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REFLEXIÓN 1

El último informe Global Teacher Status Index (GTSI) 2018, elaborado por la Fundación
Varkey, una organización benéfica de educación global como un intento de medir el valor
que un país otorgaba a los profesionales de la educación, se observó con preocupación
como España estaba entre los diez países donde la figura del profesor o docente es menos
respetada.

Estos resultados demuestran lo que muchos profesores vienen reclamando desde hace
tiempo, la falta de respeto y de reconocimiento de su autoridad docente creciente en los
últimos años, llegando a recibir amenazas por parte del alumnado o de sus familias en los
peores casos.

Pensamos que la autoridad es constitutiva de la organización familiar y la vida escolar. Su


fracaso tiene enormes consecuencias en la posición subjetiva de los niños/as y jóvenes
frente a los actos de ley y el respeto de las normas. El hogar y la escuela tienen que
fortalecer en el corazón y la mente de todas las personas el valor del respeto a la autoridad.
Pero la mayor responsabilidad está en la familia como célula fundamental en la sociedad.
Porque la familia es el espacio privilegiado donde los seres humanos aprenden e
introyectan dicho respeto, y la única condición para que este aprendizaje se dé, es que los
padres y madres se hagan respetar. Cuando esa introyección de la autoridad no acontece,
vendrán entonces los problemas disciplinarios con los que se enfrentan en la escuela.

El reconocer la autoridad se funda en el respeto que ella inspira. El respeto, por tanto, es un
deber, pero además es una necesidad, es un valor. El respeto nos recuerda a todos que
somos iguales, aunque diferentes, pero nunca más o menos que los demás.

El respeto es, a fin de cuentas, un valor humano necesario del que depende la aceptación
de una autoridad e interiorización de los valores como la libertad, la creatividad, la
originalidad, la dialogicidad…

Bibliografía:

- Dolton, P., Marcenaro, O., Vries, R. D., & She, P. W. (2018). Global teacher status
index 2018.

REFLEXIÓN 2

El comportamiento disruptivo es común en la infancia, pero en algunos casos puede


convertirse en un problema debido a su frecuencia y duración. Por lo general, tal
comportamiento destructivo ocurre en el hogar y en la escuela.

Para determinar un curso de acción para confrontar el comportamiento, es mejor que los
maestros registren el comportamiento. Esto nos dará muchas pistas sobre cómo podemos
ayudar a resolver el problema.

No existen fórmulas “mágicas” y en muchas ocasiones lo que vale y funciona muy bien para
unos, no genera tanta repercusión en otros. Sin embargo, como profesionales de la
educación sí podemos seguir una serie de pautas que ayudarán a relajar el ambiente y
reducir los episodios de estas conductas:

● Autocontrol de adulto: No debemos dejarnos manipular, no entrar en discusiones,


mantener la calma y no levantar el tono de voz. Debemos tratar de hablar suave, no
demasiado cerca y nunca reteniendo o agarrando. Podemos ser contundentes sin
sonar de forma agresiva. Es recomendable que el niño perciba seguridad en el
adulto que le impone las medidas correctoras con un tono firme pero no
amenazante.

● Aplicar un manual de convivencia entre todos los alumnos, que quede visible a la
vista de todos (carteles, murales…), donde queden bien establecidas unas normas
claras y explícitas de conducta. Es necesario que los alumnos intervengan en este
proceso, ya que de este modo lo verán como objetivos a alcanzar y no cómo normas
impuestas. Dejar claro las consecuencias antes de aplicarlas.

● Fomentar la reflexión grupal, plantear soluciones a distintas dinámicas del aula, es


un modo de enseñar a los alumnos a que solucionen sus problemas.

● Evitar que capte y se lleve toda nuestra atención ya que sino estas conductas
aumentarán. Si obstaculiza mucho el desarrollo de la clase se puede usar la técnica
del “Time Out” (tiempo fuera).

● Cuando ocurra o se desencadene una conducta agresiva, hay que responder, pero
no reaccionar de forma desproporcionada. Es bueno aislarlo para que no tenga
público. Cuando se haya calmado, al hablar con el alumno/a se debe mantener
contacto visual, evitar entrar en su juego o en argumentaciones, el profesor es la
figura de autoridad, eso no es discutible, no debes tratar de quedar por encima, ni
humillar, ni entrar en discusiones. Dejar claro que buscamos, cuales son las normas
y las consecuencias de incumplirlas.

● Evitar situaciones que puedan generar o provocar la disrupción sin pretenderlo.

● Ejercer de modelo: Reconocer cómo nosotros también cometemos errores. Pedir


disculpas si es necesario. Ellos aprenderán el modelo que les ofrecemos.

● No prestar atención a faltas leves.

● Podemos reducir las conductas disruptivas verbalizando expectativas positivas.


Marcar lo que esperamos de ellos ayuda mucho. Usar además el refuerzo positivo.

● Crea clases dinámicas, donde haya muchos cambios de actividad, donde las tareas
y actividades están graduadas al nivel de dificultad.

Debemos recordar que nuestro autocontrol es lo más importante, y perder el control puede
empeorar las cosas. Estas situaciones son difíciles de resolver, por lo que las mejores
fórmulas y soluciones son ejercicios diarios que profundicen en la reflexión sobre nuestros
actos. Cuando nos encontramos con alguna de estas situaciones, debemos tratar de
aprender de ellas, analizarlas, pensar qué funciona y qué no.

Si, a pesar de las pautas y líneas de acción combinadas, el comportamiento disruptivo


continúa siendo intenso y persistente durante algún tiempo, se recomienda contactar a un
especialista que pueda orientarnos y trabajar directamente con el alumno. Estas terapias se
enfocan en capacitar a los padres, maestros y estudiantes en habilidades de manejo del
comportamiento usando estrategias de modificación del comportamiento.

Referencias bibliográficas:

- Martinez, C. (s.f.). Claves para manejar las conductas disruptivas en el aula.


Educación 3.0.
https://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/educacion-emocional/
claves-manejar-las-conductas-disruptivas-aula/

REFLEXIÓN 3

El término “Gestión del aula” es realmente amplio y puede enfocarse desde puntos de vista
completamente distintos. Dependiendo desde dónde lo analicemos, encontraremos
estrategias dispares a la hora de crear un espacio de desarrollo en las mismas. No
obstante, todos los elementos de los que podríamos hablar seguirán un mismo objetivo:
crear un espacio en donde se produzca la magia del aprendizaje de la forma más eficaz
posible.

La convivencia y el aprendizaje forman parte de un mismo eje común: una formación


integral que incluye tanto el desarrollo de capacidades cognitivas como el desarrollo de
competencias socioemocionales, ya que el logro académico sólo puede lograrse a través
del desarrollo de habilidades personales y sociales como la fuerza de voluntad o la
capacidad para superar las dificultades. Hay que tener presente que para aprender se
requiere querer y poder mientras que conseguir que quieran y que puedan son los dos
grandes requisitos para enseñar.

Para conseguir una buena gestión en el aula, he encontrado el siguiente documento donde
explican diferentes estrategias para conseguir esa buena gestión:
https://xtec.gencat.cat/web/.content/alfresco/d/d/workspace/SpacesStore/0025/f90a12bb-
7722-4e36-a558-d5fb6b02b531/estrategias_mejora_gestixn_aula_j.vaello.pdf

Referencias bibliográficas:

- Olías, F. (s.f.). Estrategias para la mejora de la gestión de aula. Centro del


profesorado de Alcalá de Guadaíra.

REFLEXIÓN 4

Los problemas disciplinarios se han convertido en uno de los mayores obstáculos para las
instituciones en la actualidad. Como lo menciona Jurado de los Santos (2015), las
conductas disruptivas pueden causar disrupción social entre estudiantes y docentes. Los
estudiantes que se involucran en tal comportamiento se dañan no sólo a sí mismos, sino
también a sus compañeros de clase y maestros.

La educación emocional puede ser un recurso clave para la solución de problemas dentro
del sistema educativo, como en el caso de las conductas disruptivas que se caracteriza por
ser un problema del control de los impulsos.

La educación emocional tienen como objetivo trabajar aspectos del ámbito emocional en las
personas tales como: autoestima, asertividad, escucha activa, empatía, cooperación, control
de emociones, tolerancia a la frustración y toma de decisiones, ya que un desajuste en
cualquiera de los aspectos mencionados favorece la aparición de problemas especialmente
los conductuales.
Educar a las emociones es un recurso muy beneficioso a la hora de relacionarnos con los
demás, y reconocer y saber cómo gestionamos nuestras emociones nos permitirá actuar
sabiamente en diversas situaciones. La falta de educación emocional puede conducir a
problemas de comportamiento, depresión, abuso de sustancias y comportamiento
antisocial.

Por tanto, la educación emocional puede ser un recurso clave para la resolución de
problemas en el sistema educativo, como las conductas disruptivas caracterizadas por
problemas con el control de los impulsos.

Referencias bibliográficas:

- De Los Santos, P. J., & Domínguez, M. D. J. (2015). Las conductas disruptivas y los
procesos de intervención en la educación secundaria obligatoria. Revista Boletín
Redipe, 4(12), 26-36.

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