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La obligación de informar debidamente

9 de noviembre de 2023

Por: Arleison Arcos Rivas

Tres hechos resaltan en el corrillo mediático posterior a los comicios regionales, por los que se advierte que
los próximos dos años deberemos preocuparnos intensamente por la obligación de informar debidamente,
respecto de las acciones gubernamentales e institucionales.

Un legislativo que no debate ni legisla

El primero, tiene como protagonistas a quienes han decidido bloquear las reformas propuestas por el
gobierno Petro, boicoteando el proceso decisional rompiendo el quorum necesario para sesionar en las
cámaras legislativas. El protagonismo ahora lo asumen el Centro Democrático y Cambio Radical, que no
solo se han declarado partidos de oposición, sino que han aleccionado a sus bancadas para que se retiren
de las deliberaciones y, como si el derecho a no trabajar existiera, dejen de cumplir con su cometido
constitucional, que es el de debatir, improbar argumentos y hacer las leyes.

En lugar de abrir espacios institucionales para que las y los colombianos conozcan los pro y contra que
identifican diferentes fuerzas políticos respecto de reformas como la de la salud, las bancadas
mencionadas, y las que han manifestado un declarado no a tal proyecto, dejan la sensación de ser directos
beneficiarios o emisarios de quienes siguen batallando por los 94 billones girados a las EPS, sin control
alguno, según afirman el Ministro de Salud y el Director de la ADRES, Administradora de los Recursos del
Sistema General de Seguridad Social en Salud.

“Le están robando al país”, grita con furor el representante David Racero, en un video ya viral, señalando la
decena de ocasiones en las que no se ha podido siquiera discutir debidamente lo propuesto por sustracción
material de los asistentes. Si tal proceder continúa, entonces lo debido sería que paguen a las y los
congresistas por sesión completa en la que asistan, permanezcan, participen y cumplan con sus funciones;
en lugar de seguir alimentando a vagos que no trabajan, como en su momento exigía y preconizaba la hoy
cuestionada congresista Catherine Juvinao Clavijo.

Un fiscal veintijuliero

Otro claro ejemplo del trabajo no cumplido pone al Fiscal El Fiscal General de la Nación, prisionero de su
propio ego, nutrido por la jauría de aduladores a quienes asignó altos cargos en esa dependencia, no sólo
descuida sus funciones, sino que interpreta a su amaño lo preceptuado, so pretexto de “participar en el
diseño de la política del Estado en materia criminal y presentar proyectos de ley al respecto”, como reza el
artículo 251 de la Constitución.

Obrando como cancerbero del expresidente Duque, su entrañable amigo, el Fiscal ha trastocado los
espacios en los que, como alto funcionario del Estado, le invitan para que discurra en los asuntos que le son
misionales, usando la tarima y los medios que cubren tales reportes para ahondar el sostenido
enfrentamiento contra la actual presidencia, la cual le resulta por entero desafecta.

Rayana con la obsesión, la postura antigobiernista del Fiscal no sólo imprime un carácter instrumental a una
institución que existe para “investigar los delitos y acusar a los presuntos infractores ante los juzgados y
tribunales competentes”. En abierta desatención de dicho propósito, los micrófonos y foros permanecen
abiertos para su despotrique, acrecentando la sensación de ingobernabilidad en la opinión pública,
sumándose así a la narrativa construida por distintas fuerzas corporativas, a las que conviene el
desequilibrio desinstitucionalizador del país.

Un presidente trinador

Aunque resulta contradictorio, la intención de informar palidece ante la necesidad de opinar,


especialmente cuando el actual presidente utiliza un medio como Twitter, que hoy lleva otra insignia, para
reaccionar en caliente ante sucesos informativos, acontecimientos o consideraciones de diferentes
protagonistas de la vida nacional.

Contra el querer de muchos, el presidente se desencaja al alimentar discusiones que elevan los ánimos en
sus seguidores tanto como afiebran a sus detractores, desdibujando la intencionalidad informativa que
alguna vez caracterizó a esa red social. Hoy, convertida en una tea incendiaria, la plataforma de trinos se
convierte en una hoguera con cada propuesta o respuesta que el jefe del ejecutivo registre, sin que primen
las y los mediadores informados que favorezcan la maduración de la opinión del público.

Por el contrario, el furor de las denominadas bodegas ofusca la consideración juiciosa, imponiendo la
grosería, la ofensa, la reiteración desacomedida, el trato desobligante y los improperios más injuriosos
sobre los que cabalga la ciega malquerencia o la torpe apología.

Uno, dos y tres, tanto el ejecutivo, como el legislativo y el poder judicial representado en la fiscalía se
equivocan al trastornar los procesos comunicacionales y, en lugar de obligarse a informar debidamente,
fomentan la desorientación, el desajuste de la cordura y la imprudencia, que en nada contribuyen al
reordenamiento y significación de lo común.

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