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CARA Y CRUZ DE LA

LITERATURA INFANTIL
María Adelia Díaz RÖnner

1° TRABAJO PRÁCTICO
03 DE MAYO
ROLDÁN Paula- WENDELER Oriana
Instituto Superior del Profesorado Nº 2 “Dr. Joaquín V. González”

MARÍA ADELIA DÍAZ RÖNNER.

Rigurosa investigadora, crítica literaria y profesora de Letras egresada de la Universidad

Nacional de La Plata, especializada en literatura infantil y

juvenil. Fue docente en la Universidad Nacional del

Centro (Tandil), el Instituto Municipal de Estudios

Superiores (Mar del Plata), la Belgrano Day School

(Ciudad de Buenos Aires), las universidades Nacional de

Mar del Plata y Nacional de La Plata, etc.

Desde 1981 colaboró asiduamente como crítica literaria en el diario La Capital de Mar del

Plata. Varios de esos trabajos fueron recopilados en su libro Cara y cruz de la literatura

infantil, primero editado por Libros del Quirquincho (1988), y luego reeditado por Lugar

Editorial (2001), una obra considerada un clásico por sus enfoques renovadores a la

literatura infantil.

Recibió el Premio Alfonsina Storni en 1982, otorgado por la Municipalidad de General

Pueyrredón en el rubro literatura por su notable labor cultural. En 1990 fue distinguida con

el Primer Pregonero a Especialista, otorgado por la Feria del Libro Infantil y Juvenil de

Buenos Aires y la editorial Colihue. Fue miembro fundador de ALIJA (Asociación de

Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina).

A finales de los 90 tuvo un destacado papel dentro del equipo de expertos que elaboraron

los contenidos curriculares para el área de Lengua en el Ministerio de Educación de la

Nación.

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Formó parte del jurado de infinidad de pequeños y grandes concursos literarios, lo que

habla de su gran generosidad, no la amilanaba ese arduo trabajo.

María Adelia prestigió con su tarea docente e intelectual a la literatura infantil y juvenil

argentina, en todos los campos donde actuó. Fue una de las pensadoras más lúcidas de la

literatura infantil y juvenil argentina. Con sus reflexiones, su provocadora y profunda

mirada sobre los vínculos entre la literatura para niños y jóvenes, la cultura y la sociedad

contribuyó y seguramente seguirá contribuyendo en la formación de muchos mediadores y

profesionales de la educación.

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De que se trata la literatura y por qué importa saberlo.

Cuando hablamos de literatura para chicos se interponen múltiples aspectos ajenos a su

especificidad. Desde el formato, tamaño, la consistencia o el color. Se les da relevancia a

cuestiones como que en la tapa aparezcan personajes reconocidos por los niños o que los

autores sean conocidos por los grandes porque ya lo han leído de pequeños.

El desprolijo manejo de los materiales literarios ya sea, por desconocimiento, por pereza o

por mercar, conspira contra la claridad de las ideas, entendidas como factores de valoración

y de experimentación que se les ofrece a los chicos.

Además, las actitudes de los mediatizadores más próximos aportan su cuota de descontrol

sobre esta situación sean padres, bibliotecarios, libreros y docentes. A esto debemos

sumarle la "inhospitalidad" de los medios de comunicación y su resistencia a acoger a la

cultura infantil, insertándola en un espacio dedicado con exclusividad para ella.

¿De qué trata la literatura para chicos? Trata de muchas cosas que nunca están

superpuestas: de las palabras y las multiformas que cada escrito les otorga. Porque la

literatura trata del lenguaje de sus resplandores en pugna. Aunque suene extravagante, en

pocas ocasiones se ubica al lenguaje como el protagonista especifico de una obra literaria

infantil, porque en general, se plurirramifica el tratamiento de un producto literario para los

chicos abordándolo desde disciplinas que distraen del objetivo de todo hecho literario: el

trabajo con la lengua que cada escrito formaliza.

La literatura para chicos debe ser abordada desde la literatura.


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La superposición disciplinaria y traviesa

Según lo expuesto por la autora, podemos asegurar que los libros para chicos están

perturbados y/o entorpecidos por otras disciplinas.

1. Primera intrusión: la psicología y la psicología evolutiva . Las prácticas de lectura

justificadas desde los ritmos evolutivos, la edad o los intereses infantiles

comprendidos psicológicamente, como parámetros preponderantes.

2. Segunda intrusión: la pedagogía y sus excesos . La pedagogía nos brindará las

utilidades que se pueden extraer de un libro para educar. Si se utiliza de manera

errónea a dicha disciplina puede tornarse en un “pedagogismo infecundo”. El

didactismo ha causado cambios en la lectura de la literatura infantil.

3. Otras intrusiones: ¿atendemos a la ética y a la moral? imposiciones didácticas que

reprimen la pluralidad de significados propia de cualquier producto literario,

servicios éticos y/o morales o moralizadores (deberes y principios éticos

provenientes del sector hegemónico, el de los adultos, lecturas “edificantes”, pautas

homogeneizantes de las conductas sociales).

4. El último codo de las intrusiones: la moralización de las moralidades. Los textos de

la literatura infantil están destinados a lectores y oyentes más vulnerables y con

posibilidades más reducidas antes las propuestas ofrecidas. Lo moralizante para los

chicos se manifiesta en el empleo de una determinada lengua y símbolos artificiosos

(zona de la no culpa, inocencia).

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Ingreso a las traiciones.

Las cacerías y sus rumbos

El libro es una trampa, una cautivante celada para un lector astuto, pero los dueños de esa

astucia son pocos, el editor, el director de la serie o colección dentro de la empresa

editorial, el que escribe, el responsable del producto literario y a veces los críticos poseen

diferentes técnicas de cacería, que no son difíciles de reconocer si es que el lector está

prevenido y reconoce las pistas que le arrojan a lo largo de su lectura.

Es necesario que el lector mire al libro de manera integral, recorrer sus modos de

construcción y organización ya que a partir de esa lectura obtendrá importante información

para una mejor comprensión de las premisas culturales que se le proponen desde afuera

hacia adentro. De esta manera el lector sabrá quiénes son el editor responsable, el autor, el

ilustrador, el traductor, el número de ediciones e impresiones que ha tenido ese texto y, en

caso de que el libro forme parte de una serie o colección, quienes están a cargo de la misma

y que otros títulos han publicado.

Además, no es inútil informarse de la fecha de publicación, de la primera edición dada a

conocer, por supuesto la misma permite ubicar a la obra y a sus responsables en su

correspondiente momento cultural y literario. Con estos datos podremos sopesar mejor el

aprovechamiento que los sujetos intervinientes han hecho de lo que les ofrecía la época y

las diferentes versiones de un mismo título llevadas a cabo por distintas editoriales

permitirán reconocer el empobrecimiento o la robustez de alguna de ellas.

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Algunas traiciones al incauto lector.

Se puede entablar un dialogo confuso entre el autor y el lector de un libro. Es posible que

ambos sean traicionados de manera diferente. El escritor debe obligatoriamente convocar

las resonancias del hablante a quien destina su producto.

La literatura traicionada.

La autora enfoca su propuesta en lo que designa como traición, para significar las prácticas

de servicio que se le imponen a lo literario con pretensiones pedagógicas que privilegian el

discurso didáctico, obteniendo de esa manera una suerte de rutina argumental que justifica

el mensaje. Esto transforma a los textos narrativos en nada más ni nada menos que en una

estafa para los pequeños que quieren meter el cuerpo en ellos.

Anticuerpos para la traición.

Para sustraerse a los riesgos traicioneros literarios es necesario ejercitarse como lectores, a

partir de la desconfianza primera que todo texto creado para el manipuleo literario debe,

necesariamente, despertar. Es necesario aflojar las tensiones que impone la marcha sobre un

único carril, el didáctico/moral y para mejor gozar de la deleitable y precisa distensión que

debe producirse al tratar un libro o un escrito literario desde la pluralidad significativa

arrojada generosamente por la literatura.

De la inmutabilidad histórica al valor.

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Esta construcción crítica se articula complementariamente con los términos valor y usos de

valor, a partir de admitir la centralidad de la cuestión de los valores en la literatura infantil.

La especialista propone una ilación entre el concepto de desliteraturización y el de

tradicionalización. Explica en este sentido, que tradicionalizar implica subvertir los cuentos

tradicionales, fundamentándose en procedimientos de “deshistorización”. El derroche de

“tradicionalizaciones” que impregnan todo el universo cultural infantil y que no se limitan a

los cuentos de origen popular, se configura en una de las modulaciones de la traición. La

literaturización de la literatura para niños discute dos productos editoriales como son los

que designa como “sin memoria y sin responsable manifiesto”, resultantes de “un buen

negocio” editorial y los libros hechos “por encargo”. Literaturizar la literatura infantil

sintetiza como fórmula y formulación la problematización de su saber y su poder, su lectura

y su escritura. Los textos para niños se asumen en su condición de literarios, distanciados

de aquellos escritos adensados de moralidades, con fuertes marcas pedagogizantes,

orientados por cierta fuerza instructora.

Peligrosidad textualizada

En los cuentos literarios infantiles que se les ofrece a los niños, se busca evitar frustraciones

o semisfrustraciones que puedan invadirlos. Las soluciones que provienen de afuera, sin la

ayuda, la comprensión o la elaboración del niño receptor, tienden a debilitar a ese mismo

receptor.

Tradicionalización literaria.

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Tradicionalizar implica, pasar por sobre la historicidad y la ideología que las diversas

concepciones literarias del valor y de la función contienen puntualmente y que los relatos

ponen en escena. Uno puede tornarse traidor sin darse cuenta, se diría incluso que con la

mejor buena voluntad, y a ello contribuye el derroche de “tradicionalizaciones” que

impregnan todo el universo cultural infantil y que no se limitan a los cuentos de origen

popular.

Este particular fenómeno de la tradicionalización no sólo abarca personajes o situaciones

sino que también cierta “rutina” del escrito infantil, nacida justamente, de la desprolija

utilización de algunos elementos narrativos tradicionales.

Los escritores acostumbrados al manejo del público adulto son seducidos por estas

“tradicionalizaciones” cuando escriben para un público infantil. Obtener una artificiosa

“abuenización” es el destino de una bien lograda tradicionalizacion.

Una expresión de travestismo literario.

Existe una actitud "interesada" desde la literatura catequizando y adoctrinando a los chicos

para que rescaten el mundo que pareciera estar roto. Se posiciona a los niños en el lugar de

pasaportes al futuro.

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Textografías (1981-1988)

 Una nueva visión de roles. Publicado en La Capital, el 1° de agosto de 1982. Turin

Adela, La chaqueta remendada, Barcelona, Editorial Lumen, 1980.

Lo que ha andado desde siempre: los cuentos de hadas o de maravillas. Nos han

dado una imagen de la forma de vida de la Edad Media o de periodos monárquicos,

hasta ahora. Este es el costado parafamiliar o asistemático de la educación de la

educación impartido a nuestros niños, que han apoyado la tajante bifurcación de la

conducta social por todos conocida. Una y otra han generado sus propios

estereotipos, sus propios esquemas de conducta social.

Los clásicos esquemas de un cuento de hadas, lo que destaca aquí es el tratamiento

de la niña y el varón que por obra y arte de un prodigio han alterado los roles

ocupacionales destinados al hombre y la mujer.

 Alfonsina y su teatro para niños. Publicado en La Capital, el 14 de noviembre de

1982. Storni Alfonsina, Teatro infantil, Buenos Aires, Huemul, 1977.

El tiempo en que Storni escribe, el de los años veintitantos, es el de la ignorancia

sobre intereses y gustos literarios de los niños; era redonda como una llena y

abrumadora como ella, también, la hegemonía del adulto sobre ellos. Alfonsina,

camina en un contexto de imprecisiones, con respecto a una comprensión de lo

literario que entusiasme a los niños, y goza de sus vicios y hereda carencias. Para

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quien, como Storni ha sufrido la esclavitud de su sexo y de un ámbito intelectual

entonado en alta solamente por las voces masculinas de entonces, no deja de ser

llamativo que un tema repitente en estas piezas sea el de libertad en sus diversos

grados.

Surgen algunas chispas de humor, pero si irrumpen los recién nacidos ratones de

Hollywood, también el personaje creado por Chaplín y los urdidos por los cuentos

de maravillas.

 Nuevos cuentos, nuevas lecturas trasgresoras. Publicado en La Capital, el 17 de

noviembre de 1985. Montes, Graciela, Doña Clementina Queridita, la achicadora,

Buenos Aires, Ediciones Colihue, Col. Libros del Malabarista, 1985/2000.

Al abordar la lectura de los escritos más recientes de la literatura para niños,

descubrimos nuevos rasgos en la escritura literaria entre los cuales señalaríamos el

de la transgresión lingüística que se permiten muchos de ellos gracias a la cual el

destinatario de esos textos, los chicos, se insertan como coautores y coprotagonista

al mismo tiempo. Toda esa suerte de fábrica de valores preexistentes al niño, e

impuestos autoritariamente por los adultos, han provocado un agotamiento en la

comunicación entre el creador literario y el niño, dando cuenta de ello la precaria

relación entre los niños y los libros.

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Bibliografía.

 Diaz Rönner, María. Adela (2001). Cara y cruz de la literatura infantil. Buenos

Aires. Argentina: Colecciones Relecturas Lugar Editorial.

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