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Los católicos tienen que cumplir el precepto de la Iglesia del ayuno y la abstinencia de
carne (Compendio del Catecismo 432: en los días establecidos por la Iglesia), así como con
el de la confesión y Comunión anual.
El ayuno consiste en hacer una sola comida al día, aunque se puede comer algo menos de
lo acostumbrado por la mañana y la noche. Salvo caso de enfermedad.
Se llama abstinencia a privarse de comer carne (roja o blanca y sus derivados). La ley de
la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años (cfr. CIC, c. 1252).
Es una manera concreta que nos sugiere la Iglesia, como Madre, para crecer en el espíritu
de penitencia. Como ya en los profetas, la llamada de Jesús a la conversión y a la penitencia
no mira, en primer lugar, a las obras exteriores "el saco y la ceniza", los ayunos y las
mortificaciones, sino a la conversión del corazón, la penitencia interior.
Sin ella, las obras de penitencia permanecen estériles y engañosas; por el contrario, la
conversión interior impulsa a la expresión de esta actitud por medio de signos visibles,
gestos y obras de penitencia (cf Jl 2,12-13; Is 1,16-17; Mt 6,1-6. 16-18). CEC, 1430.
Esta fecha, ha adoptado distintos nombres, Día de San Valentín, Día de los enamorados o
Día del amor y la amistad, pero ¿cuál es el origen de esta celebración tan particular?
Esta festividad, se remonta al siglo III en Roma, donde un sacerdote llamado Valentín se
opuso a la orden del emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de
matrimonios para los jóvenes, considerando que los solteros sin familia eran mejores
soldados, ya que tenían menos ataduras y vínculos sentimentales.
Valentín, opuesto al decreto del emperador, comenzó a celebrar en secreto matrimonios
para jóvenes enamorados (de ahí se popularizó que San Valentín sea el patrón de los
enamorados).
Al enterarse, Claudio II sentenció a muerte a San Valentín, el 14 de febrero del año 270,
alegando desobediencia y rebeldía. Por este motivo, se conmemora todos los años el Día de
San Valentín.
En nuestro tiempo esta fecha ha asumido un valor más comercial que religioso, de modo
que hasta los cristianos podrían encontrar cierta dificultad este año que el día del amor y la
amistad cae en miércoles de ceniza.
Sin embargo, debe prevalecer para el cristiano la opción por guardar el ayuno y la
abstinencia propia del miércoles de ceniza. Las manifestaciones de amor o amistad
pueden darse en cualquier día del año, independientemente de la fecha. No podemos relegar
solo a un día del año el valor del amor por el otro. Además, nosotros deberíamos vivir
siempre el mandamiento del amor.