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Universidad Autónoma de Santo Domingo

(UASD) recinto Santiago


Asignatura
POL2440
Profesor
Liqui Micael Pascual Almengo
Tema
Unidad 2
El Contexto Histórico y Políticos de las Independencias Latinoamericanas

Sustentante
Mariely Del Carmen Collado Espinal
Aricelys Tapia De la Rosa
Luisa Rosario
Raymeris Antonia Tineo Uceta
Arelys miguelina López Aracena
Luisa Medina
Matricula
100658509
100649564
100573947
100553532
100339779
100475428
Fecha
2/10/23

Breve resumen:
El Contexto Histórico y Políticos de las Independencias Latinoamericanas
- Gran Colombia en 1830 se convierte en Venezuela, Nueva Granada y Ecuador.
- Se divide en 1839 la confederación peruano-boliviana.
- Se disuelve la federación centroamericana en cinco repúblicas: Costa Rica, Guatemala,
Honduras, El Salvador y Nicaragua (1839-1848)
Hechos que afectaron el resultado de Independencia:
Proceso independentista (1808-1825)
La imprenta se expande.
Los gobiernos exteriores que les dan su apoyo exterior y las fuentes de financiación
necesarias para sus proyectos independentistas.
La revolución francesa con los derechos fundamentales.
Gran Bretaña y Estados Unidos, interesados en que las colonias se independizaran para
poder comerciar libremente con Iberoamérica los apoyaron.
1. Liberación de las trece colonias de Norteamérica (1774-1783).
2. Independencia iberoamericana (1808-1825).
Independencia de España.
La independencia de España se desarrolló entre 1808 y 1814 dentro del contexto de las
Guerras Napoleónicas, que enfrentó a las potencias aliadas de España, Reino Unido y
Portugal contra el Primer Imperio Francés.
Causas principales de la Independencia americana.
Barroco.
Guerras Napoleónicas.
El deseo de los criollos de independizarse, que querían tener poder político y mayor
libertad económica para poder desarrollar libremente sus actividades económicas.
El descontento de los criollos, que querían la independencia para cambiar un sistema
colonial que consideraban injusto al estar excluidos de la política y de las decisiones
económicas, y encontrarse, en muchos casos, explotados.
El apoyo con el que contaban por parte de Gran Bretaña y Estados Unidos, interesados en
que las colonias se independizaran para poder comerciar libremente con Iberoamérica.
Fechas de la independencia(en América del Norte y América Central).
Fechas de la independencia(en América del Sur).
Las Guerras Napoleónicas fueron una serie de conflictos bélicos que tuvieron lugar
durante el tiempo en que Napoleón I Bonaparte gobernó en Francia.
Fueron financiadas por Inglaterra
COSTA RICA: 15 de Septiembre de 1821.
EL SALVADOR: 15 de Septiembre de 1821.
ESTADOS UNIDOS: 4 de Julio de 1776.
GUATEMALA: 15 de Septiembre de 1821.
HONDURAS: 15 de Septiembre de 1821.
NICARAGUA: 15 de Septiembre de 1821.
HAITÍ: 1 de Enero de 1804.
MÉXICO: 16 de Septiembre de 1810.
PANAMÁ: 3 de Noviembre de 1903.
Es un concepto de la historiografía del arte, de la literatura y de la música, y
genéricamente de la historia de la cultura, esto cambió la cultura española. (Entre 1600-
1750)
BOLIVIA: 6 de Agosto de 1825.
BRASIL: 7 de Septiembre de 1822.
CHILE: 18 de Septiembre de 1810.
COLOMBIA: 20 de Julio de 1810.
ECUADOR: 10 de Agosto de 1809.
PARAGUAY: 14 y 15 de Mayo de 1811.
PERÚ: 28 de Julio de 1821.
URUGUAY: 25 de Agosto de 1825.
VENEZUELA: 5 de Julio de 1811.
Barroco.
Hechos a partir de 1816 a 1848
Colonias europeas siglo XVII.
Congreso de Angostura 15/2/1819 – agosto de 1819, donde:
- Se aprobó la fundación de Colombia (Venezuela, N. Granada y Quito)
Batallas importantes:
- 7 de agosto de 1819: Batalla de Boyacá
- 6 de agosto de 1824: Batalla de Junín
- 9 de diciembre de 1824: Batalla de Ayacucho
Las Independencias en Latinoamérica iniciaron en 1810 y finalizaron en 1825.
Estas fueron las colonias que ocurrieron en América.
Antecedentes independentistas e integracionistas hasta 1808.
-Sublevación de indígenas, mestizos y criollos.(1724,1767)
-Sublevación de los vegueros en La Habana, Cuba.(1717,1720,1723)

introducción
La doctrina Monroe consistía en considerar cualquier intervención europea en los destinos
de los países americanos como un agravio directo a los Estados Unidos que ameritaría una
respuesta inmediata y contundente.
Esta medida fue de particular repercusión en la política internacional de la época,
pues coincide con las luchas emancipatorias de numerosas antiguas colonias europeas,
enfrentándose al colonialismo e imperialismo directamente y sirviendo de garante a las
nacientes repúblicas latinoamericanas.
Si bien la doctrina Monroe fue emitida en un momento en que los Estados Unidos carecía
de poder militar para sustentarla, luego tomaría importancia en la definición de las
relaciones internacionales entre la nación norteamericana y el resto del continente, por lo
que a menudo se considera como un anuncio del futuro imperialismo estadounidense.
Este pronunciamiento político se debió, fundamentalmente, al interés de los Estados
Unidos por protegerse de la presencia europea en sus cercanías, ya que su república
independiente había sido por fin conquistada militarmente en 1783 y se hallaba
militarmente muy débil para resistir nuevas campañas coloniales.
En ese sentido, era urgente combatir las alianzas imperiales europeas junto con el resto de
las naciones latinoamericanas que también luchaban por romper con la dependencia
colonial.
En 1898 comenzó en Cuba la última etapa de la lucha para lograr la independencia
de España, su antigua metrópoli. Sin embargo, el ingreso de Estados Unidos a la guerra
transformó la causa cubana en un “conflicto histórico -ideológico “qué, a nivel
continental, movilizaría al mundo del pensamiento en torno a planteos vinculados con
nuestra identidad. En América, el caso cubano representará el punto inicial de un
liderazgo consumado y una carrera expansionista que, bajo distintas formas, penetrará en
los puntos
más distantes del continente. El éxito de Estados Unidos en la guerra significó el
nacimiento de una nueva potencia imperialista que tendría el camino abierto para la
anexión, la injerencia política y la intervención. cubano señala para América Latina el
inicio de lo que Roberto Fernández Retamar califica como “imperialismo moderno”,
puesto que preludia el avance y el fortalecimiento de una nueva dependencia a partir del
intervencionismo norteamericano. Al mismo tiempo, este hecho actúa como disparador
de conflictos y redefiniciones en la propia esfera territorial, así como en ámbitos de
carácter externos lejanos e inmediatos, provocando temores en cuanto a la extensión del
predominio norteamericano en América bajo diferentes formas de penetración. La
temática en estudio se encuentra enmarcada en una etapa caracterizada por una intensa
actividad expansionista intercontinental, liderada por los países europeos centrales a los
que se incorporará Estados Unidos en una encarnada lucha por la obtención de territorios,
ejecución de políticas internas y externas que dinamizan el colonialismo y delimitan zonas
de dominio lo largo del mundo. Proceso acompañado de una nueva.

Otro corolario de la doctrina fue emitido en 1904 por el entonces presidente


estadounidense Theodore Roosevelt, a raíz del bloqueo naval que sufrió Venezuela entre
1902 y 1903 por parte de los Imperios británico, alemán y el Reino de Italia, exigiendo el
pago inmediato de deudas contraídas por el gobierno del entonces presidente de la
nación suramericana Cipriano Castro.
En dicho bloqueo los Estados Unidos actuaron como mediador imparcial, y luego
anunciaron el corolario a la doctrina Monroe en el que establecían el derecho de su
nación a intervenir libremente en el resto de los países americanos, para reordenar
el Estado o devolver las garantías de funcionamiento a sus empresas e intereses en dicha
nación, en caso de una intervención de potencias ajenas al continente que las pusiera en
riesgo.
Con este controvertido corolario se daban permiso los propios EE.UU para disponer de los
otros países violentando su soberanía y su autogestión. Esto significó una nueva etapa de
imperialismo norteamericano llamada “El gran garrote” (The Big Stick) en el que el uso de
la fuerza fue carta común en las relaciones estadounidenses con el resto del continente.

Impacto de la Doctrina Morreó en el Proceso de Conformación y


Consolidación de las Nuevas Republicas.
la Doctrina reafirma la oposición de Estados Unidos contra El colonialismo europeo,
inspirándose en la política aislacionista de George Washington, según la cual «Europa
tenía un conjunto de intereses elementales sin relación con los nuestros o, si no, muy
remotamente» (discurso de despedida del presidente George Washington, el 17 de
septiembre de 1796), y desarrollaba el pensamiento de Thomas Jefferson, según el cual
«América tiene un Hemisferio para sí misma», que tanto podría significar el continente
americano como su propio país.

El gobierno de Estados Unidos, en aquel entonces un país que había alcanzado su


independencia hacía tan sólo 40 años, temía que las potencias europeas victoriosas que
emergían del Congreso de Viena (1814-1815) revivieran sus imperios coloniales en
América. A medida que las revolucionarias guerras napoleónicas (1803-1815) terminaban,
Prusia, Austria y Rusia formaban la Santa Alianza para defender el monarquismo. En
particular, la Santa Alianza autorizó incursiones militares para restablecer el dominio de
los Borbones sobre España, así como bajo sus colonias, que estaban en la época
estableciendo su independencia.

En la época, la Doctrina Monroe representaba una seria advertencia no solo a la Santa


Alianza, sino también a la propia Gran Bretaña (con quienes los estadounidenses habían
trabado recientemente la guerra de 1812), aunque su efecto inmediato, en cuanto a la
defensa de los nuevos Estados americanos, era puramente moral, dado que los intereses
económicos y la capacidad política y militar de Estados Unidos en la época no
sobrepasaban la región del Caribe. Es muy importante resaltar que Estados Unidos en esta
época aún estaba lejos de ser considerado siquiera una potencia regional. De cualquier
forma, la formulación de la Doctrina Monroe ayudó a Gran Bretaña a frustrar los planes
europeos de recolonización de América y permitió que Estados Unidos continuara
dilatando sus fronteras hacia el oeste. Esta expansión en el continente americano tuvo
como presupuesto el Destino Manifiesto, y marcó el inicio de la política expansionista de
Estados Unidos en el continente.
Como se ha visto anteriormente, «América para los americanos» toma su sentido dentro
del proceso de imperialismo y colonialismo en el que se habían embarcado las potencias
europeas de esos años. En un inicio se presentó como defensa de los procesos de
independencia de los países americanos, aunque el pronunciamiento del presidente
Monroe no pasó de ser una simple declaración altisonante hecha por un Estado sin
recursos militares suficientes para sostenerla. Esa circunstancia determinó que durante
largo tiempo no fuera invocada ni calificada como doctrina.

El presidente estadounidense James Polk despertó por primera vez el discurso de Monroe
en su alocución del 2 de diciembre de 1845 con la finalidad de apoyar las pretensiones
estadounidense sobre Texas y el territorio de Oregón, así como para oponerse a supuestas
maquinaciones británicas con relación a California, que en aquel entonces era una
provincia mexicana.

En 1850 también se tomó el pronunciamiento del entonces expresidente Monroe en


ocasión de la rivalidad entre británicos y estadounidenses en Centroamérica.

El postulado de Monroe adquirió el título de doctrina en los años 1850 y siguientes. Sobre
el particular, Don Pedro Mir nos observa siguiendo al historiador Perkins que para 1954 la
Doctrina Monroe no era conocida oficialmente con ese nombre y añade que para esa
fecha los principios de Monroe eran calificados de “doctrina” en artículos periodísticos y
de manera retórica en debates de las Cámaras y que «por su parte, las potencias
coloniales la denominaban así en despachos secretos pero jamás admitían públicamente,
no sólo el nombre, sino su misma existencia

Para robustecer lo que acabamos de expresar citando a Don Pedro Mir resulta oportuno
transcribir parte de una comunicación emanada de un ministro español a propósito de
una propuesta de anexión de la República Dominicana a España. El documento dice «Al
dar conocimiento a V. E. de este negocio, creo de mi deber manifestarle que tengo por
seguro al protectorado de la España en Santo Domingo se opondrían Estados Unidos y
muy especialmente el partido democrático que hoy se halla al frente del Gobierno de la
Federación, el cual es sostenedor de la máxima política conocida en aquel país con el
nombre de The Monroe Doctrine a saber, que no se debe consentir la Confederación
americana que ninguna nación de Europa o cualquiera de América tenga más dominio que
el que ejerza en la actualidad».

Digamos, incidentalmente, que si bien ese era el parecer español en 1854, más tarde hubo
un cambio de opinión debido principalmente a la insistencia de algunos agentes de España
en Santo Domingo y de los gobernadores de Puerto Rico y Cuba, lo cual conllevó a la
anexión de la República Dominicana a España.
Esta doctrina no ha sido seguida imparcialmente; en realidad solo se aplica en beneficio
de los intereses de los Estados Unidos como lo ejemplifica el papel que tomaron en
múltiples intervenciones europeas posteriores en suelo americano. Por ejemplo la toma
en 1833 de las islas Malvinas por los británicos, el dominio español de la República
Dominicana entre 1861 y 1865, el bloqueo de barcos franceses a los puertos argentinos
entre 1838 y 1850, el establecimiento de los británicos en Mosquitia, la invasión de
México por las tropas francesas y la imposición de Maximiliano de Austria como
emperador, la ocupación de la Guayana Esequiba por los británicos y el bloqueo naval de
Venezuela por Alemania, Reino Unido e Italia entre 1902 y 1903, además de las diversas
colonias en el Caribe que aún conservan los gobiernos europeos tales como las Islas
Vírgenes Británicas, las Islas Turcas y Caicos, las islas de Aruba, Bonaire, Curazao, San
Martín, Saba y San Eustaquio bajo la corona neerlandesa, la Guayana Francesa y
Guadalupe que son departamentos franceses de ultramar que incluyen otras islas
menores e islotes de posesión francesa como lo son Martinica y San Pedro y Miquelón.
Igualmente hay que mencionar el caso de Groenlandia, tercer país más grande de América
del Norte, que aún permanece como colonia de Dinamarca.

La Guerra de las Malvinas en 1982 y el apoyo que el gobierno de los Estados Unidos
brindaron en inteligencia al gobierno de Margaret Thatcher dejaron de manifiesto que la
doctrina no aplicaba más que para aquellas potencias europeas no aliadas a los Estados
Unidos.

Cabe destacar en este mismo orden de ideas que aún existen países de la Commonwealth
que es un remanente colonial del Imperio británico como lo son Canadá y las diversas islas
caribeñas que son conocidas como las Indias Occidentales Británicas (British West Indies
en inglés) que incluyen además a otras regiones continentales como Belice y Guyana.
De ahí la ambigüedad de la doctrina. En Latinoamérica se entiende que cuando los Estados
Unidos usan el postulado «América para los americanos», entienden por «América» todo
el continente, pero por «americanos» solo a los estadounidenses.

El Principio de no Intervención y Principales Doctrinas.


El principio de no intervención es una doctrina que prohíbe la injerencia de un Estado en
el territorio o los asuntos de otro. Hace referencia a intervenciones armadas, como
ataques, invasiones u ocupaciones militares, pero también puede incluir otras acciones.
Por ejemplo, promover un fenómeno que pueda romper el orden político de un Estado,
como la financiación o el apoyo militar a grupos terroristas o revolucionarios, o incluso el
envío de ayuda humanitaria sin el beneplácito del Estado receptor.
Este principio está recogido en el artículo 2 de la Carta de Naciones Unidas, que prohíbe a
los países miembros usar la fuerza contra la integridad territorial o la independencia
política de otro Estado. Además, la Asamblea General lo desarrolla en sus
resoluciones 2131 (XX) y 2625 (XXV). La primera establece que ningún Estado tiene
derecho a intervenir directa o indirectamente en los asuntos internos o externos de otro,
ya sea mediante medidas económicas, políticas o de cualquier otro tipo, y la segunda
amplía la prohibición del uso de la fuerza recogida en la Carta. También lo contemplan
acuerdos regionales, como la Carta de la Organización de Estados Americanos.
La Declaración de 1970 no intenta una definición, sino que describe la intervención por
medio de dos ejemplos concretos y una formulación de orden general. El primer ejemplo
es la referencia que se hace a la intervención armada, una expresión que abarca todos los
actos de fuerza que, por una razón u otra, no alcanzan a constituir ataques armados,
agresiones o empleos ilegítimos de la fuerza. El segundo ejemplo concreto de intervención
se da en la prohibición regulada en el párrafo 3: “todos los Estados deberán también
abstenerse de organizar, apoyar, fomentar, financiar, instigar o tolerar actividades
armadas, subversivas o terroristas encaminadas a cambiar por la violencia el régimen de
otro Estado, y de intervenir en una guerra civil de otro Estado”.
Esta declaración, en la segunda parte de su primer párrafo define como violaciones del
derecho internacional, además de la intervención armada: “cualquier otra forma de
injerencia o de amenaza atentatoria de la personalidad del Estado, o de los elementos
políticos, económicos o culturales que lo constituyen.
Por tanto, ningún Estado puede aplicar o fomentar el uso de medidas económicas,
políticas o de cualquier otra índole para coaccionar a otro Estado, con el fin de lograr que
subordine el ejercicio de sus derechos soberanos y obtener de él ventajas de cualquier
orden.
La mayoría de la doctrina internacional llega al principio de no intervención a partir del
definir el contenido del término intervención, y reconoce que la no intervención como
norma general del Derecho Internacional. Sin embargo, no cabe duda que no existe
uniformidad ni en la doctrina ni en la práctica de los Estados acerca del significado, el
contenido y el alcance de la noción intervención, las cuales están sujetos a
consideraciones de carácter político y no jurídico.
La Doctrina reafirma la oposición de Estados Unidos contra el colonialismo europeo,
inspirándose en la política aislacionista de George Washington, según la cual «Europa
tenía un conjunto de intereses elementales sin relación con los nuestros o, si no, muy
remotamente» (discurso de despedida del presidente George Washington, el 17 de
septiembre de 1796), y desarrollaba el pensamiento de Thomas Jefferson, según el cual
«América tiene un Hemisferio para sí misma», que tanto podría significar el continente
americano como su propio país.
El gobierno de Estados Unidos, en aquel entonces un país que había alcanzado su
independencia hacía tan sólo 40 años, temía que las potencias europeas victoriosas que
emergían del Congreso de Viena (1814-1815) revivieran sus imperios coloniales en
América. A medida que las revolucionarias guerras napoleónicas (1803-1815)
terminaban, Prusia, Austria y Rusia formaban la Santa Alianza para defender
el monarquismo. En particular, la Santa Alianza autorizó incursiones militares para
restablecer el dominio de los Borbones sobre España, así como bajo sus colonias, que
estaban en la época estableciendo su independencia.
En la época, la Doctrina Monroe representaba una seria advertencia no solo a la Santa
Alianza, sino también a la propia Gran Bretaña (con quienes los estadounidenses habían
trabado recientemente la guerra de 1812), aunque su efecto inmediato, en cuanto a la
defensa de los nuevos Estados americanos, era puramente moral, dado que los intereses
económicos y la capacidad política y militar de Estados Unidos en la época no
sobrepasaban la región del Caribe. Es muy importante resaltar que Estados Unidos en esta
época aún estaba lejos de ser considerado siquiera una potencia regional. De cualquier
forma, la formulación de la Doctrina Monroe ayudó a Gran Bretaña a frustrar los planes
europeos de recolonización de América y permitió que Estados Unidos continuara
dilatando sus fronteras hacia el oeste. Esta expansión en el continente americano tuvo
como presupuesto el Destino Manifiesto, y marcó el inicio de la política expansionista de
Estados Unidos en el continente.
Recepción En la época, la reacción en América Latina a la Doctrina Monroe fue
generalmente favorable, pero en algunas ocasiones recelosa. John Crow, autor de The
Epic of Latin America, afirma: «El propio Simón Bolívar, aún en medio de su última
campaña contra los
españoles, Santander en Colombia, Rivadavia en Argentina, Victoria en México —líderes
de los movimientos de emancipación en todos los lugares— recibieron las palabras de
Monroe con la más sincera gratitud». [2]
Crow argumenta que los líderes de América Latina eran realistas: en su contexto histórico,
ellos sabían que el presidente de Estados Unidos ejercía muy poco poder en la época,
particularmente sin el apoyo de las fuerzas británicas, y descubrieron que la Doctrina
Monroe era inaplicable si los Estados Unidos estuvieran solos contra la Santa Alianza.
Mientras ellos apreciaban y alababan su apoyo en el norte, ellos sabían que el futuro de su
independencia estaba en manos de los británicos y de su poderosa marina.
En 1826, Bolívar apeló a su Congreso de Panamá para albergar la primera reunión
«panamericana». En los ojos de Bolívar y sus hombres, la Doctrina Monroe debía
convertirse en nada más que una simple herramienta de política nacional de los
estadounidenses. De acuerdo con Crow, «no debería ser y nunca fue destinado a ser una
carta de acción hemisférica concertada».
Fase imperial de Estados Unidos
Como se ha visto anteriormente, «América para los americanos» toma su sentido dentro
del proceso de imperialismo y colonialismo en el que se habían embarcado las potencias
europeas de esos años. En un inicio se presentó como defensa de los procesos de
independencia de los países americanos, aunque el pronunciamiento del presidente
Monroe no pasó de ser una simple declaración altisonante hecha por un Estado sin
recursos militares suficientes para sostenerla. Esa circunstancia determinó que durante
largo tiempo no fuera invocada ni calificada como doctrina.
El presidente estadounidense James Polk despertó por primera vez el discurso de Monroe
en su alocución del 2 de diciembre de 1845 con la finalidad de apoyar las pretensiones
estadounidense sobre Texas y el territorio de Oregón, así como para oponerse a supuestas
maquinaciones británicas con relación a California, que en aquel entonces era una
provincia mexicana.
En 1850 también se tomó el pronunciamiento del entonces expresidente Monroe en
ocasión de la rivalidad entre británicos y estadounidenses en Centroamérica.
El postulado de Monroe adquirió el título de doctrina en los años 1850 y siguientes. Sobre
el particular, Don Pedro Mir nos observa —siguiendo al historiador Pekinés— que para
1954 la Doctrina Monroe no era conocida oficialmente con ese nombre y añade que «para
esa fecha los principios de Monroe [...] eran calificados de “doctrina” en artículos
periodísticos y de manera retórica en debates de las Cámaras» y que «por su parte, las
potencias coloniales la denominaban así en despachos secretos [... ] pero jamás admitían
públicamente, no sólo el nombre, sino su misma existencia».
Para robustecer lo que acabamos de expresar —citando a Don Pedro Mir— resulta
oportuno transcribir parte de una comunicación emanada de un ministro español a
propósito de una propuesta de anexión de la República Dominicana a España. El
documento dice «Al dar conocimiento a V. E. de este negocio, creo de mi deber
manifestarle que tengo por seguro al protectorado de la España en Santo Domingo se
opondrían Estados Unidos y muy especialmente el partido democrático que hoy se halla al
frente del Gobierno de la Federación, el cual es sostenedor de la máxima política conocida
en aquel país con el nombre de The Monroe Doctrine a saber, que no se debe consentir la
Confederación americana que ninguna nación de Europa o cualquiera de América tenga
más dominio que el que ejerza en la actualidad».
Digamos, incidentalmente, que si bien ese era el parecer español en 1854, más tarde hubo
un cambio de opinión debido principalmente a la insistencia de algunos agentes de España
en Santo Domingo y de los gobernadores de Puerto Rico y Cuba, lo cual conllevó a la
anexión de la República Dominicana a España.
Pero antes de la anexión el Gobierno estadounidense, a través de un aventurero de
nombre William Leslie Cazneau, había dado manifestaciones de tener pretensiones sobre
una parte de la Bahía de Samaná. En tal sentido, el Secretario de Estado, William L. Marcy,
le hacía llegar a su enviado las siguientes instrucciones «el más poderoso incentivo para
reconocer a la República Dominicana e instrumentar un Tratado con ella es la adquisición
de las ventajas que Estados Unidos esperan derivar de la posesión y control de una
porción del territorio de la Bahía de Samaná... Nuestro propósito no es otro que ese
territorio sea cedido completamente: para las conveniencias que los Estados Unidos
aspiran a obtener bastaría con una sola milla cuadrada».
El proyecto estadounidense, contó, naturalmente, con la oposición de las potencias
europeas que se emplearon a fondo en intrigas diplomáticas y hasta en amenazas navales,
para hacerlo fracasar.
Sin embargo, con apoyo u omisión de Estados Unidos, después de la adopción de la
doctrina Monroe se produjeron intervenciones europeas en países americanos. Entre ellas
se cuenta la ocupación de las islas Malvinas por parte de Gran Bretaña en 1833, el
bloqueo de barcos franceses a los puertos argentinos entre 1839 y 1840, el bloqueo anglo-
francés del río de la Plata de 1845 a 1850, la invasión española a la República
Dominicana entre 1861 y 1865, la intervención francesa en México entre 1862 y 1867,
la guerra hispano-sudamericana entre 1865 y 1866, la ocupación inglesa .

Doctrinas Sobre el Reconocimiento de Gobiernos


Reconocimiento de gobiernos La Real Academia Española (2015) define al reconocimiento
como “existencia de una cultura política o de administraciones nuevas, instauradas por
medio de hechos, siendo su objeto de estudio el orden normativo a nivel internacional”. A
su vez, Pastor (1996: 56) contempla al reconocimiento de Estado “como el hecho por el
que otros manifiestan tratarán a esa conglomeración como a un Estado dotándolo como
sujeto de Derecho Internacional, investido de personalidad y capacidad jurídica propia”. El
reconocimiento de gobiernos ocurre cuando la forma de gobernar se transforma en un
Estado. Estos cambios pueden ser habituales, mediante de elecciones constantes, que
llevan implícitos agradecimientos hechos por los nuevos gobiernos, incluyendo también el
mantenimiento de las relaciones diplomáticas; por el contrario, los cambios violentos son
ocasionados por golpes de Estado o revoluciones, esto significa la modificación del
sistema político; por ejemplo, del liberalismo al marxismo, o del capitalismo al socialismo.
Sobre el reconocimiento de gobiernos, hay dos teorías importantes:

 La teoría de la efectividad. Un gobierno específico debe poseer la obediencia de los


ciudadanos. De acuerdo con los derechos estadounidenses, el reconocimiento surge en
correspondencia con toda administración constituida por el interés del país
sustancialmente declarado (Podestá, 1997: .  La teoría de la regularidad. Aquí, el
gobierno posee un dominio in jure, con derecho a ser reconocido. O puede ser un
gobierno anormalmente constituido (por fórmulas de fuerza); se sugiere entonces el
problema de la legitimidad constitucional interna. Las doctrinas que restringen el
reconocimiento de nuevos gobiernos a la legitimidad constitucional encuentran su origen
en ideas políticas, en donde el interés por el libre consentimiento de las administraciones
está unido con una visión propia de la solidez de las relaciones internacionales (Podestá,
1997:
Doctrinas sobre reconocimiento
Cuando se dan sucesos o transformaciones radiales, nacen nuevas doctrinas sobre el
reconocimiento de gobiernos.
Doctrinas sobre el reconocimiento de los gobiernos La doctrina Jefferson (1792)
Únicamente investiga a los gobiernos democráticos La doctrina Tobar (1907) No explora
gobiernos surgidos de golpes de Estado o revoluciones. La doctrina Wilson (1913) Fija que
todo Estado reconocido como miembro de la ONU debe ser identificado como legítimo. La
doctrina Estrada (1930) También nombrada como doctrina México. Se limita a alimentar y
separar relaciones diplomáticas con el nuevo gobierno, sin conceder su reconocimiento de
forma expresa y formal.
La doctrina Díaz Ordaz (1969) Refiere que los movimientos de liberación nacional no crean
gobiernos auténticos. Estudia como gobierno legítimo al concebido por la voluntad
popular de la nación. Apoya el reconocimiento de gobiernos en el principio de la legalidad.
En la práctica fue débil e inconsistente. Retoma la doctrina Estrada, y su fin es buscar la
continuidad en las relaciones diplomáticas con América Latina Las teorías referidas llevan
el nombre y prestigio de los diplomáticos o jefes de Estado, quienes las crearon, y
personalizan la figura de la cancillería o ministerio de relaciones exteriores en un
momento histórico definido en relación con el reconocimiento de gobiernos.

Conclusión
Desde el siglo XVI, las Américas compartían muchos aspectos de las culturas políticas de
Europa.
Las independencias no rompieron esta comunidad, al contrario, después de las
independencias América Latina estableció regímenes políticos que eran hermanos
gemelos de los nuevos regímenes en Europa.
La diferencia más bien radicaba en la celeridad en la cual los países latinoamericanos se
habían transformado en comparación con Europa.
Desde un punto de vista político, un alemán, un francés o un inglés estaba en casa cuando
visitaba un país latinoamericano a mediados del siglo XIX, mientras que en Asia y África o
estaba en un mundo bien diferente o en territorios bajo dominio europeo.
Las independencias latinoamericanas rompieron el dominio de los reyes ibéricos en el
continente americano, pero no destruyeron la comunidad de ideas y de sistemas políticos,
sociales y económicos. Más bien se puede decir que basada en esta comunidad, la historia
posterior iba a acercar Europa y América Latina cada vez más.
Un Estado se define por cuatro características: una población estable y permanente, un
territorio delimitado y un Gobierno soberano que actúe sobre su territorio y población
con independencia y poseyendo el monopolio de la violencia
El no intervencionismo es la doctrina que indica la obligación de los Estados de abstenerse
a intervenir, ya sea directa o indirectamente, en los asuntos internos de otro Estado con la
intención de afectar su voluntad y obtener su subordinación.

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