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Historia de España Ciencias sociales 2016/2017

AL-ANDALUS: EVOLUCIÓN POLÍTICA

I- Introducción
II- Conquista
III- Emirato dependiente
IV- Emirato independiente
V- Califato de Córdoba
VI- Reinos de taifas
VII- Almorávides
VIII- Almohades
IX- Reino nazarí de Granada
X. Economía y sociedad
XI- Rasgos culturales.
XII- Conclusión.

NOTA: Recordar que se puede contestar únicamente a la evolución política, como en


años anteriores (haciendo especial hincapié en los cinco primeros apartados,
nombrando los demás con menor incidencia) o hablar de todo nombrando también los
aspectos socioeconómicos y culturales.

I- INTRODUCCIÓN
A principios del siglo VIII los árabes, que ya dominaban todo el norte de
África, como consecuencia del movimiento expansivo iniciado por el Islam a partir del
año 634, iniciaron la conquista de la Península Ibérica, puente de entrada a Europa.
La debilidad de los visigodos les permitió apoderarse fácilmente del territorio
peninsular, donde crearon un estado que recibió el nombre de Al-Andalus y que se
mantuvo desde el año 711 hasta 1492.
La formación de Al-Andalus supuso la creación de una sociedad diversa tanto
desde el punto de vista étnico como cultural, cuyo momento de máximo esplendor se
alcanzó en el siglo X con el Califato de Córdoba. Fue una sociedad urbana, la más
desarrollada y avanzada de Europa que, sin embargo, no resistió las divisiones
internas y las presiones externas.

II- PROCESO DE OCUPACIÓN MILITAR (711-714)


Los musulmanes, en su expansión por el norte de África, habían llegado hasta
el Atlántico en el año 707. Ante las disputas internas de los visigodos, el gobernador
de norte de África, Musa, concibió la posibilidad de extender sus conquistas por la
península ibérica, para lo cual contaba con el apoyo del bando visigodo de los
witizianos. En consecuencia, Musa decidió enviar en el 711 una expedición dirigida por
Tariq, quien consiguió trasvasar hasta Gibraltar unos siete mil hombres, en su mayoría
bereberes, a los que poco tiempo después seguirían otros cinco mil. El enfrentamiento
decisivo se produjo en la batalla de Guadalete (711), donde fue derrotado el ejército de
Rodrigo, y con la muerte de éste se hundió la débil monarquía visigoda.
En el 712, Musa cruzó el estrecho con un nuevo ejército y se unió en Toledo
con las tropas de Tariq. En poco tiempo (712-714), se consumó la conquista de casi
toda la Península en campañas que iban de sur a norte.

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A lo largo de sus aproximadamente ocho siglos de existencia, Al-Andalus pasó


por diferentes etapas en su evolución política. Son las siguientes:

III- EMIRATO DEPENDIENTE (714-756).


Durante este período de asentamiento inicial, la península Ibérica fue una mera
provincia del califato de Damasco, gobernada por un valí o emir –jefe superior, en
árabe- que actuaba como delegado del califa.
Fueron años de gran inestabilidad política y de fuertes enfrentamientos entre
los propios grupos de musulmanes, ya que éstos constituían una población muy
heterogénea desde el punto de vista étnico –árabes, bereberes y sirios-, entre los
que había acusadas rivalidades, lo cual dificultó el surgimiento de una conciencia
unitaria y reforzó las tendencias disgregadoras. El origen de estos conflictos
provenía tanto del esfuerzo de las tribus árabes por controlar el gobierno de la
Península como de las discriminaciones a la hora del reparto de los territorios
conquistados. Los árabes se establecieron en las tierras más fértiles del
Guadalquivir, del Levante y del Ebro, y los bereberes se vieron relegados a las zonas
montañosas y a la Meseta; por lo cual mostraron su oposición, por tratarse de zonas
mucho menos propicias al desarrollo de la agricultura.
Las campañas militares no cesaron, aunque algunas concluyeron en
derrotas que marcaron los límites del avance islámico hacia el norte:
a) La batalla de Covadonga (722) –sin demasiada trascendencia para los
musulmanes, pero magnificada por la tradición cristiana- garantizó la
independencia del pequeño núcleo cristiano de Asturias.
b) La batalla de Poitiers (732), a manos de los francos, frustró los intentos de
expansión al otro lado de los Pirineos.

IV- EMIRATO INDEPENDIENTE (756-929).


En el año 750 se desencadenó en Oriente Medio una sublevación encabezada
por grupos de persas, que expulsaron al califa de Damasco y asesinaron a los
miembros de su familia, los Omeyas. Con el nuevo califa, Abul-Abbas, se inició una
nueva dinastía, la de los Abbasíes, que trasladaría la capital del califato a Bagdad.
Abd-al-Rahmán I, miembro de los Omeyas y superviviente de la matanza,
consiguió llegar a la península Ibérica, donde se hizo con el poder en el año 756 y
se proclamó emir independiente. Esta independencia de Al-Andalus respecto del
califato se limitaba sólo al ámbito político, ya que en el religioso se mantenía aún el
reconocimiento de la supremacía espiritual del califa de Oriente. Abd al-Rahmán I
para consolidar el nuevo Estado andalusí y afianzar su poder, aumentó la recaudación
de impuestos, formó un sólido núcleo de fieles que ocuparon los cargos públicos y
organizó un ejército mercenario (bereberes, eslavos…)
A partir de Abd-al-Rahman II, Al-Andalus adquirió una organización estatal
completa. Pero esta organización centralizada peligró constantemente ya que las
provincias fronterizas, las marcas, pretendían independizarse de Córdoba (capital de
al-Andalus). Las revueltas de Zaragoza, Toledo y Mérida en tiempos de al-Hakam I
evidenciaron las dificultades del poder central. También se dieron algunas rebeliones
entre la población cristiana (mozárabes1) a causa del aumento de la presión fiscal.

1
Mozárabe. Se dice del individuo de la población hispánica que, consentida por el derecho islámico como tributaria,
vivió en la España musulmana hasta fines del siglo XI conservando su religión cristiana. Se dice del individuo de las
mismas comunidades emigrado a los reinos cristianos del norte, llevando consigo elementos culturales musulmanes.

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Todo ello propició la debilidad política del emir y, hacia el año 900, Al-
Andalus se convirtió en un retablo de numerosos reinos que recibieron el nombre de
Taifas. El poder del emir se circunscribía prácticamente a Córdoba, mientras el
avance de los reinos cristianos por el norte peninsular constituía una amenaza cada
vez más poderosa.
En general, se puede considerar al emirato independiente como una etapa de
consolidación y reorganización del poder musulmán en Al-Andalus, aunque
tampoco faltaron las tensiones sociales, no sólo entre los grupos musulmanes, sino
también con la población cristiana o judía.

V- EL CALIFATO DE CÓRDOBA (929-1031).


El advenimiento al poder del emir Abd-al-Rahmán III (912-961) provocó un
cambio de rumbo en la dinámica política anterior que amenazaba con la disgregación
de Al-Andalus. El nuevo emir fue capaz de acabar con las rebeliones internas, en
especial la tentativa independentista del muladí2 Umar en el castillo de Bobastro
(Málaga). En 20 años consiguió someter todo el territorio andalusí, frenó el avance
cristiano por la meseta norte, y transformó a reyes y condes en vasallos suyos, que le
pagaron tributos.
Su autoridad se hizo absoluta desde el año 929, cuando dio el paso definitivo
para la independencia de Al-Andalus al autoproclamarse califa, es decir,
independiente no sólo en lo político, sino también en lo espiritual o religioso (jefe
religioso o príncipe de los creyentes). Reivindicaba así la legitimidad de su dinastía
–los Omeyas- frente a la usurpación cometida contra su familia en la rebelión abbasí
del año 750. La crisis que atravesaba en ese momento el califato de Bagdad incitó a
Abd-al-Rahmán III a adoptar esta medida. Pero también pretendía hacer una
demostración de fuerza frente al avance amenazador de los fatimíes por el norte de
África.3
Abd-al-Rahmán III mantuvo relaciones amistosas con el emperador de
Bizancio, lo que proporcionó al califato cordobés una notable proyección internacional.
El califa residía en el alcázar de Córdoba, que estaba situado junto a la gran
mezquita. Unos años después de su autoproclamación, Abd-al-Rahmán III ordenó
construir, al oeste de la capital, la impresionante ciudad palacio de Madinat al-Zahra,
convertida en residencia califal y en el centro del poder político de al-Ándalus.
El periodo del califato de Córdoba representó el momento culminante del
poder político musulmán. Asimismo, fue la época de máximo esplendor cultural y
artístico de Al-Andalus, en especial durante el reinado de Al-Hakam II, hijo y sucesor
de Abd-al-Rahmán III.
Sin embargo, en el terreno militar la figura más destacada fue Almanzor (“el
victorioso por Dios”), quien ejerció el poder efectivo en nombre del califa Hisham II. El
califato se convirtió bajo su mando en una dictadura militar, que se mantenía gracias
a las victorias de su poderoso ejército. Emprendió numerosas campañas contra los

2
Muladí: cristiano convertido al Islam.
3
Fatimíes: dinastía que pretendía descender de Fátima, la hija de Mahoma, por lo que sus miembros se
creían con derecho legítimo a proclamarse califas o príncipes de los creyentes. En el año 909
establecieron en Túnez un califato rival al de los abbasíes de Bagdad; en el 969 conquistaron Egipto,
donde fundaron El Cairo.

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núcleos cristianos del norte, con efectos devastadores sobre las ciudades de especial
significación. No fueron campañas de ocupación, sino razias cuyos objetivos eran la
destrucción y la rapiña.
Muerto Almanzor (1002), las turbulencias políticas y las luchas entre bandos
rivales caracterizaron la fase final del califato, que acabó desintegrándose en
numerosos reinos de taifas.

NOTA: A partir de este punto hay que resumir todo lo posible (excepto en la
conclusión) ya que para la pregunta de PAU se pide que se explique con detalle la
conquista, los Emiratos y el Califato, el resto de etapas se citan brevemente.
NOTA: Las fechas más importantes son las correspondientes a la conquista, Emiratos
y Califato.

VI- LOS REINOS DE TAIFAS (1031-1090). Desde comienzos del siglo XI, algunos
territorios habían comenzado ya a independizarse, aprovechando la crisis y debilidad
del Califato. Finalmente, en el año 1031 una rebelión en Córdoba depuso al último
califa –Hisham III-, y con él desapareció el último símbolo de la unidad de Al-Andalus,
que se fragmentó en una multiplicidad de reinos de taifas, algunos realmente
minúsculos. El nuevo mapa político era el resultado –y al mismo tiempo la
demostración más clara- de las profundas divergencias que existían en el seno de la
población islámica dirigente.
La compleja historia de esta etapa podría resumirse en algunos rasgos
esenciales:
a) Fueron muy frecuentes las disputas entre los diferentes reinos de taifas.
b) Su elevado número inicial se fue reduciendo sobre todo por la incorporación
de los más pequeños a otros mayores.
c) Frente a la superioridad militar de los reinos cristianos, la supervivencia de los
reinos de taifas dependía con frecuencia del pago de parias.4
d) Su debilidad política no se tradujo, sin embargo, ni en crisis económica –
seguían siendo territorios ricos y prósperos- ni en decadencia cultural; las
cortes de algunos de estos reinos fueron famosas por su labor de mecenazgo y
el prestigio de sus intelectuales y artistas.
A finales del siglo XI, ante el avance militar y la fuerza creciente de los reinos
cristianos, que se encontraban en plena fase de expansión, los reinos de taifas
comprendieron la necesidad de ponerse de acuerdo y solicitar ayuda exterior.

VII- LA UNIFICACIÓN ALMORÁVIDE (1090-1145). Tras la conquista cristiana del


fundamental enclave estratégico de Toledo (1085), los reyes de Sevilla, Granada y
Badajoz reclamaron el apoyo de los almorávides, musulmanes ultraortodoxos que a
la sazón habían creado un gran imperio en el norte de África.
Su máximo dirigente, Yusuf ibn Tashfin, desembarcó en la Península en el año
1086 y venció de forma contundente a las tropas de Alfonso VI en la batalla de
Zallaqah (Sagrajas, Badajoz), tras la cual regresó al norte de África.
Cuatro años después (1090) retornó a la Península, esta vez ya con el objetivo
de incorporar al imperio almorávide los reinos de taifas hispanos , que fueron

4
Parias: tributos, generalmente anuales, que debía pagar un reino musulmán a otro cristiano, a cambio de
su protección y en reconocimiento de vasallaje. Representó una importante fuente de ingresos para los
monarcas cristianos.

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cayendo uno a uno en su poder. Sin embargo, el poder de los almorávides no llegó a
consolidarse del todo y la unificación de Al-Andalus bajo su mando tuvo una breve
duración, por varias razones:
a) La pérdida de ciertos territorios –como Zaragoza-, o la incapacidad de
recuperar otros –como Toledo- contribuyeron al desprestigio militar de los
almorávides entre la población hispano-musulmana.
B) Su fanatismo religioso provocaba el descontento no sólo de cristianos y
judíos, sino incluso de amplios sectores de población musulmana, que
añoraban con nostalgia la tolerancia y libertad de pensamiento que habían
caracterizado tradicionalmente a Al-Andalus.
C) La aparición en el norte de África, a mediados del siglo XII, de un nuevo
movimiento político-religioso, el almohade, que se erigía sobre las ruinas del
decadente imperio almorávide.

Hacia 1145, la descomposición del poder almorávide había propiciado en Al-


Andalus un retorno a la fragmentación política –los segundos reinos de taifas-, y se
vivía, de nuevo, una situación de aguda inestabilidad.

VIII- LA UNIFICACIÓN ALMOHADE (1146-1232). Los almohades fueron los


protagonistas de un segundo intento de reunificación de las taifas de Al-Andalus .
Habían constituido un nuevo imperio en el norte de África y desde allí, con el objetivo –
entre otros- de destruir los últimos resquicios del poder almorávide, cruzaron a la
península Ibérica, donde fueron incorporando a sus dominios, a veces con grandes
dificultades, los nuevos reinos de taifas postalmorávides.
La completa unificación de Al-Andalus no se alcanzó hasta el año 1172, y Sevilla
se convirtió en la capital del imperio almohade hispano. Los últimos años del siglo XII
representaron su momento de máximo esplendor, con victorias sobre los reinos
cristianos tan importantes como la de Alarcos (1195).
Pero éstos reaccionaron unificando sus fuerzas y derrotaron a las tropas
almohades en la decisiva batalla de Las Navas de Tolosa (1212), con la que
comenzó el declive almohade en la Península y un nuevo impulso reconquistador de
los reinos cristianos.
El debilitamiento del poder almohade supuso el surgimiento de nuevos reinos
taifas. Pero, ante el avance cristiano, fueron sucumbiendo todos, excepto el de
Granada, que consiguió sobrevivir, aunque sometido al vasallaje de Fernando III,
rey de Castilla y León.

IX- EL REINO NAZARÍ DE GRANADA (1237-1492). El reino nazarí de Granada fue


fundado por Muhammad I –del linaje árabe de los Nasrí o Nazaríes -, quien se rebeló
contra los almohades y se proclamó sultán en 1232 en su pueblo de origen, Arjona.
Tras ser reconocida su autoridad por varias localidades, entró en Granada en 1237.
El reino de Granada abarcaba un territorio mayor que el de la actual provincia
del mismo nombre, y estaba dividido en tres grandes circunscripciones o coras: Elvira,
con capital en Granada; Rayya, con capital en Málaga; y Pechina, con capital en
Almería.
En sus dos siglos y medio de existencia, fue escenario de disputas internas casi
constantes. Además, la presión exterior ejercida por Castilla obligó a sus emires a

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practicar una política que basculaba entra la guerra y la paz; ésta última a cambio del
pago de parias y el reconocimiento de vasallaje al rey de Castilla.
Finalmente, los Reyes Católicos emprendieron una guerra de conquista de diez
años de duración (1482-1492), que concluyó con la incorporación definitiva del reino
de Granada a la Corona de Castilla. De este modo desapareció el último Estado
musulmán de la península, ocho siglos después de las primeras expediciones de
Musa y Tariq.

X- ECONOMIA Y SOCIEDAD.
La economía de Al Andalus se basaba principalmente en la agricultura. En ella
introdujeron técnicas como las siguientes:

 La intensificación y expansión del regadío. Ampliaron el uso de las acequias


para canalizar los recursos hidráulicos. Emplearon norias para la extracción de
agua de los pozos y su aprovechamiento. Como consecuencia aumentó la
producción de cultivos y la densidad de población.
 La introducción de nuevos cultivos. Entre otros destacaron el arroz, la caña de
azúcar, el azafrán, la morera, hortalizas como la berenjena y la alcachofa y
frutales como la granada y los cítricos.
 Algunos sectores tradicionales aumentaron su producción como es el caso del
olivo, la vid y el trigo además de las legumbres.

Con respecto a la ganadería fue relevante la cría de ganado ovino, el cordero era la
base de la cocina andalusí. La ganadería era generalmente trashumante.
La minería se revitalizó con respecto a la etapa visigoda, destacando el hierro y el
cobre, además del mercurio de Almadén. También practicaron la caza y la pesca.

En las ciudades había un representante del emir, califa o del rey ejercía la
coordinación administrativa, política y judicial.
Eran centros vitales para el intercambio y el comercio basado en la moneda (el dírham
de plata o el dinar de oro).
Existían zocos o mercados permanentes donde se encontraban objetos de lujo de
Oriente (manufacturas egipcias o sirias, especias…) . La artesanía también era de
gran calidad en los sectores textil, del cuero, metalúrgico de la ebanistería y de la
orfebrería. También existían intercambios con los reinos cristianos del norte
peninsular.

Las ciudades disponían de una morfología característica.


Una zona central amurallada o medina en la que se encontraba la mezquita principal o
aljama y el zoco. En las ciudades grandes había una alcaicería o mercado cubierto
con productos de lujo.
Lejos de centro se situaba la fortaleza (alcázar o alcazaba), construida sobre un lugar
elevado y pegada a la muralla.

En las ciudades andalusíes también existían barrios segregados como las juderías
delimitadas por vallas o puertas. Fuera de las murallas se situaban los arrabales,
barrios dispuestos a los largo de los caminos principales.

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En la sociedad de Al Andalus, existía una gran diversidad étnica y religiosa, que no se


daba en el resto de Europa.
El grupo dominante era el de los musulmanes.
 Los árabes procedentes de Oriente. Eran la elite dirigente y eran muy
minoritarios respecto de otros musulmanes.
 Los bereberes del norte de África que eran sometidos políticamente por los
árabes. Componían el grueso del ejército.
 Los musulmanes nuevos autóctonos o muladíes, es decir cristianos convertidos
al islam.
 Junto a los musulmanes existían otros grupos numerosos: los cristianos que
quedaron bajo dominio musulmán, llamados mozárabes, y los judíos. El islam
respetaba estas creencias y permitía que gozaran de cierta autonomía, libertad
de culto, leyes y jueces propios. No obstante debían pagar ciertos impuestos.
XII- RASGOS CULTURALES.
Los rasgos culturales estaban inspirados en modelos árabes de Oriente. Sin embargo
el pensamiento de los intelectuales reflejó las influencias de la filosofía y cultura persa
y grecorromana.
Un ejemplo lo constituye el cordobés Ibn Hanz , siglo XI que cultivó las ciencias
religiosas, la historia y la poesía y escribió “El collar de la paloma” un tratado sobre el
amor.

Las aportaciones de los musulmanes son innumerables y forman parte de nuestro


patrimonio cultural. El idioma castellano tiene más de 4000 palabras de origen árabe,
entre ellas muchas de la toponimia hispánica (Benalmadena, Gualdamarina….)
Elementos de la vida cotidiana como la gastronomía (aceite de oliva, turrones,
frutas…) el uso del botón, las bibliotecas, los baños públicos, la iluminación de las
calles…..son de herencia musulmana.
También parte de nuestra música instrumentos y folklore son de origen árabe: la
pandereta, algunos tipos de flautas o el timbal.

El culto musulmán no permitía la representación de imágenes humanas ni la música.


Es por ello que tiene gran parte abstracta caracterizado por el empleo de la caligrafía,
los dibujos geométricos y las filigranas y la estilización de las pocas figuras.
Las manifestaciones artísticas más desarrolladas fueron las artes decorativas y sobre
todo la arquitectura.

En la arquitectura religiosa destacaron las mezquitas, especialmente la mezquita de


Cordoba. Construida por los Omeyas su evolución artística abarca desde el siglo VIII
hasta el X. empezada en tiempos de Abd al-Rahman I, fue ampliada posteriormente y
concluida por Almanzor.
La mezquita original era un cuadrado formado por un patio y un haram o sala de
oración.

Más tarde los cristianos emplearon la mezquita como catedral y el minarete como
campanario.
Otras desatacadas mezquitas son la del Cristo de la luz (Toledo) siglo X y la de Sevilla
del periodo almohade. Su antiguo minarete se corresponde en gran parte con la actual
Giralda.

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La arquitectura civil tienen sus mejores muestras en la ciudad palacio califal de


Medinat-al- Zahra construida por Abd al Rahman III en Cordoba.
De época taifa se conserva el Palacio de la Aljaferia de Zaragoza , siglo XI y XII.
De época almohade nos queda la Torre del Oro de Sevilla.
Pero sin duda el ejemplo más notable de la etapa nazarí es la Alhambra de Granada
de los siglos XIII y XIV.
Este complejo se caracteriza por:
Una apariencia sobria y defensiva en el exterior.
Un interior opulento y sensual con materiales pobres como el estuco y la madera.
La utilización de bóvedas de mocárabes5.
El uso de columnas de mármol esbeltas y decoración geométrica, caligráfica y vegetal
en los muros.

XII- CONCLUSIÓN
Durante el período que abarca los siglos VIII a X 6, la historia de la península
ibérica, a diferencia de la mayoría de los países de Europa, se caracterizó por el
indiscutible predominio musulmán. Los núcleos políticos cristianos quedaron,
entonces, reducidos a las zonas montañosas del norte peninsular.
La superioridad manifestada por al-Ándalus sobre los núcleos cristianos no fue
sólo de carácter territorial, sino que también se puso de relieve en otros muchos
ámbitos, como, por ejemplo, en la intensa actividad económica, en el espectacular
despliegue de la vida urbana, en las variadas manifestaciones del mundo de la cultura
y la ciencia e, incluso, en el terreno de la creación artística. Todo lo cual nos ha dejado
un gran legado.

5
Elemento decorativo de forma geométrica característico de la decoración árabe.
6
A partir del siglo XI la correlación de fuerzas entre musulmanes y cristianos se invirtió: la división de
al-Ándalus en reinos de taifas confirió a los reinos cristianos una clara supremacía política y militar, que
posibilitó un proceso constante de reconquista y repoblación de los territorios musulmanes hasta
mediados del siglo XIII.

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