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UNIDAD 38
FLUIDOTERAPIA
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Introducción
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vez que se alcance el equilibrio hídrico, manteniendo sólo un décimo del total
de fluidos administrados.
En la terapia de fluidos es importante recordar que existe un balance
entre las fuerzas que favorecen la retención de fluidos en el espacio vascular
(presión oncótica plasmática y presión hidrostática tisular) y fuerzas que
favorecen la filtración de fluidos hacia el espacio intersticial (presión oncótica
tisular y presión hidrostática capilar), balance que mantiene el volumen de
sangre circulante. La presión oncótica plasmática, por lo tanto, evita la
pérdida de grandes volúmenes de líquido hacia el espacio intersticial y se
considera el factor clave para mantener el balance de fluidos y evitar la
formación de edema, donde la presión hidrostática plasmática aumenta y la
presión oncótica disminuye.
En condiciones normales, las proteínas plasmáticas y, particularmente la
albúmina, son las principales responsables de la mantención de la presión
coloide osmótica. En pacientes hipoproteinémicos o que cursan con
patologías perdedoras de proteínas deben ser monitoreados ante la mayor
posibilidad de presentar edema durante la terapia de rehidratación que un
paciente que presenta este parámetro normal.
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Otras ventajas de la terapia de fluidos es mejorar el aporte de oxígeno a
los tejidos al normalizar la viscosidad de la sangre, proporcionar aporte
nutricional y corregir anemias (sangre).
Soluciones cristaloides
Corresponden a soluciones basadas en agua que contienen pequeñas
moléculas que son osmóticamente activas en los fluidos corporales y
permeables a las membranas de los capilares. La cantidad de solución que
permanece en los vasos sanguíneos depende de las Fuerzas de Starling y de la
distribución de agua en el cuerpo. La concentración de sodio es el mayor
aporte a la osmolalidad de los cristaloides. Los fluidos isotónicos son aquellos
que tienen una osmolalidad igual a la de los eritrocitos y, en consecuencia, no
afecta el intercambio de fluidos a través de la membrana. Las soluciones
hipertónicas se utilizan para producir un flujo de agua hacia el espacio
vascular, produciendo un rápido aumento en el volumen intravascular hasta
que se produce el equilibrio a través de las membranas. Las soluciones
isotónicas, como Dextrosa 5% en agua, producen un aumento en el volumen
celular de acuerdo a las gradientes osmóticas que determinan la distribución
de agua total en el cuerpo.
Las soluciones cristaloides se pueden considerar como de reemplazo o
de mantención. Las primeras son aquellas que contienen una concentración
de sodio similar a la del espacio extracelular, siendo el cristaloide ideal para
resucitación y rehidratación intersticial la solución de Ringer Lactato. Las
soluciones de mantención contienen menos sodio que el plasma y son
utilizadas para reemplazar pérdidas sensibles e insensibles de agua y
electrolito.
Solución NaCl 0,9%: Solución isotónica. Aporta solamente sodio y cloro en igual
cantidad (154 mEq/l). Puede ser utilizado como solución de rehidratación en
hipercalemia e hipercalcemia. También puede ser utilizada como solución de
mantención, pero debe considerarse la adición de cloruro de potasio de
manera de lograr 20-40 mEq/l de solución ante signos de debilidad muscular
en el paciente diarreico.
Solución Ringer Lactato: Esta solución tiene una composición similar a la del
líquido extracelular. Es considerada una solución de reemplazo. Aporta sodio,
cloro, potasio y calcio, siendo este último ión un problema en caso de
administrar fármacos a través de infusión intravenosa, por la posibilidad de
cristalizar el fármaco. El aporte de energía es sólo de 9 kcal/l. Por ello, esta
solución no es utilizada para vehiculizar medicamentos.
Solución Ringer: Tiene un aporte cualitativo similar al Ringer Lactato, sólo que
en cantidades levemente mayores. A diferencia de la anterior, no aporta
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lactato como buffer. Se utiliza para la reposición de ácido a consecuencia de
vómitos agudos. Se recomienda adicionar potasio.
Solución Poliiónica: Solución isotónica. Aporta NaCl (bajo aporte), KCl, MgCl 2,
gluconato de calcio, lactato de sodio y glucosa. Puede asociarse a solución
salina isotónica. Buena selección en cuadros de hipotonía muscular, pero es
recomendable controlar los niveles de potasio, ya que en comparación con la
solución de Ringer Lactato, ésta presenta 16 mEq/l más de potasio.
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contraindicada en cuadros de hipernatremia, insuficiencia renal, shock
cardiogénico y contusión pulmonar.
Coloides
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concentración de los factores de la coagulación por hemodilución, recubren
las paredes de los vasos sanguíneos y elementos celulares, deterioran el
desarrollo inicial del coágulo, además de alterar la elasticidad y la fuerza de
tensión de los agregados del coágulo de fibrina. En pacientes con
anormalidades en la coagulación, es posible que se presenten hemorragias
con mayor facilidad.
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VIII, von Willebrand) pero sí los factores dependientes de la vitamina K (II, VII, IX
y X), además de la albúmina e inmunoglobulinas.
Las indicaciones para la administración de plasma incluyen hemorragias
acompañadas de una disminución de los factores de la coagulación, pérdida
de sangre de más del 30% , signos clínicos de letargo, shock, hipotensión,
hemorragia activa y respuesta insuficiente a la administración de coloides y
cristaloides. La dosis recomendada es de 45 ml/kg.
La administración de soluciones coloidales siempre debe estar
acompañada de soluciones cristaloides. Es importante recordar que, la
efectividad de todos los fluidos que expanden volumen depende de la
presencia de volúmenes de fluidos adecuados en el espacio intersticial. Un
paciente en shock que está deshidratado no contará con las reservas
suficientes de fluidos, por lo que es necesaria la administración de cristaloides
en forma simultánea a los coloides para obtener el máximo beneficio.
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Deshidratación (déficit): El volumen de líquidos para recuperar el déficit
se calcula considerando la elasticidad cutánea y el peso corporal del
individuo. La elasticidad cutánea se evalúa traccionando suavemente la piel
del tronco craneal del paciente, notando cuantos segundos ésta tarda en
alcanzar su estado inicial (antes de la tracción). Cada segundo que el tejido
demore en recuperar la normalidad en su estado, debe ser adicionado a un 4-
5% inicial (estado de deshidratación que no es detectable por medios
clínicos). Por ejemplo, si un paciente presenta 4 segundos de retardo en la
evaluación de elasticidad cutánea, los fluidos deben ser estimados para un 9-
10% de deshidratación.
Luego, el total de volumen necesario para reponer el DÉFICIT se calcula
multiplicando este valor por el peso del animal. Asumiendo que el paciente
pesa 20 kilos, el volumen necesario para corregir el déficit es de 1,8 litros de
solución (0,09 x 20 = 1,8L).
Mantención: El volumen de mantención corresponde al volumen de
fluidos (en ml) y la cantidad de electrolitos que deben ser ingeridos
diariamente para mantener el volumen de agua corporal total y la cantidad
normal de electrolitos. Diariamente, hay pérdidas obligadas de agua como
consecuencia de los procesos metabólicos normales, los que alcanzan un
rango entre 40 a 60 ml/kg. Este volumen considera las pérdidas sensibles (orina,
por ejemplo) y las pérdidas insensibles, que corresponden al agua eliminada a
través del tracto respiratorio, digestivo y de la sudoración.
Pérdidas sensibles: Corresponden al agua eliminada por el tracto
urinario y gastrointestinal. En promedio, un animal elimina normalmente entre
20 y 40 ml/kg/día. Hay estados patológicos que producen variaciones en los
volúmenes indicados como diarreas, vómitos, poliuria, etc. Idealmente, la
cantidad de fluidos a administrar debieran ser medidos de manera exacta
(conociendo el peso de la caja de arena o del material que cubre la jaula del
paciente antes de colocarlo en la jaula y pesarlo al momento de retirarlo).
Como muchas veces esto no es posible, puede asumirse una pérdida diaria de
30 ml/kg.
Entonces, si un paciente no presenta un aumento de las pérdidas
sensibles, no será necesario agregar el equivalente a estas pérdidas al total de
fluidos, ya que éstas estarán incluidas en el volumen de mantención. Por el
contrario, si el paciente cursa con un estado en que las pérdidas sensibles
están aumentadas, se debe agregar el volumen a reponer considerará el de
mantención, el de las pérdidas y el déficit.
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volúmenes calculados no se deben administrar durante las 24 horas, sino que
el clínico debe definir la velocidad más adecuada para el paciente.
Como norma general, se puede identificar 2 tipos de pacientes:
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Pediátrico 60 gotas = 1 ml
Adulto 20 gotas = 1 ml
Vía oral
Esta vía es generalmente de escasa utilidad para animales pequeños,
pero la principal en el caso de terneros. Si bien es cierto, no requiere asepsia,
es segura y económica, la administración está limitada a la ingestión voluntaria
o a través de una sonda nasogástrica. Procesos como vómitos, diarrea,
determinarán que la utilización de esta vía para la administración de fluidos
sea un tratamiento ineficiente. A modo de ejemplo, un paciente con diarrea
podrá eventualmente ingerir líquidos en forma voluntaria, pero debido a que
los procesos de absorción están comprometidos a nivel de intestino, no se
logrará hidratarlo aun cuando se administre la solución adecuada y el
volumen necesario. La vía oral estará entonces contraindicada hasta que los
procesos mencionados no sean controlados.
El contenido electrolítico de las soluciones de rehidratación oral incluyen
iones mayores (sodio, potasio, cloruro y bicarbonato). La solución ideal incluye
60 a 90 nmol/l de sodio y 60 a 110 nmol/l de glucosa.
La administración parenteral de fluidos es más eficiente en la terapia en
un paciente deshidratado en comparación con la vía oral. Las vías
parenterales que se pueden utilizar incluyen la vía subcutánea, intravenosa,
intraperitoneal e intraósea. Todas ellas requieren medidas de asepsia en la
administración, así como la esterilidad de los productos a administrar.
Vía subcutánea
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fluidos administrados por esta vía demoran cerca de 6 horas en absorberse. En
equinos, bovinos y otras especies no es una vía útil debido al gran volumen de
fluido que debe ser administrado, que puede superar varios litros.
La composición del líquido administrado por esta vía debe ser
comparable a la del líquido extracelular. No se deben usar líquidos sin
electrolitos como por ejemplo dextrosa 5% porque puede causar una
absorción considerable y agravar en forma transitoria los desequilibrios
electrolíticos. Las soluciones hipertónicas (solución poliiónica, salina
hipertónica, etc) están contraindicadas.
Vía intravenosa
La utilidad de la administración venosa incluye la administración de
cristaloides y coloides, fármacos, nutrición parenteral, productos sanguíneos y
tener acceso permanente para los manejos de urgencia, siendo la vía de
elección cuando se desea expandir el volumen sanguíneo. Es claramente
superior a la administración subcutánea en cualquier individuo grave con
perfusión tisular deficiente. Permite la administración de grandes volúmenes de
fluidos sean éstas soluciones isotónicas, hipotónicas o hipertónicas, sangre o
plasma. Además, permite la administración de sustancias irritantes como es el
caso de algunos fármacos.
Los catéteres siempre se deben manejar en forma aséptica y libres de
humedad. La punción se debe realizar en regiones alejadas de las fuentes de
contaminación (orina o heces). Al colocar un catéter intravenoso, se debe
utilizar desinfectantes en el sitio de punción. Las bránulas no deben
permanecer en una vena por más de 72 horas. Transcurrido ese tiempo, se
debe colocar un nuevo catéter en un lugar distinto al utilizado anteriormente,
para permitir la reparación de tejidos. Mientras éste se mantiene en el animal,
se puede utilizar 1 a 3 ml de una solución de heparina diluida en suero
fisiológico o solución salina isotónica, cada 3 a 4 horas, de mantener la vía
permeable.
Los líquidos adecuados para administración intravenosa incluyen todos
los cristaloides isotónicos (NaCl 0,9%, solución Ringer Lactato), coloides
sintéticos (dextran hetalmidón, pentalmidón), plasma, sangre, cristaloides
hipotónicos (NaCl 0,45%) y cristaloides hipertónicos (NaCl 7%, dextrosa 50% en
agua).
Las complicaciones que pueden surgir durante una terapia de líquidos
por vía intravenosa incluyen extravasación de líquido al tejido perivascular,
trombosis, tromboflebitis, infecciones, embolia gaseosa o por fragmentos del
catéter y hemorragias, todas graves y que obligan a que el médico veterinario
deba vigilar el estado adecuado de la vía.
Vía intraperitoneal
Permite la absorción rápida de grandes volúmenes, aunque la
reposición es más lenta que la vía intravenosa. La absorción de fluidos puede
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ser incluso más lenta cuando se utiliza en pacientes hipotensos o hipotérmicos,
por lo que esta vía no se recomienda en estos pacientes. Es una opción
transitoria para infundir bolos de líquido en pacientes con disminución del riego
y, por lo tanto, puede facilitar el establecimiento de un acceso vascular.
Un gran peligro con esta vía es la posibilidad de causar peritonitis
infecciosa a consecuencia de la falta de asepsia, lesionar órganos
abdominales al introducir agujas o catéteres en la cavidad peritoneal, o la
inflamación y escape de líquido al tejido subcutáneo adyacente al abdomen.
Vía intraósea
Utilizada más frecuentemente en cachorros, se reserva casi
exclusivamente para la reanimación cuando no es posible obtener un acceso
vascular. Pese a la eficiencia que presenta esta vía en la administración de
líquidos, se recomienda mantenerla hasta que se logra establecer el acceso
vascular, de manera de evitar la presentación de complicaciones como
osteomielitis, pérdida de líquido por el sitio de administración, embolismo graso,
entre otras.
Los sitios de administración intraósea corresponden a la cresta ilíaca,
fosa trocantérica del fémur y cabeza del húmero. Se debe depilar la piel y
seguir rigurosas normas de asepsia tanto en la inserción de la aguja como
durante el tiempo que se están administrando los fluidos con el fin de evitar
infecciones. La administración es dolorosa, por lo que es necesario infiltrar el
área con lidocaína.
La captación de líquidos desde la médula ósea es rápida y ocurre a
través de los sinusoides medulares que drenan venas nutrientes en dirección a
la circulación general. Los líquidos que pueden ser administrados por esta vía
corresponden a los mismos utilizados en la vía intravenosa: fármacos (atropina,
diazepam, dobutamina, dopamina, adrenalina, heparina, insulina, morfina),
dextran 70, plasma, dextrosa, ringer lactato, solución salina iso o hipertónica y
sangre.
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Alcances de la terapia de fluidos de acuerdo a la especie
Gatos
En los gatos, los fluidos deben ser administrados con cautela. El manejo
de los gatos varía sustancialmente en comparación a los perros,
especialmente en el estado de shock.
Hay tres signos a los que se le debe prestar atención en felinos en shock:
la frecuencia cardíaca, la presión y la temperatura corporal. Los signos
simpaticomiméticos observados en otras especies no aparecen de manera
característica en el gato. El shock en esta especie puede manifestarse por una
frecuencia cardíaca normal o disminuida, hipotermia severa (<36,7ºC), pulso
periférico débil o no detectable y depresión mental profunda. Las mucosas se
presentan grises o blancas y el tiempo de llenado capilar puede estar
retrasado.
En estos pacientes hay una cadena de eventos que agravan
progresivamente el cuadro. Hay estimulación vagal que bloquea la respuesta
típica (taquicardia). La disminución de la perfusión periférica contribuye a la
hipotermia. La hipotermia causa una reducción en la capacidad del
hipotálamo para responder a la pérdida de calor, y la capacidad de los vasos
sanguíneos para responder a las catecolaminas disminuye. Esto resulta en
vasodilatación, con la mantenida hipotensión e hipotermia. A esta contribuyen
la bradicardia y el bajo gasto cardiaco; la hipotermia acentúa la bradicardia
por depresión del nodo sinusual.
Para que la terapia con fluidos para felinos en shock sea efectiva, es
necesario mantener al paciente a una temperatura adecuada. Se puede
aplicar fuentes de calor externas en el tórax y abdomen, evitando las
extremidades y de no producir quemaduras.
Debido a que los vasos sanguíneos no responden a las catecolaminas
durante la hipotermia, la hipotensión perdura en el paciente. La tendencia
sería mantener la terapia de fluidos. Sin embargo, una vez que el paciente se
torna normotérmico y los vasos sanguíneos responden a las catecolaminas con
vasoconstricción, puede haber extravasación de fluidos causando edema
pulmonar. Las recomendaciones estándares de cristaloides para el gato
descompensado (50 a 70 ml/kg en 1 hora) puede causar una sobrecarga de
volumen cuando el paciente recobra la temperatura normal. En estos
pacientes (hipotérmicos), el volumen debe administrarse a baja velocidad
(mantención) y a bajo volumen (5-10 ml/kg/hr). Una vez que se normaliza la
temperatura, se debe evaluar nuevamente la presión sanguínea,
manteniendo la administración de fluidos hasta que este último parámetro se
normalice. Posteriormente, la fluidoterapia debe administrarse en volúmenes
necesarios para mantener la presión.
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Terneros
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Hidratación parenteral: sólo se realiza cuando hay personal adiestrado.
Farmacológicamente, esta vía presenta ventajas como la distribución más
rápida de agua y electrolitos, posibilidad de selección de soluciones más
completas y respuestas clínicas más rápidas. Las soluciones más utilizadas por
esta vía con la solución de glucosa 5%, solución ringer lactato (repara déficit
de sodio, potasio, bicarbonato y compensa la acidosis), solución poliónica.
Normalmente, las terapias de rehidratación no se realizan en su totalidad con
una única solución, sino que estas pueden combinarse (por ejemplo, 50% del
volumen total con ringer lactato, ¼ con poliiónica, ¼ con glucosa 5%).
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