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Unidad 1 LA PSICOPATOLOGÍA-DIAGNÓSTICO
Glosario
Diagnóstico Estructural: Se trata de un estudio técnico cuyo objetivo es verificar que la estabilidad y
resistencia mecánica de la edificación cumple con los requisitos exigidos por la normativa vigente de
seguridad. Se pone en cuestión los diagnósticos descriptivos (mera agrupación de síntomas).
Etiología: Es el origen de la enfermedad, las causas. Es una guía para tratar la manifestación de malestar.
Nosología: Parte de la medicina que describe, diferencia y clasifica las enfermedades.
Semiología: Parte de la medicina que estudia los signos y síntomas de las enfermedades, los cuales
constituyen el instrumento de trabajo que permite apreciar la situación clínica de un enfermo y establecer
un diagnóstico.
Abordar el complejo y extenso campo de las enfermedades mentales, implica examinar esas
enfermedades y articularlas con una teoría capaz de explicarlas. Para ello deben considerarse:
1)aspectos semiológicos, 2)patogénicos, 3)etiológicos y 4)las nosologías psicopatológicas. Como
puede apreciarse, estas múltiples consideraciones confluyen en un problema clínico: el del diagnóstico.
El surgimiento de la psicopatología hacia fines del siglo XIX es correlativo con la tendencia de la psicología
de aquel tiempo de constituirse en ciencia. El puntapié inicial, lo da Ribot en Francia al denominar
“Psicología patológica” a la disciplina cuyo método consiste en estudiar los hechos patológicos para
comprender y conocer mejor la psicología normal. El “método patológico” (así denominado) propone
entonces que los procesos o mecanismos que intervienen en el desarrollo normal del psiquismo se
observan y conocen con mucha mayor precisión allí donde las facultades se desorganizan o desvían. Es
decir: busca comprender la psicología normal a partir del hecho patológico. Podemos concluir entonces a
partir de ello que la oposición normal-patológico se sostiene con un criterio continuista.
Ya en el momento de su nacimiento, la psicopatología se constituye como una disciplina más teórica, por
oposición a la psiquiatría como práctica médica.
La premisa riboteana se continua en Freud, quien plantea: “la patología permite observar con mayor
claridad el funcionamiento normal, ya que muestra exageradamente algo en la normalidad se nos escapa
a nuestra aprehensión“. Afirma: ”la patología mediante sus aumentos y engrosamientos puede llamarnos
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la atención sobre constelaciones normales que de otro modo se nos escaparían”. Freud trastorna la tesis
de Ribot y dice que no es algo solo continuista, le da un tinte cuantitativo, el de la exacerbación.
La psicopatología se ha interrelacionado con la práctica clínica de la psiquiatría y del psicoanálisis, tanto
en su surgimiento como en las primeras décadas de su desarrollo. Pero también, la práctica clínica
psiquiátrica y la psicoanalítica fueron los principales campos de aplicación de la psicopatología en la
medida en que le proporcionaron la posibilidad de la extensión de sus conceptos. Delimitamos así la
constitución de un trípode: psicopatología, psiquiatría y psicoanálisis, cuyas fronteras conviene conocer y
mantener con firmeza:
Trípode basado en razones históricas y clínicas. Es fundamental conocer las relaciones estrechas entre
las tres disciplinas para no creer, por ejm, que el psicoanálisis surge de la nada, suponer que la
psicopatología nace gracias al psicoanálisis o que la psiquiatría es un saber que ya no se adecúa a las
circunstancias presentes, al cual la psicopatología no le debe nada. Estas relaciones tienen incidencias
clínicas y prácticas, lo que hace que lógicamente afecte al modo de concebir y tratar al pathos humano.
Pathos se puede definir como todo lo que se siente o experimenta: estado del alma, tristeza, pasión,
padecimiento, enfermedad.
Para dar prueba de las múltiples articulaciones y entrecruzamientos que la pirámide refleja, se plantean
tres grandes enfoques teóricos con que puede abordarse el extenso campo de la psicopatología.
La cuestión ética
Se basa en hacer un buen uso del diagnóstico, que tiene dos aspectos: clínico y ético. El buen uso clínico
consiste en obtener, mediante el diagnóstico y los referentes que despliega, algún conocimiento esencial
del sujeto. El buen uso ético se basa en el compromiso de favorecer -con el diagnóstico que se da- el trato
y tratamiento del paciente. En definitiva, el buen uso clínico y ético implica que el agente contribuya con su
conocimiento y posicionamiento a liberar al paciente y cuidar la comunicación del diagnóstico para que no
se convierta ni en un refugio ni en un estigma para el mismo.
Unidad 2 NEUROSIS
CONCEPTO DE NEUROSIS
En un contexto donde el paradigma de las estructuras psicopatológicas eran predominantes (pero que
tambaleaba), es que el psicoanálisis pisa fuerte e impone cierto concepto de estructura, el cual marcará un
antes y un después en el estudio de la psicopatología, es así que la oposición neurosis-psicosis será
adueñada por el psicoanálisis. Lacan revoluciona lo que era entendido por estructura (sobre lo que Freud
teorizó) para establecer una impronta singular desde lo lingüístico, dirá que “el inconsciente está
estructurado como un lenguaje”.
Ahora la neurosis es efecto de una cadena de significantes, la evidencia de que existe un deseo y que
hubo una respuesta a la castración, tenemos que hablar de la “falta en ser”. Y esto nos marca una
diferenciación entre lo que se tenía entendido por estructura, en tanto que ahora la falta de una parte del
conjunto no significa que ese conjunto se encuentra incompleto, esta falta ahora es, una falta constitutiva.
Esta falta es única y es por esto que tenemos que reconocer que cada neurosis es singular, pero que
también el devenir de la misma puede darse según distintas modalidades en función de cómo el sujeto se
posiciona frente a dicha falta.
El término “neurosis” remite a tres principales características: la primera se refiere a un tipo de
organización psíquica que hunde sus raíces en la infancia; la segunda enfatiza la omnipresencia de esa
alteración en la vida del sujeto, de manera tal que constituye una forma de ser; la tercera subraya que ese
tipo de manifestaciones morbosas se diferencian de la psicosis en cualquiera de sus formas.
Esta caracterización, implica que la alteración que afecta al tipo de pacientes neuróticos es de tipo
psicológico y que sus causas se remontan a la historia infantil.
De esta manera, podemos definir a la neurosis como una afección psicógena cuyos síntomas son la
expresión simbólica de un conflicto psíquico que tiene sus raíces en la historia infantil del sujeto y
constituyen un tipo de defensa concreto (represión) del cual derivan las manifestaciones (síntomas).
Tales características constituyen su forma de ser y, por otra parte, a nivel estructural, la neurosis remite a
la agrupación de cierto número de características que permiten distinguir los síntomas neuróticos de los
psicóticos o perversos.
Etiología de la neurosis
Constitución subjetiva de Freud
Se va constituyendo el psiquismo y sus diferentes instancias, a raíz de diferentes fases de desarrollo
psicosexual que se van atravesando, las cuales a continuación vamos a ampliar.
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Primero, tenemos la fase oral; el principal interés del lactante es la recepción de alimento, luego se
observa que quiere repetir la acción sin pedir alimento, por lo tanto, no tiene hambre. Chupetea y eso le da
satisfacción. El lactante ejecuta acciones cuyo único propósito es la ganancia de placer. Primero, vivencia
este placer a raíz de la recepción de alimento, pero pronto aprende a separarlo de esa condición. Aquí
podemos recordar el concepto de pulsión, el cual es fronterizo entre lo anímico y lo somático. La zona
erógena en esta fase serán la boca y los labios. Mamar del pecho materno pasa a ser el punto de partida
de toda la vida sexual, el modelo inalcanzado de toda satisfacción sexual posterior. El pecho es resignado
por el lactante en la actividad del chupeteo, y sustituido por una parte del cuerpo propio (autoerotismo).
Seguimos con la fase anal, donde el niño tiene sensaciones placenteras cuando vacía su vejiga y sus
intestinos, después organiza estas acciones de tal manera que le procuren la máxima ganancia de placer
posible. El mundo exterior se le enfrenta por primera vez como un poder inhibidor, hostil a sus
aspiraciones de placer, y así vislumbra las luchas internas y externas que librará después: no debe expeler
sus excrementos cuando a él le da la gana, sino cuando otras personas lo determinan. Se le dice que es
indecente y debe mantenerse en secreto, y así, intercambia placer por dignidad social. En esta fase, no
siente asco alguno frente a sus excrementos, los aprecia como a una parte de su cuerpo, los usa como
primer regalo, para distinguir a personas a quienes aprecia particularmente.
La vida sexual del niño se agota en la práctica de una serie de pulsiones parciales que,
independientemente unas de otras, buscan ganar placer en parte en el propio cuerpo, en parte en el objeto
exterior.
Sigue la fase fálica, aquí la sexualidad del niño muestra mucha semejanza con la del adulto, se diferencia
por la falta de organización fija bajo el primado de los genitales, por los inevitables rasgos perversos y,
también, por la intensidad mucho menor de la aspiración en su conjunto. En esta fase, el objeto hallado es
casi idéntico al primer objeto de la fase oral. Llamamos a la madre el primer objeto de amor.
En el caso del niño, inicia la fase fálica con el C. de Edipo, en el cual inviste libidinalmente a la madre, la
toma como su objeto de amor, mientras ve como rival al padre.
Cuando el niño ha volcado su interés a los genitales, lo deja traslucir por su insistente ocupación manual
en ellos y después tiene que experimentar que los adultos no están de acuerdo con ese obrar. Sobreviene
la amenaza de castración, aunque al principio el varoncito no presta creencia ni obediencia alguna a ella.
La observación que por fin quiebra la incredulidad del niño es la de los genitales femeninos. Alguna vez, el
varoncito, orgulloso de su posesión del pene, llega a ver la región genital de una niña, y no puede menos
que convencerse de la falta de pene en un ser tan semejante a él y la amenaza de castración obtiene su
efecto con posterioridad. No tuvo ocasión alguna para dudar de que la mujer posee un pene. La
aceptación de la posibilidad de la castración, la intelección de que la mujer es castrada, puso fin a la
posibilidad derivada del C. de Edipo.
Si la satisfacción debe costar el pene, estallará el conflicto entre el interés narcisista en esta parte del
cuerpo y la investidura libidinosa de los objetos parentales. En el mejor de los casos, triunfa el interés
narcisista: el yo del niño se extraña del C. de Edipo.
Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas por identificación. La autoridad del padre, o de
ambos progenitores, introyectada en el yo, forma ahí el núcleo del superyó (o ideal del yo).
Las aspiraciones libidinosas pertenecientes al C. de Edipo son, en parte, desexualizadas y sublimadas.
Con ese proceso se inicia el periodo de latencia que viene a interrumpir el desarrollo sexual del niño.
El C. de Edipo en la niña es un poco diferente, ella entra en la fase fálica en una posición homosexual
(fase preedipica), en la cual inviste libidinalmente a la madre y toma como rival al padre. En un primer
momento, el clítoris de la niña actúa como un pene, hasta que se da cuenta de la diferencia anatómica con
el niño. Entra al C. de castración con una castración ya consumada. Entiende que ha sido castrada.
A partir de esto, surge el “empuje al pene”, se establece en la niña un sentimiento de inferioridad,
introduciéndose poco a poco al segundo momento donde deja de tomar a la madre como objeto de amor
(piensa que la hizo incompleta y la falta de su madre que tampoco posee pene y, por ende, no le puede
dar lo que está buscando). Se produce un giro hacia el padre, el cual va a ser tomado como objeto de
amor por la niña.
En la niña falta el motivo para el sepultamiento del C. de Edipo, puede ser abandonado poco a poco,
tramitado por represión o sus efectos penetrar mucho en la vida anímica que es normal para la mujer.
Luego renuncia al pene y tiene lugar la ecuación simbólica “pene=hijo” y su C. de Edipo termina en el
deseo de recibir un hijo del padre, pero se abandona poco a poco porque nunca se consuma. Ambos
deseos permanecen en el inconsciente, preparando a la mujer para su futura función sexual.
Tiene tres caminos de salida: maternidad, homosexualidad (en la fantasía quedó el empuje por el pene) y
la frigidez (renuncia total al sexo).
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Constitución subjetiva de Lacan.
Sin embargo la creación de Freud deja de ser utilizada por psicoanalistas que buscaban la dirección de la cura,
causando una importante bifurcación, uno de ellos es Lacan que en sus primeros escritos al realizar un retorno a las
teorizaciones freudianas va a llevar sus mitos hacia la estructura real abandonando lo mítico, considera al C. Edipo
como insuficiente para abarcar lo imaginario y lo simbólico para organizarlo construye la Metáfora Paterna como
justificación de su hipótesis el “inconsciente está estructurado como un lenguaje” ya que es en ella en donde anuda el
trayectoria edípica con la función fálica de la castración simbólica haciendo referencia al lenguaje, siendo un proceso
estructurante para el sujeto. Lo cúal lo lleva a considerar ciertas diferencias del anterior, principalmente explica que no
solo el problema es el deseo del niño hacia su madre sino también que deseo tiene la madre de él y como este implica
una incógnita, representado esto mediante una de sus metáforas que se aleja de apetencias eróticas, donde el niño se
ubica dentro de las fauces de un cocodrilo, que es su madre, a modo de arrullarlo estando tan cerca de un error
sorpresivo que lo lleve a comérselo. Y por otro lado la función paterna (≠presencia paterna) la elabora no como una
figura imaginaria que puede ser buena o no sino como el punto clave, como la ley que soporta todo y se adentra a la
operación metafórica con una función simbólica. Por lo que todo este proceso de acceso del niño a lo simbólico y el
despejo del objeto perdido inicia con el sgte del deseo de la madre comienza en el estadio del espejo:
Falo / Castración
Para hablar de falo tenemos que situarnos en la significación que le da Lacan y hacer una diferenciación a
lo se pensaba con Freud.
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Freud: Es difícil abordar el falo en la obra de Freud ya que es evocado por el atributo “fálico” (organización
fálica, madre fálica, etapa fálica y no falo) y lo hace en referencia a una función simbólica Freud refiere al
falo como ese objeto de interés del niño, interés considerado como estético y no que haya una pulsión
unificada, genital, o una base biológica de este interés.
Se utiliza para hablar sobre la etapa fálica y para referenciar a la premisa universal del pene: la creencia
de los niños de que todos lo tienen. Este término nos sirve para narrar el conflicto que representa el
complejo de castración, es decir, hablamos sobre el tener o no tener y qué posición determina con
respecto a este. La fase fálica es innovadora ya que introduce una relación de objeto donde no hay un
objeto (no hay falo), donde se supone el dominio de las fantasías (castración).
El niño descubre que no todos lo tienen y con la amenaza de la castración sumado a la creencia
(protofantasía) de que se lo pueden cortar al verlo consumado en el sexo opuesto, teme en perderlo y
tiene que decidir entre renunciar a la satisfacción al placer para no ser castrado.
La niña en cambio al darse cuenta de la diferencia con el sexo opuesto, fantasea que es pequeño, que ya
le va a tener. Esta rivalizará con su madre por hacerla faltada y esperará de su padre que le dé aquello
que le falta (hijo).
Y aun cuando originariamente la elaboración del objeto fálico se basa, en cierto modo, en realidad
anoranormica del pene, en Freud está claro desde el comienzo que la función atribuida a tal objeto no
puede reducirse a estos términos: tener o no tener pene, Además, si bien el falo era predominante solo es
como referente simbólico
Lacan: en función de los bosquejos que deja Freud sobre lo que dice del falo, construye un concepto
como tal, no referenciando, sino como un concepto en sí.
El objeto fálico constituye la piedra angular de la problemática edípica y de la castración, este es ante todo
un objeto cuya naturaleza es ser un elemento significante primordial. El complejo de Edipo se representará
entonces alrededor de la localización respectiva del lugar del falo en el deseo de la madre, del hijo y del
padre, en el transcurso de una dialéctica que se pondrá de manifiesto en la modalidad del "ser" y del
"tener".
¿Cómo se introduce el significante fálico?
En primera instancia hablamos de la dialéctica del ser: ser el único objeto del deseo de la madre, ser el
objeto que satisface su falta, ser el falo. Esto debe ser sustituido por la dimensión del tener,
posicionándose el niño como "sujeto" y no ya solamente como "objeto" del deseo del otro. La aparición de
ese "sujeto" se da cuando el niño se esfuerza por designar simbólicamente su renunciamiento al objeto
perdido, hablamos de la represión del significante fálico, también llamado significante del deseo de la
madre (S1).
En segunda instancia, será El Nombre del Padre el nuevo significante (S2) que reemplaza, para el niño, al
deseo de la madre: "La función del padre en el complejo de Edipo es la de ser un significante que
reemplaza al significante, es decir, al primer significante introducido en la simbolización, o sea, el
significante materno (...) Por eso el padre, según la fórmula de la metáfora que les he explicado, viene en
lugar de la madre (S en lugar de S') que es la madre que ya está ligada a algo que era x, es decir, a algo
que era el significado en la relación del hijo con la madre."
Metáfora paterna.
El estudio del psicoanálisis ha sufrido de diversos cambios y mucho más en la era post freudiana, es así
que los autores cada vez se alejaban de la enseñanza de Freud. Esto sigue así hasta que Lacan propone
un retorno a Freud, de cierta manera “pone las cosas en orden” para poder así renovar la teoría
psicoanalítica, retoma la base que dejó Freud. Pasar del mito a la estructura significa darle consistencia a
lo que Freud creó, podemos encontrar algo muy valioso, en tanto que el C. de Edipo enmascara un
concepto no tratado de forma directa, nos referimos al falo. Es difícil estudiar este concepto en la obra de
Freud, ya que no se refería a este de forma directa, sino que lo mencionaba como un atributo (fase fálica,
por ejemplo). Lo que Lacan hace es resignificar el mito propuesto por Freud.
El falo de ahora en más es un concepto en sí, pero no solo eso, sino que este es la piedra angular para la
constitución subjetiva, reemplazando el C. de Edipo planteado por Freud, en tanto adquiere el estatuto de
“operador estructural”.
Parte de la resignificación lacaniana se da gracias a los aportes de la lingüística (Lacan hace una
adaptación al psicoanálisis de la lingüística de Saussure) que permite pensar “la lógica del significante”. El
desfiladero de la palabra, la metonimia del significante, entre otras designaciones, va a ser el eje del, o
más bien de la “falta en ser”. Existe un significante movilizante dé esta lógica y es acá donde entra el falo.
1er tiempo: Luego de la fase identificatoria del estadio del espejo, el niño aún mantiene una relación de
indiferenciación funcional con su madre, debido a que desea identificarse con lo que él supone que es el
objeto de su deseo, ser objeto de lo que supone que le falta a la madre, constituirse como falo materno.
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Sin embargo, se adentra a la problemática fálica ante el valor presencia-ausencia de la madre, un abismo
donde surge la duda dialéctica de ser o no ser el falo y preguntarse “qué es lo que quiere de mí”, donde
ante aquella inestabilidad angustiante el niño deduce que si no es él hay alguien más, dando lugar
inevitablemente a la instancia mediadora de la función simbólica del Padre, lo cual movilizará al niño sin
embargo le resulta favorable porque es la respuesta a la angustia, el problema es la inercia posible de la
madre, por lo que es ella quien debe permitir su entrada.
El cachorro humano se encuentra a merced del cuidado de un Otro y es en función de estos cuidados que
el niño se pregunta sobre el deseo de ese Otro que vira en función de la ausencia y presencia, se
preguntará ¿qué querrá? (no es el deseo por la madre, sino el problema del deseo de la madre).
En la metáfora paterna, todo empieza con un significante sobre una X. Es el significante del deseo de la
madre, y el niño tiene que ir a situarse en esa X.
Esa x es eso que no se puede establecer con precisión qué es lo que desea.
Lo crucial que se piensa en la intervención paterna, es la aparición de un Otro significante -porque se
necesita otro- para fijar algún sentido seguro respecto de que desea la madre y no toda esta angustia de
que podría ser esto o cualquier cosa.
A partir de ese enigma angustiante del deseo del Otro como deseo de la madre, tenemos la entrada en el
Edipo para Lacan, en el sentido freudiano. Esta entrada es poder identificarse a ser el objeto fálico como
objeto deseado por la madre.
Pero el niño, no es alcanzado por la metáfora paterna. Él recibe el efecto de esa metáfora. En tanto se ha
causado en la madre. Un niño no necesita confrontarse con ningún padre, ni ninguna ley del padre, de
manera directa; él se identifica con algo que apareció que es ser el falo, objeto imaginario, fantasmático, y
tiene ese logro, porque en la madre ha pasado, vía la madre, esa metaforización.
2do tiempo: En este momento la mediación paterna interviene en la relación intersubjetiva madre-hijo-falo
causando molestía e incomodidad debido a que conlleva, con su sola presencia, la castración simbólica,
una acción conjugada que al causar la noción de la falta de objeto se manifiesta de tres modos diferentes
en simultáneo; por un lado el niño la vivencia como una prohibición (la falta real de un objeto simbólico) de
la satisfacción del impulso y consecuentemente como una frustración (la falta es un daño imaginario por un
objeto real) donde la niña se frustra por no tener pene y el niño se frustra por la madre por no tenerlo, y por
otro lado la madre vivencia la privación (falta real por un objeto simbólico) de aquel objeto fálico de su
deseo y separa al niño de su identificación fálica.
De esta forma el niño vivencia simultáneamente la separación con la primera aparición de la Ley, debido a
que el padre aparece como un Otro que es posible que sea el objeto del deseo de la madre, ocasionando
el desplazamiento del objeto fálico y una rivalidad imaginaria que eleva al padre a lo simbólico y lo hace
encontrarse con la ley del padre. Es decir que ahora el hecho de que el deseo de la madre esté sometido a
la ley del deseo del otro implica que el deseo del niño va a remitir también a aquella Ley, dándole la
oportunidad de acceder a la simbolización de la ley. “siempre encuentra en el otro ese “otro” del otro, es
decir su propia ley”.
Tenemos ahora al lado de la madre un significante sobre el objeto fálico, “φ” en el sentido de serlo. Ø = El
otro barrado significa la pérdida de ese Otro, en este caso por la castración. Ahora interviene el significante
del padre/ley que produce un efecto de castración a ese objeto fálico “-φ” de ser el falo.
Esta metáfora se encarga en alguien (no necesariamente es el padre biológico) que sea real y que
instaura una prohibición bidireccional tanto al niño como a la madre. Lacan dirá que esta resulta
rápidamente favorable para el niño, el problema es la Madre que genera una inercia en el niño para
mantener la célula narcisista, si la madre rechaza la separación no se producirán los efectos de la
castración sobre el niño.
3er tiempo: Se produce la declinación del C. de Edipo debido a que se marca definidamente la
simbolización de la ley con gran valor estructurante. En este momento el padre que había sido
anteriormente investido con el atributo fálico pasa a demostrarlo interviniendo como aquel que lo tiene,
debido que el niño comprende plenamente su significación y que en él reside la localización exacta del
deseo de la madre renunciando a ser el falo materno, a la satisfacción de la pulsión, a la expresión de su
deseo original, prefiriendo al padre como supuesto poseedor. Por lo que se pone fin decisivamente a la
rivalidad fálica ya que el padre deja de privar y restablece la instancia del falo, y el niño deja de lado la
problemática del ser (soy falo) a aceptar la problemática del tener, al igual que la madre, donde al no
poseerlo desea a quien lo tiene y se introduciéndose inevitablemente al juego de las identificaciones hacia
al padre que supuestamente tiene el falo (soy como papá, soy portador de ese falo).
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Ahora el niño, sustituye a ese padre en tanto que tiene realmente el falo, no es que pueda hacer algo con
eso, sino que ha logrado significarlo.
También en este tiempo es el de la conquista del Ideal del yo, y el niño puede metaforizar diciendo “soy
como papá” haciendo alusión a una identificación secundaria “soy portador de ese falo” (una asunción del
tener simbólica). Ocurre lo que Freud llamaba la salida del C. de edipo por declinación de los fantasmas
que aparecen en el segundo tiempo, se dice “ya es un varoncito” por esa adquisición del ideal del yo.
Encontramos 3 identificaciones: la primera es ser el falo como objeto imaginario. La segunda es la mera
negatividad de dejar de serlo. En la tercera se juega la asunción de la identificación sexual constituyendo
el ideal sexual que lo define y lo significa como hombre en el sentido de "el que tiene, el que porta el falo".
En cada una de estas tópicas inventan una explicación diferente para el trauma:
● Primera tópica: Es ahí donde Freud hace referencia a lo que está ligado y desligado. Lo que nos interesa
es que esa operación suponía que cada palabra estaba ligada a un afecto. ¿Por qué razón, alguien sería
particularmente afectado por una palabra? Esto se produce porque existe una conexión afecto/palabra, es
decir que las palabras están ligadas a ciertos afectos. La práctica freudiana consistía en desligar y religar
cargas de afecto, producir desplazamientos. Se trata entonces de una ligazón entre palabras, o
representaciones y afectos; es la ley de la condensación y el desplazamiento: una palabra, por
asociación, recibe una carga afectiva desplazada de otra. Lacan construye con esto una retórica, en
términos de cómo alguien se separa y se junta con algo.
Freud coloca el trauma entre un primer y un segundo tiempo; el primero está ubicado en la infancia, el
segundo en la pubertad. Será ese segundo tiempo, actuando sobre el primero, lo que producirá un efecto
traumático. Eso que el día anterior no significaba nada, el día posterior significa algo.
Para Freud hay un primer tiempo donde un acontecimiento no tiene ningún valor, y un segundo tiempo
donde efectivamente lo adquiere. ¿Por qué ocurre esto? Porque algo del mundo exterior va a ligarse con
algo de la pulsión en el encuentro de un acontecimiento exterior con un acontecimiento pulsional
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El problema ahora es cómo relacionar el acontecimiento con la fantasía (1er tiempo). Se supone que en la
infancia existía una fantasía y que, en la pubertad, ocurre un acontecimiento; esta es la relación que Freud
va a establecer. El problema, si definimos la fantasía como un montaje de la pulsión, es explicar cómo
actúa el acontecimiento sobre ésta o, a la inversa, de qué manera actúa la fantasía sobre el
acontecimiento. Freud va a proponer un pequeño diagrama sobre la etiología de las neurosis.
Protofantasías:
● Para Freud estas fantasías surgen en respuesta a una serie de preguntas infantiles.
A la pregunta: "¿Por qué alguien desea?", la respuesta es: "Por seducción".
● Con respecto a la escena primaria, Freud dirá que es la respuesta a una pregunta sobre el origen.
● Con respecto a la castración, dirá que es una respuesta a la pregunta acerca de por qué hay diferencia
sexual.
Histeria
Freud (1895): Estudia la histeria. Representaciones inconscientes que se presentan en el síntoma
histérico de forma deformada, formación sustitutiva. El afecto de tales inerva ciertas partes del cuerpo
(localización o función) generando así el síntoma histérico.
Descubre el origen sexual, representaciones reprimidas que son intolerables para el yo por el monto de
angustia: descubre el inconsciente y el uso de la asociación libre. Así es que la inervación es la
conversión, se deposita la energía psíquica (el afecto) en el soma y para que se levante el síntoma, por la
asociación libre, el sujeto habla o recuerda aquello que se ha reprimido y en función de la asociación con
la carga energética o afecto sucede esto.
Ideas que el sujeto reprime y que no quiere saber. El afecto se va a inervar (proyectar o catectizar) una
zona del cuerpo (localización o funcionalidad).
El estudio de la histeria se vio marcado por una evolución que va desde explicaciones religiosas,
biologicistas hasta lo que el psicoanálisis nos marca. Lo que antes era entendido como un conjunto de
síntomas corporales sin una aparente explicación biológica, ahora se entiende como una manifestación de
representaciones reprimidas, donde en el afecto de dicha representación se inerva en una parte del
cuerpo, siendo esta afectada: constituye una de las modalidades de posicionarse frente al deseo.
Para explicar el origen de tal modalidad, es esencial saber qué mecanismo es el que moviliza la histeria, y
es así que la conversión va a ser clave para entender aquellos síntomas que no pueden ser explicados
desde el modelo médico o la psiquiatría clásica. Posicionándonos desde Freud, diremos que cierta
representación representativa se verá cargada energéticamente por un plus de satisfacción (goce, para
Lacan), lo cual dejará una huella en el desarrollo psicosexual del niño, nos referimos a una fijación a los
primeros objetos de satisfacción en la etapa fálica. Como sabemos, la cantidad de monto de afecto de esta
representación, hará que el actuar de la represión no sea del todo efectivo y que este quede suelto para
que se ligue entonces a una parte del cuerpo u órgano, afectando u volviéndolo disfuncional.
Ahora, la fijación hacia dichos objetos, nos va a permitir hablar de la lógica del ser, de cómo nos
posicionamos frente al deseo. Es así que entendiendo que el deseo es el deseo del otro, la histeria va a
asumir su falta y se va a identificar como aquello que el Otro desea, es decir, el falo. Esta se va a interesar
por el deseo del Otro, porque solo de esa manera va a poder ocupar dicho lugar, quiere saber cuál es el
deseo del Otro y así es que se encarna la verdadera pregunta histérica. Pero como el deseo nunca es
satisfecho, tenemos que hablar de su forma de goce, la histeria goza de mantener insatisfecho el deseo
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del Otro, quiere ser deseada: esto aparenta una pasividad pulsional, pero no es así, en tanto que una
histérica hace que la deseen, estamos hablando de la bella indiferencia.
Obsesión
Freud dirá que las representaciones obsesivas son reproches mudados que retornan de la represión y
están referidas siempre a una acción de la infancia, es decir, a una acción sexual realizada con placer.
Para que se edifique esta modalidad, primero se tiene que dar la predisposición característica del primer
encuentro con el deseo del Otro y ese evento traumático, experimentado por el infante, deriva los demás
reproches para luego reprimir las representaciones de la experiencia sexual traumática.
La neurosis obsesiva encuentra un plus de satisfacción en la etapa anal, es así, que la regresión será
hacia esta. Esto eleva al Superyó tiránico y despiadado, obedeciendo a una conciencia moral, compasiva y
de limpieza. En el obsesivo la vivencia traumática no se olvida, pero se lo despoja de su afecto y se
neutralizan sus vínculos asociativos, esa vivencia permanece aislada y el pensamiento no la reproduce (de
esta forma lo reprime).
Desde un punto de vista clínico, este sujeto sufre de lo que piensa, posee un aspecto impecable y pulido;
dentro de su comportamiento cortés esconde una agresividad, realizan actos repetitivos y rituales
planificados porque de otra manera sienten mucha angustia; empiezan muchas cosas y no terminan
ninguna; odian los imprevistos o las cosas que escapan de su control, es obediente, servicial, revela su
goce en la postergación de las cosas, es decir, que son de procrastinar; maneja mejor la soledad del
pensamiento porque es en las relaciones con los otros que puede ser sorprendido por el Deseo del Otro,
esto le producirá angustia.
Se confunde así mismo con el significante Amo. El amo nunca quiere saber nada (porque el amo ya sabe).
El amo quiere que las cosas funcionen y que nadie le pregunte porque las cosas funcionan de este u otro
modo.
El comportamiento obsesivo en sus relaciones: con el otro (su semejante, su otro imaginario) y con el
Otro. El otro es su rival y el Otro es el lugar desde donde se mira. El obsesivo está desdoblado, está en la
arena en el escenario jugando su rol y a la vez está en el palco (como observador)
El sujeto sabe que se está observando a sí mismo y una cosa es desde donde el sujeto se mire y otra
cosa es donde el sujeto ve. Se ve con el otro imaginario (Yo ideal), pero también está el lugar desde donde
se mira (ideal del Yo). Es de esperar que en el transcurso de un análisis el sujeto llegue a saber algo
acerca de este lugar, ¿quién es ese ideal (que es el mismo y a la vez no lo es) que está sentado en el
palco con él mirando? Es algo que el sujeto desconoce, por eso una indicación para la dirección de la cura
es que el analista trate de ubicar desde donde se mira el sujeto.
En el circuito obsesivo: por un lado, el sujeto que está siempre enjaulado y, por otro, el rival imaginario que
puede ser un amigo íntimo, el amigo- enemigo, etc. En la neurosis obsesiva todos tienen un socio a quien
necesitan pero que los perjudica y del cual no pueden separarse; si lo hacen, se ve claramente que el
problema del socio era una dificultad del sujeto. La lucha a muerte por puro prestigio se juega
completamente en el drama del obsesivo con el rival imaginario y es a muerte, por nada. Esto puede llevar
a tragedias. El sujeto siempre está empeñado en tener una mejor performance que el otro.
Lacan habla de una deuda imposible de pagar porque nunca es propia, aunque el obsesivo tenga miles de
argumentos para decir que la deuda es suya. ¿Cómo hacer para pagar una deuda que no se puede pagar
porque es la deuda del Otro? Nadie puede pagar la deuda del Otro pero, al mismo tiempo, está obligado a
hacerlo. Esto es lo que nos muestra con claridad el tormento del Hombre de las Ratas, pero es así como
todos venimos al mundo. Para el obsesivo toma esta connotación absoluta de relación entre la deuda y la
culpa.
Hay momentos en los que el sujeto se despierta y se confronta con lo real de su goce. Pero no hay
eternidad, ni rival imaginario que salve al sujeto de la responsabilidad que le corresponde en relación a su
goce. Y ese es el punto al que tenemos que ir en la dirección de la cura: responsabilizar al sujeto de su
goce.
HISTERIA OBSESIÓN
regresión y Una regresión a los primeros objetos de Regresión a la etapa anal donde hubo un plus
fijación satisfacción de la etapa fálica, la pulsión de satisfacción: hay una tendencia al control
se satisface de manera “aparentemente (por el control de las heces). En función de
pasiva”, sin embargo, hay un hacer de esto es que al obsesivo no le gusta la posición
parte de la histeria para que suceda algo. de la contingencia, el ama lo posible, calcular
Es así que hay una satisfacción pulsional. todas las diferentes posibilidades de la
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El afecto de una representación reprimida contingencia para poder controlarlas (aunque
que se va a convertir a una parte del esto no sea posible). Es muy cuidadoso con
cuerpo u órgano que genera una sus lapsus (lo que hace sin querer) y cuando
disfunción o afección de este. estos suceden suele decir que lo tenía
controlado o que lo hizo a propósito.
El control se refleja en la agresividad con el
otro: la relación imaginaria donde hay una
producción sobre el otro, ya que este tiene lo
que el otro quiere, se sitúa en posición de
amo.
pregunta Pregunta por el sexo ¿Qué soy, soy Pregunta por la existencia y la muerte.
fundamental hombre o mujer? Hay una doble ¿Soy o no soy? ¿Estoy vivo o estoy muerto?
identificación. Con la mujer, ya que ésta se El sujeto queda entrampado en la satisfacción
percibe y acepta faltada, hablamos del “no del deseo del otro y es en función de esto que
todo” que remite al dejar algo fuera de lo en algún momento se va a preguntar ¿esto
discursivo. Se identifica con el deseo del que hago es porque lo deseo yo o porque lo
hombre y desde allí se pregunta ¿qué desea el otro? Es una pregunta sobre la
desea un hombre? existencia y tiene que ver con el ser o no ser,
Pregunta hecha al significante fálico. si es que lo que estoy haciendo es porque lo
¿Quién soy yo para el deseo del Otro? deseo yo o lo desea el otro, ¿estoy vivo o
Pregunta sobre la Otra mujer (quiere ser estoy muerto?, ¿soy o no soy yo?.
más de una mujer).
Deseo Tiene la peculiaridad de ser el deseo del Se plantea una especie de opción: O el deseo
deseo, siempre trata de mantenerlo o el Otro. Cuando dice “yo quiero” se afirma en
insatisfecho para mantener al Otro en vilo. un querer que es contra el Otro. Le parece que
Al haber una fijación en los objetos de si lo que él quiere también lo quiere el otro,
satisfacción fálicos, se busca ubicarse entonces, ya no se trata exactamente de su
como lo deseado, ser el falo del Otro. “se propio deseo, ya no le es tan propio. Si
ofrece como falo al deseo del otro”. también lo desea el Otro empieza a dudar de
Busca anotarse en el deseo del Otro, pero que se trate realmente de su deseo, lo cual es
cuando pasa a ser todo para el Otro ya no un problema. Hay cierta obcecación allí, en la
es nada: si es todo para el otro voy a ser que se plantea una paradoja que es difícil de
su deseo, pero en este caso este estará resolver: si es “o el deseo o el otro, ya no es
satisfecho y es ahí donde se desliza el ninguna de las dos cosas pues el deseo
“NO”. siempre está en relación al Otro, entonces ni lo
La histérica se identifica con el falo, quiere uno ni lo otro.
representar el falo, ya que el falo es el El obsesivo plantea un “yo quiero” obcecado
significante que moviliza el deseo. Esta pero si alguna vez logra lo que quiere, ya no le
identificación denuncia la falta en ser y la sirve porque para lograrlo tuvo que anular el
falta en gozar. deseo del Otro, se quedó sin él. Al anular el
Se reivindica el deseo como deseo deseo del Otro, anuló el suyo propio y lo
insatisfecho y también como aquello que transformó en deseo imposible.
le falta a la demanda. Sabe (en el sentido ¿En que logra apoyar el obsesivo su deseo?
de saber no sabido) que la demanda y el En un objeto que siempre es reductible al
deseo no son lo mismo y también que el significante falo (autos, colección de algo,
deseo no tiene nada que ver con el goce. dinero, etc.)
La operación histérica también consiste en Confunde deseo y demanda.
suspender el goce para mantener el Hay una fuga en relación al objeto deseado:
deseo, tiene la astucia de separar el deseo cuando al fin puede encontrarse con él, lo está
de la demanda pero no alcanza a ver qué perdiendo, busca perderlo.
le sucede con el goce.
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Síntoma Es conversivo, existe una inervación Hay que tener en cuenta hacia donde va la
somática, hay una imposibilidad de una carga de afecto que queda dando vueltas y a
represión total por un gran monto de carga dónde se liga: en la obsesión este monto de
afectiva que es producido por un plus de afecto se desplaza de una representación
satisfacción. Este monto de afecto que representativa a otras representaciones
queda suelto, dando vueltas, se tiene que representativas, de este modo el mecanismo
atar o ligar a un significante, y es ahí que aparece en la obsesión es el falso enlace.
donde una parte del cuerpo cumple tal El obsesivo es consciente de aquello que le
función. No existe una aparente conexión genera angustia, pero no sabe que aquello
entre el significante y el órgano o parte del está falsamente enlazado, es decir, lo que
cuerpo afectada (luego se descubrirá en la realmente le produce angustia se encuentra
clínica la conexión). desplazado de tal manera que es sumamente
difícil identificar dicha representación “original”.
Dirá Freud: las representaciones obsesivas
son “reproches mudados”, que retornan de la
represión (esfuerzo de desalojo) y están
referidos siempre a una acción de la infancia,
una acción sexual realizada con placer. Varias
representaciones obsesivas que se siguen
unas a otras, pero cuyo texto no es idéntico,
son en el fondo una y la misma.
Síntoma en el pensamiento (aparecen ideas
parasitarias e intrusivas), acción, en actos
compulsivos (inhibición de la actividad, el
pensamiento ocupa tanta carga energética que
no llega a lo que tiene que hacer) y afectividad
(le cuesta el acercamiento del otro, se aísla).
entrada en Más accesible al análisis, porque es una Llega a análisis cuando hay una falla en la
análisis enfermedad intersubjetiva, está dirigida identificación con el significante amo. Por
siempre al Otro. Hay que saber que si se ejemplo, si un histérico lo ha agujereado. Para
le quiere dar o trata de dar lo que pide no que entre en análisis primero hay que dividirlo,
es lo que quiere, dice “no es eso” y se va. histerizarlo en su discurso. No es tan accesible
La posición que tenemos de entrada en a la entrada de análisis porque es una
análisis de una histérica es que viene a enfermedad de intrasubjetividad, una
denunciar que hay alguien que ha enfermedad del sujeto consigo mismo.
causado el desorden de su mundo del cual
ella es víctima y no lo ha causado. Lo
primero que se debe hacer es alojarla,
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admitir que hay un problema en su mundo
para luego preguntarle cuál es su parte en
ese asunto. Rectificación subjetiva-
hacerse responsable (el sujeto se implica
en el desorden del cual se queja).
con relación Tiene una pasión por el Otro y le gusta Se retrae en relación con los otros y construye
al otro que al Otro le falte algo, si encuentra que una fortaleza que lo protege del Otro al precio
no le falta nada va a tratar de agujerearlo, de aislarse.
de hacer que le falte. “O Yo o el Otro”-Jaula del obsesivo
El obsesivo “lleva puesto”, el obstáculo para
encontrarse con el Otro es lo que Lacan va a
llamar “la jaula” donde está atrapado. Aun si se
pasea lo hace con su jaula a cuestas, porque
aunque se desplace mucho está encerrado. Si
logra hacer entrar a su amada, una vez que
está adentro se muere el deseo y la jaula se
transforma en cajón.
objeto de Objeto de amor que no pueda ser Objeto de amor inalcanzable, inaccesible. Ej:
amor satisfecho. Ej: amor a distancia, un amor Se enamora siempre de chicas con novio.
lejos para el deseo insatisfecho.