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LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN: INTENTOS REGENERADORES Y LA
OPOSICIÓN AL RÉGIMEN
Alfonso XIII se convierte en rey de España con dieciséis años. Desde el punto de vista político,
su reinado ha sido dividido en dos grandes etapas: la primera (1902-1923), en la que se
mantiene el sistema constitucional de la Restauración, pero con una crisis evidente; y la
segunda (1923-1930), en la que se suspende dicho sistema al ser sustituido por la dictadura
del general Primo de Rivera y que terminará desembocando en el fin de la Monarquía en 1931.
Entre 1905 y 1907 gobiernan los liberales sobre todo con Montero Ríos. Este Gobierno se ve
sobresaltado por los sucesos de 1906, cuando el semanario catalán Cu-cut! publica una viñeta
satírica contra el Ejército. La sede del semanario es asaltada y algunos oficiales exigen que se
lave el honor de la institución. El Rey les apoya y el conflicto se salda con la aprobación de la
LEY DE JURISDICCIONES MILITARES, por la cual a partir de aquel momento determinados
delitos serán competencia de la jurisdicción militar (violencia armada contra la patria, delitos
contra la bandera, injurias contra el ejército, etc.).
Entre 1907 y 1909 gobernarán los conservadores con la figura clave de Antonio Maura. Éste
tratará de llevar a cabo un programa de regeneración del Estado, conocido como “la revolución
desde arriba” y que consistió en una reforma electoral que intentara acabar con el caciquismo;
también una Ley de administración local que concedía mayor autonomía a los municipios.
El Gobierno reaccionó con gran dureza y, una vez sofocada la insurrección, la represión fue
brutal. Fueron arrestadas más de mil personas y diecisiete de ellas condenadas a muerte, cinco
de las cuales fueron ejecutadas. De las ejecuciones, la que más polémica desató fue la de
Ferrer Guardia, pedagogo y maestro de ideología anarquista, al que se acusó sin pruebas
contundentes de ser el instigador de los hechos. Su ejecución suscitó una fuerte campaña
internacional en contra que tuvo importantes consecuencias en el interior. Todas las fuerzas
políticas se unieron en una dura campaña contra el Partido Conservador y sobre todo contra
Maura. El “Maura no” se convirtió en un grito escuchado por doquier. Todo ello provocó una
crisis en el Gobierno y la necesidad del cambio.
A pesar de que el 1890 se había establecido el sufragio universal masculino, lo cierto es que
los dos grandes partidos dinásticos (Conservador y Liberal) seguían monopolizando la vida
política de España gracias al sistema caciquil que les aseguraba las mayorías en las Cortes,
marginando a otras fuerzas políticas como nacionalistas vascos y catalanes, socialistas y
republicanos, que no pasaban de tener unos cuantos diputados, pero nunca mayorías.
Asimismo, Alfonso XIII tampoco contaba con ellos para gobernar y recurría siempre a jefes de
Gobierno, o bien conservadores o liberales, manteniendo el turno de partidos que ya había
iniciado su padre Alfonso XII y continuado su madre, la regente María Cristina. De este modo,
las fuerzas opositoras van radicalizándose más buscando una mayor presencia en las calles,
dado el bloqueo que sufrían en las instituciones. Esto provocará que aumenten su
protagonismo precisamente en los momentos en los que el régimen bipartidista muestre
señales de crisis profunda como, por ejemplo, en la crisis de 1917.
LA CRISIS DE 1917
a) Crisis militar
Fue en el ámbito castrense donde se inició la conflictividad, provocada por los bajos salarios a
los que enseguida se unió otro tipo de reivindicaciones militares como el recelo militar ante
unos políticos que no luchaban adecuadamente contra lo que ellos denominaban “enemigos de
la patria” (socialistas, nacionalistas, etc.) y el resentimiento de los jefes y oficiales de la
península frente a sus colegas “africanistas”, mejor tratados en su opinión y con más
posibilidades de ascenso, dados los méritos de guerra.
Este descontento fue cristalizando en la formación de unas JUNTAS DE DEFENSA, de las
cuales la más importante fue la formada en Barcelona, pero que inmediatamente fueron
proliferando por todo el país. Las juntas exigían controlar directamente los ascensos y que
éstos no dependieran del poder político, es decir, del Gobierno.
Viene dada a partir de la crítica al sistema político de la Restauración que sectores del
catalanismo (Lliga), republicanos y socialistas hacen. Se trataba, en realidad, de un movimiento
de las fuerzas políticas que se sentían extramuros del sistema y que apelaban a una
democracia verdadera así como a una descentralización.
La iniciativa de este movimiento correspondió a Francesc Cambó, líder de la Lliga, que
convocó en Barcelona una reunión de diputados catalanes y de la izquierda. Lo que inquietaba
al Gobierno central era el proyecto de esta asamblea de transformarse en unas “Cortes
constituyentes” que crearan un sistema más democrático y que a la vez se concediera una
amplia autonomía a Cataluña.
c) Crisis social
Aunque los dos sindicatos con mayor eco en la clase obrera (UGT y CNT) tenían estrategias
de lucha y planteamientos bien distintos, en marzo de 1917 llegaron a un acuerdo de
convocatoria de huelga general en todo el país, en la que se reivindicaban cambios políticos y
sociales en el sistema.
La huelga fue convocada para el 13 de agosto y tuvo una incidencia muy desigual, ya que no
contó con gran apoyo en zonas campesinas, aunque tuvo un fuerte seguimiento en Madrid,
Barcelona, País Vasco y Asturias.
El Gobierno declaró el estado de guerra en dichas áreas y procedió a la detención del comité
de huelga, en el que se encontraban destacados dirigentes socialistas como Julián Besteiro o
Francisco Largo Caballero.
Los disturbios arrojaron un balance de más de setenta muertos, casi dos centenares de
heridos y unos dos mil detenidos.
Aunque con este triste final, los hechos demostraban que las fuerzas que hasta entonces se
encontraban al margen del sistema reclamaban su protagonismo y mostraba las fisuras de un
sistema político ideado hacía cuarenta años, que empezaba a “hacer aguas”.