Está en la página 1de 14

TEMA 1: CONCEPTO DE PSICOPATOLOGÍA

Índice:

1. Concepto de psicopatología y objetivos


2. Definición de anormalidad
2.1 Distintas aproximaciones
2.2 Criterios más utilizados
3. Conceptos relacionados
4. Modelos explicativos
5. Investigación en psicopatología

1. Concepto de psicopatología y objetivos

Es la ciencia de la conducta desviada que se basa en la psicología experimental y trata de encontrar las leyes
generales que permitan explicar los distintos tipos de conducta desviada (anómala).

Dicha ciencia se construye interdisciplinarmente, es decir, se nutre de las aportaciones de diversas disciplinas
científicas como la antropología, la psicología social, la psicología del desarrollo…

Los objetivos son:

o Observar, describir y clasificar los distintos trastornos que existen.


o Explicar los procesos que afectan a su desarrollo y mantenimiento.
o Encontrar la causa de dichos trastornos.
o Predecir la evolución de los mismos.

Para conseguir estos objetivos ha de utilizar procedimientos propios de la psicología científica y en especial, de
la psicología experimental.

Se caracteriza por ser una disciplina muy básica (base sobre la que se desarrolla la práctica clínica), encargada
de proporcionar tanto a la psicología clínica como a la psiquiatría un cuerpo teórico que permita a ambas
comprender el significado de los trastornos, y aprovechar estos conocimientos en la práctica clínica.

Se han observado diferencias entre los campos de estudio de la psicopatología y la psicología clínica:

 Psicopatología: se basa en un enfoque nomotético (se centra en la descripción general de las


alteraciones de conducta y en investigar los mecanismos causales. Busca leyes generales).
 Psicología clínica: se basa en un enfoque idiográfico (se centra en el tratamiento del ser humano
individual utilizando recursos terapéuticos aportados por la psicología).

2. Definición de anormalidad

En el lenguaje cotidiano, el termino anormal se refiere a algo que es irregular, diferente, inesperado, desviado
(estadística), irracional… es decir, no pronosticable, pero en psicopatología definir este concepto es más difícil.

La anormalidad lleva consigo un matiz de urgencia para solucionar los graves problemas que con frecuencia
supone. Así, han aparecido diferentes aproximaciones al concepto de anormalidad (que van desde la magia y la
religión hasta el conocimiento científico).

2.1 Distintas aproximaciones al concepto de anormalidad

2.1.1 Anormalidad entendida como enfermedad mental. Modelo médico

Entender la anormalidad como una enfermedad mental tiene su origen en 3 momentos de la historia:

→En el siglo XIII se trató de sustituir los enfoques basados en criterios morales o sobrenaturales (ej castigo
divino) para explicar la psicopatología, por unos postulados más científicos y humanistas.
→El contexto organicista que dominó en el siglo XIX: se observó que determinados trastornos de la conducta
(pensamiento, lenguaje, memoria…) se debían a la presencia de ciertos daños cerebrales. Así, una persona seria
clasificada como “enferma mental” si presentaba unos síntomas que se adecuaban a los especificados para
cada síndrome.

→Mitad del siglo XX aparecen en el mercado los psicofármacos. Iguala esta especialidad de la medicina al resto
de especialidades.

El concepto de enfermedad implica un origen y unas causas (etiología), un conjunto de síntomas, un curso y un
pronóstico, así como una determinada respuesta al tratamiento. Además, implica la localización de una
alteración en el cerebro o en el SNC. No obstante, al no encontrar localizaciones orgánicas de todos los
trastornos, Freud ideó el concepto de “trauma psicológico”.

Sin embargo, el concepto de enfermedad mental no se sostiene si examinamos la definición de enfermedad


física. Es decir, el concepto de enfermedad mental ni cumple los criterios que se exigen a una enfermedad, ni
existe un órgano denominado mente que pueda enfermar. Como ha señalado Szasz (1973), las enfermedades
mentales ni son enfermedades ni son mentales.

Para Costa y López, las conductas anormales que durante siglos habían sido consideradas como señal de
brujería, de posesión diabólica o de castigo divino van a experimentar un cambio radical en la categorización
social y van a ser definidas como enfermedades. Quien manifieste este tipo de conductas se le va a asignar el
estatus de enfermo mental, con todas las equivalencias que la sociedad de entonces y de ahora otorga a la
palabra enfermedad. Por ej:

 Todo lo que la persona haga a partir de ahora, es un indicador de su enfermedad. Sus conductas son
“síntomas”.
 El hecho de que todo lo que diga o haga la persona diagnosticada como enferma pueda ser
interpretado como un síntoma, sitúa a la persona en una profunda indefensión y pérdida de poder y
de control sobre su propia vida.
 Estos enfermos deben ser tratados y curados por su bien, aunque no lo deseen (tratados por la fuerza).
 Si la conducta está causada por su enfermedad se reduce la responsabilidad.

Otros autores señalan los problemas psicológicos como entidades de carácter histórico social y no biológico,
por tanto, estos se deberían más a los problemas de la vida y a la forma de lidiar con ellos.

Debido a los cambios que ha habido en la incidencia y la forma de manifestación de ciertas enfermedades
mentales, Rodríguez Testal y Mesa Cid nos plantea que el fenómeno de enfermedad mental tiene un carácter
histórico social más que biológico. Otro punto a destacar es que cuanto más biológica es la causa de un
trastorno, más estable en la historia es su incidencia y viceversa.

2.1.2 Movimiento antipsiquiátrico

La definición de anormalidad del movimiento antipsiquiátrico es más bien una antidefinición, una negación
radical de la anormalidad.

Desde este punto de vista el ser humano nace con múltiples potencialidades; y a lo largo de su desarrollo va a
recibir innumerables influencias por parte de instituciones como la familia, la escuela, ... que van a convertirlo
en un ser normal o en un ser vacío, alienado. Si estas influencias son opresivas, algunas personas reaccionan
contra ellas defendiéndose a través de la imaginación y la fantasía.
Se trata de una ruptura de su relación con el mundo, incluso consigo mismo. A partir de aquí serán catalogados
como enfermos mentales y serán alojados en manicomios.

El problema, por tanto, no está en el/la paciente sino en las interacciones con su medio social.

Por otra parte, la persona no es la que está enferma, no es la que enloquece, sino que es la sociedad la que está
enferma. Además, consideran que la psiquiatría tradicional ha sido la culpable de perpetuar un estado de
represión en el enfermo mental. De ahí que se haya producido un rechazo a todo lo que se deriva de la
psiquiatría tradicional (hospitales, terapias, clasificaciones, ...) y una de las soluciones propuestas fue la política
de desmantelamiento de los hospitales psiquiátricos.

Pero los planteamientos antipsiquiátricos acabaron restringiéndose a un único tipo de anormalidad (la
"locura"): la esquizofrenia. Se trata, por tanto, de una visión muy limitada de lo que es la Psicopatología.

Desde esta aproximación se ha sostenido que el concepto de enfermedad mental es una etiqueta que se utiliza
para mantener el poder médico. Consideran ilegítimo el uso de diagnósticos basándose, principalmente, en 2
argumentos:

1. Razones éticas, epistemológicas y prácticas: Se plantean las consecuencias de la estigmatización social que
sufren las personas diagnosticadas y el uso de los diagnósticos como medio de control social.
Otros autores, en cambio, plantean que no es un concepto equivocado, sino que más bien se hace un mal uso.

2. Razones que afectan a la propia naturaleza del trastorno: Szasz (1974) sostiene que el concepto de
enfermedad mental es puramente metafórico y se utiliza para calificar a aquellas personas que se desvían de
las normas sociales, sin que se pueda demostrar la existencia de lesión orgánica alguna. Otros investigadores
consideraban que es necesaria una lesión física que implique una limitación funcional para confirmar un
trastorno.

2.1.3 Anormalidad como emergencia psiquiátrica y exposición a un tratamiento

La anormalidad se diagnostica cuando el individuo está ingresado en un hospital y está recibiendo un


tratamiento. Se selecciona a sujetos clínicos ingresados y se comparan sus síntomas, a pesar de no poseer
criterios homogéneos.

En el hecho de ingresar en un hospital o recibir algún tipo de tratamiento inciden una serie de variables tales
como: la disponibilidad de camas, los recursos económicos de la persona, la política asistencial que se lleve a
cabo en salud mental, la normativa legal, la actuación de los profesionales, además del tipo de
síntomas/anomalías que presente la persona.

Necesitamos, por tanto, un criterio para determinar quién necesita un tratamiento psicológico y quién no. No
podemos olvidar que muchas personas presentan problemas psicopatológicos y no son hospitalizados ni
reciben tratamiento. Según el estudio europeo dirigido por Wittchen et al, el 32.8% de los europeos sufre un
trastorno mental, pero solo un tercio de ellos recibe tratamiento.

2.1.4 Anormalidad como conducta aprendida

La anormalidad considerada como conducta aprendida ha pretendido ser una alternativa al concepto de
enfermedad mental.

Según Gil, desde este punto de vista, las conductas desadaptadas son conductas aprendidas, y el desarrollo y
mantenimiento de una conducta mal adaptada no difiere del desarrollo y mantenimiento de cualquier otra
conducta. Es decir, no se habla de enfermedades sino de alteraciones de conducta, surgidas en situaciones
determinadas y dependientes de condiciones concretas.

Son alteraciones no sintomáticas. La conducta es lo importante, no es un síntoma.

Con el objeto de determinar cuándo una conducta es normal y cuando no lo es, se han establecido algunos
parámetros: la frecuencia, la duración, la intensidad, la situación en la que ocurre una conducta, así como la
topografía (forma) de la conducta.

Entre los postulados básicos de este acercamiento a la anormalidad podemos citar:

 Objetividad: centrado en fenómenos objetivos y cuantificables, así como en las relaciones causales
entre el ambiente y la conducta.
 Rechazo del concepto de enfermedad: no habla de síntomas ni de causad subyacentes a los síntomas.
 Principios de aprendizaje: entiende los problemas psicopatológicos como conductas desadaptativas
aprendidas a través de la historia del individuo.

2.1.5 Aproximación socio-cultural al concepto de anormalidad

¿LA ANORMALIDAD ES UN PRODUCTO ESPECÍFICO DE CADA CULTURA O ES UNIVERSAL, INDEPENDIENTE DE


LA CULTURA?

Intentar esclarecer el rol que los factores culturales juegan en la etiología, expresión y evolución de los
trastornos mentales ha sido el objetivo de diversas líneas de investigación. La cultura, proporciona un marco
interpretativo y da forma a la experiencia y expresión de los síntomas o malestar psicológico.

La concepción socio-cultural de la anormalidad concibe 2 posiciones:

 Posición absolutista (Kraepelin): propone una definición de anormalidad universal y en consecuencia


utilizan criterios e instrumentos de evaluación occidentales, sin tener en cuenta las peculiaridades de
cada cultura. Esta universalidad cultural ha conducido a la creencia de que un trastorno como la
depresión es semejante en todos los lugares del planeta en origen proceso y manifestaciones.
Esta postura ha sido criticada como un ejemplo más del imperialismo psiquiátrico.

 Posición relativista: se parte de la idea de que cada cultura es peculiar y única, con lo cual, no se podrían
utilizar conceptos, diagnósticos ni esquemas occidentales. El relativismo tiene su origen en la tradición
antropológica y subraya la importancia de la diversidad en la manifestación de los síntomas de
anormalidad.

Surge ante este antagonismo ideológico una 3ª vía que trata de reconciliar ambas teorías tratando de
establecer que es, en cada sociedad, lo funcional o adaptativo. Los trastornos se dan en todos los contextos
culturales y sociales y en función de esto, sus síntomas y su evolución son diferentes. No obstante, esta vía
supondría problemas metodológicos tales como la elección de instrumentos de evaluación, formato de
entrevista e incluso las opciones de respuesta.

Si entendemos la cultura como "una serie de conductas aprendidas (no sólo música, arte, instrumentos -
productos materiales, sino también creencias, valores, expectativas, ...) que se transmiten de generación en
generación con el fin de lograr la adaptación, crecimiento y ajuste humano", parece lógico concluir que la
cultura también pueda ayudar a moldear lo patológico. Así se han propuesto una serie de factores que, a través
de la cultura, pueden influir en la aparición de conductas patológicas.

¿CÓMO PUEDE INFLUIR LA CULTURA EN EL DESARROLLO DE PSICOPATOLOGÍA?

 Determinando los criterios de anormalidad (permisividad)


 Favoreciendo estresores que sobrepasen la capacidad para hacerle frente.
 Configurando perfiles de personalidad caracterizados por un pobre ajuste a las demandas del entorno
en el que vive la persona.
 Influyendo en percepciones sobre la causalidad y Controlabilidad de la enfermedad.
 Determinando patrones sobre como expresar y experimentar la enfermedad.

Otras formas de influencia de la cultura sobre las conductas patológicas son:

 Puede influir en la aceptación o rechazo de un diagnóstico y la adherencia a los tratamientos, lo que


afecta al curso de la enfermedad y la recuperación.
 La cultura puede proporcionar estrategias de afrontamiento que mejoren la capacidad de recuperación
en respuesta a la enfermedad.
Los estudios interculturales parecen poner de manifiesto que existen ciertos patrones de comportamiento
anómalos y experiencias perturbadoras específicas de una cultura determinada. A estos patrones de
comportamiento se les conoce como síndromes dependientes de la cultura.

En el desarrollo de lo psicopatológico hay que tener en cuenta que influyen no sólo variables de tipo psicológico
y biológico sino también variables de tipo ambiental y cultural.

PARA REFLEXIONAR:

Kleinman y Cohen (2000), contrarios al planteamiento absolutista, señalan que el progreso en la mejora de la
salud mental en los países en vías de desarrollo ha de vencer la resistencia de mitos muy arraigados:

Uno de estos mitos es que la enfermedad mental se presenta con similares grados de frecuencia en todo el
mundo. Al mismo tiempo, en otros sectores existe la creencia de que los trastornos mentales en países en vías
de desarrollo podrían catalogarse incluso de triviales. Pero lo cierto es que los trabajos de la antropología
psiquiátrica y la psiquiatría cultural refutaron ya en los años cincuenta (del siglo XX) la noción de que los
problemas de salud en estos países fueran triviales.

Alexander Leighton y sus colegas, comprobaron que entre los miembros de la tribu de yoruba (Nigeria) había
mayores tasas de depresión que entre la población del condado de Nueva Escocia. Estudios posteriores
descubrieron que mujeres que vivían en zonas rurales de Uganda tenían mayores tasas de depresión y más
grave, que las mujeres de los suburbios londinenses.

Investigaciones estadísticas realizadas en China y Taiwán han encontrado una muy extendida presencia de
trastornos neuropsiquiátricos. Y los profesionales de este campo acabaron por aceptar que los trastornos
psiquiátricos están presentes en todos los lugares del planeta.

Muchos datos sostienen que la incidencia y los síntomas de los trastornos varían mucho de una cultura a otra,
entre clases sociales, entre sexos, e incluso entre los diferentes niveles socioeconómicos.

Diferencias entre sexos: un estudio de la OMS que abarcó 14 países demostró:

 Que el número de mujeres con depresión casi duplicaba la cifra de varones.


 En Santiago de Chile, el riesgo de depresión femenina casi quintuplicaba al de los hombres.
 En China las mujeres padecían trastornos neuróticos en una proporción nueve veces superior a la de los
hombres.
 La tasa de suicidio en China dobla a la norteamericana.

Actualmente se acepta que existen determinadas psicopatologías que parecen ser propias de determinadas
culturas y que no se dan en Occidente:

- Amok: frenéticos arrebatos de violencia contra personas y cosas

-Latah: repetición de palabras y movimientos en repentinos accesos de terror.

Pero los investigadores no están dispuestos a conceder que trastornos como la anorexia nerviosa, el trastorno
de personalidad múltiple y la agorafobia, sean síndromes vinculados a la cultura de occidente. Así pues, quizás
las 3/4 partes de los trastornos descritos en los sistemas de clasificación actuales, sean exclusivos de
Norteamérica o muy característicos de ella.

Pero quizás la actitud más perjudicial es aquella en la que está establecida la base de conocimientos en este
campo, datos obtenidos casi exclusivamente a partir de casos norteamericanos y europeos. Pretender que
puedan aplicarse con eficacia al 80% de la población mundial que vive en Asia, África y Sudamérica, así como las
comunidades de emigrantes que viven en Norteamérica y Europa, es un ejemplo más del imperialismo
psiquiátrico (posición absolutista).
ESTEREOTIPOS SOBRE LOS TRASTORNOS MENTALES:

Los problemas mentales que probablemente lleguen a la atención de los profesionales de la salud mental son
afectados de manera poderosa por muchos factores.

Existe considerable evidencia que sugiere que el condicionamiento social, factores culturales, influencias
sociopolíticas y prejuicios diagnósticos pueden afectar a la identificación y manifestación de un trastorno de
conducta.

I. Condicionamiento social: educación, valores interiorizados, como se espera que nos comportemos para
satisfacer nuestro rol.
En el caso del género, los papeles que se espera que desempeñemos y lo que se considera una
conducta de rol sexual apropiada o inapropiada puede explicar por qué existen algunas diferencias
entre hombres y mujeres en los trastornos mentales (los hombres han sido educados para satisfacer el
rol masculino (independiente, activo, valiente…). Las mujeres, en cambio son educadas para ser débiles,
empáticas, emotivas…)
II. Valores culturales: la forma de manifestar nuestro malestar. Ej: cultura oriental.
III. Influencias sociopolíticas: prejuicios, discriminación, racismo…
IV. Prejuicios en el diagnóstico: el profesional de la salud no está libre de prejuicios ya que, incluso el más
culto y bien intencionado de los profesionales puede ser víctima del prejuicio del grupo étnico, género y
clase social.
Existen varias formas de prejuicio cuando los clínicos están identificando ciertos trastornos:
-Tendencia a atribuir mayor gravedad de la que tienen a los trastornos de un grupo debido a que su
estilo de vida puede ser diferente al estilo de vida del clínico.
-Minimización de la patología de un trastorno.
-Sobreadiagnósticos: ser de etnia negra puede aumentar las probabilidades de que un paciente sea
diagnosticado erróneamente de esquizofrenia cuando sufre un trastorno bipolar.

Diversos estudios ponen de manifiesto que existen factores de tipo social que se relacionan de forma
significativa con la presencia de algún trastorno mental:

 Edad: las personas jóvenes presentan mayores índices de trastornos mentales.


 Estado civil: las personas separadas o divorciadas y las solteras presentan más trastornos.
 Nivel de educación: las personas con niveles más bajos de educación presentan mayores índices.
 Nivel de ingresos: cuanto más bajo es el nivel de ingresos, más alto es el índice de trastornos.
 Condición laboral: las personas desempleadas presentan índices de trastornos mentales más elevados.
 Contacto con amigos: la falta de contactos sociales se relaciona con índices relativamente altos.
 Satisfacción con las relaciones familiares y de amistad: cuanto más alto es el nivel de satisfacción, más
bajos son los índices de trastornos mentales.
 Felicidad conyugal: cuanto mayor es el grado de felicidad, más bajos son los índices de trastornos.

2.2 Criterios más utilizados

2.2.1 Criterio estadístico

La psicopatología es menos frecuente que la normalidad y se encontraría en puntuaciones extremas en la curva


normal de las distintas características psicológicas analizadas (se trata entonces de diferencias cuantitativas).
Sin embargo, lo infrecuente no tiene porqué ser patológico, como es el caso de los genios.

Este criterio tiene una serie de problemas:

 No tiene en cuenta las diferencias de lugar, normas comunitarias, valores culturales y minorías étnicas y
raciales. Por ej algunos estilos de vida que son aceptables en una ciudad, pueden ser considerados
anormales en una aldea lejana.
 Peligro de confundir normalidad con conformismo social. Por ej las personas con ideas nuevas pueden
ser vistas como candidatos a la psicoterapia por el hecho de no conformarse con la conducta normativa.
 El criterio estadístico puede definir como normales a características bastante frecuentes pero
indeseables. Ej: ansiedad, estrés…
 Es un criterio básicamente descriptivo, con un alcance explicativo escaso. No debe ser utilizado como un
criterio determinante que nos ayude a establecer quien presenta una psicopatología.

2.2.2 Criterio de consenso social

La anormalidad tiene una importante entidad social. La conducta será anormal si transgrede normas sociales.

Se considera psicopatológico aquello que se desvía de las normas sociales establecidas. Por ej: no es normal
masturbarse en público, pero determinados cantantes lo han realizado en el escenario, en algunas de sus
actuaciones.

Según este criterio la psicopatología es más bien una cuestión social, depende del individuo, diagnosticado y
cultura particular.

Un ejemplo de cambios en las actitudes es la sexualidad durante la edad victoriana (se sustituía la palabra
piernas por extremidades).

Problemas:

 Proponer que la anormalidad es una construcción social, adaptada en cada momento.


 Lo patológico solo existe en la mente de quien lo propone.

Y es la investigación transcultural la que ha puesto de manifiesto que lo que en una cultura puede ser normal,
en otra cultura puede ser patológico.

Partiendo de su existencia, la solución propuesta es estudiar y definir, del modo más preciso, las normas en las
que nos debemos basar para evitar ser influenciados por prejuicios y falsa moral.

2.2.3 Criterio de adaptación social/ criterio de eficacia/ criterio de ajuste/ criterio de interferencia en el
funcionamiento

Este criterio hace referencia a si una persona se comporta, siente o piensa como lo hacen los demás
miembros de su sociedad y como los demás esperan que se comporte (se espera que cumpla varios papeles
como estudiante, profesor, hijo…)

Una persona puede ser catalogada de normal o anormal si se adecúa o no al rol social adscrito. Sin embargo,
esto nos lleva a plantearnos que se entiende por adaptación social, y hasta qué punto es sinónimo de salud
mental. Por ejemplo, para un joven que vive en un barrio marginal, puede ser muy adaptativo socialmente
asumir la violencia y la agresión como forma de comportamiento habitual, ya que ello le permite sobrevivir en
condiciones extremas y adversas, actuando de acuerdo con lo que se espera de su rol.

La conducta desviada no es una disfunción ni un trastorno si con ello la persona se adapta a un contexto
particular y hostil.

Como bien señala Belloch e Ibáñez, probablemente fuera más adaptativo para la población alemana asumir
como algo normal la existencia de campos de concentración para judíos e incluso denunciar la presencia de
alguno.

Los problemas emocionales a veces interfieren con el desempeño de estos roles y la ineficacia resultante en ese
rol puede ser utilizada como un indicador de anormalidad.

Un modo de evaluar la eficacia es comparar el desempeño de un individuo con los requerimientos de su rol o
con su potencial. Por ej: si un estudiante presenta un CI de 120 y está fallando en la escuela, algo está pasando,
algo no funciona bien.
Uno de los problemas de este enfoque es que es difícil evaluar con precisión el potencial de una persona.
¿Cómo sabemos si una persona está desarrollando al máximo su potencial?

Dentro de este criterio también podemos incluir todo lo que hace referencia a la pérdida de contacto con la
realidad, es decir, a la presencia de una serie de conductas que son inadecuadas en una situación.

Cuando se habla de interferencia en el funcionamiento se refiere al hecho de que el trastorno que presenta la
persona está causando algún deterioro que interfiere en el desarrollo de la vida cotidiana en una o varias áreas.

Es un criterio muy utilizado en la práctica clínica para determinar si una persona presenta un trastorno mental o
no.

2.2.4 Criterio subjetivo/ criterio de malestar

Es el individuo el que decide sobre su estado de salud. Se trata de una vivencia subjetiva dolorosa; presencia o
ausencia de dolor psíquico. Para determinar el estado de salud de una persona, los profesionales se basan en su
informe (estado de malestar, disgusto e infelicidad, incapacidad para afrontar un problema o buscar una
solución razonable).

El problema es asumir que la persona es siempre consciente de sus problemas, y realmente no siempre es así.
Existen muchos casos, por ej psicosis, retraso mental, fase maniaca de un trastorno bipolar, anorexia nerviosa,
fuga psicógena, alcoholismo… en los que la persona no es consciente de su problema.

No todas las personas que manifiestan sentir malestar pueden ser catalogadas como anormales, incluso aunque
acudan a un profesional.

Una definición subjetiva de anormalidad es el resultado de variables como el grado de disponibilidad de


servicios asistenciales, la permisividad o rigidez social, el conocimiento que tenga la persona sobre temas
médicos y psicológicos y la situación ambiental.

Este criterio por sí mismo no define una conducta anormal. Sentirse mal es algo muy común. La condición
humana implica que el sufrimiento y la angustia forman parte de la vida. Cada vez somos menos capaces de
aceptar que a veces es saludable sentirnos mal como respuesta a las circunstancias de la vida y tendemos a
interpretar el sentirse mal como algo patológico. Pensamos que sentirse mal no solo es patológico sino
socialmente inaceptable.

Uno de los problemas es que no distingue entre psicopatologías y reacciones normales a estímulos estresantes.
Es un criterio insuficiente, pero en la práctica suele ser una fuente de datos imprescindible para el psicólogo.

2.2.5 Criterios no psicológicos

Existe un conjunto de criterios encuadrados dentro del contexto biomédico, en base a los cuales, la conducta
psicopatológica seria el resultado de la alteración de determinadas estructuras o procesos biológicos.

Utilizar este tipo de criterio conlleva adoptar el concepto de enfermedad mental y que los trastornos
psicológicos siempre tienen una etiología orgánica.

Aceptar la existencia de etiología orgánica no implica descartar la unión de ciertos factores psicológicos y/o
sociales en la etiología, en el mantenimiento y/o en las consecuencias que se derivan de sufrir una enfermedad
con causa orgánica.

Las personas somos organismos biológicamente determinados con una historia de aprendizaje dentro de un
contexto social. Lo psicológico y lo biológico son dos aspectos complementarios y necesarios para una mejor
comprensión de la psicopatología.

¿Qué criterio es el más utilizado? Nos parece una actitud ingenua tratar de establecer un único criterio como
elemento definitorio de la anormalidad.
2.2.6 Criterio de peligrosidad social o personal

Es el daño que causa en otros (por ejemplo, las conductas agresivas, violentas), o el daño que la persona se
hace a sí misma.

2.2.7 Pérdida de libertad y de autonomía

El malestar impide a la persona actuar libremente y con autonomía (por ejemplo, los miedos nos encadenan,
la inseguridad nos limita, la dependencia emocional nos aleja de ser personas autónomas…)

PLANTEAMIENTOS A SEGUIR:

I. De acuerdo con la propuesta de Barlow y Durand (2003), se puede definir un TRASTORNO PSICOLÓGICO (o
conducta anormal), como:
→Una disfunción psicológica del individuo asociada con la angustia o deterioro en el funcionamiento y con una
respuesta que no es característica o no se espera culturalmente.

→ ¿Y qué es la disfunción psicológica? Es la ruptura del funcionamiento cognitivo, emocional o conductual (ej
alucinaciones). Como podemos observar, un trastorno psicológico incluye malestar (emocional o físico),
deterioro en el funcionamiento, pérdida de libertad o un riesgo de comportamientos peligrosos y
contraproducentes.

II. Siguiendo a Rosenhan y Seligman (1984), vamos a asumir la concepción multidimensional de la anormalidad.
Esto implica que no existen elementos necesarios ni suficientes para definir la conducta anormal.

La anormalidad de una conducta ha de ser entendida en base a la combinación de varios criterios (malestar
subjetivo, desadaptación, estadístico, ...), aunque en cada trastorno tiene más peso uno u otro criterio.

III. Ninguna conducta es por sí misma anormal, sino que la conducta hay que entenderla siempre, dentro de
un contexto. Es decir, hay que examinar su posible utilidad adaptativa y estratégica. Ej: la conducta de
canibalismo que se dio entre los supervivientes del accidente aéreo de los Andes en 1972, ¿estaría justificada
en función del contexto?

IV. Los elementos que definen una conducta como psicopatológica difieren de la normalidad en grado,
extensión o recuperación. Ej: muchas personas son tímidas, lo cual no significa que sean anormales.

La mayor parte de los trastornos psicológicos son sencillamente una expresión extrema de emociones,
comportamientos y procesos normales. Esto implica que las manifestaciones psicopatológicas difieren por su
gravedad. Por ello creemos que es más correcto adoptar criterios dimensionales para caracterizar a las diversas
patologías.

Proponer un sistema de categorías cerradas corresponde a una forma de ver la realidad que probablemente no
resulta del todo eficaz para entender la naturaleza de los problemas psicopatológicos.

La postura categorial (tradicional): una persona está sana o está enferma mental; TODO O NADA.

La postura dimensional (más reciente): entender la normalidad-anormalidad como un continuo y que todos
podemos localizarnos en un punto de ese continuo.

V. Una psicopatología impide que la persona alcance un desarrollo óptimo a nivel social, afectivo, intelectual
y/o físico e incluso puede representar un obstáculo para el desarrollo de su grupo social. Estas dificultades se
deben a anomalías cognitivas, emocionales, biológicas y comportamentales.

VI. La presencia de psicopatología no conlleva necesariamente ausencia de salud mental. Por ej: lapsus
linguae o que en un examen olvidemos como se llama un determinado autor. Todas estas anomalías son
corrientes, las cuales todos hemos experimentado alguna vez. Existen pues grados de anomalías y no todas
conllevan ausencia de salud mental.
VII. La salud no se puede definir como ausencia de enfermedad, sino como presencia de bienestar físico, social
y mental. La OMS la define como el estado que permite el desarrollo óptimo físico, intelectual y afectivo del
sujeto en la medida en que no perturbe el desarrollo de sus semejantes.

Ante una definición como ésta, podríamos cuestionarnos si realmente hay alguien que esté sano. ¿Quién de
nosotros se atreve a afirmar que está sano si la salud requiere cumplir todos estos requisitos casi imposibles? Es
difícil hablar de salud en términos absolutos; se trata más bien de un estado de equilibrio dinámico y
fluctuante. La salud representa un ideal referido a la autonomía personal, a la falta de restricciones físicas o
psicológicas.

3. Conceptos relacionados

→Signo: indicador objetivo del proceso orgánico y/o funcional anómalo. Es la manifestación objetiva de una
enfermedad. Es observado y/o provocado por el clínico (ej presión sanguínea, fiebre, temblor…).

Presentan ciertas características: son observables, cuantificables, simples (adscritos a un sistema biológico) y
constantes en su duración.

→Síntoma: indicador subjetivo de un proceso orgánico y/o funcional anómalo (ej dolor, sufrimiento, sensación
de vacío…). Es la manifestación subjetiva de una enfermedad. Representa el malestar, los modos de vivenciar
experiencias, sentimientos personales de daño… Corresponden a experiencias privadas.

Los síntomas presentan ciertas características: son menos cuantificables, menos observables, más complejos y
menos constantes en duración que los signos.

Los síntomas no pueden interpretarse sin más. Pueden encontrarse en numerosas personas bajo determinadas
circunstancias, por ej: una persona puede tener alucinaciones porque sufre un grave trastorno mental, pero
también pueden observarse en personas sanas en la fase de transición de la vigilia al sueño, en estados de
aislamiento sensorial, en estados de fatiga, bajo efectos de drogas…

Desde una perspectiva psicodinámica, los síntomas mentales son mecanismos disponibles más económicos y
probablemente lo menos perjudicial.

En los años 60 se inicia una oleada de críticas al concepto de síntoma. Se proclamó su desaparición y la
conducta pasó a ser el único objeto de estudio posible y útil; los síntomas serian conductas desadaptativas
aprendidas. No habría diferencia entre conducta normal y anormal, ambas serian adquiridas por aprendizaje. Se
recuperó el termino de síntoma, pero vacío de su contenido mentalista.

→Síndrome: combinación típica de síntomas y signos que aparecen en forma de cuadro. Es una agrupación de
síntomas (y signos) que se producen de forma conjunta. Frecuente co-ocurrencia.

→Tasa de prevalencia: número de casos totales de una enfermedad, que se han acumulado en un determinado
periodo de tiempo, en una población concreta. Es una medida de frecuencia.

→Tasa de incidencia: número de nuevos casos de una enfermedad que aparecen en un determinado periodo
de tiempo, en una población concreta. Es una medida de frecuencia.

→Curso: es la evolución del trastorno. En la valoración clínica de una alteración mental o del comportamiento,
es importante conocer el comienzo, la finalización, la duración y la periodicidad.

Hay 2 tipos: curso crónico (puede perdurar largos periodos de tiempo. Ej: esquizofrenia) y curso episódico (se
recuperan a los pocos meses, pero en algunos casos podrían volver a aparecer posteriormente. Ej: trastornos
del estado de ánimo)

→Forma de aparición del trastorno: puede ser aguda (comienza súbitamente) e insidiosa (de forma gradual a
lo largo de un extenso periodo)
→Factores causales de los trastornos: no existe un único factor que sea el causante de un trastorno, sino que
es la combinación de varios factores:

o Factores predisponentes: relacionados con un riesgo aumentado de desarrollar un trastorno a lo largo


de la vida de un individuo. Ej: factores genéticos, variables que afectan al embarazo y al parto,
relaciones con los padres en la infancia, apego, personalidad.
o Factores precipitantes: actúan justo inmediatamente antes de producirse el trastorno. Ej: los estresores
vitales (ruptura de parea, muerte de un ser querido, sentencia de desahucio…)
o Factores de mantenimiento: condiciones personales y del contexto que están influyendo en el presente
para que el trastorno se mantenga. Perpetúan el trastorno, lo mantienen. Ej: una interacción familiar
negativa.

→Pronóstico: predicción del curso de un trastorno. Si decimos que el pronóstico es bueno, damos a entender
que el individuo probablemente se recupere y si decimos que no hay un buen pronóstico, el resultado probable
no es muy alentador.

→Comórbido: presencia simultánea en el tiempo, en una persona, de dos o más trastornos independientes en
un mismo sujeto.

→Ajuste premórbido: nivel de funcionamiento psicosocial previo a sufrir algún trastorno/enfermedad. Puede
ser satisfactorio o deficiente.

→Egositónico/egosintonía: congruencia o sintonía entre un comportamiento, pensamiento o emoción y la


propia personalidad del sujeto. Acepta sus pensamientos, emociones y comportamientos, y no cree que sean
indeseables ni los considera manifestaciones de un trastorno.

4. Modelos explicativos de la anormalidad


La importancia de los modelos teóricos de la anormalidad radica en que el hecho de asumir un modelo
determina el tipo de problema que se va a estudiar, los métodos que se utilizan para recoger e interpretar los
datos, así como las soluciones a dichos problemas.

4.1 Modelo médico o biológico

Es el asumido en la Psiquiatría. Defiende que la etiología de los trastornos es orgánica (alteración del cerebro a
nivel funcional o estructural). La etiología (defectos genéticos, metabólicos, endocrinos…) produce una serie de
síntomas (cuadro clínico o síndrome). El tratamiento (fundamentalmente farmacológico) buscaría eliminar la
causa fundamental, no los síntomas.
El modelo médico ha sido criticado por ser excesivamente reduccionista.

4.2 Modelo psicodinámico o intrapsíquico

Está muy influenciado por el modelo biológico. Acepta el concepto de enfermedad mental. El comportamiento
anómalo sería un síntoma de procesos internos subyacentes (conflictos internos no resueltos). El tratamiento
se dirigiría a eliminar la causa, no el síntoma.

4.3 Modelo conductual

La conducta patológica es aprendida. Rechaza los conceptos de síntoma y enfermedad mental. Los factores
ambientales son fundamentales en el origen del trastorno. Este modelo también fue criticado por su excesivo
reduccionismo, al considerar solo los factores ambientales como responsables de la conducta anormal.

4.4 Modelo cognitivo

Concibe al hombre como un ser autoconsciente, activo y responsable (hace planes, tiene objetivos…), que no
depende inevitablemente ni de instintos ni de condiciones ambientales, es decir, admite las variables cognitivas
internas (locus de control, atribuciones, expectativas, creencias…). Los individuos perturbados tienen
pensamientos irracionales y desadaptativos. Las personas, en realidad, originan sus propios problemas por la
manera en que interpretan los acontecimientos y situaciones.

4.5 Modelo social

La conducta anormal refleja la incapacidad de la persona a hacer frente al estrés ambiental. El tratamiento
estará basado, por tanto, en la realización de una serie de cambios sociales. Dentro del modelo social ha
surgido el movimiento de prevención de los trastornos.

4.6 Modelos de integración

La conducta anormal es el resultado de la unión de diversos factores (biología, comportamiento del individuo,
ambiente cognitivo, emocional, social y cultural…). Este modelo no es tan reduccionista, su naturaleza es más
holista.

Ej: modelo de vulnerabilidad (diátesis-estrés).

El concepto diátesis se refiere a la condición que hace que el individuo sea susceptible de desarrollar un
trastorno. La vulnerabilidad es el resultado de la diátesis (genética) y el estrés (tensión del ambiente). Ambos
interactúan para desarrollar un trastorno.

Otro ejemplo es el modelo genes-ambiente recíprocos: los genes pueden aumentar la probabilidad de que una
persona experimente sucesos vitales estresantes.
Por ej una persona con cierta vulnerabilidad a desarrollar fobia a la sangre quizás también tenga un rasgo de
personalidad (ejemplo, impulsividad) que la haga implicarse con más probabilidad en accidentes menores en
los que pueda estar implicada la sangre.

Este modelo ha sido propuesto para explicar cierto tipo de depresión (propensión a buscar circunstancias
problemáticas).

El termino vulnerabilidad se refiere a la probabilidad de que respondamos de manera desadaptativa a ciertas


situaciones. Puede aumentar por:

-La herencia (ej: tener padre esquizofrénico)

-Características de personalidad (ej: tendencia a preocuparse)

-Falta de ciertas habilidades (ej: tomar decisiones en estado de intranquilidad)

-Acumulación de experiencias negativas (ej: haber vivido situaciones traumáticas).

Estos modelos proponen una importante relación entre 3 conceptos: estrés, vulnerabilidad y estrategias de
afrontamiento. El término estrés hace referencia a las reacciones de la persona ante situaciones que
representan exigencias, demandas, cambios. El término afrontamiento se refiere a la forma en que las personas
manejan dificultades y tratan de superarlas.

Por tanto, estrés, afrontamiento y vulnerabilidad están relacionados entre sí:

 A mayor estrés, menor vulnerabilidad se requiere para que una persona presente una conducta
desadaptada (más fácilmente la presentará). Por tanto, mientras menor sea el estrés más vulnerabilidad
se necesita para que se produzca una conducta desadaptada.
 Cuanto mayores sean las habilidades de afrontamiento de una persona, más probable es que pueda
funcionar bien en situaciones para las que es vulnerable.
 Es más fácil y efectivo ayudar a personas a aprender formas de manejar el estrés que cambiar su nivel
de vulnerabilidad (que incluso puede no ser modificable) o eliminar las situaciones estresantes a las que
son vulnerables.
Por muy dominante que sea una predisposición genética determinada, puede no llegar a expresarse en la
conducta salvo que el individuo esté expuesto a determinado tipo de ambiente. Por otro lado, un cierto tipo de
ambiente (negativo) tiene un efecto limitado sobre el desarrollo de un niño a no ser que éste haya nacido con
una determinada genética. La complejísima interacción y retroalimentación entre genes y ambiente son
fundamentales en todo el desorden psicológico.

5. Investigación en psicopatología

Aunque los aspectos metodológicos de investigación en Psicopatología no difieren mucho de los de otras áreas
de la Psicología, tienen algunas peculiaridades:

I. Los sujetos experimentales son personas que, debido a su sufrimiento, necesitan una intervención lo antes
posible y eficaz, lo que conlleva ciertas limitaciones éticas y metodológicas. Normalmente no es posible el
máximo de control experimental, y se hace patente la frecuente necesidad de abordar los problemas de forma
global.

II. El hecho de que los trastornos tengan una larga duración limita las posibilidades de control, que también se
ve limitada por el hecho de que no es fácil asignar aleatoriamente ciertas condiciones experimentales (aspecto
básico de la investigación).

III. La infrecuencia de determinados problemas dificulta la formación de grupos de sujetos con el mismo
problema, lo que podría solucionarse utilizando diseños de caso único.

IV. A veces no es fácil conseguir grupos de sujetos homogéneos; además la homogeneidad podría llevarnos a
grandes errores como emplear muestras no representativas.

V. El tratamiento farmacológico del paciente puede ser una variable contaminadora en la investigación
porque modifica el funcionamiento cognitivo. Y por razones éticas, no siempre es posible retirar la medicación
para realizar la investigación.

La solución sería formar grupos homogéneos en función de las dosis recibidas, pero plantea problemas como
que no se puede controlar las diferencias individuales en la absorción de la misma, ni su interacción con otras
drogas. Otros problemas son:

 La selección de casos tratados (hospitalizados o tratamiento ambulatorio) frente a los no tratados: no es


posible generalizar resultados de una muestra a otra porque influyen otras variables contaminadoras.
 Número de experiencias anteriores con tratamientos (grado de cronicidad).
 Severidad de los síntomas.
 Nivel de motivación de los pacientes.

VI. Uso de análogos experimentales (creación de un fenómeno semejante al que se da de forma natural, pero
en condiciones controladas). Pueden establecerse en varios niveles:

 ANÁLOGO DE SUJETO

Un buen ejemplo es el empleo de animales para el estudio de procesos de aprendizaje, procesos cognitivos que
se dan en el ser humano y permiten conocerlo mejor mediante la generalización (aunque algunos
experimentadores defienden que el ser humano es mucho más complejo).

Otro ejemplo sería la participación de sujetos que no pertenecen a la población clínica (análogo clínico o
subclínico). La población clínica presenta mayor intensidad de los síntomas y menor homogeneidad entre los
sujetos. Además, resulta difícil encontrar análogos para problemas no muy comunes.

 ANÁLOGO DE VARIABLE INDEPENDIENTE (SITUACIONES ANÁLOGAS)

En estos estudios se utilizan VI distintas (con cierta similitud) a las que queremos estudiar, y se generalizan los
resultados a aquellas que se obtendrían utilizando la VI de interés. Estos estudios tienen poca validez externa.
Un ejemplo sería el uso de pequeñas descargas eléctricas como análogos de situaciones aversivas de la vida
cotidiana.

 ANÁLOGO DE VARIABLE DEPENDIENTE (CONDUCTA ANÁLOGA)

Se trata de generar conductas en el laboratorio análogas a las naturales para estudiar su posible etiología
dentro del ambiente natural. Un ejemplo son los estudios sobre indefensión aprendida como análogo de la
depresión.

Los estudios con análogos experimentales tienen ventajas como: permiten un gran control de variables
extrañas, permiten la manipulación de las variables y que los sujetos participantes sean asignados al azar… pero
también tienen limitaciones como la dificultad de garantizar que el análogo presente las características
esenciales del fenómeno natural a estudiar, y que es necesario confirmar la hipótesis en el ambiente natural
después.

El uso de análogos experimentales ha facilitado significativamente la investigación en Psicopatología a pesar de


la amenaza que suponen para la validez externa, que podría subsanarse contrastando los estudios con análogos
con hallazgos en muestras clínicas reales.

Es importante señalar que los problemas mentales tienen efectos muy graves para las personas que los
experimentan (a nivel de sufrimiento, económico y de satisfacción con la vida) y que son una de las fuentes de
mayor injusticia y desigualdad en el mundo industrializado. La magnitud de los trastornos no se corresponde
con los recursos dedicados a su investigación y atención.

Los retos de investigación en salud mental serían:

 Conocer los factores de vulnerabilidad y protección que hacen más o menos probable el desarrollo o
no de problemas de salud mental.
Es importante promover fortalezas psicológicas para ayudar a superar las insuficiencias de los modelos
tradicionales de salud-enfermedad, ya que la salud no solo significa la ausencia de síntomas sino
también tener una vida lo más plena posible.
Por otro lado, los modelos de prevención están reformulando el concepto de “riesgo” genético en
psicopatología. Así, el modelo de sensibilidad diferencial propone que los genes tradicionalmente
considerados de riesgo hacen al individuo más sensible al efecto del ambiente, haciéndole más
vulnerable a la psicopatología en situaciones adversas, y dándole mayor probabilidad de fortalecimiento
personal en condiciones favorables.

 Conocer mejor el curso natural de los trastornos a lo largo del tiempo evolutivo, para saber cuándo es
más oportuno intervenir y cómo prevenir.
Muchos recalcan la importancia de las intervenciones preventivas, ya que la mayoría de problemas
mentales aparecen antes de los 25 años, y si no se previenen o interviene tienden a cronificarse,
hacerse recurrentes (recaídas), ser factor de riesgo para otras alteraciones, relacionarse con otros
problemas…

 Investigar sobre los procesos psicológicos comunes a distintos trastornos específicos (factores
transdiagnósticos) para favorecer el desarrollo de nuevas intervenciones psicológicas.

 Ir avanzando para crear un modelo verdaderamente integrador de la psicopatología multifactorial y


multinivel, que utilice teorías diversas y sea más eficiente al explicar diferentes problemas.

También podría gustarte