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Capítulo 3

CAPITULO 3

Empresa,
Persona
y Trabajo

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3.1 La Ética en la Empresa y en los Negocios
No cabe duda que en el mundo de los negocios para que una
empresa se mantenga fuerte, consistente y productiva es esencial
que cuente con un Código de Ética pero sobre todo que lo lleve
a la práctica; otro punto que deben considerar es el liderazgo,
pero hablamos de un liderazgo alimentado de convicciones y de
principios sólidos, de actitudes equilibradas, de lucidez intelectual
y moral en la toma de decisiones, en suma, un liderazgo fundado
en el conocimiento, discernimiento y práctica de la ética. Es
decir, que aquellas empresas que se han constituido sobre bases
morales han alcanzado tanto la prosperidad como la estabilidad
y en ello reside la importancia de la ética para alcanzar el éxito.

Por lo que mantener una sana actitud ética en la empresa ayuda


a prevenir que esta sea tentada por la corrupción, los fraudes, los
conflictos y las pugnas laborales; de igual modo sus relaciones
internas, como con los accionistas y clientes, se forjan en la
mutua confianza y comprensión; a diferencia de los escándalos,
las intrigas internas, las competencias desleales que solo producen
daño a la empresa.

Con el transcurrir del tiempo y conforme las empresas se vuelven


maduras, comienzan, a su vez, a volverse más abiertas en temas
éticos, puesto que saben que sus integrantes ya viven la ética
como parte de su comportamiento habitual.

Téngase presente que la ética de los negocios constituye una


forma de resolver moralmente disyuntivas de acción. De modo
que con el estudio de la ética no solamente se procura llegar a
tener un criterio recto, capaz de tomar mejores decisiones se
incluye también la conciencia que expresa el fundamento crítico
de dichas decisiones. Por tanto, se requiere poseer un claro
conocimiento reflexivo de los principios de una acción ética y de
las principales teorías filosóficas sobre la moralidad.

Recordemos lo expresado párrafos atrás, lo importante de la


Con el transcurrir del tiempo y
ética no es saber lo que se debe hacer, sino hacer lo que se debe.
conforme las empresas se vuelven
Por otro lado, todas las teorías de filosofía moral han coincidido
maduras, comienzan, a su vez, a
volverse más abiertas en temas éticos, en la prescripción del bien, pero varían por la validez de los
puesto que saben que sus integrantes argumentos y modos en que se sustentan. Por tanto, ante los
ya viven la Ética como parte de su dilemas éticos que suelen presentarse es relevante conocerlas,
comportamiento habitual. valorarlas, discernirlas para poder tomar decisiones fundadas;

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porque si bien la conciencia en tanto no haya sido pervertida puede juzgar rectamente sobre el
bien, conviene alcanzar una conciencia moral crítica y reflexiva capaz de proyectarse en la vida
y en el quehacer profesional.

• El Deontologismo (Kant 1797), formula los imperativos categóricos para la acción:


Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, ley universal de la
naturaleza. Por cuanto, la naturaleza racional existe como fin en sí mismo, por consiguiente
la persona nunca debe ser tratada como medio, porque por su dignidad es fin en sí.

• Las Teorías de la Justicia Social se fundan en los derechos de todos los hombres
derivados de su dignidad e igualdad. De aquí se sigue el carácter de la Justicia distributiva:
A todos por igual de acuerdo al contrato social entre los hombres.

• El Igualitarismo: Defiende el derecho universal basado en la igualdad pero legitima


excepciones cuando las diferencias en la asignación favorecen a los más débiles o
necesitados. Esta consideración de John Rawls (1971) aplica un criterio más justo para
una sociedad real, en la que existen diferencias sociales tan acentuadas.

• Las Teorías Libertarías: Parten del supuesto que funda el ejercicio de las libertades:
Si todos los hombres gozan de libertad, podrán desarrollar ampliamente sus habilidades,
y el desarrollo de las habilidades humanas dará lugar a la abundancia y riqueza que una
mano invisible se encargará de repartir (A. Smíth, 1776).

• La Teoría Marxista: Comparte la fórmula ideal de convivencia humana y justicia social


en cuanto a producción y distribución:

“A cada quien de acuerdo a sus necesidades y que cada quien aporte de acuerdo con sus
aptitudes.”

El trabajo según las aptitudes es el trabajo personalizante, realizador, y recibir los satisfactores
de las necesidades es lo que se persigue como recompensa. Sin embargo, el dilema de esta
fórmula ideal es que supone una sociedad que supere el individualismo hedonista, el supremo
valor del dinero y la competencia como móviles de la existencia. Sociedad muy lejana y hasta
casi inimaginable desde nuestra realidad.

• La teoría utilitarista considera la utilidad como instancia suprema de la ética, y frente a


dilemas de beneficios y beneficiados, escoge lo que beneficia al mayor número. Dos aspectos
que han sido muy cuestionados de esta teoría son: Privilegiar tan enfáticamente el valor
utilidad, lo cual conlleva a un pragmatismo inaceptable; y el sacrificio de las minorías.

• La Teoría del Equilibrio Dinámico se establece entre las posturas extremas del relativismo
y la universalidad. El relativismo extremo implica admitir todas las diferencias culturales
aún cuando sean moralmente reprochables; en tanto que la universalidad absoluta no
tolera ese tipo de diferencias aunque resulten muy razonables. Consideradas estas posturas
desde sus extremos resultan antagónicas e irreconciliables, sin embargo, como lo expresa
Medina (1997, p. 68).
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Siempre lo ético tendrá que ver con el nivel de lo ideal, y, esta condición no invalida en nada
su pertinencia como referente que conduce y orienta el quehacer social de los individuos en un
grupo social.

Hoy en día la sociedad acepta de manera positiva la actividad de los negocios, sin embargo,
persiste una sensación de que en este ámbito el aprovechamiento a ultranza es el único objetivo.
Al ser la actividad de la producción de bienes y servicios y su intercambio consustancial a la cultura
contemporánea, debemos reflexionar éticamente sobre ella y profundizando la comprensión de
las instancias valorativas en juego, impulsar el desarrollo simultáneo de la búsqueda del bien
común y de la justa rentabilidad o beneficio.

Teóricamente, en una tentativa de esquematización, válida obviamente solamente para fines


educativos y de explicación, existen tres niveles de análisis de la ética en los negocios y en las
empresas.

El primer nivel se refiere a la construcción filosófica, política, económica y jurídica del sistema
imperante. El libre mercado tiene su teorización en los campos del conocimiento que mencionamos.
Encontramos referentes en los conceptos del liberalismo, de la protección de la individualidad,
de la necesaria libertad que debe darse para que las personas emprendan y generen riqueza.
El sistema jurídico toma estas consideraciones y lleva a la condición de norma de derecho a
todas estas ideas, y, al crearse un marco normativo con esas características, el sistema como
tal tiene la posibilidad legal de funcionar. La reflexión en este nivel generalísimo es fundamental
y debe permanentemente evolucionar. Una comprensión unilateral de todo lo dicho llevaría a
situaciones de explotación inmisericorde de unos individuos sobre otros, de unos grupos sobre
otros, de ciertas corporaciones sobre otras. Y, esa realidad no es la que se quiere. La reflexión
ética atenúa ese tipo de radicalizaciones y orienta la praxis empresarial y comercial hacia la
consideración de otros valores que no son exclusivamente los individuales y grupales.

El segundo nivel de análisis tiene que ver con la ética de las empresas y corporaciones,
consideradas como personas jurídicas que persiguen objetivos específicos. Los grupos de
producción o de comercialización tienen responsabilidades al interior de sus organizaciones y
también tienen obligaciones fuera de ellas, con el entorno en el que interactúan. Hacia el interior
de las corporaciones encontramos situaciones relacionadas con los accionistas o inversionistas,
con sus expectativas y objetivos que deben ser cumplidos y la empresa debe responder ante
ellos. También se encuentran los miembros de la empresa, trabajadores o empleados, quienes
deben satisfacer su necesidad de salarios adecuados, lugares de trabajo funcionales y cómodos,
así como sus expectativas de crecimiento y desarrollo a través de procesos internos apropiados y
que apunten a la satisfacción de todo el personal que conforma la organización. Hacia el exterior
o entorno social y natural, las responsabilidades de la organización son variadas e importantes.
Por ejemplo el mantenimiento de una relación de honradez, honorabilidad y respeto a los
contratos con sus proveedores. Los consumidores de los productos o usuarios de los servicios
generados por la corporación deben ser tratados adecuadamente, generando bienes de calidad
o servicios de excelencia. La comunidad en la que se desarrolla debe recibir un aporte positivo
de la empresa, que se traduce en el respeto de su cultura o idiosincracia y el fortalecimiento de

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sus valores cívicos positivos. Por fin, el medio ambiente debe ser respetado y protegido. Todos
estos aspectos se relacionan con el concepto fundamental de la ética émpresarial que se resume
en una frase... responsabilidad social.

El tercer nivel se refiere a la ética de los individuos. Los miembros de la organización tienen
una serie de responsabilidades frente a la misma: Lealtad, honradez, motivación, respeto a
todas las instancias, trabajo en equipo, generación de valor agregado, cooperación, esfuerzo y
sacrificio por el cumplimiento de los objetivos planteados. A veces la óptica personal tergiversa
toda esta conceptualización y exige a la émpresa, sin percartarse de que también cada uno de
sus miembros tiene obligaciones morales frente a ella.

El tema de la ética de los negocios y de las empresas es profundo y de actualidad evidente. La


tarea de todos nosotros es la encontrar caminos que permitan lograr niveles cada vez mejores
en este aspecto. La responsabilidad ética en las empresas es una tarea y obligación de todas
las instancias involucradas.

3.2 Las Personas en la Filosofía Empresarial


Existen muchos estilos de empresas pero en lo que a la relación personal se refiere encontramos
dos tipos: Una donde la persona es lo más relevante y la otra donde el capital, la ganancia es
lo más importante.

Cabe mencionar que el segundo modelo quizás sea el más conocido y el más común, que no
demande una especial descripción, sino solo algunas consideraciones imprescindibles por su
agravio a la ética: La persona es puesta al servicio del capital (de hecho se convierte en “capital
humano” al servicio de la ganancia).

La persona funciona como un medio de producción, como mercancía (en general recurso barato
por su abundante oferta en el mercado).

La ética apuesta por el otro modelo de empresa, puesto que considera a la persona como lo más
importante, cuyo trabajo resulta muy productivo puesto que se da en condiciones concordantes
con la dignidad, los intereses y las aptitudes de los trabajadores y por tanto es creativo y
realizador.

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La ética apuesta por el reto inteligente de una empresa entendida y vivida como una comunidad
de semejantes que poniendo a la persona como fin en sí-y que por ello y no a pesar de ello-logra
la eficiencia sin la cual no podría subsistir.

3.3 Principios Morales y la Empresa


El principio moral más universal relacionado con el concepto del bien y mal es: Debe hacerse
el bien y evitarse el mal. Bajo el supuesto de una conciencia recta, la observancia de este
principio sería suficiente para alcanzar la justicia, la solidaridad, la subsidiaridad, la honestidad
y el respeto en toda convivencia humana, en especial en la convivencia empresarial, puesto que
las señaladas representan expresiones parciales del bien que debe buscarse.

A continuación, ponemos a su alcance algunos principios morales tomados del libro de Carlos
Llano, Dilemas éticos de la empresa contemporánea.

• No deben utilizarse medios moralmente malos, a pesar que los fines sean buenos. Este
principio puede expresarse así: “El fin no justifica los medios”. Por cuanto, no se puede
justificar el malentendido como privación del bien para obtener el bien. El bien, si lo es,
ha de ser solo e íntegramente bien.

• No deben perseguirse fines buenos que tengan efectos previsiblemente malos. Por ejemplo:
El desarrollo industrial que provoca una destrucción ecológica es un ejemplo claro que
justifica el contenido del principio-Gran responsabilidad moral.

• Ha de considerarse de valor todo lo que contribuya al desarrollo del hombre. Entendiéndose


valor todo aquello que aporte a su desarrollo y perfeccionamiento del hombre. Por otro lado,
sobrentendido el carácter de dignidad del ser humano, toda adecuación con tal dignidad
resulta valiosa.

• Hay valores que son objetivamente válidos para todas las personas. Si se admite por
“naturaleza” aquello que todos los seres humanos tenemos en común y que constituye el
ser humano, ciertamente existen cosas que favorecen el desarrollo de las personas, su
plenificación, así como otras que dificultan o cercenan su crecimiento personal: Como la
satisfacción de las necesidades básicas y el ejercicio de la libertad en un caso, y en el otro
extremo, la esclavitud o el asesinato. Este parece ser el sentido de las palabras de Václav
Havel (1989) (brillante poeta encarcelado por defender la libertad, y actual presidente
de la República Checa): La estructura de este mundo está constituida por valores que se
encuentran allí (...) desde siempre, antes que hablemos de ellos.

• El bien común es preferible al bien privado si son del mismo orden. Ya hemos hablado
páginas atrás sobre el bien común (bienes materiales, bienes culturales, paz social: orden
tranquilo, fruto de la justicia) definido como el conjunto de elementos sociales que impulsan
el desarrollo de toda persona humana. Es evidente que debe preferirse el bien común al
privado si el privilegio de unos cuantos se contrapone al bienestar de la comunidad. Lo
mismo es válido en la empresa; no es legítimo sacrificar el bien de la comunidad empresarial
para favorecer a uno solo, aunque sea éste el dueño del capital. En el principio se incluye
también la dignidad de la persona, que es el fundamento de la igualdad.
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• La persona no debe considerarse nunca como medio sino como fin.

• Prohibir no es malo ni permitir es bueno, pues es malo prohibir lo bueno y es bueno


prohibir lo malo. Es relevante remarcar que no es una virtud moral la tendencia actual
a la permisividad sin límites. Muy caro ha costado a la sociedad esa libertad ilimitada en
el uso del capital, de los recursos naturales, de la expresión ofensiva, de los procesos
condicionantes para el consumo, del código legendario de los medios que construyen el
mundo con falsedades (Baudrillard, 1970). Por ejemplo: La lucha oficial de las autoridades
estadounidenses contra el tabaquismo, la drogadicción, la destrucción ecológica o la
violencia resulta insuficiente cuando el gobierno se limita a informar “la droga es nociva
para la salud”, como lo exige el liberalismo sin límites.

Por cuanto, estos son solamente algunos de los principios morales necesarios, pero bastan para
mostrar que en el campo de la ética no es difícil saber lo que se debe hacer.

3.4 La Persona y sus Derechos Fundamentales


Cualquier sistema que otorga más importancia al dinero por
encima de la persona y que emplea hombres, mujeres ¡y niños!
para medios de producción resulta inaceptable. Como en el modelo
anterior, el cual expresaba que la persona es el elemento más
importante de la empresa, la misma debe procurar el bienestar de
sus trabajadores así como la convivencia humana; darle más valor
al dinero significa degradar a la persona convirtiéndola de fin en sí
a medio de producción.

Por cuanto, este acto de saber que se sabe y de conocer que se conoce supone la presencia
de una potencia esencialmente superior a la de los animales, puesto que la naturaleza de las
potencias se conoce por la naturaleza de sus actos. Esta potencia intelectiva Aristóteles la
denominó “alma humana” capaz de entender (intelligere: Leer la interioridad del ser), capaz
de querer, amar, desear, decidir (voluntad por la cual el hombre puede superar infinitamente
al hombre) (Pascal), capaz de aprehender el sentido de lo bueno, de lo bello, de lo justo, de
penetrar el contenido inefable del arte, el lenguaje infinito de la poesía, la sensibilidad inasible
de la comprensión humana.

Asimismo, cabe añadir la máxima distinción del hombre en palabras de Rousseau (1762): El
hombre es un ser libre; la historia de la humanidad ha sido testigo que éste ser siempre ha
luchado cuando ha visto atentada su libertad.

Por cuanto, este conjunto de perfecciones y potencialidades del hombre: Inteligencia, razón,
intuición, sensibilidad estética; su voluntad, potencia de amar, elegir, decidir, hacerse libre; su
energía vital, su pasión, sin la cual nada grande se ha hecho en el mundo, constituyen la dignidad
o grandeza del ser personal y base de todos los derechos.

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Resulta inapropiado decir que el hombre tiene derecho a la dignidad, la libertad y la igualdad,
porque la dignidad es su propio ser. Lo adecuado sería decir que el hombre tiene derecho a ser
tratado de acuerdo a su dignidad: Con igualdad y con derecho al ejercicio de su libertad (por
supuesto, sin libertinaje, respetando la libertad de los demás).

3.5 Ética y Profesión


Una profesión es una actividad especializada del trabajo dentro
de la sociedad, realizada generalmente por un profesional.

El profesionista al ejercer su profesión no solo debe poseer los


conocimientos necesarios de su campo, además deberá contar
con valores morales que tendrán como finalidad fundamental
buscar y tratar de garantizar el bien común. Esto implica poner
en juego no solo su inteligencia sino también su voluntad.
Es necesario que comprenda que su responsabilidad en la
consecución del bien común es mucho mayor que la del ciudadano común, ya que cuenta con
el conocimiento que ha recibido a través de su formación y que lo compromete, ya que es el
depositario de la confianza de la sociedad. Esta espera del profesionista no solo los servicios para
los cuales lo formó, sino que se convierta en la vanguardia de la cultura, espera un compromiso
de carácter moral. De lo anterior se desprende que el profesionista debe tener una capacidad
moral que es su valor como persona, lo cual da dignidad, seriedad y nobleza a su trabajo.

La capacidad moral es la trascendentalidad del profesionista; esto es, su aptitud para abarcar
y traspasar su esfera profesional en un horizonte mucho más amplio, que le hace valer como
persona fuera y dentro de su trabajo. Es decir, el profesionista además debe formarse en sentido
ético: Desarrollar aquellos valores que le permitan ejercer su profesión dignamente para llegar
a ser una persona íntegra.

¿Qué es la ética profesional?

Se puede entender como ética profesional el estudio de los valores inherente al ejercicio de una
profesión y que emanan de las relaciones que se establecen entre el profesionista y la sociedad.

LA PROFESIÓN COMO ACTIVIDAD CON FINALIDAD

Recordemos que la actividad profesional constituye una actividad social, poseedora de fines o
bienes internos. Los fines son los que dotan de orientación y sentido a las prácticas profesionales.
Su relevancia podemos encontrarla en la definición de “profesión” que nos da Antonio Peinador.

La profesión es:

“La aplicación ordenada y racional de parte de la actividad del hombre al conseguimiento de


cualquiera de los fines inmediatos y fundamentales de la vida humana”.

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En tal sentido, la profesión no constituye una simple actividad u ocupación, esta debe estar
encaminada hacia un fin noble, es decir, al servicio a los demás: El curar, el enseñar, el informar,
la convivencia justa, etc. Siendo que las profesiones no tendrían sentido en sí mismas sino por los
bienes internos que contienen. Es por ello, que no se podrá comprender lo que representa una
profesión si no se entiende que ésta tiene en su interior una función social: El bienestar común.
Por consiguiente, “el profesional es aquel hombre puesto al servicio de los demás, dentro del
engranaje social, actuando con carácter público y comprometiéndose, en cuanto responsable de
sus actos, ante Dios y ante su conciencia; y, además, ante aquellos a quienes sirve y de quienes
se beneficia por ley de reciprocidad”.

Por tanto, una ética profesional demanda reconocer el bien interno que busca realizar determinada
profesión, caso contrario dicha actividad no tendrá sentido y legitimidad social. Esta forma de
entender las acciones se enmarca en la tradición aristotélica. Para el estagirita, toda actividad
expone una finalidad, la cual constituye su bien; no obstante, no todos los fines son iguales.
Encontraremos fines que son internos a las actividades, es decir, en la realización de la actividad
se encuentra la realización de la finalidad, esto fue denominado por Aristóteles como praxis.
También encontraremos fines que son externos a las actividades, por lo cual las actividades se
convierten en medios para alcanzar dichos fines. Es a esto que Aristóteles denomina poiesis.
MacIntyre tomó dichos términos para definir la práctica, expresando lo siguiente:

Por “práctica” entenderemos cualquier forma coherente y compleja de actividad humana


cooperativa, establecida socialmente, mediante la cual se realizan los bienes inherentes a la misma
mientras se intenta lograr los modelos de excelencia que le son apropiados a esa forma de actividad
y la definen parcialmente, con el resultado de que la capacidad humana de lograr la excelencia
y los conceptos humanos de los fines y bienes que conlleva se extienden sistemáticamente”.

A continuación, los elementos que componen una práctica son:

a. El que sea una actividad cooperativa.

b. Establecida socialmente.

c. Busca la realización de los bienes internos.

d. La consecución de esos bienes internos producen excelencias o virtudes en las personas


que las realizan.

Cada actividad expone bienes internos cuya realización hace que ella adquiera sentido. Si soy
médico y me aprovecho de mi condición ante la debilidad de un enfermo, entonces no realizo
el bien interno de la medicina que es curar.

Asimismo, MacIntyre habla de bienes externos legítimos que se obtienen de las prácticas, como
el dinero, el reconocimiento, etc., pero como recordaremos ellos no son el sentido de la actividad.
La corrupción de una actividad tiene lugar cuando se reemplazan los bienes internos por los
externos. Por ejemplo: El profesor ya no enseña bien porque le pagan poco, el comisionado no

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cumple los reglamentos porque aprovecha su cargo para realizar sus intereses personales. Los
bienes externos son legítimos, pero en tanto sean subordinados a los bienes internos, de lo
contrario la actividad profesional deja de tener sentido y legitimidad social.

No obstante, las exigencias sociales así como los cambios científicos y tecnológicos, en ocasiones
demandan a redefinir los bienes internos de nuestras actividades profesionales. Ejemplo: Los
avances de la medicina y las necesidades sociales hacen que la medicina ya no tenga solo
como finalidad el curar, sino que ahora agrega la promoción de la salud y la prevención de las
enfermedades. Y es que el concepto mismo de salud ha sido redefinido, más de acuerdo con
una visión humana integral.

Ahora preste atención a la pregunta y medite: ¿Cuál es el lugar del bien personal o autorrealización
en la actividad profesional?. Cabe decir que la realización de los bienes internos forma parte
de nuestra realización personal, de su proyecto de felicidad. Y es que el “horizonte de plenitud”
(Etxeberria) hace referencia a la vida humana como totalidad. No obstante, esto plantea
serios problemas. La sociedad moderna tiende a fragmentar la vida humana, a no asumirla
integralmente. Por tanto, la vivencia de las actividades profesionales suele ser asfixiante, donde
los sujetos estresados pueden ser eficientes, pero no son felices. Siendo que el problema no
es de las actividades profesionales, responde más bien a la finalidad del sistema económico:
La ganancia.

LA EXCELENCIA COMO MODO DE REALIZAR EL FIN

¿Qué es lo que puede realizar los bienes internos a las prácticas profesionales? Continuando con
los lineamientos aristotélicos, se sostiene que son las virtudes o excelencias (aretai). Las virtudes
profesionales constituyen la parte central de las éticas profesionales, dado que las mismas son
las formas de cómo se realizan los fines de las actividades profesionales.

Para González, ética Profesional es “la reflexión sistemática sobre las normas morales que regulan
el comportamiento en la actividad profesional”.

Sin embargo, la “reflexión sistemática” sobre las normas puede tornar la ética profesional en
una deontología, limitando su valor; para que esto no pase, se ha de requerir que entendamos
las normas morales del profesional no solo como mínimos legales que está obligado a cumplir,
sino como formas de fomentar las virtudes o excelencias de las acciones. Por tanto, no se trata
solamente de revisar y renovar las normas morales de los Códigos de Ética, responde más bien
a promover las virtudes necesarias para alcanzar los fines específicos de la profesión.

Para MacIntyre las virtudes son cualidades adquiridas necesarias para realizar los bienes internos
de las prácticas, por tanto, su carencia impide alcanzar tales bienes.

La virtud constituye un asunto personal e interpersonal, subjetivo e intersubjetivo, individual y


colectivo. Y ese nexo lo encontramos en las acciones, las prácticas, donde nos encontramos con
otros para realizar los bienes internos. Podemos observar en la definición de virtud de MacIntyre
una indesligable relación entre virtudes y bienes internos; teniendo presente que sin virtudes
no es posible la realización de los bienes internos de las actividades, así como sin realización de
los bienes internos no es posible virtud alguna.
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Lo expresado hace suponer que no todas las actividades requerirán las mismas virtudes. El policía,
el obrero, el empleado y el profesor requieren virtudes distintas para lograr sus bienes internos.
Sin embargo, MacIntyre se percata que esto daría lugar a un politeísmo de virtudes inconexas,
por lo que sostiene que aunque las prácticas sean distintas, podemos sostener un mínimo de
virtudes (como la integridad) que surgen de la búsqueda de la vida buena, de asumir nuestra
existencia como un todo unitario. Camps se interesó por el mismo problema, cuando expresa
que en la sociedad de profesionales, cada profesión expone virtudes específicas diferentes de
las virtudes públicas (como solidaridad, responsabilidad, tolerancia). Y señala:

“La profesionalidad será una virtud pública en la medida en que sirva a los intereses comunes
de la sociedad. No en la medida en que sirva sólo al mantenimiento y conservación de los roles,
funciones y corporaciones existentes. Y será una virtud privada en la medida en que ayude al
individuo a serlo realmente, a ser autónomo y no esclavo de sus actividades”.

De acuerdo a González, las virtudes de un buen profesional están representadas por la


productividad (que encierra la capacidad de producir, la actitud de producir y el nivel de eficiencia),
la creatividad y la superación. Pero como se ha señalado, no siempre todas las profesiones van
a demandar de las mismas virtudes.

Es así que para saber cuáles son las buenas prácticas o virtudes que debe cultivar el profesional,
deben participar tanto los mismos profesionales como los afectados o beneficiarios o usuarios.
Sobre esto, Cortina sostiene:

“Los usuarios son los que experimentan la calidad del servicio prestado y, aunque no conocen la
trama interna de la profesión, resultan indispensables para determinar qué prácticas producen
un servicio de calidad y cuáles no. De ahí que hoy en día los colegios profesionales no puedan
ser cerrados, no puedan diseñar sus códigos ni componer comités sin contar con los ciudadanos
corrientes, con los beneficiarios actuales o virtuales del servicio que prestan a la sociedad. En
este punto deben transformarse radicalmente”.

Téngase presente que la práctica de las virtudes implica ya la realización de la “finalidad” de la


profesión. Asimismo, el fin de una profesión no es algo subjetivo y alejado en un futuro incierto,
este está contenido más bien en la práctica correcta de la profesión. Se hace mención además
que cuando los fines y los medios es dado por la sociedad y su economía, esto no posibilita la
correcta práctica de una profesión. Ejemplo: Al médico se le exige productividad y eficiencia y
se ven obligados a reducir el tiempo de diálogo con sus pacientes descuidando tanto un examen
cuidadoso como el trato humano que requieren los enfermos.

LA PROFESIÓN COMO ACTIVIDAD COMUNITARIA

Es oportuno decir que las profesiones son expresiones de la “actividad humana cooperativa”,
mejor dicho, las prácticas profesionales son comunitarias. Esto por lo menos en tres sentidos.

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1. El profesional comparte con otros profesionales un lenguaje común, un método y hasta
un modo de ser. Donde la transferencia y la renovación del conocimiento especializado, se
lleva a cabo al interior de comunidades profesionales. Es por ello que resulta poco común
(por decirlo de alguna forma), cuando un profesional sociólogo, dicta cursos de especialidad
para administradores. Ello solo se admite cuando el sociólogo también tiene formación de
administrador.

2. La comunidad profesional se convierte en el referente del individuo profesional, en virtud


a que le da identidad y pertenencia. Lo expresado guarda relación con la identidad de una
persona, pues así como tenemos identidad religiosa, nacional, política, también tenemos
identidad profesional.

3. Porque la comunidad de profesionales hace suya la tarea de realizar la finalidad de dicha


práctica. Expresado de otra forma, las profesiones sirven a la sociedad para realizar bienes
específicos, pero lo hacen de forma institucionalizada. Por tal motivo, los profesionales forman
corporaciones, colegios profesionales. Sin embargo, esto expone ventajas y desventajas. Los
colegios profesionales sirven para autorizar y fiscalizar la práctica profesional, procurando
que llegue a dar un servicio de calidad. Además, vigila que dicha actividad sea ejercida
por personas que hayan pasado por un previo periodo de formación, especialmente si son
actividades con gran responsabilidad social. Por ello es que los colegios profesionales son las
instancias que autorizan el ejercicio profesional.

No obstante, este sentido de solidaridad puede caer en el “corporativismo”, que se expresa


en el encubrimiento de aquellas actividades ilícitas incurridas por los profesionales. Se busca
salvar el cuerpo, el colegio, protegiendo a individuos profesionales incompetentes o inmorales
o negligentes, dejando de considerarse los “mínimos niveles de calidad profesional” (Vielva).
De igual modo se manifiesta en la exigencia o defensa de privilegios corporativos, relegando
la “solidaridad universal” por la “solidaridad grupal”. Tal y como señala Cortina, la “elevada
misión” que justifica privilegios a determinadas profesiones sólo tiene sentido dentro de una
visión gremial de la sociedad, muy típica de la edad media. Sin embargo, en una sociedad con
estado de derecho que por principio defiende la igualdad de la ley para todos los grupos sociales,
dicha actitud resulta anacrónica. En cualquier caso, el corporativismo pierde el sentido de la
comunidad de profesionales.

Por último, el ejercicio de las profesiones puede hacer que se amolden a las instituciones públicas
o privadas, solo respetando las normas y procedimientos de la institución y caen en la rutina a tal
punto que dejan de tener en cuenta la misión que tienen. Es lo que se ha llamado “burocratismo”.

En palabras de Cortina:

“Frente al ethos burocrático de quien se atiene al mínimo legal, pide el ethos profesional la
excelencia, porque su compromiso fundamental no es el que les liga a la burocracia, sino a las
personas concretas, a las personas de carne y hueso, cuyo beneficio da sentido a cualquier
actividad e institución social”.

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LA PROFESIÓN COMO EXPRESIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL

Resulta célebre la distinción hegeliana de que la eticidad está comprendida por la familia, la
sociedad civil y el Estado. Sin embargo, la sociedad civil era entendida como expresión de las
actividades económicas, es decir, del mercado. Pero en la actualidad, no es posible sostener
que la sociedad civil esté compuesta básicamente por el mercado y que sea lo único que hace
frente al espacio político.

Cabe decir que la sociedad civil es también el ámbito de las actividades profesionales, la opinión
pública, las asociaciones cívicas y, sin duda, las organizaciones económicas. Esto quiere decir
que las profesiones desempeñan un rol relevante en la sociedad civil, por ello su necesidad de
afirmarse como espacio público diferente de las actividades económicas y de las políticas, que
hoy pretenden ocupar todo el espacio público. Es tanta la relevancia que encierra el espacio
profesional en la sociedad civil que sin dicho espacio ninguna actividad política y empresarial
podría desarrollar sus actividades con óptimos resultados.

Una vez meditado lo expresado, los Colegios Profesionales pueden desempeñar un rol más activo
al interior de la sociedad peruana, con el propósito de superar ese corporativismo que les hace
perder su sentido. Asimismo, las comunidades profesionales tienen una responsabilidad social,
dado que es la misma sociedad la que hace necesaria su existencia.

Finalmente, por pertenecer a la sociedad y porque ella hace necesaria las actividades profesionales,
ella también está autorizada o legitimada para exigir a los profesionales que cumplan con la
realización de los fines o bienes específico.

3.6 La Gestión Ética de los Recursos Humanos en una Empresa


Toda organización busca ajustarse a los diferentes modelos gerenciales, que demandan un nivel
de competitividad por los distintos avances del mercado laboral y motivado a la necesidad de la
participación activa en la medida que se originen los procesos de cambios, para así dar impulso al
desarrollo no solamente productivo sino al desarrollo humano. Con respecto a este último, puede
decirse que la gestión del recurso humano debe estar fundamentada en determinados valores.
Cabe mencionar que el mejor estilo gerencial es aquel que realmente actúa y se enfrenta a los
desafíos que se generan en los períodos de transformación que se vive en el mundo empresarial.
En una organización, la gerencia de recursos humanos cumple un rol relevante al hacer frente
a esos nuevos retos organizacionales y en mantener un equilibrio en función a los avances
tecnológicos y al dinámico escenario laboral.

Prestar atención a la ética empresarial es una parte importante de cualquier propietario de un


negocio o trabajo del gerente. La función de recursos humanos se ocupa de una variedad de
problemas éticos. Es el departamento que se ocupa directamente de las personas empleadas
por la empresa. Comprender la importancia de la ética en los recursos humanos es fundamental
para cualquier dueño de negocio, ya sea en una empresa local o una multinacional.

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Los profesionales de RRHH deben ser coherentes con las necesidades de la propia organización y
deberían hacer confluir ambas necesidades: Las de las personas y las de la estrategia empresarial,
desde la ética y el liderazgo compartido.

La gestión ética de los recursos humanos se basa en el compromiso de sus miembros, siendo
relevante que los objetivos individuales de cada una de las partes se sustituyan por el compromiso
con los valores organizacionales. Siendo esta precisamente la labor de la Gerencia de RRHH:
Luchar por alcanzar un equilibrio entre las partes, empleando para ella la balanza de la Ética.

La gestión ética de los recursos humanos es crucial en las empresas por cuatro razones
fundamentales:

1. Aprovechar el valor profesional de tus trabajadores

La gestión estratégica de los recursos humanos es importante para asegurar el éxito de la


organización, siempre y cuando esté enlazada y vinculada a la propia estrategia empresarial,
a la misión, visión, objetivos y valores de la organización. Las personas tienen un valor
indiscutible en las empresas, como un recurso estratégico fundamental, para asegurar el
éxito empresarial y por tanto corresponde a los profesionales de los recursos humanos hacer
uso de este recurso.

Ahora bien no todos los profesionales tienen las cualidades o el saber hacer para lograr el
compromiso de los trabajadores con la estrategia empresarial, siendo necesario confluyan
los valores de los empleados con los de la organización.

2. La Gestión Ética de los RRHH como filosofía de liderazgo

Precisamente debe ser la ética y la filosofía la que haga que los valores de unos y otros
confluyan. Es en esta tremenda responsabilidad donde los profesionales de los recursos
humanos deben jugar un importante papel, en cuanto a líderes que hagan una gestión ética
de los recursos humanos. La gestión ética es una filosofía de liderazgo y gobernanza que
contribuye a la creación de riqueza a largo plazo, y además tiene en consideración a todas
las partes interesadas.

3. Mejora de los resultados económicos

La incorporación de la ética a la gestión de recursos humanos, tanto a nivel organizativo


como personal, implica que los deberes éticos de los profesionales de los RRHH deben ser
inherentes al liderazgo que deben ejercer para lograr el éxito de la organización. Esta manera
de entender el liderazgo en la Dirección de Recursos Humanos facilitaría enormemente los
resultados económicos y también los sociales, los de la propia organización o los propios de
la función de los recursos humanos, por ejemplo.

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4. Mejorar el servicio a los clientes

Estos profesionales éticos de los recursos humanos son los responsables, ejerciendo ese
liderazgo transformador, de crear una cultura organizacional que se basará en la confianza y
el respeto entre las partes, logrando el compromiso de los empleados, quienes trabajarán más
motivados y en coherencia con la estrategia empresarial. Esto repercutirá en ofrecer un mejor
servicio a los clientes, una mejora en la calidad lo que reportará una ventaja competitiva.

Podemos concluir diciendo que los profesionales de los recursos humanos guiados por la ética
-la cual debería estar presente en todas las áreas de la organización- debe dar respuesta
a las necesidades de los empleados permitiéndoles su participación activa en la toma de
decisiones, proporcionándoles los recursos y el apoyo organizativo necesarios para ello, pero
a la vez deben ayudar a la alta dirección a alcanzar la eficacia estratégica de la empresa. Se
convierten, por tanto, en líderes indiscutibles que deben ejercer su liderazgo de modo eficaz y
congruente con la estrategia empresarial sin perder de vista las necesidades y requerimientos
de los empleados y empleadas.

3.7 Bien Común, Empresa y Propiedad


No cabe duda que la parte en que la ética se muestra más urgente y necesaria se vincula con
el bien común o justicia social:

La justicia (iustus, ius, iustitia) corresponde al derecho que todos poseemos por igual, mediante
el trabajo, a los satisfactores de las necesidades básicas y a los medios de realización del proyecto
de vida. Según palabras de Aristóteles “Lo que el hombre necesita para vivir es propiedad dada
por la naturaleza (...) porque la naturaleza no ha hecho nada en vano”.

Por otro lado, Platón con respecto a la propiedad expresa que esta debe ser común a todos los
hombres para beneficio de todos; la propiedad privada muchas veces ha sido motivo de discordias,
de pugnas, de violencia. Recordemos que en el Génesis se menciona lo siguiente: La tierra y
todo lo que ella contiene ha sido dado por Dios a todos los hijos de los hombres. Ambrosio de
Milán, maestro de Agustín, expresó: “No es parte de tus bienes lo que tú das al pobre; lo que
le das le pertenece. Porque lo que ha sido dado para el uso de todos, tú te lo apropias”.

¿Qué es lo que podría legitimar, entonces, el régimen de propiedad privada? Hay que subrayar
que la única condición que lo legitima es:

Si bajo este régimen se administran mejor los recursos de todos a


favor de todos.

Por tanto, los demás derechos deberán quedar supeditados a esta condición, si no se quiere
obrar con la arbitrariedad de un “derecho” que solo favorece a los privilegiados.

Se ha definido el bien común o justicia social como el conjunto de medios que impulsan el
desarrollo de la persona humana: Medios para poder acceder, a través de un trabajo digno, a los

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satisfactores de las necesidades humanas, a los bienes materiales y culturales que todo hombre
requiere para afirmarse como persona. Adicionalmente a los bienes materiales y culturales, la paz
social es considerada como otro elemento del bien común, ya que sin ella resulta poco factible
la realización de un proyecto de vida. No olvidemos que la paz es la tranquilidad del orden, no
de aquella impuesta por la acción de las armas, la intimidación o el temor.

Por otro lado, recordemos que el fin primario de la política es el bien común. La calidad de
un Gobierno debe juzgarse por el grado que alcanza la justicia social; más aún, lo único que
legitima un régimen político, incluida la democracia, es -si no el ideal logro total- la progresiva
aproximación al bien común. Un Gobierno elegido democráticamente por el pueblo limpiamente
pierde su legitimidad si no camina hacia el bien común, si su política económica favorece a la
minoría y discrimina a la mayoría.

Las empresas de bienes y servicios, también tienen la responsabilidad de procurar el bien común.
Es decir, la empresa está éticamente obligada a fomentar el desarrollo de todos los que la integran
no solamente a través de un salario justo, debe propiciar un clima solidario, subsidiario y los
bienes culturales de acuerdo con la dignidad y libertad correspondientes a todos sin distinción.

Por cuanto, este es el real sentido de la subsidiaridad: Constituye un deber de la empresa brindar
apoyo a todos sus miembros por igual, y cualquier distinción solo se legitima cuando favorece
a los más necesitados (John Rawls, 1971).

Es también el sentido de la solidaridad: La empresa debe actuar como un cuerpo sólido. Cuando
se trata de auxiliar a un miembro débil o afectado, el comportamiento del cuerpo humano es
ejemplar y maravilloso: Una pequeña herida en un dedo pone en movimiento de emergencia
a toda la capacidad del cerebro, del sistema nervioso, de la sensibilidad; todo el poder de la
mente, de la imaginación y de la voluntad para ayudar y sanar al dedo herido.

Asimismo, se incluye el comportamiento de un sólido cuerpo empresarial: Donde quienes lo


componen se apoyan, defienden, auxilian, impulsan, siendo que se desean sinceramente el bien
y se lo procuran.

De modo que esta solidaridad es lo que hace a las empresas fuertes, consistentes, fecundas,
eficientes, como lo demuestra Guadalupe Medina en su brillante tesis “¿Es posible armonizar los
principios éticos (bien común, solidaridad, subsidiaridad) y la eficiencia empresarial?” (1995,
p. 82):

“La meta es que la empresa llegue a ser una verdadera comunidad humana donde se reconozca
la trascendencia de la persona y se logre la integración armoniosa y respetuosa de quienes
aportan trabajo, dirección y capital con el fin de maximizar la productividad, la calidad y, sobre
todo, que se respeten los principios de justicia, solidaridad y subsidiaridad”.

Lo relevante de esta tesis es que mediante su investigación de campo demuestra fehacientemente


que es posible armonizar los principios éticos y la eficiencia.

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3.8 Código de Ética Empresarial
A continuación, ponemos a su alcance algunos principios fundamentales para un Código de Ética
(Wharton School’s Legal Studies Department) considerados defendibles, funcionales y realistas
para toda empresa y que no excluyen otros que pudieran ser más adecuados a necesidades
específicas:

• Hacer muy bien lo que a cada quien corresponde. La aplicación de este principio
basta para que una empresa funcione a la medida, porque implica todos los niveles de
mandos y operaciones, relaciones humanas, obligaciones específicas, control de calidad,
responsabilidades especiales, planeación fundada... todo esto con espíritu solidario.

• Confidencialidad. Toda empresa tiene ámbitos de necesaria privacidad y absoluta reserva.


Refiere a las zonas de seguridad, de acceso riguroso, controlado y exclusivo a los que
corresponde la responsabilidad en esas áreas. Constituyen los campos protegidos por el
secreto profesional. Por su importancia, la violación de estos secretos expone un grado
muy alto de inmoralidad. Por consiguiente, la transparencia en el desarrollo de las políticas
institucionales se debe armonizar con la observancia de la confidencialidad.

• Fidelidad al cumplimiento de responsabilidades especiales. Este principio se ha visto


muy relacionado con los anteriores. Subraya, por decirlo así, la necesaria devoción por la
obligación correspondiente. Esto supone que se trata de un trabajo no solo de acuerdo a
las aptitudes, sino también a los intereses; cuando se defiende con entusiasmo y hasta
con pasión la parcela del deber particular. Lo opuesto es el trabajo impuesto, realizado
sólo por necesidad, contrario a la dignidad y a la justicia.

• Evitar conflictos de intereses. El camino más corto del fracaso de una empresa es el
de las pugnas, divisiones y conflictos, que es la vía opuesta a las relaciones solidarias. La
mejor, la única manera de prevenir situaciones conflictivas es el cultivo de la solidaridad,
como se ha descrito anteriormente. Esto requiere un verdadero interés de todos los
miembros del cuerpo empresarial, lo opuesto a las imposiciones dogmáticas, al abuso, a
la explotación.

• Actitud de obediencia a la ley. Cabe señalar que la observancia de la ley y del espíritu
de la ley es una construcción mínima de convivencia respetuosa. Sin embargo, muchas
veces esta construcción es dilapidada; de allí la importancia de la elemental protección
derivada del temor a las sanciones aplicables por violaciones de las leyes. Algunas empresas
suelen burlar las leyes laborales, impositivas, sociales por fines lucrativos o simplemente
porque “los demás lo hacen”.

• Respeto por el bienestar de todo ser humano. Recodemos siempre que toda persona
merece respeto, esto llevado al campo de la empresa, refiere al respeto de clientes,
accionistas, trabajadores y autoridades, quienes merecen respeto, no solamente por el
cargo que desempeñan, ni por los beneficios que otorgan a la empresa, sino por su condición

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de personas. Solamente cuando en una empresa se llega a percibir la dimensión personal
en primer plano, en primera instancia, solo entonces se podrá hablar de adopción de una
Ética empresarial.

• Respeto a la libertad y a los derechos constitucionales de todos los integrantes.

• Obrar de buena fe en los negocios.

3.9 Cualidades Éticas de una Empresa de Calidad


DE LA ÉTICA Y LA CALIDAD

Presentamos una serie de cualidades cardinales, que por su sorprendente resultado obtenido
en lo que respecta a riqueza humana y eficiencia empresarial, han sido decisivas para el éxito:

• Libre adhesión. El trabajador tiene la libertad de decidir si ingresa a trabajar en una


empresa o no, esta elección va supeditada por sus aptitudes e intereses.

• Participación democrática. Cada uno de los integrantes de la empresa pueden aportar


sus percepciones, perspectivas, soluciones, contribuyendo de esta forma a la salud y al
éxito de una unidad sólida; lo opuesto a la organización vertical, tecnocrárica, impositiva,
mecánica.

• Soberanía del trabajo. En virtud a que el trabajo es el principal factor custodio de la


naturaleza, de la sociedad y del propio ser humano, el trabajador actuará de protagonista
de las decisiones que afectan su actividad y su proyecto de vida.

• Carácter instrumental del capital. Responde a un orden natural, dictado por una mente
sana que establece las relaciones del hombre inteligente y libre. Lo contrario es la ganancia
como fin, la persona al servicio del capital, el imperialismo del dinero, que aunque es lo
más común no deja de ser lo más perverso.

• Participación en la gestión. Se ha observado en muchas empresas que cuando se


presente algún tipo de inconveniente o problema, las mejores ideas para su solución han
sido provistas por sus propios trabajadores, de esta forma se brinda apoyo a la gestión.

• Solidaridad retributiva. Cuando en la empresa se retribuye con justicia solidaria,


la empresa produce adhesión y entrega generosa en beneficio de todos. Resulta una
inadecuada política empresarial aquella que busca ganancias económicas a costa del
sacrificio de los más débiles.

• Compromiso social. Ciertamente ninguna empresa podrá subsistir sin la presencia de


clientes, proveedores, materia prima, seguridad social, motivo por el cual la empresa tiene
un compromiso de justicia conmutativa con la sociedad. Esto implica velar por la calidad de
sus servicios y productos, debe colaborar con el desarrollo de la comunidad, debe cuidar
el medio ecológico, debe retribuir a la sociedad por lo menos en la proporción en que ha
recibido sus beneficios.
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• Propiciar la educación. Cada empresa sin distinción debe preocuparse por el desarrollo
de sus integrantes, porque su propia calidad depende del crecimiento humano de sus
miembros, y esto atañe a la educación. Puesto que la mayor fuerza de una empresa radica
en la calidad de todos sus miembros, perfectible por la educación.

UNA NUEVA ACTITUD ÉTICA

La Empresa debe tener las siguientes preocupaciones éticas:

• No es legítimo fomentar la ética empresarial con fines comerciales.

• El establecimiento del deber ser del humano se deriva de lo que el hombre es en verdad,
sin megalomanías.

• La ética de la libertad irrestricta, de la autonomía sin límites es errónea porque se basa en


el concepto falso del hombre carente de límites. El mal es mutilación, mientras que el bien
es plenificación del ser. La conciencia cuando no ha sido pervertida, es un juez insobornable.
El hombre no es corrupto, pero puede ser corrompido.

• Lo que el hombre hace de sí mismo y por sí mismo es lo más noble de su personalidad.

• De nada sirve el derecho de ser libre si no se puede ejercer la libertad.

• Las derrotas de la libertad humana son derrotas de la ética.

• Existen dos tipos de empresas: Aquellas que tratan al trabajador como persona y las que
tratan a las personas como mercancías.

• La ética de la empresa debe perseguir el trato de sus integrantes de acuerdo a su dignidad.


Recuerde que la dignidad es el hombre por lo que es.

• La única legitimación del gobierno es el logro del bien común.

• Lo que el hombre necesita para vivir es propiedad dada por la naturaleza: De Aristóteles
para los que piensan.

• La tierra y todo lo que ella contiene ha sido dado a todos los hijos de los hombres: Palabras
sagradas (Génesis).

• El régimen de propiedad privada se legitima si y solo si, bajo el mismo se administra mejor
lo que pertenece a todos en favor de todos.

• Los derechos humanos son de todos los humanos: Aunque tautológico, el énfasis es
necesario. La paz del bien común es solo aquella que engendra la justicia: Otra evidencia.

• La solidaridad es la actitud de un organismo que sólidamente auxilia a un miembro débil


o dañado.

• La justicia no es caridad; esta empieza donde aquélla quedó cumplida. La justicia


conmutativa es la de las transacciones entre iguales.
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• El libre mercado no es libre si no se practica entre iguales.

• Lo relevante y difícil de la ética no es saber qué se debe hacer, sino hacer lo que se debe
(reiteración deliberada).

• Los principios, teorías y códigos de ética son obviedades que, a base de repetirse, se
espera sean observados.

• Haz a los otros lo que quisieras que te hicieran.

• Haz lo que aprobarías que todo el mundo hiciera (eliminada la mediocridad).

• Tenga siempre presente que la persona es un fin, no un medio.

• A todos por igual, menos cuando exigen diferencias los más necesitados: Bien dicho por
Rawls.

• “A cada quien de acuerdo a sus necesidades, y cada quien de acuerdo a sus aptitudes”.

• Basta con este principio tomado en serio y en todos los niveles: Haz muy bien lo que te
corresponde.

• Obra de buena fe en los negocios.

• La ética sostiene que es falso que esté permitido todo lo que la ley no prohíbe.

• Es falso que una empresa cumple su compromiso con la sociedad si es eficiente: Depende
del destino de la eficiencia.

• Lo más relevante es la persona. Este lema vivido comprende toda la ética en los negocios,
es decir, la calidad humana de la empresa.

• Es posible armonizar la eficiencia empresarial con los Principios Éticos.

3.10 Ética, Productividad y la Competitividad


Para empezar este punto podemos decir que la ética debe estar presente en lo estratégico, en lo
táctico y en lo operativo, es decir, debe sentirse en las directivas, en los ejecutivos y en general
en todas las personas que conforman una organización. Esto permite garantizar una gestión
fundamentada en principios no negociables y no adaptables por conveniencias o interpretables
según el momento o la circunstancia.

De modo que al incorporar la ética a la vida y dentro de ella al trabajo, al asumir la ética como
un nuevo paradigma empresarial se asegura de manera integral un buen presente y un mejor
futuro pues los valores y los principios éticos forjan una ventaja competitiva duradera, real, no
emergente, ni dependiente, ni cuestionable por propios o extraños.

Ser ético es proyectar los valores y principios fundamentales a la realidad, al que hacer,...es
decir, actuar como consecuencia de la interiorización de acciones socialmente responsables que
traigan beneficios individuales y comunitarios.
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Al respecto, ¿cómo se fortalece el comportamiento ético?

Tengamos presente que el comportamiento está ligado a la formación, a la manera de actuar en


sociedad, a las experiencias, a las emociones, a las creencias, a las habilidades, a las actitudes...
por ello es necesario alentar practicas éticamente aceptables y moralmente correctas mediante
el buen ejemplo y la no aceptación de actos moralmente degenerativos, más aún, es necesario
construir una cultura ética.

¿Qué tipo de dilemas éticos se enfrentan?

Quizá el primero es decidir cómo se cumplirá el plan maestro; las políticas establecidas, los
objetivos estratégicos, las tácticas por adelantar, las cifras por alcanzar, los plazos disponibles...
sabiendo que el fin no justifica los medios y si los medios deben dignificar el fin.

Por eso es importante desarrollar programas de ética que orienten la interiorización de principios
y valores requeridos para una adecuada gestión y que permitan a las personas asumir costumbres
y comportamientos reunidos en un ideario ético que defina lo que es aceptable y las acciones u
omisiones que nos reprochables y que exigirán enmienda.

¿Por qué el nivel ético es un factor clave para la competitividad?

Porque si bien un actuar poco ético puede traer aparentes beneficios o beneficios a corto plazo, no
he visto hasta la fecha que estos se acompañen de buen futuro, y si definimos la competitividad
como la característica que permite lograr la misión en forma más exitosa y permanente que
otras empresas, entonces se requiere la ética como garante de procesos centrados en nuevas
posibilidades de ganancia.

¿Qué es gestión ética?

Es el actuar resultante de asumir un modelo de vida que fortalece el valor moral y eleva la
capacidad de resolver los dilemas éticos que se enfrentan a diario.

Pasos a seguir para forjar una cultura ética organizacional

Si el objetivo es construir una cultura ética, debes seguir esta secuencia:

• Compromiso de la gerencia con asignación de recursos.

• Sensibilización y concienciación de la necesidad de un actuar ético.

• Fundamentación y formación en identificación y resolución de dilemas éticos.

• Construcción del ideario ético, valores, principios y sus comportamientos asociados.

• Acompañamiento y control para asegurar el cambio organizacional.

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Para finalizar presentamos cinco premisas que te apoyarán si te animas a construir una cultura
ética en tu empresa.

1. “El uso de prácticas éticas aumenta la salud corporativa, la productividad y las relaciones entre
equipos de trabajo, clientes, proveedores,...”.

2. “Una imagen pública ética fortalece el compromiso, el deseo de trabajar, la unión, la


cooperación...”.

3. “Siendo la ética la ciencia aplicada al arte de vivir y la moral el conjunto de hechos psicólogos
que dignifican la vida, debemos aplicar conjuntamente la moral y la ética laboral”.

4. “La meta de cualquier empresa debiera ser ganar dinero éticamente para tener un buen
presente y asegurar un mejor futuro”.

5. “Un directivo no puede permitir en su gente actos poco éticos en contra de clientes, proveedores,
colaboradores, socios o del entorno en general”.

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Referencias
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Porrúa.

• Badaracco, J. L. (1995), Business ethics: Roles and


responsabilities, Chicago: Irwin.

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directivo, México; Grijalbo. Bunge, M. (1960), Ética y
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ejecutivo de finanzas: Un sentido de responsabilidad
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• Velázquez, M. G. (1998), Business ethics: Concepts


and cases, Englewood Cliffs N.J.: Prentice Hall.

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