Está en la página 1de 13

PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR.

OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2006

PSICOANÁLISIS FREUD ‐ CÁTEDRA I (049)


TITULAR PROFESOR DR. OSVALDO DELGADO

TEÓRICO 21 ‐ 25 DE OCTUBRE DE 2006

Al terminar el teórico anterior un alumno me hizo una pregunta. Ella era de qué se trata
esa expulsión de pulsión de muerte en la constitución del masoquismo erógeno. ¿La
pulsión de muerte de dónde sale?
Es una elaboración conceptual, un concepto, no es un dato originario como podría ser el
instinto, sino un supuesto necesario. Esto es fundamental porque si no entificamos a la
pulsión y la pulsión es un concepto que funda un campo, es un concepto límite.
Freud es cierto que se apoya en referencias del campo de la biología y de la filosofía para
tratar de explicar lo que entiende por pulsión de muerte, cuando dice que el organismo
vivo tiende al nacer y a volver al estado inorgánico lo antes posible, pero eso es una
metáfora.
Más allá de si es cierto o no, en términos biológicos, que el organismo tienda a retornar al
estado de nirvana; el valor que tiene en primera instancia es un valor de metáfora para
dar cuenta de una producción conceptual. Podemos decir que Freud necesita del
concepto pulsión de muerte para tratar de explicar qué quiere decir que los sujetos se
satisfagan en el dolor. Tiene que hacer una suposición, una construcción conceptual para
tratar de dar cuenta de ese real de la clínica, eso que en la práctica clínica aparece como
obstáculo.
¿Qué quiere decir que los sujetos quieran defienden el padecimiento como su bien más
preciado? Incluso llegan a querer hacer del análisis una tarea interminable bajo el modo
de la relación terapéutica negativa, bajo el modo del incremento del padecimiento
neurótico, para conservar el padecimiento y el lazo analítico.
Una aclaración. Hay una diferencia radical entre la reacción terapéutica negativa y la
transferencia negativa, son dos conceptos distintos. La transferencia negativa implica la
ruptura del vínculo analítico, mientras que, la reacción terapéutica negativa implica el

TEÓRICO 21 • 1
PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2006

intento de conservar el lazo analítico y ese modo el padecimiento de por vida. Freud lo
encuentra en la clínica en el juego del fort‐Da, en la guerra con el nazismo.
Entonces, tiene que hacer esta construcción conceptual. Sostiene que hay una primera
ligadura –resto de pulsión de muerte que no fue expulsado–, con la pulsión de vida. Así
como el organismo tiende a volver lo antes posible al estado inorgánico –eterno retorno
de lo igual–, la pulsión de vida detiene ese proceso, lo prolongar, posterga ese circuito –
no lo impide– y, además, lo encarrila de un modo u otro; cada uno muere a su manera.
Lacan en El seminario 17, toma la pulsión como una suerte de saber casi “instintual”
(entre comillas), que tiene que ver con postergar la tendencia a la muerte y, además,
ordena y encarrila el sentido de que cada uno muere a su manera y a su modo.
Si quieren para imaginarizarlo, pueden tomar un experimento que se hizo en España en el
siglo XVI acerca de qué ocurría con bebés recién nacidos que eran alimentados sin ningún
tipo de contacto afectivo. Tenemos un bebé recién nacido al que se le hacen todas las
tareas que hay que hacer: limpiarlo, alimentarlo, etcétera; pero no recibe ningún tipo de
trato afectivo, no representa metáfora de nada para nadie.
El resultado fue que, a los dos, tres meses, murieron todos, y ninguno tenía un problema
orgánico, es un ejemplo clásico, llamado hospitalismo. Los bebés al no ser libidinizados
por una madre metafórica en el sentido en que eso vale otra cosa que lo que es como
organismo viviente, al no representar un equivalente del falo a la sustitución simbólica
(esto es la libidinización, eso es el narcisismo primario, es investir a ese organismo
libidinalmente), morían. Pueden pensar que la pulsión de vida es esa libidinización.
Ese organismo debe representar otra cosa más allá de un organismo vivo y lo que
representa es falo, la naturaleza simbólica.
Tomando referencias de la semana pasada, vamos a entrar a un texto central de toda la
materia: “Inhibición, síntoma y angustia”. Es el abrochamiento del conjunto del
programa.
Un texto difícil, complejo, contradictorio, confuso, mal escrito, con incorrecciones de
ordenamiento muy importantes. Digo lo de mal escrito porque Freud era un eximio
escritor, ganó el premio Goethe, sin embargo, este texto está mal escrito, tiene
contradicciones de un capítulo al otro, tiene párrafos confusos.

TEÓRICO 21 • 2
PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2006

A su vez, es el mayor texto de la gran psicopatología freudiana. Freud aprovecha este


texto para obtener las consecuencias clínicas fundamentales de lo que trabajó a partir de
“Más allá del principio de placer”, “El yo y el ello”, “El problema económico del
masoquismo”.
Freud fundamenta aquí, por qué el síntoma no es solamente la expresión desfigurada de
un deseo inconsciente. No es que deje de serlo, sino, que en esa expresión desfigurada de
una verdad inconsciente, hay una satisfacción. Es cierto que el inconsciente insiste en ser
escuchado, en expresarse (los lapsus, los fallidos, los chistes, etcétera), pero en esa
insistencia hay una satisfacción.
Es la pregunta que abre la gran interrogación de la verdad inconsciente: ¿es el límite de la
experiencia analítica o más allá de eso hay otra cosa? ¿Se soluciona la tarea analítica en el
marco del encuentro con la verdad inconsciente? El análisis trabaja con el encuentro con
esa verdad inconsciente, el encuentro con cuáles son los representantes psíquicos que
insisten en la repetición, con cuáles son los deseos que se presentan desfigurados; sin
embargo, la verdad inconsciente vela algo, hay algo por detrás que insiste con un modo
de eterno retorno.
¿Y una vez que se hace este trabajo sobre las verdades inconscientes? Si la pulsión insiste,
no descansa, no duerme, está siempre presente, es un perturbador permanente ¿qué
hacer con ella?
Esta es la pregunta del texto “Inhibición, síntoma y angustia”: ¿qué hacer con la pulsión
más allá de la verdad inconsciente? ¿Cómo abordar que el inconsciente en su insistencia
no sólo busca expresar una verdad, sino que, además, en esa insistencia hay una
satisfacción?
Les decía que “Inhibición, síntoma y angustia” es un texto desordenado, despedazado,
confuso, contradictorio. Hay que leerlo desde, el inicio del capítulo VIII como punto de
abrochamiento de todo el texto. Voy a ir situando del modo más acotado y preciso
posible, cuáles son los párrafos centrales que articulan la columna vertebral del texto.
En el capítulo VIII, de “Inhibición, síntoma y angustia”, en la página 125, Freud hace una
recapitulación de lo que trabajó en los primeros siete capítulos y dice:

TEÓRICO 21 • 3
PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2006

Es tiempo de que nos detengamos a meditar. Desde luego, buscamos una intelección
que nos revele la esencia de la angustia, un «o bien‐o bien» que separe, en lo que
sobre ella se dice, la verdad del error. Pero es difícil lograrlo; la angustia no es cosa
simple de aprehender. Hasta aquí no hemos obtenido nada más que unas
contradicciones entre las cuales no se podría elegir sin responder a un prejuicio.
Ahora propongo otro procedimiento; reunamos, sin tomar partido, todo cuanto
podemos enunciar acerca de la angustia, renunciando a la expectativa de alcanzar
una nueva síntesis.
La angustia es, pues, en primer término, algo sentido. La llamamos estado afectivo, si
bien no sabemos qué es un afecto. Como sensación, tiene un carácter displacentero
evidentísimo […].

Si habla de síntoma, de defensa, del inconsciente libidinal, de este inconsciente que se


satisface, ¿a qué viene aquí la angustia? Tenemos, en principio, que la angustia de
castración es el encuentro con la castración de la madre como otro primigenio, entonces,
la angustia de castración es el motor de la defensa y el referente del síntoma. El síntoma
es en esta perspectiva el efecto, en el campo de la neurosis, de “no quiero saber de la
castración en el otro materno”. Vamos a avanzar hacia ahí.
En el capítulo I, Freud se ocupa de la diferencia entre inhibición y síntoma. Toma la
inhibición en una dimensión funcional del yo pero que carece de mecanismo psíquico
como el síntoma en el sentido de la expresión desfigurada de un representante psíquico.
En el capítulo II, se refiere al síntoma y la satisfacción sustitutiva. Dice la página 87:

Los rasgos básicos de la formación de síntoma están estudiados desde hace mucho
tiempo, y –lo esperamos– expresados de una manera inatacable. Según eso, el
síntoma es indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada, es un
resultado del proceso represivo.

O sea, que no está hablando de la expresión de un deseo inconsciente desfigurado (que


no quiere decir que no siga estando), sino que allí se juega una sustitución de una
satisfacción pulsional al modo compulsivo de los síntomas de la primear época, cuando

TEÓRICO 21 • 4
PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2006

trabajamos la compulsión en el fracaso de la defensa. Para afirmar esto Freud dice en las
páginas 90 y 91:

[…] Sólo nos enseñan algo los casos que pueden caracterizarse como represiones
fracasadas en mayor o menor medida. De estos últimos obtenemos una exposición
general: a pesar de la represión, la moción pulsional ha encontrado, por cierto, un
sustituto, pero uno harto mutilado, desplazado {descentrado}, inhibido. Ya no es
reconocible como satisfacción –no es reconocible, pero lo es. Y si ese sustituto llega a
consumarse, no se produce ninguna sensación de placer; en cambio de ello, tal
consumación ha cobrado el carácter de la compulsión. Pero en esta degradación a
síntoma […].

¿Qué quiere decir? Que se trata de una satisfacción que se presenta como displacer. Es
como, cuando trabajamos los ceremoniales, los rituales, en los que el obsesivo trata de
sustituir la tendencia masturbatoria. Como aparece conectada con lo sucio, en vez de
masturbarse todo el tiempo no deja de lavarse las manos todo el tiempo, hay allí una
satisfacción compulsiva como displacer porque el sujeto no puede dejar de hacerlo. Es
una degradación a síntoma de un modo de satisfacción.
En el capítulo III aparece el abrochamiento de la teoría del conflicto con algo lo que ya
viene trabajando, la segunda tópica. En la página 95:

[…] Las formaciones de sistemas de los neuróticos obsesivos halagan su amor propio
con el espejismo de que ellos, como unos hombres particularmente puros o
escrupulosos, serían mejores que otros; las formaciones delirantes de la paranoia
abren al ingenio y a la fantasía de estos enfermos un campo de acción que no es fácil
sustituirles. De todos los nexos mencionados resulta lo que nos es familiar como
ganancia (secundaría) de la enfermedad en el caso de la neurosis. Viene en auxilio
del afán del yo por incorporarse el síntoma, y refuerza la fijación de este último. Y
cuando después intentamos prestar asistencia analítica al yo en su lucha contra el
síntoma, nos encontramos con que estas ligazones de reconciliación entre el yo y el
síntoma actúan en el bando de las resistencias […].

TEÓRICO 21 • 5
PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2006

Una cuestión clínica fundamental. En la neurosis obsesiva –entre una de sus


particularidades como beneficio secundario de la enfermedad–, tenemos una
identificación del sujeto a un síntoma, una incorporación al yo del síntoma, que presta sus
servicios. Por ejemplo, alguien ultra ordenado, en general, es eficiente para trabajar en
un banco. Un cajero en un banco es alguien que ha logrado una identificación de su yo
con un modo sintomático ligado a las cosas ordenadas, controladas. Freud lo llamará
egosintónico, o sea que el síntoma entra en sintonía con el yo.
Es tan así, que estos sujetos obsesivos cuando vienen a consulta motivados por alguna
expresión de angustia, no presentan sus síntomas como algo que les moleste. Lo toman
como un “yo soy así”, como si formara parte de la naturaleza de su persona, su identidad,
y en verdad se trata de un síntoma. Es alguien que hace algo a lo largo de la vida sin
registrar que se trata de la repetición permanente de un síntoma, lo tiene tan
incorporado al yo que no le hace ninguna pregunta. Se trata de síntomas no reconocidos
como tales, sino que están incorporados al yo de tal manera que es como si fuera parte
de la identidad misma.
La operación analítica implica producir una desarticulación de eso, de que algo que uno
hizo toda la vida y que es un síntoma y que funciona como naturalmente; por primera vez
en la vida lo vea y que se sorprenda, que lo interrogue, que le formule alguna pregunta.
Hacer eso, implica pasar del síntoma egosintónico al síntoma egodistónico; del síntoma
mudo identificado al yo al síntoma analítico que es un modo de malestar que le hace
pregunta al sujeto. No es una tarea fácil, porque el obsesivo tiene por característica una
fortaleza yoica muy importante y es difícil producir ese efecto de división que implica que
aquello que ha incorporado de tal manera por su identificación, pueda quedar separado e
interrogándolo.
En el capítulo IV ubica la angustia y la represión, tomando como referencia dos historiales
clínicos: el pequeño Hans y el Hombre de los Lobos. Páginas 103 y 104:

[…] Creemos conocer el motor de la represión en ambos casos, y vemos corroborado


su papel por el curso que siguió el desarrollo de los dos niños. Es, en los dos, el

TEÓRICO 21 • 6
PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2006

mismo: la angustia frente a una castración inminente.


[…]
En ambos casos, el motor de la represión es la angustia frente a la castración; los
contenidos angustiantes –ser mordido por el caballo y ser devorado por el lobo– son
sustitutos desfigurados {dislocados} del contenido «ser castrado por el padre»”. Fue
en verdad este último contenido el que experimentó la represión.
[…]
Pero el afecto‐angustia de la fobia, que constituye la esencia de esta última, no
proviene del proceso represivo, de las investiduras libidinosas de las mociones
reprimidas, sino de lo represor mismo; la angustia de la zoofobia es la angustia de
castración inmutada, vale decir, una angustia realista, angustia frente a un peligro
que amenaza efectivamente o es considerado real. Aquí la angustia crea a la
represión y no –como yo opinaba antes– la represión a la angustia.

Es central porque modifica su teoría de la angustia. La primera, era que la libido se


transmudaba directamente en angustia. La segunda teoría de la angustia en Freud, es que
la represión de una moción pulsional produce angustia. Y aquí, la tercera, que es que la
angustia de castración produce la represión; causa la angustia, efecto la represión;
mientras que en la segunda la causa es la represión, el efecto la angustia.
Tenemos tres teorías de la angustia, tres teorías pulsionales, dos ordenamientos
metapsicológicos, dos principios del aparato psíquico: el de placer y el más allá.
En el capítulo V, otra cuestión clave para pensar la neurosis obsesiva, la resistencia, el
superyó, la reacción terapéutica negativa, etcétera. Al comienzo de su obra, Freud se
sirvió de la histeria para dar cuenta de la apertura del inconsciente. Para dar cuenta de las
resistencias estructurales toma la neurosis obsesiva. Dice en las páginas 107 y 108:

Nos volvemos hacia la neurosis obsesiva en la expectativa de averiguar en ella algo


más acerca de la formación de síntoma. Los síntomas de las neurosis obsesivas son
en general de dos clases, y de contrapuesta tendencia. O bien son prohibiciones,
medidas precautorias, penitencias, vale decir de naturaleza negativa, o por el
contrario son satisfacciones sustitutivas, hartas veces con disfraz simbólico. De estos

TEÓRICO 21 • 7
PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2006

dos grupos, el más antiguo es el negativo, rechazador, punitorio; pero cuando la


enfermedad se prolonga, prevalecen las satisfacciones, que burlan toda defensa.
Constituye un triunfo de la formación de síntoma que se logre enlazar la prohibición
con la satisfacción, de suerte que el mandato o la prohibición originariamente
rechazantes cobren también el significado de una satisfacción; es harto frecuente
que para ello se recurra a vías de conexión muy artificiosas. En casos extremos el
enfermo consigue que la mayoría de sus síntomas añadan a su significado originario
el de su opuesto directo, testimonio este del poder de la ambivalencia, que, sin que
sepamos nosotros la razón, desempeña un importantísimo papel en la neurosis
obsesiva. En el caso más grosero, el síntoma es de dos tiempos, vale decir que a la
acción que ejecuta cierto precepto sigue inmediatamente una segunda, que lo
cancela o lo deshace {rückgängig machen}, si bien todavía no osa ejecutar su
contrario.

Los dos tiempos. Primero, está la satisfacción en la prohibición misma, o sea que tiene
dos caras; por un lado, sólo desea lo que prohibido y la satisfacción sólo se vincula con lo
prohibido, y además, se satisface en la prohibición misma; y la dimensión de dos tiempos
en la que la neurosis obsesiva pone en juego un modo de satisfacción y un tratamiento
del deseo que siempre queda como imposible. El sí y el no a un mismo tiempo. Es el
principio de no contradicción del inconsciente en ejercicio.
En el capítulo V, página 109, está la definición central de todo “Inhibición, síntoma y
angustia”. Tengan entre paréntesis lo de la castración, el padre, etcétera, que ahora van a
ver cómo lo retomamos:

[…] Quizás en la neurosis obsesiva se discierna con más claridad que en los casos
normales y en los histéricos que el complejo de castración es el motor de la defensa,
y que la defensa recae sobre las aspiraciones del complejo de Edipo.

No es que no esté en todos, sólo que en la se discierne con mayor claridad. El complejo
de castración es el motor de la defensa quiere decir “no quiero saber de la castración”,
pero ¿qué relación tiene la cuestión de la castración materna y la amenaza de castración

TEÓRICO 21 • 8
PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2006

en el sentido de que me amenazan con cortarme el instrumento? Veremos la relación


directa y que pertenece a una misma lógica conceptual.
Un poco más adelante, sitúa algo central para la cuestión del superyó, página 111:

[…] El yo se revuelve, asombrado, contra invitaciones crueles y violentas que le son


enviadas desde el ello a la conciencia [recuerden “El yo y el ello”], y ni sospecha que
en verdad está luchando contra unos deseos eróticos, algunos de los cuales se
habrían sustraído en otro caso de su veto. El superyó hipersevero se afirma con
energía tanto mayor en la sofocación de la sexualidad cuanto que ella ha adoptado
unas formas tan repelentes. Así, en la neurosis obsesiva el conflicto se refuerza en
dos direcciones: lo que defiende ha devenido más intolerante, y aquello de lo cual se
defiende, más insoportable; y ambas cosas por influjo de un factor: la regresión
libidinal.

En el capítulo VI –no lo voy a leer–, en las páginas 114 y 115, van a poder ubicar que
Freud diferencia el mecanismo típico de defensa en la histeria (la represión) y los
mecanismos típicos de defensa en la neurosis obsesiva (aislamiento y anulación), esto no
quiere decir que no funcione la represión. Aún funcionando la represión en la neurosis
obsesiva, encontramos un método de defensa llamado aislamiento y otro llamado
anulación cuya capacidad es cortar los nexos asociativos entre los representantes
psíquicos. Está presente en la conciencia, pero están cortados los nexos lógicos entre un
representante psíquico y otro; entonces, anula la conexión asociativa y anulando aísla.
Por eso, puede contar la cosa más tremenda del mundo y tener en la conciencia
plenamente (no es que se haya olvidado), pero no lo liga con los otros representantes
psíquicos.
El trabajo allí no es interpretar un representante psíquico reprimido que retornó
desfiguradamente, sino que el trabajo analítico es producir el encuentro de la conexión,
la reconexión de eso que se cortó a nivel del enlace asociativo.
Pasamos al capítulo VII, en el que aparece tanto la cuestión de la mezcla y desmezcla de
pulsiones, como la cuestión del padre. Dice en la página 119:

TEÓRICO 21 • 9
PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2006

[…] La angustia de castración recibe otro objeto y una expresión desfigurada


{dislocada}: ser mordido por el caballo (ser devorado por el lobo), en vez de ser
castrado por el padre. La formación sustitutiva tiene dos manifiestas ventajas; la
primera, que esquiva un conflicto de ambivalencia, pues el padre es
simultáneamente un objeto amado; y la segunda, que permite al yo suspender el
desarrollo de angustia. En efecto, la angustia de la fobia es facultativa, sólo emerge
cuando su objeto es asunto {Gegenstand} de la percepción. Esto es enteramente
correcto; en efecto, sólo entonces está presente la situación de peligro. Tampoco de
un padre ausente se temería la castración. Sólo que no se puede remover al padre:
aparece siempre, toda vez que quiere.

Presten atención a la última parte del párrafo, porque queda claro allí que no se trata de
la historieta imaginaria, sino que son cuestiones estructurales. La amenaza de castración,
la referencia de la amenaza de castración es el padre, más allá de la presencia‐ausencia
en la vida cotidiana de la figura del padre. No pasa por la dimensión de la desfiguración
que se puede prestar a la imaginería de los personajes. Tiene que ver con la dimensión
estructural. Avanzamos unas páginas y entramos al núcleo del problema, al hueso del
texto. Páginas 123 y 124:

Mediante esta última puntualización, a saber, que el yo se pondría sobre aviso de la


castración a través de pérdidas de objeto repetidas con regularidad, hemos obtenido
una nueva concepción de la angustia. Sí hasta ahora la considerábamos una señal‐
afecto del peligro, nos parece que se trata tan a menudo del peligro de la castración
como de la reacción frente a una pérdida, una separación. A pesar de lo mucho que
enseguida puede aducirse contra esta conclusión, tiene que saltarnos a la vista una
notabilísima concordancia. La primera vivencia de angustia, al menos del ser
humano, es la del nacimiento, y este objetivamente significa la separación de la
madre, podría compararse a una castración de la madre (de acuerdo con la ecuación
hijo = pene). Sería muy satisfactorio que la angustia se repitiera como símbolo de una
separación a raíz de cada separación posterior […].

TEÓRICO 21 • 10
PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2006

Tengan presente este párrafo y vamos a uno del capítulo siguiente. Decía, entonces, que
vamos a ubicar el núcleo del texto; ahórrale núcleo del núcleo. Recuerden qué tiene que
ver la castración en la madre con la amenaza de castración sobre el instrumento fálico.
Página 131:

La alta estima narcisista por el pene puede basarse en que la posesión de ese órgano
contiene la garantía para una reunión con la madre (con el sustituto de la madre) en
el acto del coito. La privación de ese miembro equivale a una nueva separación de la
madre; […]. En este punto señalo que la fantasía de regreso al seno materno es el
sustituto del coito en el impotente (inhibido por la amenaza de castración).

Entonces, se articula la amenaza de castración sobre el instrumento fálico, la separación


con el otro materno implica un encuentro con la castración en tanto he venido el falo de
ese otro a obturar la castración.
Con eso concluyo, y no porque no haya otras cuestiones. En el capítulo IX (página 138),
está la referencia a la angustia frente al superyó; en el X (página 144), desarrolla la
compulsión de repetición; en el XI (página 150) las cinco clases de resistencia y en la
página 154, el concepto de defensa. Voy al marco central del texto, en la página 135:

[…] Ahora vemos que no corremos el peligro de declarar a la angustia de castración


como el único motor de los procesos defensivos que llevan a la neurosis. En otro
lugar he puntualizado cómo el desarrollo de la niña pequeña es guiado a través del
complejo de castración hasta la investidura tierna de objeto. Y precisamente, en el
caso de la mujer parece que la situación de peligro de la pérdida de objeto siguiera
siendo la más eficaz.

Freud se pregunta ¿qué es lo temen perder las mujeres, si sobre ellas no pesa la amenaza
a la pérdida del instrumento fálico? El equivalente en la mujer es la pérdida del amor,
dejar de ser amada. Página 135:

TEÓRICO 21 • 11
PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2006

[…] Respecto de la condición de angustia válida para ella, tenemos derecho a


introducir esta pequeña modificación: más que de la ausencia o de la pérdida real del
objeto, se trata de la pérdida de amor de parte del objeto. Puesto que sabemos con
certeza que la histeria tiene mayor afinidad con la feminidad, así como la neurosis
obsesiva con la masculinidad, ello nos sugiere la conjetura de que la pérdida de amor
como condición de angustia desempeña en la histeria un papel semejante a la
amenaza de castración en las fobias, y a la angustia frente al superyó en la neurosis
obsesiva.

Como se podrán dar cuenta, si la pérdida de amor en las mujeres es el equivalente de


castración, a la amenaza sobre el instrumento fálico en el varón; quiere decir que la
amenaza de castración no está basada en la naturaleza biológica y el órgano que se tiene
entre las piernas, está remitiendo a una cuestión estructural que va más allá de esas
figuras.
¿Por qué razón es necesario defenderse del encuentro con la castración en el otro
materno? ¿Por qué esa angustia tiene dos valores: angustia señal y angustia traumática?
¿Cuál es su relación con el final de un análisis?
Es lo que trabajaremos la próximamente.

Bibliografía trabajada
Freud, S., (1926 [1925]) Inhibición, síntoma y angustia. Obras completas. Tomo XX. Buenos Aires.
Amorrortu. 1990.

Bibliografía citada
Freud, S., (1909) Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Obras completas. Tomo X. Buenos
Aires. Amorrortu. 1992.
Freud, S., (1918 [1914]) De la historia de una neurosis infantil. Obras completas. Tomo XVII.
Buenos Aires. Amorrortu. 1990.
Freud, S., (1920) Más allá del principio de placer. Obras completas. Tomo XVIII. Buenos Aires.
Amorrortu. 1990.

TEÓRICO 21 • 12
PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2006

Freud, S., (1923) El yo y el ello. Obras completas. Tomo XIX. Buenos Aires. Amorrortu. 1990.
Freud, S., (1924) El problema económico del masoquismo. Obras completas. Tomo XIX. Buenos
Aires. Amorrortu. 1990.
Lacan, J., (1969‐1970) El seminario, libro 17. El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires. Paidós.
1992.

TEÓRICO 21 • 13

También podría gustarte