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En 1912, tras el asesinato de Canalejas, los dos partidos dinásticos están sumidos en una fuerte crisis por
falta de liderazgo y porque la relación entre ellos había pasado de la confianza al enfrentamiento,
imposibilitando con ello la alternancia en el poder y el acuerdo entre sus líderes. Al mismo tiempo que
crecía la oposición de los partidos republicanos -el PSOE entre ellos- y de los nacionalistas.
En conclusión, el reinado se había iniciado con un espíritu regeneracionista de renovación del sistema
político, pero no solo no lo consiguió sino que, apenas una década después, comenzó su descomposición
interna.
- Los republicanos representaban la principal fuerza de la oposición política al régimen dentro de las
Cortes y en el ámbito extraparlamentario.
Su ideario es algo difuso, defendía el progreso y la justicia social pero con unas posiciones menos
radicales que las de los socialistas o anarquistas, que les permitieron ganarse el apoyo de ciertos secto-
res de un amplio abanico social: desde la pequeña burguesía hasta trabajadores, así como algunos
intelectuales de prestigio -Galdós, Ortega y Gasset, Ramón y Cajal…-.
Durante el reinado de Alfonso XIII, el viejo republicanismo del siglo anterior, heredero de la Gloriosa,
se extinguió surgiendo dos nuevos partidos republicanos:
a) El Partido Radical que, fundado en 1908 por Lerroux, era más izquierdista y anticlerical y se definía
como autonomista en lo político y socialista en lo social, lo que, unido a su discurso populista, le
permitió ampliar sus apoyos sociales.
b) El Partido Reformista, creado en 1912 por Melquiades Álvarez y Gumersindo de Azcarate, que
representaba un republicanismo mas moderado, dispuesto incluso a admitir la monarquía, siempre que
fuera verdaderamente democrática y mantuviera una verdadera política social. Su preocupación por la
cultura y la educación atrajo a destacados intelectuales, pero tuvo menos implantaci6n social que el
Partido Radical.
Dentro de los partidos republicanos, pero con una marcada identidad propia, seguía creciendo el
Partido Socialista Obrero Español, cada vez mas dispuesto a participar en el juego político
parlamentario, sin renunciar por ello a la revolución social. De hecho, en las elecciones de 1910 se
presentó dentro de la llamada Conjunción Republicano-Socialista, que permitió por primera vez el
acceso a las Cortes de un socialista: el fundador del partido, Pablo Iglesias.
- En cuanto a los nacionalismos, el que tenía una mayor implantación social era el catalán. El principal
representante del catalanismo en la vida política desde 1901 era la Lliga Regionalista, de ideología
conservadora y cuyo principal objetivo era conseguir la autonomía para Cataluña.
En 1906 se fundó Solidaritat Catalana, una agrupación interclasista (no' un partido) que integraba a
todas las fuerzas políticas catalanas (excepto a los partidos dinásticos y los republicanos de Lerroux)
con el fin de defender los derechos de Cataluña.
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En cambio, la izquierda catalanista tardó más tiempo en organizarse y no tuvo un papel destacado
hasta la creación en 1922, bajo la dirección de Francesc Macía, de Estat Catalá, que se convirtió en
la expresión del nacionalismo más radical no conservador.
Muy distinto del catalán, en planteamientos y arraigo social era el nacionalismo vasco, de carácter
arcaizante y esencialmente vizcaíno. Su única expresión seguía siendo el Partido Nacionalista Vasco
(PNV), que se apoyaba en la pequeña burguesía bilbaína, ultraconservadora y recelosa del progreso y
la industrialización. Sin embargo, con la paulatina incorporación al PNV de nuevos elementos menos
radicales respecto al independentismo y de espíritu algo más moderno, se ensanchó la base social del
partido, aunque en su ideario pervivía el carácter tradicionalista de su fundador, Sabino Arana.
El nacionalismo gallego experimentó un notable desarrollo cultural, pero estaba todavía lejos de
consolidarse como fuerza política. El intento mas serio en este sentido fue la creación de Solidaridad
Gallega en 1907, que como su precursora catalana, no era un verdadero partido político, sino una
agrupación, en este caso fundamentalmente de campesinos, que se limitó a participar en las elecciones
municipales de algunos lugares. Tampoco tuvo demasiado impacto la fundación en 1910 de Acción
Gallega, que intentó liderar sin éxito el movimiento agrarista gallego.
Por último, el nacionalismo andaluz estuvo localizado inicialmente en Sevilla, en torno al Ateneo de
esta ciudad. Su más apasionado impulsor y principal ideólogo fue Blas Infante, considerado el «Padre
de la patria andaluza», pero sus intentos de conseguir una mayor autonomía de gobierno para
Andalucía no llegarían a verse coronados por el éxito, ni siquiera durante la Segunda República.
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En este clima de enfrentamiento, las autoridades civiles y militares de Barcelona practicaron también
un autentico terrorismo de Estado, al servicio de la patronal, con la aplicación de la conocida como «ley
de fugas» que autorizaba a los cuerpos armados a disparar contra todo detenido que intentara
fugarse. De este modo se asesinó a numerosos sindicalistas y activistas obreros con el pretexto legal de
que habían pretendido huir tras ser detenidos.
En definitiva, la violencia sufrida en Cataluña adquirió una intensidad alarmante, que parecía ir en
aumento con el paso del tiempo.
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el poder, una de las bases del sistema político de la Restauración. En efecto, por primera vez el partido
dinástico en la oposición (en este caso el Liberal) se había unido a partidos antidinásticos (republicanos y
el PSOE) en una campaña de desprestigio para provocar la caída del partido en el gobierno, lo que hacía
prácticamente imposible el “turnismo político”.
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DESCRIBE LA EVOLUCIÓN DE LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA DESDE EL
DIRECTORIO MILITAR AL CIVIL Y SU FINAL
El 13 de septiembre de 1923 el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, mandó ocupar
los servicios telefónicos de Barcelona y leyó un comunicado ante los periodistas, dando un golpe de
Estado.
Dos días después, Alfonso XIII, que estaba de vacaciones en San Sebastián, regresó a Madrid. EI
gobierno le propuso destituir a los sublevados, pero el rey pidió tiempo para pensarlo. Finalmente mandó
formar gobierno a Primo de Rivera, que decidió convertirse en dictador militar único, equivalente a
presidente de gobierno y ministro universal, aunque contaría con la asistencia de un directorio militar
integrado por generales.
Se ha planteado por parte de los historiadores, cuál fue el grado de complicidad del rey en el golpe
militar. Aunque no se conocen pruebas de una implicación directa, sorprende al menos su pasividad
inicial y su escaso apoyo al gobierno legitimo. De cualquier forma, se trataría de un caso más de la
propensi6n de Alfonso XIII a inclinarse a favor de los militares en su enfrentamiento con el poder civil.
La dictadura fue la solución autoritaria a una situación ya insostenible, cuyas principales causas eran
dos:
a) La crisis del sistema político, incapaz de renovarse desde dentro y cada vez más minado por la
agitación social, en especial desde 1917.
b) El fracaso de la política en Marruecos, que había llegado a su punto más critico con el desastre de
Annual de 1921.
Pero si triunfó el golpe de Primo de Rivera fue porque desde el comienzo contó con importantes
apoyos, como:
a) Alfonso XIII, que veía amenazada la propia monarquía.
b) Un amplio sector del ejército, partidario del restablecimiento del orden, cada vez más alterado por
la creciente conflictividad social.
c) El empresariado catalán, que aspiraba a restaurar el orden publico y acabar con la amenaza
anarquista.
También fue importante la pasividad de socialistas y anarquistas, indiferentes ante la caída del viejo
régimen. Solo los minoritarios comunistas, fuertes en Bilbao, se opusieron abiertamente.
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El restablecimiento del orden público
La crítica situación de conflictividad social que se vivía en el país, sobre todo en Barcelona, justificó
la implantación del estado de guerra durante casi dos años. La política de represión se concretó en la
limitación de las libertades públicas, la constante prohibición de reuniones y asociaciones, la censura a
la prensa, etc.
Pero la medida más contundente fue la persecución a los anarquistas, cuyos locales y órganos de
prensa fueron clausurados en 1924 tras el asesinato del verdugo de Barcelona en un atentado. Los
anarquistas -no por ley, pero si en la práctica- fueron condenados a la clandestinidad y su organización
quedó desarticulada.
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ESTÁNDARES RELACIONADOS CON EL BLOQUE 10
a) La situación política: tras la dimisión de Primo de Rivera, el rey encargó gobierno al general
Dámaso Berenguer (periodo conocido como “la dictablanda”) con la pretensión de volver al
sistema constitucional de la Restauración, pero el apoyo dado por el monarca a la dictadura lo
hace imposible. Tanto la oposición republicana, donde habían surgido nuevos partidos (centro
izquierda, autonomistas o nacionalistas), como una parte de la derecha católica y conservadora,
muy desencantada con la monarquía, no ven del todo mal una opción republicana.
En esta situación líderes republicanos de diferentes tendencias se reúnen en agosto de 1930 en
San Sebastián y firman el pacto de San Sebastián (17 de agosto) con el objetivo de terminar con
la monarquía e instaurar la república, nombrándose un comité revolucionario presidido por Niceto
Alcalá Zamora. Más tarde se sumarán al pacto el PSOE y la UGT., los intelectuales de la
Agrupación al Servicio de la República (Ortega y Gasset y Marañón) y la FUE (Federación
Universitaria Escolar), incluso algunos sectores del ejército apoyan a los republicanos. Los
capitanes García Hernández y Fermín Galán protagonizan una sublevación en Jaca a favor de la
república (diciembre de 1930), adelantándose a la que preparaban los firmantes del pacto de San
Sebastián. Sublevación que es sofocada por las tropas gubernamentales y sus líderes fusilados tras
un consejo de guerra; también son encarcelados algunos representantes del comité republicano.
Sin embargo, el fin de la monarquía de Alfonso XIII no lo provoca ningún fallido alzamiento
militar sino el resultado de las elecciones municipales convocadas para el 12 de abril de 1931,
en un intento de regresar a la normalidad política de la Restauración. La oposición republicano-
socialista que se presenta unida gana en la mayoría de las ciudades. El día 14 de abril se
proclama la república en muchos ayuntamientos de España (el primero fue el ayuntamiento de
Eibar -Guipúzcoa-) y el rey decide renunciar al trono y exiliarse (abandona Madrid ese mismo
día hacia Cartagena, camino de Francia)
b) La repercusión de la crisis del 29: los efectos de la crisis internacional de los años 30, cuya
primera manifestación fue el crack de la Bolsa de Nueva York en 1929, fueron menores en España
por su aislamiento respecto al sistema económico internacional, el menor desarrollo del
capitalismo industrial y el carácter más cerrado de la economía que estaba fuertemente protegida
del exterior por la política arancelaria, y con gran parte de la producción destinada al mercado
interior.
De hecho, la depresión tardó más tiempo en afectar a España (1933 fue el año más crítico) y
repercutió menos que en otros países de Europa y América. Sin embargo, como la economía
española era en muchos aspectos dependiente de los países desarrollados, la crisis internacional
provocó al menos tres consecuencias:
- La contracción del comercio exterior. Las exportaciones disminuyeron tanto volumen, debido
a las medidas proteccionistas adoptadas ante la crisis por los clientes tradicionales (Inglaterra y
Francia), como en valor, por el hundimiento de los precios en los mercados internacionales.
- El colapso de las inversiones extranjeras en España. Un factor importante, además de la
crisis económica internacional, fue también la incertidumbre provocada por el desarrollo de los
acontecimientos en el interior del país.
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- La modificación de los flujos migratorios entre España y el exterior. La tradicional
emigración de España hacia Francia y, sobre todo, hacia América se interrumpió ante la crisis
de los países de destino; además aumentaron los retornos, lo que supuso un considerable
incremento del desempleo en España.
Sin embargo, aunque la economía de la Segunda República se desenvolvió en un escenario de
crisis internacional, sus principales problemas no vinieron planteados tanto de la situación
exterior, como por el comportamiento de los agentes internos.
La desconfianza y el boicot de terratenientes y capitalistas, por un lado, y la radicalización y
conflictividad social de campesinos y obreros, por otro, se reforzaron mutuamente y generaron un
clima de incertidumbre poco propicio para el desarrollo de la economía.
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ESPECIFICA LAS CARACTERÍSTICAS ESENCIALES DE LA CONSTITUCIÓN DE 1931
Tras largos debates en las Cortes, con amplio apoyo parlamentario pero sin consenso, la Constitución
se aprueba el 9 de diciembre de 1931, resultando especialmente polémicos los artículos referidos a la
cuestión religiosa y la estructura del Estado. Obviamente la nueva Constitución, de acuerdo con la
composición del Congreso, refleja los valores y principios laicos e izquierdistas de la mayoría, como:
soberanía popular, cortes unicamerales, aconfesionalidad y anticlericalismo, amplios derechos
individuales y la posibilidad de autonomía para las regiones que lo soliciten. Sus principales puntos
son:
- El reconocimiento de un amplio catalogo de derechos y libertades (de culto, de reunión,
asociación, expresión, domicilio, correspondencia inviolable, matrimonio civil, divorcio,…)
- Limitación a la propiedad privada especialmente de los medios de producción, que podían ser
expropiados por motivos de utilidad social, pero con indemnización.
- El laicismo del Estado que supone la separación iglesia-estado (“el Estado no tiene religión oficial”),
la supresión de la subvención a la Iglesia, la prohibición del ejercicio de la enseñanza a las órdenes
religiosas y la disolución de los jesuitas.
- La obligación del Estado de atender y extender la enseñanza y la cultura.
- La proclamación de que la soberanía es popular y reside en el pueblo definiendo a España como
“una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de libertad
y de justicia. Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo”
- El establecimiento de Cortes unicamerales (una sola cámara –Congreso-) con miembros elegidos
cada 4 años por sufragio universal total, reconociendo por primera vez el voto femenino.
- La configuración de España como un estado único pero descentralizado, que reconoce el derecho a
la autonomía de las regiones. “La República constituye un estado integral compatible con las
autonomías de los municipios y regiones…”.
Como ya se ha señalado, uno de los debates parlamentarios más intenso fue sobre la inclusión del
sufragio femenino en la nueva Constitución, siendo una de sus defensoras más firme la diputada
Clara Campoamor (del Partido Radical), pero entre quienes manifestaron una mayor oposición
estaba curiosamente una diputada de izquierdas, Victoria Kent (del Partido Radical Socialista), no
porque rechazara por principios el sufragio femenino, sino porque consideraba que las mujeres
españolas estaban aun demasiado influenciadas por el clero y que, por tanto, en ese momento el voto
femenino se dirigiría mayoritariamente hacia la derecha antirrepublicana.
Días después de aprobada la nueva Constitución republicana, el gobierno provisional cesa en sus
funciones y se forma un nuevo gobierno ordinario, el primero constitucional. Lo presidia Manuel
Azaña -de Acción Republicana- y lo componían principalmente republicanos de izquierdas y
socialistas.
Este nuevo gobierno se propuso la tarea de realizar una profunda transformación de la realidad
española, con el fin de satisfacer las amplias expectativas sociales en él depositadas. Parte de la labor
reformadora había sido ya iniciada por el gobierno provisional, desde los primeros días de vida de la
República. Entre sus actuaciones destacamos las siguientes:
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Las nuevas relaciones Iglesia-Estado: la política religiosa:
La política laicista de la República, claramente marcada en la Constitución, junto con el
anticlericalismo de la mayor parte de los republicanos, marcan el nuevo marco de las relaciones
Iglesia- Estado, en el que la República adoptó, entre otras, las siguientes medidas:
a) La extinción, en el plazo de dos años, del «presupuesto de clero y culto» (el destinado por el
Estado al mantenimiento econ6mico del clero), ya que no tenía sentido tras la separación entre
Iglesia y Estado.
b) La disolución de la Compañía de Jesús y la confiscación de sus bienes inmuebles y los de otras
órdenes disueltas (Ley de Congregaciones Religiosas de 1933)
c) La prohibición a las órdenes religiosas de ejercer la enseñanza y de enseñar el catecismo en las
escuelas, la supresión de los símbolos religiosos,…
d) El reconocimiento del matrimonio civil y del divorcio.
e) La secularización de los cementerios y supresión de símbolos religiosos.
Amplios sectores del clero interpretaron estas medidas como una provocación. Para ellos el Estado
había seguido una trayectoria que iba, desde la pasividad ante la violencia anticlerical al ataque frontal
contra la Iglesia.
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La política autonómica: el estatuto de Cataluña
Reconocidas las autonomías por la Constitución, durante este primer bienio solo se formalizó el
Estatuto de Cataluña, en cumplimiento del compromiso adquirido por el gobierno provisional con
Frances Maciá para que pusiera fin a la República catalana, proclamada el mismo día que la República
española. Para ello se encomendó la elaboraci6n de un proyecto de Estatuto a los propios catalanes,
bajo la iniciativa de Esquerra Republicana de Cataluña.
El Estatuto que finalmente aprobó el parlamento español, recortaba y modificaba en parte el proyecto
catalán, pero en líneas generales lo mantenía, y en función a ello:
a) Se creó un gobierno autónomo -la Generalitat- compuesto de tres órganos: un Parlamento, un
Consejo Ejecutivo -equivalente a un consejo de ministros- y un presidente.
b) Se otorgaron competencias en cultura, obras publicas y orden publico lo que, por una parte,
pareció insuficiente a los catalanistas pero, por otra, no eliminó del todo el recelo de un sector del
ejercito, temeroso de la posible división de España.
En las primeras elecciones catalanas triunfó el partido de Esquerra Republicana, que llevó a Maciá a
la presidencia de la Generalitat y a Companys a la del Parlamento.
En cuanto al País Vasco, el Partido Nacionalista Vasco y los carlistas elaboraron un proyecto de
estatuto tan tradicionalista y tan poco democrático que fue abiertamente rechazado por la mayoría
parlamentaria de izquierdas. Diferentes circunstancias (Bienio Radical) impidieron un nuevo proyecto,
por lo que el País Vasco no tuvo Estatuto de autonomía hasta los comienzos de la Guerra Civil.
Galicia también inició la elaboración del proyecto de su estatuto de autonomía y aunque fue aprobado
en plebiscito (junio 1936), no pudo ser aprobado en las Cortes al estallar la Guerra civil.
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La reforma de Azaña, en general, fue bien valorada por muy diversos sectores sociales, pero no
consiguió ganarse la simpatía de los oficiales del ejército, causando gran malestar en algunos medios
castrenses (intento de golpe de estado del general Sanjurjo en Sevilla en 1932, creación de la UME y
otras conspiraciones)
La reforma agraria
La reforma agraria era sin duda el proyecto económico y social de mayor magnitud que debía
acometer la República, y además con urgencia, por varias razones: España seguía siendo un país
eminentemente agrario, en el que casi el 50% de la población activa era campesina, en su mayoría
jornaleros agrícolas (sin tierra) y con una estructura latifundista, sobre todo al sur del Tajo, lo que
colocaba en una dramática situación de miseria y paro a amplios sectores sociales, cuya hambre de
tierras los empujaba periódicamente a ocupaciones ilegales y estallidos de violencia social.
Para paliar la situación, el gobierno provisional había adoptado ya algunas medidas urgentes
encaminadas a proteger a arrendatarios y jornaleros, hasta que se emprendiera una reforma en
profundidad, así:
a) Se prohibió a los propietarios de tierras arrendadas que cancelaran los contratos de arrendamiento y
expulsaran de ellas a los campesinos.
b) Se extendió a los jornaleros agrícolas la jornada de ocho horas, de la que ya disfrutaban los obreros
industriales.
c) Para el trabajo de las tierras, se obligó a contratar prioritariamente a los jornaleros del término
municipal al que pertenecían tales tierras.
d) Se exigió a los propietarios de tierras que las cultivaran según los usos y costumbres de la zona,
bajo amenaza de confiscación. Se pretendía con ello evitar que los terratenientes hostiles a la
República la boicotearan mediante el abandono de los cultivos.
Por otra parte, se encargo un informe sobre la reforma agraria a una comisión técnica, que lo
elaboró con rapidez (fue presentado a las Cortes para su discusión en julio de 1931). Pero, si todos
coincidían en la necesidad de acabar con la gran propiedad latifundista de bajo rendimiento, no ocurría
lo mismo con el procedimiento que debía seguirse para conseguirlo. Las discusiones parlamentarias se
prolongaron durante más de un año, hasta la aprobación de la definitiva Ley de Reforma Agraria en
septiembre de 1932.
Sin embargo, la tan anhelada reforma agraria, sin resultar un fracaso absoluto, si supuso una
considerable frustración para los campesinos que habían depositado en ella la esperanza de un futuro
mejor. Varias fueron las razones de este relativo fracaso:
a) Se tardó demasiado en elaborar y aprobar la Ley de Reforma Agraria, casi año y medio después de
la proclamación del a República.
b) Para su aplicación se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA), encargado de confeccionar un
inventario de las tierras expropiables que se emprendió de forma demasiado lenta y burocrática. .
c) Las expropiaciones requerían la indemnización previa a los propietarios, por lo que se retrasaba el
procedimiento al condicionarle a la limitada capacidad de pago del Estado.
En consecuencia, los resultados fueron escasos e insatisfactorios: a finales de 1933 las tierras
expropiadas y repartidas eran muy pocas, lo que decepcionó profundamente las aspiraciones populares,
campesinas e incrementó el recelo de los terratenientes.
Los campesinos, impulsados par el movimiento anarquista recurrieron en muchos casos a la bastante
habitual práctica de la ocupación ilegal de tierras, al margen del calendario de la reforma, lo que
provocó, en ocasiones, graves incidentes.
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La reforma laboral:
Fue promovida sobre todo por Largo-Caballero, líder de UGT, desde su Ministerio de Trabajo con el
objetivo de crear un nuevo marco en las relaciones laborales entre empresarios y trabajadores y llevar
los beneficios de la legislación laboral al campo. En este sentido se promulgan: La Ley de Contratos
de Trabajo que establece las condiciones de trabajo en las empresas y ramas industriales a través de
convenios o contratos colectivos, que se completa con La Ley de Jurados Mixtos, que permitía crear
comités paritarios de obreros sindicados, empresarios y administración para regular las condiciones de
trabajo. La ley de Términos Municipales que obligaba a los patronos agrícolas a emplear en primer
lugar a los obreros de su término municipal. La Ley de Accidentes de Trabajo en el Campo y la
Ley de la jornada de 8 horas en la agricultura, leyes que alteran el orden social en el campo.
La aplicación de estas leyes supuso, no solo el enfrentamiento de la UGT con los patronos, tanto
agrarios como industriales que se resistían a respetar las decisiones de los jurados mixtos y la
legislación laboral, sino también con los sindicatos anarquistas, como la CNT, que se negaban a
cooperar y preferían la acción directa y la presión mediante la huelga general.
De igual forma que la derecha reaccionó contra la República de izquierdas con la sublevación militar
del general Sanjurjo, tras la victoria electoral de la derecha en 1933 los socialistas se plantearon la
posibilidad de una revolución popular, que salvo en Asturias, no sería secundada por los anarquistas.
Para entender el planteamiento de los socialistas, es necesario considerar también los acontecimientos
que se estaban desencadenando en Europa, en especial la subida al poder de Hitler en Alemania (enero
de 1933) y la prohibición de todos los partidos políticos en Austria por el régimen totalitario de
Dollfuss (febrero de 1934). Estos hechos eran interpretados por amplios sectores de la izquierda como
un adelanto de lo que podría ocurrir en España, dadas las similitudes de la situación política.
El comienzo de la revolución se había fijado para septiembre y después se aplazó a octubre, siendo el
detonante la formación e14 de octubre de 1934, de un nuevo gobierno más de derechas que los
anteriores, al incorporar por primera vez a tres ministros de la CEDA, aunque la presidencia del
ejecutivo y la mayoría de las carteras las conservaba el Partido Radical de Alejandro Lerrourx.
La UGT convoco una huelga general nacional para el día siguiente, el 5 de octubre. La
sublevación fue un fracaso en la mayor parte del país, porque el ejército sofocó con facilidad los focos
huelguistas. Solo adquirió importancia en Madrid, Vizcaya, Barcelona y Asturias, pero en las tres
primeras tuvo una corta duración.
En Barcelona además, se proclamó el día 6 de octubre el Estado catalán dentro de la República
Federal Española, pero no duró ni un solo día porque el ejército dominó la situación y suspendió al
gobierno autonómico, que fue acusado de rebeldía.
El único lugar en el que triunfó la insurrección fue en Asturias, donde se había firmado un pacto de
alianza regional -la Alianza Obrera- entre socialistas, anarquistas y comunistas, con el fin de
«socializar los medios de producción» en un movimiento revolucionario conjunto. Los obreros
consiguien ocupar por las armas casi toda Asturias, sobre todo las cuencas mineras, y proclaman en
Mieres la Revolución Socialista de los Consejos Obreros junto con una República Socialista.
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El gobierno reaccionó enviando tropas procedentes de Marruecos, al mando del general Franco que
ya el 18 de octubre había sofocado la rebelión. El saldo final de víctimas mortales fue elevado: entre
1.000 y 2.000 insurrectos, según diferentes historiadores; unos 300 miembros de las fuerzas de
seguridad y el ejército y más de 30 sacerdotes y religiosos. A partir de ese momento, se produce un
giro aun más conservador en la política gubernamental.
La represión posterior se caracterizó no solo por su dureza, sino también por su arbitrariedad. Se
realizaron cerca de 30.000 detenciones y fueron numerosas las condenas a muerte, aunque al final se
indultó a los máximos responsables y se ejecutó a dirigentes secundarios.
En cuanto a la autonomía de Cataluña, quedó suspendida temporalmente. Su restablecimiento fue
gradual, pero ya no recuperó parte de las competencias anteriores.
La revolución de octubre provocó una fuerte polarización política y una radicalización de posiciones,
tanto en la derecha como en la izquierda.
Por parte de la derecha, Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional en diciembre de 1934, con el que
pretendía ofrecer una alternativa a la República, consistente en una vuelta a la monarquía tradicional y
y a una autoridad estatal fuerte. Él mismo definía su ideal en el periódico ABC: «Un Estado fuerte que
imponga la ley a patronos y obreros. Jerarquía férrea». Para ello aspiraba a contar con la participación
activa del ejército, donde poco después se creó la Unión Militar Española -integrada por destacados
jefes como el general Sanjurjo-, que proponía, entre otros objetivos, acabar con la República.
Por su parte, la izquierda, tras la represión que siguió a la revolución de octubre, impulsó la
concentración de las fuerzas de la izquierda lo que desembocó en la creación del Frente Popular.
Proceso al que también contribuyó el avance del fascismo en Europa y la recomendación de la
Internacional Comunista de frenarlo, mediante la formación de' frentes antifascistas integrados por
todas las fuerzas de izquierdas. Además, el interés común por conseguir la amnistía para los
represaliados del 34 acercó sus posiciones políticas, frente a un gobierno al que tildaban de enemigo de
la República.
A finales de 1935 el gobierno radical-cedista sufre una profunda crisis política que supuso el
hundimiento del Partido Radical de Lerroux, por dos grandes escándalos que salpicaron a algunos
de sus miembro: el primero fue el escándalo del “estraperlo”, en el que estaba implicado, entre otros,
el propio hijo de Lerroux y el segundo, que se hizo público poco después, fue una acusación de
corrupción económica contra varios miembros del gobierno radical, crisis que, tras la dimisión de
Lerroux y varios gobiernos muy débiles, conducirían finalmente a la disolución de las Cortes y a la
convocatoria de nuevas elecciones, que se celebraran el 16 de febrero de 1936.
Estas elecciones fueron ganadas con escaso margen y bastante controversia por los partidos de
izquierda que se habían presentado en una gran coalición: “El Frente Popular” (comprendiendo
desde los republicanos de Manuel Azaña hasta los comunistas, e incluso anarquistas -a imitación de
los sucedido en Francia-), coalición que se gestó en los periodos de represión que siguieron a la
revolución de octubre del 34. Su programa se basó en la amnistía y reintegración de los represaliados y
en la reimplantación de las leyes republicanas suspendidas o derogadas durante la república de centro-
derecha como: la reforma agraria, los estatutos de autonomía catalán y vasco, etc…
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Las actuaciones de gobierno del Frente Popular
E1 primer gobierno del Frente Popular estuvo compuesto exclusivamente por republicanos (de
Izquierda Republicana y de Unión Republicana), sin la participación de los socialistas (el grupo con
más escaños), ya que éstos habían acordado, desde antes de las elecciones, no participar en un
gobierno de coalición con los republicanos.
Tan solo cuatro días después de su formación se decreto la amnistía para todos los represaliados por
1a revolución de 1934, aunque las multitudes de las grandes ciudades ya los habían liberado de las
cárceles nada más conocer el triunfo del Frente Popular. También se decretó el reingreso a sus puestos
de trabajo.
La siguiente medida fue 1a restauración plena del Estatuto de autonomía para Cataluña, suspendido
tras 1a revolución de octubre y solo parcialmente restablecido después. Lluis Companys, tras su
liberación, volvió a ocupar la presidencia de la Generalitat.
Se retomó también con ímpetu la expropiación de tierras y su adjudicación a los campesinos, al
amparo de la reforma agraria de 1932: así, entre marzo y julio de 1936 se expropiaron y repartieron
más de medio millón de hectáreas, casi cinco veces más que entre, 1932 y 1934.
Por último, en abril el Congreso destituyó a1 presidente de la República, e1 conservador moderado
Niceto Alcalá Zamora, que fue reemplazado en el cargo por Manuel Azaña (Izquierda Republicana)
hasta entonces presidente del gobierno.
Manuel Azaña pretendía que el nuevo gobierno lo formara el socialista moderado Indalecio Prieto,
pero se negó a ello el propio grupo parlamentario socialista, por lo que al final se constituyo un
segundo ejecutivo compuesto de nuevo solo por republicanos, con Casares Quiroga como presidente.
El PSOE, dominado por su sector más radical y encabezado por Largo Caballero, se decantaba hacia la
revolución socialista, que se consideraba inminente.
Durante la primavera de 1936, se vivió un clima de radicalización social y política -similar al del resto
de Europa-, que se manifestó en violentos enfrentamientos, verbales en las Cortes y físicos en las
calles, entre la derecha y la izquierda.
En esta situación, el 12 de julio de 1936 el teniente de asalto José Castillo es asesinado por
falangistas, la réplica es inmediata, pues al día siguiente José Calvo Sotelo, líder del Bloque
Nacional es asesinado por guardias de asalto. El día 15 de julio los diputados del Bloque Nacional
se retiran de las Cortes y el día 17 se produce un golpe militar en Marruecos que se extiende el 18 por
la Península, y cuyo fracaso abre un largo periodo de guerra civil (1936 – 39).
Los historiadores han planteado la dimensión internacional de la Guerra Civil española bajo dos
enfoques diferentes:
1º) Considerarla un prólogo de la Segunda Guerra Mundial.
2º) Reducirla a un conflicto periférico, que se pudo mantener aislado para evitar su propagación al
resto de Europa.
Pero, al margen de la importancia que tuviera la guerra civil española para el devenir de los
acontecimientos internacionales, es indiscutible que la intervención extranjera tuvo una importancia
capital en el desarrollo del conflicto dentro de España.
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De hecho, es muy dudoso que el ejército sublevado hubiera podido hacerse con la victoria final sin la
decisiva ayuda de Alemania e Italia. A su vez, el curso de los acontecimientos en la España
republicana estuvo condicionado en gran medida por su dependencia de la Unión Soviética, único país
poderoso dispuesto a prestarle ayuda militar tras la inhibición de las potencias democráticas.
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Sin embargo, el pago de esta ayuda ha sido uno de los temas más polémicos de la historia reciente de
España, ya que se hizo mediante el depósito en Moscú de las reservas de oro del Banco de España (se
estiman en unas 560 Tn.), sin que al final de la guerra se restituyera nada. El régimen franquista
denunciaría posteriormente la apropiación por parte de los rusos del oro español, mientras que, según
algunos estudios, el valor económico de la ayuda soviética habría sido superior al del oro depositado.
El gobierno de México, presidido por Lázaro Cárdenas, cuya identificación ideológica con el régimen
republicano era notoria, proporcionó también desde el primer momento armas, alimentos y apoyo
diplomático, aunque desde el punto de vista del valor económico y militar, su aportación fue
considerablemente
, inferior a la de la Unión Soviética.
Por último, debe destacarse la participación en las filas republicanas de las Brigadas Internacionales,
en cuya creación fue también esencial la intervención de la Unión Soviética a través de la
Internacional Comunista. Se trataba de cuerpos de voluntarios -se calcula unos 35.000 hombres de más
de cincuenta nacionalidades- que se dirigieron a España para ponerse al servicio de las fuerzas ar-
madas de la República. En su mayoría militaban en partidos comunistas y actuaban en solidaridad con
la izquierda española frente a la amenaza del avance fascista.
Considerando estos 35.000 brigadistas, mas los 2.000 hombres aportados por la Unión Soviética, de
los cuales 600 eran asesores no combatientes, se aprecia la notable diferencia entre la ayuda extranjera
recibida por la República y la recibida por los sublevados (más de 100.000).
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pronto y cuando estalló la guerra en España se encontraba sumida en una profunda crisis.
La República intentó, no obstante, que la Sociedad de Naciones interviniera contra Italia y Alemania
por su participación directa en la contienda española. Pero tuvo que esperar más de un año para que se
aprobase una resolución que finalmente no fue aplicada.
Par su parte, Estados Unidos, a cuya iniciativa se debió la creación de la Sociedad de Naciones,
interpretaba la guerra española no tanto como una amenaza del avance fascista en Europa, sino más
bien como una prueba del avance del comunismo, por lo que su enfoque del conflicto se aproximaba
más a los argumentos de los sublevados. En todo caso, adoptó una política oficial de no intervención y
prohibió la venta de armas a España. Sin embargo, fueron fundamentales para el bando franquista los
abastecimientos de grandes empresas estadounidenses, como la Ford, la General Motors o la
TEXACO.
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republicano, para hacer frente con disciplina y autoridad a un enemigo que resultaba más difícil de
vencer de lo esperado.
En septiembre de 1936 se constituyó un nuevo gobierno presidido por el socialista Largo Caballero,
en cuya composición había republicanos, socialistas, comunistas y un nacionalista vasco, y a los que se
incorporarían dos meses después cuatro ministros anarquistas. Por tanto, este gobierno presentaba en
su composición varias novedades sin precedentes:
1ª) Era el primero de la historia de España presidido por un socialista y dirigente obrero.
2ª) Era el primero de los gobiernos de Europa occidental en que había ministros comunistas.
3ª) Era el primero con participación de anarquistas, rompiendon así con su tradicional rechazo a las
instituciones políticas -tal era la excepcionalidad de la situación-.
4ª) Era el primero en la historia de España en que una mujer ocupaba un ministerio, en concreto el de
Sanidad, del que se hizo cargo la anarquista Federica Montseny.
Este nuevo gobierno de Largo Caballero se propuso dos objetivos fundamentales: crear un verdadero
ejército con mando unificado y restablecer el poder del Estado, lo que exigía la disolución de los
poderes locales de carácter revolucionario que habían ido surgiendo desde el comienzo de la guerra.
Ante el avance de las tropas franquistas que habían llegado a las puertas de Madrid, el gobierno se
trasladó a Valencia el 6 de noviembre de 1936, quedando la capital quedó bajo el mando de una
Junta de Defensa a cargo del general Miaja. La siguiente medida consistió en someter al control del
Estado los órganos de poder revolucionario que quedaban en Cataluña y Aragón.
En Cataluña, desde el comienzo de la guerra, coexistían en la práctica dos centros de poder:
a) La Generalitat, gobierno legítimo autonómico, presidido por Lluis Companys, de Esquerra
Republicana, y que integraba a catalanistas de izquierda, comunistas y anarquistas.
b) El Comité Central de las Milicias Antifascistas -dirigido por anarquistas de la CNT y la FAI-, que
controlaba de hecho las fábricas, los servicios y las milicias armadas.
Los intentos de la Generalitat de restablecer su autoridad, liquidando el poder paralelo de las Milicias
Antifascistas, provocaron la insurrección en mayo de 1937 de grupos anarquistas y del POUM
{Partido Obrero de Unificación Marxista). La mediación de los dirigentes de la CNT, comprometida
tanto con el gobierno central como con la Generalitat, permitió dominar la insurrección y acabar con
los poderes paralelos (Andrés Nin líder del POUM es detenido y asesinado en junio de 1937).
Los comunistas acusaron al POUM de ser un instrumento al servicio del fascismo en el seno de la
clase obrera y exigieron su ilegalización a Largo Caballero. Pero éste, desgastado y carente ya de
apoyos, se negó a ello y se vio obligado a dimitir.
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Pero en 1938 el desarrollo de las operaciones militares no permitía albergar muchas esperanzas a la
República, por lo que se plantearon dos posibles estrategias ante la guerra:
1ª) La de Negrín con el apoyo de los comunistas, que proponía resistir a la espera de que estallara
la más que previsible guerra en Europa entre las democracias occidentales y las potencias
fascistas de Alemania e Italia. En ese caso, el curso de la guerra en España cambiaria al integrarse
en un conflicto internacional. Y en este contexto hay que valorar el traslado del gobierno de
Valencia a Barcelona (octubre 1937), aunque dada la marcha de la guerra algunos historiadores
han alegado otros motivos.
2ª) La de amplios sectores republicanos, e incluso la de algunos socialistas (entre ellos el propio
Ministro de Defensa, Indalecio Prieto), que se inclinaban a favor de negociar una paz aceptable
con el enemigo ante la precaria situación militar de la República.
Finalmente se impuso la tesis de Negrín y los comunistas e Indalecio Prieto acabó por abandonar el
gobierno. No obstante, a finales de 1938, la evolución de los acontecimientos, no parecía muy favo-
rable para la República:
a) En el terreno militar, la batalla del Ebro (julio-noviembre 1938) había dejado al ejercito
republicano maltrecho y desmoralizado.
b) En el ámbito internacional, Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia se habían reunido en la
Conferencia de Munich (septiembre de 1938) y habían aceptado la anexión a Alemania de la
región checoslovaca de los Sudetes. Quedaba así demostrado que las potencias occidentales estaban
dispuestas a ceder al máximo ante el expansionismo alemán, con tal de evitar una nueva guerra
mundial. En esta situación, la República veía como se alejaban sus esperanzas de integrar la guerra
española en un conflicto internacional de mayor alcance y conseguir nuevos aliados.
Por último, el coronel Casado, jefe del Ejercito del Centro, precipitó el final de la contienda al
sublevarse contra el gobierno en marzo de 1939, con la intención de negociar la paz con Franco que
solo aceptaba la rendición incondicional. E128 de marzo Franco entraba con sus tropas en Madrid y,
tras tomar los últimos focos republicanos –Valencia y Alicante-, declaraba el final de la guerra en un
parte oficial el día 1 de abril de 1939.
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civiles hasta alcaldes. Todo ello vino acompañado además de una brutal represión, con detenciones
masivas y ejecuciones sumarias, entre las que destacaron por su magnitud y violencia las efectuadas en
Sevilla, Málaga o Badajoz.
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b. Los republicanos: la República al comienzo de la guerra controla la mayor parte del
territorio y las zonas más urbanizadas e industrializadas, donde las organizaciones obreras
estaban más arraigadas. En cambio, las zonas agrícolas bajo su control son insuficientes para
alimentar a una población bastante más numerosa que la de la zona nacional. Además, la
República pierde el control sobre la gestión y producción económica que pasó a depender
en gran parte de las organizaciones obreras, sobre todo la de las empresas confiscadas por huida
o encarcelamiento de sus patronos.
Fue práctica bastante habitual que las empresas privadas que fueron colectivizadas
quedasen bajo la dirección de comités obreros sobre todo en Cataluña y Valencia, donde
el movimiento anarquista impulsaba, al mismo tiempo que la guerra, la revolución social,
alegando que la clase obrera lucharía mas motivada en defensa de sus conquistas
revolucionarias. Por el contrario en el País Vasco la propiedad fue más respetada. De todos
modos, tanto por los efectos de la guerra como por la mala organización de muchas de las
empresas colectivizadas, la industria en la zona republicana presentaba ya desde su inicio, una
situación caótica.
La actuación revolucionaria más destacable se produjo en la agricultura, donde se aceleró la
reforma agraria, con numerosas expropiaciones, primero de tierras no cultivadas y después las
de aquellos que habían apoyado la sublevación. También en este sector la mala organización de
los anarquistas en sus experimentos colectivistas, sobre todo en Aragón, provocó problemas de
desabastecimiento en las ciudades.
Respecto a la financiación de la guerra, la República se vio obligada a recurrir a dos
soluciones:
- A la emisión de deuda pública, posible solo mientras se confió en la victoria republicana
(hasta verano de 1938), ya que después nadie quería prestar dinero a un régimen con los días
contados.
- Al depósito de las reservas de oro del Banco de España en Moscú, que la Unión Soviética
exigió como pago por el material de guerra enviado.
En cuanto a la situación militar, una parte importante del ejército y de las fuerzas de seguridad
permanecieron fieles (la mayor parte de la aviación, casi toda la marina, la Guardia de Asalto,
el cuerpo de Carabineros, parte de la Guardia Civil), pero su organización militar quedó
prácticamente desmantelada (sin apenas oficiales) siendo el ejército reemplazado en las
tareas de defensa y orden público por las milicias populares, creadas por los partidos de
izquierda y los sindicatos.
Por otra parte, sus principales apoyos sociales están entre los obreros, los pequeños
campesinos, los jornaleros y parte de la pequeña y mediana burguesía y en todos aquellos que
se identificaban con el reformismo del régimen republicano.
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ESPECIFICA LOS COSTES HUMANOS Y LAS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS Y
SOCIALES DE LA GUERRA
La guerra civil dejó un trágico balance de muertes, desapariciones, exilio, represión y pérdidas
económicas, aunque también hay algunos grupos sociales se van a beneficiar de la nueva situación
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4. Las consecuencias sociales
Durante la guerra, obviamente las condiciones de vida se volvieron peligrosas y difíciles,
especialmente en las zonas de frente y en las ciudades asediadas, donde hubo serios problemas de
abastecimiento. Condiciones que no mejoraron para la mayor parte de la población en la
posguerra, sufriéndose entre 1939 a 1959 graves privaciones, hambre por escasez de alimentos y
epidemias por la escasez de medicinas, estableciéndose cartillas de racionamiento de alimentos,
que se prolongaron hasta 1951, como único medio legal para aprovisionarse de los alimentos básicos,
situación que propició la existencia de un floreciente mercado negro (el estraperlo).
Sin embargo, también hubo grupos beneficiados, como fue el caso de empresarios, terratenientes,
mandos del ejército nacional y la Iglesia,… que se convirtieron en los sectores hegemónicos de la
sociedad franquista. Los empresarios restablecen su autoridad en las empresas y gentes avispadas,
cercanas al régimen (falangistas,..), aprovechan su situación para crear o reabrir negocios
(abandonados o expoliados) en las antiguas zonas republicanas. Por su parte los excombatientes del
bando nacional son premiados con puestos en la administración y concesiones económicas.
Por otro lado, a medida que se fue extendiendo la zona nacional, la sociedad se vio sometida a una
estricta moral nacional-católica, objeto de una fuerte censura en los espectáculos (cine, teatro,
bailes), en las playas y en otros espacios públicos. La religión católica se impuso como obligatoria
al conjunto de la población: todos los nacidos tenían que estar bautizados, los matrimonios sólo
podían ser católicos, los nombres los del santoral y la asistencia a las ceremonias religiosas era casi
obligada.
5. Las consecuencias culturales:
Quedó destruido todo el esfuerzo de regeneración cultural y educativa realizado durante la Edad
de Plata de la cultura española (1898-1936). Fueron ejecutados o destituidos el 60% de maestros y
profesores, la casi totalidad de los intelectuales de la generación del 27 y aún algunos de la del 98; los
más notables científicos y artistas también mueren o se marchan al exilio, como: Machado, García
Lorca, Buñuel, Albertí, Piccaso, Américo Castro,…. La cultura oficial dominada por una fuerte
censura y represión retrocede a los tiempos del oscurantismo clerical de la inquisición. En definitiva
España deviene en un “desierto cultural”.
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Sebastián en septiembre del 36, cortando la comunicación de las zonas republicanas con Francia. En
octubre el ejército de Galicia conecta con Oviedo, que estaba aislada en medio del sector republicano.
• La batalla de Madrid (noviembre de 1936 a marzo de 1937): las tropas de Franco llegan desde el
sur a las afueras de Madrid en noviembre de 1936, pero fracasan en su intento de tomar la capital
ya que un improvisado ejército republicano rechaza un primer ataque por el oeste, en la Ciudad
Universitaria. Los posteriores intentos de Franco de tomar Madrid desde otros lados -por el sur
(batalla del Jarama) y por el noreste (batalla de Guadalajara donde los italianos sufren una
espectacular derrota -Mayo 1937- ) terminan en fracasos. La inesperada resistencia de Madrid,
dirigida por la Junta de Defensa (general Miaja) tras la marcha del Gobierno republicano a
Valencia (noviembre), convierte el conflicto en una guerra de desgaste. Los frentes se estabilizan,
aumenta la intervención extranjera (brigadas internacionales, legión “Condor”, tropas italianas) y se
crea un nuevo ejército popular.
• La ocupación franquista de la costa mediterránea andaluza hasta Motril con la utilización
combinada de la aviación y barcos para bombardear a las poblaciones y bloquear los puertos
republicanos. La pérdida de Málaga (febrero del 37) supone para el bando republicano el fracaso
del modelo de guerra defendido por los anarquistas, a base de milicias desorganizadas, lo que hace
evidente la necesidad de disponer de un ejército disciplinado
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d. Cuarta etapa: diciembre de 1938 a abril de 1939:
• Tras la batalla del Ebro, las tropas de Franco ocupan Cataluña, entrando en Barcelona a finales de
febrero de 1939. El gobierno de Franco es reconocido oficialmente por Francia e Inglaterra, y Azaña
que renuncia a su cargo de Presidente de la República (27 de febrero del 39) es sustituido por
Domingo Martínez Barrio y cruza la frontera; también lo hará el presidente de la Generalitat (Lluis
Companys). A su vez se produce una masiva marcha de tropas y civiles fieles a la República hacia la
frontera francesa.
• El final de la guerra y de la República: Ocupada Cataluña la zona republicana queda aislada del
resto. Hay discrepancias sobre qué hacer entre los propios republicanos: Negrín (presidente del
gobierno) y los comunistas son partidarios de resistir y alargar la situación para poder enlazar con el
conflicto mundial que se espera próximo, pero altos mandos militares (Casado, Miaja), políticos
republicanos, socialistas (Julián Besteiro) y anarquistas (Cipriano Mera) intentan llegar a un
acuerdo con Franco para poner fin a la guerra. En esta situación la Junta Nacional de Defensa,
presidida por el coronel Casado y el socialista Julián Besteiro, declara ilegitimo al gobierno
republicano de Negrín (5-III-39) y entrega a Franco la zona que quedaba en manos de los
republicanos de forma tan apresurada que no se pudo evacuar a los que querían escapar de la
represión franquista.
• El derrumbamiento del frente republicano permite al ejército nacional entrar en Madrid (28 de
marzo del 39) y ocupar rápidamente el resto del territorio hasta la costa levantina. El 1 de abril de
1939 un parte final de la guerra, firmado en Burgos por Franco, anuncia el fin a la contienda.
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