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ESTÁNDARES RELACIONADOS CON EL BLOQUE 9

DEFINE EN QUÉ CONSISTIÓ EL “REVISIONISMO POLÍTICO” INCIAL DEL REINADO DE


ALFONSO XIII Y LAS PRINCIPALES MEDIDAS ADOPTADAS.
La primera etapa del reinado de Alfonso XIII estuvo marcada por el espíritu regeneracionista y de cambio
que, tanto dentro como fuera del sistema, se había extendido por España tras 1a crisis del 98.
A esta nueva línea de actuación seguida desde el poder se la denominó revisionismo, ya que los
gobiernos, tanto liberales como conservadores, se propusieron realizar una completa «revisión» del sis-
tema político, modificando lo necesario para corregir sus defectos y adaptarlo para dar respuesta a alguna
de nuevas las demandas de la sociedad española.

El revisionismo conservador: la “renovación desde arriba” de Antonio Maura


Dentro de este contexto el primer programa amplio de reformas lo impulsó Maura, nuevo líder del
Partido Conservador, durante el llamado «gobierno largo» (1907-1909), considerado como tal si se
tiene en cuenta que entre 1902 y 1907 fue el mas largo de los trece gobiernos que se habían sucedido
hasta entonces.
La intención de Maura era hacer la «revolución desde arriba» para evitar la revolución desde abajo; es
decir, reformar lo estrictamente necesario, sin alterar las bases fundamentales del sistema, siendo estas
sus principales actuaciones:
- Medidas de carácter social y laboral: la conjunción del espíritu de cambio regeneracionista con la
presión cada vez mas fuerte de las organizaciones obreras se había traducido, tras la creación de la
Comisión de Reformas Sociales (1883) y desde los inicios del siglo, en una tímida y lenta reforma de la
legislación laboral, obra en su mayor parte de gobiernos conservadores, como: la Ley de Accidentes de
Trabajo (1900), la Ley sobre Condiciones de Trabajo de Mujeres y Niños (1900), o la Ley de
Descanso Dominical (1904).
También durante el «gobierno largo», en 1908, se creó el Instituto Nacional de Previsión, embrión de
un futuro, sistema de Seguridad Social. Su cometido era promover y facilitar los seguros sociales
colectivos; con el objetivo prioritario de resolver la lamentable situación de los trabajadores que, obli-
gados por la vejez, tenían que dejar de trabajar y carecían de medios de subsistencia.
En lo sucesivo, mediante el seguro conocido como «retiro obrero», el trabajador, a cambio de una
cotización durante su vida laboral activa, podía jubilarse con derecho a una pequeña pensión. No
obstante, su verdadera eficacia no se alcanzo hasta 1919, cuando este seguro de vejez se hizo obligatorio
y a las cuotas de los obreros se añadieron las de sus patronos más un suplemento estatal.
También en 1909, tras una larga tramitación de ocho años, se promulgó la Ley de Huelga, que pretendía
regular el ejercicio de este derecho para reducir los perjuicios que de él podían derivarse: se fijaba la
antelación con la que se debían anunciar las huelgas a la autoridad, se garantizaba la libertad de elección
de los trabajadores para seguirlas o acudir al trabajo y se establecían sanciones para quienes no
respetasen el procedimiento establecido.
No obstante, era una ley mas orientada a controlar las huelgas que a garantizar el derecho a ejercerlas,
razón por la cual su incumplimiento fue frecuente.
- La Ley de Reforma Electoral (1907). Aparte de la legislación laboral, la medida que quizá mejor
ilustra el espíritu y la realidad de esa «revolución desde arriba» conservadora fue la Ley de Reforma
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Electoral de 1907. Su intención declarada, dentro de los propósitos regeneracionistas del momento, era
eliminar el fraude y garantizar la limpieza de las elecciones. La realidad era muy distinta.
Se introdujo el voto obligatorio, cuyo verdadero propósito era movilizar a los indiferentes y potenciales
votantes moderados, y poder así contrarrestar el voto de republicanos y socialistas.
Sin embargo, la novedad de mayor trascendencia fue la introducida en el artículo 29, según el cual en
aquellas circunscripciones donde el número de candidatos fuese igual al número de escaños en disputa,
estos se adjudicarían directamente sin proceso electoral.
De este modo, en las circunscripciones pequeñas (las mas fáciles de controlar) ya no sería necesario
recurrir a prácticas fraudulentas en el día de las elecciones, bastaría con asegurarse de que sólo se
presentasen los candidatos que “debían salir”.

El revisionismo liberal: la “regeneración democrática de Canalejas” (1910-12)


Tras la caída de Maura, comenzó una nueva etapa de gobiernos del Partido Liberal. El primero de
ellos, de algo más de tres meses, estuvo presidido por Moret, que había encabezado el enfrentamiento
contra Maura. Pero desde 1910 la presidencia del gobierno la asumió Canalejas, hasta su asesinato en
1912.
Canalejas, como nuevo líder del Partido Liberal, pretendió emprender una política de regeneración
democrática equivalente desde las filas liberales, a la «revolución desde arriba» postulada por el
conservador Maura.
Las reformas propuestas abarcaban un amplio abanico de cuestiones, desde los intentos de revisar las
relaciones Iglesia - Estado y limitar el numero de órdenes religiosas (reducidos a una inoperante «ley
del candado»), hasta ciertas concesiones al regionalismo mediante una ley de mancomunidades,
pasando por nuevas medidas de contenido social y una modificación del servicio militar.
- Las medidas de contenido social: Durante los gobiernos de Canalejas el movimiento obrero desarrolló
una gran actividad (la anarquista CNT se fundó en 1910) y se produjo un recrudecimiento de la
agitación social y laboral.
En este ámbito la política de Canalejas fue ambivalente: por un lado, respondió con contundencia a las
alteraciones del orden público; y por otro, buscó el apoyo popular mediante algunas medidas de
contenido social, como el establecimiento de la jornada laboral de nueve horas en las minas o la
regulación del trabajo de las mujeres.
Otra medida de gran trascendencia fue la supresión del impuesto de consumos, impopular tributo
sobre determinados artículos, algunos de primera necesidad, que suponía una carga añadida a la precaria
situación económica de las clases trabajadoras.
- El servicio militar obligatorio: Sí la medida más ilustrativa de la revolución conservadora de Maura
fue la Ley de Reforma Electoral, la que mejor refleja el carácter de la revolución liberal de Canalejas fue
la Ley de Reclutamiento (1912) que establecía el servicio militar obligatorio y acababa parcialmente
con la practica clasista de la cuota (pago de una elevada cantidad dinero para quedar exento del servicio
militar). Si bien la cuota no desapareció, en lo sucesivo solo serviría para reducir el periodo del servicio
militar a cinco o diez meses, según la cuantía de la cuota pagada, en vez de los tres años que debían
cumplir quienes no la pagaban. Sin embargo, en caso de guerra la incorporación a filas era obligatoria
para todos.
Por tanto, el revisionismo de los liberales tenía una proyección más social y popular que el de los
conservadores, pero sin llegar tampoco demasiado lejos.
El asesinato de Canalejas en 1912 en la Puerta del Sol de Madrid, a manos de un anarquista, interrumpió
el proceso de reformas en curso y marcó el final de los intentos de regeneración interna del sistema
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político de la Restauración.
Una de las claves que explica el porqué de la complementariedad y lo limitado de las reformas propuestas
desde ambos grupos está el propio sistema de la Restauración, cuya finalidad, tal y como lo había
concebido Cánovas del Castillo, era la estabilidad política en base a la existencia de dos partidos
dinásticos fuertes: el Conservador y el Liberal, que pudiesen alternarse pacíficamente en el gobierno de
la nación -el turno de poder-.

ESPECIFICA LA EVOLUCIÓN DE LAS FUERZAS POLÍTICAS DE OPOSICIÓN AL


SISTEMA: REPUBLICANOS Y NACIONALISTAS

En 1912, tras el asesinato de Canalejas, los dos partidos dinásticos están sumidos en una fuerte crisis por
falta de liderazgo y porque la relación entre ellos había pasado de la confianza al enfrentamiento,
imposibilitando con ello la alternancia en el poder y el acuerdo entre sus líderes. Al mismo tiempo que
crecía la oposición de los partidos republicanos -el PSOE entre ellos- y de los nacionalistas.
En conclusión, el reinado se había iniciado con un espíritu regeneracionista de renovación del sistema
político, pero no solo no lo consiguió sino que, apenas una década después, comenzó su descomposición
interna.
- Los republicanos representaban la principal fuerza de la oposición política al régimen dentro de las
Cortes y en el ámbito extraparlamentario.
Su ideario es algo difuso, defendía el progreso y la justicia social pero con unas posiciones menos
radicales que las de los socialistas o anarquistas, que les permitieron ganarse el apoyo de ciertos secto-
res de un amplio abanico social: desde la pequeña burguesía hasta trabajadores, así como algunos
intelectuales de prestigio -Galdós, Ortega y Gasset, Ramón y Cajal…-.
Durante el reinado de Alfonso XIII, el viejo republicanismo del siglo anterior, heredero de la Gloriosa,
se extinguió surgiendo dos nuevos partidos republicanos:
a) El Partido Radical que, fundado en 1908 por Lerroux, era más izquierdista y anticlerical y se definía
como autonomista en lo político y socialista en lo social, lo que, unido a su discurso populista, le
permitió ampliar sus apoyos sociales.
b) El Partido Reformista, creado en 1912 por Melquiades Álvarez y Gumersindo de Azcarate, que
representaba un republicanismo mas moderado, dispuesto incluso a admitir la monarquía, siempre que
fuera verdaderamente democrática y mantuviera una verdadera política social. Su preocupación por la
cultura y la educación atrajo a destacados intelectuales, pero tuvo menos implantaci6n social que el
Partido Radical.
Dentro de los partidos republicanos, pero con una marcada identidad propia, seguía creciendo el
Partido Socialista Obrero Español, cada vez mas dispuesto a participar en el juego político
parlamentario, sin renunciar por ello a la revolución social. De hecho, en las elecciones de 1910 se
presentó dentro de la llamada Conjunción Republicano-Socialista, que permitió por primera vez el
acceso a las Cortes de un socialista: el fundador del partido, Pablo Iglesias.

- En cuanto a los nacionalismos, el que tenía una mayor implantación social era el catalán. El principal
representante del catalanismo en la vida política desde 1901 era la Lliga Regionalista, de ideología
conservadora y cuyo principal objetivo era conseguir la autonomía para Cataluña.
En 1906 se fundó Solidaritat Catalana, una agrupación interclasista (no' un partido) que integraba a
todas las fuerzas políticas catalanas (excepto a los partidos dinásticos y los republicanos de Lerroux)
con el fin de defender los derechos de Cataluña.
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En cambio, la izquierda catalanista tardó más tiempo en organizarse y no tuvo un papel destacado
hasta la creación en 1922, bajo la dirección de Francesc Macía, de Estat Catalá, que se convirtió en
la expresión del nacionalismo más radical no conservador.

Muy distinto del catalán, en planteamientos y arraigo social era el nacionalismo vasco, de carácter
arcaizante y esencialmente vizcaíno. Su única expresión seguía siendo el Partido Nacionalista Vasco
(PNV), que se apoyaba en la pequeña burguesía bilbaína, ultraconservadora y recelosa del progreso y
la industrialización. Sin embargo, con la paulatina incorporación al PNV de nuevos elementos menos
radicales respecto al independentismo y de espíritu algo más moderno, se ensanchó la base social del
partido, aunque en su ideario pervivía el carácter tradicionalista de su fundador, Sabino Arana.

El nacionalismo gallego experimentó un notable desarrollo cultural, pero estaba todavía lejos de
consolidarse como fuerza política. El intento mas serio en este sentido fue la creación de Solidaridad
Gallega en 1907, que como su precursora catalana, no era un verdadero partido político, sino una
agrupación, en este caso fundamentalmente de campesinos, que se limitó a participar en las elecciones
municipales de algunos lugares. Tampoco tuvo demasiado impacto la fundación en 1910 de Acción
Gallega, que intentó liderar sin éxito el movimiento agrarista gallego.

Por último, el nacionalismo andaluz estuvo localizado inicialmente en Sevilla, en torno al Ateneo de
esta ciudad. Su más apasionado impulsor y principal ideólogo fue Blas Infante, considerado el «Padre
de la patria andaluza», pero sus intentos de conseguir una mayor autonomía de gobierno para
Andalucía no llegarían a verse coronados por el éxito, ni siquiera durante la Segunda República.

EXPLICA LAS REPERCUSIONES DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y LA


REVOLUCIÓN RUSA EN ESPAÑA
Con el comienzo de la Primera Guerra Mundial se inició una nueva etapa en el reinado de Alfonso XIII,
que alcanzó su punto más crítico en 1917. A partir de entonces, el sistema político de la restauración
experimentó un declive progresivo del que salió transitoriamente con la solución autoritaria de la
dictadura.

Neutralidad y división de opiniones


El gobierno español decidió mantener la neutralidad en el conflicto, algo en lo que prácticamente
coincidían todas las fuerzas políticas, con alguna que otra excepción aislada.
Ahora bien, el consenso sobre la neutralidad no se correspondía en absoluto con un consenso semejante
en el ámbito de las simpatías sociales hacia los contendientes. La opinión española, desde prácticamente
el comienzo, se dividió entre aliadófilos y germanófilos, con vivas polémicas entre ellos, especialmente
en la prensa.
En general, la mayoría de los intelectuales y los simpatizantes de izquierdas -desde liberales hasta
socialistas- engrosaban el bando de los aliadófilos, ya que países como Francia o Gran Bretaña
representaban para ellos los ideales de la democracia.
En cambio, los simpatizantes de derechas se inclinaron hacia el bando de los imperios centrales
(Alemania y Austria-Hungría), genuinos representantes de valores como el orden y la autoridad.

La euforia económica y sus consecuencias


La Primera Guerra Mundial y sus efectos sobre la economía de los países en conflicto, convirtió a casi
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todos ellos de tradicionalmente productores y exportadores, en países importadores. Por este motivo,la
neutralidad le supuso a España un crecimiento espectacular en la demanda exterior de sus productos,
pero el aumento de las exportaciones provocó un proceso inflacionista e incluso la escasez de algunos
productos en el interior, muchos de ellos básicos, con graves efectos sociales.
Sin embargo, estos grandes beneficios de las empresas no tradujeron en aumentos salariales
equivalentes. De hecho el fuerte crecimiento de la economía nacional solo se vio reflejado en un
espectacular enriquecimiento empresarial, que por el contrario fue acompañado de un
empobrecimiento general de los trabajadores, cuyos salarios perdieron gran parte de su poder
adquisitivo debido a la subida de los precios, en particular los de artículos de primera necesidad. Este
contrasentido resultaba especialmente difícil de aceptar para las clases trabajadores, y más aun, cuando se
producía en un momento de euforia de la economía española .

La agitación social y los efectos de la Revolución Rusa


Durante la Primera Guerra Mundial, la necesidad de satisfacer la demanda exterior exigía mantener una
producción ininterrumpida evitando las huelgas, situación que predispuso a los patronos más hacia la
negociación con los obreros que hacia el enfrentamiento.
Pero la crisis económica de la posguerra invirtió la situación, lo que produjo un crecimiento
espectacular de la afiliación a los sindicatos pasando los patronos de la negociación al enfrentamiento,
contra lo que consideraban una dictadura sindical.
Por otra parte, el triunfo en 1917 de la Revolución bolchevique en Rusia insufló un notable entusiasmo
en las organizaciones obreras, que imaginaron inicialmente a la Unión Soviética como un paraíso para los
trabajadores y hacia el que había que orientarse.
En este contexto de presión de un movimiento obrero cada vez más fuerte, el gobierno se vio obligado a
adoptar algunas medidas de carácter social, como por ejemplo atender a la tradicional reivindicación de la
jornada de ocho horas en la industria (1919) o la creación del Ministerio de Trabajo (1920).

El “trienio bolchevique” en Andalucía


En Andalucía la agitación social se había mantenido a muy bajos niveles desde principios de siglo hasta
1917, en cuya huelga general apenas hubo participación del campo. Sin embargo, entre 1918 y 1920 en
el denominado «trienio bolchevique», se vivió una fase de actividad revolucionaria, provocada por la
situación de miseria de los jornaleros agrícolas, la carestía de la vida y la influencia de la Revolución
Rusa.
En este periodo, bajo la dirección de los dos grandes sindicatos (UGT y CNT), se sucedieron huelgas y
ocupación de campos, se repartieron tierras y se tomaron ayuntamientos. Pero la declaración del estado
de guerra y una dura represión pusieron fin al a revuelta social en 1920.

La creciente violencia en Cataluña


En Cataluña, a pesar del fracaso de la huelga general de 1917, el continuo crecimiento de la CNT y la
imposición, como corriente mayoritaria la anarcosindicalista -mas violenta y partidaria de la acción
directa-, frente a la corriente sindicalista, de carácter más moderado y pragmático, generó como
consecuencia que las huelgas, sabotajes y atentados se sucediesen continuamente.
La respuesta por parte de la patronal catalana fue muy dura: frente a la huelga obrera, el “lock-out” o
cierre temporal de la empresa por decisión del dueño; y frente a la acción directa o «terrorismo rojo», el
«terrorismo blanco» con la contratación de pistoleros y bandas armadas para asesinar a los dirigentes
obreros y sindicales.

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En este clima de enfrentamiento, las autoridades civiles y militares de Barcelona practicaron también
un autentico terrorismo de Estado, al servicio de la patronal, con la aplicación de la conocida como «ley
de fugas» que autorizaba a los cuerpos armados a disparar contra todo detenido que intentara
fugarse. De este modo se asesinó a numerosos sindicalistas y activistas obreros con el pretexto legal de
que habían pretendido huir tras ser detenidos.
En definitiva, la violencia sufrida en Cataluña adquirió una intensidad alarmante, que parecía ir en
aumento con el paso del tiempo.

La Internacional Comunista y la división del socialismo


El triunfo de la Revolución rusa supuso, por un lado un estímulo para el movimiento obrero, pero
también una nueva división ideológica dentro de las filas del socialismo.
En 1919 se fundó en Moscú la Tercera Internacional o Internacional Comunista, que pretendía
agrupar a todas las organizaciones obreras para extender por todo el mundo: la experiencia revolucionaria
rusa.
Al año siguiente, un grupo de las Juventudes Socialistas decidió transformarse en Partido Comunista de
España (PCE) según las directrices de Moscú, mientras que el PSOE y la CNT optaron por enviar
representantes a la Unión Soviética para informarse de lo que allí estaba ocurriendo.
La Internacional Comunista imponía una estricta serie de condiciones para poder adherirse a ella,
exigiendo: ser una organización disciplinada del partido, rechazo al socialismo reformista y parlamentario
y la subordinación de los partidos obreros de cada país a los intereses prioritarios de la Revolución rusa,
para permitir su consolidación como primera potencia dentro del proletariado.
En estas condiciones la CNT optó por no adherirse. Asimismo, el PSOE, tras analizar en un congreso
los informes de sus enviados -uno a favor de la adhesión y otro en contra-, también renuncio por
mayoría a la adhesión, pero un grupo minoritario se escindió y fundo el Partido Comunista Obrero
Español, que a su vez se unifico con el Partido Comunista de España. El carácter minoritario de esta
nueva formación política en el momento de la escisión (1921), quedaba reflejado en su número de
afiliados: 1.200 frente a los 58.000 del PSOE.

ANALIZA LAS CAUSAS Y PRINCIPALES HECHOS Y CONSECUENCIAS DE LA


INTERVENCIÓN DE ESPAÑA EN MARRUECOS ENTRE 1904 Y 1927

La cuestión de Marruecos y la Semana trágica de Barcelona (1909)


Perdido el imperio ultramarino y cada vez más aislada de Europa, España trató de participar en el reparto
de África del que se estaban beneficiando otras grandes potencias europeas como: Inglaterra, Francia,
Alemania o Bélgica. Por tanto, Marruecos se convirtió en el nuevo objetivo colonial de España, lo que
obligaba a llegar a acuerdos con Francia, al estar en su la zona de influencia.
En 1904 una Declaración franco-británica reconoció los intereses españoles en la costa mediterránea de
Marruecos y un Convenio hispano-francés los ratificó y posteriormente, en la Conferencia
Internacional de Algeciras (1906), celebrada para resolver los conflictos sobre Marruecos planteados
entre Francia y Alemania, España obtuvo el reconocimiento definitivo de sus derechos sobre el norte del
territorio.
La ocupación militar de la zona asignada comenzó en febrero de 1909, durante el «gobierno largo» de
Maura, firme partidario de la presencia española en Marruecos. Presencia que provocó el descontento
popular a causa de los reclutamientos forzosos de tropas, para una guerra que solo interesaba a dos grupos
sociales minoritarios:
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a) Un sector del ejército, que veía en ella la oportunidad de recuperar el prestigio profesional perdido
tras el desastre de 1898, además de un medio de ascenso en el escalafón y de protagonismo político.
b) Los capitalistas interesados en la explotación de las minas de hierro del Rif.
El 9 de julio los rifeños atacaron una línea de ferrocarril próxima a Melilla y mataron a cuatro
trabajadores españoles, por lo que Maura mandó reforzar militarmente la zona y decidió enviar a un
cuerpo de ejército que incluía también a muchos reservistas.
La movilización de estos últimos agudizó el clima de tensión social: socialistas y anarquistas convocaron
la huelga general y el gobierno respondió deteniendo a los cabecillas socialistas y prohibiendo su prensa.
En este asunto debe tenerse en cuenta que, hasta el establecimiento del servicio militar obligatorio en
1912, quienes tenían dinero se podían librar de la incorporación a filas mediante el pago de una cuota
demasiado elevada para las posibilidades económicas de las clases bajas. Siendo por tanto estas las que
sufrían los estragos de las guerras, de ahí el antimilitarismo popular.
En esta situación, en Barcelona, puerto desde donde debían embarcar las tropas, comenzaron las
huelgas y las manifestaciones, que se extendieron a otras localidades catalanas. La autoridad militar
proclamó el estado de guerra y se desató una oleada de violencia callejera: durante casi una semana (del
26 al 31 de julio de 1909), conocida históricamente como Semana trágica, la población reaccionó
levantando barricadas en las calles e incendiando iglesias y conventos. El 31 de julio la insurrección
estaba prácticamente liquidada y se emprendió una dura represión (más de mil detenciones, casi
doscientas penas de destierro, más de cincuenta cadenas perpetuas y diecisiete penas de muerte, de las
cuales se ejecutaron cinco, entre ellas la del libertario, anarquista y pedagogo Francisco Ferrer
Guardia)
Estos hechos de la Semana trágica no obedecieron a un movimiento organizado ni con un objetivo
definido, sino que fue la explosión de unas masas exasperadas por sus duras condiciones de vida y por
ser manejadas en beneficio de unos pocos. Si bien el desencadenante de la insurrección fue la protesta
contra el reclutamiento por la guerra de Marruecos, llama la atención en cambio, que los ataques se
dirigieron prioritariamente contra iglesias, conventos y símbolos religiosos, no contra los
establecimientos militares o institucionales. Esto se explica, en primer lugar por el anticlericalismo de
amplios sectores populares, que identificaban a la Iglesia con el poder político y económico, y en
segundo lugar, por la mayor vulnerabilidad de los edificios religiosos, en comparación con los bien
defendidos centros militares y edificios institucionales.
Por otra parte, la experiencia de la Semana trágica hizo ver a los anarquistas la necesidad de disponer de
una organización sindical propia si pretendían combatir con mayor eficacia al poder del Estado y a la
patronal. Por ello en 1910 se fundó el sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo
(CNT), que, a diferencia de la socialista Unión General de Trabajadores (UGT), propugnaba un
sindicalismo apolítico, partidario de la acción directa y la huelga general como principales instrumentos
de lucha.
La caída de Maura y la ruptura del pacto de turno tras la “semana trágica” de 1909 en Barcelona
Uno de los cinco ejecutados tras los acontecimientos de la Semana trágica fue Francisco Ferrer
Guardia, anarquista y fundador de la Escuela Moderna, tras un proceso judicial plagado de
irregularidades y de falsas acusaciones sin pruebas. Condena y ejecución que levantó una ola de protesta
internacional y la unión del Partido Liberal con republicanos y socialistas, en una campaña de
desprestigio contra el gobierno de Maura, para provocar su caída. Finalmente Maura presentó su
dimisión, convencido de que sería rechazada, pero el rey la acepto y mandó formar nuevo gobierno al
Partido Liberal.
Pero más importante que la caída del gobierno de Maura, fue la ruptura del pacto de turno pacifico en

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el poder, una de las bases del sistema político de la Restauración. En efecto, por primera vez el partido
dinástico en la oposición (en este caso el Liberal) se había unido a partidos antidinásticos (republicanos y
el PSOE) en una campaña de desprestigio para provocar la caída del partido en el gobierno, lo que hacía
prácticamente imposible el “turnismo político”.

El desastre de Annual en Marruecos (1921)


Posteriormente un convenio firmado entre España y Francia de 1912 convirtió las zonas de influencia
de ambos países en Marruecos en un Protectorado compartido. La parte del Protectorado asignado a
España, en el norte de Marruecos, comprendía una zona mucho más pequeña y pobre que la del
Protectorado francés, y presentaba más inconvenientes que ventajas., por:
a) Ser un territorio muy montañoso (cadena del Rif), con escasas y difíciles vías de comunicación.
b) Una riqueza económica se limitaba a las minas de hierro de las montañas del Rif.
c) Una población local era muy belicosa y estaba dividida en tribus reacias a renunciar a su
independencia para someterse a un mando único.
Este territorio fue dividido en dos comandancias militares -la de Ceuta y la de Melilla-, separadas
entre si por la bahía de Alhucemas, con lo que el principal objetivo era dominar dicha bahía para unir
ambas zonas. Precisamente el escaso interés del territorio explica la vacilante política de los gobiernos,
que alternaron fases de intervención militar con otras de paralización de movimientos.
A ello se añadía la impopularidad de la guerra y la división existente dentro del propio ejército entre un
sector «africanista», que aspiraba a beneficiarse con los ascensos por meritos de guerra, y un sector
«juntista», que coincidía con las Juntas Militares de Defensa en el rechazo a ese sistema de promoción.
Para terminar de complicarlo todo, el julio de 1921, el comandante de Melilla, el general Fernández
Silvestre, cometió un error militar, .cuyo trágico desenlace provocó consecuencias imprevistas. Desde
Melilla emprendió una campaña para alcanzar Alhucemas y someter a las peligrosas tribus rifeñas, pero
su imprudencia y sus errores tácticos, en contraste con la eficaz actuación del dirigente rifeño Abd el-
Krim, condujeron a la derrota de Annual, que desencadenó un dramático desastre militar con la practica
destrucción de todas las fuerzas de la comandancia, con mas de 13.000 bajas -entre muertos, prisioneros y
desertores- y un grave peligro incluso para la plaza de Melilla.
El desastre de Annual tuvo un efecto sobre la opinión pública semejante al de 1898 y precipitó la caída
del gobierno. Socialistas y republicanos no desaprovecharon la ocasión para atacar al régimen apuntando
directamente a la figura del rey como responsable directo, por su conocimiento y aprobación de los
hechos.
Para esclarecer lo ocurrido y determinar las responsabilidades del desastre de Annual, se abrió una
investigación, larga y accidentada, que concluyó en un informe conocido como Expediente Picasso, por
el nombre del general que lo instruyó. Pero días antes de que las Cortes se reunieran en pleno para tomar
una decisión sobre el asunto, el general Primo de Rivera .dio un golpe de Estado en Cataluña e
implantó una dictadura con el consentimiento del rey.

El final de la guerra de Marruecos (1925-27)


Tras el desastre de Annual, el problema marroquí se había convertido en uno de los asuntos de Estado
más espinosos. Además de la impopularidad del conflicto, el propio ejército estaba dividido entre los
africanistas, partidarios de seguir la lucha, y los abandonistas. El propio dictador se había pronunciado
desde hacia tiempo en contra de continuar las operaciones en Marruecos.
Pero la liquidación de la guerra no se debió fundamentalmente a la iniciativa de Primo de Rivera, sino a
la del dirigente rifeño Abd-el-Krim, que cometió el error táctico de atacar a los franceses en 1925. Esto
propicio una contundente actuación militar hispano-francesa, con el desembarco en Alhucemas (1925),
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cuya consecuencia fue la rendición de Abd-el-Krim. De esa forma se despejó el camino para la
finalización de la guerra dos años después (1927).
Este fue sin duda, el mayor éxito que se apuntó el dictador, ya que satisfizo la demanda generalizada de
acabar con la guerra y, al mismo tiempo, elevó el prestigio de los militares africanistas.

ANALIZA LA CRISIS GENERAL DE 1917: SUS CAUSAS, MANIFESTACIONES Y


CONSECUENCIAS
La crisis general de 1917 tuvo diversas manifestaciones, pero todas ellas fueron en definitiva el reflejo de
un descontento extendido por una gran parte de la sociedad: desde los oficiales del ejército hasta la clase
obrera, pasando por los representantes políticos excluidos del sistema.

La rebelión de las Juntas Militares de Defensa


Las Juntas Militares de Defensa eran asambleas de jefes y oficiales del cuerpo de Infantería, surgidas a
partir de 1916 para defender los intereses de sus miembros. No formaban parte de ellas ni los generales
(por arriba en e1 escalafón) ni los suboficiales (por debajo).
Su creación se debió al malestar en ámbitos castrenses provocado por dos cuestiones de carácter
fundamentalmente profesional:
a) La pérdida de poder adquisitivo de sus sueldos por la inflación.
b) La política de ascensos del Ministerio de 1a Guerra, que favorecía a los militares destinados en
Marruecos, primando los meritos de guerra que la antigüedad en e1 cuerpo.
A estos motivos, se añadió después el rechazo a la pretensión del gobierno de exigir a los oficiales
pruebas de aptitud para los ascensos, lo que se consideró humillante.
En 1a primavera de 1917 el movimiento “juntista” se había extendido a todo el ejército y a todo el país, y
se desencadenó un conflicto, en el que:
1) El gobierno intentó disolver las Juntas sin conseguirlo, lo que forzó la dimisión del presidente de
gobierno (el liberal Romanones).
2) Los principales cabecillas del movimiento fueron arrestados.
3) El 1 de junio se inició una rebelión militar con la presentación a1 gobierno del Manifiesto de las
Juntas, donde aparece un amplio repertorio de quejas justificadas con un espíritu regeneracionista y
en el que se amenazaba con liberar a los cabecillas detenidos.
Alfonso XIII apoyó de a estas pretensiones y e1 nuevo gobierno acabó por reconocerlas. Con ello la
primacía del poder civil -uno de los grandes éxitos alcanzados por el sistema político de 1a Restauración-
ya no queda tan clara, ya que el desenlace del conflicto pone de relieve dos hechos preocupantes:
a) La propensión del monarca a favorecer a1 ejercito en los casos de conflicto entre el poder civil y e1
poder militar.
b) La revitalización del protagonismo militar fuera de los cuarteles y campos de batalla.

La Asamblea de Parlamentarios de Barcelona


La iniciativa en este caso provino de la Lliga Regionalista, dirigida por Cambó, que convocó a los
parlamentarios catalanes a una asamblea en Barcelona el 5 de julio.
En ella se acordó solicitar al gobierno la convocatoria de unas Cortes Constituyentes para definir una
nueva organización del Estado más representativa y que reconociera la autonomía de Cataluña o, como
enunciaba el eslogan de Cambo, «a una Cataluña libre en una España grande».
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Al mismo tiempo y en previsión de que el gobierno no atendiera esta petición, se invitaba a todos los
parlamentarios españoles a una nueva reunión, también en Barcelona, para unos días después (e119 de
julio).
En esta segunda convocatoria, conocida como Asamblea de Parlamentarios, se ratificaron los acuerdos
de la reunión anterior en una proposición firmada por catalanistas, republicanos y socialistas. Sin
embargo, en este caso, el gobierno se limitó a declarar inconstitucionales a la Asamblea y a sus
pretensiones y el movimiento se fue disolviendo en los meses siguientes, debido a tres circunstancias:
a) La falta de apoyo de las Juntas Militares de Defensa, que se negaron a colaborar con catalanistas,
republicanos y socialistas, con los que el ejército simpatizaba poco.
b) Las divergencias entre los propios asambleístas. Los catalanistas aspiraban principalmente a la
autonomía y su carácter conservador no era incompatible con la monarquía de Alfonso XIII, pero si
con cualquier pretensión de revolución social. En cambio, los republicanos y los socialistas aspiraban a
transformaciones de mayor calado social.
c) La retirada de los catalanistas de Cambó, que aceptaron ocupar dos carteras ministeriales en el
nuevo gobierno de coalición constituido el 1 de noviembre.
A partir de entonces, la Asamblea, que bajo el liderazgo de la Lliga había mantenido un carácter
moderado, quedo reducida a la expresión del radicalismo republicano y socialista, lo que supuso su
extinción.

El estallido de la huelga general


En los primeros meses de 1917 el sindicato socialista Unión General de Trabajadores (UGT) y el
anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT) habían mantenido contactos para preparar una
huelga general contra el régimen político y contra el deterioro del nivel de vida de los trabajadores.
La huelga general se tuvo que convocar para el 13 de agosto -antes de lo previsto y sin estar
suficientemente preparada-, ya que una huelga de ferroviarios de Valencia precipitó los acontecimientos.
El seguimiento fue total en Madrid, Barcelona, Asturias, Vizcaya, Zaragoza y otras provincias; en
cambio, en Andalucía se limito a los trabajadores urbanos, pues los campesinos no la secundaron.
La respuesta del gobierno fue muy enérgica: se detuvo al comité de huelga y se sacó las tropas a la
calle. A finales de agosto la huelga estaba acabada, con un saldo de más de setenta muertos y en torno a
dos mil detenidos. Los miembros del comité de huelga fueron sometidos a consejo de guerra y varios
resultaron condenados a cadena perpetua.

El último intento de salvar el sistema: los gobiernos de concentración (1917-18)


El gobierno del conservador Eduardo Dato había conseguido desmantelar los diferentes movimientos
del verano de 1917, y aunque el régimen seguía vivo no había salido ileso.
El último experimento político impulsado por Alfonso XIII a finales de 1917 fue la formación de dos
gobiernos de concentración consecutivos; es decir, gobiernos' presididos por un miembro de los partidos
del sistema -Liberal, en el primer gobierno; Conservador, en el segundo-, pero también con ministros de
las otras tendencias políticas, excepto republicanos y socialistas. Sin embargo, esta solución tampoco
funcionó y al cabo de un año se retorno a la vieja práctica del turno.

10
DESCRIBE LA EVOLUCIÓN DE LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA DESDE EL
DIRECTORIO MILITAR AL CIVIL Y SU FINAL

El 13 de septiembre de 1923 el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, mandó ocupar
los servicios telefónicos de Barcelona y leyó un comunicado ante los periodistas, dando un golpe de
Estado.
Dos días después, Alfonso XIII, que estaba de vacaciones en San Sebastián, regresó a Madrid. EI
gobierno le propuso destituir a los sublevados, pero el rey pidió tiempo para pensarlo. Finalmente mandó
formar gobierno a Primo de Rivera, que decidió convertirse en dictador militar único, equivalente a
presidente de gobierno y ministro universal, aunque contaría con la asistencia de un directorio militar
integrado por generales.
Se ha planteado por parte de los historiadores, cuál fue el grado de complicidad del rey en el golpe
militar. Aunque no se conocen pruebas de una implicación directa, sorprende al menos su pasividad
inicial y su escaso apoyo al gobierno legitimo. De cualquier forma, se trataría de un caso más de la
propensi6n de Alfonso XIII a inclinarse a favor de los militares en su enfrentamiento con el poder civil.
La dictadura fue la solución autoritaria a una situación ya insostenible, cuyas principales causas eran
dos:
a) La crisis del sistema político, incapaz de renovarse desde dentro y cada vez más minado por la
agitación social, en especial desde 1917.
b) El fracaso de la política en Marruecos, que había llegado a su punto más critico con el desastre de
Annual de 1921.
Pero si triunfó el golpe de Primo de Rivera fue porque desde el comienzo contó con importantes
apoyos, como:
a) Alfonso XIII, que veía amenazada la propia monarquía.
b) Un amplio sector del ejército, partidario del restablecimiento del orden, cada vez más alterado por
la creciente conflictividad social.
c) El empresariado catalán, que aspiraba a restaurar el orden publico y acabar con la amenaza
anarquista.
También fue importante la pasividad de socialistas y anarquistas, indiferentes ante la caída del viejo
régimen. Solo los minoritarios comunistas, fuertes en Bilbao, se opusieron abiertamente.

El directorio militar (1923-25): los éxitos iniciales


Aunque la dictadura coincidió en el tiempo con el fascismo italiano, la figura del dictador español sin
embargo apenas guarda similitud alguna con la de Mussolini: Primo de Rivera no encabezaba ningún
partido político, carecía de carisma popular y su régimen no se basaba en ninguna ideología; si acaso,
se servía de un vago discurso regeneracionista, que justificaba la dictadura como medida excepcional,
pero necesaria, para acabar con el caciquismo y los males del viejo régimen.
La dictadura suspendió la Constitución -no la derogó- y fue por tanto, una solución transitoria al
desmoronamiento del sistema político de la Restauración. Sus objetivos se resumían en un lema
simple: «menos política y mas administración». Y la actuación gubernamental fue más resultado de la
improvisación que de la puesta en práctica de un verdadero programa político.
No obstante, si la dictadura duró algo más de seis años, fue debido en gran medida a sus éxitos
iniciales, principalmente el restablecimiento del orden público y la resolución del problema de
Marruecos, sin subestimar tampoco la favorable coyuntura económica internacional de la que España
se benefició indirectamente.

11
El restablecimiento del orden público
La crítica situación de conflictividad social que se vivía en el país, sobre todo en Barcelona, justificó
la implantación del estado de guerra durante casi dos años. La política de represión se concretó en la
limitación de las libertades públicas, la constante prohibición de reuniones y asociaciones, la censura a
la prensa, etc.
Pero la medida más contundente fue la persecución a los anarquistas, cuyos locales y órganos de
prensa fueron clausurados en 1924 tras el asesinato del verdugo de Barcelona en un atentado. Los
anarquistas -no por ley, pero si en la práctica- fueron condenados a la clandestinidad y su organización
quedó desarticulada.

El directorio civil y el final de la dictadura (1925-30)


Una vez resueltos los dos grandes problemas que podían justificar la situación excepcional de la
dictadura ante la opinión pública -la conflictividad social y la situación en Marruecos-, Primo de
Rivera tuvo la oportunidad de retirarse y permitir así el retorno a la normalidad constitucional.
Pero no lo hizo, sino que por el contrario, a finales de 1925 se propuso renovar su régimen mediante la
sustitución del directorio militar por un nuevo directorio civil, de carácter más técnico.
Esta renovación del equipo de gobierno demostraba la intención de Primo de Rivera de perpetuarse
en el poder. Para ello necesitaba transformar la dictadura -fórmula política transitoria- en un nuevo
régimen a su medida, cuyas bases principales fue estableciendo de forma escalonada en el tiempo
mediante:
1) La creación de un partido propio, la Unión Patriótica que creado en 1924, pretendía “unir y
organizar a todos los españoles de buena voluntad” en torno a un sencillo lema: «religión, patria y
monarquía».
2) La constitución de una Asamblea Nacional Consultiva, creada en 1927 con el cometido de
preparar y presentar, en un plazo de tres años (antes de julio de 1930) una legislación general y
completa que había de ser sometida a aprobación. No era por tanto, un Parlamento representativo de
la nación, ni tenía función legislativa, sino que se limitaba a elaborar los anteproyectos de ley del
nuevo régimen y a asesorar al gobierno.
3) La presentación de un anteproyecto de Constitución en 1929 por la Asamblea Nacional
Consultiva, que no llego a promulgarse. Tampoco era propiamente una Constitución, sino en todo
caso una especie de Carta otorgada.
Sin embargo, estos intentos de erigir un nuevo régimen no obtuvieron apenas apoyos políticos.
Además por otra parte, la dictadura debió afrontar desde sus mismos inicios, pero con más intensidad
según se prolongaba en el tiempo, numerosas críticas y manifestaciones de la oposición e incluso
pronunciamientos militares. En este sentido, son destacables las descalificaciones de intelectuales
como Unamuno, la huelga de universitarios de 1929 o los pronunciamientos militares de inspiración
republicana de 1924 y 1929, etc.
Cada vez más aislado políticamente, Primo de Rivera decidió hacer una consulta a los capitanes
generales para saber si contaba con su respaldo. Sus tibias respuestas le demostraron que estaba
completamente solo, por lo que el 28 de enero de 1930 presentó su dimisión al rey.

El final de la monarquía (1930-31)


Alfonso XIII decidió entonces, restablecer el viejo sistema parlamentario, pero los dos gobiernos
que se sucedieron en poco menos de· un año -el del general Berenguer y el del almirante Aznar- ni
restablecieron la Constitución de 1876, ni convocaron nuevas elecciones. Eran incapaces de resucitar
lo que ya era un cadáver político. Incluso algunos destacados monárquicos rechazaban la conducta
12
del propio rey.
Entre tanto y al margen del sistema, los partidos de la oposición constituidos por republicanos y
autonomistas gallegos y catalanes, a los que se incorporaron después socialistas y anarquistas,
acordaron en el Pacto de San Sebastián (17 de agosto de 1930) sus objetivos, destacando entre ellos
la instauración de una República mediante un alzamiento militar apoyado por civiles y estudiar un
estatuto de autonomía para Cataluña.
Sin embargo, la caída de la monarquía no la provocó ninguno de los dos intentos fallidos de
alzamiento militar que se produjeron, sino los resultados de las urnas en las elecciones municipales
del 12 de abril de 1931, en las que los monárquicos fueran derrotados sobre todo en las ciudades,
donde el sistema caciquil era menos operativo. La Conjunción Republicano-Socialista se impuso en
41 de las 50 capitales de provincia. Ante tales resultados, Alfonso XIII decidió abandonar España.
Ese mismo día, 14 de abril de 193, se proclama la Segunda República y se forma un gobierno
provisional.

EXPLICA LOS FACTORES DE LA EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA DE ESPAÑA EN EL


PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX
Excepto Cataluña, donde ya había iniciado un régimen demográfico de transición en el siglo XIX, en
el resto de España no se implantó hasta el primer tercio del siglo XX, y a diferencia de Europa no
hubo primero un descenso de la mortalidad al que siguiera después el descenso de la natalidad, sino
que ambas tasas disminuyeron de forma casi simultánea, por lo que no se produjo ninguna fase de
acelerado crecimiento demográfico.
Las mejoras en el vestir, la alimentación, la vivienda y la asistencia sanitaria redujeron la mortalidad
del periodo del 26%0 al 16%0, porque disminuyeron mucho la incidencia de las causas habituales
(crisis de subsistencia, epidemias,….), registrándose durante este periodo sólo una epidemia,
conocida como “la gripe española”, que se estima provocó 250.000 muertos. Sin embargo
enfermedades endémicas como: la viruela, tan letal anteriormente, fueron erradicadas. En
consecuencia la esperanza de vida paso de 35 a 50 años.
Otra novedad es la emigración al exterior, sobre todo entre 1905 y1914 (cuando comienza la I Guerra
Mundial) con destino a América Latina y Argelia. Por el contrario, en la segunda década predominaron
las migraciones internas del campo a la ciudad, debido al establecimiento en ellas de la actividad
industrial por efecto de la Guerra Mundial. De hecho en 1930 casi la mitad de la población de Madrid
y Barcelona era inmigrante.
También cambió la distribución de la población por sectores económicos aumentando la población
ocupada en el sector secundario del 14% al 26% y descendió la del sector primario del 70% al 47%.
En definitiva, en el primer tercio del siglo XX la estructura social no cambió mucho respecto a final
de la anterior centuria, pero si la distribución sectorial que experimentó una notable
modernización, mediante el trasvase de población del campo a la ciudad y por tanto de la agricultura a
la industria.

13
ESTÁNDARES RELACIONADOS CON EL BLOQUE 10

EXPLICA LAS CAUSAS QUE LLEVARON A LA PROCLAMACIÓN DE LA


SEGUNDA REPÚBLICA Y RELACIONA SUS DIFICULTADES CON LA
CRISIS ECONÓMICA MUNDIAL DE LOS AÑOS 30

a) La situación política: tras la dimisión de Primo de Rivera, el rey encargó gobierno al general
Dámaso Berenguer (periodo conocido como “la dictablanda”) con la pretensión de volver al
sistema constitucional de la Restauración, pero el apoyo dado por el monarca a la dictadura lo
hace imposible. Tanto la oposición republicana, donde habían surgido nuevos partidos (centro
izquierda, autonomistas o nacionalistas), como una parte de la derecha católica y conservadora,
muy desencantada con la monarquía, no ven del todo mal una opción republicana.
En esta situación líderes republicanos de diferentes tendencias se reúnen en agosto de 1930 en
San Sebastián y firman el pacto de San Sebastián (17 de agosto) con el objetivo de terminar con
la monarquía e instaurar la república, nombrándose un comité revolucionario presidido por Niceto
Alcalá Zamora. Más tarde se sumarán al pacto el PSOE y la UGT., los intelectuales de la
Agrupación al Servicio de la República (Ortega y Gasset y Marañón) y la FUE (Federación
Universitaria Escolar), incluso algunos sectores del ejército apoyan a los republicanos. Los
capitanes García Hernández y Fermín Galán protagonizan una sublevación en Jaca a favor de la
república (diciembre de 1930), adelantándose a la que preparaban los firmantes del pacto de San
Sebastián. Sublevación que es sofocada por las tropas gubernamentales y sus líderes fusilados tras
un consejo de guerra; también son encarcelados algunos representantes del comité republicano.
Sin embargo, el fin de la monarquía de Alfonso XIII no lo provoca ningún fallido alzamiento
militar sino el resultado de las elecciones municipales convocadas para el 12 de abril de 1931,
en un intento de regresar a la normalidad política de la Restauración. La oposición republicano-
socialista que se presenta unida gana en la mayoría de las ciudades. El día 14 de abril se
proclama la república en muchos ayuntamientos de España (el primero fue el ayuntamiento de
Eibar -Guipúzcoa-) y el rey decide renunciar al trono y exiliarse (abandona Madrid ese mismo
día hacia Cartagena, camino de Francia)

b) La repercusión de la crisis del 29: los efectos de la crisis internacional de los años 30, cuya
primera manifestación fue el crack de la Bolsa de Nueva York en 1929, fueron menores en España
por su aislamiento respecto al sistema económico internacional, el menor desarrollo del
capitalismo industrial y el carácter más cerrado de la economía que estaba fuertemente protegida
del exterior por la política arancelaria, y con gran parte de la producción destinada al mercado
interior.
De hecho, la depresión tardó más tiempo en afectar a España (1933 fue el año más crítico) y
repercutió menos que en otros países de Europa y América. Sin embargo, como la economía
española era en muchos aspectos dependiente de los países desarrollados, la crisis internacional
provocó al menos tres consecuencias:
- La contracción del comercio exterior. Las exportaciones disminuyeron tanto volumen, debido
a las medidas proteccionistas adoptadas ante la crisis por los clientes tradicionales (Inglaterra y
Francia), como en valor, por el hundimiento de los precios en los mercados internacionales.
- El colapso de las inversiones extranjeras en España. Un factor importante, además de la
crisis económica internacional, fue también la incertidumbre provocada por el desarrollo de los
acontecimientos en el interior del país.

14
- La modificación de los flujos migratorios entre España y el exterior. La tradicional
emigración de España hacia Francia y, sobre todo, hacia América se interrumpió ante la crisis
de los países de destino; además aumentaron los retornos, lo que supuso un considerable
incremento del desempleo en España.
Sin embargo, aunque la economía de la Segunda República se desenvolvió en un escenario de
crisis internacional, sus principales problemas no vinieron planteados tanto de la situación
exterior, como por el comportamiento de los agentes internos.
La desconfianza y el boicot de terratenientes y capitalistas, por un lado, y la radicalización y
conflictividad social de campesinos y obreros, por otro, se reforzaron mutuamente y generaron un
clima de incertidumbre poco propicio para el desarrollo de la economía.

DIFERENCIA LAS FUERZAS DE APOYO Y OPOSICIÓN A LA


REPÚBLICA EN SUS COMIENZOS, Y DESCRIBE SUS RAZONES Y
PRINCIPALES ACTUACIONES
En principio las fuerzas político-sociales que apoyan a la República son, obviamente, los
republicanos. También cuenta con el apoyo de socialistas y comunistas, de todas las fuerzas sindicales
de izquierda y de la mayor parte de los nacionalistas.
Cada uno de ellos concibe la República de manera diferente y con miras diversas: para los
republicanos significa la oportunidad reponer el régimen republicano, para socialistas y comunistas
iniciar los pasos hacia la dictadura del proletariado, para los anarquistas la anhelada revolución social y
para los nacionalistas la consecución de la autonomía territorial o incluso la independencia política. En
definitiva, demasiadas discrepancias internas.
Una de las claves para entender las dificultades con que se encontró la coalición republicano-socialista
en sus intentos de reformar profundamente las estructuras de la sociedad española, fue la resistencia y
abierta oposición de poderosas fuerzas políticas y sociales, no solo desde la oposición conservadora
-la derecha, la Iglesia y un sector del ejercito-, sino también desde los sectores populares más radicales
-los anarquistas principalmente, a veces secundados también por los comunistas- contribuyendo ambos
por separado y desde diferentes ámbitos a obstaculizar de manera sistemática la labor del gobierno
republicano.
• En los partidos de derecha, según su actitud frente a la república, se pueden distinguir tres
posiciones:
- La derecha posibilita que quiere conseguir el poder a través de las urnas para transformar la
República de izquierdas en una República conservadora de derechas. El partido más importante es
la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) de Gil Robles, que cuenta con el
apoyo de la Iglesia agrupando a amplios sectores católicos de clases medias, la alta burguesía y los
terratenientes y a pequeños y medianos campesinos. Otros partidos eran la Derecha Liberal
Republicana, el Partido Radical,….
- La derecha monárquica y antirrepublicana que pretende acabar con la República y restaurar la
monarquía mediante la conspiración militar. Estaba representada principalmente por dos partidos:
el Partido Carlista o Tradicionalista, de Fal Conde, que mantenía la tradición del carlismo
decimonónico; y Renovación Española, fundado en 1933, con Calvo Sotelo como máximo
representante, que agrupaba a un cierto número de militares.
- La derecha totalitaria inspirada en el fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán, formada
por pequeños partidos como: Falange Española de José Antonio Primo de Rivera, las
15
JONS,(Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista)…. En 1934, ambas organizaciones se unen
formando Falange Española de las JONS, que fue la organización más activa de la extrema
derecha y utilizó el terrorismo de sus pistoleros contra miembros de sindicatos y partidos de
izquierda. No obstante, en esta primera fase de la República su papel fue aún poco significativo.
• En el ejército había una gran división entre los enemigos y los partidarios de la República. Pero
incluso entre estos, muchos recelaban de las políticas territoriales autonómicas no estando clara
su lealtad. Por ello son frecuentes las conspiraciones militares a las que la República responde
con tibieza por miedo a un golpe militar, buscando siempre el entendimiento. De entre todas
ellas destaca la sublevación del general monárquico Sanjurjo (Sevilla agosto 1932), director
general de la Guardia Civil, que si bien fue condenado a pena de muerte en un gesto de
benevolencia se le conmutó por la de cadena perpetua. Otras reacciones del gobierno fueron la
suspensión de algunos periódicos de derechas -como el ABC-, la supresión de ciertos altos cargos
-como la Dirección General de la Guardia Civil-, la disolución del tercio de la Guardia Civil que
se había sublevado o la expropiaci6n de tierras a miembros implicados de la aristocracia
terrateniente.
• En la Iglesia la actitud es de frontal oposición a la República por su política laicista y por el
anticlericalismo exhibido por parte de los partidos y sectores populares de izquierdas que la
apoyan. Incluso el cardenal Segura manifestó públicamente su adhesión al desaparecido régimen
monárquico. No obstante conviene recordar que no todos los católicos eran antirrepublicanos ni
todos los republicanos era anticlericales, un ejemplo de ello era el propio presidente de la
República, Niceto Alcalá Zamora
• En los sectores más radicales de la izquierda, los anarquistas consideran que la República, como
a cualquier otra forma de Estado, es decir, enemiga de la clase obrera.
En 1927, en plena dictadura de Primo de Rivera, se había creado la Federación Anarquista
Ibérica (FAI), que reclutaba a sus afiliados entre los cuadros más duros de la CNT. Al considerar
excesiva la lentitud de las reformas, sobre todo las referidas al campo, la FAl y la CNT impulsaron
la iniciativa obrera y campesina al margen del Estado organizando continuas campañas de
agitación tanto rurales como urbanas, a las que la República responde con dureza quedando por ello
su gobierno, que se proclamaba de izquierdas, muy desacreditado entre los sectores populares, lo
que contribuyo a su crisis y caída en noviembre de 1933.
Entre las revueltas armadas de los anarquistas, que se produjeron en distintos puntos de España
entre 1931 a 1933 (Castilblanco, Arnedo y Casas Viejas), la que más resonancia alcanzó fue la
ocurrida en enero de 1933 en la localidad gaditana de Casas Viejas (actual Benalup). Allí los
campesinos se sublevaron y atacaron a la Guardia Civil, lo que justificó el envío de la Guardia de
Asalto para restablecer el orden. Cuando todo había acabado, un viejo anarquista se atrincheró en su
casa con sus hijos, sus nietos y algunos vecinos, ante lo cual el capitán de la Guardia de Asalto
desencadenó una brutal y desproporcionada represión; incendió la casa y ordenó ametrallar a sus
ocupantes (murieron todos menos dos); después inició una verdadera cacería por el pueblo siendo
asesinados a doce hombres maniatados.
Esta desafortunada intervención de las fuerzas de la República desacreditó notablemente al gobierno
que se proclamaba de izquierdas entre los sectores populares; lo contribuyó a su crisis y caída en
noviembre de 1933.

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ESPECIFICA LAS CARACTERÍSTICAS ESENCIALES DE LA CONSTITUCIÓN DE 1931
Tras largos debates en las Cortes, con amplio apoyo parlamentario pero sin consenso, la Constitución
se aprueba el 9 de diciembre de 1931, resultando especialmente polémicos los artículos referidos a la
cuestión religiosa y la estructura del Estado. Obviamente la nueva Constitución, de acuerdo con la
composición del Congreso, refleja los valores y principios laicos e izquierdistas de la mayoría, como:
soberanía popular, cortes unicamerales, aconfesionalidad y anticlericalismo, amplios derechos
individuales y la posibilidad de autonomía para las regiones que lo soliciten. Sus principales puntos
son:
- El reconocimiento de un amplio catalogo de derechos y libertades (de culto, de reunión,
asociación, expresión, domicilio, correspondencia inviolable, matrimonio civil, divorcio,…)
- Limitación a la propiedad privada especialmente de los medios de producción, que podían ser
expropiados por motivos de utilidad social, pero con indemnización.
- El laicismo del Estado que supone la separación iglesia-estado (“el Estado no tiene religión oficial”),
la supresión de la subvención a la Iglesia, la prohibición del ejercicio de la enseñanza a las órdenes
religiosas y la disolución de los jesuitas.
- La obligación del Estado de atender y extender la enseñanza y la cultura.
- La proclamación de que la soberanía es popular y reside en el pueblo definiendo a España como
“una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de libertad
y de justicia. Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo”
- El establecimiento de Cortes unicamerales (una sola cámara –Congreso-) con miembros elegidos
cada 4 años por sufragio universal total, reconociendo por primera vez el voto femenino.
- La configuración de España como un estado único pero descentralizado, que reconoce el derecho a
la autonomía de las regiones. “La República constituye un estado integral compatible con las
autonomías de los municipios y regiones…”.
Como ya se ha señalado, uno de los debates parlamentarios más intenso fue sobre la inclusión del
sufragio femenino en la nueva Constitución, siendo una de sus defensoras más firme la diputada
Clara Campoamor (del Partido Radical), pero entre quienes manifestaron una mayor oposición
estaba curiosamente una diputada de izquierdas, Victoria Kent (del Partido Radical Socialista), no
porque rechazara por principios el sufragio femenino, sino porque consideraba que las mujeres
españolas estaban aun demasiado influenciadas por el clero y que, por tanto, en ese momento el voto
femenino se dirigiría mayoritariamente hacia la derecha antirrepublicana.

RESUME LAS REFORMAS IMPULSADAS DURANTE EL GOBIERNO REFORMISTA DE


LA REPÚBLICA

Días después de aprobada la nueva Constitución republicana, el gobierno provisional cesa en sus
funciones y se forma un nuevo gobierno ordinario, el primero constitucional. Lo presidia Manuel
Azaña -de Acción Republicana- y lo componían principalmente republicanos de izquierdas y
socialistas.
Este nuevo gobierno se propuso la tarea de realizar una profunda transformación de la realidad
española, con el fin de satisfacer las amplias expectativas sociales en él depositadas. Parte de la labor
reformadora había sido ya iniciada por el gobierno provisional, desde los primeros días de vida de la
República. Entre sus actuaciones destacamos las siguientes:

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Las nuevas relaciones Iglesia-Estado: la política religiosa:
La política laicista de la República, claramente marcada en la Constitución, junto con el
anticlericalismo de la mayor parte de los republicanos, marcan el nuevo marco de las relaciones
Iglesia- Estado, en el que la República adoptó, entre otras, las siguientes medidas:
a) La extinción, en el plazo de dos años, del «presupuesto de clero y culto» (el destinado por el
Estado al mantenimiento econ6mico del clero), ya que no tenía sentido tras la separación entre
Iglesia y Estado.
b) La disolución de la Compañía de Jesús y la confiscación de sus bienes inmuebles y los de otras
órdenes disueltas (Ley de Congregaciones Religiosas de 1933)
c) La prohibición a las órdenes religiosas de ejercer la enseñanza y de enseñar el catecismo en las
escuelas, la supresión de los símbolos religiosos,…
d) El reconocimiento del matrimonio civil y del divorcio.
e) La secularización de los cementerios y supresión de símbolos religiosos.
Amplios sectores del clero interpretaron estas medidas como una provocación. Para ellos el Estado
había seguido una trayectoria que iba, desde la pasividad ante la violencia anticlerical al ataque frontal
contra la Iglesia.

La política y reforma educativa y cultural


En el campo· de la educación se empezó a actuar desde el gobierno provisional y se centraron los
mayores esfuerzos en la enseñanza primaria, considerada básica y fundamental para sacar al país de
su tradicional atraso. La educación se consideró un derecho que el Estado debía de garantizar.
El objetivo final era acabar con la hegemonía de la Iglesia en la enseñanza y establecer una educación
primaria gratuita, laica y obligatoria. El principal problema, que requería una solución inmediata,
era la inexistencia de una infraestructura suficiente: faltaban casi tantas escuelas como las que había, y
lo mismo ocurría con los maestros, que estaban muy mal pagados.
En este sentido las realizaciones quedaron por debajo de las previsiones, sobre todo porque la
prohibición de impartir la enseñanza a las órdenes religiosas disminuyó considerablemente la oferta de
plazas escolares y la financiación de nuevos centros no resultaba fácil en tiempos de crisis, a pesar de
que la partida de gastos en educación en los presupuestos del Estado aumentó de forma considerable.
No obstante, se crearon más de 10.000 escuelas y se incorporo a 7.000 nuevos maestros, a los que
además se les aumentó el sueldo.
Otro objetivo, en concordancia con el carácter laico del Estado, fue establecer en la escuela la libertad
religiosa, tanto para profesores como para alumnos. Las clases de religión dejaron de ser obligatorias,
aunque la escuela las ofrecería a aquellos niños cuyos padres lo solicitasen. Pero el profesorado no
tenía obligación de impartirlas, con lo que, si no había maestros dispuestos a ello, correrían a cargo de
los párrocos, con no pocas dificultades en muchas ocasiones.
Por otra parte, en mayo de 1931, se pusieron en marcha las Misiones Pedagógicas, con la finalidad de
llevar la educación y la cultura al mundo rural. Consistían en grupos de artistas, intelectuales,
maestros y estudiantes universitarios, que con carácter voluntario y desinteresado se dirigían a los
pueblos, donde organizaban todo tipo de actividades culturales: creación de bibliotecas rurales,
sesiones de lectura pública, cine, audiciones musicales, guiñol para los niños, el Museo Circulante del
Pueblo (con reproducciones del Museo del Prado de Madrid), orientaciones pedagógicas a los
maestros, etc… En este sentido, en 1932, se creó el grupo de teatro universitario La Barraca, dirigido
por Federico García Lorca, que hacia giras por toda España representando obras del teatro clásico
español.

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La política autonómica: el estatuto de Cataluña
Reconocidas las autonomías por la Constitución, durante este primer bienio solo se formalizó el
Estatuto de Cataluña, en cumplimiento del compromiso adquirido por el gobierno provisional con
Frances Maciá para que pusiera fin a la República catalana, proclamada el mismo día que la República
española. Para ello se encomendó la elaboraci6n de un proyecto de Estatuto a los propios catalanes,
bajo la iniciativa de Esquerra Republicana de Cataluña.
El Estatuto que finalmente aprobó el parlamento español, recortaba y modificaba en parte el proyecto
catalán, pero en líneas generales lo mantenía, y en función a ello:
a) Se creó un gobierno autónomo -la Generalitat- compuesto de tres órganos: un Parlamento, un
Consejo Ejecutivo -equivalente a un consejo de ministros- y un presidente.
b) Se otorgaron competencias en cultura, obras publicas y orden publico lo que, por una parte,
pareció insuficiente a los catalanistas pero, por otra, no eliminó del todo el recelo de un sector del
ejercito, temeroso de la posible división de España.
En las primeras elecciones catalanas triunfó el partido de Esquerra Republicana, que llevó a Maciá a
la presidencia de la Generalitat y a Companys a la del Parlamento.

En cuanto al País Vasco, el Partido Nacionalista Vasco y los carlistas elaboraron un proyecto de
estatuto tan tradicionalista y tan poco democrático que fue abiertamente rechazado por la mayoría
parlamentaria de izquierdas. Diferentes circunstancias (Bienio Radical) impidieron un nuevo proyecto,
por lo que el País Vasco no tuvo Estatuto de autonomía hasta los comienzos de la Guerra Civil.

Galicia también inició la elaboración del proyecto de su estatuto de autonomía y aunque fue aprobado
en plebiscito (junio 1936), no pudo ser aprobado en las Cortes al estallar la Guerra civil.

La reforma del ejército


El ejército planteaba uno de los problemas más delicados, ya que de su apoyo dependía en gran
medida la supervivencia de la República y entre los mandos militares había aún demasiadas lealtades a
la derrocada monarquía.
Por ello, la reforma del Ejercito se convirtió en un asunto prioritario y difícil, de cuyo cometido se
encargó una de las figuras más destacadas de la Segunda República, Manuel Azaña, que asumió el
Ministerio de la Guerra en el gobierno provisional y lo retuvo también, junto con la presidencia, en el
primer gobierno constitucional.
Los objetivos que Azaña se proponía alcanzar eran ante todo dos: ganarse la fidelidad del ejército para
la República y aumentar su eficacia. Con esa orientación, ya en los primeros días de la República se
adoptaron una serie de medidas:
a) Se coloco al frente de las principales capitanías generales a militares de confianza política.
b) Se publicó un decreto que permitía a todos los oficiales pasarse de forma voluntaria a la reserva sin
disminución de sueldo, acogiéndose a esta medida más de siete mil. Se pretendía con ello alejar de
las armas a un número importante de militares monárquicos y, al mismo tiempo, disminuir el
excesivo número de oficiales que tenía en sus filas el ejército español.
A estas medidas iniciales siguieron otras durante el gobierno constitucional, medidas que supusieron
una importante reorganización del ejército y su sometimiento al poder civil. Por otra parte, se creó la
Guardia de Asalto, como cuerpo adepto a la República, para mantener el orden público, sustituyendo
al ejército en esa tarea.

19
La reforma de Azaña, en general, fue bien valorada por muy diversos sectores sociales, pero no
consiguió ganarse la simpatía de los oficiales del ejército, causando gran malestar en algunos medios
castrenses (intento de golpe de estado del general Sanjurjo en Sevilla en 1932, creación de la UME y
otras conspiraciones)

La reforma agraria
La reforma agraria era sin duda el proyecto económico y social de mayor magnitud que debía
acometer la República, y además con urgencia, por varias razones: España seguía siendo un país
eminentemente agrario, en el que casi el 50% de la población activa era campesina, en su mayoría
jornaleros agrícolas (sin tierra) y con una estructura latifundista, sobre todo al sur del Tajo, lo que
colocaba en una dramática situación de miseria y paro a amplios sectores sociales, cuya hambre de
tierras los empujaba periódicamente a ocupaciones ilegales y estallidos de violencia social.
Para paliar la situación, el gobierno provisional había adoptado ya algunas medidas urgentes
encaminadas a proteger a arrendatarios y jornaleros, hasta que se emprendiera una reforma en
profundidad, así:
a) Se prohibió a los propietarios de tierras arrendadas que cancelaran los contratos de arrendamiento y
expulsaran de ellas a los campesinos.
b) Se extendió a los jornaleros agrícolas la jornada de ocho horas, de la que ya disfrutaban los obreros
industriales.
c) Para el trabajo de las tierras, se obligó a contratar prioritariamente a los jornaleros del término
municipal al que pertenecían tales tierras.
d) Se exigió a los propietarios de tierras que las cultivaran según los usos y costumbres de la zona,
bajo amenaza de confiscación. Se pretendía con ello evitar que los terratenientes hostiles a la
República la boicotearan mediante el abandono de los cultivos.
Por otra parte, se encargo un informe sobre la reforma agraria a una comisión técnica, que lo
elaboró con rapidez (fue presentado a las Cortes para su discusión en julio de 1931). Pero, si todos
coincidían en la necesidad de acabar con la gran propiedad latifundista de bajo rendimiento, no ocurría
lo mismo con el procedimiento que debía seguirse para conseguirlo. Las discusiones parlamentarias se
prolongaron durante más de un año, hasta la aprobación de la definitiva Ley de Reforma Agraria en
septiembre de 1932.
Sin embargo, la tan anhelada reforma agraria, sin resultar un fracaso absoluto, si supuso una
considerable frustración para los campesinos que habían depositado en ella la esperanza de un futuro
mejor. Varias fueron las razones de este relativo fracaso:
a) Se tardó demasiado en elaborar y aprobar la Ley de Reforma Agraria, casi año y medio después de
la proclamación del a República.
b) Para su aplicación se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA), encargado de confeccionar un
inventario de las tierras expropiables que se emprendió de forma demasiado lenta y burocrática. .
c) Las expropiaciones requerían la indemnización previa a los propietarios, por lo que se retrasaba el
procedimiento al condicionarle a la limitada capacidad de pago del Estado.
En consecuencia, los resultados fueron escasos e insatisfactorios: a finales de 1933 las tierras
expropiadas y repartidas eran muy pocas, lo que decepcionó profundamente las aspiraciones populares,
campesinas e incrementó el recelo de los terratenientes.
Los campesinos, impulsados par el movimiento anarquista recurrieron en muchos casos a la bastante
habitual práctica de la ocupación ilegal de tierras, al margen del calendario de la reforma, lo que
provocó, en ocasiones, graves incidentes.

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La reforma laboral:
Fue promovida sobre todo por Largo-Caballero, líder de UGT, desde su Ministerio de Trabajo con el
objetivo de crear un nuevo marco en las relaciones laborales entre empresarios y trabajadores y llevar
los beneficios de la legislación laboral al campo. En este sentido se promulgan: La Ley de Contratos
de Trabajo que establece las condiciones de trabajo en las empresas y ramas industriales a través de
convenios o contratos colectivos, que se completa con La Ley de Jurados Mixtos, que permitía crear
comités paritarios de obreros sindicados, empresarios y administración para regular las condiciones de
trabajo. La ley de Términos Municipales que obligaba a los patronos agrícolas a emplear en primer
lugar a los obreros de su término municipal. La Ley de Accidentes de Trabajo en el Campo y la
Ley de la jornada de 8 horas en la agricultura, leyes que alteran el orden social en el campo.
La aplicación de estas leyes supuso, no solo el enfrentamiento de la UGT con los patronos, tanto
agrarios como industriales que se resistían a respetar las decisiones de los jurados mixtos y la
legislación laboral, sino también con los sindicatos anarquistas, como la CNT, que se negaban a
cooperar y preferían la acción directa y la presión mediante la huelga general.

DESCRIBE LAS CAUSAS, DESARROLLO Y CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN DE


ASTURIAS DE 1934

De igual forma que la derecha reaccionó contra la República de izquierdas con la sublevación militar
del general Sanjurjo, tras la victoria electoral de la derecha en 1933 los socialistas se plantearon la
posibilidad de una revolución popular, que salvo en Asturias, no sería secundada por los anarquistas.
Para entender el planteamiento de los socialistas, es necesario considerar también los acontecimientos
que se estaban desencadenando en Europa, en especial la subida al poder de Hitler en Alemania (enero
de 1933) y la prohibición de todos los partidos políticos en Austria por el régimen totalitario de
Dollfuss (febrero de 1934). Estos hechos eran interpretados por amplios sectores de la izquierda como
un adelanto de lo que podría ocurrir en España, dadas las similitudes de la situación política.
El comienzo de la revolución se había fijado para septiembre y después se aplazó a octubre, siendo el
detonante la formación e14 de octubre de 1934, de un nuevo gobierno más de derechas que los
anteriores, al incorporar por primera vez a tres ministros de la CEDA, aunque la presidencia del
ejecutivo y la mayoría de las carteras las conservaba el Partido Radical de Alejandro Lerrourx.
La UGT convoco una huelga general nacional para el día siguiente, el 5 de octubre. La
sublevación fue un fracaso en la mayor parte del país, porque el ejército sofocó con facilidad los focos
huelguistas. Solo adquirió importancia en Madrid, Vizcaya, Barcelona y Asturias, pero en las tres
primeras tuvo una corta duración.
En Barcelona además, se proclamó el día 6 de octubre el Estado catalán dentro de la República
Federal Española, pero no duró ni un solo día porque el ejército dominó la situación y suspendió al
gobierno autonómico, que fue acusado de rebeldía.
El único lugar en el que triunfó la insurrección fue en Asturias, donde se había firmado un pacto de
alianza regional -la Alianza Obrera- entre socialistas, anarquistas y comunistas, con el fin de
«socializar los medios de producción» en un movimiento revolucionario conjunto. Los obreros
consiguien ocupar por las armas casi toda Asturias, sobre todo las cuencas mineras, y proclaman en
Mieres la Revolución Socialista de los Consejos Obreros junto con una República Socialista.

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El gobierno reaccionó enviando tropas procedentes de Marruecos, al mando del general Franco que
ya el 18 de octubre había sofocado la rebelión. El saldo final de víctimas mortales fue elevado: entre
1.000 y 2.000 insurrectos, según diferentes historiadores; unos 300 miembros de las fuerzas de
seguridad y el ejército y más de 30 sacerdotes y religiosos. A partir de ese momento, se produce un
giro aun más conservador en la política gubernamental.
La represión posterior se caracterizó no solo por su dureza, sino también por su arbitrariedad. Se
realizaron cerca de 30.000 detenciones y fueron numerosas las condenas a muerte, aunque al final se
indultó a los máximos responsables y se ejecutó a dirigentes secundarios.
En cuanto a la autonomía de Cataluña, quedó suspendida temporalmente. Su restablecimiento fue
gradual, pero ya no recuperó parte de las competencias anteriores.

EXPLICA LAS CAUSAS DE LA FORMACIÓN DEL FRENTE POPULAR Y LAS


ACTUACIONES TRAS SU TRIUNFO ELECTORAL, HASTA EL COMIENZO DE LA
GUERA

La revolución de octubre provocó una fuerte polarización política y una radicalización de posiciones,
tanto en la derecha como en la izquierda.
Por parte de la derecha, Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional en diciembre de 1934, con el que
pretendía ofrecer una alternativa a la República, consistente en una vuelta a la monarquía tradicional y
y a una autoridad estatal fuerte. Él mismo definía su ideal en el periódico ABC: «Un Estado fuerte que
imponga la ley a patronos y obreros. Jerarquía férrea». Para ello aspiraba a contar con la participación
activa del ejército, donde poco después se creó la Unión Militar Española -integrada por destacados
jefes como el general Sanjurjo-, que proponía, entre otros objetivos, acabar con la República.
Por su parte, la izquierda, tras la represión que siguió a la revolución de octubre, impulsó la
concentración de las fuerzas de la izquierda lo que desembocó en la creación del Frente Popular.
Proceso al que también contribuyó el avance del fascismo en Europa y la recomendación de la
Internacional Comunista de frenarlo, mediante la formación de' frentes antifascistas integrados por
todas las fuerzas de izquierdas. Además, el interés común por conseguir la amnistía para los
represaliados del 34 acercó sus posiciones políticas, frente a un gobierno al que tildaban de enemigo de
la República.
A finales de 1935 el gobierno radical-cedista sufre una profunda crisis política que supuso el
hundimiento del Partido Radical de Lerroux, por dos grandes escándalos que salpicaron a algunos
de sus miembro: el primero fue el escándalo del “estraperlo”, en el que estaba implicado, entre otros,
el propio hijo de Lerroux y el segundo, que se hizo público poco después, fue una acusación de
corrupción económica contra varios miembros del gobierno radical, crisis que, tras la dimisión de
Lerroux y varios gobiernos muy débiles, conducirían finalmente a la disolución de las Cortes y a la
convocatoria de nuevas elecciones, que se celebraran el 16 de febrero de 1936.
Estas elecciones fueron ganadas con escaso margen y bastante controversia por los partidos de
izquierda que se habían presentado en una gran coalición: “El Frente Popular” (comprendiendo
desde los republicanos de Manuel Azaña hasta los comunistas, e incluso anarquistas -a imitación de
los sucedido en Francia-), coalición que se gestó en los periodos de represión que siguieron a la
revolución de octubre del 34. Su programa se basó en la amnistía y reintegración de los represaliados y
en la reimplantación de las leyes republicanas suspendidas o derogadas durante la república de centro-
derecha como: la reforma agraria, los estatutos de autonomía catalán y vasco, etc…

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Las actuaciones de gobierno del Frente Popular
E1 primer gobierno del Frente Popular estuvo compuesto exclusivamente por republicanos (de
Izquierda Republicana y de Unión Republicana), sin la participación de los socialistas (el grupo con
más escaños), ya que éstos habían acordado, desde antes de las elecciones, no participar en un
gobierno de coalición con los republicanos.
Tan solo cuatro días después de su formación se decreto la amnistía para todos los represaliados por
1a revolución de 1934, aunque las multitudes de las grandes ciudades ya los habían liberado de las
cárceles nada más conocer el triunfo del Frente Popular. También se decretó el reingreso a sus puestos
de trabajo.
La siguiente medida fue 1a restauración plena del Estatuto de autonomía para Cataluña, suspendido
tras 1a revolución de octubre y solo parcialmente restablecido después. Lluis Companys, tras su
liberación, volvió a ocupar la presidencia de la Generalitat.
Se retomó también con ímpetu la expropiación de tierras y su adjudicación a los campesinos, al
amparo de la reforma agraria de 1932: así, entre marzo y julio de 1936 se expropiaron y repartieron
más de medio millón de hectáreas, casi cinco veces más que entre, 1932 y 1934.
Por último, en abril el Congreso destituyó a1 presidente de la República, e1 conservador moderado
Niceto Alcalá Zamora, que fue reemplazado en el cargo por Manuel Azaña (Izquierda Republicana)
hasta entonces presidente del gobierno.
Manuel Azaña pretendía que el nuevo gobierno lo formara el socialista moderado Indalecio Prieto,
pero se negó a ello el propio grupo parlamentario socialista, por lo que al final se constituyo un
segundo ejecutivo compuesto de nuevo solo por republicanos, con Casares Quiroga como presidente.
El PSOE, dominado por su sector más radical y encabezado por Largo Caballero, se decantaba hacia la
revolución socialista, que se consideraba inminente.
Durante la primavera de 1936, se vivió un clima de radicalización social y política -similar al del resto
de Europa-, que se manifestó en violentos enfrentamientos, verbales en las Cortes y físicos en las
calles, entre la derecha y la izquierda.
En esta situación, el 12 de julio de 1936 el teniente de asalto José Castillo es asesinado por
falangistas, la réplica es inmediata, pues al día siguiente José Calvo Sotelo, líder del Bloque
Nacional es asesinado por guardias de asalto. El día 15 de julio los diputados del Bloque Nacional
se retiran de las Cortes y el día 17 se produce un golpe militar en Marruecos que se extiende el 18 por
la Península, y cuyo fracaso abre un largo periodo de guerra civil (1936 – 39).

RELACIONA LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA CON EL CONTEXTO INTERNACIONAL

Los historiadores han planteado la dimensión internacional de la Guerra Civil española bajo dos
enfoques diferentes:
1º) Considerarla un prólogo de la Segunda Guerra Mundial.
2º) Reducirla a un conflicto periférico, que se pudo mantener aislado para evitar su propagación al
resto de Europa.
Pero, al margen de la importancia que tuviera la guerra civil española para el devenir de los
acontecimientos internacionales, es indiscutible que la intervención extranjera tuvo una importancia
capital en el desarrollo del conflicto dentro de España.

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De hecho, es muy dudoso que el ejército sublevado hubiera podido hacerse con la victoria final sin la
decisiva ayuda de Alemania e Italia. A su vez, el curso de los acontecimientos en la España
republicana estuvo condicionado en gran medida por su dependencia de la Unión Soviética, único país
poderoso dispuesto a prestarle ayuda militar tras la inhibición de las potencias democráticas.

a) Las ayudas a los sublevados


Alemania, Italia y Portugal, países que mantenían regímenes fascistas o similares, apoyaron de
forma directa a los militares sublevados, siendo la ayuda de los dos primeros determinante para el
desarrollo de la guerra desde el mismo comienzo del alzamiento militar, facilitando el traslado de
tropas desde Marruecos a la Península.
La Alemania nazi de Hitler ofreció la ayuda más determinante en el ámbito militar con la
participación directa de la Legión Cóndor (fuerza combinada de aviones, tanques y cañones an-
tiaéreos), esencial para el desarrollo de la guerra y responsable del bombardeo de Guernica. Además
contribuyó con la participación de un considerable número de soldados y oficiales, aviones e incluso,
con ayuda económica.
La Italia fascista de Mussolini proporcionó una ayuda vital, mayor incluso que la de Alemania en
número de hombres y en valor económico. Destacó especialmente el papel de su armada.
Menor, pero también importante por su situación geográfica, fue la aportación del Estado Novo
portugués, materializada de diversas formas: desde la ayuda diplomática hasta el envió de voluntarios
y control de fronteras.
En conjunto, y solo en número de soldados, se calcula que la ayuda extranjera a los sublevados
ascendió a más de 100.000 combatientes (78.000 italianos, 19.000 alemanes y 10.000 portugueses),
sin contar los 70.000 marroquíes de las Tropas de Regulares Indígenas.
Mención aparte merece el papel de la alta jerarquía de la Iglesia y del Vaticano, cuyo apoyo fue
fundamental en el terreno de la propaganda entre la población católica, tanto en España como en el
resto del mundo. Ante la defensa, por parte de los militares sublevados, de la religión frente al
laicismo de la República y el vandalismo antirreligioso de ciertos sectores populares, cuarenta y
ocho obispos españoles (todos salvo cinco) suscribieron en julio de 1937 un documento en apoyo
del alzamiento militar para su difusión a todos los obispos del mundo. En lo sucesivo, Franco
presentaría la guerra como una «Cruzada religiosa» en defensa de la fe y contra el comunismo
ateo de la República. Un mes después, el Papa Pio XI reconoce de hecho al nuevo régimen
franquista y al año siguiente (junio de 1938), lo reconoce de forma oficial.

b) Las ayudas a la República


La República, como régimen democrático y legítimo de la nación, debería haber recibido
presumiblemente la ayuda de las democracias occidentales, que a su vez, vivían también bajo la
amenaza del expansionismo belicista de las potencias fascistas. Pero el temor a que se
desencadenara una nueva guerra europea inclinó a los países democráticos a inhibirse en el
conflicto español.
Los únicos países que apoyaron con decisión al bando de la República en el terreno militar fueron la
antigua Unión Soviética y México.
La ayuda de la Unión Soviética fue con diferencia la más importante y decisiva. Se inició en octubre
de 1936 y se mantuvo constante a lo largo de toda la guerra, con aportaciones de hombres y material
armamentístico.

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Sin embargo, el pago de esta ayuda ha sido uno de los temas más polémicos de la historia reciente de
España, ya que se hizo mediante el depósito en Moscú de las reservas de oro del Banco de España (se
estiman en unas 560 Tn.), sin que al final de la guerra se restituyera nada. El régimen franquista
denunciaría posteriormente la apropiación por parte de los rusos del oro español, mientras que, según
algunos estudios, el valor económico de la ayuda soviética habría sido superior al del oro depositado.
El gobierno de México, presidido por Lázaro Cárdenas, cuya identificación ideológica con el régimen
republicano era notoria, proporcionó también desde el primer momento armas, alimentos y apoyo
diplomático, aunque desde el punto de vista del valor económico y militar, su aportación fue
considerablemente
, inferior a la de la Unión Soviética.
Por último, debe destacarse la participación en las filas republicanas de las Brigadas Internacionales,
en cuya creación fue también esencial la intervención de la Unión Soviética a través de la
Internacional Comunista. Se trataba de cuerpos de voluntarios -se calcula unos 35.000 hombres de más
de cincuenta nacionalidades- que se dirigieron a España para ponerse al servicio de las fuerzas ar-
madas de la República. En su mayoría militaban en partidos comunistas y actuaban en solidaridad con
la izquierda española frente a la amenaza del avance fascista.
Considerando estos 35.000 brigadistas, mas los 2.000 hombres aportados por la Unión Soviética, de
los cuales 600 eran asesores no combatientes, se aprecia la notable diferencia entre la ayuda extranjera
recibida por la República y la recibida por los sublevados (más de 100.000).

c) Gran Bretaña, Francia y el Comité de No Intervención


Gran Bretaña supeditó toda su actuación a un objetivo prioritario: evitar que, como ocurrió en la
Primera Guerra Mundial, un conflicto local pudiera transformarse en una nueva guerra europea, que ni
deseaba, ni estaban condiciones de permitirse.
En cambio, Francia, gobernada por un Frente Popular bajo la dirección del socialista Leon Blum, al
principio de la guerra decidió intervenir en ayuda de la República, pero las presiones británicas y las
divergencias internas le obligaron a suspender enseguida la venta de armas a España.
Ante estas circunstancias, Francia propuso la creación del Comité de No Intervención, con un doble
objetivo: por un lado, evitar que el conflicto español se internacionalizase a causa del apoyo militar de
fuerzas extranjeras; y por otro, ayudar de modo indirecto a la República evitando que los sublevados
recibieran ayuda militar del exterior.
El primer paso fue la firma entre Francia y Gran Bretaña de un Pacto de No Intervención, según el
cual se prohibía en ambos países la venta o transito de todo tipo de material militar con destino a
España. A este compromiso, aunque con matizaciones, se adhirieron después otros veinticinco países
europeos (entre ellos Alemania, Italia y Portugal) y se creó el Comité de No Intervención, con sede
en Londres, para verificar el cumplimiento de lo pactado.
Sin embargo, el Comité fue del todo ineficaz: Alemania, Italia y Portugal continuaron ayudando
militarmente a los sublevados, en contra de los compromisos adquiridos; en cambio, las potencias
democráticas negaron la asistencia necesaria al gobierno legítimo de la República, que al final solo
conto con la ayuda militar de la Unión Soviética, único país que a la vista de la actuación de Alemania
e Italia, decidió ignorar también los compromisos adquiridos de no intervención.

d) La Sociedad de Naciones y los Estados Unidos


La Sociedad de Naciones se había creado tras la Primera Guerra Mundial, como organismo encargado
de velar por la resolución pacífica de los conflictos internacionales, precisamente para evitar una
nueva contienda como la que se acababa de producir. Sin embargo, su inoperancia se manifestó muy

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pronto y cuando estalló la guerra en España se encontraba sumida en una profunda crisis.
La República intentó, no obstante, que la Sociedad de Naciones interviniera contra Italia y Alemania
por su participación directa en la contienda española. Pero tuvo que esperar más de un año para que se
aprobase una resolución que finalmente no fue aplicada.
Par su parte, Estados Unidos, a cuya iniciativa se debió la creación de la Sociedad de Naciones,
interpretaba la guerra española no tanto como una amenaza del avance fascista en Europa, sino más
bien como una prueba del avance del comunismo, por lo que su enfoque del conflicto se aproximaba
más a los argumentos de los sublevados. En todo caso, adoptó una política oficial de no intervención y
prohibió la venta de armas a España. Sin embargo, fueron fundamentales para el bando franquista los
abastecimientos de grandes empresas estadounidenses, como la Ford, la General Motors o la
TEXACO.

COMPARA LA EVOLUCIÓN POLÍTICA Y LA SITUACIÓN ECONÓMICA DE LOS DOS


BANDOS DURANTE LA GUERRA

1.- La evolución política durante la guerra

a.- La España republicana


El gobierno de Giral y la desarticulación del Estado (de julio a septiembre de 1936)
La sublevación militar sesató, dentro de las fuerzas integrantes del Frente Popular, todas las
divergencias y tensiones internas que hasta ese momento habían permanecido más o menos
contenidas.
Los primeros días fueron de autentico desconcierto. Los sindicatos y organizaciones obreras
reclamaron la entrega de armas para defender la República, pero Casares Quiroga -presidente del
gobierno en el momento de la rebelión- se negó a ello porque significaba traspasar de hecho el poder
del Estado a los dirigentes sindicales y a los responsables de los partidos obreros. Sin embargo, la
República carecía de fuerzas suficientes y de capacidad de control para hacer frente a la rebelión,
puesto que gran parte de la policía, la Guardia Civil y los mandos del ejército se había pasado al bando
rebelde.
Posteriormente, el nuevo gobierno, constituido el 19 de julio y presidido por Giral, republicano de
izquierdas del mismo partido que Azaña, ordenó la distribución de armas entre los obreros, medida
que supuso legalizar hechos consumados, pues desde el principio las organizaciones obreras se habían
armado donde y como habían podido.
En consecuencia, la sublevación militar supuso la desarticulación inmediata del Estado republicano,
que perdió el control de la situación y dejó un vacío de poder. Salvo en el País Vasco, donde el Partido
Nacionalista Vasco tomó las riendas de la situación (sobre todo a partir de la aprobación de su Estatuto
de autonomía en octubre de 1936), en el resto de la zona republicana fueron las organizaciones obreras
las que ejercieron realmente el poder, con comités o consejos cuya actuación variaba de unos sitios a
otros. Ni siquiera en Madrid, el gobierno central de la República fue capaz de impedir la aparición de
órganos de poder alternativos, en manos de partidos y sindicatos.

Los gobiernos de Largo Caballero (de septiembre de 1936 a mayo de 1937)


Esfumado el entusiasmo revolucionario de los primeros momentos, la prolongación de la guerra y 1as
derrotas sufridas hasta el momento, evidenciaron la necesidad de reorganizar y fortalecer el Estado

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republicano, para hacer frente con disciplina y autoridad a un enemigo que resultaba más difícil de
vencer de lo esperado.
En septiembre de 1936 se constituyó un nuevo gobierno presidido por el socialista Largo Caballero,
en cuya composición había republicanos, socialistas, comunistas y un nacionalista vasco, y a los que se
incorporarían dos meses después cuatro ministros anarquistas. Por tanto, este gobierno presentaba en
su composición varias novedades sin precedentes:
1ª) Era el primero de la historia de España presidido por un socialista y dirigente obrero.
2ª) Era el primero de los gobiernos de Europa occidental en que había ministros comunistas.
3ª) Era el primero con participación de anarquistas, rompiendon así con su tradicional rechazo a las
instituciones políticas -tal era la excepcionalidad de la situación-.
4ª) Era el primero en la historia de España en que una mujer ocupaba un ministerio, en concreto el de
Sanidad, del que se hizo cargo la anarquista Federica Montseny.
Este nuevo gobierno de Largo Caballero se propuso dos objetivos fundamentales: crear un verdadero
ejército con mando unificado y restablecer el poder del Estado, lo que exigía la disolución de los
poderes locales de carácter revolucionario que habían ido surgiendo desde el comienzo de la guerra.
Ante el avance de las tropas franquistas que habían llegado a las puertas de Madrid, el gobierno se
trasladó a Valencia el 6 de noviembre de 1936, quedando la capital quedó bajo el mando de una
Junta de Defensa a cargo del general Miaja. La siguiente medida consistió en someter al control del
Estado los órganos de poder revolucionario que quedaban en Cataluña y Aragón.
En Cataluña, desde el comienzo de la guerra, coexistían en la práctica dos centros de poder:
a) La Generalitat, gobierno legítimo autonómico, presidido por Lluis Companys, de Esquerra
Republicana, y que integraba a catalanistas de izquierda, comunistas y anarquistas.
b) El Comité Central de las Milicias Antifascistas -dirigido por anarquistas de la CNT y la FAI-, que
controlaba de hecho las fábricas, los servicios y las milicias armadas.
Los intentos de la Generalitat de restablecer su autoridad, liquidando el poder paralelo de las Milicias
Antifascistas, provocaron la insurrección en mayo de 1937 de grupos anarquistas y del POUM
{Partido Obrero de Unificación Marxista). La mediación de los dirigentes de la CNT, comprometida
tanto con el gobierno central como con la Generalitat, permitió dominar la insurrección y acabar con
los poderes paralelos (Andrés Nin líder del POUM es detenido y asesinado en junio de 1937).
Los comunistas acusaron al POUM de ser un instrumento al servicio del fascismo en el seno de la
clase obrera y exigieron su ilegalización a Largo Caballero. Pero éste, desgastado y carente ya de
apoyos, se negó a ello y se vio obligado a dimitir.

Los gobiernos de Juan Negrín (mayo 1937 – marzo 1939)


El presidente Azaña mandó formar nuevo gobierno al también socialista Negrín, político culto y nada
revolucionario. Su nombramiento supuso un giro considerable en la estrategia política, que consistiría
en dar la máxima prioridad a la guerra. Esto requería un control absoluto de las decisiones por parte
del gobierno, así como garantizar los envíos de armamento soviético.
Negrín se apoyó en gran medida en los comunistas, por el papel fundamental que suponía la ayuda
soviética y porque era el grupo más disciplinado y decidido a luchar hasta el final, supeditándolo
todo a este objetivo. Por tal motivo, los comunistas ocuparon los puestos clave del ejército.
Restablecida la autoridad de la Generalitat en Cataluña e ilegalizado el POUM, el único poder
revolucionario que sobrevivía fuera del control del Estado era el Consejo de Aragón, que fue disuelto
de forma contundente, en el verano de 1937 por el ejército regular a las órdenes del gobierno.

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Pero en 1938 el desarrollo de las operaciones militares no permitía albergar muchas esperanzas a la
República, por lo que se plantearon dos posibles estrategias ante la guerra:
1ª) La de Negrín con el apoyo de los comunistas, que proponía resistir a la espera de que estallara
la más que previsible guerra en Europa entre las democracias occidentales y las potencias
fascistas de Alemania e Italia. En ese caso, el curso de la guerra en España cambiaria al integrarse
en un conflicto internacional. Y en este contexto hay que valorar el traslado del gobierno de
Valencia a Barcelona (octubre 1937), aunque dada la marcha de la guerra algunos historiadores
han alegado otros motivos.
2ª) La de amplios sectores republicanos, e incluso la de algunos socialistas (entre ellos el propio
Ministro de Defensa, Indalecio Prieto), que se inclinaban a favor de negociar una paz aceptable
con el enemigo ante la precaria situación militar de la República.
Finalmente se impuso la tesis de Negrín y los comunistas e Indalecio Prieto acabó por abandonar el
gobierno. No obstante, a finales de 1938, la evolución de los acontecimientos, no parecía muy favo-
rable para la República:
a) En el terreno militar, la batalla del Ebro (julio-noviembre 1938) había dejado al ejercito
republicano maltrecho y desmoralizado.
b) En el ámbito internacional, Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia se habían reunido en la
Conferencia de Munich (septiembre de 1938) y habían aceptado la anexión a Alemania de la
región checoslovaca de los Sudetes. Quedaba así demostrado que las potencias occidentales estaban
dispuestas a ceder al máximo ante el expansionismo alemán, con tal de evitar una nueva guerra
mundial. En esta situación, la República veía como se alejaban sus esperanzas de integrar la guerra
española en un conflicto internacional de mayor alcance y conseguir nuevos aliados.
Por último, el coronel Casado, jefe del Ejercito del Centro, precipitó el final de la contienda al
sublevarse contra el gobierno en marzo de 1939, con la intención de negociar la paz con Franco que
solo aceptaba la rendición incondicional. E128 de marzo Franco entraba con sus tropas en Madrid y,
tras tomar los últimos focos republicanos –Valencia y Alicante-, declaraba el final de la guerra en un
parte oficial el día 1 de abril de 1939.

b.- La España de los nacionales

La Junta de Defensa Nacional (julio-septiembre 1936)


Al convertirse el golpe de Estado en una guerra prolongada, las zonas controladas por los sublevados
necesitaban establecer alguna forma de organización política.
Surge así la Junta de Defensa Nacional, con sede en Burgos, creada en el mismo mes de julio y
presidida por el militar de más alta graduaci6n, el general Cabanellas. Sin embargo, el poder efectivo
lo ejercía cada general en su sector: Franco, en África; Queipo de Llano, en el sur; Mola, en el norte.
El alzamiento militar había sido ante todo un movimiento de reacción contra la República, puesto que
los militares sublevados carecían por completo de proyecto político propio, por lo menos de largo
alcance. En cuanto a los grupos civiles que los apoyaban -carlistas, monárquicos, falangistas-, cada
uno tenía sus propios proyectos, y no eran coincidentes.
Este vacío ideo1ógico se apreció ya en las primer las medidas decretadas por la Junta para los
territorios ocupados, dirigidas más a acabar con las huellas de la República que a levantar un nuevo
modelo de Estado: se prohibieron los sindicatos, se disolvieron los partidos políticos, se estableció una
rígida censura de prensa y se destituyó a todos los cargos públicos republicanos, desde gobernadores

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civiles hasta alcaldes. Todo ello vino acompañado además de una brutal represión, con detenciones
masivas y ejecuciones sumarias, entre las que destacaron por su magnitud y violencia las efectuadas en
Sevilla, Málaga o Badajoz.

Franco, jefe del Estado y generalísimo (octubre de 1936)


El objetivo prioritario de los sublevados era ganar la guerra, y para ello era necesario contar con un
mando militar y político único. Entre los posibles candidatos al mando único, el general Sanjurjo,
uno de los principales protagonistas del autodenominado «Alzamiento nacional» había muerto en un
accidente aéreo y otros generales candidatos, como Mola o Queipo de Llano, que podían haber
optado a ello, se encontraban muy ocupados en concentrar su atención y esfuerzos en sus respectivas
zonas militares, ante una mayor resistencia de la esperada en la zona republicana.
Franco, en cambio, gozaba de mayor libertad de maniobra con su ejército africano, situación que supo
aprovechar para erigirse en jefe supremo del movimiento mediante hábiles maniobras políticas y
castrenses. Consiguió que, tras unas reuniones de la Junta de Defensa en Salamanca, se le proclamara
jefe de Estado y Generalísimo de los Ejércitos en de octubre de 1936 (la Junta de Defensa ya había
sancionado su nombramiento por Decreto de 27 de septiembre).
A partir de ese momento, se inició una nueva etapa política en el bando sublevado. Del inicial
policentrismo de poder (Mola, Queipo, Franco) se paso a un poder concentrado y unipersonal en
manos de Franco. La Junta de Defensa de Burgos se transformo en Junta Técnica del Estado, con
funciones secundarias, mientras que el verdadero centro de decisiones y de poder se situaba en el
Cuartel General de Franco establecido en Salamanca.

El Decreto de Unificación (1937)


Las fuerzas políticas que habían apoyado la sublevación abarcaban un amplio espectro ideológico, lo
que suponía ciertos inconvenientes:
a) La CEDA, que una vez desaparecido su objetivo de conquistar el poder de la República, se
desintegró como organización política
b) Los monárquicos, que contaban con el apoyo de diversos altos mandos del ejército.
c) Los carlistas o tradicionalistas, que tenían cierto arraigo especialmente en el norte.
d) La Falange, cuya implantación social antes de la guerra había sido muy minoritaria, pero cuyo
protagonismo creció de forma constante con el desencadenamiento y desarrollo del conflicto, a
pesar de la muerte en combate o por fusilamiento de sus principales cabecillas, entre ellas la de su
máximo dirigente e ideólogo, José Antonio Primo de Rivera, detenido y fusilado por los
republicanos en noviembre de 1936 (Alicante)
Fue precisamente el discurso populista de la Falange, muy influido por el fascismo, el que proporcionó
un cierto apoyo popular y unas bases ideológicas a lo que inicialmente había sido solo un alzamiento
militar.
Franco, consciente de la importancia de controlar bajo su mando a las fuerzas políticas que apoyaban
la sublevación, promulgó el Decreto de Unificación del 19 de abril de 1937, por el cual se
fusionaban todas las organizaciones políticas adeptas en una sola: Falange Española Tradicionalista
y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS). En este partido único,
Falange tenía un papel preponderante y Franco se convertía en el jefe supremo, con lo que avanzaba
un paso más hacia la concentración del poder en su persona, siguiendo el modelo fascista.
Los sectores minoritarios del tradicionalismo (carlistas) y de la propia Falange que rechazaron la
unificación, en aras de la pureza ideológica de sus partidos, fueron duramente castigados con el
destierro o la prisión.
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El primer gobierno de Burgos y el Nuevo Estado (1938)
El siguiente paso en la creaci6n de un nuevo Estado fue la constitución de su primer gobierno en
enero de 1938, creándose así, por primera vez, una estructura ministerial en la zona nacional.
Franco, además de ser el jefe del Estado, asumió la presidencia del gobierno, cuya composición
reflejaba el abanico ideológico de las fuerzas que habían apoyado la sublevación: las carteras se
repartían entre monárquicos, conservadores católicos, tradicionalistas, falangistas y militares.
De este modo se fue institucionalizando el nuevo régimen, que en estos momentos iniciales
presentaba las siguientes características:
a) Era un régimen marcadamente personalista, en el que Franco acaparaba todo el poder y
desempeñaba los más altos cargos: jefe de Estado y presidente del gobierno, generalísimo de los
ejércitos y jefe del partido único (FET de las JONS).
b) Se definía como un régimen «nacionalsindicalista», de inspiración fascista y católica.
c) Su programa político se basaba en el elaborado en 1934 por Falange Española de las JONS
(conocido como los «Veintisiete puntos»).
d) Su actuación durante la guerra se caracterizó en general, por la adopción de medidas
provisionales de carácter puntual.
e) La primera ley de importancia dada por el nuevo gobierno fue la del Fuero del Trabajo, que
regulaba los derechos y deberes de los trabajadores, y un nuevo marco en las relaciones laborales.
Fue promulgado en marzo de 1938 y estaba prácticamente calcado de la Carta del Lavoro de la
Italia fascista.

2.- La situación económica de los dos bandos durante la guerra


a. Los nacionales: los sublevados al inicio de la guerra controlan un territorio menor y zonas de
predominio agrícola y ganadero, disponiendo de la mayor parte de las tierras de cultivo ( 2/3
de la producción de trigo, ½ de producción de patatas y hortalizas,…) por lo que no tienen
problemas serios de abastecimiento. Sin embargo sus carencias industriales, explican el interés
mostrado desde el principio por ocupar la franja norte de la Península (Asturias, País Vasco), con
sus recursos mineros y siderúrgicos.
A diferencia de lo que ocurría en la zona republicana, el control de la producción fue estricto
para lo cual contaron con la colaboración de los propietarios rurales, la banca y los grandes
financieros. En cuanto a las tierras expropiadas, se restituyeron a sus antiguos propietarios y se
anularon todas las disposiciones y actuaciones del republicano Instituto de Reforma Agraria.
Respecto a la financiación de la guerra, el bando sublevado no disponía de reservas de metal
precioso como los republicanos, pero nunca le faltó la ayuda de los regímenes fascistas de
Italia y Alemania. Sus aportaciones en material militar superó a las recibidas por la República y
sus plazos y modalidad de pago fueron negociados sin problemas por los dos países.
En cuanto a la situación militar, cuentan con la mayor y mejor parte del ejército: el ejército de
África, gran parte de los regimientos de infantería y artillería, los oficiales de la marina y parte
de la Guardia Civil. En los primeros momentos no hubo un mando único y cada general ejerció
su autoridad con autonomía (14.000 oficiales y 150.000 soldados).
Sus apoyos sociales fueron los sectores tradicionalmente más conservadores, contrarios a las
reformas republicanas, como: la mayor parte de la oficialidad del ejército (infantería y
caballería), la Iglesia, los grandes propietarios de tierra, la alta burguesía industrial y financiera e
importantes sectores de las clases medias urbanas y agrarias.

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b. Los republicanos: la República al comienzo de la guerra controla la mayor parte del
territorio y las zonas más urbanizadas e industrializadas, donde las organizaciones obreras
estaban más arraigadas. En cambio, las zonas agrícolas bajo su control son insuficientes para
alimentar a una población bastante más numerosa que la de la zona nacional. Además, la
República pierde el control sobre la gestión y producción económica que pasó a depender
en gran parte de las organizaciones obreras, sobre todo la de las empresas confiscadas por huida
o encarcelamiento de sus patronos.
Fue práctica bastante habitual que las empresas privadas que fueron colectivizadas
quedasen bajo la dirección de comités obreros sobre todo en Cataluña y Valencia, donde
el movimiento anarquista impulsaba, al mismo tiempo que la guerra, la revolución social,
alegando que la clase obrera lucharía mas motivada en defensa de sus conquistas
revolucionarias. Por el contrario en el País Vasco la propiedad fue más respetada. De todos
modos, tanto por los efectos de la guerra como por la mala organización de muchas de las
empresas colectivizadas, la industria en la zona republicana presentaba ya desde su inicio, una
situación caótica.
La actuación revolucionaria más destacable se produjo en la agricultura, donde se aceleró la
reforma agraria, con numerosas expropiaciones, primero de tierras no cultivadas y después las
de aquellos que habían apoyado la sublevación. También en este sector la mala organización de
los anarquistas en sus experimentos colectivistas, sobre todo en Aragón, provocó problemas de
desabastecimiento en las ciudades.
Respecto a la financiación de la guerra, la República se vio obligada a recurrir a dos
soluciones:
- A la emisión de deuda pública, posible solo mientras se confió en la victoria republicana
(hasta verano de 1938), ya que después nadie quería prestar dinero a un régimen con los días
contados.
- Al depósito de las reservas de oro del Banco de España en Moscú, que la Unión Soviética
exigió como pago por el material de guerra enviado.

En cuanto a la situación militar, una parte importante del ejército y de las fuerzas de seguridad
permanecieron fieles (la mayor parte de la aviación, casi toda la marina, la Guardia de Asalto,
el cuerpo de Carabineros, parte de la Guardia Civil), pero su organización militar quedó
prácticamente desmantelada (sin apenas oficiales) siendo el ejército reemplazado en las
tareas de defensa y orden público por las milicias populares, creadas por los partidos de
izquierda y los sindicatos.
Por otra parte, sus principales apoyos sociales están entre los obreros, los pequeños
campesinos, los jornaleros y parte de la pequeña y mediana burguesía y en todos aquellos que
se identificaban con el reformismo del régimen republicano.

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ESPECIFICA LOS COSTES HUMANOS Y LAS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS Y
SOCIALES DE LA GUERRA
La guerra civil dejó un trágico balance de muertes, desapariciones, exilio, represión y pérdidas
económicas, aunque también hay algunos grupos sociales se van a beneficiar de la nueva situación

1. Las consecuencias demográficas: disminución de la población


a. Los muertos y desaparecidos se fijan en torno a un millón, aunque el número sigue siendo objeto
de polémica. En esta cifra se incluyen las muertes causadas directamente por la guerra (300.000), los
fusilados y asesinados en la retaguardia de ambos bandos (200.000), los encarcelados (más de
300.000) y los que mueren en la cárcel, los muertos por desnutrición y enfermedades derivadas y los
no- nacidos por causa de la guerra.
b. Los exiliados suponen también una pérdida terrible, no sólo por la cantidad (500.000) sino también
por su entidad. Muchos huyen de España por temor a la represión franquista, aunque más de la mitad
regresa en los años siguientes. Los exilados se dirigen sobre todo a Francia y México y en menor
medida a otros países iberoamericanos (Argentina), EEUU y la URSS. Una buena parte de los que
salieron constituían una población activa muy importante y de hecho la vida cultural española se
empobreció.

2. Las consecuencias económicas:


Fueron desastrosas quedando el país en ruinas. Las mayores pérdidas se produjeron en las zonas de
frente y en las ciudades bombardeadas, con gran destrucción de viviendas, fábricas y vías de
comunicación. Así mismo, descendió la población activa y la producción en todos los sectores
entre un 20 y 30% al igual que el nivel de renta (la Renta per Cápita desciende el 30%),
sumiéndose la economía en una profunda crisis y larga fase de estancamiento. De hecho el nivel de
producción y renta anterior a la Guerra Civil no se recuperó hasta los años 60, sufriendo la mayoría de
la población, a lo largo de casi 20 años, las penurias del racionamiento y la falta de bienes básicode
consumo.
También hay que tener en cuenta las importantes pérdidas del patrimonio cultural, no solo como
consecuencia de las operaciones bélicas (bombardeos, batallas,…), sino también por las destrucciones
intencionadas de la violencia anticlerical en la zona republicana (incendio de edificios religiosos,
destrucción de imágenes, saqueo de objetos de culto,…)

3. Las consecuencias políticas:


Dictadura y aislamiento internacional, porque la guerra puso fin a la experiencia modernizadora y
democratizadora más importante que había tenido lugar en la España contemporánea hasta ese
momento, implantándose en su lugar un Estado autoritario y antidemocrático con una larga
dictadura personal de Franco, caracterizada por la falta de libertad política, la supresión de los
derechos fundamentales y la represión política e ideológica que ejercida desde el comienzo de la
contienda, se extendió a medida que se fue ocupando el territorio. Como ejemplo está el Decreto-Ley
de Responsabilidades Políticas (9 de febrero del 39) que permitía perseguir con carácter retroactivo,
a todos los que desde octubre del 34 hubiesen participado en la vida política republicana, además de la
supresión de los partidos y sindicatos y del resto de las libertades democráticas, depurando a todos los
funcionarios de la administración del estado, en especial a los cuerpos docentes. Además, España se
va a ver sumida en el aislamiento político internacional (muy pocos estados reconocen al nuevo
régimen) quedando por ello al margen del progreso que se inicia en Europa a partir de 1945.

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4. Las consecuencias sociales
Durante la guerra, obviamente las condiciones de vida se volvieron peligrosas y difíciles,
especialmente en las zonas de frente y en las ciudades asediadas, donde hubo serios problemas de
abastecimiento. Condiciones que no mejoraron para la mayor parte de la población en la
posguerra, sufriéndose entre 1939 a 1959 graves privaciones, hambre por escasez de alimentos y
epidemias por la escasez de medicinas, estableciéndose cartillas de racionamiento de alimentos,
que se prolongaron hasta 1951, como único medio legal para aprovisionarse de los alimentos básicos,
situación que propició la existencia de un floreciente mercado negro (el estraperlo).
Sin embargo, también hubo grupos beneficiados, como fue el caso de empresarios, terratenientes,
mandos del ejército nacional y la Iglesia,… que se convirtieron en los sectores hegemónicos de la
sociedad franquista. Los empresarios restablecen su autoridad en las empresas y gentes avispadas,
cercanas al régimen (falangistas,..), aprovechan su situación para crear o reabrir negocios
(abandonados o expoliados) en las antiguas zonas republicanas. Por su parte los excombatientes del
bando nacional son premiados con puestos en la administración y concesiones económicas.
Por otro lado, a medida que se fue extendiendo la zona nacional, la sociedad se vio sometida a una
estricta moral nacional-católica, objeto de una fuerte censura en los espectáculos (cine, teatro,
bailes), en las playas y en otros espacios públicos. La religión católica se impuso como obligatoria
al conjunto de la población: todos los nacidos tenían que estar bautizados, los matrimonios sólo
podían ser católicos, los nombres los del santoral y la asistencia a las ceremonias religiosas era casi
obligada.
5. Las consecuencias culturales:
Quedó destruido todo el esfuerzo de regeneración cultural y educativa realizado durante la Edad
de Plata de la cultura española (1898-1936). Fueron ejecutados o destituidos el 60% de maestros y
profesores, la casi totalidad de los intelectuales de la generación del 27 y aún algunos de la del 98; los
más notables científicos y artistas también mueren o se marchan al exilio, como: Machado, García
Lorca, Buñuel, Albertí, Piccaso, Américo Castro,…. La cultura oficial dominada por una fuerte
censura y represión retrocede a los tiempos del oscurantismo clerical de la inquisición. En definitiva
España deviene en un “desierto cultural”.

SINTETIZA EN UN ESQUEMA LAS GRANDES FASES DE LA GUERRRA DESDE EL


PUNTO DE VISTA MILITAR (Hacer el esquema a partir de lo expuesto)
Se suceden varias etapas y la iniciativa militar corresponde a los sublevados casi siempre.
a. Primera etapa: julio de 1936 a marzo de 1937
• La guerra de columnas y la marcha hacia Madrid: de julio a noviembre de 1936 se desarrolla un
rápido avance de los sublevados sin apenas reacción del gobierno republicano, con el objetivo de
ocupar Madrid. Las columnas de Mola lo intentan por el Norte, pero son detenidas en la Cordillera
Central por columnas de milicianos republicanos. Las tropas de Marruecos, dirigidas por Franco y
Yagüe logran cruzar el estrecho de Gibraltar (18-20 de julio) con la ayuda de la marina italiana y
la aviación alemana y tras unirse a los soldados de Queipo de Llano en Sevilla, realizan un rápido
avance hacia el norte a través de Extremadura, tomando Badajoz, Talavera y Toledo, contactando las
dos zonas de la península bajo dominio rebelde. La liberación del Alcázar de Toledo (27-IX-1936)
retrasa el avance de las columnas de Franco hacia Madrid, pero le proporciona entre los sublevados
fama de salvador y mayor peso político y militar frente a Mola. En el Norte, Mola ocupa Irún y San

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Sebastián en septiembre del 36, cortando la comunicación de las zonas republicanas con Francia. En
octubre el ejército de Galicia conecta con Oviedo, que estaba aislada en medio del sector republicano.
• La batalla de Madrid (noviembre de 1936 a marzo de 1937): las tropas de Franco llegan desde el
sur a las afueras de Madrid en noviembre de 1936, pero fracasan en su intento de tomar la capital
ya que un improvisado ejército republicano rechaza un primer ataque por el oeste, en la Ciudad
Universitaria. Los posteriores intentos de Franco de tomar Madrid desde otros lados -por el sur
(batalla del Jarama) y por el noreste (batalla de Guadalajara donde los italianos sufren una
espectacular derrota -Mayo 1937- ) terminan en fracasos. La inesperada resistencia de Madrid,
dirigida por la Junta de Defensa (general Miaja) tras la marcha del Gobierno republicano a
Valencia (noviembre), convierte el conflicto en una guerra de desgaste. Los frentes se estabilizan,
aumenta la intervención extranjera (brigadas internacionales, legión “Condor”, tropas italianas) y se
crea un nuevo ejército popular.
• La ocupación franquista de la costa mediterránea andaluza hasta Motril con la utilización
combinada de la aviación y barcos para bombardear a las poblaciones y bloquear los puertos
republicanos. La pérdida de Málaga (febrero del 37) supone para el bando republicano el fracaso
del modelo de guerra defendido por los anarquistas, a base de milicias desorganizadas, lo que hace
evidente la necesidad de disponer de un ejército disciplinado

b. Segunda etapa: abril a noviembre de 1937


• Las acciones militares se concentran en el territorio republicano de la franja cantábrica, rico en
infraestructura industrial y minera, con una gran ofensiva nacional que cuenta con la colaboración de
la Legión Cóndor (bombardeo de Guernica). Primero toma Vizcaya (Bilbao) en junio de 1937, a
continuación toma Santander en agosto del 37 y por último Asturias (general Dávila), en octubre
del 37.
• Por su parte, el reconstruido ejército popular de la República emprende ofensivas militares para
aliviar la presión del norte en el entorno de Madrid, con una gran ofensiva en Brunete (julio de
1937) y en el frente de Aragón, en torno de Zaragoza, con la Batalla de Belchite (agosto de 1937),
siendo ambas detenidas y sin poder impedir la caída del norte de España en manos de los nacionales
(que era uno de los objetivos de la ofensiva), lo que supone la pérdida de su industria metalúrgica.

c. Tercera etapa: diciembre de 1937 a noviembre de 1938


• A finales de 1937 y con el fin de frenar un nuevo ataque sobre Madrid, el ejército republicano
desarrolla una ofensiva en el Bajo Aragón con la batalla de Teruel durante el durísimo invierno del
37 al 38, en el que ocupan la ciudad durante un mes, volviendo a ser reconquistada por los nacionales
en febrero de 1938. Esta acción supone un fuerte desgaste para las fuerzas republicanas que no
pueden impedir el avance de los nacionales en el frente de Aragón, llegando hasta el mar
Mediterráneo en Vinaroz (Castellón) el 13 de abril de 1938, lo que supone que la zona republicana
queda dividida en dos sectores.
• El mando republicano (dirigido por el general Vicente Rojo) en un intento de frenar el avance
nacional hacia Valencia inicia la batalla del Ebro, que se desarrolla desde julio a noviembre del
38. Es la batalla más decisiva, sangrienta y dura de toda la guerra. Con ella la República pretende
cambiar el signo de la guerra, favorable a los nacionales, y alargar el conflicto todo lo que sea
posible. Pero el triunfo del ejército franquista con la colaboración italiana y alemana, supone el
hundimiento definitivo del ejército popular (más de 60.000 bajas).

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d. Cuarta etapa: diciembre de 1938 a abril de 1939:
• Tras la batalla del Ebro, las tropas de Franco ocupan Cataluña, entrando en Barcelona a finales de
febrero de 1939. El gobierno de Franco es reconocido oficialmente por Francia e Inglaterra, y Azaña
que renuncia a su cargo de Presidente de la República (27 de febrero del 39) es sustituido por
Domingo Martínez Barrio y cruza la frontera; también lo hará el presidente de la Generalitat (Lluis
Companys). A su vez se produce una masiva marcha de tropas y civiles fieles a la República hacia la
frontera francesa.
• El final de la guerra y de la República: Ocupada Cataluña la zona republicana queda aislada del
resto. Hay discrepancias sobre qué hacer entre los propios republicanos: Negrín (presidente del
gobierno) y los comunistas son partidarios de resistir y alargar la situación para poder enlazar con el
conflicto mundial que se espera próximo, pero altos mandos militares (Casado, Miaja), políticos
republicanos, socialistas (Julián Besteiro) y anarquistas (Cipriano Mera) intentan llegar a un
acuerdo con Franco para poner fin a la guerra. En esta situación la Junta Nacional de Defensa,
presidida por el coronel Casado y el socialista Julián Besteiro, declara ilegitimo al gobierno
republicano de Negrín (5-III-39) y entrega a Franco la zona que quedaba en manos de los
republicanos de forma tan apresurada que no se pudo evacuar a los que querían escapar de la
represión franquista.
• El derrumbamiento del frente republicano permite al ejército nacional entrar en Madrid (28 de
marzo del 39) y ocupar rápidamente el resto del territorio hasta la costa levantina. El 1 de abril de
1939 un parte final de la guerra, firmado en Burgos por Franco, anuncia el fin a la contienda.

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