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ACTIVIDAD APLICATIVA 1:

TDAH
ASIGNATURA:
Aprendizaje y desarrollo de
la personalidad Víctor Sáenz de Tejada Gil de Gómez
Marta Escudero Martínez
Carles Mayné del Río
Eric Flotats Garcia
Máster universitario en formación del profesorado
Aprendizaje y desarrollo de la personalidad

En la presente actividad se nos pide que contestemos a la pregunta de qué


pueden hacer los docentes con un niño/a con TDAH en el aula escolar.
Anteriormente hemos hecho el visionado de 9 videos para poder entender este
trastorno neurológico y poder aportar ideas grupales.

El TDAH es una alteración neuropsicológica que se manifiesta a temprana


edad, más o menos hasta los ocho años. Las características más comunes que solemos
encontrar son la distracción, impulsividad e hiperactividad. El TDAH no afecta a la
inteligencia sino al aprendizaje y constituye una amenaza a la autoestima, así como a su
convivencia, entorno familiar, escolar y social.

Se inicia desde la infancia con dificultad de atención, dificultad del control de


impulsos y finalmente, la hiperactividad. En un niño o niña con TDAH la emoción más
repetitiva y habitual que se manifiesta es la de la frustración ya que no controla ni puede
gestionar los impulsos para cada momento. La medicación es una ayuda, pero no arregla
los problemas, sino que es un soporte que nos permite acercarnos a la sociedad, pero se
tiene que trabajar. Y nos referimos que no solo es por parte nuestra, la educativa, sino
también de su entorno más cercano.

Los centros escolares cada vez están más preparados para recibir a todo tipo
de estudiantes dentro de sus aulas, ya sea por algún tipo de característica física o mental,
trastorno, etnia o religión, discapacidad, etc. Vivimos en una sociedad pluricultural, cada
vez más inclusiva y democrática en defensa de las libertades y posibilidades del ser
humano. En el ámbito educativo, los docentes son los que imparten las diferentes materias
y tutorizaciones para que los jóvenes puedan adquirir un seguido de competencias y
habilidades para así formarlos como personas y tener un futuro fructífero en el ámbito
laboral. Los profesores y profesoras son los responsables de guiar al alumnado y deben
plantearse con qué tipología de perfiles trabajan en el aula y así poder brindarles las
mismas oportunidades y conocimientos por igual.

A pesar de esto, aún queda un largo camino para que la educación de hoy en
día abarque a las necesidades específicas de cada alumno, siendo evidente el hecho de
que cada persona es diferente y que, por lo tanto, no captarán la información de la misma
manera, realizarán de manera variada los ejercicios impartidos en clase y no se
comportarán uniformemente dentro del aula. Es posible que uno de los problemas que
todo maestro experimenta al iniciar un curso escolar es el no disponer de las herramientas
didácticas necesarias para ajustar las materias a todo el público debido a que, sin ningún

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tipo de duda, aún se siguen impartiendo metodologías obsoletas y tradicionales en las


escuelas junto con formas de pensamiento clasistas del profesorado.

Los centros escolares tendrían que ser modernos e innovadores. Es importante


también que tengamos en cuenta la capacidad que tiene el docente de hacer creer que el
alumno tiene capacidad de mejora por su esfuerzo ya que que los alumnos con TDAH les
cuesta más y se esfuerzan más que el resto, aunque ello no lo refleje el resultado final.

Sobre el tema que nos interesa, existen docentes que observan


comportamientos inadecuados de los niños y niñas como por ejemplo: carencia de control
moral, hiperactividad y actuaciones no consentidas, falta de atención, memoria selectiva y
limitada, incapacidad de terminar una tarea… y lo defienden con la idea de que solamente
se trata de un intento de los padres para justificar el mal funcionamiento de su predecesor,
del uso inadecuado de las nuevas tecnologías (centro de distracciones y uso excesivo), su
vaguería y una mala educación incorregible. Este hecho ha marcado durante muchos años
una mala praxis por parte de los docentes ya que no se han dado cuenta de que el
problema no lo tiene el joven sino cómo lo hacemos sentir, qué le pasa por la cabeza a la
hora de tener estos comportamientos y el ambiente en el que se rodea.

En los últimos años, se ha investigado mucho sobre los fenómenos que ocurren
en la etapa de la adolescencia, ya que se trata de un período de grandes cambios a nivel
físico y madurativo pero también se encuentran la mayoría de problemas que, si no son
resueltos, pueden derivar a dificultades e impedimentos extrapolándolos durante la vida
adulta. Estaríamos hablando por ejemplo de trastornos alimenticios, de conducta,
afectivos, sociales, etc. Uno de los que más preocupan al equipo educativo es el Trastorno
por Déficit de Atención e Hiperactividad, el cual puede llegar a ser difícil de detectar si no
se analiza con atención y especialidad.

El TDAH es una afectación crónica que atañe a un número muy elevado de


jóvenes y que, normalmente, se manifiesta en la etapa escolar (primaria y adolescencia).
Si nos encontramos en este escenario, hace falta volver a replantearse la situación y poner
el foco en lo que es realmente importante: ¿Cuál es el principal objetivo educativo? ¿Cómo
puedo ayudar al infante a mejorar su rendimiento académico? ¿Y sus capacidades
relacionales y afectivas? Más concretamente, ¿Qué podemos hacer los docentes con un
niño/a con TDAH en el aula escolar?

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Para poder contestar adecuadamente a esta pregunta, nos hace falta conocer
las principales características que presentan estas chicas y chicos dentro del sector
escolar. Básicamente son individuos con una baja autoestima ya que normalmente son
castigados por sus comportamientos inapropiados. Se aburren dentro del aula porque son
inquietos y mantienen una sobreexcitación cuando empiezan a jugar. Se frustran y reciben
constantes repudios por parte de sus compañeros/as de clase porque son incapaces de
adaptarse socialmente. Presentan claros rasgos de impulsividad y son muy distraídos.
Tampoco automatizan lo aprendido y eso les conlleva a perder la noción del tiempo y a no
proceder con un orden lógico de las tareas existentes. Los niños con TDAH presentan una
importante dificultad para motivarse. Tienen graves problemas en el momento de
comenzar las labores prescritas y sostener la actividad hasta su finalización. A dicha
dificultad le acompaña una elevada necesidad de ser gratificado a corto plazo
(principalmente tras tareas que no resultan especialmente atractivas y que no generan una
recompensa al instante). Estos son algunos de los atributos de estos jóvenes y nos
tenemos que concienciar de que este trastorno no es una enfermedad que se pueda curar;
simplemente debemos actuar en su educación para que estas conductas no se agraven en
el futuro y puedan conducir a un rechazo social. Se trata de personas con un aprendizaje
más ralentizado, con dependencia externa (influencia ambiental) y con problemas
afectivos, pero personas igualmente, las cuales viven, sienten y quieren ser queridos como
todo el mundo. Es aquí donde la docencia cumple un papel fundamental en la inclusividad
de la sociedad.

Sobre los factores de mejora en el aula y relacionándolo con lo explicado


anteriormente, es preciso decir que debemos definir estos casos de la forma más rápida
posible dentro del ámbito académico y familiar (la comunicación entre estos dos pilares
será crucial para observar y cuantificar la evolución del niño o niña). En un futuro será
posible contactar con un profesional de la materia para implementar el tema farmacológico
dependiendo del diagnóstico y del caso. En cambio, lo que sí que podemos gestionar en
las sesiones de clase es propiciar la tolerancia a la frustración, al miedo o al fracaso ya
que son sentimientos y vivencias que deben experimentar para crear su identidad y poder
empoderarse. También deben aprender a seguir las normas y poner unos límites que no
se deban traspasar (autogobierno). Otro factor sería el de potenciar las relaciones
interpersonales a través del entrenamiento emocional, el autoconcepto y la función
ejecutiva.

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Una de las principales herramientas para poder intervenir dentro del aula sería
realizando un conjunto de pautas de actuación del docente y adaptaciones curriculares. En
primer lugar, crear instrumentos de atención a la diversidad para renovar
metodológicamente los conceptos impartidos en el aula, así como un clima de trabajo
tranquilo y, al poder ser, colgar en las paredes algún tipo de horario y recordatorios
visuales para facilitar la memoria y organización de los sujetos. Sería interesante sentarlos
a las primeras filas de clase y cerca de la mesa del profesor/a. De esta manera
minimizamos las posibles distracciones del entorno y propiciamos la proximidad y relación
con el alumno para que se sienta más confiado. También sentarlo cerca de un
compañero/a que sea capaz de ayudarle en algún momento puntual y con el que la
persona con TDAH se sienta cómoda. Incluir dentro de las sesiones actividades con algún
tipo de componente aeróbico como es el juego, el cual nos permitirá tenerlos atentos,
comprometidos y motivados para poder llevar a cabo la tarea eficazmente; pausando así la
repetición excesiva, los monólogos docentes y el estrés académico. Siempre reforzar con
feedbacks positivos todo aquello que hacen y no desestimar lo mal hecho porque el error
también se convierte en aprendizaje.

En cuanto a la actuación del docente, realizar explicaciones dinámicas,


organizadas, sencillas y que permitan la participación activa de los diferentes integrantes.
Que el material utilizado sea estimulante (motivación extrínseca: retos, misiones, puntos,
etc) e implementar diferentes tipologías de letras y colores en las actividades y/o
exámenes. Acerca de las pruebas escritas, sería conveniente que sean cortas y con
enunciados sencillos y, si es preciso, aumentar el tiempo de realización para que estas
niñas y niños no se angustien o tensen excesivamente. Por medio del uso de estrategias
más atractivas y visuales que promuevan la expresión emocional y colaboren en dicha
interiorización. Cuando el niño logra entender qué le sucede, es entonces cuando labra un
primer paso para la autorregulación emocional. Capacitar al niño en este sentido es
primordial dado que, de lo contrario, puede entrar en un espiral de tristeza y negatividad
que le aleje, no solo de los objetivos académicos, también del contexto de amigos y
compañeros.

Sin duda es una cuestión extensa y difícil de gestionar siempre y cuando el


docente no esté formado o familiarizado con el trato de personas con TDAH. Es
imprescindible que desde las instituciones académicas se normalice este tipo de trastorno
para poder empatizar tanto con los alumnos afectados como con sus familias respectivas y
así poder crear un clima óptimo en su entorno más próximo para desarrollarse
adecuadamente y de la manera más normalizada posible.

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