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33-Afecciones Psicosomáticas

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Carolina Garcia Mendez


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33- Afecciones Psicosomáticas
Carolina Samantha GARCÍA MÉNDEZ

“La pena que no encuentra desahogo en las lágrimas,


hace llorar otros órganos” (proverbio griego)

Las enfermedades psicosomáticas son ese conjunto de dolencias que no logran ser ex-
plicadas por una entidad patógena exclusiva, son esos cuadros recurrentes, limitantes, que
generan continuos gastos en el sistema de salud, disminuyen la calidad de vida de aquellos
que se encuentran aquejados por estas afecciones y generan múltiples preguntas y sólo es-
casas respuestas.
El término psicosomático fue creado para identificar y nombrar a un conjunto de cua-
dros clínicos, los cuales nos obligan a pensar en el hombre como un ser integral, con una
mente y un cuerpo que sufren y padecen. El término psicosomático deviene e implica una
conjunción: Psyche=Mente; Soma=Cuerpo. A pesar de tener dos acepciones implica una
unidad, los seres humanos somos una unidad psicosomática, la escisión entre psique-soma
es una condición para la aparición de las afecciones psicosomáticas.
En los manuales de Psiquiatría este grupo de cuadros ha sido englobado en distintos tras-
tornos, cambiando en las últimas ediciones su denominación, para el DSM-IV-TR (APA,
1995) su nomenclatura son los “trastornos somatomorfos” y actualmente para el DSM-V
(APA, 2013) son los “trastornos de síntomas somáticos”.
El término “somatización” es utilizado tanto a nivel profesional como coloquial por la
población en general. Una gruesa pincelada sobre este vocablo lo explica como una queja
física, limitante, muchas veces prolongada en el tiempo y reiterada que no logra una com-
pleta y clara explicación en torno a una causa orgánica.
Una de las definiciones de somatización le pertenece a Kleinman y Kleinman (Kleiman,
A. & Kleiman, J. 1986), la definen como “la expresión de malestar social y personal median-
te un idioma de quejas somáticas que lleva a la búsqueda de ayuda médica”. La somatización
puede ser considerada como un trastorno ya que frecuentemente puede englobar a un con-
junto de síntomas (cefaleas, dolores abdominales, dolores articulares, disfonía, alteraciones
sexuales, gastritis y otros) , de inicio en la juventud, más frecuente en las mujeres y que se
caracteriza por una queja reiterada, expresando distintas dolencias y malestares, afectando
diversos órganos y sistemas del cuerpo, que no suelen tener un correlato anatomo-patológi-
co pero si mucha limitación social.
La hipótesis general acerca de las enfermedades psicosomáticas implica plantear que
éstas son condiciones que están íntimamente ligadas a la representación y a los afectos. Ante
la imposibilidad de dar status de representación a un estado afectivo, la carga que inviste

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ese afecto y que no puede ser descargada como estado afectivo, retorna al soma y se expresa
entonces, a través de un modo arcaico de lenguaje corporal orgánico y que puede expresarse
como enfermedad (López Santiago, J. & Belloch, A. 2002).
Cuando la disponibilidad combinada del aparato mental y de los sistemas de compor-
tamiento, se encuentra desbordada, puesta en jaque por una situación nueva, es el aparato
somático el que responde. El rebasamiento de las posibilidades de adaptación corresponde,
en psicosomática, a la noción de traumatismo. El efecto desorganizante final sobre los apa-
ratos mental y somático define al traumatismo (Marty, P. 1990).
El síntoma somático, como el cuerpo aparece ajeno, extraño, ignorando la mente y las
necesidades corporales (Bekei, M. 1991). En un comienzo, muchas manifestaciones somáti-
cas tienen la categoría de una señal de alarma. Todos los individuos pueden presentar “epi-
sodios de somatización”, pero este fenómeno se transforma en una modalidad de funcio-
namiento psicosomático en aquellas personas que por diversos motivos se ve sobrepasada
la capacidad del aparato mental, ya sea por déficit representacional o por estrés ambiental.
El vocablo “alexitimia”, a=falta, sin, lexi=palabras, timia=afecto, implica una dificultad
para expresar los sentimientos a través del lenguaje verbal. Peter Emanuel Sifneos, Psiquia-
tra nacido en Grecia y que desarrolló gran parte de su trabajo en los Estados Unidos, fue
quien reunió todos los rasgos cognitivos y afectivos que presentan los pacientes psicosomá-
ticos en la consulta y caracterizó a este nuevo vocablo. Los sujetos que padecen alexitimia
presentan también dificultades para identificar sus emociones, describirlas, y diferenciarlas
de las sensaciones fisiológicas que acompañan a la activación emocional, presentan pobre
poder imaginativo y escasa capacidad de fantasía, con predominio de un estilo cognitivo
orientado hacia el exterior. El funcionamiento alexitímico es característico de los pacientes
psicosomáticos (Sifneos, P. 1973). Puede considerarse a la alexitimia como un síndrome
clínico, formado por características psicológicas, cognitivas y conductuales (García-Esteve,
L, et al. 1988); algunas de ellas son: dificultad para verbalizar emociones, reconocerlas y
utilizarlas como señales internas, dificultad para localizar las sensaciones corporales, ten-
dencia a la acción como estrategia de afrontamiento, pensamiento concreto desprovisto de
símbolos y abstracciones.
Las enfermedades psicosomáticas no presentan una única causa, sino una multiplicidad
de factores que convergen, el cuerpo se expresa y, a la vez, se enferma por ello, por la im-
posibilidad de poder comunicar en el plano representacional, y ello implica en el lenguaje
verbal, lo que está sucediendo en el mundo de los afectos.
Estos cuadros suelen presentarse en personas que se adaptan al mundo en forma este-
reotipada y rígida, escindiendo su mundo interno, con pérdida de la espontaneidad y de la
capacidad de fantasía y goce.
Las enfermedades psicosomáticas afectan diversos sistemas del cuerpo:
• Sistema respiratorio
• Sistema cardiovascular
• Sistema gastrointestinal
• Sistema dermatológico
• Sistema inmune

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Franz Alexander, nacido en 1861 fue considerado una de los “padres de la Medicina psi-
cosomática”, formó parte del Instituto Psicoanalítico de Chicago y fue uno de los primeros
en mencionar una serie de afecciones de carácter psicosomático, así nacieron las “7 enfer-
medades psicosomáticas de Alexander”, (Alexander, F. 1973):
• Hipertensión arterial esencial
• Bronquitis asmática
• Colitis ulcerosa
• Artritis reumatoidea
• Hipertiroidismo
• Úlcera péptica duodenal
• Neurodermatitis
Para comprender las patologías psicosomáticas se debe reconocer la existencia de una
vulnerabilidad somática, la cual está determinada genéticamente y una vulnerabilidad psi-
cológica que está determinada por las condiciones ambientales en las que el ser humano se
desarrolla. Es una conjunción entre “Natura” y “Nurtura”. Las enfermedades psicosomáticas
pueden presentar situaciones emocionales o factores ambientales como agentes desencade-
nantes. Es por ello que, estos cuadros de naturaleza compleja, requieren de un abordaje que
implica múltiples niveles de intervención y de por sí considera la composición de equipos
orientados en el abordaje interdisciplinario. Por la multiplicidad y polifacetismo sintomá-
tico, las diversas formas de presentación clínica implican considerar múltiples niveles de
complejidad, puesto que su causa está multideterminada por factores, tanto externos como
internos, y ellos determinan la aparición de variadas respuestas endógenas. El gatillo que
dispara la condición, puede ser tanto del orden biológico, así como también por diversos
estados emocionales, psicológicos o condiciones ambientales.
Las enfermedades psicosomáticas pueden diferenciarse de otras afecciones que combi-
nan componentes físicos y emocionales. Las enfermedades psicosomáticas se caracterizan
por presentar alteración funcional y alteración orgánica.
En cambio, otro cuadro que implica poder diferenciarlo de las enfermedades psicoso-
máticas es la hipocondría. Este es un cuadro que presenta un temor intenso a enfermar,
hay una preocupación excesiva por padecer una grave enfermedad, que lleva al individuo
a buscar información y a someterse a estudios y consultas medicas en busca de un diag-
nóstico, muchas veces descreyendo las opiniones profesionales y generando importantes
gastos en el sistema de salud. Este cuadro no presenta alteración funcional ni alteración
orgánica.
La histeria, es una afección en la cual un conflicto psíquico se simboliza a través de
diversos síntomas corporales paroxísticos (crisis emocionales, parálisis, bolo faríngeo, di-
ficultades respiratorias, síntomas cardiovasculares), siendo característico que los síntomas
corporales no sigan las vías neurológicas habituales sino las “supuestas” por el individuo
(Laplanche, J. & Pontalis, J.B. 2004). La histeria también amerita ser diferenciada de las
afecciones psicosomáticas, puesto que presenta como éstas alteración funcional pero no
presenta alteración orgánica.

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Vulnerabilidad Somática
Está determinada por el patrón genético. Algunos genes al interactuar con el entorno,
y bajo determinadas condiciones, son estimulados por circunstancias ambientales, desen-
cadenando entonces respuestas específicas en el organismo. Estas respuestas, se expresarán
de diferente forma en cada individuo, en relación a su propio patrón genético y a su propia
susceptibilidad o vulnerabilidad somática. Habrá una mayor predisposición para la mani-
festación de los síntomas en algunas zonas del cuerpo, es decir, se expresarán los síntomas
a través de los órganos o sistemas más vulnerables. Por ej. la zona de expresión puede ser a
través del sistema respiratorio, otros a través del sistema gastrointestinal, etc. Los fenóme-
nos de estrés activan los aspectos somáticos más vulnerables.

Teoría del Estrés


Diversos aportes y trabajos de distintos profesionales contribuyeron a elaborar, estudiar
y difundir la teoría del estrés, uno de los pioneros fue Walter Cannon (Cannon, W.B. 1935)
quien a principios del Siglo XX desarrolló los primeros trabajos en esta área. Algunos años
más tarde, Hans Selye realizó múltiples experiencias en torno a las respuestas del organismo
ante situaciones desestabilizantes, y postuló el “síndrome general de adaptación” a media-
dos del Siglo XX (Seyle, H. 1976).
Se define estrés como la respuesta inespecífica del organismo ante estímulos, tanto psí-
quicos como físicos, que involucran procesos de adaptación normal y anormal. La principal
respuesta fisiológica es de carácter hormonal: la activación del eje hipotálamo-hipófisis-
suprarrenal. Ante un peligro externo (amenaza de un depredador) el organismo se prepara
para una respuesta de lucha o de huida, actuando el sistema nervioso autónomo (se activa
el tono simpático y se inhibe el parasimpático).
Se describen tres fases como respuesta al estrés:
• Fase de alarma: caracterizada por la detección del evento desestabilizador.
• Fase de resistencia o adaptación: caracterizada por la evaluación de las estrategias de
afrontamiento.
• Fase de agotamiento: Se caracteriza por la presencia de estrés crónico, implica la im-
posibilidad del organismo para hacer frente a esos requerimientos.
La percepción de cada individuo de una determinada situación, su estado general de
salud, su estilo de vida, su historia y los mecanismos de afrontamiento, serán la clave de
cada respuesta. Es importante considerar y evaluar la interacción de un evento estresante o
traumático con la particularidad de cada sujeto, para comprender la gama de respuestas, es
decir, desde la posibilidad de sostener un equilibrio a la aparición de una patología.
Los síntomas psicosomáticos pueden relacionarse con una serie de factores muy di-
versos dentro de ellos encontramos al estrés, muchas veces como agente desencadenante
de un episodio psicosomático. Algunas patologías suelen presentar comorbilidad con los
trastornos psicosomáticos, dentro de estas encontramos a: los trastornos de ansiedad, los
trastornos depresivos, también influyen en el desarrollo de estos cuadros otros aspectos

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como el apoyo social y la autoestima. Bonifacio Sandin (Sandin, B. 1995); (Sandin, B. 1999)
desarrolló un modelo procesual del estrés que relaciona la salud con el estrés psicosocial,
este modelo postula al estrés como la ausencia de equilibrio entre las demandas del contexto
y los recursos que posee el individuo para afrontarlas. Para este modelo, los síntomas son de
suma importancia, plantea que ante factores estresores el individuo puede o no percibir el
estrés, dependiendo de la valoración personal (autoestima), del apoyo social y de la valora-
ción de la situación (amenazante, desafiante, de daño o de pérdida).
Ante la percepción de algún grado de estrés, se producen respuestas emocionales, con-
ductuales y fisiológicas: síntomas psicosomáticos: vértigo, falta de aire, cefaleas, dolores ar-
ticulares y musculares (González Ramirez, M.T. & Hernández Landero, R. 2008).
Las situaciones estresantes, y en particular el estrés crónico pueden ser factores desencadenan-
tes de enfermedades psicosomáticas. Actualmente se plantea la existencia de diversas respuestas
al estrés. Estas respuestas presentan tanto efectos nocivos como a su vez, también protectores. Los
mediadores primarios son el eje hipotálamo-hipofiso-adrenal, las catecolaminas y las citokinas.
El sistema inmunológico juega un rol clave en la respuesta al estrés, esta reacción varía ante
un estrés crónico (se debilita la respuesta inmune) o agudo (se activa la respuesta inmune).

Psiconeuroinmunoendocrinologia
La Psiconeuroinmunologia estudia la interacción entre procesos psíquicos, el sistema
nervioso, el sistema inmune y el sistema endócrino. Distintas disciplinas y especialidades se
articulan interdisciplinariamente para abordar problemáticas de naturaleza compleja que
involucran estos campos de estudio.
El Psiquiatra George F. Solomon la define como “un campo científico interdisciplinar
que se dedica al estudio e investigación de los mecanismos de interacción y comunicación
entre el cerebro (mente/conducta) y los sistemas responsables del mantenimiento homeos-
tático del organismo, los sistemas nerviosos (central y autónomo), inmunológico y neu-
roendócrino. El campo de encrucijada interdisciplinar también se ocupa de las implicancias
clínicas de estas interacciones (Solomon, G.F. 1987).
Los aportes y visiones diversas en estas aéreas, pueden ser una herramienta de gran
utilidad para entender las patologías psicosomáticas, considerando la aparición de este tipo
de enfermedades como una desregulación del sistema psiconeuroinmunoendocrinológico.
La psiconeuroinmunoendocrinologia nos abre una nueva puerta hacia la comprensión
del hombre como un todo, considerando varias aristas en cada cuadro y planteando como
objetivo la búsqueda de respuestas complejas e integrales.

Vulnerabilidad Psicológica
La vulnerabilidad psicológica está determinada por las experiencias psíquicas, las mo-
dalidades relacionales, y las modalidades defensivas que constituyen el psiquismo de cada

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sujeto y que se ha desarrollado durante la línea histórica vital subjetiva individual (Freud,
A. 1936). Los sujetos que durante su desarrollo tuvieron experiencias que han dejado una
huella, ligada a expresiones somáticas arcaicas, presentan una mayor vulnerabilidad psico-
lógica y suelen expresarse a través de estas modalidades somáticas arcaicas, especialmente
cuando se encuentran sometidos a situaciones de tensión o de stress, o cuando no pueden
expresar estados emocionales a través de la verbalización de los mismos.
Sigmund Freud introdujo los primeros conceptos en torno a lo que posteriormente se
convertirá en el marco conceptual general para comprender a las enfermedades psicosomá-
ticas. Estos conceptos implican: las series complementarias (Freud, S. 1917), los mecanis-
mos de defensa (Freud, A. 1936), la multideterminación de causas, la ganancia primaria y
secundaria de la enfermedad (Freud, S. 1926).
La unidad psicosomática del ser humano, es absolutamente compleja e interactiva con
el ambiente, con su historia genética, con su constitución psíquica y con el medio ambiente
con el cual esta interactuando.
En torno a la vulnerabilidad psicológica, para desencadenar fenómenos psicosomáticos,
se han desarrollado diversas teorías, haremos un recorrido histórico sobre algunas de ellas.
Donald W. Winnicott (Pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés, nacido en 1896 y fa-
llecido en 1971) se ocupó de profundizar en el conocimiento de la unidad psicosomática
característica de los infantes y la relación del infant con su madre. Él postuló que durante los
últimos meses del embarazo y las primeras semanas post parto, se produce en la madre un
estado psicológico especial, al que denomino “preocupación maternal primaria”. La mujer
se sensibiliza y adquiere una particular capacidad para identificarse con las necesidades de
su bebé. Este vínculo físico y emocional que se va desarrollando entre la madre y el bebé, fa-
cilita el desarrollo saludable de las capacidades innatas del bebe. El bebé desde que nace está
necesitado de un vínculo interpersonal con figuras significativas que le provean cuidado y
protección, pero que, a la vez, entiendan sus necesidades y respondan acorde a las mismas.
Los niños que durante su infancia precoz no pudieron establecer un vínculo adecuado
con la figura que desempeña la función maternante son más proclives a que dicha unidad
psicosomática se quiebre (Garcia, H. 2000).
Los seres humanos somos una “unidad psicosomática” (Winnicott, D. 1964). Esta uni-
dad es de por sí inestable; puesto que está sometida a constantes e intensas tensiones in-
ternas y presiones externas, tanto del entorno ambiental como del socio-cultural. Cuanto
mayor sea el esfuerzo que deba realizar el individuo para sobrevivir en el ambiente, mayor
será su sobre-adaptación. Esto generará un mayor riesgo para la continuidad de la unidad
psicosomática y en consecuencia el riesgo de un resquebrajamiento de la misma, con el
surgimiento de la escisión de dicha unidad. La sobre-adaptación es una de las causas del res-
quebrajamiento de la unidad psicosomática y de la aparición de afecciones y enfermedades.
La figura materna debe poder establecer un diálogo donde primero pueda decodificar
los afectos, el tono emocional, y las necesidades y deseos del niño. Además, deberá ser capaz
de verbalizar e introducir al infant en el mundo de las representaciones emocionales, los
deseos y las necesidades para que él pueda expresarse mediante el lenguaje verbal acerca de
su mundo interno. Si la figura maternante fracasa en ello, el niño se aleja de la unidad psi-

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cosomática y se sobre-adapta. La perpetuación de esta modalidad de funcionamiento en el


niño hará que persista y se manifieste a través de priorizar la búsqueda del reconocimiento
social, cultural, laboral con el consecuente alejamiento de sus propios deseos y necesidades
(Delgado, A. O. & Oliva Delgado, A. 2004).
David Liberman (Psicoanalista argentino nacido en 1920 y fallecido en 1983), es uno de
los representantes más importante de la Escuela Psicosomática Argentina. Él planteó tres
categorías o tipologías de enfermos psicosomáticos:
• Pacientes hipomaníacos: Sujetos con personalidades caracterizadas por grandes exi-
gencias respecto al éxito y a las responsabilidades, se relacionan con una mayor pre-
disposición a presentar afecciones cardíacas (Liberman, D. 1962).
• Pacientes depresivos: Sujetos con personalidades meticulosas, ordenadas, auto exi-
gentes, con cierto grado de compulsión. Estos sujetos son propensos a presentar cua-
dros de tipo colon irritable, colitis ulcerosa o asma bronquial (Liberman, D. 1962).
• Pacientes esquizoides: Sujetos con personalidades que exhiben una gran desconexión
con el mundo interno, no hay lugar para la gratificación ni la sensibilidad. Estos su-
jetos son propensos a presentar cuadros auto inmunes o enfermedades de la piel
(Liberman, D. 1962).
En todos estos sujetos se observa una gran sobreadaptación al ambiente en detrimento
de la conexión con el mundo interno (Liberman, D. et al. 1982).
John Bowlby (médico psicoanalista inglés, nacido en 1907 y fallecido en 1990) fue el
que postuló la Teoría del Apego (Ver Capítulo 13). Esta teoría sostiene que la necesidad de
entablar vínculos estables con los cuidadores o personas significativas, es una necesidad
primaria y universal de la especie humana. El ser humano no nace con la capacidad de re-
gular sus reacciones emocionales, sino que necesita de un sistema regulador diádico. Cada
experiencia que acontece con la madre es incorporada a través de modelos representacio-
nales “modelos de funcionamiento interno” (Bowlby, J. 1989). Para este autor, los patrones
de apego se mantienen a lo largo del tiempo y generan prototipos para todas las relaciones
ulteriores. Los patrones de apego seguro generan mayor capacidad de representabilidad
psíquica, o de mentalización (Fonagy, P. & Target, M. 1997), y en consecuencia una mayor
capacidad de organización del self.
La Escuela Psicosomática de París, fue conformada por un grupo de psicoanalistas que
iniciaron un nuevo camino en el estudio de las afecciones psicosomáticas. Uno de sus inte-
grantes fue Pierre Marty, quien trabajó en el primer vínculo madre-hijo. Cuando las señales
de deseos y/o necesidades que el bebé emite no son reconocidas y/o atendidas por la madre
o figura materna; el bebé, interrumpe estas señales, produce respuestas corporales patológi-
cas, que serán los primitivos síntomas psicosomáticos. El “paciente psicosomático” presenta
una “pobre mentalización”, que impide la expresión psíquica de los conflictos. La construc-
ción del aparato psíquico es incompleta, a raíz de un desamparo inicial, el cual proviene
del vínculo con una madre narcisista que genera un vacío psicológico, no siendo posible
el despliegue del espacio simbólico de la fantasía y abriendo camino a la acción corporal
directa (Pelorosso, A. 2003).

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Esta escuela caracteriza a este tipo de sujetos como personas eficaces, trabajadoras, sobre
exigidas, que logran algunos éxitos externos y que inducen a que se los exija, pero refle-
jan una carencia en las demostraciones de afecto y en la posibilidad de expresar y “sentir”
sentimientos. No suelen conectarse con su mundo interno, no reconocen lo que sienten o
desean, no registran claramente sus sentimientos; si están tristes, contentos o cansados. Por
ello son proclives a desarrollar actividades incansablemente y sostienen una fuerte sobre
exigencia. Hay un predominio del principio de realidad sobre el principio de placer, no
suelen salirse de las normas, reglas; así como también exhiben un patrón de pensamiento
orientado a lo externo, preocupado por los detalles y acontecimientos de la realidad exterior
(Barbero, L. & Comiglio, H. 1993).
Pierre Marty (médico y psicoanalista francés nacido en 1918 y fallecido en 1993), con-
sideró que, para referirse a las enfermedades psicosomáticas, se deben tener en cuenta tres
conceptos nodales:
• Pensamiento operatorio: Implica una carencia funcional de actividades fantasmáticas
y oníricas, que son las que permiten escenificar, dramatizar, simbolizar e integrar
las tensiones pulsionales. Refleja una pobreza simbólica y representacional, con una
exigua conexión con el mundo interno y los deseos más genuinos. Este funciona-
miento mental, arcaico, refleja una precariedad de ligaduras a las representaciones y
palabras. Las personas que funcionan con pensamiento operatorio se adaptan a nor-
mas y procesos, presentan una escasa capacidad creativa, y su pensamiento carece de
vitalidad, está deslibidinizado. Suelen operar técnicamente bien con la realidad, pero
se escinden totalmente del mundo de los afectos (Marty, P. 1990).
• Depresión esencial: Suele presentarse previamente a la aparición de la enfermedad. Es
una depresión sin objeto, sin culpa, sin auto reproches. La depresión llamada esencial
está caracterizada por la desvalorización y la herida narcisista. Es desencadenada por
sucesos traumáticos que producen una desorganización psíquica, debido a que estos
sucesos sobrepasan la posibilidad de elaboración psíquica y el drenaje de la excitación
pulsional. Los sucesos traumáticos desbordan la capacidad de elaboración del Yo, que
al verse sobrecargado pone en manifiesto su desorganización (Marty, P. 1990).
• Desorganización progresiva: Implica una disminución de la capacidad cognitiva y
creativa, los sujetos que presentan este fenómeno exhiben una baja motivación. En
la mayoría de los casos, la desorganización culmina en un proceso de somatización
(Marty, P. 1990).
Joyce McDougall, psicoanalista nacida en 1920 en Nueva Zelanda, desarrolló sus activi-
dades en Francia y falleció en Londres en el año 2011. En el campo de las afecciones psico-
somáticas, planteó que la manifestación psicosomática es muchas veces un intento fallido
de curación. En estos procesos la mente tendría un funcionamiento arcaico, es decir, algo
no puede ser dicho/nombrado y entonces no queda otro camino para la expresión que el
propio cuerpo (McDougall, J. 1989). Esta autora plantea que el origen de las enfermedades
psicosomáticas se ubicaría en el vínculo primario con la madre. Sus hipótesis se centran en
que, durante la temprana infancia, el bebé experimenta una fusión con el cuerpo materno,
fantasea que el cuerpo y la psiquis materna son una extensión de sí mismo, a este fenóme-

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no lo denomina “un cuerpo para dos”. Será necesario entonces, que la madre reconozca y
otorgue entidad al bebé como a un nuevo sujeto. Para ello deberá crear un espacio inter-
subjetivo para que el bebé pueda experimentar sus propias sensaciones. Durante este pro-
ceso aparecerán sentimientos ambivalentes de unión y separación hasta lograr la auténtica
separación-individuación. Este proceso de autonomía humana fue definido por Margaret
Mahler y sus colaboradores (Mahler; M. et al. 1975). Para McDougall, el individuo con
funcionamiento psicosomático no puede reconocer, ni expresar, el dolor psíquico. Al pro-
ducirse una escisión entre la mente y el cuerpo, el sujeto evidencia muestras de agotamiento
y sufrimiento; pero a la vez no puede reconocerlas.
Alice Miller, psicóloga nacida en Polonia que trabajó y desarrolló sus investigaciones en
el campo del maltrato infantil y la repercusión en la vida adulta, plantea sus hipótesis pen-
sando que el cuerpo reacciona con enfermedades, ante el menosprecio constante dirigido
por el propio sujeto hacia sus funciones vitales. Esta autora también sugiere que entre las
funciones vitales se encuentra la propia historia subjetiva. El cuerpo posee un conocimiento
alojado en su propio ser, pero él se encuentra sometido a un conflicto permanente por las
exigencias morales que tempranamente incorporamos durante nuestro proceso de crianza
y socialización (Miller, A. 2004). Este conflicto si no es resuelto satisfactoriamente devendrá
en el proceso de enfermar.
Las afecciones psicosomáticas son procesos complejos que involucran tanto a la mente
como al cuerpo en su dimensión real. Los marcos teóricos que enfocan la vulnerabilidad so-
mática, como aquellos que ponen énfasis en la vulnerabilidad psicológica y las dificultades
que se establecen durante el desarrollo humano son útiles y válidos. Ambos marcos referen-
ciales se complementan teóricamente para poder comprender y abordar este complejo su-
frimiento del ser humano. Estas patologías generan un desafío para el profesional de la sa-
lud, despertando su espíritu de búsqueda e impulsando el trabajo multi e interdisciplinario.

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