Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
reprime pueden sacar lo peor de nosotros aunque tenga forma de un panda rojo, peludo
y abrazable.
Sin embargo, el dilema estará en cómo aprender vivir con él, y en eso, Mei Lee, la
protagonista de la historia, dará una lección de vida al decir «abraza a tu panda interior»
a pesar de que tu familia o el mundo no esté lo suficientemente conforme.
— El panda representa eso que muchas veces es obvio en una casa, en una familia, en la
sociedad, pero que no se habla lo suficiente. Es como la expresión que dice que hay un
elefante en la sala y todo el mundo lo ignora y camina alrededor. Para mí eso representa
al panda, que en este caso son las emociones de Mei Lee, la protagonista. Son
emociones que además no se enseñan a gestionar.
El panda es lo que no se conversa, pero también el punto al que pueden llegar las
emociones cuando no se saben manejar o cuando no se expresan de manera oportuna y
adecuada. Eso hace que uno termine explotando, y literalmente ella explota en un
panda.
— Pasa toda la vida porque desde que nacemos sentimos emociones. Lo que pasa es
que, cuando somos bebés, se expresan a través del llanto hasta que se tienen las palabras
para verbalizarlo. Una vez en la adolescencia, cuando ya se cuenta con esa capacidad,
hay que gestionar las emociones.
Por ejemplo, el tema de la gestión emocional creo que es algo que debería enseñarse
principalmente en el colegio. No tener esa guía representa un problema en la adultez.
El mejor ejemplo es la madre de Mei, Ming Lee. Ella es una madre abnegada a su
maternidad y su panda era gigantesco. El panda de ella era del tamaño de las emociones
reprimidas. Ella tuvo muchos encontronazos con su mamá, se nota que ella pasó por lo
mismo que Mei, pero decidió mantenerse como «la hija perfecta» y luego se convirtió
en una madre entregada a la perfección.
— Desde la infancia. los padres deberían enseñar a sus hijos a decir lo que sienten.
Preguntándoles e incluso poniendo en palabras lo que ellos no verbalizan. Los padres
pueden preguntar: ¿Sientes miedo por que pasó esto? ¿Estás triste porque me fui y
sientes que te abandoné? ¿Querías esta cosa y no te sentiste escuchado?
Cuando sentimos que el otro pone en palabras lo que yo siento, eso genera un gran
alivio. Eso es responsabilidad de los padres, ayudar cuando los hijos no saben poner en
palabras sus emociones. En cambio, cuando los hijos ya tienen esa capacidad, hay que
escucharlos y validar.