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Tema 1 - Los derechos fundamenta...

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Derecho constitucional II: Derechos fundamentales

1º Doble Grado en Derecho y Criminología

Facultad de Derecho
Universidad Pablo de Olavide

Reservados todos los derechos.


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TEMA 1: LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
1. CONCEPTO - ¿QUÉ SON LOS DERECHOS FUNDAMENTALES?
Los derechos fundamentales (≠ Derechos humanos) son los derechos naturales democráticamente
constitucionalizados y que integran el estatuto jurídico de cada persona. Nacen desde la propia norma
constitucional (CE) y protegen los bienes jurídicos que se consideran indispensables para las personas. Todos
ellos se concretan, es decir, tienen como fundamento la dignidad humana, reconocida en el art. 10 CE.
Además, los derechos fundamentales son valores esenciales de la comunidad política que deben ser
protegidos por el ordenamiento jurídico1. Para que una persona sea tratada dignamente se le debe reconocer
un mínimo de derechos (valores esenciales), que es lo que conocemos como “derechos fundamentales”.
El término “derechos fundamentales” se acuña bastantes años después de que el Estado Constitucional se
hubiera afirmado en el continente europeo. El término es de origen alemán, y es utilizado por primera vez en
la Constitución alemana de 1848 (“Derechos y Deberes Fundamentales de los alemanes). Los “derechos” han
existido en el Estado Constitucional mucho antes de ser “derechos fundamentales”.

2. EVOLUCIÓN HISTÓRICA. DE LAS DECLARACIONES DE DERECHOS A LA INTEGRACIÓN EN LA


CONSTITUCIÓN.
En cuanto a su nacimiento, podemos decir que la idea de los “derechos fundamentales” es de raíz cristiana.
Esto se debe a que el Iusnaturalismo, que es la corriente que defiende que todo hombre tiene una serie de
derechos por naturaleza (por ser hombre), nace con base religiosa. Con respecto a sus antecedentes, éstos
son:
- Antiguo Régimen: la sociedad estaba compuesta por familias o corporaciones. Las normas de la comunidad
ignoraban al individuo, por lo que no existían derechos individuales. En lugar de derechos encontramos
privilegios, que se traduce en el reconocimiento de un estatuto jurídico particular a una determinada categoría
de personas (por ejemplo: nobles, clero, burgueses). Durante toda la Edad Media y la Edad Moderna los
ciudadanos no se van a considerar iguales, pues la organización política no se basaba en el concepto de
igualdad, sino en el de “clase”. Esto se refleja en la sociedad estamental característica de esa época, en la que
se dividían los ciudadanos por estamentos o estratos, existiendo así una organización jerarquía de poder y
riqueza. De este modo, va a existir una gran desigualdad dentro de la sociedad. Cabe señalar que se va a ir
produciendo una afirmación progresiva de individualidad.
En este momento se da una confluencia de dos movimientos: el racionalismo y el contractualismo. Por una
parte, el racionalismo defiende que la “razón” del ser humano es suficiente para organizar todo el sistema
político. Este planteamiento se contrapone al de la corriente contractualista, que defiende la idea del
“contrato socia” (los hombres pueden realizar un pacto para el nacimiento de la sociedad civil o del Estado).
- Constitucionalismo: en este momento va a nacer el principio de separación de poderes (mayor
democratización de la sociedad y reparto del poder). En este período se defiende la idea de que “toda sociedad
en la que la garantía de derechos no esté asegurada ni la separación de poderes determinada, carece de
Constitución”. De este modo, lo fundamental va a ser que el ordenamiento jurídico garantice los derechos,
que son previos al Estado (dogmas).
- Declaraciones de Derechos: colonias que se independizan de Reino Unido (ej. Declaración del Buen Pueblo
de Virginia 1776) y declaraciones francesas (ej. Declaración de derechos del hombre y el ciudadano 1789).
- Incorporación de textos a las Constituciones: la primera vez que se incorporan derechos en una Constitución
para garantizarlos es en 1787, con las enmiendas a la Constitución norteamericana (EE. UU). Por tanto, los
derechos van a dejar de ser una mera “declaración”, produciéndose poco a poco la positivación de los mismos.
La constitucionalización de los derechos ha sido un instrumento de “ampliación” de los originarios derechos
naturales del hombre.

1
“Los Derechos fundamentales nacen y terminan en la Constitución” – Pedro Cruz Villalón. Esta es una de las diferencias
que encontramos entre esta clase de derechos y el resto, que aparecen recogidos en otro tipo de normas que no son la
CE. Por ejemplo, los Derechos Humanos tienen un reconocimiento internacional.

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A partir del inicio del constitucionalismo, es posible distinguir diversas “generaciones” de Constituciones, que
prestan atención a tipos determinados de derechos, según los problemas o condiciones del momento histórico
en que se redactaron:
- 1ª Generación: los primeros derechos reconocidos pretenden garantizar la libertad y autonomía del individuo
(protección del individuo frente a amenazas externas por parte de los poderes del Estado) y promover la
participación en la vida política. Los dos grandes grupos que encontramos aquí son:
• Derechos individuales (de la persona): consiste en la no intromisión del Estado. A través de estos
derechos se reconoce una esfera privada del individuo: derecho a la vida, a la libertad ideológica,

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integridad física, intimidad, inviolabilidad del domicilio, etc.
• Libertades públicas (del ciudadano): se trata de derechos imprescindibles para el funcionamiento del
gobierno representativo. Entre ellos: libertad de expresión, de reunión y de asociación.
- 2ª Generación: va a aparecer una nueva clase social, el proletariado. De este modo, se añaden otros derechos
que tienen en cuenta las relaciones de los individuos con su entorno social y que suponen garantías de
bienestar:
• Derechos de participación: aparece el sufragio como derecho.
• Derechos sociales: se reconocen derechos de los trabajadores frente al empresario, como la libertad
sindical o el derecho a la huelga. Estos están vinculados a las reivindicaciones del Movimiento obrero
de fin del S. XIX.
• Derechos de bienestar: son de tipo prestacional, de modo que implican prestación por parte del
Estado a través de un servicio público, como la educación, la sanidad, seguridad social, etc. Este tipo
de derechos asegura el principio del Estado Social (libertades positivas – le pido al poder político que
actúe). Esta clase de derechos necesitan un desarrollo legislativo.
- 3ª Generación: los llamados “derechos de última generación” van a surgir por los peligros derivados del
avance tecnológico y científico. Se trata de derechos colectivos, relativos a bienes que son base de la misma
vida, pero que comienzan a ser escasos. Entre ellos encontramos el derecho a la protección de datos, la
libertad informática, manipulación genética, medio ambiente, etc.
En última instancia, va a tener lugar un proceso de internacionalización de los derechos, reconociendo un
estándar mínimo de protección de los mismos que obliga a todos los Estados. Surge la idea de proteger los
derechos fundamentales a través de los pactos entre los Estados. Así, destacan la Declaración Universal de
Derechos Humanos de la ONU (1948), el Convenio Europeo de Derechos Humanos (1950), etc.

A) LAS DECLARACIONES DE DERECHOS O LA POBLACIÓN DEL ESTADO


Las Declaraciones de Derechos son los documentos a través de los cuales los derechos “se presentan en
sociedad” (1776 y 1789 – ruptura con el A. Régimen y génesis del Estado Constitucional en Europa). Las
Declaraciones de Derechos son los instrumentos a través de los cuales se define constitucionalmente la
población del Estado. El reconocimiento de los derechos es lo que convierte al individuo en ciudadano.
Es cierto que muchos siglos antes de la Revolución se hace uso del término “derechos” o “libertades” en casi
todos los países europeos. Tales derechos y libertades no se refieren a derechos individuales de todos los
habitantes del territorio, sino únicamente a los “derechos” o, mejor dicho, “privilegios” de una parte de ellos.
El concepto de “derecho” es un concepto particular, es un instrumento de desigualdad y de jerarquización
política de la comunidad. El punto de partida para la comprensión de las Declaraciones de Derechos se
encuentra en la Teoría del Contrato Social (formulada por Hobbes a mediados del siglo XVII). La teoría
contractualista hobbesiana se caracteriza por:

- Los derechos del individuo son “naturales”, inherentes a la persona humana. Esto se debe a que los
individuos son iguales por naturaleza y por tanto libres para hacer uso cada uno de ellos de sus facultades
físicas e intelectuales de la forma que estime oportuno. Como consecuencia de ello, todos los seres humanos
son titulares de todos los derechos sin limitación alguna. En esto consiste el “estado de naturaleza”. Pero en
la propia naturaleza humana hay una serie de elementos que tienden a una lucha permanente contra todos
(homo homini lupus). Para evitar esto y conseguir que todos los individuos puedan disfrutar pacíficamente de
sus derechos naturales, es necesaria la “técnica del hombre”, del “contrato social”, procediendo de esta

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Derecho constitucional II: D...
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manera a constituir el Estado. Por tanto, podemos decir que el Estado es el precio que los individuos tienen
que pagar para poder disfrutar pacíficamente de sus derechos naturales.

“Todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes y tienen ciertos derechos
inherentes, de los cuales, cuando entran en un estado social, no pueden privar o desposeer…”
- Bill of Rights de 1776

Derechos naturales como fin de toda institución política, que debe limitarse a respetarlos. Tales derechos no

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pueden ni deben ser regulados, ya que son previos al Estado. Basta su reconocimiento y declaración. Las
Declaraciones de Derechos son, en consecuencia, textos preconstitucionales, en el sentido de que son
expresión de la naturaleza humana y no de la técnica del hombre. Las Declaraciones simplemente reconocen
y declaran los derechos. La Constitución del Estado, al dividir el poder de tal manera que no se pueda abusar
del mismo, garantiza que dichos derechos no serán vulnerados. Los derechos son preconstitucionales, son
naturales. Será necesario un paso más para la transformación de los derechos naturales en derechos
constitucionales.

B) LA CONSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS DERECHOS: LA CONSTITUCIÓN FEDERAL

Lo que más llama la atención en esta mutación en la naturaleza de los derechos es que el Bill of Rights jugó un
papel muy importante en los procesos constituyentes de 1776. La Constitución de 1787 no solo no contenía
originariamente un bill of rights, sino que ni siquiera incluía una referencia a los derechos. Sería en el proceso
de ratificación del Proyecto de Constitución cuando se decidiría incorporar a través de las oportunas
“enmiendas” los derechos a la Constitución. Los derechos marcan el límite para la acción legítima de los
poderes del Estado y en particular del poder legislativo. Sin derechos fundamentales no existen límites para
éste. En el proceso de incorporación cambiaría la naturaleza de los derechos, que dejarían de ser “derechos
naturales” para pasar a ser “derechos constitucionales”, esto es, normas constitucionales a partir de las cuales
se podría proceder a controlar la constitucionalidad de los actos del legislador por el poder judicial.
Eficacia directa, por tanto, de los derechos, que pueden ser alegados ante los tribunales de justicia. Este es el
paso que supuso la incorporación de los derechos a la Constitución Federal.
C) LA CONSTITUCIONALIZACIÓN EUROPEA DE LOS DERECHOS: LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

Al finalizar la 1ªGM serían varios los países en los que tendrían lugar procesos constituyentes en los que, por
primera vez, se edificaba el Estado de manera expresa en el continente europeo sobre la base del principio de
soberanía popular (España, Alemania, Austria, etc). Será en estos países en los que se iniciará el proceso de
constitucionalización de los derechos, que dará lugar a los derechos fundamentales.
La Constitución más importante fue la alemana de Weimar (Ley Fundamental de Bonn), ocupando los derechos
fundamentales un lugar destacado. En Weimar se van a apuntar todos los problemas que plantea el proceso
de constitucionalización de los derechos. Se defendía que una declaración de derechos tenía sentido en el
Estado monárquico del XIX, pero en un Estado en el que “todo poder procede del pueblo” y en el que, por
tanto, el Estado es más que un “cuerpo social” creado por los ciudadanos, tales “reservas de derechos” son
superfluas y, por tanto, inútiles. Sin embargo, al igual que ocurrió en Estado Unidos, los derechos acabaron
incorporándose a la Constitución Federal alemana.
Pero, a diferencia de los derechos que se incorporaron a la Constitución americana, los derechos de Weimar
eran los derechos indiscutibles. A través del concepto de garantía institucional se venía a individualizar los
derechos constitucionalmente definidos, cuyo contenido esencial era resistente a la ley. Para que esa
resistencia a la ley fuera “jurídicamente eficaz”, tendría que ser posible el control judicial de la misma.
Los derechos fundamentales son, pues, los derechos naturales constitucionalizados sobre la base del principio
de la soberanía popular. Para que los derechos se conviertan en derechos fundamentales tienen que
incorporarse a una Constitución que se afirme expresamente como norma jurídica y que prevea mecanismos
para garantizar su supremacía sobre todas las demás normas del ordenamiento y, en particular, sobre la ley.
Los derechos fundamentales están, por tanto, en íntima conexión con las garantías constitucionales, pues son
las que hacen que los “derechos de las declaraciones” se conviertan en derechos fundamentales.

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3. NATURALEZA. EL DOBLE CARÁCTER DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES .
Como sabemos, los derechos fundamentales son los derechos naturales constitucionalizados
democráticamente. Por tanto, son al mismo tiempo expresión de la naturaleza humana y de la técnica del
hombre, esto es, naturales y artificiales. De este modo, aunque los derechos naturales han sido
constitucionalizados, no han perdido su carácter natural (“previo” al Estado y a la Constitución).
La dignidad del ser humano y los derechos humanos inviolables e inalienables son la base sobre la que se
elevan los derechos fundamentales, y constituyen un límite absoluto para la reforma de la Constitución. Es
decir, la naturaleza humana en su núcleo esencial es un límite para el poder artificial en que el Estado consiste.

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A continuación, cabe señalar que los derechos fundamentales tienen una doble naturaleza. Así, se ha indicado
que “los derechos operan, por una parte, como delimitadores de la esfera de libertad personal del ciudadano
y, por otra, como elementos constitutivos del ordenamiento de los poderes del Estado”. De este modo,
debemos diferenciar una doble dimensión:
- Dimensión subjetiva: se trata de derechos subjetivos que suponen la concreción de la dignidad del ser
humano. Son derechos del individuo que integran su estatuto jurídico, protegiendo un determinado bien
jurídico, facultad o posibilidad de actuación. Además, en caso de violación, generan en el individuo la
posibilidad de recabar de los órganos judiciales su protección (derecho a que los Tribunales protejan mis
bienes jurídicos esenciales).
- Dimensión objetiva del derecho fundamental: se refiere a los derechos fundamentales como normas
constitucionales de naturaleza principal, como valores esenciales de la comunidad política2. Aquí debemos
describir dos efectos:
• Efecto irradiante: proyección que ha de tener el derecho fundamental como norma de principio en
todos los sectores del ordenamiento jurídico
• Efecto recíproco (leyes-derechos): fuerza expansiva de los derechos. Interpretación restrictiva a favor
del derecho (principio pro libertate o favor libertatis).
Estas dos dimensiones son absolutamente interdependientes y no se pueden entender la una sin la otra. La
apreciación de la naturaleza objetiva resulta imprescindible para que los DDFF puedan cumplir su función
subjetiva. Sin ésta, sin embargo, el reconocimiento de los DDFF se quedaría en simple retórica.

4. LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978


Es la primera vez que el término derechos fundamentales aparece en un texto constitucional español. Lo hace
además de una manera solemne, en el encabezamiento del Título Primero (“De los Derechos y Deberes
Fundamentales”). Dicho título se compone de cinco capítulos, en los que se tratan los aspectos esenciales
sobre esta materia:
- La titularidad en el Capítulo I (“De los españoles y los extranjeros”).
- El catálogo de derechos en el Capítulo II (“Derechos y libertades”, sección 1ª y 2ª) y en el Capítulo III
(“Principios rectores de la política social y económica” – los NO DERECHOS).
- Las garantías de los derechos en el Capítulo IV (“De las garantías de las libertades y derechos
fundamentales”).
- La suspensión de derechos en el Capítulo V (“De la suspensión de derechos y libertades”).

Además, cabe señalar que la CE define los derechos en el art. 10, que establece que “La dignidad de la persona,
los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los
derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social”. De dicho precepto podemos
deducir que los derechos fundamentales son la concreción de la dignidad humana o, dicho de otro modo, que
la dignidad humana es el fundamento de todos los derechos.

2
El TC señala que “los derechos fundamentales son los componentes estructurales básicos, tanto del conjunto del orden
jurídico objetivo como de cada una de las ramas que lo integran, en razón de que son la expresión jurídica de un sistema
de valores (…); son, como dice el artículo 10 CE, “el fundamento de orden jurídico y de la paz social”.

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Pero ¿cuáles son los verdaderos derechos fundamentales que recoge la CE? Para saberlo debemos acudir al
art. 53.13 de la norma constitucional, donde se recogen los elementos definitorios de los derechos
fundamentales, es decir, aquellos que los diferencian del resto de derechos. Tales notas distintivas son:
1. La eficacia directa y la vinculación a todos los poderes públicos: los derechos fundamentales son
directamente exigibles desde la Constitución ante los tribunales (protección jurisdiccional).
2. Reserva de ley: la reserva de ley es uno de los requisitos a los poderes públicos para afectar el contenido de
los derechos fundamentales. Será necesaria una reserva de ley orgánica cuando se trate de contenido de la
Sección 1ª del Capítulo II. (“Solo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial, podrá
regularse el ejercicio de tales derechos y libertades”).
3. Protección frente al legislador: el contenido esencial del derecho fundamental es un límite infranqueable
que no puede sobrepasar el legislador.
Estos requisitos son cumplidos por todos los derechos contenidos en el Capítulo II – Sección 1ª y Sección 2ª –
(arts. 14 a 38 CE). Por tanto, tanto unos como otros son derechos fundamentales en el sentido normativo y
doctrinal de la expresión. El hecho de que todos los derechos reconocidos entre el art.14 y el 38 sean derechos
fundamentales y tengan, por tanto, la misma naturaleza, no significa que tengan el mismo estatuto
constitucional. Por otro lado, algunos de esos derechos presentan un plus de fundamentalidad o una
“superprotección”. Éstos son los artículos 14 a 29 CE y el 30.2 CE. Dicha superprotección se debe a que
disponen de más mecanismos de protección y defensa: la protección jurisdiccional a través del recurso de
amparo ordinario (procedimiento preferente y sumario), amparo constitucional y la reserva de ley orgánica.
Por último, y como hemos comentado anteriormente, dentro de Título I también encontramos “los no
derechos fundamentales”, que son los principios rectores de la política social y económica (Capítulo III -arts.
39 a 52 CE).

4.1 Clasificación constitucional de los derechos fundamentales


La distribución de los derechos fundamentales en las distintas secciones y capítulos del Título I de la CE no se
basa en ninguna clasificación doctrinal relacionada con el contenido o naturaleza del derecho. Por el contrario,
la Constitución ordena los derechos en función del nivel de protección que éstos van a recibir posteriormente
en el art. 53 CE. El complejo de garantías más intenso es el que se otorga a los derechos de la Sección 1.ª del
Capítulo II, del Título I; en un nivel intermedio, están los de la Sección 2.ª del Capítulo II, y los menos protegidos
son los principios rectores de la política social y económica, del Capítulo III del citado Título I.
Esto se puede observar en la siguiente Tabla:

CLASIFICACIÓN DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LAS GARANTÍAS


Sección 2ª, Capítulo II Capítulo III
Sección 1ª, Capítulo II
Derechos fundamentales Principios rectores que
Derechos fundamentales
de protección no son derechos
superprotegidos
intermedia fundamentales
-Eficacia directa -Eficacia directa
Garantías normativas Eficacia directiva,
-Contenido esencial -Contenido esencial
(arts. 53.1 y 53.3 CE) informativa e impeditiva
-Reserva de ley orgánica -Reserva de ley
Recurso de amparo judicial
Garantías (ordinario) y recurso de
jurisdiccionales amparo constitucional
(art. 53.2 CE) (incluye arts. 14 y 30.2 CE)

Garantías institucionales
(art. 54 CE) Defensor del Pueblo Defensor del Pueblo Defensor del Pueblo

3
Art. 53.1 CE: “Los derechos y libertades reconocidos en el Capítulo Segundo del presente Título vinculan a todos los
poderes públicos. Sólo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de
tales derechos y libertades, que se tutelarán de acuerdo con lo previsto en el artículo 161, 1, a)”.

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- Principios rectores de la política social y económica (Los no Derechos Fundamentales).
Como ya sabemos los principios rectores no constituyen derechos fundamentales.
La eficacia de los principios rectores de la política social y económica se caracteriza por los siguientes rasgos:
a) No son normas de aplicación inmediata y directa, por tanto, no vinculan, sino que orientan la acción de los
poderes públicos. En ellos solo está la dimensión objetiva, no la subjetiva.
b) Su destinatario son los poderes públicos, cuya actuación viene así orientada por estas normas
programáticas. Toda norma infraconstitucional se ve obligada a respetar estos principios rectores, ya que de

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otro modo pueden incurrir en inconstitucionalidad. Por otra parte, sirven de guía para la interpretación y
aplicación de la normativa existentes sobre otra materia.
- Derechos comprendidos en la Sección 2.ª del Capítulo II (Arts. 30 a 38)
Los poderes públicos deben abstenerse de lesionar tales derechos, de forma activa o pasiva (vinculación
negativa). Por otro lado, deben contribuir con su actuación a lograr la mayor efectividad de tales derechos,
con independencia de que así se reclame o no por uno de sus titulares (vinculación positiva). Esta vinculación
positiva supone que estos derechos son, a diferencia de los principios rectores, normas de aplicación
inmediata y directa, esto es, generan inmediatamente derechos de los particulares invocables ante los
órganos judiciales en caso de vulneración, sin necesidad de intervención previa del legislador.
Entre los derechos del Capítulo II del Título I nos encontramos con algunos cuya más exacta delimitación
necesita la intervención del legislador. Son los “derechos de configuración legal”. Estos derechos son también
de aplicación inmediata y directa, si bien solo en su “contenido mínimo”.
El art. 53.1 CE añade que «(…) Solo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial, podrá
regularse el ejercicio de tales derechos y libertades, que se tutelarán de acuerdo con lo previsto en el art.
161.1.a)». La ley a la que se refiere, si hablamos de los derechos de la sección segunda, es en principio la ley
ordinaria. Sin embargo, también cabrían el decreto legislativo y el decreto ley, con las limitaciones que este
tiene en su ámbito de actuación.
La última garantía dispuesta por el art. 53.1 CE en relación con estos derechos consiste en la prohibición de
vulneración por la ley del contenido esencial del derecho.
- Artículo 14 y Derecho de la Sección 1.ª del Capítulo II, del Título I (arts. 15 a 29 CE).
El punto de partida del régimen jurídico de estos derechos lo constituye el mismo art. 53.1 CE:
a) Estos derechos vinculan a los poderes públicos, de manera positiva y negativa.
b) Son de aplicación inmediata, y generan, por tanto, derechos subjetivos inmediatamente invocables ante
los Tribunales.
c) Sobre ellos recae una reserva de ley orgánica. En este punto existe, sin embargo, una importante diferencia
respecto de los derechos fundamentales de la Sección 2.ª, que deriva de los dispuesto en el art. 81.1 CE. En
virtud de éste, «son leyes orgánicas las relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y de las libertades
públicas…». Estos derechos y libertades son precisamente los de la Sección primera del Capítulo II, del Título I
(arts. 15 a 29 CE), que lleva ese epígrafe (“De los derechos fundamentales y libertades públicas”). Ello no
supone que cualquier cuestión relativa a estos derechos deba ser regulada por Ley Orgánica, pues la
Constitución limita el empleo de ésta estrictamente a su “desarrollo normativo directo”, esto es, la regulación
directa, general y global del derecho, o una parcial relativa a sus aspectos esenciales, previsión de su ámbito
o fijación de sus límites en relación con otros derechos fundamentales. Por tanto, en lo que no sea
estrictamente “desarrollo”, tienen cabida la ley ordinaria y las restantes normas.
d) La ley que los regule debe respetar el contenido esencial del derecho.
El régimen jurídico de las garantías de estos DD. FF se completa de manera específica con lo dispuesto por el
art. 53.2 CE, que establece que puede recabarse la tutela de tales derechos a través de un procedimiento
preferente y sumario ante los Tribunales de Justicia (amparo ordinario) y, en su caso, a través del recurso de
amparo ante el TC (art. 53.2 CE). Este último recurso será aplicable a la objeción de conciencia reconocida en
el art. 30. Finalmente, cabe añadir que los derechos analizados en este epígrafe (Sección 1ª, Capítulo II, Título
primero) solo pueden ser objeto de revisión constitucional y no de reforma.

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5. LOS SUJETOS DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES : CIUDADANOS Y EXTRANJEROS
La constitucionalización de los derechos naturales y su consiguiente conversión en derechos fundamentales
plantea de manera inmediata el problema de la titularidad de dichos derechos fundamentales. Si los derechos
fueran exclusivamente naturales, es obvio que todos los hombres independientemente de su nacionalidad
tendrían que ser considerados titulares de los mismos. Si fueran exclusivamente artificiales o constitucionales,
es igualmente evidente que solo serían titulares de dichos derechos los ciudadanos del Estado. Es el hecho de
que sean simultáneamente naturales y artificiales lo que hace que surja el problema.
A la titularidad de los derechos dedica la Constitución un Capítulo íntegro del Título I, el Capítulo Primero, que

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lleva por rúbrica: “De los Españoles y los Extranjeros”.
En primer lugar, debemos señalar que es la participación en el contrato social, en el poder constituyente, lo
que convierte a los individuos en ciudadanos. Por eso no todos los hombres, aunque sean iguales por
naturaleza, son iguales políticamente4. Dicho esto, cabe decir que los ciudadanos españoles, delimitados a
través del concepto de nacionalidad (art. 11 CE), son titulares de todos los derechos constitucionales sin
excepción. Los extranjeros, por el contrario, no lo son. Lo serán, en todo caso, de aquellos derechos naturales
indiscutibles, como pueden ser el derecho a la vida, a la libertad personal, a la intimidad… Y pueden serlo de
los demás en función de la decisión que haya tomado en cada caso el constituyente y, por tanto, más en unos
países y menos en otros. Por tanto, es la línea divisoria entre la igualdad natura y la igualdad política la que
hace que los extranjeros y los nacionales no sean titulares de derechos en las mismas condiciones.
Centrándonos en el los extranjeros, es el art. 13 CE el que se ocupa de la cuestión de la titularidad de derechos
fundamentales por los extranjeros, estableciendo que «Los extranjeros gozarán en España de las libertades
públicas que garantiza el presente título en los términos que establezcan los tratados y la ley». Además, son
dos leyes orgánicas (7/1985 y 4/2000) las que desarrollan legalmente los derechos de los extranjeros en
España. El TC presenta algunas conclusiones en esta materia (SSTC 102/1984 y 236/2007):
a) El artículo 13 no debe ser interpretado en el sentido de que deje a la ley la decisión sobre qué derechos
ostenta un extranjero y con qué alcance.
b) El punto de partida en la definición del régimen jurídico de los DD. FF de los extranjeros en España viene
determinado por los mismos preceptos constitucionales que recogen estos derechos en el Título I.
c) El margen de actuación del legislador en la materia va a depender del tipo de derecho de que se trate. Así,
el TC deduce los siguientes grupos de derechos:

• Derechos cuya titularidad se reserva exclusivamente a los españoles por el art. 13.2 CE, quedando
prohibida su extensión a los extranjeros (excepción prevista para las elecciones municipales), sin
previa reforma constitucional. Estos derechos son los reconocidos en el art. 23 CE.
• Derechos imprescindibles para la garantía de la dignidad humana. Corresponden a los extranjeros
por el propio mandato constitucional, en las mismas condiciones que los españoles (derecho a la vida,
a la integridad física y moral, a la tutela judicial efectiva, a la libertad personal, etc). Respecto de estos
derechos, la libertad de configuración del legislador es mínima.
• Derechos que la CE reconoce directamente a los extranjeros. El legislador no puede negar tales
derechos a los extranjeros, aunque sí puede establecer “condicionamientos adicionales” a su ejercicio.
En este grupo encontramos el derecho de reunión y el derecho de asociación.
• Derechos de los que serán titulares los extranjeros en la medida y condiciones que se establezcan en
los Tratados y las Leyes, o, dicho de otro modo, aquellos derechos que nos son atribuidos
directamente por la CE a los extranjeros, pero que el legislador puede extender a los no nacionales,
aunque no sea necesariamente en idénticos términos que los españoles. Ejemplo: derecho al trabajo,
a la salud, etc. Aunque la libertad del legislador es aquí más amplia, no es absoluta.

4
La igualdad que se predica de la población del Estado no es una igualdad humana, sino una igualdad política,
territorialmente limitada. En consecuencia, todos los hombres son iguales por naturaleza, pero políticamente solo lo son
los ciudadanos del Estado.

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Las condiciones de ejercicio que establezca el legislador respecto de los derechos y libertades de los
extranjeros en España deben respetar el contenido esencial del derecho y dirigirse a preservar otros derechos,
bienes o intereses constitucionalmente protegidos, así como cumplir con el principio de proporcionalidad.
El principio de igualdad de la CE es, por tanto, un principio de igualdad política y no humana, que no impone,
pero sí permite una diferencia entre españoles y extranjeros en lo que a la titularidad de algunos y en lo que
al ejercicio de otros derechos se refiere. Cuando el art. 14 de la CE proclama e principio de igualdad, lo hace
refiriéndose con exclusividad a “los españoles”, que son “iguales ante la ley”, y no existe prescripción alguna
que extienda tal igualdad a los extranjeros.

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Por otro lado, debemos mencionar los derechos fundamentales de las personas jurídicas. La CE no aborda
expresamente el tema de la titularidad de DD. FF por personas jurídicas, ni para autorizarlos ni para prohibirlo.
Sin embargo, la CE reconoce determinados derechos a ciertas personas jurídicas, tales como: libertad religiosa
reconocida a las comunidades, la autonomía de las Universidades, el derecho de los sindicatos a fundar
confederaciones, etc.
El TC señala que las personas jurídicas son titulares de los derechos fundamentales en tanto que éstos sirvan
para proteger los fines para los que las organizaciones han sido constituidas5. También podrán ser titulares de
aquellos derechos que sean necesarios y complementarios para la consecución de dichos fines. De este modo,
el criterio fundamental consiste en determinar si el derecho en cuestión permite su titularidad por personas
jurídicas, y, para ello, se deberá valorar la naturaleza del derecho6.
Lo anteriormente dicho es únicamente válido para las personas jurídicas privadas. La extensión de los DD. FF
a las personas jurídicas públicas se ha realizado de manera mucho más restrictiva (solo con carácter
excepcional, pueden ejercer el derecho a la tutela judicial efectiva y a la libertad de información).
Todos los sujetos analizados (ciudadanos españoles, extranjeros y personas jurídicas) son sujetos activos de
un D.F, pues hablamos en términos de titularidad, es decir, son las personas legitimadas para ejercerlo. Como
ya hemos podido comprobar, el sujeto activo no aparece regulado con carácter general, sino que es definido
de manera concreta por cada uno de los derechos.
Pero cabe señalar aquí que también existe el sujeto pasivo, que hace referencia a las personas vinculadas por
los derechos fundamentales. Es decir, frente a quiénes se puede ejercer; quién debe respetar el derecho y
cumplir la conducta exigida por los mismos.
+ + + En cuando a los menores de edad, éstos son titulares de todos los derechos fundamentales, aunque no
podrán ejercer por sí solos todo su contenido durante el período de la minoría de edad (hasta los 18 años).
Según establece el legislador, dependerá de la madurez del menor para poder ejercer autónomamente el
derecho.
+ + + En el caso de los funcionarios públicos (jueces, militares, fiscales) o de los presos, que presentan
relaciones jurídicas de especial sujeción, los derechos fundamentales no se anulan, pero en algunas ocasiones
pueden sufrir limitaciones o restricciones.

6. LOS LÍMITES DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES.


Los derechos fundamentales determinan un ámbito de invulnerabilidad de las personas en el
desenvolvimiento de la vida jurídica y social. Los poderes públicos están obligados constitucionalmente a
proteger al individuo en dicho ámbito frente a cualquier intromisión ilegítima, ya proceda ésta de un tercero
o de la actuación de los propios poderes públicos.
Los derechos fundamentales, como todos los derechos subjetivos, no son derechos absolutos. Todos son
susceptibles de ser objeto de limitación, si ello es necesario para garantizar otro bien o derecho constitucional
merecedor de dicha protección. Su ejercicio, por tanto, está sujeto a limites más allá de los cuales resulta
ilegitimo.

5
Por ejemplo, se ha reconocido a una empresa dedicada a la difusión de publicaciones, el derecho a expresar y difundir
ideas, pensamientos y opiniones.
6
Por ejemplo: no podrían ser ejercidos por personas jurídicas el derecho a la vida o a la integridad física y moral, pero sí
les son atribuibles, entre otros, el derecho al honor, a la inviolabilidad de domicilio, etc.

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Dos son los tipos de límites que pueden establecerse al ejercicio de los derechos fundamentales: límites
internos y externos.
a) Límites internos.
Son aquellos que sirven para definir el contenido mismo del derecho, es decir, aquellos elementos esenciales
que lo constituyen y que permiten diferenciarlo de otros derechos (titular/es, objeto, etc). Por tanto, estos
límites constituyen las fronteras del derecho, más allá de las cuales no se está ante el ejercicio de éste, sino
ante otra realidad.
La doctrina prefiere hablar de delimitación o definición del derecho, haciendo referencia a la fijación de los
contornos del mismo (tarea que corresponde al legislador). Si se actúa más allá de tales contornos, el ejercicio
del derecho resultaría ilegítimo. Por ejemplo, el art. 21.1 CE no protege toda reunión, sino únicamente la
reunión “pacífica y sin armas”.
b) Límites externos.
Solo cuando se ha definido el ámbito protegido del derecho pueden imponerse límites o restricciones al
mismo. Éstos se imponen por el ordenamiento al ejercicio legítimo y ordinario de los derechos fundamentales.
Cabe decir que no es suficiente invocar imprecisos principios, como el bien común para justificar la limitación
de derechos fundamentales, pues ésta solo puede basarse en la existencia de otro bien constitucionalmente
protegido. En todo caso, los límites deberán resultar proporcionales y adecuados para alcanzar el fin que
persiguen.
Este aspecto de los límites está muy relacionado con la estructura interna de los derechos fundamentales. En
términos generales, la estructura interna de los DD. FF viene caracterizada por la existencia de 3 espacios
distintos, que se disponen en el derecho fundamental a modo de 3 círculos concéntricos. Éstos, observados
de dentro hacia afuera, se corresponderían respectivamente con el contenido esencial, los límites y la
delimitación de los derechos.
del contenido
Delimitación

Límites

Contenido
esencial

- Delimitación del derecho fundamental (círculo exterior).


Separa lo que entra en el ámbito de protección del D.F de lo que no, e indica el ámbito máximo de extensión
del D.F. Este ámbito máximo de extensión está compuesto principalmente por un elemento jurídico, uno
sustantivo y uno formal:
a) El elemento jurídico define el sujeto activo del derecho (quién puede ser titular del derecho), y su sujeto
pasivo (quién puede ser su destinatario, es decir, quién está vinculado por el derecho y frente a quién se puede
exigir o ejercer).
b) El elemento sustantivo hace referencia al objeto del derecho: conjunto de facultades, pretensiones o
ámbito de inviolabilidad que éste otorga al titular.
c) Finalmente, el elemento formal alude a las garantías específicas que pueda poseer el derecho fundamental.
Podemos distinguir cuándo estamos utilizando un argumento basado en la delimitación del derecho y cuándo,
por el contrario, nos hemos adentrado en la teoría de los límites porque, en este segundo caso, el discurso se
basa en el conflicto entre el derecho cuya delimitación analizamos y otro derecho fundamental o bien
constitucionalmente protegido7.
La delimitación del D.F debe realizarse de forma amplia, de manera que se entienda incluido en ella cualquier
supuesto que razonablemente quepa en la definición del derecho que realiza la norma constitucional.

7
Cuando decimos que no se puede proteger constitucionalmente una determinada noticia porque invade la intimidad
de otra persona, utilizamos un argumento propio de la teoría de los límites de los derechos fundamentales.

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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Aunque la delimitación de los derechos fundamentales la realiza en la mayoría de los casos la propia
Constitución, en otras ocasiones de la misma norma constitucional se deriva la necesidad de una colaboración
del legislador en esta tarea. Los derechos que exigen esta colaboración del legislador se denominan «derechos
de configuración legal».

- Los límites de los derechos fundamentales8 (círculo intermedio).


Todo límite a un derecho fundamental afecta a este derecho, pero solo hablamos de “vulneración” o de
“lesión” del derecho cuando el límite es inconstitucional. Los límites suponen una entrada en el ámbito

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máximo de extensión del derecho fundamental. En efecto, los poderes públicos no pueden limitar un D.F a su
antojo. Solo cabe limitar un D.F cuando dicha restricción venga justificada por la protección de otro bien o
derecho constitucionalmente garantizado, cumpla con los requisitos impuestos por el principio de
proporcionalidad y respete el contenido esencial del derecho limitado.
La CE protege bienes y derechos que, considerados individualmente en abstracto, pueden chocar entre sí. El
principio de unidad de la CE exige que la Norma Suprema sea interpretada como si careciera de discrepancias
internas. Mediante la imposición de límites a los DD. FF se contribuye precisamente a esto: a la necesaria
dotación al texto constitucional de un significado unitario.
La imposición de un límite a un D.F, como hemos indicado, debe respetar los requisitos establecidos por el
principio de proporcionalidad. La restricción de un derecho fundamental siempre es un medio para conseguir
un fin, que no puede ser otro que la protección de otro bien o derecho constitucionalmente garantizado.
El principio de proporcionalidad está compuesto, a su vez, por tres criterios o subprincipios:
a) Criterio de adecuación o idoneidad. Una restricción de un D.F es idónea cuando realmente ayuda a la
consecución del fin que se persigue: la protección de otro bien o derecho constitucionalmente garantizado.
Por tanto, si la limitación del derecho no sirve para proteger otro bien o derecho constitucionalmente
garantizado, resulta inadecuada y, por este motivo, desproporcionada e inconstitucional.
b) Criterio de necesidad. Un límite a un D.F solo es constitucional si el fin que se persigue con él no se puede
lograr de otro modo que sea menos lesivo para el derecho limitado o que no le afecte en absoluto. Para que
este principio sea vulnerado es necesario que la medida que aparece como alternativa sea “igualmente eficaz”,
es decir, que consiga el fin en la misma medida.
c) Principio de proporcionalidad en sentido estricto: un límite a un D.F es constitucional si resulta coherente
con el resultado de ponderar constitucionalmente los bienes y derechos constitucionales que han entrado en
conflicto. Es decir, que el sacrifico del derecho no sea mayor que el beneficio obtenido por la limitación. A la
hora de realizar dicha ponderación se deben tener en cuenta básicamente dos criterios:
▪ Cuanto más importante es el grado de afectación del derecho fundamental limitado, mayor ha de ser
el beneficio que se obtenga para los bienes o derechos que a él se oponen.
▪ Cuanto más importante es la manifestación limitada del D.F, más importantes tienen que ser los
bienes o derechos que a él se oponen.

- El contenido esencial de los derechos fundamentales (círculo interior).


Constituye un obstáculo insalvable frente a cualquier intento de los poderes públicos de limitar un derecho
fundamental. Es denominado por la doctrina «el límite de los límites». Cualquier restricción de un derecho
fundamental que afecte a su contenido esencial es inconstitucional. Aunque el artículo 53.1 CE solo menciona
el contenido esencial como límite a la acción del legislador, lo cierto es que tiene virtualidad frente a cualquier
poder público.
El problema es ¿Cómo determinar el contenido esencial de un derecho? El TC señala dos caminos:
a) El primero de ellos acude a la naturaleza jurídica del derecho. En este sentido, dice el TC que «constituyen
el contenido esencial de un derecho subjetivo aquellas facultades o posibilidades de actuación necesarias para
que el derecho sea reconocible como pertinente al tipo descrito y sin las cuales deja de pertenecer a ese tipo
y tiene que pasar a quedar comprendido en otro, desnaturalizándose, por decirlo así».

8
Se pueden emplear de manera indistinta los términos “límites”, “restricciones” o “limitaciones”.

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b) El segundo de los caminos trata de buscar los intereses jurídicamente protegidos como núcleo de los
derechos subjetivos. Es decir, aquella parte de su contenido que es absolutamente necesaria para que los
intereses jurídicamente protegibles, que dan vida al derecho, resulten efectivamente protegidos.
Estos dos caminos dejan claro que corresponde al TC señalar definitivamente dónde radica el contenido
esencial de cada derecho.

7. LA EFICACIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES


El tema de la eficacia de los derechos fundamentales plantea una serie de problemas dentro del ordenamiento

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jurídico. La disyuntiva está en si los DD. FF protegen solo frente a los poderes públicos (eficacia vertical) o
también lo hacen frente a los particulares (eficacia horizontal).
Tradicionalmente, los DD. FF han sido concebidos como derechos públicos subjetivos, esto es, derechos que
los ciudadanos tenían únicamente frente a los poderes públicos. Esta comprensión restringida del alcance de
los DD. FF no se justifica desde la CE. En nuestro ordenamiento se puede sostener la eficacia inmediata de los
DD. FF en las relaciones entre particulares. Así, los DD. FF, en la medida en que lo permita su propio significado,
vinculan directamente, no solo a los poderes públicos, sino también a los particulares.
Los argumentos que permiten sostener la existencia de dicha eficacia inmediata son los siguientes:
a) El art. 9.1 deja claro que la CE no solo regula la actuación de los poderes públicos, sino también de los
particulares. Ninguna razón existe para excluir de tal afirmación la parte relativa a los DD. FF. En consecuencia,
no cabe duda de que los derechos fundamentales, en cuanto parte integrante de la Constitución, son
predicables frente a los poderes públicos y frente a los particulares.
b) No cabe igualdad real y efectiva si se excluyen del ámbito de los DD. FF las relaciones entre particulares.
c) Los derechos inviolables de las personas no solo son reconocidos en el art. 10.1 CE como fundamento del
orden político (sector público), sino también de la paz social (relaciones privadas).
¿Qué postura adopta ante la materia el TC? El TC hace una interpretación positiva, pues acepta la eficacia de
los DD. FF entre particulares. Sin embargo, reconoce que dicha eficacia horizontal no tiene el mismo alcance
que frente a los poderes, ya que se ve limitada por el principio de autonomía de la voluntad.
El recurso de amparo viene configurado en la LOTC como un recurso dirigido a proteger los DD. FF y libertades
públicas solo frente a violaciones que resulten de los poderes públicos. No se puede recurrir en amparo frente
a lesiones de un D.F procedentes de un particular.

Ponderación del grado de aplicabilidad de los derechos a una relación entre particulares
1. Hay que comprobar si un derecho rige en una relación entre particulares.
▪ Comprobar la existencia de una relación asimétrica (jefe-empleado, por ejemplo).
▪ O la afectación directa de la dignidad humana.
2. Constatada la incidencia del derecho, hay que precisar hasta qué punto puede exigirse ese derecho
mediante un juicio de proporcionalidad (o de razonabilidad).

8. LA INTERPRETACIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES


Principio favor libertatis o pro libertate
En materia de interpretación jurídica, debe tenerse en cuenta el principio favor libertatis. Los derechos
fundamentales necesitan ser interpretados de la manera más favorable para su efectividad, de modo que se
dañe lo menos posible los bienes jurídicos de las personas9. En consecuencia, las interpretaciones restrictivas
de derechos fundamentales o contrarias a su plena eficacia constituyen lesiones de éstos.
Tratados Internacionales como fuente de interpretación de nuestros derechos
Por otro lado, la CE, en su art. 10.2 CE establece cómo deben interpretarse las normas que regulan los DD. FF
en nuestro ordenamiento: “las normas relativas a los DD. FF y a las libertades públicas (...) se interpretarán de

9
Como señala el TC, «la Constitución ha introducido un principio de interpretación del ordenamiento jurídico en el
sentido más favorable al ejercicio y disfrute de los DD. FF, que ha de ser tenido en cuenta por todos los poderes
públicos…».

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conformidad con la Declaración Universal de Derecho Humanos y los tratados y acuerdos internacionales
sobre las mismas materias ratificados por España”. Por tanto, los derechos fundamentales deberán ser
interpretados conforme a los Tratados Internacionales sobre el mismo tema.
Aunque no se menciona en el art. 10.2 CE, hay que entender, como lo ha hecho el TC, que el criterio de
interpretación no lo constituyen únicamente las normas de los tratados relativos a los DD. FF y libertades
públicas, sino también la interpretación que de ellas hacen los órganos jurisdiccionales encargados de velar
por su cumplimiento. El caso más importante es el de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derecho
Humanos en relación con el Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH). En consecuencia, el Tribunal

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Europeo de Derechos Humanos, además de representar una garantía última de los derechos fundamentales,
aporta una elaborada doctrina de «singular valor interpretativo».
Por otra parte, puede ocurrir que estos Tratados ofrezcan una regulación menos completa y avanzada de los
derechos que la que resulta de la CE. En estos casos, el art. 10.2 CE no obliga a reducir el nivel de garantía que
ofrece la CE a nuestros DD.FF., pues los tratados a los que se refiere dicho artículo actúan como estándares
mínimos de protección.

+ INFORMACIÓN SOBRE CLASIFICACIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES + (adicional)


Los derechos reconocidos constitucionalmente son susceptibles de clasificarse de múltiples maneras
dependiendo de los criterios que se empleen para ello.
a) Por la garantía
La propia Constitución ofrece una primera clasificación que deriva de la ubicación de los distintos derechos
dentro del Título Primero, pudiendo reconocerse 3 niveles distintos:
- Derechos de protección excepcional (son los derechos fundamentales): derecho de igualdad (art. 14) y todos
los incluidos en la Sección Primera del Capítulo II (arts. 15 a 29). Estos derechos poseen un sistema complejo
y reforzado de garantías (art. 53.2 CE).
- Derechos que poseen un sistema de protección ordinario: grupo constituido por los derechos reconocidos en
el Capítulo I y en la Sección Segunda del Capítulo II.
- Grupo que se incluye en el Capítulo III (de los principios rectores de la política social y económica). Dada la
naturaleza de los principios rectores, el sistema de protección es distinto del de los derechos. En cuanto
principios, poseen la protección general de toda la Constitución.
b) Por la naturaleza
- Derechos de libertad: garantizan el desenvolvimiento autónomo y jurídicamente incondicionado de la
persona en una determinada esfera de la vida personal o social. Por ejemplo: derechos a la libertad religiosa,
ideológica, de expresión o de información. Lo que hacen es delimitar la libertad del individuo, impidiendo
intromisiones más allá de las fronteras por ellos trazados.
- Derechos de prestación: implican una actitud activa del poder público, que debe llevar a cabo las acciones
oportunas para hacerlos efectivos. Así, por ejemplo, el derecho a la educación exige la existencia de centros y
medios de enseñanza.
c) Por su contenido
- Derechos personales: su objeto lo constituyen bienes jurídicos absolutamente inherentes a la propia persona,
sobre los que no se puede, en principio, intervenir sin consentimiento de su titular. Por ejemplo: el derecho a
la vida, integridad física, honor, intimidad o propia imagen.
- Derechos civiles: el individuo se convierte en un ser capaz de exigir del Estado el respeto a sus derechos como
ciudadano (garantías procesales).
- Derechos políticos: se protegen determinadas modalidades de participación de la persona en la formación
de la opinión pública y de la voluntad política estatal (derecho de sufragio, por ejemplo).
- Derechos económicos, sociales y culturales (derecho a una vivienda digna, derecho al trabajo, etc…).
Un mismo derecho puede ser encuadrable en distintos apartados.

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