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El Derecho Fiscal no solo regula cómo los contribuyentes deben pagar impuestos
al Estado, sino también otras responsabilidades que tanto ellos como otras
personas deben cumplir para garantizar que esos impuestos se paguen
correctamente. Estas responsabilidades, también conocidas como obligaciones
administrativas o de policía tributaria, son fundamentales para asegurar que los
impuestos se cobren de manera efectiva.
Aunque tanto la obligación fiscal como las obligaciones del Derecho Privado
involucran a un acreedor, un deudor y un objeto, hay diferencias significativas
entre ambas:
El hecho imponible
Por otro lado, el método objetivo implica establecer una cuota en función del peso,
la medida, el volumen o el número de unidades del producto gravado, o en función
de su valor. El método declarativo implica legalmente obligar al contribuyente o a
un tercero a presentar una declaración, es decir, una manifestación formal ante la
autoridad fiscal, indicando que se ha llevado a cabo el hecho imponible.
Tarifas
Por otro lado, las tarifas progresivas son aquellas que aumentan a medida que
aumenta la base imponible, de manera que los aumentos sucesivos en la base
corresponden a aumentos en el tributo que son más que proporcionales. Con la
tarifa progresiva, el tributo aumenta de manera más significativa en relación con el
valor gravado.
El autor, citando a López Velarde, señala tres casos distintos en relación con el
nacimiento y pago de la obligación fiscal:
a) En el primer caso, el impuesto se paga antes de que surja la obligación
fiscal. Aquí, se abona el crédito fiscal anticipadamente y luego se llevan a
cabo los actos que generan dicho crédito. Esta práctica suele observarse
en impuestos que gravan mercancías difíciles de controlar una vez que han
salido de su zona de producción o explotación.
b) En el segundo caso, el impuesto se paga en el momento en que surge la
obligación fiscal. Aquí, los momentos de causación y pago coinciden, es
decir, el impuesto se liquida cuando se realizan los actos que originan el
crédito fiscal. Esta coincidencia es común en impuestos que gravan actos,
contratos u operaciones en los que el sujeto pasivo no está obligado a
registrarse como contribuyente.
c) En el tercer caso, el impuesto se paga después de que surge la obligación
fiscal. En este escenario, primero se llevan a cabo los actos que generan el
crédito fiscal y luego se liquida el impuesto. Esta situación se observa en
tributos que gravan actividades que requieren registro por parte del
contribuyente y cuyos rendimientos son más significativos si se facilita el
pago.