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LA PROSPECTIVA ANTROPOLÓGICA DE LAUDATO SI

(V PARTE)

Pbro. Jhonny Alberto Zambrano Montoya

En anteriores artículos, hacía referencia a que TODO ESTÁ CONECTADO (Cfr. LS


91), que nuestro universo está compuesto de sistemas abiertos que entran en
comunicación mutua (Cfr. LS 79). Que todas las criaturas están conectadas entre sí
(Cfr. LS 42), que todo está en relación y que el cuidado de nosotros mismos y de la
naturaleza es inseparable de la relación de fraternidad y justicia que debemos tener
con los demás (Cfr. LS 70).

Este llamado a LA RELACIÓN tiene su base teológica en la comunión trinitaria,


donde todo hombre es imagen y semejanza de ella y toda creatura lleva su impronta
(Cfr. LS 239). Esto pide salir de uno mismo para vivir en comunión con Dios, con los
demás, con todas las criaturas. Por lo tanto, los hombres son, por su naturaleza,
criaturas hechas a la imagen de la Trinidad que son inducidas a relacionarse entre
sí, a generar comunidad y a sentirse dependientes entre sí para su propia
supervivencia.

Esta interdependencia es tal que nos obliga a pensar en un mundo con proyecto
común (LS 164). Este fundamento trinitario y relacional que tiene la Encíclica
presenta una fuerte CONNOTACIÓN ANTROPOLÓGICA, porque un hombre
concebido estructuralmente en una relación comunitaria con la creación, en virtud
de un origen común, tiene una pertenencia mutua y un futuro compartido por todos
(Cfr. LS 202), que lo invita a cuidar la casa común y todos sus habitantes (Cfr. LS
110).

El Papa determina que existe una sensación de precariedad e inseguridad, que


favorece formas de egoísmo colectivo, sin embargo, esto no anula la apertura a la
bondad, la verdad y la belleza (Cfr. LS 204). En este sentido, nos advierte CONTRA
LA ILUSIÓN DE HACER QUE LA UNIDAD DE LA HUMANIDAD COINCIDA CON
LA GLOBALIZACIÓN.

Por lo tanto, lo global, si es tecnológico, se convierte en un mero PODER


TECNOCRÁTICO sobre el hombre, el cual debe ser concebido como el primero. De
hecho, será inútil describir los síntomas, si no reconocemos la raíz humana de la
crisis ecológica. Hay una manera de entender la vida y la acción humana que se
desvía y que contradice la realidad hasta el punto de arruinarla (Cfr. LS 100). Esta
es la razón por la cual «no habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo
ser humano. NO HAY ECOLOGÍA SIN UNA ANTROPOLOGÍA ADECUADA» (LS
117). Solo rehabilitando todas las relaciones humanas fundamentales será posible
restaurar nuestra relación con la naturaleza (Cfr. LS 118).
«Cuando el pensamiento cristiano afirma que el ser humano tiene un valor peculiar
por encima de otras criaturas, le da espacio a la valorización de cada persona
humana, y así estimula el reconocimiento del otro. La apertura a una persona capaz
de conocer, amar y dialogar continúa siendo la gran nobleza de la persona humana»
(LS 118). La Encíclica quiere insistir en una nueva perspectiva, frente a dos
alternativas extremas. Por un lado, la prioridad dada a la naturaleza (típica del
ecologismo ideológico) y por otro la prioridad dada a la tecnología (con su pretensión
de dar forma al mundo usando su poder). La tecnología no puede salvarnos de la
tecnología, para salir de un extremo, es necesario elegir un estilo de vida con
objetivos, que, en cierta parte, puedan ser independientes de la técnica, sus costos,
la masificación y poder globalizante (Cfr. LS 107).

Los tres principios de Laudato Si

Es urgente una verdadera contracultura que ayude a mejorar la relación entre el


hombre moderno y el mundo y consigo mismo. LAUDATO SI OFRECE TRES
PRINCIPIOS: la comunidad universal (valores y necesidades), el realismo
intersubjetivo (entre las personas) y la unidad de un mundo común (cada vez más
interdependiente), (Cfr. LS 110).

El cuidado de la casa común dotado de una dimensión comunitaria, implica


necesariamente LA DIMENSIÓN POLÍTICA. Una política, no subordinada a la
economía, las finanzas y la tecnología, sino que se piense con una visión amplia e
integral, que incluya un diálogo interdisciplinario (Cfr. LS 196). La primacía de la
política se traduce, en la capacidad de crear instituciones que realmente puedan
enfrentar los grandes problemas de la humanidad, respetando los principios de la
poliarquía y la subsidiariedad vertical y horizontal.

LS indica el PRINCIPIO del bien común que presupone el respeto a la persona


humana, con derechos fundamentales e inalienables ordenados para su desarrollo
integral (Cfr. LS 157). Este principio, en la sociedad actual, se transforma de
inmediato, como consecuencia lógica e inevitable en un llamado a la solidaridad y
una opción preferencial para los más pobres. Esta opción requiere extraer las
consecuencias del destino común de los bienes de la tierra (Cfr. LS 158), basados
en la virtud de la justicia.

¿Cómo recuperar una posición antropológica capaz de cuidar al otro y una actitud
contemplativa como condición para abrirse al misterio de la creación? Ante esta
pregunta el Papa responde: EL DESCANSO. El ser humano tiende a reducir el
reposo contemplativo a la esfera estéril e inútil; olvidando que con ello le resta al
trabajo su significado. La llamada es a incluir la dimensión receptiva y libre que se
diferencia de la inactividad. DESCANSAR significa comprometerse a crear un
espacio donde puedan surgir las cuestiones de significado. Esta parece ser la
premisa del pensamiento ecológico del papa Francisco, pero también es la premisa
gracias a la cual la fe cristiana y las religiones en general pueden hacer una
contribución fundamental a la esperanza de la humanidad (Cfr. LS 237).

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