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UNA LITERATURA PARA JÓVENES EN LA ESCUELA

ETCHEMAITE, Fabiola
Ce. Pro. Pa. L. I. J.
Facultad de Ciencias de la Educación
Universidad Nacional del Comahue
lafabi@speedy.com.ar

La literatura para jóvenes es un invento bastante nuevo; no existió siempre, porque tampoco
existía la juventud como categoría social ni ideal, ideológica o estética. Solo a mediados del
siglo XX, la pedagogía empieza a darle tanta importancia como le venía dando al niño, objeto
de sus desvelos. Por supuesto, de su mano vino la preocupación por sus lecturas como
“alimento de su espíritu”.
En los últimos 20 años, la complicidad de mercado editorial con el mercado escolar ha
contribuido a conformar un espacio con reglas de juego propias, con sus mecanismos de
producción, distribución y legitimación, con sus agentes y sus instituciones bien delimitados.
Así nos encontramos frente de un nuevo objeto que se impone con contundencia: la literatura
juvenil.
Cambios sociales y culturales acompañan el movimiento de este nuevo objeto: una nueva
delimitación de edades, diferenciación de las juventudes y coexistencia de diversas
concepciones de juventud; la transformación del lector en consumidor, la hegemonía de
proyectos culturales y educativos que tienden más al cercenamiento que al crecimiento.
El camino hecho por la literatura infantil y el éxito y la especialización de sus escritores e
instituciones, han ahorrado un largo trecho a este nuevo fenómeno. Lo que a la infantil le llevó
un siglo, a la literatura juvenil argentina, 30 años, pasando rápidamente por los estadios de la
moralina, la pedagogización, la sencillez. Veremos cómo la literatura juvenil se ha ido
separando (¿autonomizando?) del campo literario y de la literatura infantil aunque no de los
mandatos mercantiles y escolares.
Muchas editoriales han puesto en la calle colecciones para jóvenes que encontraron en la
escuela media el mejor terreno para su consumo. Autores con dedicación casi exclusiva,
colecciones diversas, reediciones de clásicos. Esta explosión no solo se expresa en la cantidad
sino en la variedad de nombres, temas, estilos y, por supuesto, calidades.
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Sin duda la escuela y los docentes hemos hecho y hacemos más por el éxito de esta literatura
que sus destinatarios naturales, los chicos. A pesar de que está dirigida a los jóvenes es claro
que no son ellos los que eligen y compran esos textos. Solo los leen cuando el docente los
obliga. Es decir, el adulto es el primero al que hay que convencer y esto se logra apelando a
una imagen de adolescencia que también está vigente en él. Este docente, formado en una
carrera de letras y con conocimiento de textos, de teoría y de crítica, hace leer las obras
clásicas, “cultas” - de literatura “en serio”- a las que aborda con los criterios incorporados en
su formación. A la vez, en la necesidad de seducir a sus alumnos, propone la literatura juvenil
con la que pretende “crear el hábito de la lectura” que supone bastante difícil de lograr con
textos canonizados. Debemos reconocer que los docentes de escuela media no tienen en su
formación de grado oportunidad de discutir acerca de este particular género literario ni de
acercarse a la buena literatura para jóvenes que puede ayudar a la formación del lector. A la
falta de preocupación por este tema en todo el sistema educativo, que no lo considera en los
planes de estudios ni en los currículos, se suman las condiciones laborales en las que se
mueve el trabajo docente. Así, el docente apela a textos que supone de probada eficacia para
que le resuelvan la dificultosa relación de los chicos con la literatura y con él mismo. Sin
someterlos al análisis crítico propio de su profesión, los elige más por el éxito editorial que por
sus valores estéticos.

1. Los inicios
En nuestro país tenemos las primeras obras dedicadas a los jóvenes, alrededor de la década del
`60. Autores nucleados, por ejemplo, alrededor de la editorial Plus Ultra, bajo la dirección de
María Hortencia Lacau. Otras editoriales siguieron el ejemplo pero no con tanto éxito ni tanta
constancia. Se trata de una literatura dirigida explícitamente a los jóvenes desde un adulto que
intenta inculcar valores universales y enseñar literatura. O mejor dicho, una literatura signada
por el ingreso del adolescente a un mundo de valores preestablecidos y por el recorrido,
marcado didácticamente, que el adolescente debe hacer para acercarse a la literatura.
Estos autores son adultos que se acercan a los jóvenes buscando códigos en común, contactos
en y con la realidad. Esta búsqueda caracteriza las obras del período. El reflejo, el mundo
conocido, el arquetipo del joven plasmado en los protagonistas fueron inaugurados por ellos y
luego constituirán marcas de género, estrategias de escritura y de construcción de un público y
unos autores especializados.

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2. Literatura adolescente: la construcción de una poética y las marcas del género
En la década del ‘90, los discípulos -“los herederos”- llevaron al máximo esas marcas y fijaron
un modelo y ahora sí un género. También un mercado.
Al compás de la instalación de las leyes de mercado como rectoras de todas las prácticas
simbólicas, se fue constituyendo un género con caracteres muy claros, de la mano de un
grupo de editoriales y escritores que vieron el negocio. Aquí analizaremos algunas marcas de
lo que llamamos literatura adolescente: en su intento por establecer un pacto de identificación
(y no de un pacto de ficción) apela a borrar las distancias, transformándose en pura
proximidad y reflejo: entre el autor y el lector, entre el autor y el narrador, entre todos ellos y
los personajes, entre los lenguajes y los mundos reales y ficticios.
El mundo que construyen estos textos es un mundo cercano que transcurre en un aquí y ahora
urbano. Un mundo de clase media, con referencias permanentes a la cultura contemporánea de
este grupo de jóvenes, en el que son permitidos algunos desvíos: pobres, huérfanos, chicos de
la calle, chetos, delincuentes precoces, personajes fijos y arquetípicos. Los ámbitos de
circulación son la escuela, el club, las vacaciones, la plaza. La experta en la creación de este
tipo de mundos ficcionales es Alma Maritano, seguida de cerca por María Brandán Aráoz1.
Los temas preferidos son los conflictos adolescentes, es decir, del adolescer, que se suponen
que atienden a los intereses del lector (el amor, la amistad, la incomprensión, la escuela) y los
temas muy vigentes (considerados tabú en el paradigma anterior) como la droga, la primera
relación sexual, la muerte, el nazismo, la violencia social. Todos tratados de manera
superficial y desde la mirada adulta...tanto que siempre se resuelven con felicidad y por
supuesto con colaboración.
También hay textos ecologistas, antirracistas, contra la guerra, la intolerancia, la represión, la
discriminación, o sea, para todos los contenidos transversales. Elsa Isabel Bornemann transita
toda la variedad2. Y como no podía faltar: la dictadura, la Amia, los saqueos, en un intento
elemental de hacer presente la Argentina que los jóvenes viven3.
En este mundo se mueven personajes invariablemente adolescentes que representan una
tipología de los distintos grupos (el cheto, el estudioso, la sensible, etc) o de las imágenes que
de esos grupos tiene los adultos4. Invariablemente también todos ellos tienen conflictos que se

1 BRANDAN ARAOZ, M.: Refugio Peligroso Estrada, Azulejos, 2002; MARITANO, A.: Pretexto para un crimen, Colihue,
LYC, 1997; y Vaqueros y trenzas, Colihue, LYC, 1998.
2 BORNEMANN, E: Socorro Diez (libro pesadillesco), Norma Torre Amarilla, 1994
3 Otra vez Alma Maritano con los textos citados y El visitante, Colihue, LYC, 1998 (25 reimp).
4 Los personajes de SUAREZ DEL PRADO, M.: El misterio del cuadro sin firma, Alfaguara 1996

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superan con la protección y la ayuda indispensable de un adulto que logra comunicarse con los
jóvenes e imponerse como modelo5.
Muchas veces ese adulto es el narrador o directamente el autor: no un narrador como
creación sino personalmente el autor, en carne y hueso. A veces, además, es personaje6. La
presencia del autor también es agobiante en los paratextos y en las invitaciones al lector a
mantener contacto epistolar. Entonces, autor/narrador/personaje adulto son la misma cosa,
como en la otra punta, los jóvenes son lector empírico/lector implícito/protagonista.
El lenguaje utilizado intenta transcribir el habla cotidiana. Se utiliza un registro cuyo
propósito es lograr el efecto de reconocimiento; se genera un lenguaje que resulta artificial y
prefabricado en el que se acumulan palabras y modos "propios" de los supuestos lectores pero
en la mayoría de los casos son usados con tan poca fortuna y tan poco arte que resultan
violentados su sentido y su uso7. Este uso malcopia el habla adolescente e ignora la verdadera
relación que los adolescentes establecen con el lenguaje.
En síntesis, como la fuerza está puesta en la historia y en los temas que supuestamente
interesan a sus destinatarios virtuales, no se ofrece un verdadero trabajo estético sobre el
lenguaje. El discurso de estos textos coincide con el mundo que se ha narrado. Orientado más
a la acción que a los juegos discursivos, elige finales felices, propósitos moralistas y estructura
invariable y lineal. Esto hace inexistente la posibilidad de juegos polifónicos o de distintos
puntos de vista. Y contribuye a borrar la distancia entre la realidad y su representación. Se
construye una literatura con intención de realismo, que pretende como única estrategia la
identificación (una identificación desde lo emocional, que es el más inicial de los procesos de
lectura literaria), a través de la creación de un mundo absolutamente simplista que debe
“reproducir el mundo del lector”; un mundo cercado, sin sorpresas, sin salir de lo cotidiano.
Textos que funcionan como una mimesis de la propia realidad y que así refuerzan el universo
simbólico. A la manera de la cultura hegemónica y en cumplimiento de los objetivos pautados
por el discurso dominante.
En consecuencia, se concreta una literatura que no enfrenta al adolescente a una lectura de la
ficción, en la que no hay esfuerzo para construir un lector capaz de concebir mundos
simbólicos cada vez más elaborados. Por el contrario, no hace más que constituir un lector

5 La Tía Susana en MARTÍN, S.: Una chica y un muchacho, Plus Ultra, 1994; el papá de Matías en Refugio Peligroso y la
policía en BRANDAN ARAOZ, M.: Detectives en Bariloche, Alfaguara juvenil, 2000
6 Alma Maritano en Pretextos para un crimen y Elsa Bornemann en muchos cuentos son impactantes.
7 Fundamentalmente las poesías de Susana Martín en Mis primeros versos de amor, Bs. As. , De. Planeta, Serie Juvenil, 3º
edición, 1994; los lugares comunes Vaquero y trenzas, No hagan olas de Bornemann (Alfaguara, 1996); Valentina de Raquel
Barthe (Alfaguara I-J. 1997)

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que no puede ver más allá de sus narices, incapaz de acceder a textos alejados de su
problemática personal y, por lo tanto, de participar en las producciones culturales que se han
generado históricamente.
Un lector que no puede elegir, o que no sabe o que no debe elegir, como en el paradigma
anterior, pues primero debe transitar por una propedéutica literaria

3. Literatura para jóvenes: las rupturas


Como otro estado en la constitución del campo de la literatura juvenil, tomamos obras que
intentan algunas rupturas pero que no escapan al mercado ni a las convenciones del género. La
misma dinámica del campo genera (permite y exige) dialécticamente la aparición de ciertos
agentes que renuevan el género, a partir de los mismos rasgos que lo constituyen. Algunos
autores acorralados por el mundo que, en una débil pero fundante resistencia, abren brechas en
el corral, porque no pueden traicionar o intentan no traicionar su lugar, su historia o su amor
por la literatura. En general se trata de escritores muy ligados a la literatura y a la literatura
infantil renovadora. Autores que, sin salirse del corset del género y dirigiéndose a ese grupo de
lectores, intentan cambiar algunas a las convenciones, llevarlas al límite, desfigurarlas. Quizás
porque son buenos escritores, quizás porque apuestan a un lector más hábil, o quizás porque
creen también que esta literatura es un paso previo a la lectura de “la” literatura. Estas rupturas
tienen que ver con una búsqueda de nuevos significados y nuevas estrategias de seducción que
impidan la saturación y el anquilosamiento. Rupturas que alejan de los ancestros pero que
mantienen el género y el público.
La distancia entre este grupo y el anterior se nota en la escritura, en las estrategias de
seducción, en el pacto ficcional que proponen. Pero lo que los aleja definitivamente es la
comunicación que proponen: no es la mirada adulta que enseña, acompaña, ayuda. Es una
relación menos asimétrica y autoritaria. De todas formas, por esto de estar cercados por el
género, siguen proponiendo una lectura joven, de iniciación, sin confiar plenamente en que los
chicos puedan leerlo todo. Creemos que siguen pensando en un lector que necesita un camino
lento y largo.
Una literatura para jóvenes que ha perdido toda moralina, toda inculcación de valores. Y en
muchos casos, la literatura le gana al destinatario: los desafíos en la connotación, una
preocupación por el lenguaje más allá del reflejo, los ambientes, la construcción de los
personajes, la estructura no canónica y la plurivocidad.

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El narrador ha recobrado aquí su estatus ficcional. No hay mensajes del autor al joven. Pero se
mantiene la cercanía a través de la autobiografía, de la primera persona, o de la focalización en
el protagonista.
Los personajes han cambiado: siguen siendo mayoritariamente jóvenes pero no precisamente
modelos ni ingenuos. Aparecen personajes contradictorios, ambiguos, que se modifican a lo
largo del relato, sin el tutelaje del adulto, a través de un viaje iniciático o de un viaje interior8.
Pero siguen siendo los jóvenes urbanos argentinos de clase media, aventureros todos,
enamoradizos, con problemas con los mayores9. Rodeados de amigos en la misma situación o
quizás con algún forastero: de otra banda o de otra condición social10. O sea, la identificación
sigue pesando mucho a pesar de los avances hacia el relato de ficción.
Como decíamos al hablar de personajes, la ciudad es el espacio físico y la clase media el
espacio social. En ese medio, alguna intriga que los jóvenes resuelven en secreto y sin
dependencia de los adultos (sobre todo se liberan del narrador/autor que tan sabia y
poderosamente los había salvado de la desdicha en la literatura anterior). En la ciudad se abren
espacios intrigantes, peligrosos, secretos, que no son los cotidianos y que permiten la ficción,
el otro mundo11. De allí que el misterio y la ciencia ficción sean géneros predilectos si bien el
terror y el amor no han amainado.
También podemos encontrar en estos textos muchos ensayos de ruptura respecto de la
estructura lineal y cronológica que impera en los textos primeros. Finales abiertos, saltos en el
tiempo, relatos diversos en los que aparece en las obras más nuevas la polifonía, la
intertextualidad, la focalización variable12. El ritmo es en general, acelerado y fragmentado,
con escenas o capítulos muy cortos que continúan dos o tres escenas más allá. Capítulos
cortos, muchos sucesos, aunque no siempre signifique acción constante. La brevedad y la
velocidad de lectura hace que las novelas se lean muy rápidamente. Quizás pese la idea de que
atención y brevedad son inseparables para los chicos.
Si bien entre estos textos hay diferencias marcadas en cuanto a la calidad, los temas, los
géneros, en general las rupturas que se producen están referidas a la historia (los modos de

8 SANTANA, A.:Ojos de Pero siberiano,Norma, 199; COMINO, S. Así en la tierra como en le cielo, Norma inf-juvenil,
1998; WAPNER, D.: El águila, Quirquincho, Letra negra, 1994.
9 DE SANTIS, P.: La sombra del dinosaurio,Colihue, La Movida; BIRMAJER, M.: El abogado del Marciano, Colihue, La
Movida.
10 Como los relatos de Birmajer
11 en El Águila; en DE SANTIS,P: Astronauta solo, Colihue, La movida, 1994; en CARRANZA, G.: El sistema de huida de
la cucaracha, Colihue, La movida, 1993.
12 ACTIS, B.: Alrededor de las fogatas, Colihue, La Movida, 1998; AGUIRRE,S.: La venganza de la vaca, Norma , Zona
libre, 1998.

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organizar la narración) pero los textos en los que la ruptura pasa por el discurso son menos
frecuentes. Mayoritariamente, se ha optado por una estética más pegada al realismo, un
lenguaje despojado, directo poco metafórico, con pocos juegos de sugerencias ni
connotaciones. Es verdad que ya no aparece con tanta frecuencia el cliché, ni la copia del
lenguaje adolescente pero tampoco aparece un lenguaje original, jugado, que implique una
verdadera elaboración13.
Por supuesto, entre la gran cantidad de textos inscriptos en este género, hay excepciones a
estas afirmaciones. Pero, en general, en estos dos aspectos, el mundo y el lenguaje, todavía la
identificación le gana a la ficción. La cercanía al extrañamiento, el reflejo a la verosimilitud, el
mundo real al mundo posible. Allí expone este tipo de textos su endeblez, su fugacidad (no
solo por lo poco que se tarda en leerlos sino en olvidarlos y en caer del estante de novedades ir
a parar al insondable depósito de las cadenas de librerías).

4. Literatura
Para terminar, veremos algunos libros que son solamente eso: literatura, que tienen el sello
editorial de juvenil pero que podrían no tenerlo, que pueden dialogar con la literatura a secas,
porque lo son. Nos referimos a obras de autores que respetan tanto a la literatura como a los
lectores y a los docentes. Obras que puede leer un lector inicial pero también un iniciado con
parecido placer y parecido trabajo. En estos textos, la concepción de lector es completamente
otra y la de literatura y la de comunicación.
Todos los soles mienten y Un desierto lleno de gente de Esteban Valentino, Pollos de campo
de Ema Wolf, Stéfano y El anillo encantado de María Teresa Andruetto, El desertor de
Marcelo Eckhardt, Video clips de Silvia Schujer, Dimitri en la Tormenta de Perla Suez, las
novelas de Liliana Boloc, Dragón de Gustavo Roldán, Las Rositas de Graciela Cabal, El
inventor de juegos de Pablo De SAntis, EL siglo XX de Marcelo Birmajer, Los vecinos mueren
en las novelas y ELmsiterio de Crantock de Sergio Aguirre14, cuentos de Jorge Accame, de
Ana María Shua y otros que Sudamericana rebautizó como juveniles, Y varios libros
excepcionales en la colección LYC de Colihue y de otras editoriales que no son fáciles de

13 SUÁREZ DEL PRADO, F.: El misterio del cuadro sin firma, Alfaguara.
14 VALENTINO, E: Todos los soles mienten y Un desierto lleno de gente, Sudamericana; WOLF, E: Pollos de campo,
Alfaguara, 1997; ANDRUETTO, M.T.: Stéfano y El anillo encantado ,Sudamericana; ECKHARDT, M: El desertor Quipu,
1992; SCHUJER, S.: Video clips, Sudamericana, 1997; SUEZ, P.: Dimitri en la Tormenta ,Sudamericana; ROLDÁN,G.:
Dragón, Sudamericana; CABAL, G.: Las Rositas, Colihue ; BOLOC, L.:Los días del venado y Los días de la sombra, Norma;
DE SANTIS, P.: El inventor de sueños, Alfaguara ,2003; BIRMAJER, M.: EL siglo XX, FCE, 2004; AGUIRRE, S.: La
venganza de la vaca Noma, 1999, Los vecinos mueren en las novelas,Norma 1998, El misterio de Crantock, Norma, 2004

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conseguir como Quirquincho y Quipu. Son pocos, lo reconozco; si buscamos hay más, pero
hay que buscar mucho porque no consiguieron tanto éxito en el mercado ni en la escuela y
están escondidos en las bibliotecas....
Literatura contra la literatura adolescente, contra la literatura oficial y el discurso hegemónico.
Literatura que ensancha fronteras.
Valdría la pena rescatar también, los textos que siempre han conmovido a los chicos aunque
no hayan sido escritos especialmente para ellos: sin tener el sello, Salinger o Mark Twain son
escritores que aún pueden dialogar con los jóvenes.
Creemos que cualquier lector novel, tenga la edad que tuviere, necesita de textos que le abran
puertas para entrar en obras más complejas. Porque las competencias literarias no dependen
tanto de los años vividos como de los libros leídos; no por ser adolescente cuesta leer Cien
años de soledad, sino por ser un lector aún inicial. Reconocemos, entonces, que hay obras que
ayudan a los lectores a acercarse a la literatura a secas. Lo que no pueden es reemplazarla.

Bibliografía
BOMBINI, G. y LÓPEZ, C.: “La literatura juvenil o el malentendido adolescente”. Rev.
Versiones, Nº 1, UBA, 1992
ETCHEMAITE, F. y SEPPIA, O.: “De la seducción a la condescendencia”, ponencia
presentada al I Congreso internacional de Literatura Infantil y Juvenil, FaCE, 2001.
MONTES, G.: El corral de la infancia. Bs. As., Quirquincho, 1988.
.......................La frontera indómita, México, FCE, 1999
SARLO, B. :Escenas de la vida posmoderna, Bs.As., Ariel, 1994.
SHUA, A.M.: “¿Por qué conformarse con menos” en Rev. La Mancha, Nº7, Bs.As., 1998.
SORIANO, M.: La literatura para niños y jóvenes. Bs. As., Colihue, 1995.

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