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Al principio, los diez mandamientos no eran extensos. Se reducían, por así decirlo, a
“diez palabras” (Ex. 34, 28; Deut 4, 13; 10, 4), fáciles de repetir y aprender. Con el
tiempo, de acuerdo con las necesidades del pueblo, algunos mandamientos fueron
recibiendo una formación más larga, sobre todo el primero (Ex 20, 3-6) y el tercero (Ex
20, 8-11). Fueron exactamente estos dos mandamientos los que tuvieron gran
importancia para la vida del pueblo en la época posterior al cautiverio cuando se redactó
finalmente el libro de la Alianza. Mientras que modificaciones menores fueron
introducidas en el segundo (Ex 20, 7) y en el cuarto mandamiento (Ex 20, 12).
Decálogo es una palabra que ha sido inventada por Clemente de Alejandría en el siglo II
d. C. Viene del griego (deka: diez – logoi: palabras); es el nombre que la biblia da a esta
serie de palabras atribuidas a Dios mismo.1
Esta concepción constituye un hecho insólito y excepcional respecto de las otras culturas y
religiones del entorno de Israel. En las leyes del antiguo Oriente, los dioses nunca
aparecen como autores del derecho, sino tan sólo como garantes. En el Antiguo
Testamento, en cambio, Yahvé es la fuente y el origen de la ley.2
En esta sección sobre el Decálogo, la Biblia nos pone en contacto con la aportación
característica de Israel al acervo jurídico. Varios códigos legales son anteriores al
Decálogo: así, por ejemplo, el Código de Lipit-Istar, el Código de Esnunna, el Código de
Hammurabi y los códigos hititas. La base de estos códigos es la ley casuística: si uno hace
tal cosa, se le aplicará el consiguiente castigo. En cambio, en el Decálogo encontramos la
característica ley apodíctica: harás o no harás tal cosa, sin ningún elemento introductorio
de tipo condicional.3
1
Apuntes de Andrés Solano y Norberto Mogollón “Para una teología de las diez palabras”.
2
GARCÍA López Felix, Pentateuco, introducción a la lectura de los primeros cinco libros de la Biblia, editorial
Verbo Divino, Pamplona 2003, pág. 191
3
BROWN Raymond E, Comentario Bíblico San Jerónimo, Tomo I, Ediciones Cristiandad, Madrid 1971, pág.
181
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
El decálogo, en la forma en que lo leemos actualmente, fue puesto por escrito entre los
siglos IV y V de nuestra era. Expresa lo que Dios quiere de su pueblo en el mejor tiempo o
en el “tiempo vigoroso” de su historia antigua, en función de una doctrina de la alianza. 4
No cualquiera puede decretar una ley, sino solamente aquel que tiene autoridad para
hacerlo. Dios tiene todo poder para sancionar leyes para todos los hombres ya que él es el
creador de todos. Al decretar los diez mandamientos sin embargo, él no apeló a su
autoridad de creador. No dijo: “Yo soy el creador que te dio la existencia y la vida”. Sino
que manifestó: “Yo soy Yavhé, tu Dios, que te hice salir de Egipto, lugar de esclavitud” (Ex
20, 2). Invocó su autoridad de liberador. El Creador viendo a su pueblo oprimido, decidió
ser un libertador. Liberando al pueblo, de Egipto, Dios adquirió el título de “propiedad
personal” sobre él (Ex 19, 5). Conquistó el derecho de poder declarar su voluntad al
pueblo liberado. Este derecho divino es la fuente permanente de la autoridad de la ley de
los diez mandamientos.
“Dios escuchó los gemidos de su pueblo” (Ex 2, 24; 3, 7), vio su opresión y oyó sus gritos
de dolor (Ex 3, 7) y por esó bajo a liberarlo (Ex 3, 8) y le entregó los diez mandamientos
que señalan el trayecto que el pueblo debe recorrer desde el “lugar de la esclavitud”
hasta la completa libertad junto a Dios (Ex 19, 4). Son una ayuda en el camino, un
instrumento de trabajo. La libertad no se alcanza en un solo día. Se necesita un largo
proceso, una lucha penosa. Por medio de la ley de los diez mandamientos, Dios brinda un
sendero certero para que:
Con la relación a cada mandamiento la gente puede preguntar: ¿Cuál es el mal que quiere
combatir y el bien que se propone alcanzar? El mal que debe ser rechazado tienen que
ver con el clamor del pueblo que sale del “lugar de la esclavitud”. Dios escuchó el clamor
de su pueblo y conoció sus angustias (Ex 3, 7); en cada angustia descubrió una causa y
para cada causa estableció un mandamiento. Por eso, cada mandamiento combate una
4
AZAU Georges, De la servidumbre al servicio, Madrid 1969, pág. 276
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
de las muchas causas que hacía llorar y suplicar al pueblo en Egipto. La fiel observancia
de los mandamientos impide el retorno del pueblo al “lugar de la esclavitud”. En otras
palabras, el que no escucha el clamor ni conoce el dolor del pueblo en “situación de
esclavo” no puede entender el sentido de los diez mandamientos.5
Aunque sabemos que estaba escrito en dos tablas, el texto no indica cómo dividido entre
las dos. Por el contenido, se puede hacer la división después del 4º o del 5º. Los autores
evangélicos optan, en general, por esta división; por ejemplo, W. S. Bruce, quien ve en los
primeros cinco mandamientos el deber del hombre para con Dios, expresado en una
progresión que comienza por la adoración del corazón, pasando por las palabras a las
acciones. Dios debe ser honrado en su persona (mandamiento uno) en su culto
(mandamiento dos), en su nombre (mand. 3), en su dia (mand. 4), y en sus representantes
(mand. 5), mandamiento que sirve de eslabón con la segunda tabla, ya que tiene también
una relevancia social. La segunda tabla trata de relación del hombre con su prójimo,
procediendo en orden inverso, de acciones a palabras y pensamientos. El prójimo debe
ser respetado en su vida (mand. 6), en su mujer (mand. 7), en sus bienes (mand. 8), y en
su reputación (mand. 9), y todo esto desde dentro del corazón, además de por medio de
acciones externas.7
6
BROWN Raymond E, Comentario Bíblico San Jerónimo, Tomo I, Ediciones Cristiandad, Madrid 1971, pág.
182
7
Apuntes de Andrés Solano y Norberto Mogollón IBID
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
Éxodo 20, 3 – 6
El texto bíblico completo del primer mandamiento, según la versión del libro del Éxodo,
es el siguiente:
EN EGIPTO
“El lugar de la esclavitud”, el culto de los dioses era utilizado para afianzar el sistema y el
poder del faraón que construía grandes imágenes, estatuas y templos para dar al el
pueblo la impresión de majestuosidad. El faraón obligaba al pueblo a doblar las rodillas
ante su poder, como si fuera una potestad divina, ya que se consideraba hijo de Dios 9.
El primer mandamiento prohíbe adorar a otro dios que Yahveh y afirma la exclusividad
fundamental del vínculo entre Yahveh e Israel. Podría leerse este mandamiento como “No
preferirá otros dioses que a mí”. El mandamiento no niega de ningún modo la existencia
de otros dioses, sino que afirma el derecho exclusivo de Yahveh a la adoración de Israel.
Como hemos visto antes el monoteísmo mosaico es más práctico que teórico. Exclusiva de
este mandamiento es la tolerancia absoluta que Israel manifiesta ante los demás dioses 10.
La sumisión a este mandamiento siempre estuvo en peligro en Israel que sucumbía
constantemente a la tentación de sincretismo con las prácticas religiosas cananeas.
Éxodo 20, 7
A esta prohibición se añade, el libro del Éxodo, la siguiente explicación: “porque el Señor
no deja sin castigo a los que abusan de su nombre” (Ex 20, 7). En el libro del
Deuteronomio, este mandamiento se reduce a prohibir el perjurio: “No cometerás
8
EXELER, Adolf. Los Diez Mandamientos, Vivir en la libertad de Dios. ED. Sal Terrae. 1981. Pp. 97
9
MESTERS, Carlos. El libro de la Alianza (Éxodo 19 24). ED. Paulinas 1989. Pp. 26
10
BOURKE, Myles M. Conoce la Biblia: Antiguo Testamento, El libro del Éxodo, Ed Sal Terrae. Pp. 93
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
perjurio en el nombre de Yahveh, tu Dios, porque el Señor no deja sin castigo a los que
cometen perjurio en su nombre” (Dt 5, 11)11.
EN EGIPTO
“El lugar de la esclavitud”, el faraón y los reyes lo hacían todo en nombre de sus dioses. La
invocación de los dioses encubría el robo, la injusticia, la corrupción, las mentiras. Decían
que era derecho de los reyes (1 Sam 8, 11 – 18)12.
Como hemos visto el nombre de una persona está íntimamente asociado con la persona.
Este mandamiento prohíbe todo uso ilícito en forma misteriosa del nombre de Yahveh en
el perjurio, la hechicería, etc. Probablemente también se prohíbe aquí el uso del nombre
de Dios para asegurarse algún poder sobre él.
La prohibición de abusar del nombre de Dios se orienta ante todo, en su sentido original, a
combatir la magia, tan frecuente en el mundo oriental de entonces. Porque se pensaba
que, mediante el empleo de fórmulas mágicas, podía conocerse el verdadero nombre de
la divinidad.
Ahora bien, la peor cosa que se puede hacer es invocar el nombre liberador de Dios para
justificar y fortalecer la opresión y la explotación del pueblo. El que hace esto, invierte el
orden de las cosas. Usa el nombre de Dios para lo que es vano.
Éxodo 20, 8 - 11
Este mandamiento tiene una motivación llamativamente distinta en los dos textos bíblicos
fundamentales. En la redacción del Éxodo se recuerda que todo hombre, incluido esclavo
o extranjero, es imagen de Dios y que, por consiguiente, es razonable que descanse el
sábado, lo mismo que el creador descanso el séptimo día, así también el hombre debe
descansar (Gn 2,2):
EN EGIPTO
“El lugar de la esclavitud”, el faraón no permitía que el pueblo descansara (Ex 5, 7 – 9). No
dejaba que el pueblo festejara ni viajara, solo quería que produjera. El pueblo era
insultado y golpeado. No era contado como persona. Se le consideraba en cuanto
producía para el faraón y para los reyes, pagando el tributo o cumpliendo con el trabajo
de esclavo13.
La intención original de este mandamiento: los hombres liberados por Yahveh deben
hacerse conscientes, cada siete días, de la libertad que les ha sido dada. Deben tomar
parte en el descanso creador de Dios y, de este modo, renovarse constantemente como
imágenes fieles a Dios.
Santificar
El objetivo del tercer mandamiento, más allá del descanso o la cesación del trabajo, lo
constituye la celebración, la fiesta. El hombre debe “santificar” el séptimo día, es decir,
segregarlo del ámbito de lo cotidiano y ponerlo en relación a Dios. Además existe otro
ámbito, los liberados, que en otro tiempo fueron esclavos, no deben olvidar que la
libertad les ha sido dad les impide básicamente esclavizar a otros seres14.
13
MESTERS, Carlos. El libro de la Alianza (Éxodo 19 24). ED. Paulinas 1989. Pp. 28
14
EXELER, Adolf. Los Diez Mandamientos, Vivir en la libertad de Dios. ED. Sal Terrae. 1981. Pp. 118
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
del domingo cristiano, difícilmente encontraremos otro mandamiento tan utilizado como
este para limitar y coartar al hombre15.
Éxodo 20, 12
El cuarto mandamiento, que está tomado del libro del Éxodo (20, 12), presenta en el otro
texto, es decir, en el Deuteronomio posee algunas variaciones. Pero se subrayan
igualmente tanto la obligación que impone como promesa:
EN EGIPTO
“El lugar de la esclavitud”, todo poder provenía del faraón. El faraón comunicaba su
autoridad a los administradores (Ex 1, 11) que sometían al pueblo a la fuerza. Era un
sistema autoritario, inhumano, verticalista. Gracias a este sistema, el faraón y los reyes
podían mandar y mantener al pueblo en la esclavitud17.
15
Ibídem pp. 120
16
BOURKE, Myles M. Conoce la Biblia: Antiguo Testamento, El libro del Éxodo, Ed Sal Terrae Pp. 95
17
MESTERS, Carlos. El libro de la Alianza (Éxodo 19 24). ED. Paulinas 1989. Pp. 30
18
Ibídem. Pp. 30
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
5º MANDAMIENTO: NO MATARAS
Éxodo 20, 13
Estas dos palabras (“No mataras”) son la reproducción textual de lo que los dos decálogos
veterotestamentarios dicen sobre el tema. Y lo mismo ocurrirá con los tres mandamientos
siguientes (Ex 29, 13 -16; Dt 5, 17 – 20). Las tres fórmulas concisas del Decálogo son: “No
mataras. No cometerás adulterio. No robaras”. Y toda la investigación realizada sobre el
tema indica que son los elementos más antiguos de todos los contenidos del decálogo 19.
EN EGIPTO
“El lugar de la esclavitud”, el sistema del faraón no respetaba la vida de los demás:
decretaba la muerte de los recién nacidos (Ex 1, 15 – 16), esclavizaba al pueblo, mantenía
en pie de guerras grandes ejércitos para aplastar los disturbios y mantener a los pueblos
sumisos. El sistema utilizado por el faraón provocaba la muerte y no la vida del pueblo 20.
Dicho de otro miedo: al pueblo, como sociedad de derecho, se le urge con este
mandamiento a procurar la existencia de un ordenamiento justo , a fin de que la
existencia de un ordenamiento justo, a fin de que quede garantizada la protección jurídica
de la vida humana y se sancione su violación con mayor severidad posible. “Quien vertiere
sangre de hombre vera por otro hombre su sangre vertida, porque a imagen de Dios hizo
el al hombre”22.
El quinto mandamiento es tal vez, de todo el Decálogo, el que goza de mayor y más
generalizado reconocimiento político y social. Y lo cierto es que es escogido frente a una
extraordinaria diversidad de situaciones y problemas, tales como la tortura y la pena de
muerte; la guerra y la objeción de conciencia frente al servicio militar.
19
EXELER, Adolf. Los Diez Mandamientos, Vivir en la libertad de Dios. ED. Sal Terrae. 1981. Pp. 131
20
MESTERS, Carlos. El libro de la Alianza (Éxodo 19 24). ED. Paulinas 1989. Pp. 31
21
EXELER, Adolf. Los Diez Mandamientos, Vivir en la libertad de Dios. ED. Sal Terrae. 1981. Pp. 134
22
Ibídem pp. 135
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
Éxodo 20, 14
La intención original
Sin la referencia al motivo del Éxodo y sin las necesarias perspectivas de la liberación y la
alianza, este mandamiento constituiría, casi inevitablemente, una simple norma legal que
serviría para vejar a las personas, más que para ayudarlas. En la historia de la Iglesia se ha
olvidado esto muchas veces, hasta el punto de que resultara inevitable el que se
impusiera un modo de entenderlo legalista y erróneo y, en muchos casos, cruel e
inhumano. Por lo que se refiere a la Iglesia Protestante, dice Lochman: la historia de la
interpretación de este mandamiento no es precisamente una página especialmente
gloriosa de la ética cristiana (y judía).
En Egipto, lugar de la esclavitud, una de las causas que favorecía el sistema del faraón y de
los reyes era el dominio de la mujer por parte del hombre. Cada familia era como una
23
EXELER, ADOLF. Los diez mandamientos, vivir en la libertad de Dios, ed. Sal terrae. 1983. Pág.149-153
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
pequeña pirámide, el hombre jefe absoluto que, como pequeño faraón, gobernaba
autoritariamente a la mujer y a los hijos. La mujer era explotada, privada de los derechos
más elementales y de su propia identidad de mujer.
El sexto mandamiento procura llegar a la raíz del mal. Quiere que la libertad y la igualdad
penetren en lo más hondo de la vida humana que es relación de amor entre hombre y
mujer. Un paso en esta dirección es el mandamiento “no cometerás adulterio”. Este
mandamiento no hace distinción entre hombre y la mujer. Tiene el mismo valor para
ambos y anula el eterno privilegio del hombre sobre la mujer. La ley de Dios presenta en
esto su profundidad. Mandamiento difícil, que nunca llegó a cumplirse plenamente. Pero
el pensamiento de la igualdad y complementariedad entre el hombre y la mujer
continuaba latente y renacía siempre. Y este es el deseo del Creador. Dios creo el ser
humano a su imagen. Lo creo a imagen de Dios: hombre y mujer los creó. (Gn 1, 27).
Jesús y sus seguidores. Jesús retoma el pensamiento del Creador (Mt 19,4.8). Rechaza
todos los privilegios del hombre con respecto a la mujer. No permite al hombre usar a la
mujer como si fuera un objeto a su disposición (Mt 5, 27-28) y no permite que rechace a
su mujer y se case con otra (Mt 19, 9). La exigencia de Jesús fue tan elevada que los
discípulos quedaron con miedo al casamiento: “si esta es la situación del hombre con
relación a su mujer, no conviene casarse” (Mt 19, 10). San pablo vuelve al pensamiento de
igualdad entre el hombre y la mujer (Gal 3, 28) aunque, en la práctica, quedó lejos del
ideal (I Cor 11, 6). Realmente se trata de una raíz muy profunda, difícil de arrancar 24.
7º MANDAMIENTO: NO ROBARAS
EXODO 20,15
La intención original:
24
MESTERS, CARLOS, El libro de la alianza, constitución de un pueblo. Ediciones paulinas, 1989, pág.33-34
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
En Egipto, "lugar de la esclavitud."' el sistema del faraón y de los reyes estaba fundado en
el robo. Era derecho del rey ser propietario de todo (1 Sam 8, 11-18). Por eso, después de
que en Israel fue instaurada la monarquía, el rey Salomón recibía, anualmente, a través de
impuestos, más de seiscientos sesenta y seis talentos de oro (1 Rey 10, 14). Son más de
veintidós toneladas, y nunca nadie lo llamó ladrón porque era un derecho que como rey,
el sistema le otorgaba.
El séptimo mandamiento ordena: no robarás (Ex 20, 15). No solo no puede robar el
individuo, sino que el sistema no puede robar al pueblo. El séptimo mandamiento exige
una organización distinta de la que imponían los reyes, y para su cumplimiento se debió
dictar leyes que impidieran los grandes robos como la acumulación de bienes y tierras (Lev
25, 8-34) y leyes que impidieran también los robos menores (Ex 22, 1, 14).
25
EXELER, ADOLF. Los diez mandamientos, vivir en la libertad de Dios, ed. Sal terrae. 1983. Pág. 1611-165
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
Los profetas denuncian las muchas maneras de robar practicadas por los reyes (Jer 22, 13.
17). El séptimo mandamiento quiere una sociedad en la cual sea total la confianza y en
donde cada uno sea respetado en su medio de vida. La providencia divina pasa a través de
una organización justa y fraterna para el pueblo.
Jesús y sus seguidores. Jesús condena la acumulación de bienes (Luc 12, 13-21) y dice que
no es posible servir a Dios y a l dinero (Mt 6, 24). Derriba las mesas de los cambistas en el
templo y los llama ladrones (Mc 11, 17), critica a los fariseos que son amigos del dinero (Lc
16, 14) y a los doctores de la ley que roban a las viudas (Mc 12, 38-40). Jesús afirma “hay
de ustedes los ricos (Lc 6, 24)”. Participa de la bolsa común o de lo que se reparte, lo que
constituye el antiguo ideal del pueblo de Dios (Jn 12, 6; 13, 29) 26.
EXODO 20, 16
La intención original:
El primigenio sentido literal de esta norma responde a una situación muy concreta: la
deposición de los testigos ante el tribunal. Para Israel, naturalmente, en los casos en que
las posibilidades de hallar la verdad eran limitadas, resultaba especialmente importante
que los testigos declararan correctamente. En determinadas circunstancias, del falso
testimonio de dos testigos ante el tribunal podía depender incluso la vida de una persona,
como lo muestran diversos episodios bíblicos. Piénsese, por ejemplo, en la historia de
Susana, que había sido condenada a muerte por el falso testimonio de dos testigos y que
únicamente se salvó gracias a la intervención divina por medio de Daniel (cfr. Dan 13, l-
64). Véase también Ia súplica que en el salmo 27 dirige a Dios un hombre acosado: No me
entregues al ansia de mis adversarios, pues se han alzado contra mí falsos testigos que
respiran violencia, (Sal 27, 12; cfr. Sal 35, 11).
Debido a los peligros que el falso testimonio entraña para el prójimo, se previene a todos
y cada uno de los israelitas contra ese falso testimonio o contra un testimonio dictado por
el odio y que pueda resultar nocivo: "No des testimonio en vano contra tu prójimo, ni
engañes con tus labios. No digas: 'Como él me ha hecho a mí, le haré yo a él...', (Prov.
24,28s).
26
MESTERS, CARLOS, El libro de la alianza, constitución de un pueblo. Ediciones paulinas, 1989, pág. 34-35
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
no llega hasta ellos" (Is 1; 23). El mismo profeta exclama: " ¡Ay... de los que absuelven al
malo por soborno y quitan a los justos su derecho!” (5, 23).
Nos referimos a aquellas situaciones en las que de comunicación, se «procesa» a los seres
humanos. El ámbito del octavo mandamiento, por tanto, no se limita en modo alguno a la
simple mentira ni se circunscribe exclusivamente a la sala de audiencias, sino que abarca
también todas aquellas situaciones en las Que la opinión acerca de las personas tengan
que verse mediatizadas por las afirmaciones de otros. Estas situaciones tienen que ver de
lleno con el campo de la información y el almacenamiento de datos. Pero el mandamiento
se refiere también, en su concreción actual, al estilo y al modo de redactar los informes,
así como a la intención con que los periodistas desvelan la vida privada de las personas 27.
En Egipto, lugar de la esclavitud, el sistema de los faraones y de los reyes estaba basado
en una gran mentira. Afirmaban que eran hijos de Dios y pedían la adoración y la
obediencia del pueblo. La mentira y la deshonestidad dominaban a las instituciones. Los
administradores de justicia transformaban las leyes en un instrumento de soborno (Is 1,
23). Nadie defendía el derecho de los pobres en los tribunales (Jer 2, 8). El sistema jurídico
estaba podrido, corrompido. Había desaparecido el amor a la verdad.
El octavo mandamiento atestigua: “no darás falso testimonio contra tu prójimo” (Ex 20,
16). Este mandamiento apunta a dos cosas:
Jesús y sus seguidores. Jesús vino a perfeccionar el octavo mandamiento (Mt 5, 33-37).
Pide que todo contacto se base en el amor y en la verdad: “cuando ustedes digan si, que
27
EXELER, ADOLF. Los diez mandamientos, vivir en la libertad de Dios, ed. Sal terrae. 1983. Pág. 180-181
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
sea si, y cuando digan no, que sea no” (Mt 5, 37). Condena la mentalidad mentirosa de
algunos escribas y llega a decir: “ustedes tienen por padre al demonio que es mentiroso y
padre de la mentira” (Jn 8, 44).
Jesús vive la honestidad total, reconocida hasta por sus enemigos (Mt 22, 16). Definió así
su misión: yo he venido al mundo para dar testimonio de la verdad. El que es de la
verdad, escucha mi voz (Jn 18, 37). Llamado a ser juez, él no condeno a la mujer, sino que
dijo: ¿nadie te ha condenado? Yo tampoco te condeno. Vete en paz y no peques mas en
adelante (Jn 8, 11)28.
ÉXODO 20, 17
El tema común a ambos mandamientos es la negación del deseo desordenado. Uno y otro
mandamiento vienen a subrayar que el mal no comienza con los actos, sino que tiene su
inicio ya en el corazón Más exactamente: en ambos mandamientos no se trata sólo del
deseo mental, sino también, y al mismo tiempo, de las maquinaciones que no pueden
perseguirse legalmente, pero con las cuales, sin embargo, se perjudica claramente a otros.
Además, otra razón para tratarlos en común, al menos en parte, es que, de hecho, tanto
los judíos como los ortodoxos o los calvinistas los consideran como un solo
mandamiento29.
Ambos mandamientos han causado una enorme confusión a muchos comentaristas. Hay
quienes opinan que estos mandamientos no aportan nada nuevo en cuanto a su
contenido, sino, que se limitan a subrayar ciertos temas ya tratados al hablar de otros
mandamientos, fijándose más en el aspecto interno. Por eso suelen relacionarse el sexto
mandamiento con el noveno y el séptimo con el décimo. Pero la confusión se acentúa aún
más cuando se observa la formulación arriba citada de Ex 20, 17, donde, por así decirlo, se
menciona a la mujer como una propiedad más del prójimo, justamente después de citar la
casa y antes de referirse al buey y al asno. Por lo demás, tanto en una como en otra
versión del mandamiento se citan bienes de muy distinta naturaleza: personas (el esclavo
28
MESTERS, CARLOS, El libro de la alianza, constitución de un pueblo. Ediciones paulinas, 1989
29
EXELER, ADOLF. Los diez mandamientos, vivir en la libertad de Dios, ed. Sal terrae. 1983. Pág. 191-192
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
y la esclava), animales (eI buey y el asno) y cosas (la casa, un concepto que es preciso
entender en sentido amplio, pues no se refiere sólo a la materialidad de edificio, sino a
todo lo que forma parte de la casa). Dado que hoy no existe posibilidad alguna, en nuestra
situación, de desear tales bienes, enseguida nos asalta la impresión de que la formulación
de-estos mandamientos guarda una enorme relación con un contexto cultural
considerablemente distinto del nuestro.
Pero la verdadera confusión que originan ambos mandamientos es aún mucho más de
fondo y se refiere al deseo mismo. Muchos críticos, especialmente del campo de la
psicología, opinan que la raíz de toda la falta de libertad y de toda la rigidez que con
frecuencia suele detectarse en personas de formación cristiana, está en la sistemática
represión del deseo que es propia de la moral cristiana. Pero resulta que la negación del
deseo parece ser enemiga de la vida y profundamente arriesgada desde el punto de vista
antropológico, porque lo que se prohíbe es algo irrenunciable, y de lo que- se sospecha el
de la mismísima vitalidad. Por eso, todo ello actúa de un modo especialmente peligroso,
porque «se intenta suprimir, en lugar de transformar los deseos experimentados.
Por supuesto que no se pueden impugnar sin más ni más estos cargos. El cristianismo
concreto, tal como se ha dado, tiene considerable parte de culpa en la represión
sistemática de los instintos naturales que se ha producido en muchas personas.l3l Lo cual
tiene unas razones históricas muy profundas, porque la codicia (sobre todo bajo el influjo
de San Agustín) ha sido entendida casi exclusivamente como malos deseos, aludiendo con
ello de manera especial, y con una insistencia realmente parcial y doctrinaria, a la
sexualidad.
En Egipto, lugar de la esclavitud, en la raíz del sistema del faraón y de los reyes estaba la
ganancia. Entre los poderosos ella se expresaba en acumular bienes y tierras (Is 5,8), en el
elevado número de mujeres (1 Rey 11, 1-8). (En la mayoría de los casos se trataba de
casamientos políticos con las hijas de los reyes y de otras personalidades influyentes para
poder ampliar su dominio y riqueza).
30
EXELER, ADOLF. Los diez mandamientos, vivir en la libertad de Dios, ed. Sal terrae. 1983. Pág. 191-192
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez
El último mandamiento procura llegar a esta raíz. Pide que nadie codicie nada de lo que le
pertenece al prójimo (Ex 20, 17) es decir prescribe expulsar del interior de sí mismo la
mentalidad del sistema del faraón. Quiere liberar del vicio de poseer y de la ideología que
sustenta al faraón y los reyes. Combate el derecho de los reyes (1 Sm 8, 11-18) que
promulgaba exactamente lo contrario. Este mandamiento no puede ser invocado para
defender la propiedad privada de los magnates contra la legitima aspiración de os pobres
que, con el transcurso de los siglos, fueron privados de todo por la ganancia de los
capitalistas. Esto sería transformar la ley en instrumento de mentira (Jer 8, 8). Equivaldría
a mantener la letra y negar el espíritu d la ley. El sistema del faraón no puede ser
defendido por ninguna ley que quiera exactamente lo contrario.
Jesús y sus seguidores. Jesús condena la ganancia de aquellos que solo quieren acumular
bienes (Lc 12, 16-21). Vivió libre de toda propiedad y, en vez de poseer se hizo él mismo
posesión de Dios. Se transformó en Reino de Dios a traes de su radical obediencia al padre
(Fl 2, 8). Jesús propone el ejemplo de las flores y de los pájaros (Lc 12, 22- 31). En donde
haya una organización fraterna participativa concordante con los diez mandamientos es
decir, en donde se busque primero el reino de Dios y su justicia, ahí realmente todas las
cosas vendrán por añadidura (Mt 6, 33) y las personas podrán vivir como las flores del
campo y los pájaros del cielo. Los primeros cristianos cumplieron este mandamiento
durante algún tiempo: repartían con alegría los bienes y no había necesitados entre ellos
(Hech 4 32-35). Pero la ganancia volvió a nacer y el apóstol Santiago tuvo para ellas duras
palabras de condenación (Sant 5, 1-6)31.
31
MESTERS, CARLOS, El libro de la alianza, constitución de un pueblo. Ediciones paulinas, 1989, pág. 37-38