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2015
AÑO XI
junio

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cuaderno
de apuntes
notariales

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Año XI - junio de 2015

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Cuaderno de apuntes notariales

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cuaderno de apuntes notariales

Año XI - Nº 126 Asesoría Notarial Personalizada


junio de 2015 Colegio de Escribanos
Provincia de Buenos Aires
ISSN 1851 - 0159
DNDA en trámite
Área de la Vicepresidencia 1°
Malvina Julia Zalabardo

Coordinación de los Cuadernos


Rubén Augusto Lamber

Miembros de la Asesoría
Notarial Personalizada
Adriana N. Abella
Cristina N. Armella
Jorge Raúl Causse
Eduardo Gabriel Clusellas
Gastón R. di Castelnuovo
Zulma A. Dodda
Julio Roberto Grebol
Néstor Daniel Lamber
Marcela Haydée Tranchini
Aldo Emilio Urbaneja

Fundación Editora Notarial


Colegio de Escribanos de la Provincia de Buenos Aires
Av. 13 N° 770 - B1900TLG - La Plata, Buenos Aires, Argentina
Teléfonos: +(54 221) 412 1800 / +(54 11) 4126 1800
e-mail: fen@colescba.org.ar

Las opiniones vertidas en los dictámenes no representan necesariamente


la posición oficial del Colegio de Escribanos de la Provincia de Buenos Aires.

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Cuaderno de apuntes notariales

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sumario 126

I - INTROITO

ADVERTENCIA DEL COORDINADOR DE LOS CUADERNOS DE APUNTES NOTARIALES


A LOS LECTORES 7

II - CONSULTAS

1) MATRIMONIO. BIEN PROPIO


1.1- La forma de la declaración en el acto de adquisición. El Código Civil velezano y el nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación 9

III - JURISPRUDENCIA

1) Voces: sociedad conyugal - bien de la sociedad conyugal - bien ganancial - ejecución forzada -
asentimiento conyugal 13

2) Subasta de inmueble. Bien ganancial. 005136/1996, “Banco de la Provincia de Buenos Aires


c/ Villanueva, José Luis y otros s/ ejecutivo”, CNCom, Sala A, 28/10/2008 17

3) Voces: bien de la sociedad conyugal - bien ganancial - deuda del cónyuge - disolución de la
sociedad conyugal - división de la sociedad conyugal - embargo - indivisión postcomunitaria -
levantamiento de embargo - liquidación de la sociedad conyugal - matrimonio - medidas cautelares -
muerte del cónyuge - sociedad conyugal - sucesión
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala L (CNCiv, Sala L)
Fecha: 19/12/2006 20

4) Voces: hipoteca - inhibición general de bienes - inmueble - inscripción registral - registro de la


propiedad - Registro de la Propiedad Inmueble - sociedad conyugal
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala L (CNCiv, Sala L)
Fecha: 05/12/2006 22

5) Aplicación temporal de la ley. Acuerdo Nº 194 - Cámara de Apelaciones de Trelew (Chubut)


en pleno, 15/04/2015 23

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6) Voces: compraventa de inmueble - escribano - escritura pública - escritura traslativa de dominio -


inscripción registral - nulidad - nulidad de escritura pública - publicidad registral - Registro de la
Propiedad Inmueble
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala I (CNCiv, Sala I)
Fecha: 01/03/2007 25

7) Juicio ejecutivo - bien de familia - afectación de inmueble embargado - inoponibilidad -


cuenta corriente mercantil - apertura anterior a la inscripción
Expte. 32693/2004 - “Banco Itaú Buen Ayre S.A. c/ Bartolomé, Silvia Patricia y otro s/ ejecutivo” -
CNCom - Sala B - 16/02/2007 28

8) Sucesión ab-intestato - pedido de fijación de audiencia para instrumentar una cesión de


derechos hereditarios - inadmisibilidad - imposibilidad de sustituir la escritura pública por otro
tipo de instrumento público - acta judicial - art. 977 del Código Civil - art. 1184, inc. 6° del Código
Civil - requisitos de forma - formalidad necesaria exigida en carácter de solemnidad relativa -
escritura pública - condición de validez del negocio y no meramente de prueba - diferencia con la
donación de cosas inmuebles 29

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Introito

ADVERTENCIA DEL COORDINADOR DE LOS CUADERNOS DE APUNTES


NOTARIALES A LOS LECTORES

El coordinador de los Cuadernos de apuntes notariales advierte a los lectores:


1º.- Que, con motivo de la inminente vigencia del nuevo Código Civil y Comercial, no tiene mayor
sentido reproducir consultas por el régimen del Código Civil velezano, por cuanto al momento de
llegar a manos de los escribanos, habrán perdido vigencia con la nueva legislación.
2º.- Que la demora en las publicaciones de junio y julio se debe fundamentalmente a los pocos
dictámenes que quedan pendientes, dado que los integrantes de la Asesoría se vieron avocados de
lleno a los comentarios del nuevo código, realización de seminarios y cursos en distintos lugares de
la Provincia y, fundamentalmente, en la gran tarea de glosa a la nueva legislación, en forma integral
y coordinada por el Asesor Eduardo Gabriel CLUSELLAS, bajo la denominación de Código Civil
y Comercial. Comentado, Anotado y Concordado, obra coeditada por la Editorial Astrea y la Fun-
dación Editora Notarial de nuestro Colegio.
3º.- Sin perjuicio de ello, se han seleccionado varios fallos de interés notarial publicados por La
Ley y que se reproducen con la finalidad de cotejar jurisprudencia reciente con la nueva legislación.
4º.- Esperamos que para el Cuaderno de apuntes notariales Nº 128, que se confeccionará a fines de
agosto, podamos tener ya las consultas suficientes como aplicación de la nueva legislación.
Rubén Augusto LAMBER

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Consultas

1) MATRIMONIO. BIEN PROPIO


1.1- La forma de la declaración en el acto de adquisición. El Código Civil velezano y
el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación

CONSULTA
Mi consulta está referida a la forma de la adquisición conforme al art. 1246 CC velezano, la subsa-
nación por omisión y el nuevo régimen del art. 456 CCyC.

RESPUESTA
Dada la próxima entrada en vigencia del nuevo CCyC, trataré la situación en el Código Civil y en
el Código Civil y Comercial:

A.- Código Civil: El art. 1246 CC exige dos requisitos: a) Manifestación del cónyuge que adquie-
re acerca de que el dinero invertido es propio; y b) designación de cómo el mismo le pertenece.
Dando ello por sentado, debo aclarar que hay dos posturas al respecto: una mayoritaria, que fue
aprobada por la XXX Jornada Notarial Bonaerense, Comisión IV, que sostuvo: “…2) La omisión o
insuficiente declaración del origen del dinero puede subsanarse en la vía notarial por medio de una
escritura complementaria aclaratoria (…) 4-a) El fallecimiento del cónyuge no titular no es óbice
para la utilización de este medio subsanatorio…”. También esta postura resultó triunfante en una
Convención Notarial de Capital Federal. Frente a ella, la postura notarial en minoría sostenida que
esto suscribe y el notario Gastón DI CASTELNUOVO en el trabajo “¿Qué ocurre con el artículo
1246 del Código Civil?” (Revista Notarial Nº 924, págs. 319 y sgts.), considera que: “…1) Si se
omite la manifestación del origen del dinero en la escritura de adquisición, rige la presunción de
ganancialidad del bien. 2) En consecuencia, incumbe al cónyuge que omitió la declaración aportar
las pruebas que acrediten su carácter de propio. 3) La valoración de las pruebas que haga el juez
llevará -o no- a considerar propio el bien que -en virtud del art. 1246- es presumido ganancial. 4)
En cuanto a la posibilidad de subsanar la omisión, deben distinguirse dos aspectos: la oportunidad
en la que pretende realizarse y el procedimiento a utilizar. 5) Vigente la sociedad conyugal. Durante
la vigencia de la sociedad conyugal al único que perjudica que el bien, de presumirse ganancial, ‘se
convierta en propio’, es al cónyuge no titular, puesto que lo priva de oponerse a su disposición. a) La
vía judicial es el ámbito natural donde el cónyuge que omitió la declaración, desvirtúe la presunción
de ganancialidad (…) b) El documento notarial por el que se pretende subsanar la omisión (…) sólo
tendrá los efectos de una preconstitución de la prueba, que no podrá alterar la presunción de ganan-

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cialidad que rige, precisamente, por no haberse cumplido con los requisitos impuestos por el art.
1246. Esta presunción sólo podrá desvirtuarse en sede judicial. La escritura aclaratoria, entonces no
alcanza para tener por propio o presumido propio al bien de que se trate. Lo primero, pues la certeza
de tal carácter la dará una resolución judicial, en función de las pruebas aportadas. Lo segundo -que
con la aclaratoria el bien pase a ‘presumirse’ propio, pues importaría un cambio de la presunción de
ganancial a propio- que produciría una inadmisible inversión de la carga de la prueba.
Si la aclaratoria -con los alcances que le hemos asignado- se realiza durante la vigencia de la so-
ciedad conyugal, pero el acto dispositivo del bien se otorga luego de su disolución -por muerte o
por divorcio (este es el caso planteado)- podrán aparecer acreedores y herederos (estos últimos en
el primer caso) con un interés actual que merece adecuada protección. En tal caso se deberá acom-
pañar la aclaratoria a los respectivos procesos, con el fin de que el juez meritúe la prueba por ella
aportada. Sólo el cumplimiento de tal instancia judicial -medie o no conformidad del no titular con
la aclaratoria-, habilitará la disposición ulterior del bien…”.
Pues bien, con nuestra opinión -que si bien es minoritaria en el ámbito notarial, es mayoritaria en
doctrina jurídica no notarial y en los fallos judiciales-, deberá abrirse la sucesión del cónyuge no
titular y acompañar allí la respectiva aclaratoria, a fin de que el juez valore la prueba aportada en la
misma. En definitiva, será el profesional actuante quien deberá decidir por una u otra postura.

B.- Código Civil y Comercial: Si bien las exigencias para que opere la subrogación real son simila-
res, se aclara (con lo que adopta la segunda postura) que:
“ARTÍCULO 466.- Prueba del carácter propio o ganancial. Se presume, excepto prueba en contra-
rio, que son gananciales todos los bienes existentes al momento de la extinción de la comunidad.
Respecto de terceros, no es suficiente prueba del carácter propio la confesión de los cónyuges.
Para que sea oponible a terceros el carácter propio de los bienes registrables adquiridos durante la
comunidad por inversión o reinversión de bienes propios, es necesario que en el acto de adquisición
se haga constar esa circunstancia, determinándose su origen, con la conformidad del otro cónyuge.
En caso de no podérsela obtener, o de negarla éste, el adquirente puede requerir una declaración
judicial del carácter propio del bien, de la que se debe tomar nota marginal en el instrumento del
cual resulta el título de adquisición.
El adquirente también puede pedir esa declaración judicial en caso de haberse omitido la constancia
en el acto de adquisición.”
Del artículo resulta que es imprescindible que de la escritura de adquisición resulte: a) la declara-
ción de la inversión o reinversión con bienes propios, b) que se determine su origen, y c) la confor-
midad del cónyuge.
Del punto b) resulta que no basta una alusión genérica como la que se hace en el caso en consulta,
sino que se circunstancie debidamente ese origen.
El código es muy estricto al respecto, aclarando que no tiene efectos frente a terceros la mera “con-
fesión de los cónyuges”, es decir que no basta la conformidad del cónyuge con una declaración
defectuosa o indeterminada.
No casualmente utiliza el código la palabra “determinación” que en términos jurídicos refleja un
carácter esencial de toda a las relaciones jurídicas que responde a la necesidad de la determinación
de sus elementos (Conf. MOISSET DE ESPANÉS, Luis. Publicidad registral, pág. 101; y, espe-
cialmente, su Capítulo 4).
La última parte del artículo establece que omitida “la constancia” se debe acudir a la vía judicial
para la declaración del carácter propio del bien. Y tal constancia debe reunir los tres recaudos. De
manera que, frente a una declaración indeterminada sobre el origen de la inversión o reinversión
lleva a concluir que, a partir del 1º de agosto de 2015, no podrá subsanarse por vía de una escritura
complementaria.
Tal, por otra parte, es la posición del Registro de la Propiedad Inmueble expresado en la Orden de
Servicio Nº 45/ 2015, pág. 17.
Marcela Haydée TRANCHINI

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Jurisprudencia

1) Voces: sociedad conyugal - bien de la sociedad conyugal - bien ganancial - ejecución


forzada - asentimiento conyugal

Voces: Sociedad conyugal - bien de la sociedad conyugal - bien ganancial - ejecución forzada -
asentimiento conyugal
Título: Ejecución forzada y asentimiento conyugal.
Autor: Solari, Néstor E.
Publicado en: LLBA 2007 (abril), 268.
Fallo comentado: Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Morón, Sala II (CCivyCom-
Moron, Sala II) - 2006/03/07 - Ríos, Nilda S. c. Arcain, Ernesto G.
Sumario: I.- El caso. II.- Los bienes gananciales frente a terceros. III.- Hipótesis de ejecución for-
zada en el contexto del artículo 1277 del Código Civil.

I.- El caso
El juez de primera instancia desestimó el pedido de nulidad de subasta solicitado por la cónyuge
del ejecutado.
La Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Morón, sala II - con el voto del Dr. José L.
Gallo; al que adhirieron los Dres. Felipe A. Ferrari y Severo J. Calosso- confirmó el decisorio ape-
lado.
El planteo surgido en autos es un tema recurrente en la práctica judicial, que se plantea en derredor
de la calidad de los bienes gananciales del matrimonio y la consecuente titularidad de los mismos
en relación a los acreedores de los cónyuges.
En particular, dos cuestiones son abordadas por el fallo: en primer lugar, la garantía de cada cónyu-
ge frente a los terceros acreedores; y, en segundo lugar, si el caso de ejecución forzada se encuentra
comprendido en la hipótesis del art. 1277 del Código Civil. Nos ocuparemos, por separado, de
ambas cuestiones tratadas en la sentencia.

II.- Los bienes gananciales frente a terceros


A) El régimen legal y la pretensión del recurrente
La cónyuge alega ser condómina del bien ejecutado, afirmando que no ha delegado la administra-
ción del bien objeto de la subasta en cabeza de su esposo. Afirma que, en los hechos, se ocupa del
pago de todos los servicios del inmueble en cuestión, del mantenimiento del mismo, del pago de los
impuestos, así como de la custodia y conservación del bien en cuestión. Sostiene, así, ser condómi-
na y administradora de dicho bien inmueble.

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La pretensión no puede prosperar. Los denominados bienes gananciales no resultan ser de ambos
cónyuges, por efecto del régimen patrimonial del matrimonio. No existe un derecho real de bie-
nes gananciales. Podrá existir un derecho real de condominio, entre los cónyuges. Mas, no puede
pretenderse que la “ganancialidad”, surgida del régimen de bienes en el matrimonio, importe un
condominio entre ambos cónyuges, por el solo hecho de que el bien sea ganancial.
En realidad, los bienes gananciales integran el patrimonio del cónyuge titular; de ahí que la adminis-
tración y disposición de dichos bienes sea una consecuencia de la titularidad del mismo. Administra
y dispone el titular registral. Ello así, pues durante la vigencia del régimen patrimonial hay cuatro
masas de bienes: propios de la mujer; propios del marido; gananciales de la mujer y gananciales del
marido. La separación de bienes se mantiene hasta la disolución del régimen patrimonial. Recién al
momento de la disolución del régimen se forma la masa común -integrado por los gananciales de la
mujer y los gananciales del marido-, a los fines de la correspondiente liquidación y participación de
cada uno de ellos en el 50% de los adquiridos por el otro.
Todo ello, de conformidad al art. 1315 CC: “Los gananciales de la sociedad conyugal se dividirán
por iguales partes entre marido y mujer, o sus herederos, sin consideración alguna al capital propio
de los cónyuges, y aunque alguno de ellos no hubiese llevado a la sociedad bienes algunos”.
Esa separación de bienes también se encuentra reflejada en el régimen de responsabilidad de los
cónyuges frente a terceros. Durante la vigencia del régimen patrimonial, el principio general es que
cada uno de los cónyuges responde por las obligaciones por él contraídas, sin que el otro vea alte-
rada su responsabilidad. Consecuencia lógica de la responsabilidad separada.
En efecto, la ley 11.357 (Adla, 1920-1940, 199) determina el régimen de responsabilidad de los
cónyuges frente a terceros, estableciendo a cuál de ellos podrán los acreedores cobrar sus créditos
(1). De acuerdo a dicha disposición, se ocasiona la total división en la responsabilidad (2).
En tal sentido, el art. 5° de la ley 11.357 establece el principio general de irresponsabilidad de cada
cónyuge por las deudas contraídas por el otro (3). De modo que el principio consagrado significa
que los bienes gananciales están afectados por las deudas del cónyuge que los adquiere y los ad-
ministra (4). Pues, por imperio de dicha norma y del art. 1276 CC los bienes de administración de
cada esposo responde por sus deudas y no por las del otro (5). Ello sin perjuicio, claro está, de los
casos en que responden por las obligaciones contraídas por su cónyuge responden por obligaciones
contraídas por el otro en las hipótesis que constituyen las denominadas oneri matrimoni (conf. art.
6° de la ley 11.357). Sistema que, por otra parte, ha sido reafirmado por doctrina plenaria en el fuero
comercial (6).
En consecuencia, el régimen previsto por la ley 11.357 tiene por finalidad salvaguardar los bienes
del cónyuge que no intervino en el negocio de los actos imprudentes del otro; por lo demás, dicho
régimen no perjudica a terceros, pues estos, cuando contratan con uno de aquellos, saben de ante-
mano que la prenda de sus créditos sólo estará constituida por los bienes que se encuentran y no por
aquellos que figuren en cabeza de su cónyuge (7). Tal régimen de responsabilidad, frente a terceros,
sitúa a los cónyuges de la misma manera que si fuesen extraños entre sí (8).
Por lo tanto, frente a terceros, durante la vigencia del régimen patrimonial, ambos cónyuges man-
tienen en su patrimonio sus bienes propios y los gananciales que se encuentran bajo su titularidad.
Así, tanto los bienes propios como gananciales del cónyuge deudor constituyen la garantía común
de sus acreedores.
El tribunal ha sostenido, en concordancia con dicho criterio, que los bienes gananciales son propie-
dad exclusiva del cónyuge que los ha adquirido ya que, mientras dura la sociedad conyugal, el otro
cónyuge no tiene sobre ellos ninguno de los derechos de propiedad. Por ello, mal puede hablarse
de un “real condominio entre cónyuges” sobre los bienes que se adquieran durante la vigencia de la
sociedad por uno de los consortes, fuera de los supuestos de titularidad conjunta.
Por ello, entiende el tribunal, el carácter ganancial de los bienes, tiene virtualidad en las relaciones
“inter cónyuges”, pero carece en principio, de toda relevancia frente a terceros acreedores cuya
prenda común se halla integrada por el patrimonio del deudor, sin distinguirse el carácter de estos
bienes frente a la sociedad conyugal, cuestión en principio extraña al derecho persecutorio del
acreedor, debiendo responder frente a estos, con todo su patrimonio.

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En tal sentido, lo sostenido en el fallo no es sino una consecuencia lógica del régimen instaurado por
la ley 17.711 (Adla, XXVIII-B, 1810), de acuerdo al art. 1276, que establece el principio general
en la materia: cada uno de los cónyuges administra y dispone de los bienes propios y gananciales
a su nombre.
De ahí que si le pertenecía la titularidad, puede ser ejecutado en su totalidad por los acreedores del
cónyuge deudor por una deuda personal asumida sobre un bien administrado libremente (9). Por lo
demás, el régimen patrimonial del matrimonio no constituye fundamento legítimo para demandar al
cónyuge no contratante, ya que no se lo puede equiparar en la calidad de contratante al esposo que
no se ha obligado en la transacción (10).
En consecuencia, para establecer cual de los cónyuges tiene la administración y disposición de los
bienes gananciales y, por ende, puede comprometerlos con la actividad jurídica sometiéndolos a
la persecución de los acreedores, basta la constancia de quien es el adquirente del mismo (11). En
definitiva, los bienes gananciales obtenidos por uno de los esposos vigente la sociedad conyugal no
son de propiedad común (12), pues el régimen de bienes gananciales no convierte a los cónyuges
en condóminos, por lo que el bien adquirido por uno de los cónyuges está sometido íntegramente a
la acción de sus acreedores (13).
B) Aplicación de dichos principios en el caso de autos. En el fallo que motiva el presente comen-
tario, un tercero promueve juicio ejecutivo contra el cónyuge deudor, por la suma de U$S 17.500,
atento a la falta de pago del pagaré debidamente acreditado, lo cual provocó que se habilitare llevar
adelante la ejecución incoada.
El inmueble cuya subasta se realizó estaba -al momento de dicha subasta- registrado a nombre del
cónyuge deudor, por lo que constituía la garantía común de su acreedor. En tal situación, nos encon-
tramos con que el demandado responde con un bien ganancial registrado a su nombre en un proceso
ejecutivo derivado de una deuda personal. Se ha desvirtudo, de esta manera, la pretensión de la cón-
yuge del deudor de ser condómino de dicho inmueble. De ahí que no pueda observarse vicio alguno
en la subasta realizada. En consecuencia, de acuerdo a lo dicho más arriba, los bienes gananciales
pertenecen al cónyuge titular y constituyen la garantía común de sus acreedores, por el total del
mismo, sin que el carácter ganancial habilite al otro cónyuge a pretender derechos sobre el mismo.

III.- Hipótesis de ejecución forzada en el contexto del artículo 1277 del Código Civil
Sostuvo el tribunal que, en la especie, resulta inaplicable el art. 1277 CC, dado que el asentimiento
al que se hace referencia en la norma es para los actos voluntarios y no para el supuesto de una
ejecución forzada, que es la situación de autos.
Participamos de tal criterio interpretativo, en el entendimiento de que la hipótesis alcanzada por
la norma en cuestión solamente quedan comprendidos los actos de disposición del cónyuge titular
cuando se trata de actos voluntarios. Ese es el contexto que abarca el sentido de la protección del art.
1277 del Código Civil. En tal sentido, se pretende que el cónyuge no titular pueda ejercer el control
de los actos de disposición, enumerados en la norma, y negar dicho asentimiento cuando, en el caso
particular, la disposición voluntaria que pretende hacer el titular del bien, le cause o pueda causarle
una afectación al interés familiar.
Por ello, si bien el art. 1277 CC no refiere específicamente a tal hipótesis en forma expresa, creemos
que la solución debe encontrarse en la finalidad antes señalada. En consecuencia, el asentimiento
conyugal exigido en el art. 1277 CC refiere a actos de disposición voluntaria, por parte del cónyuge
titular del mismo.
Tanto la doctrina como la jurisprudencia de nuestros tribunales, han interpretado la disposición con
este alcance, es decir, entienden que la hipótesis de ejecución forzada queda excluida de la previsión
del art. 1277 del Código Civil.
Para MAZZINGHI, aun cuando la norma legal no lo diga expresamente, el asentimiento conyugal
no es necesario en los actos de venta forzada. Argumenta que esta circunstancia, a su hora, podría
ser utilizado por un cónyuge animado por el deseo de defraudar al otro, simulando la ejecución de
un bien ganancial, que promoviera un tercero. Pero afortunadamente los hechos han desvirtuado
este pensamiento, no exento de suspicacia (14).

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Cuaderno de apuntes notariales

En el mismo sentido, ZANNONI sostiene que es importante destacar que el art. 1277 CC sólo exi-
ge el asentimiento para los actos de disposición que voluntariamente pretenda realizar el cónyuge
titular del bien. Por tanto, la transferencia del dominio resultante de la expropiación del bien o de
una ejecución forzada no queda comprendida en la previsión (15).
También BORDA parece referirse a casos de disposición voluntaria de un bien, pues entiende
que no es necesario el asentimiento del cónyuge cuando el otro se limita al cumplimiento de una
obligación legal, como ocurre si la otra parte ha ejercido el derecho de retroventa o el bien ha sido
expropiado. En estos casos no hay un acto voluntario de disposición. El cónyuge titular del dominio
tiene que desprenderse de él porque está legalmente obligado a hacerlo; en otras palabras, la even-
tual oposición del cónyuge sería inocua, porque de todas maneras la transferencia del dominio no
puede evitarse (16).
Asimismo, la jurisprudencia se ha inclinado por esta interpretación, al sostener que la exigencia del
consentimiento de ambos cónyuges para realizar actos de disposición previstos en el art. 1277 CC
se refiere al caso de enajenación voluntaria, pero no cuando media ejecución forzada (17), de un
inmueble ante el incumplimiento de una deuda dineraria por parte del cónyuge (18). Por lo que en
estos supuestos, la oposición de uno de los cónyuges al remate de la porción pro indivisa del otro,
carece de fundamento (19).
En conclusión, el fallo en análisis ha efectuado una correcta aplicación de las normas vigentes en el
régimen patrimonial del matrimonio, separando, una vez más, las cuestiones atinentes a los cónyu-
ges, entre sí, y las relaciones jurídicas frente a terceros, sin que estas últimas se vean alteradas por
la vigencia del régimen de ganancialidad, derivadas del matrimonio.
Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)

(1) CCiv., Com. Crim. y Correc. Pergamino, 13/9/1999, “B., L. D. c. R., G. S.”, LLBA, 1999-1209.
(2) VIDAL TAQUINI, Carlos H. Régimen de bienes en el matrimonio, Ed. Astrea, 1999, pág. 373.
(3) BELLUSCIO, Augusto C. “Responsabilidad de un cónyuge por las obligaciones contraídas por
el otro”, La Ley, 116-983.
(4) CCiv. y Com. San Nicolás, 17/8/1993, “González, Jorge N. y otra Caruso de Navarra, María R.
V.”, J.A., 1994-II-714.
(5) CCiv. y Com. Rosario, sala III, 11/7/1997, “Atoréis, Norberto W. y otro c. Cooper, Darío”,
LLLitoral, 1998-2-146.
(6) CNCom., en pleno, 19/8/1975, “Banco Provincia de Buenos Aires c. Sztabinski, Simón”, La
Ley, 1975-D, 70.
(7) C. Apel. CC. San Martín, sala II, 14/2/1989, “G. de G., M. L.”, ED, 139-315.
(8) BELLUSCIO, Augusto C. “Los artículos 5º y 6º de la ley 11.357 y el juicio ejecutivo”, La Ley,
1979-C, 235.
(9) CCiv. y Com. 6ª, Nom. Córdoba, 5/11/2002, “B., C. C. y otra c. F., A. M.”, LLC, 2003-726.
(10) C1a. Civ., Com. y Familia, Río Cuarto, 5/5/1998, “Giusiano, Mario E. y otro c. Lederhos, Jorge
y otra”, LLC, 1998-1407.
(11) CCiv. y Com., Azul, sala I, 18/2/1998, “Miretzky, José A. c. R., M.”, LLBA, 1998-855.
(12) CCiv., Com. y Contencioso administrativo, San Francisco, 11/5/1999, “Banco Bica Cooperati-
vo San Francisco c. L., J. O. y otro”, LLC, 2000-462; CCiv. y Com. Salta, sala III, 11/3/1997, “M.
de R., M. C. c. C., H. I. y otro”, LLNOA, 1998-1080.
(13) CNCom., sala B, 23/3/1995, “B., H. J.”, ED, 166-576.
(14) MAZZINGHI, Jorge A. Derecho de Familia, t. 2, Ed. Abaco, 1996, pág. 355.
(15) ZANNONI, Eduardo A. Derecho Civil. Derecho de Familia, t. 1, Ed. Astrea, 1998, pág. 600.
(16) BORDA, Guillermo A. Tratado de Derecho Civil. Familia, t. I, Ed. Perrot, 1993, pág. 317.
(17) CNCiv., sala B, 7/5/1996, “M., J. c. P., H. y otro”, La Ley, 1996-D, 732; C1a CC., La Plata,
sala II, 13/6/1972, “Genovés, Francisco c. Aguado, Argimiro E.”, ED, 44-543; CNCom., sala C,
23/4/1975, “Polesel de Tolaba, Irene H. en: Phibro, S.A. c. Universal Electric S.A.”, ED, 63-454;
CNCom., sala D, 18/5/1976, “Italiani, Elso E. c. Automóviles Pinola, S. A. y otros”, ED, 68-297.
(18) CNCiv., sala B, 7/5/1996, “M., J. c. P., H. y otro”, La Ley, 1996-D, 732.

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(19) CNCom., sala D, 18/5/1976, “Italiani, Elso E. c. Automóviles Pinola S.A. y otros”, ED, 68-
297.
La Ley S.A.

2) Subasta de inmueble. Bien ganancial. 005136/1996, “Banco de la Provincia de Bue-


nos Aires c/ Villanueva, José Luis y otros s/ ejecutivo”, CNCom, Sala A, 28/10/2008

005136/1996 - “Banco de la Provincia de Buenos Aires c/ Villanueva José Luis y otros s/ejecutivo”
- CNCom - Sala A - 28/10/2008
Juicio ejecutivo. Subasta de inmueble. Bien ganancial de titularidad conjunta. Condominio de par-
tes indivisas gananciales entre cónyuges. Omisión de especificar en la escritura la proporción de las
cuotas partes adquiridas por cada uno de los cónyuges. Art. 2708 del Código Civil. Presunción de
titularidad del cincuenta por ciento indiviso a cargo de cada cónyuge. Exclusión de la subasta de la
porción del cónyuge no demandado. Procedencia.

“En el sub examine se encuentra involucrado un supuesto de adquisición en forma conjunta por am-
bos esposos, por lo que el inmueble reviste el carácter de ganancial de titularidad conjunta o, dicho
de otra forma, de un condominio de partes indivisas gananciales entre cónyuges.”

“En efecto, a los bienes sujetos a dicho régimen se les aplica las reglas del condominio, o bien, las
de los gananciales de su respectiva gestión, constituyendo un condominio de partes indivisas ga-
nanciales, pero, en definitiva, sólo susceptibles de ser agredidos por los acreedores en la cuota parte
que le corresponde al cónyuge deudor.”

“Es verdad que el caso ostenta la particularidad de que en la escritura traslativa del dominio, no se
especificó la proporción de las cuotas partes adquiridas por cada uno de los cónyuges. Sin embargo,
tal contingencia ha sido prevista por el legislador, resultando de aplicación al caso la directiva del
art. 2708 CC, en cuanto establece que ‘habiendo duda sobre el valor de la parte de cada uno de los
condóminos, se presume que son iguales’.”
“Sobre tales premisas, y visto que tanto el instrumento glosado en fs. 320/320 como el informe
de dominio obrante en fs. 310/312, dan cuenta de que el matrimonio Villanueva-Mesa es titular
del cien por ciento del inmueble embargado o sea que ambos cónyuges son titulares conjuntos de
la totalidad del inmueble, sin que se haya indicado la porción que corresponde a cada uno, ha de
presumirse que cada cónyuge resulta titular del cincuenta por ciento indiviso de dicha propiedad.”

“Desde tal perspectiva, y considerando que Mabel Norma Mesa no es parte en estas actuaciones,
la decisión del a quo en cuanto excluyó de la subasta la porción de aquélla, no se evidencia pasible
de reproche alguno. Frente a dicha circunstancia, la suerte adversa del agravio bajo examen se en-
cuentra sellada.”

Citar: elDial - AA4EF1.


Fallo en extenso:
005136/1996, “Banco de la Provincia de Buenos Aires c/ Villanueva José Luis y otros s/ ejecutivo”,
CNCom, Sala A, 28/10/2008.
Buenos Aires, 28 de Octubre de 2008.
Y vistos:
1.) Apeló la parte actora en forma subsidiaria el auto de subasta dictado en fs. 336/339 -mantenido
en fs. 342-, en cuanto dispuso la venta del cincuenta por ciento indiviso del inmueble sito en la calle
Gral. Arredondo N° 5631, del Partido de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires.

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Cuaderno de apuntes notariales

Para adoptar esta solución, el a quo hizo mérito de que del informe de dominio que obra agregado
en fs. 310/312 y del segundo testimonio del título de propiedad obrante en fs. 320/328 resultaba
que el inmueble fue adquirido por los cónyuges José Luis Villanueva y Mabel Norma Mesa en su
totalidad, no habiendo sido esta última demandada en autos.
Los fundamentos fueron expuestos en fs. 340/341.
2.) La recurrente se agravió porque no se decretó el remate del cien por ciento de la propiedad em-
bargada. Alegó que la circunstancia de que la compra del inmueble se hubiera efectuado durante la
vigencia de la sociedad conyugal no convertía al cónyuge no demandado en autos en condómino.
Explicó que la propiedad en cuestión constituía un bien ganancial adquirido por José Luis Villa-
nueva, por lo que se encontraría fuera de la órbita de la ganancialidad, ya que se trataría de un bien
administrado por el titular, afectado a la satisfacción de una obligación contraída por aquel.
3.) De las constancias habidas en la causa resulta que la presente acción ejecutiva fue entablada
contra José Luis Villanueva, Mima Inés Villanueva, Cándido Villanueva, René Aguerre de Villa-
nueva, Jorge Soto y Alicia González de Soto, a quienes se los condenó a abonar al actor la suma de
$ 17.296,18, con más los respectivos intereses y las costas del juicio (fs. 19 y fs. 89). Luego, con fe-
cha 30/05/07, se trabó embargo sobre el inmueble aquí involucrado consignándose en el testimonio
respectivo que se encontraba en cabeza de José Luis Villanueva, sin que en la anotación respectiva
se hubiera efectuado aclaración alguna a la porción indivisa que la medida afectó (fs. 261 vta.).
Por otro lado, del testimonio de la escritura traslativa de dominio agregado en fs. 320/329 resulta
que el inmueble fue vendido “a los cónyuges don José Luis Villanueva y doña Mabel Norma Mesa”,
extremo que se encuentra reflejado en el informe de dominio que luce en fs. 310/312, donde aparece
dicho matrimonio como titular del cien por ciento de la propiedad.
4.) Así planteado el thema decidendum, cabe señalar que con la modificación del art. 1276 del Có-
digo Civil por la ley 17.711, se ha introducido en nuestra legislación el principio de la separación
de administración de los bienes de la sociedad conyugal, distinguiendo cabalmente dos masas pa-
trimoniales. Tales masas se integran con los bienes propios de titularidad del marido o de la mujer,
respectivamente, y con los bienes gananciales, los cuales, de acuerdo al origen de su adquisición, se
atribuyen a la gestión de aquel de los cónyuges que los adquirió. Ello, sin perjuicio de la unidad de
la masa una vez acaecida la disolución de la sociedad conyugal (conf. ZANNONI. Derecho Civil:
Derecho de Familia, T. I, pág. 544).
El carácter ganancial o propio de un bien está referido al momento de la disolución de la sociedad
conyugal, y eventualmente, a los supuestos previstos por el art. 1277 del código citado que regula
la disponibilidad de ciertos bienes sin afectar su titularidad frente a terceros.
Este régimen se concilia con el principio de separación de responsabilidad establecido por los arts.
5° y 6° de la ley 11.367, según el cual los bienes propios de un cónyuge y los gananciales que él
adquiere no responden por las deudas del otro y sí, en cambio, por las propias, salvo los supuestos
allí contemplados (conf. Ob. cit. T. 1, págs. 525 y sgts.).
En tal marco, el art. 6° de la ley 11.367 dispone que el cónyuge no deudor responde con los frutos
de sus bienes propios y gananciales sólo cuando las obligaciones fueron contraídas para atender las
necesidades del hogar, para la educación de los hijos o para la conservación de los bienes comunes,
supuestos que no se dan en autos.
5.) Efectuada esta precisión fáctica y conceptual, es claro que en el sub examine se encuentra invo-
lucrado un supuesto de adquisición en forma conjunta por ambos esposos, por lo que el inmueble
reviste el carácter de ganancial de titularidad conjunta o, dicho de otra forma, de un condominio de
partes indivisas gananciales entre cónyuges.
En efecto, a los bienes sujetos a dicho régimen se les aplica las reglas del condominio, o bien, las
de los gananciales de su respectiva gestión, constituyendo un condominio de partes indivisas ga-
nanciales, pero, en definitiva, sólo susceptibles de ser agredidos por los acreedores en la cuota parte
que le corresponde al cónyuge deudor.
Es verdad que, el caso ostenta la particularidad de que en la escritura traslativa del dominio, no se
especificó la proporción de las cuotas partes adquiridas por cada uno de los cónyuges. Sin embargo,
tal contingencia ha sido prevista por el legislador, resultando de aplicación al caso la directiva del

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126

art. 2708 CC, en cuanto establece que “habiendo duda sobre el valor de la parte de cada uno de los
condóminos, se presume que son iguales”.
Sobre tales premisas, y visto que tanto el instrumento glosado en fs. 320 como el informe de domi-
nio obrante en fs. 310/312, dan cuenta de que el matrimonio Villanueva-Mesa es titular del cien por
ciento del inmueble embargado o sea que ambos cónyuges son titulares conjuntos de la totalidad
del inmueble, sin que se haya indicado la porción que corresponde a cada uno, ha de presumirse
que cada cónyuge resulta titular del cincuenta por ciento indiviso de dicha propiedad. Desde tal
perspectiva, y considerando que Mabel Norma Mesa no es parte en estas actuaciones, la decisión
del a quo en cuanto excluyó de la subasta la porción de aquella, no se evidencia pasible de reproche
alguno. Frente a dicha circunstancia, la suerte adversa del agravio bajo examen se encuentra sellada.
6.) Por todo ello, esta Sala resuelve:
Rechazar el recurso interpuesto y, por ende, confirmar el pronunciamiento apelado en lo que ha sido
materia de agravio.
Sin costas por no haber mediado contradictor.
Devuélvase a primera instancia encomendándose al Sr. Juez a quo disponer las notificaciones per-
tinentes.
Fdo.: María Elsa Uzal, Isabel Míguez, Alfredo Arturo Kölliker Frers.
Ante mí: Valeria Cristina Pereyra, Prosecretaria de Cámara.

Citar: elDial - AA4EF1, Editorial Albremática.

3) Voces: bien de la sociedad conyugal - bien ganancial - deuda del cónyuge - disolu-
ción de la sociedad conyugal - división de la sociedad conyugal - embargo - indivisión
postcomunitaria - levantamiento de embargo - liquidación de la sociedad conyugal -
matrimonio - medidas cautelares - muerte del cónyuge - sociedad conyugal - sucesión
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala L (CNCiv, Sala L).
Fecha: 19/12/2006.

Voces: bien de la sociedad conyugal - bien ganancial - deuda del cónyuge - disolución de la sociedad
conyugal - división de la sociedad conyugal - embargo - indivisión postcomunitaria - levantamiento
de embargo - liquidación de la sociedad conyugal - matrimonio - medidas cautelares - muerte del
cónyuge - sociedad conyugal - sucesión
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala L (CNCiv, Sala L)
Fecha: 19/12/2006.
Partes: Gerpe, Francisco c. B., L.
Publicado en: La Ley.
Sumarios:
1. Corresponde confirmar el levantamiento de embargo ordenado sobre el cincuenta por ciento
perteneciente a la cónyuge sobreviviente del deudor porque, si el acreedor no embargó bienes del
deudor luego de la muerte de este, el patrimonio a embargar es el que corresponde al estado de
indivisión, razón por la cual la medida debió limitarse a la porción de los bienes gananciales que
correspondían al difunto en la sociedad conyugal y que constituyen el acervo hereditario.
2. Existiendo una deuda personal impaga, ya sea contraída con anterioridad a la celebración del
matrimonio o durante este, el patrimonio que sirve de garantía al acreedor será el existente durante
la vigencia de la sociedad conyugal, siempre y cuando se hayan embargado bienes durante esa vi-
gencia, por lo que en caso contrario será el que exista después de disuelta.
3. Si para el cobro de un crédito anterior a la disolución de la sociedad conyugal, el acreedor no em-
bargó bienes de su deudor durante esa vigencia, sino después de la muerte del deudor, el patrimonio

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Cuaderno de apuntes notariales

a embargar será el que corresponda al estado de indivisión, pudiendo sólo embargar la parte indivisa
que constituye el acervo del causante para proceder a su ejecución.

Texto completo:
2ª Instancia, Buenos Aires, diciembre 19 de 2006.
Autos y vistos: Contra la resolución de fs. 1125/1127 sostiene su recurso la parte actora mediante el
escrito de fs. 1133/1136, cuyo traslado fue contestado a fs. 1145/1146.
La indivisión postcomunitaria es la situación en que se halla la masa de bienes gananciales desde
la disolución de la sociedad conyugal hasta la partición. Sobre esa masa tienen un derecho de pro-
piedad proindiviso por partes ideales iguales los dos cónyuges si la disolución se ha producido en
vida de ambos, sustituidos por los sucesores universales de uno u otro si la disolución deriva de la
muerte de alguno de ellos.
El pasivo de la indivisión postcomunitaria está formado por las obligaciones nacidas durante la
sociedad conyugal y no extinguidas a su disolución y las nacidas durante la indivisión y con motivo
de ella. En cuanto a las primeras corresponde determinar si el régimen de limitación de responsabi-
lidades establecido en los arts. 5° y 6° de la ley 11.357 subsiste o no después de la disolución.
Se han planteado al respecto dos posiciones doctrinarias. Una considera que los arts. 5° y 6° de la
ley 11.357 no rigen después de la disolución de la sociedad conyugal, razón por la cual la garantía
de los acreedores de cada uno de los cónyuges que estaba dada por el patrimonio íntegro del deudor
queda reducida a la mitad y, a su vez, puede acrecentarse con la mitad indivisa de los bienes que
pudiera tener el cónyuge supérstite. En tanto que la otra postura considera subsistente el régimen
legal indicado, basado en que no existe norma legal que limite su aplicación al momento en que la
comunidad de disuelve, por lo cual los acreedores de uno de los cónyuges continuarán teniendo por
prenda común el patrimonio que su deudor tuvo durante la vigencia de la sociedad conyugal, sub-
sistiendo consecuentemente una pluralidad de masas. La disolución de la sociedad conyugal en este
último caso no les sería oponible mientras no fuese inscripta en los registros; así podrían embargar
la totalidad de los bienes de su deudor, oponerse a la partición y subrogarse en los derechos de su
deudor para obtener la partición.
La primera posición es la que en doctrina va adquiriendo mayor adhesión cuando se trata del su-
puesto de disolución por causa de muerte de uno de los cónyuges, en donde se alteran las relaciones
de titularidad, que en lo sucesivo va a recaer en el cónyuge supérstite y los herederos del cónyuge
fallecido.
Ahora bien, si el crédito es anterior a la disolución de la sociedad conyugal, el acreedor, después
de disuelta, podrá conseguir medidas precautorias o ejecutorias sobre el patrimonio de su deudor,
según el estado en que ese patrimonio se encuentre al efectivizarse la medida. Tal patrimonio está en
estado de indivisión, por lo cual sólo se podrá embargar y ejecutar la parte alícuota que corresponde
a los herederos de su deudor. El patrimonio que sirve de base para la ejecución es el existente al
momento del embargo y no el que existió con anterioridad a la disolución de la sociedad conyugal
(PÉREZ LASALA, José Luis. Liquidación de la sociedad conyugal por muerte y partición here-
ditaria, Ed. Depalma, Buenos Aires, 1993, pág. 141).
Por eso, existiendo una deuda personal impaga, ya sea contraída con anterioridad a la celebración
del matrimonio o durante este, el patrimonio que sirve de garantía al acreedor será el existente du-
rante la vigencia de la sociedad conyugal siempre y cuando se hayan embargado bienes durante esa
vigencia, en caso contrario será el que exista después de disuelta. En otras palabras, si para el cobro
de un crédito anterior a la disolución de la sociedad conyugal, el acreedor no embargó bienes de su
deudor durante esa vigencia, sino después de la muerte del deudor, el patrimonio a embargar será el
que corresponda al estado de indivisión, pudiendo sólo embargar la parte indivisa que constituye el
acervo del causante para proceder a su ejecución.
Surge de fs. 973 que se han embargado los derechos sucesorios de los herederos del demandado y a
fs. 1037 se materializó tal medida sobre las acciones y dividendos correspondientes a L. B. y/o sus
sucesores en la firma... S.R.L., ordenándose que los importes líquidos se depositen en una cuenta
como pertenecientes a estas actuaciones y comunicar la medida a la sociedad y a la IGJ. Dado ello,

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126

y de conformidad a lo expuesto precedentemente, el embargo debió limitarse a la porción de los bie-


nes gananciales que correspondían al difunto en la sociedad conyugal y que constituyen el acervo
hereditario, por lo que corresponde confirmar el levantamiento de embargo sobre el cincuenta por
ciento perteneciente a la cónyuge sobreviviente.
Por ello el tribunal resuelve: Confirmar la resolución de fs. 1125/1127, con costas por su orden, por
ser la cuestión de disímil interpretación.
El doctor Rebaudi Basavilaso no firma por encontrarse en uso de licencia (art. 109 Regl. Just. Na-
cional).
Víctor Fernando Liberman. Marcela Pérez Pardo.
La Ley S.A.

4) Voces: hipoteca - inhibición general de bienes - inmueble - inscripción registral - re-


gistro de la propiedad - Registro de la Propiedad Inmueble - sociedad conyugal
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala L (CNCiv, Sala L).
Fecha: 05/12/2006

Voces: hipoteca - inhibición general de bienes - inmueble - Inscripción registral - registro de la pro-
piedad - registro de la propiedad inmueble - sociedad conyugal
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala L (CNCiv, Sala L)
Fecha: 05/12/2006.
Partes: Piccinini, Ezequiel E. c. G., N. C. y otros.
Publicado en: La Ley.
Sumarios:
1. La adjudicación del inmueble hipotecado a la codemandada, producida con motivo de la diso-
lución de la sociedad conyugal, es razón suficiente para acceder al levantamiento de la inhibición
general de bienes que fuera ordenada respecto de su persona, ya que la medida procede siempre que
no se conozcan bienes del deudor.
2. Corresponde el levantamiento de la inhibición general de bienes decretada respecto de la code-
mandada, toda vez que conforme el art. 228 del Cód. Procesal la medida cautelar resulta admisible
siempre que no se conozcan bienes del deudor o que estos no cubran el importe del crédito recla-
mado, y en el caso, aquella ha demostrado que posee por lo menos un bien inmueble y el acreedor
ni siquiera alegó que su valor no cubriese el crédito reclamado.

Texto completo:
2ª Instancia, Buenos Aires, diciembre 5 de 2006.
Autos y vistos: Contra la resolución de fs. 99/100 sostiene su recurso la demandada M. en el escrito
de fs. 131/133. El pertinente traslado fue contestado a fs. 137/138. A su vez contra la resolución de
fs. 127/128 sostiene su recurso el demandado G. a fs. 146 cuyo traslado fue contestado a fs. 152/153.
En primer lugar habrá de tratarse de apelación interpuesta contra la resolución de fs. 127/128 que
revocó la caducidad de las medidas cautelares que la a quo había declarado a fs. 112/114, pues de la
suerte de este recurso dependerá la necesidad o no de resolver el interpuesto a fs. 118.
Esta sala ha dicho en reiteradas oportunidades que los fundamentos del memorial deben ser concre-
tos, precisos y claros ya que en el sistema dispositivo que rige en nuestro país, esta pieza procesal
se erige como el eje que tiende a modificar el decisorio atacado. Para ello, hace falta que el quejoso
ponga de manifiesto los errores de la resolución impugnada, ya que si este embate no se cumple
o se lleva a cabo en forma deficitaria el decisorio deviene firme, pues es el atacante quien a través
del memorial fija el ámbito funcional de la alzada, la que no está facultada para suplir los déficits
argumentales del recurrente, ni para ocuparse de las quejas que este no dedujo (conf. exptes. N°
47.016; 48.031; 49.298; y 49.357).

21
Cuaderno de apuntes notariales

Sostiene el apelante que la caducidad de las medidas cautelares resulta procedente atento que el
cierre de la mediación se efectuó el 20/03/06 y al 05/04/06 -fecha en que solicitó se declarara la
caducidad- había transcurrido el plazo de diez días que establece el art. 207 del CPCC. Pero el
quejoso no se hace cargo del argumento expuesto por la a quo en el sentido de computar dentro
del plazo de suspensión los veinte días corridos posteriores a la fecha del acta de finalización de la
mediación según establece el art. 28 del D. 91/98, por lo cual el recurrente se limita a disentir con
lo resuelto, sin siquiera intentar la refutación de los argumentos expuestos por la Sra. Juez basados
en las razones fácticas y jurídicas que dan sustento a la resolución, por lo que corresponde declarar
la deserción del recurso. Es que la ley requiere que el memorial contenga un análisis razonado de
la sentencia y de la demostración de los motivos que se tienen para considerarla errónea, de manera
que, en ausencia de objeciones especialmente dirigidas a las consideraciones determinantes del fa-
llo adverso al apelante, no puede haber agravio que atender en la alzada, desde que no existe cabal
expresión de los mismos (conf. esta sala exptes. N° 48.161, 47.313 y 49.729).
La adjudicación a la esposa del inmueble hipotecario por disolución de la sociedad conyugal es ra-
zón suficiente para acceder al levantamiento de la inhibición general de bienes que fuera ordenada
respecto de su persona, toda vez que conforme establece el art. 228 del CPCC esta medida cautelar
resulta admisible siempre que no se conozcan bienes del deudor o que no cubran estos el importe
del crédito reclamado, dado que la inhibida ha demostrado que posee por lo menos un bien inmue-
ble y que el acreedor no ha siquiera alegado que su valor no cubra el crédito reclamado habrá de
revocarse la resolución recurrida.
Por lo expuesto, el tribunal resuelve: I. Declarar desierto el recurso de apelación interpuesto a fs.
146, con costas al vencido. II. Revocar la resolución de fs. 99/100, con costas a la parte actora.
Procédase al levantamiento de la inhibición general de bienes decretada contra S. M. M. a cuyo fin
en la instancia de grado deberán librase los pertinentes oficios. - Marcela Pérez Pardo. - O. Hilario
Rebaudi Basavilbaso. - Emilio M. Pascual.
La Ley S.A.

5) Aplicación temporal de la ley. Acuerdo Nº 194 - Cámara de Apelaciones de Trelew


(Chubut) en pleno, 15/04/2015

Acuerdo N° 194, Cámara de Apelaciones de Trelew (Chubut) en pleno, l mes de abril del año dos
mil quince, se reúne en Acuerdo Plenario la Cámara de Apelaciones de la Circunscripción Judicial
con asiento en la ciudad de Trelew, bajo la Presidencia de su titular Dr. Aldo Luis De Cunto, Vice-
presidencia del Dr. Marcelo Jorge López Mesa, y asistencia de los señores Jueces de Cámara Dres.
Carlos Alberto Velázquez, Natalia Isabel Spoturno, y Sergio Rubén Lucero; y visto:
Que la ley 26.994 aprobó el Código Civil y Comercial de la Nación que como anexo integra la
citada ley. Que la ley 27.077 modificatoria del art. 7º de la ley 26.994, publicada en el Boletín
Oficial el 19/12/2014 dispuso que la misma entrará en vigencia a partir del 1º de agosto de 2015, y
considerando:
Que dada la inminencia de la entrada en vigencia del nuevo Código Civil y Comercial, que introdu-
ce notorios, extensos y profundos cambios en la normativa civil y comercial que viene aplicándose
en la República, se hace necesario unificar criterios a su respecto, interpretando lo establecido en el
art. 7º de la ley 26.994 a fin de no afectar derechos amparados por garantías constitucionales.
Que a los efectos de evitar que la entrada en vigencia de la nueva norma trastorne el funcionamiento
del sistema de administración de justicia y el ejercicio de la abogacía, corresponde establecer pautas
claras y uniformes, a fin de procurar una correcta implementación del nuevo ordenamiento que nos
regirá a partir del 1º de agosto del corriente año. Que resulta imperioso prever la forma en que se va
a aplicar la nueva ley a las causas que lleguen a esta alzada en grado de apelación, que tramitaron
bajo las normas de los Códigos Civil y de Comercio y en las que se dictó sentencia a la luz de esos

22
126

cuerpos, debiendo tenerse en cuenta a tal fin lo dispuesto en el art. 7º del nuevo Código Civil y Co-
mercial, correctamente interpretado.
Que la norma citada no consagra la aplicación retroactiva de la nueva ley sino su aplicación inme-
diata, aun a las consecuencias de las relaciones o situaciones jurídicas existentes; o sea, que la nueva
ley rige para los hechos que están in fieri o en su curso de desarrollo al tiempo de su sanción y no
para las consecuencias de los hechos pasados, que quedaron sujetos a la ley anterior, pues juega
allí la noción de consumo jurídico (SCBA, Ac. 27.221 del 7/8/79; Ac. L. 45.548 del 18/12/90, Ac.
51.810 del 5/4/94, Ac. 51.335 del 3/5/95, Ac. 63.638 del 27/4/99, Ac. 67.772 del 23/2/00, e. o.). Es
decir, que la nueva ley toma a la relación o situación jurídica en el estado en que se encontraba al
tiempo de ser sancionada, pasando a regir los tramos de su desarrollo aún no cumplidos, en tanto
que los cumplidos se los considera regidos por la ley vigente al tiempo en que se desarrollaron. En
este sentido se ha dicho que: “...dictada una nueva ley, las partes anteriores de esa relación o situa-
ción jurídica quedan sujetas a la antigua ley, en tanto que las partes posteriores son regidas por la
nueva ley (BORDA. “La reforma del Código Civil. Efectos de la ley con relación al tiempo”, en El
Derecho, tomo 28, pág. 810). Como lo señala MORELLO (Códigos..., tomo I., pág. 716 y sgts.):
“Esta idea de consumo jurídico resguarda la incolumnidad de los actos ya operantes en el tráfico,
enjugando una irretroactividad inconstitucional, preservando el principio de seguridad jurídica y
acordando un plafón suficiente a las consecuencias de aquellos actos que sí pueden atraparse por
el regulamiento ulterior” (causa 243.736, Juzg. 23, S3º, LP). Que dadas las dificultades e incerti-
dumbre del sistema de entrada en vigencia y de derecho transitorio que contiene el nuevo Código
Civil y Comercial (cfr. MEDINA, Graciela. “Efectos de la ley con relación al tiempo en el Pro-
yecto de Código”, La Ley 2012-E, 1302), cuya interpretación y aplicación parcial o no criteriosa,
podría provocar el desafortunado desenlace de que por aplicación literal de su art. 7º, se llegase
al inconveniente de que sentencias dictadas en la instancia de grado con los códigos de VÉLEZ
SARSFIELD y ACEVEDO antes del 1º de agosto del año en curso, fueran revisadas en la alzada
luego de ese hito temporal al conjuro del nuevo ordenamiento, lo que claramente constituiría lógica-
mente un despropósito y constitucionalmente un atentado contra derechos individuales amparados
por garantías constitucionales como el derecho de defensa en juicio y resguardo del debido proce-
so legal. Bien se ha dicho, que: “El legislador, al sancionar nuevas normas, lo hace basado en la
creencia que contempla de manera más justa la realidad social, y mejora el ordenamiento jurídico,
lo que apareja una pretensión de inmediata sustitución del antiguo Derecho y puede llevar a aplicar
la nueva ley a todas las situaciones jurídicas pendientes, tanto en lo que se vincula con sus efectos
o consecuencias, o a juzgar con una vara distinta, situaciones que se amparaban legítimamente en
la ley que estaba en vigor en el momento de su nacimiento. Nosotros afirmamos la necesidad de
una rápida adaptación al nuevo sistema, pero la transición no puede ser tan brusca que vulnere la
seguridad jurídica; ello exigirá que se apliquen los viejos dispositivos, al menos para juzgar la va-
lidez de las situaciones que se forjaron y consolidaron al amparo de la ley anterior” (cfr. LÓPEZ,
Joaquín M. R.; MOISSET DE ESPANÉS, Luis. “El cambio legislativo. Normas de transición y de
conflicto” (en línea). En: DONAIRES SÁNCHEZ, Pedro; JIMÉNEZ VARGAS; MACHUCA,
Roxana; ABANTO TORRES, Jaime (coord.), Derecho y cambio social, Lima (Perú), Número 11,
año IV, 2007. Disponible en http://www.derechoycambiosocial.com/revista011/cambio%20legis-
lativo.pdf). A tal fin, y a los efectos meramente orientadores, esclareciendo algunos criterios que
habrán de aplicarse para brindar previsibilidad y certeza a los operadores jurídicos, tanto integrantes
del Poder Judicial, como abogados del foro y justiciables, esta Cámara señala que una vez dicta-
da la sentencia de grado en una causa bajo el régimen de los Códigos de VÉLEZ SARSFIELD
y ACEVEDO, se produce una consolidación jurídica de la causa o un “consumo jurídico”, que
lleva aparejada la consecuencia de que en las sucesivas instancias judiciales habrá de revisarse la
sentencia de grado a la luz del mismo ordenamiento bajo cuyo amparo ella se dictó. Ello así con
excepción de aquellos supuestos que se pudieran presentar como hechos en curso de ejecución, esto
es, que no se agotaron con el dictado de la sentencia sino que comenzaron a existir a partir de ella.
Así, los hechos pasados que han agotado la virtualidad que les es propia no pueden ser alcanzados
por la nueva ley sin incurrir en retroactividad de ella. Esa es la noción de “consumo jurídico”; en

23
Cuaderno de apuntes notariales

palabras del maestro LLAMBÍAS, así como ante una relación jurídica sus “...consecuencias aún no
ocurridas al tiempo de dictarse la nueva ley, quedan gobernadas por esta; en cambio, las consecuen-
cias ya producidas están consumadas y no resultan afectadas por las nuevas leyes, pues lo impide la
noción de consumo jurídico” (Tratado de Derecho Civil. Parte general, 4° ed., Perrot, 1984, I-142;
en sentido coincidente, BORDA, Tratado de Derecho Civil, Parte general, 7° ed., Perrot, 1980,
I-167, n° 150). “La nueva ley toma a la relación jurídica en el estado que se encuentra al tiempo que
la ley es sancionada y pasa a regir los tramos de su desarrollo aún no cumplidos, en tanto que a los
cumplidos se los considera regidos por la ley vigente al tiempo en que se desarrollaban” (SCBA,
E. D., 100-316). Asimismo, es dable aconsejar a los Sres. Jueces de primera instancia que ante la
presentación de demandas con sustento en las normas que cesan en su vigencia en el plazo de su
traslado, propicien con un despacho saneador su adecuación, en el plazo que fijen, a las normas que
entrarán en vigencia, a fin de evitar que se trabe la litis con apoyatura en normas que, a días vista,
habrán de cesar en su vigencia. Por ello, la Cámara de Apelaciones de la Circunscripción Judicial
con asiento en la ciudad de Trelew,
Acuerda: 1º) Disponer que una vez dictada la sentencia de grado en una causa bajo el régimen de
los Códigos Civil y de Comercio hoy vigentes, en las sucesivas instancias judiciales habrá de re-
visarse la sentencia de grado a la luz de los mismos ordenamientos bajo cuyo amparo ella se dictó.
2º) Regístrese, comuníquese y cumplido, archívese. Se deja constancia que el presente es suscripto
por cinco jueces de Cámara en razón de hallarse de licencia el Dr. Raúl A. Vergara (art. 7°, ley V Nº
17). Con lo que se dio por terminado el Acuerdo, firmando los señores Presidente, Vicepresidente y
Jueces de Cámara asistentes, por ante mí, que doy fe.
Fdo.: Marcelo J. López Mesa - Aldo L. De Cunto - Carlos A. Velázquez - Sergio R. Lucero - Natalia
I. Spoturno. Ante mí: Zulema M. Ybarra - Auxiliar Letrada.
Citar: elDial AA8E65.
Publicado el: 17/04/2015.
Editorial Albremática S.A., Tucumán 1440 (CP 1050), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argen-
tina.

6) Voces: compraventa de inmueble - escribano - escritura pública - escritura trasla-


tiva de dominio - inscripción registral - nulidad - nulidad de escritura pública - publi-
cidad registral - Registro de la Propiedad Inmueble
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala I (CNCiv, Sala I).
Fecha: 01/03/2007

Voces: compraventa de inmueble - escribano - escritura pública - escritura traslativa de dominio -


inscripción registral - nulidad - nulidad de escritura pública - publicidad registral - registro de la
propiedad inmueble
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala I (CNCiv, Sala I).
Fecha: 01/03/2007.
Partes: Olivera, Ricardo M. c. Casali, Alberto M. y otros.
Publicado en: La Ley.
Sumaios:
1. Debe rechazarse la nulidad articulada y establecerse la validez de la escritura traslativa de domi-
nio autorizada, en base a los certificados requeridos y a los segundos testimonios de escrituras ins-
criptos -art. 23 de la ley 17.801 (Adla, XXVIII-B, 1929)-, pues la anterior escritura de compraventa
no fue instrumentada dentro del plazo de validez de los certificados que fija el art. 24 de la ley men-
cionada -en el caso, veinticinco días-, por cuanto perdió el beneficio de prioridad o inmutabilidad.

24
126

Texto completo:
2ª Instancia, Buenos Aires, marzo 1° de 2007.
¿Se ajusta a derecho la sentencia apelada?
La doctora Varela dijo:
I) A fs. 465/475 el Sr. Juez a quo rechaza la demanda entablada por Ricardo Máximo Olivera contra
Alberto Mario Casali, Ricardo Héctor Ceccato y la escribana M. B. A. por nulidad de escritura (fs.
155/158), escrituración y daños y perjuicios (fs. 106/114).
Contra dicha sentencia apela únicamente la parte actora, quien expresa sus agravios a fs. 490/504,
los cuales son contestados por el codemandado Casali a fs. 509/510 y por el coaccionado Ceccato
a fs. 510.
II) En primer lugar el accionante se agravia del rechazo por parte del sentenciante de la nulidad del
acto escriturario celebrado entre Alberto Mario Casali y Ricardo Héctor Ceccato, sosteniendo que
de la prueba obrante en autos surge que la escribana A. otorgó la escritura traslativa del dominio
del lote 742-a y el cincuenta por ciento indiviso del lote 742-b ubicados en el Partido de Bragado,
cuando aún no había vencido el plazo de que gozaba la notaria F. V. respecto de los certificados
solicitados por la operación instrumentada entre el actor y Ricardo César Cammarata en carácter de
mandatario del codemandado Casali.
Anticipo mi conformidad con la fundada decisión del juez de la anterior instancia, respecto de
rechazar el planteo de nulidad de la escritura N°... del Registro Notarial de Bragado, provincia de
Buenos Aires, labrada por ante la escribana M. B. A. con fecha 27/9/02 e inscripta en el Registro
el 1/11/02.
A poco de leer los planteos del recurrente se advierte que el mismo confunde el plazo de validez de
los certificados establecido por el art. 24 de la ley 17.801 -que en el caso de autos era de veinticinco
días, por tratarse de documentos autorizados por escribano con domicilio legal en el interior de la
provincia-, con el plazo de inscripción prescripto por el art. 5º de la referida norma modificada por
la ley 20.089 -que fija cuarenta y cinco días a partir de su instrumentación-.
El plazo a que alude el art. 24 significa que cualquier nueva inscripción queda relegada en el regis-
tro, hasta tanto haya vencido el plazo del certificado. Si se solicita una nueva inscripción, el regis-
tro lo inscribe, pero con la prevención que ya hay una reserva de prioridad, o sea que se inscribe
condicionalmente, puesto que un tercero que pidió la preanotación ya pasó a la categoría de tercero
registral, recibiendo la protección del registro. Únicamente en caso de que el acto jurídico negocial
no se instrumentara en el plazo del certificado, se perdería la inmunidad, quedando como definitivos
los actos anotados o inscriptos condicionalmente (FAZIO DE BELLO, Marta. Actos jurídicos y
documentos inscribibles, Ed. La Rocca, pág. 139); y como didácticamente lo explica Fernando J.
LÓPEZ DE ZAVALÍA (Curso Introductorio al Derecho Registral, pág. 340): los beneficios de la
prioridad del acto jurídico se mantienen siempre que el mismo se instrumente dentro del plazo de
vigencia de los certificados y se inscriba dentro de los cuarenta y cinco días contados a partir de su
instrumentación.
Por lo tanto, atento que la escribana F. V. solicitó certificados el día 13/8/02 y no instrumentó la es-
critura de compraventa dentro del plazo de validez de dichos certificados (veinticinco días), el acto
jurídico que se pretendía instrumentar perdió el beneficio de prioridad o inmutabilidad. En conse-
cuencia, la escritura traslativa de dominio autorizada por la escribana A., con fecha 27 de setiembre
de 2002, resulta válida en base a los certificados requeridos el 6 de setiembre de 2002 y a los segun-
dos testimonios de escrituras inscriptos (art. 23 de la ley 17.801). Al respecto es de resaltar que a fs.
359 el Departamento Jurídico de la Dirección Provincial del Registro de la Propiedad informó que
la escritura cuya impugnación pretende el accionante ha reunido los requisitos para su inscripción.
El segundo agravio de la parte actora hace referencia a lo resuelto en la sentencia de grado, respec-
to de la revocación tácita del mandato de administración y disposición conferido con fecha 30 de
setiembre de 1977 por el codemandado Casali a favor de Ricardo César Cammarata, con relación a
los lotes anteriormente individualizados ubicados en el partido de Bragado.
El actor era titular de dominio del cien por ciento del lote 742-a y condómino de Alberto Mario Ca-
sali en la proporción del cincuenta por ciento del lote 742-b, ambos del partido de Bragado. Resulta

25
Cuaderno de apuntes notariales

de autos que a los nombrados los unió una antigua amistad, la cual se quebró a consecuencia de las
diferencias económicas por la productividad del campo.
La sala en anterior composición, con el voto preopinante de mi distinguido colega Dr. Ojea Quin-
tana en los autos “Bielicki, Carlos c. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires s/ Rescisión de
Contrato”, expte. 72.784/95 sostuvo que: “Según prescribe en forma expresa el art. 1970 del Código
Civil, el mandante puede revocar el mandato siempre que quiera; disposición que, como lo destaca
SALVAT, se funda en diversos motivos: puede decirse que el mandato reposa en la confianza o en
las necesidades o conveniencias del mandante, por lo cual este debe estar autorizado para hacerlo
cesar tan pronto como esa confianza o esas necesidades o conveniencias hayan desaparecido; puede
también agregarse que el mandato se da ante todo en el interés del mandante y que, por consiguien-
te, el mandatario debe esperar, que en cualquier momento se le ponga fin (Derecho Civil Argentino.
Fuente de las Obligaciones, T. III, ed. 1954, Nº 1933). BORDA expresa: En principio, el mandante
puede siempre revocar el mandato por voluntad unilateral y según su libre arbitrio (art. 1970). Es
que el mandato se otorga principalmente en interés del mandante; es un acto de confianza, y cuando
esta ha cesado, sería injusto obligar al mandante a seguir ligado a todas las consecuencias del apo-
deramiento. Se funda esta solución en la idea de que el mandante es dueño del negocio y que, por
tanto, puede modificar el mandato, ampliarlo, limitarlo y por último, ponerle término. No requiere
justa causa; el mandante no necesita dar los motivos de su decisión (Tratado de Derecho Civil. Con-
tratos, T. III, Nº 1760)”. Por su parte y en sentido concordante sostiene MOSSET ITURRASPE:
“Puede formularse sin necesidad de expresar causal de ninguna clase; basada en el mero querer del
mandante. Se trata en consecuencia, de un derecho atribuido al mandante, que puede ejercitar, “ad
nutum y en cualquier momento” (MOSSET ITURRASPE, Jorge. Mandatos, Ediar, 1979, pág.
272).
Ahora bien, conforme el art. 1964, para cesar el mandato con relación al mandatario y a los terce-
ros con quienes ha contratado, es necesario que ellos hayan sabido o podido saber la cesación del
mandato. Sin perjuicio de ello, la declaración de revocar puede expresarse directa o indirectamente
en este último caso, ella se desprende de un comportamiento o una conducta que demuestra o hace
reconocible la expresión de voluntad correspondiente. De ahí que la revocación pueda ser expresa
(medio directo) o tácita (medio indirecto), que son los supuestos contemplados en los arts. 1971 y
1972 (BELLUSCIO-ZANNONI. Código Civil y leyes complementarias, T. 9, págs. 376 y sgts.)
siendo el supuesto contemplado en el último de los artículos mencionados el aplicable al caso de
autos, debido a la intervención directa del mandante en la venta de los lotes de su propiedad.
El juez de la anterior instancia valora adecuadamente en el considerando X del fallo -al cual me
remito en honor a la brevedad- la prueba producida en autos, advirtiendo de las presentaciones
efectuadas por el accionante, de lo testimoniado por Carlos Ernesto Polo -corredor inmobiliario que
efectuó la venta de los lotes- y de las serias y concordantes presunciones que refiere, que tanto el
actor como Cammarata tuvieron conocimiento de la venta efectuada por Casali a favor de Ceccato,
mediante boleto de compraventa instrumentado el 6 de julio de 2002, fecha a partir de la cual el
adquirente tomó posesión de los lotes, como lo reconoció el propio accionante. En razón de ello
y por aplicación del ya mencionado art. 1972 CC se produjo la revocación tácita del mandato que
oportunamente Casali otorgara.
III) Por las consideraciones expuestas voto la confirmación de la sentencia apelada. Costas de esta
instancia a la parte actora.
Por razones análogas, la doctora Castro adhiere al voto que antecede.
Con lo que terminó el acto.
El doctor Ojea Quintana no interviene por hallarse en uso de licencia (art. 109 R. J. N.).
Por lo que resulta de la votación sobre la que instruye el acuerdo que antecede, se resuelve: Confir-
mar la sentencia recurrida e imponer las costas de alzada a la parte actora (art. 68 CPCC) difiriendo
la regulación para una vez que se fijen los de primera instancia. - Graciela A. Varela. - Patricia E.
Castro.
La Ley S.A.

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7) Juicio ejecutivo - bien de familia - afectación de inmueble embargado - inoponibili-


dad - cuenta corriente mercantil - apertura anterior a la inscripción
Expte. 32693/2004 - “Banco Itaú Buen Ayre S.A. c/ Bartolomé, Silvia Patricia y otro s/ ejecutivo”
- CNCom - Sala B - 16/02/2007

Juicio ejecutivo - bien de familia - afectación de inmueble embargado - inoponibilidad - cuenta


corriente mercantil - apertura anterior a la inscripción
Expte. 32693/2004 - “Banco Itaú Buen Ayre S.A. c/ Bartolomé Silvia Patricia y otro s/ ejecutivo” -
CNCom - Sala B - 16/02/2007

“La tutela establecida por la ley N° 14.394, no puede convertirse en vehículo o instrumento para
sorprender a los acreedores, burlando las legítimas expectativas que han tenido en cuenta para con-
ceder crédito, que lo ha sido fundamentalmente sobre la base de la confianza y solvencia demostra-
das por el deudor. Por ello, lo que interesa no es el vencimiento del plazo concertado para el pago,
sino la fecha en que se constituyó la obligación.”
“Resultó acertada la resolución que declaró la inoponibilidad a la ejecutante de la inscripción al
régimen de bien de familia de un inmueble embargado, ello en cuanto el contrato de apertura de
cuenta corriente, en cuyo marco se originó el crédito reclamado, se celebró con antelación a la
constitución del bien de familia (cfr. esta Sala, in re, ‘Banco del Buen Ayre S.A. c/ Cires, Rubén E.
y otro s/ ejecutivo’, del 15-9-94).”

Texto completo:

Buenos Aires, 16 de febrero de 2007

Y vistos:

1. Apeló la demandada la resolución de fs. 193 que declaró la inoponibilidad a la ejecutante de la


inscripción al régimen de bien de familia de un inmueble embargado; sus agravios de fs. 199-201
recibieron respuesta a fs. 203-204.
2. Resulta incontrovertido que la apertura de la cuenta corriente fundante de la presente ejecución
es anterior al año 1996 y que el inmueble embargado se encuentra afectado al régimen de bien de
familia desde el 15/10/1999.
En este marco, recuérdese que para determinar si un crédito es o no anterior a la afectación de un
inmueble como bien de familia, es preciso reparar en el hecho o acto generador (cfr. esta Sala, in
re, “Ruétalo Mujica, Ernesto c/ Transportes Automotores Chevalier s/ ordinario”, del 30/6/94). La
tutela establecida por la ley N° 14.394, no puede convertirse en vehículo o instrumento para sor-
prender a los acreedores, burlando las legítimas expectativas que han tenido en cuenta para conce-
der crédito, que lo ha sido fundamentalmente sobre la base de la confianza y solvencia demostradas
por el deudor.
Por ello, lo que interesa no es el vencimiento del plazo concertado para el pago, sino la fecha en que
se constituyó la obligación.
Si los créditos anteriores a la inscripción del bien de familia no pierden ejecutabilidad sobre el mis-
mo (art. 38 de la ley 14.393, contrario sensu), tratándose de obligaciones contractuales, el origen
cronológico del crédito surgirá de la fecha de celebración del contrato (cfr. GUASTAVINO, Elias.
Derecho de familia Patrimonial, “Bien de Familia”, T. II, Ed. Rubinzal- Culzoni, pág. 232, 1985).
Desde tal perspectiva conceptual, la resolución resultó acertada, en cuanto el contrato de apertura
de cuenta corriente, en cuyo marco se originó el crédito reclamado, se celebró con antelación a la
constitución del bien de familia (cfr. esta sala, in re, “Banco del Buen Ayre S.A. c/ Cires, Rubén E.
y otro s/ ejecutivo”, del 15/9/94).

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Cuaderno de apuntes notariales

3. Desestímase el recurso de fs. 197, con costas (art. 68 del Cpr.). Devuélvase encomendándose al
a quo las notificaciones.
El Señor juez Miguel F. Bargalló actúa de conformidad con lo dispuesto por la Resolución 261/06
del Consejo de la Magistratura y Acuerdo del 15/6/06 de esta Cámara. La Señora Juez Dra. María
L. Gómez Alonso de Díaz Cordero no interviene por hallarse en uso de licencia (art. 109 RJN).
Fdo.: Miguel F. Bargalló - Ana I. Piaggi.

8) Sucesión ab-intestato - pedido de fijación de audiencia para instrumentar una ce-


sión de derechos hereditarios - inadmisibilidad - imposibilidad de sustituir la escritura
pública por otro tipo de instrumento público - acta judicial - art. 977 del Código Civil
- art. 1184, inc. 6° del Código Civil - requisitos de forma - formalidad necesaria exi-
gida en carácter de solemnidad relativa - escritura pública - condición de validez del
negocio y no meramente de prueba - diferencias con la donación de cosas inmuebles
El Dial Express Año XII - Nº 2800, jueves 18 de junio de 2009, elDial.com
“S. M. s/ sucesión ab-intestato” - Cámara Primera de Apelación en lo Civil y Comercial de Bahía
Blanca (Buenos Aires) - 16/06/2009
“En primer lugar, constituye un error sostener que la exigencia del art. 1184, inc. 6° del Código
Civil es meramente a efectos probatorios, lo que surge sin hesitaciones de una adecuada lectura de
dicha norma y de la siguiente. Ciertamente, el texto del art. 1184 del Código Civil estatuye que:
“Deben ser hechos en escritura pública, con excepción de los que fuesen celebrados en subasta
pública: (...) 6° La cesión, repudiación o renuncia de derechos hereditarios...”. Es decir que no sólo
la cesión de derechos hereditarios debe hacerse por escritura pública sino que la única excepción a
esta formalidad se da cuando media subasta pública, supuesto que no coincide con el examinado.
Además, el artículo siguiente establece que: “Los contratos que debiendo ser hechos en escritura
pública, fuesen hechos por instrumento particular, firmado por las partes o que fuesen hechos por
instrumento particular en que las partes se obligasen a reducirlo a escritura pública, no quedan
concluidos como tales, mientras la escritura pública no se halle firmada; pero quedarán concluidos
como contratos en que las partes se han obligado a hacer escritura pública”. La expresión “...no
quedan constituidos como tales” muestra claramente que el requisito formal de la escritura pública
no es impuesto meramente “ad probationem” sino que es requisito de la existencia legal del acto en
cuestión. “Ad probationem” es la exigencia del art. 1193, en cuanto menta que “Los contratos que
tengan por objeto una cantidad de más de diez mil pesos, deben hacerse por escrito y no pueden ser
probados por testigos”, de donde resulta con prístina claridad que cuando el legislador quiso referir-
se a los alcances meramente probatorios de alguna formalidad, lo dijo expresamente, no siendo ese
el caso juzgado donde se establece que el acto “no queda concluido como tal” mientras el requisito
de escritura pública no se encuentre satisfecho” (del voto del Dr. Peralta Mariscal).
“La cesión de derechos hereditarios es, entonces, un acto cuya formalidad es solemne y no a meros
efectos probatorios puesto que el requisito formal es una condición de validez del negocio y no
meramente de prueba. Sin embargo, es cierto que esa formalidad no es absoluta, como lo es en el
supuesto de las donaciones de inmuebles -art. 1810 del Código Civil- ya que si bien el acto no pro-
duce los efectos de la cesión de derechos hereditarios, sí faculta a las partes a exigir el otorgamiento
de dicha escritura por aplicación del art. 1185, última parte, del ordenamiento sustantivo. Entonces,
el contrato de cesión de derechos hereditarios tiene como formalidad necesaria la escritura pública,
la que es exigida en carácter de solemnidad relativa, a diferencia de la donación de cosas inmuebles
en que se exige como solemnidad absoluta. Pero mientras la escritura pública no esté redactada, el
contrato no queda concluido como tal, es decir que no tiene los efectos de una cesión de derechos
hereditarios. Bien se hizo en la resolución de primera instancia, por tanto, en no admitir el pedido
de fijación de audiencia para instrumentar la cesión de derechos hereditarios. Adviértase que el

28
126

mismo es inadmisible pues no podría suplirse la escritura pública por otro tipo de instrumento pú-
blico (como un acta judicial) porque: “En los casos en que la forma del instrumento público fuese
exclusivamente ordenada, la falta de ella no puede ser suplida por ninguna otra prueba, y también
el acto será nulo (art. 977 del Código Civil)” (del voto del Dr. Peralta Mariscal).
“Que corresponde confirmar la resolución de fs. 52 en cuanto desestimó la fijación de una audiencia
para instrumentar la cesión de derechos hereditarios pues ella, en el mejor de los casos, lograría que
la cesión se plasme en un instrumento público (acta judicial) distinto al exigido por la ley (escritura
pública) y, permítaseme la insistencia, el art. 977 del Código Civil no deja el más mínimo atisbo de
duda: “Cuando se hubiere ordenado exclusivamente una clase de instrumento público, la falta de
esa especie no puede ser suplida por especie diferente”, lo que se traduce en el caso en que la falta
de escritura pública no puede ser suplida por acta judicial” (del voto del Dr. Peralta Mariscal).
“Sin ir más lejos, la cesión de derechos hereditarios se encontrará con graves problemas si se pre-
tende su inscripción registral pues la Disposición Técnico Registral 27 del 7/12/87 del Registro de
la Propiedad Inmueble de la provincia de Buenos Aires dispone en su art. 1º que: “Sólo se procederá
a la toma de razón de las cesiones de derechos hereditarios instrumentadas en escritura pública,
rechazándose las actas judiciales o escritos presentados en el sucesorio con firma ratificada por el
actuario” (del voto del Dr. Peralta Mariscal).
“Por la naturaleza contractual de la cesión de derechos hereditarios y por la infungibilidad de las
solemnidades prescriptas para la celebración de los actos jurídicos, corresponde descartar de plano
la posibilidad de sustituir la escritura pública (art. 1184, inc. 6º del Código Civil) por acta judicial
(ZANNONI, Eduardo A. Derecho de las sucesiones, Tomo I, págs. 561 y 562) (del voto del Dr.
Diez).
Editorial Albremática, Tucumán 1440 (1050), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, 2007.

Texto completo:
En la ciudad de Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, a los 16 días del mes de junio de 2009,
reunidos en acuerdo los Señores Jueces de la Sala Dos de la Excelentísima Cámara Primera de
Apelación en lo Civil y Comercial de este Departamento Judicial, Doctores Abelardo Ángel Pilotti,
Leopoldo Peralta Mariscal y Dr. Miguel Ángel Diez (juez de la Sala I) para dictar sentencia en los
autos caratulados: “S. M. S/ Sucesión ab-intestato” (Expediente Nº 133.177), y practicado el sorteo
pertinente (arts. 168 de la Constitución de la provincia y 263 del Código Procesal), resultó que la
votación debía tener lugar en el siguiente orden: Doctores Pilotti, Peralta Mariscal y Diez, resol-
viéndose plantear y votar las siguientes
Cuestiones
1º) ¿Se ajusta a derecho la resolución apelada de fs. 52?
2º) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?

Votación
A la primera cuestión el Señor Juez Doctor Pilotti dijo:
Motivó el presente recurso la resolución de fs. 52 por la cual la jueza de grado desestimó, con funda-
mento en el art. 1184, inc. 6º del Código Civil, el pedido de fijación de audiencia que formularon los
herederos declarados para instrumentar la cesión de derechos y acciones hereditarios. Esta Sala -en
su anterior composición- tuvo oportunidad de expedirse sobre la cuestión (Expte. Nº 123.948, L.I.
26, N.O. 28). Allí se sostuvo: “Es cierto que el art. 1184 inc. 6º del C. Civil establece expresamente
que debe hacerse en escritura pública ‘la cesión, repudiación o renuncia de derechos hereditarios’.
Sin embargo, es cuestión discutida en nuestro derecho la de si dicha forma notarial es una exigencia
solemne o simplemente ad probationem, y si ella puede ser sustituida por acta judicial o por escrito
presentado al sucesorio y ratificado por las partes, o declarado auténtico por el juez. Calificadas
opiniones -a las que adhiere este Tribunal- interpretan que la escritura pública sólo es exigida ad
probationem y que, respecto de la renuncia de la herencia, esta puede ser sustituida por un escrito
presentado al juez de la sucesión y agregado al expediente con la ratificación del renunciante, acto
que igualmente cumpliría con el medio de publicidad requerido por las normas legales (BORDA.

29
Cuaderno de apuntes notariales

Tratado de Derecho Civil. Sucesiones, ed. Perrot, 1980, T. I, pág. 561)”. Ello así, considero que
procede la fijación de una audiencia a los fines requeridos en el escrito de fs. 51, por lo que voto
por la negativa.

A la misma cuestión el Señor Juez Doctor Peralta Mariscal dijo:


Entiendo que no le asiste razón a los apelantes.
En primer lugar, constituye un error sostener que la exigencia del art. 1184, inc. 6° del Código Civil
es meramente a efectos probatorios, lo que surge sin hesitaciones de una adecuada lectura de dicha
norma y de la siguiente. Ciertamente, el texto del art. 1184 del Código Civil estatuye que: “Deben
ser hechos en escritura pública, con excepción de los que fuesen celebrados en subasta pública: (...)
6° La cesión, repudiación o renuncia de derechos hereditarios...”. Es decir que no sólo la cesión de
derechos hereditarios debe hacerse por escritura pública sino que la única excepción a esta forma-
lidad se da cuando media subasta pública, supuesto que no coincide con el examinado. Además, el
artículo siguiente establece que: “Los contratos que debiendo ser hechos en escritura pública, fue-
sen hechos por instrumento particular, firmado por las partes o que fuesen hechos por instrumento
particular en que las partes se obligasen a reducirlo a escritura pública, no quedan concluidos como
tales, mientras la escritura pública no se halle firmada; pero quedarán concluidos como contratos
en que las partes se han obligado a hacer escritura pública”. La expresión “no quedan constituidos
como tales” muestra claramente que el requisito formal de la escritura pública no es impuesto me-
ramente “ad probationem” sino que es requisito de la existencia legal del acto en cuestión. “Ad
probationem” es la exigencia del art. 1193, en cuanto menta que: “Los contratos que tengan por
objeto una cantidad de más de diez mil pesos, deben hacerse por escrito y no pueden ser probados
por testigos”, de donde resulta con prístina claridad que cuando el legislador quiso referirse a los
alcances meramente probatorios de alguna formalidad, lo dijo expresamente, no siendo ese el caso
juzgado donde se establece que el acto “no queda concluido como tal” mientras el requisito de es-
critura pública no se encuentre satisfecho.
La cesión de derechos hereditarios es, entonces, un acto cuya formalidad es solemne y no a meros
efectos probatorios puesto que el requisito formal es una condición de validez del negocio y no
meramente de prueba. Sin embargo, es cierto que esa formalidad no es absoluta, como lo es en el
supuesto de las donaciones de inmuebles -art. 1810 del Código Civil- ya que si bien el acto no pro-
duce los efectos de la cesión de derechos hereditarios, sí faculta a las partes a exigir el otorgamiento
de dicha escritura por aplicación del art. 1185, última parte, del ordenamiento sustantivo. Entonces,
el contrato de cesión de derechos hereditarios tiene como formalidad necesaria la escritura pública,
la que es exigida en carácter de solemnidad relativa, a diferencia de la donación de cosas inmuebles
en que se exige como solemnidad absoluta. Pero mientras la escritura pública no esté redactada, el
contrato no queda concluido como tal, es decir que no tiene los efectos de una cesión de derechos
hereditarios. Bien se hizo en la resolución de primera instancia, por tanto, en no admitir el pedido
de fijación de audiencia para instrumentar la cesión de derechos hereditarios. Adviértase que el
mismo es inadmisible pues no podría suplirse la escritura pública por otro tipo de instrumento pú-
blico (como un acta judicial) porque: “En los casos en que la forma del instrumento público fuese
exclusivamente ordenada, la falta de ella no puede ser suplida por ninguna otra prueba, y también
el acto será nulo” (art. 977 del Código Civil).
La ley es clara y precisa: si no se otorga el acto con la forma instrumental exigida por la ley, el acto
es “nulo” (art. 977 citado) por lo que mal puede colegirse del art. 1184, inc. 6° del Código Civil que
la formalidad allí requerida es al solo efecto probatorio cuando el art. 977 dice lo mentado, el art.
1185 indica que si no se respeta la formalidad el acto “no queda concluido como tal” y, para colmo,
cuando el codificador exigió alguna formalidad al mero efecto probatorio lo dijo expresamente (art.
1193).
No debe olvidarse que cuando para resolver un caso dado halla el juez una ley cuyo texto es claro
y expreso, debe aplicarlo estrictamente, sin que le sea permitido juzgar de la bondad o de la justicia
de aquella. Las razones teleológicas atinentes a la singularidad del caso no autorizan a decidirlo
prescindiendo del derecho que lo rige, pues es obligatoria su aplicación por los jueces (Conf. Cám.

30
126

Civ. y Com. San Isidro, Sala II, in re, “Herrera c/ Kallaur s/ Alimentos” reg. 297/94). Tiene dicho
en este sentido la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires que constituye una
elemental regla hermenéutica que cuando el texto de la ley es claro y expreso no cabe prescindir
de sus términos, correspondiendo aplicarla estrictamente y en el sentido que resulta de su propio
contenido (SCBA, Ac. 84.418, 19/6/2002; Ac. 69.271, 29/2/2000 entre otros, sumario J.U.B.A.
B-14.017), siendo dable agregar que esta regla no constituye una fórmula vacía sino que es nada
menos que un pilar fundamental del sistema republicano de gobierno pues se busca de esta manera
respetar la división de poderes. Ciertamente, si el juez admite una formalidad distinta a la exigida
por el legislador, se aparta de su función constitucional e invade la esfera de competencias de otro
poder del estado. No hay duda posible: el legislador quiso que las cesiones de derechos heredita-
rios se hagan en escritura pública y que no valgan como tales mientras la escritura pública no esté
otorgada. Discutir sobre la bondad de esta solución y la eventual conveniencia de otra distinta es
una tarea que compete al Congreso de la Nación y no a este tribunal, bajo pena actuar en contra de
la Constitución.
Por ello entiendo que corresponde confirmar la resolución de fs. 52 en cuanto desestimó la fijación
de una audiencia para instrumentar la cesión de derechos hereditarios pues ella, en el mejor de los
casos, lograría que la cesión se plasme en un instrumento público (acta judicial) distinto al exigido
por la ley (escritura pública) y, permítaseme la insistencia, el art. 977 del Código Civil no deja el
mas mínimo atisbo de duda: “Cuando se hubiere ordenado exclusivamente una clase de instrumento
público, la falta de esa especie no puede ser suplida por especie diferente”, lo que se traduce en el
caso en que la falta de escritura pública no puede ser suplida por acta judicial.
Y siendo que, indudablemente, por opinable que fuere la solución dada por el legislador es obvio
que no contraría ninguna norma constitucional, única hipótesis que permitiría dejarla de lado -pre-
via declaración de inconstitucionalidad-, el acierto de la resolución dada en primera instancia es
indudable.
A mayor abundamiento advierto a los apelantes que, toda vez que su pretensión generaría una nuli-
dad instrumental y por ende manifiesta, si mi voto no es acompañado los recurrentes sólo lograrán
un triunfo efímero que se volverá peligrosamente en su contra: obtendrán una cesión de derechos
hereditarios obviando la forma instrumental exigida por la ley y ahorrándose los costos respecti-
vos, pero recibirán un título instrumentalmente viciado que la ley fulmina de nulidad y, por tanto,
adquirirá derechos endebles que en cualquier momento podrían verse frustrados por el vicio que
llevan ínsito (pues una resolución favorable en esta causa obviamente no sería oponible a terceros
interesados que no intervinieron en ella), lo que constituye una consecuencia mucho más grave que
erogar los gastos que implica adoptar la forma instrumental exigida por la ley como condición de
validez del acto (arts. 976, 977, 1038, 1044, 1047, 1051 y conc. del Código Civil).
Sin ir más lejos, la cesión de derechos hereditarios se encontrará con graves problemas si se pre-
tende su inscripción registral pues la Disposición Técnico Registral Nº 27 del 7/12/87 del Registro
de la Propiedad Inmueble de la Provincia de Buenos Aires dispone en su artículo 1º que: “Sólo se
procederá a la toma de razón de las cesiones de derechos hereditarios instrumentadas en escritura
pública, rechazándose las actas judiciales o escritos presentados en el sucesorio con firma ratificada
por el actuario”.
Como señala SAUCEDO, comentando el fallo de este Tribunal en que el autor de este voto ha
quedado en minoría sosteniendo la postura que ahora se ratifica (“Hosni Ibrahim”, 05/09/06, Lexis
Nexis, Buenos Aires, N° 4/2007, págs. 423 a 424): “Finalmente, desde la perspectiva negocial la
cesión de herencia exteriorizada bajo la forma judicial tiene pocas posibilidades de pasar indemne
un posterior estudio y relación de títulos, por el defecto formal que padece. Esto significa que no
se la considerará, junto con la declaratoria de herederos o auto judicial que apruebe un testamento,
como un título suficiente para sustentar y generar una futura mutación real inmobiliaria. En rigor,
quien referencie estos antecedentes advertirá el incumplimiento de las directivas del Código Civil
en la materia, por lo que propondrá como alternativa de subsanación la elevación del acto observado
a la forma legalmente impuesta (e incumplida) de la escritura pública. Ello así, so pena de dejar al
título así gestado fuera del mercado inmobiliario hasta tanto no se cumpla a su respecto el plazo de

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Cuaderno de apuntes notariales

prescripción vicenal, solución a todas luces disvaliosa, no sólo para los intereses de los particulares
afectados en el caso concreto (aclaro: en el supuesto en análisis, los propios apelantes, que inadver-
tidamente con el recurso conspiran contra sus propios intereses sólo por ahorrarse unos pesos), sino
también para los de la comunidad toda” (SAUCEDO, Ricardo J. La forma del contrato de cesión
de derechos hereditarios, en Lexis Nexis Buenos Aires, N° 4/2007, págs. 425 a 432).
Voto por la afirmativa.
A la misma cuestión el Señor Juez Doctor Diez dijo:
Por la naturaleza contractual de la cesión de derechos hereditarios y por la infungibilidad de las
solemnidades prescriptas para la celebración de los actos jurídicos, corresponde descartar de plano
la posibilidad de sustituir la escritura pública (art. 1184, inc. 6º del Código Civil) por acta judicial
(ZANNONI, Eduardo A. Derecho de las sucesiones, Tomo I, págs. 561 y 562).
Esta tesis es la que resulta conforme a las normas vigentes y responde, sin duda alguna, a una eficaz
protección de la seguridad jurídica (MAFFÍA, Jorge O. Tratado de las Sucesiones, tomo I, págs.
589 a 594). Por todo ello debo coincidir con el voto del Dr. Peralta Mariscal, por lo que doy mi voto
por la afirmativa.

A la segunda cuestión el Señor Juez Doctor Pilotti dijo:


De acuerdo al resultado de la votación precedente corresponde confirmar la resolución apelada.
Opino que no deberán imponerse costas en la alzada atento a la ausencia de contradicción.
Así lo voto.
Los señores jueces doctores Peralta Mariscal y Diez votaron en igual sentido.
Con lo que terminó este acuerdo dictándose la siguiente

Sentencia
Bahía Blanca, 16 de junio de 2009.
Y vistos
Considerando:
que en el Acuerdo que antecede ha quedado resuelto que se ajusta a derecho la resolución apelada
Por ello se confirma la resolución de fs. 52, sin costas. Hágase saber y devuélvase.
Fdo.: Peralta Mariscal - Pilotti - Diez.
Ante mí: Vera.

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