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5. LOS MUSULMANES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA (ETAPAS POLÍTICAS Y REALIDAD SOCIOECONÓMICA).

La conquista y ocupación musulmana se inicia en el 711 (batalla de Guadalete) aprovechando la profunda crisis
del Estado visigodo (luchas sucesorias entre partidarios de Don Rodrigo y los sucesores de Vitiza) y la expansión
de los musulmanes desde Arabia hasta llegar al norte de África, a finales del siglo VII, con la intención de ocupar
la península. Finaliza en 1492 con la toma de Granada por los RR.CC. A lo largo de casi ocho siglos de presencia
musulmana podemos distinguir las siguientes etapas políticas:

EMIRATO DEPENDIENTE (711-756): Tariq ibn Ziya, enviado por Muza, gobernador musulmán del norte de
África, llegó a la península como aliado de los vitizanos. Vence en la batalla de Guadalete (finales del 711).
Avanza en la conquista y se descompone el reino visigodo. Al-Ándalus se convierte en una mera provincia del
califato de Damasco, gobernada por un emir desde su capital, Córdoba. Se trata de una etapa de gran
inestabilidad política debido a los enfrentamientos internos entre árabes y bereberes por el reparto de tierras
y a las numerosas campañas militares, algunas de las cuales acabaron en derrota (Covadonga (722), Poitiers
(732)).

EMIRATO INDEPENDIENTE (756-929): AL-Ándalus se convierte políticamente en independiente con el


nombramiento de Abderramán I como emir (Omeya que escapa de la persecución de los abasíes), aunque se
siguió respetando la autoridad religiosa del califa de Bagdad.

CALIFATO DE CÓRDOBA (929-1031):se inicia cuando Abderramán III se autoproclama califa, es decir jefe político
y religioso, rompiendo, por tanto, la dependencia del califa de Bagdad. Con su hijo Alhakem II (961-976) Al-
Ándalus se convirtió en la civilización más brillante y avanzada del momento. Su sucesor Hixem II 9976-1013)
delegó el gobierno en su primer ministro Almanzor y tras su muerte (1002) se inició una etapa de auténtica
guerra civil que culminó en 1031 con el final del califato.

REINOS DE TAIFAS E INVASIONES BEREBERES (1031-1244): la debilidad y fragmentación de Al-Ándalus en


diversos reinos de taifas fue aprovechada por los reinos del norte para avanzar en la reconquista (toma de
Toledo por Alfonso VI en 1085). La ayuda prestada por los Almorávides (victoria de Zalaca o Sagrajas en 1086)
permitió restablecer la unidad política (1086-1114). Sin embargo, su rigidez religiosa y los nuevos impuestos
propiciaron una serie de rebeliones y la formación de los segundos reinos de taifas (1145-1172). Incapaces de
detener el avance cristiano llaman en su ayuda a los Almohades (1146–1232). que restablecen la unidad
política. pero tras su derrota en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) se forman los terceros reinos de taifas
(Sevilla, Valencia, Murcia, Granada...) que, excepto el de Granada, serán pronto conquistados por los reyes
cristianos.

REINO NAZARÍ DE GRANADA (1246-1492): comprendía las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería y
parte del territorio de Jaén y Cádiz. Políticamente era muy débil, debía pagar tributos (parias) a los reyes
cristianos y las disputas internas (crisis dinástica o guerra civil) favorecieron su conquista por los RR.CC.

La actividad económica se caracterizó por una agricultura que se fundamentaba en la trilogía mediterránea
(cereales, vid y olivo), que introdujo nuevos cultivos (arroz, azafrán, cítricos...) y que desarrollo nuevas técnicas
de regadío como la noria y las acequias para asegurar el riego de los campos; una ganadería en la que destacaba
la cría de cabras, ovejas y caballos; una minería basada en la explotación de hierro, cobre, plata, plomo... La
vida urbana cobra mucha importancia (aumentan en número y población) por ser centros administrativos,
políticos y de intercambio: en las ciudades destaca la una artesanía, basada en la fabricación de cueros
(cordabanes), joyas, vidrio, cerámica, armas, tejidos (seda) ... y un comercio interior que se desarrollaba en los
zocos de las ciudades y un comercio exterior muy activo con el Mediterráneo, norte de África e incluso zonas
del Báltico y Extremo Oriente. Se exportaban productos agrícolas y productos manufacturados (cuero, armas,
tejidos...) y se importaban esclavos, maderas, metales, perfumes, especias... La existencia de una moneda fuerte
de oro (dinar) y de plata (dirhem) facilito los intercambios. Las ciudades no poseen plano definido, las casas se
separan por calles estrechas, poseían un núcleo amurallado, la medina, donde se encontraban los edificios
más importantes como la mezquita o el alcázar, y el zoco o mercado; fuera de ella estaban los arrabales donde
se instalaban los artesanos y los distintos grupos étnicos.

Desde el punto de vista social las diferencias entre etnias apenas tuvieron importancia. Pero los árabes, aunque
minoritarios, fueron, sin duda, el sector dominante de al-Andalus, tanto desde el punto de vista político como
económico, ocupando los mejores puestos. Los bereberes formaban parte del ejército invasor y procedían,
sobre todo, del Norte de África (mauri o moros). Los bereberes se instalaron en las sierras peninsulares. Se
dedicaban, principalmente, al campo o el pastoreo y si situación era muy humilde. Pero también ocupaban
cargos en la administración o el ejército. Se sentían explotados y desplazados por los árabes (muchos bereberes
pagaban impuestos y los árabes no). La verdadera división tenía una base religiosa pues había una gran
diferencia entre los musulmanes y los no creyentes. A los musulmanes (árabes, sirios, bereberes y muladíes) les
estaban reservadas todas las funciones públicas, gozaban de derechos sociales y estaban exentos de tributo
personal. Ello provocó una conversión masiva al Islam (muladíes). Los no creyentes, cristianos (mozárabes) y
judíos, tenían se generalizaron a partir del siglo XIII tras la conquista de Extremadura y Andalucía,más
restringidos sus derechos y estaban sujetos al pago de impuestos y al servicio militar.

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