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INTRODUCCIÓN
El régimen político del turnismo funciona gracias a la habilidad de Cánovas; pero la
desaparición de sus líderes (Cánovas, en 1897, y Sagasta en 1903), y el incremento de las crisis
ministeriales provocadas por las disensiones internas que los partidos dinásticos van a experimentar,
como consecuencia de la incapacidad de adaptarse a sus momentos, a la vez que la creciente
intervención del rey Alfonso XIII en asuntos de gobierno debilitaron el propio sistema. A ello, se
sumó la dificultad para manipular el voto urbano y el incremento del fraccionamiento
parlamentario, que exigía coaliciones para poder gobernar. También influirán el creciente desarrollo
de las organizaciones obreras provocando numerosas huelgas y el problema colonial marroquí, así
como la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la crisis de subsistencia de esos años. Todo ello
desembocará en el golpe de Primo de Rivera y la instauración de la Dictadura y más tarde el
crecimiento de las fuerzas de oposición que desembocará en la II República. En conjunto, el primer
tercio del siglo XX en España se caracterizó por los siguientes aspectos:
a) Crisis del bipartidismo y del turno de poder. A partir de la muerte de Cánovas (asesinado
en 1897) y de Sagasta (1903), el partido Conservador y Liberal carecen de líderes con la
talla política suficiente para mantener unidas las diferentes facciones internas. En el partido
Conservador destacarán personalidades como Francisco Silvela, Fernández Villaverde,
Antonio Maura y Eduardo Dato. Mientras que en el partido Liberal hay que citar a Montero
Ríos, Segismundo Moret, José de Canalejas y el Conde Romanones. Las pugnas y
divisiones internas entre los partidos del turno provocaron una creciente inestabilidad
política y constantes cambios de gobierno.
b) El protagonismo político de Alfonso XIII, que de manera imprudente intervino cada vez
más en asuntos de gobierno reservados hasta entonces a otras instituciones. Este
protagonismo motivó que la oposición al sistema derivase a un rechazo a su persona.
c) El aumento de la conflictividad social, alimentada por las profundas desigualdades
sociales, agravadas por los desequilibrios regionales, con una agricultura atrasada y una
insuficiente y desigual desindustrialización.
d) Reaparición del intervencionismo del ejército en la vida política, que se intensificó con la
Guerra de Marruecos (1909-1925).
e) Incremento y aumento del activismo de la oposición política y social al sistema
(republicanismo, nacionalismo y movimiento obrero), que comienza a organizarse de
manera más efectiva frente al régimen de la Restauración.
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Natural de Palma de Mallorca, fue una de las figuras del panorama político más importantes de principios del siglo
XX en España. Estudió Derecho e inició su actividad en la política vinculado al Partido Progresista, con el que ocupó
cargos de importancia. Sin embargo, su incorporación al Partido Conservador en 1902 hará que acabe sucediendo al
precedente líder de dicho partido, Francisco Silvela, sucesor directo de Cánovas del Castillo en dicho partido. Presidió
los gobiernos de 1903 a 1905, y el llamado “gobierno largo”, de 1907 a 1909.
2
Solo puede considerarse como tal si se tiene en cuenta que entre 1902 y 1907, fue el gobierno más largo que se dio del
total de trece gobiernos que se habían sucedido durante un año.
obligatorio, cuyo verdadero objetivo era el de movilizar el voto de la masa apolítica e
indiferente, cuyas posiciones ideológicas, debido a su propia falta de preocupación e ignorancia
política, siempre fue potencialmente conservadora, de manera que, así, se aseguraba poder
contrarrestar el voto de republicanos y socialistas. La novedad de mayor trascendencia ligada a
esta ley electoral fue la introducida en el artículo 29, según la cual, aquellas circunscripciones
donde el número de candidatos fuese igual al número de escaños en disputa, estos se adjudicarían
directamente sin proceso electoral, dejando patente, una vez más, la corrupción política del sistema.
Al año siguiente, en 1908 creó el Instituto Nacional de Previsión, embrión del futuro
sistema de Seguridad Social (salvando las distancias), para promover y facilitar los seguros sociales
colectivos. Sin embargo, su verdadero objetivo era el de resolver la lamentable situación de los
trabajadores más veteranos y ancianos que, obligados por la edad a dejar de trabajar, carecían
de medios y recursos económicos para poder subsistir. La jubilación, por entonces, aún no existía
oficialmente3. Para 1909, nuevamente en materia social, Antonio Maura aprobó una Ley de
Huelga, con el objetivo de regular el ejercicio de este derecho, al cual recurrían los obreros como
medio de paralización de la producción económica y presión pacífica para que fueran atendidas
sus demandas y derechos reclamados. Esta ley fijaba la antelación con la que se debían anunciar
las huelgas a la autoridad competente, garantizaba la libertad de los obreros a secundarlas o
no y establecía sanciones para quienes no respetaran los procedimientos establecidos legales.
Así, esta ley buscaba más controlar la huelga que asegurar el derecho de poder ejercerla.
En este mismo año, en pleno contexto del imperialismo colonial occidental, la pérdida de las
últimas colonias de ultramar aún quedaba en el dolor patriótico de las élites políticas y militares de
la nación. España, cada vez más aislada de Europa, y sin ningún tipo de peso internacional, buscó
participar en el reciente reparto de África, establecido en la Conferencia de Berlín (1884-1885),
orquestada por el ya desaparecido ‘canciller de hierro’ prusiano-alemán, Otto von Bismark. En
dicha fecha, España obtuvo de reparto tan solo Guinea Ecuatorial, un minúsculo territorio situado
en la costa occidental del continente africano, en plena línea del Ecuador, en el que se aventuraron
una serie de comerciantes españoles en busca de fama y riquezas. Ante esta situación, y en un
momento en el que las colonias imperiales estaban reportando pingües beneficios a todas las
naciones occidentales importantes (Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos, Bélgica, etc.),
España vio en Marruecos un objetivo colonial sobre el cual expandirse. Así, y en pleno contexto
de la Paz Armada (1890-1914), durante cuyos años se sucedieron toda una serie de ‘crisis
internacionales', una declaración franco-británica reconoció los intereses españoles en la costa
mediterránea de Marruecos, y un posterior Convenio franco-español lo ratificó. Tras el
aumento en la escala de tensiones que esto generó a nivel internacional entre Francia y Alemania4,
la disputa se resolvió en la Conferencia Internacional de Algeciras (1906), en la que España
obtuvo el reconocimiento definitivo de sus derechos sobre el norte del territorio marroquí.
3
La verdadera eficacia de esta medida sociolaboral no se alcanzó hasta 1919, cuando este seguro se hizo obligatorio
para todo trabajador y a las cuotas de los obreros, se añadieron las de sus patronos y un suplemento estatal.
4
El reparto de Marruecos entre Francia y España suponía una expansión del país galo en el Mediterráneo, y el control
de una zona geoestratégica y comercial muy importante. Esto, hizo que el rey Guillermo II de Alemania protestase e
interviniese en favor de los intereses de Marruecos, presentándose como defensor de la soberanía e independencia
nacional marroquí. Así, esta escalada de tensiones entre Francia y Alemania llevó a la celebración de la Conferencia
Internacional de Algeciras, que estableció el reparto de Marruecos entre zonas de influencias española y marroquí, con
arbitraje de Gran Bretaña y Alemania. Así, el protectorado español marroquí quedó definido en la zona norte de
Marruecos (de escasa riqueza económica y orografía dificultosa), mientras que Francia ocupó la zona sur de Marruecos
(de mucho mayor valor económico). Un supervisor suizo, por iniciativa de Alemania, debía vigilar el cumplimiento y la
protección de los derechos de los marroquíes en ambos protectorados. Sin embargo, esta medida fue insuficiente y no
satisfizo a los alemanes, ya que, en la práctica, no tuvo trascendencia alguna.
De este modo, la ocupación militar de la zona norte asignada a España comenzó en
febrero de 1909, apoyado por el gobierno de Maura, firme partidario de la presencia española en
Marruecos. Sin embargo, esta intervención provocó el descontento popular a causa de los
reclutamientos forzosos de las tropas, para una guerra que solo interesaba a una minoría
burguesa con intereses económicos en la explotación de las minas de hierro del Rif. Mientras, la
élite militar también vivía con entusiasmo esta ocupación, en tanto que podía brindarles la
oportunidad de recuperar el prestigio profesional perdido tras el ‘desastre del 98’. Pero en julio,
los rifeños atacaron una línea de ferrocarril próxima a Melilla, por lo que el presidente Maura,
decidió reforzar militarmente la zona, enviando tropas en las que se incluían reservistas del
ejército.
Esta movilización de los reservistas agudizó la tensión social, ya que, como siempre, eran
los hijos de las familias trabajadoras, campesinas y más humildes, las que acababan yendo al
frente y muriendo en la guerra, como consecuencia del privilegio al que podían aspirar las clases
más ricas, con el pago de una cuota que libraba de esta obligación a sus hijos5. Ante tal situación, el
movimiento obrero español, tanto socialistas como anarquistas, convocaron la huelga general
como protesta. En Barcelona, puerto donde debían embarcar las tropas comenzaron la huelga, que
se extendió por todas las localidades catalanas. El gobierno respondió mediante la detención de
los cabecillas y censurando la prensa socialista. Las protestas no cesaron, y la represión obrera,
no hizo más que polarizar a la población. La autoridad proclamó el Estado de guerra, y la
huelga general, que comenzó siendo pacífica, acabó protagonizando movilizaciones organizadas
combativas, mediante el levantamiento de barricadas y una oleada de violencia callejera, e
incendiando iglesias y conventos, símbolos asociados al régimen y gobierno conservador. La
rebelión fue sofocada por la Guardia Civil y el Ejército, a lo que le siguió una dura represión,
con fusilados como el intelectual y librepensador español Francisco Ferrer de Guardia6, cuyo
ajusticiamiento suscitó un gran escándalo internacional. Estos hechos, duraron del 26 al 31 de julio
de 1909, y son conocidos como la ‘Semana Trágica de Barcelona’. Los hechos de esta ‘Semana
Trágica’ se debieron a una acumulación de problemas, entre los que se incluían las duras
condiciones de vida y de trabajo de la mayoría de la población obrera, así como la manipulación
obligada de sus familias, para ponerlos al servicio de los intereses político-militares de una
minoría. Esta experiencia de la ‘Semana Trágica’ hizo ver a los sectores obreros anarquistas la
necesidad de crear una organización sindical propia, desde la que se pudiese combatir con mayor
eficacia al poder del Estado y la patronal. Así, en 1910 se fundó la Confederación Nacional del
Trabajo (CNT), el sindicato de mayor peso de la Historia de España, durante estas primeras
décadas del siglo XX, que llegó a agrupar a 750 mil trabajadores7.
Finalmente, y ante la oleada de protesta y oposición que se generó contra el gobierno
conservador de Maura, iniciándose una campaña de desprestigio protagonizada por la oposición
republicana y socialista del país, y al que se sumó el Partido Progresista, Antonio Maura decidió
5
Esta dinámica siguió siendo así hasta 1912, cuando se estableció el servicio militar obligatorio. No obstante, incluso
así, las familias burguesas siguieron optando a privilegios para evitar esta obligación militar, previo pago de una cuota,
como pudiera ser que el tiempo de servicio en el ejército o el destino militar al que eran destinados, fuese más corto o
seguro que al que mandaban a los hijos de las familias trabajadoras, cuyo tiempo de servicio no podían conmutar de
ninguna forma, al no disponer de los recursos económicos necesarios para optar a dicha cuota.
6
Pedagogo e intelectual anarquista, fue fundador de la Escuela Moderna en España, un modelo de educación destinado
a formar a la juventud y población, especialmente, la obrera (por su falta de recursos y medios) en la crítica, el
conocimiento científico y en valores basados en la cooperación, el altruismo y el ejercicio pleno de la libertad del
individuo, todos, principios recogidos en la ideología libertaria.
7
El mayor registro de CNT, se contabilizó durante la guerra civil española, llegando al millón y medio de afiliados.
presentar su dimisión, con la esperanza de que el monarca Alfonso XIII la rechazara. Sin embargo,
no fue así, y el monarca, consciente de difícil situación política, optó por retirar el apoyo a los
conservadores y llamar al gobierno a los progresistas. Se consumaba así la ruptura del pacto
turnista pacífico entre conservadores y progresistas, consumado en el Pacto del Pardo (1885), que
había constituido la base del sistema político de la Restauración. Por primera vez, el Partido
Progresista, se había unido a los partidos ‘no dinásticos’ de la oposición, iniciándose con ello, una
nueva etapa en la Historia política de España, en tanto que, desde entonces, los enfrentamientos
políticos no eran un juego premeditado y organizado, sino una disputa política real entre
partidos, para conseguir el mayor número de votos y apoyos posibles.
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Segismundo Moret y Pendergast (1883-1913), fue una figura de relevancia en el panorama político de la Historia de
España de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Como ministro de ultramar, aprobó en 1870 la llamada ‘Ley
Moret’, por la que se establecía la abolición gradual de la esclavitud en las, aún, colonias de ultramar de Puerto Rico y
Cuba, la cual última, como ya vimos, se prorrogará hasta 1883. Más tarde, en 1897, decretó la autonomía de Cuba, en
un vano intento de salvaguardar el control colonial en la isla. Tras la muerte de Sagasta, participó en las pugnas internas
por ser la cabeza del Partido Liberal Progresista, que fracasó frente a Montero Ríos. Solo en el breve período y entre
octubre de 1909 y febrero de 1910, desempeñó dicho de presidente del gobierno.
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José Canalejas Méndez (1854-1912), fue una de las figuras más importantes de la primera etapa del reinado de
Alfonso XIII. Formado en filosofía y derecho, se integró en el Partido Liberal y ocupó diversos ministerios entre 1888 y
1902 (Ministerio de Fomento, Ministerio de Gracia y Justicia, Ministerio de Hacienda, Agricultura y Obras Públicas).
Tras la muerte de Sagasta, acabó liderando el ala izquierda del Partido Progresista Liberal. Una vez llamado por Alfonso
XIII para formar gobierno, será la cabeza presidencial gubernativa de la nación hasta su asesinato en 1912, a manos de
un anarquista, cuyo hecho acentuó la crisis y fragmentación interna del partido.
oficializaba cierta descentralización política, con el objetivo de conciliar y aplacar las exigencias
de los nacionalistas. En lo referente a la política exterior, se firmará definitivamente un tratado
con Francia, por el que se puso fin a la segunda crisis marroquí internacional (1912), y que
consolidará el protectorado hispanofrancés de manera definitiva sobre Marruecos, con sus
respectivas divisiones territoriales.
El asesinato de Canalejas en 1912 hizo que la realidad política en España se tambalease
enormemente. Los dos partidos dinásticos estaban sumidos en una fuerte crisis por la falta de
liderazgo, al tiempo que las fuerzas políticas de la oposición – PSOE, republicanos y nacionalistas
– crecían y aumentaban su fortaleza. Así, comenzó una descomposición interna de los partidos
dinásticos, cuyos líderes carecían del carisma y la talla política de las grandes figuras de ambos
partidos, como fueron Cánovas y Sagasta, respectivamente. Esto propició que el rey Alfonso XIII
asumiera mayor protagonismo político, limitando aún más la precaria democracia parlamentaria
existente en España. La ruptura de la práctica turnista del régimen de la Restauración entre
ambos partidos dinásticos comenzaba un enfrentamiento político real y directo.
Así, en la sucesión del gobierno llevó al poder al Conde de Romanones10. Su gobierno, no
obstante, destacó no por su figura, sino por la de su ministro de Hacienda, Santiago de Alba11,
ministro de Hacienda, quien fue el ejecutor de las medidas fiscales más importantes de estos años,
como la ejecución de una profunda reforma fiscal, o la imposición de un gravamen impositivo
para la exportación de materia prima y manufacturas nacionales hacia el extranjero, en el
contexto de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Esto permitió recaudar importantes
ganancias económicas para el país, muchas de las cuales serán invertidas en la construcción de
infraestructuras y en educación, pero sembrará gran hostilidad tanto en el Partido Conservador
como en los miembros de su propio partido, propiciando así su caída en el gobierno.
10
Álvaro Figueroa y Torres, más conocido por su título nobiliario de ‘Conde de Romanones’ (1863-1950), fue un
destacado político, capitalista y terrateniente aristocrático español, miembro del Partido Liberal Progresista, que ha
pasado a los anales de la Historia de España como epítome y ejemplo personificado de las lacras del régimen de la
Restauración en España (clientelismo, corrupción, autoritarismo, egocentrismo, etc.). Con todo, su gobierno fue un
intento de perpetuar las estructuras del régimen durante el reinado de Alfonso XIII, y que destacó más por las reformas
llevadas a cabo por su ministro de Hacienda, Santiago de Alba que, por su figura personal, que ha pasado a un segundo
plano.
11
Santiago de Alba Bonifaz (1872-1949) fue abogado, periodista y destacado político español que desempeñó diversos
cargos durante el reinado de Alfonso XIII (ministro de Marina, de Instrucción Pública y Bellas Artes, ministro de
Gobernación y ministro de Hacienda y Estado). Exiliado durante la dictadura de Primo de Rivera, destacó por su
posterior militancia en el Partido Radical durante los años de la Segunda República, llegando a ejercer como presidente
de las Cortes en esta época. Su reforma haciendística estuvo inspirada por los valores regeneracionistas de la época.
Gasset o Ramón y Cajal12. En este sentido, el viejo republicanismo se extinguió y surgieron dos
nuevos partidos:
a) Partido Republicano Radical: Encabezada por la figura de Alejandro Lerroux13, en
1908, se caracterizó sobre todo por su abierto anticlericalismo y discurso populista, lo
que le permitió granjearse amplios apoyos sociales.
b) Partido Republicano Reformista: Fundado por Melquíades Álvarez14 y Gumersindo
Azcárate15, en 1912, representaba un republicanismo moderado, dispuesto incluso a
admitir la monarquía, siempre y cuando dicho modelo de estado fuese verdaderamente
democrático y asegurase medidas políticas de carácter social.
Por su parte, aunque participando de un modelo de Estado republicano, se encontraba el
Partido Socialista Obrero Español (PSOE), cada vez más dispuesto a participar en el
parlamentarismo burgués, siguiendo su línea táctica de procurar asegurar mejoras en las
condiciones de vida y laborales de la clase obrera a corto plazo, mediante la vía democrática-
parlamentaria, pero, aparentemente, sin por ello renunciar a la revolución social como medio de
alcanzar el poder político16. De hecho, en las elecciones de 1910, se presentó dentro de la llamada
‘Conjunción republicano-socialista’, consiguiendo, por primera vez, el acceso a las Cortes de un
diputado socialista: el propio fundador, Pablo Iglesias.
En cuanto a los nacionalismos, destaca en este momento, por su mayor importancia e
influencia, el catalanismo. La Lliga Regionalista de Francesc Cambó17 había conseguido obtener
12
Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) fue, probablemente, una de las figuras más importantes de la ‘generación de
sabios’ española, que se gestó entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX. Investigador, humanista,
científico y médico de formación, Ramón y Cajal es considerado el padre de la neurociencia, gracias a sus
trascendentales e importantísimos estudios sobre histología y anatomía patológica. Sin embargo, su mayor y más
revolucionaria aportación al conocimiento médico y científico fue el relativo a la morfología y conexión de las células
nerviosas (‘doctrina de la neurona’). Estas y otras investigaciones fueron las que le otorgaron el Premio Nobel de
1906, compartido con el médico y citólogo italiano, Camilo Golgi. En palabras de José Ortega y Gasset, no fue motivo
de orgullo, sino ‘de vergüenza’, que en España Ramón y Cajal fuera una excepción general dentro del panorama
científico internacional, y no la tónica general que debía ser fomentada y cuidada sin negocios, para el bien y el
progreso de la nación, siguiendo el espíritu regeneracionista de la época. [N.A.: Parece que, por desgracia, tras un siglo
de diferencia, aún no hemos aprendido la lección. Para un mayor conocimiento de la Historia de la Ciencia en España, y
su contribución al conocimiento científico, léase: LÓPEZ-OCON CABRERA, Leoncio, Breve Historia de la Ciencia
española, Alianza Editorial, 2003].
13
Alejandro Lerroux García (1864-1949), fue una de las figuras políticas más importante dentro de la Historia de
España. Si bien para esta época no contaba aún con la relevancia y el papel que ejercerá posteriormente, su aparición es
ya significativa. Será presidente del gobierno bajo el llamado ‘Bienio Conservador’ durante la II República. Fundador
del Partido Radical que, en origen, participaba de posiciones liberal-progresistas, poco a poco, con el paso del tiempo y
el fortalecimiento de los nacionalismos, especialmente catalán, virará hacia posiciones abiertamente conservadoras.
Alejandro Lerroux constituirá el referente republicano para los conservadores no monárquicos y laicos.
14
Melquíades Álvarez González-Posada (1864.1936), fue una de las figuras del republicanismo español más relevantes.
Si bien su partido se fundó en posiciones progresistas-liberales, para la Segunda República, se presentará como
miembro y representante de un partido conservador. En pleno contexto de la Guerra Civil española y durante la
represión franquista, fue asesinado sin previo juicio en 1936.
15
Gumersindo de Azcárate y Menéndez (1840-1917), fue un jurista, intelectual, historiador y político krausista español,
fundador de instituciones tan importantes como el Instituto de Libre Enseñanza (1876), junto con Francisco Giner de
Los Ríos. Presidente del Instituto de Reformas Sociales – desde su fundación en 1903, hasta su muerte, en 1917 – y
miembro de la Real Academia de la Historia, aprobó la ‘Ley Azcárate’ en 1908, una importante iniciativa legal, cuyo
objetivo era perseguir las malas prácticas y abusos contractuales, posibles entre una entidad privada o financiera y un
usuario, a la hora de establecer acuerdos de préstamos o pagos.
16
Este cambio en el medio transformador de la sociedad debía mucho a la influencia que, tras la muerte de los padres
del marxismo, tendrán los llamados ‘revisionistas’ de las tesis de Marx y Engels, tales como Eduard Bernstein (1850-
1932), uno de los padres de la socialdemocracia, miembro del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD).
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Francesc Cambó y Batlle (1876-1947), fue un destacado político y abogado catalán, cofundador de la Lliga
Catalanista, en 1901, natural de Verges (Gerona). Desde joven participó en organizaciones catalanistas, aunque pronto
se decantó hacia posiciones conservadoras. Fue, igualmente, uno de los organizadores de ‘Solidaritat Catalana’. Durante
el reconocimiento de la mancomunidad catalana, por parte del difunto Canalejas, que le había
permitido conseguir cierta autonomía política para el territorio español. En cambio, por su parte, el
incipiente catalanismo progresista tardó más tiempo en organizarse y no tuvo un papel destacado
hasta la creación, en 1922 del Estat Català, fundado por Francesc Marcià18. No obstante, por su
parte, el nacionalismo vasco, apoyado en los sectores ultraconservadores y tradicionalistas
católicos, representados en la pequeña burguesía bilbaína y rural, ensanchó su base social hacia
sectores cada vez más pro industriales. Mientras, el nacionalismo gallego experimentó un notable
desarrollo cultural y político, patente en la fundación de Solidaridad Gallega, en 1907, una
agrupación fundamentalmente de campesinos. En el sur, el andalucismo se localizaba sobre todo en
Sevilla, donde Blas Infante luchaba por conseguir una mayor autonomía de gobierno para
Andalucía, algo que no llegará nunca a consolidarse, hasta la llegada de la democracia moderna a
nuestro país.
la crisis de 1917, fue uno de los promotores de la ‘Asamblea de Parlamentarios de Barcelona’, pero su miedo
revolucionario y hacia la creciente agitación social del momento, hará que se reintegre en las estructuras y carteras
gubernativas del régimen de Alfonso XIII. Incluso, llegará a justificar la posterior dictadura de Miguel Primo de Rivera,
so pretexto de salvaguardar el orden y seguridad en España. Tras su abierto apoyo al bando franquista, tras el golpe de
estado de 1936, Cambó se distanció del franquismo y se exiliará, por su comprometida situación, en Argentina, donde
residirá hasta su muerte.
18
Francesc Macià i Lluisà (1859-1933), fue un destacado político republicano catalán, militar de oficio, fundador de
Estat Català y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Gran activista político por la constitución de una
República Catalana independiente será uno de los iniciadores de la primera de las brechas que se gestará durante la
Segunda República Española cuando, en el mismo día de proclamación de la Segunda República (14 de abril de 1931),
declara la ‘República Catalana Independiente’ en la Generalitat de Cataluña. Su sucesor en ERC será otra figura muy
destacada del panorama político español: Lluís Companys.
política económica proteccionista, que hicieron de la economía española la más cerrada y
protegida de Europa, pero benefició enormemente a la burguesía catalana algodonera,
siderúrgica vasca y cerealística castellana, que veía no solo cómo aumentaba exponencialmente
su acumulación de capital gracias al aumento de la demanda de exportación, sino también de la
protección interna nacional de su producción. Esto supuso un enorme empuje positivo para la
balanza comercial española.
Sin embargo, respecto a las clases más humildes y, sobre todo, las masas obreras y
campesinas, no verán mejorada su situación. Por paradójico que pueda parecer, los beneficios de
las empresas no repercutieron en un mayor reparto de la riqueza generada, ni produjo aumento
proporcional alguno en el salario de los obreros. Por el contrario, experimentaron un aumento de
los precios de bienes tanto básicos como manufacturados, al ser más rentable para el mercado
español venderlos fuera de sus fronteras que en el interior. Este proceso de inflación, para una
masa trabajadora cuyo salario no aumentaba, se tradujo en un nuevo período de carestía y
empobrecimiento, que propiciará un aumento de las movilizaciones obreras, con oleadas de
protestas y huelgas, para exigir una mejora de sus condiciones salariales, laborales y de vida en
general. De este modo, encontramos una agudización de la lucha de clases, al aumentar las
diferencias sociales entre ricos y pobres.
19
Eduardo Dato e Iradier (1856-1921), fue un destacado abogado y político español, que ostentó en tres ocasiones la
presidencia del gobierno, durante los llamados ‘gobiernos de concentración’ o ‘coalición’ de principios del siglo XX,
como últimos intentos de mantener el régimen pseudodemocrático de la Restauración en España. Cuando estalló la
Primera Guerra Mundial, Dato se encontraba en la presidencia, y se encargó de declarar oficialmente la neutralidad
española en el conflicto, además de ser quien dirigiese la represión política de las revueltas obreras de 1917. Fue
asesinado por cuatro anarquistas en 1921.
2.4. El último intento de salvación: Los gobiernos de concentración (1917-1918)
El gobierno conservador de Eduardo Dato había conseguido desmantelar los diferentes
movimientos contestatarios del verano de 1917. Pero, aunque el régimen había sobrevivido, no
había salido ileso de tan tumultuosa coyuntura. En este contexto, Alfonso XIII va a impulsar un
último experimento para intentar perpetuar el régimen, con la formación de dos gobiernos de
concentración, es decir, gobiernos presididos por un miembro de uno de los dos partidos dinásticos
– Partido Progresista en el primer gobierno y, consecutivamente, Partido Conservador –, pero con
ministros de otras tendencias políticas (en la que no entraban miembros de la oposición, como
republicanos o socialistas). Sin embargo, esta solución no funcionó y al cabo de un año se retornó a
la vieja práctica del turnismo. Con el fin de la Primera Guerra Mundial, surgió una nueva Europa,
pero España permanecía inmutable y anclada en el pasado, en contraste con las cada vez más
numerosas voces que exigían y demandaban un cambio estructural del sistema político nacional.
Esta realidad, provocará inmediatos problemas sociopolíticos, que llevarán al sistema de la
Restauración a colapsar definitivamente.
20
En este sentido, la historiografía ha apuntado certeramente a la incompetencia e incapacidad de adaptación del
empresariado capitalista español, más pendiente y preocupado de buscar un enriquecimiento vertiginoso cortoplacista,
que de estimular, potenciar e invertir en la creación de nuevas industrias o modernización de aquellas ya existentes, para
hacerlas más eficientes y competitivas frente al exterior, y sentar así las bases de un enriquecimiento a largo plazo más
estable y duradero. De esta manera, es posible que esto hubiese permitido convertir y transformar a España en una
nación industrial, si no de primer orden, al menos, semejante a sus países vecinos.
A todo esto, ha de añadirse el contexto internacional europeo, fundamental para entender
esta nueva oleada de conflictividad social, cuyo faro de referencia no solo fue el fin del conflicto
mundial, sino, sobre todo, el triunfo de la Revolución bolchevique en Rusia, en octubre de 1917.
Por primera vez en la Historia triunfaba una revolución que llevaba al poder a la clase obrera,
inspirada por las tesis marxistas. Los ecos de esta revolución no pasarán desapercibidos en España.
Así pues, los principales conflictos van a tener lugar en Andalucía, Cataluña y
Extremadura. En las zonas de mayor tradición agrícola, como Andalucía, encontramos una fuerte
movilización campesina y la fundación de diferentes sindicatos agrícolas. La más importante de
las movilizaciones sucedidas en el sur español, tuvo lugar en Andalucía, territorio que se mantuvo
apaciguado durante la mencionada huelga de 1917, por su escaso apoyo. Sin embargo, en esta
ocasión las masas campesinas protagonizarán un aumento en su agitación social y la difusión de
un notable entusiasmo en las organizaciones obreras. Este período es conocido en Andalucía
como el “Trienio Bolchevique” (1918-1920), denominado así por la atmósfera de entusiasmo
revolucionario que invadía España en aquellos años inmediatos al triunfo de la revolución de
octubre. Así, los campesinos andaluces protagonizaron la ocupación y reparto de numerosas
tierras, así como la toma de ayuntamientos. El gobierno declaró el Estado de guerra en
Andalucía y respondió con la directa represión, cuyas movilizaciones sindicales no consiguió
apaciguar hasta 1920. En este contexto de presión de un movimiento obrero cada vez más fuerte, el
gobierno se vio obligado a adoptar algunas medidas de carácter social, como la tradicional
reivindicación de la jornada de 8h laborales (1919), aprobada en España tras una larga,
dificultosa pero exitosa huelga general, siendo una de las naciones europeas que antes asumieron
esta jornada laboral que a día de hoy disfrutamos; así como la creación de un Ministerio del
Trabajo (1920).
Por su parte, en Cataluña, tuvo lugar una de las huelgas más importantes del movimiento
obrero español de todo el siglo XX. Allí tendrá lugar la “huelga de la Canadiense”, una empresa
eléctrica de Barcelona que decidió reducir los salarios de los obreros, amenazando con el despido
masivo a aquellos que se negaran a aceptar las nuevas condiciones. Ante la movilización sindical y
huelguística, que será apoyada por otros muchos sectores obreros, la patronal y las clases
conservadoras en general, ante el miedo y la temeridad revolucionaria, decidió optar por la
represión mediante la creación de un cuerpo armado, formado por milicias de voluntarios de la
clase media, inspirados por ideas ultranacionalistas y conservadoras, con el que enfrentarían
violentamente a las masas obreras: el “Somatén”. Estos, serían protagonistas del fenómeno que
se difundiría en la Cataluña de aquellos años: el pistolerismo callejero. Todo este clima, contó
con el apoyo y la connivencia del gobierno, aplicando el conocido como ‘terrorismo de Estado’,
patente en la aprobación de la ‘Ley de Fugas’, por la que se permitía a las fuerzas del Estado
disparar contra un obrero o sindical que, habiendo sido detenido, intentase huir. Muchos
asesinatos de sindicales y trabajadores serán alegados bajo este argumento, independientemente de
que esta razón fuese veraz o no. Sin embargo, esta confrontación directa no hizo más que
polarizar la lucha social. El movimiento obrero continuó fortaleciéndose, y los principales
sindicatos nacionales se fortalecieron: UGT aumentó el número de sus afiliados de 160.000 en
1916 a 240.000 en 1921, si bien no superó a la vertiente anarcosindicalista de CNT, que pasó de
80.000 afiliados en 1916 a 600.000 en 1920, de los cuales, más de la mitad procedían de Cataluña.
CNT mantenía así su preeminencia como sindicato más importante de España.
Por último, destacamos la influencia que el triunfo de la Revolución Rusa tendrá a lo
largo de Europa, pues no solo supuso un estímulo inspirador para el movimiento obrero
mundial, sino también como un factor que provocará una nueva división ideológica dentro de las
filas de tradición marxista. Y es que, la creación de la Tercera Internacional o Internacional
Comunista (1919), pretenderá agrupar a todas las organizaciones obreras internacionales, para
conseguir un proceso revolucionario mundial, bajo las directrices del único partido que había
conseguido llevar a cabo la experiencia revolucionaria de manera exitosa: el partido bolchevique de
la recién formada Unión Soviética (posteriormente, el ‘PCUS’). Así, esta nueva internacional
rompía con la disuelta Segunda Internacional (1914), con el objetivo de acabar con la vertiente
revisionista del socialismo, que consideraba traidora de los objetivos y, por tanto, un lastre para el
triunfo de la revolución proletaria. Así, en diferentes congresos celebrados en Rusia, con Moscú
como sede de la nueva internacional, se pondrá el foco en acabar con las tendencias reformistas y
revisionistas de los partidos obreros socialistas, provocando con ello escisiones en todos los
partidos obreros europeos de corte socialista, a lo largo de la década de 192021. Así, tras una
escisión interna de las juventudes del PSOE y la sección española enviada a la Internacional, se
funda, en 1921, el Partido Comunista de España (PCE), cuyo peso político no será perceptible en
la nación, hasta la Guerra Civil.
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Esta contradicción de la realidad y coherencia política tanto del régimen como de los propios organismos políticos
socialistas, respondían a la idea de conseguir, a toda costa, cualquier mínimo beneficio que mejorase las condiciones de
vida y laborales de la clase obrera española. Así, los socialistas lo argumentaron, por tanto, como una táctica política
pragmática, preferible a la realidad que experimentaban el resto de sectores obreristas, como anarquistas o comunistas,
que eran censurados, reprimidos y perseguidos sin mediación, obligándolos a la clandestinidad.
monárquicos, intelectuales y, por supuesto, la oposición histórica al régimen de la Restauración
(nacionalistas, republicanos y el movimiento obrero). La situación económica no hizo sino
agravar dicha descomposición del régimen, protagonizada por la devaluación constante de la
peseta en un contexto internacional del ‘crack del 29’. Aislado y sin apoyos, esta situación trajo
una creciente oleada de protestas y huelgas, a las que se sumó la propia oposición de parte del
ejército y sectores conservadores, lo que obligó a dimitir al dictador en enero de 1930.
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Dámaso Berenguer Fusté (1873-1953): natural de Cuba, fue una de las figuras militares más relevantes de principios
del siglo XX en España, desempeñando importantes funciones durante la Guerra de Marruecos (1921-1927). Tras la
caída de Miguel Primo de Rivera, intentó restaurar el modelo turnista de la Restauración, pero tanto su carencia de
carisma e iniciativa, como la enorme oposición ya existente contra la monarquía de Alfonso XIII, propiciarán su caída.
Ortega y Gasset le dedicó un artículo, que pasó a la Historia, en el que rechazaba abiertamente a la monarquía como
modelo de Estado, así como a todo el régimen de la Restauración: ‘El error de Berenguer’, publicado en El Sol.
embargo, dicho retorno pretendía ser literal, pues Berenguer, además de reestablecer la
participación electoral, quiso reinstaurar el caciquismo para asegurar la estabilidad del
régimen, algo que no fue visto con buenos ojos desde el primer momento, pues la sociedad
española estaba más concienciada políticamente.
En este contexto, republicanos, nacionalistas y socialistas se reúnen para firmar el Pacto de
San Sebastián (1930), un escrito que buscaba instaurar la república. A este respecto, incluso, se
trató instaurarla mediante un golpe de estado el 15 de diciembre en Jaca, pero que acabaría en
fracaso. La movilización obrera aumentó, y con ello, la inestabilidad del régimen, lo que llevó a
Berenguer a dimitir en febrero de 1931, siendo sustituido por el almirante Aznar28. Este,
convoca elecciones municipales para el 12 de abril de 1931, en un momento en donde la opinión
pública lo presenta como el apoyo o rechazo a la monarquía de Alfonso XIII, a cuya figura, en
muchos casos, se tachaba de responsable de la decadente situación social y política, tal y como lo
dejase por escrito el propio José Ortega y Gasset en un artículo de periódico en El sol.
Finalmente, la convocatoria de elecciones se llevó a cabo sin que interviniese ningún poder
público en las mismas. Los monárquicos, apáticos y decepcionados por el desprestigio justificado
que había sufrido la monarquía, apenas hicieron campaña electoral. El resultado de estas elecciones
cambió la realidad de España de la noche a la mañana: si bien los monárquicos habían obtenido
mayor número de concejales en total en toda España, no lo habían conseguido en las
principales provincias urbanas nacionales, en donde los republicanos habían obtenido la
victoria. La sociedad española se encontraba dividida, y el único modo de mantener a Alfonso
XIII en el trono era a través de un nuevo pronunciamiento militar que, ante la realidad de los
resultados, no parecía disfrutar de muchos apoyos y podría provocar una guerra civil. Ante tal
situación, el rey renuncia a la corona y decide exiliarse, formándose así un nuevo gobierno
provisional se hace cargo del poder soberano el 14 de abril de 1931. La Segunda República
española se había proclamado.
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Juan Bautista Aznar (1860-1933), fue un destacado militar y político español, que sustituyó a Berenguer en el cargo
de ‘presidente’, del que sería el último gobierno del reinado de Alfonso XIII. Intentó restaurar el sistema de la
Restauración con un modelo democrático más transparente y abierto, pero la convocatoria de las elecciones, el 12 de
abril de 1931, dinamitaron las intenciones del almirante: Ya era demasiado tarde para dar una salida pacífica a la crisis
tan agónica y prolongada que llevaba padeciendo la monarquía de Alfonso XIII.
aprobación del Decreto de Protección de la Industria Nacional, para la concesión de ayudas
estatales a empresas, con el fin de ayudarlas a competir en el exterior.
De igual modo, se fomentaron la construcción de infraestructuras, con ferrocarriles,
carreteras y obras hidráulicas, que continuaron el proceso de modernización industrial de
España. A su vez, este fomento de obras hidráulicas tenía como objetivo el aumento y mejora del
regadío en el mundo agrario, a través de la creación de las Confederaciones Hidrográficas. No
obstante, la tierra siguió en manos de los grandes propietarios, quienes disfrutaron de las grandes
rentas obtenidas por el aumento productivo agrario, gracias a dicha mejora del regadío y la puesta
en cultivo de nuevas tierras.
Con respecto al terreno social, la dictadura quiso llevar a cabo un consenso para evitar la
revuelta social y la inestabilidad, una preocupación muy difundida por el miedo revolucionario
irradiado desde la Rusia soviética. Así, se puso en marcha un modelo de regulación del trabajo
que pretendía eliminar los conflictos laborales a través de la mediación del Estado mediante un
sistema corporativo, es decir, un sistema que englobaba a todos los sectores sociales para
regular dichas disputas. Esta corporación fue la Organización Corporativa Nacional. Prueba de
ello fue la aprobación de Código de Trabajo o la creación de escuelas sociales o vivienda
popular a través del Instituto de Reformas Sociales. Todas estas medidas sociales y la coyuntura
económica, permitió a la dictadura permanecer estable durante varios años, si bien la protesta
social nunca desapareció del todo.
Por último, en lo relativo a la demografía, España experimentará una transición hacia un
régimen demográfico moderno durante este primer tercio del siglo XX, a excepción de
Cataluña, donde ya se había iniciado a principios de siglo. Este proceso se dio gracias al
descenso simultáneo de la mortalidad y la natalidad descontrolada. Y es que, la mejora de la
alimentación, en los modos de vida (vestimenta, vivienda) y las mejoras higiénicas y sanitarias,
permitieron conseguir un descenso significativo de las causas tradicionales de mortalidad –
como las epidemias o crisis de subsistencias –, que ayudaron a disminuir los índices de
mortalidad en España. Tan solo una epidemia de gran importancia tuvo lugar – y última registrada
en la Historia, hasta la llegada de la pandemia actual que aún vivimos del Covid-19 –: la conocida
como ‘gripe española’ de 1918-191929, que provocó la muerte de unas 200.000 personas en
España. Pero a la vez, en el campo de enfermedades endémicas, se consiguieron éxitos tan
importantes como la erradicación de la viruela, una enfermedad letal el siglo anterior. Con ello, la
esperanza de vida pasó de 35 a 50 años durante el primer tercio de siglo en España. Así mismo, otra
novedad fue el incremento de la emigración exterior, sobre todo entre 1905 y 1914, con destinos
prioritarios hacia América Latina (Argentina, Cuba, Brasil). Así mismo, durante estos años y
posteriores, hasta 1930 aproximadamente, predominaron de forma abrumadora las migraciones
internas y el trasvase de población del campo a la ciudad, iniciado por la euforia productiva por
el contexto de exportación de la Primera Guerra Mundial. Así, la mano de obra industrial
aumentó, propiciando el aumento del peso porcentual de la población activa en el sector secundario
del 14% (1900) al 26% (1930), con el consiguiente descenso del sector primario (de un 70% a un
47% en el mismo intervalo temporal).
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La pandemia de gripe española fue considerada la más virulenta de la Historia. Se originó en Estados Unidos y llegó
a Europa a través del puerto francés de Brest, en pleno contexto de la Primera Guerra Mundial. Para evitar la
desmoralización en los países beligerantes, se ejerció una rígida censura informativa en las naciones europeas sobre sus
efectos. No ocurrió lo mismo en España, país neutral en el conflicto, cuya prensa informó ampliamente de la existencia
de la enfermedad y su difusión. Por este motivo se consideró que España era el único país afectado, y de ahí su
denominación. No obstante, algunos estudios consideran que la mutación letal del virus de la gripe se pudo producir,
efectivamente, aquí en España.