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Pbro. Lic.

Mario Antonio Martínez

LAS DIEZ PALABRAS DE ÉXODO 20.

Al principio, los diez mandamientos no eran extensos. Se reducían, por así decirlo, a
“diez palabras” (Ex. 34, 28; Deut 4, 13; 10, 4), fáciles de repetir y aprender. Con el
tiempo, de acuerdo con las necesidades del pueblo, algunos mandamientos fueron
recibiendo una formación más larga, sobre todo el primero (Ex 20, 3-6) y el tercero (Ex
20, 8-11). Fueron exactamente estos dos mandamientos los que tuvieron gran
importancia para la vida del pueblo en la época posterior al cautiverio cuando se redactó
finalmente el libro de la Alianza. Mientras que modificaciones menores fueron
introducidas en el segundo (Ex 20, 7) y en el cuarto mandamiento (Ex 20, 12).

Decálogo es una palabra que ha sido inventada por Clemente de Alejandría en el siglo II
d. C. Viene del griego (deka: diez – logoi: palabras); es el nombre que la biblia da a esta
serie de palabras atribuidas a Dios mismo.1

Actualmente, el decálogo se halla enmarcado por el relato de la teofanía. Éste se abre en


dos (Ex 19,10-25 + 20,18-21; cf. Dt 5,1-5 + 22-31) para acoger dentro de sí las «diez
palabras» (Ex 20,2-17; Dt 5,6-21). En el marco de la teofanía, el decálogo es como «una
de las formas de la venida de Dios». Puestos en boca de Dios, los diez mandamientos -en
orígenes independientes y equiparables a otras leyes- adquieren el rango de ley revelada.

Esta concepción constituye un hecho insólito y excepcional respecto de las otras culturas y
religiones del entorno de Israel. En las leyes del antiguo Oriente, los dioses nunca
aparecen como autores del derecho, sino tan sólo como garantes. En el Antiguo
Testamento, en cambio, Yahvé es la fuente y el origen de la ley.2

En esta sección sobre el Decálogo, la Biblia nos pone en contacto con la aportación
característica de Israel al acervo jurídico. Varios códigos legales son anteriores al
Decálogo: así, por ejemplo, el Código de Lipit-Istar, el Código de Esnunna, el Código de
Hammurabi y los códigos hititas. La base de estos códigos es la ley casuística: si uno hace
tal cosa, se le aplicará el consiguiente castigo. En cambio, en el Decálogo encontramos la
característica ley apodíctica: harás o no harás tal cosa, sin ningún elemento introductorio
de tipo condicional.3

1
Apuntes de Andrés Solano y Norberto Mogollón “Para una teología de las diez palabras”.
2
GARCÍA López Felix, Pentateuco, introducción a la lectura de los primeros cinco libros de la Biblia, editorial
Verbo Divino, Pamplona 2003, pág. 191
3
BROWN Raymond E, Comentario Bíblico San Jerónimo, Tomo I, Ediciones Cristiandad, Madrid 1971, pág.
181
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez

El decálogo, en la forma en que lo leemos actualmente, fue puesto por escrito entre los
siglos IV y V de nuestra era. Expresa lo que Dios quiere de su pueblo en el mejor tiempo o
en el “tiempo vigoroso” de su historia antigua, en función de una doctrina de la alianza. 4

1. La autoridad de los diez mandamientos.

No cualquiera puede decretar una ley, sino solamente aquel que tiene autoridad para
hacerlo. Dios tiene todo poder para sancionar leyes para todos los hombres ya que él es el
creador de todos. Al decretar los diez mandamientos sin embargo, él no apeló a su
autoridad de creador. No dijo: “Yo soy el creador que te dio la existencia y la vida”. Sino
que manifestó: “Yo soy Yavhé, tu Dios, que te hice salir de Egipto, lugar de esclavitud” (Ex
20, 2). Invocó su autoridad de liberador. El Creador viendo a su pueblo oprimido, decidió
ser un libertador. Liberando al pueblo, de Egipto, Dios adquirió el título de “propiedad
personal” sobre él (Ex 19, 5). Conquistó el derecho de poder declarar su voluntad al
pueblo liberado. Este derecho divino es la fuente permanente de la autoridad de la ley de
los diez mandamientos.

2. La razón de los diez mandamientos.

“Dios escuchó los gemidos de su pueblo” (Ex 2, 24; 3, 7), vio su opresión y oyó sus gritos
de dolor (Ex 3, 7) y por esó bajo a liberarlo (Ex 3, 8) y le entregó los diez mandamientos
que señalan el trayecto que el pueblo debe recorrer desde el “lugar de la esclavitud”
hasta la completa libertad junto a Dios (Ex 19, 4). Son una ayuda en el camino, un
instrumento de trabajo. La libertad no se alcanza en un solo día. Se necesita un largo
proceso, una lucha penosa. Por medio de la ley de los diez mandamientos, Dios brinda un
sendero certero para que:

 El pueblo no vuelva jamás a vivir en la esclavitud.


 El pueblo conserve la libertad que alcanzó al salir de Egipto.
 El pueblo viva en justicia y fraternidad.
 El pueblo viva organizado y sea un testigo de Dios en el mundo.
 El pueblo, organizado en comunidad, sea una respuesta al clamor de toda la
humanidad.
 El pueblo sea una manifestación y un ejemplo de lo que Dios quiere para todos.
 El pueblo llegue a la práctica perfecta del amor de Dios y del Prójimo.

3. Oír el clamor del pueblo y conocer sus causas.

Con la relación a cada mandamiento la gente puede preguntar: ¿Cuál es el mal que quiere
combatir y el bien que se propone alcanzar? El mal que debe ser rechazado tienen que
ver con el clamor del pueblo que sale del “lugar de la esclavitud”. Dios escuchó el clamor
de su pueblo y conoció sus angustias (Ex 3, 7); en cada angustia descubrió una causa y
para cada causa estableció un mandamiento. Por eso, cada mandamiento combate una
4
AZAU Georges, De la servidumbre al servicio, Madrid 1969, pág. 276
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez

de las muchas causas que hacía llorar y suplicar al pueblo en Egipto. La fiel observancia
de los mandamientos impide el retorno del pueblo al “lugar de la esclavitud”. En otras
palabras, el que no escucha el clamor ni conoce el dolor del pueblo en “situación de
esclavo” no puede entender el sentido de los diez mandamientos.5

4. Su orden. (No tratar)

La división de los diez mandamientos da lugar a ulteriores diferencias. Siguiendo la


tradición rabínica, los judíos modernos los dividen así: el primero, 20,2; el segundo, 20,3-
6; el tercero al décimo, 20,7-17. De acuerdo con Filón, Josefo y los Padres griegos, los
griegos modernos y las Iglesias reformadas (excepto los luteranos) presentan esta división:
el primero, 20,2-3; el segundo, 20,4-6; el tercero, 20,7; el cuarto, 20, 8-11; el quinto al
décimo, 20,12-17. Y en consonancia con los Padres latinos, los católicos y los luteranos los
dividen como sigue: el primero, 20,2-6; el segundo, 20,7; el tercero, 20,8-11; el cuarto al
octavo, 20, 12-16; el noveno, 20,17a; el décimo, 20,17b. 6

Aunque sabemos que estaba escrito en dos tablas, el texto no indica cómo dividido entre
las dos. Por el contenido, se puede hacer la división después del 4º o del 5º. Los autores
evangélicos optan, en general, por esta división; por ejemplo, W. S. Bruce, quien ve en los
primeros cinco mandamientos el deber del hombre para con Dios, expresado en una
progresión que comienza por la adoración del corazón, pasando por las palabras a las
acciones. Dios debe ser honrado en su persona (mandamiento uno) en su culto
(mandamiento dos), en su nombre (mand. 3), en su dia (mand. 4), y en sus representantes
(mand. 5), mandamiento que sirve de eslabón con la segunda tabla, ya que tiene también
una relevancia social. La segunda tabla trata de relación del hombre con su prójimo,
procediendo en orden inverso, de acciones a palabras y pensamientos. El prójimo debe
ser respetado en su vida (mand. 6), en su mujer (mand. 7), en sus bienes (mand. 8), y en
su reputación (mand. 9), y todo esto desde dentro del corazón, además de por medio de
acciones externas.7

1º MANDAMIENTO: SOLO EL SEÑOR ES TU DIOS


5
MESTERS, Carlos. El libro de la Alianza (Éxodo 19 24). ED. Paulinas 1989. Pp. 21-24.

6
BROWN Raymond E, Comentario Bíblico San Jerónimo, Tomo I, Ediciones Cristiandad, Madrid 1971, pág.
182
7
Apuntes de Andrés Solano y Norberto Mogollón IBID
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez

Éxodo 20, 3 – 6

El texto bíblico completo del primer mandamiento, según la versión del libro del Éxodo,
es el siguiente:

“No tendrás otros dioses además de mí, No te harás escultura ni imagen


alguna ni de lo que hay arriba de los cielos, ni de lo que hay debajo de la
tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postraras
ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios
celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera
y cuarta generación de los que me odian, y tengo misericordia por mil
generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos” (Ex
20, 3 – 6)8.

EN EGIPTO

“El lugar de la esclavitud”, el culto de los dioses era utilizado para afianzar el sistema y el
poder del faraón que construía grandes imágenes, estatuas y templos para dar al el
pueblo la impresión de majestuosidad. El faraón obligaba al pueblo a doblar las rodillas
ante su poder, como si fuera una potestad divina, ya que se consideraba hijo de Dios 9.

El primer mandamiento prohíbe adorar a otro dios que Yahveh y afirma la exclusividad
fundamental del vínculo entre Yahveh e Israel. Podría leerse este mandamiento como “No
preferirá otros dioses que a mí”. El mandamiento no niega de ningún modo la existencia
de otros dioses, sino que afirma el derecho exclusivo de Yahveh a la adoración de Israel.
Como hemos visto antes el monoteísmo mosaico es más práctico que teórico. Exclusiva de
este mandamiento es la tolerancia absoluta que Israel manifiesta ante los demás dioses 10.
La sumisión a este mandamiento siempre estuvo en peligro en Israel que sucumbía
constantemente a la tentación de sincretismo con las prácticas religiosas cananeas.

2º MANDAMIENTO: NO PRONUNCIARAS EN VANO EL NOMBRE DEL SEÑOR

Éxodo 20, 7

A esta prohibición se añade, el libro del Éxodo, la siguiente explicación: “porque el Señor
no deja sin castigo a los que abusan de su nombre” (Ex 20, 7). En el libro del
Deuteronomio, este mandamiento se reduce a prohibir el perjurio: “No cometerás

8
EXELER, Adolf. Los Diez Mandamientos, Vivir en la libertad de Dios. ED. Sal Terrae. 1981. Pp. 97
9
MESTERS, Carlos. El libro de la Alianza (Éxodo 19 24). ED. Paulinas 1989. Pp. 26
10
BOURKE, Myles M. Conoce la Biblia: Antiguo Testamento, El libro del Éxodo, Ed Sal Terrae. Pp. 93
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perjurio en el nombre de Yahveh, tu Dios, porque el Señor no deja sin castigo a los que
cometen perjurio en su nombre” (Dt 5, 11)11.

EN EGIPTO

“El lugar de la esclavitud”, el faraón y los reyes lo hacían todo en nombre de sus dioses. La
invocación de los dioses encubría el robo, la injusticia, la corrupción, las mentiras. Decían
que era derecho de los reyes (1 Sam 8, 11 – 18)12.

Como hemos visto el nombre de una persona está íntimamente asociado con la persona.
Este mandamiento prohíbe todo uso ilícito en forma misteriosa del nombre de Yahveh en
el perjurio, la hechicería, etc. Probablemente también se prohíbe aquí el uso del nombre
de Dios para asegurarse algún poder sobre él.

El nombre veterotestamentario de Dios “Yahveh”, se diferencia fundamentalmente de


todos los modos de nombrar a Dios en el contexto geográfico del Antiguo Testamento,
donde se llama, por ejemplo, “Baal”, que significa “cónyuge masculino”, esposo (de la
femenina y fecunda Tierra), con lo que expresa claramente la peculiaridad que le
compete. Al pueblo de Israel, por el contrario, se le revela su Dios como “Yo soy’. De este
modo se comprende por qué el pueblo de Israel se estima como un precioso regalo de la
revelación del nombre de Dios. Tratar con respeto el nombre de Dios y cuidar de no
utilizarlo a la ligera y consiguientemente, de no abusar de él, es algo que se toma muy en
serio; hasta el punto de que, aunque en los textos bíblicos se consigna el nombre
revelado, por lo general, tanto en el lenguaje hablado como en el escrito se recurre a
respetuosos circunloquios. “En lugar del nombre de Dios se utilizan denominaciones tales
como, “El Santo alabado sea”, “El Todomisericordioso”, “El Bendito Nombre…”, e incluso
se denomina “El Lugar” (ya que Dios es el lugar del mundo, no el mundo el lugar de Dios.

La prohibición de abusar del nombre de Dios se orienta ante todo, en su sentido original, a
combatir la magia, tan frecuente en el mundo oriental de entonces. Porque se pensaba
que, mediante el empleo de fórmulas mágicas, podía conocerse el verdadero nombre de
la divinidad.

Ahora bien, la peor cosa que se puede hacer es invocar el nombre liberador de Dios para
justificar y fortalecer la opresión y la explotación del pueblo. El que hace esto, invierte el
orden de las cosas. Usa el nombre de Dios para lo que es vano.

3º MANDAMIENTO: SANTIFICARAS EL SABADO


11
EXELER, Adolf. Los Diez Mandamientos, Vivir en la libertad de Dios. ED. Sal Terrae. 1981. Pp. 107
12
MESTERS, Carlos. El libro de la Alianza (Éxodo 19 24). ED. Paulinas 1989. Pp. 27
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Éxodo 20, 8 - 11

Este mandamiento tiene una motivación llamativamente distinta en los dos textos bíblicos
fundamentales. En la redacción del Éxodo se recuerda que todo hombre, incluido esclavo
o extranjero, es imagen de Dios y que, por consiguiente, es razonable que descanse el
sábado, lo mismo que el creador descanso el séptimo día, así también el hombre debe
descansar (Gn 2,2):

“Acuérdate del sábado y santifícalo. Seis días trabajaras y harás todos


tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para Yahveh tu
Dios. No harás ningún trabajo, ni tú ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni
tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que habita en tu ciudad. Pues en
seis días hizo Yahveh el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contiene y
el séptimo descanso; por eso bendijo Yahveh el Día sábado y lo hizo
sagrado” (Ex 20, 8-11).

EN EGIPTO

“El lugar de la esclavitud”, el faraón no permitía que el pueblo descansara (Ex 5, 7 – 9). No
dejaba que el pueblo festejara ni viajara, solo quería que produjera. El pueblo era
insultado y golpeado. No era contado como persona. Se le consideraba en cuanto
producía para el faraón y para los reyes, pagando el tributo o cumpliendo con el trabajo
de esclavo13.

La intención original de este mandamiento: los hombres liberados por Yahveh deben
hacerse conscientes, cada siete días, de la libertad que les ha sido dada. Deben tomar
parte en el descanso creador de Dios y, de este modo, renovarse constantemente como
imágenes fieles a Dios.

Santificar

El objetivo del tercer mandamiento, más allá del descanso o la cesación del trabajo, lo
constituye la celebración, la fiesta. El hombre debe “santificar” el séptimo día, es decir,
segregarlo del ámbito de lo cotidiano y ponerlo en relación a Dios. Además existe otro
ámbito, los liberados, que en otro tiempo fueron esclavos, no deben olvidar que la
libertad les ha sido dad les impide básicamente esclavizar a otros seres14.

Este mandamiento se orienta también muy claramente a propiciar una significativa


experiencia de la libertad. Pero si nos fijamos tanto en la realidad del sábado judío como

13
MESTERS, Carlos. El libro de la Alianza (Éxodo 19 24). ED. Paulinas 1989. Pp. 28
14
EXELER, Adolf. Los Diez Mandamientos, Vivir en la libertad de Dios. ED. Sal Terrae. 1981. Pp. 118
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del domingo cristiano, difícilmente encontraremos otro mandamiento tan utilizado como
este para limitar y coartar al hombre15.

Los mandamientos anteriores se referían a la relación ritual de Israel


con Dios. Los que quedan se refieren a la vida de la comunidad16.

4º MANDAMIENTO: HONRA AL PADRE Y A LA MADRE

Éxodo 20, 12

El cuarto mandamiento, que está tomado del libro del Éxodo (20, 12), presenta en el otro
texto, es decir, en el Deuteronomio posee algunas variaciones. Pero se subrayan
igualmente tanto la obligación que impone como promesa:

“Honra a tu padre y a tu madre, como te lo ha mandado Yahveh tu Dios,


para que se prolonguen tus días y vivas feliz en la tierra que Yahveh tu
Dios te da”. (Dt 5, 15).

EN EGIPTO

“El lugar de la esclavitud”, todo poder provenía del faraón. El faraón comunicaba su
autoridad a los administradores (Ex 1, 11) que sometían al pueblo a la fuerza. Era un
sistema autoritario, inhumano, verticalista. Gracias a este sistema, el faraón y los reyes
podían mandar y mantener al pueblo en la esclavitud17.

El cuarto mandamiento establece lo contrario, en efecto, en él se afirma: “Honra a tu


padre y a tu madre, para que tengas larga vida en la tierra que el Señor tu Dios te dará”
(Ex 20, 12). La autoridad primera, pues, no está en el rey sino en los padres, en las
familias. Por la familia se considera como tal no solo la pequeña, sino también la gran
familia patriarcal, la comunidad. Los padres eran el padre y la madre, y también los
patriarcas de la gran familia, los coordinadores de la comunidad18.

El auténtico destinatario de este mandamiento (como todos los demás) es el israelita


adulto y libre, a quien se insiste en la obligación que tiene de cuidar de los padres
ancianos, es decir, de la generación que ya no tiene fuerzas para trabajar. El mandamiento
no va dirigido en primer lugar, ni mucho menos, a los desvalidos, para que obedezcan a
los poderosos, sino más bien a estos, para que no dejen de lado a los ancianos y los
débiles padres.

15
Ibídem pp. 120
16
BOURKE, Myles M. Conoce la Biblia: Antiguo Testamento, El libro del Éxodo, Ed Sal Terrae Pp. 95
17
MESTERS, Carlos. El libro de la Alianza (Éxodo 19 24). ED. Paulinas 1989. Pp. 30
18
Ibídem. Pp. 30
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez

5º MANDAMIENTO: NO MATARAS

Éxodo 20, 13

Estas dos palabras (“No mataras”) son la reproducción textual de lo que los dos decálogos
veterotestamentarios dicen sobre el tema. Y lo mismo ocurrirá con los tres mandamientos
siguientes (Ex 29, 13 -16; Dt 5, 17 – 20). Las tres fórmulas concisas del Decálogo son: “No
mataras. No cometerás adulterio. No robaras”. Y toda la investigación realizada sobre el
tema indica que son los elementos más antiguos de todos los contenidos del decálogo 19.

EN EGIPTO

“El lugar de la esclavitud”, el sistema del faraón no respetaba la vida de los demás:
decretaba la muerte de los recién nacidos (Ex 1, 15 – 16), esclavizaba al pueblo, mantenía
en pie de guerras grandes ejércitos para aplastar los disturbios y mantener a los pueblos
sumisos. El sistema utilizado por el faraón provocaba la muerte y no la vida del pueblo 20.

Este mandamiento apunta en primer lugar, contra la posibilidad de tomarse la justicia en


la propia mano. A nadie le está permitido verter sangre humana por su propia cuenta para
hacer prevalecer presuntos derechos. El mandamiento se opone, pues, a que se asesine
en secreto a los hombres y se les entierre después. Precisamente este hecho, que muchas
veces solo puede ser descubierto con grandes dificultades por la justicia, debe ser
calificado con toda energía como pecado. Y el mandamiento subraya: quien asesina de
este modo, atenta contra la dignidad del prójimo, que es fiel imagen del propio Dios 21.

Dicho de otro miedo: al pueblo, como sociedad de derecho, se le urge con este
mandamiento a procurar la existencia de un ordenamiento justo , a fin de que la
existencia de un ordenamiento justo, a fin de que quede garantizada la protección jurídica
de la vida humana y se sancione su violación con mayor severidad posible. “Quien vertiere
sangre de hombre vera por otro hombre su sangre vertida, porque a imagen de Dios hizo
el al hombre”22.

El quinto mandamiento es tal vez, de todo el Decálogo, el que goza de mayor y más
generalizado reconocimiento político y social. Y lo cierto es que es escogido frente a una
extraordinaria diversidad de situaciones y problemas, tales como la tortura y la pena de
muerte; la guerra y la objeción de conciencia frente al servicio militar.

6º MANDAMIENTO: NO COMETERAS ADULTERIO

19
EXELER, Adolf. Los Diez Mandamientos, Vivir en la libertad de Dios. ED. Sal Terrae. 1981. Pp. 131
20
MESTERS, Carlos. El libro de la Alianza (Éxodo 19 24). ED. Paulinas 1989. Pp. 31
21
EXELER, Adolf. Los Diez Mandamientos, Vivir en la libertad de Dios. ED. Sal Terrae. 1981. Pp. 134
22
Ibídem pp. 135
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez

Éxodo 20, 14

La intención original
Sin la referencia al motivo del Éxodo y sin las necesarias perspectivas de la liberación y la
alianza, este mandamiento constituiría, casi inevitablemente, una simple norma legal que
serviría para vejar a las personas, más que para ayudarlas. En la historia de la Iglesia se ha
olvidado esto muchas veces, hasta el punto de que resultara inevitable el que se
impusiera un modo de entenderlo legalista y erróneo y, en muchos casos, cruel e
inhumano. Por lo que se refiere a la Iglesia Protestante, dice Lochman: la historia de la
interpretación de este mandamiento no es precisamente una página especialmente
gloriosa de la ética cristiana (y judía).

La auténtica intención del sexto mandamiento es proteger el bienestar del matrimonio y,


consiguientemente, de la familia. A lo largo de toda la Biblia puede perfectamente
apreciarse un enorme aprecio por el matrimonio. Y una de las razones que se dan es que,
por medio dc la institución matrimonial, los hombres son convocados a unas relaciones
humanas más elevadas. El mandamiento subraya, pues, que el hombre es un ser social;
pero este aspecto social no se reduce exclusivamente al ámbito de la relación personal
entre ambos cónyuges, sino que, tan importante al menos como ésta es la significación de
la familia para los hijos, como subrayan insistentemente la psicología y la pedagogía
actuales. Es decir si los hijos han de crecer y evolucionar como personas libres, tienen
necesidad de gran número de estímulos, los cuales se dan preferentemente dentro de una
compleja y constante red de relaciones personales. Para su desarrollo, los hijos necesitan,
por una parte, seguridad y amor y, por otra, unas múltiples relaciones amistosas.
En este sentido, el "nido, familiar sigue constituyendo la principal condición para el
desarrollo de la persona. Pero también es muy importante que se dé la viva tensión entre
seguridad y libertad. Especialmente simbólico a este respecto es el aprendizaje del niño a
caminar por sí solo: un niño que se siente seguro aprenderá a andar mucho antes que otro
niño que se encuentre desamparado.

Pero no quedaría completo este recuento de los fundamentos si no añadiéramos algo


más: la Biblia describe una y otra vez el matrimonio como el más auténtico símbolo de la
alianza entre Dios y su pueblo (cfr. Os 1-3; Jer 2, 1s.; 3, lss.; Ez 76 v 23; Is 50, l)

En su redacción original, el sexto mandamiento establecía distintos criterios para el


hombre y para la mujer. Al hombre se le prohibía únicamente inmiscuirse en otro
matrimonio ya existente. Las relaciones sexuales con una mujer soltera o con una
prostituta no se consideraban adulterio. A la mujer casada, por el contrario, se la
consideraba adultera aunque fuera soltero el hombre con quien entablara relaciones
sexuales extramatrimoniales23.

En Egipto, lugar de la esclavitud, una de las causas que favorecía el sistema del faraón y de
los reyes era el dominio de la mujer por parte del hombre. Cada familia era como una
23
EXELER, ADOLF. Los diez mandamientos, vivir en la libertad de Dios, ed. Sal terrae. 1983. Pág.149-153
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez

pequeña pirámide, el hombre jefe absoluto que, como pequeño faraón, gobernaba
autoritariamente a la mujer y a los hijos. La mujer era explotada, privada de los derechos
más elementales y de su propia identidad de mujer.

El sexto mandamiento procura llegar a la raíz del mal. Quiere que la libertad y la igualdad
penetren en lo más hondo de la vida humana que es relación de amor entre hombre y
mujer. Un paso en esta dirección es el mandamiento “no cometerás adulterio”. Este
mandamiento no hace distinción entre hombre y la mujer. Tiene el mismo valor para
ambos y anula el eterno privilegio del hombre sobre la mujer. La ley de Dios presenta en
esto su profundidad. Mandamiento difícil, que nunca llegó a cumplirse plenamente. Pero
el pensamiento de la igualdad y complementariedad entre el hombre y la mujer
continuaba latente y renacía siempre. Y este es el deseo del Creador. Dios creo el ser
humano a su imagen. Lo creo a imagen de Dios: hombre y mujer los creó. (Gn 1, 27).

Jesús y sus seguidores. Jesús retoma el pensamiento del Creador (Mt 19,4.8). Rechaza
todos los privilegios del hombre con respecto a la mujer. No permite al hombre usar a la
mujer como si fuera un objeto a su disposición (Mt 5, 27-28) y no permite que rechace a
su mujer y se case con otra (Mt 19, 9). La exigencia de Jesús fue tan elevada que los
discípulos quedaron con miedo al casamiento: “si esta es la situación del hombre con
relación a su mujer, no conviene casarse” (Mt 19, 10). San pablo vuelve al pensamiento de
igualdad entre el hombre y la mujer (Gal 3, 28) aunque, en la práctica, quedó lejos del
ideal (I Cor 11, 6). Realmente se trata de una raíz muy profunda, difícil de arrancar 24.

7º MANDAMIENTO: NO ROBARAS

EXODO 20,15

La intención original:

Este mandamiento, ya desde sus orígenes, camina en dos direcciones: el secuestro y el


robo. La prohibición del secuestro ocupa aquí y de manera muy consciente, un primer
plano, porque suele ser bastante ignorada. Por lo que se refiere a la prohibición del robo,
ya hemos puesto anteriormente de relieve que en la Biblia se insiste enérgicamente en la
dimensión necesariamente social de la propiedad. De ello se desprende, entre otras cosas,
que el robo desde arriba, es decir, el despojo de los pobres por parte de los ricos, lo
considera la Biblia mucho más grave que el robo practicado por los pobres.

La prohibición del secuestro:

24
MESTERS, CARLOS, El libro de la alianza, constitución de un pueblo. Ediciones paulinas, 1989, pág.33-34
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez

La tradición pedagógico-moral de la Iglesia ha relacionado casi siempre este mandamiento


con el hurto de cosas. La investigación bíblica, por el contrario, ha mostrado claramente
que este mandamiento se refiere ante todo a la prohibición del secuestro y del tráfico con
personas. Esto queda especialmente expresado en el Éxodo y, en el Deuteronomio, en
cuyos respectivos textos del Decálogo se interpretan detalladamente las normas
individuales.
Así, en Ex ll, 16, se dice: "Quien rapte a un persona -la haya vendido o esté todavía en su
poder morirá. Y de un modo muy parecido se expresa Dt 24, 7: Si se encuentra a un
hombre que haya raptado a uno de sus hermanos, entre los hijos de Israel, ya le haya
hecho su esclavo o le haya vendido-, ese ladrón debe morir. Harás desaparecer el mal de
en medio de ti.
El mandamiento, por tanto, protege ante todo "la libertad misma del prójimo,
manifestándose en contra del oculto secuestro del hombre libre con el fin, por ejemplo,
de venderlo en otro lugar como esclavo (originalmente, pues, se refería al secuestro más o
menos disimulado") Va, por consiguiente, en contra de la destrucción de libertad ajena.

La prohibición del robo:

Aun cuando el séptimo mandamiento se refiere ante todo y muy especialmente al


secuestro, sin embargo, también habría que incluir la prohibición del robo, para una plena
comprensión del mandamiento. Porque en efecto, también hay que ver bajo este aspecto
la relación con los hombres, con su libertad, su dignidad y su promoción, y especialmente
por lo que se refiere a la moción de los pequeños y los pobres; de lo contrario, se
entenderá equivocadamente toda la situación. Así pues. También la protección de la
propiedad hay que verla desde la perspectiva del Éxodo. y no es que se trate precisamente
y ante todo de proteger a los ricos y poderosos contra los miserables y- desposeídos, sino
qué se trata en primer lugar de crear las condiciones qué hagan posible el que todos
puedan desarrollarse libre y personalmente25.

En Egipto, "lugar de la esclavitud."' el sistema del faraón y de los reyes estaba fundado en
el robo. Era derecho del rey ser propietario de todo (1 Sam 8, 11-18). Por eso, después de
que en Israel fue instaurada la monarquía, el rey Salomón recibía, anualmente, a través de
impuestos, más de seiscientos sesenta y seis talentos de oro (1 Rey 10, 14). Son más de
veintidós toneladas, y nunca nadie lo llamó ladrón porque era un derecho que como rey,
el sistema le otorgaba.

El séptimo mandamiento ordena: no robarás (Ex 20, 15). No solo no puede robar el
individuo, sino que el sistema no puede robar al pueblo. El séptimo mandamiento exige
una organización distinta de la que imponían los reyes, y para su cumplimiento se debió
dictar leyes que impidieran los grandes robos como la acumulación de bienes y tierras (Lev
25, 8-34) y leyes que impidieran también los robos menores (Ex 22, 1, 14).

25
EXELER, ADOLF. Los diez mandamientos, vivir en la libertad de Dios, ed. Sal terrae. 1983. Pág. 1611-165
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez

Los profetas denuncian las muchas maneras de robar practicadas por los reyes (Jer 22, 13.
17). El séptimo mandamiento quiere una sociedad en la cual sea total la confianza y en
donde cada uno sea respetado en su medio de vida. La providencia divina pasa a través de
una organización justa y fraterna para el pueblo.

Jesús y sus seguidores. Jesús condena la acumulación de bienes (Luc 12, 13-21) y dice que
no es posible servir a Dios y a l dinero (Mt 6, 24). Derriba las mesas de los cambistas en el
templo y los llama ladrones (Mc 11, 17), critica a los fariseos que son amigos del dinero (Lc
16, 14) y a los doctores de la ley que roban a las viudas (Mc 12, 38-40). Jesús afirma “hay
de ustedes los ricos (Lc 6, 24)”. Participa de la bolsa común o de lo que se reparte, lo que
constituye el antiguo ideal del pueblo de Dios (Jn 12, 6; 13, 29) 26.

8º MANDAMIENTO: NO DARAS FALSO TESTIMONIO

EXODO 20, 16

La intención original:

El primigenio sentido literal de esta norma responde a una situación muy concreta: la
deposición de los testigos ante el tribunal. Para Israel, naturalmente, en los casos en que
las posibilidades de hallar la verdad eran limitadas, resultaba especialmente importante
que los testigos declararan correctamente. En determinadas circunstancias, del falso
testimonio de dos testigos ante el tribunal podía depender incluso la vida de una persona,
como lo muestran diversos episodios bíblicos. Piénsese, por ejemplo, en la historia de
Susana, que había sido condenada a muerte por el falso testimonio de dos testigos y que
únicamente se salvó gracias a la intervención divina por medio de Daniel (cfr. Dan 13, l-
64). Véase también Ia súplica que en el salmo 27 dirige a Dios un hombre acosado: No me
entregues al ansia de mis adversarios, pues se han alzado contra mí falsos testigos que
respiran violencia, (Sal 27, 12; cfr. Sal 35, 11).

Debido a los peligros que el falso testimonio entraña para el prójimo, se previene a todos
y cada uno de los israelitas contra ese falso testimonio o contra un testimonio dictado por
el odio y que pueda resultar nocivo: "No des testimonio en vano contra tu prójimo, ni
engañes con tus labios. No digas: 'Como él me ha hecho a mí, le haré yo a él...', (Prov.
24,28s).

El juez, por su parte tenía la correspondiente obligación de defender imparcial y


objetivamente el derecho. Pero también en este terreno se cometían numerosos
atropellos. Los profetas se pronuncian de manera especialmente rigurosa contra las
violaciones del derecho cometidas por los jueces. Isaías se queja amargamente de los
dirigentes del pueblo de Israel: "Tus jefes, revoltosos y aliados con bandidos. Cada cual
ama el soborno y va tras los regalos. Al huérfano no hacen justicia, y el pleito de la viuda

26
MESTERS, CARLOS, El libro de la alianza, constitución de un pueblo. Ediciones paulinas, 1989, pág. 34-35
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez

no llega hasta ellos" (Is 1; 23). El mismo profeta exclama: " ¡Ay... de los que absuelven al
malo por soborno y quitan a los justos su derecho!” (5, 23).

Actualidad en el ámbito de la vida publica


Aquí pueden perfectamente distinguirse dos campos:

1. Campo estrictamente jurídico


Tomar en serio el octavo mandamiento significa para el creyente abogar por un
ordenamiento legal y penal que anteponga la obligación de hallar la verdad a cualesquiera
otros intereses y trate de desenmascarar v eliminar en lo posible cualquier intento de
manipular el derecho. Un vivo interés en este sentido forma parte de las
corresponsabilidades políticas de los creyentes, especialmente si se piensa en los
aparatosos procesos, fingidamente legales, que suelen tener lugar en los regímenes
totalitarios de cualquier color.

2. Campo jurídico en sentido figurado

Nos referimos a aquellas situaciones en las que de comunicación, se «procesa» a los seres
humanos. El ámbito del octavo mandamiento, por tanto, no se limita en modo alguno a la
simple mentira ni se circunscribe exclusivamente a la sala de audiencias, sino que abarca
también todas aquellas situaciones en las Que la opinión acerca de las personas tengan
que verse mediatizadas por las afirmaciones de otros. Estas situaciones tienen que ver de
lleno con el campo de la información y el almacenamiento de datos. Pero el mandamiento
se refiere también, en su concreción actual, al estilo y al modo de redactar los informes,
así como a la intención con que los periodistas desvelan la vida privada de las personas 27.

En Egipto, lugar de la esclavitud, el sistema de los faraones y de los reyes estaba basado
en una gran mentira. Afirmaban que eran hijos de Dios y pedían la adoración y la
obediencia del pueblo. La mentira y la deshonestidad dominaban a las instituciones. Los
administradores de justicia transformaban las leyes en un instrumento de soborno (Is 1,
23). Nadie defendía el derecho de los pobres en los tribunales (Jer 2, 8). El sistema jurídico
estaba podrido, corrompido. Había desaparecido el amor a la verdad.

El octavo mandamiento atestigua: “no darás falso testimonio contra tu prójimo” (Ex 20,
16). Este mandamiento apunta a dos cosas:

a) No imitar a los corruptos y tener el coraje de defender al hermano pobre ante el


tribunal.
b) Luchar para crear un nuevo modo de administrar la justicia que pueda garantizar a
todos los propios derechos e impida el falso testimonio.

Jesús y sus seguidores. Jesús vino a perfeccionar el octavo mandamiento (Mt 5, 33-37).
Pide que todo contacto se base en el amor y en la verdad: “cuando ustedes digan si, que
27
EXELER, ADOLF. Los diez mandamientos, vivir en la libertad de Dios, ed. Sal terrae. 1983. Pág. 180-181
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez

sea si, y cuando digan no, que sea no” (Mt 5, 37). Condena la mentalidad mentirosa de
algunos escribas y llega a decir: “ustedes tienen por padre al demonio que es mentiroso y
padre de la mentira” (Jn 8, 44).

Jesús vive la honestidad total, reconocida hasta por sus enemigos (Mt 22, 16). Definió así
su misión: yo he venido al mundo para dar testimonio de la verdad. El que es de la
verdad, escucha mi voz (Jn 18, 37). Llamado a ser juez, él no condeno a la mujer, sino que
dijo: ¿nadie te ha condenado? Yo tampoco te condeno. Vete en paz y no peques mas en
adelante (Jn 8, 11)28.

9° Y 10° MANDAMIENTO: NO DESEARAS LA MUJER DE TU PROJIMO; NO CODICIARAS


LOS BIENES DE TU PROJIMO.

ÉXODO 20, 17

EI texto íntegro dice: No desearás la mujer de tu prójimo, no codiciarás su casa, su campo,


su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo. Este texto pertenece
al libro del Deuteronomio (5,21).
En Ex 20, 17 están entremezclados ambos mandamientos y dice así: No codiciarás la casa
de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni
su asno, ni nada que sea de tu prójimo.

El tema común a ambos mandamientos es la negación del deseo desordenado. Uno y otro
mandamiento vienen a subrayar que el mal no comienza con los actos, sino que tiene su
inicio ya en el corazón Más exactamente: en ambos mandamientos no se trata sólo del
deseo mental, sino también, y al mismo tiempo, de las maquinaciones que no pueden
perseguirse legalmente, pero con las cuales, sin embargo, se perjudica claramente a otros.
Además, otra razón para tratarlos en común, al menos en parte, es que, de hecho, tanto
los judíos como los ortodoxos o los calvinistas los consideran como un solo
mandamiento29.

Lo común a ambos mandamientos: La negación del deseo desordenado

Ambos mandamientos han causado una enorme confusión a muchos comentaristas. Hay
quienes opinan que estos mandamientos no aportan nada nuevo en cuanto a su
contenido, sino, que se limitan a subrayar ciertos temas ya tratados al hablar de otros
mandamientos, fijándose más en el aspecto interno. Por eso suelen relacionarse el sexto
mandamiento con el noveno y el séptimo con el décimo. Pero la confusión se acentúa aún
más cuando se observa la formulación arriba citada de Ex 20, 17, donde, por así decirlo, se
menciona a la mujer como una propiedad más del prójimo, justamente después de citar la
casa y antes de referirse al buey y al asno. Por lo demás, tanto en una como en otra
versión del mandamiento se citan bienes de muy distinta naturaleza: personas (el esclavo
28
MESTERS, CARLOS, El libro de la alianza, constitución de un pueblo. Ediciones paulinas, 1989
29
EXELER, ADOLF. Los diez mandamientos, vivir en la libertad de Dios, ed. Sal terrae. 1983. Pág. 191-192
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez

y la esclava), animales (eI buey y el asno) y cosas (la casa, un concepto que es preciso
entender en sentido amplio, pues no se refiere sólo a la materialidad de edificio, sino a
todo lo que forma parte de la casa). Dado que hoy no existe posibilidad alguna, en nuestra
situación, de desear tales bienes, enseguida nos asalta la impresión de que la formulación
de-estos mandamientos guarda una enorme relación con un contexto cultural
considerablemente distinto del nuestro.

Pero la verdadera confusión que originan ambos mandamientos es aún mucho más de
fondo y se refiere al deseo mismo. Muchos críticos, especialmente del campo de la
psicología, opinan que la raíz de toda la falta de libertad y de toda la rigidez que con
frecuencia suele detectarse en personas de formación cristiana, está en la sistemática
represión del deseo que es propia de la moral cristiana. Pero resulta que la negación del
deseo parece ser enemiga de la vida y profundamente arriesgada desde el punto de vista
antropológico, porque lo que se prohíbe es algo irrenunciable, y de lo que- se sospecha el
de la mismísima vitalidad. Por eso, todo ello actúa de un modo especialmente peligroso,
porque «se intenta suprimir, en lugar de transformar los deseos experimentados.

Por supuesto que no se pueden impugnar sin más ni más estos cargos. El cristianismo
concreto, tal como se ha dado, tiene considerable parte de culpa en la represión
sistemática de los instintos naturales que se ha producido en muchas personas.l3l Lo cual
tiene unas razones históricas muy profundas, porque la codicia (sobre todo bajo el influjo
de San Agustín) ha sido entendida casi exclusivamente como malos deseos, aludiendo con
ello de manera especial, y con una insistencia realmente parcial y doctrinaria, a la
sexualidad.

En el terreno de la tradición pedagógico-moral, esta estrechez de miras condujo a una


situación de precariedad y desamparo verdaderamente funesta frente al fenómeno tan
significativo desde el punto de vista antropológico y social del deseo en general. Porque si
sólo se conocen los malos apetitos, entonces, naturalmente, no se puede conseguir una
cultura soberana del deseo, pues no se dan las condiciones necesarias para poder gozar
debidamente y disfrutar de un razonable bienestar sin la amenaza constante de la (mala
conciencian. Por otra parte, la limitación temática y la demonización del deseo llevaron,
paradójicamente, a infravalorar o a ignorar peligrosamente, las devastadoras formas de la
codicia y la envidia de bienes materiales, y de un modo muy especial el ansia de poder y
sus demoledores efectos sobre las distintas colectividades humanas, incluida la iglesia30.

En Egipto, lugar de la esclavitud, en la raíz del sistema del faraón y de los reyes estaba la
ganancia. Entre los poderosos ella se expresaba en acumular bienes y tierras (Is 5,8), en el
elevado número de mujeres (1 Rey 11, 1-8). (En la mayoría de los casos se trataba de
casamientos políticos con las hijas de los reyes y de otras personalidades influyentes para
poder ampliar su dominio y riqueza).
30
EXELER, ADOLF. Los diez mandamientos, vivir en la libertad de Dios, ed. Sal terrae. 1983. Pág. 191-192
Pbro. Lic. Mario Antonio Martínez

En los pequeños la ganancia se expresaba en el deseo de poseer, en la envidia y la


ambición. Eran pobres con aspiraciones de ricos. En el momento de la lucha, se
acobardaban, reclamaban y volvían atras (Ex 5,21). La ganancia, favorecida por el sistema,
impedía que el pueblo tuviera una visión clara de las cosas y de la vida.

El último mandamiento procura llegar a esta raíz. Pide que nadie codicie nada de lo que le
pertenece al prójimo (Ex 20, 17) es decir prescribe expulsar del interior de sí mismo la
mentalidad del sistema del faraón. Quiere liberar del vicio de poseer y de la ideología que
sustenta al faraón y los reyes. Combate el derecho de los reyes (1 Sm 8, 11-18) que
promulgaba exactamente lo contrario. Este mandamiento no puede ser invocado para
defender la propiedad privada de los magnates contra la legitima aspiración de os pobres
que, con el transcurso de los siglos, fueron privados de todo por la ganancia de los
capitalistas. Esto sería transformar la ley en instrumento de mentira (Jer 8, 8). Equivaldría
a mantener la letra y negar el espíritu d la ley. El sistema del faraón no puede ser
defendido por ninguna ley que quiera exactamente lo contrario.

Jesús y sus seguidores. Jesús condena la ganancia de aquellos que solo quieren acumular
bienes (Lc 12, 16-21). Vivió libre de toda propiedad y, en vez de poseer se hizo él mismo
posesión de Dios. Se transformó en Reino de Dios a traes de su radical obediencia al padre
(Fl 2, 8). Jesús propone el ejemplo de las flores y de los pájaros (Lc 12, 22- 31). En donde
haya una organización fraterna participativa concordante con los diez mandamientos es
decir, en donde se busque primero el reino de Dios y su justicia, ahí realmente todas las
cosas vendrán por añadidura (Mt 6, 33) y las personas podrán vivir como las flores del
campo y los pájaros del cielo. Los primeros cristianos cumplieron este mandamiento
durante algún tiempo: repartían con alegría los bienes y no había necesitados entre ellos
(Hech 4 32-35). Pero la ganancia volvió a nacer y el apóstol Santiago tuvo para ellas duras
palabras de condenación (Sant 5, 1-6)31.

31
MESTERS, CARLOS, El libro de la alianza, constitución de un pueblo. Ediciones paulinas, 1989, pág. 37-38

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