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La misa está estructurada en varias secciones, cada una de las cuales evoca un
significado específico acorde con los relatos evangélicos e invita a una actitud
espiritual equivalente, que se expresa en palabras o actitudes corporales (oración
de pie, oración de rodillas, posición de escucha, etc.).
El hombre con frecuencia tiene poco tiempo para dedicarse a las cosas de Dios.
Tiene poco tiempo para conocerlo y entenderlo.
La Iglesia, consciente de este problema y sabiendo que si sus miembros no
conocen a Dios no podrá cumplir con la misión que le ha sido encomendada, ha
querido asegurar que se le dedique un tiempo a la semana a este conocimiento de
las cosas de Dios y ha dado un mandamiento: Oír misa entera los domingos y días
de precepto.
Con este mandamiento, la Iglesia asegura que sus miembros conozcan los
lineamientos del Fundador y de esta manera "no perderán el estilo", no olvidarán
su fin último y se esforzarán por cumplir su labor personal dentro de la Iglesia.
DEFINICIÓN DE MISA
La noción de misa se utiliza en
el catolicismo para aludir a una celebración
encabezada por un sacerdote donde se
renueva el sacrificio de Jesucristo. El clérigo,
representando a Cristo, expresa una fórmula que
produce la transubstanciación de la hostia y del vino, convirtiéndolos en
el cuerpo y la sangre del hijo de Dios.
La misa, por lo tanto, es el evento más importante de la religión católica.
En ella se concreta el sacramento de la eucaristía, que permite la
consagración del pan y la bebida.
De acuerdo al catolicismo, la misa implica la renovación del sacrificio
realizado por Jesús, que es ofrecido en el altar de la iglesia bajo
las especies de vino y de pan. Cuando el fiel recibe la eucaristía, se
produce la comunión.
A lo largo del desarrollo de la misa se llevan a cabo diversas acciones
además del rito de la comunión. Hay un acto penitencial a través del
cual el cura invita a los asistentes al arrepentimiento, se realizan
ofrendas y se pronuncian diferentes rezos y plegarias
Durante la Misa asumimos diferentes posturas corporales: nos ponemos de pie, nos ponemos
de rodillas, nos sentamos y también somos invitados, a realizar una serie de gestos. Estas
posturas y gestos corporales no son meramente ceremoniales. Tienen un significado
profundo, así, cuando se realizan con comprensión, pueden realzar nuestra participación
personal en la Misa. De hecho, estas acciones representan la manera en que
comprometemos nuestro cuerpo en la oración, que es la Misa.
Cada postura corporal que asumimos en la Misa enfatiza y refuerza el significado de la acción
en la que estamos participando en ese momento en nuestro culto.
POSTURAS:
De pie: Ponernos de pie es un signo de respeto y honor, así que nos ponemos de pie cuando
el celebrante, en representación de Cristo, entra y sale de la asamblea. Desde los inicios de la
Iglesia, esta postura corporal ha sido interpretada como una postura de aquellas personas
elevadas con Cristo y que están en la búsqueda de cosas superiores. Cuando nos ponemos
de pie para la oración, asumimos nuestra estatura completa ante Dios, no con orgullo, sino
con una humilde gratitud por las cosas maravillosas que Dios ha hecho al crearnos y
redimirnos.
7 enero, 2018
en Fe Católica, Local
Presencia
En la celebración de la Misa levantamos
nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras voces a Dios, porque somos
criaturas compuestas de cuerpo y de alma y es por esto que nuestra oración
también se expresa en nuestro cuerpo. Cuando nuestro cuerpo participa en
nuestra oración, oramos con toda nuestra persona, como espíritus encarnados tal
como Dios nos creó.
En esta edición, con la ayuda del padre Marcelino Delfín Pozo, asesor de la
Comisión de Pastoral Litúrgica de la diócesis, y de un documento de la
Conferencia de los Obispos de Estados Unidos, trataremos de explicar algunas de
las posturas y gestos de la Misa, para que los llevemos a cabo y participemos
plenamente en el Sacramento de la Eucaristía.
Apaga tu celular, pues eso distrae y hace perder el contacto con Dios. En este
momento de preparación y durante toda la celebración que vayas a vivir, el
importante es el Señor, no las creaturas. Es muy conveniente, si te es posible,
que leas previamente tus lecturas de la Misa o de la celebración para que tu
corazón se prepare y que sea Dios quien lo nutra, y te llene más con sus
maravillas que te manifestará en la celebración litúrgica, ya que en la celebración
litúrgica es Dios quien actúa, es Dios quien habla, es Dios quien te invita a entrar
en su Misterio.
Gestos en la misa
Cuando te toque hacer gestos en la celebración litúrgica hazlos con
espontaneidad, sin exageración, no es una competencia a ver quien lo hace major,
sino que manifiesta la unidad de la Iglesia, que a pesar de que somos de
diferentes lugares, raza y color, nos unimos en una misma acción para
encontrarnos y alabar al Señor en la liturgia. (*1)
2. Sentados
Habrá momentos que estarás sentado y es el momento para estar atentos a la
escucha, porque Dios es quien te está hablando, es quien te está narrando las
maravillas que ha hecho en otros tiempos, en otras personas y, en este tiempo, se
dirige a ti, para que tu también seas testigo de esas maravillas.
Estar sentado, escuchando, no es para que estés leyendo tu misal mensual o algo
por el estilo. En la liturgia se proclama la lectura, que es para ser escuchada y
para que entre por nuestro sentido del oído. Pon mucha atención, porque es el
mensaje de Dios para ti. El misal mensual es para que te hayas preparado antes
que comenzara la celebración y no para estar siguiendo la lectura. Es Dios quien
te está hablando en vivo y por tanto tienes que estar atento a su Palabra, a su
escucha.
En la liturgia estar sentado es signo de estar dispuesto para escuchar al Maestro
que habla, a Cristo que te tiene un mensaje actual para tu vida. Por eso la homilía
(este es su nombre correcto) o sermon, se escucha sentado. (*1)
3. De rodillas.
Cuando se celebra la santa Misa, hay un momento en que se pone uno de rodillas.
Arrodíllate con reverencia y respeto, porque en este instante se está realizando el
momento más bello de la celebración: el pan y el vino, por la acción del Espíritu
Santo y las palabras de la consagración, se convierten en el Cuerpo y la Sangre
de Cristo. Por eso debes contemplar con tus ojos ese momento único e irrepetible.
Arrodíllate sin hacer ruidos, en silencio y recogimiento, sin distraer. Este momento
es súper especial para nosotros los cristianos. (*1)
4. De pie
Ponernos de pie es un signo de respeto y honor y por ello nos ponemos de pie
cuando el celebrante, quien representa a Cristo, entra y sale de la asamblea.
Desde los inicios de la Iglesia, esta postura corporal ha sido interpretada como la
postura de quienes han sido elevados con Cristo y que “están en la búsqueda de
cosas superiores” .
5. La señal de la Cruz
6. La importancia de cantar.
Cántale con maestría. Siempre debes cantarle al Señor y no estés ahí como un
mudo espectador, como un extraño. Tú eres hijo de Dios reunido y convocado por
el Señor a su Iglesia que está presente, cantando a su Señor y alabándolo con
gusto y alegría. Que tu canto sea parte de tu oración que elevas a Dios. (*1)
7. Ritmos y tiempos
Para que todo lo que vives en la celebración litúrgica te haga provecho y bien
espiritual, debes estar dispuesto a llevar tiempo, pero en la liturgia no se hace
referencia al tiempo cronológico, el correr de los minutos, o sea, no se trata de
cuánto debe durar la misa. En la liturgia cuando se habla de tiempo; se habla de
tiempo de salvación, de tiempo de encuentro, de tiempo de gustar de los dones de
de Dios en la celebración. El tiempo de la liturgia es un tiempo de gracia y
salvación y no se rebaja al tiempo cronológico.
Ahora, cuando asistas a cualquier celebración podrás decir: voy a gustar del
tiempo de Salvación, que el Señor me tiene preparado.
La celebración en sí lleva un ritmo, y el ritmo lo marca el Espíritu Santo, porque es
un ritmo divino para entrar en comunión con el Misterio de Dios. Por ello, todas las
acciones, las oraciones, aclamaciones, cantos, posturas y gestos deben hacerse
con dignidad, con respeto y sin ‘carreras’. Todo bien hecho y bien pronunciado con
voz clara y alta (lo que se deba pronunciar) para la gloria de Dios.
8. Silencio
Un elemento importante que debes tener en cuenta en toda celebración, es el
silencio. “Guárdese, además, a su debido tiempo, un silencio sagrado”. El silencio
no es para que haya ausencia de ruidos externos, no es estar todos calladitos y
ya. Es mucho más que eso, más importante, más transcendente.
Qué es Hostia:
Se conoce como hostia la oblea blanca o pan ácimo –sin levadura–, de harina
de trigo con forma circular utilizada en la eucaristía o misa ofrecida como
ofrenda o sacrificio. La palabra hostia es de origen latín que expresa 'ser que se
sacrifica para aplacar o en honor a los dioses'.
Durante la celebración de la eucaristía la hostia es consagrada y ofrecida a los
fieles. En la consagración o transubstanciación, la hostia se convierte en el Cuerpo
de Jesucristo y en ese momento es también llamada Forma Sagrada o Sagrada
Forma. Para ello, el sacerdote toma el pan y repite las palabras de Cristo en la
Última Cena: "Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será
entregado por ustedes".
Por otro lado, la palabra hostia era usada antiguamente para aludir a todo aquello
que podía ser usado como sacrificio, como animales y, en algunas religiones,
seres humanos, como víctimas sacrificiales. No obstante, los españoles utilizan la
palabra hostia como golpe que se da con la mano abierta en la cara de otra
persona, "¡qué hostia tío!", pero también para denotar sorpresas, admiración,
asombro, como ¡hostia, has venido a verme!
También, en el uso coloquial de los españoles, el término hostia es la mala
intención o genio de un ser vivo, "¡qué mala hostia tienen tus padres hoy!"
Asimismo, la palabra es usada para identificar que iba a toda a velocidad, como:
"¡Llegamos rápido, ibas a toda hostia!"
Premisa
“Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”. Se recibe al mismo
Cristo.
Es necesario hacerlo con dignidad.
Dos condiciones
La Comunión no es un premio. No se precisa ser santo para comulgar. Es una
necesidad espiritual, pero tiene unos requerimientos básicos.
Las dos primeras condiciones son de origen divino, surgen de la realidad de la
Eucaristía y están consignadas en la Sagrada Escritura:
1) estado de gracia;
2) saber a quien se recibe.
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¿Conveniente o necesario?
Salvo los dos casos señalados no es necesario confesarse antes de comulgar. Si
una persona está en gracia, aunque haga mucho tiempo que no se confiesa, puede
comulgar con toda tranquilidad. No debemos añadir más condiciones que las que
realmente existen. La confesión frecuente es una práctica muy recomendable para
el crecimiento espiritual, tener el alma más purificada, etc. Pero esto es otra
cuestión. Una cosa es la conveniencia de la confesión frecuente y otra distinta que
sea necesidad para recibir la comunión si uno está en gracia (que no lo es).
- Recordar que Cristo murió por nosotros, hacer memoria del gran amor que Dios
nos ha tenido y que lo llevó al extremo con su muerte en la cruz (Jn 13,1) "Pues la
prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores,
murió por nosotros". (Rom 5, 8) "Cristo nos amó y se entregó por nosotros" (Ef
5,2) "Se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz" (Fil 2,8)
- Predicar que Cristo es Salvador y que hay que morir para tener vida.
- Alabar al Hijo de Dios: "Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los
cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es
Señor para gloria de Dios Padre" (Filipenses 2, 11)
- Pedir la protección de Cristo en medio de las tentaciones, los retos, los peligros,
las dificultades y las asechanzas del demonio. Jesucristo venció el pecado con su
muerte en la cruz.
- Tomar fuerza: "Fijaos en aquel que soportó tal contradicción de parte de los
pecadores, para que no desfallezcáis faltos de ánimo." (Hebreos 12,2-3) "Poned
los ojos en el Crucificado y se os hará todo poco" (Santa Teresa de Jesús).
Dentro de las objeciones que nos realizan generalmente los protestantes y las
sectas es la del uso de crucifijos. Para ellos usar la cruz es una locura, ya que “la
cruz es el arma que mató al Salvador”. Otros también argumentan que no se
puede usar la cruz, porque la propia escritura la ha maldecido “maldito el que
cuelga de un madero” Deut 21,23. Por todo ello los protestantes no usan crucifijos,
y tampoco logran entender por qué los católicos los usamos. Concretamente en
este artículo vamos a dar respuesta a estas objeciones y a explicar porque
usamos crucifijos los católicos.
¿Qué es la cruz para el católico?
En primer lugar debemos aclarar que es la cruz para nosotros los católicos, para
luego pasar a dar respuesta a las principales objeciones protestantes:
En el Antiguo Testamento y en toda la cultura religiosa antigua, la cruz es tan solo
un instrumento de suplicio, sin ninguna connotación salvífica (Gén 40,19; Deut
21,23; ver Gál 3,13). Pero Dios elige la cruz para que su Hijo Jesucristo muera en
ella (Mc 15,13-15.24-37; Mt 27,26.31-50; Lc 23,21-23.26.46; Jn 19,15-30) y
mediante su muerte en cruz salve al mundo (Ef 2,16; Col 1,20; Fil 2,8; Heb 12,2; 1
Pe 2,24). A partir de este misterioso designio de Dios (1 Cor 1,23) la cruz, en su
sentido físico cuando lo requieran las circunstancias, y siempre en sentido
espiritual, se ha convertido en camino inesquivable para alcanzar la salvación (Mc
8,34; Mt 16,24; Lc 9,22; Gál 2,19; 3,1; 6,14; Fil 3,12; ver 1 Cor 2,2).
Para nosotros se ha convertido en la señal del cristiano:
Como Moisés levantó a la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el
Hijo del hombre para que todo el que crea en Él tenga vida eterna" Juan 3, 14-15.
De la misma manera que los israelitas recuperaron la salud al mirar a la serpiente,
nosotros somos curados al mirar al Hijo de Dios levantado en la Cruz, convirtiendo
la cruz en la puerta que da paso a la gloria. Pero no solo es el signo de salvación
con el cual el Dios hecho carne derrotó a Satanás, también es la señal del
discípulo de Cristo:
El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí". Mateo 10,38
Si alguno quiere venir en pos de Mi niéguese a si mismo, cargue con su cruz y
sígame". Mt 16, 24
Ser cristiano es aprender amar, con un amor como el de Cristo, amor hasta la
cruz, por ello la cruz nos representa nuestras dificultades de la vida, nuestros
dolores, nuestras penas, pero ver en ella clavada al Salvador, es lo que nos da
fuerzas para tomarla y seguir adelante. Si somos dignos seguidores de Cristo,
cargaremos con la cruz, la representación física de la cruz en forma de crucifijo, no
es otra cosa que una señal o marca para recordarnos esto.
Por eso es que el propio apóstol san Pablo cuando hablaba a los Corintios, hacía
dos grupos aquellos que se pierden, y los que se salvan. Para los primeros la cruz
es necedad y locura, se han quedado en el AT donde este símbolo significa
instrumento de suplicio, pero para los que salvan, aquellos tienen la ley completa,
la de Cristo, la Cruz se ha convertido en Poder de Dios:
“Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para
los que se salvan es poder de Dios" 1 Cor 1,18
Al ser poder de Dios para los que se salvan, es instrumento entonces de gloria,
que sea poder de Dios no significa le estemos dando poderes a la Cruz, sino que
el Dios estuvo en ella crucificado, y por eso es tan importante, porque en ella
manifestó todo su poder. El mismo san Pablo conociendo la importancia de la
cruz, presenta a Cristo como crucificado a los Gálatas:
!!Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a
vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros
como crucificado? Gálatas 3,1
Es muy probable que San Pablo usara el signo de la cruz para enseñar a los
Gálatas como fue la muerte de Cristo. Por ello parte importante de la predicación
de San Pablo será el misterio de la cruz, (Gálatas 6,14; Fil 3,18). ¿Por qué era
necesario que Cristo se presentará como crucificado ante los gálatas? Para que
dieran suficiente importante al sacrificio redentor de Cristo, de la misma forma
nosotros al ver la cruz, recordamos este sacrificio, y esto nos hace vivir en
consecuencia con nuestra fe. La cruz para nosotros será entonces la señal que
nos identifica con Cristo, como lo fue la “tau” en el pueblo hebreo :
Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal
en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las
abominaciones que se hacen en medio de ella. Ezequiel 9,4
¿Es cierto que la cruz fue el arma que mató a Cristo? ¿Es cierto que el
hombre que cuelga de la cruz es maldito?
Estas dos son las principales objeciones que hacen los hermanos separados.
Vamos a responderlas: ciertamente la cruz era un elemento de tortura, como ya
dijimos antes, y asi lo concebían los judíos (Gén 40,19; Deut 21,23; ver Gál 3,13).
Pero lo que mato a Cristo, fueron nuestros pecados, el fue a la cruz
voluntariamente por nuestros pecados, para salvarnos y redimirnos:
El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas.” Is 53, 5
Esto quiere decir que realmente el arma que mató a Cristo, fue nuestro pecado y
no tanto la cruz. Deberíamos estar orgullosos de que él muriera por nosotros, para
clavar en la cruz nuestros pecados, para derrotar en la cruz al mismo Satanas:
Y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo,matando en
ella las enemistades Efesios 2,16
En el NT se le cambia el sentido a la cruz pasando a ser un instrumento de
reconciliación con Dios, y no un instrumento de muerte.
Ciertamente en el AT encontramos como todo el que cuelga de una cruz es
llamado maldito, pero en el caso de Cristo debemos recordar no se trataba solo de
un hombre, era Dios quien fue crucificado, por tanto el mismo Dios no puede ser a
su vez, Santo y maldito….Cristo es llamado el Santo de Dios (Marcos 1, 24, Lucas
1,35; Apoc 4:8) esto pasa cuando se saca una cita de contexto como pretexto. La
cita en si del Deuteronomio esta hablando de aquellos hombres que cometen un
delito, un crimen digno de muerte, pero Cristo fue llevado a la cruz, sin haber
cometido pecado:
“Sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación,” 1Pe 1,19
Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los
injustos, para llevarnos a Dios 1Pe 3,18
Estas citas claramente nos demuestran que Cristo murió siendo justo, sin haber
cometido ningún crimen o delito, por tanto para él y para su cruz, no es aplicable lo
establecido en el Deuteronomio. Por ello es que San Pablo presenta la cruz como
signo de triunfo ante el mal:
Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente,
triunfando sobre ellos en la cruz. Col 2,15
¿Desde cuándo se usa la cruz en el cristianismo?
Una vez dada la argumentación bíblica, hemos de recurrir a la historia para ver si
es cierto la cruz es un símbolo de la Iglesia primitiva, ¿los primeros cristianos
usaban la cruz? Veamos que si. Aquí dejaré algunos textos de los primeros siglos:
San Clemente de Alejandria, Stromata Libro VI: (siglo III)
Hay quienes dicen que los trescientos codos son símbolo del signo del Señor (= la
cruz), y que los cincuenta son símbolo de la esperanza y del perdón que se da en
Pentecostés (cf. Jn 20,23)
Tertuliano contra Marción ( siglo III) (Libro III cap XXII):
Previsto, por lo tanto, e igualmente unido al hecho de que Cristo sufrió, Él predijo
que Sus justos deberían sufrir igualmente con Él, tanto los apóstoles como todos
los fieles en sucesión; y Él los firmó con ese mismo sello del que habló Ezequiel:
"Yavhe me dijo: Pasa por la puerta, por en medio de Jerusalén, y pon la marca tau
sobre la frente de los hombres". 319 [6] Ahora la letra griega tau y nuestra propia
letra T es la forma misma de la cruz, que Él predijo sería el signo en nuestras
frentes en la verdadera Jerusalén católica.
En cuanto a la arqueologia: La crux capitata (cuatro brazos) que se halló en una
habitación de esclavos de Herculano en 1939, y el famoso "cuadrado mágico" de
Pompeya y su desciframiento revelan que los primerísimos cristianos (Pompeya y
Herculano fueron sepultadas por las cenizas del Vesubio en el año 79), los
recordados, amados e imitados por todos oraban y vivían bajo la protección de la
Cruz de Cristo.En torno a la cruz estaban también los clavos que servían para fijar
el nicho y el toldo que ocultaban el símbolo del culto cristiano. Este descubrimiento
demuestra que el cristianismo llegó a Italia muy rápidamente y hace
históricamente creíble el texto de Hechos 28,14, que supone la existencia de
cristianos en Pozzuoli (cerca de Nápoles), ya en el año 61.