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Estándar 58.

Comenta las características esenciales de la Constitución de 1812.


Tras la abdicación del rey Carlos IV y de su hijo Fernando VII, se produce en España la
Guerra de la Independencia (1808-1814), que enfrentó a España, Reino Unido y Portugal contra
Francia, cuyo objetivo era el de instalar en el trono español a José Bonaparte (hermano de
Napoleón). Esta situación originó continuas revueltas populares y un vacío de poder en España, que
fue ocupado por las juntas provinciales y locales, que terminaron conformando la Junta Suprema
Central (la primera fue instaurada en Aranjuez, aunque luego se trasladarían a Cádiz). En 1810 son
convocadas las Cortes Generales y Extraordinarias, que se reunieron en Cádiz dado que no estaba
ocupada por el ejército francés. Finalmente, terminó por promulgarse en 1812 la primera
constitución de la historia de España, el 19 de marzo, día de San José. Por ello pasó a ser conocida
como “La Pepa”.
La Constitución de 1812 dio paso a un nuevo sistema político en España. Puso fin a la
monarquía absoluta y estableció un nuevo régimen parlamentario con los poderes del rey limitados.
El régimen político que establecía era una monarquía constitucional. Sus principales características
son las siguientes:
Se afirma la soberanía nacional, es decir, el poder residía en la nación representada en las
Cortes, un principio totalmente opuesto al totalitarismo. Esto se debe a que la elección de los
representantes en las Cortes, se llevaba a cabo mediante sufragio universal indirecto para mayores
de 25 años, a través de diversas instancias electivas, como por ejemplo la parroquia, el municipio y
la provincia. Asimismo, aparece un nuevo derecho de representación, pues los diputados
representan a los ciudadanos y no a los estamentos, como solían durante el Antiguo Régimen.
Asimismo, se reconocen los derechos individuales y libertades: igualdad ante la ley, a la
educación, libertad de imprenta, inviolabilidad del domicilio, a la libertad y la propiedad. Esto
supuso el fin de los privilegios estamentales.
Como ya he nombrado previamente, la estructura del Estado correspondía a una monarquía
limitada basada en la división de poderes. El poder legislativo correspondía a las Cortes, de cámara
única; el poder ejecutivo quedaba en manos del rey y del gobierno por él designado, y el poder
judicial estaba en los tribunales de justicia.
Por otro lado, la religión católica era la única de la nación española. Por tanto, España se
define como un estado de confesionalidad católica. Además, se crea la Milicia Nacional, en otras
palabras, un cuerpo de civiles armados para la defensa del sistema constitucional. Al igual que se
organiza territorialmente el Estado en municipios y provincias gobernadas por ayuntamientos y
diputaciones electivas.
Esta Constitución también reconocía la libertad econónimca, a través de la supresión de
gremios, la abolición de los señoríos, el fin del predominio ganadero de la Mesta, X Inquisición, la
Compañía de Jesús y demás reformas destinadas a eliminar el Antiguo Régimen y ordenar el Estado
como un régimen liberal.
Sin embargo, el contexto de guerra hizo difícil su puesta en práctica, y la restauración
absolutista de 1814 la abolió. Pero su espíritu y su programa fueron una referencia durante toda la
Historia Contemporánea de España, retomándose durante el Trienio Liberal (1820-1823) y desde
1836-1837. De la misma forma, se convirtió en un mito para el liberalismo universal y un modelo
para las revoluciones liberales americanas.








Estándar 63.
1. ¿Con qué proceso histórico se relaciona este mapa? Ubícalo en su espacio y tiempo.
Este mapa refleja el proceso de independencia de las colonias americanas, la cual fue
protagonizada fundamentalmente por los criollos (descendientes de españoles, nacidos en América).
La población criolla, enriquecida con el comercio y las propiedades territoriales, y animada por la
experiencia norteamericana y los principios liberales, aspiraban también a controlar el poder
político en su provecho. Pretendía liberarse de las restricciones y del monopolio impuestos desde
España, que les impedía, por ejemplo, el libre comercio con Inglaterra, mucho más ventajoso para
ellos. En consecuencia, la lucha por la emancipación de las colonias se tradujo en un enfrentamiento
en la cúspide entre criollos (partidarios de la independencia) y españoles peninsulares fieles a la
metrópoli.
Las causas que movieron a las colonias a independizarse fueron muy complejas, ya que no
solamente eran internas, sino ideológicas procedentes del exterior. Con respecto a España hay que
destacar la difícil situación creada por la invasión francesa, que supuso la ruptura del contacto
directo con América, y el vacío de poder que creó la retención de los reyes españoles en Francia.
Con respecto a las colonias, encontramos por un lado, el ya nombrado descontento de los criollos
por quedar apartados del gobierno de sus países y por el mantenimiento del monopolio comercial
español, y, por otro, la fuerte tensión social en que vivían los indios, negros y mestizos, muy
explotados por los blancos. Sin embargo, en el ámbito externo, hay que destacar el influjo de las
ideas ilustradas, los ejemplos de la independencia norteamericana (Trece Colonias, 1776) y de la
Revolución Francesa, y, además, la ayuda de Gran Bretaña y EE.UU., países interesados en
desplazar a España del comercio americano.

2. Explica el desarrollo de dicho proceso histórico en relación al contexto español.


Desde la derrota de Trafalgar, la flota española había quedado prácticamente aniquilada, lo
que suponía dejar a América desprotegida. La Guerra de la Independencia permitió la puesta en
marcha del proceso de emancipación. En un principio, América reaccionó ante la invasión francesa
proclamando su lealtad a Fernando VII y creando juntas, como en la Península. Sin embargo, en el
seno de las juntas americanas se gestó el movimiento insurreccional. El proceso independizador se
puede agrupar en cuatro etapas, tal y como vemos en la leyenda ubicada en la parte inferior
izquierda:
La primera fase (1810-1814), también denominado el periodo de regencia, coincidiendo con
la Guerra de la Independencia en la Península y la proclamación de la Constitución de 1812.
Durante esta etapa, surgen en muchas partes movimientos revolucionarios que crean nuevos
gobiernos americanos. También, se llevan a cabo enfrentamientos con la metrópoli debido a su
escasa participación en las Cortes de Cádiz. En esta dase se independizan Paraguay y las Provincias
Unidas del Río de la Plata.
Durante el Sexenio Absolutista (1814-1820), se desarrolla la segunda fase, marcada por el
envío de tropas por parte de Fernando VII, con el objetivo de acabar con las revueltas, sobre todo en
Nueva Granada y México. Esto provocó una expansión aún mayor del movimiento libertador.
Observamos que se independizan Chile y parte de la Gran Colombia.
La tercera fase, es el periodo de auge del proceso libertador, marcada por el Trienio Liberal
peninsular (1820-1823). Logran independizarse México, de la mano del general Iturbide y la lucha
incesante de los indígenas; las Provincias Unidas de Centroamérica, la parte venezolana de la Gran
Colombia (liderada por Simón Bolivar), y Perú (liderado por el general José San Martin). Este
rápido avance se debió a la tardía llegada de los refuerzos a dichas zonas.
Finalmente, comienza el proceso de formación de estados nacionales, a partir de las áreas
formadas por los libertadores. Sucedió durante la Década Ominosa (1823-1833), y vemos que se







independizan Bolivia y la República Oriental de Uruguay. Por ende, comienza el surgimiento de los
actuales estados de América y España pierde todas sus colonias, exceptuando Cuba, Puerto Rico y
Filipinas hasta 1898.
Las consecuencias de este desastre, no solo militar sino fundamentalmente económico
fueron: Inglaterra y Estados Unidos suplantaron a España en el control del mercado americano.
Asimismo, el comercio con América se redujo en gran medida y afectó a zonas como Cataluña, que
orientaba gran parte de su producción a la exportación a las colonias. También desaparecieron los
caudales de Indias, una importante fuente de ingresos para la Hacienda Real que quedó al borde de
la quiebra.
Cabe resaltar que los países que surgieron tras la emancipación adquirieron la independencia
política, pero no organizaron unas instituciones políticas, económicas y sociales estables. Muchos
de ellos se han debatido entre contradicciones internas y presiones externas que todavía configuran
su situación actual. Además, su deseo de unidad no se vio cumplido, dividiéndose en numerosos
estados, como por ejemplo sucedió con Gran Colombia.



Estándar 79.
Explica los elementos fundamentales del sistema ideados por Cánovas.
El sistema canovista se instauró durante la Restauración, periodo que va desde el 30 de
diciembre de 1874, con la proclamación de Alfonso XII como rey; al 13 de septiembre de 1923,
cuando el general Miguel Primo de Rivera da un golpe de Estado. Este fue un periodo estable, si se
compara con el Sexenio Democrático precedente. Podemos distinguir dos fases: la primera, de 1875
a 1902, abarca el reinado de Alfonso XII y la regencia de su mujer la reina María Cristina de
Habsburgo. La segunda fase va desde 1902 a 1923, con Alfonso XIII como rey. Para lograr la
estabilidad política, Antonio Cánovas del Castillo se propuso dos objetivos: elaborar una
constitución que vertebrase un sistema político basado en el bipartidismo y pacificar el país
poniendo fin a la Guerra de Cuba y el conflicto carlista (Tercera Guerra, finalizando en 1876).
El modelo ideal de parlamentarismo era, para Cánovas, el británico. Se trataba de aplicar la
doctrina inglesa de la balanza de poderes, según la cual la estabilidad se basaba en el equilibrio de
fuerzas opuestas de igual poder: Corona y Parlamento; partido gobernante y partido en la oposición.
De este modo, el proyecto político de Cánovas tenía tres vértices: el Rey y las Cortes, como
instituciones fundamentales legitimadas por la historia; el bipartidismo, como sistema idóneo de
alternancia en el poder, y una Constitución moderada, como marco jurídico del sistema.
La plasmación jurídica del régimen de Cánovas se observa en la nueva Constitución de
1876. Se trata de una Constitución de carácter moderado y basada en lo esencial en la de 1845. Sin
embargo, era una constitución elástica con un articulado poco preciso. Así podrían variar las leyes
ordinarias sin tener que cambiar la Constitución, lo que ofrecía estabilidad al sistema político. Se
establecen unas cortes bicamerales formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado.
Además, el voto era censatario, limitado a los mayores contribuyentes. Pero en 1890 estando en
poder el partido liberal, se aprobó el sufragio universal masculino. También se proclamó la
confesionalidad católica del Estado , aunque permitía otras creencias sin manifestación pública de
ellas. Asimismo, recoge una amplia declaración de derechos pero su concreción con leyes
posteriores tendieron a restringirlos, especialmente los derechos de imprenta, expresión, asociación
y reunión.
Cánovas, una vez redactada la Constitución, diseñó un sistema bipartidista: su partido será el
Conservador y recoge la herencia de moderados y unionistas, apoyándose en las clases altas; y la
herencia de los progresistas lo recogerá el partido Liberal liderado por Práxedes Mateo Sagasta que
será apoyado por la burguesía industrial y gran parte de la población urbana. Ambos líderes y
ambos partidos son representantes de un eclecticismo político que permitirá establecer un turno
pacífico. El resto de los partidos (carlistas, republicanos, etc.) pasan a formar la oposición del
sistema de la Restauración. Cánovas además establece el "turno pacifico", por el que conservadores
y liberales se turnan con la finalidad de mantener una estabilidad política.
Sin embargo, todo el engranaje político ideado por Cánovas en realidad era una auténtica
farsa. Para asegurarse los resultados electorales los dos partidos aceptaban el juego trucado de las
elecciones. No obstante, aunque la opinión de los votantes no importaba la farsa debía venir
legitimada a través del sufragio. Aquí intervenía un nuevo entramado de corrupción que tenía su
protagonista en la figura del cacique. El cacique era un personaje destacado en el pueblo o comarca
rural que regula el movimiento político en su ámbito y controla los votos, a veces por métodos tan
deshonestos como el “pucherazo”, definido por la Academia de la Lengua como “fraude electoral
que consiste en computar votos no emitidos en la elección”. También se incitó a realizar el voto de
muertos y enfermos, y a suprimir la entrada de la población al colegio electoral.
En conclusión, el sistema político implantado por la Restauración era una fachada
institucional para ocultar el verdadero control del poder por parte de una reducida oligarquía.






Estándar 83.
1. ¿A qué movimientos hacen referencia los textos y en qué contexto surgen?
Este texto hace referencia a los nacionalismos y regionalismos que surgen a finales del siglo
XIX en Cataluña y territorios vascos, como una reacción al carácter centralista del sistema político,
poco sensible a las realidades y peculiaridades de los diferentes territorios españoles. También,
cuestionan la existencia de una única nación en España.
En el contexto internacional, este movimiento se ve apoyado por los nacionalismos
influenciados por el romanticismo, que lograron la independencia de Grecia y Bélgica; y por los que
unieron a Italia y Alemania.
El primer texto, escrito por Prat de la Riba está relacionado con el nacionalismo catalán,
caracterizado por ser progresista, federalista y republicano. En cambio el segundo texto hace
referencia al nacionalismo vasco, el cual es muy conservador y radical, surgiendo de la mano de
Sabino Arana. Ambos argumentos nacionalistas afirman que Cataluña y País Vasco son naciones y
que tienen derecho de autogobierno. Esta afirmación la basan en la existencia de unas realidades
diferenciales: lengua, derechos históricos (fueros), cultura y costumbres propias.
Cabe destacar el papel de la industria, dado que este sector se concentraba especialmente en
Cataluña y las provincias vascas, hecho que atrae a numerosa población de otras regiones españolas,
provocando una reacción defensiva de autoafirmación en ciertos sectores de las sociedades
receptoras de inmigración, especialmente de la burguesía en auge.

2. ¿Qué similitudes y diferencias existen entre ellos?


Ambos textos tienen un carácter conservador y derivan de los regionalismos. Prat de la Riba
en 1892 colabora en la redacción de las Bases de Manresa, documento guía de catalanismo político,
en el que se exponen las competencias centrales que debe asumir el estado y las que deben ser
propias de Cataluña. Entre estas últimas estarían: establecimiento del catalán como lengua oficial,
acuñación de moneda propia, acceso a los empleos públicos en Cataluña para los nacidos en este
territorio, competencias plenas en materia de orden público y justicia, y el establecimiento de un
parlamento de carácter corporativo.
En 1901 el dirigente catalanista organiza la Lliga Regionalista. La Lliga sería a partir de
entonces el vehículo político para revindicar la identidad catalana dentro del estado español. En las
elecciones Cortes de ese año el catalanismo obtiene un triunfo político al conseguir acta de diputado
sus cuatro representantes por Barcelona.
El nacionalismo catalán tiene como referencia más remota el movimiento cultural de la
Renaixença, que era una reivindicación del catalanismo cultural que reclamaba la lengua y la
cultura propias de Cataluña. Es de carácter no independentista. Como nos indica el texto el
nacionalismo catalán nunca ha sido separatista.
En el caso del nacionalismo vasco el ideario es Sabino Arana, fundador del PNV. Como se
puede comprobar en el texto, y se basa en la defensa de la integridad cultural y étnica del pueblo
vasco, puesta en peligro por los efectos de la abolición de los fueros y por la industrialización de
fines de siglo, que provocó una importante inmigración de gente no vasca (llamados
despectivamente maketos). El nacionalismo vasco propugnaba desde un principio la independencia
política, a diferencia del catalán.








Al contrario que el nacionalismo catalán, el nacionalismo vasco no tiene base literaria, al


estar la lengua vasca escasamente presente en textos poéticos o novelísticos. Arana dedica parte de
su obra y de su tiempo a normalizar y estructurar el euskera.
Los rasgos distintivos del nacionalismo vasco son: la raza, las costumbres, el
antiespañolismo y un profundo catolicismo. El nacionalismo vasco evolucionó desde la posición
radical antiespañola hacia posturas más moderadas, por la creciente oposición de la burguesía.
Aunque ninguno de los textos hace referencia al nacionalismo gallego cabe destacar que se
desarrolla también en el mismo contexto que el catalán y el vasco. Se extiende en el último decenio
del siglo y está centrado en las defensas forales y en la descentralización. No pretendía alcanzar un
estado independiente, sino un modelo jurídico político de descentralización designado con el
término de autonomía.



Estándar 84.
Analiza las diferentes corrientes ideológicas del movimiento obrero y campesinado español,
así como su evolución, durante el último cuarto del siglo XIX.
La irrupción del movimiento obrero en España se produce en los años 90 del siglo XIX.. El
asociacionismo obrero se inicia tras la visita de Fanelli en los años 70, discípulo de Bakunin
(anarquista), y se funda en 1870 la filial de la Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.), que
agrupaba a socialistas y anarquistas.
Desde 1874 (durante la I República), tras la prohibición de Serrano, las asociaciones obreras
vivieron en la clandestinidad o camufladas bajo asociaciones con otros fines declarados en forma de
sociedades de socorros mutuos, o asociaciones de carácter cultural, como la madrileña Asociación
General del Arte de Imprimir, presidida por Pablo Iglesias.
En 1881, con el primer gobierno liberal de Sagasta, el clima se distendió y las
organizaciones obreras empezaron a salir a la luz, hasta su legalización definitiva en 1887. Al
mismo tiempo, con la progresiva industrialización y la consolidación del capitalismo, creció la
importancia social y numérica de la clase obrera.
Por otra parte, en sintonía con la división del movimiento obrero internacional, en España se
fueron configurando organizaciones socialistas y anarquistas por separado. Y a partir de 1879
aparecieron también las organizaciones católicas, canalizadas por los jesuitas.
En España, distinguimos dos corrientes dentro del Movimiento Obrero: el socialismo y el
anarquismo, localizados en regiones diferentes.
El socialismo, caracterizado por el anticlerismo y la colectivización. Fue implantado en
España en 1879, cuando un reducido grupo madrileño, en el que predominan los tipógrafos, con
Pablo Iglesias a la cabeza, fundó en la clandestinidad el Partido Socialista Obrero Español (PSOE),
cuyas aspiraciones declaradas eran: la abolición de clases, o sea, la emancipación completa de los
trabajadores, la transformación de la propiedad individual en propiedad social o de la sociedad
entera; la consecución del poder político para la clase trabajadora, el anticlerismo y el rechazo al
terrorismo. Posteriormente, en 1888 se creó la Unión General de Trabajadores (UGT) como
sindicato del Partido. Cabe destacar que hasta 1910 no alcanzarían un diputado en Cortes, siendo
este el propio Pablo Iglesias.
En 1889 se fundó la Segunda Internacional, en la que predominaba la corriente marxista. El
PSOE asistió desde el principio a todos los congresos.
En cualquier caso, tanto el PSOE como la UGT, fueron hasta comienzos del siglo XX
grupos muy minoritarios, en comparación con los anarquistas.

Los anarquistas constituyeron la corriente mayoritaria dentro del movimiento obrero


español. Sus principales focos estaban en el campo andaluz (la Mano Negra) y en el proletariado
urbano catalán.
Los anarquistas rechazaban toda acción política por vía parlamentaria, pero además, dentro
de sus filas, empezó a ganar seguidores, tanto entre los campesinos como entre los obreros, la
táctica propuesta por Kropotkin, partidario de la violencia terrorista o “propaganda por el hecho”.
Los años noventa fueron “ricos” en esta práctica, que se movió en un círculo vicioso:
atentado, represión con fusilamientos, nuevo atentado como represalia anarquista y nueva represión.
Uno de los atentados anarquistas de mayor resonancia fue el que acabó con la vida del entonces jefe
del gobierno, Cánovas del Castillo, en el verano de 1897.
Una variante del anarquismo es el anarcosindicalismo, que luchaba contra el poder desde los
sindicatos. Por ejemplo, desde la Confederación Nacional del Trabajo (CNT, 1910).












Cabe resaltar los comienzos de la conformación de sindicatos católicos obreros, de la mano


del jesuita Antonio Vicent, quien fundó en 1864 el primer Círculo Católico de Obreros en Manresa,
a imitación de los Círculos obreros franceses. Estos círculos fueron los precedentes de los sindicatos
católicos, aunque en realidad eran más bien casinos populares, que contaban con el apoyo de los
patronos y cuyo objetivo principal era apartar a los obreros de la taberna. Sin embargo, no tuvieron
mucho éxito.

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