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Capítulo 2

CAPITULO 2

Valores, Moralidad
y las Normas
Objetiva y Subjetiva

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2.1 Valores: Una Brújula para ir por la Vida
Los valores representan elementos esenciales en nuestras
vidas, tal y como expresa Adela Cortina en su obra titulada “un
mundo de valores” no es posible imaginar una vida humana sin
la presencia de valores.

Podemos mencionar los aportes de Elizabeth Guibert Vidal en


su ponencia “La Evaluación de los Valores, las Actitudes y las
Normas”, en el Congreso Internacional de Educación en Valores,
Santillana, Lima 2002, donde precisa lo siguiente: “Entendemos
por valores los principios o las ideas éticas que permiten a las
personas emitir un juicio sobre las conductas y su sentido.
Constituyen valores: La solidaridad, el respeto a los demás, la
responsabilidad, la libertad, etc”.

En lo que respecta a las actitudes, estas refieren a las tendencias


o predisposiciones de las personas a actuar de cierta manera;
son la medida en que cada ser humano concreta su conducta
de acuerdo con unos valores determinados, un ejemplo de ello
sería el siguiente: Mostrar cooperación al grupo, asistir a un
compañero, respetar el medio ambiente, participar en actividades
educativas, etc. Es así que podremos observar en la persona
actitudes de tipo individual como grupal.

Las normas se consideran patrones o reglas de conducta que


los miembros de un grupo social siguen en determinadas
situaciones; es decir, representan una forma pactada de concretar
valores compartidos por un colectivo, un ejemplo claro de lo
expresado son las normas de convivencia que se establecen en
las instituciones educativas y que aluden a valores que pueden
manifestarse a través de actitudes. Como se ha señalado, los
valores pueden expresarse mediante las actitudes, ejemplo:
La solidaridad se revela en actitudes de compañerismo, de
apoyo; que incluyen entre sus componentes: Comportamientos,
valoraciones e intenciones.

Como las brújulas, los valores marcan el norte, un norte que


ejerce en nosotros cierto magnetismo y que, a la vez, nos
Los valores representan elementos
muestra un camino valioso. Y como las brújulas, los valores son
esenciales en nuestras vidas, tal y
como expresa Adela Cortina en su bipolares, tienen dos vertientes o polos: Un polo positivo y un
obra titulada “un mundo de valores” polo negativo. El polo positivo es propiamente el valor; el polo
no es posible imaginar una vida negativo es un antivalor o un disvalor: Un mal, una injusticia
humana sin la presencia de valores. que conviene evitar.

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No tener valores quiere decir estar a merced de los vientos, no tener puntos de referencia, ir
perdido.

¿Por qué hacemos nuestros determinados valores y no otros?

Ciertamente, los valores se aprenden, se transmiten y se contagian de unos a otros; nuestra


brújula para ir por la vida la hemos construido poco a poco y con nuestro esfuerzo.

En nuestro ambiente familiar hemos aprendido muchos de nuestros valores; la experiencia


familiar con su dimensión afectiva nos lleva a captar y a privilegiar ciertos valores, pero también
se puede dar el caso que de un padre egoísta salga un hijo solidario. En la escuela también
se enseñan valores y principios morales, pero a menudo son aprendidos como cualquier otro
conocimiento y no como pautas de actuación. Las pandillas de amigos y los grupos, que gozan
de vinculación afectiva, son eficientes ámbitos de contagio de valores.

Hoy, tal vez más que nunca, nuestra sociedad cuenta con variados y atractivos predicadores de
valores: Las canciones de un grupo de rock pueden proclamar el goce del momento presente o el
respecto a la naturaleza; una película, manifestar las ventajas de un comportamiento agresivo o
el valor de la autenticidad; una serie televisiva puede enaltecer el conformismo o la cobardía; los
spots publicitarios, buscando un mayor consumo, magnifican la elegancia, la juventud, la belleza.

Los humanos estamos equipados con herramientas que nos permiten valorar los valores, es decir,
tenemos la capacidad para afinar nuestra brújula. Nuestra racionalidad, nuestra capacidad crítica
nos facilita reconocer que hay unos valores preferenciales, unos valores más universales, unos
valores más fundamentados.

Podemos captar que hay cosas importantes a las cuales no debemos renunciar y otras triviales,
cuya carencia no nos tiene que desasosegar. Por otro lado, a menudo los afanes de independencia
y de libertad entran en conflicto con la necesidad de protección y seguridad. Un joven estudiante
puede vivir el conflicto de elegir entre un par de horas de formativo trabajo intelectual y una
agradable encuentro con los amigos; en todos estos conflictos de valores o de preferencias solo
nuestra brújula nos mostrará el mejor camino a seguir.

CARACTERÍSTICAS DE LOS VALORES

A continuación, ponemos a su alcance un conjunto de características propias del valor:

• Jerarquía. No todos los valores poseen la misma jerarquía, es decir, podemos hablar de
valores superiores y valores inferiores.

• Sistema. Los valores forman parte de un conjunto de relaciones, no están desconectados.

• Su dependencia. Los valores no existen por sí mismo, necesitan ser sembrados y cultivados
en los individuos, requieren habitar en la persona para que una vez formados le permitan
alcanzar un porvenir a nivel personal o profesional.

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• Carácter relacional sujeto-objeto. Téngase presente que no hay valor sin un interés
personal, ni tampoco hay interés sin necesidades subjetivas que lo generen. Y se concibe
cuando un sujeto estima un objeto por encima de que pueda satisfacer unas necesidades
suyas. Por cuanto, si ese objeto no es conocido o apetecido, se reduce a un simple bien
potencial, en un conjunto de meras cualidades objetivas, pero sin valor. Es así que para
que hablemos de valor debe haber una preferencia humana.

CLASIFICACIÓN DE LOS VALORES

En un estudio etnográfico dedicado a la Escuela Multicultural, en 1997 Bartolomé señaló la


relevancia de los valores en las acciones orientadas a la construcción de un nuevo tejido social.
Por cuanto, una aseveración de este tipo implica situarse en una postura relativista, pero igual
se propone la realización de unos valores básicos extensibles a toda la comunidad.

• Igualdad de derechos.

• Libertad.

• Tolerancia.

• Justicia.

• Participación.

• Derecho a la información.

• Diálogo.

• Estimación por la diversidad y la diferencia.

Sin embargo, se admite la existencia de un conjunto de valores de por sí más amplios, diferenciados
para los diversos grupos étnicos, resumidos de la siguiente forma:

• Vitales: Relativos a la vida física, vivencias cotidianas, deseo de entretenimiento, de ilusión


y fantasía; asimismo refiere a necesidades básicas, naturaleza y bienestar personal.

• De producción: Relativos a la actividad laboral la adquisición y posesión de bienes: Dinero,


éxito, poder, etc.

• Sociales: De inserción dentro de una colectividad: Mejora social, ayuda a los demás,
compartir, fraternidad, cooperación.

• Afectivos: Amistad, familia, amor.

• Valores intelectuales: Los mismos nos hacen apreciar la verdad y el conocimiento.

• Valores religiosos: Estos hacen posible alcanzar la dimensión de lo sagrado.


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• De desarrollo: Se relacionan con la madurez así como con la realización personal y/o
profesional: Felicidad, familia, realización en el trabajo, cualidades personales valoradas.

• Estéticos: Relativos a la belleza; actividades artísticas.

• Éticos o morales: Lo percibido como correcto o incorrecto, tanto para la humanidad


(paz, justicia, ecología) como para el individuo (bondad, honradez, etc.).

En tal sentido, los llamados valores morales son los que orientan nuestra actuar, de modo que
sobre la base de los mismos es que el hombre decide cómo comportarse ante las diferentes
situaciones que nos pone la vida.

Los valores son tan necesarios, tan deseables, que lo más natural es que el hombre quiera hacerlos
parte de sí, defenderlos cuando se percibe que se están atentando contra ellos o inculcarlos en
donde no existan. En este punto es donde actúa la Moral y la Ética.

2.2 Concepto de Moralidad con sus Valores


Moral es una palabra de origen latino, proviene del término
moris (“costumbre”) y refiere a un conjunto de creencias,
costumbres, valores y normas de una persona o de un grupo
social, que funciona como una guía para obrar. Por tanto, la
moral orienta acerca de qué acciones son correctas (buenas)
y cuáles son incorrectas (malas). Otra definición presenta la
moral como la suma total del conocimiento que se adquiere
sobre lo más alto y noble, y que una persona respeta en su
conducta.

Cabe mencionar que las creencias sobre la moralidad son generalizadas y codificadas en una
cierta cultura o en un grupo social determinado, por lo que la moral regula el comportamiento
de sus miembros. Por otro lado, la moral suele ser identificada con los principios religiosos y
éticos que una comunidad acuerda respetar.

Al conjunto de normas morales se le conoce como moralidad objetiva (existen como hechos
sociales más allá de que el sujeto decida acatarlas). En cambio, los actos a través de los cuales
la persona respeta o viola la norma moral conforman la moralidad subjetiva.

La idea de responsabilidad moral aparece con el convencimiento de que el accionar del individuo
siempre se realiza con un fin, a menos de que se encuentre inconsciente (ya sea por una
enfermedad mental, un desequilibrio psicológico, los efectos de una droga, etc.). Se dice que
cuando la persona hace uso de los valores morales de su sociedad puede forjarse un mejor destino.

El valor en un sujeto, es una cualidad, agregadas a aquellas características tanto físicas como
psíquicas de dicho sujeto. Sin embargo, también puede ser características o atributos agregados,
atribuidos a un objeto por determinado individuo o grupo social, que modifica su imagen dentro

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de la misma sociedad, a partir de dicha atribución de valores. En el caso del ser humano, la
atribución de valores modifica su comportamiento pero también sus actitudes respecto del grupo
social que se lo ha atribuido. Estos valores pueden ser positivos o negativos.

Los valores morales son aquellos que responden a las acciones como correctas o incorrectas,
la diferenciación del bien y del mal, de lo correcto y lo incorrecto, lo justo y lo injusto, lo bello
y lo feo. De estas antítesis planteadas, principalmente por la ética, surgen dichos valores, que
como decíamos no siempre son positivos. Así, dentro de los valores morales positivos podemos
mencionar: La honestidad, la verdad, la lealtad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto, la
responsabilidad… Por el lado de los valores morales negativos está la mentira, el egoísmo, la
envidia, la avaricia, la soberbia, la corrupción, la intolerancia, la indiferencia, entre muchos otros.

Pero es el cultivo de los valores morales positivos lo que nos va ayudar a lograr una convivencia
en armonía dentro de una sociedad determinada, y son el contenido de las acciones de los
sujetos en su devenir diario.

En general, el reconocimiento entre valor moral positivo y negativo, puede ejercitarse a partir de
los procesos de aprendizaje, de experiencias vividas, de ideales proclamados, o de la comprensión
de un orden natural y social, que supera la condición de sujeto individual y piensa al hombre
como ser social, imposibilitado para vivir por fuera del orden social.

Los valores morales negativos pueden en muchos casos tener consecuencias jurídicas en cuanto
puedan dañar a un tercero, a sus derechos y libertades. Claro que, en muchos otros casos, un
sujeto puede utilizar a un valor moral negativo como propio de su condición, con el solo hecho de
alcanzar un fin. Es decir, el valor moral negativo es un medio para alcanzar un fin determinado.
Por ejemplo, cuando a partir de actos de corrupción un funcionario público puede lograr un
enriquecimiento, que por otra parte, es ilícito.

Hay que decir que, más allá de que pueda utilizarse un Valor Moral Negativo como medio para
lograr un fin específico, debe tenerse presente siempre las consecuencias legales o jurídicas que
puede acarrear la actitud de accionar con un Valor Moral Negativo como eje.

2.3 Objetividad, Bipolaridad, Preferibilidad de los Valores


LA OBJETIVIDAD DEL VALOR

El valor puede ser referido como todo objeto en cuanto que guarda relaciones de adecuación
con otro objeto, lo cual quiere decir que cualquier objeto puede ser valioso, dependiendo de su
armonización con otras cosas. Esta armonía o integración no depende de que el sujeto la capte
o no; el sujeto no crea esa armonía, esta se da mucho antes de que el sujeto la descubra y la
observe. Por cuanto, esta es la base de la objetividad de los valores.

Cuando hablamos que los valores son objetivos, esto significa que los mismos existen en la
realidad indistintamente de que sean conocidos o no. En cambio, aseverar la subjetividad de un
valor, se entiende que los valores son creados por el sujeto.

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Cabe decir que esta objetividad y subjetividad normalmente se complementan, dado que mientras
existe una relación de adecuación entre dos cosas (la objetividad del valor), en este caso la
persona y el objeto; es también posible que esta persona adicione por su cuenta (subjetividad)
un elemento de preferibilidad al mismo objeto. A esta parte subjetiva del valor se le denominado
“valorización”, que en muchos casos se ha confundido con el valor.

El valor es objetivo, ya que se da indistintamente del conocimiento que se tenga o no de él, pero
la valorización resulta subjetiva dado que depende de las personas que juzgan; aún así para que
una valorización resulte valiosa, tiene que tener un poco de objetividad, mejor dicho, requiere
basarse en los hechos reales que se están juzgando más no ser un producto de conductas viciosas
o circunstancias desfavorables del que juzga.

LA BIPOLARIDAD DE LOS VALORES

Siempre cuando se habla de valores se puede notar una característica peculiar, siempre se
consideran en pares, por ejemplo: Belleza y fealdad, verdad y falsedad, bondad y maldad. En
la mente humana podemos detectar varias escalas que utiliza ésta para referirse al tema de los
Valores, aún cuando siempre van de un polo superior hasta otro inferior y viceversa, en el fondo
se vislumbran diversas estructuras no éticas con las cuales nosotros catalogamos y damos peso
a esos dos polos y además ordenamos los Valores intermedios entre los dos puntos extremos

Estas escalas, por su parecido con las escalas numéricas, se denominan de la siguiente manera:

1. La escala bipolar. Esta escala considera solo dos calificativos, dos extremos opuestos,
uno positivo y otro negativo, por ejemplo: Verdadero y falso, vida y muerte, aceptado o no
aceptado, etc.

2. La escala de múltiples valores positivos y negativos. Además de los dos polos, esta escala
considera la posibilidad de que existan matrices entre los dos extremos. Se puede comparar
con la escala algebraica que utiliza el cero y a partir del cual se dan números positivos hacia
arriba y números negativos hacia abajo. Esta escala siempre promueve el nivel positivo, más
y más cualidades, más riqueza, más belleza. La ventaja enorme de esta escala con respecto
a la primera consiste en que en esta si se admiten matrices, lo cual proporciona a la mente
una facilidad para emitir sus juicios de Valor y se sale del encasillamiento de la bipolaridad
pura.

3. La escala de la normalidad central. Puede decirse que esta escala es un poco más
sofisticada, que las anteriores, ya que además de considerar los dos polos y las matrices de
Valores, pone el peso axiológico en el centro de dicha escala, es como la campana de Gauss,
esta es como una parábola, por lo tanto, en su extremo más alto se expresa el mejor valor
y así va decreciendo hacia la izquierda y a la derecha, es ahí donde se manejan los número
negativos y positivos. Entonces tenemos que se concibe lo normal como un valor en el centro
y lo anormal como valores hacia la derecha y hacia la izquierda. Hay que recordar que en caso
de los Valores en estas escalas, estos no se tratan de números, esta escala es una simple
analogía, pero muestra con claridad de qué manera se conciben algunos valores.
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4. La escala del cero absoluto. Esta es la más difícil de captar y de aceptar, proviene de la
filosofía escolástica, y es comprable a la escala termométrica de Kelvin que considera el cero
absoluto en el punto inferior, de tal manera que toda graduación es de números positivos.
En esta escala no hay números negativos y esta es la tesis que sostiene esta filosofía, tesis
que normalmente produce un fuerte rechazo cuando se oye por primera vez. A la gente le
cuesta entender que alguien sostenga la no existencia de valores negativos y la inexistencia
del mal. Para la filosofía escolástica el mal es una privación del bien, es decir, el mal como
tal no existe, sino lo que existe es una ausencia del bien. La privación es eso, la ausencia de
algo que debería existir.

LA PREFERIBILIDAD DE LOS VALORES

Es oportuno decir que esta propiedad es el mismo corazón del Valor. Los Valores atraen la atención
hacia sí mismos así como la atención del hombre que los capta, es así que cuando el hombre
se encuentra ante varias cosas, suele mostrar preferencia por aquellas que muestran un valor.

Por cuanto, esta particularidad de atracción emerge ante la imperfección que evidencia el hombre
y su necesidad por eliminarla, buscando complementarse con otros objetos, otros entes que
de alguna manera llenan o satisfacen su sed de desarrollo y de plenitud. Por tanto, a partir de
esta polarización: El atractivo de los Valores por un lado y la precariedad humana por el otro,
el Valor se torna en el satisfactor normal de la naturaleza humana imperfecta y necesitada. En
tal sentido, el valor constituye el alimento del ser humano como tal, se considera el ente que se
adapta a la naturaleza humana en virtud a su calidad de ente en desarrollo y evolución.

Cuando se nace se tienen instintos y necesidades, por lo que la persona busca siguiendo su
instinto aquellos bienes que lo satisfacen, pero con el tiempo se va desarrollando y comienza
a encontrar y apreciar gradualmente otros valores, que antes le eran indiferentes. Es así que
con la educación y la cultura, la persona aprende a reconocer y apreciar Valores cada vez más
refinados. De no existir la educación ni la cultura, el horizonte axiológico del individuo quedaría
limitado y a pesar que tenga el deseo no podrá aprecia cierto tipo de valores, ejemplo: La belleza
artística, ya sea en la música, en la pintura o en la literatura. Lo expresado guarda relación con
la situación en que se encuentre cada individuo, recuerde que no todos nos cultivamos de la
misma manera.

Resulta más grave la ceguera axiológica en el plano de lo moral, dado que el adulto que no posee
aquella capacidad para captar y justipreciar el Valor de la virtud, que no encuentre la diferencia
entre lo malo y lo bueno, padece de una verdadera privación y no de una simple negación. Por
tal motivo, es necesaria una educación axiológica en el que al niño, donde se le den todos los
elementos que permita crear un clima en donde pueda asomarse a los valores, aquellos que
han de brindarle la satisfacción de una naturaleza normalmente en crecimiento y en busca de
plenitud. Es relevante orientar su motivación axiológica hacia los valores que lo motiven sin que
se perjudique a nadie.

Otras de las razones por las cuales los valores son preferibles es en razón a su trascendencia,
siendo que el hombre al cultivarlos trasciende con ellos.
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2.4 La Jerarquización de Valores
Los valores deben ser ordenados dentro de una jerarquía, dado que la
misma hará muestra de su mayor o menor calidad. Téngase presente
que no es igual lo material que lo espiritual; lo animal o lo intelectual;
lo humano o lo divino; lo estético o lo moral.

La Jerarquía de Max Scheler. Al estudiar las jerarquías de valores


dadas por los principales axiólogos, encontramos un cierto paralelismo
dentro de sus diferentes categorías como es este tipo de jerarquía
propuesta por Max Scheler:

• Valores de lo agradable y lo desagradable.

• Valores de lo noble y de lo vulgar.

• Valores espirituales.

• Valores de lo santo.

Cabe decir que la relevancia de una correcta jerarquía de valores radica fundamentalmente
en la facilidad que puede ofrecer para una eficaz orientación de la vida entera. De modo que
quien no tenga clara la jerarquía de valores por lo general se hallará desconcertado frente a una
decisión que tenga que tomar.

En materia al orden de los valores, podrá emplearse determinados criterios planteados por Max
Scheler:

• Duración. Resulta superior un valor que dure más que otro. Lo expresado alude a la
duración del bien en donde está encarnado un valor.

• Divisibilidad. Resulta superior un valor cuanto menos pueda dividirse. Ejemplo: Una obra
de arte no se puede dividir, en cambio los alimentos sí.

• Fundamentación. Resulta superior el valor fundamentalmente con respecto al valor


fundamentado. Ejemplo: La inteligencia fundamenta el conocimiento científico.

• Satisfacción. Resulta superior aquel valor que satisface más. En este punto no ha de
confundirse satisfacción con placer, la satisfacción puede ser intelectual y espiritual.

• Relatividad. Resulta superior aquel valor que se asocia con los niveles superiores del
objeto o la persona que está complementado.

A partir de estos criterios cada persona podrá organizar su propia Jerarquía de Valores. Sin
embargo, existe un inconveniente, el mismo consiste en la facilidad de ese orden. Siendo que
una cosa es lo que un sujeto dice acerca de su Jerarquía de Valores y otra cosa es lo que de
hecho realiza a lo largo de su vida.

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2.5 Normas Objetiva y Subjetiva de la Moralidad
Se conoce como normas de moralidad a las reglas o medidas por medio de las cuales la persona
puede reconocer sus actos como buenos o malos, según que se conformen o no con ella.

Téngase presente que la norma de moralidad es doble: Objetiva y subjetiva.

Es objetiva porque la norma objetiva de moralidad es la ley moral, mejor dicho, la ordenación
preceptiva que rige sobre la actuación del hombre en relación con sus distintos fines dentro del
orden general de la creación.

En cambio, la norma sbjetiva de moralidad es la conciencia moral del hombre, luz del alma,
donde está estampada la ley moral, y por medio de la cual se aplica esta a los diferentes casos
o circunstancias de la Vida Moral.

El filósofo alemán Immanuel Kant (1795), quien es considerado como el pensador más influyente
de la era moderna, decía: La filosofía en el sentido pragmático se reduce a estas cuatro preguntas:

Qué puedo conocer; Qué debo hacer; En qué puedo esperar; y Qué es el hombre.

Además agregó que respondida la última podían conocerse las respuestas de las anteriores.
Es decir, si conocemos lo que el hombre es —el poder de su razón por sí misma y en sí misma
(Crítica de la razón pura)— sabremos qué puede conocer.

Por cuanto, si sabemos cómo está constituido, si es solo materia o si su cuerpo está animado,
por consiguiente, sabremos qué puede esperar, y por último, sobre el deber del hombre, la
respuesta a qué debo hacer depende, otra vez, de lo que el hombre es.

Asimismo, hay dos grandes corrientes de ética filosófica derivadas de dos concepciones del
hombre, ambas totalmente distintas.

La primera se origina en la concepción del hombre-soberano, independiente y por ende, autónomo.


Quienes tienen esta idea sobre el hombre aseveran que el bien y el mal son apreciaciones
(creaciones intelectuales) del hombre:

Lo bueno es lo que el hombre ha decidido que es bueno porque él es “la medida de todas las
cosas” (Protágoras y otros sofistas). Lo mismo se dice de lo malo. Esta forma de pensamiento
fue seguida por los filósofos materialistas que afirman que el hombre es el triunfo de la evolución
de la materia y por ende, el ser supremo del universo, al que debe ordenar, gobernar y explotar
con una soberanía sin límites.

Los libertarios ven a la libertad como esencia del hombre, concluyéndose que es bueno todo lo
que está en el ámbito de la libertad. J. Stuart Mili (1860) subraya: En lo que solo así concierne,
de hecho su libertad es absoluta. Sobre sí mismo su cuerpo y su espíritu el individuo es soberano.
En este punto se deriva la norma de moralidad del liberalismo: Bueno es lo que causa placer

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al soberano y malo lo que causa dolor, y todo le está permitido a cada soberano en tanto no
afecte la soberanía de otros. (Es larga la ejemplificación que da Mili en su libro Sobre la Libertad
en cuanto al ejercicio legítimo de la libertad, discurriendo respecto de placeres superiores e
inferiores, juegos de azar, divorcio, consumo de drogas y veneno, y hasta el suicidio.)

En un razonamiento similar se orienta el utilitarismo de Bentham (1822): Lo bueno es lo útil


y la instancia suprema de la ética es la utilidad; también tenemos el hedonismo, que exalta el
valor del placer: “Cuanto más primitivo y salvaje mejor” (Freud, 1929).

Debe entenderse que el bien es un asunto de realización del proyecto humano, social o
empresarial, consiste en la actualización de las potencialidades en el proceso de plenificación
del ser. Y el mal es privación, mutilación física o moral, frustración de un ser potencialmente
maravilloso.

La norma subjetiva de la moralidad refiere a la conciencia que se tiene sobre lo que se hace.
De modo que esta conciencia es recta si coincide con la Norma Objetiva, si dice que es bueno
lo objetivamente bueno, y malo lo objetivamente malo.

2.6 Diferencias entre Ética y Moral


Muchas personas opinan que hoy en día los conceptos ‘moral’ y ‘ética’ significan básicamente lo
mismo, al menos desde el punto de vista del lenguaje coloquial. Sin embargo, desde un punto
de vista teórico e histórico podemos encontrar varias diferencias entre estos dos términos.

1. Objeto de interés

Mientras la moral se ocupa de determinar qué conductas resultan adecuadas y cuáles no


en un contexto determinado, la ética refiere a los principios generales que definen qué
comportamientos son beneficiosos para todas las personas.

La ética es una disciplina normativa y la moral es descriptiva; así, la ética se diferencia de la


moral en que pretende definir los comportamientos correctos, más que los que son aceptados
por una sociedad. Expresado de otra forma, si la ética es un elemento más bien estático
que sirve como referencia para comprender el tipo de comportamientos que regulan el
funcionamiento de la sociedad en un contexto determinado, la moral es de carácter aplicado,
teniendo en cuenta todo lo que interviene en la decisión de actuar de una u otra forma.

2. Ámbito de aplicación

La ética se sitúa en el nivel de la teoría, tratando de encontrar principios generales que


favorezcan la armonía entre las personas. Por su parte, la moral trata de aplicar las normas
determinadas por la ética a un gran número de situaciones concretas, según la descripción
de lo que ocurre en cada caso.

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Por tanto la ética tiene un carácter teórico, abstracto y racional, mientras que la moral hace
referencia a lo práctico, diciéndonos cómo debemos comportarnos en nuestra vida cotidiana
a través de reglas y afirmaciones más o menos explícitas.

3. Origen y desarrollo

Las normas éticas son producto de la reflexión y evaluación que realizan personas concretas
de lo que se entiende por naturaleza humana. Luego estos individuos aplicarán las normas
a su conducta. En algunos casos, la ética individual puede ejercer influencia en un gran
número de personas, llegando incluso a convertirse en una tradición. Esto puede apreciarse,
por ejemplo, en el caso de las religiones, sistematizaciones de las ideas de sus profetas. Una
vez alcanzado este punto, pasaríamos a hablar de moral para referirnos a la transmisión
intergeneracional de tal sistema ético.

En tal sentido, puede decirse que la ética tiene un origen individual, mientras que la moral
se deriva de las normas de nuestro grupo social, determinadas a su vez por un sistema ético
previo. La moral es la generalización de esa clase de descripciones sobre lo que es bueno y
lo que es malo, su manera de conformar una abstracción sobre lo que debe hacerse y lo que
debe ser evitado.

4. Capacidad de elección

Hemos mencionado que la ética parte de la reflexión individual, mientras que la moral tiene
una naturaleza más impositiva y coercitiva: Si la persona no cumple las normas sociales es
posible que reciba un castigo, sea de tipo social o legal, ya que la moral no puede ser creada
por una sola persona, sino que tiene que ver con las ideas compartidas de lo que es bueno
hacer y lo que es malo o lo que, incluso, debe ser motivo de castigo.

La ética se fundamenta en el valor intelectual y racional que los individuos otorgan a sus
actitudes y creencias, a diferencia de la moral, que es determinada por la cultura y por
consiguiente es de tipo más bien irracional e intuitivo. No podemos elegir la moral, tan solo
aceptarla o rechazarla; por tanto, tiene que ver con la conformidad con las normas de nuestro
grupo social.

5. Modo de influencia

Téngase presente que las normas morales actúan en nosotros ya sea desde el exterior o
bien desde el inconsciente, en el sentido de que las interiorizamos de forma no voluntaria a
medida que nos desarrollamos dentro de un grupo social determinado. Por tanto, no podemos
permanecer al margen de ellas; siempre las tenemos en cuenta, ya sea para defenderlas o
para rechazarlas.

La ética depende de elecciones voluntarias y conscientes, dado que este concepto define la
identificación y el seguimiento de unas normas determinadas por tal de actuar del modo que
nos parezca correcto desde un punto de vista personal. Además, al ser de ámbito más bien
individual, da un cierto margen a reflexionar sobre si algo está bien o no, dependiendo de
las circunstancias.

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6. Grado de universalidad

La ética tiene la pretensión de ser universal, es decir, de poder ser aplicada en cualquier
contexto, ya que idealmente parte del uso guiado del pensamiento, no de la obediencia ciega
a normas rígidas. Por tanto, la ética busca establecer verdades absolutas que se mantengan
como tales independientemente del contexto en el que se apliquen, siempre y cuando la
persona tenga la capacidad de actuar de forma racional. Kant, por ejemplo, intentó plantear
principios éticos objetivos, por encima de la cultura o la religión.

La moral varía en función de la sociedad; conductas que pueden estar aceptadas en algunos
grupos sociales, como la violencia de género o la explotación infantil, serían consideradas
inmorales por personas de otras sociedades, así como desde un punto de vista ético. En este
sentido podemos decir que la moral está influida en gran medida por el relativismo cultural.

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Lectura Complementaria
CONCEPTOS DE ÉTICA Y MORAL

De “Lecciones de Ética” de Bruno Rychlowski

Para adentrarnos en los problemas de la ética, partamos de nuestra experiencia. Es un hecho


que nos señala nuestra propia experiencia que, en determinadas circunstancias, expresamos
valorizaciones morales. Los contenidos de nuestros juicios se refieren a categorías opuestas:
De bien o mal.

Así hablamos de actos nobles, heroicos, desinteresados, los que están en la esfera del concepto
de “bien”. Pero, hablamos de actos infames, egoístas, los que están en la esfera del concepto
de “mal”.

En el primer caso, hablamos de actos morales positivos; en el segundo, de actos morales


negativos. Así, por ejemplo: A un asesino lo tratamos de inmoral; a una persona que sacrifica
su vida para salvar a otro la tratamos de héroe, pues este sacrificio es de gran calidad moral.
Ello nos pone en evidencia que nuestra valoración tiene un carácter objetivo, es decir, que se
rige por el objeto que verificamos. En nuestro caso, el asesinato, y por otro lado, el heroísmo.
Dicha objetividad nos permite formar juicios morales de validez universal: “El asesinato es una
inmoralidad”:

De lo dicho hasta ahora se desprende que la valoración moral propiamente dicha la aplicamos
solo a acciones humanas.

“Cuando efectuamos una valoración moral, siempre tenemos en vista seres humanos, es decir,
personas. Los valores morales tiene la particularidad de que solo pueden referirse a seres
personales”. (Hessen).

Con respecto a los “juicios de conocimiento”, ellos apuntan a afirmar si algo es verdadero o falso.
En lo referente a obras de arte, hablamos de bello o feo. En ambos casos se trata de objetos y no
sujetos o personas. “Es cierto que también decimos que tal vino es ‘bueno’, que tal enfermedad
es ‘mala’, etc., pero, nuestro conocimiento del idioma nos indica claramente que en este caso
no usamos las palabras ‘bueno’ y ‘malo’ en su acepción original, es decir, moral”. (Hessen).

Cabe la pregunta: ¿Qué es lo que valoramos en las personas cuando las valoramos moralmente?
Valoramos las acciones. De donde resulta que el contenido de nuestra valoración moral no es
teórico, sino práctico. El objeto de la valoración moral no es el pensar y el conocer solo, sino,
a la vez, el querer y el actuar. Consecuentemente, lo ético se da en la zona práctica y no en la
zona del espíritu humano. “No todas las manifestaciones vitales del hombre están sometidas
a valoración moral. Las funciones vegetativas y animales no admiten ningún juicio moral. El
hombre tiene en común con el animal esas funciones, pero el animal es incapaz de ninguna
acción moral. Solo los seres racionales son capaces de realizar actos morales” (Hessen).

Por otro lado, son actos morales solo los que realizamos conscientes y voluntariamente, y por
ello se inscriben en la ética. Únicamente las acciones realizadas a sabiendas y por libre decisión
tienen carácter moral.

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Sintetizando podemos afirmar: La ética es la ciencia de los actos morales, vale decir, actos
conscientes y libres, cuyo objetivo es la realización de un valor moral.

Concepto de la ética

El término ética, etimológicamente, deriva de la palabra griega ethos, que significa “costumbre”. El
término moral, etimológicamente, proviene de la palabra latina “mores”, que significa costumbres.
Antes de ir en busca de una definición de la ética o la moral, detengámonos sobre el objeto
material y formal de la moral.

El objeto material de una ciencia es el fenómeno que dicha ciencia estudia. El objeto formal es
el enfoque específico, desde el cual el fenómeno es estudiado. Por ejemplo: El hombre es el
objeto material tanto de la anatomía como de la fisiología. Pero el objeto formal de la Anatomía
es la estructura del organismo humano, mientras que el objeto formal de la Fisiología es el
funcionamiento del organismo humano.

Aclarados los términos, procedamos a señalar el objeto material y el objeto formal de la moral.

El objeto material de la moral son las costumbres y conducta humana.

El objeto formal de la moral es el conjunto de leyes que deben informar y orientar la actividad
humana.

Definición de la moral

Para una definición adecuada de la moral hay que tener presente los objetos constitutivos de
la moral. Ellos son: Su carácter psicológico y su carácter práctico. Tomando en cuenta ambos
elementos podemos definir la moral como la “Ciencia de las leyes ideales y de la actividad libre
del hombre” (Jolivet).

Paul Faulquié define la moral: “...es la teoría razonada del bien y del mal”. Detengámonos sobre
ésta definición.

La moral es normativa, porque establece las normas que determinan lo que es el bien y lo que
es el mal. En otras palabras, la moral establece lo que se debe y lo que no se debe hacer. Lo
que se permite y lo que se prohíbe.

La moral formula principios generales. Según estos principios clasifica y juzga todos los hechos
particulares que son propios de su campo.

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