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«Martha Graham, una pionera americana» por Ana Abad Carlés

20miércolesJUN 2012
POSTED BY IBIS ALBIZU IN CONFERENCIAS
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El pasado 17 de mayo el ciclo «Hijos díscolos de Terpsícore» tuvo
como protagonista a la coreógrafa Martha Graham (1894-1991).
Ana Abad Carlés se encargó de la presentación de algunas de las
obras de la autora, que a modo de conferencia-proyección, sirvieron
para sintetizar parte de su obra. Un ejercicio que resultará útil para
los que no conozcan a Graham, y quizá demasiado general para los
que estén familiarizados con ella. Como sucede siempre con las
grandes figuras.

Este ciclo gira en torno a la «Exposición de los ballets rusos de


Diaghilev» y es cierto que Graham apenas tiene relación con ellos.
Tan sólo podría citarse la invitación que Massine le hizo durante los
años 30 para participar en el papel de «la Elegida» en su versión
de La consagración de la primavera para los «Ballets rusos de
Montecarlo», además de una conflictiva conversación con Fokine
que la coreógrafa recoge en su autobiografía.
En todo caso, Graham conoce el ballet y de hecho, creó una técnica
que, aunque distinta a la del clásico, guarda relaciones sustanciales
con ella. Este hecho, además, es uno de los que posibilita que, a
pesar de su fallecimiento, se puedan seguir recreando sus
coreografías (siempre y cuando se consiga permiso expreso de su
Escuela). Martha Graham se formó en la Escuela Denishaw que
abandonó en 1923 junto a la también coreógrafa Ruth Saint Denis,
con la que estudió en la India hasta 1926. De esta experiencia le
quedará una relación con lo Oriental, que después llegará hasta el
japonismo. Esta generación de norteamericanos estaba a la
búsqueda de un lenguaje nuevo que les permitiese expresar
emociones y contar historias que la técnica del clásico impedía. Tras
montar su propia Compañía, Graham tuvo que desaprender lo
aprendido («y todo el que trabaje con danza sabe que esto es muy
difícil, ya que se trata del cuerpo» añade Carlés).
De origen norteamericano, Martha Graham es considerada «la
madre de la danza moderna» una autodenominación que, según
Carlés, la Historia ha confirmado (una curiosa y recurrente
afirmación de esta investigadora en historia). En todo caso, Graham
es sin duda una de las pioneras de la danza americana, que tiene
como protagonista a las mujeres. Su presencia es manifiesta -y no
sólo por su longevidad- a lo largo de todo el siglo XX.

No se puede comprender el ascenso de la «modern dance»


norteamericana sin la Universidad. En 1934 la Universidad de
Benninghton crea Cursos de Verano donde la danza estaba presente
en condiciones de igualdad con las otras artes. De este hecho se
desliga la importancia teórica que tiene la llamada «danza moderna»
que, a partir de entonces, irá en aumento; en Estados Unidos la
danza está en la Universidad (algo que no sucede en Europa) y por
lo tanto está unida a una de las instituciones con más peso social,
asentándose así en el seno cultural del país. Los coreógrafos se
rodean de intelectuales y participan activamente en los problemas
artísticos, lo que no sólo les permite relacionarse con otras artes sino
crearse un perfil intelectual de cara a la sociedad. Un excelente
medio para validar nuevas formas artísticas necesitadas de peso.

En sus primeras coreografías se ve todavía mucha influencia de la


escuela Denishaw, además del expresionismo alemán (cercano al de
la coreógrafa Mary Wigman). Es el caso de «Heretic», estrenada en
1929, una obra simple y percusiva, con una gran austeridad.

Dentro de la misma línea coreográfica puede incluirse su solo


«Lamentation» (1930), cuyo título hace referencia al lamento de una
madre, y que está inspirada en una escultura del expresionista
alemán Ernst Barlach. En esta coreografía Graham comienza a
explorar movimientos típicos del mimo que después se verán en su
técnica. A nivel narrativo, es de destacar el papel de la mujer -algo
que también se inicia en esta obra pero que recorrerá toda su carrera-
que aparece como generadora de vida y profeta de la historia. La
vestimenta de la bailarina comienza a alejarse de lo fantástico (como
era el caso de Isadora Duncan, vestida con túnicas griegas) para
quedarse cada vez más cerca de lo cotidiano.

En la obra «El penitente» (1940) ya puede verse una incipiente


«técnica Graham», donde predomina el plexo solar y las
contracciones. Para la coreógrafa, el origen del movimiento está en
el plexo solar, una idea que proviene de Oriente. Siguiendo la teoría
de Delsarte identifica la zona pélvica como el centro de gravedad y
emoción del ser humano -lo que hoy se conoce como «contracción»-
y lo convierte en el punto de arranque de toda su técnica. Respecto a
lo temático, Graham quería hacer obras que fuesen típicamente
americanas, por lo que el folclore de América Central es un tema
recurrente. En esta obra se interpretan simbólicamente las
celebraciones de la Semana Santa, donde predomina el tema de la
muerte y los ritos campestres.

El estreno tuvo como protagonistas a un joven Merce Cunningham,


a la propia Martha Graham, y a su marido. El decorado es de
Neguchi, una colaboración que es ya legendaria: gracias a los
diseños de este artista japonés, los objetos de los bailarines se
transforman en función al uso al que son sometidos.

En los años 40 se produce un cambio temático importante que tiene


que ver con la Grecia clásica. Atraída por la mitología griega crea
obras como «Erodíade» (1944). En esta época Graham lee a
filósofos como Nietzsche y a psicoanalistas como Jung. Del primero
de ellos toma la idea de lo apolíneo y lo dionisiaco (se trata de dos
conceptos muy complicados. A modo de síntesis, puede servir lo que
la Ana Abad Carlés escribe en su libro Historia del ballet y de la
danza moderna: «Del filósofo alemán tomó los principios de la
dualidad humana y artística entre los aspectos dionisiaco y
apolíneo. De ellos concluyó que el deseo de todo hombre y artista es
seguir las ideas asociadas a Apolo, el arte puro, el arte por el arte
en su más perfecto equilibrio de belleza y forma. Sin embargo, la
naturaleza dionisiaca nos hacía perder ese equilibrio en pos de un
arte y una concepción espiritual mucho más cercana al placer
momentáneo. De esa dicotomía entre el equilibio y la pérdida del
mismo nacería su famosa técnica del «fall and recovery», por la
cual el cuerpo es atraído por la gravedad del suelo y, sin embargo,
recobra su equilibrio vertical en una constante lucha por mantener
este último«), mientras que de Jung toma la idea del «inconsciente
colectivo» (de la que se desliga una interesante cuestión, la del
subjetivismo narrativo, que significa que las historias no sólo tienen
un relato oficial -por ejemplo, el contado en el programa de mano-
sino que producen en el insconciente de cada cual una imagen
distinta que quizás no encaje con ese relato oficial. El tiempo
también pasa por lo subjetivo, por eso la mayor parte de sus obras
tienen argumento, pero no estructura) y de lo «arquetípico», sobre
todo el de la mujer. Una preocupación que la llevó a buscar lo eterno
de la mujer, la inmortalidad presente en cada una, coreografiando
multitud de obras en las que la protagonista era una mujer en
conflicto con el entorno o con ella misma. Graham era la
protagonista de casi la totalidad de sus obras, por eso cuando tuvo
que retirarse sufrió una crisis de la que sólo se recuperó años
después.
En esta época también se ve muy influenciada por el teatro griego:
en obras como «El viaje nocturno» (1948) la acción es contada por
el coro, que se identifica con el cuerpo de baile.

A Graham la criticaron porque si la danza moderna surge de una


oposición a lo clásico ¿por qué codifica, por qué crea una técnica?,
¿no está, en el fondo, haciendo lo mismo?. Carlés cree que lo que
sucede es que Graham entendió que si no creaba una técnica sus
coreografías se perderían. Por eso creó una estructura de clases
partiendo del ballet clásico, en la que la «barra» es sustituída por el
«suelo» para dar estabilidad y donde, al igual que en el ballet
clásico, después hay «centro» para terminar con «diagonales» (la
codificación definitiva de la clase de ballet tal y como se conoce en
la actualidad proviene del italiano Carlo Blasis).

Una vez más, aparece el problema de la notación de la danza, el


eterno conflicto entre técnica y expresión. La coreógrafa Agnes de
Mille (creadora del ballet norteamericano) recoge unas palabras que
expresan muy bien este problema y con las que Carlés termina su
conferencia: «Hay una vitalidad (…) que se traduce en el
movimiento. Y sólo hay un tú en cada momento, si no lo haces, se
perderá«

Compromiso político y social


El discurso narrativo de esta creadora universal también tiene
un fuerte compromiso político y social, en defensa de la mujer o
antibelicista, fruto de los tiempos convulsos que le tocó vivir.
Es el ejemplo de trabajos como la desgarradora Deep Song, en
la que denunció el drama de la Guerra Civil española; una
creación que arrancará el primero de los programas del Teatro
Real.
Estrenada en 1937 en Nueva York, la coreografía es un grito de
resistencia contra la guerra, donde la tragedia de España se
universaliza: “Los bailarines experimentan con la distorsión del
cuerpo para expresar la angustia y el horror”, ahonda Janet
Eilber.
El compromiso político de la coreógrafa se muestra
explícitamente en Chronicle, que nace como reacción al
ascenso del fascismo en Europa.Graham había declinado la
invitación para participar en los Juegos Olímpicos de Berlín en
1936, en rechazo a la persecución nazi contra los artistas
judíos. La devastación de espíritu está presente en este alegato
antibelicista que sube al escenario a las once bailarinas de la
formación, en un recuerdo de cómo “las mujeres encontraron
en los años 30 a través de la danza una forma de expresar su
fortaleza”.
Escena de 'Maple rag leaf' Foto:Hibbard Nash
En paralelo a la preocupación social, el torrente creativo de
Martha Graham se extiende a los diseños escénicos y de
vestuario, que ella misma realizó o en colaboración con artistas
como el escultor Isamu Noguchi, que firma los diseños
de Clytemnestra y Cave of Heart que se bailarán en el
escenario del Teatro Real de Madrid; la coreógrafa profesaba
devoción por la estética oriental que impregna gran cantidad de
sus obras.
La bailarina ideó 181 coreografías y fiel a su espíritu indomable,
declaró en una de sus últimas entrevistas antes de fallecer a
los 97 años su intención de seguir innovando:“Nunca pienso en
las cosas que hice; solo en las cosas que quiero hacer, en las
que todavía no he hecho”.

Poseedora de un estilo lleno de simbolismo, espiritualidad,


psicología y fuerza expresiva, la bailarina y coreógrafa
estadounidense Martha Graham, creadora de uno de los
métodos más famosos de la danza contemporánea, nació el 11
de mayo de 1894 en Pittsburgh, Pensylvania.
Cuentan sus biógrafos que empezó sus estudios de danza en 1916
en Denishawn, escuela y compañía fundada por Ruth Saint Denis y Ted
Shawn, de quienes aprendió la utilidad de valorar las danzas no
occidentales. A pesar de no contar con las aptitudes técnicas de sus
compañeras, poseía una cualidad que la distinguía de las demás: su
extraordinario fervor.

La tenacidad y entrega emocional de Martha eran excepcionales y


compensaban cualquier tipo de carencia. Ello la llevó en 1923 a convirtirse
en profesora de la Eastman School of Music de Richester, y desde entonces
se dedicó plenamenta a la coreografía. Será tres años después, en 1926,
cuando debutó como artista independiente en Nueva York. Por esas fechas
abandonó las enseñanzas clásicas y románticas y comenzó a interesarse por
la danza contemporánea.
«Haré este tipo de trabajo o cualquier otro que desee hasta que el público
me indique que debo detenerme», fue la respuesta que dio la bailarina a las
críticas recibidas de sus maestros cuando decidió abrirse camino sola. Como
maestra, Martha reclamaba la más absoluta entrega, en sus clases nadie reía,
charlaba ni murmuraba. No había ni «buenos días» ni «adiós», sólo se
escuchaba su voz dirigiendo indicaciones. Para ella, la disciplina era la fuente
del éxito: «El bailarín es realista, su arte le enseña a serlo. No importa si el pie
está en puntas o no, ningún sueño lo pondrá en puntas por nosotros. Para
ello se necesita disciplina, no sueños», sentenciaba.

En los años 30 la danza moderna sufrió un verdadero cambio de rumbo,


pues al igual que en otras corrientes artísticas, sobre todo el teatro, el
agitado clima político y social de la década influyó en el movimiento de
manera decisiva. Los nuevos coreógrafos mostraban un gran compromiso
social y un deseo de llevar la danza a una mayor cantidad de público. A su
vez, también crecía entre ellos un fuerte desprecio hacia el ballet «de
establishment» y la liviandad de sus argumentos, que sólo reproducían el
romanticismo del siglo XIX y estaban dirigidos a una elite.

Graham no estuvo ajena a este movimiento e influida por la corriente


filosófica existencialista, especialmente por su amigo Jean Paul Sartre, y el
socialismo, sus trabajos «Heretic» y «Sketches for the people», eran estudios
sobre la rebelión de masas. Pero si en algo su trabajo fue realmente
revolucionario fue en su necesidad de expresar la realidad de su país y lograr
un estilo que se diferenciara del ballet europeo.

En sus obras «Frontier» y «Appalachian Spring», la coreógrafa reflejaba la


vida cotidiana del pueblo estadounidense. En la década de los años 50 ya era
una de las bailarinas más renombradas del mundo y la auténtica líder de la
danza moderna. Su producción coreográfica era enorme y sus temáticas se
habían ampliado hacia direcciones tan diversas como los rituales religiosos,
la mitología griega, la condición de la mujer, las tragedias poéticas y la sátira.
Además, en la mencionada época tenían un halo de sensualidad y pasión
gracias al gran amor que estaba viviendo con uno de sus bailarines.

El gran aporte técnico de Martha Graham a la danza fue la creación de un


nuevo método denominado por ella misma «contracción y relajación».
A partir de movimientos curvos y ensimismados del torso expresaba una
parte esencial e ineludible del ser humano, olvidada hasta entonces: el dolor.
Si en el ballet clásico uno de los propósitos básicos era ocultar el esfuerzo,
ella lo hacía visible porque «es parte de la vida». De esta forma, todo el
abanico de sentimientos quedaba representado: odio, amargura o éxtasis
eran transmitidos con un solo gesto. Graham se concentró en el torso como
fuente de vida, como motor.

«Los brazos y las piernas pueden ser usados para manipulaciones o


traslados, la cabeza para decisiones y juicios. Pero todo, cada emoción, se
hace visible primero en el torso. El corazón late y el pulmón se llena, allí está
el aire y con él la vida», decía.

Este estilo coreográfico le dio a sus obras una visión dura y angular, con
reminiscencias cubistas; como en su célebre obra «Lamentation», en la que
la bailarina expresaba la angustia de una mujer, envuelta en un largo tubo de
tela elástica en el que sólo su cara quedaba expuesta. Estas formas eran muy
poco familiares para el asiduo público de ballet, que en un prinicipio la acusó
de bailar de forma «antiestética».

A pesar de la fama y los honores, a la bailarina le costaba cada vez más


sostener su compañía, ya que se negaba a que sus obras fueran
representadas por otros grupos de danza o por alguien que no hubiera sido
entrenado en su enseñanza y estilo. Por lo demás, sabía que al entregar sus
coreografías a otros grupos perdería el control de las mismas y esto podría
desvirtuarlas. En 1968, a los 64 años, dio su última función como bailarina.
Desde hacía tiempo la crítica y sus propios compañeros la presionaban para
que dejase el escenario. El costo de esta decisión fue muy grande: la
coreógrafa cayó en un colapso físico y moral durante varios años.

Sin embargo, en 1973 renació de sus cenizas: volvió a crear coreografías, a


ponerse al frente de su compañía y a acompañarla en las giras hasta su
muerte, ocurrida el 1 de abril de 1991.

«Nunca pienso en las cosas que hice; sólo en las cosas que quiero hacer, en
las que todavía no he hecho», aseguró en la última entrevista que concedió,
hecha poco tiempo antes de su fallecimiento. A lo largo de su carrera,
Graham creó más de 200 balletes y hoy en día su escuela, su compañía y su
técnica continúan vigentes. Fuente Notimex/AYV

Martha Graham, coreógrafa, bailarina y profesora de danza


estadounidense.
La llaman «La Picasso de la danza» porque su contribución a la
danza moderna ha sido tan grande como la de Picasso al arte
moderno, a ambos los unió su deseo de renovación permanente y
la ruptura de las estructuras tradicionales.
Martha Graham se enamora de la danza cuando, acompañada por su
padre, acude a una presentación de la bailarina Ruth Saint Denis.
Supo, desde entonces, que la danza sería su vida. A los 21 años se
matricula en la escuela de Denishawn de Los Ángeles, fundada por
la propia Ruth St. Denis y su esposo, Ted Shawn. Y aunque una de
las objeciones que recibe es no tener ni cuerpo ni edad para la danza,
su tenacidad, disciplina y entrega suplen la falta de técnica y su
comienzo tardío en esta disciplina. Pronto destaca y termina
bailando a nivel profesional varios años en la compañía.
Pero Martha quiere independizarse y se traslada a Nueva York. En
estos primeros años comienza a gestarse su estilo de movimiento,
influido por tres hechos:
—Su intensa colaboración con el músico Louis Horst que le hace
tomar contacto con las corrientes de la danza libre europea como las
teorías del movimiento y el diseño del cuerpo en el espacio
de Rudolf von Laban.
—La estética de Mary Wigman, bailarina alemana, principal
artista de la danza expresionista.
—Las investigaciones de François Delsarte, con su ley
fundamental del nexo constante entre gesto y espíritu. Delsarte
desarrolló un estilo interpretativo basado en conectar la experiencia
emocional del actor con una serie de gestos que observó en las
relaciones humanas.

La fuerza expresiva de Martha Graham, patente en esta imagen.

Lo que busco de un bailarín es su avidez, su


voracidad por la vida… una memoria de sangre,
en el sentido de que pueda extraer de su vida más
de lo que realmente ha vivido. Tiene que haber
voluntad por explorar sentimientos desconocidos
y atreverse a sentirlos. Esto puede parecer
aterrador pero hay que hacerlo porque no existe
otra opción.

Tras un concepto de danza


Martha Graham, amiga de Jean Paul Sartre, se une al movimiento
social y filosófico existencialista cuya influencia se extiende
también a la danza, con la intención de acercar este arte a un público
más amplio. Graham rechaza el ballet clásico por elitista y por la
banalidad de sus argumentos —más centrado en la forma que
en lo que se quiere contar.
Su concepto de modernidad en la danza reside en la continua
experimentación e investigación de los movimientos para
comunicarnos un mensaje. Durante mas de veinte años estuvo
trabajando en este sentido y de esta época surgen coreografías con
temas sobre rituales religiosos, la mitología griega, la condición de
la mujer, las tragedias poéticas o la sátira.
Por otro lado, en sus obras se advierte cierta influencia
expresionista, de manifiesto al rechazar el concepto clásico de
belleza, cuando utiliza movimientos más abruptos y ásperos que en
la danza clásica y en el hecho de no renunciar a mostrar el
sufrimiento y la fragilidad del individuo, su lado más oscuro. Y no
lo hace ni con los gestos ni con los movimientos. Logra que nos
sintamos identificados con su expresión, con su posición
corporal; en cada movimiento reconoceremos nuestros estados de
ánimo, frustraciones o anhelos.
El arte como reflejo de lo que siente el ser humano ante el mundo
que lo envuelve. En sus primeros trabajos abstractos, Martha
Graham explora el movimiento iniciado en el torso, como
motor: «Los brazos y las piernas pueden ser usados para
manipulaciones o traslados, la cabeza para decisiones y juicios.
Pero todo, cada emoción, se hace visible primero en el torso. El
corazón late y el pulmón se llena, allí está el aire y con él la
vida.»
Cuando Martha crea su propia compañía, el público no comprende
esta nueva forma de expresión artística, nunca antes habían visto
nada igual.
«Haré este tipo de trabajo o cualquier otro que desee hasta que
el público me indique que debo detenerme» dice cuando
sus maestros la critican por abandonar las enseñanzas clásicas, pero
en unos años consigue el apoyo del público.

La técnica Graham: Contracción y


relajación
El gran aporte técnico de Graham a la danza es la creación de un
nuevo método denominado por ella misma ‘»contracción y release».
A través de movimientos curvos del torso, contracciones, torsiones,
espirales, rotaciones, y un continuo contacto con el suelo, la
coreógrafa expresa una parte esencial e ineludible del ser humano: el
dolor, obviado hasta entonces por el ballet clásico, que también
tiene como uno de sus propósitos básicos, ocultar el
esfuerzo. Martha hace visible el dolor porque considera que «es
parte de la vida».
Martha quiere representar las emociones del ser humano a
través del movimiento en la danza. Su investigación y trabajo
giran en esta dirección, y así logra expresar odio, amargura o éxtasis,
transmitirlas en un solo gesto.
Cuando Martha Graham baila, concentra su energía en el torso
como fuente de vida y motor.
La zona del abdomen conecta dos fuerzas energéticas
fundamentales: el sexo y la respiración, ambas creadoras de
vida. Con esta exploración corporal, la bailarina hace una aportación
vanguardista a la búsqueda de las zonas que actúan como fuente de
energía y que percibimos en la intensidad de los movimientos.
El cuerpo del bailarín refleja todo gesto que proviene de esta zona,
rica en energía, para llegar a ser plenamente expresivo. De aquí que
el ejercicio básico de esta técnica sea la contracción (exhalación) y
relajación (inhalación), un movimiento que simboliza el flujo de la
respiración, en el que dos fuerzas se oponen y complementan.

Danza.

Una característica de este tipo de danza, es el contacto continuo con


el suelo, el pie se estira desde el talón, un elemento propio de
culturas indígenas. El arte tropieza de nuevo con sus ancestros,
con los orígenes de la vida, con la cueva como símbolo de
los antepasados. Otro movimiento, cuyo centro de energía se
encuentra en la pelvis, es el de las espirales, cuando el cuerpo se
torsiona sobre sí mismo.
Martha Graham
Lamento (1930) es una de las coreografías más importantes de la
danza moderna, tanto que se incluye en el estudio de la danza
moderna en numerosas universidades.
En esa época, Martha Graham está desarrollando su lenguaje de
expresión de las emociones a través de la danza. Y en ella podemos
ver claramente la técnica de «contracción y release«. El
término release no solo hace referencia a la relajacíon física, sino
también a la mental y emocional.
Personalmente es una de las performance de Martha Graham que
más me impactan.
En Lamento la artista transmite el dolor con una fuerza expresiva tan
profunda que traspasa al espectador, y lo hace a través de un cuerpo
de mujer que se esconde tras un tubo de tela de color morado. La
danza se convierte en un lamento y la tela, en la piel de la artista que
cubre a la mujer.
No es el dolor específico de una persona concreta lo que quiere
expresar esta representación, sino la pena y la angustia profunda en
sí mismas.
Sentada en un banco, vemos a la artista como si estuviésemos ante
una escultura. Comienza el lamento en el silencio de una piel que lo
aprisiona dentro de un cuerpo afligido. Y sientes el dolor, por unos
momentos, y pareciera que quisiese huir, en el humano deseo de
escapar del cuerpo y la mente que lo embargan. Pero el lamento
vuelve e inicia su búsqueda hacia dentro…

«Lamento», de Martha Graham.


La danza de Graham se inicia en el torso, con contracciones y
relajaciones de diferentes partes del cuerpo, y continúa con unas
líneas corporales austeras y angulares, con un contacto muy cercano
al suelo…
Esa capacidad de hacernos sentir en nuestra propia piel el dolor
es el maravilloso milagro del lenguaje del arte.
He de confesar que no puedo evitar las lágrimas cada vez que veo
esta maravillosa escenificación.
Hay una anécdota que la propia Martha cuenta y que ocurrió en una
de las primeras representaciones de Lamento. Una mujer se le acercó
después de la representación, tenía el rostro tranquilo pero con
señales de haber llorado. La mujer le dijo: «Usted no sabe lo que ha
hecho por mi esta noche, gracias». Un hijo suyo de nueve años
había muerto atropellado por un camión y desde entonces era
incapaz de llorar. Viendo bailar a Martha sintió que el dolor era
honorable y universal y lloró con aquel lamento…
De nuevo el arte nos remueve, nos hace estremecer, arte con
lenguaje propio y vivo en cada uno de los que lo percibimos.

Martha Graham, una pionera de la


danza moderna
A esta bailarina estadounidense se atribuye la creación de un
nuevo lenguaje de movimiento que utilizó para mostrar
la pasión, la rabia y el éxtasis comunes a las experiencias
humanas.
Con su novedosa propuesta artística provocó toda una
revolución en su momento y desembocó en una técnica
concreta que hoy se estudia en todo el mundo.
El interés por la danza, protagonista de toda su vida, llegó a
Martha Graham a través de las exóticas interpretaciones que
la bailarina Ruth Saint-Denis (1879-1968) realizaba a partir
de danzas orientales. Con ella y en su compañía, la
Denishawn, recibió su primera oportunidad como bailarina.
Siete años de convivencia escénica después, Graham se
alejó de su mentora para emprender su camino en
solitario.
Desde sus primeras coreografías, la artista rehuyó la
exuberancia de las producciones de Denishawn y apostó por
una gran sencillez tanto en el vestuario como en la
escenografía.
Las peculiaridades de su danza, con movimientos angulosos,
causó rechazo al principio, pero su fuerte expresividad le
proporcionó muy pronto adeptos incondicionales.
A la vez que creaba sus coreografías, desarrolló diversas
técnicas con las que formó a jóvenes bailarines, y que
incluían trabajos de tensión y relajación y de armonización
de movimiento y respiración.
De su escuela salieron brillantes intérpretes y creadores
como Merce Cunningham. Como maestra, Martha
reclamaba la más absoluta entrega.
Precursora y comprometida
El conjunto creativo de Martha Graham asciende a un total
de 180 obras, y algunas de ellas aún hoy se pueden ver en
los escenarios a través de la Martha Graham Dance
Company que sigue existiendo sin la gran artista.
Sus trabajos de los años veinte y treinta pusieron de
manifiesto su actitud contra la injusticia
social: Revuelta (1927), Inmigrant (1928)
y Lamentation (1930), entre otras.
También mostró su interés por la tradición india en Primitive
Misterys (Horst, 1931), Frenetic Rhythms (1933)
y Frontier (1935).
En toda su obra se aprecia la influencia de la corriente
filosófica existencialista –especialmente por su amigo Jean
Paul Sartre– y el socialismo, interesándose sobre todo, en la
rebelión de las masas. Además, apoyó a la resistencia
española en contra del alzamiento militar del general
Franco y al levantamiento obrero en Estados Unidos durante
la depresión de los años 30.
Algunos de sus trabajos posteriores revelaron un claro
compromiso político. Dedicó Deep Song (Cowell, 1937) al
sufrimiento de la mujer durante la Guerra Civil española.
Rechazó el nazismo y se negó a actuar en la inauguración
de los Juegos Olímpicos de Berlín (1936).
En 1937 creó la coreografía American document, una
historia sucinta de Estados Unidos que representó en la Casa
Blanca, ante el presidente Roosevelt.
Pero el trabajo artístico de Graham fue revolucionario en
cuanto que fue la primera coreógrafa que expuso en el
mundo de la danza la necesidad de expresar la realidad
americana y lograr un estilo que se diferenciase del ballet
europeo.
Retirada como bailarina en 1970, siguió en activo como
coreógrafa.
En 1984, con noventa años de edad, preparó la La
consagración de la primavera de Stravinski. En 1973 se
publicó Notas de Martha Graham, obra que ofrece un
testimonio sobre la inspiración de sus más de 180 trabajos.

Considerada por muchos la madre de la "danza


moderna", Martha Graham, bailarina y coreógrafa
americana, ha influido tanto en la danza, así como Pablo
Picasso en la pintura o Igor Stravinsky en la música.

Martha nació en Pittsburgh, Pennsylvania, el 11 de mayo de


1894 en una familia acomodada. La danza irrumpió en su
vida relativamente tarde cuando, a la edad de 16 años, asistió
a la Opera de Mason en Los Ángeles, a ver una actuación de
la famosa bailarina Ruth St. Denis.
En 1916 entró en la compañía Denishawn, fundada por St.
Denis y Ted Shawn su marido y el éxito no tardó en llegar.
En 1920 fue la protagonista de "Xochital", un ballet escrito
especialmente para ella por Sahwn. Gracias a una
perfomance intensa y emocionante, Martha se ganó al
público y la crítica.

Después de ocho años dejó la escuela Denishawn para unirse


al vodevil del Greenwich Village Follies y el 18 de abril de
1923, hizo su debut en Nueva York, bailando en
composiciones de Scriabin, Claude Debussy, y Maurice
Ravel.

El éxito alcanzado en el cuerpo de baile de los cónyuges


Denis y Shawn le permitió dedicarse, en los años sucesivos,
a las experimentaciones que harían de Graham una de los
más grandes bailarinas del siglo XX. En la Gran Manzana,
de hecho, fue finalmente libre para organizar y dirigir la
coreografía de sus ballets.

Profesora de danzas en la Escuela de Música


Eastman, Martha tenía un completo control sobre la
organización de cursos y programas de estudio, así como la
posibilidad de experimentar con sus mejores alumnos.

En 1926, empujada por el deseo de difundir su arte, fundó en


Nueva York la homónima Dance Company. Una de las
primeras obras de esta compañía fue "Frontier"(1935), cuya
escenografía se encomendó al escultor Isamu Noguchi y la
música fue del compositor Louis Horst, dos hombres que
tuvieron mucha influencia en su desarrollo artístico.

Inmediatamente después de "Frontier", se unió a la


Compañía de Danza el joven bailarin Erick Hawkins, que se
casó con Graham en 1948. A pesar de la corta duración del
matrimonio, Hawkins permanecería en la compañía durante
diez años, bailando en muchas obras importantes.

Los años 30' estuvieron marcados para la coreógrafa por un


fuerte impulso creativo, donde su arte era cada vez más
refinado, tanto como para revolucionar la noción tradicional
de ballet.

En sus experimentaciones, Graham liberaba los cuerpos de


los bailarines. Sus coreografía estaban dirigidas a redescubrir
lo que el cuerpo puede hacer. Los bailarines ya no estaban
obligados a adaptar su apariencia a las posturas escleróticas
de la tradición clásica, por el contrario, era la "danza
moderna" la que se adaptaba a la conformidad y
características físicas individuales de los bailarines.

La técnica desarrollada por Graham a lo largo de los años se


basó esencialmente en la respiración, el movimiento
instintivo de los artistas y sobre una relación con el suelo. De
hecho, la gran coreógrafa estadounidense abandonó la
tradicional zapatilla de punta. En sus actuaciones y, en sus
enseñanzas, privilegiaba el contacto de los pies descalzos
con las juntas del piso, a fin encontrar un más profundo e
inmediato contacto con la tierra.

Después de la guerra, el teatro-danza de Graham abordó el


mito y la búsqueda de personajes emblemáticos que pudieran
expresar las profundas motivaciones de la acción humana en
ciertas situaciones. De esta manera, el baile tenía una
función catártica, que ofrecía al espectador una especie de
análisis interno, capaz de hacer visibles las preocupaciones y
sufrimiento resultantes de la Segunda Guerra Mundial.

En esta óptica muchos críticos consideraron a "Diálogo


Seráfico" (1955), su obra maestra. Es un poderoso ballet,
capaz de representar a través del movimiento corporal, la
complicada historia de Juana de Arco.

Martha Graham bailó hasta la edad de 76 años y como se


afirma en su biografía oficial "Memoria sangrienta": "La
última vez que bailé estaba en Cortege de Eagles [...] yo no
había planeado parar en ese momento. Pero fue una terrible
decisión que tuve que tomar".
En los años 60 y 70 continuó preparando coreografías de
ballet (de 1973 son "Lucifer" y "La letra escarlata"
para Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn) pero fueron años
oscuros marcados por la depresión y el abuso de alcohol.
En 1984, recibió la Legión de Honor por parte del gobierno
francés. Murió el 1° de abril de 1991, mientras estaba
trabajando en un ballet para los Juegos Olímpicos de
Barcelona.

"Nunca pensé en crear un método"

"Nunca pensé en crear un método -dice- .Siempre me dejé llevar por lo que
sentía, y sólo he querido expresar a través de la danza y del cuerpo aquello que
quería decir. Pero nunca me he propuesto hacer ninguna revolución. Lo
importante en mi método es no estancarse. No se trata de ninguna ruptura. Todos
mis bailarines. e incluso yo misma, venimos del método académico. Lo que
sucede es que siempre he pensado que el cuerpo podía dar otras cosas y la
imaginación ir más lejos".

Alguien le pide que defina el concepto de danza moderna: "He sido acusada de
rupturista y de odiar la danza académica -explica-. Sin embargo, yo enseño danza
académica. Me sirvo de su fuerza. Uso su técnica, aunque no su estilo. Hay que
pensar que nuestros cuerpos ya no son los mismos de hace un siglo. Tampoco la
ropa que llevamos. Antes las mujeres vestían faldas largas, corsés. Los hombres
no iban jamás en pantalón corto. Sus trajes eran pesados. El cuerpo nos ha ido
pidiendo poco a poco más libertad, más comodidad, y lo mismo sucede con la
danza. Por esto no me gusta hablar de danza moderna, sino de danza
contemporánea, porque significa que progresa junto al mundo".

Marhta Graham y el impulso de la danza moderna


Con afán de ahondar en las características de la danza moderna y
una de sus referentes más importantes, el siguiente trabajo expone
una reflexión sobre Lamentation, una de las piezas más importantes
del repertorio, un solo de danza estrenado en el año 1930 que fue
creado por Martha Graham, pionera de la danza moderna en Estados
Unidos.

Lamentation es un solo de danza estrenado en el año 1930 que fue


creado por Martha Graham, pionera de la danza moderna en Estados
Unidos, con el objetivo de ofrecer una temporada de programas
continuados de danza que fuesen representativos de la estética
estadounidense y que diesen salida al trabajo creativo relacionado
con la danza. Antes de comenzar es necesario hablar de la influencia
vanguardista en el momento.

Las artes plásticas, en concreto lo vinculado a lo abstracto, tuvieron


un lugar significativo en la generalización estética vinculada al
ballet, conformando uno de los grandes acontecimientos de la
historia del arte y su aplicación a las diferentes áreas. Cuando se
hace referencia a lo abstracto se atiende a cualquier objeto visual o
producto artístico que no participa del código canónico establecido
por la cultura, estableciendo así una serie de relaciones entre las
diferentes disciplinas.

La danza y las artes visuales en la vanguardia conforman un periodo


de confluencia en cuanto a colaboración y contaminación recíproca
en los objetos artísticos. El siglo XX fue un periodo muy exuberante
debido a la cantidad de manifestaciones artísticas, sobre todo desde
la perspectiva de los artistas plásticos que se acercan a la danza. Esto
dio lugar a producciones escénicas que resultaron muy innovadoras
desde una colaboración interdisciplinar, enfocándose en una
perspectiva dual: el concepto de obra de arte total de Wagner junto a
la teoría de la correspondencia de Baudelaire.

El movimiento artístico se revitaliza, tras la primera Guerra


Mundial, por parte de los artistas de vanguardia. El teatro se asentó
como principal plataforma de difusión acogiendo la diversidad de
las artes en un espacio compartido, y la danza comienza a entenderse
como un proyecto interdisciplinar por excelencia con el desarrollo el
ballet moderno poniendo el arte de vanguardia a su servicio. Poco a
poco la danza comienza a estructurarse de una forma diferente a la
que se hacía en el Romanticismo, dejando de lado las temáticas
fantásticas y amorosas, la estética etérea y la división en diferentes
actos. La danza moderna y sus correspondientes ballets se definían
por la puesta en escena, los cambios en la dramaturgia y la
reducción a un solo acto. Una de las principales características
influenciada en gran medida por los ballets rusos, es la
determinación de valores en la danza que hasta el momento se
habían evitado, como la recuperación del primitivismo y el
acercamiento a diferentes formas de expresión mediante la
coreografía.

El teatro se convierte en un espacio social acogiendo la unión entre


las diferentes artes, mostrando la divergencia entre estéticas,
geometrías corporales y lenguajes expresivos que revolucionan el
panorama dancístico, y, fomentan la ruptura con las bases de la
danza clásica. La danza se convirtió en una mecánica muy habitual
influenciada por las vanguardias plásticas, además de las pioneras en
el ámbito; a modo de ejemplo se puede decir que el expresionismo
estaba presente en la danza alemana, el constructivismo era
puramente ruso, el dadaísmo sueco o el futurismo italiano que
terminan por crear sistemas de movimientos determinados para las
coreografías.

La consolidación de un arte tan nuevo en la cultura americana en el


foco de sus importantes centros culturales y educativos, dio lugar a
la importancia basada por el arte de principios, la creación de un
nuevo lenguaje y la manifestación de preocupaciones conceptuales
propias.
Martha Graham supuso la codificación de un nuevo vocabulario a
partir del cual diferentes escuelas y estilos surgirán a lo largo del
siglo. La creación de este estilo fue altamente personal y distaba de
hilos narrativos, profundizando en la naturaleza femenina con
importantes cambios al final de la década. A raíz del conocimiento
del pensamiento de una obra de Carl Gustav Jung, Los arquetipos y
el inconsciente colectivo (1933-1955), se preocupó por la
trascendencia de la mujer en la historia, y gran parte de su repertorio
mostraba la figura de la mujer como heroína. Hay que tener en
cuenta que a principios del siglo XX se fueron desarrollando
búsquedas en cuanto a danza escénica que apostaban por nuevos
lenguajes al margen del académico. Sin embargo, no se puede eludir
el hecho de que muchos de los creadores que tomaron este camino
tenían una formación académica previa. Martha Graham se
consolidó como una de las pioneras en la búsqueda de nuevos
criterios estéticos ampliando las innovaciones en el ámbito
coreográfico.

Ingresó en la escuela de danza Denishawn junto a la también


conocida Doris Humphrey. De esta escuela se puede decir que fue
fundada por el gimnasta Ted Shawn y Ruth Saint Denis en el año
1915, promoviendo una estética centrada en el estudio del gesto del
movimiento humano pero no solamente del cuerpo occidental, sino
también mostrando interés en danzas orientales y gestos del
movimiento de otras culturas. Con el paso del tiempo la bailarina
termina por independizarse profesionalmente y crea una nueva
lógica del movimiento con su propia sintaxis, distinta a la del ballet
clásico. En el año 1935 se tiene constancia de que la bailarina
comenzó a experimentar con nuevas temáticas que estuvieron
presente en sus coreografías posteriores, como la mujer pionera e
independiente, el folclore americano inspirado en el lejano Oeste o
el folclore centro-americano. Coreográficamente hace que la
bailarina asuma un papel en el que sea su recuerdo de hechos
pasados el motor de la acción y no el hecho en sí; por lo que hace
que el tiempo sea subjetivo en tanto que es la heroína la que dicta la
duración e intensidad de sus recuerdos y pensamientos. La vitalidad
de sus coreografías, la cultura y la lucidez de su propuesta de
movimiento hizo que se catapultara como una de las grandes
referentes y pioneras del momento; de hecho fue tan relevante que
terminó por desarrollar una técnica propia conocida como la técnica
Graham. Dicha técnica conformó uno de los principales métodos
utilizados en la danza moderna a través de un lenguaje codificado,
que pretendía expresar las emociones humanas a través de la
plasticidad y la coreografía. Por ejemplo, en el caso de este
trabajo, Lamentation recibió el sobrenombre de la danza del dolor,
pero no del dolor de una persona, una historia o un recuerdo, sino la
personificación del dolor.

Lamentation es un solo de danza moderna coreografiado por Martha


Graham que utiliza una pieza musical para piano compuesta en el
año 1910 por Zoltan Kodaly, op. 3, No. 2, siendo una de las obras
más emblemáticas de la coreógrafa. El estilo musical define una de
las primeras obras que se adentra es una fase posromántica que
evolucionó en favor de las mezclas y armonías complejas que
caracterizarían parte del repertorio de la estética musical del siglo
XX. Las tensiones entre intervalos, el color armónico difuso, y una
composición musical en base a escalas cromáticas son las
protagonistas de este tema y estilo de composición del autor. No se
puede hacer referencia a una estabilidad tonal y una claridad sobre el
reposo de la melodía en algún tono u otro ya que la oscilación entre
notas y escalas es continua.

A modo de marco teórico, y para comprender porqué danza y


música fueron tan relevantes en este periodo, es necesario mencionar
a compositores que participaron de las innovaciones que trajo
consigo el nuevo movimiento estético y las técnicas compositivas.
La música comienza a componerse con diversos sonidos que
posteriormente se procesaban y se terminó conformando la
denominada música concreta, sin embargo, era la antítesis de la
música instrumental abstracta porque se servía de sonidos de la
realidad. La música instrumental abstracta es la estética en la que
podríamos incluir la obra de Zoltan Kodaly en el que la
participación musical se muestra completamente novedosa. Pioneros
en estas formas compositivas fueron Pierre Schaeffer y Pierre
Henry, cultivando un estilo musical muy literario que con el paso del
tiempo comenzó también a adquirir tintes y sonoridades más
electrónicos. Podríamos decir que la música se inclina hacia una
manipulación sonora intuitiva a la práctica del sonido. La música se
vuelve un arte plástico por la tipología de composición tan
característica. Más conocidos son aquellos compositores que
revolucionaron el panorama escénico con sus producciones
pudiendo destacar también las figuras de Igor Stravinski o Sergei
Prokofiev, aunque en una línea compositiva diferente.

La tonalidad es el punto de referencia y en este periodo hay una


división entre modernistas y atonales, representando una alternativa
a la estética romántica, en retirada. Las cuestiones armónicas
evolucionan en función de la flexibilidad cromática, y la formalidad
es característica de la música europea. Este nuevo grupo de
compositores revitalizan las estructuras formales y conceptos
globales referentes al sonido. Podemos definir a este tipo de música
dentro de un universo sonoro de vanguardias que desarrolla un
lenguaje personas como novedoso sin que haya un aporte teórico
previo. El agotamiento del proceso romántico y la necesidad de un
cambio, generan un camino hacia la desnudez expresiva basada en
las tensiones entre intervalos influyendo en la composición
posterior.

En cuanto a la danza, es importante destacar en esta técnica que el


uso torso es relevante porque muestra el eje central en la expresión
de las emociones, aunque también se tiene en cuenta que la
coreógrafa hace hincapié en una técnica que no desatendía los
principios de tensión y distensión muscular, los movimientos
pélvicos y estiramientos completos del cuerpo, o la respiración como
enfoque para la liberación de las emociones. Su famosa contracción
dio lugar a la importancia de la respiración y a la gravedad como
principios de su movimiento, siendo fundamentales en el desarrollo
de la técnica que iba a separarse de la elevación y los preceptos
clásicos. Hace un uso percutido de los pies que ya se había visto en
el expresionismo alemán y marca los movimientos de manera
angulosa, alejándose de las formas armoniosas que hasta entonces
habían caracterizado la danza. Su escuela evolucionó a lo largo del
tiempo y Martha Graham cambió radicalmente la estética de la
danza; no solo dio lugar a un nuevo lenguaje y una forma diferente
de bailar, sino que además tuvo la capacidad de regularlo y
codificarlo para que su trabajo no fuese en vano. Su importancia fue
rápidamente comprendida por sus sucesores y la danza moderna fue
evolucionando hacia una técnica plenamente desarrollada, capaz de
adaptarse a diversas interpretaciones.

Lo anteriormente mencionado tiene un gran vínculo con la música


de vanguardia ya que se dejan de lado las formas estructurales
canónicas en favor de nuevas formas de composición. La música
electrónica, electro-acústica y los nuevos géneros musicales se abren
paso para unirse a la danza moderna en una renovación artística
completa. En el año 1930 Martha Graham crea un solo
llamado Lamentation, inspirado en una escultura de Ernst Barlach,
expresionista alemán. Esta coreografía explora temas que iban a
perdurar durante la trayectoria de la artista, sobre todo el tema de la
mujer generadora de vida junto a la importancia del vestuario que se
aleja de las fantasías clásicas que expresaba Isadora Duncan o del
orientalismo de Saint-Denis. Es una pieza que dura menos de cuatro
minutos y muestra la personificación del dolor.

Dentro de su contexto artístico supone una ruptura con lo anterior


porque la bailarina está sentada sobre un banco en lugar de estar de
pie. La coreografía se basa en ejecutar diagonales enseñando formas
asimétricas en contraposición a las formas a las que acostumbraba la
danza hasta ese momento, simbolizando la sonoridad musical; del
mismo modo que se rompe la tradición de la coreografía, la tradición
musical también se rompe en favor de una música mucho más
incisiva.

A través de la coreografía y la música se quiere mostrar la energía y


la distorsión que produce el dolor mediante formas, líneas visibles y
sonoridades. Sigue un orden progresivo y se puede observar cómo la
pieza comienza con la bailarina sacudiendo su cabeza de un lado a
otro, siguiendo el movimiento con los pies y terminar con balanceos
y torsiones; a medida que avanza la coreografía, la intensidad lo
hace con ella y al personificar el dolor, los movimientos se vuelven
más amplios acompañado por la música. El rostro de la bailarina es
inexpresivo y por eso los movimientos y los sonidos enmarcan la
carga expresiva de la misma.

Se puede observar que la contracción es el principal fundamento de


la coreografía y la sonoridad estridente el musical, teniendo su
génesis en cómo el dolor y el sufrimiento se manifiestan en el
cuerpo humano. El movimiento se inicia en la pelvis y se expande
por todo el cuerpo alargando todo lo posible las extensiones,
siempre manteniendo una alineación entre cabeza y cuello con la
columna vertebral; en cada contracción se realiza una exhalación,
coincidiendo con los puntos de reposo de la música.

La música transmite un deseo de huida y poder escapar al dolor que


puede estar representado por la danza. Con la coreografía y el sonido
se expone el sufrimiento de un cuerpo que se lamenta como
consecuencia de su encarcelamiento, queriendo escapar
continuamente. La expresividad es notable en esta pieza mediante
los movimientos angulares y los movimientos descritos
anteriormente que no se trasladan al escenario, sino que están en el
propio cuerpo de la ejecutante. Lo espectacular de Lamentation es
que se cumple con el hecho de transmitir el dolor y la agonía a pesar
de que no haya un desplazamiento por el espacio o expresiones
faciales.

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