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Pero ¿qué es la enfermedad mental? Existen diferentes criterios para definir la anormalidad
psíquica:
Criterios ideológicos: son los que expresan juicios de valor, donde se considera anormal
aquello que no se adecua a una norma que se define momentáneamente normal.
Criterios estadísticos: toman como norma lo que es el promedio, lo que se ha estudiado como
media de funcionamiento.
La ansiedad, el recelo, la alegría, la tristeza, la amistad, etc. son vivenciados tanto por personas
totalmente sanas como por las que están enfermas, pero cada caso depende de la aceptación
o rechazo social frente a esa manifestación, frente a las circunstancias y condiciones en que
ella surge.
Concepto de Insania
Es un concepto legal, jurídico, que se introduce en aquellos casos en los que se plantean
excepciones respecto a los fundamentos de las leyes criminales. Se considera que si una
persona no tiene discernimiento de lo que es el bien o mal, no puede hacerse responsable de
sus actos, y el castigo no tiene sentido.
La enfermedad mental:
- Tiene un origen psíquico
- Determinado por el contexto histórico social incluído el contenido etnográfico.
- Se aleja de la norma social que es tomada del ámbito familiar (la norma de la familia
tiene que coincidir con la social)
La psicología experimental que se ocupa del pensamiento como esquema mental y buscan
modificar el pensamiento negativo por considerarlo patológico.
Otra noción que introducen es la de síntoma, que revela la existencia de una enfermedad. El
criterio clínico se basa en observaciones del comportamiento del paciente y en el relato de sus
dificultades para traducirlo en síntomas (lo que el paciente transmite como su padecer) y
signos (lo que el médico reconoce)
Para la psiquiatría, los síntomas son entendidos como signos de una categoría diagnóstica
determinada, esto es a un síntoma, o grupo de ellos, que corresponde una clasificación, una
categoría diagnóstica.
Este concepto siempre tiene relaciones complejas con el concepto de salud, pues se define con
relación a aquello que se considera psíquicamente normal, pero esto implica una pluralidad de
definiciones que dependen de las condiciones imperantes en cada sociedad, momento
histórico y en cada orden etnográfico determinado. O sea las definiciones nos remiten a los
avatares históricos-culturales de sus formulaciones.
etiología:
La patología mental es el resultado de relaciones adecuadas o no, del hombre con la sociedad.
Los fenómenos patológicos, para todas las orientaciones se presentan como modificaciones
regulares de los fenómenos normales.
En la pre-modernidad se piensa a la locura como algo místico (modelo místico) donde las
respuestas y propuestas eran enlazadas a lo divino y a la magia.
En la modernidad la locura se vio atravesada por ideas fuertes como el progreso y la razón,
prevalece la concepción de sujeto autónomo, cuyas cuestiones se resuelven por el poder de la
razón y la aspiración al progreso histórico.
Foucault no adhiere al paralelismo abstracto que se produce en el terreno teórico entre los
fenómenos de la patología mental y patología orgánica. Propone dar crédito al hombre mismo
y no a las abstracciones sobre la enfermedad mental. Denuncia que se han asentado dos
prejuicios que debemos combatir y que provienen de aplicar los mismos métodos
conceptuales para pensar la enfermedad mental tal como se piensa la enfermedad orgánica.
El primer prejuicio es postular que la enfermedad es una esencia, o sea una entidad específica
señalada solo por los síntomas.
El segundo prejuicio es considerarla como una especie natural, o sea entendida como una
especie definida por ciertos caracteres permanentes. Con estos prejuicios se considera a la
enfermedad mental u orgánica como una esencia natural que se manifiesta en síntomas
específicos.
Abordaje clínico:
El abordaje clínico es la observación del enfermo desprovista de todo supuesto teórico. Este
abordaje permitió establecer a la psiquiatría como ciencia y promover así su progreso. El padre
fue Esquirol, quien fue discípulo de Pinel, proponía en 1838 observar los síntomas de la locura,
estudiar sus costumbres, hábitos y necesidades de los alienados. Propone instalarse en el
auspicio, que uno conviva con los enfermos. Para esta escuela francesa la teoría queda
subordinada a la observación. La escuela alemana, que surge como contraste, se distingue de
la francesa porque no solo miran sino que piensan lo que miran (kraepelin). El abordaje clínico
se complejiza con la introducción del método anatomo-clínico donde la observación es
acompañada con el correlato de las lesiones que se pueden encontrar en las autopsias. Todo
esto muestra como los datos de la clínica provienen de niveles y puntos de vista de
observaciones diferentes.
Lo normal es un concepto anti psicoanalítico, Freud decía que ser normal es tener una vida
laboral, sexual, emocional estable, normal es ser neurótico, es la manera en que se puede salir
del Edipo y establecer una relación de vínculo con otro, lo mas sano posible, lo que permite
poder establecer la normalidad.
Para el niño pequeño lo normal es lo familiar, todo lo que los padres dicen no se cuestiona,
esto no entra dentro del orden de la norma, tiene que ver con lo familiar ligado a lo social,
cuando coinciden el chico actúa en concordancia. La primera norma está proporcionada por la
familia.
La sexualidad humana es perversa porque se aleja del fin (reproducción) y del objeto
(hombre/mujer). No existe la sexualidad normal, sería ideal tener un equilibrio entre pulsión y
objeto.
Freud decía que la sexualidad humana es perversa, no tener un objeto establecido, no hay una
sexualidad normal, sino seríamos todos psicóticos.
Para la teoría psicoanalítica la norma es social, tiene que ver con el Edipo, la norma familiar es
la que establece Freud, cuando sale del Edipo, lo que hereda es el super yo (la norma)y hay
que ver si esa norma se adapta a la sociedad para ver si es normal o anormal. El sujeto
introyecta la norma por amor a los padres, es decir porque quiere complacerlos, por amor
renuncia a sus padres introyectando la norma. Para todo niño la norma es la identificación con
el padre, puede ser patógeno o formativa, cuanto más alejada está de lo social más patológica
la podemos considerar.
Para la teoría psicoanalítica esta norma se definirá en función del concepto “estructura
edípica”, estructura normalizadora, en la medida que preexiste al niño y regula las relaciones
intra e interpersonales
Entre los años 460 a 357 A.C. Hipócrates, considerado padre de la medicina, desarrolla una
teoría de la personalidad basada en los humores corporales, es una teoría natural de la
personalidad. Se trataba de ver que fluido predominaba (bilis negra, amarilla, flema, sangre) y
así ver que tipo de personalidad se constituía. Hipócrates consideraba que los desórdenes
mentales se debían a causas naturales y no demoníacas. Años 201 a 131 A.C. Galeno (físico y
médico) desarrolló una teoría humoral de la psicopatología. En la edad media se vuelve a la
teoría de la posesión, época de la inquisición.
En el siglo de las luces, (s. XVIII), época de la Ilustración y la Revolución Francesa, se aleja al
enfermo mental para su tratamiento del mundo de los hombres.
Por ejemplo, Freud rompe con la psiquiatría y funda su nosología. Su nosología se basa en la
metapsicología y nos ofrece diferentes cuadros (nosografía) que son neurosis, perversión y
psicosis. O sea hay una nosología freudiana basada en la metapsicología y en la noción de
transferencia. La escuela francesa enfatiza más en el periodo de estado, clasificación de los
síntomas. Encontramos a Bayle, Falret y Morel.
La escuela alemana hace hincapié no solo en la clasificación de los síntomas sino en la noción
de proceso evolutivo.
Mientras los franceses hablaban de alienación mental, los alemanes fundaban nuevas
clasificaciones partiendo por primera vez del término psicosis.
Con la escuela francesa la psiquiatría se funda como rama de la medicina (Pinel), se introduce
la alienación mental en el circuito médico. Observación empírica de los fenómenos, donde los
datos obtenidos se agrupan y clasifican según analogías y diferencias.
Se evita introducir la subjetividad. Pinel – Esquirol – Falret y Bayle – Morel – Magnan – etc. La
escuela alemana es más fisiológica, privilegian las teorías sobre lo empírico. Griesinger –
Kahlbaum – Kraepelin – etc.
La semiología (del griego sémeion, signo) es, en general, la ciencia que estudia los signos. Los
orígenes de la semiología se remontan a la Antigüedad. En la Grecia clásica, la semiología
designaba una parte de la medicina, la que estudiaba los signos de las enfermedades. La
misma denominación se empleaba para una parte de la lógica.
La semiología psicopatológica se divide en dos áreas: una general que trata de cuestiones
tales como qué es un signo, un síntoma, etc., y una especial, que trata de los signos en
particular: perturbaciones de la percepción, de la memoria, de la inteligencia, etc.
Signo y síntoma
En medicina, "semiología" es el estudio de los signos de una enfermedad, es decir, aquellas
manifestaciones de una alteración orgánica o funcional que la denuncian. Clásicamente se
distinguen en este sentido "signo" y "síntoma".
Cuando un síntoma es tan específico de un trastorno que su sola presencia basta para
establecer el diagnóstico, se denomina patognomónico; el ejemplo típico es el de la
interceptación esquizofrénica.
En psicopatología, los signos y síntomas pueden manifestarse en cualquier área: física (en el
organismo o en el cuerpo, como dolores, fenómenos conversivos o psicosomáticos, fatiga, falta
de apetito, etc.), conductual (en el comportamiento observable, como risas, hiperactividad,
estereotipias, etc.) o en el plano de las funciones "psíquicas": pensamiento (ideas delirantes,
obsesivas, interceptaciones), afectividad (angustia, depresión), percepción (ilusiones,
alucinaciones), etc.
Los síntomas pueden estar en desacuerdo con el "yo" del paciente, cuando éste los vivencia
como algo extraño, no acordes con él, incongruentes con la imagen de sí mismo, sus ideales,
su identidad. En este caso se habla de síntomas egodistónicos. Constituyen motivo de queja,
preocupación y muchas veces de extrañeza. En el caso en que esto no ocurra y que el sujeto no
los siente discordantes con su yo, hablamos de egosintonía de los mismos: son "sintónicos"
con el yo.
Síndrome y enfermedad
Un síndrome es un conjunto de signos y síntomas que con frecuencia aparecen juntos
configurando una organización clínica. Esta co-ocurrencia sugiere que existe un factor común
entre ellos (patogenia, evolución, etc.). No llega a configurar un trastorno mental de por sí,
pues un mismo síndrome puede darse en distintos cuadros psicopatológicos.
La enfermedad es una entidad clínica, un conjunto de alteraciones morbosas que tiene una
causa (etiología), una sintomatología, una evolución y un pronóstico definidos.
El síndrome -que no es una mera aglomeración casual de síntomas- es, pues, un complejo
clínico mayor que el síntoma aislado y menor que una entidad nosológica.
Cuando un síntoma mental surge de una enfermedad médica (p.ej., un estado de ansiedad
debido a un hipertiroidismo), suele denominárselo también como secundario.
a) Inicio: puede ser brusco o progresivo. El aura es un fenómeno que precede inmediatamente
al ataque de una enfermedad (especialmente la epilepsia). Agudos: principios y fin .Cronico: no
de curan
b) (Desarrollo : por fases o etapas puede durar varios meses. (maniaca depresivo). Cuando
Está establecido el trastorno(puede ser gradual).
c) fase terminal: termina pero por algunas causas puede volver de nuevo , xej los casos de
epilepsias
También las etapas suelen denominarse prodrómica, que anuncia el comienzo del trastorno,
la activa, en la que se encuentra ya presente, y la residual.
Plantea que lo más importante es el encuentro entre el médico y el paciente (influenciado por
el psicoanálisis), el paciente no es un objeto. O sea que la observación psiquiátrica no puede
ser puramente objetiva ni puramente subjetiva, sino que el conocimiento clínico de las
enfermedades mentales está constituido por el encuentro médico y paciente.
En el análisis semiológico, hay que tener en cuenta los signos y los síntomas para el
diagnóstico.
Plantea tres planos semiológicos, no correlativos y que no implican cronología. Estos planos
nos permiten distinguir los cuadros agudos de los crónicos. Estos planos permiten la
descripción y análisis de los síntomas.
2 Plano semiológico: Semiología de la actividad psíquica basal actual. Esta semiología es la del
campo de la conciencia, donde se analiza y se revisa el estado actual de la vida psíquica. El
conocimiento que el paciente tiene de sí mismo. Este examen comprenderá el estudio de un
conjunto de fenómenos psíquicos:
● Pensamiento: relacionado con las ideas, puede ser lógico o prelógico, el delirio
sistematizado organiza muy bien todo hasta que llega algo que rompe la lógica. Hay
ideas(delirios) delirantes que no podes hacer que el sujeto cambie de opinión, fugas de
ideas, son ideas que van y vienen.
● Lenguaje y juicio
● Percepción: ligado a lo visual, empiezan las alucinaciones por ejemplo un golpe, o por
tener fiebre muy alta. Aparecen alucinaciones auditivas, o visuales al ver cosas que no
están ahí. alucinaciones, ilusiones, interpretaciones, pseudo alucinaciones, alucinosis.
● Actividad motriz: catatonia, accesos de agitación, crisis nerviosas, trastornos
sistematizados.
● Inteligencia: ligado a la capacidad intelectual.
Alucinación: percepción sin objeto, se percibe algo que no existe. Dotado de gran convicción.
Pueden ser visuales, acústicas, olfativas, cenestésicas, etc. Ilusiones: percepción deformada del
un objeto, el objeto real existe pero se lo percibe mal, como por ejemplo ver un árbol y decir
que es un hombre.
Interpretación: percepción exacta del objeto pero se hace un mal juicio, se la interpreta en
forma delirante, por ejemplo un silbido, se lo escucha pero se lo interpreta como una
sentencia de muerte, una señal.
Pseudoalucinación o alucinación psíquica: falta la sensibilidad de la alucinación, es de cerebro
a cerebro, un pensamiento que no es del sujeto, sino enviado, por ejemplo decir me robaron el
pensamiento o me robaron los recuerdos.
Alucinosis: se da en los tumores cerebrales, es de tipo neurológico donde el sujeto sabe que
algo le pasa pero no lo comprende.
Esta semiología revisa las alteraciones que puedan sufrir la personalidad, se encarga de las
patologías del yo. Llega a un resultado psicótico, neurótico, lo estructura según datos que se
obtiene ya sea del paciente o por medio de sus familiares.(sistema permanente )
- Los trastornos del carácter: histérico, paranoico, esquizoide, neurosis del carácter. - Los
conflictos intrapsiquicos: yo neurótico.
- Diagnostico e informática.
Los síntomas neuróticos son, todos ellos, cumplimientos de deseos del inconsciente,
pero, a diferencia del sueño, el síntoma no es una mera expresión de deseo
inconsciente realizado; tiene que agregarse un deseo preconsciente, que se cumple
mediante el mismo síntoma.
A) FORMULAS ETIOLÓGICAS
Las neurosis actuales y las de defensa tienen fórmulas etiológicas distintas.
Freud: las neurosis actuales son como la perla de las formaciones psiconeuróticas, es
decir que en la base de toda psiconeurosis siempre hay una neurosis actual que
funciona como el resto.
Freud: esta tensión sexual somática no llega a ser ligada psíquicamente y se convierte,
por ejemplo,en angustia.
Cuando un sujeto padece una neurosis de angustia, necesita ligar la angustia a alguna
representación.
La formación del síntoma tendrá que ver con aquello que impide el acceso de
determinado proceso psíquico a la conciencia.
Tenemos energía sexual somática por un lado y energía sexual psíquica o libido por
otro.
Freud distingue a las pulsiones sexuales,en las que vislumbra un carácter amenazante,
de las pulsiones del yo, que tiene como función preservar al individuo, mantenerlo en
vida.
Freud considera que todo suceso y toda impresión psíquica se hallan provistos de un
cierto valor afectivo, del cual el yo intenta liberarse por medio de una reacción motriz
o mediante una labor psíquica asociativa.
Breuer y Freud califican trauma psíquico: cualquier afecto que provoque los afectos
penosos del miedo, la angustia, la vergüenza o el dolor psíquico puede actuar como tal
trauma.De la sensibilidad del sujeto…depende que el suceso adquiera o no
importancia traumática.
Para la conexión causal del trauma psíquico con el fenómeno histérico, consiste en que
el trauma psíquico, o su recuerdo, actúa a modo de un cuerpo extraño, que continúa
ejerciendo sobre el organismo una acción eficaz y presente aunque haya pasado
mucho tiempo.
Entre la neurosis traumática y la histeria hay una analogía patógena, esto es, una
analogía en cuanto al mecanismo productor de los síntomas.
¿Cuál es la relación del sujeto con cierto acontecer que produce efectos sintomáticos?
El trauma se refiere al episodio en sí y la idea de trauma psíquico(sobresalto) de shock
emocional.
TRAUMA Y ANGUSTIA
La angustia es, (caso catalina), era de orden histérico. Quiere decir que constituye una
reproducción de aquella que padecía en ocasión de cada uno de los traumas
sexuales.Por tratarse de un sujeto infantil, la excitación no produce efecto, pero su
huella psíquica perdura. Con la pubertad queda desarrollada la reactividad de los
órganos sexuales hasta un nivel inconmensurables con relación al estado infantil,es
reanimada esta huella psíquica inconsciente.En la transformación debida a la
pubertad, despliega el recuerdo una potencia de la que carece totalmente el suceso
mismo.Actúa como si fuese un suceso presente. Trata de una acción póstuma(antes
de) de un trauma sexual.
Represión del recuerdo de una experiencia sexual penosa de los años de madurez sólo
es alcanzada por personas en las que tal experiencia pueda activar la acción de un
trauma infantil.
● Se parte del recuerdo de un suceso de la vida sexual del enfermo para producir
una emoción penosa. Freud reconoce condiciones de estos recuerdos: el
recuerdo inconsciente: remite a una experiencia sexual precoz con irritación
real de los genitales cuya huella psíquica perdura. escena sexual- presexual:
anterior a la pubertad. -
● Las características de la posición que tiene el individuo en el recuerdo varían de
acuerdo a la neurosis en cuestión. En la histeria se trata de un recuerdo sexual-
presexual vivido pasivamente, en la neurosis obsesiva, de un recuerdo infantil
sexual-presexual vivido activamente que luego se transforma en
autorreproche.
● escenas que no tuvieron significación para el sujeto son evocadas por una
escena en la que se otorga la significación.
● conflicto (porque es una representación que produce displacer para el yo).
● represión(evitación del displacer/defensa).
● formación de grupos psíquicos separados por la defensa.
● formacion de sintoma : retorno de lo reprimido y sustitucion deformada.
La angustia: ante algo que puede ocurrir. Tiene relación con el peligro, y con la
neurosis. considera que la distinción entre angustia real y angustia neurótica exige un
estudio minucioso.
Freud: pasa del estudio de la reacción de angustia al de la situación peligrosa. El peligro
real es un peligro conocido, y angustia real, la angustia ante tal peligro conocido. La
angustia neurótica es angustia ante un peligro que no conocemos. El peligro neurótico
tiene que ser primero descubierto. Psicoanálisis: se trata de un peligro emanado de las
vicisitudes pulsionales. Si logramos que acceda a la conciencia este peligro que el YO
desconoce, borramos la diferencia entre angustia real y angustia neurótica y podemos
tratar esta como aquella.
TRAUMA- ALUCINACIÓN
En el caso de la alucinación, Freud dirá que esa imagen visual, es un símbolo mnemico
de una época inquietante.
la conversión consiste en una expresión somática usada para sustituir una serie de
cadenas asociativas,ideas reprimidas, el dolor físico se reforzaba porque había
quedado sustituyendo otra cosa, en el caso de estas imágenes, estas alucinaciones
comparten el mismo mecanismo: son símbolos de una situación inquietante. Como
todos los síntomas histéricos son para Freud símbolos conmemorativos de un
acontecimiento.
lo reprimmido busca, para retornar, elementos irreconocibles, entre los cuales puede
aparecer una parálisis, una imagen visual, una sensación de angustia, que pueden
llegar a ser símbolos mnémicos de escenas reprimidas.
En la psicosis, las alucinaciones no actúan como símbolos, porque la tópica y la
dinámica que se pone en juego es diferente a la tópica y la dinámica de la neurosis.
En la psiquiatría clásica, Freud diferencia los delirios que tienen contenido alucinatorio
de aquellos en los que dicho contenido, si existe, no es significativo como ocurre en las
paranoias.
los delirios de las esquizofrenias, tienen un gran contenido alucinatorio. Freud dirá,
que el mecanismo es parecido al de la histeria en tanto está revive por alucinación
aquellos episodios que ocasionaron sus síntomas, pero en las esquizofrenias, a
diferencia de la histeria, en lugar de ser símbolos mnémicos de un acontecimiento
inquietante, se trata de restos de investiduras libidinales porque la regresión es muy
profunda y pone de manifiesto modos arcaicos del funcionamiento psíquico como es el
alucinatorio.
Con harta frecuencia son sucesos de la infancia los que han producido para todos los años
subsiguientes un fenómeno patológico más o menos grave.
La analogía patógena entre la histeria corriente y la neurosis traumática justifica una extensión
del concepto de histeria traumática. En el caso de la neurosis traumática, la causa eficiente de
la enfermedad no es la ínfima lesión corporal; lo es en cambio, el efecto de horror, el trauma
psíquico. En calidad de tal obrará toda vivencia que suscite los afectos penosos del horror, la
angustia, la vergüenza, el dolor psíquico; y, desde luego, de la sensibilidad de la persona
afectada dependerá que la vivencia se haga valer como trauma
Debemos aseverar que el trauma psíquico o bien el recuerdo de él, obra al modo de un cuerpo
extraño que aún mucho tiempo después de su intrusión tiene que ser considerado como de
eficacia presente.
Descubrimos que los síntomas histéricos singulares desaparecían enseguida y sin retornar
cuando se conseguía despertar con plena luminosidad el recuerdo del proceso ocasionador,
convocando al mismo tiempo el afecto acompañante, y cuando luego el enfermo describía ese
proceso de la manera más detallada posible y expresaba en palabras el afecto. Un recordar no
acompañado de afecto es casi siempre totalmente ineficaz; el decurso del proceso psíquico
originario tiene que ser repetido con la mayor vividez posible. El histérico padece por la mayor
parte de reminiscencias.
A primera vista parece asombroso que vivencias de tiempo transcurridas puedan producir
efectos tan intensos, que los recuerdos de ellas no sucumban al desgaste en que vemos
caducar a todos nuestros recuerdos.
Así, por medio de unas operaciones asociativas, el hombre normal consigue hacer desaparecer
el afecto concomitante.
Sólo podemos buscar el fundamento de ello en que tales recuerdos han de estar eximidos de
las absorciones desgastadoras antes elucidadas. En efecto, se demuestra que esos recuerdos
corresponden a traumas que no han sido suficientemente «abreaccionados».
Las representaciones devenidas patógenas se conservan tan frescas y con tanto vigor afectivo
porque les es denegado el desgaste normal por abreacción y por reproducción en estados de
asociación desinhibida.
Aquella escisión de la conciencia, tan llamativa como double conscience en los casos clásicos
consabidos, existe de manera rudimentaria en toda histeria; entonces, la inclinación a disociar
y, con ello, al surgimiento de estados anormales de conciencia, que resumiremos bajo el
nombre de «hipnoides», sería el fenómeno básico de esta neurosis.
La provocación del ataque se produce por la estimulación de una zona histerógena o por una
vivencia nueva que hace resonar a la vivencia patógena en virtud de su semejanza con ella.
Ahora se entiende el modo en que produce efectos curativos el método de psicoterapia por
nosotros expuesto. Cancela la acción eficiente Je la representación originariamente no
abreaccionada, porque permite a su afecto estrangulado el decurso a través del decir, y la lleva
hasta su rectificación asociativa al introducirla en la conciencia normal.
Junto a esta «teoría psicológica de las fobias y representaciones obsesivas», por medio de la
observación de los enfermos se dilucidó un aporte a la teoría de la histeria o, más bien, su
modificación, que parece dar cuenta de un importante carácter común a la histeria y a las
mencionadas neurosis.
Que el complejo sintomático de la histeria, hasta donde conseguimos entenderlo hoy, justifica
el supuesto de una escisión de la conciencia con formación de grupos psíquicos separados
Menos claras están las opiniones sobre el origen de esa escisión de la conciencia y sobre el
papel que ese carácter desempeña en la ensambladura de la neurosis histérica. Según la
doctrina de Janet, la escisión de conciencia es un rasgo primario de la alteración histérica.
Para la primera de esas formas conseguí demostrar repetidas veces que la escisión del
contenido de conciencia es la consecuencia de un acto voluntario del enfermo, vale decir, es
introducida por un empeño voluntario cuyo motivo es posible indicar. Desde luego, no
sostengo que el enfermo se proponga producir una escisión de su conciencia; su propósito es
otro, pero él no alcanza su meta, sino que genera una escisión de conciencia.
Esos pacientes por mí analizados gozaron de salud psíquica hasta el momento en que
sobrevino un caso de inconciliabilidad en su vida de representaciones.
No puedo aseverar, por cierto, que el empeño voluntario por esforzar a apartarse de los
propios pensamientos algo de este tipo constituya un acto patológico; tampoco sé decir si ese
olvido deliberado se logra, o de qué manera se logra, en aquellas personas que permanecen
sanas ante las mismas influencias psíquicas. Sólo sé que en los pacientes por mí analizados ese
«olvido» no se logró, sino que llevó a diversas reacciones patológicas que provocaron una
histeria, o una representación obsesiva, o una psicosis alucinatoria.
La tarea que el yo defensor se impone, tratar como «non arrivée» {«no acontecida ») la
representación inconciliable, es directamente insoluble para él; una vez que la huella mnémica
y el afecto adherido a la representación están ahí, ya no se los puede extirpar. Por eso equivale
a una solución aproximada de esta tarea lograr convertir esta representación intensa en una
débil, arrancarle el afecto, la suma de excitación que sobre ella gravita.^" Entonces esa
representación débil dejará de plantear totalmente exigencias al trabajo asociativo; empero, la
suma de excitación divorciada de ella tiene que ser aplicada a otro empleo.
Hasta aquí son iguales los procesos en la histeria y en las fobias y representaciones obsesivas;
desde este punto, los caminos se separan. En la histeria, el modo de volver inocua la
representación inconciliable es trasponer a lo corporal la suma de excitación, para lo cual yo
propondría el nombre de conversión.
La conversión puede ser total o parcial, y sobrevendrá en aquella inervación motriz o sensorial
que mantenga un nexo, más íntimo o más laxo, con la vivencia traumática.
El efecto del método catártico de Breuer consiste en volver a guiar la excitación, con
conciencia de la meta, de lo corporal a lo psíquico, para forzar luego a reequilibrar la
contradicción mediante un trabajo de pensamiento y a descargar la excitación por medio del
habla.
II
En todos los casos por mí analizados era la vida sexual la que había proporcionado un afecto
penoso de la misma índole, exactamente, que el afecto endosado a la representación obsesiva.
III
En los dos casos considerados hasta ahora, la defensa frente a la representación inconciliable
acontecía mediante el divorcio entre ella y su afecto. Pero la representación, si bien debilitada
y aislada, permanecía dentro de la conciencia. Ahora bien, existe una modalidad defensiva
mucho más enérgica y exitosa, que consiste en que el yo desestima la representación
insoportable junto con su afecto y se comporta como si la representación nunca hubiera
comparecido.
Para la causación de la histeria, es preciso que estos traumas sexuales correspondan a la niñez
temprana (el período de la vida anterior a la pubertad), y su contenido tiene que consistir en
una efectiva irritación de los genitales (procesos semejantes al coito).
En cada caso, toda una suma de síntomas patológicos, hábitos y fobias sólo es explicable si uno
se remonta a aquellas vivencias infantiles, y la ensambladura lógica de las exteriorizaciones
neuróticas vuelve imposible desautorizar esos recuerdos que afloran desde el vivenciar infantil
y se han conservado fielmente; la huella que deja el trauma nunca se descubre en el recordar
consciente, sino sólo en los síntomas de la enfermedad.
Todas las vivencias y excitaciones que preparan u ocasionan el estallido de la histeria en el
período de la vida posterior a la pubertad sólo ejercen su efecto, comprobadamente, por
despertar la huella mnémica de esos traumas de la infancia, huella que no deviene entonces
consciente, si no que conduce al desprendimiento de afecto y a la represión.
A esta diferencia en las constelaciones etiológicas se debe que la neurosis obsesiva parezca
preferir al sexo masculino. Por lo demás, Freud haya un trasfondo de síntomas histéricos en
todos sus casos de neurosis obsesiva. Conjeturando que esta conjugación es acorde a la ley y
que una agresión sexual prematura presupone siempre una vivencia de seducción.
En un primer período (período de la inmoralidad infantil) ocurren los sucesos que contienen el
germen de la neurosis posterior. Pone término a este período el ingreso en la maduración
sexual. Ahora, el recuerdo de aquellas acciones placenteras se anuda un reproche, y el nexo
con la vivencia inicial de pasividad posibilita, reprimir este reproche y sustituirlo por un
síntoma defensivo primario. Escrúpulos de la conciencia moral, vergüenza, desconfianza de sí
mismo, son esos síntomas, con los cuales empieza el tercer período, de la salud aparente
(defensa lograda).
Las representaciones obsesivas no tienen curso psíquico forzoso a causa de su valor intrínseco,
sino por el de la fuente de que provienen o que ha contribuido a su vigencia. Una segunda
plasmación de la neurosis obsesiva se produce si lo que se conquista no es el contenido
mnémico reprimido, sino el reproche, reprimido igualmente.
Entonces el reproche (por haber llevado a cabo en la infancia la acción sexual) se muda
fácilmente en vergüenza (de que otro se llegue a enterar), en angustia hipocondríaca (por las
consecuencias corporalmente nocivas de aquella acción reproche), en angustia social (por la
pena que impondrá la sociedad a aquel desaguisado), en angustia religiosa, en delirio de ser
notado (miedo de denunciar a otros aquella acción), en angustia de tentación (justificada
desconfianza en la propia capacidad de resistencia moral), etc.
Junto a estos síntomas de compromiso, que significan el retorno de lo reprimido, y con él, un
fracaso de la defensa, la neurosis obsesiva forma una diversidad de síntomas. Y es que el Yo
procura defenderse de los retoños del recuerdo inicialmente reprimido, y en esta lucha
defensiva crea unos síntomas que se podrían agrupar bajo “defensas secundarias”. La defensa
secundaria frente a las representaciones obsesivas puede tener éxito mediante un violento
desvió hacia otros pensamientos.
Es preciso que la paranoia posea un particular camino o mecanismo de represión, así como la
histeria lleva a cabo esta por el camino de la conversión a la inervación corporal, y la neurosis
obsesiva por sustitución (desplazamiento a lo largo de ciertas categorías asociativas).
SEÑORA P
A tal fin, partí de la premisa de que en la paranoia, como en las otras dos neurosis de defensa
con que yo estaba familiarizado, había unos pensamientos inconscientes y unos recuerdos
reprimidos que, lo mismo que en aquellas, podían ser llevados a la conciencia venciendo una
cierta resistencia; y la enferma corroboró enseguida esa expectativa, pues se comportó en el
análisis como lo haría una histérica, y, reconcentrada bajo la presión de mi mano, produjo unos
pensamientos que no recordaba haber tenido, que al principio no entendía y que contradecían
su expectativa. Así quedaba probada también para un caso de paranoia la ocurrencia de unas
representaciones inconscientes sustantivas, y ello me daba derecho a esperar que podría
reconducir la compulsión de la paranoia igualmente a una represión. Lo peculiar era que la
mayoría de las veces ella oía o alucinaba interiormente, como sus voces, las indicaciones que
provenían de lo inconsciente.
Aquí como allí se ha comprobado que la represión es el núcleo del mecanismo psíquico; lo
reprimido es en ambos casos una vivencia sexual infantil. También en esta paranoia, toda
obsesión proviene de una represión; los síntomas de la paranoia admiten una clasificación
semejante a la que se probó justificada para la neurosis obsesiva.
Una parte de los síntomas brota igualmente de la defensa primaria, a saber: todas las ideas
delirantes de la desconfianza, la inquina, la persecución de otros.
En cuanto al tercer grupo de los síntomas hallados en la neurosis obsesiva, los síntomas de la
defensa secundaria, no se los halla presentes como tales en la paranoia; en efecto, contra los
síntomas que retornan y que hayan creencia, no se hace valer defensa alguna. Como sustituto
de ello, hallamos en la paranoia otra fuente para la formación de síntoma; las ideas delirantes
que llegaron a la conciencia en virtud del compromiso (síntomas del retorno [de lo reprimido])
proponen demandas al trabajo de pensamiento del yo hasta que se las pueda aceptar exentas
de contradicción.
En el extremo motor está el sistema que dirige nuestra vida despierta y decide sobre
nuestra actividad voluntaria. Se trata de dos sistemas separados por la censura.
Freud piensa en una circulación progresiva de las cargas y en otra regresiva. La primera
dará cuenta, por ejemplo, del pensamiento, que está comandada por el proceso
secundario del sistema preconsciente; pero en el sueño señala un movimiento
regresivo; la energía recarga huellas inconscientes.
Diferenciar censura de defensa.
La idea de censura en la Interpretación de los sueños, entonces, consiste en una
barrera selectiva entre los sistemas inconsciente/preconsciente-conciencia que recurre
a los procesos de deformación tales como el desplazamiento, la condensación, la
omisión, la transformación en lo contrario, para enmascarar el contenido de los
deseos.
La censura existe tanto en la vida onírica como en la vigilia. Las tendencias que ejerce
la censura son las que aparecen como juicios en la actividad despierta del que sueña.
La “barrera selectiva”, que funciona durante la vigilia de determinada manera y se
relaja en el sueño, se objetiva en un tratamiento bajo la forma de resistencias a
recordar.
En la interpretación de los sueños, el conflicto ocurre entre los sistemas inconsciente y
preconsciente-conciente, ya que en el aparato psíquico existen dos instancias
constitutivamente escindidas, separadas por una barrera: la censura, que tiene función
selectiva.
La idea capital que se pone en juego es la de que los sueños son realizaciones de
deseos inconscientes reprimidos que siguen el siguiente modelo: deseos sexuales
reprimidos/relajamiento de la censura durante la actividad onírica/formación de un
producto transaccional: el sueño. Este modelo le permitirá considerar que los síntomas
de la histeria y tal vez todo producto de la neurosis puedan ser pensados según el
modelo de la realización de deseos.
La idea de realización pone de manifiesto una trama de representaciones en la que
operan mecanismos tales como la condensación, el desplazamiento, la figurabilidad y
la elaboración secundaria. Los deseos se realizan en imágenes predominantemente
visuales incomprensibles para el yo.
En el trabajo del sueño un deseo sexual reprimido queda transferido a restos diurnos
que le sirven a los fines de la deformación según las leyes de la condensación y
desplazamiento, sobre esto opera la elaboración secundaria y, como producto de este
trabajo, aparece el contenido manifiesto del sueño.
La transacción supone un compromiso entre dos sistemas en conflicto, porque hay
contenidos de deseos que no pueden aparecer salvo que sean deformados.
En el sueño buscan realizarse los deseos sexuales infantiles, porque lo que la represión
les niega es el acceso a la conciencia, a quedar elaborados en el comercio asociativo
consciente, es decir que niega el acceso a la palabra. A partir de ese conflicto se
impone una cierta deformación para que ese deseo se torne irreconocible y se realice.
Tal es el logro del trabajo del sueño: elaboración secundaria-camino progresivo-
contenido manifiesto del sueño.
La elaboración secundaria es la respuesta del sistema preconsciente-conciente a todas
las incongruencias, y tiende a evitar las imperfecciones dándole una forma adecuada al
proceso secundario. Más coherente para relatarlo y menos comprensible para el
sujeto.
La transacción que se sirve de la condensación y el desplazamiento supone una
relación con la ley, por lo que necesita desplazar y sustituir. Si esto fracasa, aparece el
sueño de angustia, que es el último recurso del aparato para imponer una
deformación.
En el sueño de angustia típico (la pesadilla), cuando no se logra alcanzar la
deformación, aparece la angustia y el despertar.
La forma de pensar los productos oníricos, los de las neurosis parte de la idea de la
existencia de sistemas heterogéneos con leyes e intereses propios, que entran en
conflicto respecto de la formulación de deseos. A partir de ese conflicto, se impone
una cierta deformación para que ese deseo se torne irreconocible y se realice. Tal es el
logro del trabajo del sueño.
MECANISMOS DE FORMACIÓN DEL SUEÑO, MECANISMOS DE FORMACIÓN DE
SÍNTOMA
En la conferencia N° 28 escribe “Los sueños de los neuróticos nos sirven, como sus
operaciones fallidas y sus ocurrencias libres, para dar cuenta del sentido de los
síntomas y descubrir la colocación de la libido”.
La función del soñar o el soñar nos muestra, en la forma de realización de deseo, los
deseos que cayeron bajo la represión y los objetos a los cuáles quedó aferrada la libido
sustraída al yo.
El estado de dormir se caracteriza por el retiro de la libido del mundo exterior a causa
del deseo de dormir del yo.
Freud se maneja con ciertos modelos normales para dar cuenta desde allí de lo
anormal.
El trabajo del sueño le permite a Freud pensar la psicopatología, siendo la función del
soñar un producto normal.
Cuando dice que el sueño no es un producto patológico, esta mostrando que se basa
en fenómenos normales para explicar qué pasa en la patología desde el ámbito de los
mecanismos psíquicos en juego o no, por ejemplo, desde la debilidad de la conciencia.
Al mismo tiempo, afirma que el sueño es un producto patológico y lo coloca en la
serie: “sueño - síntoma histérico - representaciones obsesivas - ideas delirantes”.
Vemos que los límites entre lo normal - anormal, vacilan. No obstante, Freud aclara
que el sueño se diferencia de los demás en términos de esta serie por su condición
efímera y su génesis en circunstancias correspondientes a la vida normal, el estado de
reposo. En dichas circunstancias se genera un relajamiento de la censura psíquica que
posibilita que se produzca una formación sustitutiva del deseo inconsciente bajo la
forma de una realización de deseos.
La idea de la cual Freud parte en este modelo de sueño, para dar cuenta de la neurosis.
Considera que “el mecanismo psíquico del que se sirve la neurosis no es creado por
una perturbación patológica, sino que se encuentra dispuesto en el edificio normal del
aparato anímico”.
El estudio del sueño se convierte en la vía de acceso más cómodo para el conocimiento
del inconsciente reprimido.
La persona sana posee en su vida anímica aquello que posibilita tanto formación del
sueño como la formación de un síntoma: el sistema del inconsciente.
El sueño se crea en un estado del dormir, que tiene una condición efímera, es igual
que un síntoma pero la diferencia es que no anula al sujeto en su capacidad de
producir ni de gozar.
Cuando en el estado de reposo aparecen contenidos reprimidos que amenazarían con
despertar al yo, se le ofrece a esto repreimido una realización alucinatoria bajo la
forma del sueño y, de esa manera, se sigue durmiendo. El sueño preserva la función
del dormir, por eso Freud define al sueño como “el guardián del dormir”.
La vida onírica, igual que los síntomas, nos permiten el acceso a las vivencias infantiles
inconscientes.
Cuando fracasa este cumplimiento de deseo, podemos encontrarnos con fenómenos
tales como el insomnio y/o el sueño de angustia.
El sueño de angustia es un sueño que despierta al sujeto con un acceso de angustia.
Cuando el aparato psíquico queda sin recursos para esta deformación, apela a
despertar al yo como último intento de deformación.
Cuando uno no se acuerda nada al otro día es cuando mejor queda garantizado el
dormir. Al yo no le interesa recordar el sueño. Podemos equiparar el olvido del sueño a
las amnesias de los pacientes histéricos.
Los mecanismos de formación del sueño son paradigmáticos. Estos mecanismos
ayudan a Freud a pensar innumerables problemas psicopatológicos.
Uno de los rendimientos del trabajo del sueño es la condensación cuyo trabajo puede
identificarse tanto en el sueño como en un acto fallido.
El mecanismo de condensación lo encontramos en los actos fallidos, en los sueños, en
los chistes y en los síntomas. Un síntoma compagina varios sentidos que corresponden
también a sistemas diferentes.
Tanto la condensación como el desplazamiento muestran que hay pensamientos
latentes que son transformados por el trabajo del sueño en un nuevo producto
irreconocible.
Las primeras definiciones que da Freud de “transferencia” nos remite al modo en que
el deseo se transfiere de una representación a otra, disfrazándolo.
Otro de los rendimientos del trabajo del sueño es el desplazamiento. Describimos la
condensación por ese modo de compaginar varios sentidos. A diferencia, el
desplazamiento es una operación que produce un descentramiento de los valores
psíquicos.
Tanto la condensación como el desplazamiento es la obra de la censura. La censura
que desfigura en el sueño es el mismo poder psíquico que produce amnesia en la
histeria, que produce el olvido del sueño y que encontramos en los delirios. En los
últimos, Freud nos dice que ahí la censura se comporta de una forma más brutal.
Así como el trabajo del sueño se da en el inconsciente, la censura se ubica en el límite
entre el sistema preconsciente y el inconsciente. Es una especie de barrera selectiva.
Otro de los mecanismos de la formación del sueño es la transformación de los
pensamientos en imágenes visuales.
SUEÑO Y PSICOSIS
Otra noción importante es la regresión.
Freud dice que el sueño “es una psicosis inofensiva”.
En las psicosis se presentan con frecuencia alucinaciones. Las alucinaciones en el sueño
están garantizadas por el estado del dormir, el cual permite que el yo retire las cargas
de objeto y pueda realizar en camino regresivo habiendo parálisis motora. En cambio,
las de las psicosis se dan en el estado de vigilia.
El apartamiento de la realidad en el estado del dormir es una función normal, pero en
las psicosis puede darse de dos maneras: a) cuando toma fuerza preponderante el
inconsciente y sojuzga a lo preconsciente; o b) cuando la realidad se ha hecho tan
insoportable y penosa que el yo amenazado se arroja a los brazos de la psicosis.
Al respecto relata el caso de una psicosis alucinatoria. Se trata de una señora que
habiendo perdido a su hijito acuna un trozo de madera, alucinando que su hijo vive. Un
hecho doloroso puede ser motivo de desencadenamiento de una psicosis, un
apartamiento de la realidad, a diferencia del inocuo apartamiento de la realidad que
produce el estado del dormir.
La censura exige que para que los pensamientos latentes accedan a la conciencia
deban ser deformados. esto ocurre tanto en el sueño como en el síntoma. En esta
deformación trabaja la condensación, el desplazamiento, la figurabilidad y la
elaboración secundaria. Estas formas de desfiguración responden a la censura. Estos
mecanismos operan en la formación de síntoma, por eso son el paradigma de las
neurosis, ya que para la formación de un síntoma neurótico no se necesita de un
mecanismo distinto de los que ya disponía el aparato psíquico. En los síntomas
neuróticos, la condensación y el desplazamiento funcionan de distinta manera de
acuerdo al resultado clínico. En los casos de síntomas histéricos, el desplazamiento se
apoya en ciertas perturbaciones corporales reforzándolas, perturbaciones que van a
usarse como símbolos deformados de satisfacciones sustitutivas. Esto que pasa con el
cuerpo en la histeria para con el pensamiento en la neurosis obsesiva.