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Eudaimonía

El hombre es dual, tiene una parte divina y una parte racional. Fuimos creados para
habitar la Tierra y acercarnos a Dios, simultáneamente
M Ficino

Eudemonía (en griego, εὐδαιμονία, eudaimonia) o plenitud de ser es una palabra griega
clásica traducida comúnmente como felicidad. Aristóteles lo entendió como ejercicio
virtuoso de lo específicamente humano, es decir, la razón. Según A , el fin o bien último
que persigue el hombre es la eudemonía o sea, felicidad, entendida como plenitud de ser. El
problema viene dado entonces en determinar qué se entiende por felicidad, y es aquí, que la
Ética a Nicómaco hace mención a cuatro tipos de vida y su consiguiente forma de encontrar
la felicidad. Según A, el hombre cree alcanzar la felicidad con riquezas; o con honores y
fama; y otros creen obtenerla por placer. Concluye diciendo que no se alcanza la felicidad
mediante ninguno de los cuatro caminos mencionados, sino mediante la práctica de la
virtud. Hay que vivir la vida de acuerdo a nuestra razón y búsqueda de la verdad, actuando
bien, es decir, vivir en la concepción teleológica de la naturaleza humana.

Y Kant llegó a decir que la moral es la ciencia que enseña no cómo hemos de ser felices
sino cómo hemos de llegar a ser dignos de la felicidad

Este concepto fue importante para la ética de Aristóteles, quien lo ligó al más alto bien del
ser humano y a cosas como la virtud (areté) y la sabiduría en su aspecto práctico
(phrónesis). Podemos empezar a jugar entonces con una definición de la eudaimonía como
el arte de vivir de manera virtuosa, buscando la sabiduría, para desarrollar nuestro potencial
humano.

La palabra eudaimonía esta compuesta de eu (bueno) y daimon, el término de donde viene


nuestra palabra demonio
El daimon es, según se creía en la antigua Grecia, el genio o acompañante del alma (a veces
usado como sinónimo mismo del alma o psique). Ethos anthropos daimon, escribió
Heráclito, una frase que se traduce como Carácter es destino (daimon siendo destino en este
caso). Quizás nos ayude más leer la frase de Heráclito, llamado a veces el primer psicólogo,
de esta form El carácter del hombre es su daimon

Para Carl Jung el daimon es el inconsciente mismo, el cual domina y dirige nuestra vida
que no se ha individuado como un amo invisible. Es por ello que es importante conocer al
daimon, hacer conscientes nuestras motivaciones inconscientes e integrarlo; en términos
más populares, esto sería algo así como aprender a escuchar nuestro corazón o espíritu

Marsilio Ficino, el gran traductor de Platón, dijo sobre el daimon: Quien descubre su propio
genio a través de estos medios encontrará su trabajo natural y al mismo tiempo encontrará
su estrella y su daimon. Siguiendo este camino obtendrá felicidad y bienestar. Ficino, quien
fuera conocido como doctor del alma, amplía aquí el sentido de la frase inscrita en Delfos
Conócete a ti mismo; conocerse a sí mismo es conocer también a nuestro daimon, nuestro
destino, ese espíritu que nos guarda y asedia, como una estrella flotando sobre la tierra,
conectada al alma, según Plutarco
Patrick Harpur dice que una forma de imaginarlo es como una manifestación personal de un
dios impersonal. Esto nos recuerda al llamado dios de Sócrates, quien era su propio daimon
y quien lo obligaba a proceder rectamente, a seguir su propia conciencia, con fe más allá de
la muerte, por lo cual no titubeó en tomar la cicuta.
James Hillman en su libro The Souls Code examina la relación entre el daimon y una vida
plena que encuentra su significado. Sobre cómo evitamos el llamado de nuestro destino

Es nuestra decisión si seguimos el llamado o lo ignoramos pero, nos dice Hilllman, el


daimon no se irá y mientras no hagamos lo que quiere (que al final es lo que realmente
queremos nosotros) nos someterá a diferentes vejaciones. En otra parte Hillman dice que si
el alma no obtiene lo que quiere nos enferma, así el daimon o esta fuerza de un deber ser
nos obliga a aprender sometiéndonos a duras pruebas
Quizás lo más interesante es que la ciencia ha recuperado esta idea de la eudaimonía. El
profesor de medicina de UCLA Steve Cole ha realizado estudios sumamente interesantes
sobre la relación entre el sistema inmune y la felicidad, o cómo reaccionan nuestras células
a lo que subjetivamente llamamos felicidad, de lo que ha concluido que no hay duda de que
la mente y el sistema inmune están ligados. La mente parece modular en varios aspectos las
respuestas inmunes.

El estrés crónico que reduce la felicidad eudaimónica, sugiere Cole, puede acortar la
longitud de los telómeros, mientras que actividades como la meditación mantienen la
longitud de estos extremos de los cromosomas que protegen el ADN e intervienen en el
proceso de envejecimiento. En otras palabras, la disciplina mental es capaz de afectar la
expresión genética y regular la función de nuestro ADN. Para quienes dudan de los poderes
mentales del ser humano.

"Seis poetas toscanos", de Giorgio Vasari (Ficino es el último del lado izquierdo)
AngelAppearing to Zacharias1486-90
Botticelli primavera

Pensamiento de M Ficino

En el centro del pensamiento filosófico de Ficino se encuentra la metafísica de Plotino.


Asumió la teoría de las emanaciones divinas, propia del neoplatonismo. Aunque mantiene
abierta la posibilidad del hombre de conocer a Dios afirma que esto solo se logra a través
de una purificación interior típica de la moral estoica.

Así, hasta Cristo pasa a ser una idea de la virtud ¿Qué otra cosa fue Cristo sino una especie
de manual de ética, o sea de filosofía divina, viviendo como enviado del cielo siendo él
mismo una Idea divina de las virtudes, manifiesta a los ojos de los hombres.

En el campo teológico las teorías de Ficinio tuvieron una gran influencia en el siglo XV:
desde el punto de vista religioso se puede decir que su pensamiento puede ser interpretado
como un signo de tolerancia religiosa, un fuerte misticismo sin menoscabar el ideal
humanista del hombre como el centro de universo y la concepción del arte como expresión
de la idea hacia lo absoluto.
Quizás el aspecto más importante de su pensamiento sea la teoría del amor platónico en el
que se diferencia el amor sensual del amor espiritual como participación de Eros, que reúne
todo el universo y le mueve todas las criaturas hacia Dios

Así F explica un doble movimiento que es también un doble deseo que atraviesa toda la
creación, la divina exhalación e inhalación, diástole y sístole... Esto es, la separación (lo
propio de lo racional es separar, atomizar, analizar) y el descenso hacia el mundo material,
hacia la experiencia terrestre y la posterior restauración y el regreso a la unidad, a la esencia
del alma, lo que Plotino llama "el vuelo del solo al Solo". Encontramos aquí una forma de
entender uno de los grandes enigmas de la teología: ¿por qué el alma o ese compuesto
divino habría de alejarse de la divinidad para hacer y habitar un mundo menos perfecto? Y,
¿cómo este mundo material (la prisión del alma, en términos platónicos) ha atraído a la
inteligencia a sí mismo, en el proceso haciéndole olvidar su noble origen? Entre otras
cosasdice Ficino el l hombre es dual ...Sin esta dualidad, sin este aspecto racional que se ve
atraído por las fuerzas de engendrar, mover y sentir, y por el cual el alma se da a la tarea de
construir cuerpos, no habría seres en la Tierra, no habría una creación para glorificar al
Creador, no se habría iniciado la trama cósmica, este juego de escondidillas en una mansión
de espejos en el que tal vez se trate de advertir que aquel al que buscamos es aquel que
busca. Todo movimiento se convierte en un uróboros. Ficino, con la más fina destilación
erótica, en otra parte, habla de que Dios atrae hacia sí al mundo y la forma en la que
dispone este magnetismo se llama belleza y la energía con la que nos atrae y las almas se
atraen ya que llevan en ellas la luz de la divinidad se llama amor: En cuanto comienza en
Dios y deleita, nómbrase belleza; en cuanto pasa al mundo y lo extasía, se llama Amor. La
belleza y el amor son los dos sellos, los dos garantes, las dos tecnologías de éxtasis y
reminiscencia que aseguran el retorno al seno divino, la apocatástasis de todos los seres en
el Uno... y en el fondo son, nos dicen los platónicos, uno y lo mismo.

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Marsilio Ficino fue un ilustre humanista, filósofo, médico, astrólogo y filólogo italiano del
renacimiento nacido en Figline Valdarno el 19 de octubre de 1433, cerca de Florencia y
muerto en Careggio el 1 de octubre de 1499. Se formó en Medicina y Filosofía y fue
ordenado sacerdote en 1473, llegando a ser canónigo de la catedral de Florencia.
Su filosofía contribuyó al surgimiento de creaciones artísticas como La Primavera y El
Nacimiento de Venus, de Botticelli, y su influjo se extendió por todo el Renacimiento
llegando a afectar a personalidades tan diversas como Durero, Agrippa von Nettesheim,
Paracelso, Milton y Pico della Mirandola.

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