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1. LOS CONTRATOS.

Los contratos son una especie de convenio. Un contrato es un acuerdo de voluntades entre
dos o más personas para producir o transferir obligaciones y derechos. En esta sección nos
referimos a los contratos civiles que se rigen por los el Código Civil Federal, Códigos
Civiles de las entidades federativas, Código Federal de Procedimientos Civiles y Códigos
Procesales de las entidades federativas que resulten aplicables en el ámbito de su
competencia.

Los contratos pueden ser celebrados de forma oral o escrita a menos que la ley exiga que
deban de ser celebrados de una forma determinada. Los contratantes pueden estipular en un
contrato lo que convenga a sus intereses, ya que en los contratos rige el principio de
autonomía de la voluntad, es decir las personas son libres de establecer las reglas que rijan
sus relaciones, siempre y cuando no contravengan las disposiciones legales.

Los contratos para nacer a la vida jurídica y poder surtir efectos legales deben contar con
los elementos esenciales que son: el consentimiento y el objeto. Así mismo, para que los
contratos puedan existir válidamente y surtir efectos jurídicos es necesario que reúnan los
requisitos de validez: que son la capacidad de las partes, ausencia de vicios del
consentimiento, fin u objeto lícito, y el consentimiento manifestado en la forma en los casos
en los que la ley así lo disponga.

Resulta entonces necesario que las partes contratantes, al momento de celebrar un contrato
tomen en consideración el tipo de contrato que van a celebrar, qué disposiciones legales lo
rigen, esto es, si se trata de un contrato civil, mercantil, laboral, si el contrato reúne los
elementos de existencia, es decir, si existe un acuerdo de voluntades entre las partes o si el
objeto es un bien o hecho lícito, posible, si se encuentra en la naturaleza o si es determinado
o determinable en cuanto a su especie. Además las partes deben cerciorarse si ellas, por sí
mismas, tienen capacidad para celebrar el contrato de que se trate, por ejemplo, si cuentan
con la edad, el carácter o el poder que permitan celebrar el contrato en nombre de otra
persona. Las partes contratantes deben manifestar su libre voluntad para contratar, su
consentimiento no debe ser dado en virtud de haber recibido amenazas, engaños o lesiones.
Las personas que celebran un contrato deben tomar en consideración si la ley establece que
el consentimiento se manifieste de una forma determinada. Si las partes contratantes, al
momento de celebrar un contrato no toman en cuenta esas consideraciones los contratos
pueden ser inexistentes o nulos.

El objeto en los contratos son: la cosa que el obligado debe dar, o el hecho que el obligado
debe hacer o no hacer. Por ejemplo, puede ser objeto de un contrato de arrendamiento un
bien inmueble; y en un contrato de prestación de servicios de contabilidad el objeto serán
los servicios que preste el contador como el cálculo de impuestos, la presentación de
declaraciones del cliente.

En cuanto a la cosa objeto de los contratos debe de existir en la naturaleza, ser determinado
o determinable en cuanto a su especie y estar en el el comercio.

Una cosa debe existir para poder ser objeto de un contrato, por ejemplo, no puede ser objeto
de un contrato de compraventa de un pegaso.

El objeto debe ser determinado o determinable en cuanto a su especie, por ejemplo, no


puede ser objeto de un contrato un montón de arroz, pero sí un saco de 20 kilogramos de
arroz, en este caso la cosa se encuentra perfectamente identificada.

La cosa objeto del contrato debe estar en el comercio, esto es, no puede ser objeto de un
contrato la pirámide del sol.

En cuanto al hecho objeto de los contratos debe ser posible y lícito. Por ejemplo, no puede
ser objeto de un contrato de prestación, los servicios para cometer un delito.

Si el objeto de los contratos carece de los requisitos antes mencionados, el contrato será
nulo.

Capacidad de las partes

La capacidad de las partes contratantes es un requisito de validez de los contratos. Las


partes pueden ser personas físicas y personas morales y deben tener capacidad legal para
celebrar contratos, la falta de capacidad da lugar a la nulidad del contrato. Por ejemplo, un
menor de edad por sí mismo, por sus propios derechos, carece de capacidad para celebrar
un contrato. Otro ejemplo es el de una persona que celebra un contrato en nombre de una
persona moral sin contar con facultades de representación para celebrar contratos.
Si las partes carecen de capacidad para celebrar contratos entonces el contrato será nulo.

El Cumplimiento de los Contratos

El cumplimiento o pago es la entrega de la cosa o la cantidad debida, o la prestación del


servicio que se hubiere prometido.

Las partes contratantes deberán cumplir con las obligaciones a que se hayan comprometido
en el tiempo, lugar y forma convenidos.

Los contratantes deben cumplir con la obligación a su cargo de forma independiente, de


forma autónoma, sin esperar a que la otra parte lo haga, excepto en los casos que la ley
disponga otra cosa.

El Incumplimiento de los Contratos

El incumplimiento de los contratos es la falta de ejecución por una de las partes de las
obligaciones contraídas. Se trata de la falta de pago o entrega de la cosa o la cantidad
debida, o de la prestación del servicio que se hubiere prometido.

En caso de que una de las partes contratantes incumpla con sus obligaciones contractuales
faculta a la otra para exigir la ejecución forzosa o la rescisión del contrato, más el pago de
una indemnización y el pago de los daños y perjuicios causados. Si las partes contratantes
estipularon en el contrato una prestación como pena para el caso de que la obligación no se
cumpla o no se cumpla de la manera convenida, como es en el caso de la llamada cláusula
penal, no podrán reclamarse además daños y perjuicios.

Si el incumplimiento de la obligación se da por caso fortuito entendido este como un


acontecimiento de la naturaleza que es inevitable, previsible o imprevisible, las partes
únicamente responderán cuando hayan dado causa o contribuido a él, cuando han aceptado
expresamente esa responsabilidad o cuando la ley se lo imponga.

Conceptos legales de contrato

Conceptualmente es un tipo particular de convención, desde la construcción doctrinal de


derecho romano republicano; la doctrina clásica romana depuró su definición y se ha
integrado en la práctica totalidad de las arquitecturas jurídicas occidentales (por no decir
mundiales); evidentemente, existen algunos matices que no son ahora de interés referir,
aunque sí el relativo a que, en propiedad, la construcción jurídica de contrato debe de
entenderse como una forma particular de convención. Así, en el Digesto de Justiniano, se
pone en autoría de Ulpiano la siguiente definición de convención: “Conventio (est) duorum,
vel plurium in ídem placitum consensus de dando aliquo, faciendo, vel praestando” [la
convención es el consentimiento de dos o más personas que se avienen sobre alguna cosa,
que deben de dar o hacer], que debe de complentándose con la definición doctrinal romana
de contrato, así: "contractus (est) conventio quae habet vel nomen, vel causam” [el contrato
es la convención que tienen bien nombre, o bien causa]. El literal latino resulta explícito.
Por efecto de la codificación acaecida durante el siglo XIX en Europa, se incorporó la
definición sintética de contrato como convención a los cuerpos del distinto derecho civil
nacional, sin que por ello se deba de considerar como novedad alguna, por cuanto que el
Código justinianeo no dejó de ser derecho aplicable, directamente o por incorporación a
otros repertorios nacionales, desde antes de los diferentes códigos de leyes modernos. Por
lo tanto, no debe de entenderse, bajo ningún concepto, una creación propia del derecho
francés o napoleónico; ni siquiera en el literal de la expresión, como queda demostrado por
la fuente original del Digesto.

La mayoría de los Códigos civiles de los países cuyos ordenamientos jurídicos provienen
históricamente del sistema romano-canónico y germánico, contienen definiciones
aproximadas del contrato. La mayoría de ellos, siguen las directrices estructurales del
Código civil francés, heredero del Código Napoleónico, cuyo artículo 1101 establece
(repitiendo el literal del Digesto referido anteriormente) que el contrato es la convención
por la cual una o más personas se obligan, con otra u otras, a dar, hacer, o no hacer alguna
cosa.

El BGB, Código civil alemán prescribe por su parte que "para la formación de un negocio
obligacional por actos jurídicos, como para toda modificación del contenido de un negocio
obligacional, se exige un contrato celebrado entre las partes, salvo que la ley disponga de
otro modo". Por su lado el Código civil suizo señala que "hay contrato si las partes
manifiestan de una manera concordante su voluntad recíproca; esta manifestación puede ser
expresa o tácita".

El Código Civil de la antigua Unión Soviética solo expresaba que "los actos jurídicos, esto
es, los actos que tienden a establecer, modificar o extinguir relaciones de Derecho Civil,
pueden ser unilaterales o bilaterales (contratos)".

El Código Civil español, en su art. 1254, como todos los de la Europa continental, sigue
también el rastro marcado por el Corpus Iuris Civilis de Justiniano, como no podría ser de
otro modo a tenor de las propias fuentes de derecho castellano o aragonés, ateniéndose a su
propia tradición; si bien, los trabajos de codificación a lo largo del siglo XIX en España se
ajustaron, entre otras recopilaciones propias, a la sistemática del Código Napoleónico. Por
influencia directa del Digesto, se expresa la norma así: "el contrato existe desde que una o
varias personas consienten en obligarse, respecto de otra u otras, a dar alguna cosa o prestar
algún servicio."2El Código Civil argentino, en su art. 1137, establece que "hay contrato
cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una declaración de voluntad común,
destinada a reglar sus derechos."

Conforme al Código Civil del Uruguay (art. 1247), "Contrato es una convención por la cual
una parte se obliga para con la otra o ambas partes se obligan recíprocamente a una
prestación cualquiera, esto es, a dar, hacer o no hacer alguna cosa".

Influenciado por la evolución del derecho civil en Sur América, en la República del
Ecuador en un similar sentido prescribe como contrato en el art. 1454 "Contrato o
convención es un acto por el cual una parte se obliga con otra a dar, hacer o no hacer alguna
cosa. Cada puede ser una o muchas personas"

El Código Civil de Bolivia (art. 450) indica, “Hay contrato cuando dos o más personas se
ponen de acuerdo para constituir, modificar o extinguir entre sí una relación jurídica.”

2. CONTRATOS UNILATERALES Y BILATERALES.

El contrato unilateral es aquel que genera obligaciones solo para una de las partes en el
contrato; se contrapone, por lo tanto, al contrato bilateral (también llamado sinalagmático).
El ejemplo más clásico es el contrato de donación, en el que una persona se obliga a
entregar a otra la propiedad de un bien o derecho sin recibir nada en contraprestación. Otros
ejemplos de contratos unilaterales son el mutuo (o préstamo de consumo), el comodato (o
préstamo de uso), el depósito, la prenda y la fianza. En todos ellos, existe sólo un deudor.
Deben, tanto el mutuario, el comodatario y el depositario, la restitución de la cosa que se
les ha entregado. Mediante el contrato de prenda, el deudor pignoraticio debe entregar al
acreedor pignoraticio la cosa mueble que empeña. Dicho desplazamiento de la posesión del
bien al acreedor es para la seguridad del crédito del acreedor; ya que la prenda es, además
de un contrato, también un derecho real de garantía. Por último, el fiador no tiene, salvo
pacto expreso en contrario, derecho a retribución alguna por garantizar con su propio
patrimonio una obligación ajena.

Normalmente se entiende que la causa de este tipo de contratos es la liberalidad de la


persona que se obliga unilateralmente frente a la otra. No obstante, en la generalidad de las
legislaciones del Código Civil, todo contrato unilateral admite la onerosidad. Aún más, casi
todos ellos pueden, eventualmente, generar obligaciones correlativas para el acreedor.

Un contrato bilateral es aquel contrato en el que las partes tienen obligaciones mutuas o
recíprocas, o, dicho de otro modo, un parte debe a la otra, como por ejemplo en contrato en
que una parte se obliga a dar o hacer algo y la otra parte se obliga a pagar por ello.

Bilateral significa que tiene dos lados, dos partes o dos aspectos que es necesario
considerar.

Por lo anterior, el contrato bilateral es aquel que tiene dos partes que se obligan
recíprocamente, donde cada una asume una o más obligaciones para con la otra.

Son dos partes, pero cada parte puede estar compuesta por más de una persona, como
cuando dos personas compran una casa, en la que el comprador, que es una de las partes del
contrato de compraventa, está conformado por dos personas.

Diferencia entre unilateral y bilateral

Aunque los conceptos son bastante clarividentes en su composición lingüística, estos son
conceptos completamente opuestos.
La unilateralidad, como decíamos, hace referencia a una situación en la que una
negociación se salda con la implicación de una determinada parte en una situación
determinada. Esta, por lo tanto, excluye a otra, o terceras partes, de cualquier obligación o
compromiso con el acuerdo alcanzado.

Mientras que, por otro lado, la bilateralidad hace referencia a la situación en la que, en una
negociación, el acuerdo se salda con la implicación de las dos partes en el acuerdo
alcanzado. Estas, por lo tanto, adquieren el compromiso de una implicación colectiva.

3. CONTRATOS ONEROSOS Y GRATUITOS.

Un contrato oneroso es un contrato en el que el coste agregado requerido para cumplir con
el acuerdo es mayor que el beneficio económico que se obtendrá del mismo. Dicho contrato
puede representar una carga financiera importante para una organización.

Cuando se identifica un contrato a título oneroso, una organización debe reconocer la


obligación neta asociada con él como un pasivo acumulado y un gasto de compensación en
los estados financieros. Esto debe hacerse tan pronto como se anticipe la pérdida.

Puede surgir un contrato oneroso en relación con la venta de productos básicos, cuando el
precio de mercado desciende por debajo del coste requerido para obtener, extraer o producir
un producto básico.

Otro ejemplo de contrato oneroso es cuando un arrendatario todavía está obligado a realizar
pagos según los términos de un arrendamiento operativo, pero ya no está utilizando el
activo. El importe de los pagos por arrendamiento restantes, menos cualquier ingreso por
subarrendamiento compensatorio, se considera el importe de la obligación a reconocer
como pérdida.

Las Normas Internacionales de Contabilidad (NIC) definen un contrato oneroso como “un
contrato en el que los costes inevitables de cumplir con las obligaciones estipuladas en el
contrato exceden los beneficios económicos que se espera recibir en virtud del mismo”.

Sin embargo, el significado de contrato oneroso es el que lo considera como el contrato en


el que se estipulan provechos y gravámenes recíprocos.
Contrato gratuito es un tipo de contrato en que una de las partes realiza la prestación por
mera liberalidad, sin esperar recibir nada a cambio. También se dice que es aquel en que
una sola de las partes tiene por objeto la utilidad de la prestación, sufriendo la otra el
gravamen. Los contratos gratuitos más comunes son el contrato de donación, el comodato,
la fianza y el depósito.

Son normalmente unilaterales

Por norma general, los contratos gratuitos son unilaterales. Excepcionalmente, el contrato
de matrimonio es un contrato gratuito y bilateral, ya que ambas partes realizan su
prestación sin esperar recibir ninguna ventaja económica a cambio. También son
bilaterales, según López Santa María, el mandato no remunerado y la donación con cargas.

Son normalmente intuitu personæ

A diferencia de los contratos onerosos, los contratos gratuitos normalmente se celebran en


consideración a las personas intervinientes. Por eso los contratos gratuitos son intuitu
personæ, de lo cual resulta que el error en la identidad de la persona vicia el
consentimiento, siendo rescindible el acto jurídico. Sólo excepcionalmente los contratos
onerosos son intuitu personæ, como en el contrato de transacción.

4. CONTRATOS CONMUTATIVOS Y ALEATORIO.

CONTRATO CONMUTATIVO: es aquel contrato en el cual las prestaciones que se deben


las partes son ciertas desde el momento que se celebra el acto jurídico, un ejemplo muy
claro es el contrato de compraventa de una casa.

CONTRATOS ALEATORIOS: es aquel que surge cuando la prestación depende de un


acontecimiento futuro e incierto y al momento de contratar, no se saben las ganancias o
pérdidas hasta el momento que se realice este acontecimiento futuro.

Ejemplos son el contrato de compraventa de cosecha llamado de "esperanza", apuestas,


juegos, etc.

Entre las características comunes de los contratos aleatorios destacan: La incertidumbre


sobre la existencia de un hecho, como en la apuesta, o bien sobre el tiempo de la realización
de ese hecho (cuándo).
La oposición y no sólo la interdependencia de las prestaciones, porque cuando la
incertidumbre cesa, forzosamente una de las partes gana y la otra pierde, y, además, la
medida de la ganancia de una de las partes es la medida de la pérdida de la otra.

Es importante señalar que el Diccionario de la lengua española, define al término aleatorio,


del latín "aleatorius" el cual significa, propio del juego de dados, adj. Perteneciente o
relativa al juego de azar.

Esta clasificación solo aplica en los contratos bilaterales.

Contrato conmutativo: es aquel contrato en el cual las prestaciones que se deben las partes
son ciertas desde el momento que se celebra el acto jurídico, un ejemplo muy claro es el
contrato de compraventa de una casa.

Contratos aleatorios: es aquel que surge cuando la prestación depende de un acontecimiento


futuro e incierto y al momento de contratar, no se saben las ganancias o pérdidas hasta el
momento que se realice este acontecimiento futuro. Ejemplos son el contrato de
compraventa de cosecha llamado de "esperanza", apuestas, juegos, etc.

Entre las características comunes de los contratos aleatorios destacan:

La incertidumbre sobre la existencia de un hecho, como en la apuesta, o bien sobre el


tiempo de la realización de ese hecho (cuándo).

La oposición y no solo la interdependencia de las prestaciones, porque cuando la


incertidumbre cesa, forzosamente una de las partes gana y la otra pierde, y, además, la
medida de la ganancia de una de las partes es la medida de la pérdida de la otra.

Es importante señalar que el Diccionario de la lengua española, define al término aleatorio,


del latín aleatorius el cual significa, propio del juego de dados, adj. Perteneciente o relativa
al juego de azar.

5. CONTRATOS PRINCIPALES Y ACCESORIOS.

El contrato es principal cuando subsiste por sí mismo sin necesidad de otra convención, y
accesorio cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación principal, de
manera que no pueda subsistir sin ella”. El contrato principal, por tanto, es el que tiene una
vida propia e independiente, como la compraventa, la sociedad, el arrendamiento.

El contrato accesorio, por el contrario, se caracteriza porque su finalidad es garantizar el


cumplimiento de una obligación y por su situación de dependencia con respecto a la
obligación garantizada. Los contratos accesorios se denominan, en general, cauciones. El
interés de esta clasificación deriva de la aplicación del principio de que lo accesorio sigue
la suerte de lo principal.

El contrato accesorio no puede subsistir sin una obligación principal, por consiguiente, las
causas que extinguen la obligación principal extinguen igualmente las que provienen del
contrato accesorio. Por esto, “la nulidad de la obligación principal acarrea la de la
cláusula penal”; la fianza se extingue total o parcialmente “por la extinción de la obligación
principal en todo o en parte”; se extingue la hipoteca “junto con la obligación principal”. El
contrato accesorio no puede subsistir sin una obligación principal, pero puede existir sin
ella. En otros términos, se concibe el contrato accesorio sin que exista aún la obligación
principal; es inconcebible que sobreviva a la extinción de la obligación principal.

Contrato principal: es aquel que existe por sí mismo, en tanto que los accesorios son los que
dependen de un contrato principal. Los accesorios siguen la suerte de lo principal porque la
nulidad o la inexistencia de los primeros originan a su vez, la nulidad o la inexistencia del
contrato accesorio.

Contratos accesorios: son también llamados "de garantía", porque generalmente se


constituyen para garantizar el cumplimiento de una obligación que se reputa principal, y de
esta forma de garantía puede ser personal, como la fianza, en que una persona se obliga a
pagar por el deudor, si este no lo hace; o real, como el de hipoteca, el de prenda, en que se
constituye un derecho real sobre un bien enajenable, para garantizar el cumplimiento de una
obligación y su preferencia en el pago.

La regla de que lo accesorio sigue la suerte de lo principal, sufre en ciertos casos


excepciones, porque no podría existir el contrato accesorio, sin que previamente no se
constituyese el principal; sin embargo, el Derecho nos presenta casos que puede haber
fianza, prenda o hipoteca, sin que haya todavía una obligación principal, como ocurre
cuando se garantizan obligaciones futuras o condicionales.

6. CONTRATOS INSTANTÁNEOS Y DE TRACTO SUCESIVO.

Contratos instantáneos, o de tracto único, son aquellos que se cumplen en el mismo


momento en que se celebran, es decir, su cumplimiento se lleva a cabo en un solo acto.

Contrato de Tracto Sucesivo: es aquel en que el cumplimiento de las prestaciones se realiza


en un periodo determinado, y que, por deseo de las partes se puede extender para satisfacer
sus necesidades primordiales y estos términos pueden ser:

(a)Ejecución continuada: ejecución única pero sin interrupción.

(b)Ejecución periódica: varias prestaciones que se ejecutan en fechas establecidas.

(c) Ejecución intermitente: se da cuando lo solicita la otra parte.

Características de las ejecuciones son: La ejecución es autónoma de las demás, por lo que
cada acto es autónomo. Existe una retroactividad por cada acto jurídico que se realice. Si se
presenta un elemento antijurídico, lo que procede es anular alguna prestación ya realizada.

En los contratos ejecución instantánea las obligaciones se cumplen en un solo momento,


siendo indiferente que se cumpla desde el momento mismo de la celebración del contrato o
con posterioridad a él y por ambas partes, si el contrato es bilateral. Los caracteriza el
hecho de que las obligaciones de las partes se cumplen en un solo acto, de golpe.

La compraventa a plazo es un contrato de ejecución instantánea: se entrega la cosa en un


solo momento por el vendedor al comprador y el precio se paga en un solo momento.

El contrato de permuta en que las partes convienen que han de entregarse las cosas
permutada, días después de celebrado el contrato, también es de ejecución instantánea,
porque la obligaciones se cumplen en un solo instante.

Contratos ejecución o de tracto sucesivo: cuando las obligaciones de las partes, o de una
de ellas a lo menos, consisten en prestaciones periódicas o continuas.

Se caracteriza porque una de las obligaciones de las partes a lo menos se desarrolla


continuamente en el tiempo, las prestaciones que ella envuelve se van desarrollando a
medida que el tiempo transcurre. Así se van desarrollando las prestaciones. Es de absoluta
necesidad que el tiempo transcurra para la prestación se pueda cumplir.

En el contrato de ejecución instantánea la obligación se cumpla en el momento preciso en


que la prestación se ejecuta; en los contratos de tracto sucesivo, es menester el transcurso
del tiempo; porque la obligación consiste en proporcionar a la otra parte el goce eficaz, del
que es condición el tiempo, que permite su desarrollo.

El ejemplo típico es el contrato de arrendamiento y el contrato de trabajo.

En el primero, la obligación del arrendador es la de proporcionar el goce de la cosa al


arrendatario para que la utilice por un período largo; si se trata de un inmueble, la
obligación del arrendador se cumple a medida que el tiempo van transcurrido, porque en
proporcionar el goce de la cosa para que el arrendamiento pueda vivir en ella, razón por la
cual en los contratos de tracto sucesivo las prestaciones se van desenvolviendo a medida
que el tiempo va transcurriendo.

7. CONTRATO CONSENSUAL Y REAL.

Contrato consensual: por regla general, el consentimiento de las partes basta para formar el
contrato; las obligaciones nacen tan pronto como las partes se han puesto de acuerdo. El
consentimiento de las partes puede manifestarse de cualquier manera. No obstante, es
necesario que la voluntad de contratar revista una forma particular, que permita por medio
de ella conocer su existencia. No es la simple coexistencia de dos voluntades internas lo
que constituye el contrato; es necesario que éstas se manifiesten al exterior.

Contrato real: queda concluido desde el momento en que una de las partes haya hecho a la
otra la tradición o entrega de la cosa sobre la que versare el contrato.

Contrato consensual es aquel que se perfecciona por la mera voluntad explícita en la


manifestación del consentimiento de las partes contratantes.1 El consentimiento no puede
tenerse por sobreentendido ni cabe por omisión, siendo estrictamente necesario que se
manifieste de forma expresa. El contrato consensual se contrapone al solemne, para cuya
validez la ley prescribe formas especiales indispensables.
Los ejemplos dependen de cada legislación, aunque generalmente la venta de los bienes
muebles (excepto vehículos motorizados) es consensual, es decir, no se requiere ninguna
clase de solemnidad para su traspaso: ni escrituración del acuerdo ni inscripción del mismo
en un registro público.

Si se trata de un contrato real, el carácter consensual es independiente del requisito


necesario de la tradición, o entrega de la cosa que es su objeto.

El contrato real es aquel para cuya perfección se necesita la entrega de la cosa que
constituye su objeto. Se trata de una categoría de contratos, más que de una especie de
contrato en particular. Contratos como el mutuo, el depósito o la prenda son especies de
contratos reales, en que la entrega no es el resultado del cumplimiento del contrato, sino
que es el presupuesto de su propia existencia, es el requisito de su perfección, el hito que
inicia la eficacia del mismo. Si bien el contrato real supone el consentimiento de las partes
contratantes, como en todo contrato, aquí, además, se requiere la entrega del objeto con
carácter de requisito esencial. La doctrina tradicionalmente considera ejemplos de contratos
reales el mutuo o préstamo simple, el comodato o préstamo de uso, el depósito y la prenda.

Explicados desde la contraposición, decir que mientras en los contratos consensuales la


entrega de la cosa tiene el carácter de acto de ejecución del contrato, como cumplimiento
del mismo (entrega del objeto vendido en la compraventa, ya perfeccionada por el
consentimiento); en los contratos reales la entrega de la cosa tiene una función distinta pues
esta es de perfeccionamiento del contrato (entrega de la cosa en la prenda, para que se está
nazca de modo que es constitutiva del contrato).

Cualquier declaración de voluntades encaminada a concertar un contrato real será


solamente un simple precontrato, hasta tanto se complete y alcance la perfección del
contrato con la entrega de la cosa. Pero no es necesario que la entrega de la cosa sea
efectiva, pues basta a veces con que dicha entrega sea simbólica, de modo que la toma del
símbolo equivalga a la entrega del objeto que dicho símbolo representa (como ocurre con la
entrega de bienes inmuebles o de bienes depositados en cajas de seguridad, que se
entienden entregados con la entrega de la llave que abre y cierra la puerta de acceso a tales
bienes) y determina el poder de posesión sobre los mismos.
8. CONTRATO FORMAL, SOLEMNE O NO SOLEMNE Y NO FORMAL.

Contrato formal: es aquel en que la ley ordena que el consentimiento se manifieste por
determinado medio para que el contrato sea válido. En la legislación se acepta un sistema
ecléctico o mixto respecto a las formalidades, porque en principio, se considera que el
contrato es consensual, y solo cuando el legislador imponga determinada formalidad debe
cumplirse con ella, porque de lo contrario el acto estará afectado de nulidad. Por ejemplo la
compraventa de inmuebles que debe otorgarse por escritura pública.

Contrato formal solemne: es aquel que además de la manifestación del consentimiento por
un medio específico, requiere de determinados ritos estipulados por la ley para producir sus
efectos propios.Matrimonio y divorcio

Las formalidades serán ad probationem cuando deben ser realizadas con fin de poder
demostrar la celebración de un acto; por lo general consiste en realizar el acto ante notario o
funcionario público al efecto.

Las formalidades serán ad solemnitatem cuando la voluntad de las partes, por exigencia
legal requiere una formalidad particular sin la cual el contrato no tiene eficacia jurídica.

La distinción entre contratos formales y solemnes estriba en lo referente a la sanción. La


falta de forma origina la nulidad relativa, o en su defecto la inoponibilidad ante terceros; la
falta de solemnidad ocasiona la inexistencia.

9. CONTRATO PRIVADO Y PÚBLICO.

Esta clasificación atiende a dos criterios bastante diversos:

(1) De acuerdo a la publicidad o intervención profesional en el contrato:

Contrato privado: es el realizado por las personas intervinientes en un contrato con o sin
asesoramiento profesional. Tendrá el mismo valor que la escritura pública entre las
personas que los suscriben y sus causahabientes

Contrato público: son los contratos autorizados por los funcionarios o empleados públicos,
siempre dentro del ámbito de sus competencias, tiene una mejor condición probatoria. Los
documentos notariales son los que tienen una mayor importancia y dentro de ellos
principalmente las escrituras públicas.

(2) De acuerdo a la calidad de los sujetos intervinientes:

Contrato privado: es el realizado entre personas naturales o jurídicas, sean públicas o


privadas, en las que existe una relativa igualdad contractual, no existiendo potestades que
uno pueda imponer al otro.

Contrato público o administrativo: es el celebrado entre el Estado o un organismo público y


una persona natural o jurídica, en donde el primero de ellos mantiene una serie de
potestades sobre el segundo, llamadas exorbitantes, que colocan a este en subordinación a
aquel.

10. CONTRATO NOMINADO O TÍPICO E INNOMINADO O TÍPICO.

Contrato nominado o típico: es aquel contrato que se encuentra previsto y regulado en la


ley. Por ello, en ausencia de acuerdo entre las partes, existen normas dispositivas a las que
acudir. (Compraventa, arrendamientos...)

Contrato innominado o atípico: es aquel para el que la ley no tiene previsto un nombre
específico, debido a que sus características no se encuentran reguladas por ella. Puede ser
un híbrido entre varios contratos o incluso uno completamente nuevo. Para completar las
lagunas del derecho o situaciones no previstas por las partes en el contrato, es necesario
acudir a la regulación de contratos similares o análogos.

Es importante mencionar que los contratos innominados no son los que no están previstos
por el Código Civil, porque todos los contratos lo están; simplemente son los que no están
expresamente definidos en sus artículos aunque, sin perjuicio de que las partes los definan
expresamente en el momento de contratar, en el marco de su autonomía de la voluntad.

11. CONTRATOS DETERMINADOS ÚNICAMENTE EN SU GÉNERO.

Son aquellos en los que solo se hace mención a la cantidad y calidad del objeto del
contrato, por Ej.: La venta de 100 toneladas métricas de soya. Como se puede observar no
se está indicando qué soya se vende, en este caso debe presumirse que la calidad es de
término medio.
Públicos: cuando son realizados bajo la autoridad de notarios o jueces.

Privados: son los contratos otorgados por las partes contratantes sin la autorización o la
existencia de fedatario público, aunque pueden contar con la presencia de testigos.

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