Está en la página 1de 12

El comienzo de la relación binacional entre México y Estados Unidos

Todos pensaríamos que la relación de entre México y Estados Unidos (EE. UU.)
comenzó después de que el Ejercito Trigarante hiciera su entrada triunfal a la
ciudad de México el 27 de septiembre de 1821, pero esto no fue así. La relación
comenzó mucho antes y está siempre fue pensada desde el beneficio personal de
ambos Estados, pero ¿Cómo fue posible que la prospera Nueva España se
desintegrara sucumbiendo ante el extranjero? Y ¿Qué papel tuvo EE. UU. en todo
esto?

Para responder lo anterior el presente trabajo pretende dar una reflexión sobre la
relación entre México y Estados Unidos de inicios del siglo XIX, para ser directos
los primeros años de vida independiente, de México, resumen perfectamente el
tipo de relación que tendrían estas dos naciones en el futuro. Tras las múltiples
Independencias suscitada en el continente, resulta interesante que la región de
Nueva España tuviera un desenlace tardío – que principalmente se debió por la
lejanía de sus colaterales de la parte sur del continente –.

Pero la razón principal del contratiempo fue la determinación de España por


mantener a su colonia más importante, según la Dr. Pilar Martínez López Cano, la
Nueva España fue un centro minero tan importante que producía el 60% de toda la
plata del mundo que sería crucial para la primera globalización económica de la
historia.1 Durante su época dorada se consolidaron las rutas comerciales
mexicanas y tendría un gran reconocimiento internacional.

La gran riqueza del territorio no ha traído más que problemas para las personas
que lo han habitado, en el caso específico de la relación entre México y EE. UU. el
interés fue más allá debido a su vecindad, no solo se trato de sus riquezas
naturales sino de definir a un posible enemigo o aliado. En este sentido, el vecino
del norte en todo momento realizo su relación desde la estratégica y con un

1
Omar Páramo y Myriam Núñez, “La Nueva España, protagonista de la primera globalización económica de la
historia”, UNAM global, junio 26, 2019, https://unamglobal.unam.mx/la-nueva-espana-protagonista-de-la-
primera-globalizacion-economica-de-la-historia/
profundo interés personal para no dejarse opacar por la inmensidad de la ex –
colonia española.

Para empezar, explicar esta relación con profundidad debemos entender la


situación de ambos países. Primeramente, la Nueva España comenzaría una
nueva etapa con la familia Borbón (1701-1821), específicamente con Carlos III, la
concepción hacia las colonias cambiaria de acuerdo con las ideas francesas, es
decir, que los territorios coloniales eran considerados enteramente para
explotación y no como parte de la monarquía. 2 Esto se sumara a una serie de
reformas concernientes a la iglesia católica que fueron implementadas en un
principio en España, pero que finalmente llegarían a sus colonias.

Entre las reformas estaba: la obligación del clero para contribuir con “los gastos
públicos; los obispos se sujetarán al Consejo Real; la iglesia perdiera algunos
bienes; y una participación en materia política limitada. Por otro lado, un
acontecimiento derivado de estas reformas fue la expulsión de los jesuitas, en
1767, de los territorios españoles”3. Aquí yace – a criterio propio – el mayor
problema de la sociedad novohispana entrado el siglo XIX, debido a que
incentivara un problema en la sociedad que era fiel a la Iglesia Católica y a la
corona española.

Si bien, las reformas tenían lógica en una España que estaba siendo invadida por
con las ideas de ilustración, la sociedad en sus colonias era totalmente distinta ya
que se encontraba poblada por una serie de distintas castas que encontraban su
unión en la religión católica, un ejemplo de esto es el “Estandarte de Hidalgo” que
deslumbraba la imagen a la Virgen de Guadalupe, asimismo, existía una sociedad
basada en la desigualdad y que era controlada por la fe de los creyentes.

Para ser claros la sociedad giraba en torno al español peninsular quien era el
dueño del poder y el dinero y representaba un obstáculo para el desarrollo de las
demás clases sociales. Por otro lado, los indios, los mestizos y castas eran la
fuerza de trabajo; carecían de derechos y debían soportar la carga de impuestos.

2
Humberto Sánchez Córdova et al., “Sociedad colonial” en Historia de México, (México: Pearson, 2014), 39.
3
Ibid, 40.
Mientras que, los negros eran la mano esclava. Pero, por encima de todos ellos,
sin llegar a ser como los españoles, estaban los criollos. 4 Estos últimos se
encargarán de hacer posible la independencia que se lograría con el apoyo de las
demás clases sociales.

Por otro lado, para finales del siglo XVIII los EE. UU. se hacían de un poderoso
aliado con la firma del Tratado de Alianza (1778) con Francia, y con ayuda de este
último, es que conseguirá su independencia el 16 de septiembre de 1783, con el
Tratado de París. A partir de ese momento y hasta la mitad del siglo XIX mantuvo
una orientación aislacionista, ya que no deseaban tener ninguna responsabilidad
con las naciones europeas ni con las del resto del mundo. 5 En este momento eran
consientes del peligro de Europa, pero aún no podían hacer nada.

El temor de EE. UU. por una posible intromisión de las naciones europeas se verá
reflejada en la proclamación de la Doctrina Monroe (1823), pero esta no surge la
nada ni de una sola persona, su origen lo podemos encontrar en el proyecto de
Tratado de Alianza, redactado por John Adams en 1778, en el “mensaje de Adiós
de Washington en 1796, en declaraciones de Thomas Jefferson (1790, 1808,
1820 y en la Declaración de Transferencia de 1811. 6 El país de las barras y las
estrellas no contaba con el poder de combatir con las potencias europeas, pero
había encontrado la forma de combatir por medio de las ideas.

Una prueba de la inferioridad estadounidense fue el negarse apoyar a Francia


que, en 1793 le declaraba la guerra a la Gran Bretaña y a España. Desde el
principio EE. UU. se había mostrado a favor de la Revolución Francesa, pero a
diferencia del viejo continente donde el poder se concentraba en la nobleza, en el
recién creado Estado americano eran comerciantes, específicamente personas
adineradas, las cuales se concentraban en las zonas costeras como

4
Cfr. Humberto Sánchez Córdova et al., “Causas internas y externas del proceso de Independencia” en
Historia de México, (México: Pearson, 2014), 52.
5
Brenda Jiménez y Verónica Velázquez, “La Doctrina Monroe como elemento ideológico expansionista” en La
política intervencionista de los Estados Unidos desde la Doctrina Monroe a la Helms-Burton: un análisis
retrospectivo y prospectivo, (México: Escuela Nacional de Estudios Profesionales Campus Aragón- UNAM,
1998), 14.
6
Ídem.
Massachusetts – debido a que el sistema económico de Hamilton los favorecía –
que continuaban comerciando principalmente con su antigua metrópoli. 7

Para el presidente George Washington le parecía indigno la neutralidad en el


conflicto europeo. Por otro lado, para los propietarios de los barcos mercantes les
era indispensable el comercio con Inglaterra y para los grandes plantadores de
Virginia, de raza y tradición inglesa, les escandalizaba los Derechos del Hombre. 8
Aun cuando pareciese contradictorio el posicionamiento de EE. UU. era lo que
menos importaba en cuanto a su estrategia.

En este sentido, entrados al siglo XIX observamos a un EE. UU. aun temeroso por
el poderío del viejo continente, pero consciente en todo momento de su propia
capacidad y con total disposición de defender sus ideales frente al mundo; un
ejemplo es su idea del Hemisferio Occidental, la cual implicaba una relación
espacial con América Latina, refiere a la sociedad, económica y política de un
Nuevo Mundo moralmente superior al Viejo Mundo despótico y decadente. 9 No
solo estaban creando el pensamiento de su nación, sino la un continente entero
que compitiera con las ideas europeas, para este momento la lucha se volvió
ideológica.

Así pues, iniciado el siglo XIX, el contexto internacional fue el idóneo para la
independencia de las colonias españolas, debido a que las ideas de ilustración
que cuestionaban la desigualdad y las viejas instituciones ganaban popularidad;
las reformas borbónicas alentaron inconscientemente al movimiento; y tras la
guerra de “Siete años” – en la que España apoyo a Francia – se gestó una
enemistad con Inglaterra, y para 1808 cuando Napoleón invade España 10 es que
surge el primer intento de independencia por parte de los criollos novohispanos.

7
Véase, Samuel Eliot Morison, Henry Steele Commagery y William Leuchtenburg, “La época federalista”, en
Breve historia de los Estados Unidos, (México: Fondo de Cultura Económica, 1999), 170-185.
8
Morrison Samuel Eliot, Henry Steele Commagery y Willian E. Leuchtenburg, “La época federalista”, en Breve
historia de los Estados Unidos, Fondo de Cultura Económica, México, 4a ed., 1999, cap. VIII, pp. 182 y 184.
9
Samuel Eliot Morison, Henry Steele Commagery y William Leuchtenburg, “La época federalista”, en Breve
historia de los Estados Unidos, (México: Fondo de Cultura Económica, 1999), 15.
10
Humberto Sánchez Córdova et al., “Causas internas y externas del proceso de Independencia” en Historia
de México, (México: Pearson, 2014), 53.
En un primer momento los criollos como Juan Francisco Azcarate y Francisco
Primo de Verdad propusieron que se considerara nula la adición y se ignorara toda
disposición proveniente de España en tanto Carlos IV o Fernando VII no
estuvieran en el poder, mientras el ayuntamiento de la ciudad de México
gobernaría de manera independiente. 11 Lo que realmente se buscaba con estas
declaraciones era conseguir de manera pacífica la independencia de Nueva
España.

La propuesta criolla fue recibida con simpatía por el virrey José de Iturrigaray y los
comerciantes españoles de ”El Parián en la capital; no obstante, estos últimos
encabezados por Gabriel Yermo, hicieron estallar un motín apoyados por el clero y
los inquisidores, procediendo a destituir a Iturrigaray”. 12 Es en este punto en el que
podemos ver desarrollado el conflicto entre Iglesia y Estado que tanto tiempo
había amonestado la Nueva España, pero aquí también se deslumbra los que
serán posteriormente los liberales y los conservadores en un futuro.

Con la designación de Garibay como virrey, comenzaron las conspiraciones para


lograr la independencia de México; entre las más importantes están las de
Valladolid, San Miguel el Grande y Querétaro. Esta última organizada por Ignacio
Allende quien fue el que inicio el movimiento de independencia, en todas las
conspiraciones participaban criollos y elementos del ejército, cuyas propuestas se
centraban en desconocer al gobierno español mientras se mantuviera la invasión
napoleónica y reconocer como rey a Fernando VII. 13

Es así como se desarrolla el panorama mexicano del S.XIX, tras un movimiento


organizado por criollos, los cuales solo pudieron hacerle frente a los peninsulares
con ayuda de las demás castas. Con el tiempo el movimiento paso de ser una
independencia pacifica a una violenta en contra de Fernando VII y, a su vez,
crecía las diferencias entre la Iglesia y el Estado, lo cual generaría esferas de
poder dentro de los mismos independentistas que buscaban el apoyo extranjero,
pero principalmente apoyo del Norte.
11
Humberto Sánchez Córdova et al., “invasión napoleónica a España y su impacto en la Colonia” en Historia
de México, (México: Pearson, 2014), 56.
12
Ibid, 57.
13
Ídem.
Para ser precisos en cuanto al comienzo de la relación bilateral entre México y EE.
UU., según Jorge Flores, fue el 3 de diciembre de 1810 en Guadalajara, cuando
Miguel Hidalgo otorgaba credencial de embajador plenipotenciario a Pascasio
Ortiz de Letona, con el fin de solicitar una alianza ofensiva y defensiva; e
igualmente que consiguiera el suministro de armas, municiones y demás
elementos de guerra,14 en aquel momento se creía que la ayuda vendría sin
problemas, pero nunca tuvieron en cuenta los interés del país vecino.

Lamentablemente, como era natural en los habitantes de la colonia que no fueran


peninsulares, sus funciones políticas se veían limitadas y como era de suponerse
este fue interceptado por realistas, dándose muerte por su propia mano, antes de
que pudiera ser ejecutado por ellos. Tras una serie de intentos, no seria hasta que
José Bernardo Gutiérrez de Lara, quien después de hablar con Hidalgo en Saltillo,
emprendería un viaje a Washington donde lograría contactar con el entonces
secretario de Estado James Monroe.15

En 1812, Gutiérrez se reuniría con Monroe, el cual le ofrecería una propuesta que
provocaría su enojo y salida abrupta del despacho. Como señala Don Luis de
Onís, en carta del 14 de febrero de 1812,

Monroe recibió a Gutiérrez y le ofreció “que el gobierno de los Estados


Unidos apoyaría con toda su fuerza la revolución de las provincias
mexicanas, y que a este efecto la sostendrían, no solamente con armas y
municiones, sino con veintisiete mil hombres de buena tropa”, pero que los
jefes de la revolución debían de tratar de establecer una buena Constitución,
haciendo hincapié en este punto sobre la de Estados Unidos, y que entonces
se admitiría en la Conferencia Americana, formando así la más formidable
potencia del mundo. “El coronel Bernardo – dice Onís, que había escuchado
con bastante serenidad al secretario de Estado, hasta su plan propuesto de
agregación, se levantó furioso de su silla al ori semejante proposición, y salió
del despacho de Mr. Monroe, muy enojado de la insultante insinuación. 16

14
Jorge Flores, “Apuntes para una historia de la diplomacia mexicana”, Estudios de historia moderna y
contemporánea de México, núm. 4, (1972): 9.
https://moderna.historicas.unam.mx/index.php/ehm/article/view/69222
15
Véase, Jorge Flores, “Apuntes para una historia de la diplomacia mexicana”, Estudios de historia moderna y
contemporánea de México, núm. 4, (1972): 10.
https://moderna.historicas.unam.mx/index.php/ehm/article/view/69222
16
Manuel Alcalá, “Los Estados Unidos y la guerra mexicana de Independencia”, boletín del Instituto de
Investigaciones Bibliográficas, núm. 1 y 2, (enero-febrero, de 2000): 217-218,
http://publicaciones.iib.unam.mx/index.php/boletin/article/view/651/640#
La propuesta de la nación vecina era clara, la ayuda seria siempre y cuando
México se sometiera a los ideales estadounidenses. Por otro lado, la ignorancia
del insurgente, según palabras de Alamán, nunca tuvimos entre nuestros
insurgentes genios de una amplia visión universal, en lo tocante a cuestiones
internacionales, al iniciarse el conflicto estos pusieron desde luego sus miradas en
algún socorro que pudiera venir del exterior, principalmente de Estados Unidos. 17
Se creía que el apoyo por parte del vecino del norte seria de manera incondicional
y desinteresado.

Posteriormente, “según la relación escrita por Gutiérrez, Monroe esquivo todo


compromiso formal; pero no pudo disimular un oculto pensamiento acerca del
futuro destino de la provincia de Texas” 18. Aun cuando se enunciaba la idea del
hemisferio occidental, este se trataba de un pensamiento que solo involucraba al
pueblo estadounidense, las ideas arrogadas por parte del gobierno de EE. UU. fue
mera estrategia geopolítica, ya que no era conveniente que las colonias cayeran
bajo la influencia de otra potencia europea que pudiera amenazar a su estilo de
vida.

En realidad, desde 1787, Jefferson, preveía la posibilidad de independencia para


toda la América, pero temía que las posesiones españolas se separaran de la
metrópoli antes que los EE. UU. estuvieran “preparados para ellas”, de igual forma
ya desde entonces creían en la posibilidad de una expansión hasta el Istmo. 19 Por
supuesto que fue el interés personal y el temor el que incentivo la estrategia de los
estadounidenses que buscaban expandir sus ideales sobre el mundo.

Tras tres años iniciado el conflicto, aun cuando Gutiérrez advirtió sobre los
intereses de EE. UU., los insurgentes no podían hacer nada al respecto. La
desesperación había llegado sobre José María Morelos y Pavón al punto de

17
Lucas Alamán (citado por Manuel Alcalá), “Los Estados Unidos y la guerra mexicana de Independencia”,
boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, núm. 1 y 2, (enero-febrero, de 2000): 216.
18
Jorge Flores, “Apuntes para una historia de la diplomacia mexicana”, Estudios de historia moderna y
contemporánea de México, núm. 4, (1972): 10.
https://moderna.historicas.unam.mx/index.php/ehm/article/view/69222
19
Manuel Alcalá, “Los Estados Unidos y la guerra mexicana de Independencia”, boletín del Instituto de
Investigaciones Bibliográficas, núm. 1 y 2, (enero-febrero, de 2000): 214,
http://publicaciones.iib.unam.mx/index.php/boletin/article/view/651/640#
acceder a cualquier perdida de territorio a cambio de obtener algún socorro. Por
otro lado, Ignacio López Rayón había intentado entablar relaciones con EE. UU.
sin éxito alguno.20 En este momento ningún insurgente pensaba en colectividad o
lo que implicaba formar una identidad mexicana, peleaban, pero les eran
indiferentes la inmensidad de la colonia – esta falta de unión generara problemas
a futuro –.

Según Manuel Alcalá, el que los estadounidenses no hubieran tratado de abrirse


camino para introducir armas por los puntos que ocupaban los insurgentes,
ejemplo de ello fue que Morelos nunca recibió ayuda por Tabasco ya que era un
punto vigilado por los realistas, lo cierto es que los EE. UU. demasiado astutos y
bastante débiles todavía, no podían darse el lujo de comprometerse a una franca
ruptura con España, lo que equivaldría a enemistarse con la aliada de esta, 21
Inglaterra, quienes se habían aliado contra Francia.

La caída del Imperio Español era solo cuestión de tiempo, pero resultaba más
conveniente alentar su separación para debilitar a los futuros Estados
independientes. Por otro lado, España hizo lo posible por controlar la situación,
una vez que el movimiento escalo a una independencia violenta, fue que España
comprendiendo la verdadera situación en sus colonias. Tras la caída de Napoleón
en 1814, el representante diplomático de Fernando VII, Luis de Onís, volvió a
encargarse de sus funciones en la ciudad de Washington; y desde entonces, trato
de impedir toda ayuda a los países que luchaban por su independencia. 22

Más adelante, Onís junto a John Quincy Adams, el 22 de febrero de 1819 serían
los artificie del Tratado Onís-Adams, en el que se negoció las fronteras de Texas,
la Luisiana y la Florida.23 Para este momento EE. UU. continuaba jugando un
papel estratégico de neutralidad, no le interesaba reconocer a ninguna colonia si
podía negociar con España, pero al mismo tiempo, lo que le permitía negociar con

20
Ibid, 221.
21
Ibid, 222.
22
Jorge Flores, “Apuntes para una historia de la diplomacia mexicana”, Estudios de historia moderna y
contemporánea de México, núm. 4, (1972): 11.
https://moderna.historicas.unam.mx/index.php/ehm/article/view/69222
23
Idem.
esta era su situación con las colonias, por lo que, resultaba conveniente ser
neutral.

El 4 de octubre de 1821, siete días después de que México inició su vida de


nación libre e independiente, la Regencia y Junta Gobernadora del Imperio
procedieron a la organización del gobierno que debería regir sus destinos. “Se
crearon cuatro secretarías de Estado, y la de Relaciones Exteriores, la encargada
de vigilar y de cuidar los más altos intereses de la nueva nación, fue confiada a
don José Manuel de Herrera”.24 Este personaje realmente fue dispuesto por su
cercanía con Iturbide que por su capacidad.

Según el historiador Robinson, Herrera era "muy grave en sus modales, pero con
pocos conocimientos del mundo, y, por consiguiente, fácil de engañar". 25 Y así fue
ya que el 31 de octubre de 1822, este rectifico el tratado onís-adams. En
consecuencia, la línea divisoria entre México y los EE. UU. se fijaría de acuerdo
con dicho Tratado.26 Cada paso dado por EE. UU. era estudiado estratégicamente,
mientras que México a penas si podía ponerse de acuerdo en sus representantes.

Al tiempo en que Herrera ocupaba la cancillería, estaría llegando al país el célebre


Joel Roberts Poinsett, enviado por EE. UU. “En misión secreta con el fin de
informar minuciosamente a los funcionarios de Washington sobre la situación
reinante en el flamante imperio.” 27 Este personaje no solo tendrá la tarea de
informar, sino que se encargará de desestabilizar a la nación al estimular el
federalismo desde el interior, – realmente el convencer a México de su ideología
no era lo primordial, ya que, si recordamos lo dicho líneas arriba, EE. UU. buscaba
apoderarse del territorio –.

24
Ibid, 12
25
Robinson (citado por Jorge Flores), “Apuntes para una historia de la diplomacia mexicana”, Estudios de
historia moderna y contemporánea de México, núm. 4, (1972): 12.
https://moderna.historicas.unam.mx/index.php/ehm/article/view/69222
26
Cfr. Jorge Flores, “Apuntes para una historia de la diplomacia mexicana”, Estudios de historia moderna y
contemporánea de México, núm. 4, (1972): 11.
https://moderna.historicas.unam.mx/index.php/ehm/article/view/69222
27
Ibid, 14.
La consumación de la Independencia de México sucedería un año después de que
se estableciera una constitución liberal en España. En realidad, la victoria fue de la
metrópoli, pero algunas esferas de poder en la colonia no estaban de acuerdo con
los acontecimientos en España. Por lo que, en 1821, se origino la Junta de La
Profesa, la cual garantizaba conservar la religión católica, la unión entre españoles
y mexicanos y la Independencia. 28 Esta tregua no duraría mucho tiempo debido a
sus diferencias, pero sobre todo a la influencia externa.

Una vez derrotado al enemigo en común comenzó la división dentro de México, el


conflicto Iglesia-Estado se manifestará más fuerte que nunca. Las ideas del
exterior impulsaron los principales movimientos internos. Por un lado, los liberales
quienes se apegaban a Estados Unidos y eran más afines a las ideas de
ilustración, y por el otro, los conservadores quienes encajaban con los fines de la
Iglesia y amparaban el apoyo europeo, ambos bandos buscaban tener injerencia
en el territorio.

En este sentido, ya independizado el país comenzaron a surgir las logias


masónicas: la Yorkina, estimulada por EE. UU. y de ideales republicanos; y la
escocesa, estimulada por Inglaterra y de ideales imperialistas. 29 El territorio
mexicano se convirtió en un escenario de guerra entre los ideales
estadounidenses e ingleses, y esta era combatida con mexicanos, pero sería un
error culpar al exterior de las guerras internas.

En los primeros años del México independiente se caracterizo por el despotismo


de las distintas esferas de poder, ya no solo de las distintas clases sociales, sino
de los distintos territorios quienes ajenos a la capital mexicana decidieron
desentenderse del país. No había ningún sentimiento de unidad o colectivo que
permitiese el orden y ese mismo factor fue el que provoco que EE. UU. pudiese
actuar con completa libertad en un territorio que era completamente superior antes
de la Independencia.
28
Humberto Sánchez Córdova et al., “Guerrilla insurgentes” en Historia de México, (México: Pearson, 2014),
68-69.
29
Humberto Sánchez Córdova et al., “Primeros intentos de organización y el Imperio de Iturbide” en Historia
de México, (México: Pearson, 2014), 82.
En conclusión, si tuviéramos que identificar un elemento que caracterizo el
comienzo de la relación bilateral entre México y EE. UU. es el interés personal, la
actuación de EE. UU. fue la misma en que actuó México al luchar entre sí por el
poder. La única diferencia radica en la unión de los nacionales, mientras que la
población de la ex–colonia española estaba conformada por individuos
indiferentes entre sí, la ex – colonia británica se había consolidado en sus propias
ideas y concepción misma como un pueblo superior al viejo mundo y guiadores del
nuevo.

Desde el principio el territorio mexicano fue conformó por líderes que planeaban
su enriquecimiento propio, misma riqueza llevo al interés del extranjero y llevo a
ser la prioridad de la metrópoli, esto último provoco el desgastamiento del pueblo
mexicano, dejándolo vulnerable ante su vecino del norte que no dudo en
aprovecharse de la situación. Finalmente, el desacuerdo dentro del territorio fue la
responsable del inminente desmoronamiento del enorme Imperio Mexicano.

Por otro lado, en los EE. UU. su posición y determinación les dio la ventaja sobre
su vecino del sur, estos principalmente se concentraron en debilitar a la enorme
colonia española que no accedió a someterse de buenas a primeras ellos, así que,
su participación en el conflicto se centro en proveer el armamento para una guerra
duradera que debilitara las fuerzas de la colonia y de la metrópoli, y una vez
terminado el conflicto, los vencedores quedaran a merced de la voluntad de la
ayuda del exterior, la cual sería proveída por el buen vecino del norte.

La voluntad de un Estado es la suma de un colectivo que determinara las acciones


de este y siempre variaran de acuerdo con los individuos. La historia nos ha
mostrado la relación que hubo entre estos dos Estados, pero solo el contexto y el
momento puede verdaderamente determinar los hechos. Si encasilláramos la
relación de México y EE. UU. en este único periodo de la historia no nos sería
posible entender la realidad actual que se ha construido a través de múltiples
procesos. Sin embargo, el origen determinara el camino que seguirá la relación.

Bibliografía:
 Alcalá, Manuel. “Los Estados Unidos y la guerra mexicana de
Independencia”, boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, núm.
1 y 2, (enero-febrero, de 2000): 207-239,
http://publicaciones.iib.unam.mx/index.php/boletin/article/view/651/640#
 Eliot Morison, Samuel, Steele Commagery, Henry y Leuchtenburg, William.
“La época federalista”, en Breve historia de los Estados Unidos, 170-185.
México: Fondo de Cultura Económica, 1999.
 Flores D., Jorge. “Apuntes para una historia de la diplomacia mexicana”,
Estudios de historia moderna y contemporánea de México, núm. 4, (1972):
9-62. https://moderna.historicas.unam.mx/index.php/ehm/article/view/69222
 Jiménez, Brenda y Velázquez, Verónica. “La Doctrina Monroe como
elemento ideológico expansionista” en La política intervencionista de los
Estados Unidos desde la Doctrina Monroe a la Helms-Burton: un análisis
retrospectivo y prospectivo, 14-22. México: Escuela Nacional de Estudios
Profesionales Campus Aragón- UNAM, 1998.
 Páramo, Omar y Núñez, Myriam. “La Nueva España, protagonista de la
primera globalización económica de la historia”, UNAM global, junio 26,
2019. https://unamglobal.unam.mx/la-nueva-espana-protagonista-de-la-
primera-globalizacion-economica-de-la-historia/
 Sánchez Córdova, Humberto, Lilia E. Romo, Rosa M. Parcero, Efraín
Becerra, Katyna Goytia. “Sociedad colonial”, “Causas internas y externas”,
“Invasión napoleónica a España y su impacto en la Colonia”, “Consumación
de la Independencia” y “Primeros intentos de organización y el imperio de
Iturbide (1821-1823)” en Historia de México, 35-39, 48-51, 55-57, 68-71 y
82-83. México: Pearson, 2014.

También podría gustarte