investigar la calidad de los procesos de raciocinio en sujetos no
alfabetizados, comparados con otros que tenían instrucción formal. En los primeros, las respuestas a
las diferentes pruebas tenían invariablemente referentes cotidianos, habituales. No lograban
alcanzar, ni siquiera con facilitaciones, expresiones suficientemente generalizadas que mostraran
una cierta categorización. Por el contrario, los sujetos que habían pasado por diferentes experiencias
de educación formal, no sólo no tenían dificultad en responder con conceptos categoriales, con
denominaciones de clases, sino que no tenían otra forma de hacerlo.
En la plasticidad cerebral humana, la naturaleza de los SFC es la que garantiza las posibles
suplencias, recomposiciones, de los SFC afectados por una lesión cerebral: cuanto más
generalizados y abstractivos sean los SFC, mayor posibilidad de recuperación. Pero se ve, que en el
ser humano, esa organización de los SFC implica en todos los casos, un tipo de información
intracerebral exclusivamente humana: la información semántica. Los SFC que hacen a la plasticidad
humana están constituidos por información semántica, que puede ser más generalizada, o más
particularizada, de acuerdo a como el sujeto los hay organizado a lo largo de su vida.
De este modo, la cuestión de la plasticidad cerebral deja de ser un tema neurobiológico para
convertirse en un tema neuropsicológico. Por lo demás, la plasticidad cerebral en los animales es un
ámbito puramente experimental, en tanto que la plasticidad cerebral en humanos es un tema
asistencial y rehabilitatorio.

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