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Este principio obliga a no hacer daño intencionadamente y a no someter a los demás a tales
riesgos. En ética medica, este principio esta relacionado con la máxima “en primer lugar, no hacer
daño”.
CONCEPTO DE NO MALEFICENCIA
Concepto de Daño:
Para explicar el principio de no maleficencia los autores toman el significado normativamente
neutral de la palabra daño, es decir, obstaculizar, dificultar o impedir que se cumplan los intereses
de una de las partes por causas que incluyen las condiciones autolesivas y los actos
(intencionados o no) de la otra parte. Por lo tanto, interferir en los intereses de otros causando
daño puede ser incorrecto o injustificable, pero siempre es prima facie incorrecto.
Existen una serie de guías de acción tradicionales que tienen el fin de concretar las exigencias del
principio de no maleficencia en el ámbito de la asistencia sanitarias, dichas guías establecen
diferencias, éstas para los autores son insostenibles, ya que no se basan en ninguna
característica relevante y deben ser sustituidas por la distinción entre “tratamientos obligatorios y
optativos” y la “relación entre beneficios y prejuicios”.
Las guías de acción tradicionales son:
1. No inicio y retirada de los tratamientos de soporte vital:
Esta diferenciación es moralmente insostenibles, ya que no iniciar como suspender un tratamiento
se podría justificar en función de las circunstancias. Tanto no iniciar como retirar un tratamiento
pueden provocar la muerte de un paciente o constituir formas de dejar morir; o en ocasiones,
provocar un exceso de tratamiento, es decir, continuar tratamientos que ya no son beneficiosos ni
deseables para el paciente.
Siempre que un tratamiento se puede no iniciar, también se puede retirar, para decidir si iniciar o
retirar un tratamiento tenemos que basarnos en los derechos, bienestar del enfermo, y en la
opinión del paciente o sustituto sobre los riesgos y beneficios del tratamiento.
Se han expuesto las 4 guías de acción tradicionales, las cuales los autores creen que se pueden
sustituir por la distinción entre tratamientos obligatorios y tratamientos optativos. Al hacerlo se
basan en la calidad de vida y las siguientes categorías son básicas para su argumento:
*El
El tratamiento es inútil o carece de sentido:
El tratamiento no es obligatorio cuando no supone ningún beneficio para el paciente, es decir,
cuando es inútil o carece de sentido.
El término inútil se utiliza cuando se prevé que un determinado resultado va a ser imposible y
cuando existen interpretaciones opuestas sobre las probabilidades y juicios de valor contrarios,
por ejemplo, al valorar posibles riesgos y beneficios. El ideal seria no utilizar el término.
La conclusión es que que los tratamientos inútiles, es decir, aquellos que no tienen ninguna
posibilidad de resultar eficaces, son moralmente optativos, pero existen otros tratamientos
considerados inútiles que a menudo no son optativos.
*Los inconvenientes del tratamiento superan a los beneficios:
Un error ético y legal frecuente en los códigos médicos es asumir que los tratamientos de soporte
vital sólo se pueden retirar si el paciente es terminal o si el paciente no es terminal, pero los
inconvenientes del tratamiento son mayores para el paciente que los beneficios.
El principio de no maleficencia no obliga a prolongar la vida biológica, ni a iniciar o mantener un
tratamiento sin tener en cuenta el dolor, sufrimiento o incomodidad del paciente.
Directivas previas:
Es un procedimiento cada vez más popular basado más en la autonomía que en la no
maleficencia, la directiva previa es un documento en el que el individuo, siendo competente,
establece directrices para los profesionales sanitarios o elige un sustituto para tomar las
decisiones sobre los tratamientos de soporte vital en caso de incompetencia.
Existen 2 tipos de directivas previas:
1. Testamento vital: constituido por directrices específicas que indican que procedimientos
médicos debe iniciarse.
2. El poder de representación legal: para la asistencia sanitaria o directiva por sustituto.
Los testamentos vitales y los poderes notariales permanentes protegen el derecho a la autonomía
y pueden reducir la tensión de familiares o médicos que temen adoptar la decisión incorrecta.
Papel de la familia:
Se esta de acuerdo en que debe ser la familia cercana la que actúe. Pero existen circunstancias
en que los médicos sienten la necesidad de rechazar una decisión familiar o de que un comité de
ética o tribunal revise el caso.
Los familiares también pueden tener un conflicto de intereses o pueden rechazar el papel de
sustitutos.
El sistema judicial:
Los tribunales pueden ser a veces entrometidos actuando para tomar decisiones finales, pero en
muchos casos constituyen la última alternativa y toman las decisiones más justas.
Sólo se debería recurrir a los tribunales cuando existan buenas razones para considerar que ni la
familia, ni los profesionales sanitarios están cualificados para proteger los intereses de un paciente
incompetente o para resolver los conflictos surgidos por dichos intereses. Los tribunales a veces
también deben intervenir cuando se decide no tratar a pacientes incompetentes que se pueden
salvar, internados en instituciones para enfermos mentales, residencias u otros centros similares.
Si no hay miembros de la familia disponible o dispuestos a involucrarse, y si el paciente reside en
una institución estatal para enfermos mentales o en una residencia, lo más adecuado puede ser
buscar apoyo en el sistema judicial.