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Texto para Acompañar La Lectura Del Texto de Pérez Lalli
Texto para Acompañar La Lectura Del Texto de Pérez Lalli
Introducción
La presente clase tiene como objetivo acompañar la lectura del texto de la Lic. Mariela
Pérez Lalli llamado “Las técnicas proyectivas: un abordaje epistemo-metodológico”. El
mismo está incluido en las unidades I y II del programa de la materia. Dicho texto nos
permite mostrar la complejidad del trabajo que asume el evaluador quien partiendo de
entrevistas en la que incluye técnicas de exploración de la personalidad debe elaborar
conclusiones diagnósticas. El mencionado proceso lejos de ser una “traducción” de lo
que se observa al estilo de “una característica de un dibujo tiene una determinada y
única significación”, supone un complejo proceso inferencial en donde los significados
son co-construidos entre el evaluador y el sujeto evaluado.
Partiendo de las ideas que hemos desarrollado en clases anteriores, la práctica del
proceso psicodiagnóstico (en adelante PD) generalmente comienza con una demanda
de un sujeto que necesita de la intervención técnica del profesional. Dicha demanda que
puede ser espontánea, situación poco frecuente, o realizada por un derivante supone
objetivos a cumplir durante y una vez finalizado el proceso.
Relacionado con los objetivos, en el PD por la responsabilidad que rige para los
profesionales de la salud, “se le puede exigir al profesional: diligencia, medios
adecuados, pericia suficiente y conocimiento de la norma. No se le puede exigir: que el
resultado sea bueno y satisfactorio siempre. El contrato del psicólogo es un contrato de
medios, pero no de resultados garantizados.” (Hermosilla, 2001, citado por Pérez Lalli,
2014).
¿Qué significa que no se nos puede exigir que el resultado sea bueno y satisfactorio
siempre? ¿Qué implica que el contrato sea de medios pero no de resultados
garantizados? Estas preguntas llaman a la reflexión sobre la praxis, y son un punto de
partida del texto de Mariela Pérez Lalli “Las técnicas proyectivas: un abordaje epistemo-
metodológico” (2014). También abren interrogantes sobre las tres condiciones
principales de la epistemología: verdad, creencia y justificación.
Para comprender esto, retomamos algunas nociones sobre las que gira el debate en las
disciplinas científicas. Podemos reconocer dos relatos contrapuestos acerca de la
ciencia. Para la posición positivista, los únicos enunciados que tienen sentido son
aquellos que pueden contrastarse con los hechos. Para dicha postura los enunciados
de las ciencias son verdaderos o falsos y han de ser filtrados por el método científico.
Por su parte, para la posición hermenéutica no hay hechos sino que sólo hay
interpretaciones. Así los enunciados de la ciencia son textos que hablan sobre otros
textos y la verdad o falsedad se reduce también a un problema de interpretación
(Calabrese, 2004). Frente a dicha postura, existe una tercera posición que es la
compleja, en ella hay hechos y hay interpretaciones y entre una u otras hay
interacciones complejas.
Esta sería una visión positivista, que trata de liberar a la ciencia del “sujeto” concebida
como una gran edificio basado en la razón, que debe sustentarse en la observación y la
experimentación, las cuales permitirían arbitrar entre la verdad o la falsedad de las
teorías que ese sujeto construye (Calabrese, 2004, p.2).
Reconocemos en esta postura una visión hermenéutica del método científico que de
acuerdo con Váttimo puede definirse así “un enunciado es verdadero cuando resulta
conforme con una interpretación establecida, aceptada e instituida dentro de una
comunidad de pertenencia” (Citado en Calabrese, 2004, p. 3).
Vale retomar aquí las palabras de Hermosilla acerca de que podemos garantizar medios
pero no resultados y así postular que las conclusiones en PD podrían ser verosímiles y
válidas, pero no verdaderas. Serán verosímiles en la medida que haya “credibilidad en
relación a la red de relaciones en la que estamos insertos, tanto la persona a la que
pretendemos conocer como a nosotros mismos” (Kacero, E., 2000, citada por Pérez
Lalli, 2008).
Una vez definida en esta postura epistemológica, la autora enuncia las implicancias que
promueve en los niveles lógicos y metodológicos. Define al PD como un proceso de
investigación que tiene como objetivo la construcción de conocimientos acerca de
la persona evaluada. En esta línea, ubica a las Técnicas Proyectivas (en adelante TP)
como mediatizadoras entre el caudal experiencial y teórico que tenga el evaluador que
le permitirá operacionalizar la evidencia empírica; y a su vez lo que producirá que lo
captado por los sentidos atraiga los constructos teóricos necesarios para dar cuenta del
funcionamiento psíquico de la persona evaluada. Es decir, define a las TP como
catalizadores de la articulación empírico-teórica, permitiendo acciones de parte del
profesional psicólogo, en función de los objetivos diagnósticos.
Eje lógico
Cuando Pérez Lalli aborda este eje destaca que históricamente hubo una supremacía
de la utilización del método hipotético-deductivo en la comunidad científica. Recordemos
que este método supone que una hipótesis debe ser contrastada a través de la
derivación de consecuencias observacionales que serían esperables en el material
empírico (siempre que la hipótesis sea acertada). La hipótesis debe cotejarse, lo que
permitirá su ratificación, rectificación y hasta su rechazo. Cuanto más resista la
contrastación empírica, más fortaleza tendrá esa hipótesis.
Es en este punto que Pérez Lalli nos advierte de los problemas y limitaciones del método
hipotético deductivo (HD) utilizado con exclusividad en el PD.
Así, como respuesta a una técnica gráfica podemos encontrar dibujos ordenados,
prolijos y completos, con bastante detallismo. También conservación de la simetría,
buenas delimitaciones de las partes internas y externas del concepto gráfico. Como
indicadores del temor a la pérdida del control sobre el deseo reprimido el sujeto puede
repasar sus trazos, lo que en ocasiones puede dar lugar a “suciedad” en su dibujo
(evidenciando el fracaso del control). Si lo que se reprimen son los deseos agresivos,
pueden aparecer personajes amables, o con características bondadosas en los que se
descarten componentes ligados a la agresividad. Cuando el mecanismo es utilizado de
manera rígida, las características señaladas tienden a incrementarse denotando exceso
de control, orden y meticulosidad.
Además, Pérez Lalli nos recuerda que idénticos observables remiten a diferentes
variables psicológicas, porque no existe una relación de representación directa entre los
observables y los indicadores con las variables a las cuales pueden remitir. Un ejemplo
de ello puedo darse en un gráfico ya que si tomamos el observable “tamaño grande”,
recurriendo a las hipótesis genérico/teóricas (inferencias iniciales que se realizan de
acuerdo a los aportes de los autores en la sistematización del análisis de las técnicas)
puede ser un indicador de diferentes variables:
Por otro lado, se abre el interrogante sobre cómo se formulan las hipótesis en el método
hipotético-deductivo, porque las mismas forman parte de las premisas, de la que luego
se deducirá la conclusión que será la consecuencia observacional. En este sentido, el
conocimiento al que se arriba no es ampliativo, porque lo que se dice en la conclusión
ya estaba contenido en las premisas.
Esta es la razón por la cual la autora plantea la necesidad de construir las hipótesis que
sean propias para cada evaluado. Nos aclara que el profesional debería adoptar una
posición de construcción de conocimiento, en el sentido que por más que las técnicas
hayan arrojado atributos que establecen que se corresponden con determinado cuadro
diagnóstico que satisface al profesional (como se haría utilizando la deducción), éste
debe preguntarse si no hay algo más, algo diferente que convoque a construir una
hipótesis. Propone para ello el método abductivo porque es aquel que cuenta de la
lógica del proceso de construcción de conocimientos, inherente a la instancia de
descubrimiento que complementa, articula y da sentido a la mecánica deductiva
argumentativa.
El método abductivo supone una relación dialéctica entre la teoría y los observables
para a partir de allí enunciar una hipótesis novedosa. Dicha interacción dialéctica es la
que permite la construcción cognoscitiva original porque lo que allí se enuncia no estaba
contenido en ninguna premisa. Por eso es un conocimiento ampliativo.
Para Pérez Lalli antes de poner a prueba una hipótesis mediante el método hipotético-
deductivo, hay que enunciarla, crearla a partir de una postura activa que llama a salir de
recurrir a nuestras reglas teóricas para ver si encontramos indicios en las producciones
del sujeto evaluado, para buscar algo más, algo diferente que permita construir la
hipótesis antes de ponerla a prueba mediante la lógica deductiva. Cabe aclarar que si
bien la abducción pertenecería al contexto de descubrimiento y la deducción al de
justificación, de ninguna manera se postula una diferenciación cronológica entre ambos
contextos. Son varios los procesos inferenciales que actúan como sistema en la
generación de conocimiento.
Ahora bien, la posición planteada trae consigo una limitación, las conclusiones no serán
verdaderas, sino verosímiles. Garantizaremos un correcto medio para arribar a ellas,
pero nunca un resultado verdadero. Ello conlleva a definir el eje metodológico.
Eje metodológico
En íntima relación con el eje lógico, debemos demarcar el camino por el cual queremos
llegar al objetivo de describir, comprender y explicar el funcionamiento psicológico del
sujeto evaluado. Este eje traza el recorrido del proceso que supone construir las
hipótesis desde los observables y los pasos a seguir hasta arribar a las conclusiones
diagnósticas, siempre probables, nunca verdaderas.
Dejamos de hablar de observables para utilizar el concepto indicador. Los mismos son
definidos como toda manifestación del sujeto que “hable” de alguna función,
característica o capacidad psicológica (variable). Siguiendo el ejemplo, el “tamaño” es
un indicador, da cuenta de la variable autoconcepto. El autoconcepto no es observable
directamente, es una característica atribuible a todo sujeto, pero que debe ser evaluada
a la luz de indicadores a los que se encuentra relacionada por reglas teóricas.
Siguiendo el camino, el profesional releva los indicadores diferentes, los articula y así
va comenzado a darles sentido a las manifestaciones del sujeto. Retomando el ejemplo,
el tamaño grande del dibujo también se articula con una presión fuerte, un trazo recto
en punta, remarcado, anguloso, en un dibujo centrado. Los elementos de contenido en
el gráfico de la persona como ser cuello grande y marcado, énfasis en los ojos, nariz
puntiaguda y angulosa, boca remarcada con presencia de dientes, torso amplio y
desnudo. Relevando y articulando estos indicadores diferentes, construyendo una
particular constelación de indicadores, se ilumina la hipótesis de tendencias agresivas
en el sujeto. Dicha hipótesis también es presuntiva, simple conjetura, producto de la
constelación de indicadores y puede enunciarse así “el sujeto presenta impulsos
agresivos”. Es novedosa, específica para el sujeto evaluado y se suma a la ya construida
respecto “el sujeto presenta un autoconcepto elevado”. En tanto hipótesis como un
proceso inherente a toda investigación, son un fenómeno dinámico, siempre se
encuentran en movimiento, nunca son una afirmación definitiva.
Cuando estas hipótesis diagnósticas, potentes y fortalecidas por las exigencias tanto
empíricas como teóricas a las que se las ha sometido, puedan ser articuladas con los
objetivos del psicodiagnóstico que originaron el proceso y permitir la elaboración de un
pronóstico, alcanzarán el estatuto de conclusiones diagnósticas. Cabe recordar que
en función del proceso realizado, las conclusiones serán probables, verosímiles pero no
verdaderas. Recordemos, el profesional garantiza medios, pero no fines. Siguiendo
nuestro ejemplo, si la evaluación se da en el marco de un psicotécnico, el profesional
informará que el sujeto presenta un elevado autoconcepto y tendencia a las conductas
agresivas. Sugerirá que dichos impulsos podrían manifestarse frente a obstáculos en la
persecución de objetivos, tendiendo a responsabilizar a sus pares o subordinados por
las causas de dicho fracaso. Así arribamos a formular conclusiones diagnósticas, porque
las HD fueron relacionadas con los objetivos del PD, en este caso una evaluación
psicotécnica y permitieron la elaboración de un pronóstico altamente probable acerca
de la conducta del sujeto en el ámbito laboral.
Esta posición lógica y metodológica lleva a la autora a revisar las concepciones clásicas
de los conceptos recurrencias y convergencias.
En este punto es que Pérez Lalli nos advierte la necesidad de hacer distinciones
metodológicas. Es importante distinguir la recurrencia de observable (insistencia de
un mismo tema, conducta, pauta formal en gráficos, etc.) sostenida en la definición
tradicional del concepto, de la recurrencia de hipótesis (la misma tendencia psíquica
expresada en distintos indicadores). En esta última postura, la articulación de las
diversas expresiones del sujeto recurriendo en un mismo sentido es indispensable para
la producción diagnóstica. En nuestro ejemplo, una recurrencia de hipótesis estaría
determinada porque el evaluador no sólo releva el tamaño grande, sino también
características del trazo, de la presión, de la particular manera de realizar el dibujo de la
persona, las verbalizaciones, la relación que establece en la entrevista, etc. para
determinar la tendencia psíquica “el sujeto presenta impulsos agresivos en su conducta
debido al fracaso en el control de los mismos”.
Por otro lado, para Renata Frank las convergencias son “la reiteración de una secuencia
dinámica que se expresa a través de indicadores disímiles y en algunos casos hasta
opuestos” (citada por Pérez Lalli, 2014, p.38). Se sostenía que podían representar los
términos de un conflicto y la defensa.
Esto supone 4 posibilidades de hallar convergencias:
Como ejemplos podemos retomar los trabajados por Veccia y Calzada (2002) quienes
relevan que el gráfico de una casa en la parte superior de la hoja (pauta formal), como
volando puede demostrar cierta tendencia al fantaseo, y un árbol emplazado en la zona
inferior (pauta formal que se expresa de manera opuesta) con grandes raíces (pauta de
contenido) demostrando control y ligazón exacerbada a la realidad; pueden ser
interpretadas cono necesidad de controlar las fantasías por temor a la desorganización,
lo que lo llevan a aferrarse a la realidad, comportándose de manera formal o
sobreadaptada (p.54).
Aclara también que la “convergencia debe ser recurrente, debe insistir la oposición y
contradicción en las distintas técnicas. Son las hipótesis respecto a tendencias opuestas
las que se potencias mutuamente por la misma dinámica que expresan” (p.40).
Retomando el ejemplo de la evaluación psicotécnica, mencionamos las características
del dibujo en las cuales se construía la hipótesis de las tendencias agresivas, sin
embargo relevamos que durante la entrevista el sujeto se mostraba respetuoso, cordial,
colaborador y formal en su trato. Estas tendencias opuestas dan cuenta de un intento
de mostrarse amable y cordial pero eso fracasa debido a la labilidad en el control de
impulsos lo que lleva a que se manifiesten las tendencias agresivas en el sujeto.
Cabe subrayar que Pérez Lalli señala que una mera modalidad opuesta en el despliegue
de conductas de un sujeto, no debe necesariamente ser relevada como una
convergencia, ya que puede tratarse de una manera flexible de expresarse del sujeto,
en función del contexto. Para que sea relevado como una convergencia deben insistir
las tendencias opuestas de funcionamiento psicológico.
Referencias