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TEMA 1: LITERATURA INFANTIL

Los límites de la literatura infantil ha sido durante años una disciplina con un soporte
teórico y de investigación en construcción.
Los años 80 marcan un cambio que la consolidan como disciplina a través de los
estudios de Juan Cervera, Román López Tamés, Pedro Cerrillo, Teresa Colomer, Jaime
García Padrino o Isabel Tejerina.
Aun así, hay autores que prefieren no hacer distinción entre literatura y literatura
infantil. Afirman que el adjetivo infantil la desvirtúan en cierta manera.
Al hablar de literatura infantil, el peso de la balanza debería recaer en el primer término
de la expresión, en el aspecto estrictamente literario. De lo contrario, si se comienza a
separar terrenos, si se considera que el adjetivo infantil pesa más que todo lo demás y
que escribir para niños es algo totalmente específico, entonces, mal asunto.
Esta corriente la han defendido Juan Ramón Jiménez, Rafael Sánchez Ferlosio,
Fernando Savater o Miguel Delibes además de otras figuras más internacionales.

Emili Teixidor considera que este tipo de producciones dirigidas a un público más joven
busca la identificación del lector con el protagonista, presentando de modo adecuado a
la edad de los lectores los misterios de la vida y apuntes éticos sobre la realidad. Al
final, la literatura infantil trata de adecuarse a un tipo de lector, el niño o el adolescente.
Es importante tener en cuenta el auge de la producción editorial (producciones
específicas, incluso editoriales y colecciones y autores) dedicada únicamente a este tipo
de literatura.
Pero junto a esto, debemos tener en cuenta que la literatura infantil no está encasillada
en el currículo escolar como objeto de estudio. Afortunadamente, ha dicho Antonio
Mendoza ya que esta situación le deja la posibilidad de ser la clave de una educación
literaria sin dependencia de una regulación administrativa.

La literatura infantil ha sido ignorada durante mucho tiempo por estar relacionada con el
mundo del niño (aunque cualquiera puede disfrutar de esta literatura tenga la edad que
tenga). La literatura infantil no está encasillada en el currículo escolar como objeto de
estudio y tiene sus propias características.
López Tamés afirma que la literatura infantil no es la que imita grotescamente el mundo
de los niños y adolescentes desde una perspectiva adulta. Es infantil aquella que se
adecua a una etapa del desarrollo humano sin renunciar a la universalidad de los temas.
La adecuación a la infancia no es negación del arte.

Ideas que debemos tener en cuenta a la hora de enfrentarnos a la literatura infantil:


- Nos hacemos personas a medida que aprendemos y crecemos en el hablar.
- A través del desarrollo lingüístico es como el niño va construyendo su
pensamiento.
- También es muy importante tener en cuenta el componente afectivo que
posibilita.

Bruno Bettelheim y Karen Zelan en Aprender a leer (1983) escriben los siguiente:
“Existen grandes diferencias entre los niños que aprenden a leer en casa y los que
aprenden a leer únicamente en la escuela. Los primeros aprenden a leer con textos que
les fascinan, mientras que los segundos aprenden habilidades de descifrar y reconocer
las palabras en textos sin contenido significativo que degradan la inteligencia del
pequeño.”

Gianni Rodari distinguía entre los niños que sienten la lectura como una obligación
escolar, y los que lo hacen por satisfacer una necesidad, así la lectura termina siendo un
juego más.

La literatura infantil es un producto literario destinado a un receptor específico, pero en


el que se tienen que cumplir una serie de criterios de calidad estética:
- Lenguaje.
- Contenido.
- Formato.

Por otro lado, encontramos el problema de sus ataduras morales o doctrinales y su


excesiva dependencia del fin educativo que con ella se perseguía, de tal modo que se
subordinaba la calidad estética de las obras, a las intenciones para las que se proponía su
lectura a los niños.
Victoria Fernández, directora de la revista Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil, se
ha referido al peligro del “utilitarismo curricular” al que puede verse sometida la
materia, pues la lectura de textos literarios se emplea, por parte de los docentes, para
conseguir objetivos escolares ajenos a la lectura en sí misma, por parte de los docentes.
Otro punto importante es que debemos tener en cuenta la importancia de la mediación
adulta (madres, padres, animador, educador, bibliotecario o crítico). Ellos son los que
van a elegir lo que leen los niños, son el primer receptor. De ahí la importancia de la
adecuada formación de los mediadores, especialmente de los maestros, por la gran
responsabilidad que tiene su acertada selección de los productos literarios que ofrecerán
a los niños.

La presencia de la literatura infantil es incuestionable. La proliferación de editoriales, la


creación de colecciones específicamente infantiles dentro de las editoriales de libros
para adultos, el surgimiento de organismos y asociaciones de promoción y fomento de
la lectura, la aparición de secciones específicas en las bibliotecas, el aumento de la
investigación, de publicaciones específicas así lo atestiguan.

El paso de la consideración peyorativa que se tenía en un primer momento hasta el


reconocimiento actual ha tenido lugar gracias a una serie de factores de diversa índole:

 Socioculturales  La mayor consideración del niño y sus intereses, unida a la


escolarización, la mejora de las condiciones de vida y la mayor capacidad
adquisitiva y organizativa de la sociedad, el impulso de las nuevas tecnologías y
la comunicación, así como el intercambio cultural entre países y la proliferación
de las traducciones han sido elementos decisivos para aumentar la
comercialización de los libros infantiles.

 Educativos  Entre los padres y los educadores existe una demanda de este
producto cultural porque se considera que es útil para el desarrollo del niño, por
lo que lo subordina a intereses de tipo pedagógico, morales o psicológicos, con
el consiguiente riesgo de instrumentalización.
Por otro lado, el niño se incorpora de forma temprana al sistema educativo y la
consolidación de la etapa de infantil ha aportado a la Literatura Infantil dos
consecuencias:
1. El surgimiento de un nuevo sector público, los llamados prelectores, es decir,
niños que aún no saben leer.
2. El aumento de la demanda de libros específicos para niños de 3 a 6 años.

 Endógenos  A medida que se consolidan las producciones y alcanzan una


mayor perfección y variedad, la sociedad, el mundo educativo y los propios
lectores infantiles demandan mayor cantidad y calidad en las nuevas
producciones. Este factor ha propiciado un auge continuado de demanda de
títulos, incluso en momentos de crisis económica.

DEFINICIÓN DE LITERATURA INFANTIL


Consideramos literatura infantil como todas las manifestaciones o
actividades que tienen como base la palabra oral o escrita con finalidad
artística o lúdica y que tienen como destinatario al niño (Cervera, 1984: 15)

La delimitación teórica del concepto de Literatura Infantil debe apartarse de su


identificación de literatura con lo escrito (según la etimología la palabra literatura
procede del latín littera que significa ‘letra’ o ‘lo escrito’). Debemos incluir dentro de
esta disciplina todo lo que atañe a la tradición oral: nanas, adivinanzas, romances,
cuentos escuchados, canciones… muy importante en la infancia.

Hay una serie de libros para niños que no son literatura porque no cumplen la función
poética o estética inherente a la obra artística, puede confundir a los consumidores de
libros infantiles. Juan Cervera propuso una diferenciación clara entre lo que es literario
y lo que no lo es, y la distinción entre libros de ficción e imaginativos y otros
informativos y más o menos disfrazados de forma de cuento.

¿Qué ocurre entonces con la imagen? ¿Deberíamos considerar la imagen como


elemento relevante, creativo, poético dentro de la literatura infantil? Álbumes ilustrados,
cómics, novelas gráficas…
CARACTERÍSTICAS GENERALES
Los contenidos más reiterados en la Literatura Infantil inciden en elementos no
normales, maravillosos, imaginarios, hiperbólicos o humorísticos, con la intención de
atraer inmediatamente al destinatario (pensad en cualquiera de los cuentos tradicionales
o alguna de las sagas más famosas).
Además, encontramos una tendencia a la personificación y la humanización de
elementos no humanos, coincidente con el animismo infantil (un buen ejemplo de este
hecho suelen ser las fábulas).
Los textos suelen caracterizarse por la sencillez temática y argumental y por plantear un
conflicto externo al que normalmente se da solución en el propio libro, pues la no
resolución de los conflictos, al menos en la literatura destinada a primeras edades, sume
al niño en un estado de confusión que le hace poco agradable la lectura.

Respecto a los personajes, encontramos un protagonista que destaca frente al resto y en


muchas ocasiones suele ser un niño/a o un adolescente para propiciar ese proceso de
identificación entre el lector y el personaje.
Es muy frecuente que esta literatura recurra a los estereotipos y también que en este tipo
de libros se dé una especie de justicia poética, donde los buenos triunfan y los malos son
castigados.
La acción de estas historias suele seguir el patrón clásico de introducción, desarrollo y
desenlace. Hay pocas descripciones y breves, y se sigue una linealidad narrativa.
La localización temporal suele ser muy esquemática, podemos decir que algunas de las
producciones son atemporales, especialmente en los cuentos populares donde son
típicas las fórmulas tradicionales como “Érase una vez… / Había una vez…/ En un
reino muy, muy lejano…”.

Dentro de los productos que se enmarcan dentro de la literatura infantil están las series o
sagas, se trata de obras de carácter sucesivo que se crean y se publican a lo largo de
varios años con unas marcas de correlación: elementos repetitivos, autor único, un único
personaje protagonista, formato editorial similar…
Suele existir un sistema de personajes de gran relevancia para la historia que acompañan
al protagonista principal y varios antagonistas.
La estructura suele ser acumulativa, con una secuenciación de episodios que facilitan la
lectura y que permiten segmentar y organizar la lectura. No son totalmente
independientes, pero procuran que el corte de la lectura no sea abrupto y les permita
retomarla fácilmente.
FUNCIONES DE LA LITERATURA INFANTIL
Como sistema comunicativo, la literatura infantil cumple con las siguientes funciones:

 Función expresiva y emotiva.


 Función impresiva o apelativa.
 Función representativa, referencial o simbólica:
- El hombre o la condición humana en general, sus valores y sus problemas.
- La sociedad integrada por la totalidad de los hombres divididos en grupos
sociales y sus referentes.
- El mundo como habitáculo del hombre y escenario de su vida.
 Función poética o estética.
 Función lúdica: el juego como elemento fundamental.

Según Teresa Colomer LA LITERATURA INFANTIL PERMITE:

 Iniciar el acceso a la representación de la realidad.

 Desarrollar el aprendizaje de formas narrativas, poéticas y dramáticas.

 Socialización cultural.

 Función lúdica.

CON LA LITERATURA INFANTIL ENSEÑAMOS:

 Manifestaciones culturales de su entorno.

 Adaptación del lenguaje.

 Enriquecimiento de las posibilidades expresivas.

 Expresión gramatical y corporal.

 Desarrollo del lenguaje oral.

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