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Clínica de la urgencia

La emergencia de la urgencia
Adriana Szyniak *

H ace algunos años, siendo residente, realicé una rotación por el equipo de
urgencias que había comenzado a funcionar en el Hospital Evita de Lanús.
Formado por psicoanalistas, este equipo trabajaba separadamente del de
adultos. En ese momento me preguntaba, qué marcaba la distinción entre una y otra
clínica, qué diferenciaba que un paciente sea atendido en uno u otro equipo.
La fenomenología parecía dar, en principio, la respuesta: la espectacularidad de la
presentación, la desesperación, el llanto desconsolado, la agresividad, el dañarse a sí
mismo, aparecían en un primer instante como los indicios de una clínica diferencial
que pretende ser estructural.
Transcurridos algunos años de ese momento y habiendo capitalizado mayor
experiencia en la clínica, mis interrogantes fueron cambiando. Enumeraré aquellos
que en este momento recorto.
- Dado que se habla acerca de la clínica de la urgencia, ¿podríamos cambiar este
término por el de momento de urgencia?.
- ¿Es dable encontrarla sólo en la presentación de un paciente, o avanzando en la
dirección de la cura es esperable que se manifieste la urgencia?.
- Tomando la pregunta anterior, ¿el analista puede intervenir del mismo modo en una
u otra forma de aparición?
Dejo abierto estos planteos para retomarlos mas adelante. Transmitiré lo que
implica para la psiquiatría una emergencia. Siguiendo un artículo de Gary Tucker,
éste desglosa la definición en dos: a una la denomina fenomenológica y a la otra
teórica. De la primera dirá que es una demanda hecha por una persona, familia o
agente de la sociedad para evaluar “inmediatamente” la conducta de un individuo. De
la teórica dirá que es un cambio súbito y que una crisis es un punto de viraje que
puede tener consecuencias potencialmente adversas. Finaliza diciendo que una
emergencia no sólo demanda conocimiento amplio sino también intervención o
acción.
Podríamos acordar en varios puntos con el autor. En su inmensa mayoría estos
pacientes son traídos a la consulta, pero esta descripción no es suficiente para definir
una urgencia. La dimensión temporal se entrelaza a esta situación y somos
convocados a dar respuestas inmediatas. Frente a la urgencia de la consulta se nos
demanda una respuesta urgente.
En relación a la teórica, el autor nos habla de un cambio súbito y de un punto de
viraje, términos que de alguna manera retomaré a la luz del psicoanálisis.
Muy tempranamente en su “Proyecto de una psicología para neurólogos”, Freud
plantea algo muy interesante que abre la perspectiva del tema que estamos revisando.

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Psicoanálisis y el Hospital Nº 13: «La Urgencia» - Junio 1998

* Psicóloga de planta del Hospital general de Agudos Presidente Perón (ex-Finochietto),


Avellaneda.
En ese artículo hace referencia al término urgencia como una tendencia a la descarga
que se libera hacia la vertiente de la motilidad, y que la primera vía que es recorrida
en tal proceso es la que conduce a la alteración interna : expresión de las emociones,
gritos, inervación vascular. Refiere que ninguna descarga agota la tensión porque
persiste la recepción de estímulos endógenos que reestablece la tensión. Estos
estímulos sólo pueden ser abolidos por medio de una intervención, y dicha
intervención está en relación a una acción específica. Y como el organismo humano,
en estos casos, es incapaz de llevar a cabo por sí mismo esta acción específica (por su
indefensión originaria), será necesaria la asistencia ajena (1).
Esto nos habilita a pensar no sólo en cómo define la urgencia, sino también qué
posición podría tomar un analista frente a esta situación.
Pero, a mi entender, en contraposición a lo expuesto, y casi al final de su obra, en
“Análisis terminable e interminable”, Freud plantea que “en los estados de crisis
aguda el psicoanálisis no puede utilizarse con ningún propósito” (2). ¿Querrá decir que
en los casos de urgencia no debemos intervenir? ¿Por qué Freud realiza este planteo,
cuando en 1895 nos hacía otra propuesta?
¿Qué es una urgencia para el psicoanálisis? Propongo, pues pensarla sobre el
paradigma del trauma psiquico.
Lacan en el seminario XI nos dice que lo real como encuentro se presenta por
primera vez en la historia del psicoanálisis bajo la forma de un trauma. En “ Estudios
sobre la histeria”, Freud equipara el sobresalto con un trauma psíquico y nos dice que
éste es toda impresión que el sistema nervioso tiene dificultad en resolver por medio
del pensamiento asociativo o de la reacción motriz (3).
En términos económicos decimos que hay un incremento súbito de la excitación
en la vida psíquica y un fracaso del aparato para poder regularlo, y en consecuencia
reestablecer el funcionamiento del principio del placer.
Recordamos que en “Más allá del principio del Placer”, Freud nos aclara que
“aquellas excitaciones que poseen suficiente energía para atravesar la protección, son
las que denominamos traumáticas” (4). Toma entonces la metáfora de la vesícula viva
que se mantiene resguardada de las excitaciones externas por medio de una capa
protectora, cuando ésta falla nos encontramos frente a un trauma como algo que está
mas allá del funcionamiento del principio placer - displacer. La falta de protección
hace que el aparato anímico se vea inundado de energía no ligada.
Recordemos que el Yo en tanto sede de la angustia señal, frente a un peligro,
debería poner en funcionamiento los mecanismos de defensa propiciatorios de la
formación de síntomas. Si no se produce la señal, el Yo carece de barrera protectora
frente a los estímulos; en consecuencia hay una imposibilidad de ligar la energía
mediante la creación de síntomas: aparecen los actings, las angustias masivas, los
pasajes al acto, etc.
Por lo tanto, siguiendo estos lineamientos teóricos, diré que, a mi entender, en la
urgencia no hay angustia señal; en consecuencia hay una interdicción que no puede
ponerse en marcha, a resultas de lo cual el peligro se hace presente.
Aquello que debiera permanecer velado pierde sus envolturas, produciéndose el

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Clínica de la urgencia

encuentro con el objeto, lo traumático. Es así como un montante irrefrenable, un goce


no interdicto, arrasa con la dimensión subjetiva. En consecuencia será necesaria,
frente a esta indefensión, una asistencia ajena que produzca una acción específica que
permita construir una nueva escena.
Retomaré las preguntas planteadas en el inicio.
La urgencia, en tanto la irrupción de ese goce irrefrenable, puede manifestarse de
diferentes maneras y aparecer en distintos momentos. No sólo en la presentación de
un paciente, en su primera entrevista, sino también cuando avanzamos en la dirección
de la cura.
J. D. Nasio plantea en su texto “Cómo trabaja un psicoanalista” cuatro fases de
la cura; a una de ellas la llama secuencia transferencial y la caracteriza por ser el
momento más fecundo de la cura. La describe como un momento de violencia, de
agresividad, de odio; cuando caen las capas imaginarias que recubren el “a” (5). Se
trata de la aparición del objeto en la escena analítica. Con Freud hemos aprendido que
cuando trabajamos con un paciente lo hacemos con materiales explosivos. Ocurre,
entonces que en esos momentos, la pulsión se hace presente sin mediación, por lo
que, como analistas, deberemos situar coordenadas simbólicas que la liguen
nuevamente.
Desde ya, el lugar del analista no es igual cuando se trata de una primera consulta
en urgencia que cuando la transferencia ha hecho su camino. Nuestro conocimiento
acerca de la relación que liga el sujeto al Otro nos permite posicionarnos de diferente
manera.
Cuando lo real de la transferencia hace su aparición, tiempo ineludible en la
dirección de la cura, diré que hay una emergencia: la del objeto “a” en la escena
analítica; y una urgencia: la del sujeto por retomar la vía del deseo. Pero para eso no
necesitamos ser especialistas en urgencias, ni teorizar una clínica diferencial, sino
sostener la ética del psicoanálisis.

(1) Freud Sigmund: “Proyecto de una psicología para neurólogos” (1895). O. C. Biblioteca
Nueva España 1973 T 1. Pag.229.
(2) Freud S. : “Análisis terminable e interminable” (1937). O.C. T III Biblioteca Nueva
España 1973. Pag. 3350.
(3) Freud, S: “Estudios sobre la histeria” 1895. O.C. Biblioteca Nueva. España 1973 T 1. Pag.
53.
(4) Freud, S.: “Más allá del principio del placer” 1920. O.C. Biblioteca Nueva. España T III.
Pag. 2521.

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Psicoanálisis y el Hospital Nº 13: «La Urgencia» - Junio 1998

(5) Nasio, Juan David.: Cap. 1. Libro: “Cómo trabaja un psicoanalista”. Paidós. Argentina
1997. Pag 26.

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