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DILEMAS DE LA PSICOPATOLOGIA – CAPITULO I – PABLO MUÑOZ

En el momento del ingreso de la psicopatología al siglo XXI subsista el impacto feroz de una clínica que estaba
gobernada por los laboratorios, que dieron el puntapié a la creación de manuales diagnósticos y estadísticos. La
psiquiatría se convierte en una disciplina puramente médica, por lo que el diagnóstico psicopatológico es
reemplazado por el diagnóstico de trastornos. De este modo, la psiquiatría fue durante décadas el pilar de la
psicopatología, pero esto fue disminuyendo y a desaparecer.

Con el fin de facilitar la protocolización de una disciplina que lleva más de dos siglos de desarrollo como la
psicopatología, ha hecho por ello que logren construir un mero nomenclador, provisorio pues los consensos parecen
no trascender demasiado.

La medicalización de la vida cotidiana atenta contra la fuerza de ejercicio de escuchar aquello que del padecimiento
se logre articular en un discurso; atenta contra el intervalo de que se haga posible la lectura de un detalle clínico que
pasaría desapercibido; atenta contra un encuentro singular.

ORIGENES DE LA PSICOPATOLOGIA

La psicopatología es una disciplina que forma parte de la psicología constituida como ciencia, y tiene como objeto
especifico estudiar los procesos y fenómenos Psíquicos patológicos. Es una disciplina teórica y autónoma que
construye sus conocimientos a partir de la elaboración de hechos.

El termino PSICOPATOLOGIA es empleado por primera vez por Emminghaus en 1878 como sinónimo de psiquiatría
clínica; más tarde nace como método y disciplina de propio derecho. Como termino, se forma como una abreviatura
de psicología patológica, que es el modo en que se denominó en sus inicios en el momento de su surgimiento en el
campo de la psiquiatría, por analogía con la expresión medicina patológica.

Etimológicamente, la palabra psicopatología se compone de 3 términos:

1) Psyche: alma o razón

2) Pathos: enfermedad

3) Logias o logos: discurso racional

Esto dio ligar a diversos empleos de los cuales se distinguen 3:

 DESIGNAR UN AREA DE ESTUDIO: La psicopatología es aquella área de la salud que describe y sintetiza las
enfermedades mentales

 COMO TERMINO DESCRIPTIVO: la psicopatología es aquella referencia específica a un signo o síntoma que
se puede encontrar dentro de una enfermedad

 COMO DESIGNACION DE UN AREA DE ESTUDIO EN PSICOLOGIA: es una disciplina que forman parte de la
psicología como ciencia. Su objeto de estudio son los procesos y fenómenos psíquicos patológicos, ya sea en
las enfermedades mentales (opuestas al estado de salud), ya sea en las perturbaciones que acontecen en
personas sanas.

Abordar el complejo de campo de las enfermedades mentales, implica examinar esas enfermedades y articularlas
con una teoría capaz de explicarlas. Se van a considerar: 1) aspectos semiológicos, 2) aspectos patogénicos, 3)
aspectos etiológicos, 4) nosografías psicopatológicas. Estos aspectos van a confluir en un DIAGNOSTICO. Este
diagnóstico presenta opacidades o dificultades porque incluye tanto las estructuras subjetivas (posición del sujeto
ante los elementos psíquicos) como las estructuras clínicas (neurosis, psicosis y perversión). En este sentido, el
diagnostico estructural considera que no existen elementos por fuera del sistema de relaciones con los otros
elementos del sistema, vale decir de la co-varianza. Por último, en la terapia psicoanalítica el diagnostico se utiliza
para guiar u orientar la cura la cura ya que el psicólogo atiende a la singularidad de los sujetos y, por ende, interviene
de manera diferente con cada uno de ellos.
Según el DSM, el planteamiento de un diagnostico implica organizar la información obtenida a través de la
interacción especial que se da en la sesión terapéutica entre una persona y el profesional. Para ello, el clínico se vale
de varias herramientas entre las cuales está la entrevista, observación y batería de test. Una vez reunida la
información se procede a determinar la categoría diagnostica. Conforme a la lógica del DSM esto implica juzgar si los
signos y síntomas alcanzan el umbral diagnostico definido, es decir, el límite de tiempo, numero e intensidad que
marca la frontera entre la manifestación total de un trastorno y el tipo de este.

HISTORIA DEL DESARROLLO DE LA PSICOPATOLOGIA

El surgimiento de la psicopatología se sitúa a fines del siglo XIX en Francia, donde la práctica clínica psiquiátrica y la
psicoanalítica fueron los principales campos de aplicación de la psicopatología en la medida en que le
proporcionaron la posibilidad de la extensión de su concepto. De ahí que, por razones clínicas e históricas, se
construya un trípode: PSICOPATOLOGIA, PSIQUIATRIA Y PSICOANALISIS.

El surgimiento de la psicopatología hacia fines del siglo XIX es correlativo al puntapié inicial que da Ribot en Francia,
al denominar “Psicología Patológica” a la disciplina cuyo método consiste en estudiar los hechos psicológicos para
comprender y conocer mejor la psicología normal. El método que plantea Ribot es el METODO PSICOLOGICO y busca
comprender la psicología normal a partir del hecho patológico. A partir de ello, la posición normal – patológico se
sostiene con un criterio continuista.

En el momento de su nacimiento, la psicopatología se constituye como una disciplina más teórica, por oposición a la
psiquiatría como práctica médica. Uno de sus discípulos Janet, se vuelca a la medicina y va a ser uno de los
fundadores de la psicopatología dinámica.

Freud plantea que la patología permite observar el funcionamiento normal, ya que muestra de manera exagerada
algo que en la normalidad escapa de nuestra aprehensión. Afirma: “La patología mediante sus aumentos y
engrosamientos puede llamarnos la atención sobre constelaciones normales que de otro modo se nos escaparían”.

Hay que tener en cuenta que el nacimiento de la psicopatología se produce en Francia, por lo tanto, es incorrecto
sostener que ella es un derivado de las teorizaciones de Freud. Debemos considerar como los desarrollos freudianos
aportan a las disciplinas psicopatológicas, a partir de sus elaboraciones en torno a los mecanismos psíquicos, del
síntoma, de las tópicas del aparato psíquico y de la metapsicología.

La psicopatología se ha interrelacionado con la práctica clínica de la psiquiatría y del psicoanálisis. La práctica clínica
psiquiátrica y de la psicoanalítica fueron los principales campos de aplicación de la psicopatología en la que se le
proporcionaron la posibilidad de extender sus conceptos, se delimita el trípode:

PSICOPATOLOGIA

PHATOS

PSIQUIATRIA PSICOANALISIS

Hay que conocer las relaciones entre estas 3 disciplinas para no caer en desconocimiento: creer que el psicoanálisis
surge de la nada; que la psicopatología nace gracias al psicoanálisis o que la psiquiatría es un saber anticuado al que
los clínicos ya no tenemos nada que deberle. No se trata de un problema especulativo, sino que afecta el modo de
concebir y tratar el PHATOS humano. Ese PHATOS puede tomar varias concepciones que alude tanto al sufrimiento
humano normal como al sufrimiento existencial. Diferenciar lo normal como patológico o mórbido, si tomamos la
relación que Freud sostiene de lo normal como patológico. También significa pasión, desenfreno pasional no
patológico pero inducido.

Para entender lo que refleja la pirámide, Muñoz plantea 3 enfoques teóricos:


 ENFOQUE DESCRIPTIVO

Inicia en Francia a fines del siglo XVIII con Pinel y su discípulo Esquirol y con ello el nacimiento de la clínica
psiquiátrica, donde la gran novedad fue considerar a los enfermos mentales como ALIENADOS MENTALES, dejando
de permanecer al grupo de endemoniados, delincuentes y vagos. La locura se convierte en un problema médico, en
donde los pacientes deben ser tratados desde un campo de la medicina. Por eso surgen las clasificaciones,
nomenclaturas y taxonomías, que objetivan la locura mediante un saber meramente científicas. De ahí en más, la
psiquiatría se ocupa de identificar los signos y síntomas que llegan a configurarse como síndrome, enfermedad o
trastorno mental.

Paul Bercherie denomina este periodo como CLÍNICA SINCRÓNICA, en la medida en que describe un estado. En este
momento nace la clínica como método, como ciencia de la pura observación y clasificación, sin consideración por la
etiología, la terapéutica, ni la evolución de la enfermedad). Pinel concibe el conocimiento como un proceso basado
en la observación empírica de los fenómenos que constituyen la realidad. Se observa y se clasifica lo que se ve.

Pinel consideraba la locura como un género unitario, ya que la alienación mental es un cuadro clínico que puede
tomar diversas formas en diversos pacientes o en diferentes momentos, pero sin dejar de ser una única y misma
enfermedad. Se utiliza el tratamiento moral que, según este método, la mente de los pacientes esta alertada porque
permite aislar, controlar las percepciones y sensaciones del paciente y con ello modificar la mente humana.

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BRISAGRA HISTORICA

En 1822, Bayle descubre la PARALISIS GENERAL PROGRESIVA: se revela una lesión cerebral especifica que la
produce. Manifiesta que la alienación mental no se trata de una única enfermedad mental, sino que habría
considerar la existencia de múltiples enfermedades mentales causadas por diferentes lesiones cerebrales. Bayle
genera un cambio de paradigma en el modo de considerar a la enfermedad mental.

En 1850, algunos autores empiezan a reconocerlo y no admiten la enfermedad como única. El descubrimiento de la
PGP implica la incorporación a la psiquiatría del método anatomo clínico, paradigmático de la medicina de la época.
Con este método se reconoce en una enfermedad varios parámetros: una evolución típica, una etiología conocida,
un tipo de lesión histopatológica definida y un mecanismo fisiopatológico preciso. Lo que supone el método es que
la conjunción de todos estos parámetros permite encontrar un tratamiento específico para cada enfermedad.

Este proceso conduce a lo que Bercherie determina la CLINICA DIACRONICA. La enfermedad mental ya no es única,
la locura ya no es un género sino una clase de enfermedades yuxtapuestas unas a otras en una clasificación.

La enfermedad se observa en su comienzo, su desarrollo, su evolución y especialmente su terminación; se


profundiza la observación de los estados terminales de las enfermedades, ósea su evolución y no solamente el corte
(sincrónico) que se realiza en el momento del examen psiquiátrico.

Kraepelin fue quien introduce definitivamente estas ideas en la psiquiatría alemana a partir de 1899. La delimitación
de los 3 grandes cuadros clínicos que influyeron en la historia de la psiquiatría (paranoia – demencia precoz –
psicosis maniaco depresiva) son el testimonio de la eficacia de la aplicación del nuevo método.

CLINICA SINCRONICA BISAGRA CLINICA DIACRONICA

1790 1822 1870


PINEL BAYLE FALFERT – KRAEPELING

LOCURA: genero unitario PGP: etiología especifica: meningo – LOCURA: clase de enfermedades
homogéneo encefalitis yuxtapuestas
Clínica basada en la observación Estudia la evolución de la
pura del síndrome enfermedad, pasado y provenir
Sin consideración por etiopatogenia Búsqueda de etiologías especificas

Acento en el síntoma saliente en el Compilación de síntomas primarios,


momento de la evaluación síntomas negativos, atención y
síntomas secundarios.

LOS PARADIGMAS DE LA PSIQUIATRIA

Concepto de paradigma → Tomas Kuhn. El paradigma es un conjunto de practica que caracterizan a una disciplina
científica por un determinado periodo de tiempo. Determina el objeto de estudio, el método, los integrantes. La
crisis: aparecen problemas que esa ciencia no puede responder.

1º PARADIGMA: LA ALIENACION MENTAL. Corresponde al pasaje de la noción social y cultura de locura al concepto
medico de “alienación mental”. Enfermo mental: conjunto de especies mórbidas (tipos de enfermedades). Esto cita
las bases para el 2º paradigma.

2º PARADIGMA: LAS ENFERMEDADES MENTALES. Pone el acento en la semiología y en la observación clínica del
paciente. La evaluación diagnostica es el pronóstico y tratamiento adecuado. La semiología psiquiatría es la rama de
la medicina que describe y define los signos de las enfermedades. Esplendor semiológico es lo que conduce a la crisis
del paradigma por dos razones: 1) el método anatomo – patológico no logra situar las lesiones que operarían como
causa de los síntomas y 2) el furor categorizandis condujo a una multiplicación de las especies mórbidas tan
exuberante que su utilidad se fue haciendo menos clara.

3º PARADIGMA: LAS ESTRUCTURAS PSICOPATOLOGICAS. Se basan en el surgimiento y difusión de las obras de


Freud. La distinción entre neurosis – psicosis le permitirá a la psiquiatría organizar todo lo que en el campo de la
patología mental no corresponda a lesiones cerebrales ni a factores exógenos evidentes. Esta distinción está ligada a
procesos psicopatológicos. La noción de estructura está dada por Lacan cuando destaque la estructura lingüística de
los fenómenos que componen el campo de la psicopatología y establezca distinciones estructurales.

Desplaza el acento del fenómeno a la estructura: se trata de encontrar todos los fenómenos en una entidad y
remitirlos al mismo mecanismo generador. Hay una relación entre fenómenos y estructura que implica la búsqueda
de la estructura en el fenómeno.

Crisis: auge de los medicamentos y uso y abuso del concepto de estructura.

Las enfermedades mentales nos legan dos problemas: la imposibilidad de reducir a una unidad la diversidad de
figuras que la psiquiatría abarca y las enfermedades mentales que se ubican juntas tienen algo en común o solo se
las reúne por comodidad.

Según Pablo Muñoz, teniendo en cuenta las nociones de corte sincrónico y corte diacrónico, la anormalidad se sitúa
en eje sincrónico, mientras que la patología lo hace en el eje diacrónico ya que, esta última, es impulsada por un
factor determinante y, después, retorna nuevamente a la sincronía.

 ENFOQUE INTERPRETATIVO

Jasper se asienta en la conciencia no considerando el inconsciente. Aporta una teoría del aparato psíquico de la que
se infiere un sujeto descentrado de la conciencia y una nueva perspectiva terapéutica: LA CURA POR LA PALABRA.

Con Freud se inaugura un nuevo paradigma en la consideración de las enfermedades mentales debido a los
mecanismos de formación de síntomas. Ya no se trata de observación y descripción, sino de escuchar y leer lo que el
síntoma tiene para decir porque este es una expresión simbólica de conflictos inconscientes, que suelen tener en sus
raíces en escenas de la infancia y de contenido sexual.

Con el tiempo, Lacan dirá que el síntoma se trata de un saber inconsciente que tiene una direccionalidad, que se
dirige a otro para que lo interprete, lo aloje y lo alivie. En este sentido para Lacan las formaciones inconscientes
tienen una estructura similar a la del lenguaje; por lo que, con su perspectiva estructuralista, proporciona una
psicopatología estructural que diferencia neurosis, psicosis y perversión.
Debemos destacar la importancia de la consideración de lo singular en la formación del diagnóstico subjetivo, un
caso por caso, una transmisión del efecto sujeto, singular, único e irrepetible.

La Histeria se diferencia de un problema orgánico; algo relativo al modo en que el ser hablante se relaciona con las
representaciones que lo afectan.

El síntoma desde la psiquiatría se enfoca en teorías de la herencia y degeneración, lo desviado se forjan a retomar al
campo de la normalidad por todos los medios necesarios. Situarlo en un síndrome.

Desde el psicoanálisis, es un mecanismo de formación del síntoma y su etiología sexual y la transferencia como la
herramienta fundamental de la cura. Modo de defensa, forma en que el sujeto ve la enfermedad.

 ENFOQUE ESTADISTICO

Es el caso del DSM en el que reaparecen concepciones de la psiquiatría del tiempo de Pinet. Así se redactan una serie
de versiones del DSM que se asienta sobre los 3 supuestos: primero la identificación objetiva de los trastornos
mentales por vía de una descripción ateorico; segundo, el establecimiento de una progresiva correlación biunívoca
entre cada trastorno mental y una lesión cerebral; tercero, un tratamiento farmacológico combinado con terapias
cognitivas – conductuales, que producen una rápida eliminación de los síntomas. Vale decir, que desde 1980 el DSM
fue ganando terreno en la formación de los psicólogos, permitiendo la comunicación entre distintos profesionales y
siendo utilizados para registros epidemiológicos, pero de ninguna manera de este nomenclador podría sustituir el
ejercicio clínico.

Este nuevo enfoque se asienta en tres supuestos:

1) La identificación objetiva de los trastornos (síndromes) mentales por vía de una descripción “ateorico”. Este
objetivo aparece presentado como meta en las sucesivas versiones del DSM.

2) El establecimiento de una progresiva correlación bi – univoca entre cada síndrome así identificado y una
eventual fisiopatología cerebral, que es el ideal de la psiquiatría biológica.

3) Una terapéutica de dicha alteración fisiopatológica propuesta mediante tratamiento farmacológico


combinado con psicoterapias cognitivas y cognitivo – conductuales que producen la rápida eliminación de
los síntomas.

El DSM se trata de un nomenclador y no una nosografía clínica. Es un manual estadístico; es una herramienta que los
psicólogos podemos utilizar para registro epidemiológico para dar cuenta de nuestro trabajo ante instancias de
auditoria, para la comunicación entre profesionales de distintas especialidades y para describir grupos homogéneos
de pacientes dentro de procesos con fines de investigación. Pero de ninguna manera, el DSM podría sustituir el
ejercicio del clínico, lo cual vale tanto para la fineza de la mirada de los clásicos de la psiquiatría como la escucha y la
lectura interpretativa del psicoanalista.

Además, el DSM – IV evalúa multiaxialmente al paciente a través de cinco ejes:

EJE I: en él se codifican los trastornos clínicos y otras enfermedades que puedan ser objeto de atención clínica.

EJE II: se codifican en este eje los trastornos de la personalidad, el retraso mental y los mecanismos de defensa.

EJE III: en este eje se incluyen las enfermedades médicas y los problemas físicos cuando van acompañados de un
trastorno mental.

EJE IV: se codifican los problemas ambientales y psicosociales que contribuyen con un trastorno

EJE V: en este eje se incluye la opinión del clínico respecto del nivel de funcionamiento y actividades del paciente

Este enfoque multiaxial fue diseñado para ayudar a los clínicos a realizar evaluaciones exhaustivas del nivel de
funcionamiento de un paciente, ya que las enfermedades mentales a menudo afectan diversas áreas de vida. Por
eso, el DSM – IV define al trastorno mental como un síndrome o un patrón comportamental o psicológico, que se
asocia a un malestar, una discapacidad, un riesgo de morir, al sufrimiento, al dolor o a la perdida de libertad.

PSICOPATOLOGIA ESTRUCTURAL
Según Pablo Muñoz, los sujetos responden de distinta manera ante los mismos elementos psíquicos, por lo que
estos se organizan en diferentes estructuras clínicas: neurosis, psicosis y perversión. En otras palabras, la posición
subjetiva ante los elementos psíquicos determina la estructura clínica del sujeto.

Muñoz aclara que Freud no expone textualmente en sus obras los tres tipos clínicos, sino que a través de lecturas
posteriores se infiere que Freud hacía alusión a la neurosis, psicosis y perversión, como estructuras continuas. Para

LA PERSONALIDAD NORMAL Y PATOLOGICA – JEAN BERGERET

Lacan estas estructuras clínicas no son continuas, pero si excluyentes. Así mismo, define a la estructura como un
conjunto Covariante, en donde el valor de cada elemento del conjunto depende de la co–variancia con los otros
elementos del sistema. Entonces ningún elemento tiene una identidad propia, sino en relación con los elementos
restantes. Por eso, si un elemento cambia, necesariamente cambian los otros.

 HISTORIA

La estructura es una noción que implica una disposición compleja, aunque estable y precisa, de las partes que la
componen.

Constitución y estructura de la personalidad representan un concepto idéntico. El modo de organización


permanente más profundos del individuo a partir del cual se producen tanto las ordenaciones funcionales llamadas
“NORMALES” como los avatares de la morbilidad

El término “TIPO” se refiere a la estructura de base. Anzieu piensa que estructura implica una consideración de los
síntomas según el método asociacionista. Los síntomas solo tienen vinculados unos con otros o en su relación con el
carácter, la manera en que se disponen unos con otros.

Henry Ey, piensa que la variación mental patológica se puede encarar según cuatro modelos teóricos:

1) Alienación radical

2) Producto de los centros cerebrales

3) Variación de la adaptación al medio

4) Efecto de un proceso regresivo en la organización psíquica.

 ESTRUCTURA Y NORMALIDAD

LA NOCION DE NORMALIDAD

La normalidad se refiere a un porcentaje mayoritario de comportamientos o puntos de vista en función de un ideal


colectivo. Toda normalidad no puede sino coordinar las necesidades pulsionales con las defensas y las adaptaciones,
los datos internos hereditarios o adquiridos con las realidades externas, las posibilidades caracterízales y
estructurales con las necesidades relacionales.

Cualquier ser humano se halla en un estado normal, sean cual fuesen sus problemas personales. cuando consigue
manejarlos y adaptarse a sí mismo y a los demás, a pesar de las inevitables divergencias a la que se expone en
relación a los otros.

La persona verdaderamente sana es la que no haya encontrado en su camino dificultades que superen su equipo
afectivo hereditario o adquirido, sus facultades personales de defensa o adaptación y que se permita un juego
bastante flexible de sus necesidades pulsionales, procesos primarios y secundarios, tanto los planos personales
como sociales.

Las nociones de NORMALIDAD y ESTRUCTURA son independientes. Una personalidad considerada NORMAL, puede
entrar en cualquier momento de su vida en el ámbito de la patología mental, incluida la psicosis y a la inversa.

PATOLOGIA Y NORMALIDAD
Canguilhem ve la enfermedad como exceso o defecto con relación al estado normal. La ve como una reducción del
margen de tolerancia en relación con las inferencias del medio. NORMALIDAD seria sinónimo de adaptación.

Una señal de ANORMALIDAD que el paciente “no se sienta bien” o “no sea feliz”.

Freud propone 3 postulados

 Toda la psicología del adulto tiene sus fuentes en las dificultades experimentadas a nivel del desarrollo de la
sexualidad infantil

 Son las pulsiones inhibidas, sexuales y agresivas, las que crean los síntomas

 El modo en el que viven la etapa organizacional de la personalidad depende esencialmente del medio
ambiente

Freud llega a decir que lo que distingue lo normal de lo patológico reside en la desaparición o no del complejo de
Edipo, rehúsa la categoría de normalidad a toda estructura no neurótica e incluso a una estructura neurótica en la
que la represión del Edipo hubiese actuado de manera parcial. Plantea 3 tipos básicos: erótico, narcisista, obsesivo.

Según Bergeret, cualquier ser humano se haya en un estado normal, sea cual fuesen sus problemas interiormente
dentro de una prisión narcisista, no hacerse rechazar por los demás, a pesar de las inevitables divergencias a que se
expone en su relación con ellos. A su vez, cualquier sujeto puede considerarse una persona normal, aunque no
presente una patología, ya que, desde un enfoque continuista, él puede entrar en cualquier momento de su vida en
el ámbito de la patología mental.

LO NORMAL Y LO PATOLOGICO – GEORGES CANGUILHEM

Plantea que la historia de las ciencias no es crónica, lineal y homogénea. Cada ciencia tiene su propio modo de
andar, su ritmo, temporalidad especifica. Las ciencias despliegan sus conceptos dentro de su marco cultural. Plantea
que se debe ir del concepto a la teoría, para definir un concepto significa formular un problema.

El objeto de una ciencia es un problema que primero debe ser planteado y luego resuelto. La historia de una ciencia
es de que manera una ciencia se las arregla para plantear y resolver esos problemas.

Adhiere a la corriente vitalista por lo que ve al ser vivo como un sistema de leyes. Lo esencial de lo normal es ser
normativo, instituir normas y ser capaz de cambiar las normas que ha instituido.

Toma el concepto de salud de Lariche “la vida en el silencio de los órganos y lo normal solo es revelado por la
infracción a la norma y que solo hay conciencia concreta o científica de la vida por obra de la enfermedad. La
enfermedad aísla.

Lo normal no es promedio; correlativo de un concepto social, no es un juicio de realidad, sino un juicio de valor. Lo
que se denomina enfermedad estará determinada por la apreciación de los pacientes y de las ideas dominantes del
medio social más que por el juicio de los médicos.

CONCEPTUALIZACIONES DE ANOMALIA Y ANORMAL

La anomalía proviene del griego desigualdad y aspereza, aquello que es desigual, riguroso, irregular. Designa un
hecho, es un término descriptivo. Toda desviación del tipo específico, entendiendo este como rasgos comunes a la
gran mayoría de los individuos que componen especie. Las anomalías son ordenadas de acuerdo a su complejidad
creciente y a su gravedad. Mientras la anomalía no tenga incidencia funcional experimentada por el individuo y sea
considerada como una variedad sobre un tipo específico, NO SERA PATOLOGICA.

Lo normal solo es revelado por las infracciones de la norma, ya que lo normal consiste en ser normativo, es la regla o
norma, por lo que las desviaciones de la misma pueden verse como anormal, pero de ningún modo patológico. En
este sentido, la anormalidad es un desvió de la regla o norma y no es patológica, a menos que el individuo sienta
sufrimiento ya que, de lo contraria, el individuo vive en una relación de tolerancia con su anormalidad. Entonces, si
el sujeto no experimenta sufrimiento no sabe que es negativo para él ni se da cuenta de un mal funcionamiento en sí
mismo, vive en una relación de tolerancia con su anormalidad.

¿QUE ES UN ANALISTA? – ADRIANA RUBISTEIN


Es necesario intentar responder ¿Por qué un analista? Creo que el futuro de nuestras prácticas depende, del modo
en que los analistas mostremos nuestro compromiso con nuestro trabajo y con el que padecer de nuestros
analizantes.

Sabiendo que nuestro lenguaje es el reino del malentendido, quizás debamos ser más cuidadosos en su uso, no para
eliminarlo, lo cual sería imposible, sino para intentar reducirlo.

¿para que un analista? Freud funda un método y fundamenta una práctica porque, en ese proceso, algo se produce
que justifica el esfuerzo de iniciarlo y forma parte de nuestra responsabilidad plantearnos cuales son los límites y las
posibilidades de nuestra acción.

Ya Freud advertía la diferencia entre psicoanálisis y pedagogía. Freud reubico el problema de salud y de la
enfermedad. En ningún momento planteo que el psicoanálisis tenía como objetivo curar, si por curar se entiende
eliminar una enfermedad como si fuera un cuerpo extraño. Por eso insistió en que los llamados sanos tienen los
mismos mecanismos que los llamados enfermos y “que solo su número, su intensidad y su distribución justifican el
concepto practico de enfermo”. Freud hablaba de curación practica y, esta tenía que ver con la posibilidad de gozar,
amar y producir. No se trata ni de volver normal al sujeto ni de curarlo de sus síntomas. Pero de algo de trata.

Es este contexto discursivo que Lacan pone en cuestión el concepto de cura y afirma entonces que el psicoanálisis no
trata de curar, que la cura viene por añadidura. La intervención analítica es una intervención modificadora, una
palabra que produce efectos.

Descontextualizadas, excluidas del campo de intervención en el que surge y de la polémica en juego, algunos
“analistas”, quizás recién formados e intentado ajustarse a un puesto ideal, confunden “no curar” con falta de
compromiso e indiferencia por parte del analista. La ética del psicoanálisis no es la ética de la indiferencia, sino que
pone en juego permanentemente el deseo del analista.

El sufrimiento del sujeto implica un goce que no se resigna fácilmente y, por lo tanto, decir simplemente que se trata
de evitar el sufrimiento seria engañoso, ya que se trata de delimitar el goce, reordenarlo, dándole cabida diferente
por los desfiladeros de la palabra, modificar la economía libidinal.

Podríamos decir que el psicoanálisis constituye una apuesta por la vida, una apuesta por el deseo y un nuevo modo
de vivir la pulsión. Posibilitar al sujeto una nueva decisión sobre su goce, no es estar libre de toda atadura, sino
relacionarse con ella de un modo diferente. No se trata de la apología de la libertad y de la libre elección, pero
dentro del marco de las determinaciones a las que estamos sujetos, hay un margen para algo nuevo. No hay elección
totalmente libre, pero a pesar de la fatalidad de Edipo, castración y muerte, hay posibilidades, para que se renueven
las elecciones. Hay variabilidad de la acción humana, variabilidad en la multiplicidad de sutilezas y detalles con que el
ser humano juega su vida, aunque este restringido por algunas determinaciones básicas y, en ese espacio entra el
análisis. Sustituciones y creaciones que permitan un reordenamiento del goce. Por lo tanto, repetición no es
sinónimo de fatalidad, que algo se puede hacer dentro de las restricciones de la estructura. Castración y muerte son
los topes que limitan nuestra acción pero que, al mismo tiempo, la hacen posible. El análisis se juega en ese intervalo
entre una falta y otra falta que hace tope, pero en ese intervalo, algo se produce que cambia el posicionamiento del
sujeto con relación a su deseo y a su goce.

Tanto en Freud como en Lacan podemos encontrar referencia que avalan de la dirección de la cura. Freud hablaba
de gozar, amar y producir. Con Lacan podríamos hablar de reordenar el goce, de limitarlo poniendo freno a lo
mortífero de la pulsión de dar lugar al deseo y al intercambio de saber hacer con el síntoma.

Freud hablaba de fijaciones libidinales y planteaba como tarea del análisis y vía la neurosis de transferencia, insertar
al analista en la serie de los objetos irreales de la fantasía para, desde allí, desanudar la libido fijada y ponerla a
disposición del yo. Es decir, desligar la libido de eso que hacía de tapón a la movilidad de la pulsión, en un terreno de
combate que es la transferencia. Podríamos reemplazar yo por sujeto y pensarlo en términos de atravesamiento del
fantasma, que implicaría desanudar la serie de los “a” y lograr que, a través de la producción significante, el sujeto se
ubique de otro modo en relación con la pulsión y la falta de objeto, reordenando el goce a través de la producción de
sustituciones; lo cual implicaría pasar varias veces por el recorrido de la pulsión.
Por ultimo diría que, si el neurótico se encuentra alienado de las demandas de A, el análisis es un intento de hacer
posible el decir del sujeto. En esto. Se distingue radicalmente de otras formas terapéuticas que le imponen al sujeto
a través de la sugestión y la instrumentación de una transferencia no analizada, nuevos ideales, nuevas formas de
dominio, que tal vez eliminen sus síntomas, pero al modo en que ciertos gobiernos pretenden eliminar, a través de la
represión, algunos desajustes molestos.

EL USO DEL DIAGNOSTICO EN PSICOANALISIS – ADRIANA RUBISTEIN

El diagnostico en psicoanálisis es polémico porque es una conjetura de la posición del sujeto y su respuesta ante el
encuentro con lo traumático de su goce (ante la imposibilidad de la descarga psíquica se produce el trauma), con la
castración del Otro y con lo imposible de la relación sexual. En otras respuestas el diagnostico revela las respuestas
subjetivas frente al encuentro con lo real. Entonces, el diagnostico no es solo un sistema clasificatorio o un
ordenamiento de observables, sino que también incluye la localización del sufrimiento del sujeto y la particularidad
de su fantasma. Pero, en ningún caso el diagnostico dará cuenta de la singularidad de intervenciones, pero no
anticipar la acción. Esta tensión paradójica entre lo que el psicólogo sabe e ignora, llevo a Lacan a postular el sujeto
supuesto saber. Entonces, el psicólogo debe despojarse de sus fantasmas y reducir los prejuicios diagnósticos, sin
por ello descuidar las posiciones subjetivas y el diagnóstico diferencial.

Por otro lado, el objetivo del análisis no es la cura, si por curar se tiende a eliminar una enfermedad. Por el contrario,
Freud habla de una curación practica y este tiene que ver con la posibilidad de gozar, amar y producir desde el
sufrimiento. En otras palabras, el psicólogo debe posibilitar al sujeto una nueva decisión sobre su goce. Entonces el
psicoanálisis constituye una apuesta por la vida. Por el deseo y un nuevo modo de vivir la pulsión. Ante todo, es una
apuesta porque no hay garantías ya que la pulsión al ser una compulsión repetitiva puede llevar al sujeto a distintas
formas de autodestrucción.

USO DEL DIAGNOSTICO

El uso del diagnóstico en psicoanálisis es comparable al uso que el analista hace del saber psicoanalítico y de sus
conceptos en el marco del dispositivo. El uso del diagnóstico remite al problema del uso de la teoría en el campo de
la experiencia.

Hay una tensión inevitable entre el saber generalizable y transmisible y la singularidad del caso por caso. Un uso del
diagnóstico que oriente, pero no obture; que se valga de las categorías, pero en las condiciones propias de la
practica analítica. El diagnostico contribuye al entrenamiento del caso, como otras categorías de la tarea, sin que eso
pueda sustituir al análisis.

Para que el diagnostico oriente y no obture, es esencial la formación del analista. La experiencia analítica permite
desprender algunas formas generales, un análisis no progresa sino de la particular a lo particular. Un analista que da
lugar a lo singular, a lo que no se sabe, a poner a prueba su conjetura diagnostica y a modificarla si no se verifica, que
renuncie a la ilusión del sueño clasificatorio para dejar pasar lo más singular de cada uno.

CAPACIDADES DEL DIAGNOSTICO EN PSICONALISIS – CAPITULO 2 – PABLO MUÑOZ

El interés por trazar las fronteras que distinguen las modalidades del padecimiento humano, patologías,
enfermedades, no es propio del psicoanálisis, sino que este lo hereda de la práctica médica.

En el siglo XIX, con la consolidación del paradigma de las enfermedades mentales, la nosografía psiquiátrica encontró
un impasse en el camino de alcanzar una delimitación clara de las diversas enfermedades mentales y entre ellas y la
“normalidad”

Es muy evidente el contraste en la modalidad diagnostica entre la clínica sincrónica y diacrónica de la psiquiatría
clásica. La modalidad clínica iniciada por Pinel y Esquirol construyen las categorías clínicas a partir de la presencia
simultánea de un conjunto de síntomas, mientras que la segunda clínica, representada fundamentalmente por
Kraepelin, construye sus categorías por medio de una secuencia temporal mediante la cual se suceden diferentes
conjuntos de síntomas que caracteriza diferentes etapas de una misma enfermedad. Aquí se trata de un conjunto de
síntomas simultáneos del periodo de estado o de la fase terminal. La clínica sincrónica se asienta en el
reconocimiento de un conjunto de síntomas simultaneo en el presente del momento diagnóstico, mientras que en la
clínica diacrónica la metodología diagnostica implica la construcción de una secuencia temporal de síntomas que, sin
embargo, remiten a una posición única.

Esta distinción de dos modalidades metodológicas del diagnóstico puede permitir una aproximación a las
características del diagnóstico en psicoanálisis. Retomando la oposición entre el enfoque interpretativo y el
estadístico, los DSM surgen como proyectos de la Asociación Americana de Psiquiatría, fuertemente influida por su
éxito de los psicotrópicos, el avance de la biología molecular y el lobby de los laboratorios. Su propósito es obtener
un código único y consensuado, estableciendo una nosología universal que se actualizara periódicamente según los
avances del conocimiento en aquel campo. Este pragmatismo, con la correlativa exclusión de la posibilidad de
construir supuestos e hipótesis etiopatogenicos, los convierte en manuales cuyo modelo sindromico se desentiende
de la consideración de la etiología. Nuestra critica a este modelo apunta en especial al reduccionismo clasificatorio al
que conduce por la concepción de la clínica que de el se deriva. En mi opinión, está más cerca del modelo de Pinel y
Esquirol que el de Kraepelin, es decir de la clínica psiquiátrica que surge del debate entre franceses y alemanes, una
clínica que toma en consideración no solo el aquí y el ahora del momento de la evaluación de la enfermedad sino
también su inicio, desarrollo y terminación, al par que elabora hipótesis etiopatologicas explicativas. El psicoanálisis
está más cerca de este modelo de la psiquiatría clásica, que los DSM, cuyo pragmatismo se expresa en una posición
post – moderna nominalista y relativista que implica una consecuencia clínica fundamental desde la perspectiva del
psicoanálisis: deja fuera de la formulación del problema la dimensión del sujeto, en tanto que determinado por el
lenguaje y la ética que el encuentro con dicha subjetividad conlleva.

En algunos grupos de psicoanalistas Lacanianos se encuentra muy difundida la afirmación atribuida a Lacan de haber
logrado delimitar la tripartición estructural neurosis – psicosis – perversión, gracias a lo cual estaríamos a salvo de los
efectos indeseados que permiten afirmar la psicopatizacion de pacientes neuróticos y viceversa, con concomitantes
serios desvíos en la dirección de la cura psicoanalítica. Suele decirse que él ha logrado reconocer esas 3 estructuras
que ya estaban en Freud.

La ficción lacaniana nos propone que hay tres grandes “estructuras clínicas” que abarcarían toda la clínica freudiana
y habrían resuelto los impasses psiquiátrico y post freudiano. Esta tesis conlleva la suposición de una temporalidad
de las “estructuras clínicas” condicionadas justamente por aquello que estas vendrían a remediar: el problema de las
continuidades clínicas. Las estructuras “son lo que son” y lo serán por siempre. La psiquiatría ha sido superada. Ya no
habría forma parciales o atenuadas que no encajen en los cuadros bien delimitado. Todo fenómeno clínico podrá ser
encuadrado. Los cuadros han devenido “estructuras” consistentes que además pueden enriquecerse absorbiendo las
“nuevas formas “que los síntomas van asumiendo con el correr de los tiempos.

Hoy en día, las estructuras clínicas parecen funcionar para tal psicoanálisis Lacaniano del mismo modo que “cuadros
nosograficos” para la psiquiatría. Podemos afirmar entonces que se trata de lo que se ha dado en llamar un efecto
de Psiquiatrizacion del psicoanálisis, en la medida en que se los dota de existencia y consistencia.

Dicha ortodoxia supuestamente lacaniana otorga gran importancia al diagnóstico como operación clínica
fundamental para la iniciación y el transcurso de un tratamiento psicoanalítico, postulándolo como una de las
funciones decisivas del psicoanalista, y en especial, al diagnóstico inicial en la medida en que este constituye la
variable determinante para decidir el tipo de dispositivo y el modo de trabajo que utilizara en el tratamiento.

Desde el momento en que se realiza un diagnóstico, la etiqueta es inmediata; cuando se dice esquizofrenia, en
realidad quiere decir una cosa que no es la esquizofrenia sino lo que el medico entiende por ella; y lo que este
entiende es un juicio de valor; bueno o malo.

¿NOSOGRAFIA ANALITICA?

Freud no desconoce la nosología, más bien hace uso de ella pues le importa ciertas distinciones, pero su uso no
reviste pretensión universalizarte, ni le adjudica importancia alguna en lo atinente a la dirección de la cura –lo cual
es más sustantivo aún.

Freud no utiliza el termino estructura, utiliza la expresión “tipos clínicos”. Las neuropsicosis de defensa y nuevas
puntualizaciones… son los textos que suelen incluirse en lo que se ha dado a llamar la “primera nosología freudiana”,
de lo que se enfatiza que inauguran las líneas fundamentales de distinción en una nosología que va a persistir a lo
largo de toda su obra. Allí donde efectúa la relación y diferenciación entre histeria y obsesión habla de tipos con una
pluralidad de formas, es decir que, cada uno de estos tipos admite una variedad no solo en la forma de su
manifestación sino en la composición misma. Entonces le parece sustantivo conservar una clara diferenciación entre
los tipos clínicos, pero nunca con el afán psiquiátrico clasificatorio de sostener cuadros sólidos y estables.

Que lacan denomine variedad clínica a esas formas freudianas, nos hace conjeturar que apunta a no confundir esos
tipos freudianos con una uniformidad. Las tipologías psiquiátricas están apoyadas en un deseo de clasificación, un
afán clasificatorio tomado prestado de un afán científico que no se haya ni en Freud ni en Lacan. Si el psicoanálisis,
aunque con otros términos, se habría psiquiatrizado.

Freud no cuenta con la noción de estructura, sin embargo “opera” con ella –así como Lacan afirma que Freud era un
lingüista maravilloso que con su teoría de las representaciones cosa y representaciones palabra se había anticipado a
la lingüística estructural. Operar con una estructura implica hallar orden y legalidad en la variabilidad de lo
fenoménico: reglas recurrentes que ordenan y organizan el campo de lo que aparece. Es decir, que la estructura
permite ordenar lo que se manifiesta según las leyes de su determinación. Así opero Freud, hallando mecanismos
comunes a expresiones sintomáticas muy diversas logra delimitar los modos de estructuración de los fenómenos
neuróticos a partir de organizadores teóricos tales como Edipo y castración, conflicto y defensa, condensación y
desplazamiento, etc. En la diversidad fenoménica localiza la que se repite y el orden que la subtiende, a la vez que
indaga en las diferencias y en las especificidades de los tipos de fenómenos clínicos. Podemos entonces aceptar que
Lacan afirme que Freud opera con la estructura y que él ha ido a encontrar allí.

Que lacan opere con una noción de estructura y que en su lectura promueva el reconocimiento de su operatoria
eficaz en el discurso de Freud, ha sido la fuente primordial del equivoco que ha deslizado la pretensión de hallar en
Freud tres grandes estructuras clínicas.

¿ESTRUCTURAS CLINICAS?

El sintagma de estructura clínica es inexistente en la obra de Lacan. Lacan jamás hablo o escribió “estructuras
clínicas”. El sintagma que efectivamente se ha desprendido de su pluma es “estructuras freudianas”.

Concebidas las estructuras freudianas como “estructuras clínicas” y convertidas así en esencias, al incluir al sujeto en
ellas. Es así que el sujeto es neurótico, psicótico, perverso. Ello ha cristalizado en el uso de otro sintagma: estructuras
subjetivas. Este si lo hallamos en los escritos de lacan y en algún seminario, pero nunca referido a las neurosis,
psicosis o perversiones como categorías clínicas, pues para él la estructura subjetiva no es una modalidad de la
enfermedad mental sino la determinación del sujeto en un discurso a partir de las incidencias del lenguaje y del
modo de vincularse con un cuerpo, lo cual no es cernido por ningún nombre categorial de ninguna clasificación, por
muy psicoanalítica o lacaniana que se proponga.

Recordaremos ahora la noción de estructura que lacan formula a partir del lenguaje. Su definición como “grupo de
elementos que forman un conjunto co-variante” se compone de algunas nociones matemáticas definitorias en
cuanto al sentido que puede dársele. Al denominar conjunto, se logra evitar concebirla como una totalidad pues no
refiere a un todo absoluto. En Lacan lo hallamos en el concepto de A mayúscula como batería significante, donde se
encuentran todos los significantes que están. Lacan la concibe un todo, por eso la escribe A sin tachar, aunque esa
misma noción no implica desconocer que hay significantes que no están. La batería significante dice que el A es un
conjunto de significantes donde están todos los significantes que están, sin falta.

Conjunto co-variante: esta noción es clave en la definición lacaniana de la estructura porque dice que cada uno de
los elementos es, no lo que el aparenta ser, sino un lugar en el sistema de relaciones que mantiene con todos los
otros. Entonces, el valor de cada elemento del conjunto dependerá de la covarianza, porque no tiene una relación
fija con ningún otro elemento del sistema. Cada elemento es entonces pura diferencia respecto de todos los otros,
los elementos no tienen identidad propia; al cambiar uno, cambian necesariamente los otros.

En consecuencia, el diagnostico estructural en psicoanálisis implica que no hay síntoma que sea en si mismo algo por
fuera del sistema de relaciones con los otros elementos del sistema, vale decir la covarianza. Y consecuentemente se
define la posición del analista como aquel que no sabe porque opera con una estructura significante Covariante en la
que los elementos no significan nada en sí mismos previos a su intervención. Por ejemplo: si un paciente se presenta
en consulta diciendo “soy un papanatas”, el analista no va a tomar el diccionario para encontrar su definición, ni a
interpretar que se juega algo relativo al “papa” o las “natas” de la leche que tomaba de pequeño; más bien la
pregunta que es para el “papanatas”, les pide que asocie libremente para ver su articulación con otros significantes.

Es decir que debemos poder diferenciar entre el saber referencial y el saber textual del Icc, pues confundirlos puede
llevar a hacernos creer que el analista no sabe nada ni puede entonces operar con ningún saber. Incluso, más bien si
su operatoria es eficaz es porque opera desde el saber que se atribuye transferencialmente.

Entonces de la noción lacaniana de estructura, no se puede hablar de elementos aislados que en si nos revelarían la
“estructura subjetiva”. Así se propicia una disyunción entre el síntoma emergente y la estructura esencia de la que
aquel emerge.

Lacan pone el acento en el sujeto como efecto de la estructura del significante, lo cual corresponde a esta definición:
“el significante es lo que representa a un sujeto para otro significante”. De modo que tal sujeto está determinado
por la estructura del lenguaje. Lacan retoma el saber de la psiquiatría en lo que hace a las categorías clínicas, y
entonces habla de neurosis, psicosis, perversiones, histeria, paranoia, esquizofrenia, etc., pero con el fin de revisar
sus fenómenos con la premisa de la estructura del sujeto en cuanto determinado por la estructura del significante y
del discurso, a partir de lo cual las trata como tipos clínicos, tipos de síntomas.

Una aclaración imprescindible: no se trata de un simple cambio de nomenclatura y de sustituir “estructuras clínicas”
por tipos clínicos por el solo hecho de que este término si es empleado por lacan y no el primero. El tipo clínico
concebido como ejemplar y singular evita la universalidad, no se afirma en la ontologizacion y resta consistencia al
ser del sujeto.

Cuando Lacan comenta definición del sujeto, dice que se trata de la fórmula de la alienación en la medida en que ella
representa un sujeto para otro significante, pero en tanto el significante que determina al sujeto lo barra, lo cual
quiere decir vacilación, división. La perspectiva más contraria a la ontologizacion del sujeto a la que se llega al
hacerlo consistir por el atributo estructural que lo localiza como sustancia en la estructura clínica. El sujeto no es la
persona, el sujeto no es el individuo, el sujeto no es a quien tenemos delante, no se trata del ser humano.

Es así que encontramos en Lacan la expresión escrita “el sujeto de la psicosis”, que podemos entender como el
sujeto que suponemos a una psicosis, no identificándolo con ella en cuanto estructura existente; propongo leer
“sujeto de la psicosis” en cuanto esta última expresa mejor lo que Lacan concibe como sujeto en psicoanálisis.

En un análisis, cuando se produce un lapsus o cualquier significante en el cual se pode el acento en tanto tal, no
identificaremos al analizante con el sujeto; el sujeto que está representado en esa cadena de significantes es el
sujeto del inconsciente, y el analizante no aparece identificado con el sujeto del inconsciente sino como posición;
entonces, el analizante es el que lee ese mensaje que viene de un lugar Otro: del sujeto del inconsciente . Es decir
que el analizante está allí en el lugar del otro que lo lee.

El Seminario 3 llama la interpretación delirante, donde el sujeto sobre un acontecimiento sabe que significa algo y
además está seguro de que ese significado se refiere a él, pero no sabe que significa; no se trata solamente de la
certeza de que eso significa sino “él no sabe lo que quiere decir el mensaje, pero el sujeto engendrado en el
significante del mensaje (ella) sabe que el (el psicótico) lo lee”. Es decir que el termino sujeto no está afectado del
lado del psicótico, del que lo lee, sino de ella, la sabedora, la que sabe que él lo lee. Aquí la posición psicótica se
define por creer que el Otro sabe. Obsérvese que el diagnostico no se establece únicamente por el síntoma sino por
la relación sujeto-Otro, es decir la transferencia.

El neurótico falta a la cita en términos del saber, lo cual quiere decir que no quiere saber, siendo esta una alusión a la
definición del mecanismo de la represión. La posición perversa es la de ubicarse en el lugar del Otro que sanciona el
deseo del sujeto engendrado en la cadena significante: él es que sabe, pero no da a conocer su saber, sabe un saber
secreto.

Diagnóstico y singularidad

Cuando la cuestión del diagnóstico se plantea bajo la forma de determinar que es aquel que nos consulta por su
padecimiento, si psicótico o neurótico o etc., asume la forma de una pregunta por el ser, lo cual nos identifica con la
psiquiatría en el punto en que se revela una concepción del sujeto como un ser consistente, que vuelve a ser el
sujeto de la filosofía o de la psicología que Lacan tanto combate. El problema que se plantea al articularlo con la
noción de “estructura clínica” es que el concepto de estructura en Lacan tiene el valor de nombrar ciertos efectos
irreductibles del significante – la división del sujeto y la mediatización de su relación con el goce vía la castración,
entre los más diversos. Un síntoma obsesivo, por el contrario, no siempre es irreductible, a veces se lo puede
reducir, el síntoma cambia, se reduce, se modifica, etc., incluso en un análisis conducido adecuadamente es
esperable que el síntoma obsesivo “se histerice”, que aparezca ese núcleo histérico contenido en toda neurosis
¿Habría que decir entonces que la estructura clínica cambia? ¿la histérica deja de ser un sujeto de estructura
histérica? Se ve que en la dinámica efectiva del análisis sostener la estructura clínica es un obstáculo. El tipo clínico
cambia y lo que lo define es la estructura del síntoma.

La estructura es concebida a partir de la falta de significante, falta imposible de suturar y que designa el lugar hueco
del sujeto. Pero no se trata de la estructura concebida como una colección de rasgos a la que le faltaría uno para
completarse, sino que es la estructura del rasgo unitario.

El diagnostico en tanto practica que ha sido tomada prestada de la práctica médica y que desembarca en el
psicoanálisis, supone preocuparse por la correspondencia de un caso clínico con un nombre en una clasificación que
depende del lenguaje y entonces ineludiblemente será arbitraria.

El problema que este furor categorizandis acarrea para el psicoanálisis, al ser importado desprevenidamente, es que
eso necesariamente excluye lo singular del caso y se limita a reconocer lo que dé él se parece a otros. Conviene ver
entonces el modo en que Lacan interviene en la tensa relación entre psiquiatría y psicoanálisis.

Deberíamos tener presente en la consideración del valor del diagnóstico en psicoanálisis en la medida en que
pareciera olvidarse que dicho valor no se siente en el saber psiquiátrico ni en las categorías psicoanalíticas sino en la
investidura; ya no se trata de moral sino en la que provee la transferencia. Esto hace que pierda consistencia la
vertiente positivista del discurso psiquiátrico que domina algunas posturas psicoanalíticas, por lo que hacen de la
locura algo en sí, objetivo y objetivable.

Lacan llama aquí a la descripción y delimitación de tipos, y en segundo lugar hace recaer sobre el síntoma cierto peso
en la concepción de la clínica y la nosología: los tipos de síntoma son el eje para ordenar la variedad clínica. Es decir,
la clínica que se organiza a partir de los tipos de síntomas es de antes del discurso analítico: la clínica psiquiátrica.
No es la clínica psicoanalítica. Por tanto, los tipos clínicos aislados por la psiquiatría ya no pueden ser admitidos tal
cual.

La clínica del antes del discurso analítico organizada a partir de tipos de síntomas se lleva bien con la observación y
clasificación, y con la mostración propedéutica que en la enseñanza es requerida para la preparación y formación en
una disciplina, pero la propiamente psicoanalítico, lo que este le puede aportar a esa clínica exige una certeza: la de
la transmisión vía la demostración.

¿Y qué es lo que hay que demostrar que sea propiamente analítico? Para Lacan “Que los tipos clínicos responden a la
estructura, es algo que puede escribirse ya, aunque no sin cierta validación”. Localiza el sentido del síntoma como lo
más singular, lo que varía en la estructura, más allá que el síntoma que lo soporta puede configurar un tipo. Vale
decir que si el diagnostico psiquiátrico opera por la taxonomía, subsumiendo un caso particular en una regla general,
refiriendo un ejemplar a una clase nosografica, el psicoanálisis opera de otro modo. Por eso mismo no hay análisis
sino de lo particular; esto es transitar:

PARTICULAR → SINGULAR

Lo que debe transmitirse y demostrarse es ese singular deducido del tipo de síntoma. Entonces hay tipos de
síntomas, pero cada síntoma es diferente de un sujeto a otro, aunque en lo observable puedan parecerse; el acto de
diagnosticar es lo inverso de analizar:

SINGULAR → PARTICULAR / SINGULAR

Esto puede conducir a la posición bastante difundida de rechazo del uso del diagnóstico en psicoanálisis. Lacan hace
uso del diagnóstico, lo vemos operar en el sentido de llevar lo singular a lo particular, pero lo hace del modo de que
un caso lo llevo al paradigma. Esto nos permite pensar lo singular como lo que, de cada caso, aunque se ponga en
serie con algún tipo conocido, representa una variación estructural:
SINGULAR → PARADIGMA

Lo singular del caso no es deducible de la “estructura clínica” en tanto constituida, en tanto dada, por eso lo singular
debe ser considerado variación estructural – pero en un sentido radical: no hay sino variación estructural, o mejor
dicho: el diagnostico en psicoanálisis demuestra la atipia generalizada. Es decir, lo que de cada caso es
paradigmático, ligado a la lógica del acto y no a la de las estructuras preformadas y determinantes que el exceso del
pensamiento psicopatológico hace consistir como comportamientos estancos. Por lo que la singularidad no será algo
meramente exclusivo y como tal sin valor de transmisión, sino que se le puede dar valor paradigmático, agujereando
la consistencia de lo particular y lo universal. Y será transmisible porque será demostrable.

El diagnostico en psicoanálisis no se configura como una clínica descriptiva sino demostrativa de lo radical del sujeto
del inconsciente, que no es aprehensible por ninguna clasificación. El psicoanálisis opera con la singularidad que el
mismo engendra en su acto (aunque la presuponga antes de su intervención). Y, los tipos de síntomas no están
construidos por Lacan con el afán clasificatorio que la psiquiatría pone de manifiesto asentándose en el discurso
científico, sino apuntando hacia dicha singularidad.

En psicoanálisis no hay síntoma desde la mirada del otro que lo clasifica como perteneciente a una especie mórbida
a partir de ciertos signos que lo esclarecen, sino que el síntoma es establecido como tal por quien habla de el a Otro
y lo reconoce como tal en un marco transferencial al presentarlo como un significante (el de la transferencia que
supone un sujeto.

El sujeto de que se trata no es causa sui sino efecto del lenguaje. Pero esto no significa que Lacan lo conciba como
una pieza de la maquinaria simbólica que puede cumplir eficazmente como una función precisa en ella. Por el
contrario, el sujeto es allí lo que falla, lo que no responde, lo imprevisible e incalculable.

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