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Existen diferentes tipos de líquidos que se utilizan en la fluidoterapia, los cuales se clasifican en
cristaloides y coloides. Los cristaloides son soluciones acuosas que contienen electrólitos y se
dividen en isotónicos, hipotónicos e hipertónicos. Estos líquidos son ampliamente utilizados
debido a su disponibilidad, bajo costo y capacidad para restaurar el volumen intravascular. Por
otro lado, los coloides son soluciones que contienen partículas suspendidas, como albúmina o
derivados del almidón. Estos líquidos tienen una mayor capacidad para permanecer en el
espacio intravascular, lo que puede ser beneficioso en situaciones de hipovolemia grave, pero
su uso se ha asociado con efectos adversos y su elección debe ser cuidadosamente evaluada. Se
utilizan diferentes tipos de líquidos, que se clasifican en cristaloides y coloides.
Cristaloides
- Solución salina isotónica (0,9% de cloruro de sodio): Es una solución de cloruro de sodio
en agua, con una concentración similar a la del plasma sanguíneo. Se utiliza
comúnmente para la reposición de líquidos y restablecimiento del volumen
intravascular.
- Solución salina hipotónica: Tiene una concentración de cloruro de sodio inferior a la del
plasma sanguíneo. Se utiliza en casos de deshidratación celular o para administrar
líquidos adicionales cuando no se requiere una expansión rápida del volumen
intravascular.
- Solución salina hipertónica: Contiene una concentración de cloruro de sodio superior a
la del plasma sanguíneo. Se utiliza en situaciones de hipovolemia grave o shock para una
rápida expansión del volumen intravascular.
Coloides
- Albúmina: Es una proteína plasmática que se utiliza como coloide. Ayuda a mantener la
presión osmótica y el volumen intravascular. Se utiliza en casos de pérdida masiva de
líquidos o hipovolemia grave.
- Hidroxietil almidón: Es un coloide sintético derivado del almidón. Tiene un efecto de
expansión de volumen más duradero que los cristaloides. Sin embargo, su uso ha
disminuido debido a preocupaciones sobre la seguridad y la posible asociación con daño
renal agudo.
- Gelatina: Es un coloide derivado de la proteína animal. También ayuda a mantener la
presión osmótica y el volumen intravascular. Sin embargo, su uso se ha reducido debido
a preocupaciones sobre la seguridad y la posible interferencia con la coagulación
sanguínea.
La elección del tipo de líquido y la cantidad a administrar depende de varios factores, como el
estado clínico del paciente, el tipo de cirugía, las pérdidas estimadas y las necesidades
individuales. En general, se busca restablecer y mantener la volemia, evitar la deshidratación y
corregir los desequilibrios electrolíticos. Sin embargo, el equilibrio es crucial, ya que tanto la
hipovolemia como la sobrecarga de líquidos pueden tener consecuencias negativas, como
hipoperfusión tisular o edema pulmonar.
DOSIS ESTÁNDAR
La dosis estándar de fluidoterapia en anestesiología puede variar según la gravedad de la
cirugía y el grupo de edad del paciente. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas
dosis pueden variar según las pautas clínicas, las preferencias del médico y las necesidades
individuales del paciente. A continuación, se mencionan algunas consideraciones generales:
Es fundamental recordar que estas dosis son solo orientativas y que la fluidoterapia debe ser
adaptada a las necesidades y características individuales de cada paciente. Los médicos
anestesiólogos son los profesionales capacitados para evaluar y determinar las dosis adecuadas
de fluidoterapia en cada situación clínica específica.
RIESGOS Y COMPLICACIONES
La fluidoterapia mal administrada puede conllevar varios riesgos y complicaciones para los
pacientes. Algunos de los riesgos asociados a una mala administración de fluidos son:
COMENTARIO
En resumen, la fluidoterapia en anestesiología es esencial para mantener la estabilidad
hemodinámica y prevenir desequilibrios hidroelectrolíticos durante el período perioperatorio.
La elección del tipo y cantidad de líquido a administrar debe basarse en una evaluación
individualizada del paciente, con el objetivo de restablecer y mantener la volemia adecuada. Es
decir, no hay una dosis que administraremos a todos los pacientes. Además se debe evaluar
cuidadosamente el equilibrio entre los riesgos y beneficios de la administración de líquidos,
considerando factores como la edad, la presencia de enfermedades preexistentes, la respuesta
fisiológica al estrés quirúrgico y la monitorización hemodinámica continua. La monitorización
hemodinámica continua y el seguimiento cercano del paciente son fundamentales para
garantizar una fluidoterapia segura y efectiva. Con una correcta administración de fluidoterapia
se van a cumplir las necesidades hemodinámicas del paciente y van a evitar complicaciones pre,
trans y postoperatorias. Garantizando así un procedimiento quirúrgico – sea este de riesgo
menor o mayor – seguro para todos los grupos etarios.
BIBLIOGRAFIA
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